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POÉTICAS

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».

Segunda edición

© Copyright,

 1984

EDITORA NACIONAL. Madrid (España)

ISBN: 84-276-0400-9

Depósito legal: M. 43.759-1984

Impreso

 en

 Closas-Orcoyen,

 S. L.

Polígono Igarsa. Paracuellos del Jarama (Madrid)

BIBL IOTECA

  DE LA

  L I T E R A T U R A

Y EL PENSA MIENT O U NIV ER SAL ES

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A Nuria por tanta poesía

N O T A P RE LI MIN A R

Desde a quel funcionario magistral que se  llamó

Aristóteles, el ars poética se ha erigido en lugar

 co

mún de peregrinaje  especulativo, sobre todo

 des

pués de que De Saussure diera forma al estructura-

lismo.

 No podían faltar como compañeros de viaje

del sabio d e Estagira el latino Horacio, con su tra

tado lúdico-didáctico, y el francés Boileau, con

sentencioso  opúsculo.

En lo

 que se refiere

 a la traducción,

 he procura

do ser literal, diríamos que hasta el pleonasm o.

Siempre que ha sido posible, aun a

 riesgo

 de in

currir en hipérbatos, he mantenido e l orden de pa

labras de los originales. H e buscado especialmente

equivalencias en lo que atañe a los regímenes

 ver

bales.

Mi agradecimiento al paciente poeta y polígrafo

Luis Alberto de Cuenca, y a Fanette

  Talón,

 p or su

entusiasmo.

A N Í B A L G O N Z Á L E Z

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PROLOGO

¡

i

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ARISTÓTELES

V I D A

Aristóteles (384-322  a. C), hijo del médico Nicó-

maco, nació en la Calcidico, en Estagiro (más tarde

llamada Estagira, y de ahí el nombre con el que a ve

ces lo mencionamos «El Estagirita»). Su padre era

amigo y médico de Amintas II de Macedonia y el

hecho de

 encontrarse

 en un ambiente de tipo m édico-

científico despertó pronto en él un enorme interés por

la anatomía y materias afines.

A los diecisiete años se trasladó a A tenas y entró co

mo discípulo en la Academ ia platónica, en la que per

maneció durante veinte años hasta la muerte del m a

estro (348/347

 a.

  C); al suceder Espeusipo a P latón

al frente de la escuela, Aristóteles abandonó la Acade

mia en compañía de

 Jenócrates

 pues no estaban de

acuerdo con la orientación  filosófica que Espeusipo

iba a imponer. Aceptaron, pues, una invitación de

Hermias, soberano de Atarneo y Assos

  (Misia),

  y se

trasladaron

 a esta última ciudad que se convirtió en

un importante centro

 intelectual.

  Hermias, con cuya

sobrina Pitias se casó Aristóteles, fue apresado y

muerto por  los persas, contra los que conspiraba,  el

año 345 a. C , año en que Aristóteles se trasladó con

Teofrosto a Mi i ene, en la isla_ de Lesbos, en donde

permaneció hasta que en el año 343/342 a. C. se

marchó

 a

 Pella

 llamado para

 educar a

 Alejandro. D u-

11

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rante estas estancias en

 Assos y

 Mitilene, Aristóteles

 es

taba especialmente interesado en las investigaciones de

tipo

 zoológico

 y biológico, como se ve por

 las

 referen

cias a regiones costeras de estas zonas.

La  educación  del joven Alejandro se desarrolló  en

Mieza

 y se basó fundamentalmente

 en el estudio

 de los

grandes trágicos y poetas griegos (incluso se dice que

hizo una edición de la Ilíada para él), para pasar en a l

gún momento a

 ocuparse,

 y

 discutir,

 de política, como

se ve en dos obras no conservadas de él (Sobre las co

lonias y Sobre la monarquía).

Regresó a Atenas en 335/334

 a.

 C. poco después d e

la muerte de Filipo, y alquiló unos edificios,  el gimna

sio

 Liceo,

 consagrado

 a Apolo Licio y a

 las

 Musas, en

la zona noroeste de la ciudad, cerca del monte Licabe-

to. Este

 edificio

  tenía una zona

 cubierta

 por la que se

podía pasear {itEpínatoq), que daría su nombre

a la  escuela,

 el

 Perípato, y

 a

 su s

 miembros

 (los peripa

téticos).

De la organización práctica  de la escuela se ocupó

Aristóteles

  mismo,

 estableciendo reglas para

 la comu

nidad tanto en cuanto a cursos (los difíciles por la m a

ñana, los m ás fáciles  numerosos por las tardes) como

en cuanto a

 régimen

  de vida

 estableciendo comidas

 y

bebidas  comunitarias.  Con una suma de ochocientos

talentos que Alejandro le había entregado comenzó

una importante biblioteca y una rica colección  de ma

pas, objetos y animales de los que se servía en sus

charlas.

Al poco

 tiempo de estar viviendo en

 Atenas

 murió

 su

mujer, Pitias, con la que había tenido una hija del

 mis

mo nombre, y Aristóteles entonces v ivió con H erpilis,

con quien tuvo un h ijo llamado Nicómaco.

Al morir Alejandro (323  a. C.) se desencadenó  en

Atenas un fuerte movimiento antimaced ónico y Aristó

teles,

 para evitar que en ese sentimiento se viera envuel

ta su  escuela,  encargó a Teofrasto que la  dirigiera

trasladándose

  a

  Calcis

  (Eubea), donde falleció poco

después (322  a. C.) de una enfermedad en el aparato

digestivo.

12

OBRAS

En

  general,

  la crítica moderna divide la obra de

Aristóteles en obras de tipo exotérico (es decir,

aquellas destinadas a un público amplio, elaboradas

con una cuidada redacción) y obras de tipo esotérico

(escritas directamente po r él sin ayuda de ninguno de

sus discípulos y que irían dirigidas a un público

restringido). Aunque esta clasificación puede ser

 acer

tada, parece m ás útil

 seguir

 una más

 tradicional

 que

en parte se remonta al director de la escuela peripaté

tica afínales del siglo Illa. C, Aristón de Ceos, divi

diendo su obra en tres grupos (de los grupos 1 y 2 no

se conserva n inguna obra completa).

1.  Obras de tipo popular publicadas por él mismo,

en su

 mayoría diálogos

 probablemente

 cercanos

 a los

platónicos como indican ya algunos de los títulos ^So

fista, Simposio, Menéxeno.../

  Uno

 de los primeros

 es

el   Grilo  o  Sobre la retórica,  escrito a imitación del

Gorgias platónico.  Eudemo  o Sobre el alma, a seme

janza del Fedón  de Platón, titulado así por Eudem o

de  Chipre que, tras ser expulsado de su patria, murió

en

 Sicilia (354/353

  a. C). De

 las obras

 de este primer

grupo, aunque sólo se conservan pequeñísimos frag

mentos, habría que destacar  el

 Protréptico,

 exhorta

ción a la vida filosófica, por la influencia que tuvo en

Jámblico y en el Hortensio  de Cicerón.

2. Colecciones de materiales y memorandas de

muy diversa índole (listas de vencedores en juegos

piucos,  Problemas Homéricos, Constituciones

griegas,  de las que se conserva la de Atenas, descu

bierta

 a

 finales d el

 siglo

  pasado...).

3.  Obras de tipo filosóficos y científicos. Este grupo

de obras, conocido  como el  Corpus Aristotelicum, es

el qu e realmente se conserva en gran parte y lo forman

obras como:

 Metafísica,

  las

 varias  Eticas (a

 Eudemo,

a Nicómaco, la Gran E tica), Historia de los A nimales,

13

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Física, Categ orías...  y dos obras en las que exponía su

teoría  del arte: la Retórica y la Poética.

RE T ÓRICA Y PO É T ICA

La  crítica  moderna cree que el significado poético

de

 una obra no

 puede

 ser establecido

 ho y prescindien

do del lenguaje que la sustenta; pero esta opinión no

es de ninguna manera la que tenían los antiguos, para

quienes lo fundam ental eran el tema o conten ido y e l

estilo,  es

  decir,

  que utilizaban claramente unas

categorías

  de tipo retórico. En  efecto,  entonces, la

forma de cualquier tipo de discurso (enten dido en su

más lato sentido) jugaba u n importante papel,  y asila

educación en la oratoria la proporcionaba la retórica,

y la enseñanza retórica ejerció desde muy pronto una

gran influencia tanto en la obra de los

 historiadores

como de los poetas o incluso en los simples hablantes

qu e

 querían sobresalir entre

 los demás. De ahí

 el

 que

la mayoría de la crítica literaria antigua sea un

subproducto, por llamarla de alguna manera, de la re

tórica, y el que la literatura tenga que ejercer una

influencia o un efecto en una audiencia y el que no sea

primordialmente, la expresión propia,

 personal,

 de unautor que prescinde del público y que quiere expresar

algo independientemente de sus oyentes. Así una de

las ideas

 que

 está

 m ás presente

 en

 todo el mundo an ti

guo es la de que el poeta «enseña».

Y en efecto ya los poetas arcaicos se pronunciaron

como

 auténticos enseñantes.

 Tanto

 el arte de

 Homero

como el de Hesíodo eran un auténtico regalo de las

Musas que les inspiraban, que

 conocían

 todas las co

sas y podían en consecuencia  decir historias, fueran

verdaderas o falsas. Aunq ue al primero le basta con

ser

 considerado, en palabras de

 L.

  Gil

 «como un arte

sano de utilidad pública», y el segundo concibe su mi

sión como la de un maestro. Píndaro es elnpo(pf¡xr¡c;,

14

de

 las

 Musas y su

 sabiduría es

 un

 auténtico

 don innato

y no algo que puede ser suplido con la mera técnica.

Demócrito (v. Horacio 295) también considera  el ta

lento innato superior al oficio técnico, pero ese talen

to innato necesita  un estímulo externo: la inspiración

divina que tem poralmente le influye.

Esta noción de

 inspiración

 y la

 tendencia

 a

 criticar

el

  mito,

  fundamentalmente por principios morales,

son las dos ac titudes de tipo crítico  co n respecto a la

poesía que heredó la

 generación

  de Platón.

Los dos únicos intentos de sistematización  estética

en la

 época clásica griega

 son los de Platón (Repúbli

ca)

 y Aristóteles

  (Poética),

  y en ambos casos son in

tentos fallidos pues a mbos llevan en sí mismos acep ta

ciones

 que

 revelan

 s u

 carácter

 d e

 incompletos;

  las pa

labras de Rostagni (1944) son claras acerca de cómo se

nos presenta

 la obra aristotélica: «esquemática,

 some

ra, no sujeta a un rígido orden exterior, llena de in

terrupciones, de constantes inicios, de desarrollos de

dicados a temas imprevistos, colmadas de parén tesis y

anacolutos, llena de sobreentend idos, de elipsis y de

braquilogías». Se

 trataba,

 pues, de una obra no

 escri

ta directamente para su publicación, sino que eran n o

tas fundamen talmente de tipo didáctico a tene r en

cuenta para el desarrollo  de alguna c harla, un simple

memorándum que encontramos a medio camino entre

el grupo 2 y el 3 de escritos  que hemos considerado.

