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blanco porcelana

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censurado por segunda vez

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uchos años después, Adita había de recordar aquella tarde remota en la que jugaba en casa de su tía Rosita, con sus primas mayores, al jue-go: “¿Si pudieras cambiarte algo, qué sería?”. Cuando le tocó su turno se quedó pensando y decidió ir a mirarse la cara en el espejo del baño. Recordó la tradicional foto de su abuela Teresa y a su prima Luz Esperanza, la más querida por la familia, decían, por ser de la raza de su abuela.

No tuvo que pen-sar mucho la res-puesta y regresó diciendo con un tono de voz como distraído: “Me cambiaría, sin duda, los labios”.

Adita nació casualmente en Buenos Aires, Argentina. Sus padres, Azucena y Armando, vivían

en aquel entonces en esa ciudad. Su familia la conoció a distancia por fotografías que sus pa-dres enviaban por correo. Ella fue bautizada por su abuela materna: boca de beso.

Su abuela viajaría a conocerla para sus ocho

UN CUENTO DE

Ada SAutoraMargarita Ariza Aguilar

Texto curaduríaVerónica Wiman

Apoyo en contenidosAndrea Quintero Angulo

Apoyo gráficoMazal Blanco Labouz

DiseñoJuan Mojica Arias

Página Webwww.blancoporcelana.comCarlos Alberto Ariza

ISBN 978-958-44-9421-4

Proyecto ganador del Portafolio de Estímulos 2011, en la categoría Creación y Circulación en Artes Plásticas, de la Secretaría Distrital de Cultura, Patrimonio y Turismo del Distrito de Barranquilla, Colombia 2011.

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Esta pagina ha sido retirada por orden de Juez de tutela de primera instancia, de acuerdo con

el fallo notificado el 30 de abril de 2012, a la tutela numero 2010-047, interpuesta por,Ruth Aguilar Quijano, Teresa Aguilar Quijano, Rosa Aguilar de Quiñones, Rafael Aguilar Quijano,

Ana Cielo Quiñones Aguilar, Martha Rosa Quiñones Aguilar, Luz Esperanza Hidalgo

Aguilar y Adriana Hidalgo Aguilar.

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meses de na-cimiento en el año 1971. Sin embargo, para el infortunio familiar, el viaje terminaría antes de lo esperado.

La abuela Teresa viajó desde Bogotá hasta Barran-quilla, a la casa de los abuelos paternos de Adita –Rafael Ramiro Ariza Pernett y Helena Andrade de Ariza–. Se hospedó allí, rodeada de atenciones, en una bella casona del tradicional Barrio El Prado que había construído la familia y que había estado lista justo el 12 de octubre de 1947.

De allí tomó el Jet que la llevaría a Indiana, donde visitaría a su nieta Thrisa Michelle, y posteriormente a Buenos Ai-res, a ver a su boca de beso. Sin embargo, nunca llegó a su destino. Unos cuantos días después de su aterrizaje en los Esta-dos Unidos, un derrame cerebral acabó con su vida.

La abuela era católica de oraciones y de obras. Su rutina iniciaba todos los días con la misa de 6 de la mañana, vesti-da con su hábito franciscano. Siempre la acompañaban sus palomas; volaban con ella camino a la iglesia, esperaban que entrara a la ceremonia y emprendían el vuelo de regreso a casa. Ver las palomas arribar a sus palomares era una señal inequívoca de que la abuela se encontra-ba en oración.

De regreso a casa, la abuela siempre encontraba algún necesitado a quien favorecer; los llevaba a su hogar, los sentaba en su mesa a desayunar y, si era necesario, los bañaba y los vestía con prendas nuevas. Cuando iba de viaje, en cada lugar donde se hospedaba invitaba a todas las personas a su alrededor a rezar el rosario, logrando de manera natural

que una gran cantidad de personas ter-minara uniéndose a ella.

Cuando estaba en construcción el Hospital Militar Central, la abuela con-siguió un permiso de los arquitectos, ingenieros e interventores para que se

celebrara una misa semanal y los obre-ros pudieran parar sus actividades y asistir, sin que se les descontara ningún dinero.

Los obreros eran muy numerosos. Al principio, pocos asistían; los de-más se quedaban descansando en los andenes y antejardines de las casas cercanas por la calle 49, entre las carreras

Séptima y Quinta. Al cabo de cierto tiem-po, comenzaron a asistir todos los tra-bajadores, incluso aquellos que antes se burlaban de este acto religioso, y no solo eso, sino que ayudaban a cargar sillas para que otras personas de la comunidad pudieran acompañarlos.

Su espíritu de solidaridad trascendía todas las esferas sociales. Fue ella quien se encargó, con su gestión ante la Alcal-día de Bogotá, de que instalaran un grifo o pluma de la cual pudieran recoger agua los más pobres que vivían en la loma, arriba de la carrera Tercera. Consagró su vida al servicio de los demás. Para ella era muy importante tener una vida austera,

pensando que los lujos po-dían ser mejor invertidos en satisfacer las necesidades de los pobres. Tenía una her-mosa familia que había conformado al lado de su

esposo, José Ceferino Aguilar Forero, farmaceuta y dueño de las Droguerías Aguilar (que en un principio se llamó Droguería Pasteur, al estilo Francés), donde él mismo preparaba las fórmulas magistrales. Tenían un solo hijo “blanco y varón”, Rafael Francisco del Niño Jesús, el más bello, el centro de atención. Le seguían Teresa de la Concepción, la más juiciosa; Carmen Rosa de los Ángeles, la más graciosa; Cielo, la más bella; Blanca Azucena del Sagrario, la artista, y Ruth Gabriela Emperatriz, la intelectual.

