Aurelia Ardent - Serie Esclavo de Aurelia 03.5 - Adios San Valentín

8/18/2019 Aurelia Ardent - Serie Esclavo de Aurelia 03.5 - Adios San Valentín

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ADIOSSAN

VALENTÍN

Esclavo de Aurelia

Aurelia Ardent



Copyright© Aurelia Ardent 2016

Todos los Derechos Reservados

Inscripción Nº 1602146571179

Departamento de Derechos Intelectuales

Diseño de portada Melina Rivera

No se permite la reproducción total o parcial

de este libro, ni su incorporación a un

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por escrito del titular del copyright. La



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constituir un delito contra la propiedad

intelectual.La presente es una obra de ficción. Los

nombres, personajes, lugares y sucesos en ell

descritos son producto de la imaginación de laautora. Cualquier semejanza con la realidad, e

pura coincidencia.

Contenido para Adultos

Esta historia contiene material sexualmente

explícito y está destinado sólo para personas

mayores de 18 años de edad. Al descargar y

abrir este documento usted declara que es



mayor de edad para acceder y ver esta obra.





“Adiós a t

adiós a todo l

que creí que sabía

tú eras el únic

al que amaba

lo único a lo qu

traté de aferrarme”

Michelle Branc



Contenido

Aurelia. Un cuento de Hadas

Víctor. Frío en el desierto

Aurelia. Mi bebé

Víctor. El amor dueleAurelia. GPS

Víctor. Desde mis ojos

Aurelia. Mientras dormía

Víctor. Mentiras



Aurelia. Esperándote

Víctor. Una danza

Aurelia. AdiósVíctor. Deseo

Aurelia. Cadenas eternasEpílogo





Aurelia. Un

cuento de Hadas

- A la nanita nana, nanita nana, naniteah, mi niño tiene sueño, bendito sea

bendito sea…

Mientras le canto a mi bebé él m

mira fijamente con sus bellos ojo

verdes muy abiertos, me observconteniendo el aliento como a alg

maravilloso y yo estoy de acuerdo co

él, me siento una maravilla viviente co



este milagro de ser madre.

Ya hace un mes y medio que Víctor l

puso en mis brazos aquella noche dnavidad en el oasis y no puedo cree

cuánto ha cambiado mi vida desd

entonces. He descubierto un lado míque ni siquiera sabía que existía.

Ternura…

Cada vez que miro a mi bebé dormidsiento derretírseme de ternura e

corazón, es algo tan inmenso, u

sentimiento tan intenso que hasta me d

miedo porque lo próximo que pienso e

que si alguien llegara a tocarle un sol



cabello con la intensión de hacerl

daño, yo sería capaz de saltarle encim

desgarrarle la yugular con mis propiodientes.

Miro a mi pequeño Víctor y lo ve

dormirse suavemente en mis brazosQuisiera estrecharlo contra mi pecho

mantenerlo así para siempre, a salvo d

cualquier peligro, lejos del mundo odos sus males.

- Nadie te hará daño, mi niño… -se l

susurro mientras lo acuno con m

balanceo sentada en la cama

lenándome del dulce y maravillos



aroma de su cabecita cubierta de suav

pelusa color miel, ese mágico aroma

bebé que creí que jamás sería mío.Intento ser feliz y disfrutarlo pero la

mágenes de mi niñez me destrozan po

dentro más despiadadamente que nuncaCreí que ya lo tenía superado pero ahor

cada segundo que no estoy a su lad

sufro una angustia irracional que ha idcreciendo en mi interior y me quita e

aliento, aterrorizada… ¿Y si alguie

destroza su infancia como me l

destruyeron a mí?

Dentro de la supuesta seguridad de



hogar, en donde debí haber estad

protegida y a salvo de todo mal.

Y aquí en este palacio hay tanta gentde servicio dando vueltas todo el día…

hombres y mujeres, ¡no confío e

ninguno de ellos! Es muy cierto eso dque uno ve caras y no corazones porqu

odo el mundo decía que mi padre era u

excelente hombre, muy bueno, confiableun padre estupendo preocupado de s

familia…

Con eso lo digo todo e insisto: Uno v

caras pero no tiene idea de la jodid

mierda que puede llevar alguien po



dentro.

- Yo jamás te dejaré desprotegido, m

esorito hermoso.El juramento me brota del alma co

rabia, con determinación psicópata. Co

el profundo dolor de haber deseado qualguien hubiese hecho ese mism

uramento junto a mi cuna.

Respiro hondo y me cuesta separar ese pedacito de vida del refugio de m

pecho para dejarlo suavemente sobre l

cama. Al fin se ha dormido. Llor

bastante y cuesta mucho que se duerma

por lo que yo no he dormido casi nad



en este último mes… ¡Las maravillas d

a maternidad!

Lo veo dormir al centro de nuestrgran cama king size y me parece ta

pequeño, tan indefenso…

La puerta se abre y entra Víctor sihacer ruido pero a mí me parece que su

pasos son como bombas híper sónicas.

- Shhh –me llevo un dedo a los labio él me ofrece una bella sonrisa e

respuesta a mi recriminatorio ceñ

fruncido.

Víctor se detiene, se quita la camisa

os zapatos y avanza descalzo sobre l



alfombra.

Disfruto la vista de su escultural tors

al desnudo en el que destaca el tatuajde las “AA” sobre su corazón, indicand

que es todo mío. El deseo se dispar

eléctrico por todo mi cuerpo, me asaltun apetito caníbal mientras se aproxim

con ese paso que es como una danz

seductora, sus intensos ojos verderibeteados por sus oscuras pestaña

vienen clavados profundamente en lo

míos…

Víctor llega del otro lado de la cam

me sorprendo de mí misma por segui



recostada… ya debería haberle saltad

encima… Pero es que está nuestro beb

aquí y además justo ahora me siento mucansada, parece increíble pero Morfe

e da una buena patada en el trasero

Eros y lo arroja rodando por debajo da cama.

Últimamente Morfeo siempre gana.

Víctor se desliza sobre la cama deotro lado del bebé, con mucho cuidad

para no despertarlo. Yo apenas siento e

movimiento pero el pequeño Vícto

iene sensores más potentes que los de

Servicio Sismográfico de Chile y a



nstante se despierta llorando.

- ¡Viste! ¿Viste lo que hiciste?

protesto-. ¡Ya lo despertaste!- Yo me hago cargo, no te preocupes

Ven mi pequeño ibn[1] –Víctor hac

amago de levantarlo en brazos pero ye gano porque estoy más cerca.

- No, no te preocupes ya lo tengo –m

bajo de la cama por el otro lado parponerme de pie y empezar a pasearlo-

Shh, shh, shh… ¿Quieres oír un cuento

mi niño? –le digo atrapando una de su

diminutas manos en la mía-. Érase un

vez un bello príncipe que no sabía qu



era príncipe… -miro a Víctor y s

sonrisa se enciende para mí como un

uz preciosa que me irradia todo samor.

Él se pone de pie y viene junto a m

Se pasea a mi lado siguiendo mi rutadelante y atrás junto a la cama. Llev

an bien mi ritmo que parece mi sombra

Está tan cerca de mí que su aliententibia mi mejilla, su aroma m

envuelve entera pero yo sólo tengo ojo

para mi bebé.

Lo miro y mi pequeño sol de nuev

me está observando muy atentamente



Estoy por creer que la fascina mi voz si

mportar qué cosa esté diciendo así e

que continúo con mi cuento inventado:- Este príncipe vagaba por el bosqu

encantado acompañado de su pequeñ

hermana que sufría un terrible hechizoSin nadie más en el mundo, el príncip

buscaba y buscaba ayuda para salvar

su hermanita del hechizo pero todos ldaban espalda, hasta que un día s

encontró con una bruja malvada que s

hacía llamar la Diosa Dorada…

- Protesto –me susurra Víctor al oíd

haciéndome cosquillas y me salta un



risa explosiva.

- No puedes protestar, Víctor, no e

uicio –le digo riendo-, es un cuento dhadas.

- Pero es que lo estás contando mal

él mira al bebé y le habla mientras lofrece sus dedos para que los estruje

uegue con ellos-. Tu mami est

desvirtuando la historia, hijo mío, asque yo te la seguiré contando.

Víctor me dedica una de su

profundas miradas que en un segundo m

rradian tanto amor, que siento que n

me cabe dentro del cuerpo. Lueg



vuelve a mirar a nuestro bebé y su rostr

se llena de dulzura al continuar e

cuento:- Entonces, el príncipe se encontr

con una preciosa hechicera que todo

conocían como la Diosa Dorada y ellcon un solo toque de su dorada vis

mágica conjuró el hechizo de la pequeñ

princesa y entonces…Se detiene al ver que mi bebé cierr

os ojos.

Víctor me mira divertido.

- Es que tu versión era muy aburrida –

me encojo de hombros riendo.



- Bueno, entonces la hechicera y e

príncipe se casaron y vivieron felice

para siempre.- ¡Uy, vaya capacidad de síntesis! –

susurro sorprendida.

- ¿Lo pongo en la cuna? –me pidesperanzado Víctor porque yo realment

acaparo a nuestro bebé.

Mientras espera a ver si se lo entrego mira con una dulzura que m

conmueve, es tan distinta al fuego qu

adoro ver en sus claros ojos verdes, ta

diferente a la apasionada ternura en su

miradas dedicadas a mí.



Estoy conociendo una nueva faceta d

mi bello potro árabe, aunque ya sabí

por Mine que él es capaz de profesar uamor increíblemente incondicional

protector, ahora veo una hermosísim

pureza en su mirada, algo casndescriptible, es como si todos lo

buenos sentimientos mezclados con la

mejores esperanzas y las más altapromesas hacia su hijo, se reflejara

nítidamente en sus intensos ojos a

mirarlo.

Víctor me tiende los brazos, mirand

usto con esa mirada a nuestro beb



mientras le susurra:

- Ven con tu padre.

¡Mierda!¿Por qué tenía que pronunciar es

palabra? ¿Todavía no se da cuenta d

cuánto odio cada letra que la compone?El concepto, la imagen, la idea d

“padre” me provoca una amarga

endemoniada tirria. Miles de recuerdome sacuden el alma y en vez d

entregárselo a Víctor para que lo deje e

a cuna, aferro a mi hijo contra m

pecho.

- ¡No, no, no que vas a despertarlo! –



se lo niego una vez más, como siempre.

No es que tema que Víctor vaya

hacerle el menor daño, ¡por supuestque no! Pero mi maldito trauma m

aladra el alma con una desconfianz

rracional. Nadie cuidará a mi hijmejor que yo.

Me vuelvo y voy a dejarlo a la cun

que está a dos pasos por mi lado de lcama.

- Ya es tarde, Aurelia –a mi espald

a voz de Víctor se oye nostálgicament

preocupada por mí-, anoche no dormist

casi nada así que tú también debería



acostarte a descansar.

- No quiero dormir todavía, teng

hambre…Al darme la vuelta él está allí y m

alza en sus brazos para llevarme hasta l

cama.- Claro si no cenaste por subir a hace

dormir al niño –me medio reprend

mientras me deposita suavemente en lcama-. Voy a pedir que te traigan algo d

comer –Víctor se sienta a mi lado

extiende el brazo hacia el velador par

alcanzar el teléfono.

Yo lo detengo posando mi mano sobr



su hombro y cuando se vuelve a mirarm

acaricio las “AA” de su pecho mientra

e digo:- No, no pidas nada, tengo hambre d

i… -murmuro con voz que pretende se

depredadora pero en realidad me suenbastante adormilada.

Me siento agotada.

Víctor ahora me prodiga esa ardientmirada suya que me vuelve caníbal

nuestros labios se encuentran en un larg

embriagante beso.

Saboreo sin prisa su boc

deleitándome en su increíble dulzur



hasta que de pronto veo las burbujas qu

suben por el agua de la piscina mientra

nos seguimos besando sumergidos hastel fondo, ¡esta ingravidez me fascina

Giramos en tirabuzón unidos en u

apretado abrazo que funde nuestra totadesnudez… Qué cosa más rara

levamos mucho rato sumergidos per

no nos ahogamos, debe ser por el besoel me da su aire, ¡me da hasta su alma

Le hago señas para subir a la superfici

rompemos las cristalinas aguas de

oasis.

¡Diablos, me doy cuenta de que es u



sueño!

Despierto de un brinco y veo qu

Víctor me ha recostado en la cama. Ldescubro mirándome con esa típic

expresión sobreprotectora suya qu

mantenía incluso cuando yo lo azotabdescontroladamente y él se preocupab

de que no me lastimara el brazo a

hacerlo:- ¿La aburro con mis besos, m

señora? –me pregunta con una sonris

raviesa recostado de costado junto a mí

usando un brazo de apoyo.

- Así parece. Consígueme un caf



bien cargado y con malicia[2], y t

mpondré un severo castigo po

aprovecharte de tu señora dormida.- No puedes tomar café negro a est

hora, pero yo te daré toda la malicia qu

quieras… –Víctor lo susurrsensualmente mientras se inclina sobr

mí y volvemos a besarnos.

Esta vez él lo hace un beso expresodemasiado corto, de esos que dejan

medias con ganas de más, mucho más.

Víctor está muy serio al volver

encontrarse nuestras miradas:

- No estás descansando bien, Aurelia



no puedes cuidar tú sola de nuestro beb

as veinticuatro horas del día.

- Claro que sí, para eso soy su madres un trabajo de tiempo completo

Además, nadie lo va a cuidar como yo

Recuerda que cuando volvimos dnuestra noche de bodas a la mañan

siguiente, lo encontramos enfermo co

fiebre.- Sí, pero eso no fue culpa de nadie

no era nada grave sólo un leve resfrí

del que Inés se ocupó muy bien. Inclus

a lo habían llevado al médico cuand

legamos.



- No digo que sea culpa de alguien,

a única que culpo es a mí misma porqu

mi hijo estaba enfermo, me necesitaba o no estaba allí con él.

- Estás siendo demasiado dur

contigo misma, amor.- Como sea, eso no volverá a pasar

Estaré siempre junto a mi bebito, n

volveré a fallarle cuando me necesite.- No le has fallado, Aurelia. Ademá

o también estoy aquí para cuidar de é

Yo soy su padre y…

Hago un involuntario gesto d

repulsión ante la palabra que m



recuerda a aquel bastardo que abusó d

mí, y por supuesto la atenta mirada d

Víctor lo capta al vuelo.- Lo siento –me dice-, no quis

hacerte pensar en eso.

- Está bien, yo sé que tú no eres nremotamente parecido a ese bastardo

pero es que nuestro bebé es ta

ndefenso… -mi mirada se pierde hacia cuna en donde duerm

angelicalmente-. Debo protegerl

porque si algo malo le sucediera… –m

mirada busca la de Víctor al afirmar-

o podría vivir con esa culpa, ¡jamá



me lo perdonaría!

Él cierra los ojos un segundo como s

sintiese en sí mismo mi angustia y menvuelve en un reconfortante abrazo

cálido, profundo, impregnado de l

varonil seguridad que me brinda sancho pecho.

Así refugiada entre sus brazos sient

que todo mi negro pasado se desvaneca la supernóvica luz de su amor.

- No te angusties –me susurra Vícto

cerca de la oreja-, yo jamás permitir

que les hagan el menor daño, ni a él ni

i. Mi vida está consagrada a ello, s



lego a fallar sería únicamente porque y

no respiro.

- Vaya, eso no me deja muy tranquil–protesto-. Ni se te ocurra dejar est

vida antes que yo, eso nunca te l

perdonaría, ¿hacerme amarte locamentpara luego abandonarme? ¡Mierda, t

uro que bajo a la tumba a azotarte!

Víctor reprime unas carcajadas parno despertar al niño. Luego me mira co

seria intensidad al volver a insistirm

como lo ha hecho desde nuestra boda:

- Tienes que confiar en mí o al meno

en Inés para que cuidemos a Vícto



unior mientras tú descansas un poco

Ella es enfermera profesional, es un

buena persona la conocemos haciempo, y también está Mine, que l

adora.

- No desconfío de ustedes sino deresto del personal si es que llegaran

dejarlo solo por un instante. Ya sabe

que para una desgracia basta un segund–me oigo y hasta me parece que y

hubiese dado a luz al bebé por l

depresión paranoica post parto qu

estoy sufriendo.

¿Y cuál es la novedad?



Siempre he sido exagerada e intens

para mis cosas.

- Hay demasiado personal de servicien este lugar, Víctor –sigo diciéndole e

vivo tono de reclamo-. Quiero una cas

más normal en donde baste un servicide no más de cinco personas.

- Si quieres dejar el palacio, m

Diosa, así se hará. Compraremos uncasa dónde tú prefieras pero justo ahor

ienes que dormir un poco.

Estoy tendida de espaldas en la cam

él sigue recostado de costado

apoyándose en un codo para inclinars



sobre mí y jugar a enrular mi cabell

entre sus dedos.

- No quiero dormir –replico-, quierhacerte el amor en la tina llena d

espuma… quiero ver asomar t

periscopio y atraparlo entero con mboca… –lo digo con los ojos cerrados

casi a punto de quedarme dormida otr

vez.¡Jodido sueño, devuélveme mi vida!

Desde que llegó mi hijo, el dormi

más de dos horas seguidas se h

ransformado en un bien muy escaso.

Parpadeo y Víctor ya no está a m



ado. Debe haber ido al baño, m

evanto de la cama para ir a buscarl

pero no está allí, el inmenso cuarto dbaño está tan vacío... De pronto oigo e

lanto angustiado de mi bebé y salg

corriendo engrifada, mis ojos se clavaen la cuna, ¡mierda, está vacía!

¡Mi bebé! ¡¿Dónde está mi bebé?!

Despierto de un salto ahogada por epánico y me incorporo mirando hacia l

cuna. Allí está mi hijo dormido e

profunda paz.

¡Dios, el alivio me recorre como u

bálsamo!



- Shh, sólo ha sido una pesadilla –m

susurra mi guardián de los sueño

acariciando protectoramente mi hombromi mejilla, mi frente.

- Sí… -le contesto-, fue una maldit

pesadilla que me ha dejado la sensacióde que algo malo va a suceder. Atrap

su mejilla en la palma de mi mano par

conectar nuestros ojos al decirle-Víctor… prométeme que nuestro cuent

de hadas tendrá un final feliz –m

petición nace de un miedo que no sabí

que era capaz de experimentar.

- Te lo prometo –no duda e



contestarme mi valiente rey del desierto

Y yo deseo creerle con toda mi alma.





Víctor. Frío en e

desierto

Cabalgo por las arenas del desiert

con el sol del amanecer a mi espalda

Rayco resopla mientras sus poderosa

patas se entierran en la arena y lremontan como si no le costase ningú

esfuerzo.

Mi potro pura sangre conoce ecamino a la aldea y yo le dejo e

ibertad de llevarme, mientras m



sumerjo en mis pensamientos.

Me preocupa mucho Aurelia.

Cuando volvimos de nuestra noche dbodas y encontramos al beb

igeramente afiebrado, ella se sintió mu

culpable por haberlo dejado tantahoras. Desde entonces no se ha separad

de su lado ni a sol ni a sombra.

Casi no duerme por las noches cuando lo hace es porque cae rendid

pero aun así despierta al menor sonid

que haga nuestro hijo.

Sé muy bien lo que le sucede, l

entiendo con toda mi alma. Nuestro beb



e ha traído de regreso los profundo

raumas de su infancia… los abusos d

su padre y el abandono despreocupadde su madre. Cuando creí que Aureli

empezaba a superarlo, los fantasmas de

pasado se han vuelto con ferocidacontra ella.

Con gusto caminaría sobre brasa

ardientes para borrarlos por completde su mente, para liberarla de es

constante temor de fallar en proteger

nuestro hijo, como fallaron en protegerl

a ella en su infancia.



Aurelia, ¿cómo podré verte de nuev

ibre y feliz?

Sus temores la mantienen agotada po

el esfuerzo de estar las veinticuatr

horas del día pendiente del pequeñVíctor. No confía en nadie para cuidarl

ni siquiera en mí. Sé que no es nad

personal, que no se da cuenta del doloque me provoca cuando me niega e

poder sostener en brazos a nuestro hijo.

Siento que ya no soy un buen espos

porque no logro procurar el bienestar d

Aurelia, y tampoco puedo ser un bue



padre porque ella no me permit

ayudarla con nuestro hijo…

¡Alá, soy un fracaso de hombre!Desde que está abocada por complet

a nuestro hijo, Aurelia ni siquiera h

recordado que existe la mazmorra. No es que yo desee ser encadenado

azotado, lo único que me gusta de lo

azotes es la mano que lo sostiene… perel hecho es que mientras me sometía

sus juegos de dominación yo existía par

ella. Ahora me siento invisible a su lad

de tal manera que sería infinitament

feliz si Aurelia me tocase aunque fuer



con sus fustas y correas.

¡Necesito tus manos corriendo com

ríos caudalosos por todo mi cuerpoamor! Lo necesito más que el alimento

más que el agua, más que el aire qu

respiro.

Pero no se lo diré.

No tengo derecho a interponerme e

su instinto maternal. Todo su amor estabocado ahora exclusivamente a nuestr

hijo y juro que no siento celos por ello.

El tener un hijo es su sueño hech

realidad y yo voy a hacer todo l

posible porque sea un sueñ



maravilloso, una realidad perfecta.

La esperaré, la acompañaré, l

apoyaré todo el tiempo que necesitpara adaptarse a su nuevo estado d

maternidad. Mis necesidades, mis ansia

de ella pueden esperar porque no sonada comparadas con su felicidad.

Tu felicidad es mi mayor dicha

urelia.

Lo repite mi corazón en cada palpitar

en cada aliento en que la veo jugar co

nuestro hijo y cuidarlo sin que nada n



nadie más exista para ella. Y una ve

más, juro que no siento celos.

No te preocupes, Aurelia, mi amo

or ti y por nuestro hijo es mucho má

rande que eso.

Aprenderé a disfrutar y agradecer co

muchísima más intensidad cadmomento que tengamos juntos. L

ransformaré en derroche de caricias

besos para ti, crearé un momento únic

en sí mismo que llegue hasta lo má

hondo de tu ser declarándote mi ardient



pasión, ¡demostrándote cuánto te amo!

Y hablando de momentos especiales

se acerca el día de San Valentín.Estoy buscando mil estrategias par

convencerla de salir de casa aunque se

un par de horas. Aurelia realmentnecesita distraerse un poco, relajarse

desahogar tanto estrés.

Rayco llega a lo alto de la duna y allabajo entre los cimbreantes montes d

arena se alzan las palmeras que rodea

el espejo de agua de nuestro oasis.

Respiro profundo recordando nuestra

argas horas amándonos mientra



nadábamos en sus aguas o rodábamo

por las cálidas arenas bajo la sombra d

as palmeras o a la luz de las estrellas.“Polvo de estrellas…”

Sonrío con añoranza al recordar s

chispeante voz, sus ojos ardientes quamenazaban con dejarme agotado d

placer…

Sé que Aurelia me ama y me desegual que siempre, pero la realidad e

que está demasiado agotada como par

hacer el amor como antes.

Lo entiendo.

Me desgarra el deseo de ella per



entiendo que es difícil para toda muje

adaptarse a su rol de madre. Est

viviendo un momento maravilloso de svida, algo mágico y precioso, ¡ser madr

por primera vez! Es lógico que nuestr

relación ya no sea igual que antes.Anoche se durmió mientras no

besábamos.

Eso podría destruir la autoestima dcualquier hombre, pero yo la am

demasiado como para pensar ta

egoístamente sólo en mí. Lo único qu

me preocupa y me duele es verla ta

agotada.



La amo más que a mí mismo y por es

acallo sin piedad mis ganas de hacerl

el amor, jamás se lo pido ni se lnsinúo siquiera si ella no lo hac

primero cuando se siente con ánimo

energía.¡Y oh, por Alá, cuánto agradezco e

silencio por cada segundo que me regal

entre sus brazos!Aunque esos momentos sea

nfinitamente breves comparados co

nuestro invencible record de antes, d

horas y horas haciendo el amor si

parar.



Ahora mi preciosa gacela dorada s

duerme tras alcanzar el primer clímax

o me quedo inconcluso, endurecido an caliente estrechándola entre mi

brazos para velar castamente su sueño

reprimiendo mi desesperado deseo dseguir amándola hasta el amanecer. M

despreciaría a mí mismo si fuese ta

egoísta de despertarla, sólo para aplacami sediento anhelo de entregarme a ell

en cuerpo y alma, de sentir sus mano

recorriendo en llamas toda mi pie

mientras yo me esmero en provocar su

ntensos gemidos hasta que ya no pued



más de placer y se deja ir en su

explosivos orgasmos...

La sola evocación de esos momentohace que mis ansias de ella gima

endureciendo como acero m

entrepierna… ¡Ardo en las ansias dvolver a entrar en su cuerpo una y mi

veces!

Inspiro hondo recordando que eaquel oasis de allá abajo, en nuestr

paraíso privado, puse a nuestro hijo e

sus brazos…

Pero Aurelia aún no me permite ser s

padre.



Rayco resopla acalorado. Las arena

a emanan su implacable calo

ondulante y desde arriba el sol noaplasta volviendo de fuego el aire.

Sin embargo, yo siento frío.

Mi corazón muere de frío en edesierto, porque Aurelia me est

dejando fuera de esta nueva etapa de s

vida.





Aurelia. Mi bebé

Víctor regresa de la aldea de

desierto justo a la hora del almuerzo.

Yo aún no he comido porque primerme gusta darle su biberón a mi bebé, as

que cuando él llega pide que nos traiga

una mesita con el almuerzo al fresc

patio de las fuentes.

Estamos sentados en coloridocojines de seda y blondas mientras l

brisa refrescada por el agua que salta e

as fuertes mece suavemente las cortina



de velos entre los pilares que rodean e

gran patio adornado con el verdor d

muchas plantas y árboles en jardineras.- ¿Quieres que termine de darle e

biberón mientras te sirves tu almuerzo

–Víctor me tiende los brazos hacia ebebé con una sonrisa que es una oda a

amor lleno de ternura que siente por él.

Sin embargo, no logro evitar ser taegoísta.

- No… no te preocupes, ya termino d

dárselo yo, tú empieza a almorza

mientras tanto.

Víctor me sonríe con ojos profundo



que parecen leerme el alma y si

molestarse es testarudamente amoros

conmigo, como siempre.- Te espero, no te apures, sólo muer

un poco de hambre pero al menos sé qu

el almuerzo que me espera es máabundante que ese primer desayuno qu

me ofreciste en tu casa.

Su sonrisa baila traviesa por satractivo rostro, pero yo apenas l

presto atención a su comentario qu

evoca el primer día que fue mi esclavo

Es que mi bebé acaba de toser un poc

de leche y me apuro en secarle l



boquita con el babero.

- A ver, mi vida… así está mejor

¿quién es el bebé más bello de la mammás feliz del mundo, ah, ah?

Sí, estoy chochando y lo disfruto

fondo.Sin duda Víctor piensa es

mirándome perdidamente, sentado a m

ado en los mullidos cojines de seda.Inés y Jamil llegan en ese momento d

a mano. Se ven tan felices, son e

matrimonio perfecto, jamás discuten po

nada y hoy me parecen especialment

radiantes en su felicidad.



- Salam aleikum, Malik y señora d

mi Malik –Jamil nos hace unas alegre

nclinaciones de cabeza mientras sonrícon cada fibra de su ser.

- Aleikum Salam, amigo –le respond

Víctor mirándolos con divertidsospecha-. Tomen, asiento, ¿y

almorzaron, les gustaría acompañarnos?

- Muchas gracias, ya almorzamos –declina Inés con una sonrisa de oreja

oreja.

- ¿Qué se traen ustedes dos? –yo so

más directa.

- Tenemos una noticia maravillos



que darles –declara Inés, y al instant

siento mariposas en el estómago.

¡Ya adivino de qué se trata!- ¡Vamos a tener un bebé! –explota l

noticia en labios de un Jamil rebosant

de dicha.Víctor se levanta de un salto

abrazarlo.

- ¡Felicidades, amigo, muchafelicidades, Alá los ha bendecido con u

hijo! –luego toma las manos de Inés

as besa como el galante príncipe qu

siempre ha sido, incluso cuando n

sabía que lo era-. ¡Alá bendiga el frut



de tu vientre y te otorgue un feliz parto

–pronuncia esas palabras que al parece

son las que se dicen siempre en estocasos.

Sin embargo, algo se sombrea en m

nterior, mi sonrisa se desvanece y baja mirada hacia mi bebé que ya casi h

erminado su biberón.

Hubiese dado lo que fuera posentirlo crecer en mi vientre… Hubies

adorado darle mi pecho en vez de u

biberón…

Lejanas oigo las voces de Jamil e Iné

agradeciendo los buenos deseos d



Víctor mientras una tormenta d

emociones arrasa en mi interior; u

dolor profundo, una tristeza que mdesgarra el alma pero por encima d

odo se alza una rabia incontenible e

contra del hijo de puta que truncó mnatural derecho de ser madre.

Contengo las lágrimas casi sin pode

respirar y de pronto me doy cuenta desilencio, todos me están mirando, l

preocupación invade el rostro de Víctor

- ¡Uy, ha pasado un ángel! –exclam

nés con una risita nerviosa.

- Felicidades, preciosa –le dig



mientras me pongo de pie-, ¡serás un

madre maravillosa! El pequeño Vícto

endrá un amigo con quien jugarcrecerán como hermanos.

- Como Ghálib y yo –interviene Jami

- Felicidades, Jamil, estoy muy felipor ustedes –le digo-. ¡Uy, debo subir

cambiarle el pañal! –me disculpo

prácticamente salgo corriendo de allantes de que se me escapen las lágrimas

Con mi pequeño aferrado contra m

pecho me alejo deprisa para n

amargarles el momento con mi

explosivas emociones. Cuando llego a l



escalera mi súper oído me permit

escuchar la susurrante voz de Jamil.

- Lo siento, amigo, no creímos que lnoticia le afectara de esa manera…

Apuro el paso subiendo por l

escalera que lleva a nuestra ala depalacio.

- Tú eres mi hijo, mi bebé, y aunqu

no naciste de mí ya te siento parte dmis entrañas –le susurro sobre su suav

cabecita mientras subo la escalera com

si escapara de alguien que quisier

arrebatarlo de mis brazos-. No t

preocupes, mi niño, ¡jamás nadie te har



daño mientras yo viva!

- Amor, ¡amor, espera! –Víctor m

alcanza al llegar arriba y lo miro ya coel rostro bañado en lágrimas.

- No es envidia –le digo con el alm

muy dolida-, te juro que no es envidiame alegro infinitamente por ellos! –

rompo a llorar en ahogas sollozos

Víctor me envuelve entre sus brazos.- Lo sé, mi amor, lo sé… -su abraz

es tan amplio, tan protector que no

cobija a mi bebé y a mí en su cálid

pecho que se mueve agitado.

No sé si es porque contiene su



emociones o por la veloz subida por l

escalera.

Entierro mis sollozos en su suavcamisa de lino para gemir desgarrada:

- Jamás voy a superarlo… creí que s

enía un bebé… ¡Ese desgraciado modió la vida para siempre!

- Por supuesto que vamos a superarlo

juntos! –afirma Víctor con esdeterminación suya a toda prueba.

Pero mi llanto estalla ya si

contención y siento que él nos alza e

sus brazos para llevarnos al dormitori

mientras el pequeño Víctor rompe



lorar contagiado por mi tristeza.

Mi bello hombre me deja suavement

en la cama y seca mis lágrimas con supulgares sentado a mi lado mientras y

acuno a mi bebé entre mis brazos:

- Shh, shh, shh… Mi amorcito, ypasó, ya pasó…

Víctor sumerge su mirada en la mía

siento que logra leer hasta la últimpágina de mi alma.

- Si quieres podemos buscar ayud

profesional –se aventura a proponerme

Dios, debe haber visto algo muy fe

dentro de mí!



- ¡No! –corto tajante-. No quiero má

psicólogos ni psiquiatras, ya tuv

bastante de ellos toda mi niñez adolescencia y nunca me ayudaron un

mierda –me pierdo en sus maravilloso

ojos verdes en los que veo la férredeterminación de hacer lo que sea po

mi felicidad-. Tú eres la única medicin

milagrosa que necesito, Víctor, si tú nhubieras llegado a mi vida ahora estarí

realmente perdida en el odio y l

soledad –una brisa fuerte entr

súbitamente por el balcón y arremolin

os cortinajes del amplio ventana



provocándome un extraño hielo po

dentro. Nunca me han gustado esa

repentinas ráfagas arremolinadas. En lcabaña de la cordillera mi abuel

siempre me decía que el diablo llegab

en esos remolinos de viento.Otra ráfaga enreda los cortinajes

ahora decididamente me estremece u

escalofrío de mal presentimientoAtrapo el cabello de Víctor con mi man

ibre para mirarlo fijamente a los ojos a

decirle:

- Nunca me dejes –es una orde

desesperada, un angustioso ruego de m



corazón.

- ¡Ni la muerte me alejaría jamás d

i! –proclama Víctor con la fiereza de ueón y mi mano se pierde en su cabell

para atraerlo con ímpetu a mi anhelant

beso.Víctor sella su juramento con su

abios de fuego que me hacen alucina

unidos a la ansiosa pasión de su lengual interior de mi boca, mientras la mí

saborea el dulcísimo sabor de s

paladar, de su boca que disfrut

sabiéndola toda mía, exclusivament

mía.



Sumida en su beso siento que u

remanso de paz se apodera de todo m

cuerpo. Sí, paz. Muy por encima de lpasión y el deseo que me enciend

entera, siento que la rabia y la tensió

que me hicieron explotar en llanto sdesvanecen por completo consumida

por el ardiente amor que este hombre m

entrega a través de su increíblementapasionado beso.

Nuestro empático bebé también dej

de llorar y balbucea feliz en mis brazos

Al separarnos, Víctor me regala el so

de su sonrisa mientras termina de seca



mis lágrimas con sus besos y luego s

nclina sobre mi pecho para depositar u

ierno beso en la frente de nuestro bebque cierra los ojos y se qued

profundamente dormido.

- Lo pondré en su cuna –me tiende lobrazos Víctor para llevarlo.

Una tensión irracional vuelve

apoderarse de mi cuerpo.¡Mierda!

Si era sobreprotectora con Catalina

Salomé, ahora estoy siendo un

verdadera psicótica con mi bebé. Vícto

es su padre, también tiene derecho



disfrutarlo pero es que esa miserabl

palabra basta y sobra para revivirme e

carne viva todas las heridas de mdolorosa niñez, las crueldade

psicológicas, las despiadadas paliza

sin razón alguna, el abuso…Todo por parte de alguien que s

hacía llamar mi padre.

- No, no… -aferro a mi bebé contrmi pecho y me deslizo por el colchó

para ir a dejarlo a la cuna-. Ya lo llev

o, para que no se despierte.

Alcanzo a vislumbrar el dolor en l

mirada de Víctor. Él también quier



disfrutar de nuestro hijo, cuidar de él, l

sé aunque no me lo dice, pero es que y

no puedo evitar ser endemoniadamentegoísta con mi bebé.

Mi bello rey del desierto intent

ocultarme su decepción desviando lmirada y se obliga a remontar d

nmediato su ánimo. Esboza una sonris

vuelve a hablar para romper encómodo silencio que se ha instalad

entre nosotros:

- Falta poco para San Valentín, amor

¿qué quieres hacer este año?

Ya estoy junto a la cuna y termino d



arropar a mi bebé, ¡se v

maravillosamente angelical así dormido

Exhalo un suspiro de inefable amohacia él mientras compruebo que la

muy bien disimuladas cámaras espías e

as cuatro esquinas de la habitacióestén funcionando a la perfección, lo s

porque oigo el sonido que hacen com

un ronco murmullo inaudible para eresto de las personas. Enciendo el móvi

de animalitos que comienza a gira

sobre la cuna emitiendo una música d

Mozart, por eso del famoso efecto y sig

contemplando a la octava maravilla de



mundo viviente…

- ¿Aurelia…?

Ah, Víctor. Me había olvidado pocompleto de él.

- ¿Sí, me decías algo?

Por un microsegundo vislumbro unnube de pesar en su mirada pero tal ve

sólo fue idea mía porque al instant

siguiente me sonríe muy sensualmente:- Nada… No importa.

Vuelvo a mirar a mi bebé y regreso

a cama sin apartar los ojos de la cuna

Me cuesta demasiado alejarme de m

pedacito de corazón, mi porotito[3



hermoso, mi cosita más bella, todo m

pensamiento es para él, mis brazos y

extrañan sostenerlo contra mi pecho.Ya sentada en la cama miro de nuev

a Víctor y descubro que se h

desnudado. Mi potro árabe luciendo sescultural anatomía sin restricciones, e

oda su deslumbrante potencia, s

deliciosa piel aceitunada destacandcontra las blancas sábanas de seda...

¡Diablos, esa visión enciende la

alarmas de incendio en mi interior!

- ¡Uauu, pero mira esto! –exclamo e

voz baja para no despertar al niño-



Debería llevarte a la mazmorra y dart

unos buenos azotes por provocarme as

an descaradamente.Sus ojos llamean con un deseo qu

veo más salvaje que nunca.

- Llévame dónde quieras, mi Diosaa sabes que te pertenezco haz…

conmigo lo que te plazca –me respond

con voz profunda, cargada de deseo y duna varonil seducción que me enciend

como volcán en llamas.

Víctor se mueve como un lince e

cacería sobre la cama gateando e

cámara lenta hacia mí hasta que llega



me envuelve en sus brazos para atraerm

hacia él.

Rodamos sobre la cama hasta que yquedo sobre su pecho y de pronto m

doy cuenta de que no hemos ido a l

mazmorra desde antes de navidad. Sacunas rápidas cuentas y en realidad ha

pasado dos semanas desde la última ve

que hicimos el amor y fue a la rapiditade forma común y corriente aquí e

nuestra cama. Es que mi bebé ha estad

con problemas de reflujo que no l

dejaban dormir bien, se despertaba

cada rato llorando y yo debía cuidarlo.



Víctor me abraza, todo su cuerp

busca al mío con ardientes ansias, pued

sentir el calor de su piel como uncendio que quema a través de l

delgada tela de mi vestido. Por all

abajo su potente erección clama matención palpitando contra mi pelvis…

El calor del deseo me arrasa como un

marea de fuego y me muevo pardeshacerme del vestido.

Mi bellísimo potro árabe se da pris

en ayudarme deslizando los hilos que s

cruzan sobre mi escote y yo tiro de

vestido haciendo rebotar la cama co



mis ansiosos movimientos hasta qu

ogro quitármelo sobre la cabeza y l

hago volar por el aire.- ¡Te amo, Víctor! –declar

anzándome sobre él para sentarm

sobre su duro vientre y me apodero dsu erección con un experto movimient

de acople que lo hace enteramente mío

penetrando profundo y poderoso en mhúmedo interior-. ¡Aaw! –mi gemid

brota largo y estremecido al sentir s

duro acero al rojo vivo llenándome co

esa exquisita plenitud que borra todo d

mi mente.





muerdo como si quisiera arrancarle u

bocado… él responde con guturale

adeos incorporándose para atrapar mipezones entre sus húmedos labios.

¡Ah, mierda!

Su exquisita succión me provocntensas oleadas de placer que m

atraviesan desbocadas una y otra vez

pero es que, ¡oh, por favor!, Víctor ponun endemoniado énfasis en chupar mi

pezones, en lamer mis pechos y besarlo

como si fuesen la mismísima ambrosí

de los dioses, como si se estuvies

muriendo de hambre, ¡de hambre de mí



En instantánea respuesta mis cadera

se disparan en una veloz cabalgata, mi

senos se sacuden frente a su carmientras él atrapa a uno y besa al otr

sin parar, absolutamente entregado a l

que parece haber consagrado toda svida justo ahora, ¡enloquecerme po

completo de placer!

El estallido orgásmico no se hacesperar en mí, lo siento venir como l

prevista erupción de un borboteant

geiser… De pronto recuerdo el refluj

de mi bebé… Debí sacarle los gase

antes de acostarlo… lo puse en su cun



demasiado pronto luego del biberón

podría ahogarse…

Definitivamente mi mente está en otrparte, sin duda bastante lejos de m

cuerpo que intenta hacer el amor co

Víctor.

- ¡Nnnñeee, nnnñee!

El súbito llanto de mi bebé corta e

seco mi oleada orgásmica. La mujer e

mí se desconecta por completo y surg

como una leona la madre. Me aparto d

un salto eléctrico de Víctor y vuel



hacia la cuna.

- ¿Qué pasa mi bello porotito? –l

omo en brazos y lo pongo contra mpecho para darle cortos golpecitos en l

espalda hasta que suelta un largo gas-

Ah! Eso era, ya sabía que te acosté mupronto, ¡lo siento mi cielo!

Un resoplido llama mi atención haci

a cama, ¡diablos, otra vez me habíolvidado de Víctor!

Mi bebé parece poseer un hipnótic

poder... Cuando estoy a su lado no exist

nada más en el mundo para mí.

Víctor se incorpora y viene a m



encuentro caminando por la alfombr

desnudo y tan erecto. El bambole

caliente de su cuerpo es toda una danzerótica en cada firme y largo tranco qu

da hasta llegar a mi lado.

- ¿Estás bien, pequeñito? –revisa coa mirada a mi bebé, que va vestido sól

con un pañal por el calor que hace aquí.

El niño le sonríe hermosamente y sapodera del dedo que Víctor le ofrece

apretándolo y sacudiéndolo feliz con s

manito.

- ¿Quieres que lo pasee hasta que s

duerma? –me ofrece mi gentil caballer



olvidándose de aquella dureza entre su

piernas que debe tironearle mu

ncómodamente-. Así tú podríaalmorzar y luego dormir un rato

Aurelia.

Traslada sus ojos desde el bebé hacios míos, a la espera de mi respuesta.

- Gracias, no te preocupes, seguro s

duerme pronto. Ve a almorzar tú squieres. Pero hombre por favor, vístet

primero o te van a saltar encima toda

as mujeres de la casa.

Él suelta una risa que de algun

manera me suena triste, ¡qué loca ide



mía! La risa de Víctor siempre ha sid

plena de dicha… hasta hoy.

- Bien, me voy a dar una ducha vuelvo –me anuncia tomando una toall

del mueble al paso para enrollarl

alrededor de su delgada cintura.- Sí, eso, dúchate.

Y con agua muy fría a ver si derroca

a míster palo mayor en alto contra vient marea.





Víctor.

El amor duele

Una ducha fría, una ducha ultra fría e

o que necesito con urgencia justo ahora

Activo la moderna columna d

hidromasaje con chorros dirigibles unto con la lluvia comienza la músic

que tengo programada para reproducirs

al azar. Suena la intro en guitarra degrupo Nazareth, interpretando: “Lov

Hurts”.



¡Qué apropiado! El amor duele, clar

que sí, ya lo sé muy bien y ahora n

estoy hablando de sus azotes ni de suntensos juegos en la mazmorra. Habl

del dolor del corazón cuando tu amor e

gnorado, del gemido del alma cuandanto amor quiere ser entregado pero n

desea ser recibido.

Y tampoco me refiero sólo al sexo.Hablo de una mirada, una palabra, u

gesto, algo, cualquier cosa que t

ndique que todavía existes en algú

rincón de la persona que amas.

Me ahoga el gélido impacto del agu



contra mi cuerpo que está tan en llama

deseando a Aurelia, que el cuarto d

baño se llena de vapor condensado.Intento no pensar en nada mientra

ahogo en agua fría mis desesperada

ansias de ella.Pero tal como dice la canción d

azareth mi corazón es resistente, e

fuerte y es capaz de aguantar muchdolor. Posee cicatrices más profunda

que las de mi espalda para demostrarlo.

Debo ser comprensivo.

Sé que Aurelia está agotada cuidand

a nuestro hijo, sé que es difícil para ell



adaptarse a la maternidad y pretend

darle todo mi apoyo y esperarla todo e

iempo que sea necesario.Aunque para eso tenga que castrarme

¡Por Alá! Sonrío ante mi pensamient

extremista. El exceso de deseacumulado afecta al cerebro al parece

pero por fortuna es mi corazón el qu

manda y amo a Aurelia más que nuncaaunque me preste menos atención que a

mobiliario desde que llegó nuestro bebé

A veces ni siquiera se entera de qu

estoy cerca de ella, cuando ante

saltaban chispas entre nosotros a



aproximarnos a un metro de distancia.