La   Poética tal y como la conservamos se encuentra

en un estado m uy fragmentario. La  Política nos envía

a ella en una referencia diciéndonos que en la Poética

encontraremos una

 explicación

  más amplia de la ca

tarsis... explicación  que no encontramos. Asimismo,

también a la Poética  nos envía la Retórica  diciendo

qu e encontraremos allí las distintas formas de lo có

mico...  y eso no lo encontramos tampoco. Pero inclu

so la primera frase de

 la

 Poética nos propone

 algo

 que

no se va a

 cumplir:

 «H ablemos de la poética en sí y de

sus diferentes tipos, del efecto que

 cada

 uno tiene...».

Y no se cumple porque fundamentalmente la Poética

trata de la tragedia  y sólo de una manera incidental

15

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habla de otros géneros como la épica, la comedia y la

historia, pero siempre en comparación con la trage

dia. Por todo ello se ha supuesto habitual y ace rtada

mente que nos falta al menos otro libro en el que se

tratarían  algunos de los problemas y asuntos que he

mos mencionado.

P L A N D E L A PO É T I C A

En los capítulos 1-5 (principio) se va a tratar de mi

mesis

 y

 poesía.

 En el 1 :

 mimesis

 y

 clasificación

 de las

artes. En 2-3:

 clasificación

 de

 las tres

 espec ies poéticas

de tipo mimético: tragedia, epopeya y comedia. En

4-5 (principio): origen y diferenciación de los tres gé

neros.

En los capítulos 5 (final)-26se va a tratar de la tra

gedia y la

 epopeya.

 En el

 5 (final)

 se va a

 hacer

 un re

sumen comparativo entre tragedia y epopeya para en

el último (26) hablar de la superioridad de la tragedia

sobre la epopeya. Los capítulos 6 a 22 son ¡os más di

rectamente relacionados con la definición

 y

 análisis

 de

la tragedia (6), la historia trágica (7-14 y

  16-18),

  los

caracteres (15)...  Y los capítulos 23 y 24 los encontra

mos claramente referidos a la epopeya.

Más precisamente:

Capítulo primero: Distingue las formas de la

poesía, mimesis de acciones humanas, de acuerdo con

los

 medios de que

 se

 valen, o de los objetos mimetiza-

dos o de las formas de la mimesis. En este capítulo  va

a tratar de los medios.

En el capítulo 2: Encontramos

 ¡a

  segunda diferen

cia: los objetos de la mimesis. Los hombres son supe

riores o inferiores; el

 escritor,

  como el artista, puede

representar

 uno u otro  tipo.

Capítulo

 3 :

 La forma de la mimesis (la tercera dife

rencia):

  narrativa,  dramática

  o mixta.

16

~V   Capítulo 4: Orígenes de la poesía (dos

 causas),

  su

división en diferentes formas, y origen y desarrollo d e

la tragedia.

Capítulo 5: La comedia y la relación de la epopeya

con la tragedia.

Capítulo 6: Definición de la

 tragedia (que deriva

 de

las conclusiones de los cinco capítulos anteriores con

alguna explicación suplementaria donde aparecen

nuevas ideas),

 ¡as seis

 partes o elementos de la trage

dia deducidos de la definición. Cinco razones por las

qu e la fábula  (fiSdog,) es importante entre las partes.

^Primera razón: E l drama tiene que ver con acciones

para

 las cuales

 los

 caracteres

  son accidentales. Segun-

t da

 razón:

 La tragedia puede existir sin caracteres pero

no  sin acción.¿Tercera razón: Las tragedias que son r i

cas e n caracteres pero pobres en trama no cumplen ¡a

función de la

 tragedia..

 Cuarta razón: Los elementos

más atractivos de una obra pertenecen a la  fábula o

trama. Quinta razón: La organización de los hechos

es la parte más difícil de dom inar de un a obra.

La segunda parte; los caracteres. La tercera parte:

el pensam iento. La c uarta parte: la elocución. La s dos

partes restantes: la melopeya y el espectáculo.

»

Los capítulos

 7-14

 están relacionados con la trama,

su estructura  y sus efectos emocionales.

Capítulo 7: Trata de la trama o composiciones de

los hechos a la luz de las definiciones que se han dado

previamente, insistiendo adecuadamente en el carác

ter de unidad y cohesión que debe tener.

Capítulo 8: Continúa el tema de la unidad y nos

presenta algunas interpretaciones erróneas sobre la

naturaleza

 de

 esta unidad,

  co n

 referencias

 a la epope

ya, que aquí encontramos justificada po r  la parte fi

nal de l capítulo 5 en la qu e se nos hablaba de las seme

janzas entre

 epopeya

 y tragedia.

%  Capítulo 9: En él se mue stra la universalidad de la

poesía, la naturaleza de la actividad del poeta y lo de

fine como poeta de fábulas o tramas más que de ver

sos.

Capítulo 10: Fábulas simples y co mplejas.

17

2

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Capítulo  11 :

 P eripecia y

 reconocimiento;

 definición

de  acontecimiento patético, el tercer componente de

la

 fábula.

Capítulo

 12:

 Partes cuantitativas de la tragedia.

Capítulo 13: La composición de la tragedia más

bella. El análisis descriptivo de la fábula se ordena en

una perspectiva claramente

  normativa.

Capítulo 14: Trata de los medios con los que se

puede producir el efecto propio de la

 tragedia

 para

poder establecer una jerarquía y seleccionar lo mejor,

como en el capítulo 1 3. Pero así como en el capítulo

anterior  lo importante eran los personajes, en éste se

centra más en la acción misma e intervienen  las rela

ciones

 qu e

 existen

 entre

 los personajes

 y la modifica

ción de estas relaciones.

Capítulo 15 : Este capítulo interrump e el análisis de

la fábula de

 la tragedia

 qu e

 hasta ahora estaba

 hacien

do y que va a seguir en los capítulos 16-18. Aquí en

realidad no existe una ruptura más que ap arente pues

lo que se estudia son los caracteres, y este análisis se

justifica como algo indispensable pues la creación  de

emociones

 trágicas

 en el

 espectador

 solamente

 es

 po

sible en personajes dotados de caracteres que son im

portantes para

 conseguir

 el efecto trágico.

Capítulo 16: Esperaríamos antes (tras e l 13 o el 14)

este capítulo sobre los diferentes tipos de reconoci

miento (definido anteriormente) y cuáles de los cinco

posibles son mejores o peores y por qué.

Capítulo 17:  Junto con

 el siguiente,

  son el final del

estudio de la fábula de la tragedia desde un punto de

vista global Antes (capítulos 7y 8) se había dicho que

la fábula  debía formar un todo único y esta idea va

ahora a concretarse con las técnicas poéticas que ha

cen

 que la fábula

 tenga ¡a

 máxima co herencia posible.

Capítulo 18 :  Tras presentar los términos nudo y de

senlace se presentan un a serie de puntos, un tanto in

conexos,

 relacionados

 co n

 la

 fábula.

Capítulo 19: Anteriormente se habían dado tres no

tas

 sobre el pensamiento (en el capítulo

 6)

 y

  ahora

 se

va a dar una cuarta más sintética y también más abs-

18

tracta: «Es propio del pensamiento cuanto es preciso

que sea preparado por el lenguaje.» A continuación

comienza una parte sobre la elocución  que plantea de

hecho el problema de la

 relación

 entre

 retórica

 y poé

tica.

Capítulo

 20: Se presentan las partes del

 lenguaje

 co

mo formas que estructuran el significante y en ese

 sen

tido la descripción razonada del material  básico, tan

to de la poesía como de la prosa, que es el lenguaje,

no  parece fuera de lugar en una poética.

Capítulo 21: Trata de la palabra individual como

un elemento de la elocución, estudiando sus ocho ti

pos con importancia estilística y vemos la enorme im

portancia

 que

 Aristóteles

 concede

 al

 significado léxico

como base de la expresión y en ese sentido es funda

mental

 la definición

 de metáfora como

 traslación

  (eti

mológicamente) de un significante a un significado

que no le es propio.

Capítulo

 22:

 Las ideas expresadas en el capítulo an

terior sobre la elocución enc uentran aquí su aplica

ción (considera  la metáfora fundamentalmente como

el uso de palabras

 solas),

 una especie de manual

 «nor

mativo» de

 la palabra

 en la

 expresión

 poética.

Capítulo 23: En los últimos cuatro capítulos se

completa la propuesta hecha al principio del capítulo

6 hablando d e la imitación narrativa y en verso que es

la epopeya. Evidentemen te el decir en ve rso no tiene

en este caso valor diacrítico  como sí lo tiene en

 cam

bio el

 decir

 que

 es narrativa,

 pues

 es eso precisamente

lo que la distingue de la tragedia. Las semejanzas

entre ambos géneros continúan hasta el principio d el

capítulo 24 (en 1459M6 realmente d ebería estar el fi

nal de este capítulo 23 ).

Capítulo 24: Tras las semejanzas co mienzan a ex

ponerse las diferencias, fundamentalmente la admi

sión de los elementos maravillosos  e irracionales.

Capítulo

 2 5:

 Es un capítulo que rompe la unidad de

la comparación  entre tragedia y epo peya; plantea los

problemas y sus soluciones.

Capítulo 26:

 Los dos

 géneros comparados anterior-

19

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mente son ambos nobles y se valen de criterios estéti

cos parecidos,

 pero, ¿cuál es

 el

 superior? Frente a

 Pla

tón,  que había considerado inferior a la epopeya,

Aristóteles cree qu e es superior la tragedia, entre otras

cosas porque

  consigue

 su fin mejor que la epopeya.

TRAN SMISIÓN TEXTUAL

La «Po ética» no tuvo u n eco demasiado amplio en

el mundo antiguo como nos lo muestran, por

ejemplo, su conservación fragmentaria o la carencia

de cualquier comentario. En Bizancio sin du da fue  co

nocida y h acia finales del siglo IX fue  traducida al si

rio; de esta traducción solamente se conserva parte del

capítulo 6. A partir de

 esta traducción

 siria, Abu Bisr

Mata, en el siglo  X, hace una versión árabe que es el

testimonio más antiguo para el texto

 griego.

  Esta

 ver

sión fue

 traducida al

 latín por primera

 vez

 a principios

de l presente siglo (1911) por el profesor de O xford D .