Su esposo, el abuelo Pepe –como le decían cariñosamente– tenía también un gusto refinado pero, contrario a la perso-nalidad de la abuela Teresa, menos auste-ro. Quería que su familia siempre tuviera las mejores cosas, le gustaba todo lo moderno que representaba el progreso. Cierto día, después de uno de sus viajes, trajo de regalo a la abuela un elegante abrigo de piel. La abuela, agradecida pero al mismo tiempo contrariada por el sentimiento de no querer usar prendas ostentosas, lo recibió. Sin embargo, antes de usarlo, tomó la decisión de cortar los puños y el largo del abrigo que llegaba

casi hasta los pies, para que no luciera tan llamativo. Años después, otro de estos abrigos terminó en manos de Azucenita, como cobija para un venado que tenía de mascota, en el jardín de su casa.

Paradójicamente, la abuela Teresa, que había deseado un entierro sencillo y humilde, vestida con su hábito fran-ciscano y en ataúd de madera cepillada, tuvo otra suerte: Fue vestida con su mejor traje, maquillada para lucir rosadita, al natural. Su cuerpo fue embalsamado y empacado al vacío en un ataúd que para ese momento era uno de los más grandes y lujosos. Al trasladarlo al cementerio en Bogotá, el hueco donde iba a ser enterra-do tuvo que ser reacomodado, ya que el ataúd era más grande de lo normal. Tenía la cabeza ligeramente levantada, el rostro

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Esta pagina ha sido retirada por orden de Juez de tutela de primera instancia, de acuerdo con el fallo notificado el 30 de abril de 2012, a la tutela numero 2010-047, interpuesta por,Ruth Aguilar Quijano, Teresa Aguilar Quijano, Rosa Aguilar de Quiñones, Rafael Aguilar Quijano, Ana Cielo Quiñones Aguilar, Martha Rosa Quiñones Aguilar, Luz Esperanza Hidalgo Aguilar y Adriana Hidalgo Aguilar.

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Esta pagina ha sido retirada por orden de Juez de tutela de primera instancia, de acuerdo con

el fallo notificado el 30 de abril de 2012, a la tutela numero 2010-047, interpuesta por,Ruth Aguilar Quijano, Teresa Aguilar Quijano, Rosa Aguilar de Quiñones, Rafael Aguilar Quijano,

Ana Cielo Quiñones Aguilar, Martha Rosa Quiñones Aguilar, Luz Esperanza Hidalgo

Aguilar y Adriana Hidalgo Aguilar.

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reflejaba su habitual belleza, parecía estar dormida, haciendo la siesta, como cual-quier día.

La abuela Teresa compartía con

su mamá Angelina (Anastasia Vicenta Angelina) el gusto por la poesía, y todo lo que escribía y decía era en verso. Su familia había llegado de Zapatoca, Santander. Angelina se casó, cuando tenía apenas 14 años, con Gregorio, un hombre mucho mayor que ella, tanto así que le decía Don Gregorio. El era de otra “buena familia”, blanco, de ojos azules, y era gemelo de un hermano que murió. Era severo y austero, pero muy cariñoso con sus hijas: Teresa y Oliva. La abuelita Angelina, además de poeta, era partera, poseía amplios conocimientos de medici-na natural y tejía sombreros blancos de la época (sombreros jipijapa). Nunca le gustó vivir en las fincas de su esposo, siempre vivió en el pueblo. En Zapato-ca, la mayoría de los habitantes tenía facciones de los inmigrantes alema-nes, eran rubios, pelirrojos y de ojos claros. Sin embargo, tanto Angelina como la abuela Teresa y la tía Oliva, siempre estuvieron más orgullosas de

su sangre española.La abuela Teresa era considerada la

más bonita de la familia, incluso más be-lla que la tía Oliva. A su vez, ésta admira-

ba tanto la belleza de su hermana que un día, cuando le dijeron a su sobri-na Ruth Empera-triz que se parecía mucho a la abuela Teresa, respondió: “Ya quisiera para un día de fiesta”.

El famoso inmigrante y co-lonizador alemán Lengerke, llegó a Zapatoca en 1858. Se afirma que fue una persona inteligente, de trato agradable, emprendedor, y se le atribuye gran parte del desarrollo de la región. Nunca se con-

virtió al catolicismo, pero siempre respetó y colaboró con las obras de la iglesia. Le gustaba tener cosas lujosas y excéntricas; por ejemplo, trajo de Alemania a su hacien-da Monte Bello un cañón que disparaba

cada mañana, y después cantaba el him-no alemán con sus peones. También tenía de mascota a un cocodrilo domesticado, y muchos otros lujos.