Nos presentíamos incluso antes d

entrar a la habitación en donde estaba eotro. Ese pensamiento me llena d

nostalgia pero estoy decidido

recuperar la magia de nuestro amor.Estoy preparándole una sorpresa mu

especial para este día de San Valentín

Ya le compré todo su peso en joyas doro como lo he hecho en todas la

navidades y cumpleaños que llevamo

untos. Lo mandé poner directamente e

a bóveda de su vestidor sin que s

diese cuenta para entregársel



oficialmente en esa noche que pretend

hacer especialmente romántica, con un

cena en la terraza de nuestra ala privaddel palacio, con músicos tocando e

vivo, velas, esencias perfumada

flotando sensualmente en el ambiente por último cuando ya estemos solos, l

ofreceré mi regalo; un masaje tántric

para relajar toda la tensión de su cuerpoElla estará desnuda tendida entre cojine

yo también… esparciré los finísimo

aceites esenciales en mis manos y lo

frotaré por todo su cuerpo, en especia

por sus zonas más íntimas. El masaj



ántrico acaricia, atiende y transmit

amor a cada centímetro del cuerpo de l

persona amada y más allá de esoacaricia hasta su alma.

Sin duda Aurelia se quedará dormid

antes de que termine de darle el masaj ese ya será un éxito para mí. Dese

desesperantemente hacerle el amor, per

deseo muchísimo más verla dormiranquila por más de dos horas seguidas

Luego cuando despierte ya podr

entregarle mi otro regalo; un collar d

platino con incrustaciones de diamante

un gran y muy exclusivo diamant



color amarillo-dorado al centro. M

costó encontrar una piedra preciosa a

ono favorito de mi Diosa, viajpersonalmente a Graff Diamonds e

Londres, porque no tenían ese color e

a sucursal de Riad, podían traerlo perquise asegurarme de tener lista esa joy

especial para el día de San Valentín.

Esbozo una sonrisa triste por la quescurre el agua de la ducha al recorda

que ni siquiera me escuchó cuando l

pregunté qué quería hacer para es

día… aunque estoy más que seguro d

que no querrá salir de casa, por eso mi



preparativos serán ideales. Más tard

volveré a preguntárselo, a ver si m

acompaña la fortuna y Aurelia se enterde que le estoy hablando.

Cierro el agua de la ducha y la músic

se detiene automáticamente. Me secdeprisa con una gran toalla y luego salg

desnudo del baño. El calor de Riad

esta hora de la tarde se encargará derminar de secarme.

Al salir del baño me detengo para n

romper la hermosura de la imagen qu

se presenta ante mis ojos…

Aurelia mece a nuestro hijo en su



brazos, le canta suavemente una nan

mientras el pequeñito la observ

fascinado. Ella le sonríe como si fuesel único ser sobre el planeta, el dueñ

absoluto de su corazón… Su bellísim

rostro de dorada piel resplandece comcon luz propia, la dicha de su alma e

an inmensa que brota hacia afuer

envolviéndola en una radiante aura dbelleza.

La maternidad la hace muchísimo má

bella cuando eso ya parecía alg

mposible para la más hermosísim

mujer del mundo. Mi Diosa adorada.



Me estremezco en silencio de l

cabeza a los pies.

¡Alá Bendito, cuánto amo a estmujer!

La amo tanto que pierdo hasta e

aliento y siento terror de sólo imaginaun día de mi vida sin ella.

Alá no permita jamás que Aureli

deje de amarme.¡Porque todo terminaría para mí e

ese momento!

Te amo, Aurelia, y amo a nuestr

bebé.



Entiendo que él es un pequeñ

ndefenso que requiere toda tu atención aunque me muera de ganas de pasar má

iempo contigo como antes

conversando, paseando, amándonoscompartiendo una cabalgata por e

desierto, una visita al oasis, a l

mazmorra, o simplemente contemplanden silencio un atardecer, entiendo qu

nuestro hijo es lo más importante.

Si tan sólo me permitieras participa

más de su cuidado.

Respiro hondo y avanzo hacia Aureli



que está dejando a Víctor junior y

dormido en la cuna.

La abrazo y ella rodea mi cintura cosus delicados brazos.

- Es un milagro viviente –me dic

Aurelia-, es tan hermoso y tan pequeñoan frágil e indefenso.

- Eso mismo estaba pensando, pero t

iene a ti y me tiene a mí para cuidarlo ver que crezca sano y seguro. Ven

vamos a la cama –la guió tiernament

levándola abrazada frente a mí.

¡Oh, oh! Craso error, mi erección s

dispara contra su cuerpo apegado a



mío.

Aurelia escapa un paso adelante.

- Parece que la ducha fría no resultó¿eh? ¿Acaso quieres que sigamo

con…?

Niego con la cabeza.- Sólo quiero que te pongas algo d

ropa para pedir que nos suban e

almuerzo –la tranquilizo porque eobvio que está cansada y que no l

apetecía mucho la idea de retomar l

que dejamos inconcluso.

- Me parece buena idea, me muero d

hambre.



Claro, ya son casi las cuatro de l

arde.

También me visto luego de llamapara pedir la comida y no tarda e

legar.

Mientras almorzamos sentados a loga sobre los cojines en torno a l

mesita del balcón que se asoma sobre e

perfumado jardín, yo saco de nuevo eema:

- Falta poco para San Valentín

Aurelia. ¿Qué te gustaría hacer este año

- ¿Qué vamos a hacer? –me contest

con la boca media llena del postre d



piña y crema-, ¡si aquí en Riad no s

puede hacer ni una mierda! No quier

que te arresten porque nos sorprendapaseando de la mano, como casi no

pasó la otra vez.

- Entonces una cena romántica ecasa, en la terraza a la luz de las velas…

e entregaré mi regalo y después t

serviré el postre sobre mí… luego tofreceré una danza al desnudo… -l

propongo con insinuante sensualidad e

cada una de mis palabras-. Y por últim

e entregaré una sorpresa que…

- No sé, no sé –Aurelia me interrump



fastidiada-, ya veremos después cuand

legue ese famoso día.

La entiendo, sé lo agotada que estúltimamente, tanto así que cuand

hacemos el amor se duerm

profundamente tras el primer orgasmo.- Aurelia, quizás deberías pedirle

nés que te ayude con nuestro hijo.

Ella niega rotundamente con la cabez sus ojos me miran con es

determinación que anuncia tormenta.

- No. Nadie va a cuidarlo tan bie

como su madre y esa soy yo. No quis

ener un hijo para luego abandonarlo a



cuidado de los demás. No voy a delega

esa responsabilidad en nadie, jamás.

Bueno, eso fue bastante rotundo.Mi sentido común me aconseja n

seguir adelante con el tema, pero m

amor por Aurelia me exige a gritos quntente ayudarla, que trate de hacerl

comprender.

- Aurelia, por favor, no puedes seguiasí.

Ella da un respingo visible. Tal com

emía viene la tormenta pero aun así n

puedo dejar de decírselo porque m

preocupa su bienestar. En este últim



mes y medio apenas si ha comido

dormido ocupándose cada segundo d

nuestro hijo, sintiéndose culpable pocada respiración que toma lejos de él.

- ¿No puedo seguir así cómo? –

nterroga Aurelia achicándome los ojoque me clava como puñales listos

destrozar.

- Dedicándote las veinticuatro horadel día a nuestro hijo sin dejarte apena

iempo para comer y durmiendo meno

de cuatro horas al día. Aurelia, está

agotada, tienes que dejarme ayudarte

ienes que confiar en mí y en Inés par



cuidarlo. Así podrías relajarte un poco

podríamos salir a bailar o a cenar s

quieres o… -iba a decir o podríadormir todo el día, pero Aurelia m

nterrumpe con volcánica furia.

- ¡Ah, de eso se trata entonces! Tieneos típicos y absurdos celos del espos

por el nuevo bebé, no puedo creerlo

Víctor, ¡jamás imaginé que fueras taegoísta!

- No se trata de eso, te lo aseguro –

ntento detener la avalancha de su ir

cuando hace una pausa para respira

pero ya es tarde.



Aurelia no me escucha y se pone d

pie engrifada para seguir gritándome e

el balcón:- Claro que sí, te desnuda

provocándome a cada rato, quieres qu

deje al niño solo para estar contigo, lúnico que te importa es echar un polv

dónde y cuándo sea, no te interesa s

estoy cansada o preocupada por el bebéTodos los hombres son iguales, s

desesperan y se vuelven unos animale

nsensibles si les falta el sexo! Está

actuando como el típico macho frustrad

porque su mujer le da un poco más d



atención al bebé recién nacido que a é

te creía mucho mejor que eso, Víctor

Pero veo que eres un egoísta que sólpiensa en sí mismo, ¿no ves que nuestr

hijo es una criaturita indefensa qu

necesita toda nuestra atención parpoder vivir? ¡Me has decepcionad

profundamente! –se cruza de brazo

acribillándome con sus intensos ojodorados.

Siento que sus palabras se clavan má

profundamente en mi corazón que mi

espadas en llamas.

Se me corta la respiración ante su



acusaciones y mis argumentos d

defensa se atoran en mi garganta por e

dolor de ver que me acusa de esmanera, como si no me conociera, com

si no supiera que yo daría ahora mism

mi vida por ella y por nuestro hijo.El dolor me atraviesa y me hiere má

hondo y más devastador que esos fiero

azotes que me daba hace tres añocuando perdía el control de sí misma

esos que todavía llevo marcados en m

espalda.

Me pongo de pie y la miro fijamente

herido por la rabia que fluye a raudale



por sus ojos mientras su pecho se agit

en una rápida respiración a la espera d

mi respuesta para seguir discutiendoPero yo me niego a discutir con ella.

Una palabra más suya de despreci

destrozaría mi alma en mil pedazos.- Estás muy equivocada, Aurelia, per

no voy a discutir con palabras –le dig

con una serenidad profunda nacida dedolor-. Los argumentos no son válidos s

no van acompañados con hechos y es as

como voy a demostrarte que no soy u

macho egoísta que sólo te quiere para e

sexo. Por supuesto que es mi máxim



gloria hacer el amor contigo, mentiría s

dijera que no te deseo desesperadament

ahora mismo, pero eso es sólo una parteMi amor por ti va mucho más allá d

eso, muchísimo más lejos de tan sólo l

físico y carnal. Y voy a demostrártelo.Ella resopla molesta. Quería segui

discutiendo y aprovecho su desconciert

para apoderarme de sus manos, qulevo a mis labios y deposito en ellas u

beso casto mirándola a los ojos. Lueg

e digo todavía sosteniendo sus mano

entre las mías:

- Eres mi Diosa adorada, nunca l



olvides, yo soy esclavo de tu amor

amás te exigiré ni una sonrisa siquier

que no desees darme.Dejo ir sus manos y me marcho de

balcón.

Cruzo la habitación a grandes trancoen el devastador silencio deseando oí

que me llama, que pronuncia mi nombr

me dice que me cree, que en realidanunca pensó que sólo quisiera obtene

sexo de ella.

Pero su voz está ausente en el agónic

silencio en el que retumba con fuerza m

corazón, desgarrándose a cada paso qu



me alejo de Aurelia, en su lucha po

quedarse allá en ese balcón junto a ella.

El amor duele, duele muchísimcuando es incomprendido y acusado d

nsensible.





Aurelia. GPS

Ayer después de que discutimos

Víctor se marchó a su oficina y volvi

cuando ya estábamos en la cena.Yo sigo molesta con él, necesito má

iempo para calmarme y apenas l

saludo mientras se sienta tarde a l

mesa.

Él permaneció distante durante lcena. Callado, pensativo aunque má

que molesto se veía dolido.

Mine, Inés y Jamil llevaron toda l



conversación y luego yo subí a acosta

al bebé y me dormí con él en la cam

antes de que Víctor subiera. No lo olegar.

Ahora despierto sobresaltada, ¡ya est

amaneciendo! Mi bebé y yo estamocubiertos con una suave manta de lino

me incorporo para ver la hora en el relo

de pared y me restriego los ojoncrédula, ¡Dios, mi tesorito ha dormid

casi seis horas seguidas!

Alarmada compruebo que no teng

fiebre o algo.

Nada.



Está muy a gusto soñando su

misteriosas aventuras de bebé. Deb

estar cambiando su reloj interno, algme dijo Inés de que luego del mes ya n

despertaban cada dos horas por l

noche.¡Oh, muchas gracias al cielo por e

regalo! Dormí tan profundamente com

a creía que jamás volvería a hacerlo.Inspiro hondo desperezándome co

una sonrisa gloriosa y al volverme par

bajar de la cama recién veo a Vícto

dormido en la silla mecedora.

Claro como estábamos a lo ancho e



a cama de seguro no quiso molestarno

pero vaya, ¿no pudo encontrar un luga

más incómodo?Parece un gigante doblado en la sill

con el cuello todo torcido. ¿Por qué n

se acostó en uno de los tres sofás quhay en nuestra alcoba? O en último cas

podría haberse ido a la cama de l

mazmorra.¿Y qué demonios lleva puesto?

Me sorprende verlo usar un pijama d

pantalón largo y una camiseta blanca

Vaya mañana llena de novedades; é

siempre duerme desnudo porque sab



que me gusta el libre acceso a su cuerp

en cualquier momento pero claro, deb

ser porque ayer lo acusé de provocarmcon su desnudez y de quererm

únicamente para tener sexo…

Mi niño se despierta remolonamentacaparando de inmediato toda m

atención. Ahora todo mi universo d

amor gira únicamente en torno a msolcito-bebé.

Lo tomo en brazos para llevarlo a

baño y tomamos una tina juntos

Regresamos a la alcoba ya vestidos, m

bebé con su pañal limpio y lo llev



conmigo a la cocina que he mandad

hacer conectada a la alcoba, par

prepararle su biberón.Cuando regreso a la cama par

dárselo veo que Víctor sigue dormido

vaya remolón! ¿No le basta con dormiranquilamente toda la noche?

Me concentro en contemplar l

maravilla viviente que se alimenta emis brazos y cuando se termina e

biberón doy un vistazo hacia l

mecedora. Víctor sigue dormido y y

son las ocho y media de la mañana, po

fortuna el dueño de la empresa no tien



horario de llegada.

Al despertar, ¿seguirá callado

ausente como anoche en la cena?De pronto temo que siga estand

distante y me duele la idea de un salud

enso, de la ausencia de sus palabracariñosas y el exilio voluntario de s

sonrisa…

Prefiero evitarlo por el momento asque acomodo a mi bebé en su portentos

coche todo terreno y salgo de la alcob

a dar un paseo, aprovechando el relativ

frescor de la mañana.

Ya fuera de casa empujo el coche co



oldo especialmente protector contra e

fuerte sol de Riad, para sacarlo de

sendero bordeado de palmeras hacia everde prado del jardín frente a nuestr

casa.

En realidad es un palacio pero no macostumbro a llamarlo así. Tampoco m

acostumbro a pensar en Víctor como e

el Malik [4] árabe magnate del petróleque es.

Para mí sigue siendo mi bellísimo

amado esclavo.

Una risa fresca y cristalina llama m

atención hacia un punto del prado y ve





anuda mascota-, hola Chupi, ¿cóm

estás?

Me contesta con un largo y sentid“beeh” que me hace sonreír y olvida

por un instante mi preocupación por l

discusión que tuve ayer con Víctor.- ¿Puedo tomarlo en brazos? –m

pregunta Mine con una esperanzad

súplica en sus bellos ojos aceitunadoscomo si temiera que le diera un rotund

no por respuesta.

¡Mierda! Es verdad que soy e

extremo posesiva con mi bebé pero

Mine jamás se lo he negado. Me gust



verlo en sus inocentes brazos de niña.

- Por supuesto, Mine, puedes sacarl

del coche. Está con el cinturón… -lseñalo el cinturón de seguridad especia

para que no se resbale del sillín.

- Sí, aquí… -busca el seguro Mine-a lo tengo… ¡Ven aquí mi sobrinit

hermoso! ¿Quién es la tía más feliz de

mundo con su sobrinito, eh?Sonrío al verla tan emocionada

contenta. Lo ama de verdad… ¡Oh

Dios! Sospecho que mi bebé s

ransformará en el niño más mimado de

mundo. Necesita una hermana



pronto…

Mi princesita soñada.

Esa hija que nunca podré dar a lupara cuidarla como a la más preciad

oya. Como hubiese deseado que alguie

me cuidase a mí.Respiro hondo aplacando mi

angustiosos pensamientos y la imagen d

Mine mostrándole con cuidado el bebé Chupi me hace sonreír de nuevo.

El cordero se ve gigante frente a m

niño, pero se aproxima con lenta cautel

para olisquearlo mientras Mine l

sostiene hacia él. De pronto el beb



manotea balbuceando y Chupi retroced

de un salto y sale corriendo y balando e

medio de las risas de Mine.- ¡Vuelve, Chupi, no seas cobarde!

También me río de él por la forma e

que ahora corre y da saltos orbitándonosin atreverse a acercarse de nuevo a

bebé.

El sonido de un vehículo me hacgirar a mirar. El Lamborghini blanco d

Víctor viene por el sendero. Es s

raza[5] favorita de auto y él insiste e

manejarlo personalmente a pesar de lo

varios conductores que trabajan en e



servicio del palacio, liderados po

Jamil.

El vehículo se detiene y Víctor bajpara acercarse a nosotras. Frunzo e

ceño intrigada. ¿Ya se va? Si todavía n

hemos desayunado…¡Demonios! Sigue tan molesto que s

va sin desayunar conmigo.

Viste un traje blanco hecho a smedida que lo hace lucir demasiad

apetecible, una maravilla visual, u

regalo a los sentidos que ni de brom

pasa inadvertido.

¡Maldición! Los celos se me dispara



hasta la estratósfera imaginando a la

mujeres volviéndose a devorarlo con lo

ojos a su paso y deseo intensamentretomar mi antigua práctica de hacerl

levar un cinturón de castidad.

- ¡Mis bellas señoras juntas! –Víctonos hace una inclinación de cabeza y e

saludo árabe de su mano volando por s

pecho, su boca y su frente-. Y mi apuestprincipito…

Vislumbro añoranza al verlo e

brazos de Mine y por un segundo cre

que le pedirá tomarlo, pero no lo hac

porque no quiere pasar a llevar m



caprichosa voluntad. En cambio sól

saluda a su hijo acariciándole la mejill

mientras derrama en él cariñosapalabras y por último le deposita u

ierno beso en la cabeza.

- ¿No vas a desayunar conmigoVíctor? –le pregunto intentand

disimular el tinte de extrañeza en m

voz.- Lo siento, tengo algo de prisa –é

evita mi mirada palmeando la cabeza d

Chupi.

- Pero sí que vienes a almorzar –

afirma más que interroga Mine sólo po



costumbre porque Víctor jamás falta

un almuerzo en casa, es nuestro moment

de unión familiar por excelencia.- No creo que pueda venir, tengo u

almuerzo de negocios –Víctor abraza

besa a Mine en ambas mejillas y luegme imprime un casto beso en la frente-

Hasta la noche –se despide mientra

sube ágilmente al auto.Un hielo de pavor mezclado co

asombro me deja paralizada, es l

primera vez que se comporta as

conmigo, tan distante e indiferente…

Este es el maldito apocalipsis de nuestr



relación, jamás me había dado un bes

an frío al despedirse por las mañanas.

¡Remierda, en verdad está enojadconmigo!

No puedo creerlo. Esto es nuevo. E

asombro me deja en blanco mientras vealejarse su automóvil por el larg

sendero.

Víctor, no te alejes así de m

corazón.

Serás bruta, ¡si tú misma lo alejaste

¡Cállate!

Demonios, la jodida voz interior est

de regreso. Casi la había olvidado per



basta que surja una preocupación grav

como esta y regresa de inmediato

acosarme con sus implacables críticas.- ¡No, Chupi, suelta, suelta! –lo

gritos de Mine me sobresaltan y a

volverme veo que le está quitando ecoche con una mano mientras sostiene a

bebé con la otra.

Se lo pelea con ímpetu pero iguaChupi logra arrancarle un buen mordisc

al toldo y se aleja saboreándol

ranquilamente por el prado.

- ¡Malo, Chupi, eso no se hace! –l

regaña inútilmente Mine pues e



animalito no le hace ni puto caso.

La quiere mucho y la sigue a toda

partes pero en cuanto a su dieta se tratno escucha a nadie, le encant

mordisquear cualquier cosa que se cruc

en su camino.Me río a pesar de la nube d

preocupación sobre mi cabeza.

- Lo siento, Aurelia –me dice afligidMine dejando a Víctor junior de vuelt

en el coche-, te compraré un coch

nuevo con mis ahorros…

- Olvídalo, princesita, no importa. Ve

a Chupi comiendo con tantas ganas m



abrió el apetito, ¿nos acompañas

desayunar? –le tiendo la mano

empujando juntas el coche emprendemoel camino de regreso al palacio.

***

Tal como dijo, Víctor no vino

almorzar y otra vez regresó justo a lhora de la cena.

Nos sentamos en familia, él, Mine

nés, Jamil y yo con mi bebé en su cun

portátil junto a mí.

Entre las risas de Mine contando la



ravesuras de Chupi y la alegre charla d

nés y Jamil, la cena se pasó volando

casi no se notó el ausente silencio dVíctor.

Más que enojado me pareció que sól

ntentaba ignorarme. ¡Eso me provocuna endemoniada indignación! ¿Cómo s

atreve? ¿A qué demonios está jugando?

Durante la cena sus ojos escapaban dmí para evitar que descifrase en ellos l

respuesta aunque en un segundo que s

cruzaron con los míos vislumbré algo…

¿Fue un brillo travieso? También evitab

hablarme, como si me estuvies



escondiendo algún secreto.

Quizás es algo que planea para Sa

Valentín, algo así como una apoteósicreconciliación a su estilo ultr

romántico, cena a la luz de las velas

poemas árabes de amor, música y unardiente danza al desnudo dedicada a m

sólo a mí, y de postre… él.

Ahora que estamos a solas en edormitorio es lo mismo. Vícto

definitivamente me está evitando.

De pronto creo adivinar su estrategia

Como le lancé a la cara que sólo l

nteresaba tener sexo conmigo a cad



rato ahora se hace el frío e indiferent

conmigo.

¡Ja! Como si pudiese sujetar pomucho rato el fuego de su apasionad

corazón.

Como sea, ya es obvio que nuestrrelación sufre su primera crisi

matrimonial, es decir, que no esto

contando las anteriores a nuestra boden las que era yo la que dejaba d

hablarle, lo evitaba y lo ignoraba. Per

entonces él era mi esclavo, tenía qu

aguantarse, yo en cambio ahora soy s

esposa y sigo siendo dueña absoluta d



su alma, de su cuerpo y de su corazó

así que no le voy a permitir por much

iempo más esta actitud.Oh, Víctor, estás haciendo que m

den unas fuertes ganas de llevarte a l

mazmorra para darte un inolvidabl

castigo… Te enseñaré a no provocarm

de esta manera, ignorándome.

Sentada en la cama lo sigo con lmirada mientras él evita rotundament

mirarme. Para hacer una prueba m

quito el batín y me tiendo desnuda en l

cama en una pose más qu

provocativa…



¡Aaja ja jaa, que si te conozco! Lo

ojos se le escapan, no puede evita

mirarme con expresión de lobhambriento, pero al instante sal

huyendo hacia el baño.

Me visto de nuevo el batín de seddorada mientras oigo la ducha que si

duda es de agua fría y a los poco

minutos Víctor sale del baño otra veusando ese ridículo pijama, ¡deb

derretirse de calor durmiendo con es

mierda! Esto tiene que terminar, a m

nadie me ignora por más que yo hay

metido la pata hasta el fondo.



Me cruzo en su camino con las mano

en jarra muy firmes en mi cintura.

- Víctor, tenemos que hablar.Él se detiene y al fin me mir

fijamente conteniendo el aliento. Veo u

chispazo de esperanza en sus intensoojos verdes que me confirman que n

está realmente molesto conmigo, e

penetrante deseo que brilla en su miradhace cosquillear mi corazón y olvid

por completo de qué le estaba hablando

En todo lo que puedo pensar es e

quitarle de encima esa mierda d

pijama.



Su voz profunda y ardiente como e

desierto me invita a proseguir:

- Te escucho, Aurelia, ¿de qué quierehablar?

- ¡Nnnñeee, nnnñeee! –mi bebé romp

a llorar.- Espera, ya hablaremos tú y y

cuando se duerma –le digo a modo d

amenaza mientras corro a ver a mchiquito precioso.

Mi conversación con Víctor pued

esperar, mi hijo no.

Él se mete en la cama y se acuest

apado con el cobertor hasta las orejas.



¡Allá tú, derrítete de calor si quieres

Está siendo más testarudo que d

costumbre.- A la rurrú, niño, a la rurrú, amor

duérmete pedazo de mi corazón… -l

canto a mi bebé mientras lo pasecaminando hacia adelante y hacia atrá

unto a la cuna porque Inés me ha dich

que al dar la vuelta se despiertan con eviento.

Así que aplano la alfombra una y otr

vez caminando de ida y de vuelta e

marcha atrás.

- La una… las dos… las tres da e



reloj… -le canto mientras mi bebé

ratos me mira maravillado y a rato

rompe a llorar de nuevo. En especiacuando parece que se ha dormido

ntento acostarlo en la cuna-. Las cuatro

as cinco, ¡y este bebito no quierdormir! –se lo digo riendo y a é

ambién le da mucha risa.

¡Genial! Alguien por aquí pasará otrnoche en vela.

En la cama Víctor ya está en e

séptimo sueño.

¡Vaya egoísta desconsiderado! Él feli

durmiendo mientras yo aquí sig





ofrecido hacerlo dormir él! Tambié

pasearlo, bañarlo, cambiarle lo

pañales, darle el biberón… ¡y yo le hdicho a todo siempre que no! No lo h

dejado ayudarme en nada, no le h

permitido participar en nada de estnueva y maravillosa experiencia co

nuestro hijo…

¡Maldición, no lo he dejadsostenerlo ni una sola vez desde qu

regresamos de nuestra noche de bodas!

La súbita toma de consciencia hac

que necesite sentarme en la mecedor

unto a la cuna. ¿Cómo no me había dad





esta nueva etapa de nuestra vida juntos

Ahora me parece que Víctor ha sid

sumamente comprensivo, quizádemasiado, mi actitud merecía much

más que su ligera protesta de silencio

pijamas.Y todas las cosas que le dije…

Mi bebé se restriega suavemente lo

ojos, bosteza y se duermprofundamente. Lo llevo a la cuna y est

vez no despierta.

Miro hacia la cama y a través de la

suaves penumbras de la habitación veo

mi otro Víctor dormido en el silencio d



a madrugada… y siento que lo amo má

que nunca.

Deseo ir a la cama, despertarlo hacerle el amor como no lo hemos hech

desde hace más de un mes, pero e

verdad justo ahora el agotamiento mpone pesados los párpados.

Quizás si descanso un rato…

Me siento en la silla mecedora apenas cierro los ojos caig

profundamente dormida.

***



Me desperezo con un amplio bostezo

El día relumbra soleado allá fuera po

entre los suaves cortinajes entre los quuguetea la brisa de la mañana.

¿Estoy en la cama, cómo llegué aquí?

Sin duda Víctor me encontrdurmiendo en la silla y me trajo. ¿Dónd

está? El sonido de la ducha en el bañ

me responde. Está escuchando músiccomo siempre. Yo con mi jodid

hiperacusia apenas aguanto el ruido d

luvia de la ducha.

Reconozco los acordes del Aleluy

de Shrek, ¡diablos, amaneció nostálgico



romántico!

“Ella te ató a una silla de la cocina

rompió tu trono, cortó tu cabello y en tus labios se dibujó el aleluya.”

¡Ja! Se me escapa una sonrisncrédula.

¿Remembranzas nostálgicas de

pasado, mi bello esclavo?Destellan por mi mente las imágene

de esa primera noche cuando le até la

manos en el baño y lo rasuré con l

navaja, le quité esa perilla que no m

gustaba y luego usé la afilada hoja par



seguir rapándole zonas que él ni siquier

esperaba…

¿Extrañas esos días, Víctor?Una ligera amargura me pone un rictu

en los labios. ¡Yo lo sabía! Eso es l

único que quieres de mí, deseas a lardiente Diosa Dorada, la cansad

madre de tu hijo te aburre.

Me levanto sintiéndome dolida y voa mirar a mi bebé. Al verlo todo l

demás se desvanece como neblina a

sol.

Mi pequeña bolita rosada es todo u

angelito dormilón. ¿Y si te despierto y



ahora para que dejes dormir a mami po

a noche, eh?

Sonrío pensando que mataría a quiefuera que osara interrumpir su angelica

reposo. De hecho algo me suena extrañ

lanzo una mirada sospechosa al relojotra vez ha dormido casi seis hora

seguidas!

Lo compruebo paranoica temiendque esté enfermo… Está perfecto, s

frente a temperatura normal, su carit

rebosa salud y hasta parece esbozar un

sonrisa de insondable felicidad.

Maravilla de maravillas, mi tesor



está cambiando al fin su reloj biológico

Ya no se despierta llorando por s

biberón cada dos horas y la diferencide haber dormido por una segunda noch

durante seis horas seguidas es abisma

me siento renovada! Como nuevaotalmente llena de energía.

- Mami se siente de maravilla hoy

mis niñas –les susurro a Catalina Salomé que también duermen mu

felices a los pies de la cuna.

Ellas son las mejores guardianas d

mi niño. Han dado caza a más de uno d

esos escorpiones que inevitablement



entran a la habitación aunque he puest

malla mosquitera en los balcones

ventanales. No sé cómo se las arreglapara entrar pero con mis gatas en la cun

engo la certeza de que ningún bich

legará ni cerca de mi bebé, porque lahe visto despertar de un brinco y salta

al suelo a cazar al intruso. Es increíbl

cómo los perciben, quizás es su agudoído, quizás es el cariño protector qu

sienten por mi niño el que las hace esta

siempre en máxima alerta, inclus

cuando duermen.

Salomé se despereza y me tiende su



manos para que la saque de la cuna. L

alzo y me siento con ella en l

mecedora.- ¿Crees que Víctor está realment

molesto conmigo, mi niña, o sólo se est

omando su venganza por todas las cosaerribles que le dije?

Ella ronronea y me estampa un bes

de gatita en la barbilla. ¿Eso es un sí un no? Sus verdes ojitos se fijan en lo

míos y tengo la extraña sensación de qu

sonríen ocultándome algún secreto.

¡Mierda, en verdad estoy paranoica!

- ¿Qué sabes tú que yo no sé? –l



preguntó y ella se desplom

remolonamente ronroneante sobre m

pecho.La abrazo sintiendo su calor peludit

estallan mil recuerdos de lo que h

sido mi vida junto a Víctor.Él me trajo de regreso desde e

abismo de vacío en el que me habí

perdido… me amó incondicionalmentmientras yo le destrozaba la espalda y l

hería hasta el alma, derritió mi hielo co

el inagotable y apasionado fuego de s

corazón… ¿y un hombre así se daría po

vencido por un mes con menos sexo de



acostumbrado?

¡De pronto me parece tan absurdo!

Víctor no es así, sólo se estadaptando a esta nueva experiencia d

ser padres y yo no lo he ayudado par

nada en el proceso, negándome compartir a nuestro hijo…

¡Después de que él se negara a s

mismo el derecho de ser padrbiológico! De tener a un hijo de s

propia sangre.

Por mí.

- ¡Mierda, y yo ni siquiera le h

permitido tomarlo en sus brazos!



- Prrruñé –afirma Salomé mirándom

hacia arriba desde mi regazo y su

felinos ojos verdes parecen hablarme.- Tienes razón, voy a hablar co

Víctor apenas salga del baño.

Allá en la ducha la canción sigusonando como una dolida certeza:

“El amor no es una marcha de

victoria,

es un frío y roto aleluya…”

¡Dios! Víctor está herido, aunque s

haga el fuerte y lo disimule lo sé porqu

siento como mío su dolor viniéndome e

oleadas que estremecen mi corazón.



Respiro hondo sintiendo crecer en m

a madurez suficiente para decirle qu

siento haberle hecho todas esaacusaciones injustas, sé que no existe u

ápice de egoísmo en él, es el hombr

más generoso del mundo y sé que mama en cuerpo y alma. Jamás me h

dado motivos para pensar que sól

desea mi parte física, no sé por qudemonios le grité todo eso… Maldit

estrés.

¡Tengo que arreglar esto ahora mismo

Después de todo hoy es el día de Sa

Valentín, ¡qué mejor ocasión para un



formidable reconciliación!

- Deséame suerte, Salomé –le susurr

mientras me pongo de pie y la dejo en lmecedora.

- Purruñéee.

- ¡Gracias, mi chiquita!Mi bebé sigue dormido y le pid

susurrante:

- ¡Dale a mami media hora, mesorito, sólo media hora! Ese tiemp

me basta y me sobra para darle a tu pap

un viaje de ida y vuelta al paraíso.

Por primera vez empiezo a considera

el pedirle ayuda a Inés para cuidar a m



bebé… Ella jamás le haría daño pero ¿

Jamil…? Bueno, tengo las cámara

espías, puedo comprobarlaconstantemente e intervenir de inmediat

si pasa cualquier cosa.

¡Mierda, cómo odio ser taparanoica!

Te odio más que nunca…

Se lo digo al recuerdo de esdesgraciado que me golpeaba

maltrataba sin piedad desde que teng

memoria. No quiero ni pensar en lo qu

pudo hacerme cuando era una bebit

ndefensa en mi cuna, justo como ahor



o es mi bebé.

¡Dios, necesito el amor de Víctor par

idiar con esto! Él ya me rescató unvez, confío en que me salve ahor

ambién de mis aprehensiones, ¡confí

en que me ayude a ser una madrnormal!

La canción termina y el sonido de l

ducha se apaga.¿Víctor estaba bajo el agu

escuchando la canción hasta qu

erminara?

Yo te voy a quitar esa nostalgi

ahora mismo, ¡te vas a enterar de



regreso de la Diosa Dorada, m

exquisito potro árabe!

El sólo pensar en eso me pone a mia caldera del deseo. ¡Diablos, hac

iempo que no sentía tantas ganas de él

Es que ya van dos noches que duermmucho mejor y gracias a eso hoy h

despertado magníficamente llena d

energía, como no lo hacía desde qulegó mi bebé.

Liviana como una pluma y má

ardiente que el rojo sol que vien

arremetiendo por el este, corro hacia m

armario vestidor. Rápidamente consig



dos pares de resistentes medias, ideale

para atar manos y pies, saco un pañuel

de seda azul lo suficientemente oscurpara cubrir la vista y por último arrastr

fuera la silla con apoya brazos de m

coqueta. La ubico junto a la puerta devestidor desde donde puedo vigilar si

problemas la cuna.

Justo en ese momento se abre lpuerta del baño.

Por un segundo me quedo sin alient

ras mis apurados preparativo

esperando verlo salir en toda s

magnífica desnudez como siempre.



No por provocarme ni por exhibirs

como yo se lo grité, sino simplement

porque el calor que reina siempre eRiad lo seca más rápido que una toalla

porque en realidad ambos preferimo

pasearnos desnudos en la intimidad dnuestra alcoba, tapizada de mullida

alfombras.

La sonrisa de mi rostro se desvanecal ver a Víctor salir del bañ

completamente vestido con su elegant

raje de dueño de una de las más grande

empresas petroleras de Riad.

Elevo los ojos al cielo.



Ya me está pareciendo una actitu

algo infantil por su parte. Muy bien

acaba de ganarse un buen castigo ahormismo! Para que aprenda a no portars

como un niño caprichoso conmigo.

Apenas hable con él le quitaré lchaqueta y la corbata y le rasgaré de u

irón esa camisa sobre el pecho, l

sacaré el cinturón para bajarle lopantalones y los bóxer hasta los tobillo

le ordenaré inclinarse sobre la cama

se llevará la azotaina de su vida!

El poderoso Malik [6] del desierto, e

señor magnate del petróleo, no podr



sentarse bien durante una semana en s

salón de reuniones.

Luego lo ataré con las medias a lsilla, le cubriré los ojos y lo someteré

a intensa tortura de llevarlo hasta l

máxima cumbre del placer una y otrvez, ¡ambos iremos allá juntos!

Víctor me mira durante un fuga

segundo y luego desvía sus ojos hacios gemelos de su camisa que arregla n

sé por qué demonios si está

perfectamente en su sitio.

- Buenos días, Aurelia.

Pasa deprisa por mi lado y abre e



cajón de la cómoda en donde guarda su

relojes.

¿Aurelia, sólo Aurelia, qué pasó coel “mi amor”? ¿Y dónde está mi bes

mañanero?

Lo miro engrifada agregandmentalmente unos cuantos varillazos a s

castigo. Me acerco y me instalo de pi

unto a él con los brazos cruzados sobrel pecho mientras veo que de su

muchos relojes, escoge justo el únic

que yo no le he regalado.

Un Rolex dorado.

¿En serio, a eso hemos llegado?



- Víctor, tenemos que hablar.

Se ajusta el reloj y me mira.

La expectativa brilla como diamanteen sus ojos diciéndome a gritos que n

está molesto realmente, quizás alg

dolido. De pronto vislumbro una sombrde temor. Tal vez piensa que voy

seguir machacándolo con mis reclamos.

- Te escucho, Aurelia –vuelve decirme igual que anoche y percibo u

matiz tan dulce, mezclado con un

escondida súplica que esta vez descifr

a la perfección, no necesita pronuncia

as palabras, yo oigo directamente a s



corazón.

“Por favor, no me hieras sin pieda

otra vez con tus palabras…”Descruzo los brazos, ya no estoy a l

defensiva, en realidad todo lo que dese

ahora es abrazarlo y tumbarlo sobre lsilla para saltarle encima y hacerle e

amor hasta que me suplique detenerme.

Lo que estoy segura de que él jamáhará.

- Víctor, yo quería decirte que…

Su teléfono móvil suena con fuerza e

su bolsillo trasero del pantalón lanzand

un maldito balde de agua fría a



momento.

- Espera un segundo por favor, que l

apago –me dice deprisa.El teléfono suena con insistencia hast

que presiona la techa de desvío a

buzón.- Ahora sí, disculpa –me desplieg

una de esas sonrisas matadoras que m

ponen la mente en blanco por un largsegundo.

¿De qué estábamos hablando? ¡Ah, s

de desnudar a Víctor y aplicarle u

salvaje castigo que lo deje vuelto loc

de placer! No… creo que había otr



cosa antes de eso…

Sí, sí, unas importantes palabras:

- Víctor, yo quería decirte que… –smóvil vuelve a sonar, ¡maldit

ecnología!

Un costoso Smartphone de últimgeneración está a punto se salir voland

por el balcón.

Esta vez fue el sonido de un mensajde texto y como Víctor todavía lo tení

en la mano baja por reflejo los ojo

hacia la pantalla. Su ceño se frunc

notoriamente al leer el mensaje.

- ¿Algún problema? –le pregunto.



El móvil vuelve a sonar llamando.

- Discúlpame un minuto por favor

debo tomar la llamada –me dicmientras se aleja de mí a grande

rancos y espera a salir al balcón par

contestar.Habla en susurros que no alcanzo

descifrar. ¿Quién demonios lo estar

lamando?Agudizo mi súper oído y logro capta

algunas rápidas palabras sueltas:

- Sí, sí… ¿cómo…? no…

mposible… ¿ahora…? ¿dónde…? …

bien… allá.



Víctor sabe de mi agudo oído así qu

apenas susurra y está casi colgando po

el balcón. Si no fuera por la mallmosquitera habría caído de cabeza a

ardín. Aun así logro atrapar esa

palabras sueltas pero lo que más mextraña es el tono de su voz… suen

entre sorprendido y molesto. Como s

quien lo llamó no debiese haberlo hechen este momento.

Me da la impresión de que estab

haciendo una cita. Allá… ¿allá dónde?

En cuanto corta la llamada escap

alejándome del ventanal antes de que s



vuelva y lo espero junto a la cama par

seguir conversando con él. Necesito qu

sepa que en realidad no le dije en seriodo aquello, que sólo estaba cansada

muy estresada y que también me he dad

cuenta de que no lo he dejado participaen el cuidado de nuestro hijo, y qu

amento mucho eso.

Necesito que me ayude a combatimis fantasmas del pasado como ya l

hizo antes, cuando saboteaban mi vid

sentimental, cuando ponían barrera

nexpugnables y trampas mortales e

orno a mi corazón. Todas las que é



ogró superar hasta instalarse a vivir e

él.

Ahora esa maldita mierda del pasadha vuelto y quiere joderme m

hermosísima experiencia de maternidad

pero Víctor está aquí a mi lado, ¡y estosegura de que él va a ayudarme

superarlo!

Cuando llega frente a mí lo primeres lo primero, me mata la curiosidad

me voy por la vía directa:

- ¿Quién te llamó?

Víctor me responde con un inusua

nerviosismo que intenta disimular:



- Nadie, nadie… -evita mi mirada

pasa deprisa junto a mí para dirigirs

hacia su vestidor.- ¿Nadie? –alzo las cejas dando u

especial tono de incredulidad a es

palabra mientras camino a su ladentrando al gran armario vestidor.

- Bueno, nadie importante, sól

alguien de la empresa –me dicvagamente dándome la espalda par

abrir su caja fuerte por lo que no logr

ver lo que está sacando de ella

poniendo en los bolsillos interiores d

su chaqueta[7].



- Ah, entonces sigamos conversando

continuo diciéndole-, yo quería…

Víctor se vuelve para mirarme dfrente y descubro una extraña

alarmante inquietud en su semblante:

- Ahora no puedo, Aurelia, de verdao siento pero es que tengo que irme d

nmediato.

Doy un respingo y protesto poniendel grito en el cielo:

- ¿Cómo que te vas? ¡No puedes irte

Estamos conversando y lo que tengo qu

decirte es muy importante.

- Discúlpame por favor, es que surgi







que pasmada.

¿Qué diablos fue todo eso?

Como sea, ¡allá va mi media hora dparadisiaco sexo salvaje! Para que vea

o que se siente quedarse a medias co

as ganas encendidas, como debiquedar Víctor todas esas veces en qu

me dormí en los juegos preliminare

durante estos últimos cincuenta días…¡Toma, toma, toma!

Más allá de mi frustración, m

preocupa mucho su actitud. Nunca l

había visto comportarse así, esto es mu

extraño. Quizás se puso nervioso co













Carretera 80 y King Fahd Rd., eso est

muy bien. Al llegar a la C-65 deb

doblar al norte para dirigirse a lempresa.

Lo miro avanzar mientras tomo m

desayuno. Doy un vistazo en tornrevisando que todo esté bien… ningú

otro bicho cerca de la cuna y mi

cazadoras en alerta. Salomé sobre mcama y Catalina en la cuna.

Cuando vuelvo a mirar el mapa de

GPS en la pantalla doy un respingo.

Víctor ha doblado al sur alejándos

del camino hacia su oficina y ahora v



por King Fahd Branch Rd.

Sigo aquel rojo punto palpitante co

el ceño arrugado.¿A dónde vas, Víctor?

Ya es obvio que me ha mentido y má

e vale que se trate de mi sorpresa dSan Valentín. Aunque no debería esta

preparando nada fuera de casa, ya l

dije que no quería salir, ¡pero él es taobstinado! Esa es su mayor virtud.

Gracias por eso, o nunca se habrí

quedado a mi lado.

El punto rojo del GPS al fin s

detiene y me muestra su ubicación actua





¡Mi universo entero ha despertado!

Corro a verlo y queda relegado a

olvido el GPS, el hotel, San Valentíntodo!

Lo alzo en mis brazos, su aroma

bebé me envuelve y mi dicha ecompleta.

- Ya no podría vivir sin ti, m

pedacito de cielo.Le susurro abrazándolo sobre m

pecho.







- Eres mi Diosa adorada, nunca l

olvides, yo soy esclavo de tu amor

amás te exigiré ni una sonrisa siquierque no desees darme.

Dejo ir sus manos y me marcho de

balcón.Cruzo la habitación a grandes tranco

en el devastador silencio deseando oí

que me llama, que pronuncia mi nombr me dice que en realidad nunca crey

que sólo quisiera obtener sexo de ella.

Pero su voz está ausente en el agónic

silencio en el que retumba con fuerza m

corazón, desgarrándose a cada paso qu



me alejo, luchando desesperadament

por quedarse allá en ese balcón junto

Aurelia.El amor duele, duele muchísim

cuando es incomprendido y acusado d

nsensible.Me visto rápidamente como u

autómata sin lograr pensar en nada, e

grito desgarrado de mi alma no me lpermite.

Ni siquiera me doy cuenta de cóm

lego conduciendo a la oficina y ahor

sentado frente a la pantalla de

ordenador no logro concentrarme en la



estadísticas de ventas, mucho menos e

as alzas y bajas de nuestras acciones e

a bolsa.Giro el sillón hacia el ventana

panorámico que reemplaza a la pare

ras mi escritorio y mi mirada vagperdida por la impresionante vista d

Riad desde treinta pisos de altura. Ya n

queda rastro de mi antigua fobia a laltura que Aurelia me ayudó a supera

por completo.