S. Margoliouth; esta versión latina fue pronto supera

da por la excelente

 traducción

  con comentario de J.

Teatsch  (Viena 1928-1932, 2

 vols.J.

  La versión  árabe

(en manuscrito Parisinus Arab. 2346) es de una

 enor

me literalidad y sirve para conservarnos un estadio del

griego de gran

 antigüedad.

Hacia finales del

 siglo

 X o principios del XI se

 reali

za el ejemplar más antiguo y mejor del texto griego,

llamado Parisinus Graecus 1741 y que antes de llegar

á París

 estuvo en el

 siglo

 XV en Constantinopla y

 Flo

rencia. Hasta finales del siglo XIX no fue reconocida

su autoridad como base para el texto de la Poética y

este reconocimiento vino de la mano de J.

  Vahlen

  en

sus sucesivas ediciones (1867,  1874, 1885)  en las que

utilizó

 exclusivamente

 este manuscrito.

De la misma tradición deriva la primera traducción

latina realizada por  Guillermo de Moerbeke en 1278,

conservada en dos manuscritos, el  Toletanus, Bibl.

20

Gapit.  47.70, el más antiguo, de 1280 y el E tonensis,

Bibl. Coll.

 129

 del año 1300. Como ha

 establecido

 L.

Minio-Paluello, esta traducción latina, muy literal,

sirve para mostrar algun a lectura innovadora que se

encuentra en el Parisinus  1741, cuando coincide esta

traducción con la lectura del otro manuscrito griego,

el Riccardianus  46 del siglo  XIV que desde principios

de

 este

 siglo fue

  reconocido

 como de una

 tradición

  in

dependiente y m ás antigua que el Parisinus.

La primera versión de la Poética que tuvo impor

tancia por su difusión fue la editada en latín por J.

Valla en 1498. El primer texto griego im preso fue el de

la edición Aldina de los  Rhetores Graeci  de 1508

hecha probablemente por J. Lascaris sobre un ma

nuscrito de poca

 categoría,

 pero que fue

  edición canó

nica hasta que Vahlen  afínales del XIX dio la impor

tancia que se merecía al Parisinus 1741.

El texto sobre el que se ha hecho la

 traducción es

 el

de R. Kassel (considerado unánimemente como el

 me

jor),  publicado en la colección de clásicos

  greco-

latinos de

 la

 Oxford

 University

 Press. Los

 números

 al

margen son los de las páginas de la edición de Inma-

nuel Bekker; las letras & yb  representan las columnas

de cada página. Es convención admitida interna-

cionalmente citar a Aristóteles con esta numeración.

21

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8/20/2019 Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

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H O R A CI O

VIDA

Quinto Horacio Flaco nació en Venusa, Apulia,

próxima a la muy  helenizada Lucania, el octavo día

del mes de diciem bre del 65 a. C. y murió el 27 del

mes de noviembre del año 8 a. C . Aunque la familia

de su padre era de origen

 servil,

  éste se preocupó

mucho por su

 educación

 y le acompañó a Roma para

qu e estudiara con Orbilio. Después se trasladó a Ate

nas en donde Bruto le convenció para que se alistara

en su

 ejército

 como  tribunus militum hasta la derrota

en Filipo el año 42 a. C.

Regresó a Italia arruinado y se encontró las tierras yla casa de su padre confiscadas, así que (como él dice

paupertas impulit audax ut versus faceremj

 se

 puso a

escribir sátiras. Virgilio le presentó a Mecenas y desde

el año 38 a. C. pasó a formar parte del grupo de escri

tores que vivían en torno a Augusto. Aparece citada

con frecuencia en sus obras una granja que Mecenas

le concedió en Sabinia. Augusto intentó, en vano, que

se

 convirtiera en

 su secretario y

 se

 conservan fragmen

tos de cartas del princeps a Horacio. Cordial y amis

tosa  fue su relación  con Mecenas reflejada en varias

obras.

Horacio fue un escritor de éxito que se elevó por en

cima de su humilde

 origen

  y de ambos hechos él se

mostró orgulloso siempre.

22

OBRAS

Sus ob ras las encontramos clasificadas bajo los si

guientes títulos:

Epodos.  Diecisiete  poemas (a los que él llamaba

yambos) hechos en general a imitación de Arquíloco e

Hiponacte: once en

 verso

 yámbico y

 seis en

 los que se

combina el verso dactilico y el yámbico. De éstos,

ocho son invectivas que no se relacionan con ninguna

persona rea l (excepto en los tres en los que hay una

burlona referencia a Mecenas). La imitación arquilo-

quea e hiponactea la encontramos en la actitud

crítica, mezclada en

 ocasiones

 co n

 detalles

 obscenos.

Otros epodos son políticos, amorosos... Aunque Ho

racio se proclama el introductor de los yambos de

Arquíloco, el

 hecho real es

 qu e

 el nivel

 de

 elaboración

de su obra muestra claramente que la influencia está

en

 la

 poesía

 helenística

 y

  epigramática

 y no en la de

los inicios del ritmo yámbico.

Sátiras.  Son dos libros de sátiras los que escribió

(el primero con diez y el segundo con ocho sátiras), y

a ellos se refería Horacio como satirae o como sermo

nes.  En ambos libros encontramos una unidad

 for

mal: en el primero es Horacio el que habla, mientras

que en el segundo todas las sátiras (excepto una) se

nos presentan como diálogos. En

 este género

 Horacio

tanto en temas como en m otivos es claramente deudor

de Lucilio (muerto en 103 a. C.) que había escrito sus

sátiras

 generalmente

  en hexámetros dactilicos (como

Horacio) y no de otros escritores anteriores de este gé

nero como Ennio o Pacuvio. La gran deuda de Hora

cio con este hombre cuya independencia le permitió

atacar, en palabras de H oracio, «indistintamente al

pueblo y a los grandes» es, sin embargo, la forma

autobiográfica: todas

 sus

 sátiras reflejan

  ¡apropia vi

da del poeta en todos los aspectos (familia, amigos,

moral...).

  Las personas satirizadas son en algunas

ocasiones pura ficción, en otras están muertas, pero

en muchas ocasiones son personajes vivos y reales que

además

 aparecen

 m encionados con su nombre, auda-

23

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8/20/2019 Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

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cia que claramente se debe a Lucillo, cuya invención

de

 la sátira

 dio auténtica forma al género. E l

 metro es

tá muy cuidado y construido con una estilística de

gran flexibilidad.

Odas. Escribió Horacio cuatro libros de Odas (Car

mina), de los

 cuales

  los

 tres

 primeros fueron publica

dos como una unidad que comenzaba con una invoca

ción a Mecenas (el consejero de Augusto durante

mucho tiempo), por

 quien Horacio sentía una

 auténti

ca y profunda  amistad.  Escritas con una gran va

riedad m étrica (en el libro  primero encontramos diez

tipos diferentes de metros), es evidente una gran

influencia formal de los principales sistemas de la

lírica lesbia: de las ciento cuatro odas, setenta y nueve

lo son en estrofas de cuatro versos (alcaicas, sáficas o

asclepiadeas),

 dieciocho

 en

 dísticos

 de diferente

 tipo

 y

solamente seis son monom étricas (además de la oda

12 de l libro 3, que es muy

  discutida).

 Aunque él mis

mo proclama que Safo y Alceo son su modelo y que él

es

 el primer romano que

 lleva

 su estilo y ritmo

 al

 latín,

no conv iene olvidar el hecho, ya mencionado, de que

su deuda mayor estilísticamente  es con la correcta y

cuidadosa

 técnica

 poética alejandrina.

La

 imitación

 de Alceo que se

 encuentra

 en Horacio

ha  hecho qu e se le llamara el Alceo romano, pero esta

imitación n o es nunca una depend encia y siempre Ho

racio conserva su personalidad y transforma la mate

ria que encuentra. Ambos, en efecto, tienen similitu

des:

 canciones de amor y de banquete, odas cívicas y

guerreras, reflejos autobiográficos, ironía y gracia

unidas

 a una enorme fuerza... pero sin duda la poesía

de Horacio es de una mayor belleza estilística y de un

arte más perfecto.

Tras estos tres libros, probablemente del año 23

a. C , Horacio no volvió a escribir poesía lírica hasta

el año 17 a.  C. en que Augusto le encargó  que escri

biera

 e l Carmen saeculare, poema

 coral en

 metro sáfi-

co e scrito para ser cantado por veintisiete chicos y

veintisiete chicas.

Posteriormente escribió su cuarto libro de odas en

24

un estilo más elevado que los tres anteriores (la última

od a datable de este libro es la

 seis,

 que probablemente

es del mismo año en que se compuso la Poética: el

 13

a. C).

Epístolas .  Escribió Horacio dos libros de

Epístolas, el primero de los cuales fue publicado apro

ximadamente el año 20 a. C. y el segundo hacia los

años 18/13 a. C.

Así como el antecedente de Horacio en la sátira era

Lucillo, también en el género epistolar en verso en

contramos en este autor un precedente claro, pero lo

nuevo que aquí encontramos es ofrecer en un libro en

tero una serie de entrevistas en forma de epístola y

mantener

 en

 él

 el carácter de una correspondencia ver

dadera. Pero en nuestra opinión es mucho más que

eso: se trata de una creación original,  una forma de

composición poética que

 le

  permitió tratar

 cualquier

tema desde un punto de vista personal y subjetivo. E n

efecto, nos habla (en su primer libro) de sí mismo, de

sus inquietudes morales, de la independencia que le

proporciona su

 desprecio

  por los bienes superfluos,

de su mala salud...  enseña a los demás, sin erigirse

nunca en maestro, cómo deben actuar ante gente im

portante sin perder su dignidad,  la utilidad de la me

sura. ..  Y todo ello sin que al lector le sea exigido que

crea que está leyendo una carta auténtica enviada a

una persona determinada con un motivo concreto. El

se vale simplemente de esta forma para compo ner una

obra de tipo inform al y conversacional que, deb ido a

su contenido, en ocasiones se aproxim a a la poesía

gnómica. Nos ofrece aquí su filosofía pocos años an

tes de su muerte, que podría ser resumida en la máxi

ma volteriana: «Mépriser la mort en savourant la

vie.»

La Poética.  El primer libro de  Epístolas  está for

mado en total por veinte

 composiciones

 que totalizan

1.006 versos. El segundo lo forman solamente tres

epístolas dirigidas a Augusto, Julio Floro (a quien ya

había dirigido  la epístola tercera del primer libro) y a

los Pisones

 (éste

 es el orden habitual de ordenación).