Geo Von Lengerke era un hombre sa-gaz en los negocios y fue un precursor de las exportaciones internacionales. Entre sus productos de exportación estaban los sombreros de gran blancura, tejidos por las manos de las mujeres del pueblo. Por su reconocida fama de seductor, ninguna de las mujeres del pueblo se atrevía a es-tar a solas con él. Nunca se casó y, como buen alemán, la historia lo recuerda como un “hombre rubio que procreaba infatiga-blemente, regando ojos azules y matas de pelo dorado sobre la población, y que con los años se fue sumiendo en la soledad y el alcohol, víctima de amores imposibles”. Hoy su tumba es escogida para citas de los amantes clandestinos.

A la abuelita Teresa no le gustaban los pelirrojos y pecosos, porque no tenían la piel blanca, blanca. Cuando ella estuvo embarazada, rezó con gran fervor a la Virgen para que ningún hijo suyo saliera con esa herencia alemana. Cuando lleva-ba en el vientre a la tía Rosita (trigueña y

la única pecosa) miraba por largo rato la foto de la actriz Shirley Temple para que, en caso de que fuera niña, se pareciera a ella.

En 1975 nació Alejandro, el herma-no de Adita. Ya en esa época la abuelita Angelina sufría de demencia senil. En una ocasión creyó que su nieta Azucena (la mamá de Adita) era otra persona, y le dijo preocupada: “¿Sí sabes mijita que Azucenita tuvo un niño ne-grito, negrito, negrito?”.

En casa de los abuelos paternos de Adita, siempre les impactó el

hecho de que la abuela Teresa hubiera muerto

días después de compartir con ellos. Ramiro, su abuelo paterno, fue el principal

odontólogo de la ciudad y con-

tribuyó en gran medida a

las investigaciones sobre implantes dentales, con su trabajo de los alvéolos sangrantes. No sólo aten-día en su consultorio, sino que tuvo un

gran interés por las problemáticas de la ciudad, ocupó diferentes cargos

en el gobierno departamental y municipal. Fue Secretario de Salud y siempre hacía énfasis en que su apellido Pernett era

con doble t al final: “Per-nett con DOBLE TT,

¡apellido francés!”.Al final de su

vida escribió el libro “El Hijo del

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Navegante”, una memoria de vida de la vieja Barranquilla y los inicios de la na-vegación por el Río Magdalena, donde su padre Pompilio Sabas Ariza Fontalvo, Ingeniero Mecánico, construyó los vapo-res Atlántico y Antioquia y fue capitán de buque del río.

Ramiro, siendo muy blanco, tenía una hermana muy morena, Sara. Era culta, distinguida, de muy buen gusto, generosa. Cuentan que ella se molestaba si le regalaban polvos para la cara. Al-gunas personas preguntaban: “¿y es que Sara era muy morena?”, a lo que todos respondían: “Nooooooooo”. A Sara no le

gustaba ser retratada y por esa razón su imagen se disolvió en la historia; no exis-te una fotografía en la que se pueda apre-ciar su rostro, sólo queda el recuerdo de la casa que habitó, que aún se conserva en la carrera 52 de Barranquilla.

Helena, esposa de Ramiro, fue una bella y valiente madre de 11 hijos: Ar-mando, primer meteorólogo profesional en Colombia. Nancy, de inteligencia extraordinaria. Álvaro, prestigioso or-todoncista. Carlos, inventor y navegante como su abuelo. Rafael, el empresario. Elizabeth, quien siempre administró el funcionamiento de la casa de sus padres; todos los platos exquisitos compartidos en familia fueron obra suya. Nora, ingeniera industrial, de generoso corazón. Pompilio, abogado con gran gusto por el campo, los caballos y las vacas. Yudi, el soporte emo-cional de la familia. Luz Marina, reconoci-da por su belleza, y Eduardo, empresario,

aunque músico en realidad.Para que el arte no los matara, todos

los primos de Adita debían ser adminis-tradores de empresas, economistas o ingenieros, así fueran músicos, cantantes o artistas: “¿Matar?, ¿Acaso el arte puede matar? Será de hambre, de abandono, de peligro”. Como Pelu, María Helena, dicen que ¡quién la manda!: “Tiene una maes-tría de estudios para la paz y tras de eso vive en Sudán, allá, con esos negritos”. El otro día se le metió al cuarto una mamba negra, de esas culebras de dos metros que pueden quedarse paradas hasta un metro de altura.

Y ¡ay de que regrese con un negro!… que sea feliz, pero que no venga con un negro.

Cuando Pelu era niña, se levantaba una hora antes para que la cubrieran con el protector solar. Y no era cualquiera, era uno especial, importado por sus padres únicamente para ella, ¡porque no podía oscurecerse más! Ella, ante la insistencia de su mamá aplicándole el bloqueador, le decía: “¡Tú lo que quieres es borrarme la piel!”. Pelu esperaba des-nuda un tiempo, que en su mente era in-terminable, el tiempo necesario para que se secara el protector antes de ponerse la ropa e ir al colegio.

Pecos, un primo de Adita, está con-

vencido de que Pelu tiene el pelo crespo, porque siempre la querían peinar con una peinilla que se lo jalaba, entonces ella nunca más se dejó peinar, y así se volvió crespa. También piensa que ella es más oscura que los demás porque su nana Lu-cia –que era muy negra y procedía de Hai-tí– la llevó a la playa desde bebé, por eso su color de piel se volvió oscuro. Y cuando Pelu era niña alguien la felicitó diciéndole: “¡Ay, Pelu, estás más bonita, has blanquea-do!”. Pero cuando creció un poco más le dijeron: “¡Ay, Pelu! ¿A ti qué te pasó si tú tenías el pelo liso? ¡Qué pesar!”.