Aurelia…

No puedo sacarme de la cabeza toda

cada una de sus palabras llenas d





- Me llamaste cuando venías e

camino, prácticamente te vine pisand

os talones. ¿Qué pasó, Ghálib?- Hermano, soy el peor hombre de

mundo, he hecho enfadar a mi muje

cuando debería procurar más que nuncsu tranquilidad, ahora que está viviend

esta nueva etapa tan importante, ta

especial de la maternidad.Jamil parpadea sorprendido ante l

angustia que destilan mis palabras. S

pone muy serio al continuar diciéndome

- Tranquilo, Ghálib, no será tan grave

Todos los matrimonios tienen problema





verdad necesito hablar con alguien y e

Jamil, mi amigo de toda la vida. No e

como si llamara a la radio a uprograma de ayuda sentimental. Confí

ciegamente en la discreción de Jamil as

que respiro hondo y dejo hablar a msangrante corazón:

- Aurelia está convencida de qu

estoy celoso de nuestro hijo porque yno tenemos tanto tiempo de intimida

como antes. Me acusó de egoísta y est

decepcionada de mí. ¡Alá, eso me hiz

sentir el hombre más despreciable

miserable del mundo! Soy un fracaso d





Resoplo con fuerza considerando l

dea.

- Y dicen que los amigos no dabuenos consejos.

- No bromees con eso, hombre –m

frunce el ceño Jamil-, y no lo tomes taa lo terrible, estoy seguro de que la jef

o dijo sin pensarlo siquiera. Todo

conocemos muy bien su carácter… eh…“intenso”, por decirlo de alguna maner

tú mejor que nadie sabes que cuand

ella explota todo vuela por los aires a s

alrededor pero a los cinco minutos ya n

se acuerda. La jefa no es de esa











brillo de la dicha en sus dorados ojos

deseo compartir sus silencios cuand

escribe, bajar las escaleras tomados da mano, cada átomo de mi ser dese

pasar a su lado el resto de la vida

aunque sólo sea contemplando sfelicidad, sin volver a tocar un cabell

de su cabeza. Por supuesto que la deseo

pero no tan sólo a su cuerpo, ¡deseo coocura cada célula de ella, cada destell

de su alma y cada palpitar de s

corazón!

Esta vez Jamil me mira con seri

fijeza y suelta un hondo suspiro.







Por Alá que no te entiendo, Ghálib, ¿po

qué terminaste con ellas? Ambas era

bellísimas y estaban locas por tiRecuerdo tus románticos lances par

conquistarlas, las de flores, poemas

canciones que les dedicaste hasthacerlas caer rendidas a tus pies… -l

piensa un instante y agrega con air

molesto-. Diablos, ¡no sé si para quperdías el tiempo con todo eso! S

bastaba que chasquearas los dedos y…

Aquello del chasquido de dedos m

rae tantos recuerdos… La discusión co

Aurelia me está ahogando en un mar d









- Amigo, justo ahora eso no pued

mportarme menos. Vamos, no me siga

desviando el tema y dime de una vez ques eso que hablan de mí las personas d

mi casa.

Jamil desvía la mirada hacia eventanal y tras unos segundos m

pregunta sin mirarme a los ojos:

- Ghálib, ¿fue así como conquistaste Aurelia? ¿Con flores, poemas y sutile

detalles hasta entrar en su corazón

Disculpa la curiosidad pero es que tú

o siempre nos hemos contado todo

pero jamás me has dicho una sol



palabra de ese mes que estuvist

desaparecido del mapa trabajando par

ella.- Tú lo has dicho, trabajé par

Aurelia, ¿qué más quieres saber?

Jamil resopla con fuerza y al fin mmira a los ojos al decirme:

- Amigo… todos hemos visto esa

cicatrices en tu espalda… Vamos, que tconozco de toda la vida y no las tenía

cuando te fuiste a trabajar con ella.

- Eso fue un accidente.

- Pero es que también hemos vist

esos verdugones que vienen y van e



distintas partes de tu cuerpo, igual qu

esos enrojecimientos de tus muñecas…

Tú eres muy reservado al respecto pera sospechamos lo que hay en ese cuart

cerrado que está en tu ala privada de

palacio y por eso todos pensamos que tmereces a una mujer que te ame de l

forma tierna y románica que tú l

prodigas a ella, que te cuide y te mimeque no te haga daño…

Me mira fijamente al decir eso últim

yo siento una inmensa indignación a

oírlo, ¡no puedo creer que piensen es

de Aurelia!



Jamil se remueve incómodo en e

sillón.

- Lo siento, amigo –me dice-, creque he hablado más de la cuenta.

Hago un esfuerzo po

recordar que Jamil es mi amigo y qusólo se preocupa por mí. Al fin logr

replicar:

- No importa lo que sospechen o lque haya en ese cuarto privado, Jami

Aurelia me ama y la única forma en qu

me dañaría sería si dejase de amarme

Ese golpe me dejaría cicatrice

muchísimo más profundas que las de m



espalda, más que eso, ¡si llego

perderla simplemente moriría! –exclam

con tanta fuerza que Jamil me mirperplejo-. Amigo, créeme, mi peor día

su lado ha sido el más maravilloso d

mi vida comparado con cualquiera antede ella.

Jamil niega ligeramente con l

cabeza.- No te entiendo, Ghálib.

No lo culpo, mi relación con Aureli

ha sido totalmente atípica desde e

comienzo.

- Gracias por preocuparte por mí



pero por favor, jamás pienses mal d

Aurelia. Ella es la mujer má

maravillosa del mundo y ten por segurque soy yo quién no la merece a ella.

- Si tú lo dices –Jamil me respond

con una condescendencia que indica questá en total desacuerdo conmigo.

***

Jamil se quedó un rato má

relatándome sus mil y una discusione

con Inés, sin duda con la intensión d

subirme el ánimo. Por allí oí un





Pero prefiero dejarlos en su erro

antes que revelar nuestras intimidades n

siquiera a Jamil.- Por favor, amigo –me pidió él a

despedirse-, no le digas a Inés que te h

hablado de nuestras intimidades o mcortará las pelotas y se hará unas bolita

chinas medicinales con ellas, co

cascabeles dentro y todo.Esa imagen me resulta empáticament

dolorosa.

- Tranquilo, Jamil, no le diré ni un

palabra.

Nos despedimos con un abrazo



después me quedé pensativo, retardand

nconscientemente mi regreso a casa.

Ahora contemplo el atardecer eRiad, el lento oscurecimiento hacia e

horizonte y el nacimiento de las luce

que brotan de los edificios… Lominutos pasan y no dejo de preguntarm

si Aurelia ya se habrá olvidado nuestr

discusión.¿Me recibiría con un largo y ardient

beso de la paz? ¿O me pedirá e

divorcio?

¡Alá, eso no!

Estaba tan molesta cuando me grit



odo aquello que no me extrañaría si m

recibiera con su abogado y con lo

papeles de divorcio listos para firmar.Las negras expectativas retrasan m

regreso a casa hasta la hora de la cena

lego tarde y al sentarme a la mescontengo el aliento con la mirada fija e

Aurelia… espero alguna señal de ella

una mirada cálida una bella sonrisa qume diga que ya estamos en paz, si

embargo, ella apenas me dedica un frí

saludo que me hiela el alma.

¡Alá! Es dolorosamente obvio qu

sigue molesta conmigo.





que me atrae hacia Aurelia que just

ahora desearía tener a mano una

cadenas para sujetarme a la pata de lmaciza mesa.

El tiempo se arrastra en agonía e

medio de los postres y de la livianconversación de Mine y mis amigos, un

alegre tertulia que ni siquiera escucho.

Ya ha transcurrido media hora desdque se marchó…

¡Toda una eternidad de tortura lejo

de ti, Aurelia!

Al fin me disculpo y subo de tres e

res la escalera para ir a nuestra alcoba.













eso como un claro y definitivo: “Est

bien, humano, te ayudaré”.

- Shukran, Salomé –acaricio spequeña cabeza recordando aquello

días en los que sus bufidos me valía

unos inolvidables castigos.Por Alá, siento nostalgia de esos días

Preferiría mil veces volver a recibir su

palizas, antes que sufrir su frialdacomo en la cena de esta noche.

Salomé se marcha con su elegant

paso y salta a la cama para recostarse

os pies del bebé a la altura de la

rodillas de Aurelia. Parece una esfing









an superficial que no pasa más allá d

o físico.

¡Alá! Ese pensamiento me desgarran fuerte que casi no puedo respirar

Una infinita amargura me consume all

solo, sumido en el silencio y loscuridad de la alcoba y me odio por n

haber tenido el valor de subir antes par

conversar con Aurelia.Es que en verdad temo como flecha

mortales sus palabras de reproche.

Aurelia, eres la única persona en e

mundo capaz de hacerme daño con un

simple palabra y si algún día la



pronunciaras, sólo tres de ella

bastarían para acabar con mi vida:

“No te amo”.¡Se me destroza el alma en mi

pedazos de tan sólo imaginarlo!

Sumido en tan tristes pensamientos eagotamiento me hace dormitar a pesar d

a incómoda posición en la mecedor

que parece ser cuatro tallas menos qua mía.

De pronto algo me despiert

sobresaltado.

- Salomé, ¿qué pasa?

Me ha saltado a las piernas y cuand







nicia unos gimoteos que amenazan co

romper en un sonoro llanto.

- Shh, shh, shh, que vas a despertar mamá –le susurro mientras me acerco a

reloj de pared para comprobar la hora.

Sí, es justo la hora en que Aurelisiempre le cambia el pañal y le da e

biberón. Muy bien allá vamos. Lo llev

al mudador ubicado en el cuarto de bañdispuesto a enfrentar el desafío.

Aurelia nunca me ha permitid

cambiarle el pañal pero eso no signific

que yo no me haya fijado mu

atentamente cómo lo hacía y ahora h







vistazo que Aurelia sigue dormida. N

siquiera quiero pensar en su reacción s

me descubre, por eso tampoco cierro lpuerta. No quiero que se lleve un sust

mortal si despierta y encuentra un cojí

en lugar del bebé.- Todo bien, hijo, mamá no se h

despertado –le susurro y el agita su

manos y piernas con un leve chillidcómplice.

Abro más silenciosamente el segur

del otro lado y al fin puedo retirarle e

pañal sucio.

- Vaya, ¡hiciste un trabajo complet



aquí, eh, campeón! –juro que me sonrí

mientras tiro el pañal a la basura y lueg

o limpio y lo seco imitando lomovimientos de Aurelia. Le aplico l

cantidad justa de pomada y par

erminar muy profesionalmente lespolvoreo el talco que me hac

cosquillear la nariz.

- ¡Atchú! –atenúo el estornudo contrmi antebrazo y me paralizo expectant

pero no se oye ningún ruido hacia l

alcoba.

Todo bien, Aurelia sigue dormida. M

preciosa gacela está agotada. Do



gracias a Alá de que me diera est

oportunidad de ayudarla, aunque sea si

su consentimiento. Antes no podíhacerlo porque aunque yo despertar

primero al llorar nuestro hijo, m

movimiento al levantarme la despertab eso era todo. Ya se hacía cargo ella d

nuestro bebé.

Conteniendo otro estornudo le ajustel pañal limpio comprobando que n

esté apretado.

- Listo, alaibn alhabib[13], y

estamos limpios y frescos. Ahora

preparar el biberón –le susurro mientra







- Si tu umm[14]se molesta estará e

su derecho –le susurro a mi principito-

Aguantaré sus gritos y su furia comprecio insignificante por unas cuanta

horas más de sueño que ella consiga

Realmente necesita descansar más ddos horas seguidas.

Mi hijo me observa con una expresió

muy inteligente y despierta en suvivaces ojos verdes que sigue

atentamente mis desplazamientos por l

cocina, mientras preparo su fórmula

Aunque su paciencia es escasa, pue

pronto comienza a hacer puchero









entregándole mi ardiente pasión en cad

paso. Pero justo ahora aquí en la

penumbras de una cocina, preparando ubiberón y bailando sin música, nace e

mí una nueva danza que entrega u

nfinito y puro amor paternal.Comparto lazos y raíces étnicas co

mi descendencia, ¡con mi hijo! Se m

nfla de orgullo el pecho y ahor

entiendo lo que sentía mi padre cuand

me enseñaba la danza. Es una emoció

demasiado plena, inmensa, alg

ndescriptible con simples palabras…

A Víctor junior le fascina y diviert



ncreíblemente mi danza al punto qu

chilla de alegría cada vez más alto as

que mejor me detengo antes de qudespierte a Aurelia.

- Luego te enseñaré otros pasos, m

pequeño danzarín –le digo cuando mmira con cara de: “¡más, más, mas!”-. T

enseñaré la danza como mi papá lo hiz

conmigo, mi ibn, pero ahora tenemoque tomar el biberón para crece

grandes y fuertes.

Dejo caer una gota de leche sobre m

muñeca y no la siento, está a l

emperatura justa.



- Ya está, mi gran príncipe, vamos

darnos un banquete.

Lo saco de la silla-cuna y regreso a lalcoba. Imposible sentarme con él en l

mecedora como lo hace Aurelia, n

cabemos. Escojo el sofá circular qumira por el balcón a la estrellad

madrugada de Riad.

Me siento con cuidado y le ofrezco sbiberón.

El corazón me reverbera de gozo, ¡oh

Alá! Me sonríe hasta el alma al ver l

avidez con que lo recibe… ¡Esto

alimentando a mi hijo! La vida entera n





La partera le dijo al médico qu

siendo yo el Malik de la aldea tenía e

privilegio de cortar el cordón umbilicade la criatura y luego de su prime

lanto, lo hice.

Cierro los ojos perdido en aquerecuerdo que me une tanto a est

criatura, a la que siento como s

verdaderamente fuese carne de mi carneMuchos padres biológicos asisten as

mismo al parto de sus hijos, pero a otro

muchos ni siquiera les importa. No cre

que el hecho de dar tu semen te hag

automáticamente un padre…



Ser padre es mucho más que eso. E

estar allí siempre para tu hijo, par

amarlo, protegerlo y educarlo. Parayudarlo a caminar por la vida de l

mano, hasta que aprende a hacerlo por s

mismo. Y luego seguir allí para apoyarlen sus inevitables caídas.

Hay muchos padres biológicos qu

fallan en eso y peor todavía, destrozael vínculo desde el fondo del alma. E

padre de Aurelia es el más doloros

ejemplo que conozco.

Se me desgarra el corazón de rabia

mpotencia al recordar todo el daño qu







visto que lo hace Aurelia. Apenas l

oco justo lo suficiente para que expuls

un largo eructo. Luego se queda felibalbuceando apegado a mi hombro.

- Eso es, mi campeón… -le susurr

mientras empiezo a pasearlo parsacarle más eructos e intentar dormirlo.

Antes de que despierte Aurelia.

- Si tu mamá comprendiera que lamo más allá de todo lo físico que ell

pudiese imaginar, si me creyese que n

estoy celoso de ti en lo más mínimo –l

confieso suavemente, sintiendo el calo

de su pequeña cabeza bajo mi barbill



mientras lo sostengo con seguridad, co

amor, con ternura contra mi pecho-. Su

acusaciones me hirieron hasta el alma no sé cómo convencerla de que est

equivocada…

Mi hijo se remueve y lo acomodahora acunándolo entre mis brazos

Contemplo su rostro iluminado por l

uz de la luna que entra por el balcón a fijeza con que me mira me llen

ncreíblemente de una nueva fuerza

entereza.

- Tienes razón, mi príncipe de la

arenas –camino meciéndolo despaci



mientras él no deja de mirarme-, y

basta de lloriqueos y quejas, deb

comportarme como un hombre, debdejar de preocuparme por mi

sentimientos y concentrarme únicament

en ayudar a la mujer de mi vida.Si sus palabras me han herido, pue

me aguanto el dolor. No será la primer

vez que salgo herido por su amor y siduda no será la última porque pretend

ser merecedor de pasar el resto de m

vida a su lado y la vida no siempre es u

ardín de suaves lirios. Más bien es u

ardín de rosas que te pinchan y hiere



con sus espinas mientras lo atraviesas…

Pero su delicioso perfume y sus colore

vuelven insignificantes los malomomentos con las espinas.

Así es mi vida contigo Aurelia, u

maravilloso jardín de rosas y mientra

avanzamos de la mano por él voy

ayudarte a olvidar ese pasado que n

e permite vivir plenamente t

maternidad. No me importa sali

herido por las espinas que se claven e

mi corazón, no me importa el dolor qu

enga que sufrir en el proceso si a

inal consigo tu felicidad.



Ya logramos antes superar todas la

adversidades y estoy seguro de que est

vez también lo haremos.Desde ahora decido dejar de lado mi

heridas para sanar las suyas que so

muchísimo más profundas e importantesLes aplicaré el bálsamo de mi amo

ncondicional y las vendaré co

ncontables besos. Ya no me tomaré a lgrave sus palabras, puede decirme tod

o que quiera que ya sabré yo entende

sus motivos; sus traumas del pasado, e

cansancio, la depresión post parto…

Sí, porque recibir a un bebé recié



nacido en sus brazos aunque n

provenga de sus entrañas es también u

parto para el alma de la madre quacepta esa inmensa responsabilidad d

por vida.

Yo lo vi.Lo vi claramente en Aurelia esa noch

en el oasis cuando puse a nuestro hijo e

sus brazos por primera vez… Vluminarse su semblante hasta volvers

radiante de dicha, vi las lágrimas en su

ojos al sentir nacer en su corazón u

nfinito amor hacia esa criatur

ndefensa, vi aquel momento sublime d



conexión entre la madre y el hijo a

mirarse por primera vez.

Vi nacer a mi hijo ese día… y horamás tarde vi también nacer a la madre e

Aurelia.

Y luego de eso la he visto desvivirsdía y noche por procurar el bienestar d

nuestro hijo.

Así es que de ahora en adelantseguiré una nueva estrategia para n

enfadarte de más mientras te adaptas a t

maternidad, mi bellísima Diosa adorada

Vamos a jugar un juego; cubriré m

cuerpo para que no me acuses d





dormidos.

Luego regreso a mi puesto en la sill

mecedora y me quedo en atenta vigilia.Dos veces más despertó mi hijo, just

cada dos horas, ¡Alá, su reloj interno e

muy preciso! Y por dos veces más tuva dicha y el honor de cuidar de é

alimentarlo y hacerlo dormir.

***

El sonido de la puerta me despierta

me encuentro solo en la alcoba. Ya es d

día, el sol entra a raudales por lo

ventanales y volteo alarmado a mirar e



reloj, ¡Alá, ya son casi las nueve de l

mañana!

Me levanto de un salto aunque pomucho que corra igual llegaré tarde a l

reunión que tengo programada en l

empresa a las nueve. Ni siquiera tengiempo de tomar desayuno aunque no m

mportaría demorarme si Aureli

estuviese aquí y quisiera desayunaconmigo.

¿Dónde habrá ido con nuestro hijo?

Unos minutos más tarde ya voy en m

auto por el sendero hacia el portón

cuando veo a Aurelia paseando por e



ardín con Víctor junior en el coche

unto a Mine y su mascota.

Sonrío al ver que Aurelia permite quMine tome al bebé en brazos. Nunca l

niega nada, la quiere mucho desde es

primer día en que llegamos a su casa a trató como a una verdadera princesita

Me detengo y bajo para saludarla

con el ánimo de llevar adelante mi plapara ayudar a Aurelia; evitar mirarla

hablarle demasiado para que no s

sienta acosada por mi amor, hasta qu

comprenda que yo soy capaz d

controlarme y que no la dese



únicamente de forma sexual.

En resumen; me costará u

ncreíblemente inmenso, salvaje devastador esfuerzo hacerme e

ndiferente con ella.

Aurelia lleva un vestido de brocadcolor oro que resalta espectacularment

su escultural figura y pone en extremo

apuros mi propósito, es muy duro parmí no tomarla en mis brazos y besarl

hasta robarme todo su aliento… es

único pensamiento basta para poner

prueba la resistencia de mis ajustado

bóxer conteniendo la ardiente durez



que se dispara entre mis piernas, ¡oh, m

bellísima Diosa Dorada! Ten piedad d

mí…Al avanzar por el prado hacia ella

siento la intensa mirada de Aureli

sobre mi cuerpo pero confío en que eraje oculte mi eréctil estado mientra

me esfuerzo en sujetar mis ojos para qu

no se escapen a colmarse de su exquisitmagen. Al fin me enfoco en Mine a

saludarlas:

- ¡Mis bellas señoras juntas! –le

dedico una inclinación de cabeza junt

al saludo árabe y luego me voy direct



hacia mi hijo-. Y mi apuest

principito… -al verlo en brazos de Min

recuerdo con añoranza que anoche pudsostenerlo en mis brazos y cuidar de él

Acaricio sus sonrosadas mejillas a

saludarlo y luego me despido dejando ubeso sobre su cabeza.

- ¿No vas a desayunar conmigo

Víctor? –me pregunta Aurelisorprendida porque siempr

desayunamos juntos en la habitación.

- Lo siento, tengo algo de prisa –má

que nada es por mi estrategia de darl

iempo y espacio para que me extrañe.





buena causa.

No es en serio, Aurelia. En realida

muero de ganas de desayunar y dalmorzar contigo, ¡de pasar cad

segundo de mi vida a tu lado!

Me obligo a callar eso, es mejor qume vaya pronto así que beso a Mine e

ambas mejillas y luego me estremezc

de deseo al aproximarme a Aurelia, sdelicioso aroma me envuelve, me hac

explotar los sentidos, todo mi cuerpo s

endurece dolorosamente gritando l

ansiosa necesidad que tengo de ella. M

corazón anhela agónicamente darle u



apasionado beso pero me contengo co

odas mis fuerzas para deposita

únicamente un casto beso en su frente.¡Alá, mis labios mueren de sed co

an breve contacto!

- Hasta la noche –me despidsobreponiéndome a la embriaguez qu

me provoca el delicioso aroma de s

piel y escapo deprisa de regreso al auto

***

Mi asistente se extrañó de que l

pidiese programar un almuerzo d



negocios porque siempre voy a casa

esa hora, pero debo continuar con m

plan de demostrarle a Aurelia que ysoy capaz de contener mis primitivo

mpulsos de macho alfa que la desea co

desesperación.Aunque mi deseo de ella va much

más allá de lo carnal como le decía

Jamil, de tal manera que cada minutque me obligo a estar lejos de ella e

una verdadera tortura auto impuesta.

No me pregunten de qué se trató l

reunión de negocios del almuerzo, m

mente no estaba allí, voló a casa par



ver a Aurelia dándole el biberón

nuestro hijo…

Después del almuerzo me entretuve erevisar unos nuevos proyectos d

nversión hasta la hora de la cena.

Llegué cuando ya estaban sentados a mesa. Mine relataba las travesuras d

Chupi y la alegre charla de Inés y Jami

animaron la cena y casi hicieron pasadesapercibido el silencio de Aurelia

el mío.

Necesitamos hablar pero debo resisti

el fuerte impulso de convocar y

primero esa conversación. Debo deja



que Aurelia sea quien inicie el diálog

cuando se sienta lista o de otra maner

estaré forzando la situación pero…¡Alá, por favor que ella pronunci

pronto las palabras! Porque ya n

soporto este abismo entre nuestrocorazones, este agónico silencio d

nuestras almas.

Ten piedad de mí, Aurelia, dilo…“Víctor, tenemos que hablar”.

Anhelo con ansias esas cuatr

palabras, más que las aves encontrar e

oasis que las salva de morir de hambre

sed en la aridez del desierto.



Para evitar que suceda lo de ayer

ahora me retiro yo primero de la cen

para esperarla en nuestra alcoba.Me doy una ducha y me vist

recatadamente con el pijama de pantaló

argo y la camiseta blanca que me hacemorir de calor. Todo sea por evitar qu

me acuse de provocarla con m

desnudez.Deambulo nerviosamente por l

alcoba esperándola hasta que la puert

se abre y se me corta el aliento contand

segundo a segundo a la espera de esa

palabras… ya no puede tardar más es



momento, en verdad tenemos que habla

arreglar esto pronto.

Te amo y te necesito más que a mvida, Aurelia, cada segundo que esto

ejos de ti muero lentamente porque m

quedo sin alma cuando ella vuela a tado atraída como polilla a la luz.

Pienso en todo esto mientras e

silencio crece como una nube asfixiantentre nosotros y te veo ir y veni

hablándole a Víctor junior como si y

fuese invisible.

Alá Bendito, sigue molesta conmigo.

No importa, me mantengo firme e



ugar mi papel de fingirme indiferent

ante ella.

Entro al baño a beber un poco de agupara pasar el calor de sauna que m

provoca este pijama y al salir veo qu

ha acostado en la cuna a nuestro bebé está sentada en la cama. Me sigue con l

mirada mientras yo busco no sé qué cos

en un cajón de la cómoda evitandrotundamente mirarla aunque est

preciosa envuelta en ese batín dorado d

ela casi transparente.

Al fin casi me cierro el cajón de l

cómoda en los dedos y al darme l



vuelta me paralizo al verla tendida en l

cama totalmente desnuda en una pos

más que provocativa.¡Por todos los cielos!

No puedo sujetar mis ojos, es má

fuerte que yo, esta tortura es inhumanalas llamas del deseo me devora

despiadadamente! El fuego me sube d

entre las piernas salvaje y primitivo, mdureza se dispara con tanta urgencia qu

lega a ser doloroso y me giro depris

para que Aurelia no descubra l

reacción que ha alzado en mí y que e

demasiado obvia bajo el pantalón de



pijama.

Salgo huyendo hacia el baño par

darme una nueva ducha. Fría, muy fría.Cuando al fin regreso a la habitació

mis ojos la buscan con precaución…

Gracias a Alá se ha vestido de nuevo ebatín, aunque la sugerente trasparenci

que deja adivinar sus deliciosas forma

es casi una peor tortura… No la mires, sólo sé fuerte y espera.

De pronto Aurelia se levanta de l

cama y se cruza en mi camino con la

manos en jarra muy firmes en su cintura

- Víctor, tenemos que hablar.



¡Al fin lo ha dicho! Gracias

gracias…

La dicha estalla en mi interior perpor fuera me mantengo serio y sereno

Me detengo mirándola fijamente, n

siquiera respiro a la espera de oír lo ququiere decirme. Espero con toda m

alma que se trate de una reconciliación

mi mirada penetra profundamente en sudorados ojos, ¡cuánto anhelab

perderme en su belleza!

Te amo tanto, Aurelia, te deseo má

allá de lo que se entiende normalment

por esa palabra.



Ella me mira intensamente en silenci

por largos segundos y descubro el fueg

que arde en sus soles…Justo ahora mi máximo deseo e

deslizar ese batín por sus hombros

deshacerme de este pijama que no hacmás que contribuir a aumentar e

ncendio que arrasa con todo mi cuerpo

Al fin logro concentrarme lsuficiente para invitarla a proseguir:

- Te escucho, Aurelia, ¿de qué quiere

hablar?

- ¡Nnnñeee, nnnñeee!

Nuestro hijo rompe a llorar con toda



sus fuerzas y Aurelia corr

nstantáneamente hacia él.

- Espera, ya hablaremos cuando sduerma –me dice alejándose de mí y s

ono me suena a dulce amenaza.

Nuestra conversación puede esperar.Aunque cada segundo de espera s

ransforme en una tortura para mí por la

dudas. ¿Querrá hacer las paces, querrpedirme el divorcio?

Me meto en la cama con mi zozobra

me acuesto y me tapo hasta las oreja

con la sábana para contener mi impuls

de ofrecerle ayuda con nuestro hijo.





¿Por qué nuestra experiencia com

padres no puede ser como la de todo

os mortales normales?Ya conozco esa respuesta, la conozc

muy bien.

¡Alá le pida cuentas a ese hombre poodo el daño que le hizo a su propi

hija!

Las horas pasan y nuestro hijo llorcon intermitencia sin querer dormirse

Acompaño a la distancia a Aureli

haciendo un gran esfuerzo por n

molestarla ofreciéndome a ayudarla

Aun así estoy en vela en secreto



compartiendo este momento aunque ell

no lo sepa.

- La una… las dos… las tres da ereloj… -sigue cantando mi Dios

adorada, mientras yo aguardo e

momento en que ambos se duerman parrelevarla cuando nuestro hijo despiert

otra vez-. Las cuatro, las cinco, ¡y est

bebito no quiere dormir!La oigo reír, también oigo lo

balbuceos de mi principito y tras uno

minutos, todo se vuelve silencio.

Me muevo despacio para mirar

descubro que nuestro hijo está al fi



dormido en su cuna. Mi bellísim

esposa también está profundament

dormida en la mecedora.Me levanto deprisa y me quito l

sofocante camiseta mientras avanz

hacia la mecedora.Por favor no despiertes.

Tomo a Aurelia en mis brazo

delicadamente para no despertarla, peren verdad eso parece bastante difíci

Está agotada y ni siquiera hace amag

de despertar mientras la acomodo sobr

nuestra cama y la cubro con las sábanas

- Dulces sueños, vida de mi vida





dos veces y le di dos biberones a l

argo de la madrugada, y así lo

hombres de la casa le procuramos mamá unas seis horas seguidas d

profundo y reparador sueño, mientra

planeábamos nuestras futuraactividades masculinas.

Le hablé de Rayco, mi pura sangre,

de cómo cabalgamos por las dunas dedesierto hasta la aldea, deteniéndono

de camino en nuestro oasis. Eso l

nteresó mucho así que le prometí qu

apenas tenga edad para montar l

regalaré su primer pony y nos iremos d



excursión para que conozca su

posesiones, ¡mi amado príncipe de la

arenas! El hijo de mi alma que ahordescansa en dulce paz en su cuna.

El día ya despunta caluroso afuera

deseo darme una refrescante ducha qume despierte. Ya son las ocho así que n

me da tiempo de dormir, tengo un

reunión importante en la empresa a laocho y media. El día laboral empiez

emprano en Riad, para aprovechar la

horas de menos calor.

Ya en la ducha programo una canció

que me trae nostálgicos recuerdos, e



Aleluya de Shrek.

Mientras el agua fría se desliza po

mi cuerpo voy traduciendo la letra questá en inglés:

“Ella te ató a una silla de la cocina

rompió tu trono, cortó tu cabello

y en tus labios se dibujó el aleluya.”

Esbozo una sonrisa evocadora daquella primera noche como esclavo d

Aurelia, cuando me ató las manos en e

baño y me rasuró con una afiladísim

navaja.

En ese momento ni siquiera imaginab





pregunta.

Mil recuerdos desfilan a velocida

uz… las memorias de estos tres últimoaños mi vida junto a Aurelia.

No me di por vencido en traerla d

regreso desde el abismo de ira en el quse había perdido… la am

ncondicionalmente mientras ella m

destrozaba a azotes hasta el alma…caminé sin miedo por el infierno para i

a rescatar su alma de las garras de

pasado hasta que por fin lo logré y pud

ver derretirse el hielo de su corazón…

¿Y ahora temo que deje de amarme po



una simple discusión?

¡De pronto me parece tan absurdo!

Si tan sólo comprendiera que simportar lo que ella haga o deje d

hacer conmigo yo la amo y la amar

hasta el día de mi muerte, y después deso incluso.

La amaré a través de toda l

eternidad.- Aunque me acuses de cosas terrible

–susurro con los ojos cerrados mientra

el agua fría se desliza por mi cuerpo y l

nostálgica melodía por mi alma-

Aunque de momento no me permita



compartir abiertamente contigo l

experiencia maravillosa de ser padres

o…De pronto me doy cuenta de algo

¿Cómo no lo hice antes? ¡Es esa palabr

a que ella odia! La palabra “padre” odo lo que significa para ella, com

antes odiaba oír que le dijese: “T

amo”. ¡Qué torpe he sido, por Alá!

Cada vez que le ofrecía mi ayuda l

hacía con esa palabra: “Permíteme se

su padre, seré el mejor padre de

mundo…” lo único que oía Aurelia er



esa palabra abominable para ella, que l

abría antiguas y dolorosas heridas.

La canción sigue sonando con dolidoacordes:

“El amor no es una marcha de

victoria,

es un frío y roto aleluya…”

¡Perdóname, Aurelia, por no haberm

dado cuenta antes del daño que te hacísin quererlo al usar esa palabra!

Mi corazón se estremece en oleada

de asfixiante sufrimiento por todo lo qu

ella padeció en su niñez en manos de es

miserable…



¡Oh, mi preciosa gacela, daría m

vida por borrar de tu alma todas esa

cicatrices!Intento respirar hondo pero el dolo

me ahoga y me apoyo en la pare

ofreciendo la espalda al agua frímientras la canción sigue sonando.

¡Tengo que corregir ahora mismo m

grave error!De ahora en adelante la palabr

“padre” no volverá a surgir de mi

abios. Como antes lo hice con sen

seviyorum, ahora reemplazaré padre co

abb, que significa lo mismo en árab





de controlar sus instintos.

Me cuesta un infierno.

Pero lo logro porque te amo, Aurelia por ti encadeno en un rincón a

macho alfa, por ti hasta me castr

mentalmente evaporando en la duch

ría el fuego de mi pasión.

Me voy por la puerta del baño que d

a mi vestidor y me enfundo un trajcomo una coraza.

Al salir del baño ya vestido como e

hombre más formal del mundo, veo

Aurelia junto a una silla en la puerta d

su vestidor, ¿qué hace con esa silla allí



Parece agitada como si hubiera estad

corriendo… eso pone un adorable colo

en sus mejillas, justo como después dsus épicos orgasmos…

¡No pienses en eso! Castració

mental, castración mental, ¡recuérdaloTe declaraste esclavo de su amor, as

que ahora te aguantas y esperas hast

que tu dueña y señora, tu Diosa adorade llame de vuelta a su lecho.

Por un segundo mi mirada tropiez

con la suya y vislumbro una sombra d

decepción.

¡Oh, Alá!, ¿por qué? ¿Acaso esperab



verme salir desnudo del baño?

Habitualmente ambos preferimo

pasearnos desnudos en la intimidad dnuestra alcoba pero luego de s

reclamo…

Desvío la mirada balbuceando usaludo:

- Buenos días, Aurelia.

Paso deprisa por su lado y abro ecajón de la cómoda en donde guardo mi

relojes de pulsera.

Ella no contesta mi saludo.

¿Dónde está el “buenos días, m

amor”? ¿Y no se aproximará a reclama



nuestro primer beso de la mañana?

Aurelia me sigue en silencio y m

clava la mirada mientras revuelvo en ecajón buscando el único reloj que ell

no me ha regalado. Necesito evita

recordar que estamos peleados cada veque vea la hora. Escojo el Rolex de or

que me regalaron las habitantes de m

aldea el día que me presenté como spríncipe, en ese agónico tiempo en qu

creí que Aurelia había muerto en e

accidente de avión.

Alá, no tengo ningún reloj que n

lene mi corazón de su recuerdo.



Aurelia se acerca un paso más a m

con los brazos cruzados sobre el pech

mientras mira engrifada que me ajusto eRolex dorado. No es lo que piensas, m

amor, no estoy molesto contigo, pero s

conmigo por mi torpeza de no darmcuenta antes de detalles ta

mportantes…

- Víctor, tenemos que hablar.Al oír de nuevo esas esperada

palabras levanto los ojos desde el or

del reloj al de su mirada y contengo e

aliento, temiendo que sus palabras n

sean de paz y reconciliación, sino tod



o contrario.

- Te escucho, Aurelia –vuelvo

decirle igual que anoche mientras elevuna súplica silenciosa para que su

palabras no vuelvan a herirm

profundamente.Aurelia parece oír mi ruego

descruza los brazos, ya no está a l

defensiva y vislumbro un esperanzador ntenso brillo de deseo en su increíbl

mirada de sol. De reojo atisbo esa sill

fuera de lugar y ahora me fijo qu

encima hay unas medias y un pañuelo d

seda… ¡El corazón se me dispara e



desbocado galope! ¿Quiere jugar su

ardientes juegos de nuevo? ¿Quier

hacerme el amor con su fuego arrasadodiciéndome que no se detendrá hasta qu

e suplique detenerse? ¡Cosa que po

supuesto jamás en mi vida haría!Ahora sí que no respiro a la espera d

sus siguientes palabras.

- Víctor, yo quería decirte que…Mi teléfono móvil suena con fuerz

sacudiéndose en mi bolsillo trasero de

pantalón.

¡Por los mil demonios…!

- Espera un segundo por favor, que l



apago –lo saco deprisa y presiono co

ganas el desvío al buzón-. Ahora s

disculpa –le despliego una sonrisa en lque arden mis expectativas de un

nolvidable reconciliación.

¡Al infierno la reunión de la empresa- Víctor, yo te quería decir que… –e

móvil vuelve a sonar, ¡por Alá, n

puedo créerlo! Un Smartphone de últimgeneración está a punto de estrellars

violentamente contra el suelo.

Bajo la mirada con serias intencione

de arrojar lejos al saboteador pero mi

ojos tropiezan con el mensaje de text



que se despliega automáticamente en l

pantalla, como lo tengo programado:

“Contesta la llamada si ese bebé aque llamas tu hijo significa algo par

i”.

¡¿Qué?!¡Esas palabras me hielan la sangre e

as venas! Todo mi ser se tensa con lo

ojos clavados en ese mensaje, ecorazón me golpea furiosament

reclamando la cabeza de quien os

amenazar así a nuestro hijo.

- ¿Algún problema? –me pregunt

Aurelia.



El móvil vuelve a sonar llamando.

- Discúlpame un minuto por favor

debo tomar la llamada –le contestalejándome a grandes trancos hacia e

balcón.

No puedo dejar que Aurelia oiga estconversación, conozco muy bien s

agudo oído y espero a salir hasta e

borde del balcón para contestar llamada en la voz más baja posible.

- ¿Ghálib Garib? –interroga una vo

del otro lado de la línea en un ton

metálico distorcionado por algú

aparato.



- Sí, soy yo.

- Supongo que leíste el mensaje.

- Sí lo leí, ¡y no creas que voy permitir que…!

- Sin amenazas, o perderás má

rápido al pequeño bastardo.La indignación me estalla como lav

furiosa en las venas.

- ¡¿Cómo te atreves, maldito infeliz?Da la cara, dime eso de frente como u

hombre!

- Cálmate, ya nos conocemos, somo

amigos.

- No… imposible…



- Te lo demostraré. Veámonos ahor

mismo.

- ¿Ahora? ¿Dónde?- En el hotel Al Waha Palace. Da t

nombre en recepción y te entregarán l

lave de una habitación. Tienes veintminutos para llegar o perderás par

siempre a ese bebé.

- ¡Maldito, infeliz no te atrevas a…!- ¡Ya me dirás todo eso en persona

Te quedan diecinueve minutos.

- Voy para allá –mi voz es un ronc

gruñido que brota amenazante de lo má

profundo de mis entrañas.



Corto la llamada con la frent

ncrustada en la malla mosquitera par

evitar que Aurelia me oiga. La ira, lndignación y el miedo de perder

nuestro hijo me golpean sin pieda

disparando chorros de adrenalina qunundan mi sangre y me hacen vibra

entero como una bomba a punto d

estallar.¡Alá Bendito! ¿De qué se trata esto?

Sea lo que sea no puedo permitir qu

Aurelia se entere, sería demasiad

errible para ella.

Tengo que solucionarlo lo ante





por fingir que todo está bien.

- Nadie, nadie… -le respondo d

manera no muy creíble mientras pasdeprisa por su lado para ir hacia m

vestidor.

- ¿Nadie? –Aurelia camina a mi ladentrando al gran armario vestidor y d

reojo la veo alzar las cejas dando u

especial tono de incredulidad a espalabra.

- Bueno, nadie importante, sól

alguien de la empresa –invento al mism

iempo que abro mi caja fuerte y dand

a espalda a Aurelia para que no vea l



que hago, saco todo el dinero e

efectivo que guardo allí. Varios millone

de dólares en billetes grandes que hacepoco bulto al meterlos deprisa en lo

bolsillos interiores de mi traje. Si es

nfeliz está buscando dinero estcantidad me dará tiempo mientra

encuentro la forma de destruir po

completo su amenaza.- Ah, entonces sigamos conversando

continúa Aurelia-, yo quería decirt

que…

Reprimo al máximo la ira y la alarm

que estoy sintiendo por ese llamado par



que Aurelia no note nada extraño a

volverme a mirarla de frente:

- Ahora no puedo, Aurelia, de verdao siento pero es que tengo que irme d

nmediato.

Ella da un respingo y protestndignada:

- ¿Cómo que te vas? ¡No puedes irte

Estamos conversando y lo que tengo qudecirte es muy importante.

- Discúlpame por favor, es que surgi

algo urgente en la empresa. Vendré má

emprano para el almuerzo

hablaremos, ¿está bien? –me apodero d



sus manos para estampar un beso e

cada una junto con mi silencios

uramento: No permitiré que nadie toqua nuestro hijo, te lo juro por mi vida

Sea lo que sea ¡lo solucionaré ahor

mismo!-. Nos vemos a la hora dalmuerzo, mi amor.

- ¿Cómo, hoy tampoco vas

desayunar conmigo? En verdad quierhablarte acerca de…

- Ahora no puedo, Aurelia, en verda

o siento mucho es que tengo que irme

a interrumpo porque ese desgraciad

me puso un tiempo límite y no quier



arriesgar a nuestro hijo a quizás qu

maquinaciones de ese psicópata. No ha

nada que deseara más en estomomentos que un desayuno normal, si

esta negra amenaza sobre nuestra

cabezas.Salgo del vestidor y cruzo l

habitación con nerviosa prisa dejand

atrás a Aurelia muy confundida por mactitud pero no puedo decirle nada

Acorto en un segundo la distancia hast

a puerta y desde allí me vuelvo par

mirar la cuna en donde duerme nuestr

bebé.



¡Alá, protégelo!

Mis ojos vuelan a los de Aurelia y e

silencio le hago la misma súplica. Evoz alta, vuelvo a disculparme:

- Se trata de algo muy importante

Perdóname por favor, Aurelia.Perdóname por mentirte, perdónam

por ocultarte esto que está sucediendo.

Salgo y cierro la puerta deseando yencontrarme frente a frente con el infeli

hijo de perra que hizo esa llamada.

Corro fuera del palacio, subo a m

auto y programo el destino en el GPS.

- Hotel Al Waha Palace –habla la vo



robótica en el tablero del auto dándom

os detalles de siempre, punto de salida

de destino-. Tiempo estimado de arriboveintiocho minutos.

¡Alá, no tengo tanto tiempo!

Hago rugir al Lamborghini y salgo oda velocidad llamando la atención d

os jardineros y espantando al corder

de Mine que corre a buscar refugidetrás de ella.

¿Qué criminal demente se hospeda e

uno de los hoteles cinco estrellas má

costosos de Riad?

Esa y mil preguntas gira



ormentosamente en mi cabeza mientra

acelero por las calles hasta llegar a l

carretera de alta velocidad. Entro al ríde vehículos y los adelant

zigzagueando de un lado al otro con un

rapidez que hace que parezca que estáestacionados.

Voy conduciendo en automátic

mientras no me explico por qué alguiequerría amenazar la seguridad d

nuestro hijo… ¡Todas las peore

pesadillas de Aurelia se han hech

realidad!

¿Serán otra vez esos asesinos qu



erminaron con la vida de mis padre

por nuestras tierras petroleras?

No, no puede ser, estoy seguro de quese asunto está terminado.

De pronto recuerdo que el mal nacid

que llamó dijo que éramos amigos, qunos conocíamos… ¡No lo creo! Sin dud

es alguna retorcida estrategia par

despistar.Miro en torno el tránsito, las persona

van camino a su vida normal mientras y

siento que el mundo se desmorona e

pedazos sobre mi cabeza tras recibir es

lamada que amenaza destruir toda l



felicidad que hemos construido. Si lleg

a sucederle algo a nuestro hijo, es

destrozaría para siempre a Aurelia y mí…

¡No, jamás lo permitiré!

Nadie le tocará ni un solo cabello mi hijo, nadie hará derramar ni una sol

ágrima a mi esposa.

Seas quien seas, ¡no sabes con quiée has metido!

Hasta ahora voy por la misma rut

que lleva a mi edificio en la zon

empresarial de Riad. El teléfono móvi

suena y suena en el asiento del copiloto



es mi asistente por la reunión que h

dejado de lado pero no puedo pensar e

nada más que en llegar pronto a eshotel para partirle la cara a ese ma

nacido.

La ansiedad me consume como cosviva mientras acelero a casi 200 km/hra

por la Carretera 80 y King Fahd Rd.

La voz del GPS me indica justo iempo que debo doblar al sur al llegar

a C-65 y seguir por King Fahd Branc

Rd. Giro bruscamente y los neumático

se aferran al pavimento con un chirrid

escalofriante que hace que los demá



vehículos en torno bajen la velocida

para evitar ser alcanzados por los resto

de mi auto cuando se vuelque y estallen mil pedazos.

La dirección vibra pero e

Lamborghini se aferra al pavimento ogro controlarlo para pisar más a fond

el acelerador.

Hoy es San Valentín…Debería estar preparando la sorpres

el regalo muy especial para Aurelia…

pero en cambio estoy aquí conduciend

sin saber con qué me voy a encontrar.

Mi móvil suena una vez más y ve



que se trata del mismo númer

desconocido de antes.