25

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8/20/2019 Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

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La

 epístola

 a

 Floro, amigo

 de

 Tiberio

 con quien es

tá en campaña lejos de Roma cuan do le es dirigida la

epístola, tiene el mismo tema que la

 dirigida

 a Mece

na s

 (I.1):

 Horacio renuncia a la lírica y se va a dedicar

a la filosofía p orque comienza a envejecer y eso lleva

consigo

 un cambio en

 sus

 gustos y el que su trabajo le

haga «más dulce y mejor en las proximidades de la ve

jez».

A partir del verso 145 va a hablar de la filosofía y

especialmente va a hacer de esa materia un amplio

elogio; dirigiéndose a sí mismo nos presenta un largo

monólogo que finaliza al mismo tiempo que la

epístola en el verso 216. En obras anteriores había

atacado a sus enemigos literarios con un ardor del que

ahora

 carece

 y que ha sido sustituido por una cierta

indiferencia. La comodidad alcanzada con la edad,

frente a la combatividad de su juventud  hace qu e haya

perdido

 el

 gusto por

 la lucha.

 Al m ismo tiempo

 la

 cre

ación poética hace que Horacio se tenga que enfrentar

con dificultades de todo

  tipo:

  cambio de gusto del

público, falta de  tranquilidad por la muchedumbre

que hay en Roma y los deberes sociales... todo ello sin

que falten en la obra

 escenas pintorescas

 y

  rasgos

 di

vertidos que recuerdan  el tono burlón y satírico de

obras anteriores.

Pero luego nos presenta Horacio el duro trabajo

que debe realizar el poeta preocupado por  las

 exigen

cias del arte y la crítica rigurosa que debe uno hacer de

su propia producción de manera que se encuentre la

expresión

 adecuada

 y

  trabajada

 pero sin que resulte

forzada, sino que parezca que ha surgido de una ma

nera fácil e

 inmediata,

 entonces nos damo s cuenta de

que la broma ha pasado y qu e se trata de una confe

sión sincera y terrible. Los versos 111-125 se asemejan

enormemente a

 Poética 46-72,

  239-250y 412-418y en

ellos se nos habla, como decimos, del duro trabajo del

que se

 critica a

 sí

 mismo,

  de la inquietud y el extremo

cuidado que hay que tener para evitar expresiones ba

nales, para revitalizar palabras olvidadas, para crear y

aceptar neologismos... en resumen, de la laboriosidad

26

lúdrica que representa la poesía en este momento de su

vida; y es una

 actividad

 dura y

 fatigosa

 la de compo

ner versos porque su m ente está ocupada con la

filosofía

  moral.

  Termina (verso 213) diciendo una

máxima terrible: «Si no sabes vivir adecuadamente,

deja paso a los que sí saben  hacerlo.»

La epístola a Augusto es «en cierto sentido, un in

forme que hace Horacio, en tanto que intérprete

cualificado de la poesía rom ana al Príncipe sobre el

estado actual de esta poesía». Nos va a  trasladar  a

muchos años antes, a una época en que

 las sátiras

 de

su primer libro ridiculizaban  la dureza, tosquedad y

negligencia de los viejos poetas rom anos y presentaba

a los clásicos griegos como el modelo a imitar por su

buen

  gusto,

  lenguaje,

  estilo...

  Esos viejos escritores

romanos que

 se valen

 de una

 lengua

 que se puede

 con

siderar,  en ese momento,  envejecida y de una técnica

insegura, son hoy todavía los modelos, y no se

 admira

en cam bio ninguna obra reciente por el motivo exclu

sivo de que es precisamente reciente. Los griegos no

habrían llegado

 a

 las cimas

 que

 llegaron

 si

 se hubieran

mostrado temerosos con las novedades que se les

ofrecían. Los rom anos

 dedicaban

 sus esfuerzos

 a

 acti

vidades y  enseñanzas de tipo práctico (econom ía do

méstica, derecho civil...), pero hay que tener en

 cuen

ta que, en opinión de Horacio, un poeta es útil a la

ciudad:

 enseña a la juventud himnos gratos a los

dioses, forma el

 vocabulario

  de los jóvenes,

  graba

 en

la memoria buenos preceptos y hermosos ejemplos,

lleva consuelo al apenado... y además los romanos

han,  claramente, limado su rudeza a través de los co

nocimientos que la Grecia vencida les proporcionaba.

Los juegos atléticos, los desfiles... producen en el

público una gran indiferencia hacia el

 teatro,

 una de

las más

 maravillosas representaciones

 del arte, mani

festación de la que el público se va alejando cada vez

más.

 Los poemas escritos para su lectura deben mere

cer la atención de

 A

 ugusto

 pues

 éste es

 un juez que

 sa

be reconocer cuándo un autor es digno de su  favor y

no como Alejandro, que

 llenaba

 de oro

 a

 poetas que

27

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8/20/2019 Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

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no lo merecían. Los poetas favoritos de Augusto son

Virgilio  y Vario y no tienen que esperar nada del

Príncipe los autores que consideran que tienen de

recho

 a

 todo

 y que no

 conocen el esfuerzo

 de

 una

 obra

cuidada. Horacio quisiera unir su voz a la de los poe

tas favoritos de Augusto para cantar sus hazañas, pe

ro teme que no puede hacerlo, pues así como había

considerado

 la poesía

 dramática

 como

 algo superior

 a

sus fuerzas, también cree que será incapaz de alcanzar

la grandeza de la poesía épica.

Rostagni consideró que la  Epístola a Augusto era

una apología q ue Horacio hacía de su propia

 Poética,

pues aparecen ideas muy semejantes: juicio muy

crítico sobre la poesía latina antigua y antipatía hacia

lo s admiradores contemporáneos de ese tipo de poe

sía; convencim iento de que la poesía, por su

 valor

 so

cial,

 moral y educativo merece la atención  y protec

ción de un hom bre que ocupa un importante cargo

público, adhesión a los principios de la nueva escuela

que imita la perfección formal de

 los

 griegos... Todas

estas ideas parecen destinadas a desanimar a los poe

tas,

 más que a animarlos, pero lo que Horacio preten

de con este ataque a

 su

 poesía patria es que

 brille

 y se

eleve a la

 m ayor altura posible, a

 la altura

 de

 las obras

maestras  de Grecia.

La  Poética no

 tenía

 este título que

 ahora

 le damos,

sino que se trataba de una Epístola m ás: la

 Epístola a

los Pisones.  Y ya su título plantea un problema: ¿A

qu é Pisones  iba dirigida esta epístola? El problema es

importante para

 la

 dotación

 de la

 obra,

 pues

 según

  se

trate de unos u otros Pisones será de una fecha u otra.

De acuerdo con la información del conocido  comen

tarista de Horacio, Porfirio, el padre sería Lucio Cal-

purnio P isón, cónsul el año 1 5 a. C . y  praefectus ur-

bis desde el año 14 d. C. hasta el 32 d . C. fecha en que

muere; si éste es el padre, el hijo mayor sería Lucio Pi

són,

 asesinado en España, cuyo gobierno ejerció años

más tarde de

 haberle

 sido

 dirigida

  esta

 epístola;

 pero

varios  filólogos modernos discrepan  de esta interpre

tación  y piensan que más bien se trata de Cneo Cal-

28

purnio Pisón, el enemigo de César, partidario de Bru

to ,  captado  por Augusto y cónsul el año 23, uno de

cuyos hijos fue Cneo Pisón, gobernador en Siria el

año 20 y

 enemigo

 de

 Germánico.

 En

 cualquiera

 de los

do s casos se trata de miem bros de la gens C alpurnia,

una famosa fam ilia que pretendía ser descendiente del

rey

 Numa ; y so n adem ás tres los destinatarios pues

 se

habla en la epístola de  maior iuvenum («primogénito

de los

 jóvenes»),

  hecho éste que nos indica además

que dos de ellos son jóvenes (en torno a los diecisiete

años, pues la palabra  iuvenis  no permite precisar

más).

 Todas las fechas parecen indicar qu e los que

 es

taban en lo cierto eran los comentaristas antiguos

(piénsese que Porfirio escribió su comentario unos

150

 años después de

 Horacio),

 pero hay todavía otra

razón más interesante que la que este comentarista

nos proporciona : El padre de los jóvenes, Lucio, fue

pariente y

 amigo

 del poeta y filósofo

  Filodemo

 de Ga-

dara, que

 era

 un protegido

 de

 su padre, y de Filodemo

conservamos un tratado poético a través del cual co

nocemos citas indirectas tomadas de Neoptólemo.

Horacio y Filodemo, además de

 ocuparse

 de proble

mas

 semejantes

 de

 crítica literaria, eran

 sin duda ami

gos y esto hace que sea más verosímil el pensamiento

de que el destinatario principal de esta epístola e ra el

mismo Pisón que vivió próximo

 a Filodemo

 y que fre

cuentó el círculo epicúreo de Campania.

Podemos considerar la epístola como una de las úl

timas obras d el poeta y fecharla hacia el año 13 a.  C,

más

 bien

 qu e

 hacia

 el

 18 a.

 C.

 Vamos a explicarla

 bre

vemente, pero debemos tener m uy presente la opinión

que Goethe tenía sobre la Poética: «Esta problemáti

ca

 obra

 se presenta distinta a un lector y a

 otro

 y a ca

da u no de ellos distinta cada diez

 años».

Podemos hacer el siguiente resumen de la obra , a la

que dividiremos en tres partes:

Primera parte:

Versos

 1-37: La obra de arte, sea de

 un

 pintor o de

un poeta, no debe estar compuesta con partes que no

29

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8/20/2019 Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

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tengan una

 coherencia

  pues está

 necesariamente

  so

metida a la ley de la unidad temática y de la armonía

de

 sus partes. N o hay que

 ser breve,

 pero tampoco ca

er en la ampulosidad y en el rebuscamiento.

Versos

 38-41: E l tema que se elija ha de ser el ade

cuado a las fuerzas  del poeta, pues así la facilidad de

la expresión

 y el

 orden claro aparecerán

 e n

 la

 obra: en

resumen, existe una clara co nexión entre la invención,

el orden y la elocución.

Versos 42-45: El orden será el adecuado cuando se

diga lo que hay qu e decir y en el momento en que debe

ser dicho, ni antes ni después.

Versos 46-72:

 En cuanto a

 la

 forma en que se diga

esto ha de ser delicada y prudente; las palabras cono

cidas

 pueden ad quirir un nuevo

 valor

 si

 se

 utilizan en

unión de otras palabras de una m anera nueva o poco

frecuente. Estas palabras nuevas por su utilización

crearán  términos nuevos y harán que perezca la vieja

generación de las palabras exactamente igual que

mueren las hojas en el otoño y son

  llevadas

  por el

viento,

 pues tanto la generación de las hojas, como la

de los hombres, como la de

 las palabras

 no se pueden

librar de la muerte. Pero puede haber un renacimiento

que se producirá «si es que así

 lo quiere

 e l

 uso,

 que es

arbitro, ley y norma d el habla».