Y ocurriría con las generaciones por venir; la vieja Barranquilla y sus calles con nombres de poesía, había quedado atrás. Ahora sería carta de garantía del éxito en la vida, la capacidad de hacer dinero o de convertirse en un importante empleado y ser, o por lo menos lucir, bellos y lisos, con el blower y las lacas traídas de afuera. Como la abuela Josefa Barros, quien figu-ra en el árbol genealógico ¡y decían que se estiraba el pelo como cabrestante de buque!

Los papás de la abuelita Helena fueron muy importantes; vivían en la calle Bolívar

entre los callejones Roble y Primavera de la puerta de Oro de Colombia. El abuelo José Manuel Andrade respiraba café. Su empresa “Café Concentración” distribuía café a Barranquilla y a otros municipios cercanos como Galapa, Baranoa, Polonue-vo, Soledad, Malambo y Sabanagrande. Mamá Mode –Modesta Mendoza Hunter–, descendiente de ingleses, también tenía capitanes de buque en su familia, como su tío Generoso Mendoza. Mamá Mode esta-ba muy complacida al saber que Armando se había casado con una Blanca Azucena. Ella misma le había preguntado días atrás a su nieto Armando: “¿Pero Azucena es blanca?”, a lo que él respondió: “Imagína-te, es blanca hasta de nombre, ¡se llama Blanca Azucena del Sagrario!”.

Dicen que las hijas más bonitas de

Mamá Mode –y las más blancas– eran la abuelita Helena y la tía Gume, de quienes se dice que eran unas santas. La tía de Adita, Nancy, escribió en sus memorias que Ceci “era una gran mujer, inteligente, de gran carácter, hacía todos los oficios de la casa, administraba el presupuesto, le daba tiempo para visitar a los enfermos, ir a la adoración perpetua, ir al mercado”. Ella era más morenita, y fue la segunda

mamá de Armando. Las tres hermanas eran unas mujeres muy católicas, como su mamá; se levantaban muy temprano para ir a misa de 5 en la Iglesia del Rosario.

De la rama de los Andrade provenían reconocidos pianistas, músicos y escrito-res. José Tomás Andrade, tatarabuelo de Adita, fue profesor de piano; Amira An-

drade, su hija, tocaba la Serenata de los Ángeles. Lilia Andrade,

hija de Amira, fue pianista in-ternacional, y Juan José Nieto

Gil, tío abuelo de papá José, fue Presidente de la República en 1861. Armando, el papá

de Adita, quien ha pasado mu-chos años estudiando juicio-samente el árbol genealógico, ¡de repente lo encontró!

Le contamos a algunos de la familia lo complacidos que estábamos por descu-brir que éramos descen-dientes de un Presidente de la República, y después

les dijimos que, además, era el único presidente negro de la historia, a lo cual respondían sobresaltados: “Negro no, a lo mejor era moreno y lo veían negro”.

Y sí, parece que a Juan José Nieto Gil la historia ha querido borrarlo; dicen que su tumba siempre ha estado abandona-da, que escribió las primeras novelas del Caribe y que, a pesar de haber sido Presi-dente no figura en los registros, por algu-na extraña razón. ¿Cuestión de color?

Negro, noooooooo. La historia lo describe como “fornido, de piel cetrina clara (o trigueña oscura), ojos zarcos ver-dosos, nariz recta y amplia, labios finos, cejas arqueadas y cabello negro medio rizado”. Hijo de una zamba y un español, decían que, “a pesar de su ascendencia oscura”, fue buen mozo. Un dato curioso es que, en los pocos registros que existen de Juan José, sale con la piel más clara. Para el día de su posesión, le hicieron un retrato oficial con la banda presiden-cial; el lienzo fue enviado a Francia para ser retocado al estilo de un mandatario francés. Y así, en las pocas imágenes que existen, figura con cara de blanco. Sin embargo, no figura en muchos libros de

registro histórico, ni en murales donde están todos los demás presidentes blan-cos de la historia de Colombia.

En 1851, fue gobernador de la pro-vincia de Bolívar y participó del congreso donde se decidió abolir la esclavitud en Colombia. El 1 de enero de 1852 prepa-ró una ceremonia donde se proclamó la emancipación de toda la población negra, nacida antes de 1821. Allí pronunció un discurso memorable: “Desde hoy se aca-baron los esclavos en la Nueva Granada; y es por eso que os saludo en este día el más solemne, el más bello que ha tenido la República, porque es el día complementa-rio de nuestra regeneración política; el día en que ha desaparecido para siempre de entre nosotros el odioso título de señor y esclavo y en que ninguno de nuestros her-manos lleva colgado al cuello, la pondero-

sa, la negra cadena de la servidumbre...”Aun cuando nunca lo había pensado,

para la familia de Adita, el tema del color de la piel estuvo presente hasta en las cosas más cotidianas de sus vidas.