- ¡Contestar! –bramo con rabiprofunda y mi Smartphone deja oír d

nuevo esa voz distorsionada.

- Te quedan tres minutos, Ghálib.- Tranquilo, cabrón, créeme, ¡ansí

más que nadie tenerte ya al alcance de l

mano!- Vaya, te recordaba más amable…

- Sería antes de recibir la llamada d

un hijo de perra amenazando a m

familia. ¡Corta! –doy la señal a m

eléfono para terminar la llamada.



Lo demás que pienso de él se lo dir

a la cara.

“Atención, tome la salida que está 400 metros”

Me avisa el GPS y a la velocidad qu

voy eso equivale a un par de segundos.Alcanzó a reaccionar con un brusc

viraje a la izquierda para tomar la salid

de la carretera, dejando un indignadconcierto de bocinazos tras de mí.

Pero al fin lo veo allá adelante. El A

Waha Palace Hotel.

Me estaciono justo frente a l

escalinata y la subo corriendo. Al pasa





ansiedad me empuja violentamente a

ascensor y la adrenalina me inunda la

venas cada vez más y más mientras subescuchando esa típica música ambiental

Se enciende el luminoso número siet

apenas logro esperar a que se abra lpuerta. Salto fuera y busco la habitació

como un león ávido de caer sobre s

presa.Y desgarrarle la garganta.

Al llegar frente al número de l

habitación pienso que el tipo debe esta

armado o acompañado de sus cómplice

para estar tan seguro de citarme así. ¡N







Aurelia.

Mientras dormía

Esta mañana Víctor me aseguró quvendría a almorzar para qu

ermináramos nuestra conversació

pendiente pero hace un rato me llam

diciendo que había surgido alg

mportante en la empresa y que npodría venir.

Se oía nervioso, muy tenso.

¿En verdad sigue tan molesto por l



que le dije?

Si hubiéramos podido conversar est

mañana… Todo parecía ir viento epopa rumbo a una reconciliación hast

que recibió esa llamada y sali

corriendo.Inspiro hondo con la vista perdida e

mi plato y remuevo los vegetales co

cero apetito. Un extraño nerviosismo mrevolotea en el estómago.

- ¿Y Ghálib no viene a almorzar?

Jamil me sobresalta con su genia

pregunta y de inmediato da un liger

respingo mirando a Inés, que est



sentada a su lado. Imagino que ella le h

dado un codazo anti-indiscreciones.

- Es obvio, cariño –le dice Inés couna sonrisa que claramente lo invita

callarse.

Pero el alegre Jamil no capta emensaje o directamente quiere hacerm

saber algo.

- Ah, debe estar ocupado con eso da sorpresa para… ¡auch! –esta vez l

patada bajo la mesa fue bastante notori

aunque Inés no pierde su sonrisa eterna.

- Cariño mío, que la misma palabra l

dice: Sor-pre-sa. ¿Por qué mejor n



comes antes de que se enfríe?

Jamil se inclina a susurrarle al oído:

- Es que quiero echarle una mano a mamigo para que la jefa no se moleste co

él.

- Ey, que puedo oírte, Jamil –ntervengo-. Puedes irte al otro lado de

patio a susurrar y voy a oírte igual

¿recuerdas? Mi famosa hiperacusia.Inés nos mira compungida a su espos

a mí a intervalos.

- Uh, disculpa, jefa –me sonrí

nerviosamente Jamil y luego pone car

de dudas-. ¿Eh… quieres que me vaya a



otro lado del patio?

Decidida a averiguar qué est

pasando, lo interrogo:- Puedes quedarte si me dices d

nmediato qué está planeando Vícto

para esta noche.- Disculpa, jefa, pero es que no lo sé.

- De acuerdo, eres un amigo muy lea

eso está demostrado, ahora dime lverdad o te enviaré de plant

permanente a cuidar de las caballeriza

en las afueras de Riad, y con permanent

me refiero a que tendrás que dormir all

veintidós días al mes –miro a Inés co



una sonrisa cómplice-. Tú no t

preocupes, bella, que en tu estad

puedes quedarte cómodamente aquí ecasa.

Ella me devuelve una sonris

preocupada y se gira hacia Jamil:- Cariño, por favor dile todo lo qu

sepas. No me gustaría verte cad

veintidós días.- Es que en verdad no sé nada te l

uro, jefa. Los años anteriores Gháli

me ha pedido ayuda para algún detalle

me ha encargado ocuparme de algo

nada muy importante sólo pequeña



cosas porque le gusta hacer él mismo l

principal. Pero este año ha estado má

reservado que de costumbre, sólo mdijo que te estaba preparando un

sorpresa por San Valentín, no me dio n

el más pequeño detalle.Veo algo en los negros ojos de Jami

que me dice que no miente. También ve

cierto reproche y creo que es porquadivina lo que hacemos con Víctor en l

mazmorra y no lo entiende. Lo he oíd

preguntarle varias veces por las marca

que le provoco al calor y la pasión de

momento.



- Está bien, Jamil, te creo d

momento. Si luego le pregunto a Víctor

él me dice que tú sabías algo, Dorado Rayco estarán felices de verte a diario.

Jamil respira aliviado.

- No dirá eso, jefa, te he dicho lverdad.

Asiento y finjo ponerme a come

aunque en realidad sigo reorganizanda comida en el plato.

Inés y Jamil ahora hablan de l

primera ecografía de su bebé… ríen si

ponerse de acuerdo a cuál de los dos s

parece más la borrosa imagen en blanc



negro. Mine ríe también con ello

mientras yo me voy dentro, muy dentr

de mis pensamientos.Víctor se oía muy extraño po

eléfono, lo noté demasiado nervioso

evasivo… como si me estuvierocultando algo importante y no del tip

“sorpresa de San Valentín”, eso l

endría de un ánimo alegre entusiasmado como todos los años. Est

se trata de algo muy distinto, l

presiento.

Es algo importante que quier

mantenerme oculto.



¿Pero qué puede ser?

El hotel Al Waha Palace me ronda e

a cabeza como un gigante que mesconde lo que está pasando con Víctor

Quizás se trate de algún negocio que n

marcha bien… tal vez fue a ese hotel reunirse con un posible socio de alianz

comercial o algo por el estilo que se l

complicó pero ¿por qué me mintidiciéndome que iba a la empresa?

Mi bebé rompe a llorar en su coche

mi lado y doy por terminado m

almuerzo para regresar a la alcoba

mudarlo. Cuando ya está limpio







Al mirar de nuevo la pantalla ve

algo que me hace atorarme con el jugo.

- ¡Pluuff! –salta lejos el líquido de mboca mientras el corazón se me desboc

al ver una silueta en la oscurida

moviéndose hacia nosotros-. ¡Qumierda…! –apego los ojos a la pantall

me lleva sólo unos segundos descubri

que se trata de Víctor.¡Uf! Me recorre el alivio pero a

nstante abro gigantes los ojos clavado

en la imagen.

Víctor toma en sus brazos a mi bebé

o reemplaza por un cojín bajo mi braz



para que no note su ausencia.

¡Serás caradura!

Y yo la muy pava durmiendo de lmás feliz, ¡qué irresponsable! Me asalt

una angustia feroz al pensar que podrí

haber sido otra persona llevándose a mhijo y yo ni siquiera me habría enterado

Por fortuna fue Víctor quién lo hizo, é

es su padre y…Me estremezco ante mi terribl

experiencia con esa palabra.

Víctor no sería capaz de…

Me odio por pensarlo siquiera per

es más fuerte que yo, el pasado me clav



sus puñales sin parar y me hac

desconfiar de alguien que jamás me h

dado el menor motivo para hacerlo, ¡acontrario! Sé que Víctor moriría ante

de permitir que alguien le hiciera e

menor daño a nuestro hijo y muchísimmenos iba a hacérselo él mismo.

La Antártida se derretiría en u

minuto primero.Aun así…

Contengo el aliento siguiend

milimétricamente los movimientos d

Víctor con nuestro hijo en sus brazos. L

cámara no tiene audio pero se ve que m



niño no está llorando, si lo hubies

hecho yo hubiera despertado enseguid

de un salto engrifado como una leonista a desgarrar gargantas.

Víctor lo sostiene contra su pech

vestido con esa blanca camisetmusculosa sin mangas, mientras se pase

meciéndolo por el lado de la cama…

A la tenue luz de la luna que entra poel balcón descubro que mi bebé s

acurruca complacido en aquel anch

pecho buscando su calor, se ve mu

cómodo y feliz como un angelito.

Una cálida ternura me estremece hast



el alma.

¡Dios, me parece la imagen má

conmovedora del mundo! Nuestro bebé se ve tan pequeño en lo

brazos de mi escultural hombre. Vícto

o pasea con tanta entrega y cuidadooh, Dios!, se ve demasiado sexy con s

hijo en brazos.

Sí, su hijo también, no sólo mío. Ede ambos.

Se refuerza en mí la convicción d

hablar con Víctor y dejarlo participa

plenamente en el cuidado de Vícto

unior. Tendré que enseñarle a cambiarl



os pañales y a prepararle el biberón,

bañarlo y…

¿A dónde va?Se aleja hacia el cuarto de baño e

donde está el mudador y enciende l

pequeña lámpara del oso ese que nuncrecuerdo cómo se llama, el amarillo d

ela adicto a la miel…

Víctor deja al bebé suavemente sobrel mudador, ¿qué pretende? Si no tien

dea de cómo cambiar un pañal.

Los siguientes minutos d

observación me dejan con un palmo d

nariz, ¡mierda, Víctor lo hac



espectacularmente bien! Todo u

profesional del cambio de pañal, aunqu

no sabe usar el talco. Suelto una risexplosiva al verlo estornudar.

¡Uf, qué calor del infierno! Y no e

culpa del clima. ¿Es sólo idea mía o vea un delicioso macho ocupándose de s

hijo hace hervir los deseo

reproductivos? Debe ser algo ancestraese macho sirve para conservar l

especie!

¿Dónde estás cuando necesito a m

hombre, Víctor?

Estarás almorzando con quizás quien



cuando deberías estar únicamente aqu

dentro, ¡muy dentro de mí!

Me remuevo inquieta sobre la camevocando el placer profundo de sentir

Víctor sumergido por completo en m

nterior… su boca recorriéndome besos, su lengua saboreándome entera

su apoteósico sexo danzando dentro d

mí hasta volverme loca de placer…¡Te deseo, mi ardiente potro árabe

Mi parte más íntima se retuerce e

anhelante protesta y me remuevo en l

cama intentando respirar profundo

concentrarme en otra cosa, a punto d



experimentar un orgasmo mental. Es qu

Víctor es capaz de llevarme al máxim

clímax únicamente con su recuerdo.¿Y ahora qué…?

Lo veo desaparecer tras la grues

cortina que da hacia la cocina rápidamente voy al archivo grabado d

a cámara con vista panorámic

disfrazada de manzana.Mira cómo estás lleno de sorpresas

mi bello amor…

Lo veo preparar un perfecto biberó

mientras se las arregla para mecer a s

hijo evitando que llore y me despiert



… ¿está danzando? ¡Vaya, vaya! A m

bebé parece fascinarle por la forma e

que salta en su cuna portátil… Uhombre que baila mientras prepara e

biberón de su hijo… ¡No puedo creerlo

Víctor regresa con él a la alcoba prueba varias veces la leche en s

muñeca hasta que consigue l

emperatura justa y al fin se lo ofrece.¡Ahora entiendo el misterio de mi

horas de sueño extra estas dos última

noches!

Una vez más me has engañado

Víctor.



No sé cómo pero te las has arreglad

por tu cuenta para aprender a cuidar

nuestro hijo y has logrado hacerlmaravillosamente bien.

Una singular decepción me asola

hubiese deseado ser yo quien tenseñara! Compartir esos momentos ta

especiales del primer pañal cambiado

el primer biberón hecho, estar juntoriéndonos en vez de tener que esta

viéndote en una cámara espía, y tú

escondidas mías.

Suspiro diciéndome que no teng

derecho a quejarme… ¡Demonios, tod



esto es mi culpa! No tengo derecho

quejarme ni a sentirme dolida siquiera.

Siempre te empujo hasta el límiteVíctor.

El límite en donde debes escoge

entre mentirme o enfurecerme a rabiar hasta ahora siempre has elegid

mentirme para quedarte a mi lado.

Por favor, ¡por favor, Víctor, ayúdama que ya no tengas que mentirme nunc

más!

Apenas llegues esta tarde vamos

hablar aunque se esté cayendo el mund

sobre nuestras cabezas. Necesito decirt



que lamento todo lo que te dije, necesit

pedirte que compartamos cada moment

con nuestro hijo de ahora en adelante.





Víctor.

Mentira

- ¡Tú!

La impresión me golpea como u

mazazo y me quedo paralizado con lo

ojos clavados en la atractiva mujesentada con desenvoltura en medio de

argo sofá circular de la elegant

habitación del hotel.Ella se levanta sin prisa y avanza co

paso cadencioso hacia mí. Su larg



cabello azabache se contonea junto co

ella alrededor del ceñido vestido negr

con transparencias.- Justo a tiempo –me dice al llega

frente a mí-. Estaba muy ansiosa po

volver a verte. ¡Tanto tiempo, Ghálib!Tenía razón en lo que me dijo po

eléfono, sí nos conocemos de antes.

- Nazli…La tengo justo frente a mí y no pued

creerlo, yo venía a partirle el alma a

criminal que amenazó a mi hijo y m

encuentro con alguien de mi pasado.

- La misma –me dice ella acercándos



para saludarme con un beso pero l

mantengo a distancia sosteniéndola po

os hombros.- No lo entiendo, ¿tú hiciste es

lamada? ¿De qué se trata todo esto? –

mi sorpresa y desconcierto mutarápidamente hacia una explosiva ira-

Si es una broma no tiene una maldit

gracia!- ¡Ey, por favor! Que ya has sid

bastante grosero conmigo por teléfono

protesta Nazli como si fuese la situació

más divertida del mundo.

- No puedo creerlo, ¿con qué derech





os brazos cruzados.

- Vamos que no muerdo –se burl

azli.- ¿Por qué amenazaste la vida de m

hijo? –le repito la pregunta. Es lo únic

que me interesa saber de ella ahora. Nazli frunce el ceño con una sonris

sensualmente provocativa.

- Yo no hice tal cosa. Sin duda mentendiste mal pero no te diré nada má

hasta que te sientes aquí a mi lado.

- Estoy bien así. Explícame de un

vez qué tienes que ver tú con mi hijo –l

digo conteniendo mi ira sólo porque s



rata de una mujer y jamás le tocaría u

cabello-. Espero que me digas que es

lamada no pasó de ser una broma dmal gusto tuya.

Ella sonríe abriendo demasiado su

piernas hacia mí en una directprovocación, para luego cruzarlas d

manera que la abertura lateral de s

vestido deja ver más de lo debido. Nleva ropa interior.

Sin embargo, no logra el menor efect

en mí. Ni mi cuerpo ni mi ment

reaccionan ante su incitante bellez

porque para mí no existe más mujer e



el mundo que Aurelia.

La sonrisa de Nazli se desvanece a

verme más frío que un témpano allí dpie frente a ella, inmune a sus táctica

seductoras.

- Bien, si quieres quedarte allí comuna estatua allá tú –su tono ahora e

cortante y agresivo-. Hablemos de es

crío al que llamas tu hijo. Hace unsemana llegaron voces del desierto

una de las aldeas de mi esposo, ya sabe

el milenario sistema de comunicación d

os nómades del desierto, los mensaje

raspasados de caravana en caravana, d



un jinete solitario a otro.

Al oírla recuerdo que cuando naci

mi hijo pedí dar voces por el desiertpara saber si existía algún pariente co

quien arreglar su adopción definitiva

aunque no pasaba de ser sólo unantigua formalidad. Por siglos los niño

que quedaban huérfanos eran criados e

a misma aldea como un hijo de todosLos parientes de otras aldeas jamás lo

reclamaban. En los cincuenta y dos día

que lleva mi hijo con nosotros no h

habido noticias de familiares y asum

que no los tenía pero ahora…



Nazli sonríe disfrutando del efect

que sus palabras me provocan, sab

descubrir la ansiedad que ahora masalta a la espera de que siga hablando.

Tras su teatral pausa, Nazli continúa:

- Los aldeanos reconocieron eapellido de mi esposo en el mensaje

resulta que él es primo lejano de l

madre de ese pequeño bastardo.- ¡No vuelvas a llamar así a mi hijo! –

el bramido me sale del alma mientra

descruzo los brazos dando un paso co

fuerza hacia el sofá y sólo me conteng

al ver que Nazli se apega contra e



respaldo como si temiera que yo fuese

golpearla.

Sin embargo sus negros ojos no dejade ser desafiantes y se me clavan com

frías cuchillas al responderme:

- No es tu hijo, Ghálib, mi esposiene derechos de sangre sobre él y m

ha dado pleno poder legal para venir

reclamarlo. Esta misma tarde tengo horen los tribunales y te advierto que e

uez es uno de mis amantes favorito

aquí en Riad. Ya hablé con él y fallar

de inmediato a mi favor de tal maner

que para esta noche ese crío ya estará e



mis manos y mañana se lo entregaré a m

esposo. Él estará muy feliz, siempre l

viene bien un sirviente gratis más en lcasa.

¡No! Ese no será el futuro de mi hijo

amás lo permitiré. Debo buscar unsolución, sólo una, ¡la que sea par

mpedir que se lo lleve! Tengo qu

arreglar esto aquí y ahora mismo, npuedo dejar que Aurelia se entere d

que quieren quitarnos a nuestro hijo, es

a devastaría.

- ¿Qué quieres, Nazli?

Mi voz es un gruñido bajo pero ell



no se intimida, al contrario, sabe que m

iene en sus manos y sonríe triunfalment

mientras yo sigo diciéndole:- Si quieres dinero –mi mano se va

os bolsillos en donde traigo vario

millones de dólares.- No quiero tu dinero, Ghálib, m

esposo tiene tanto o más que tú. Vamo

no somos enemigos, podemos llegar a uacuerdo conveniente para ambos.

- Si no quieres dinero dime de un

vez qué es lo que quieres.

- Bien vamos directo al punto

Ghálib… -se echa atrás en el sofá co



os brazos extendidos a lo largo de

respaldo y me recorre de la cabeza a lo

pies con una ardiente y significativmirada de deseo-. Te quiero a ti en pago

Ghálib, quiero que seas mi amante com

hace años, ¡jamás he podido olvidarteTu cuerpo, tus movimientos, tu fuego, ¡t

ardiente pasión en la cama! Ningún otr

hombre me ha hecho sentir tantensamente mujer como lo hacías tú, ¡

mira que he tenido muchos amantes! Y

siempre escojo lo mejor de lo mejor

aun así ninguno te ha llegado ni a lo

alones –hace una pausa poniéndose d



pie y se me acerca despacio par

caminar a mi alrededor examinándom

como si fuese una especie de producten exhibición-. Oh, Ghálib, si recié

empezando con el sexo eras formidabl

me imagino cómo lo serás ahora… -ssuave voz afelpada arrastr

sensualmente cada palabra-, con est

cuerpo mucho mejor desarrollado, en lplenitud de su vigor… -intenta tocar m

sexo pero sujeto su mano en el aire y l

retrocede con una sonrisa como si nada-

Te estoy imaginando desnudo… ¿t

ambién haces lo mismo conmigo? –s



ubica frente a mí y desliza su mano po

el provocativo escote.

Deseo responderle que entre el trajde transparencias, el tajo lateral de l

falda y el escote no hay mucho qu

maginar, pero no voy a entrar en suego.

- Tienes esposo, Nazli, ¿no temes

as leyes islámicas sobre el adulterio?Ella se encoge de hombros co

ndiferencia y se aleja para volver

sentarse cómodamente en el sofá

enseñándome las piernas al acomodars

de medio lado.



- Él no me denunciará jamás, a

contrario me incita y me paga mi

caprichos para que lo deje en paz coos suyos. A él le gustan las jovencitas

a sabes… de diez a quince años…

Siento repulsión al pensar en que esdesgraciado abusa de niñas pequeña

como Mine, ¡me hierve la sangre d

rabia e impotencia! Por nada del mundpermitiré que ese mal parido le pong

amás una mano encima a mi hijo.

Tras una pausa en la que Nazli m

devora sin reservas con la mirada, sigu

diciéndome:



- Y como yo tenía diecinueve años a

casarme con él ya era demasiado mayo

para sus pervertidos gustos. Comadivinarás, nunca me ha satisfecho com

mujer. Sólo fui el sello de su alianz

estratégica con mi padre. Nazli es una mujer muy hermosa

ahora es mucho más desinhibida por l

experiencia que ha acumulado en estoaños pero el brillo de la alegría ya n

habita en sus aceitunados ojos negros.

Siento lástima de que su vida no hay

do bien y por aquellos días del pasad

ntento dialogar de forma civilizada:



- Escucha, Nazli, lamento oír que n

eres feliz en tu matrimonio pero no voy

ser tu amante. Olvídalo eso no va pasar jamás, yo ahora estoy casado

amo y respeto a mi esposa.

La sonrisa de Nazli se transforma eun rictus de desprecio.

- De acuerdo, eso de ser mi amant

sonó a algo largo y engorroso y everdad no es eso lo que yo quiero. D

hecho regreso a Iraq mañana así qu

sólo te deseo por esta noche. ¡Dame un

nolvidable noche de San Valentín, com

aquella primera vez que estuvimo



untos! Enloquéceme con la ardient

pasión de tu delicioso cuerpo y podrá

conservar al crío.¡Alá, ya veía venir que ese sería s

precio!

Contengo mi impulso de darle urotundo “no” por respuesta.

- Lo siento, Nazli, jamás le seré infie

a mi esposa ni por una noche siquieraPídeme cualquier otra cosa a cambio, t

daré todo el dinero que quieras –no sac

os fajos porque por la forma en que m

está mirando sin duda me los lanzaría d

vuelta por la cabeza-. Te daré la mita



de mi empresa, si quieres.

- Ya te dije que mi esposo es u

magnate petrolero.- Sí, pero este dinero sería sólo tuyo

a no dependerías de lo que él quisier

darte.- Hum… dicho así suena interesante.

- Bien, vamos con mi abogado, le dir

que prepare de inmediato todos lopapeles de transferencia a tu nombre

me vuelvo dándole la espalda per

siento que Nazli me sujeta de una man

tira de mí hacia atrás.

- No tan rápido, no he dicho qu



acepto, Ghálib –ella se ha puesto de pie

- Deberías, porque de mí no recibirá

nada más que dinero.Sus ojos me traspasan furiosamente

recuerdo aquello que siempre me dic

Jamil; no hay nada más temible que unmujer despechada.

Un arraigado resentimiento empap

as siguientes palabras de Nazli:- ¿Sabes que cada día te maldigo po

mi desgracia, Ghálib?

- ¿Tú desgracia?

- Me dejaste, yo te confié mi corazó

lo destrozaste.



- Como yo lo recuerdo, no habí

demasiado corazón de tu parte e

nuestra relación. Todo lo que querías dmí era mi cuerpo, tenerme todo el día e

u cama a escondidas de tu familia

amigos porque te avergonzabas de que tvieran conmigo por mi mala situació

económica. Realmente intenté llegar a t

corazón, que al menos hablaras un pocconmigo antes o después de hacer d

amor, pero siempre tenías prisa

preocupada de que te descubriera

conmigo. No había sentimientos e

nuestra relación, por eso te propuse qu



mejor termináramos.

- ¡¿Por esa estupidez me dejaste?!

azli chilla exasperada y sus furiosoreproches van en escalada-. Éramo

óvenes, ¿a quién demonios le importa

os sentimientos a esa edad? ¡Sóleníamos que disfrutar de la vida! Per

ú me dejaste, ¡me humillaste, heriste m

ego femenino! Mi padre se enteró pensó que si un pobretón miserabl

como tú despreciaba a su hija, debí

casarme pronto, antes de que perdier

mi escaso atractivo para los hombres

arregló mi matrimonio con ese viej



ascivo, treinta años mayor que yo –m

mira fijamente achicando los ojos y s

odio es más fuerte que una violentbofetada-. ¿Sabes cuántas veces soñ

que llegarías a rescatarme de es

nfierno al que me empujaste?- Supe que tu padre te llevó a Ira

para casarte, pensé que serías feliz

¿cómo iba a imaginar lo que sucedía?- Si yo te hubiera importado sólo u

poco, lo habrías averiguado –Nazli s

oye muy dolida.

En el fondo de su mirada aú

vislumbro a la muchacha con quién tuv



mi primera experiencia sexual, aunqu

ahora sus ojos están endurecidos por e

resentimiento y la amargura.- Si me hubieses amado –le respond

con sinceridad-, yo habría movido ciel

tierra hasta encontrarte, Nazli, persegún recuerdo no te importó en lo má

mínimo que termináramos, de hecho m

mandaste al infierno.El odio brilla intensamente en su

ojos al decirme:

- Como sea, ahora ha llegado e

momento de pagar por tus errores de

pasado. Serás mi amante toda esta noch



de San Valentín o tendrás que arrancarl

al crío de los brazos a esa mujer qu

anto amas.Estoy entre la espada y la pared. N

puedo permitir que mi hijo caiga e

manos de ese mal nacido pero tampoce seré jamás infiel a Aurelia. Tengo qu

encontrar otra opción y rápido.

Cuando la vida te da dos opcionedebes buscar la tercera y la cuarta, ¡qu

siempre las hay! Aunque sean las má

arriesgadas y difíciles de pagar…

- Ya te lo dije, Nazli, no seré t

amante.



- ¿Pero por qué no? ¡No te entiendo

¿Tanto te cuesta pasar una noch

conmigo? ¿Tan repulsiva te parezco? –sexaspera Nazli alzando las manos

dejándolas caer sobre sus piernas-. N

e estoy pidiendo que te divorcies de tamada esposa para casarte conmigo

será sólo un polvo más sin importanci

para ti! ¿Qué más te da? Los hombreienen sexo cada vez que se les present

a oportunidad. No te pido nada del otr

mundo; nos divertimos sin compromis

unas horas, tú me complace

ntensamente, yo te doy la adopció



definitiva del crío, ¡y todos muy felices

- Es que yo no echo polvos, Nazli, y

hago el amor y no con cualquier mujersólo con la que amo. Yo no tengo sex

sólo por tenerlo, sin sentimientos, si

amor, sin el corazón y el alma amandunto con el cuerpo. El sexo sin amor e

algo vacío y sin sentido para mí.

- ¡Ya veo que sigues siendo el mismmbécil romántico de hace ocho año

atrás! Bien, como quieras, Ghálib –m

dice ella con voz dura como la piedra-

os veremos entonces en los tribunale

esta tarde. Te llamaré para avisarte e





al crío antes de que termine este día

pondrá a mi disposición a la policí

civil y a la religiosa para ir a buscarlo.- Deberías pensarlo, Nazli, ganará

mucho más aceptando mi oferta. L

mitad de mi empresa, una fortuna sólpara ti. Acepta y terminemos ya co

esto.

- No. Ya te dije cuál es el precio parconservar a ese crío; tú. En mi cama est

noche.

- Entonces no hay nada más qu

hablar. Iré a ese juicio esta tarde y si e

necesario impugnaré el resultado de



fallo y lo llevaré a las más alta

nstancias. Tengo abogados mu

competentes.- Bien, cómo prefieras… -me estrech

os ojos con intensa rabia, luego avanz

rozando mi cuerpo al pasar por mi ladhacia la puerta y la abre para mí-

Prepárate para arrancar a ese crío de lo

brazos de tu amada esposa, ¡sin dudella no te lo perdonará jamás en su vida

Esa imagen me traspasa el alma, ¡no

o permitiré que eso pase.

Salgo de la habitación y Nazli cierr

a puerta con tanta fuerza tras de mí qu



casi me la incrusta en la espalda.

Sumido en la vorágine de esto

nesperados sucesos salgo por reflejdel hotel sin darme cuenta hasta qu

alguien me extiende las llaves de m

auto. No puedo perder a nuestro hijo

jamás lo apartaré de los brazos d

Aurelia! Tengo que hacer hasta lmposible… aunque en este caso l

mposible sería pasar esta noche co

azli.

¡No! Debo encontrar otra solución.

Subo al auto y veo que mi Smartphon



que dejé olvidado en el asiento de

copiloto está llamando.

- Contestar –pronuncio el comando.- Ghálib… -oigo la voz de Nazli-. T

daré la hora y la sala del tribunal e

donde será el juicio.- ¿Ya no usas el distorsionador d

voz? –le critico.

- Temí que si reconocías mi voz nquerrías venir. Tenía que asustarte

amenazarte para que corrieras a mi

brazos y resultó.

- Dame de una vez la información. N

engo interés en seguir hablando contigo



- Vaya, eso no es muy amable, t

recordaba más gentil, Ghálib.

- Lo soy con las personas que namenazan con quitarme a mi hijo par

ponerlo en manos de un enfermo.

- Bien, ¿tienes dónde anotar?- Sí.

No necesito anotarlo, siempre teng

activada la grabación de las llamadapara guardar los datos de mis reuniones

Nazli me da la información

concluye amenazante:

- Ya vendrás de rodillas a suplicarm

que te acepte en mi cama, cuand



pierdas el juicio esta tarde.

Apenas corto esa funesta llamada m

comunico con Aurelia. Utilizo lobreves segundos que tarda l

comunicación para respirar hondo

ntentar sonar perfectamente tranquilo ahablar con ella.

Cuando me contesta actúo como s

nada malo sucediese y le aviso que hono podré ir a casa a almorzar. L

desagrada la noticia, lo noto en el ton

áspero de su voz al decirme que est

bien.

Quisiera hablar un poco más con ella



oír su voz por un momento más pero m

corta molesta.

No, en realidad no está bien, mamor. Querías hablar conmigo y yo sal

corriendo únicamente par

encontrarme con la noticia de qu

ntentan quitarnos a nuestro hijo y n

ara darle un hogar lleno de amor y

cuidados, todo lo contrario. No pued

ermitir que te enteres de esto, Aurelia

te destruirían los fantasmas de

asado!

Con el móvil en mi mano sin nadi

más con quien quisiera hablar, que aque



ser que me ha cortado la llamada, m

siento solo, infinitamente solo.

***

A las seis de la tarde salgo deribunal y me desplomo abatido dentr

del auto golpeando la frente contra e

volante para quedarme allí apoyadmientras el mundo se derrumba sobr

mí.

Mis abogados no han logrado ganar e

uicio.

Estaba perdido antes de empeza



porque el juez fue comprado por Nazl

con algo mucho más valioso para él qu

el dinero. Aun así después de ir por emétodo legal mis abogados tenía

nstrucciones de ofrecerle lo que fuer

que pidiera en efectivo, propiedadesacciones… pero todo fue inútil. Inclus

presenté certificados médicos falsos qu

conseguí esta mañana para alegar que ebebé sufre una condición médic

rarísima de difícil y costoso tratamiento

Sé que eso habría disuadido

cualquiera, incluso el juez arrugó e

ceño cuando le preguntó a Nazli si igua



quería al bebé, sin duda pensó que serí

un problema para su amante. Pero ell

dijo que estaba dispuesta a cuidarlo simportar su condición y el juez emitió s

comprado e inflexible fallo: Deb

entregar a mi hijo en manos de Nazlantes de la medianoche de hoy, 14 d

febrero, Día del Amor. ¡Día en qu

destrozaré el corazón de Aurelia si lquito a nuestro hijo!

Sostengo en mis manos los frío

papeles que tienen el inmenso poder d

destruirnos la vida.

No, esto no puede ser, ¡me nieg



desesperadamente a aceptarlo!

Alá Bendito, ayúdame, ¡porque po

ningún motivo permitiré que nos quiten nuestro hijo!

Deseo llamar a Aurelia, oír su voz

decirle que ya voy camino a casa y quenemos que hablar de algo mu

mportante. Ya no se trata de es

discusión que ahora me parece tarivial comparada con lo que deb

decirle: Que se prepare porque debemo

dejar el país dentro de las próxima

horas. Y lo peor vendrá cuando le dig

el motivo…



Cierro los ojos buscand

desesperadamente otra solución pero l

única alternativa que me daba Nazli eprecisamente lo único que jamás haré e

mi vida. Moriría antes de serle infiel

Aurelia.Sin embargo, ahora no es mi vida l

que está en juego sino la de mi pequeñ

e indefenso hijo.El móvil llamando me suena chocant

porque no es el tono particular d

Aurelia, es el de una llamad

desconocida y adivino de quién se trat

antes de mirar la pantalla.



- ¿Qué quieres, Nazli? Ya no tenemo

nada más que hablar –estoy decidido

r a la empresa para prepararápidamente nuestra huida del país.

Esta misma tarde Aurelia, nuestr

hijo, Mine y yo desapareceremos demapa. Jamil e Inés no necesitan pasa

por eso así que si quieren quedars

serán administradores del palacio.La voz de Nazli suena triunfal y llen

de arrogancia:

- ¿Ahora sí ya estás listo para veni

arrastrándote de rodillas a suplicarme

Ghálib? Te dije que jamás ganarías es



uicio de adopción pero todavía esto

dispuesta a negociar, puedo decirle a m

esposo que el crío está muy enfermo sin duda no querrá saber nada más de é

aunque yo sé que esos certificado

médicos que presentaste son más falsoque el amor que me juraste cuando no

conocimos. De todas formas nos vien

bien que haya quedado estipulado en lopapeles del juicio, así mi esposo l

creerá de inmediato.

Veo abrirse una ligera esperanza.

- ¿Y qué quieres a cambio, Nazli?

- Por supuesto te quiero a ti. Quier



enerte sólo para mí durante tres hora

esta noche, ¿ves que estoy siend

generosa? Bajé de toda una noche a sólres horas, desde la nueve hasta las doc

de esta noche. Si te entregas a mí en tod

u deliciosa desnudez y me das tus tremejores horas de fuego y pasión podrí

aceptar esa propuesta económica tuya

de traspasarme la mitad de tu empresaEso es lo que quiero. Que tu pasión y t

ardiente amor sean míos y sólo mío

durante tres horas esta noche de Sa

Valentín.

- No.



- Vamos, ¡sí que te gusta regatearme t

cuerpo! ¿Quieres menos de tres horas

¿Acaso no eres capaz de durar tantcomplaciendo a una mujer?

- Lo siento. No hay regateo posibl

porque yo no estoy venta –ya fucomprado una vez por una maravillos

Diosa Dorada que se convirtió par

siempre en mi única dueña, dueña de malma, de mi corazón, de mi cuerpo, ¡d

odo mi ser!

- No iré, ya lo sabes. Te dije qu

amás le seré infiel a mi esposa ni po

un minuto siquiera.



- Muy bien, entonces en veint

minutos estaré en tu casa para reclama

a ese crío. Aquí tengo la dirección… me la lee con exactitud-. Llevaré a mi

guardaespaldas y a la policía religiosa

civil para que me ayuden a entrar rescatar a ese niño de sangre árabe d

as manos de esa infiel extranjera. A ve

cómo le explicas eso a tu mujer, porquconociéndote podría jurar que todaví

no le has dicho nada de esto. ¡Oh, clar

que no! El gentil príncipe jamá

molestaría a su dama con semejant

problema que juraría resolver por s



mismo en secreto lo antes posible. ¡Ah

Y por si estás pensando en hacer algun

ontería como huir del país, el jueambién dictó una amplia orden d

arraigo para ti y todos los de tu casa.

Inspiro hondo para controlar mi ira:- Ya no sigas hablando, Nazli –vibr

al contenerme para no gritarle. Jamás l

gritaré a una mujer aunque éstamentablemente se haya convertido e

una mala persona en los últimos och

años-. Iré a tu hotel esta noche a la

nueve con una nueva propuesta que n

podrás rechazar.



Es mi última oportunidad d

convencerla de cederme la adopció

egalmente por algún precio, ¡cualquieprecio! Menos el que ella pide.





Aurelia.

Esperándote

¡Vaya mierda de día de San Valentín!Aquí extrañando a Víctor y con un

conversación pendiente sin saber s

sigue enojado conmigo o no.

Pero lo que más me preocupa es es

actitud extraña de él desde que recibiesa llamada que lo puso muy tenso

demasiado nervioso…

¿Qué está pasando, Víctor?



Mi niño despierta de su siest

reclamando mi atención y de inmediat

Catalina y Salomé se desperezan saltan fuera de la cuna escapando de s

agudo llanto.

Camino hacia mi bebé pensando en largo que se me ha hecho este dí

esperando a Víctor para hablar con é

después de que no vino a la hora dalmuerzo. Cuando me llamó su vo

estaba empapada de tensión y de un

nusual ansiedad que casi me sonó

culpabilidad.

¿Por qué podría sentirse así? Es qu



no lo entiendo e insisto, ¡vaya mierda d

día de los enamorados! Y creí que aque

San Valentín de paseo por Riaescapando de la policía religiosa habí

sido terrible. Aunque luego tuvo un fina

maravilloso...Ahora en cambio he pasado este dí

de los enamorados en la más rotund

soledad.Me paseo por la alcoba con mi beb

en brazos sintiendo un profundo vacío e

mi corazón por estos días en que Vícto

yo hemos estado algo distantes tra

nuestra discusión... Pero miro a mi hij



en mis brazos y el vacío se atenúa con l

cálida ternura que me estremece hasta e

alma.- Tú me haces sentir que no estoy ta

sola, mi principito adorado –le digo

beso suavemente su frente mientras suvivaces ojillos parecen entender mi

palabras.

Salgo con él a sentarme en el balcón dejo vagar mi nostálgica mirada por e

anochecer lleno de altos edificio

luminados de esta restrictiva ciudad

que ya me está asfixiando. Ni siquier

puedo salir a dar un paseo por mí mism



en auto con mi hijo; las mujeres n

ienen permitido conducir, es ilegal

culturalmente inaceptable.¡Estoy harta de Riad, de sus leye

machistas, su calor, sus escorpiones y s

Vodka de mil dólares en el mercadnegro…!

Y de lo que sea que ahora mantenga

Víctor alejado de mí en el día de SaValentín.

Admito que no soy la reina de la

románticas pero en verdad extraño lo

adorables detalles amorosos que Vícto

se esmeraba en darme en este día…



¡Mierda, estoy hablando en pasado!

¿Eso significa que la magia termin

entre nosotros? ¿Se acabó la ilusión deamor eterno y de ese “juntos po

siempre” de nuestro cuento de hadas?

Suspiro recordando que desde qunos reencontramos en Ibiza no ha habid

otro momento en que hayamos estad

anto tiempo sin vernos, sin tocarnos, siamarnos aunque fuese a través de un

mirada en la mesa en medio de la cen

familiar.

Todo mi ser te extraña y te espera

Víctor, pero a ti no parece importarte…



Tal parece que en verdad sigues molest

conmigo por todo lo que te dije el otr

día.¿Podría ir peor este famoso día de

amor…?

De pronto oigo el apagado sonido dunos pasos sobre los alfombrado

peldaños de la escalera. Es Víctor, al fi

a está aquí. Me levanto del sillón en ebalcón y entro a la alcoba para dejar

mi bebé dormido en la cuna. El corazó

me late tontamente apurado como un

niña que espera le traigan su regalo d

navidad.



Yo no quiero mi peso en oro, n

quiero las más valiosas joyas, ¡m

regalo eres tú, Víctor! Que me sonríaus increíbles ojos verdes, que tus labio

me besen con esa dulzura y pasión qu

me envía a la estratósfera.Que todo vuelva a estar bien entr

nosotros.

Es el único regalo que deseo en estdía.

Además de tu cuerpo desnudo y tod

entero para mí.

No me importa si no traes un moño d

cinta en aquella portentosa parte tuy



que tanto me gusta ver dura y desafiante

altivamente alzada a los cuatro vientos

an caliente como brasas encendidasista para volverme loca de placer.

Víctor entra a la alcoba y se detien

frente a mí. De inmediato noto algo muextraño en su mirada, es una mezcla d

antas cosas que no logro descifrar d

qué se trata pero es como si una negrnube estuviese instalada sobre él y m

estremece el escalofrío de un terribl

mal presentimiento.

Él me mira sin avanzar hacia m

detenido allí en medio de la alcob



como si tuviera algo muy importante qu

decirme.

Algo doloroso…¿Qué demonios? Tengo que arregla

ahora mismo todo esto que detoné co

esa discusión del otro día.- Víctor, ya es suficiente de est

situación absurda, ¿no te parece? –vo

directo al asunto-. Lamento todas laacusaciones injustas que te hice, estab

estresada tú sabes que yo jamás creerí

realmente que eres un egoísta ni nada d

odo eso que te dije. Sé que me ama

más allá de lo físico así que ya no e



necesario que sigas usando ese ridícul

pijama ni eludiéndome en los desayuno

almuerzos, y que parezcas estar eJúpiter durante la cena. Lo lamento, ¿d

acuerdo? Ya no estés molesto conmigo.

Víctor oye mi discurso con unextraña nube opacando el enamorad

brillo que siempre danza en sus ojos a

mirarme y al fin se lanza a abrazarmcomo si no nos hubiésemos tocad

durante siglos.

- ¡Jamás estuve molesto contigo

Aurelia eso me sería tan imposibl

como molestarme con el aire qu



respiro! –me dice con abrumador

vehemencia envolviéndome en s

abrazo, su mano sumergida en mcabello se siente deliciosamente cálida

su brazo alrededor de mi cintura y mi

senos apretados contra su pecho son eexquisito contacto que tanto anhelaba

Lo abrazo con fuerza mientras oig

palabras que no necesito oír de suabios-. Soy yo quien debe disculparse

ienes razón fui muy infantil con eso de

pijama y de saltarme las comida

contigo es que quería evitar qu

pensaras mal de mí y me dolí



demasiado ver la ira y el reproche en tu

ojos, habría hecho lo que fuera par

demostrarte que no buscaba provocartni nada parecido y por eso…

- ¡Ey, ey, alto ahí! –protesto riendo

me echo atrás para mirarlo a la cara aúabrazados-. Esta era mi disculpa no l

uya y todavía no he terminado. Result

que vi las cámaras de seguridad de lados últimas noches…

Se lo digo muy seria y veo desfila

por su rostro el asombro, l

preocupación y al final cierta culpa.

- Las cámaras –repite en un susurro-



Alá, las olvidé por completo! Lo siento

Aurelia, no quise pasar a llevar…

- ¡Allá vas de nuevo! Si no me dejaerminar de hablar voy a tener qu

conseguir una mordaza de la mazmorra.

Él me sonríe con tanto amor que todo que deseo es llevarlo a la cama y n

parar de hacerle el amor hasta e

amanecer, pero de pronto alguiereclama nuestra atención.

Nuestro bebé despierta llorando en l

cuna y percibo el movimiento reflejo d

Víctor de ir hacia él pero se refrena

me mira. Yo voy hacia la cuna.



- Ven aquí mi porotito hermoso –l

omo en mis brazos y deja de llora

mientras sigo diciéndole a Víctor-Lamento mucho haber sido tan egoíst

respecto a nuestro hijo. Gracias po

haber cuidado de él y por esamaravillosas horas de sueño que m

procuraste a pesar mío. ¿Te apuntas a

primer turno de esta noche? –le tiendo nuestro bebé para que lo tome en su

brazos y sólo Dios sabe cuánto trabaj

me ha costado lograr este nivel d

confianza, de ser capaz de poner a m

bebé en otros brazos que no sean lo



míos.

Estoy segura de que Víctor también s

da cuenta del gran esfuerzo que msignifica este gesto. Por un larg

segundo él se paraliza mirándome com

si le estuviese otorgando el mayoprivilegio del mundo. Su rostro s

lumina de dicha y extiende las mano

para tomar a su hijo pero al instantsiguiente esa negra sombra vuelve a cae

sobre él y lo hace bajar los brazo

desistiendo de recibir al bebé.

En vez de eso me mira y ahora e

verdad siento escalofríos al ver l



urbulenta preocupación que ensombrec

su mirada.

¡Mierda! ¿Qué está pasando?- Aurelia, debo decirte algo mu

mportante… -justo suena otra vez s

noportuno Smartphone.Chillón, disonante, impertinent

aladrándome los tímpanos, ¡jodid

aparato te estás ganando en serio ubuen martillazo!

- Un segundo, por favor –me pid

Víctor y antes de mirar la pantalla ya s

está alejando a la carrera para contestar

Sabe quién lo está llamando y n



quiere que yo lo oiga.

¿Qué demonios es eso tan important

que tiene que decirme?Se va a hablar al fondo del cuarto d

baño mientras yo paseo a mi tesoro

agudizo mi súper oído.- …voy –la voz de Víctor se oy

ensa-, lo sé… allí… -atrapo sól

palabras sueltas. De nuevo él estbajando muchísimo la voz.

Sin embargo, su interlocutor no hac

o mismo y alcanzo a oír la aguda voz d

una mujer. No capto sus palabras pero e

ono me suena exigente. Como alguie



que reclama algo que sabe que e

suyo…

El corazón me salta encabritado.¿Víctor está viéndose en secreto co

una mujer?