Versos 73-85: La tradición nos dice qué tipo de ver

so debemos utilizar para cada

 género.

 Homero en la

epopeya, Arquíloco en el yambo... son m odelos es

tablecidos que deben ser seguidos.

Versos

 86-98:

 Pero además

 de l

 verso del

 que nos va

mos a servir, tenemos que tratar adecuadamente el te

ma que nos viene

 impuesto

 por

 el género:

 no se puede

hacer tragedia en medio de una comedia, por

ejemplo. Este tratamiento viene también d eterminado

por los sentimientos que se

 quieren

 producir en el es

pectador.

Versos 99-113:

 No

 es

 suficiente que los poemas

 sean

hermosos, sino que deben llevar el ánimo del oyente

donde quieran, dirigiéndose a su corazón, para que

ría si h ay que reír o llore si ve dolor representado.

30

Versos

 1 14-118: P ero al mismo tiempo que

 se dirija

a los sentimientos, el estilo de la lengua habrá de tener

relación  con los caracteres: d ioses, héroes, viejos, jó

venes, señores, nodrizas, mercaderes, labradores...

todos ellos deben servirse de un lenguaje adecuado  a

su carácter.

Versos 119-127:

 La

 tradición

 ha

 establecido

 unos ti

pos y a ellos tenem os que atenernos; pero si no quere

mos presentar los

 caracteres

 como ya ha sido hecho,

qu e esos seres nu evos que se va a retratar,  sean cohe

rentes consigo m ismos y que sean al final exactamente

como se ha n presentado al principio de la obra.

Versos 128-135: Un tema seguro es valerse del po

ema iliádico, pero no h aciendo una

  traducción

  pa

labra por palabra de manera qu e resulte una imitación

servil,

 ni haciendo que los caracteres sean  banales.

Versos 136-152: Además, no debes comenzar, co

mo otros hicieron, con magníficas promesas, pues

«parirán los m ontes y nacerá un ratón minúsculo», si

no que debes hacer como Homero «de tal forma que

no existe discrepancia  del medio con el principio, ni

del final con el medio».

Segunda parte:

Tras haber tratado (versos 42-152)  de la forma un

poco en abstracto y en

 general,

 pasa Horacio a discu

tir en concreto, aplicando  los principios anteriormen

te

 expuestos,

 la

 práctica

 de

 cada género

 poético. Y los

géneros que va a contemplar son, bajo el ejemplo di

recto o indirecto de Aristóteles y de acuerdo con la

concepción aristotélica, los dramáticos, en los que la

poesía cumple al máximo su

 esencia

 mimética. La ex

posición analítica de los géneros dramáticos comenza

rá con cada uno considerado distintamente: drama,

tragedia y

 drama satírico;

 y

 luego seguirá com plexiva-

mente sobre su versificación y su perfección e impor

tancia artística.

Versos 153-1 78: Com ienza con las reglas de la

poesía dramática: en primer lugar, las que se refieren

31

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8/20/2019 Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

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a los caracteres, tema éste ya tratado en la primera

parte y por ello se va a limitar a un único ejemplo, el

de los camb ios, fundam entalmente éticos, que se pro

ducen en

 una persona

 al cabo de los años.

Versos 179-188: En la acción q ue se narra hay cosas

qu e transcurren en la escena de una manera natural,

pero

 otras

 que no

 deben mostrarse

 ante los ojos de los

espectadores porque o

 es increíble

 que puedan

 ocurrir

en escena o porque son desagradables.

Versos 189-190: La obra que se va a representar

tiene que tener cinco actos, ni má s, ni m enos.

Versos 191-192: Que no intervenga un dios para

producir el desenlace ni que haya nunca m ás de tres

actores  en escena.

Versos  193-201:

 La función del coro vendrá

 deter

minada por la acción y sus cantos no deben ser

simples entreactos que no tengan ninguna relación

con lo que está ocurriendo en la escena. Debe ser, el

coro, el representante d e la piedad y la moderación.

Versos  202-219: La flauta servía antes para dar el

tono y colaborar con los coros. La lira también

aumentó la importancia de su papel y las palabras ga

naron

 e n

 elocuencia con la

 ayuda

 de estos

 dos elemen

tos.

Versos 220-250: Estas normas son  fundamental

mente referidas a la tragedia y, en menor medida, a la

comedia. Va a pasar ahora a hablar del drama

satírico, que en la época clásica se representaba

  des

pués de la tragedia; es una especie de tragedia jocosa

pero que no por ello debe caer en el estilo d e la come

dia, sino que el lenguaje y el tono que utilice debe ser

el

 de l

 camino

 del medio:

 divertido

 pero con una

 cierta

solemnidad pues

 en

 el fondo los personajes que allí se

presentan son dioses y héroes.

Versos 251-274: En los tres géneros dram áticos, tra

gedia, comedia y drama satírico, el verso que se u tiliza

es el trímetro yámbico, que no debe estar,  como lo es

tá en Accio, Ennio y Plauto, lleno de pesadez por la

sustitución,

 incluso en

 los pies pares, d e este pié por

 el

espondeo, sino que debe ser compuesto a la manera

32

clásica y perfecta d e los modelos griegos. Antes los

 ro

manos podían admirar a estos autores, pero ho y tene

mos que mostrarnos más exigentes pues tenemos un

fino oído y un excelente gusto para las caden cias

correctas.

Versos 275-294: Se presenta aquí a modo de conclu

sión el mismo problema, que ya se había discutido e n

el planteamiento (versos 128-152) de la elocución y de

la

 versificación

  en

 general:

  la

 originalidad.

  Los géne

ros dramáticos fueron inventados y perfeccionados

po r los griegos tanto en la forma de tragedia como de

comedia, antigua y nueva (no se habla de los orígenes

del drama satírico porque ya se han expuesto antes).

Los

 latinos

 los

 han

 imitado e

 incluso han

 abandonado

la

 senda

 griega

 y

  cantaron hechos

 nacionales por me

dio de fábulas pretextatas y togadas... pe ro les falta la

elaboración formal,  la paciencia, en resumidas

 cuen

tas, la ais... y ésta es indispen sable.

Terminan

 aqu ilas do s primeras partes de

 la

 Poética

en

 las

 que se

 hablaba

 del

 arte en

 sus dos

 divisiones:

 la

poesía y  el poema.

Ahora , en la tercera parte, va a hablar del poeta; no

se va a tratar pues, tanto de la ars cuanto del artifex

(se correspondería

 este esquema con el que encontra

mos

 en

 un

 tratado

 d e

 retórica

 como el O rator de Cice

rón: hablar del orator y no de la ars oratoria^; prime

ro  tratará cómo se forma y se instruye, en segundo lu

gar qué fines debe proponerse el artista, y en tercer lu

gar cuál es el poeta perfecto.

Tercera parte:

Versos 295-308:

 H oracio va a jugar el mismo papel

que la piedra de afilar que es capaz de hacer que el

hierro corte pero que ella m isma no puede cortar. En

señará qué alimenta y forma al poeta, qué conviene y

qué no, a dónde lleva la virtud y a dónde el error.

Versos 309-322: Se va a tratar del primero de los

 re

quisitos anunciados en que se divide la teoría del po

eta. El buen poeta necesita una preparación  general

33

3

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8/20/2019 Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

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de  tipo  filosófico, como indican claramente las

 fuen

tes socráticas. El modelo lo proporcionan la vida y las

costumbres, que es de donde uno puede  extraer pa

labras

 vivas. La

 obra

 de

 arte

 tiene que

 decir algo

 para

interesar

 al público, pues la forma

  sin

 fondo es

 total

mente carente de interés.

Versos

 322-332:

 El ejemplo son los griegos, ávidos

de gloria. Los romanos en cambio practican una edu

cación d e tipo pragmático y utilitario que hace que los

estudiantes, llegado el momento, sean incapaces  de

componer un

 hermoso

 poema.

Versos

 333-346:

 Segundo requisito de los tres anun

ciados en que divide la teoría del poeta: se refiere al

fin de la poesía, o mejor,  del poeta. Y estos fines

pueden ser de tres tipos: o utilitario, o hedonista o u n

tercer tipo mezcla de los dos anteriores, es decir,

mezcla de utilidad y de placer.  La

 utilidad,

  que se en

contraba entre los principios de Aristóteles y de la es

cuela peripatética, reside

 en el

 contenido

 pragmático-

moral-filosófico: en los

 hechos,

 en

 las costumbres,

  en

las cosas auténticas de la vida . El placer en cambio se

consigue especialmente con la ficción, con inven

ciones fantásticas y en ocasiones  absurdas. El poeta

perfecto deb e comb inar ambos tipos, pues e l fin debe

ser del tipo mixto de utilidad y placer.

Versos 347-360:  Tras establecer estos requisitos que

debe cum plir el poeta perfecto, se va a establecer que,

de todas maneras,

 la perfección

 absoluta no existe en

ninguna cosa humana y en consecuencia tampoco

podrá existir en la poesía. Errores y faltas se en

cuentran en los más grandes poetas, y son discul

pables. Pero

 mientras entre los

 grand es poetas el fallo

es

 la excepción, entre los

 mediocres es la

 norma y

 ésta

es la diferencia entre unos y otros.

Versos 361-365: Hay además, tanto para los po

emas como para los cuadros u na cuestión de perspec

tiva: unos hay qu e verlos de cerca, otros de lejos; uno s

con una luz, otros con otra.

Versos 366-390: Pero para ser poeta hay que

 alcan

zar una cierta altura pues la mediocridad,  que puede

se r

 tolerada en

 otras artes, no

 se

 le puede

 consentir al

poeta de ninguna manera. Esta condena de la me

diocridad parece especialmente oportuna porque se

podía tener la impresión, a partir de los datos ante

riores, que cualquiera podría ser poeta a fuerza de

 tra

bajo y estudio cuando no es

 así:

 el qu e quiera dedicar

se a la poesía deberá poseer las más altas cualidades:

inicialmente sentir en sí mismo la inspiración natural,

y además,

 dedicarse al

 estudio. Si no

 estamos seguros

de

 la calidad de

 un a

 obra,

 confiémosla a la opinión de

algún amigo o esperemos un largo período de tiempo

antes de publicarla.

Versos 391-407: En lugar de explicarnos el concepto

de poeta perfecto: no un simple versificador, sino un

hombre com pleto dotado de virtud y de sabiduría, ca

paz de

 desarrollar las

 nobles funciones religiosas, civi

les y  morales q ue corresponden a l a auténtica poesía,

en lugar de explicarnos eso,  digo,  nos ofrece una

explicación de tipo pragmático revisando los más an

tiguos y venerado s poetas: Orfeo, Home ro... que han

contribuido con su poesía a que la humanidad alcan

zara un mayor grado de c ivilización.

