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-2- ASÍ SE RECONSTRUYE EL SALADO -3- BALANCE DE GESTIÓN ASE RECONSTRUYE EL SALADO Así se reconstruye El Salado Esta publicación fue posible gracias al apoyo de IOM - OIM

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El Salado

Junta Directiva Fundación SemanaFelipe LópezMaría López

Alejandro SantosPaulo Laserna

Roberto PizarroElena Mesa

Rosario CórdobaMario Pacheco

Bruce MacMasterPaola Ochoa

Equipo Fundación Semana BogotáClaudia García - Directora ejecutiva

[email protected]ía Alejandra Cabal - Gerente general

Guillermo Carvajal - Gerente de ProyectosFederico Granda - Gerente de Comunicaciones

Margarita Agudelo - Asistente Fundación Semana

Equipo Fundación Semana El SaladoBeatriz Elena Mejía - Gerente del proyecto

Omar Cordero - Coordinador de Desarrollo ComunitarioEduardo Schmidth - Coordinador de Desarrollo Económico

Ana Isabel Sierra - Coordinadora de Educación y ComunicaciónFabio Vélez - Coordinador de Infraestructura

TextosMarta Ruiz

Fotos Oliver Ehmig

Mr FacoGuillermo CarvajalFederico Granda

DiseñoArte Semana

Correción Liliana Tafur, Yeimi Alexandra Santos

Fundación SemanaCalle 93B n.º13-50 oficina 201

Teléfono 646 8400 extensión 1720

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IntroduccIÓn

ace 11 años ocurrió una de las peores masacres de la historia de Colombia. Los paramilitares atenazaron el corregi-miento El Salado, en Carmen de Bolívar, en la costa caribe, y durante tres días hicieron un festín de sangre: asesinaron a 66 personas indefensas y celebraron la muerte en el propio pueblo, profanando todos los símbolos de la comunidad.

Los 7.000 habitantes del pueblo huyeron y se refugiaron como desplazados en las ciudades. Poco a poco, algunos de ellos fueron retornando y, en medio de inmensas dificultades, han intentado volver a convertir su pueblo en el lugar próspero y pacífico que los vio nacer.

Los tiempos violentos van quedando atrás. Con el pro-ceso de justicia y paz, el anhelo de reparación y reconciliación de esta comunidad empieza a materializarse. A pesar de que el conflicto no ha terminado, en muchas regiones, como El Salado, el posconflicto ya empezó y es un reto tan grande que ningún Estado puede asumirlo solo.

Como colombianos, muchas veces fuimos in-diferentes ante la barbarie o, en todo caso, nuestra res-puesta no ha sido suficiente para resarcir el sufrimiento de tantas comunidades de la Colombia remota. Pero si no pudimos evitar el desangre, sí estamos llamados a contri-buir a sentar las bases de una sociedad más justa y en paz. Esta reflexión inspiró a la Fundación Semana para proponerse la reconstrucción del corregimiento El Salado, desde hace más de un año. Conscientes de que no se puede superar el conflicto si no lo miramos a los ojos y de que no podemos lavarnos las manos con el Estado, como si fuera el único que tiene la obligación de que Colombia supere sus tragedias, la Fundación convocó a múltiples empresas, diversos estamentos y algunos socios mediáticos para reconstruir el pueblo. Porque el dolor de esos colombianos es de todos. No solo del Estado. Esa es la novedad de este proyecto: que lo estamos haciendo entre todos. La reconstrucción de El Salado es un laboratorio que pretende demostrar que con voluntad política, entidades privadas y organizaciones sociales se puede sacar una comunidad adelante. Nuestro empeño no busca únicamente recomponer el tejido social que quedó roto tras la masacre, activar la economía del pueblo y apoyarlo en sus deficiencias de infraestructura, sino, antes que nada, conseguir un modelo que logre esos objetivos, pero que sea replicable en otras comunidades. Una metodología para que el Estado y la empresa privada trabajen unidos en cualquier lugar de Colombia. Es el primer paso para

que podamos hacer las paces no solo con la gente ante cuyo dolor fuimos indiferentes, sino para construir una ética de la solidaridad y de la responsabilidad social.

Durante este año, el proyecto de Fundación Semana se convirtió en la Alianza por la Reconstrucción de El Salado. Treinta aliados trabajan juntos, sin celos, sin egoísmos, cada uno haciendo lo que sabe hacer y todos inspirados en la misma causa. El mérito es de todos. El mérito es de Roberto Pizarro y de la Fundación Carvajal, que desde el principio han sido los grandes estrategas de la intervención en la comunidad; el mérito es de María Mercedes Carrasquilla y Humberto Mora, de Coltabaco, por su generosa inversión para activar la eco-nomía del pueblo y por ser los principales patrocinadores de la Casa del Pueblo; el mérito es de Julio Sánchez y La W Radio, que difundieron este proyecto con un compromiso único. El mérito es de Simón Hosie, que diseñó la Casa del Pueblo, un hito de la reconstrucción de El Salado. El mérito es de Paulo Laserna y de Caracol TV, por ser los primeros en ayudar en las grandes y pequeñas causas de este proceso y por haber hecho un documental con Be TV, en cabeza de Andrés Wiesner y de Cristina Palacio, para documentar esta historia. El mérito es de Juan Carlos Ortiz y de su equipo de DDB, porque han manejado la imagen del proyecto con mucho compromiso. El mérito es de Eternit y de Jorge Hernán Estrada, por sus aportes a los proyectos de infraestructura en compañía de tres grandes empresas: Corona, con Ana María Delgado y Myriam Ramírez; Pavco, con Pedro Nel González, y Home Center, con Karym Grijalba. El mérito es de Diego Molano y de Acción Social, que ha sido la entidad estatal líder para consolidar esta alianza. El mérito es del Ccai y de Juan Carlos Vargas, generosos en sus aportes públicos. El mérito es de Alpina y de Eduardo Díaz, por su liderazgo en múltiples planes fundamentales para el bienestar del pueblo y por apadrinar la granja demostrativa. El mérito es de Argos, de Andrés Zuluaga y de María Camila Villegas, por su compromiso para encontrar soluciones en los asuntos de las tierras e infraestructura. El mérito es del padre Rafael Castillo, que nunca se fue de esa zona olvidada y luchó y sigue luchando por todos sus habitantes con un ejemplo de entrega único. El mérito es de Marcelo Pisani y del excelente equipo de la OIM, porque han liderado la convocatoria al Incoder y porque han multiplicado los aportes de las empresas. El mérito es de la Cnrr, especialmente de Eduardo Pizarro, Ana Teresa Bernal y Arturo Zea, porque han aportado su abundante conocimiento