¿Qué mierda está pasando aquí?Él corta la llamada y regresa a m

ado. Está cabizbajo, pensativo y cuand

me mira siento una inmensa confusiópor lo que descubro ahora en eso

expresivos ojos verdes.

¿Nerviosismo, ansiedad, tensión?

- Discúlpame, Aurelia, por favor… l

que quería decirte puede esperar hast



que vuelva…

- ¡¿Qué…?! –doy un respingo si

poder creerlo-. ¿Vas a salir de nuevo?- Es algo muy importante que deb

hacer… –me dice ambiguament

mientras sus ojos se pierdecontemplando a Víctor junior-. S

presentó algo urgente en la empresa.

- ¿A las nueve de la noche? –micejas alzadas hasta el techo acentúan m

ono de incredulidad.

- Es un posible socio que iba a ve

mañana…

Víctor se aleja hacia su vestido



mientras hablamos y reemplaza su traj

oscuro por uno blanco.

Lejanamente le oigo decir que se tratde un cliente que tiene que adelantar s

partida de Riad, así que debe verl

antes de que se vaya esta noche.- Volveré lo antes posible –concluy

Víctor.

Eso me deja todavía más confundidmeciendo a mi bebé en brazos mientra

crece en mi interior una extrañeza que s

me hace incómoda, se me apega en l

piel crispándomela como una ropa qu

amás hubiera querido usar. Es l



maldita duda de que él me est

engañando con otra mujer… ¡El sól

pensarlo me traspasa dolorosamente ealma! No, eso sería imposible, ¡él no e

así!

Esto es de apología…Víctor comportándose tan lejano

dándome motivos para concebir l

desgraciada sospecha de que me engañajusto en el famoso día de San Valentín!

No me ha saludado por este día, n

me ha hecho sus apoteósicos regalos n

me ha sobrecogido con sus romántica

sorpresas. Ha estado todo el día fuera



ahora que al fin regresa a las nueve de l

noche, ¡se va de nuevo!

Estoy tan abrumada que casi no puedrespirar y hasta sospecho haber sid

arrastrada a una dimensión desconocid

mientras dormía.De pronto me aferro a una ide

salvadora, ¡es un truco de Víctor par

hacer más formidable su sorpresaComo cuando tus amigos te hacen cree

que han olvidado tu cumpleaños, hast

que saltan desde atrás del sofá gritando

“¡Sorpresa!”.

Sí, eso debe ser, lo quiero creer co



oda mi alma. Víctor está actuando par

sorprenderme y lo hace muy bien.

Él termina de arreglarse y menvuelve en sus brazos con nuestro hij

en medio en un extraño abrazo que m

sabe a dolor, casi a despedida…¡Mierda!

Luego para rematar me da un rápido

apurado, con gusto a poco, beso.Abismada sólo atino a preguntarle:

- ¿Vas a volver antes de las doce

Sólo te quedan tres horas del día de Sa

Valentín, ¿recuerdas de qué se trata? E

ese día en el que todos los años m



nundas con las muestras de tu amor

con kilos de joyas de oro y diamantes

Pues olvida las joyas, sólo dame ubeso con un: “Feliz San Valentín…”

Víctor tarda eternos segundos e

responderme:- Lo siento, Aurelia, por favo

perdóname… –sus palabras transmite

un desgarrado dolor, algo profundo, unagonía que sólo la culpa es capaz d

ograr. ¡Ahora sí que siento pánico!-

Haré lo imposible por regresar antes d

as doce.

Lo dice como si alguien lo fuese



mantener encadenado en alguna part

hasta esa hora.

¡Doble mierda!¿En verdad estará fingiendo par

darme una sorpresa o debo empezar

preocuparme muy en serio?Quizás sea hora de averiguarl

directamente.

- ¿Quién te llamó? –le preguntratando de que parezca algo si

mportancia mientras él ya se aleja haci

a puerta.

Se congela un segundo y me respond

sin volverse a mirarme:



- Mi asistente de la oficina.

- ¿Ese hombre mayor de pelo cano

voz muy gruesa? –recuerdo esa voz, a uabismo del agudo tono femenino que o

por el móvil.

- Sí, Said, él me llamó.Ya es oficial, ¡Víctor me est

mintiendo descaradamente!

Al llegar a la puerta él se vuelve pardecirme:

- En verdad lo siento mucho, Aurelia

perdóname por favor…

Sus palabras se escapan al vient

mientras yo sólo veo una cosa: ¿Eso qu



acabo de atisbar en su mirada fue un

huidiza sombra de culpabilidad?

Una dolorosa culpabilidad.¿Por qué demonios se sentirí

culpable? ¿Por ir a una puta reunión d

negocios…? ¿Por estar preparándomuna sorpresa de San Valentín que a esta

alturas ya no me hará ni puta gracia?

En ese caso yo vería como siempre ebrillo travieso en sus ojos aunqu

pretendiera estar serio para ocultarme s

sorpresa romántica.

Pero ahora no hay nada de eso en s

mirada y de pronto la sospecha escal



ferozmente dentro de mí hasta alcanza

niveles cósmicos. Se me ponen mi

nudos en el estómago mientras un hielerrible avanza congelándome entera po

dentro.

Esto no puede ser…¡Víctor va a encontrarse con un

mujer!

Las dudas, la rabia, los feroces celome golpean todos juntos al mism

iempo nublando de rojo mi vista hast

que fijo mis ojos en la pequeña criatur

que duerme en mis brazos.

- ¡Vamos de paseo, mi niño!



Rápidamente voy al citófono

convoco a un conductor que no se

Jamil, porque él se lo diría luego Víctor.

A los pocos minutos salgo del palaci

con mi niño en la cuna portátil quaseguro muy bien en la silla especia

para bebés del vehículo y partimos e

persecución de Víctor.Voy guiando al conductor a través de

GPS de mi móvil… Víctor toma e

mismo camino del otro día, se dirige d

nuevo al Hotel Al Waha Palace… E

Oasis Palace en español, sonrí



amargamente ante la ironía de que m

estuviese engañando con otra mujer e

un “oasis”.¡Mierda, esa sola idea me llena d

una furia incontenible! Una rabi

ncendiaria sólo superada por el intensdolor de sospechar siquier

mínimamente que Víctor haya dejado d

amarme…¡No, no, no!

Eso no es posible. ¿O sí…?

Al fin llegamos al hotel y baj

levando a mi bebé en brazos. Al llega

a la recepción le hablo en inglés a



encargado preguntándole por Gháli

Garib.

El tipo me responde que no haregistro a su nombre así que desliz

varios billetes sobre el mostrador y l

pregunto por el hombre alto y muy guapvestido entero de blanco que acaba d

entrar. El recepcionista me alza las ceja

reticente… le deslizo un turro más anchde billetes y se pone a cantar como u

ruiseñor: No puede darme el número d

a habitación pero sí el nombre de quié

se hospeda en ella:

- La señora Nazli Hamed.



Una mujer.

Se me corta la respiración… la tierr

se sacude bajo mis pies, todo mi munderremotea al ver confirmada mi má

errible sospecha…

¡No! No puede ser, ¡Víctor no puede esta

engañándome con otra mujer!

El empleado me pregunta no sé qucosa, que si quiero un vaso de agua…

Yo lo miro con ojos psicópatas y l

exijo que me dé el número de l

habitación pero se niega rotundamente

i todo el dinero del mundo lo har



romper con esa política de privacida

del hotel, podría costarle su puesto.

El muy listo adivinó mis intencionede armar un escándalo de puta madre e

esa habitación.

Si estuviese sola lo mandaría anfierno y me lanzaría a patear todas la

puertas del hotel, a gritar por todos lo

corredores piso por piso, a hacer saltaa alarma de incendio, ¡lo que fuer

hasta encontrar a Víctor con esa mujer!

Pero en vez de eso miro al inocent

bebé en mis brazos y él me sujet

despertando en mí una cordura que n



sabía que poseía. Jamás pensé que serí

capaz de controlarme tanto, de tomar un

situación como esta con tanta madurez.Entonces me vuelvo y salgo del hotel

El corazón se me desgarra entre la

dudas y la incertidumbre pero ya llegarel momento de aclarar esto frente

frente con Víctor.

- Volvamos a casa, mi niño, que ya ea hora de tu biberón.





Víctor. Una danza

Ha sido un día extenuante. Todo l

que deseaba era estar junto a Aurelia

pasar este día de los enamorados a sado rodeándola de detalles romántico

que le recuerden que es la única muje

que existe en el mundo para mí, que elles mi vida, mi destino, mi felicidad…

que la amo con todo mi ser!

Pero en vez de eso debí pasar todo edía en un tribunal luchando por ganar l

custodia definitiva de nuestro hijo.



Luego de esa llamada triunfal d

azli tras ganar el juicio, comencé d

nmediato los preparativos para salifurtivamente del país esta noche, en cas

de que no resulte mi último intento d

negociación con ella, dentro de medihora.

Aurelia…

Ahora que al fin he podido regresar casa a las ocho y media de la noche oig

su disculpa y quisiera arrojarme a su

pies a rogar su perdón por dejar que u

error del pasado esté a punto d

arrebatarnos a nuestro hijo, pero no…



¡No puedo decírselo porque eso l

devastaría!

Sólo puedo abrazarla codesesperación y pedirle que no s

disculpe, ya ni siquiera recuerdo tod

aquello que me dijo. Fui muy estúpido asentirme dolido sin darme cuenta de qu

Aurelia jamás pensaría en serio eso d

mí, de que sólo era producto de su estrépor la falta de descanso.

¡Oh, Alá! Es increíble como un

amenaza mayor te da una clar

perspectiva de las cosas. Ahora ante e

peligro de perder a nuestro hijo todo l



demás me parece tan fácil de solucionar

Aurelia detiene mi disculp

amenazando con traer una mordaza de lmazmorra y siento tanto amor por ell

que hasta me duele el corazón. ¡M

bellísima Diosa Dorada! Por favor tramil gruesas cadenas para que nunca nad

ni nadie pueda apartarme de tu lado.

Luego Aurelia me dice que ha vistas cámaras de seguridad, que lament

no haberme permitido antes ayudarl

con nuestro bebé y hace algo que y

anhelaba con toda mi alma desde hac

iempo…



¡Me extiende a su más preciad

esoro! Se me corta la respiración al ve

que al fin confía en mí y que lo entregella misma en mis brazos… Es un sueñ

hecho realidad, ya no deberé cuidar d

mi hijo a escondidas mientras ellduerme, ya podremos comenzar

disfrutar ambos de esta maravillos

experiencia. Entiendo el gran esfuerzque este paso debe costarle, lo entiend

lo valoro en toda su magnitud, m

emoción es tan grande que no logr

pronunciar ni una palabra y sólo atino

extender mis brazos para recibir a m



hijo…

Pero justo en ese instante me golpe

el recuerdo de lo que está sucediendoMe cuesta mirar a Aurelia a los ojos

me siento un miserable por tener qu

decirle que debo irme…¡Alá Bendito, no deseo nada más qu

quedarme aquí a su lado cuidando d

nuestro hijo!Me desgarra el deseo de besarla

rogarle perdón por no haber estado co

ella en este día de San Valentín, pero m

nterrumpe el llamado de Nazl

exigiéndome ir a su encuentro.



Ya son las nueve de la noche, esto

atrasado.

Al cortar el móvil se me destroza ealma al decirle a Aurelia que debo irm

otra vez.

Muy confundida y dolida, ella mrecuerda que hoy es el día de Sa

Valentín…

Bajo la mirada con culpabilidaporque justo ahora me sentirí

demasiado hipócrita al desearle un feli

día del amor si no soy capaz de asegura

su felicidad ni el bienestar de es

nocente criatura que llena de materna



amor su corazón.

Inspiro muy profundo al cruzar l

alcoba para salir hacia la cita con Nazl desde la puerta me vuelvo y so

ncapaz de refrenar las palabras qu

brotan de mi alma:- En verdad lo siento mucho, Aurelia

perdóname por favor…

¡Perdóname por lo que voy a hacermi amor!

Pero es la única forma, es la únic

solución. Lo superaremos, ¡te juro qu

untos lo superaremos!

Al cerrar la puerta de la alcoba oig





***

Mi vehículo vuela por la carreter

hacia el hotel de Nazli, que me esper

convencida de que voy a su encuentrpara cumplir con mi parte del trato tal

como ella lo desea.

Por fin el iluminado hotel se alzfrente a mí en la noche de Riad y baj

deprisa de mi auto hacia mi últim

oportunidad de salvar legalmente a m

hijo de las manos del pedófilo espos

de Nazli.



Lo único que tengo que hacer es tene

res horas de sexo con ella.

Nazli todavía no entiende que yamás estaré ni un minuto siquiera e

brazos de otra mujer que no sea Aurelia

Entro a la habitación del hotel y veque Nazli no está en la lujosa sala d

estar. De inmediato su voz me llam

desde atrás de las puertas dobles qudan paso a la alcoba.

Avanzo y las abro con determinación.

Nazli está tendida muy provocativa e

a cama, vestida únicamente con u

sensual batín negro de abiertos encaje



que dejan ver perfectamente s

escultural figura. Ella me mira fijament

pero ni mi rostro ni mi cuerpo expresaa más mínima emoción.

- Te espero en la sala para qu

hablemos –le digo dándome la vuelta.- No, no hay nada que hablar. Ve

aquí a mi cama de una vez, Ghálib

quiero darle un mejor uso a esexquisita boca tuya… –me respond

segura de tenerme en sus manos-

Desnúdate y ven a mí, compláceme a l

perfección hasta llevarme al máxim

éxtasis como sólo tú sabes hacerlo co



una mujer y al final de las tres hora

usto a la media noche, cuando ya m

engas plenamente satisfecha te entregaros papeles de traspaso de la adopció

que he hecho preparar a mis abogados.

El crío será tuyo para siempre.Viéndola allí tendida recuerd

nuestros días juntos… Alguna vez cre

estar enamorado de ella pero luego mdi cuenta de que no era verdadero amor

Lo supe cuando conocí a Aurelia.

En verdad lamento que la vida hay

cambiado tanto a Nazli, pero es

ugarreta nos la hace a todos… sól



debemos rogar porque los cambios n

destruyan por completo nuestr

verdadera esencia y que siempre noquede la fuerza de transformarlos e

aprendizajes positivos.

La miro profundamente a los ojontentando encontrar algún resabio de l

antigua Nazli y con ese recuerdo de ell

en mi mente le tiendo la mano.- Ven, Nazli, es sólo un momento.

Ella al fin me entrega su pequeña

blanca mano y la ayudo a levantars

para ir a sentarnos a los sitiale

ubicados a un lado de la cama con un



mesa de desayuno en medio.

- No sé por qué quieres segui

perdiendo el tiempo en hablar, Ghálibcuando sabes hacer cosas muchísim

más fascinantes con esa perversa lengu

uya, ¡hum…! –se retuerce en la sillcomo a punto de tener un orgasmo.

Exagera sin duda alguna.

- Nazli, por favor concéntrate –lpido-. Ahora estamos hablando de l

adopción de mi hijo, esta es mi últim

oferta –le extiendo la carpeta que h

raído.

Ella niega con la cabeza con un gest



de fastidio dejándome con la man

extendida.

- Ya te lo he dicho, Ghálib, el dinerno me interesa.

Dejo la carpeta sobre la mesita

como si no la hubiese oído se la señaldiciéndole:

- Son los documentos de traspaso d

mi empresa, ahora es cien por cientuya, ya está todo legalmente a t

nombre.

- ¿En serio? –ella sonríe co

ncredulidad y toma la carpeta par

examinarla. Luego de hojearla levant



os ojos hacia mí y hay un indignad

fulgor en ellos-. ¿Realmente prefiere

perder toda tu empresa en vez de teneres horas de sexo conmigo? –la ir

clava sus ojos más y más intensament

en los míos-. ¡Cómo te atreves nsultarme así!

- No se trata de eso, Nazli. Te dij

que para mí no existe otra mujer más qumi esposa. Jamás estaré en otros brazo

que no sean los de ella y…

- ¡Ya entiendo! –me interrumpe con u

bufido y esboza una amarga sonris

burlona-. Lo que pasa es que te gusta



os sádicos juegos enfermizos de es

mujer, quizás aceptarías feliz m

propuesta si en vez de sexo normal texigiera someterte a mí en una de esa

depravadas sesiones de azotes

orturas.Me congelo ante esas palabras.

- ¿De dónde sacaste eso? –le pregunt

sin entender cómo conoce esos detallede nuestra intimidad.

- Hace unos meses estuve en un

fiesta muy interesante en España

conocí a un amigo de tu esposa o com

él la llamaba, la Diosa Dorada. Tal ve



ú lo recuerdes, se hace llamar Zeus

ambién tiene muchas ganas de volver

verte.Zeus, ¡ahora entiendo!

- Mis gustos personales no tiene

nada que ver con lo que estamoratando –intento desviar el tema-. L

que yo te ofrezco es una empresa que t

reportará una fortuna igual o mayor a lde tu esposo, podrás hacer lo qu

quieras con ese dinero. Vamos acepta

¿de qué te servirá entregarle el bebé

ese hombre? Todo seguirá igual para t

después de eso, en cambio si aceptas m



oferta podrás empezar una nueva vida

libre de ese hombre al que no amas!

- ¡No me hables del amor que es unmierda! Tú juraste que me amabas

uego destruiste mi vida al dejarme.

- Lo lamento mucho Nazli, esa no fumi intensión. Una arraigada amargur

nunda su oscura mirada y me lanza su

palabras como dardos venenosos:- El pasado ya no tiene remedio

Ghálib, pero justo ahora me haría mu

feliz devolverte el favor y joderte l

vida a ti, quitándote a ese crío. E

iempo de que pagues por tus errores.



- No te pagaré el precio que pides.

- Entonces tendrás que entregarme a

crío ahora mismo. Si en verdad amaraanto a tu esposa como proclamas, haría

o que fuera por evitarle el gran dolor d

arrebatarle a su hijo.En eso Nazli tiene razón, ¡yo haría l

que fuera!

Ella se pone de pie y me tiendmperiosamente su mano:

- Ven ahora mismo a la cam

conmigo.

- Tienes razón, Nazli, yo haría lo qu

fuera ¡excepto eso! Yo amo y respeto



mi esposa, ella es el único sol de m

vida y jamás le seré infiel ni permitir

que sufra el menor dolor. Así que npienses ni por un minuto que voy

quitarle a nuestro hijo de los brazos par

que se lo entregues a ese tipo que jamáe dará el amor y los cuidados qu

nosotros sí le prodigaremos. Vamos

azli, te pido disculpas si te hice dañen el pasado, por favor, no le cobres mi

errores a una criatura inocente.

Ella me oye de brazos cruzados. S

finísimo perfume llena de un cítric

aroma toda la alcoba mientras me exhib



provocativamente su cuerpo bajo l

rasparencia del batín y me habl

arrastrando como de terciopelo cadpalabra que sale de sus labios:

- Tú tienes la culpa de que jamás hay

enido una vida sexual satisfactoriaDejaste la vara demasiado alta! Eres e

mejor amante que he tenido en mi vida

después de ti no he podido encontrar ningún hombre que me hiciera el amo

an ardientemente como lo hacías tú, ta

ntenso al moverte dentro de mí con eso

formidables movimientos de pelvis

caderas como en tu danza… hum –hac



una pausa con la respiración agitad

mientras se aproxima a mí lentamente-

De sólo recordarte desnudo mhumedezco entera y mi sexo palpit

ntensamente excitado al recordar cóm

me encendías en llamas sin paradurante horas… -al llegar frente a m

ntentar sentarse a caballo sobre mi

piernas. No lleva ropa interior. Imposible n

notarlo si en un veloz movimient

avanza hasta empujar su pelvis delant

de mi cara.

Rápidamente me pongo de pi







poder del dinero y yo tengo el suficient

para desaparecer con toda mi familia si

dejar el menor rastro, dentro o fuera deste país.

Nazli se cruza de brazos y se pase

engrifada delante de mí de un lado a otrmientras suelta sus amenazas:

- Muy bien, si eso es lo que quiere

me encargaré personalmente de que nvuelvas a vivir en paz por el resto de t

vida. Serás un prófugo de la ley y má

feroz y con mayor alcance será l

cacería que desataré en tu contr

utilizando todos los recursos de m



magnate esposo para enviar tras de ti

os mejores caza recompensas de

mundo, ¡harás huir a tu mujer y a tu hijpor el resto de sus vidas! ¿Esa es la vid

que quieres para ellos? ¿Qué clase d

hombre eres si prefieres eso a teneapenas tres horas de sexo conmigo?

- Soy de la clase de hombre que elig

más allá de las dos primeras alternativafáciles. Digamos que me gustan lo

retos. Vamos acepta mi oferta, Nazli,

erminarás sin el bebé y sin el dinero. S

no aceptas ambos saldremos perdiendo

o tendré que vivir huyendo y tú t



perderás una fortuna. A mí no m

mportará huir por todo el mundo con m

familia pero tú… ¿me aseguras que no tarrepentirás de haber perdido u

negocio de cientos de millones?

Nazli se detiene frente a mí y me mirfijamente unos segundos como si m

estuviese leyendo hasta el alma. Y

ambién leo en la suya y descubro enstante exacto en que se da cuenta d

que jamás conseguirá de mí nada má

que mi dinero.

Al fin vuelve a sentarse y toma l

carpeta que dejé sobre la mesita par



decirme con resentimiento:

- Tu empresa no es suficiente pago…

–tomo asiento frente a ella, listo para oísus próximas exigencias-. Quier

además la cesión de derechos de toda

us tierras petroleras a mi nombrncluida tu aldea, quiero tu palacio d

aquí de Riad y cualquier otra propieda

que tengas en otro país…La dureza en su tono y en sus ojos s

va acrecentando a medida que aumenta

sus exigencias que recibo impertérrito

agradeciendo interiormente que sólo s

rate de cosas materiales. ¡Le daré tod



o que quiera! Con lo que tengo e

efectivo en mi caja fuerte soy capaz d

crear una nueva fortuna para asegurar ebienestar de mi familia.

- Y en especial –sigue diciéndom

azli ahora con un rencor venenoso ea voz-, quiero que renuncies a tu

derechos por linaje de sangre. Ya n

serás el Malik de tu pueblo ni tu hijserá jamás príncipe. Quiero que t

quedes en la calle con tu preciad

esposa y tu amado hijo, a ver si sigue

queriéndolos cuando te mueras d

hambre en la calle, a ver si tu Dios



Dorada te perdona el haberla dejado si

sus lujos. Quiero verte tan pobre

miserable como cuando te conocí hacocho años atrás –una malign

satisfacción brilla en sus negros ojos.

Está segura de haberme pedido algmposible.

- Hecho –le respondo y saco m

eléfono móvil para hacer la llamada mis abogados que tenía prevenidos par

este momento esperando en mi oficina

istos para redactar los términos de l

nueva negociación.

Nazli me mira abismada mientra



ransmito las instrucciones que tal com

ella desea me dejarán en la calle

aunque pretendo que sea sólmomentáneamente.

Además del dinero en efectiv

ambién abrí una cuenta a nombre dMine esta tarde y traspasé allí todos lo

fondos de mi cuenta corriente

designando a Inés como adultresponsable de la cuenta. Fue un consej

de mis abogados, si hubiese designado

Aurelia, podrían intentar bloquear l

cuenta por el vínculo matrimonia

conmigo en caso de que sucediera alg



así como esto que está pasando. U

raspaso total de mis bienes a Nazl

Corto la llamada y le anuncio:- En veinte minutos estarán aquí lo

papeles con todo a tu nombre. ¿Tiene

os papeles de adopción a mi nombre?Me mira con una mezcla de absolut

asombro, rencor y desconfianza.

- No los tengo aquí, no iba arriesgarme a que me los quitaras. Har

una llamada… -toma su móvil-. Sí, so

o, ven… te espero –corta la llamada

sus ojos son cuchillas de hielo a

clavarse en los míos-. Todavía no pued



creer que prefirieras perderlo todo

compartir mi lecho por unas horas

¿acaso eres impotente ahora? Claro, poeso quieres al crío, ¡no eres capaz d

engendrar hijos propios! –el renco

destila espesamente en sus palabrapero la dejo desahogarse, no me import

que diga todo lo que se le ocurra de mí-

Pero no creas que he aceptado todavíel trato, tengo una última condición y s

no aceptas ya puedes marcharte sin lo

papeles de adopción y comenzaremos e

duro y sucio juego de la huida

persecución por todo el mundo –s



evanta del sitial y camin

cadenciosamente hacia la cama par

enderse de costado como una reinegipcia, mirándome y disfrutando d

enerme en ascuas a la espera de s

última condición.- ¿Cuál es esa condición? –interrog

ante su prolongado silencio, poniéndom

de pie.- Una danza.

La miro frunciendo el entrecejo. Er

o único que no imaginaba oír.

Ella sigue diciéndome deprisa:

- Ya que me has despreciado una ve



más, como hace años, me debes a

menos una danza de despedida, u

magnífico baile como aquel con el qume hiciste desearte locamente esa noch

de tu debut en el Club Árabe d

Santiago. Niego con la cabeza.

- Ya te he dado todo cuánto poseo n

me pidas más. No puedo darte algo quno me pertenece, mi danza, mi cuerpo

mi amor ahora pertenecen únicamente

mi esposa.

- Eso no fue lo que me dijo Zeus…

- En ese momento aún no estábamo



casados y fue ella misma quién me pidi

que bailara en esa reunión.

- Bien, tú decides. Si no danzas parmí aquí y ahora, no hay trato. Ya puede

lamar para que anulen esos papeles d

raspaso.Respiro hondo dándole la espalda co

verdaderas ganas de marcharme de allí

erminar mal la negociación. Para esengo listo mi plan “B” de huida… per

no puedo hacerle eso a mis sere

queridos. No puedo ser la causa de qu

nuestras vidas se conviertan en u

constante huir de la justicia o de lo



caza recompensas.

- Vamos, Ghálib –la voz de Nazl

ahora suena arrogantemente risueña-danzabas en el club por unas miserable

monedas ¿y no eres capaz de hacerl

ahora por conservar a tu hijo? Parecque no lo amas tanto como decía

después de todo –suelta unas carcajada

muy femeninas y al fin agrega-. Hoy eel día de San Valentín, ¿recuerdas es

noche en el ático? Me entregaste t

primera vez como regalo… seré l

dueña de ese momento único po

siempre aunque te pese y ahora quiero t



danza como regalo.

Avanzo hacia la cama mientras piens

que quizás sea dueña de mi primerrelación sexual, pero no de la primer

vez que hice realmente el amor. Si

embargo, no voy a decírselo porquntento convencerla de darme l

adopción, no lograr que me odie todaví

más.- Tuve un accidente de avión hace tre

años, Nazli, ya no puedo bailar –l

miento para intentar eludir su petición-,

Ella me mira de la cabeza a los pie

alzando las cejas.



- Yo te veo perfectamente bien. S

puedes caminar con esa jodida

caliente sensualidad tan animalmentseductora, sin duda podrás bailar a

menos un poco.

Nazli saca un mando remoto y ecuanto lo acciona la alcoba se llena d

una vibrante música étnica árabe.

- La tenía preparada –me dice ella-para hacerte yo a ti una sensual danza

uego en mis sueños tú te excitabas tant

que no me dejabas terminarla… m

alzabas en tus brazos para llevarme a l

cama y luego me volvías loca de place



con tu ardiente sexo danzando dentro d

mí…

Mientras lo dice me provocacariciándose a sí misma muy lenta

sensualmente, mete una mano por e

escote de su batín y la otra la desliza posus muslos hacia arriba…

Me vuelvo para salir de la alcoba.

- Esperaré los papeles en la sala –lanuncio.

- ¡Si sales de aquí sin danzar para m

a puedes largarte al infierno con tu

malditos papeles! –me grita exasperada

Me detengo con las manos en la



puertas a un segundo de abrirlas. E

corazón me late con fuerza al rápid

ritmo de los tambores mientras intentomar una decisión. Nazli está dispuest

a entregarme la adopción legal de m

hijo, me costó todos mis bienemateriales y no me importa, harí

cualquier cosa con tal de protegerlo y d

no destrozar el corazón el Aurelia con lconstante angustia de poder perderlo e

cualquier momento en que algú

detective privado o caza recompensa

nos encuentre que es lo sucedería s

salgo de aquí sin esos papeles.



Respiro hondo tomando al fin un

decisión:

Sólo será una danza. Sin ganas ndeseos, una danza fría y profesional par

erminar de una vez con todo esto

poder regresar a los brazos de Aureliapara besarla y desearle un feliz Sa

Valentín antes de que se termine el día.

Me vuelvo hacia Nazli que estengrifada en la cama clavándome s

mirada llena de ira.

- Sube el volumen de la música –l

digo mientras camino de regres

quitándome la chaqueta del traje.



Su rostro se ilumina con una triunfa

sonrisa y sube el volumen mientras s

acomoda tendida de costado en la campara disfrutar del espectáculo.

Me quito la corbata y la camisa, y m

ubico al costado derecho de la camhacia donde ella está vuelta.

- Quítate también el pantalón –m

exige con voz profunda, cargada dexcitación y deseo.

Quizás no debí ceder… por u

segundo pienso que tal vez esto la incit

a volver a insistir en que tengamo

sexo...



No. Sin importar cuánto ella insista

sólo será una danza.

- Fuera el pantalón –me repite Nazli.- El pantalón se queda dónde está –l

respondo con firmeza y empiezo a baila

sólo con el torso al desnudo tal como lhacía en el Club Árabe.

Nazli sube aún más la música qu

retumba en mi pecho ardiente sensual… debo contenerme para n

dejarme llevar por el contagioso ritm

de los potentes tambores y las rápida

cuerdas y en cambio imprimo el má

bajo nivel posible de sensualidad a mi



movimientos de cadera y omit

definitivamente los pélvicos. Esto

haciendo una danza sin alma, sicorazón, ambos vuelan justo ahora haci

Aurelia…

¡Perdóname por esto, mi amor! So

sólo unos minutos y luego podremo

vivir en paz con nuestro hijo. De otr

manera habríamos tenido que vivi

huyendo. Tú sabes que mi cuerpo, m

alma, mi corazón, mis ardiente

movimientos son sólo para ti, mi danz

al desnudo es únicamente para tu

ojos, ¡mi amada Diosa Dorada!”



Mientras pienso en eso danzo d

espaldas hacia Nazli haciendo l

serpiente con mi columna vertebral cassin mover las caderas y sin el tiritón d

mi tren inferior. Luego al volverm

descubro que ahora ella está totalmentdesnuda en la cama.

Tocándose.

En pocos segundos Nazli comienza anzar fuertes gemidos, como a punto d

alcanzar el orgasmo…

Vuelvo a darle la espalda y me alej

de ella danzando hasta que de pronto lo

brazos de Nazli me abrazan por sorpres



por la espalda y rápidamente una de su

manos atrapa mis genitales dándome u

brutal apretón al mismo que su otrmano intenta meterse en mi boca. E

medio del estallido de dolor en mi ingl

muevo a un lado bruscamente la cabezpara esquivar esa mano intrusa pero au

así mi olfato percibe el olor de su sex

pegado en sus dedos… Rápidamentatrapo sus manos por las muñecas y gir

apartándola de mí unos pasos haci

atrás.

- La danza terminó –le dig

secamente-. Ya he cumplido mi parte.



En cuanto suelto sus manos Nazl

vuelve al ataque desapareciendo l

distancia entre nosotros con un rápidpaso y apoya su palma en mi pecho

usto sobre el tatuaje de “AA”, mientra

me dice con una mezcla de asombrocrítica y envidia:

- Es cierto lo que me dijo Zeus, es

mujer te marcó de por vida con snombre como si fueras una bestia.

De nuevo sujeto con firmeza su

manos y retrocedo poniendo distanci

entre ambos. No soy brusco con ella

sólo establezco claramente que no l



permitiré tocar ni un milímetro más d

mi piel.

- Me hice este tatuaje sin que ella lsupiera –replico y paso por su lado par

r en busca de mi camisa.

La recojo del suelo dándole lespalda a Nazli y le estoy volteando la

mangas para vestírmela cuand

súbitamente siento un chasquido seguidde un instantáneo y fuerte ardor en m

espalda.

¿Qué demonios?

Me giro bruscamente y veo que Nazl

agita un látigo largo sobre su cabez



dándole vuelo para lanzarme un segund

azote.

- ¿Qué demonios haces? ¡Deja eso! a increpo con dureza.

- Vamos no te hagas el difícil, ¡si e

obvio que esto te gusta! Esas cicatriceen tu espalda lo atestiguan mu

claramente, ¡a esa perra le gusta dart

duro!- ¡No te atrevas a insultar a m

esposa! –avanzo hacia Nazli par

quitarle el látigo pero antes de llega

ella me lanza un nuevo azote que ve

venir directo a mi cara.



Alzo por reflejo el brazo derecho y l

correa se me enrosca por todo e

antebrazo como una quemante serpientque me propina un doloroso coletaz

cerca de la muñeca. Siento un dolo

distinto al normal de los azotes, es comsi un ácido me quemara entrando por l

piel de mi espalda y del brazo…

- ¡Ya basta, Nazli! –avanzo hacia ella grandes trancos apoderándome de

átigo hasta llegar a sus manos.

Se lo quito y lo desenrosco de u

irón de mi antebrazo para arrojarl

ejos. Descubro el grueso verdugón qu



se inflama más y más desde el cod

hasta la muñeca. Algo tenía ese látigo

estaba impregnado con alguna sustancirritante.

- Déjate de estupideces o hasta aqu

legan nuestras negociaciones –ladvierto en un bajo gruñido con el dolo

odavía palpitante en mi espalda y m

brazo.- ¿Por qué estás tan molesto? Esto e

o que te gusta, ¿no? Eres un enferm

masoquista, ¡te fascina que te den d

azotes para excitarte! Quizás deb

ordenarte que te arrodilles y lamas mi



pies… eso te gustaría, ¿verdad?

Nada más lejos de la realidad pero n

entraré en discusiones con ella. Sólo lrespondo cortante:

- No necesito más que una mirada d

a mujer que amo para excitarme.- ¡Oh! Tú siempre tan romántico

Ghálib. Tal vez preferirías que te ate

a cama y…- Olvídalo, Nazli, eso requiere de un

confianza extrema. Jamás te permitirí

atarme ni por un segundo siquiera.

- ¡Ja! –es increíble la gran cantida

de ironía que Nazli logra poner en es



corta expresión-. Pero en esa mujer qu

e dejó la espalda marcada para siempr

sí que confías, ¿eh?- Así es y yo… -un súbito mareo m

nterrumpe.

De pronto toda la habitación dvueltas vertiginosamente y siento un

extraña debilidad apoderándose de m

cuerpo… La ira me inunda al darmcuenta de que el látigo tenía algo má

que una sustancia irritante.

Enfoco a Nazli con la vista nublada:

- ¡¿Qué mierda me hiciste?! –mi vo

es un ronco e indignado bramido.



Nazli sonríe como un ángel maligno

se me viene encima arrojándome sobr

a cama de un empujón, las piernas nme sostienen y caigo pesadamente com

si fuese de plomo. Intento levantarm

pero no puedo moverme, estoy tendidde espaldas en la cama totalment

ndefenso…

Al instante Nazli sube a la cama y ssienta sobre mi pelvis, está desnuda y s

nclina sobre mi pecho para intenta

besarme.

Me aplasta los brazos con las rodilla

no logro liberarlos, es como si toda m



fuerza se hubiese esfumado pero m

resisto esquivándola con un brusc

movimiento de cabeza y de inmediatsiento un agudo dolor en el cuello.

Pierdo el aliento mientras siento su

dientes clavarse con vengativa furia emi piel hasta hacer brotar la sangre… L

adrenalina se me dispara en las venas

iemblo de la cabeza a los pieforzándome a recobrar el control de m

drogado cuerpo… lucho con todo per

no logro siquiera liberar mis brazos…

- ¡No te resistas, mi hombre exquisito

–exclama Nazli mientras sus manos s



dan un festín con todo mi torso desnudo

manoseando mis pezones al mism

iempo que frota eróticamente su sexdesnudo contra mi pantalón-. Le apliqu

una poderosa mezcla de drogas al látigo

mi macho ardiente, un relajante muscula un fuerte somnífero, ¡serás mío com

sea esta noche!

¡No, no, no!Quisiera gritar pero ni siquiera m

sale la voz, un pesado agotamiento m

cierra los ojos, mi cuerpo entero parec

de lana pero no voy a permitir que est

siga adelante.



Con un gigantesco esfuerzo d

voluntad me obligo a despertar, e

corazón me retumba violentamente en epecho exigiéndome que me quite d

encima a esa mujer y me siento vibra

entero en la lucha hasta que logro reunias fuerzas necesarias.

- ¡Apártate de mí! –exclamo vibrant

empujándola a un lado sobre la cama-Ni drogado me tendrás por un segund

más en tu cama! –la adrenalina qu

nunda mis venas me ayuda a superar e

efecto nocivo de las drogas y siento qu

mi cabeza se despeja mientras mi fuerz



regresa rápidamente.

- ¡Maldita sea! –bufa Nazli rebotand

sobre el colchón para levantarse enfrentarme-. ¡Si te hubiera dado do

azotes más ahora ya estarías atado d

pies y manos a mi merced!- ¡No te rebajes más, mujer, ni atad

me tendrías jamás! –respiro hondo par

controlar mi agitada respiración y luegdeclaro con toda mi alma-. ¡Entiéndelo

e pertenezco únicamente a mi esposa e

cuerpo y alma!

- ¡Te arrepentirás de haberm

despreciado, imbécil! –chilla Nazl



enfurecida-. ¡Seré feliz sabiendo que t

he dejado en la más completa miseria!

La lucha de mi cuerpo contra ladrogas tiene a punto de estallar m

corazón, puedo ver cómo golpea m

pecho y siento una intensa presión en lcabeza como si la tuviera dentro de un

prensa gigantesca.

- Se acabó, Nazli. Esperaré en la sala mi abogado, será mejor que te vista

para hacer el intercambio de papele

con él como testigo y te aconsejo que n

aparezcas por allá hasta que él llegue

o intentes ningún truco más conmigo.



Recojo mi ropa y salgo de l

habitación a grandes trancos forzand

mis piernas que todavía siento como dplomo. En la sala me dirijo a una mes

auxiliar en donde hay una jarra de agua

antes de vestirme mojo mi pañuelo y laplico a la herida en mi cuello hasta qu

deja de sangrar. También me mojo l

cara y la cabeza para ayudarme despertar.

Mi cuerpo ha quedado impregnad

con el intenso perfume de Nazli y l

bragueta de mi pantalón tiene algo má

que su aroma… Tendré que pasar por l



oficina para darme una ducha

cambiarme de ropa antes de regresar

casa.El timbre suena justo cuando h

erminado de ponerme la chaqueta

ajustarme la corbata.Abro la puerta para hacer pasar a m

abogado que me entrega la carpeta e

donde están todas mis posesiones ahora nombre de Nazli, y justo cuando l

ofrezco asiento en la sala ella sale de l

habitación vestida con una recatad

única negra del cuello hasta los pies

su cabeza cubierta con el típico pañuelo



Por un segundo me pregunto si n

raerá un arma escondida bajo esa túnic

que oculta sus manos… Deben ser ladrogas que me vuelve

momentáneamente paranoico.

Hago las rápidas presentaciones azli de pronto saca las manos d

debajo su túnica… ¡Trae la carpeta co

os papeles de adopción! Sin duda lenía guardada en la caja fuerte de s

alcoba.

Nos sentamos y hacemos intercambi

de carpetas con mi abogado com

estigo de fe.



Al recibirla de sus manos la entrego

mi abogado quien la revisa con rápid

profesionalismo.- Todo en orden y legal, señor Garib –

me susurra deprisa-. El bebé ya es s

hijo en forma definitiva y permanentesin posibilidad alguna de impugnar l

adopción más adelante.

Un alivio profundo me recorre de lcabeza a los pies como si hubies

despertado de la más feroz pesadilla.

¡Lo he logrado!

No me importa haber perdido todo

mis bienes, no me importan los insulto



jugarretas de Nazli. Lo único en lo qu

puedo pensar es en la sonrisa de Aureli

cuando sostiene a nuestro hijo en subrazos, y en la dulzura de su voz a

cantarle nanas diciéndole que pued

dormir tranquilo, que todo estará bien.Ya todo está bien, Aurelia, ¡nadie no

quitará a nuestro hijo!

Respiro hondo por primera vez desdque recibí esa llamada de Nazli.

- Bien, entonces ya nos vamos –m

pongo de pie y mi abogado me imita.

- No tan rápido –dice secament

azli-. Tienes que esperar a m



abogado, Ghálib. Yo también necesit

comprobar que estos papeles que me ha

dado sean legales y estén en orden.- Lo son por completo, señora –

nterviene mi abogado con ton

ofendido.Pero Nazli lo ignora como si fues

nvisible y me habla sólo a mí:

- Siéntate, Ghálib, ya debe estar polegar.

Mi abogado y yo nos sentamos

esperar. Miro con impaciencia mi reloj

a son las diez y media de la noche, si e

abogado de Nazli llega pronto podr



regresar con Aurelia antes de qu

ermine el día de San Valentín.

Al fin podré explicarle todo lo que hsucedido ahora que ya lo teng

solucionado. Y juro que la compensar

por este pésimo día lejos de ella.Haré que Aurelia sepa cuánto la am

durante cada segundo que esté a s

ado…





Aurelia. Adiós

Quizás esa Nazli Hamed es el soci

que Víctor dijo que debía ver antes d

que dejara el país, pero ¿por qué mocultó que era una mujer? ¿Únicament

porque conoce mis infernales ataques d

celos?

Esperaré a que Víctor regrese a cas

entonces le daré la oportunidad dexplicarse y de decirme de una maldit

vez qué está pasando.

Doy vueltas por la alcoba como un



eona enjaulada, engrifada, con ganas d

arrancar alguna cabeza, de preferenci

a de una mujer de nombre árabe…El reloj se burla de mí marcando lo

minutos más lento de lo normal. Apena

son las once de la noche, hace uneternidad eran las diez y media y desd

hace un millón de años luz que Víctor s

marchó, a las nueve.Ya he logrado contagiar m

nerviosismo a Catalina y Salomé, qu

ambién recorren la alcoba de un lado

otro como tigresas en cacería.

Por fortuna mi bebé es inmune, é



duerme pacíficamente en su cuna.

Paseos, paseos, de acá para all

desgastando la alfombra, esperando slamado que me avise que ya viene d

regreso… más paseos y el reloj se rí

de mí a las once y media, ¡y una mierdque Víctor va a regresar antes de la

doce para desearme un feliz Sa

Valentín!A estas alturas ese ya no es santo d

mi devoción, ¡vete ya, horrible día de l

soledad! Sólo me has traído l

angustiosa sospecha de que Víctor m

engaña con otra mujer…



De pronto me detengo en seco ante l

puerta del vestidor de Víctor recordand

algo.El día que recibió esa llamada que l

hizo salir corriendo, antes tomó algo d

su caja fuerte.Entro decididamente hasta el fond

del vestidor y miro la cerradura co

código digital. No sé la clave de cuatrdígitos pero he oído muchas veces lo

agudos pitidos de los números cuand

Víctor los ingresa. Presiono todos lo

números del panel atenta al distint

sonido de cada uno y logro identifica





favorito. Sin duda es mi regalo de Sa

Valentín. Lo dejo de regreso sin ilusión

Hubiese preferido sólo su saludseguido de un beso.

De pronto algo llama mi atenció

hacia el fondo de la caja. Lo alcanzo o saco fuera, ¿qué es esto? Se trata d

un sencillo cuaderno del tip

universitario con espirales, de los mábaratos, matemáticas 100 hojas y est

muy desgastado por el constante uso

con sus blandas tapas verdes bastant

resquebrajadas.

Lo abro y descubro que está escrito



mano:

Febrero 1, 2009

Ayer cumplí diecinueve años. No fue un cumpleaños alegre. Desd

que Mine cayó enferma…

¡Es el diario de vida de Víctor! Nunca me había hablado de esto, n

enía idea de que él tuviese una bitácor

de su vida. Podré conocer más de suaños anteriores a conocerme…

Entusiasmada con la idea me lanzo

a ávida lectura hasta que de pronto mi

ojos se queda clavados en un nombre:

Nazli.



El mismo nombre de la mujer de

hotel de esta noche… el hormigueo s

vuelve desgarrador en mi estómago adarme cuenta de que no se trata de un

nueva socia para la empresa.

¡Mierda, la conoce desde hace ochaños!

Más que eso… sigo leyendo com

endemoniada y descubro que es sprimer amor juvenil…

Cada palabra, cada sentimiento d

amor que Víctor plasma en estas letra

pensando en esa mujer me sacan roncha

en el alma. Aunque sé muy bien que est



fue mucho antes de conocerme, ¡result

que él está con ella justo ahora!

Devoro las palabras hasta que mapuñalan tan duramente que no pued

seguir leyendo…

Víctor tuvo su primera experiencisexual con ella y fue en una noche d

San Valentín.