Versos 408-418: No es suficiente con los dones na

turales para que una obra sea perfecta. El trabajo y el

estudio sin el genio no sirven de nada y al contrario, el

genio debe pulir sus ap titudes innatas con el trabajo.

El arte se aprende con un lento proceso en el que el

poeta debe tener como mod elo al atleta qu e se prepa

ra, desde niño incluso, para participar en los juegos

atléticos. Para ser un genio no es suficiente con q ue

simplemente se diga como hoy hace mucha gente.

Versos 419-433: Si eres un poeta con dinero no de

bes

 convocar a críticos

 q ue

 aplaudan

  tus versos por

 la

comida que les puedas dar pues son com o los plañide

ros que lloran a sueldo.

Versos

 434-452: Si escribes poesía confía únicam en

te en el juicio de amigos sinceros y acepta la crítica y

no quieras defender tu error en lugar de corregirlo;

esos amigos obrarán como Quintilio que indica los lu

gares m alos y lo qu e tienes que corregir.

34

35

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8/20/2019 Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

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Versos  453-476:  Conclusión  esencial e implícita de

todo lo an tenor es que el poeta perfecto debe conocer

se a sí mismo,  bien por su propia virtud o por medio

de críticos honestos. Convencido de que para la

poesía no son suficientes las cualidades naturales del

genio, sino que necesita además estudio, paciencia,

trabajo;

 convencido de que la poesía está fundada en

la sabiduría, en la prudencia, en la mesura, H oracio

va a darle u n ú ltimo golpe a la doctrina democritea y

platónica del «furor poético» presentando no un

retrato, sino una caricatura del poeta loco y m aníaco,

terminando su obra como las diatribas helenísticas:

¡Si no observáis los preceptos que he enunciado hasta

ahora, fijaos cómo  vais  a terminar

L A P O É T IC A D E H O R A C I O

Y SU RELACIÓN CON LA DE ARISTÓTELES

Actualmente es algo reconocido por todo el mundo

que el Arte Poética de Horacio tiene una clara  rela

ción, que no dependencia, con la Poética aristotélica.

Prescindiremos de momento de la posibilidad de

que dependa próximamente de obras de tipo retórico-

poético del parió Neoptólemo o de Filodemo, y nosceñiremos a algunos principios que de una manera

explícita encontramos en Aristóteles

 y

 en

 H oracio. En

esta exposición somos deudore s de las ideas expresa

das

 por P. Grimal en 1968.

El primer hecho evidente es que en la obra hora-

ciana se da una clara primacía at teatro frente a otros

géneros

 de los que no encontramos un estudio

 claro

 y

sistemático; en segundo lugar vemos que el estudio

que se

 hace

 de la

 epopeya está exclusivamente

 en

  fun

ción de la explicación que puede proporcionar para la

obra dramática. Este punto de vista es el mismo que

aparece en el capítulo 5 de la Poética en el que vemos

' que los

 elementos

 de la epopeya

 aparecen

 en la trage

dia pero no al revés.

Aunque la obra de Horacio no pretende dar fórmu

las ni mo strarse preceptiva en cuanto a los géneros, el

hecho es que en ella encontramos una normativa ma

yor que

 en la obra de Aristóteles,

 pero

 sin

 duda menor

que en el auténtico manual que es la obra de B oileau.

Amb os, Aristóteles y Horac io, parten d e una expe

riencia

 personal que

 les sirve

 para

 estudiar

 y

 analizar

con qu é medios se puede producir una obra de arte

(sea del tipo que sea, literaria, pictórica...) que sea

bella y, en consecuencia,

  útil.

El análisis que nos presenta Horacio de los

 diferen

tes géneros no es establecido en situación de

 igualdad,

sino que los géneros están «subordinados» unos a

otros, y así en la epopeya

 aparecen

  las reglas de la

belleza poética que luego se van a aplicar al drama.

Otro principio de Aristóteles que sigue Horacio es

el de que para el primero  la  fábula, la trama, la ac

ción,

  es el elemento más importante de la tragedia

(cap, 6):

 «La más importante de las partes de la trage

dia es la organización de los hechos, pues la tragedia

es mimesis no de hom bres, sino de acciones y de vida.

Por

 consiguiente,

  no actúan para mimetizar

 los carac

teres, sino que abarcan los caracteres por medio de las

acciones; de manera que los hechos y la fábula son el

fin de la

 tragedia

 y el fin es lo más importante de to

do».  Vemos pues que los hechos, la trama, la fábula

(fiüOoq ) es el fin de la tragedia y q ue en este

 fin,

  en la

representación  de a cciones, será en  consecuencia  en

donde encontraremos la belleza de la

 tragedia.

  Tam

bién Horacio acepta este fin exactamen te como Aris

tóteles a l hablar (193 ss.) de que el coro no debe «can

tar en los entreactos nada que n o se

 relacione

 con el

tema

 y no se

 adhiera

 a é l

 adecuadamente»,

 y

 ese

 tema

es claramente el fin de la tragedia aristotélica.

El

  tercer

 principio de Aristóteles que encontrare

mos re flejado en Horacio es el de que «los que imitan

mimetizan a los que actúan», pero aquí el ejemplo no

va a procede r del mund o trágico, sino que se va a refe

rir expresamente

 a que

 «los

 mimetizan del mismo mo

do que los pintores», es decir, que la  representación

que se hace no es de hombres estáticos, en sí,

36

37

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8/20/2019 Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

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podríamos decir,  sino de hombres actuantes. Y esto

hay que ponerlo en relación  co n el  fin que anterior

mente indicábamos: la acción o fábula, elemento fun

damental de la tragedia. Así pues nos encontramos

con una

 enorme semejanza entre

 la naturaleza y el

 ar

te , puesto que este último va a representar simplemen

te al mundo natural: «L a epopeya y la poesía trágica,

así como

 la comedia

 y

 el

 ditirambo ... son todos

 en

 ge

neral mimesis» (Cap. 1). Pero mimesis de personas y

acciones que deben ser semejantes al universo sensible

e

 inteligible

 («y por eso

 la

 poesía es

 más

 filosófica y

noble que la historia») y en consecuencia  no arbitra

rias, sino naturales y que no repugnen a la conciencia

de las personas. Esta afirmación aristotélica la en

contramos mucho más

 claramente

  formulada en las

primeras palabras de la Poética  de Horacio: «Si un

pintor quisiera añadir a un a cabeza humana un cuello

equino e introdujera plumas

 variopintas en

 miembros

reunidos alocadamente de tal modo que termine es

pantosamente en negro pez lo que en su parte superior

es una hermosa mujer,  ¿podríais, permitida su

  con

templación, contener la risa, amigos?»

Estos «miembros reunidos alocadamente» produ

cen un ser que no tiene correlato en el mundo natural

y

 en consecuencia

 no pueden formar parte de

 algo

 que

tenga una unidad ni interna ni externa y q ue tenga una

actividad,

  que lo convierta en un ser capaz de ejercitar

sus facultades de una m anera razonable y natural.

Nos hallamos en el centro de su sistema: el de la cohe

rencia inteligente.

Esta coherencia  capaz de ser comprendida, y que

puede ser bella, reposa

 claramente

  sobre un objeto,

una

 forma, y a

 esta

 forma se refieren los

 versos

 que

vienen a continuación: «Creedme, Pisones, que a ese

cuadro será muy semejante un libro cuyas imágenes se

presenten

 vanas

 y como sueños de enfermo, de mane

ra que pie y cabeza no se correspondan con una forma

única.» Se refiere Horacio con estas palabras a lo que ,

llama Aristóteles la «causa formal», que es un   *

hombre en la estatua de un hombre, y que en la cre-

38

ación poética es la forma, la composición de los

hechos de la que habla Aristóteles al estudiar los ele

mentos de la

 tragedia

  (Capítulo 7).

«L a tragedia es mimesis de una acción eminente y

completa y que

 tiene cierta

 extensión; pues a lgo puede

ser completo y no tener extensión. Pero lo que es

completo tiene principio, med io y fin» (Capítulo 7).

Esta necesidad que encontramos en la Poética aristo

télica de una extensión regulada la encontramos en

Horacio cuando habla de la coherencia de los

 perso

najes (125 ss.): «Si confías a la escena  algo no ante

riormente experim entado y osas crear un personaje

nuevo,

 q ue se mantenga hasta el fin cual desde el prin

cipio se haya m ostrado y que sea coherente consigo

mismo.»

Creemos que esas cuatro ideas generales bastan,

pues en las notas hay referencias de la Poética de Ho

racio a la d e Aristóteles y viceversa .

L A T R A N S M I S IÓ N

Y E L T E X T O D E L A P O É T I C A D E H O R A C I O

Ya desde muy pronto en Roma la

 Epístola a los Pi

sones fue  considerada como una auténtica Poética y a

que se le daba el título de

 De arte poética

 o incluso el

de  A rs poética. ¿Cómo n os ha

 llegado

 transmitido es

te tratado compuesto con el esquema que los tratados

de retórica griega recomendaban para las obras ele

mentales de

 enseñanza:

 hablando

 en

 primer

 lugar

 del

arte y a continuac ión del artista?

De los casi trescientos manuscritos que existen de

las obras de Horacio, aproximadamente unos

  dos

cientos cincuenta son ejemplares anteriores al año

1300. Los más

 antiguos

 se remontan a los

 siglos

  IXy

X, pero a pesar de esta antigüedad no existen pruebas

de que en ellos se conserve un a imagen fiel d e la edi

ción que a mediados del siglo I d. C. había hecho de

Horacio (y de

  Virgilio

  y Lucrecio)

 Valerio

 Probo, el

Aristarco romano. El único medio de establecer el va-

39

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8/20/2019 Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

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lor que estos manuscritos más antiguos tienen, es

combinando su estudio y  colación con las citas indi

rectas que encontramos en los autores antiguos. La

colación de los manuscritos más importantes fue

hecha

 en el

 siglo

 XIXpor O.

 Keller

 y A. Holder con

gran

 esmero

 y

  competencia

 y se reflejó en su edición

de  Leipzig, 2 vols., 1864y 1870: Q . Ho rati Flacci ope

ra recensuerunt O . Keller et A . H older, posteriormen

te corregida en la edición (solamente de sus obras

líricas) q ue apareció en Leipzig (1899) Q. Horati Flac

ci opera iterum recensuit O. Keller.