Una alianza que apenas comienza

sobre reparación, para que esta alianza no fracase. El mérito es de Bavaria y de Andrés Peñate y Juliana Ocampo, por apoyar a fondo el programa desde el principio y por impulsar el pro-yecto de fortalecimiento a ten-deros. El mérito es de la Armada Nacional y del coronel Dávila, por su compromiso único con la comunidad y con esta alianza. El mérito es de Telefónica y de Alfonso Gómez, por haber per-mitido que El Salado se conecte con el mundo. El mérito es de la Fundación Corona, por su compromiso con la niñez y con los hogares comunitarios; de la Fundación Saldarriaga Concha y de Soraya Montoya, por su propósito de activar la economía del corregimiento. El mérito es de Mercedes Salazar, que diseñó la manilla simbólica que muchos colombianos llevan en la muñeca para recordar lo que sucedió. El mérito es de la Fundación Santa Fe y de Juan Carlos Correa, por construir un camino para los asuntos de la salud pública del corregimiento. El mérito es de Coca-Cola y de Felipe Márquez, por su apoyo palpable desde que este sueño comenzó y por aportar la planta potabilizadora de agua. El mérito es de la Mapp-OEA y Marcelo Álvarez, por la importancia que le han dado a este proceso al acompañarlo y nutrirlo con toda su experiencia. El mérito es de Ideas para la Paz, que está documentando el modelo. El mérito es para la Fundación Mi Sangre y Catalina Cock, por apostarle a un piloto alejado de su zona de influencia. El mérito es para Germán Cardona, ministro de Transporte, y Carlos Rosado, director del Invías, por comprometerse de la manera más seria y rápida con el mejoramiento de la vía de acceso al pueblo. El mérito es de Constructora Bolívar y de Fernando Cortés, por ayudar a construir la Casa del Pueblo. El mérito es de Avianca y de Gilma Úsuga, por facilitar el frecuente acercamiento a la comunidad de El Salado. El mérito es de Usaid, por facilitar valiosos recursos. El mérito es de Suramericana y de Protección, por el apoyo para consolidar la seguridad alimentaria. El mérito es de Chevron, por el haber aportado a los paneles solares de la Casa del Pueblo, gracias a los cuales será autosostenible; el

mérito es de Héctor Suárez y Prieto y Carrizosa, por su permanente apoyo en los temas jurídicos. El mérito es de ING, de Syngenta, de Mazda, de Autogalias, de Electricaribe, de Aguas de Cartagena, de Fundación Éxito, de Interactiu, de Fundación Restrepo Barco, de Profamilia, del Sena, de CHF, de Cirec, de Fundación Carulla, sin cuyo concurso las piezas de este castillo se derrumbarían.

Son muchos es-fuerzos unidos, cada uno vital para que la reconstrucción de El Salado marche por buen camino. Es imposible no agradecer a Bruce MacMaster, a Fernando Calado, a Martín Martorell, a Mario Pacheco, a Samuel Azout, a Elena Mesa, a Nathalia Mesa, a Emilia Ruiz, a María López, a María Isabel Cerón, a Mauricio Rodríguez, a Juan Carlos Ortiz, al coronel Dávila, a María Emma Jaramillo, a Germán Jaramillo, a Rosario Pradilla, a Marta Támara, a Alejandro Santos, a Camilo Durán, a Sandra Pabón, a Iliana Baca, a Camila Zuluaga, a Carlos Forero, a Marta Ruiz, a Jorge Jácome, a Pablo Casabianca, a María Angélica Palacio.

Pero el mérito mayor es de la comunidad de El Salado, que supo resistir tantos años de abandono y que ahora se ha apropiado de su futuro.

Hace un año, la junta directiva de la Fundación Semana le dio el empujón inicial a esta aventura. Hoy podemos entregar a nuestros aliados y a la opinión pública un balance del trabajo que se ha hecho en estos meses. Como verán en estas líneas, este ha sido un tiempo de mutuo aprendizaje, de sembrar confianza, de planear y de empezar a construir obras sobre bases sólidas. Sin embargo, la reconstrucción apenas comienza, y el trayecto es largo y lleno de retos. Pero estamos en el camino correcto y le apostamos a que El Salado sea el principio de una alianza de largo plazo, que ayude a transformar la realidad del país.

Claudia García JaramilloDirectora Fundación Semana

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odo empezó con una manilla. En septiembre de 2009, la Fundación Semana lanzó una iniciativa para que la empresa privada se vinculara a la reconstrucción de un pequeño corregimiento de Carmen de Bolívar, en los Montes de María: El Salado, un pueblo que en enero del año 2000 había padecido una de las peores masacres cometidas por los paramilitares –66 personas murieron, la mitad de ellas en un macabro espectáculo público–. A la matanza le siguió un desplazamiento masivo y absoluto que duró tres años, al cabo de los cuales, cien familias retornaron. Encontraron que la maleza se había devorado lo que otrora había sido un pueblo próspero, cuyas parcelas productivas les daban para vivir digna-mente. Estos pocos habitantes retornados recuperaron algunas instalaciones del pueblo, sin lograr hasta el año pasado un apoyo de envergadura para salir adelante.