La rabia reverbera como espumrabiosa en mi corazón al conocer e

nombre de la protagonista de es

primera vez de Víctor a los diecinuev

años… Yo empecé a los dieciséis, ¡l

habría dado una primera vez que Vícto





de la laptop que tengo abierta sobre l

cama, anunciando el recibo de un nuev

mensaje por correo electrónico.¡Al fin un mensaje de Víctor! Segur

no quiere llamar por no despertar a

bebé.Rápidamente guardo el cuaderno d

regreso en la caja fuerte y la cierro. N

quiero saber nada más de tuexperiencias antes de mí, Víctor.

Me siento a lo loto en la cama con l

aptop sobre las piernas y abro l

bandeja de entrada.

“Nuevo mensaje de: Nazli Hamed.



Asunto: FELIZ SAN VALENTIN!!!!

Un archivo adjunto”.

¡Maldita arpía del infierno!

Hace un par de horas no sabía de s

existencia y ahora hasta se atreve mandarme un mensaje.

Le doy con rabia volcánica al archiv

adjunto para descargarlo, es un vide

que tarda endemoniados segundos e

cargar hasta que al fin aparece l

magen…

- ¡¿Qué mierda?!

Abro los ojos abismada ante l



magen de Víctor bailando desnudo, a

menos su torso lo está, no se ve má

hacia abajo… está en una habitación quno conozco… ¡ese hotel! De pronto l

cámara hace un movimiento que muestr

a una mujer desnuda sobre una cama…¡Dios!

No puedo respirar, no puedo pensar

sólo abro muy grandes los ojos que sme llenan de lágrimas mientras descubr

que no es una imagen antigua, ese no e

el Víctor de antes de conocerme… ¡tien

a doble “AA” sobre su pecho! Y en l

esquina está la fecha del video… 14 d



febrero…

- No… no… no es posible…

¡El dolor es tan intenso que puedo oími corazón quebrándose en mil pedazos

Y los trozos se clavan en mi interio

enseñándose en destrozar mi confianzadesgarrándome sin piedad hasta e

fondo del alma!

Con la respiración a mil veo que lmagen cambia en un parpadeo: Vícto

está de espaldas a la cámara recibiend

azotes y al segundo siguiente esa perra

él están la cama, ¡ella está desnud

montándolo mientras lo besa en el cuell



sus manos lo recorren entero sin que é

haga nada por detenerla! Luego ella s

frota sobre él meneándose como unvíbora caliente, ¡y Víctor lo est

disfrutando!

- ¡No, no! –gimo desgarradarrojando a un lado la laptop-. ¡N

puede ser!

Me llevo una mano al pecho sintiendque no hay aire, las lágrimas me brota

en enrabiados y dolidos caudale

mientras siento que mi corazón explot

otalmente destruido, me siento com

golpeada por una gigantesca bol



desconstructora[16] que lanza lejos tod

mi seguridad en el amor de Víctor, qu

derrumba en un segundo todo lo qucreía saber de él.

¡Dios, Dios, duele tanto, me siento ta

estafada!¿Cómo pudiste hacerme esto, Víctor

¡Tú más que nadie sabías lo much

que me costó confiar en el amor! L

mucho que me costó entregarte m

corazón… te empeñaste en romper mi

barreras, te metiste profundamente e

él, me hiciste amarte y confiar en ti.

¿Y para qué, para esto?



¡Sólo fui un juego para ti, un maldit

uego de conquista y nada más!

Entierro las uñas en la cama y aprietos labios hasta hacérmelos sangra

reprimiendo mis gritos de angustia

rabia y dolor para no despertar a mbebé.

¡Maldita sea esto no puede esta

pasando, no es real, no puedo creerlo!Pero lo evidencia es más qu

contundente.

Él me mintió.

Víctor dijo que me amaba, ¿cuánta

veces me lo repitió? Me lo dijo d



antas formas…

Seni seviyorum… Te amo…

¡Y resulta que no era verdad! Era tasólo una más de sus malditas mentiras

siempre me ha mentido, desde e

principio! ¿Cómo pudo ser tahipócrita? Me fingía amor

comprensión y cuidada a mi hij

sabiendo que lo vería en las cámarastodo para hacerse pasar por un bue

hombre! Pero la triste realidad es que a

primer contratiempo en lo sexual él s

arga a buscar a otra mujer, una antigu

novia que no se queda dormida en su



brazos al primer orgasmo, agotada po

cuidar a su hijo recién nacido.

¡Mierda, tengo tanta rabia por habeconfiado en ti, Víctor!

Golpeo la cama con los puño

apretados una y otra vez lloranddesgarradamente en silencio, tan llen

de rabia y dolor que ya no pued

respirar.El reloj de pared emite el suav

sonido indicador de que una nueva hor

comienza y al alzar la mirada veo entr

ágrimas que ya son las doce de l

noche.



Se acabó el jodido día del amor. S

marchó dejando un desgraciad

cataclismo en mi vida.Se acabó lo nuestro, Víctor.

Adiós para siempre al amor. Jamás e

mi vida volveré a amar a ningúhombre, el maldito amor se acabó par

siempre para mí.

¡Adiós, San Valentín!Ya no quiero saber nada más de ti po

el resto de mi existencia.

Ahora no soy más que un cuerpo si

alma, sin corazón… Me pongo de pie

nicio los preparativos.



No estaré aquí para cuando él regres

empapado del perfume de esa perra, co

sus besos en los labios, con el aroma dsu sexo pegoteado entre sus piernas…

No lo soportaría, ¡mirarte a los ojos

saber que se han llenado con ldesnudez de otra mujer!

Oír tus palabras de amor sabiend

que no son más que descaradas mentirasDios mío, cuánto duele!

Empujo con dolida rabia hasta e

fondo del bolso los pañales, y lueg

empaco lo primordial para mi bebé. Y

e compraré todo lo que necesite. Con e



bolso listo sobre la cama voy a m

vestidor y tomo una maleta grande co

ruedas, la llevo hasta mi enorme bóved voy vaciando en ella bandeja tra

bandeja de mis joyas de oro, platino

diamantes y piedras preciosas. El añpasado Víctor me regaló para m

cumpleaños todo mi peso en joyas d

oro…Los ojos se me nublan con el torrent

de lágrimas y sigo moviéndom

mecánicamente hasta que ya no cabe n

un alfiler en la maleta que ahora pes

una tonelada.



Yo no necesito más que lo puesto.

Empezaré una nueva vida con mi beb

en cualquier lugar lejos de él.Traidor… ¡traidor de mierda!

Dejo la maleta junto a la cama

lamo a un servicio de transportparticular. Llegará en diez minutos.

Rápidamente voy por las jaula

ransportadoras y pongo a Catalina Salomé en ellas, cada una en la suya.

- Nos vamos, mis niñas… -me mira

preocupadas por el infinito dolor qu

desgarra mi voz estremecida por e

lanto.



Secando mis lágrimas empac

alimento y agua para ellas. Con tod

isto voy por mi bebé.Lo pongo en su cuna portátil muy bie

arropado y llamo a tres hombres de

servicio para que me ayuden a bajaodo.

Les pido que se detengan y m

esperen fuera de la habitación de Mine entro con mi bebé en brazos sin hace

ruido para despedirme de ella en u

susurro lleno de dolor y amargura:

- Adiós, princesita, ¡siempre será

como mi hermana pequeña! Espero qu



algún día me entiendas y me perdone

por irme sin darte un beso. Te llevo e

mi corazón, por favor guarda un buerecuerdo de mí en el tuyo. Te quier

mucho.

Se me parte el alma al salir y cerraa puerta.

¡Maldición!, ¿cuánto dolor se pued

soportar sin morir de tristeza?- Vamos.

Muy compungidos y asombrados lo

óvenes del servicio me siguen e

silencio. Uno arrastra la pesada malet

con el oro y los otros dos llevan un



aula transportadora cada uno y el bols

de mi bebé.

Bajo la ancha escalera por última vezel dolor crece y crece en mí a cad

paso, voy regando de lágrimas lo

escalones y luego recorro el silenciospalacio con rápidos pasos que hacen ec

en las grandes estancias mientras vo

dejando un rojo rastro de los restos dmi corazón tirados por el suelo…

Atravieso los patios interiores si

encontrarme con nadie más que con lo

maravillosos recuerdos vividos aqu

durante los últimos dos años… Cuand



mi memoria estaba perdida… cuand

Víctor me regaló la mazmorra… cuand

recuperé mis recuerdos… la boda en laldea del desierto… la luna de miel e

el oasis, la llegada de mi hijo…

¡Por Dios, Víctor, todavía no pued

creerlo! ¿Cómo pudiste hacerme esto?

Llego a la puerta del palacio ya si

ápice de felicidad dentro del alma. Toda alegría y el amor que algún día tuv

se quedan para siempre como sombra

de recuerdos en este palacio…

Los empleados mantienen abierta l

puerta para mí.



Tiemblo al atravesarla por última ve

conteniendo mis sollozos.

El vehículo que llamé llega en esmomento y todo lo que queda de m

mundo es puesto dentro en los asientos

El personal de la casa sabe que jamápondría a mis gatas en el maletero.

Mientras se esfuerzan entre los tres e

subir la maleta cargada de oro, yo aferra cuna portátil de mi bebé contra m

pecho y alzo al cielo la mirada par

contener las lágrimas que no paran d

brotar.

¡Dios, puedo oír el interminable grit



de dolor de mi corazón!

Duele, ¡duele tanto la muerte de

amor!Las estrellas brillan inmensas

mpasibles a través de mi llanto com

mudas testigos de mi partida medianoche.

Siento que me falta el aire, la angusti

es tanta que me cierra el pecho comuna garra, ¡quisiera llorar a gritos si

parar jamás!

De pronto algo cálido toca mi piern

al mirar abajo veo al corderito d

Mine que me mira y me olisquea, e



busca de algo que mordisquear.

- Vuelve dentro, Chupi –le dijo en u

débil susurro.- Listo, sayyida –me avisa uno de lo

muchachos respetuosamente.

Asiento y camino hacia el vehículoChupi me sigue caminando a mi lado

Muchas veces lo llevamos en nuestro

paseos por el desierto, los parques…La intensa agonía de esos momento

felices perdidos para siempre m

atraviesa el alma con un dolo

paralizante. No puedo respirar…

- ¡Beeh…! –el balido de Chupi m



hace reaccionar y veo que est

ntentando entrar al vehículo, quiere i

de paseo.- Hoy, no bolita de lana, vuelve a cas

con tu niña, cuídala mucho –acaricio s

suave cabeza lanuda-. Te extrañarévamos, vuelve a la casa.

El corderito da media vuelta y s

encamina hacia la puerta en donde epersonal lo espera antes de cerrar.

Yo subo a la minivan y partimos.

Miro hacia atrás para ver por últim

vez aquel palacio en el que viví u

cuento de hadas.



Una mentira que acaba de termina

destrozando mi vida en mil pedazos.

Oigo el bramido de dolor que lanzmi corazón y cierro con rabia los ojo

dejando que mis lágrimas corran com

ríos sin control.Mi bebé comienza a llorar despacio

o saco de la silla portátil para acunarl

en mis brazos.- Tranquilo, mi principito, no t

preocupes. Yo voy a cuidarte sin ayud

de nadie más de ahora en adelante.

Ese hombre no se merece tenert

como hijo. Jamás volverá a verte.



Jamás volverá a vernos.





Víctor.

Deseo

Conduzco a toda velocidad por lcarretera de regreso a casa pero ya e

materialmente imposible que llegu

antes de las doce.El abogado de Nazli tardó en llegar

uego ella quiso analizar con él lo

papeles en detalle. Exigió cambiar eplazo de desalojo de las propiedades d

reinta a quince días, así que tendr



hasta fines de febrero para encontrar u

nuevo hogar para nuestra familia.

Lo haré sin problemas. Lo mámportante es que ya tengo en mis mano

os papeles de la adopción definitiva

ya nadie te arrebatará de los brazos nuestro hijo, mi amor!

Pienso proponerle a Aureli

comenzar de nuevo en cualquier luga

que ella desee. Sé que aunque no me l

ha dicho porque mi empresa y miierras estaban aquí, ella ya está cansad

de las restricciones de Riad, del calor

de los escorpiones, así que sin dud



ahora estará feliz de que ya nada nos at

a estas tierras y de poder escoger el paí

que desee.Ahora que está todo solucionad

podré explicarle lo que ha pasado y po

qué no he estado con ella en todo estdía.

Sonrío imaginando a Aureli

protestando porque no se lo dije antes

de pronto me preocupa lo que diría s

supiera de esa danza… Jamás le hablarde esa parte de mi trato con Nazli

aunque a Aurelia no debería importarl

porque sabe muy bien que ella es l







estrechándolos entre mis brazos.

Mi brazo…

De pronto recuerdo que al darme lducha vi que tenía muy inflamados lo

verdugones del látigo envenenado en m

brazo y espalda. No tienen buen aspect

así que no debo dejar que Aurelia lo

vea.

Entro a la alcoba sin hacer ruido. Est

en penumbras y atisbo luz bajo la cortin

de la cocina. Aurelia debe estar allí coel bebé preparando su biberón.

Cruzo veloz hacia mi vestidor par



sacar de la caja fuerte mi regal

atrasado de San Valentín para Aurelia.

Es un collar hermoso pero estoseguro de que después de oír todo lo qu

ha sucedido Aurelia recibirá mucho má

feliz la carpeta con los documentos dadopción.

Tan feliz y aliviada como me sient

o también desde que logré tenerla e

mis manos.

Al tomar la caja del collar algo msuena extraño… mi cuaderno d

bitácora está a la entrada de la caj



fuerte cuando yo siempre lo manteng

hacia el fondo…

Dudo un momento y al fin me encojde hombros, quizás cuando saqué e

dinero lo moví sin querer. Lo dejo otr

vez hacia el fondo y regreso a lhabitación llevando ahora la carpeta y l

aterciopelada caja burdeo del collar d

diamantes.

Cuando salgo del vestidor de regres

a la alcoba ya el silencio y la oscuridase me hacen demasiado largos... la lu

de la cocina sigue encendida pero n

oigo la voz de Aurelia como siempr



cantándole al niño o hablando con él

con Salomé y Catalina… Ahora qu

pienso en ellas al cruzar la habitacióme parece raro no verlas durmiendo

dando vueltas por aquí…

Con un extraño presentimiento aparta gruesa cortina de la cocina:

- Mi amor, ya volví… -mis palabra

se congelan al descubrir que el luga

está vacío.

Quizás está en el mudador del baño.- ¿Aurelia? –la llamo en un susurr

cruzando la alcoba a oscuras y a lo



pocos segundos descubro que tampoc

está allí.

El mal augurio ahora me golpea eestómago ante este raro vacío a m

alrededor, como si estuviese de pie e

medio de la más fría aridez.

Por Alá, ya casi es la una de l

mañana, ¿dónde está Aurelia con nuestr

bebé?

En las penumbras vislumbro e

silencioso vacío de la cama, la cuna, lmecedora… ¿Estarán en el balcón?

Apurados trancos me llevan haci



allá.

Tampoco.

El mal presentimiento creccorriéndome como hielo por la espin

dorsal, ya es obvio que algo anda mal.

Quizás Aurelia está dando un pase

por las otras habitaciones para dormir

nuestro hijo. No lo hace habitualmentpero es una pequeña esperanza qu

mantengo mientras corro hacia l

mazmorra y por resto de nuestra ala depalacio.

Nada.



Con la ansiedad y el nerviosism

creciendo como cosa viva en mi interio

me lanzo a extender la búsqueda poodo el palacio, por la planta alta, la

errazas, luego bajo hacia los patios

ardines de las fuentes… Nada.

Cada vez espero encontrarla en e

siguiente lugar y poder respirar aliviad

sintiéndome un tonto por preocuparm

anto, sin embargo, los lugares se acaba Aurelia no aparece.

Ya como última y desesperada opció



entro sin hacer ruido en la habitación d

Mine… la decepción me corre doloros

por el alma al ver que Aurelia tampocestá allí.

¡Esto es demasiado extraño! ¿Por qu

ba a desaparecer sin dejar rastro?

De pronto el pánico me golpea con l

sospecha de que Nazli los haya mandad

secuestrar o algo parecido.

- Hum… -se remueve Mine en s

cama y me habla con voz adormilada-¿Qué pasa, shaqiq[17], tú también vas

salir?



- ¿Salir? ¿De qué hablas, Mine?

- Aurelia estuvo aquí con m

sobrinito… vino a despedirse…- ¿Qué? –se me hiela la sangre en la

venas, no entiendo nada-. ¿A despedirs

pero por qué, a dónde iba?

- Umm… no sé, Ghálib… creo qu

sólo lo soñé… olvídalo… -Mine sremueve en la cama y sigue durmiendo.

Me quedo sin aliento porque yo s

que no fue un sueño, ¡Aurelia y nuestrhijo no están por ninguna parte!

Salgo deprisa del dormitorio de Min



vuelvo a mi alcoba a buscar algun

pista de lo que está pasando, cualquie

cosa que me saque de esta desesperantncertidumbre.

Al entrar enciendo todas las luces

recién veo la laptop de Aurelia abierta irada al costado de la cama. Corro

recogerla pero no tiene batería y m

demoro eternamente en encontrar e

cargador que Aurelia jamás deja en u

mismo sitio. Al fin lo encuentro en e

balcón lo que es extraño porque allá n

hay enchufes pero recuerdo que una ve

o encontré dentro del jacuzzi, co



agua… Estoy convencido de que m

bella Diosa piensa que son desechable

por eso compré una caja de cieunidades para tener a mano uno cada ve

que me pregunta si he visto s

cargador…Mi pensamiento vaga por eso

detalles sin importancia mientras l

mpaciencia me consume durante lo

pocos segundos que tarda la laptop e

encenderse. Al fin entro a la red y m

pregunta si quiero recuperar la sesió

anterior. Lo hago y aparece un vide

descargado…



¡Por Alá, no puede ser!

El pánico me golpea mortalmente a

verme en la pantalla danzando parazli, ¡me grabó a escondidas!

Con el corazón martillándome en l

cabeza veo que el video está editad

para que parezca que estoy desnudo

sólo muestra de la cintura hacia arrib

… ¡por los mil demonios, Nazl

aparece desnuda! Y luego más edicione

de cuando yo estaba drogado tirado ea cama luchando por moverme co

azli sentada desnuda sobre m

moviéndose como si… El video no tien



audio y corta la parte en que rechazo

azli…

Alá, ¡no, no, no, esto no puede estapasando!

Un sudor frío me baña de la cabeza

os pies y la desesperación me asfixia a

darme cuenta de lo que ha pasado.

¡Aurelia vio esto y me habandonado!

Un mortal pánico me devora mientra

corro hacia el vestidor de Aurelia. Nnecesito fijarme en su ropa o su

maletas, la bóveda está abierta y ha



varias bandejas vacías tiradas por e

suelo.

La debilidad de esas drogas del látigsigue en mi cuerpo y siento que la

piernas ya no me sostienen, el mundo s

desmorona sobre mí y caigo de rodillaclamando con un bramido que m

desgarra el alma:

- ¡Aurelia, dónde estás!

No puedo respirar mientras me golpe

a certeza de que se ha ido, ¡me habandonado llevándose a nuestro hijo!



***

Ya han pasado tres días desde que e

mundo dejó de girar para mí tras t

artida, Aurelia.

Mañana es dieciocho de febrero, e

día de tu cumpleaños y se me desgarr

al alma al pensar que no estaré a tado y que quizás nunca vuelva

estarlo…

La agonía que me detona espensamiento es casi incompatible con l

vida pero intento respirar aferrándom



con todo a la esperanza de que podr

encontrarla.

¡¿Dónde estás Aurelia?!

El gemido desgarrado de mi corazó

se alza una y otra vez sin detenerse ni u

segundo, desesperado y agónico desd

que la perdí. Es como el clamor sin fi

del solitario lobo a la luna llena…

Mi Diosa Dorada ha utilizado todo e

oro y las joyas que se llevó de s

bóveda para desaparecer del mapa y yno he dormido ni he comido desde es

noche.





El ambiente es más que fúnebre en e

palacio, y yo apenas sigo vivo luego d

desaparecer el sol que daba luz a mexistencia.

Cada segundo desde que Aurelia s

marchó Jamil me ha ayudado a buscarlntentando rastrear su paso a través d

nternet mientras yo estuv

personalmente en todos los aeropuerto

de Riad con su foto preguntando po

ella, ofreciendo dinero a manos llena

por una simple pista pero mis búsqueda

las suyas han sido inútiles, ¡es como s

se hubiese desvanecido en el aire!



He hecho un voto a Alá, Aurelia…

no descansaré ni volveré a proba

alimento hasta encontrarte!

Por más que Jamil e Inés me insista

en que rompa mi ayuno y duerma u

poco, no lo haré hasta tener al menos urastro de en dónde se encuentra la otr

mitad de mi ser que se ha llevad

consigo mi máxima razón de existir.

Sin mi esposa y mi hijo ¿para qu

necesito vivir?La imagen de Mine, su sonrisa tierna

su amor de hermana es lo único qu





portátil y el corazón me salta com

potro desbocado.

- ¿Alguna novedad? –interrogansiosamente.

Si sólo tuviésemos la punta de un hil

por dónde empezar a buscarla.

- ¡Uf, amigo! –resopla Jami

sentándose frente a mí y ubica sordenador sobre el escritorio-. La jefa s

que sabe desaparecer sin dejar rastro, y

es obvio que no utilizará sus tarjetas dcrédito ni nada que se pueda rastrear

pasaportes, líneas de vuelo regulares



nada!

- Lo sé. Se llevó gran parte de su

oyas aunque dejó más de la mitad. Siduda no quería llevar demasiad

equipaje, los hombres del servicio m

dijeron que sólo llevaba una maleta mupesada, el bolso del bebé y la

rasportadoras de Catalina y Salomé

Debí imaginar que algo andaba mal d

nmediato, cuando entré a la alcoba y la

gatas no estaban.

Me quedo con la mirada perdid

experimentado oleadas de intenso dolo

al recordar esa noche, cuando me d



cuenta de lo que había pasado. D

nmediato usé la laptop para revisar la

grabaciones de las cámaras espías de lalcoba y la vi…

Un intenso dolor me atraviesa si

dejarme respirar al recordar a Aurelilorando sobre la cama, lanzando lejo

a laptop tras ver el video trucado que l

envió Nazli.

Y luego sus preparativos par

abandonarme…- Ghálib, hermano… -la voz de Jami

me suena lejana, cargada d



preocupación. Al fin lo enfoco con l

mirada y él sigue diciéndome-. N

puedes seguir así, tienes un aspectfatal, ¿cuándo fue la última vez qu

comiste o dormiste un poco? Vas a tene

que dormir, comer algo, darte una duch afeitarte esa sombra porque ya sabe

que a la jefa no le gusta verte co

perilla… -sonríe con un brillo alentadoque me hace respingar enderezándom

sobre el escritorio.

- ¿Encontraste algo, amigo? –devor

a pantalla de su ordenador pero l

ansiedad sólo me deja ver un revoltij



de letras y números.

- Bueno, sabíamos que la jefa no tom

ningún vuelo comercial para salir dRiad porque habría necesitado t

permiso por escrito para viajar con e

bebé, y como en todos los aeropuertoprivados que visitamos nos negaro

rotundamente cualquier información, si

duda pagados generosamente por la jef

para borrar su memoria, he estad

ratando de hackear el sistema de contro

de vuelo de Riad y al fin logré entrar e

su base de datos. Mira, hubo sólo u

vuelo privado que salió de Riad es



noche, con destino a Roma.

- ¡Roma! –me pongo de pie de u

salto-. ¡Alá sea bendito! –la esperanzacaricia mi alma mientras corro fuera d

a oficina llamando al piloto de mi je

privado para que esté listo cuandlegue al aeropuerto-. ¡Gracias

hermano, te debo la vida!

***

Sentado en una terraza de la Plaz

avona de Roma, con un café negro e



a mano para permanecer despierto, cre

adivinar por qué Aurelia escogió est

ciudad entre tantas para desaparecer.Existen más de ciento ochenta hotele

en Roma la mayoría de los cuales h

pasado todo el día recorriendo y a esthora, casi las ocho de la noche, todaví

estoy igual que al comienzo; a un abism

de encontrarla.

Sería más fácil encontrar una aguj

nvisible en un pajar del tamaño de uestadio siendo ciego.

Resoplo tratando de reconstruir m



malogrado optimismo mientras miro e

orno a cada momento como alguna clas

de psicótico, a la espera de que Aureliaparezca entre la gente que va y vien

paseando con nuestro bebé. Por es

escogí esta plaza, es una de las máfamosas y visitadas por los turistas, l

otra es la de España, ya estuve allí a l

hora de almuerzo y la otra es la Camp

dei Fiore[18] , que no visité porque all

entre otras cosas se instala un mercad

de flores y sé lo mucho que ella detest

que se corten en vez de dejarlas vivas e

a tierra.





esultados”.

Vaya…

Recorrí las imágenes en la pantallpensando que Aurelia podría estar e

cualquiera de ellos. No. En cualquier

no, ¡ella viaja con Catalina y Salomé!

Reduzco la búsqueda a los qu

acepten mascotas.¡Genial! Sólo son veintiocho. Lo

recorrí intentando adivinar cuá

escogería Aurelia por los nombres y lafotografías de las fachadas… ¡Hay un

lamado “Aurelius”! No, eso habrí



sido demasiado fácil.

Ahora, después de diez horas dand

vueltas por toda Roma he terminado drecorrer esos veintiocho hoteles si

éxito y empiezo a barajar la hipótesis d

que Aurelia haya escogido un hotel dmenos estrellas que la acepte si

problemas con sus gatas. No sé cuánto

de los ciento ochenta lo harán…

quizás también podría estar en un

hospedería familiar o en un hotel en la

afueras o tal vez tomó un vuelo privad

a otra ciudad, a otro país…

Me presiono las sienes a dos mano



sintiendo que una creciente jaqueca m

hará estallar la cabeza.

¡Alá, Aurelia podría estar ecualquier parte del mundo!

La desesperación amenaza co

hacerme perder la razón y tomo m

eléfono móvil para centrarme en l

único que me queda para aferrarme a l

cordura.

- Hola Jamil, ¿cómo está Mine?

- Qué tal, amigo. Bien, la princesitestá muy bien. Inés no se aparta de ell

procurando distraerla para que no l



vuelva la tristeza por… bueno y Chup

ampoco se separa de su lado, ¡es

corderito loco la adora! ¿Hubo suerte?- No todavía.

- Lo siento…

- Dale mis saludos a Mine por favor

no quiero que me oiga ahora, ella m

conoce demasiado y si la llamo sabrpor mi voz que no estoy bien.

- Le diré que llamaste, Ghálib

¿Puedo hacer algo más por ti?- Acabo de visitar el último hotel d

mi lista de cinco estrellas, el de la Plaz



avona y me fue igual que en todos lo

demás; en la recepción afirman que n

hay ninguna Aurelia Ardent o AureliÁstor registrada, pero ella bien podrí

haber sepultado en oro al personal par

que dijesen eso si alguien venía preguntar. Así que de todas formas e

cada uno me di una vuelta por e

restorán, los bares, las tiendas, lapiscinas…

- ¡Uf, amigo, debes estar agotado!

Más emocional que físicamente

pienso para mí mismo mientras m

cabeza no para de dar vueltas com



radar escaneando a los turistas qu

deambulan por la plaza, esperand

descubrir a una bellísima diosa ddorados cabellos con un bebé en su

brazos.

- Jamil, ¿podrías averiguar por lovuelos particulares que han salido d

Roma en los últimos días?

- Ya lo hice. Amigo… son cientos.

Respiro hondo bloqueándole el pas

a la desesperación para poder seguipensando.

- ¿Alguno hacia Chile o con destin



en América del Sur?

- Otros cuantos cientos. Ningun

directo a Chile.- Bien. Gracias, Jamil, seguir

buscando.

- Ve a descansar un poco, no vas

encontrarla en un día…

- No puedo descansar. Cada día, cadsegundo que pasa puede estar alejándos

más y más de mí y quizás haya decidid

partir justo esta noche de Roma. ¡Ahorentiendo por qué vino aquí! Con e

enorme tráfico aéreo que entra y sale d



esta ciudad, ella sabía que podría perde

su rastro fácilmente. No quiere volver

verme, amigo.- ¡Calma! Tranquilo, hermano –Jami

capta el dolor que destilan mis palabra

a la distancia siento su incondicionaapoyo. Le confié todo lo sucedido desd

el primer llamado de Nazli-. La jef

sólo está molesta, bueno, bastant

cabreada en realidad, pero estoy segur

de que la encontraremos y de que e

cuanto le expliques lo que realment

sucedió ella lo entenderá y volverá

casa contigo.



Sí… y el sol podría salir justo ahor

a iluminar la noche de Roma. Es

ambién sería un maravilloso milagro.- ¡Alá te oiga y haga realidad tu

palabras! –aprecio el optimismo de m

amigo-. Muchas gracias por todo, JamiPor favor dale mis saludos a Inés, dil

que cuide mucho a mi princesita.

- Así lo haré y recuerda, ¡a dormir

Mañana será otro día.

Corto la llamada y me quedo eestado catatónico mirando a la gent

pasear por la Plaza Navona. El sol se h



puesto hace ya dos horas y el luga

resplandece inundado de las luce

nocturnas, desbordante de vida y alegríentre los artistas callejeros y los turista

que disfrutan de su paseo, totalment

ajenos a mi sufrimiento.Sí, mañana será otro día… ¡otr

devastador día sin Aurelia! Justo el dí

de su cumpleaños.

No, no puedo rendirme. La noche e

oven en Roma, mi diosa es una bohemi nuestro bebé jamás se duerme antes d

as doce, el clima está agradable, l

noche llena de estrellas… Aureli



perfectamente podría estar justo ahor

dando un paseo con nuestro hijo en s

coche…¿Pero dónde?

La pregunta me retuerce el cerebro e

busca de la respuesta. ¿En el Coliseo? A

ella le gustan los gladiadores…

“Mira, hijo, aquí las personauchaban a muerte y se los daban d

comer a los leones…”

No, no creo que lo lleve allí. ¡Piensapiensa! Busco y rebusco repasand

mentalmente cada una de nuestra



conversaciones en donde se pudier

haber mencionado de paso siquiera

Roma…“¿Viste esa película antigua, Víctor

Tres monedas en la fuente. Es u

clásico, a mí me gustaba verla sólo po

a fuente que aparece en la historia

Siempre me ha fascinado la Fuente d

Trevi, no sé por qué”.

¡La Fuente de Trevi!

Me pongo de pie de un salto, dejunos billetes en la mesa del café y corr

a buscar un taxi como si estuviera



punto de perder un avión. A punto d

perder la vida realmente si no logr

encontrar a la luz de mi alma.El taxi se detiene de un frenazo par

evitar atropellarme cuando salto delant

de su camino, y me subo en un segundo:

- ¡A la Fuente de Trevi, rápido po

favor!

No me importa si está cerca. De tant

recorrer hoy Roma ya me sé de memori

el mapa de Google, la fuente está a upoco más de un kilómetro caminand

pero lo único que quiero es llegar y



mismo. El corazón me salta desbocad

como si estuviese seguro de que Aureli

está allá justo ahora.De pronto me doy cuenta de que e

axi da una vuelta en sentido contrario

a fuente.

- Hey, amigo –le hablo hacia delant

al conductor-. Me sé de memoria e

camino, no quiero dar vueltas llévam

directo y volando, te pagaré más que s

me paseas por toda Roma.- Sí, señor, disculpe quería evitar u

atasco.



El conductor acelera y regresa a l

vía correcta en la que no hay ningú

atasco y a los pocos minutos me bajdejándole un billete de quinientos euros

El hombre no puede creerlo, lo mir

boquiabierto y cuando logra reaccioname llama a los gritos en medio de

concierto de bocinazos tras su tax

detenido:

- ¡Hey, señor, señor…! ¿Quiere que l

espere aquí, eh? ¡Voy a estar dand

vueltas por la fuente por si quiere ir

otra parte, sólo me espera! ¿Eh?

Le hago una señal de “no, gracias



con la mano mientras bajo por una de la

escalinatas que llevan a la fuente.

El breve espacio del paseo que rodea toda la monumental obra de arte entr

a calle que está más alta y la fuente est

repleto de turistas. Los flashes destellapor todas partes captando los momento

para el recuerdo y el bullicio alegre d

os turistas se confunde con el incesant

rumor de la fuente en donde mi vist

queda atrapada.

¡Es magnífica! Sus luces qu

alumbran desde las aguas destacan en u

estratégico juego de luz y sombra toda l



perfecta hermosura de las figuras, qu

pareciera van a cobrar vida propia e

cualquier momento.Con razón es tu favorita, Aurelia.

De inmediato me lanzo a buscarla

ravés de la multitud pero recorro tod

el paseo de lado a lado alrededor de l

fuente sin ningún éxito.

La decepción quiere patearme una ve

más en el suelo como tras cada hotel qu

visité sin éxito, pero no tengntenciones de darme por vencido. E

corazón me avisa que Aurelia est



cerca, casi puedo percibirla como un

vibración eléctrica sobre mi piel…

Quizás llegó ahora por el otro lado.Subo por la escalinata del lad

derecho y desde mi mirador en altur

escudriño a los turistas que repletan e

ugar buscando acercarse al borde de l

fuente para arrojar una moneda.

Hay muchas personas disfrutando d

a agradable noche de invierno pero po

desgracia Aurelia no es una de ellas.¡Alá! La decepción gana terreno y s

ensaña en desgarrarme má



despiadadamente tras mi brev

esperanza de encontrar a Aurelia en est

fuente.Estaba tan seguro de que así sería...

Respiro hondo sintiéndome ta

agotado, tan desolado como jamás ante

en mi vida.

Saco mi Tablet desplomándome coos brazos apoyados en el barandal de l

calle que mira hacia la imponente fuent

vagamente pienso en buscar el lugamás cercano para pasar la noche, per

mi mirada se queda perdida en e



protector de pantalla… es un

presentación de fotos de Aurelia.

Mi amor… ¿Cómo pudiste creer po

un segundo siquiera que yo sería capa

de engañarte con otra mujer?

Aunque ese video editado y sin audi

era una prueba muy contundente. Nadi

que viera esas imágenes podría imagina

o que realmente estaba pasando en es

habitación del hotel.

De pronto una música se eleva por esobre el bullicio y el rumor del agua y a

evantar la vista descubro que allá abaj



a gente ha abierto un ruedo alrededo

de una pareja de artistas, que comienza

bailar un adagio al romántico y triste sode: “Goodbye, my lover”, de Jame

Blunt.

Ella parece volar envuelta en gazablancas mientras él la alza en su

brazos, ambos interpretando el dolid

sentir de la canción en cada uno de su

plásticos movimientos.

Veo esa danza, oigo esa melodía ddesgarrada despedida y mi corazón ca

destrozado en mil pedazos en medio d

as oleadas de dolor que me traspasa



agónicamente.

Cada una de esas desoladas palabra

hace eco en mi alma:“¿Acaso te decepcioné o te fallé?

¿Debería sentirme culpable o

dejarme juzgar?

Esto no se ha acabado,yo estoy aquí para ti por si quieres saberlo.

Tocaste mi corazón, tocaste mi alma.

Cambiaste mi vida y todas mis metas.

Me di cuenta de que el amor es ciegocuando me cegaste el corazón.

Yo he besado tus labios y sostenido tu

cabeza,

compartido tus sueños y compartido tu camaTe conozco bien, conozco tu olor.

Me he vuelto adicto a ti.

Adiós mi amor.

Adiós mi amiga.



Tú has sido la única,

tú has sido la única para mí.”

Aprieto los puños contra la baranda miro al cielo conteniendo e

desesperado bramido que explota en m

alma:

¡Aurelia, no me resigno a perderte!

No puedo creer que lo nuestro vaya erminar así…

¡Esta es una pesadilla demasiad

cruel!

Inspiro hondo mirando las estrella

que se vuelven borrosas para mí... Si ta





me decía que es una fuente de lo

deseos, por eso le gustaba… me decí

que ella no creía en esas cosas pero quarrojaría un saco entero de monedas d

oro para pedir un solo deseo.

Nunca quiso decirme cuál sería esdeseo.

“¡Si te lo digo no se cumplirá!”

El recuerdo de su risa cristalina m

desgarra tan profundo que cierro lo

ojos atravesado por el devastador dolorGuardo la Tablet en el bolsill

nterior de mi chaqueta y bajo d



regreso a la fuente guiado por e

desesperado deseo de mi corazón.

Al llegar al borde busco en mibolsillos y sólo tengo una moneda: La d

oro que me regaló mi padre cuand

cumplí veinte años, deseándome qualgún día esa moneda comprara la etern

dicha de mi alma.

Nunca entendí cómo una moned

podría comprar algo tan inmenso

ntangible. Hasta ahora. Se refería a qua felicidad vale mucho más que todo e

oro del mundo y que el pago simbólic

de una moneda es en realidad e



compromiso de darlo todo por los sere

amados.

Cierro mi mano apretando la moned me vuelvo de espaldas a la fuente. E

rumor y el aroma fresco del agua llega

hasta mí allí de pie en el borde.

No sé si en verdad esta será un

fuente de los deseos, pero sí sé co

seguridad que el alma unida íntimament

con nuestro Creador es capaz de hace

realidad los deseos más intensos y purode nuestro corazón.

Y yo lo único que deseo es recupera



a mi familia.

Lo deseo con vehemencia apretand

os ojos, llenando mi memoria de lmagen de Aurelia con nuestro hijo e

sus brazos sonriéndome feliz… y arroj

a moneda por encima de mi hombro.

¡Regresa a mí, Aurelia, regres

conmigo!

Al abrir los ojos respiro profund

mirando a la despreocupada multitu

mientras intento decidir dónde ir ahora buscarla.

De pronto descubro un movimiento e



a marea de turistas hacia el costad

zquierdo de la fuente… le abren paso

alguien y por un segundo pienso que srata de algún nuevo espectáculo d

danza… la gente amontonada no me dej

ver hasta que al fin descubro que emovimiento es para dejarle el paso a u

coche de bebé…

El corazón se me detiene en seco, s

me corta la respiración y todo parece i

en cámara lenta mientras mis ojos cree

atisbar un dorado cabello que aparece

se pierde entre la multitud… lo

hombres se vuelven a mirar a la esbelt



figura que empuja el coche de bebé…

¡Alá Bendito!

Sí… ¡es ella, no puedo creerlo! Lrespiración ahora se me dispar

ahogadamente al volver a verla, ¡por fin

- Aurelia… -lo susurro como ante un

visión que temo desvanecer-. ¡Aurelia!

Mi llamado desesperado llega hastella pero en cuanto me ve, se da l

vuelta para escapar.

¡Ah, no, no voy a perderte de nuevo!Echo a correr abriéndome paso a tod

dar entre la cerrada multitud que m



anza reclamos en todos los idioma

hasta que la alcanzo justo en el fronti

de la Fuente.- ¡Aurelia, espera! –llego corriend

ras ella y poso mi mano en su hombro.

Ella se vuelve engrifada y su mirad

se me clava como una espada.

- ¡No me toques, aléjate de mí! –mquita bruscamente su hombro haci

atrás.

Rebosante de dicha saludo a mi hijen el coche:

- ¿Cómo estás, mi principito?



Aurelia retrocede el coch

apartándolo de mí y se interpon

delante.- ¡Aléjate de mi bebé, lárgate con t

maldito primer amor y déjanos en paz

puto traidor poco hombre! –me grita corabia profunda y se gira para empujar e

coche.

Pero yo lo sujeto de la empuñadur

sin perturbar el sueño de mi hijo.

- Aurelia, déjame explicarte lo qusucedió, ese video…

- ¡Cállate, no me interesa segui



oyendo tus mentiras! –me interrumpe co

ntensa ira, sus ojos echan fueg

clavados en los míos, sus gritos atraeas miradas de la gente-. ¿Cómo pudiste

Víctor? Me hiciste todo el daño qu

anto quise evitar siempre al mantenermal margen de la mierda del amor y lo

sentimientos. Pero llegaste tú con tu

mentiras y engaños hablándome de tamor verdadero y… ¡Jamás debí confia

en ti! Lo único que has hecho desde qu

nos conocimos es mentirme, primero m

dijiste que no me amabas que sólo er

deseo y así te permití quedarte en m



casa, luego fingiste que te gustaban mi

uegos cuando nunca lo han hecho

ahora… -veo el brillo de las lágrimanundando sus ojos a raudales-. Dijist

que yo era la única mujer que existí

para ti pero tenemos menos sexo quantes por la llegada de nuestro hijo, ¡

corres desesperado a meterte en la cam

de otra! Eso jamás podré perdonárteloesa mentira fue la última, se terminó. N

quiero que mi hijo crezca junto a u

hombre que sólo le enseñe a mentir

engañar… -hace una pausa ahogada po

as emociones que la estremecen enter



yo quisiera morir al ver correr la

ágrimas por su rostro mientras sus ojo

destilan odio y resentimiento hacia mí acontinuar diciéndome-. Me hicist

confiar en ti, me hiciste creer que existí

el amor, me hiciste bajar las barreras dmi corazón y cuando ya lo tenía

ndefenso en tus manos, ¡lo arrojaste a

suelo y lo pisoteaste! –me lo grita a toddar llena de rabia y dolor-. Jamás deb

confiar en ti, ¡en mi puta vida volveré

confiar en ninguna mierda de hombre! –

gime desgarrada con un caudal d

ágrimas corriendo por sus mejillas.



- ¡Ese video que viste es falso

Aurelia!

- ¡Ya basta de mentiras! –mnterrumpe otra vez con un grit

disonante que atrae todas las mirada

sobre nosotros-. ¿Crees que voy a sean estúpida de seguir creyéndote? ¡Y

me has mentido demasiadas vece

ncluso después de jurarme que jamá

volverías a hacerlo! –chilla llorando

su mano vuela al cuello de mi camis

abriéndolo de un tirón hacia el lado par

dejar ver la marca de la mordida que m

hizo Nazli-. Estos son los hechos, la



marcas de tu noche de placer con es

perra –un resentimiento profund

ransforma su voz en un gruñido bajo ntenso hasta que vuelve a gritarm

vibrando entera-. ¡Tu palabra ya no val

una mierda para mí!La enorme herida sangrante de s

alma y de su corazón me desgarran co

un dolor insoportable. Si mis palabra

a no valen nada para ella, ¿cómo podr

demostrarle mi inocencia?

Aurelia retrocede alejándose uno

pasos de mí y mi alma clama co

desesperación como si se estuvies



abriendo un abismo feroz entre nosotros

- Fuiste el único hombre al que amé –

declara ella en un tiempo pretérito qume deja sin aliento-, fuiste el primero

el último al que le entregué mi corazón

Ya jamás volveré a confiar en nadie, ynunca más amaré a ningún hombre, so

odos una mierda. ¡No quiero volver

verte en mi vida! –se aferra al coche

comienza a empujarlo-. Adiós.

Adiós…Esa palabra detiene mi corazón

jamás la había oído en labios d



Aurelia! Y la frialdad con que fu

pronunciada podría congelar todo u

desierto, es una bofetada que me dejabismado mirándola alejarse durant

unos segundos.

- ¡No, por favor espera…! –corro alcanzarla y la tomo del brazo, no l

hago daño, eso jamás, sólo la toco par

detenerla.

- ¡Suéltame! –me quita el brazo de u

brusco movimiento que sacudigeramente el coche y nuestro hijo s

despierta llorando con fuerza

contagiado por los gritos de su madre.



- No –replico con firmeza-, ¡no t

dejaré ir hasta que me permita

explicarte cómo sucedió todo!- ¡Vete al infierno, ahórrate tu

mentiras!

- ¡Aurelia, tienes que escucharme! N

e perderé de nuevo, no perderé d

nuevo a mi hijo.

Ella me mira fijamente un segund

descubriendo mi férrea determinación

al instante rompe en agudos gritos:- ¡Policía, policía, ayúdenme!

Los gritos de Aurelia resuenan co



espectacular acústica frente a la Fuent

de Trevi y los turistas que ya estaba

atentos a la escena le abren pasvelozmente a los policías que s

aproximan corriendo.

Dos carabinieris llegan en un segundhasta nosotros y nos hablan en un

mezcla de italiano español:

- ¿Qué pasa, signora, cual es il su

problema? –interroga uno de ellos co

a vista fija en mí, adivinando que ysoy al problema.

- ¡Este hombre trató de llevarse a m



bebé! –me acusa Aurelia dejándom

abismado y en cuanto los policías s

cierran sobre mí ella se alejvelozmente con el coche.

- ¡No, Aurelia, espera! –l

desesperación de volver a perderla mhace apartar a empujones a los policía

para correr tras ella.

- ¡Ey, alto! –los carabinieri

reaccionan corriendo tras de m

haciendo sonar sus silbatos que atraen más de ellos.