Lo s manuscritos más importantes para establecer el

texto de la Poética son los siguientes:

Ambrosianus O

 136

 (s.  IX-X)

Bernensis

 363 (s. IX)

Monacensis Latinus 14685 (s. XI)

St. Claude 2  (Cod. S. Eugendi);  s. XI

Vaticanus Reginae 1703  (s. IX)

Harleianus 2725  (s. IX)

Parisinus

 10310

  (s.  IX-X)

Parisinus  7972

  (s. IX-X)

Leídensis Latinus 28 (s. IX)

Parisinus  7974  (s. X)

Parisinus  7971  (s. X)

La s ediciones qu e ofrecemos a continuación, o bien

de sus obras en

 general

 o bien de la

 Poética

 solamen

te,

 se dividen en cuatro grupos:

Grupo P rimero: Ediciones hasta la de Dionysius

Lambinus en 1561. Corresponden al período

humanístico. La utilización que se hace de los ma

nuscritos n o es metódica ni adecuada, pero el conoci

miento d e la lengu a latina que tenían algunos de los

editores contribuyó grandemente a la mejora de las

lecturas

 de a lgún manuscrito de poco interés.

Hacia

 1470.

  Editio princeps, sin

 indicación

  de edi

tor, ni año ni lugar.

1476. Ed. de I. Aloysius Toscanus. Primera edi-

40

ción de

 Odas, Epodos

 y

  Poética;

 hecha en

Roma pero sin indicación de fecha ni lugar.

1482. Ed. de Christoforus Landinus que se

reimprimió con frecuencia en Florencia,

Venecia...

1492. Ed. de A. Mancinellus. «Horacio con

cuatro comentarios». Venecia, con fre

cuentes

 reimpresiones.

1503.  Ed. de Iodocus Badius Ascensius, con co

mentario. París.

Grupo Segundo: Com ienza con la edición  de Lam

binus el auténtico trabajo filológico, del que Lambi

nus mismo es un ejemplo pues colacionó diez ma

nuscritos para su primera edición de París 1561, y

otros

 seis

 para la

 segunda (1567).

  Es el mejor texto y

comentario hasta Bentley y aún hoy es una útil obra

de consulta.

1578. Ed. de Jacobus Cruquius en Am beres, para

la que utiliza once manuscr itos. R eimpresa

numerosas veces.

1606. Ed. de Daniel Heinsius, también en Ambe

res, que no añadía nada a la anterior de

Lambinus.

1671.  Ed. de

 Tanaquil Faber,

  en París, que

 luego

sirvió de texto  base para la edición de A.

Dacier d e 1681  co n traducción francesa.1699. Ed. de P. Burmannus en Utrech (1713

 2

).

Grupo Tercero: Comienza con la primera edición

de R. Bentley en Cambridge (1711). Durante este

período y

 hasta 1864 la hipercrítica

 de los

 manuscritos

hace que sean considerados como poco importantes

frente a la astucia y el ingenio del filólogo, lo que lleva

a éste a la elección de lecturas no m uy afortunadas y a

conjeturar en ocasiones con exceso. Aunque su texto

es poco  útil,  es de gran utilidad en esta edición de

Bentley su am plio comentario aún

 válido

 para nume

rosos

 pasajes. Esta edición se reimprimió en

 1713

  en

Cambridge y en 1728  en Amsterdam.

1721.  Ed. de Alexander Cunningham en La Ha

ya.

41

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8/20/2019 Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

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1794. Ed. de G.  Wakefield,  2 vols. en Londres.

1811.  Ed. de C. Fea en Roma y 2.

 a

  ed. de F. H

Bothe en Heidelberg

 1827;

 con colación de

manuscritos italianos.

1837 - 38. Ed. de I. G. Orelli en Zurich, con la co

lación d e los manuscritos de Zurich y Berna.

Tercera ed. en la m isma ciudad de J. G.

Baiter en 1850-52.

Grupo C uarto: Se inicia con la edición de 1864-69

de O.

 Keller

 y A.  Holder, 2 vols. Leipzig; ed. minor

1888.

 A partir de esta edición todo el mundo aceptaque las lecturas de los manuscritos de Horacio  repre

sentan un a tradición lo suficientemente segura como

para que no haya que abusar de la conjetura.

1874  - 1891 . Ed. de E. C. Wickham, 2 vols. Ox

ford.

1880  - 83. Ed de H. Schütz, 3 vols. Berlín.

1884  - 89. Ed. de A.  Kiessling,  3 vols. Berlín,

reimpresa en num erosas ocasiones.

1900. Ed. (texto solamente) de E. C. W ickham en

la Colección de Autores

  Griegos

  y Latinos

de la Oxford

 University

 Press.

 Segunda

 edi

ción de H. W. Garrod en 1912.

1907. Ed. (texto solamente) de F. Vollmer en la

colección Teubner de Leipzig; segunda edi

ción en 1912.

1927 - 34 . Ed. de F. Villeneuve, en la Collection

de s

 Universités

 d e France , 3 vo ls. París.

Ninguna de estas ediciones mejora notablemente la

de  Keller-Holder, pues en la mayoría dependen de la

colación de manuscritos qu e éstos habían hecho, pero

aun a sí mejoran el texto. P ara establecer el texto

sobre el que hemos hecho la traducción hemos consul

tado las ediciones de F.

  Villeneuve

  de

  1934

  y la de

Wilckham

 y

  Garrod

 de Oxford

 (1912).

42

BOILEAU

V I D A

El padre de Boileau, Gilíes (1584-1657), descendía

de una familia de abogados y llegó a ser escribano fo

rense en la Gran Cámara del Parlamento parisino. Se

casó dos veces, una con Charlotte de Brochard

(\1629), con la que tuvo diez hijos, y otra con Anne

de Niele (-\1638), con la que tuvo seis,

 el

 penúltimo

de los cuales era Nicolás, nacido el primero de no

viembre de  1636; vivió en el recinto del Palacio, en

donde pasó una triste infancia y confiesa a sus ami

gos, cuando tiene ya veinte años, que no querría vol

ver a v ivir si tuviera que pasar una infancia como la

que pasó. A su muerte fue

  enterrado

  en el mismo lu

gar en el que fue bautizado, la Sainte Chapelle, frente

a su lugar de nacimiento.

Para

 distinguir a Boileau de

 su s

 hermanos se le aña

de Despréaux, nombre de una propiedad familiar en

Crosnes. A los siete años entra como alumno semi-

pensionista en la escuela Harcourt (actualmente Lycée

Saint-Louis), donde aprende latín y griego; muy pron

to un profesor suyo, M onsieur Senvin, descubre su

vocación

 poética.

A los

 dieciséis

 años comienza a estudiar

 teología

 en

la Sorbon a, estudios

 en

 los que no

 tenía el

 menor inte

rés ni vocación. Como su

 interés

 por esta materia es

43

Page 24: Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

8/20/2019 Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

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mínimo, comienza los estudios de derecho, carrera

que le

 irrita

 profundamente pues dice que en ella no

triunfa la razón human a, « lo que se llama sentido co

mún,

 sino una razón particular,  fundada en multitud

de

 leyes que se contradicen

 entre sí y con

 las que se

 lle

na la mem oria sin perfeccionar el espíritu».

Muere su padre y le deja doce mil escudos como he

rencia que le proporcionarán una renta que será su

principal

 recurso

 económico durante

 casi veinte

 años.

De hecho, hasta el año 1676,  en que le es concedida

una pensión real de dos mil libras, no salió de los apu

ros económicos que

 había

 pasado durante su vida.

A partir de la muerte de su padre

 (1657),

 Boileau n o

vive más que para la

 literatura

 a la que

 va

 a

 consagrar

el

 resto

 de su vida, guiado inicial mente por su herma

no mayor Gilíes. A los veintiocho años y con unas in

significantes obras publicadas, entra su hermano

Gilíes

 en la Academia, promocionado por

 Chapelain

(muchos de cuyos preceptos literarios fueron recogi

dos por Nicolás en su  Poética/  En esa época Nicolás

entra en un tipo de Academia diferente: la báquica.

Frecuenta los cabarets más famosos  (Moutoii Blanc,

Pomme de pin, La Croix Blanche, La Croix de

Lorraine...) y pertenece a la Ordre des Coteaux en la

que im peraba la ley de que solamente se podía beber

champagne de algunos viñedos. En estos cabarets va a

leer sus primeras sátiras que tendrán un éxito inme

diato y que contribuirán a su fama de libertino,

depravado e incluso ateo. Conoce en un o de estos lu

gares a Moliere, a quien admira y alaba en alguna de

sus obras. Probablemente

 gracias

 a éste (o a Le Vas-

seur)

 entra en contacto con Racine, por quien

 inicial-

mente no siente ninguna simpatía, pues ha recibido

una pensión real en 1664 a la que él también  aspiraba;

años más tarde, de todas maneras, comenzaría una

sincera y profunda amistad entre los dos estudiosos.

Ambo s son nom brados en 1677 historiógrafos del

Rey que además interviene personalmente para que

Boileau entre en la Academia el mismo año que La

Fontaine  (1683).  Desde 1690 no frecuenta la Corte de

44

Versalles, pues padece n umerosos males físicos y ade

más

 está sordo.

 Su s

 enfermedades se

 van

 agravando

 y

muere finalmente el 13 de m arzo de 1711 .

OBRAS

Aparte de una serie de obras m enores, si no en ex

tensión, al menos en calidad literaria,  entre las que

habría que destacar el  Discurso al Rey y  El Facistol,

compuestas a los veintisiete  y treinta y seis años de

edad,  respectivamente, el resto de su obra tiene, al

menos

 en

 lo que

 se refiere

 a títulos,

 una gran

 similitud

con la obra de Horacio: doce Sátiras, doce E pístolas :v

El A rte Poética.

La   enorme fama que alcanzó posteriormente a su

muerte se debió sin duda a su  Poética, po r la que fue

considerado

 como el

 legislador del

 Parnaso, el

 teórico

del clasicismo.

Podemos

 dividir

 lo s 1.100

 versos

 de

 la obra

 de

 la

 si

guiente manera:

CANTO I (232  versos). Recomendaciones de tipo

 g e

neral.

El

 talento

 y la

 inspiración

 son

 indipensables (1-26);

indispensable  también la concordia en tre la rima y la

razón

  (27-38).

Preciosismo, énfasis, burlesco, son igualmente con

denables

  (39-102).

Rudimentos de versificación  (103-112).

Breve historia de la poesía francesa

  (113-146).

Nuevos preceptos

 generales  (147-232).

CANTO II

 (204 versos). Géneros

 secundarios.

Idilio (1-37).

Elegía  (38-57).

Oda

  (58-81).

45

Page 25: Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

8/20/2019 Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

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Soneto

  (82-102).

Epigrama

  (103-138)..

Rondó, balada, madrigal

 (139-144).

Sátira

 (145-180).

Vodevil (181-190).

Canción

  (191-204).

CANTO III  (428 versos). Grandes géneros.

Tragedia  (1-159).

Epopeya

  (160-334).

Comedia

  (335-428).

CANTO

 IV

  (236 versos).

Más preceptos generales  (1-186).