La crueldad de la matanza que vivieron los saladeños llevó a que la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (Cnrr) tomara este como un lugar piloto de reparación y que el Grupo de Memoria Histórica lo considerara un caso emblemático, lo que significó que se publicaran un libro y un documental sobre lo que allí había ocurrido antes, durante y después de la masacre. En ese contexto, la Fundación Semana decidió liderar una cam-paña para que el sector privado se vinculara a la reconstrucción del pueblo, en la idea de que el posconflicto significa un desafío

de inmensas proporciones para el país, y que es crítico su éxito para lograr una convivencia y un desarrollo con mayor equidad en regiones apartadas y golpeadas por la violencia en el largo plazo. En ese orden de ideas, el Estado necesita el concurso de la cooperación internacional, y muy especialmente de la sociedad civil, para sacar adelante este propósito.

La campaña de sensibilización liderada por Fundación Semana, que contó con el concurso importantísimo de medios de comunicación como La W Radio, en cabeza de Julio Sánchez Cristo, Caracol Radio y Televisión y Publicaciones Semana, se hizo a través de una sencilla manilla de tela cuyo diseño fue do-nado por la prestigiosa joyera Mercedes Salazar, que se repartió gratuitamente, como símbolo de solidaridad y adhesión a una causa que tiene un sentido profundo: que para pasar la página de la violencia se necesita el concurso de todos los colombianos.

Muchas organizaciones atendieron con entusiasmo y compromiso el llamado de Fundación Semana, y es así como durante este año se ha consolidado una alianza que está ha-ciendo historia y marcando una ruta con las comunidades que retornan a los lugares de los cuales fueron expulsados por la violencia. Lo que empezó hace un año en El Salado es un nuevo concepto de construcción de la nación y de con-vergencia del sector público y privado en un interés común: hacerle frente al posconflicto.

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TEsta es la cancha de El Salado, el sitio donde hace casi 11 años ocurrió la masacre y que con el proceso de reconstrucción se convertirá en un lugar para la memoria y para la vida.

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pilado la documentación existente, especialmente la que han producido la Cnrr, Acción Social y el Grupo de Memoria Histórica, pero además, a través de la Alianza se ha hecho un importante levantamiento de información: una encuesta epidemiológica y social, que arrojó un detallado cuadro sobre la demografía de los habitantes, y un estudio histórico y etnográfico, orientado por el arquitecto Simón Hosie, que permite conocer no solo la realidad objetiva de cada familia, sino su realidad espiritual y cultural, casa por casa, familia por familia, persona por persona.

Pero los proyectos de la Alianza por la Reconstrucción no surgieron solo de estos estudios, sino especialmente de un diálogo con la comunidad. La hoja de ruta que se ha seguido

se construyó con la comunidad en reuniones tipo asamblea, en las que, por consenso, se identificaron las prioridades y se hizo un plan de trabajo que está en curso.

La organizaciónEl Salado, como suele ocurrir en muchas comunidades azo-tadas por la violencia, quedó muy maltrecho en sus liderazgos. Muchos líderes fueron asesinados, otros no regresaron y algunos de los que retornaron tuvieron que irse al exilio porque fueron objeto de capturas arbitrarias y amenazas. En consecuencia, muchos de los nuevos líderes han emergido como tales en los últimos años, y no han faltado las fricciones y diferencias. No hay que olvidar que la guerra divide pro-

En los primeros meses, la Alianza para la Reconstrucción de El Salado, liderada por la Fundación Semana, se con-centró en tres actividades básicamente: ganar la confianza de la comunidad, identificar sus problemas y necesidades y organizar un equipo de trabajo. Toda esta estrategia de intervención fue liderada por la Fundación Carvajal, or-ganización con una larga experiencia y conocimiento en trabajo con comunidades.

La confianza

La comunidad de El Salado, en general, ha sido descon-fiada con los foráneos que llegan prometiendo soluciones, y construir confianza con hechos y no con palabras ha sido un trabajo de meses. La desconfianza proviene no solo del hecho de haber sido una población que se sintió abandonada por el Estado durante los tres días que duró la masacre, sino por el sufrimiento que significaron el desplazamiento y un retorno hecho sin apoyo del gobierno.

A eso se ha sumado una lista de proyectos fraca-sados, inconclusos o promesas incumplidas de funcionarios oficiales, empresas privadas y organizaciones internacionales que, muchas veces actuando de buena fe, han creado grandes expectativas que luego han generado frustración y escepti-cismo. Por poner tres ejemplos, el entonces vicepresidente Francisco Santos prometió en 2008 que a los desplazados de El Salado se les entregarían 1.200 hectáreas de tierra como reparación, lo cual hasta este momento no se ha cumplido. Una multinacional que llegó a explorar gas allí también prometió la reconstrucción del templo y una carretera, lo que jamás ocurrió. Un ambicioso proyecto agrícola que se inició con

apoyo internacional fracasó por falta de mercados y asistencia. “Éramos una comunidad de ciegos. Éramos muy desconfiados de las instituciones”, dice la líder Ledys Ortega.

Por eso la construcción de confianza tomó varios meses, en los que el diálogo, el conocimiento de la gente, sus costumbres, su historia y su idiosincrasia han sido cruciales así como el apoyo e intercambio con los líderes y entidades que ya venían trabajando en la región, como la Fundación para el Desarrollo de los Montes de María, liderada por el padre Rafael Castillo.

La confianza se ha ganado gracias a que se ha hecho un trabajo complemente participativo y a que la alianza para la reconstrucción de El Salado, liderada por Fundación Semana, se instaló allí, en una casa donde actualmente hay cinco fun-cionarios que viven, sufren, ríen y lloran con la comunidad todos los días. “Son los únicos que se quedaron, que no vienen solo de visita”, dice Ortega. Adicionalmente, la presencia frecuente de Claudia García, directora de la Fundación Semana, y de Guillermo Carvajal, también de la Fundación, ha generado una fuerte sensación de transparencia, así como las visitas que han hecho los representantes de las empresas aliadas al caserío, y la oportunidad que han tenido varios líderes de asistir a reuniones en Bogotá.

La información

Después de este primer año de trabajo se puede decir que hoy El Salado es uno de los pueblos que cuentan con mayor información cuantitativa y cualitativa sobre su realidad so-cial, que a futuro será una base para el diseño de políticas públicas y planes de desarrollo. Durante este año se ha reco-

Preparando el terreno

Todos los proyectos han sido definidos por la comunidad, a través de una asamblea y del Comité Local. En la foto, Claudia García, directora de la Fundación Semana, en reunión informativa con los habitantes de El Salado el 20 de octubre.