La tía Oliva, hermana de la abuela Teresa, era generosa, apasionada y di-recta en su expresión. Nunca pudo vivir con el amor de su vida, a quien sobrevi-vió muchos años, ni siquiera le avisaron cuando murió. Para Oliva, el amor era lo más importante; la habían separado de su esposo por los condicionamientos sociales de aquella época, por eso car-gaba ese dolor, pero al mismo tiempo la emocionaba la idea de que otro se enamorara. Algunas tardes se sen-taba con Adita y miraban las cartas que le enviaban sus amigos. Un día comentó al ver una: “Ese es morenito, pero es buena persona”. Adita le con-testó: “Tía, ¿acaso el color es lo más importante?”, a lo que ella respon-dió: “Yo no tengo nada contra el color, ¡pero los negros me dan no sé qué cosa!”.

Adita se casó con Jaime Eduardo, un hombre de pelo cas-

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taño, piel blanca y ojos marrones. Fue su único amor; lo conoció a los 16 se casó con él a los 24, y a los 26 quedó embara-zada. ¡Qué alegría, un nuevo bebé para la familia! Ahora todas las miradas estaban sobre Simón, que ni siquiera había naci-do. Había gran expectativa entre ellos, jugaban a imaginarse qué color tendría, ¿sería “trigueño”, como Adita? ¿O acaso saldría de pelo negro, como su abuela Azucena?

Lo más curioso de la abuela Azucena es que siendo ella Blanca –aunque dijeran que no– que nunca como la abuela Teresa, en su época fue considerada la del pelo feo, pelo indio (por ser negro, grueso y muy liso). Fue sometida desde muy niña

a permanentes y ma-rrones que le harían lucir unas ondas suti-les y delicadas como debería ser. Solamen-te hasta la llegada de los años sesenta, cuando el liso se puso en furor, ella pudo

disfrutar de su pelo al natural.Adita, en cambio, no tenía el pelo

tan liso. Su pelo tenía un temperamento propio; a veces amanecía ondulado, otras, crespo. Esto le trajo muchos problemas en el colegio, donde le decían miss trapero y ocasionalmente la sacaban de clase con una peinilla para que fuera a peinarse. Era de esas peinillas de dientes finos como las que usaban en el Apartheid para identifi-car si eras blanco o negro. Si el peine co-rría fácilmente a través del pelo, eras puro, blanco, de lo contrario eras Un NeGrO.

Un poco más grande, Adita, para

una reunión familiar, decidió alisarse el pelo. En la reunión los comentarios no se hicieron esperar: “El pelo liso es para las de buen pelo”. “Pero, hermana, ¡ella tiene buen pelo!...”. “Pues si tiene buen pelo… ¡no se le nota!”.

Días antes de que naciera Simón, mu-chos familiares se reunieron en casa de los futuros abuelos Azucena y Armando. Azucena alistó para esa ocasión una foto de bebés de diferentes razas, donde cada cual elegía el que pensaba que se parece-ría más a Simón. Todos escogieron el más moreno y de pelo negro.

Con su vida y con su muerte, la abue-la Teresa se constituyó en un ícono de la belleza y la bondad, de eso que debería

ser: una mezcla de belleza, blancura y santidad. Así que, años más tarde, las tías de Adita , Teresa de la Concep-ción, Carmen Rosa de los Ángeles, Cielo de María Josefa, Blanca Azucena del Sagrario y Ruth Gabriela Emperatriz, por el amor que profesaban a la abuela Teresa, acotarían el término Blanco Porcelana para designar esta condición

de la abuela, casi im-posible de alcanzar. La blancura de la abuela como una especie de termómetro o escala de grises a la cual ha-bía que exponerse o presentar a los recién nacidos, motivando las

más negras y acaloradas discusiones.Así que esos nueve meses a la espera de Simón estu-

vieron rodeados de gran expectativa. La única que aque-lla tarde había adivinado el color del bebé por nacer fue la prima Sarita, quien pintó un cuadro al óleo de Simón ju-gando: blanco y de pelo castaño claro, más claro aún que el de su papá, lo cual sería una gran sorpresa para todos.

Una vez llegado al mundo y en su blanca cuna, prepa-rada por su abuela, Blanca Azucena exclamó: “¡Ay, herma-na, el niño es blanquito!”. A lo que una de sus hermanas respondió: “¡No, hermana, no es tan blanquito! ¡Nunca como el Blanco Porcelana de mi mamá!

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por Verónica Wiman Curadora independiente.

Fue en Cali, Colombia, durante un debate en un seminario so-bre arquitectura modernista en el país, donde se reconoció

cómo la arquitectura contemporánea sigue generando discriminación en el espacio doméstico. Un pequeño cuarto sin ventanas detrás de la cocina se asigna a la “Negrita” o servicio doméstico para habi-tar. Me acordé de mi primera visita a Cali, en donde la empleada que había prepara-do la deliciosa cena que íbamos a tener, no se sentaría con nosotros para comer y pasar un buen rato, se sentaría sola en el área trasera. Siendo nueva en esta cultura y extranjera, siendo yo, me era difícil dis-frutar y permanecer en silencio.