Dos nuevos policías bajan por l



escalinata más cercana y se m

atraviesan en el camino, uno de ellos m

sujeta firmemente de un brazo.- Identificación, signore, por favor

me exige con cara de pocos amigos.

Pero todo lo que yo puedo ver

entender es que Aurelia está tan furios

conmigo que si la pierdo de nuevo ta

vez sea de forma definitiva. ¡Se irá d

Roma sin dejar rastro y no volveré

encontrarla jamás!- ¡Aurelia, espera! –la llam

anzándome tras ella, pero el policí



nsiste con más fuerza en su agarr

estrangulándome el brazo donde tengo e

grueso verdugón del azote y sin pensarlme vuelvo y le estampo un puñetazo qu

o envía de espaldas al suelo, noqueado

Al verme libre corro otra vez a toddar hacia Aurelia.

- ¡No te vayas, espera!

Ella abandona el coche, alza a nuestr

hijo en sus brazos y sube corriendo l

escalinata apegándolo contra su pechoA estas alturas somos el espectácul

nocturno del lugar, todos los teléfono



móviles nos enfocan haciendo cientos d

fotos y videos.

Los policías corren detrás de mí, domás bajan por la calle y me cortan e

paso hacia ella pero los quito de m

camino con unos rápidos puñetazos amentón y estoy muy cerca alcanzar

Aurelia.

- ¡Aurelia, no te perderé de nuevo!

Ella se vuelve para enfrentarme, v

otra vez la rotunda determinación en miojos y sabe que no me dejaré detener ta

fácilmente, que incluso si me arresta





huida en medio de gritos de terror

empujones abalanzándose hacia las otra

escalinatas, algunos escalan por lbaranda hacia la calle, otros se arroja

dentro de la fuente buscando l

protección de las aguas... Todo suceden un microsegundo.

Veo que Aurelia también escapa e

medio de la turbulenta confusión y y

arriba en la calle hace un parar un tax

es el mismo que me trajo… mira para l

que se quedó dando vueltas por la fuent

esperándome, ¡para llevarse a la vida d

mi vida lejos de mí para siempre!



Me desespero, la vista se me nubla d

rojo y me lanzó violentamente contra e

cerco de policías.- ¡Déjenme pasar! –les gruño a grito

enfrascándome a los golpes con ellos.

Ahora son muchos más, ¿de dónd

demonios salieron tantos?

La desesperación me da una fuerzdescomunal, entre todos juntos no logra

sujetarme, ni siquiera siento sus golpe

mientras intentan reducirmviolentamente… En medio del fragor d

a lucha veo que Aurelia cierra l



portezuela y el taxi se pone en march

alejándola de mí…

La desolación me paraliza y lopolicías lo aprovechan para arrojarm

al suelo y mientras me registra

bruscamente en busca de la supuestbomba veo a varios carabinieri

noqueados en el piso por tod

alrededor, ¡no me di cuenta de habe

golpeado a tantos! Los demás al fi

descubren que no llevo armas ni bomb

alguna y ya sin temor de volar por lo

aires se dedican a terminar de reducirm

a palos y patadas en el suelo.



Sus golpes no son nada comparado

con el dolor que estoy sintiendo po

haber vuelto a perder a Aurelia, ¡y estvez quizás para siempre!

***

La oscura y fría celda de la comisaríparece estar en el sótano. No esto

seguro porque cuando recuperé l

consciencia ya estaba aquí dentro.Un agudo dolor en la frente me hac

levarme la mano allí para descubrir un



contusión coronada por un tajo abierto

Vagamente recuerdo que una patada m

anzó contra las escalinatas, me golpea frente y todo se apagó.

Este lugar me recuerda a las fría

catacumbas del castillo de Zeus… poo menos ahora no estoy desnud

colgado de las manos aunqu

seguramente a los policías no le

faltarían las ganas.

Me desespero paseándome combestia enjaulada en la húmeda y pequeñ

celda sin luz ni ventanas, de pedregoso

muros por donde escurre más de un



gotera. Del otro lado de la puerta d

gruesos barrotes sólo veo un muro d

piedra. Sin duda no es una de las celdacomunes de las comisarías modernas

Esta debe ser la reservad

especialmente para criminalepeligrosos, terroristas…

¿Es de día o de noche? ¿Dónde está

mi reloj y mis zapatos?

Respiro hondo para intentar calmar l

galopante jaqueca, por no mencionar laagudas punzadas de los demás golpes e

mi cuerpo. Por lo menos creo que no m

rompieron ninguna costilla, pued



respirar bien a pesar del dolor que m

dejó la golpiza.

Todo aquello me parece ínfimo antmi única y más intensa preocupación:

Quizás Aurelia está justo ahor

haciendo sus maletas para irse lejos…

si es que no lo hizo ya.

¡Por Alá, Aurelia! ¿Por qué nquisiste escucharme?

No me hubiese importado que m

mandaras encima a la guardiretoriana[19] completa para que m

mataran a palos si antes al menos m



hubieses escuchado. Ahora en cambi

al vez te he perdido para siempre…

¡No!El feroz aullido de mi alma me hac

querer arrancar los barrotes con lo

dientes para salir de aquí a buscarla otr

vez.

Te encontraré de nuevo, Aurelia, ¡yentonces ni una bomba atómica ser

capaz de alejarme de tu lado antes d

que termine de explicarte todo lo qusucedió esa noche de San Valentín!

La encontraré y haré que me escuche



cómo sea!

Pero para eso primero tengo que sali

de aquí, lo que veo complicado porquno creo haber llamado a mis abogado

estando inconsciente aquí tirado en e

suelo.

Me paseo de un lado al otro de l

estrecha celda desnuda como para forja

una nueva grieta en el suelo de piedra.

- ¡Ghálib, gracias a Alá!

Respingo ante el alivio que empapa esa conocida voz y me vuelvo hacia lo

barrotes.



- ¿Jamil, qué haces aquí?

- Vine con tu abogado a sacarte d

aquí. Él está ahora pagando tu fianzaMe pidió que te dijera que te ha

deportado, tienes hasta las ocho de est

mañana para salir de Italia.

- ¡¿Me deportaron?! –no pued

creerlo-. ¿Por qué hicieron eso?

- Tú me dirás, amigo. Apareciste e

odos los noticieros internacionales

“Ciudadano extranjero musulmánsospechoso de ser integrante de l

ihad, es detenido por crear disturbio





poniéndome al día con las novedades:

- Tienes suerte de tener a tan bueno

abogados o te habrían enviado un tiempa una prisión local. La fianza tampoc

salió barata, hermano… ¿Qué mierd

pasó?

Dejo de apretarme las sienes par

mirarlo al decirle:

- La encontré, Jamil.

- Déjame adivinar. Fue en la Fuent

de Trevi y ella te echó encima a lpolicía para escaparse.

- ¿Cómo lo supiste?



- La jefa aparece en segundo plano e

varios de los videos de YouTube, con e

bebé en brazos subiendo a un taxi.- ¡Perfecto! Usa esos videos par

conseguir la patente del taxi y ubicar a

conductor. Él nos dirá a qué hotel llevó.

Jamil me mira como si yo insisties

en lanzarme al vacío de cabeza y si

paracaídas.

- Pero, Ghálib, ¿no crees que quedbastante claro que la jefa de momento n

quiere hablar contigo?



- De todas maneras yo sí quier

hablar con ella. Tengo que explicarle l

que pasó, no puedo dejar que sigodiándome por el resto de su vida –hag

una pausa y agrego como una confesió

ntima de mi alma, intensa, determinad terrible-. Mi vida ya no será vida s

Aurelia no está a mi lado. Simplement

seré una cáscara vacía por dentrosobreviviendo día a día sin alegría

esperando únicamente el descanso de l

muerte.

- Amigo… te entiendo y no es por se

cruel pero… -Jamil se frota la perill



buscando las palabras-, la jefa te azuz

a la policía, te acusó de intento d

secuestro y de terrorismo. Tienes suertde que desapareciera porque lo

carabineros en verdad la buscaro

ntensamente por todas partes para qufirmara la denuncia en tu contra. No le

hizo ni puta gracia que los noquearas.

- ¿Aurelia no hizo una denunci

formal en mi contra?

- No, pero…- ¡Ahí lo tienes, Jamil, ella aún m

ama!



Mi amigo se propina un sonor

palmazo en la frente.

- ¡Alá proteja de sí mismo al hombrde cabeza más dura que la roca! –

exclama-. Existe el optimismo y en otr

nivel muy superior está esta locura quprofesas tú, bajo el mismo título. ¿N

oíste la parte en que dije que tenía

suerte de tener tan buenos abogados

Con mi ayuda para rastrear lo

Smartphone de quienes subieron lo

videos a YouTube conseguimos qu

algunos vinieran a declarar a tu favor

Varios oyeron tu discusión con Aureli



desde el principio y atestiguaron que er

sólo un problema de pareja. Una

uristas alemanas estupendas declararoque nunca intentaste tocar al beb

siquiera. Por sus palabras yo diría qu

no te quitaron los ojos de encima ni poun segundo. Otros turistas y una parej

de artistas dijeron haberte vist

arrojando una moneda a la fuente, esayudó mucho, un terrorista no arrojarí

una moneda de oro puro a una fuente qu

piensa volar en mil pedazos. La policí

a buscó como evidencia. Toma.

Me extiende la mano y recibo d





claramente que no cree en nada qu

salga de mi boca. Si tuviera al meno

una prueba contundente… -de pronto sme ocurre algo, es una idea desesperad

pero es lo único que tengo-. Jamil, po

favor necesito que vueles a Riad y mraigas algunas cosas. ¿Lo harías por m

amigo?

Él me mira con cara de “no tiene

remedio”, pero es un amigo de esos qu

e ayudan aunque estén convencidos d

que te has vuelto loco.

- Cuatro horas de vuelo ida y vuelta –

protesta-. Regresaré justo para la hor



plazo en que tienes que irte de Italia.

- Es que no pienso irme. No si

Aurelia. ¿Qué hora es?Jamil me mira echando humo por la

orejas.

- Son las tres de la mañana.

- ¡Alá, estuve seis horas inconsciente

- Sí, tu abogado amenazó codemandar al municipio de Roma po

violencia extrema innecesaria. En lo

videos se ve que te dieron una buenpaliza. ¿Te sientes bien, hermano

Debieron llevarte a un hospital en ve



de dejarte aquí tirado sin sentido en e

suelo.

- Estoy bien, amigo, eso ya nmporta. ¿Me harás el favor de volar

Riad?

Jamil niega mirándome como a u

caso perdido.

- Está bien, Ghálib, lo haré.- ¡Gracias! ¿Con qué dinero pagaro

mi fianza? Todas mis cuentas está

congeladas.- Lo hizo tu bufete de abogados.

- Entonces te daré la clave de mi caj



fuerte para que saques de allí el diner

en efectivo para devolverles la fianza

pagarles sus servicios. Gracias de nuevpor venir a ayudarme, hermano.

- No es nada, olvídalo. Sólo intent

mantenerte a salvo hasta que yo regresde ese viaje.

- Lo haré. Seguiré buscando

Aurelia.

***

Sentado en una terraza con vista haci



el Coliseo, veo despertar a Rom

aunque en realidad es una ciudad que n

duerme demasiado, entretenida en sbohemio trasnoche.

De todas maneras hay gente que s

mueve deprisa camino a su trabajoambién veo pasar los buses cargados d

uristas de un lado a otro y vigilo e

odas direcciones esperando ver pasar

Aurelia por uno de los lugares má

visitados de Roma.

Tras salir de prisión busqué e

alojamiento más cercano preguntando

as señoritas de la noche porque m



Tablet, mi reloj y mis zapatos fuero

declarados perdidos en la escena de

suceso.Me quedé en una hospedería sencill

en donde pude ducharme, dormir u

poco y cambiarme de ropa con la maletque me trajo Jamil, porque él sabía qu

antes volé con lo puesto a Roma y n

siquiera me registré en un hotel, m

aboqué de inmediato a registrar l

ciudad de punta a punta y pasé todo e

día en las calles comiendo algo e

cualquier parte.

A las siete de la mañana salí de l



pensión dispuesto a reiniciar m

búsqueda y aquí estoy ahora, tomand

café en una terraza con vista al Coliseo.Ya son las ocho de la mañana, deberí

estar tomando un avión que me sacara d

talia pero en cambio espero el regresde Jamil que me acaba de llamar par

decirme que hay un atasco tremendo po

un accidente de tránsito en el camin

desde el aeropuerto.

Mientras bebo mi café no paro dpensar en Aurelia…

Ella ya no confía en mis palabras. Es



duele pero en verdad le he mentid

muchas veces. Aunque siempre ha sid

por un buen motivo estoy aprendiendduramente aquella lección de que “n

existen mentiras buenas ni blancas”

Aurelia tiene toda la razón, debí decirlo que estaba pasando con Nazli.

Por intentar protegerla le hic

muchísimo más daño.

¡Cuánto lo siento, mi amor!

Hoy es tu cumpleaños y ni siquiersé en dónde estás…

Debo dejar de lado la angustia qu



amenaza con destruirme de sólo pensa

que ya no volveré a encontrarla, qu

quizás ya ni siquiera esté en Roma.¡Alá me permita encontrarla d

nuevo!

Y después vendrá lo más difíci

ograr que me escuche al menos cinc

minutos sin llamar a la policía o a l

seguridad del hotel o a una turb

antiterrorista que me linche en vivo

ravés de algún canal de YouTube.¿En serio ya no te importo, Aurelia?

¿De verdad ya no me amas?



Esas preguntas me hacen sentir un

espada en llamas traspasando una y otr

vez mi corazón y retorciéndose en lherida hasta quitarme el aliento.

- Disculpa, ¿Víctor…?

La delicada vocecilla me sobresalta

al alzar la mirada me encuentro co

alguien que jamás habría esperad

volver a ver.

- ¿Penysum…? –la muchacha d

aspecto frágil que detonó los celos dAurelia en la reunión BDSM d

Asturias.



- Sí, soy yo. Hola… -me saluda co

una tímida sonrisa mientras su mirad

sube y baja como si no se atreviera mirarme muchos segundos de frente.

Me pongo de pie para hablarle.

- Hola, es un gusto volver a verte

¿Quieres sentarte a tomar un café? –l

nostalgia de aquellos días junto

Aurelia me hace desear conversar co

alguien que también la conozca y as

poder pronunciar su nombre, evocar smagen.

- Te agradezco mucho pero no puedo



Estoy con mi señora que fue al cuarto d

damas y me dejó pagando la cuenta –

Penysum mira en torno como un conejasustadizo-. ¿Tu diosa no está por aquí

Ya nos preguntábamos cuando t

permitiría salir a tomar un poco de aire.Doy un respingo ante esas palabras.

- ¿Tú las has visto, Penysum?

- Oh, sí, desde hace algunos días

Estamos en el mismo hotel pero ella n

nos ha visto, siempre va muconcentrada en su bebé, ¡aaww, es u

bebé precioso! Me gustaría acercarme



verlo pero no me he atrevido y ademá

mi señora me ha dicho que la dejemo

en paz con sus asuntos, y que ni se mocurra preguntarle por ti. Yo creí que y

no estaban juntos o que en el mejor d

os casos te mantenía encerrado en lhabitación del hotel, encadenado a s

cama, ¡jum! –oculta una tímida sonris

bajando la mirada.

¡Por Alá, no puedo creerlo!

Este dulce ángel ha sido enviado sacarme de mi infierno. El corazón s

me desboca mientras pienso deprisa qu

no puedo preguntarle directamente e



qué hotel están porque le parecería mu

extraño. Ella supone que estoy co

Aurelia.- Así es, me tenía encerrado

encadenado a su cama –le respond

bromeando nerviosamente aunque ellasiente con seriedad, como si es

estuviese muy bien. Yo continú

diciéndole-. Pero hoy me dio permiso d

salir a pasear un poco y me entusiasm

anto con la caminata, con tantos lugare

que visitar que creo que me perdí

ahora no recuerdo el camino de regres

al hotel…



- Ah, pero si el Westin Excelsior est

sólo a unos quince minutos de aquí e

axi, por la Via Veneto.¡El Westin Excelsior, allí est

Aurelia!

Repaso en mi memoria todos lo

hoteles que visité ayer y lo encajo con l

magen de un edificio señorial d

mponente estilo y blanca fachad

ribeteada de amarillo en los bordes

balcones. Cuando lo visité ayer aatardecer, el sol le daba un matiz dorad

ncreíble a la fachada. Debí imaginarlo

allí estás mi Diosa Dorada!



El corazón me golpea a rabiar d

alegría por esta bendición, ¡cuando cas

perdía la esperanza de encontrarla!Penysum guarda silencio un instant

mientras sus ojos recorren con empátic

preocupación la contusión en mi frentpor la caída de anoche en la Fuente d

Trevi y luego bajan hacia el verdugó

del brazo que mi suéter ligerament

arremangado deja ver.

- ¿Tienes dinero para el taxi? –mpregunta con mucha delicadeza como s

emiera ofenderme-. Yo te puedo prestar

está lejos para que tú vayas caminand



así como estás, se ve que no dormist

muy bien anoche… –sin duda piensa qu

mi diosa me ha dado una paliza y mmuestra su solidaridad entre esclavos

Abre su pequeña cartera de man

buscando el dinero.- Sí tengo dinero, Penysum, t

agradezco muchísimo de todas manera

–le sonrío agradeciéndole en secret

ambién por decirme dónde est

Aurelia-. Gracias, de verdad.

- Por nada, Víctor… -Penysum s

ruboriza bajando la mirada y de pront

se vuelve a mirar hacia la puerta de



café.

- ¡Oh, ya viene mi señora! Debo irme

Víctor, fue muy agradable verte, cuídatmucho, podrías ponerte un poco de hiel

en la frente y en ese brazo, si quieres…

te vendría bien tomar un antnflamatorio, si quieres también, claro…

jum! –me sonríe tímidamente-, es sól

una sugerencia. Mis respetos a tu diosa.

Me siento tan agradecido hacia es

muchacha que me ha dado loportunidad de volver a encontrar

Aurelia y además me ha demostrado ta

amable preocupación, que tomo su man



la beso caballerosamente.

- Muchas gracias, Penysum. Mi

respetos también a tu señora.Su rostro se enciende en llama

mientras sonríe nerviosamente.

- Gracias a ti, Víctor… jamás nadi

había besado mi mano… sólo tratan as

a mi señora… ¡jum! –suelta una risitnerviosa mientras envuelve su mano co

a otra como si quisiera atrapar el bes

sin dejarlo escapar.- ¡Penysum! –la mujer vestid

elegantemente la llama con el ceñ



fruncido.

- Ya debo irme, ¡gracias!

- ¡A ti!Se aleja corriendo y alcanzo a oír l

que la mujer le dice:

- ¿Qué demonios estabas haciend

con él? Te dije que no quiero líos con s

dueña, ya verás en el hotel…Penysum sonríe encantada, como ant

una promesa de algo maravilloso

mientras la señora se la lleva del brazse vuelve a mirarme a escondidas y m

hace chao traviesamente con la mano.



Aparte de decirme dónde est

Aurelia, esa sencilla joven de alm

sumisa acaba de darme una idea…- ¿Ghálib?

- Jamil, ¡al fin! Ya sé dónde est

Aurelia.

Mi amigo me abre los ojos com

platos mientras se sienta a la mesa. Ypido por señas un café para él y tambié

me siento.

- ¿En serio, la encontraste? –Jamiparece más preocupado que feliz, si

duda teme que Aurelia vuelva a hace



que me arresten-. ¿Quién era esa chica?

- Una antigua conocida que s

hospeda en el mismo hotel de Aurelia.- ¡Juiuu! –suelta un sorprendid

silbido-. Hermano, compra un boleto d

otería que seguro recuperas tu fortun

de inmediato porque andas con toda l

suerte del mundo hoy. Ni te imaginas l

que encontré para ti durante mis tediosa

horas de vuelo.

- ¿Qué encontraste? –clavo los ojoen el diminuto pendrive[20] que m

enseña mientras lo conecta a una Tablet



- Justo lo que necesitabas –me dic

entregándome la Tablet-. Más que ta

sólo palabras para demostrarle a la jefu inocencia.





Aurelia.

Cadenas eternas

Salgo del ascensor con mi bebé en e

nuevo coche que le acabo de compra

para reemplazar al que abandoné anoch

en la Fuente de Trevi.

La angustia me atraviesa una vez má

al recordar a Víctor luchando contresos policías por tratar de seguirme…

Cuando miré hacia atrás desde el tax



me pareció ver que lo estaban pateand

en el suelo para reducirlo después d

que él noqueó a varios policías. No debería importarme.

Tú me hiciste mucho más daño qu

eso, Víctor, pero…

¡Maldita sea! Creo que exageré a

acusarlo de terrorista pero la culpa esuya porque no había otra forma de qu

me dejara en paz, ¡eso le pasa por se

an obstinado!¿Cómo me encontraría? Creí habe

cubierto todo mi rastro de escape baj



una gruesa capa de oro entregado e

manos de pilotos y operadores d

aeropuertos privados. Quería estar solacomo una leona con su cachorro que s

va a lo más profundo de su madriguer

para lamer sus heridas e intentasanarlas… pero en vez de eso cuando m

corazón todavía es una sangrante llag

en carne viva, de pronto lo veo de nuevfrente a mí y todo el dolor se dispara e

mi interior igual que si estuviese viend

de nuevo esas imágenes de él bailand

para esa perra, recibiendo sus azotes…

haciéndole el amor!



Los veo a los dos desnudos en es

cama, esa yegua poniéndole sus puta

manos encima y él tan tranquildejándose manosear y…

¡Mierda, debí unirme a eso

carabinieris para patearlo yo también eel suelo!

Aunque por un segundo estuvo a punt

de convencerme de la sinceridad de su

palabras…

¡No seas estúpida! ¿Cuántas veces tha mentido? ¡Ya has perdido la cuenta

o puedes volver a confiar en su



engañosas palabras.

Cállate… Ya lo sé. Por eso tení

anta urgencia en huir de él, antes d

que me convenciera con sus absurda

mentiras.

Tendrías que ser muy estúpida par

volver a confiar en él después de esto.

Jodida voz, ¡si no fuera porque debcuidar de mi bebé te ahogaría en litio!

Esa amenaza es suficiente para queda

o sola con mis pensamientos y tratdesesperadamente de aclarar mi

sentimientos.





enía el poder de destrozarme po

dentro y destruirme como lo has hech

ú, Víctor, al engañarme con otrmujer.

Respiro hondo avanzando por e

pasillo del hotel hacia mi suite en equinto piso. Pedí la más grande qu

uviesen para que mis niñas no s

sintieran encerradas, creo que m

dijeron que la suite Villa Cupola era l

más grande de Italia. Con 1.100 m2

magino que así debe ser.

Mira cómo terminamos, Víctor… y

creí que vivíamos en nuestro propi



cuento de hadas, que envejecería junt

a ti sumergida en ese hermoso “junto

or siempre”.

Un intenso dolor me traspasa como s

vertieran alcohol puro en las abierta

heridas de mi corazón.

Suspiro y suelto un dolido susurro:

- Tengo que olvidarte.Víctor todavía debe estar en la cárce

si es que no lo han deportado ya fuera d

talia… Y yo dentro de una hora tomarun vuelo a París.

Y eso será todo.



Se terminó.

Jamás volveremos a vernos.

¡Mierda! Una agonía extrema me dejcatatónica con la tarjeta de la puerta e

a mano hasta que los balbuceos de m

bebé me vuelven a la tierra.

- Ya vamos, mi niño. Vamos a hace

as maletas.Entro y al instante Catalina y Salom

vienen corriendo a mi encuentro y arma

un alboroto mayor al normal a mregreso.

- ¿Qué pasa mis niñas?



Ellas me responden con eso

maulliditos de novedad mientras avanz

por el salón de entrada con cuidado dno pillarlas con las ruedas del coche.

- ¿Vieron algo entretenido por lo

balcones? –los cierro cuando salgo parevitar que se caigan por accidente, per

dejo las cortinas descorridas para qu

se distraigan mirando a los pájaros e

as copas de los árboles.

Pretendo sentarme en un sofá perSalomé corre pachoncita de ida y vuelt

a la alcoba con sus maullidos de alarma



Ya logró intrigarme, ¿acaso caz

algún bicho? Encamino el coche haci

allá mirándolas dar vueltas a malrededor hasta que entro a la alcoba

al levantar la vista…

- ¡Mierda! ¡¿Qué demonios?!

Me quedo con la boca abierta ante l

último que esperaba ver en mi alcoba.

- Hola, Aurelia.

De pie al costado de mi cama, Vícto

me despliega su más devastadorsonrisa insólitamente colgado de la

manos de una gruesa cadena asegurad



arriba al travesaño del dosel.

¡No puedo creerlo!

Sus manos están esposadas juntasobre su cabeza, sujetas por esa caden

de inmensos eslabones plateados qu

está asegurada en lo más alto a

ravesaño del dosel con un gigantesc

candado.

Lo miro y lo miro y no puedo creerlo

parece una visión irreal, ¿cómo entr

aquí, qué pretende?¡Sin mencionar el hecho de que est

completamente desnudo!



- ¿Qué mierda significa esto? –me vo

por el camino fácil, preguntándole a

autor mismo de la locura mientras lsangre mi arde de ganas de traer un

correa para despellejarlo vivo.

- Significa que tenemos que hablar que esta vez vas a escucharme, Aurelia

porque aunque llames a la policía se va

a demorar bastante en cortar esta caden

de platino puro que sólo podría cortars

con una sierra especial de diamante.

Boqueo impactada por s

atrevimiento.



- Te volviste definitivamente loco –

bufo apartando mis ojos de su exquisit

desnudez que le ha resultado genial squería utilizarla como estrategia par

descolocarme.

¡En lo único que puedo pensar es ecuánto lo extraño! Cuánto desearía n

estar odiándolo ahora mismo par

saltarle encima a hacerle el amo

salvajemente hasta dejarlo inconsciente

aprovechando al máximo la excitant

nvitación de esa sometida postura d

entrega en mis manos.

¡Te odio por conocer tan bien mi





ensalada, ¡diablos, es uno de eso

malditos alicates gigantes para corta

cadenas! No… no tengo ningúproblema, ¿qué problema podría tener

Sólo envíenme ese napoleón. ¿Que n

ienen ninguno disponible? ¡Puecompren uno y envíenmelo cuanto antes

–corto violentamente y clavo mis ojo

en los suyos-. ¿Dónde están las llaves?

- Las arrojé por el balcón. Por favor

Aurelia, escúchame…

- Voy a llamar a la policía.

- ¿Vas a someterme a la humillació



de entregarme desnudo en sus manos?

Víctor intenta bromear par

contrarrestar mi furia permanteniéndose precavidament

serio-.Todos los carabineros de est

distrito ya me odian bastante por lo danoche y más de alguno tal vez quisier

aprovecharse de la situación…

- Lo hubieras pensado mejor antes d

hacer esta locura –bufo cruzándome d

brazos. No lo mires, sólo no lo mires…

Los ojos, concéntrate en sus ojos, n

bajes de allí.

Recuerda todo el daño que te hizo…



¡Tú cállate!

Alzo el teléfono para marcar e

número de la policía, ¡mierda, no me lsé! Marco el de recepción otra vez.

- ¡Espera, Aurelia! Anoche me diero

orden de deportación, tendría que habe

dejado el país hace una hora. Si lo

lamas iré a prisión sin derecho a fianza

Ahora habla totalmente en serio. L

miro con las cejas alzadas hasta e

echo.¿Y sabiendo eso se atrevió a veni

aquí arriesgándose a que le eche encim



a la policía otra vez?

- Tal como me siento ahora –le dig

con rencorosa saña-, nada me haría máfeliz que verte hundido en el fondo d

una prisión.

- Bien, entonces denúnciame –me dic

con determinación-, no me importa ir

prisión si a cambio antes me escuchas a

menos por el tiempo en que tarden e

venir a arrestarme.

Su penetrante mirada me traspashasta el alma, la resolución en su voz e

an intensa que haría caer por sí sola



os muros de Jericó.

¡Maldición! Por mucho que no quier

saber nada más de él, no puedo haceque lo metan en prisión tratándolo com

si fuese el primo hermano de Bin Laden

sólo por su origen árabe. ¡Mierda!

Aplasto el auricular con rabia contr

el teléfono.

- ¡No necesito escuchar más de tu

mentiras! Ni por un minuto, Ghálib

pronuncio con frialdad ese nombre quutilizaba con él sólo cuando perdí l

memoria. Es mi forma de decirle que y



no existe nada entre nosotros.

Sus ojos se ensombrecen co

desolación acusando el golpe.- Me lo debes, Aurelia.

- ¡¿Qué yo te lo debo?! ¡Yo no te deb

una mierda, tú, tú…! –chillo ta

ndignada que las palabras se me atora

en la garganta y él aprovecha dntervenir.

- Sí, me lo debes porque te fuiste si

darme la oportunidad de explicarte lque había sucedido y porque me ha

enido en un infierno sin ti, sin vivir, si



respirar siquiera, buscándote durant

estos cuatro días.

- ¿Sólo eso? –protesto y él me mircomo si se guardase algo más

muchísimo más-. ¿Te digo yo el maldit

nfierno que tú me has hecho pasaengañándome con esa perra en la noch

de San Valentín? ¡Todo era mucho mejo

más fácil cuando eras sólo mi esclav

pagado, al que podía disfrutar cómo m

diera la gana sin putos líos d

sentimientos de por medio enredándol

odo! –le grito tan alterada que m

quedo sin aliento.



Sí, todo era más fácil pero ta

erriblemente frío y vacío, aunque eso n

o admitiré ante él.Mientras me escucha, su rostro s

demuda y veo un dolor tan desbordant

en sus ojos que lo siento como mío y mdan unas inmensas ganas de llorar.

- ¿Cómo pudiste dudar así de m

amor, Aurelia? –continúa Víctor

dejándome oír claramente el dolid

reclamo de su alma-. Jamás te he sidnfiel ni con el pensamiento, ni e

sueños siquiera. Si en verdad te hubies

engañado con esa mujer te aseguro qu



habría sido yo quien se fuese de casa

porque jamás podría volver a mirarte

os ojos sin sentirme como udesgraciado mal nacido –lo dic

mirándome tan fijándome a los ojos qu

me hace estremecer por la vibrantsinceridad que atisbo en su mirada.

¡No, no! Sólo te está envolviendo co

sus encantos para que te creas su

mentiras.

Me vuelvo bruscamente dándole lespalda y me alejo hacia mi bebé par

ver que esté bien.



Está plácidamente dormido y m

quedo contemplándolo negándome

mirar a Víctor. Permanezco dándole lespalda con los brazos cruzados sobr

el pecho en cerrada actitud de rechazo.

Es que no puedo mirarlo sin oír lloraa gritos mi corazón.

- Lo nuestro no puede terminar as

Aurelia –su voz profunda y dolida hac

eco hasta el fondo de mi alma porque y

estoy sintiendo lo mismo-, no puedromperse por mentiras y engaños. T

ruego que me perdones por cad

pequeña y gran mentira desde que no



conocimos, te aseguro que nunca fue m

ntención hacerte daño, ¡todo l

contrario!- ¡Cállate, ya te dije que no quier

escucharte! –le grito dándole la espalda

- Aurelia… ¿en verdad me creíst

capaz de engañarte con otra mujer? ¿Po

qué no me esperaste para hablar? Y

feliz habría soportado tu furia, tus gritos

que me despellejaras a punta de azotes

habría aguantado con gusto lo que fuersi luego me hubieras permitid

explicarte! –lo oigo respirar agitado, y

debe estar costándole respirar en es



ncómoda posición, hace una pausa par

recobrar el aliento y luego pronunci

con una profundidad de mil océanos-Por favor mírame…

Niego rotundamente con la cabeza e

cerrado silencio pero Víctor insiste:

- Por todo lo que hemos vivido juntos

por nuestro futuro, ¡por nuestro hijo

Mírame, Aurelia.

Su voz me envuelve, me acaricia e

alma tan dulcemente que sin darmcuenta me vuelvo a mirarlo apretand

aún más el abrazo contra mi pecho.



Víctor sumerge su mirada en la mía

sus penetrantes ojos verdes le habla

directo a mi corazón y sus palabras sdeslizan directamente hasta lo má

hondo de mi ser:

- Mi Diosa Dorada, sabes muy bieque yo te pertenezco sólo a ti, so

esclavo de tu amor, mi vida no es vid

sin ti, por eso te juro que no me daré po

vencido hasta que me escuches, t

seguiré por el mundo entero si e

necesario, te seguiré hasta marte si se t

ocurre irte allá porque no voy a dar po

perdido lo nuestro sin luchar, Aurelia



recuerda que ahora no somos sólo tú

o! –envía su mirada hacia el coch

detrás de mí-. Nuestro hijo necesita a sfamilia unida y feliz, al menos por é

escucha mi explicación. Luego aceptar

o que sea que decidas, pongo nuestrdestino en tus manos. Si decide

dejarme a pesar de todo… ya no t

molestaré… -le cuesta pronunciar caduna de esas palabras-, nunca más.

Lo dice con un dolor vibrante aunqu

descubro una chispa de esperanza en su

ojos. Como si estuviese seguro de qu

eso no sucederá.



De pronto siento que esa segurida

puede nacer sólo de la inocencia y po

primera vez considero la idea de ququizás sea cierto que Víctor no me h

engañado…

¡Dios! Mil emociones encontradas msacuden y me tironean entre la rabia y e

amor que siento por él… pero gana l

rabia porque el amor todavía está mu

mal herido. Aun así el amor logra lanza

un desesperado ruego: ¡Escúchalo!

Respiro hondo y al fin logro decirle:

- Te escucho.



Víctor respira con visible alivio y n

pierde ni un segundo en lanzarse

explicarme:- La mujer que viste en ese video e

a esposa de un magnate del petróle

raquí…

- Nazli Hamed, a la que ya conocía

desde hace ocho años atrás –l

nterrumpo sin lograr sujetar la rabios

furia y los celos que me carcomen po

dentro-.Tu primer amor, con quieuviste tu primera relación sexual a lo

diecinueve años.



Víctor me mira estupefacto. Por u

argo segundo deja de respirar hasta qu

al fin reacciona muy confundido:- ¿Cómo sabes todo eso?

- Lo leí en tu diario –una abismant

sorpresa llena su rostro-. Sí, abrí tu caj

fuerte esa noche antes de recibir e

video. Tenía sospechas por lo raro qu

e portabas y porque te fuist

diciéndome que te había llamado u

empleado de la empresa, cuando erealidad yo oí claramente la voz de un

mujer en tu teléfono móvil. Claro… -m

voz destila un amargo resentimiento-, e



cuanto supiste que tu antiguo amo

estaba en la ciudad corriste a sus brazos

a buscar el sexo que la agotada madrde tu hijo no podía darte!

Víctor sostiene decididamente m

mirada de ira. Debo admitir que evaliente al ponerse así, indefenso, e

mis manos justo ahora que quisier

despellejarlo vivo a azotes y de lmanera más cruel, nada erótica. E

demasiado osado o loco, ¡o ambos! D

cualquier manera podría llegar

amentarlo como un grave error. Vícto

parece desconocer lo peligrosa



vengativa que puede ser una muje

despechada.

- No –me dice él con determinación-eso no fue lo que sucedió, Aurelia. Cad

segundo que pasé con ella fue u

sacrificio para mí porque…- ¡Pues no se veía como un sacrificio

–lo interrumpo bruscamente reprimiend

mis gritos para no despertar a mi bebé mi voz se transforma en un ronco

desgarrado bufido-. Parecías mu

cómodo, ¡bailando desnudo para ella! –

avanzo hacia él como un toro e

embestida y hundo mi mano en s



cabello para obligarlo a ladear l

cabeza y exponer el lado derecho de s

cuello-. ¡Esta marca parece fruto de untenso momento de placer que vin

uego de esa danza! Igual que est

verdugón en tu brazo –lo recorro corudeza con la otra mano y siento su pie

vibrar estremecida por el dolor pero é

no se permite ni una queja-, y el de tespalda, ¡vi en el video lo mucho que l

disfrutaste, cómo te excitaste y l

atrajiste hacia tus brazos! ¿Cóm

pudiste, Víctor? Esos juegos era

solamente nuestros, ¡debería arrancart



oda la piel a correazos para borrar la

huellas de las manos de esa perra sobr

i!La respiración de Víctor se aceler

más todavía por la forzada posición e

que lo mantengo mientras mis ojos sclavan mortalmente enrabiados en es

mordida moreteada en su cuello. L

sangre me hierve de sólo imaginar quotra mujer puso sus manos, su boca

sobre él…

- ¡Adelante, hazlo si eso te hace senti

mejor! –exclama Víctor con fuerza-

Desahoga tu rabia contra mí, para es



estoy aquí!

- ¡No! –acentúo mi agarre en s

cabello y remarco con un tirón cadfrase-, no te mereces que te toque n

para golpearte. Lo nuestro se terminó

vete a danzar desnudo para esa perra dmierda! –lo suelto bruscamente

retrocedo alejándome de él.

Lo veo respirar jadeante hasta quogra recobrar el aliento suficiente par

hablar:

- No estaba desnudo… -sus ojos s

clavan en los míos, su pecho sube y baj

aceleradamente en esa postura colgad



de las manos que resalta

magníficamente sus esculturale

músculos pectorales y abdominalemientras se esfuerza en juntar alient

para continuar diciéndome:

- Cada segundo de esa danza estuvpensando en ti y sólo en ti, Aurelia…

- ¡Para hacerla más sensual para es

puta! –protesto enceguecida de rabiconteniéndome para no abofetearlo.

- ¡No! ¡Esa fue la danza más fría

mpersonal que haya hecho en mi vida!

adea, recupera un poco de aire

exclama con toda el alma-. ¡Pensaba e



i pidiéndote perdón por estar haciend

eso!

La cruda sinceridad de su declaracióme golpea como un mazazo y Vícto

vuelve a afirmar enfatizando cad

palabra con sus intensos ojosumergidos en los míos:

- No estaba desnudo y definitivament

no estaba feliz de danzar para ellaAurelia. Fue el momento más amargo d

mi vida. Ese video que viste estab

editado y sin sonido para hacerte cree

que sucedió algo que jamás pasó.

- No entiendo una mierda, Víctor. S



no querías estar con esa perra, ¿por qu

fuiste a verla?

- Dijiste que ya no creerías en mpalabra, Aurelia, así que te traje prueba

concretas. Mira allí… -gira su cabez

hacia un lado señalándome algo y reciéveo algunas cosas sobre la mesita del t

frente al balcón.

Mi laptop con un pendrive, uncarpeta de documentos y aquel cuadern

verde que estaba en su caja fuerte. S

diario de vida.

- ¿Qué es todo eso?

- En el pendrive están los archivos d



audio de todas las llamadas de m

Smartphone desde que Nazli m

contactó por primera vez el día 13 dfebrero, allí están todas la

conversaciones que sostuvimos porqu

engo siempre activado el sistema dgrabación automática para guardar lo

datos de reuniones y asuntos de negocio

de mis llamadas. Por favor escucha esoaudios ya que no quieres escuchar m

explicación –su voz intensa y profund

deja escapar un dolido reclamo-. Y

uego puedes ver también el vide

original sin cortes ni ediciones y co



odo el audio. Jamil lo hackeó est

mañana rastreando la IP del vide

editado que tú recibiste por email, y lbajó completo de la nube. Jamás te h

sido infiel, Aurelia. Si así hubiera sid

o habría sido quien se marchase dcasa, incapaz de volver a mirarte a lo

ojos, pero sé que no me crees, me duel

desesperadamente que dudes de mipalabras, por eso te he traído más qu

palabras; allí están las pruebas.

Camino hacia la mesita escuchándol

más confundida que antes, pero más qu

nada deseando que en verdad allí est



mi salvación, la cura al vivo dolor qu

me ha estado destrozando estos días…

La prueba de que Víctor no me hsido infiel.

Me acomodo deprisa en la silla frent

a mi laptop y le doy clic al primearchivo de audio:

13 de febrero, 8:30 am.

Mientras carga el archivo mi mentdivaga nerviosamente en nimiedades…

Jamil Hackeó el archivo de la nube…

¿Quién entiende qué mierda es la nub

esa?!

Al fin comienza el audio y escuch



sin respirar una siniestra vo

distorsionada que amenaza a mi hijo…

¡Mi bebé! ¿Qué tiene que ver él eodo esto?

Con el corazón martillándome en e

pecho oigo uno a uno esos audiomientras voy recordando cada moment

en que vi a Víctor actuar extraño, tenso

preocupado. Esa mañana que salicorriendo dejándome con la palabra e

a boca, ahora lo entiendo todo… ¡Es

desgraciada lo estaba chantajeando co

levarse a nuestro hijo!

Me llevo las manos a la boc



horrorizada y siento ganas de tomar e

brazos a mi bebé para protegerlo de es

peligro, ¡y partirle el alma a esa infelipor querer arrancarlo de mis brazos!

Víctor nota mi impacto y su voz vien

en mi rescate mientras yo no puedo dejade mirar la pantalla de la laptop, ha

erminado los audios y ahora se carga e

archivo del video:- No quería preocuparte, Aurelia, ib

a decírtelo en cuanto lo tuviera tod

solucionado, al regresar esa noche.

Estoy tan impactada que no soy capa

de responderle. Él pasó todo el día d



San Valentín en los tribunales intentand

ganar la adopción definitiva de nuestr

hijo, ¡y yo preocupándome por lausencia de sus detalles románticos e

ese día!

El silencio se apodera de la alcobpor largos segundos hasta que comienz

el video.

Víctor entra en la alcoba de esa muje el audio me deja conocer en detall

cada palabra de su conversación…

Por largos segundos no respir

viendo y oyendo cómo Víctor se resist

férreamente a sucumbir a los encanto



de esa atractiva perra, cómo se mantien

frío y distante negándose a ser s

amante, declarando abiertamente samor por mí mientras negocia contra l

orden del juzgado que le dio plazo hast

esa medianoche para entregar a nuestrbebé.

¡Él no iba a entregarlo por ningú

motivo!Mi asombro crece descomunalment

como una bola de nieve manchada d

angustia, rabia, frustración, dolor… ¡Y

debí estar allí a su lado luchando po

nuestro hijo, arrancándole los ojos a es



arpía del infierno!

Dios, no puedo creerlo...

Víctor le ofreció toda su emprespero la maldita le exigió además todo e

resto de sus posesiones y la renuncia

su título de Malik.Y él aceptó.

Le entregó sin parpadear toda s

fortuna, se lo entregó todo, excepto a émismo.

Sólo cede a una petición no materia

de esa perra para evitar que hubiésemo

enido que vivir permanentement

huyendo tanto de la ley como de los caz



recompensas que la fortuna del espos

de esa yegua podría lanzar ferozment

contra nosotros.Víctor no podía permitir eso…

Ahora entiendo por qué me dijo que es

danza fue un sacrificio para él!Ella le exigió una danza y oig

mpactada la intensa declaración d

Víctor en respuesta:“- Ya te he dado todo cuánto pose

no me pidas más. No puedo darte alg

que no me pertenece. Mi danza, m

cuerpo, mi amor ahora pertenece

únicamente a mi esposa.”



¡Dios mío, y yo que pensé tal mal d

él!

Mi corazón se retuerce entre egigantesco bálsamo de alivio a

comprobar que jamás me fue infiel y l

descomunal culpa que me golpea pohaberlo creído capaz de engañarme, po

haberme marchado esa noche como un

niña enrabiada sin darle la oportunidade explicarme qué significaba ese video

¡Jamás debí dudar de su amor por mí

Las lágrimas inundan mis ojos y

ravés de ellas veo en la pantalla l

danza de Víctor. ¡Es verdad que no est



desnudo! Esa cabrona editó el vide

mostrando sólo de su cintura haci

arriba y yo la muy imbécil no me dcuenta, estaba tan enrabiada qu

ampoco noté que en verdad ese baile n

es ni la sombra de los que Víctor hhecho para mí, es desabrido, sin alma

sin nada de fuego!

Luego al terminar oigo cada palabrde rechazo de Víctor hacia esa perra qu

ntenta por todos medios toquetearlo

besarlo…

¡Una furia salvaje me estalla en la

venas al ver cómo intenta azotarlo! Y



cómo se lanza a morderlo en el cuell

mientras Víctor está paralizado por es

droga que le aplicó al látigo… ¡perra dmierda! Se las arregló muy bien par

que al editar el video pareciera otr

cosa.¡Víctor debió quitársela de encim

con un empujón que la lanzara de culo a

suelo cuando recobró las fuerzas!Pero ese no sería él…

Víctor jamás maltrataría a una mujer

por muy víbora que sea la perra! Yo e

cambio soy otra cosa… estoy deseand

encontrarme frente a frente con la ta



azli… ¡va a necesitar injertarse pel

por el resto de su vida!