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fundamente a la gente, rompe el tejido social y deja heridas en la dinámica interna de los pueblos. Pero que también la llegada de recursos y proyectos, si no se hace desde un en-foque de buenas prácticas que evite el daño social, termina también dividiendo a las comunidades con frecuencia. Por eso la estrategia de organización ha sido muy importante.

En El Salado hay varias organizaciones sociales fuertes, y con las que ha sido muy importante contar. La principal es Asodesbol, que agrupa a todos los despla-zados, tanto los que han retornado como los que siguen en otros lugares. También es muy importante Mujeres Unidas, que ha desarrollado varias iniciativas productivas; la Junta de Acción Comunal, la Asociación Campesina y un grupo de animadores juveniles. Dado el pluralismo de estas organizaciones, Fundación Semana decidió, sin dejar de apoyarse en todas ellas, impulsar la creación de un Comité Local, que es transversal y se encarga de li-derar los proyectos que se han definido, y que, a su vez, se apoya en cinco comités que corresponden a cada área de intervención: infraestructura, salud, generación de in-gresos, educación y desarrollo comunitario. En Bogotá, la alianza de donantes está organizada en estos mismos frentes y comités, para que los esfuerzos dentro y fuera de El Salado sean complementarios.

La coordinación con otros Es importante entender que la Alianza por la Reconstrucción de El Salado, que lidera la Fundación Semana, no está sola en este corregimiento, y aunque esto significa que hay más riqueza de iniciativas, también hace más compleja la inter-vención. Allí hay en curso tres procesos diferentes: uno de consolidación, uno de reparación y el de reconstrucción, con apoyo de la empresa privada.

La consolidación es la estrategia gubernamental, que busca afianzar los logros de la política de seguridad democrá-tica en aquellas regiones donde la guerrilla ha sido derrotada y los paramilitares ya no están. Los Montes de María son la segunda zona prioritaria para la consolidación, después de La Macarena, en el Meta. Esta estrategia es conducida por el Centro de Coordinación de Acción Integral, de Acción Social,

que busca en lo fundamental que el Estado llegue a las zonas que han sido recuperadas militarmente, que se incentive una cultura de la legalidad y que las comunidades gocen de los derechos que durante mucho tiempo no tuvieron.

La mayor parte de los proyectos que se han desa-rrollado por esta vía han sido concertados con los alcaldes y gobernadores, y tienen la característica de ser obras puntuales: remodelar una escuela, apoyar un proyecto agrícola, mejorar las viviendas o la carretera.

La reparación colectiva es otro proceso en curso, liderado por la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación, que aunque en ocasiones converge con el

anterior, en general está más enfocado a la restitución de derechos, dentro de un proceso de justicia transicional. El Salado está considerado por la Cnrr un caso piloto de reparación colectiva, y por eso la comunidad está di-señando un proyecto que contenga sus aspiraciones en esta materia; algunos aspectos, como la entrega de tierras y la reparación de la vía, están en curso. Valga decir que en el momento que haya una sentencia judicial en los tribunales de Justicia y Paz o, en su defecto, en la Corte Interamericana de Derechos Humanos, se establecerán nuevas exigencias en materia de reparación colectiva. Hay que señalar que mucha gente en El Salado tiene expecta-

tivas enormes –y hasta sobredimensionadas– sobre los montos de esta reparación.

En ese sentido, el trabajo de la Alianza para la Reconstrucción de El Salado es complementario, y, aunque dialoga y se coordina con las otras dos iniciativas, es independiente. Vale la pena destacar que a través de la Fundación Semana se ha logrado que las empresas lleguen articuladas a un plan de mediano plazo, y no de manera desordenada. La Fundación también ha buscado que se coordinen todas las acciones públicas y privadas, para que no se repitan esfuerzos ni se pierdan oportunidades de colaboración.

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Obras que se venCada una de las obras y acciones que se han emprendido surgieron de la iniciativa concertada de los saladeños, y los comités locales están involucrados en su desarrollo. Todos los proyectos cuentan con un financiador, un operador y un cronograma de actividades, y la mayoría está en curso. A continuación describimos qué necesidades atiende cada proyecto, en qué estado está y cuáles son sus dificultades y retos.

Casa del Pueblo Con la masacre, los paramilitares profanaron dos lugares que tenían profundo significado para la vida social de los habitantes de El Salado: la cancha y la casa de la cultura. La primera la con-virtieron en cadalso para sus víctimas; de la segunda sustrajeron los instrumentos musicales para hacer su propia celebración de la muerte. Por eso, entre las prioridades que estableció la gente para la reconstrucción estaban estos dos lugares.

El diseño de la Casa del Pueblo es del arquitecto Simón Hosie, quien fue reconocido con el Premio Nacional de Arquitectura justamente por una biblioteca comunitaria en

Tierradentro, Cauca. Hosie no solo ha donado su trabajo para El Salado, sino que se ha entregado por completo al proyecto y la comunidad, con un compromiso excepcional. Hosie tra-baja con un enfoque particular, que parte de hacer no solo un estudio para los planos físicos, sino una investigación histórica y etnográfica de cada comunidad, con el fin de desarrollar un proyecto que se inserte en la vida cotidiana de la gente y recoja sus narrativas y estéticas.

La investigación se hizo en los primeros meses de este año, y es un detallado mapa de los habitantes de El Salado. Esta labor la adelantó Omar Durango, un líder del Cauca que había trabajado con Hosie en el proyecto de Tierradentro y que llegó a El Salado inicialmente por dos meses. Pero se ganó de tal manera la confianza y el afecto de la comunidad que se quedó trabajando con el equipo de Fundación Semana y vive en El Salado desde hace un año.

A partir de esta información, Hosie presentó el diseño de la Casa del Pueblo, que fue aprobado en junio por una comunidad emocionada y unánime ante una propuesta que se incorpora completamente a su cultura.

El solaz de la gente de este corregimiento transcurre sobre todo en la parte de atrás de sus casas, en un rancho de paja donde está la cocina. Por eso, el diseño incorpora ese ambiente y las actividades que ellos más disfrutan: conversar, recostarse, refrescarse.