¿Cómo podemos enfrentar y jus-tificar el hecho de que la gran mayoría de las personas que limpian nuestros

suelos y lavan nuestra ropa sean mujeres negras? Algunas mujeres colombianas educadas que estaban a mi alrededor, me explicaban: “Ellas son parte de nosotros y de nuestras familias, vivimos juntos de manera natural”. Para algunas personas estas mujeres son irreemplazables en la vida cotidiana, y para muchos hombres una forma placentera de seguirlas con la mirada mientras pasan. En su introduc-ción a “Enseñando a transgredir: La edu-cación como práctica de la libertad”, Bell Hooks escribe sobre los modelos de los roles de las mujeres negras. En lugar de las agendas o estrategias pedagógicas, las profesoras negras con las que creció fue-ron su más fuerte guía a través de la vida.

“No toques mis tomates… –can-taba Calypso Mama en la década de 1940– todo lo que haces es apretarlos, tocarlos, apretarlos, tocarlos…”. Audre Lorde, poeta negra americana, que se hace llamar guerrera, lo expone de otra manera. Para Lorde, su propio cuerpo era el texto. Su experiencia corporal, como lesbiana, como madre, en una lucha hasta el final contra el cáncer de mama, fue la

fuente de su escritura. Comprometida con el cambio y la diferencia, identificaba su poder y denunciaba. Lorde expresa la forma como el poder femenino se pierde y, si una mujer no lo usa, cómo puede ser utilizado en su contra: “Este lago de poe-sía del que hablo, no nos empoderará si todo lo que hacemos es nadar en él. Debe-mos tomarlo, llamarlo alimento, llamarlo líquido, llamarlo lo que sea que encontre-mos allí, y avanzar en nuestras vidas”.

¿Cómo podemos cambiar estructu-ras y realidades raciales y opresivas, que parecen estar tan arraigadas y perpetua-das en la sociedad? El arte puede. Como escritor de nuevas historias y creador de nuevas realidades, el arte es un motor poderoso y renovador. Alrededor del mundo los artistas están contando estas historias alternativas que no pueden ser contadas o vistas en ningún otro lugar. A menudo, las intervenciones penetran, atraviesan, visualizan y crean este es-pacio intermedio en el que las mentes y los cuerpos puedan explorar desde sus propios sentidos. El arte es fuerte y tiene la capacidad de generar cambios, usando

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imágenes y espacios emergentes para romper tabúes. Donde la sociedad está atascada, los artistas señalan o sugieren posibilidades.

Cuando era niña y vivía en las Anti-llas Caribeñas, era indudablemente una persona blanca. La comunidad local de la isla, acariciaba con curiosidad mi pelo rubio y apretaba mi piel blanca, lo cual en ese momento era más divertido que in-quietante. Me sentía diferente, pero en-tonces nunca pensé que dos tercios de la población del mundo son de color y están oprimidos por un tercio de la población mundial que se llama a sí misma blanca. Esto lo aprendería algunos años des-pués, y más tarde en la vida trataría de comprender y ver cuáles herramientas podía crear, para ser arte y parte. Mucho de esto veo en el trabajo de Margarita Ariza, Blanco Porcelana, un proyecto que se realiza en un lugar y un momento en el que el tema tiene un relevante signifi-cado. La importancia actual de este do-cumento o monumento es fundamental, para romper el silencio y sugerir otros caminos para el futuro.

Verónica Wiman, 1975, Suecia. Curadora independiente, escritora y profesora, trabajó en Cali Colombia en dos proyectos con comunidades, La Vida es un Teatro y Terra Escola. Curadora del EAC espacio de arte contemporáneo del Museo la Tertulia de Cali, donde realizó la curaduría de Allora & Calzadilla, Negrita/ Liliana Angulo y Coco Fusco, Yang Fudong, NORAMTIVO con Carlos Motta y LTTR, en 2011 entre otros. Entre sus proyectos curatoriales en Colombia se encuentran Oreja Roja, Bogota y United Fruit Fallen Fruit, Lugar a Dudas. Cali en 2009. Curadora invitada Yerba Buena Center for the Arts (san Francisco), Los Angeles Contemporary Exhibitions (Los Angeles) Galería de arte Johannesburgo y Bildmuseet, curadora en residencia en ISCP en New York y en NIFCA en Helsinki y en el Centro de Arte Banff . Trabajó también en la Bienal de Estambul en 2001. Fue miembro del equipo curatorial de Radiodays y De Appel Amsterdam. Fue profesora adjunta de la Universidad de San Francisco. Su campo de investigación gira alrededor de la interdisciplinariedad y la práctica social en artes, explorando la política y las expresiones relacionales en el espacio público.

Blanco Porcelana propone una reflexión en torno al racismo a partir de frases cotidianas y prácticas de belleza en las cuales la discriminación se asoma de ma-nera velada. Un racismo heredado  y casi imperceptible. Una construcción cultural incuestionada, que ha sido transmitida de generación en generación.

Blanco Porcelana recurre a diferentes medios, entre ellos una cartilla que con-tiene “un cuento de hadas”, una historia familiar con sus frases acostumbradas, que subraya un modelo colonial aún vi-gente.

A partir de dibujos intervenidos, es-tablece una relación entre los sistemas de clasificación racial de la época de la colo-nia, imágenes de la historia del arte occi-dental y la gran variedad de productos de belleza usados hoy en día, cuestionando la concepción del arquetipo de belleza heredado y reproducido mediáticamente,

directamente relacionado con la discri-minación racial.

La instalación alude a una escena familiar, un cuarto de bebé, que invita al espectador a preguntarse por este ideal bajo el cual hemos nacido.