Cuando termina el video ya tengotalmente clara la inocencia de Vícto

pero un nuevo dolor traspasa m

corazón, ¡la culpa me inunda a raudalehasta dejarme sin aliento! Una culp

monumental por todo lo que le hice, po

odo lo que le dije.Él intentaba salvar a nuestro hijo

o…

¡Mierda, debí confiar en su amor

Pero es que…

- No debiste ocultarme lo que estab



pasando –rompo apenas el silencio qu

nunda la alcoba al terminar el video-

Me quitaste olímpicamente loportunidad de ayudarte a resolver u

problema tan grave, como lo era qu

alguien intentase quitarnos a nuestrhijo.

Otra vez el silencio bate sus ala

entre nosotros. Luego Víctor admite:- Tienes razón, no debí dejarte a

margen de lo que estaba pasando. Po

favor perdóname, Aurelia.

Me quedo abrumada por sus palabras

Él ha sido el más perjudicado, el má



uzgado y condenado injustamente, e

que ha perdido todo cuánto poseía po

conservar a nuestro hijo… ¡y él me pidperdón a mí!

¿Cómo pueden brotar tan fácilment

esas palabras de sus labios?Zamarreada violentamente por l

verdad que acabo de conocer y que m

lena de remordimientos, me quedparalizada con la vista perdida en l

aptop, sin atreverme a mirarlo.

El silencio se alarga hasta que él m

dice:

- En esa carpeta están los documento





¡Hasta le grité que no se merecía esta

cerca de mi bebé!

Cuando en verdad él renunció a todsin dudar un segundo para que y

pudiera conservarlo, y lo hizo en secret

buscando evitarme la angustia que ahorme asfixia de sólo pensar que alguie

rató de arrebatarme a mi hijo.

Todo mi cuerpo se estremece mientrasigo oyendo a ese bello hombre que s

encadenó al dosel de mi cama colgand

desnudo de las manos para lograr que y

o escuchara.

- …pero no te preocupes, Aurelia –l



oigo lejanamente mientras me hundo e

el pantano de la culpa-, tengo suficient

dinero en efectivo como para empezade nuevo. Ya no tenemos nada que no

ate a Riad así que compraremos un

casa en donde tú prefieras, a mí me do mismo puedo llamar hogar

cualquier parte del mundo si tú y mi hij

están conmigo. Te aseguro que en pociempo volveré a tener más qu

suficiente para que no les falte jamá

nada.

Cierro la carpeta y me quedo mirand

a superficie de la mesita en estad



catatónico. No sé cómo volver a mirarl

a los ojos…

De pronto mi vista se clava en ecuaderno verde y lo tomo entre mi

manos sin abrirlo.

La tierna voz de Víctor me acaricidesde la distancia:

- ¿Lo leíste entero esa noche? –ha

ansiedad y preocupación en su voporque todavía no soy capaz de decirl

ni una palabra de lo que estoy pensando

de lo que estoy sintiendo.

Mis celos ahora se vuelven un

dolorosa puñalada al corazón a



recordar que esa mujer se quedó con s

primera vez.

- No… -le contesto mirando ecuaderno-. Sólo leí hasta la parte en qu

hiciste el amor por primera vez… y qu

fue con esa cabrona de mierda.- No es así –me rebate con firmeza-

Con ella sólo tuve mi primera relació

sexual pero no estaba realmentenamorado de ella, era sólo una ilusió

mía. Si hubieras seguido leyend

habrías visto que nuestra relación dur

sólo dos meses y que yo la termin

porque me di cuenta de que ella no m



amaba para nada. La primera vez qu

realmente hice el amor fue con un

mujer cuyo nombre está también en esdiario…

Cierro los ojos con fuerz

estrangulando el cuaderno en mis manosAhora Víctor se está vengando de mí…

No sabía que podía ser tan cruel!

Las lágrimas ruedan desoladas pomis mejillas mientras pienso que me l

merezco.

- Mira en la última página –sigu

diciéndome Víctor.

- No –arrojo el cuaderno sobre l



mesa como si me quemara las manos, n

quiero saber nada más de su vida ante

de conocerme-. No quiero verlo, ¡parqué!

- Si empezaste a leer mi diario ahor

ienes que terminarlo. No puedes sólarrojarlo a un lado, vamos, tú eres má

valiente que eso…

Sí, dale, ¡ahora llámame cobarde

Sigue pateando en el suelo mi orgullo.

Qué demonios, ¡me merezco est

rago amargo que él quiere darme! E

nfimo comparado con todos los que y

e prodigué.



Tomo el cuaderno con determinació

lo abro buscando la última página.

Enero 1, 2014

En cuanto la vi me quedé sumido en l

ntensa y estremecedora sensación dhaber encontrado a mi alma gemela, esegendaria “otra mitad” que algunos co

menos fortuna que yo se pasan la vid

buscando, sin hallarla jamás…Cuando se alejó de mí sentí que n

soportaría seguir viviendo sin volver verla. Quizás estábamos destinados encontrarnos justo aquí, justo en estdía…

Leo el nombre en la tarjeta que ell

me dio:



Aurelia Ardent

Escritora

¡¿Yo…?!

El asombro me quita el aliento y mi

ojos saltan de regreso a la fecha…

¿Cómo no me di cuenta antes? ¡Es el dí

en que nos conocimos en la clínica, hacres años! Por un segundo me asalta l

duda de que lo haya escrito ahor

recién, ¡soy paranoica, sí lo sé! Hojehacia atrás el diario. La entrada anterio

habla del fallecimiento de sus padres…



a anterior a esa, de un cofre de s

abuela, es todo correlativo, hasta la tint

del lápiz es la misma, llegó hasta esfecha escribiendo su diario.

El corazón me retumba fuerte a

seguir leyendo:

Aurelia…

Pronuncio su nombre y mi corazó

palpita con fuerza diciéndome que l

volveré a ver… y que sin importar lque tenga que hacer o lo difícil que sea

legará el día en que fundiremos nuestra

almas gemelas en una sola.



Porque la amo desde antes d

conocerla, la amo desde siempre y ahor

que la he encontrado ya ninguna otrmujer existe para mí, ni las de m

pasado ni las que puedan aparecer en m

futuro.Termino aquí este cuaderno porque

partir de hoy ya no seré más el jove

que escribe sus experiencias en udiario. Desde hoy seré el hombre qu

escribirá su vida día a día buscando e

camino que me lleve a acariciar el alm

de mi único amor verdadero…

¡Aurelia!



Juro que te amaré únicamente a t

hasta el día de mi muerte y más all

odavía, mi amor por ti se extenderá ravés de toda la eternidad. Y en est

vida, como verdadero sufí, no temer

caminar por el fuego del infierno si enecesario para llegar hasta tu corazón.

Las últimas palabras las veo borrosaen medio de las lágrimas mientras m

nunda una intensa marea de amor haci

ese hombre de sentimientos profundos

determinados, fuertes como esas roca

que resisten firmes el paso del tiempo



el viento, la lluvia, las mareas, ¡lo qu

sea!

Dejo el diario de Víctor sobre lmesa poniéndome de pie y al fin junto e

valor necesario para volverme a mirarl

a la cara.

Él sostiene mi mirada en el silencio,

el amor que me envían sus ojos hace qu

a no pueda estar ni un segundo más ta

ejos de él.

Avanzo como si Víctor fuese upoderoso imán, un encantador absolut

de todas las bestias y monstruos qu





contusión de su frente en mi mano y é

nclina la cabeza apoyando su mejilla e

mi palma como si necesitara más qunada en el mundo ese contacto…

permanece así en silencio con los ojo

cerrados como si se tratase del momentmás sublime de su vida.

Para mí también lo es. No encuentr

as palabras suficientes para decirle l

arrepentida que estoy de haber dudad

de su amor.

- No sé qué decirte, Víctor… -mi vo

es un dolido susurro sobre sus labios.



- Dime lo que quieras, mi amor

siempre que no sea “adiós” –el alivio

a pasión en su voz me estremecen de lcabeza a los pies.

- Víctor, perdóname por…

Me calla con un ardiente beso

profundo, ávido de mí, que yo respond

con devoradora pasión dentro de s

dulce, ¡dulcísima boca!

¡Ah, diablos, el deseo estalla en tod

mi cuerpo con devastación apocalípticaSin dejar de besarlo lo abrazo atrayend

mpetuosamente su cuerpo contra el mí



como si quiera fundirlos en uno sólo, la

cadenas resuenan con el sacudón

siento el duro, caliente y delicioslamado de su portentoso sexo entre mi

piernas…

¡Fuera estorbosas pantaletas, arribrápidamente vestido! Nuestros labios n

se separan ni un segundo, ¡la danza de s

engua es tan exquisita que no la dej

escapar de mi boca! Salto sobre é

colgada de su cuello y desciend

despacio haciéndolo entrar en mí en u

acople perfecto, tan pleno, tan profundo

mierda! Un huracán de placer hace gira



como loca mi cabeza al sentirlo d

nuevo en mi interior, su calor, s

grandeza llenándome por completo ecuerpo y alma…

Víctor deja escapar un gruñido d

éxtasis en mi boca al entrar en mí y no lmporta estar colgado sosteniendo m

peso, no le importa nada más qu

entregarse por completo a mí…

¡La pesadilla ha terminado!

¡Gracias, gracias, mil veces graciaVíctor por ser tan testarudo y no dart

amás por vencido!



La dicha me hace temblar mientra

loro como loca ante la certeza absolut

de que este maravilloso hombre es míosólo mío y nada más que mío!

En cuerpo y alma, cada centímetro d

su piel que mis manos se vuelven locaacariciando desde su cabello hasta s

durísimo trasero… mis palmas s

aferran a sus nalgas y lo empujo haci

mí marcando su ardiente ritmo que m

hace perder hasta el hilo de mi

pensamientos…

Esto es de Record Guinness, n

levamos ni treinta segundos unidos



fuego cuando ya mis gemidos y su

guturales gruñidos se sincronizan a l

perfección, a punto de explotar en emás apoteósico clímax… Siento l

marea de placer avanzando arrasador

por todo mi cuerpo, los muslos dVíctor se estremecen haciéndom

vibrar… ¡Ya viene…!

Oigo campanas, timbres… ¿timbres?

- Signora, il suo napoleone e’qui –

lama una voz tras la puerta y luego lrepite en español-. Señora, su napoleó

está aquí.



Me aparto de los labios de Víctor y l

susurro sobre la nariz riendo:

- ¡Joder con el servicio al cuartnoportuno!

Víctor explota en una risa maravillos

que es toda una oda a la alegría, ta

plena, tan llena de alivio como si desd

hace siglos no hubiese tenido motiv

alguno para reírse y ahora al fin pudies

hacerlo.

Yo me río de la misma manera.- Deja que se vaya –me susurr

raviesamente Víctor-, no necesitamo



esa cosa, yo estoy perfectamente bie

así tal como estamos.

- Sí, claro. No sé quién te enseñó encadenarte de esa forma –le dig

mientras me bajo de él y me arreglo e

vestido deprisa, él me sonríe con ubrillo encantador en sus increíbles ojo

que me queman dándome la impresió

de que no me está escuchando en l

absoluto-. Tres años conmigo y no ha

aprendido que las manos en alto debe

encadenarse a la altura de los hombro

para que no te asfixies, así, así… –l

regaño feliz haciéndole la figura con mi



brazos en alto en “V” mientras voy haci

a puerta.

- Sí lo sabía –replica él divertido-pero no tuve tiempo de conseguir do

esposas.

- Luego me dirás de dónde sacaste

a “señora de todas las cadenas” y a

“señor de los candados”.

Desaparezco fuera de la alcoba

poco después regreso con el gigantesc

napoleón.- Bien, vamos por esas esposas –m

acerco para cortarlas.



- Espera, espera, mi amor, tendría

que hacer muchísima fuerza con eso…

me dice quitándome las manos riendo.- Quédate quieto que no las atrapo

ey!

- Es que no quiero que te dañes la

manos. Aurelia… Tengo algo mu

mportarte que decirte…

Su súbito tono serio me pone en alert

bajo el napoleón para mirarlo.

- No me asustes, Víctor, ¿qué pasahora?

- Te prometo que jamás en mi vid



volveré a mentirte.

Me pierdo en su penetrante

alucinante mirada ribeteada por sunegras pestañas y le respondo hechizad

por su devastador encanto:

- Y yo te prometo que jamás volveré

dudar de tu amor.

Él hace sonar sus cadenas al buscadesesperadamente mis labios, yo dej

caer al suelo el napoleón y nos besamo

como si el mundo estuviese en cuentregresiva para explotar.

Al separarnos él mira hacia arriba su



manos esposadas y luego me da un

significativa mirada.

- Esta fue mi última mentira… -mconfiesa.

- Víctor… -pronuncio su nombr

mirándolo amenazadoramente-. Déjam

adivinar, ¡no son de platino!

- Sí, sí lo son. Pero… no lancé lalaves por el balcón… -me despliega s

más adorable sonrisa-, están bajo l

almohada –me señala con la cabeza.- ¡No tienes remedio, Víctor!

protesto riendo mientras salto e



napoleón en el suelo para ir a buscar la

laves.

Al levantar la almohada veo quademás de las dos llaves plateadas est

allí la caja de terciopelo rojo que vi e

su caja fuerte.

- ¿Y esto qué es? –voy hacia é

blandiéndola en el aire.

- Feliz cumpleaños, mi amor –me dic

con destellos de supernova en su verd

mirada.Hoy es mi cumpleaños, es cierto, ¡l

había olvidado por completo! No es d



extrañar si sólo empecé a festejarl

desde hace tres años, junto a Víctor.

Saco de la caja el impresionantcollar de platino y diamantes con el gra

diamante color amarillo-dorado a

centro.

- ¿Acaso crees que con esto vas

comprar tu libertad, esclavo? Ni piense

que te alcanzará siquiera para librart

del castigo por haberme mentido con l

de las llaves. Ahí te vas a quedacolgando hasta que termine contigo…

arrojo las llaves de regreso a la cama.



El rostro de Víctor se enciende co

avidez, sus ojos me lanzan llamarada

de pasión ¡y juro que veo el vapor dedeseo brotando por cada poro de s

delicioso y ardiente cuerpo desnudo!

- Que así sea, mi Diosa Dorada –mresponde con una voz tan cargada d

deseo que me hace cosquillear entre la

piernas-. Prefiero pasar el resto de m

vida aquí colgado a merced de tu

castigos, que un segundo siquiera en e

frío destierro de la libertad lejos de ti.

Ahora mi cuerpo es el peligroso

alejen la Antártida de mí, que la derrit



en un segundo!

Me acerco a él con paso sensua

amenazante, nuestras miradas trabadaen descomunal incendio…

Al llegar frente a Víctor le muestro e

collar que está cerrado formando un ar

plateado.

- Sostenme esto, esclavo –le ordenmperiosamente y él sonríe dando u

vistazo a sus manos encadenadas-. S

creativo… -le alzo las cejas y écomprende de inmediato.

Con un delicioso movimiento pélvic



me acerca su dura erección y yo cuelg

allí el collar deslizándolo despaci

desde la punta… recorriendo el largcamino hasta el final allá atrás.

Víctor da un respingo al contacto de

frío metal y luego contiene al alienthasta que lo dejo colgando allí

retrocedo para ver el efecto…

- Hum… sí, se ve muy bien. As

quiero que pruebes desde ahora la

oyas cuando vayas a comprarlas parmí.

- Por mí no hay problema, pero vamo





de inmediato siento brotar la humeda

en mi zona más íntima… ¡Después d

hoy ya no podré volver a ver un ula ulgirando sin ponerme en llamas!

- Esta bien, ya puedes detenerte, alto

alto… –le digo jadeando a punto de autorgasmizarme mentalmente a distancia-

Mantén allí mi collar, no lo dejes caer –

e advierto mientras lo tomo por l

cintura para darle la vuelta de espalda

a mí-. Ahora te voy a castigar mu

severamente y mucho cuidado con deja

caer mi regalo de cumpleaños, ¿eh?

- Haré lo imposible por evitarlo, m



Diosa adorada –la voz de Víctor e

ardiente, plena de una dicha que n

alcanza a describirse con palabras.De inmediato yo comienzo con m

castigo.

Lo abrazo por la cintura y comienzo

besar suave y dulcemente las larga

íneas de las antiguas cicatrices qu

cruzan su espalda. Las voy recorriend

despacio, tan despacio que puedo senti

su piel vibrando estremecida a cadnuevo contacto de mis labios… Vícto

a no está respirando, puedo sentir cóm

o inunda el placer porque yo tambié



experimento las ardientes oleadas qu

arrasan mi cuerpo.

- Quisiera borrar para siempre estacicatrices con mis besos… -le susurr

mientras sigo besando su piel marcad

por mis pérdidas de control de hace treaños atrás-. Lamento mucho habert

hecho este daño permanente, Víctor.

- Fue un accidente no te preocupes, m

amor. Yo no lamento ni un solo segund

a tu lado.- Pero la gente piensa mal de ti, t

uzgan, te critican… creen que eres u



enfermo por dejarme hacerte daño… H

visto cómo te miran las cicatrices Inés

Jamil cuando estamos en la piscina, dseguro hasta piensan que te gusta el roll

sado-maso. Me importa un comino l

que piensen de mí, ¡pero es que tú estáan lejos de eso! Y aguantas sus mirada

de lástima guardando mi secreto, ¡m

bellísimo héroe! Jamás en mi vidvolveré a dejarte marcas visibles, te l

prometo. Vamos a encargarnos ahor

mismo de poner hielo en los verdugone

que te hizo esa estúpida aficionada, ¡lo

brazos no deben azotarse jamás!



- En realidad intentaba azotarme l

cara, yo atravesé el brazo par

mpedirlo.Es cierto lo vi en el video. Gruño un

maldición por lo bajo que pondría roj

de vergüenza al más fiero pirata.

- No tendrían por qué estar ta

nflamados los verdugones –le dig

examinando su espalda y su brazo-, deb

ser por esa droga que les puso, ¡put

cabrona! ¿Cómo pudiste contrarrestaan rápido los efectos de esa droga?

Giro a Víctor de frente hacia mí y e





mucho haberte lanzado encima a l

policía de esa manera… –mis beso

ahora se deslizan por su pecho y besacon dolor y culpa las contusione

producto de la golpiza que le propinaro

os carabinieris.Víctor ya está vibrando entero a

calor de mis besos. Su voz es un jade

cargado de excitación:

- Olvídalo, Aurelia, esa pelea m

sirvió para desahogarme, ¡yo tambiées di bastante duro! Tuvieron qu

lamar refuerzos para impedirme corre

detrás de ti, pero ya nada de es





También tengo un golpe en la cadera

creo que fue una patada… -me avis

raviesamente.- Bien, veamos… -desciendo besand

sus montes abdominales y me voy a s

cadera derecha que está muy sana.

Mi inclinación hace que mi cabell

roce su sexo mientras beso y devoro

mordiscos esa exquisita cadera.

Víctor suelta unos ahogados jadeo

que se confunden con sus palabras:- Por favor Aurelia, libérame par

amarte en esa cama con todo mi ser…



Me río sintiendo correr por mis vena

como una droga, la dicha y el alivio d

volver a mi cuento de hadas con mpríncipe maravilloso.

- No-oo… -sacudo negativamente l

cabeza abrazándolo por la cintura-Todavía me debes el castigo por l

mentira de las llaves –le susurro sobr

os labios mientras mis mano

descienden por la esculpida curva de s

rasero y le estampo dos palmazos a

unísono.

Víctor respinga con mi ataqu

sorpresa y su ardiente sonrisa m



enciende hasta los huesos mientra

siento aún la excitante vibración de su

duras nalgas en mis palmas… Apename concentro en lo que estab

diciéndole:

- Vamos a trabajar en enseñarte a nvolver a mentirme ni a ocultarm

nformación importante.

Le doy otro par de palmada

ascendentes en su firme y delicioso cul

que vibra fibroso y de inmediato laplico otras y otras más… Las nalgada

empujan su sexo contra mi pelvis y e

rítmico roce pronto le arranca ronco



adeos excitados que van creciendo e

ntensidad mientras yo sigo dándole a s

firme trasero hasta que imagino que yestará enrojecido…

¡Mierda, cómo disfruto del excitant

placer de torturarlo con intensas oleadade excitación!

El zarandeo de las nalgadas hace cae

el collar sobre mi pie derecho y comme quité los zapatos al entrar a l

suite…

- ¡Auch!

- ¿Mi amor, qué pasó? –él mira haci

abajo.



- Nada, nada, el karma instantáneo…

–le digo riendo-. ¡Cómo pesa e

collarcito ese! Ya lo estoy viendransformado en mi nuevo auto dorado.

Víctor se larga a reír:

- Cómo desee mi bellísima Diosa.- Ahora dime, ¿volverás a ocultarm

cosas importantes? –mis manos s

deslizan hacia su pecho y comienzan uexigente jugueteo con sus pezones.

Víctor apenas puede concentrars

para responder mi pregunta:

- No… no volveré a hacerlo jamás…

su voz es un entrecortado jade



embriagado de excitación.

- ¿No qué…? –lo increpo tiranament

apretando con mis dedos en pinza suendurecidos pezones.

Víctor inspira profundo, siento e

salto más alto de su erección allá abajentre mis piernas

- No, mi Diosa adorada –pronuncia s

voz en llamas.Lo abrazo recostando mi cabeza sobr

a doble “AA” de su pecho

sumergiéndome en su receptivo calor

embriagándome hasta el alma con s

delicioso aroma a hombre. Mi hombr





atrevas a mantenerme al margen como s

o fuese una jodida princesita de cristal

- No lo volveré hacer, ¡ya aprendí lección! Jamás me arriesgaré de nuevo

perder a la mujer de mi vida.

- Y yo jamás te soltaré de estacadenas, Víctor. Te tendré así, sólo par

mí por el resto de nuestras vidas –l

susurro sobre el corazón mientras cubrde besos su tatuaje de las iniciales de m

nombre.

- No necesitas estas cadenas, Aurelia

mi corazón ya está eternament

encadenado al tuyo –me respond



besando con adoración mi cabello una

otra vez.

Alzo la cabeza y nos unimos en uansioso beso, ¡estamos tan sedientos e

uno del otro! Nuestras lenguas s

saborean con frenesí y siento spalpitante erección llamando y

desesperadamente caliente entre mi

piernas.Me subo el vestido y le abro el pas

al mismo tiempo que me trepo de u

salto otra vez a su escultural cuerp

aferrando los brazos a su cuello

sostengo su cabeza entre mis mano



mientras me enrosco entera alrededor d

su caliente piel, que emana ese exquisit

aroma a macho excitado…Mis piernas se enganchan en su

caderas y lo absorbo por completo en m

nterior… El empuja hacia mí y lprofunda penetración me hace soltar u

argo gemido mientras comienzo m

cabalgata salvaje, dándole una singulandicación:

- ¡Ula ula, como el collar, quiero ul

ula!

Víctor suelta unas roncas carcajadas

- ¡Ula ula para mi Diosa! –exclam



con la excitación desbordando en s

mirada y empieza a moverse de es

manera alucinante en mi interior.¡Aaaww, mierda! Eso es… danz

dentro de mí, Víctor ¡dánzame hast

hacerme enloquecer! No tengo aliento para decírselo e

voz alta porque de un segundo al otro y

no sé ni cómo me llamo y en menos dun minuto ya estoy a punto de alcanza

el más apoteósico clímax de mi vida.

Víctor busca mis labios hacia arriba

o atrapo su rostro entre mis manos

nos besamos devorando nuestros labio



con frenesí.

Mi cuerpo, mi corazón, mi alma

odos juntos arman una fenomenal fiesta¡Hemos recobrado nuestro sex

salvaje!

Ambos estamos a punto de estallapor los cielos cuando súbitament

nuestro hijo rompe a llorar y nos trae d

regreso a la tierra.Dejamos de besarnos y nos miramo

con un éxtasis que va mucho más allá d

o carnal.

- Nuestro hijo… -me susurra Vícto

con tanto amor derrochado en esa



cortas palabras.

- Nuestro hijo –le contesto bajándom

de él para ir a verlo rápidamente.Lo saco del coche y mientras m

acerco a Víctor el pequeño deja d

lorar. Ignorando su incómoda posturaél nos contempla a ambos con un

adoración que me hace estremecer.

Sé que se guarda en secreto lo muchque ansía tomarlo en sus brazos porqu

no quiere presionarme ni hacer brota

mis traumas… ¡Pero eso ya se terminó!

Dejo a mi bebé en la cama un segund

tomo las llaves para liberar a Víctor.



¡Dios! Sus muñecas están a punto d

herirse muy enrojecidas por el balance

sosteniendo mi peso, ¡y él me sonríe coanto amor mientras abro las esposas

Sin el menor reclamo…

- ¿Cómo es posible que hagas que tame más y más a cada segundo, Víctor

–susurro sobre sus labios con mis mano

alzadas igual que las suyas para podeabrir las esposas-. Jamás se te ocurr

dejar de amarme, porque casi mor

cuando creí que lo habías hecho… de n

haber sido por nuestro bebé…

Justo en ese momento se abren la



esposas y Víctor me envuelve en u

apasionado abrazo atrayéndome hacia s

pecho:- Lo juré en mi diario, lo manteng

hoy, Aurelia, ¡jamás dejaré de amarte

Eres mi destino, mi único y eterno amo–sella sus palabras con un bes

anhelante, profundo, tan intenso

apasionado y sincero que me dan ganade romper a llorar de alegría.

Porque sé que Víctor es mío e

cuerpo y alma.

Los suaves balbuceos de nuestro hij

nos hacen volvernos a mirarlo. Sacud



sus manos divertido hacia Catalina

Salomé que han subido a la cama

acompañarlo.Escapo del abrazo de Víctor para ir

omar en brazos a mi bebé y siento un

gran dicha al pensar que ya eegalmente nuestro y nadie nos lo podr

quitar jamás. Siento reforzarse en mí l

dea de que no es sólo mío, es nuestro.¡Nuestro bebé! Suena ta

maravillosamente bien.

¡Dios! Con su increíble entrega par

salvar a nuestro hijo, Víctor ha lograd

una vez más ayudarme a dejar atrás par



siempre mis viejos traumas.

- Gracias por todo lo que hiciste par

conservar a nuestro hijo –le digcaminando hacia él y lo entrego en su

brazos.

Víctor se estremece visiblemente arecibirlo y lo acuna tiernamente sobre s

pecho desnudo.

- Ven aquí, abni alhabib[21], ¡ven cou abb!

¿Abb? –repito intrigada esa palabra.

Víctor se apura en explicarme:

- Sí, tú eres su umm y yo soy su abb.

Al instante lo comprendo.



Su madre y su padre.

Otra vez está utilizando palabras e

árabe para no detonar la inseguridad quse dio cuenta, me provocaba la palabr

padre.

Lo abrazo sin lograr contener laágrimas, acunando a nuestro hijo entr

os latidos de nuestros corazones.

- Estoy segura de que serás el mejoabb del mundo, Víctor.

- Gracias, muchas gracias por esto

Aurelia, no imaginas cuánto signific

para mí que tú pongas a nuestro bebé e

mis brazos. Jamás quiero dejar d



verlos por tanto tiempo, ¡creí qu

enloquecería!

- Quédate tranquilo pase lo que pase prometo que estaremos los tres juntos

hasta que la adolescencia nos separe!

Víctor se larga a reír y nuestrpequeño tesoro recostado sobre s

pecho imita suavemente el sonido de s

risa.Lo miramos como los padres má

chochos del mundo y besamos s

cabecita hasta que nuestros labios s

encuentran en un nuevo y apasionad

beso.



Es cierto ahora lo sé, nada ni nadi

podrá separarnos jamás porque nuestro

corazones están unidos por irrompiblecadenas eternas.





Epílogo

La víspera de Navidad se respira e

el frío aire del Central Park.

Estoy sentada con mi hijo en un

banca escuchando a un coro vecinal qu

canta villancicos al pie de un gran árbode Navidad que destaca luminoso sobr

a blanca alfombra de nieve que s

extiende por el parque.Hoy mi pequeño cumple su prime

año de vida y ¡Dios, es el niño má



precioso del mundo! Con su fino

ondulado cabello de sol, sus ojos verde

su carita de ángel que rebosa vida salud es tan conquistador como Víctor

todas las mujeres que lo ven se muere

por tenerlo en sus brazos y besarlo!Lo miro y sonrío embobada mientra

o sostengo de las manitos para qu

ntente sus primeros pasos tratando d

alcanzar a las palomas.

Una inmensa dicha me recorre apensar que todo está bien de nuevo e

nuestras vidas.



Vivimos en un inmenso penthouse co

ascensor privado y un maravillos

ardín de diseño con árboles, floresfuentes y hasta prados en la azotea qu

ocupa toda la parte superior de

edificio, ubicado cerca de la Bolsa dueva York. Allí juegan felice

Catalina, Salomé y Chupi.

Mine no ha sufrido nuevas crisis, l

adolescencia la ha convertido en un

muchachita encantadora y con un montó

de amigos en su colegio.

Inés y Jamil ya son los orgulloso

padres de un robusto niño de tres mese



de vida, al que llamaron Jalil.

Crecerán juntos con mi niño com

verdaderos hermanos, tal como lhicieron sus padres, Víctor y Jami

Ahora se nota la diferencia de edad per

dentro de un año o dos ya andarán pooda la casa haciendo travesuras juntos.

En cuanto a mi bello potro árabe ta

como prometió, en poco tiempo logr

amasar una nueva fortuna invirtiendo e

a Bolsa lo que logró rescatar eefectivo más dos maletas repletas d

oyas de oro y diamantes que yo l

entregué para que lo multiplicase.



La tercera maleta cargada de oro qu

rescatamos de mi bóveda en Riad l

usamos para comprar el penthousevehículos y todo lo necesario par

empezar de nuevo aquí en Nueva York,

dónde viajamos luego de dejar epalacio.

El villancico termina y mi precios

Vícju, (el diminutivo de cariño con qu

lamamos a Víctor junior), aplaude co

sus manos cubiertas por los mitones.

Lo miro fascinada pensando en l

mucho que me ha hecho crecer com

persona, tiene el mismo talento qu



Víctor… ¡es mi pequeño ángel!, que v

ransmutando mi horrible pasado en la

experiencias más maravillosas de mvida.

Entre otras muchas cosas, me h

sanado de mis manías obsesivasobreprotectoras.

Desde esa mañana en Roma, Víctor

o lo hemos cuidado por igual y a

regresar a casa también empecé

confiar en Inés. Ahora las dos nos laarreglamos para cuidar a nuestro

demandantes bebés con la ayuda de un

niñera excelente que se ocupa de todo



os detalles técnicos mientras Inés y y

nos dedicamos exclusivamente

disfrutar de nuestra maternidaalimentándolos, paseándolos, leyéndole

cuentos, cantándoles nanas

manteniéndolos limpios y felices en smaravilloso mundo de inocencia.

- ¡Abbababababaaa! –chilla feliz d

pronto Vícju extendiendo sus brazos a

aire y al mirar veo que se acerca Víctor

su abb, su padre.

Mi tirria por esa palabra ha id

disminuyendo desde que ya no la usamo

con Víctor. Espero algún día pode



superarlo por completo.

Fue maravilloso escuchar a mi beb

decir mamá por primera vez, me hizo lmujer más feliz del mundo y a Víctor l

hizo el hombre más pleno el oír por ve

primera ese abb salido de sus pequeñoabios.

- ¡Aquí están mis más preciado

esoros! –Víctor toma en sus brazos

nuestro hijo que se deshace en dichosa

carcajadas al mismo tiempo qunosotros nos saludamos con un beso qu

escandaliza a algunos paseantes de

parque.



- Listo aquel asunto… -me susurr

misterioso Víctor sentándose a mi lad

en la banca.- ¿Qué le compraste?

- Shh, va a oírte.

Me largo reír mirando al encapotad

cielo que anuncia otra nevada.

- Mi amor bello, nuestro hijo cumplun año recién, todavía tenemos al meno

unos seis meses para hablar de su

regalos de Navidad frente a él sin qunos entienda.

- ¿Tú crees…? –Víctor mira a nuestr



hijo en sus brazos como si fuese e

milagro más maravilloso, capaz d

cualquier cosa.- Estoy segura. Yo le compré s

primer set de látigos y flogger… –Vícto

me abre los ojos como platos y los abrmás y más a medida que sig

diciéndole-. ¡Es algo encantador! So

pequeñitos como para su mano, as

podré ir enseñándole el secreto de

movimiento de muñeca… -gesticulo e

el aire como si estuviera lanzando u

azote. Víctor ya no respira mirándom

fijo en un desesperado intento po



descifrar si es verdad o sólo le esto

omando el pelo.

Lo miro muy seria, su rostro estomando un matiz azulado así que m

argo a reír.

- ¡Es broma, Víctor!

- ¡Juiuu! –vuelve a respirar-. Qu

alivio, ya me imaginaba recibiendazotes por partida doble, ahora tambié

de parte de mi pequeño dios dorado –l

dice riendo sin asomo de criticarme eo más mínimo. Sabe que mis manías so

sólo mías, algo privado entre él y yo qu



no tengo intenciones de traspasar

nuestro hijo. Ya descubrirá él por s

mismo sus propios hobbies y espero qusu origen sea más feliz que el de lo

míos.

- En realidad le compré un andador –sigo diciéndole a Víctor-, de eso

acolchados con juguetes interactivos

música, luces de colores, un mando

distancia y un montón más de cosas

Creo que hasta trae airbag… Así podr

recorrer toda la casa sin destrozarm

anto la espalda corriendo detrás de é

para sujetarlo.



- ¡Genial! Yo le compré… -mira

Vícju que está sentado en sus pierna

distraído manoteando hacia las palomaque tapizan el suelo alrededor de un

banca más allá, en donde una abuela le

reparte migajas de pan, y continúa evoz baja-… un rebab de juguete y un

mini batería de esas con bombos

platillos y muchos tambores.

- No… ¡yo te mato! Agradece que m

hiperacusia ya casi ha desaparecido

protesto riendo.

- Aislaré su habitación de juegos y y

o acompañaré cuando quiera jugar en l



batería.

- Víctor… sólo tiene un año… -po

más que se lo repita él está convencidde que nuestro pequeño Vícju es capa

de hacer cualquier cosa, de aprender l

que sea y de superar todo desafío-. Lúnica forma en que tocará ese pobr

rebab será estrellándolo alegrement

contra el suelo una y otra vez.

- Puede ser, pero será un prime

acercamiento musical.- ¡Uf! Como siempre tan testarudo. ¿Y

a mí qué me vas a regalar? ¡Por favor n



sigas con eso de “tu peso en oro”! Mir

que entre mis cumpleaños, navidades

día de la madre, ¡ulalá, no hay bóvedque aguante!

- A mí me parece el regalo ideal, n

puedo imaginar regalarte nada menor eso, incluso me parece poco. Además

fue lo que nos salvó de la ruina

necesito devolverte hasta el últim

gramo de oro que me prestaste para…

- ¡Ey! No te lo presté, lo invertí enuestro bienestar, en nuestra familia. N

ienes que devolverme nada, pero si t

hace sentir mejor te recomiend



nclinarte hacia los diamantes y otra

piedras preciosas que son mucho má

ivianas y fáciles de transportar, inclusacepto bonos al portador, son meno

románticos pero vaya alivio llevarlos e

una simple carpeta, ¡no te imaginas lodida cosa que es andar arrastrando un

maleta cargada de oro! –me largo a reí

mis dos bellísimos hombres hacen ecde mis carcajadas. Puede que Vícju n

entienda ni una palabra pero e

ncreíblemente empático con la

emociones a su alrededor.

- ¡Ja, ja, ja! No te preocupes por eso



mi amor –me dice Víctor y me mira mu

fijamente con esos ojos maravillosos

ntensos que me dan ganas de matarlo besos-, jamás te daré de nuevo motivo

para irte de casa arrastrando una malet

lena de oro.- Más te vale. De todas maneras po

si acaso ya sabes; diamantes o bonos a

portador de regalo.

- Tu peso en diamantes, eem… -l

considera ladeando la mirada aexaminarme de la cabeza a los pies co

esos ojos intensos que me hace

cosquillear justo allí-, cada vez que t



evanto desnuda en mis brazos pesa

menos, ya eres como una pluma –ahor

fija su mirada en la mía y noto snquietud al afirmar-, has bajado d

peso.

- No es cierto, no exageres, es sólque tú eres muy fuerte, yo estoy en m

peso ideal de cincuenta kilos[22]

Víctor. Olvida ya esa manía del “peso”

¿por qué no puedes regalarme sólo u

anillo o unos pendientes como lo hace l

gente normal? ¿Tienes idea de cuánto t

costarían cincuenta kilos de diamantes?

- Bueno… yo creo que un poco meno



que cincuenta kilos de bonos a

portador… eem… -mira al ciel

haciendo el cálculo mental-. De todamaneras considero que deberías subir u

poco de peso, ¿eh? Me lo haces mu

fácil al ser como una etérea pluma.- ¡Ufff! –suelto un largo resoplid

dejándolo por imposible-. Víctor, mejo

regálame una casa esta navidad.

- ¿Una casa? –sujeta a Vícju con tota

seguridad con su fuerte brazo izquierdmientras con la otra mano saca s

Smartphone-. Me avisas sólo siete hora

antes de navidad pero seguro m



corredor de propiedades podrá hace

algo. ¿Dónde la quieres, mi amor

¿Montecarlo, Grecia…?- En Chile. Ya es tiempo d

reaparecer ante mi familia, ¡me imagin

as caras que van a poner!

Víctor baja el teléfono e inspir

hondo, mirándome preocupado.

- Tranquilo, no pretendo ir a pelearle

o que me quitaron.

- No lo necesitas, Aurelia, todo lo quposeemos es tuyo…

- Sí, ya lo sé –lo interrumpo-, l



sociedad conyugal y bla, bla, bla.

- No. Literalmente –atrapa m

sorprendida mirada en la suya y sigudiciéndome-. Todo está a tu nombre, l

empresa, las cuentas bancarias, la

propiedades, los vehículos, ¡todo! Lo hhecho así para que nadie vuelva

perjudicar a mi familia por mi culpa

quitándonos todo. Además era lo justo

nuestra nueva fortuna nació del oro de l

Diosa Dorada.

- Vaya… ¿por qué no me lo había

dicho?



- No lo creía necesario. Pero ahora t

o digo porque no quisiera que fueras

enfrentar a tu familia sólo por lo que tquitaron.

- Te aseguro que no es por eso. E

realidad no quiero tener asuntopendientes con mi pasado… Será com

cerrar por fin ese ciclo –le tiendo l

mano y él suelta el móvil par

envolverla con la suya-. Si estás a m

ado nada malo sucederá, tú eres e

encantador de todos mis demonios

monstruos interiores. Has sido lo má

maravilloso que me ha pasado en l



vida, Víctor… mi esclavo, mi príncip

del desierto, mi domador d

monstruos… -lo miro perdida en eamor que sus ojos desbordan hacia mí.

- Por ti lo soy todo, mi bellísim

Diosa adorada, porque sin ti no sonada.

Atrapada en su ardiente mirada m

anzo a besarlo y él responde devorand

con avidez mi boca, nuestras lengua

uegan a sumergirse profundo por turno me deleito en la excitante dulzura d

su paladar que rápidamente enciende m

deseo y cierta parte mía anhela tambié



esa intensa danza de su lengua en s

nterior...

Al fin nos separamos y al abrir loojos de pronto siento que el mund

entero da vertiginosas vueltas y no d

forma agradable. Es tanto que me aferrcon fuerza al brazo de Víctor.

- ¿Qué pasa, mi amor, estás bien?

- Sí, sí, fue sólo un mareo loco, y

está pasando.

- Tienes que hacerte un chequemédico –me dice muy serio.

- ¿Por un puto mareo? ¡Estás loco



olvídalo! Al menos sabemos que no e

por embarazo, ¿te acuerdas de

embarazo de Inés? ¡Vaya putada eso das náuseas y los mareos! –lo dig

riendo pero Víctor sigue serio.

- De todas maneras deberías ir amédico, por favor, cúmpleme es

pequeño capricho. Bajar de peso y tene

mareos puede significar algo…

- Es sólo la alegría desatada de esta

de regreso en un mundo en donde lamujeres podemos conducir y salir d

iendas y a bailar y a tomar algo en u

bar cuando se nos ocurra. Me volví loc



al llegar a Nueva York, m

“despendolé” como dicen mis amiga

españolas, eso es todo, ya olvídalo –npienso mencionarle lo de los dolores d

estómago que me empezaron hace uno

días, ¡ahí sí que Víctor me volvería locnsistiéndome en ir al médico!-. Ah

volviendo a lo de la casa no le pongas l

espada al cuello a tu corredor dpropiedades, quiero la mudanza para l

época de otoño en Chile.

- Bien, entonces voy a contactar a u

corredor de Chile para que vay

buscando algo con tiempo.



- Dile que busque una casa e

Reñaca, con vista al mar pero en altur

por los tsunamis y con mucho terrenpara mis niñas y Chupi, que los pobre

a deben estar aburridos en esa terraza.

Víctor me mira con cara de paciencia

- Mi amor, la terraza tiene dos mi

metros cuadrados…

- Por eso te digo, es muy poc

espacio, ¡quiero al menos unos cinco mi

metros cuadrados! Deseo un preciosardín temático a nivel del suelo.

- De acuerdo, se lo diré al agente d



propiedades. Entonces, si celebraremo

u cumpleaños aquí en Nueva York voy

empezar a llamar a Winston[23] parque provea muy bien su stock, porqu

para el Día de la Madre los pill

desprevenidos y tuve que viajar Londres a vaciar las bóvedas d

Graff [24] para completar el peso.

Niego divertida con la cabeza.

- Sólo quiero una joya para m

cumpleaños, Víctor.- ¿Una sola? –me mira como s

hubiese dicho una herejía impensabl



pero al fin acepta mi extravagancia-

¿De qué la prefieres? Rubí, zafiros

diamantes, esmeraldas…- Quiero una preciosa joya color rosa

- ¿Rosa…? ¿Quieres decir de colo

rosado? –me alza las cejas pero d

nmediato pone esa cara de “acepto e

desafío, moveré cielo y tierra po

conseguir lo que desees”-. Creo que h

visto diamantes rosados en Graff

cuando buscaba diamantes de coloamarillo dorado, voy a mirar… -hac

amago de buscar en su Smartphone per

e sujeto la mano y atrapo su mirada e



a mía.

- Quiero una joya color rosa de ojo

verdes, azules o marrones, me da lmismo… Vícju necesita una hermanit

para compartir el centro del universo

quiero a mi princesita, Víctor!

Su rostro resplandece como tocad

por el mismísimo sol de oriente.

- Una pequeña diosa… –pronunci

con voz de ensoñación-, ¡por Alá qu

será la hija más mimada de este mundo!- Oh, oh… ¡ya te imagin

malcriándola cumpliéndole todos su



caprichos!

- Seré el mejor abb del mundo par

ella, Aurelia, te lo juro por mi vida –vislumbro esa férrea determinación e

su mirada que ya conozco bien, él jamá

se queda tan sólo en promesas, es capade hacer lo que sea por cumplir s

palabra.

Ahora sé que puedo confiar en s

palabra. Jamás volveré a dudar de él.

- Así será, estoy segura de esoVíctor. Confío plenamente en ti.

El cierra los ojos como si mi



palabras fuesen ambrosía para su alma.

- No imaginas cuánto significa par

mí oír eso, Aurelia.Sí, lo sé muy bien porque él m

conoce a fondo y sabe de sobra l

mucho que me cuesta confiar en lo

demás.

- Lo sé. Tanto como significas tú parmí, Víctor. Eres el único hombre al qu

he amado y que amaré toda mi vida, y

sabes que empecé con el sexo a lodieciséis años y que tuve tantos amante

que perdí la cuenta, pero la primera ve



que realmente hice el amor fue contig

en esa gruta de Asturias... –mi man

vuela a posarse en su rostro y nuestroojos se sumergen hasta el fondo d

nuestras almas. Las palabras casi está

de sobra-. Jamás te alejes de mi ladoVíctor, ya no podría vivir sin ti.

- Nada ni nadie me alejará jamás d

i, Aurelia. Tú y sólo tú tienes el pode

de apartarme de tu lado… ¡Alá, mor

mil veces cada segundo cuando te fuiste

sin saber si volvería a encontrarte! As

que por lo que más quieras te pido, ¡n

me sometas a esa agonía nunca más po



favor!

- Jamás volveré a irme así, mi amor

te juro que ni siquiera la muerte mapartará de ti!

Atrapo su cabello en mi mano y l

atraigo intensamente hacia mí para uni

sus ardientes labios a los mío

abrazando también a nuestro hij

sentado en su regazo. Y por largo

segundos escandalizamos a lo

paseantes navideños de Central Parmientras sellamos nuestra mutu

promesa de una maravillosa vid

untos.



Me pierdo en ese dulce beso y entr

mis nubes de éxtasis oigo com

preciosas campañillas las alegrecarcajadas de Vícju.

Él es feliz si su abb y su umm so

felices

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Aurelia Ardent - Serie Esclavo de Aurelia 03.5 - Adios San Valentín