En el centro del pueblo, exactamente donde ocurrió la masacre, se construirán un centro cultural, que consta de una biblioteca de muros abiertos, y tres ranchos para actividades que van desde el tejido y la soldadura, pasando por las danzas, hasta cocinar. Alrededor habrá espejos de agua, una ducha y espacios para el ocio y el encuentro.

Al lado de este centro está la cancha donde fueron asesinadas 38 personas, que se convertirá en un campo santo, después de que la comunidad, en un ritual colectivo, realice una limpieza de las losas. Este sitio irá rodeado de un marco de arena y será un lugar para la memoria colectiva y para expresar el respeto a las víctimas. “Los espacios cobran vida en la memoria”, dice Hosie. Hosie, además, levantó una topografía de todo el co-rregimiento, un estudio de potabilidad del agua, un diagnóstico del arroyo que atraviesa el pueblo y un mapa completo de los sistemas y redes eléctricas. Luego se procedió a la compra de los

predios. Esto retrasó el comienzo de la obra, mientras se escla-recía completamente la situación jurídica de estas propiedades, pues en El Salado, como en muchos lugares, las transacciones se hacían en el pasado de manera oral. También hubo retrasos en algunos estudios de suelo, pero ahora existe la seguridad técnica de que el terreno es apto para una construcción duradera.

Pero no se trata solo de edificar. El objetivo es renovar la vida cultural del pueblo, reactivar las bases culturales que le devuelvan la confianza a la gente y fortalezcan el tejido social. Por eso ya están trabajando varios grupos en actividades como soldadura, tejido, danzas y música. Como parte de un proyecto productivo, se han creado dos objetos que serán utilizados en la Casa del Pueblo: se trata de la hamadora y los comunitarios. La primera es un objeto nacido en El Salado y es una mezcla de hamaca y mecedora, cuyo diseño es también del arquitecto Hosie. El segundo son unos individuales para mesa hechos con retazos de tela.

El primero de noviembre de 2010 se inició la construc-ción, con la demolición de las casas que estaban en el predio, tarea que asumió completamente la comunidad, la cual también participa de la construcción en mingas quincenales.

Todo esto ha sido posible gracias a Coltabaco, que desde

El arquitecto Simón Hosie le donó a El Salado este diseño de la Casa del Pueblo, inspirado en los valores y la vida cotidiana de la gente. La cancha se convertirá en un campo santo rodeado de arena, y se construirán una biblioteca y tres ranchos para diferentes actividades como tejer, tocar música o bailar. Coltabaco es el principal financiador de esta obra.

El primero de noviembre los saladeños hicieron una minga de trabajo para demoler las casas que darán paso a la construcción de la Casa del Pueblo.

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Coltabaco y la Fundación Semana, impulsaron a la comunidad para presentar un proyecto productivo que incluyera la adquisición de tierras y comenzar así el plan de retorno de los desplazados y la reparación pendientes. La Fundación Semana y la OIM apoyaron la convocatoria de tierras del Incoder con diseño y asesoría técnica y en las gestiones para la compra de los predios. Las dificultades han sido muchas.

Por un lado, los requisitos técnicos que pone el Incoder para elegir los proyectos son muy difíciles de cumplir. Por ejemplo, que los beneficiarios estén a paz y salvo con las entidades de crédito agrario, lo cual entre la población desplazada es muy escaso. Las exigencias de calidad del terreno también son tan altas que muy pocos predios en la región las cumplían. Finalmente,

se logró encontrar dos predios adyacentes, que suman 303 hec-táreas y que beneficiarán a 62 familias. Se espera que cada hogar perciba una rentabilidad básica de dos salarios mínimos por mes, a partir de cultivos que tienen, en su mayoría, el mercado asegurado, como tabaco, melón y ñame. El proyecto de El Salado fue evaluado como el mejor del país.

Pero hay un escollo más grande aún. Los predios pro-puestos son La Quimera, de 203 hectáreas, que tendría que ser comprado a su dueño histórico y que no tiene ningún problema legal. Pero el segundo predio, de 108 hectáreas, llamado La Conquista, fue adquirido hace dos años por un gran inversio-nista a un campesino que se desplazó después de que su hijo fue asesinado en la finca, hace casi una década. Bajo las nuevas

el principio le apostó a este ambicioso proyecto y es su principal patrocinador. De manera complementaria se han vinculado empresas como Argos, Corona, Eternit, Pavco, Home Center, ING, Seguros Bolívar, OIM, Suramericana y Protección, entre otras. Fundación Carvajal ejecuta el proyecto, para lo que ha destinado al ingeniero Fabio Vélez, quien está al frente de la obra de tiempo completo. La Casa del Pueblo debe estar lista en agosto de 2011.

Las tierras El otro tema crucial en El Salado es el de las tierras. El Salado es un pueblo de agricultores, muchos de ellos sin tierra –porque nunca la han tenido o porque la perdieron durante el conflicto–.

En El Salado no hubo despojo a la fuerza, sino compras ma-sivas, lo cual puede constituir eventualmente otra modalidad de despojo. A partir de 2008, cuando las condiciones de se-guridad mejoraron en los Montes de María, inversionistas de otras regiones compraron miles de hectáreas a precios muy bajos, aprovechando justamente que muchos campesinos es-taban desplazados, endeudados y sin capacidad para volver a poner a producir sus tierras. La consecuencia directa de estas compras ha sido que hoy prácticamente no hay terrenos para hacer la reparación, y los pocos predios que se consiguen valen cinco veces lo que costaban hace dos años. Hectáreas que se vendieron en 2008 en 400.000 pesos hoy valen dos millones.

En ese contexto, la OIM y la Cnrr, con el apoyo de

El Incoder entregará 300 hectáreas de tierras a 63 familias, para un proyecto productivo que incluye tabaco, como parte del proceso de reparación a las víctimas. Fundación Semana y la OIM donaron los estudios técnicos y las gestiones para conseguir los predios. La propuesta fue calificada como la mejor del país.