 La reflexión que plantea este tra-bajo es necesaria dentro del contexto latinoamericano, colombiano y local, ya que aborda el tema del racismo hoy, no desde el punto de vista tradicional de las grandes manifestaciones racistas, sino centrándose en el aspecto velado de esta problemática, más peligroso porque per-petúa estas creencias, usos y prácticas a través de las generaciones.

 El tema es abordado desde la pers-pectiva de una familia mestiza, como un ejemplo de muchas familias de Latino-américa y otras regiones del mundo que se formaron bajo la influencia de las co-lonias europeas. Cuestiona el contenido transmitido a través de simples frases familiares y prácticas de belleza que se van tejiendo en la costumbre, siendo éstas más difíciles de contrarrestar que aquellos asuntos que serían susceptibles de ser legislados.

Frases y creencias que aún circulan en muchas familias sin ningún cuestio-namiento, expresiones cotidianas como: “Éste nació blanquito, ¡limpiecito!” o “¡Ella fue la única que sacó los ojos claros de mi mamá! Esperemos, de pronto en la tercera generación…”, entre muchas otras.

Dentro de la oferta de productos de belleza es frecuente encontrar desde pro-ductos de supermercado hasta tratamien-tos especializados que prometen alisar el pelo, aclarar el tono de la piel, el pelo o las axilas, cosméticos para lucir más blancos, alisados permanentes, blanqueamiento de zonas íntimas, entre otros. Bajo este tipo consumo, subyace el modelo de be-lleza, que una gran parte de la población se esfuerza en alcanzar y que ha contri-buido a moldear nuestras costumbres y usos de lo que se considera adecuado, bello y con clase.

Los nombres de estos productos hacen visible, esa pretendida superiori-dad de lo blanco: White Perfect, White Secret, Blankísima, Fair and White, entre otros. Fabricados por multinacionales que se lucran de estos modelos, vendien-

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Intervenciones

Después de realizar una in-tervención en el sistema de transporte integrado Trans-metro de Barranquilla, Blanco

Porcelana, se exhibe en la Galería Habitat 80, del 29 de octubre al 12 de noviembre de 2011.

La primera se llevó a cabo en las estaciones Joe arroyo, Parque cultural y Catedral,desde el 12 de octubre, día de la raza, (aún conserva este nombre en Colombia), por espacio de una semana. Incluyó la intervención sobre el audio del sistema en el cual se repetían de manera contínua las frases familiares, mientras que los pasajeros esperaban su bus y la

video instalación de la cuna, era visitada a la entrada de la estación. Se instalaron espejos a lo largo del corredor de la esta-ción con diferentes aspectos de cabello. En las tres estaciones se adhirieron fra-ses familiares en paneles y vidrios.

La segunda instalación se lleva a cabo en un lugar de consumo, siendo el entorno del almacén Fedco un espacio representativo en la venta de productos de belleza, que ha ubicado en medio de la peluquería y el spa, una galería destina-da a exposiciones de artistas del caribe.

Durante esta intervención, además de la video instalación, se entrega una postal que muestra un conjunto de imá-genes de productos de belleza interveni-dos con las castas coloniales que contiene nombres de productos y frases extracta-das de su publicidad y empaques. Otros elementos que hacen parte de esta inter-vención son la cartilla y una polvera, en donde el espejo impreso con la imagen de la abuela Teresa, (ideal de belleza), impide que el espectador, aprecie completamente su reflejo.

do en cada país lo que supuestamente te proporcionará la apariencia adecuada. Uno de estos fabricantes se llama Rubia Industries y, al igual que nos vende aquí su crema aclaradora, la vende también en Oriente para que los asiáticos puedan ser menos amarillos y más blancos. Un ne-gocio multinacional que se alimenta y se beneficia de esta diferenciación.

Muchas de nuestras prácticas y ex-presiones populares no obedecen a una ideología conscientemente racista, sino a un modelo heredado y desconocido para muchos, del cual es difícil sustraerse. ¿No se preguntan por qué es mejor el cabello liso liss perfecto, que el pelo cucú? Es la Colonia vigente hoy, alojada en nuestras casas, presente en nuestras palabras, trenzada en nuestra cabeza, pero imper-ceptible en nuestra memoria.

Partiendo de una experiencia perso-nal, a manera de ejemplo, Blanco Porcela-na conecta profundamente con la realidad social de nuestro país y con la herencia colonial que aún perdura y se refleja en nuestras acciones más cotidianas.

Así pues, la misión de la práctica artística en este caso es la de levantar este velo y ofrecer un “espejo” para reco-nocerse y repensarse.

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Esta pagina ha sido retirada por orden de Juez de tutela de primera instancia, de acuerdo con

el fallo notificado el 30 de abril de 2012, a la tutela numero 2010-047, interpuesta por,Ruth Aguilar Quijano, Teresa Aguilar Quijano, Rosa Aguilar de Quiñones, Rafael Aguilar Quijano,

Ana Cielo Quiñones Aguilar, Martha Rosa Quiñones Aguilar, Luz Esperanza Hidalgo

Aguilar y Adriana Hidalgo Aguilar.