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directrices del gobierno nacional, se está verificando que aquella transacción se haya hecho de forma legítima, pues solo así el gobierno podría proceder a su compra y posterior entrega a los campesinos.

No obstante, una buena noticia es que el Ministro de Agricultura incluyó a El Salado como una de las dos experiencias piloto de restitución de tierras en los Montes de María, y eso puede darle celeridad al proceso.

La carreteraA pesar de que El Salado está apenas a 19 kilómetros de la troncal de la costa, recorrerlos puede tardar cerca de una hora en verano. Pero cuando llueve, el caserío queda prácticamente incomunicado: las lluvias convierten ciertos tramos en verdaderos lodazales en los que los carros se quedan atascados.

Acción Social ha invertido 1.800 millones en el arreglo de la vía, con la construcción de una placa-huella, y, aunque en muchos tramos mejoró, el problema no está resuelto. Por el contrario, Acción Social ha exigido garantías al contratista porque no adecuó el terreno como se había exigido y esto ha

hecho que en algunos puntos haya todavía mayor humedad. Por gestión de la Fundación Semana, el Invías hizo

un diagnóstico y determinó que se requieren 1.200 millones de pesos para extender la placa-huella a todos los puntos críticos, con lo que el problema se resolvería de manera definitiva. El ministro de Transporte, Germán Cardona, se comprometió a resolver este problema e incluir esa partida entre sus proyectos prioritarios inmediatos.

Construcción del alcantarilladoSi bien en El Salado hay un sistema de acueducto de calidad aceptable, el pueblo nunca ha tenido alcantarillado. Por ser una obra de saneamiento básico es prioritaria, y su ejecu-ción es un buen ejemplo de colaboración entre el sector público y el privado: Acción Social financia las obras, Pavco aporta diseños y materiales, Aguas de Cartagena ha donado apoyo técnico en estudios y la Fundación Carvajal ejecuta la obra, que debe estar lista en seis meses. Adicionalmente, se detectó la necesidad de un sistema de tratamiento de aguas residuales, que será financiado por la OIM, y una

El Ministerio de Transporte se comprometió a financiar la reparación total de la carretera de El Salado, que es la necesidad más sentida por la gente. Estas son escenas comunes en el invierno. La placa-huella que hizo Acción Social mejoró sustancialmente algunos puntos de la vía.

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el corregimiento estaba totalmente incomunicado: sin teléfonos y sin Internet. Por eso la Fundación Semana hizo la gestión para que Telefónica donara una antena de telecomunicaciones, que ya fue instalada. Sin embargo, el servicio es irregular porque hay problemas con la planta de luz del caserío. Por cuenta de los problemas de energía, los estudiantes no han podido hacer uso de los computadores que les donó una entidad de coope-ración para el colegio. Actualmente, Electricaribe, por gestión de la Fundación Semana, está trabajando en la solución de estas dificultades.

Mejoramiento de viviendasMuchas casas en El Salado carecen de elementos básicos, como baños y cocinas, o sencillamente están deterioradas al extremo, especialmente las de bahareque. Los gobiernos nacional y local, a través de Acción Social, iniciaron un proyecto para mejorar 126 viviendas, financiado por la organización internacional CHF. En este proyecto se vinculó activamente la empresa privada, por gestión de la Fundación Semana, con el aporte de cemento, baldosas, baños y cocinas, tejas y tubería, donadas por Corona,

Pavco y Eternit, lo que hizo que más personas pudieran acceder a este beneficio. Pese a que muchas personas quedaron felices, otras critican la calidad de la intervención que hizo el contratista ejecutor. También se preguntan si habrá una segunda fase del proyecto que beneficie a más personas.

Plan Carpa y el problema del médicoLa salud es un aspecto que muestra las dificultades enormes que tiene el Estado para atender las necesidades básicas de una comunidad como la de El Salado. La agencia de cooperación del gobierno de los Estados Unidos, Usaid, y la Cnrr construyeron un centro de salud de muy buena calidad y bien dotado, pero carece de medicamentos esenciales. Hasta ahora no se había logrado que los gobiernos locales nombraran un médico y un odontólogo, y, como si fuera poco, a la enfermera le deben 24 meses de salario. Adicionalmente, la falta de una ambulancia hace que cualquier enfermedad de los habitantes se convierta en un riesgo mortal.

En vista de esta circunstancia, la Alianza para la Reconstrucción de El Salado, liderada por la Fundación Semana,

planta para potabilizar el agua, la cual será donada por Femsa (Coca-Cola).

Jóvenes agricultoresLa preocupación de muchos de los habitantes de El Salado, especialmente los mayores, es cómo lograr que los jóvenes vean en la agricultura un futuro para su vida y, en consecuencia, que se queden en la región en lugar de emigrar a las ciudades. A los jóvenes les gusta el campo y tienen una enorme demanda de aprendizaje y apoyo para sus emprendimientos. Para cumplir con esta expectativa, Argos donó 100 hectáreas de tierra, insumos e instrumentos de trabajo. Actualmente, Argos, a través de la Corporación Antioquia Presente, está trabajando con 35 jóvenes en el fortalecimiento de su organización y sus liderazgos, así como en el diseño del plan de producción. “Inicialmente sembramos cinco hectáreas de maíz, como prueba”, dice uno de los jóvenes. Entre ellos se nota el entusiasmo, lo que se demuestra en que otros 12 jóvenes que ya venían trabajando en apicultura con apoyo de otras entidades se vincularán a esta iniciativa en enero de 2011.

Reactivación económicaLa falta de ingresos es crítica en El Salado. Por eso, una de las prioridades ha sido brindar apoyo inmediato a familias, para que, con base en emprendimientos, mejoren su situación económica. Se está trabajando en tres áreas: un programa de microcré-dito, que beneficia a 49 personas, para emprender o fortalecer pequeños negocios y que funciona como fondo rotatorio. La tasa de retorno de estos créditos es del 85 por ciento. Se han creado dos grupos locales de ahorro, que han resultado ser no solo una estrategia solidaria para mantener reservas de dinero, sino un espacio de construcción de tejido social. También hay nueve familias con proyectos de ceba de cerdos, y se está en la etapa de construcción de las porquerizas. El proyecto hasta ahora está comenzando y se aspira a que en el próximo año beneficie a 90 familias.

Conectividad

Hasta hace poco, en El Salado había que subir una loma para intentar hablar por celular, sin que siempre se lograra. De resto,

La Usaid construyó un centro de salud excelente, pero durante todo este año no han sido nombrados ni médico ni odontólogo por parte de los gobiernos locales. Por eso varios de los aliados hicieron un Plan Carpa, para dar atención básica a los saladeños.

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39 beneficiarios, entre colectivos e individuales. Actualmente ya está listo un primer patio demostrativo.

Ha sido financiado en su mayoría por la Fundación Suramericana, la Fundación Protección, Acción Social y el Icbf, y es ejecutado por la Fundación Ser.

Hogares comunitarios Los cinco hogares comunitarios que hay en El Salado

estaban en pésimas condiciones locativas. Por esta razón se están apoyando con la instalación de baterías sanitarias para adultos y para niños, con el auspicio de Pavco, Eternit, Corona y Fundación Corona.

Atención psicosocial Los terapeutas y psicólogos se han convertido en per-

sonas tan importantes para la comunidad de El Salado como los agrónomos o los ingenieros. Entre las personas que vivieron la masacre hay cuadros severos de depresión y trastornos nerviosos, y, en general, la gente requiere un apoyo para el proceso de resiliencia. Por eso, la Corte Constitucional emitió un fallo que obliga al Estado a darle atención psicosocial a esta comunidad.

Dada esta demanda de apoyo psicosocial, la Fundación Mi Sangre, que lidera el cantante Juanes, entró a El Salado con un proyecto dirigido a los niños –ejecutado por la Fundación Rei–, que cuenta con el apoyo de la OIM y de la Fundación Semana. Actualmente se están beneficiando 144 familias, 30 dinamizadores del Icbf y 10 maestros.

Arroyo Uno de los problemas más graves de El Salado es

que un arroyo gigantesco atraviesa el pueblo por toda la mitad ante la menor lluvia. Ese arroyo impide la movilidad, deteriora las construcciones y es insalubre, ya que arrastra basura y desperdicios. La solución es la construcción de unas murallas que inhiban su recorrido. Pavco hizo una propuesta y Argos, un estudio técnico. Hay diferencias de criterio entre los expertos sobre cuál sería la mejor solución. A pesar de que este es un problema que requiere una solución prioritaria, hasta ahora no se tiene la financiación para las obras que se requieren. En el presupuesto de la Alcaldía aparece esta como una de las obras que realizará el gobierno local. Pero los recursos no están disponibles.

Los niños reciben apoyo psicosocial de la Fundación Mi Sangre, y se están mejorando cinco hogares comunitarios.

instaló en el centro del pueblo una carpa en la que durante un mes se prestó gratuitamente el servicio de salud a toda la comunidad. Como resultado de este trabajo se atendió a 1.037 personas, se construyó un perfil epidemiológico de la población –diseñado con la ayuda de la Fundación Santa Fe y la Fundación Alpina– y se logró que de nuevo la coope-ración internacional, a través de la Fundación Cimientos, saliera en auxilio de El Salado, nombrando un médico de manera temporal. Así mismo, la Fundación Ser, una de las principales ARS de la región, está trabajando en los planes de atención básica, preventiva y psicológica.

En los últimos días se logró un acuerdo entre la Gobernación y la Alcaldía para que finalmente se nombren un médico y un odontólogo para El Salado. De otro lado, el Ministerio de Protección Social le transfirió 100 millones de pesos a la Gobernación para la compra de la ambulancia, que debe entrar en funcionamiento en los próximos días.

Granja comunitaria

Se trata de una granja integral didáctica, pero también productiva, que funciona en el colegio y que puede conver-

tirse en una experiencia para replicar en el corregimiento. Se compró un lote, se arregló la vía que conduce a este y se construyeron los linderos. Actualmente se está construyendo el establo y está pendiente la construcción del galpón, las marraneras y empezar a cultivar. La granja se le entregará el 31 de enero al colegio, que será el encargado de administrarla, ya que allí se imparte un bachillerato técnico agropecuario.

Este proyecto ha sido financiado desde el comienzo por la Fundación Alpina, por Acción Social y por la comunidad, que invirtió en él los 25 millones de pesos de regalías que dejó la venta del libro que el Grupo de Memoria Histórica produjo sobre la masacre de El Salado y que fue editado conjuntamente con la Fundación Semana.

Seguridad alimentaria Para mejorar la alimentación de las familias saladeñas

se está iniciando la ejecución de un proyecto de patios pro-ductivos, que en realidad funcionan como huertas caseras donde se cultivan algunas hortalizas, frutas y aves de corral, esenciales para una buena dieta, y que se articulan a las cos-tumbres que ya existían en muchos de estos hogares. Hay

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La intervención de la empresa privada en El Salado está pensada como una labor de cinco años al cabo de los cuales deben haberse sentado las bases de un proyecto de desarrollo y reconciliación sostenible para este corregimiento. Después del primer año, podemos decir que los logros son los siguientes:

Logros

1. CReAR un modeLo. La reconstrucción de El Salado es una experiencia única de convergencia entre sector público, sector privado, cooperación interna-cional y comunidad en procesos de posconflicto. En este modelo se destacan dos enfoques. El primero es que se parte de lo que la comunidad de El Salado quiere. Ellos marcaron la hoja de ruta y ninguna acción se desarrolla sin que haga parte de sus necesidades, sean estas objetivas o de carácter subjetivo. En se-gundo lugar, se le ha dado orden a la intervención de las empresas, a través de un plan y una estrecha coordinación. Cada una aporta su experiencia y su conocimiento, y esto ha hecho más eficiente la inter-vención. Lo que ocurre hoy en El Salado es ejemplar no solo para otras regiones del país, sino incluso a nivel internacional.