5 de julio 2012

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Esta pagina ha sido retirada por orden de Juez de tutela de primera instancia, de acuerdo con el fallo notificado el 30 de abril de 2012, a la tutela numero 2010-047, interpuesta por,Ruth Aguilar Quijano, Teresa Aguilar Quijano, Rosa Aguilar de Quiñones, Rafael Aguilar Quijano, Ana Cielo Quiñones Aguilar, Martha Rosa Quiñones Aguilar, Luz Esperanza Hidalgo Aguilar y Adriana Hidalgo Aguilar.

5 de julio 2012

Esta pagina ha sido retirada por orden de Juez de tutela de primera instancia, de acuerdo con

el fallo notificado el 30 de abril de 2012, a la tutela numero 2010-047, interpuesta por,Ruth Aguilar Quijano, Teresa Aguilar Quijano, Rosa Aguilar de Quiñones, Rafael Aguilar Quijano,

Ana Cielo Quiñones Aguilar, Martha Rosa Quiñones Aguilar, Luz Esperanza Hidalgo

Aguilar y Adriana Hidalgo Aguilar.

5 de julio 2012

¿A ti que te pasó si tú tenías

el pelo liso?

es blanca?¿Pero tu esposa

negrito negrito negrito.Azucenita tuvo un niño

blanco porcelana,No hermana el niño si es blanquito,

como mi mamá. Ella si fue la

única que sacó los ojos de mi mamá, esperar de pronto en la tercera generación…

La negray la más negra.

Este utilísimo instrumento que puedes tener en casa, te permitirá identificar y clasificar apropiadamente a cada miembro de la familia.

Los marrones puede hacerse en casa para obtener un look suave y gracioso, enrolla en papel cada gajo de tu pelo y asegú- ralo, al día siguiente

retira el papel y obtendrás este bello efecto, lucirás sutil y delicada.

cucú cucú debajo del agua!

Tendría que arre-glarme los labios

si vas a la oficinalo mejor será lucir un liso perfecto!

al hacer la pruebate darás cuentaque algunas pie-zas no encajan

atévete a re-componerlos!

en rea-lidad no es tan blanquito

Pelu, pero a ti que te pasó?

Azuceni-ta tuvoun niñonegritonegrito negrito

para evitarel frizzutiliza SIEMPRE crema de

peinar

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Esta pagina ha sido retirada por orden de Juez de tutela de primera instancia, de acuerdo con

el fallo notificado el 30 de abril de 2012, a la tutela numero 2010-047, interpuesta por,Ruth Aguilar Quijano, Teresa Aguilar Quijano, Rosa Aguilar de Quiñones, Rafael Aguilar Quijano,

Ana Cielo Quiñones Aguilar, Martha Rosa Quiñones Aguilar, Luz Esperanza Hidalgo

Aguilar y Adriana Hidalgo Aguilar.

5 de julio 2012

Por supuesto los labios.¿Tú que te operarías?

Pelo Indio.aplícate el protector, porque

no puedes oscurecerte más!

Pero si ella tiene buen pelo,

no se le nota.

Y tú mamá tenía una rata?al menos era BLANCA Hoy no se peinó

¿Y ese peinado?

Usted no se peinó , salga de clase y vaya a peinarse. pásese la peinilla.

Miss trapero. Pero tu tienes cuerpo de negra.

¿La tía Sara era muy morena?“Nooooo.”

aceptamos negras.Aquí no

No se puede comparar con el blanco porcelana de mi mamá. Los únicos que se parecen son los hijos de Flor.

yo tenía el pelo liso y un día le preste el cepillo a un amigo y quede así. ¿Por qué carga a la hija de la empleada? No es la niña de la casa.

Pero tu mamá es blanca.BlancoPorcelanaBlancoPorcelana-31--30-

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5 de julio 2012

Esta pagina ha sido retirada por orden de Juez de tutela de primera instancia, de acuerdo con

el fallo notificado el 30 de abril de 2012, a la tutela numero 2010-047, interpuesta por,Ruth Aguilar Quijano, Teresa Aguilar Quijano, Rosa Aguilar de Quiñones, Rafael Aguilar Quijano,

Ana Cielo Quiñones Aguilar, Martha Rosa Quiñones Aguilar, Luz Esperanza Hidalgo

Aguilar y Adriana Hidalgo Aguilar.

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Pelo malucoNosotras salimos de

para que te veas bien bonita.Alísate el pelo,

¿Tiene una línea divisoria

en las manos?Es una negra pero fina, tiene facciones de blanca.

La abuela angelina adoraba a la tia flor , es que ella si saco la herencia

Solo ella y su hijo jairo orlando.de la pura raza blanca rubia y ojiclara.

Este Nació blanco, limpiecito.

negroNadie.en la familia?

¿Pero quién es

Es maluquito, morenito, no tiene porte.

El si salió bello, rosado blanco.

negra color de coche, ojitos de mapalé, en el pecho tiene un broche, que le sirve de alfiler.

Yo soy blancay tu eres negra,

en un momentito me pongo negraA mi me toca a la sombra porque

Se ha degenerado!

Antes el gobierno departamentalY municipal, en las corporaciones Públicas la gente era conocida,Distinguida, de bien. Y ahora son Puros negritos

Sol no.Yo no voy al paseo.

Se estiraba el pelo como cabrestante de buque.

Como tenía el pelo apretado,

manchadas?¿Tiene las axilas

CENSURADO CENSURADO

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