2. ConsoLidACión deL equipo. En la recons-trucción hay involucrada mucha gente y es necesario destacar el compromiso de todos: el grupo de aliados, que se ha caracterizado por asumir una actitud respon-sable frente al país; la junta directiva de la Fundación Semana, que ha aportado claridad en los enfoques; el equipo de trabajo en Bogotá, que ha sido muy activo, y, por supuesto, el equipo en El Salado, coordinado actualmente por Beatriz Mejía, quien viene de trabajar por 12 años con la Fundación Carvajal y cuyo principal enlace con la comunidad ha sido durante todo el año Omar Durango.

3. LA estRAtegiA de inteRvenCión. La Fundación Carvajal ha sido desde el comienzo la gran estratega de la intervención comunitaria, en cabeza de su di-rector, Roberto Pizarro. Esto ha sido un acierto, pues el enfoque de asentarse en la comunidad y convertirla en la principal gestora de su propio desarrollo ha sido clave en la construcción de confianza. Así mismo, se

ha buscado una acción sin daño, apoyada en buenas prácticas, ya que las empresas y fundaciones que hacen parte de la alianza comparten una trayectoria de reflexión sobre la manera de adelantar este tipo de procesos tan complejos. “Si se hace lo que la gente quiere, la gente cuida y defiende lo construido”, dice María Mercedes Carrasquilla, directora de responsabilidad social de Coltabaco.

4. unA LeCCión de efiCienCiA y CALidAd. La Alianza para la Reconstrucción de El Salado ha puesto muy alto el estándar de calidad del trabajo comunitario y las obras que se están desarrollando. Se ha dado mucha importancia a la concertación comunitaria, a hacer los estudios técnicos y humanos que se requieran para que las obras sean sostenibles y excelentes. Eso contribuye a superar una práctica común en muchas regiones, tanto por parte del sector público como del privado, de hacer obras improvisadas, incompletas o de regular calidad, desde una perspectiva errónea de que “algo es algo” o de que como se trata de una donación, la calidad no importa. “Esto es sobre todo una lección de paz”, dice Eduardo Díaz, de la Fundación Alpina.

5. moviLizACión ComunitARiA. Hace un par de años, en El Salado era un pueblo triste, donde la queja del abandono era el lugar común. Eso ha cambiado radicalmente. Gracias a todos los mecanismos que se han activado para la reconstrucción, reparación y con-solidación, hoy vemos a una comunidad movilizada alrededor de su futuro, en la que están emergiendo nuevos liderazgos y cuyos habitantes se están empode-rando de todos los proyectos. Así lo revela esta frase de la líder Eneida Narváez: “Bienvenidos, señores empresarios, pero aquí tenemos algo que contar. Sin nuestra resistencia no estaríamos aquí”.

6. visibiLidAd. Desde hace un año, con la campaña de la manilla y el fuerte compromiso de los medios de comunicación, muchos ojos observan la reconstrucción de El Salado. Para la comunidad ha sido muy importante que nacionalmente se haya conocido su historia y que se conozcan sus demandas de resarcimiento, pues esta visibilidad ha contribuido a que muchas instituciones se hagan presentes. Para los aliados es importante esta mirada del público porque aumenta el compromiso y las exigencias de transparencia.

Logros y retos

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1. unA instituCionALidAd modeRnA y demoCRátiCA. El Salado hace parte de una re-gión, los Montes de María, donde los pocos bienes y servicios que se han tenido se han conseguido a través de la política clientelista. La gobernabilidad local y regional han estado muy debilitadas y existe mucha corrupción en todos los niveles, como lo ha demostrado la destitución de notarios y jueces, por ejemplo. Aunque este es un problema estructural en la región y en el país, si no se resuelve será difícil que comunidades como El Salado puedan salir ade-lante, pues la falta de cooperación del Estado en su versión local es crítica.

2. pRepARAR LA sALidA. A pesar de que la intervención en El Salado está pensada para cinco años, desde muy temprano se debe planear la salida y que la comunidad defina qué tipo de organización o mecanismo va a seguir gestionando los proyectos. Esto es importante para que no se cree una dependencia de Fundación Semana y para que, desde ahora, las instituciones de todos los órdenes empiecen a tener como interlocutores a los líderes de allí.

3. eL RetoRno de más sALAdeños. No hay que olvidar que El Salado es un proceso de retorno de desplazados, pues en el momento de la masacre en este corregimiento vivían 7.000 personas y hoy apenas hay 1.000. En la medida en que las obras empiecen a verse y la tierra comience a producir, seguramente muchos más habitantes retornarán o, incluso, llegarán personas nuevas buscando opor-tunidades, ya que en un futuro mediato El Salado puede convertirse en uno de los lugares con mejor

infraestructura de la región. “El gran reto de este pro-yecto es que la gente retorne”, dice Roberto Pizarro, de la Fundación Carvajal.

4. Los debAtes de LA tieRRA. Las políticas de restitución y titulación de tierras del actual gobierno serán, sin duda, una oportunidad muy grande para la gente de El Salado, pues por fin podrían tener lo que tanto anhelan: tierra. Pero estas políticas no vendrán sin fuertes controversias políticas y judiciales. Como se dijo anteriormente, en la región de los Montes de María se produjeron compras masivas de tierra, y esto la ha convertido en un caso emblemático de despojo. Por eso, los proyectos que involucran tierras deben hacerse con plena convicción de que de por medio no hay pendientes legales ni de legitimidad.

5. ComuniCAR mejoR. Dado que muchas obras no se han terminado, y que la magnitud de las necesidades de El Salado es abrumadora, se requiere una más abun-dante y detallada información sobre el desarrollo de los proyectos, tanto entre la comunidad como hacia las autoridades y aliados.

6. mAnteneR LA seguRidAd. Todo el trabajo que se ha hecho hasta ahora ha contado con un clima de mucha seguridad gracias al permanente apoyo de la Infantería de Marina, de la Armada Nacional, que permanece en El Salado. No obstante, la comunidad aspira a que haya también presencia de la Policía. El general Óscar Naranjo se comprometió con la Fundación Semana a que en el corto plazo El Salado contará con presencia permanente de esa institución, dentro de un modelo acorde con la situación de posconflicto que se vive en los Montes de María.

Retos

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AuspIcIAntes