Elogio del rey

  (187-222).

Acto de humildad del autor

  (223-236).

Vemos en el esquema que hay repeticiones (espe

cialmente las recomendaciones de tipo general que

aparecen

  dos veces), un cierto desequilibrio

  (impor

tancia aparentemente exagerada

 que se

 concede

 a los

géneros secundarios, carácter artificial de l último can

to) y, al menos, dos lagunas: la fábula y la ópera.

Aunque la Poética no se publicó hasta 1674 (el «se

acabó

 de im primir» es del

 7

 de julio),  desde marzo de

1672, Boileau leía pasajes d e ella en diversos salones,

siendo el primero en que la leyó el del Cardenal Retz.

Mme. de Sévigné escribe el 9 de marzo de 1672 a Mme

de Grignan: «Tratamos de divertir a nuestro querido

Cardenal.  Corneille

 le ha leído una comedia que será

representada  dentro de poco tiempo y que recuerda

las antiguas. Moliere le leerá el sábado T ricotin que es

un a obra muy divertida. Despréaux le dará su Facistol

y su  Poética».

La doctrina clásica que expone la obra de Boileau

se había formado en Francia  en la primera mitad del

siglo

 XVIIpor

  influencia

 del movim iento de

 ideas

 que

se había suscitado en O ccidente por el descubrimiento

de la Poética de Aristóteles, tratado del que los co-

46

mentaristas italianos del XVI  habían extraído todo un

sistema de reglas. De estos comentaristas habían  reci

bido su doctrina los primeros teóricos del clasicismo

francés, especialmente Chapelain; éstos presentaban

las reglas como si estuvieran basadas a la vez en la ra

zón y en la autoridad de los antiguos, hecho éste que

no presentaba ninguna ambigüedad ya que los anti

guos eran a sus ojos la razón misma.

En un momento crucial de su vida, cuando comen

zaba a abandonar las Sátiras y a escribir Epístolas y

pretendía convertirse en el

 Horacio

 d e

 Francia,

  Boi

leau

 quiso componer, exactamente

 igual

 que su mode

lo latino, no un tratado dogmático para uso de

 exper

tos,

  sino una obra agradable  que pusiese los princi

pios de la poesía al alcance de cualquier persona.

Boileau

 pertenece tanto a una sociedad docta como a

una mundana, y como hombre de dos mundos quiere

poner al alcance de la sociedad mun dana los análisis y

estudios de la otra sociedad.  Lo que él hace, y  va a ser

la causa de su éxito, es una obra

 sentenciosa

 y de di

vulgación, una obra que va a constituir un lazo de

unión entre los que juzgan de acuerdo con unas reglas

y los que lo hac en exclusivamente con su sentido co

mún y con el placer que el arte les puede

  propor

cionar. Las gentes de la sociedad mundana encontra

ban en su poema una síntesis rápida, un poco superfi

cial,

 pero suficientemente ortodoxa, de la doctrina

 es

tablecida por los teóricos: los preceptos de las escuelas

se presentaban en un estilo claro, incluso brillante,

salpicado de imágenes, de comparaciones, de imita

ciones, de alusiones y de rasgos satíricos.

Au n  a pesar de las críticas violentas que ha tenido,

la  Poética de Boileau fue durante más de dos siglos u n

auténtico

 decálogo

 d e la poesía francesa h asta el

 pun

to que muchos estudiantes aprendían, y aprenden,

largas tiradas de versos como si se tratara de un autén

tico breviario de la corrección  poética. De ella dijo

Volíaire: «Si se exceptúan las

 tragedias

 de Racine, el

Arte Poética

  de Boileau es, sin duda, el poema que

más honra la lengua francesa.»

47

Page 26: Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

8/20/2019 Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

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FUENTES DE LA POÉTICA DE  BOILEAU

Las fuentes literarias de esta obra son innume

rables; en primer lugar, las Poéticas de Aristóteles y

de

 Horacio,

 especialmente la de

 éste,

 de quien cita ca

si textualmente unos 150 versos. Pero Boileau tam

bién ha leído la Poética de Escalígero, que él tenía en

su Biblioteca, la de La Ménardiére, cuyo primer volu

men había aparecido en 1640; toma muchos datos del

libro Pratique du Théatre de

 Aubignac,

 publicado en

1657, y muy probablemente utiliza las Reflexiones so

bre la

 «Poética»

 de Aristóteles escritas por el padre

Rapin y publicadas varios meses antes que la obra de

Boileau.

Como antecedentes de esta obra tenemos en  Fran

cia, entre otros, los siguientes:

Thomas Sebillet Art poétique trancáis pour l'ins-

truction des jeunes gens studieux encoré peu avances

en la poésie francaise,  aparecida en 1548.

Joachim de Bellay Défense et Illustration de la lan-

gue Francaise publicada un año después.

Pero lo que conviene señalar como hecho significa

tivo en la época es que no menos de una decena de Ar

tes Poéticas aparecen en Francia en un breve plazo de

tiempo:

 Claude de Boissiére  (1554), Peletier du Mans

(1555),

 Escalígero

  (1561),

 Laudun d'Aigaliers

  (1597),

Vauquelin de la Fresnaye  (1605), La Ménardiére

(1640),  Guillaume Colletet  (1658)...

Las notas que llevan (B) detrás son de la edición de

1713,  que se hizo en la imprenta de Esprit Billiot, eje

cutor testamentario del

 poeta.

 Esta edición se atribu

ye generalmente a Valincoury Renaudot. Gran núme

ro de notas son de Boileau mismo.

DISTINTOS PRÓLOGOS

A

  LA «POÉTICA»

 DE

 BOILEAU

La

 Poética

 de Boileau no se publicó como una obra

independiente, sino con los cuatro primeros cantos de

8

su obra el Facistol y con el Tratado de lo sublime o

de lo maravilloso en el Discurso de Longino traducido

del griego, en París en 1674,  en 4. ° en la imprenta de

Denys Thierry. Esta primera edición llevaba una

 Ad

vertencia que aquí presentamos:

Al lector

Me supongo que

 el público me

 hace

 la justicia

 de creer que

 no

me

  costaría

  mucho trabajo

 responder

 a los libros que se han

publicado en mi contra; pero yo tengo por naturaleza una

 espe

cie

 de

 aversión

 por

 estas largas apologías

 que se

 hacen en

 favor

de fruslerías

 como son mis

 obras. Y

 por otra

 parte,

  habiendo

atacado,

 como

 yo he hecho, con agrado,  a

 varios escritores cé

lebres, sería

 muy

 injusto

 si a mi

 vez me pareciese

 mal

 que

 se me

atacara.  A ñadid que si los reparos que se me ponen son buenos,

es

 razonable

 que se

 consideren

  tales; y si

 son malos, habrá

 bas

tantes

 lectores sensatos

 para

 enderezar

 los pequeños espíritus

que podrían dejarse sorprender

 por

  ellos.

 En

 consecuencia,

  no

contestaré nada a

 todo lo

 que se ha dicho

 o

 escrito en

 mi

 contra;

y, si no he dado a los autores buenas reglas de poesía, espero de

ese

 modo

 darles

 una

 lección bastante adecuada

 de

 moderación.

Lejos de

 devolverles injurias

 por

  injurias, encontrarán

 que yo

les agradezco aquí por la preocupación que se toman de publi

car

 que mi

 Poética

 es una

 traducción

 de la

 Poética

 de Horacio:

pues, ya que en mi

 obra,

 que

 tiene

 mil

 cien versos,

 no hay más

de cincuenta o sesenta a lo sumo, imitados de Horacio, no

pueden

 hacer

 un

 elogio

 más

 hermoso

 del

 resto

 que el de supo

nerlo traducido de este gran poeta; y me causa extrañeza  tras

ello que se

 atrevan

 a combatir las

 reglas

 que yo expreso. En

cuanto

 a

 Vida, de quien me acusan de haber tomado también al

go ,

 mis

 amigos saben

 que no lo he

 leído nunca,

 y puedo jurarlo

por lo que se

 quisiere

 sin temor a

 agraviar

 mi

 conciencia.

El mismo año se publicó, en

 8.

 ° otra edición que

llevaba el mismo prefacio que luego aparecería en la

edición (en 12. °) del año siguiente  (1675):

Al lector

Yo

 había pensado

 en

 un prólogo bastante largo

 en el

 que,

 de

acuerdo

 con la costumbre

 impuesta

 por los

 escritores

 de estos

tiempos que corren,

 esperaba

 dar cuenta muy exacta de mis

obras y justificar las libertades que en ellas me tomo; pero pos

teriormente

 he

 reflexionado

 en que esos tipos de

 prefacios

  no

servían normalmente más que para

 actualizar

  la vanidad del

autor,

 y

 en vez de disculpar sus errores, proveían

 con frecuencia

49

Page 27: Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

8/20/2019 Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

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nuevas  armas contra él. Además, no creo de ninguna manera

que mis obras sean l o suficientemente buenas como para mere

cer

 loas, ni

 lo suficientemente criminales como para

 q ue

 necesi

ten una apología. Por lo

 tanto,

 no me elogiaré aquí ni me justi

ficaré por nada. El lector sabrá únicamente que le presento una

edición de mis

 Sátiras

  más correcta  qu e las  precedentes, dos

nuevas E pístolas, l a Poética en verso y cuatro cantos del Facis

tol. He

 añadido

 a

 esto,

 además,

 la traducción

 de l

 tratado

 q ue

 el

rétor Longino compuso sobre lo sublime o maravilloso en el dis

curso. Esta traducción  la hice inicialmente para instruirme más

que con el propósito de ofrecerla  al

 público;

 pero m e pareció

que no produciría enojo verla aquí a continuación de la Poética,

con la que este  T ratado

 tiene alguna relación

 y en la que he,

incluso, añadido varios preceptos que están tomados de ese Tra

tado.

 Tenía  la intención  de añadir también algunos diálogos e n

prosa que he compuesto, pero

 consideraciones

 d e

 índole priva

da me lo han impedido. Espero ofrecerlos algún día en un volu

men

 aparte. Eso

 es

  todo

 lo

 que

 tengo que decir al

 lector.  Incluso

no  sé si le he dicho demasiado y si con estas breves palabras no

he caído en el error qu e quería evitar.

Durante la vida de Boileau hubo numerosas reedi

ciones de su

  Poética.

 La que se incluyó en la edición

del conjunto de su

 obra,

 en

 1701, llamada

 por él

 mis

mo «ed ición favorita», iba precedida de un largo pró

logo que era tanto una apología personal como un co

mentario de la doctrina

 clásica.

  Se trata de un docu

mento que aquí ofrecemos por su enorme interés e im

portancia.

Prólogo

Puesto que ésta es verosímilmente  la última edición de mis

obras

 qu e

 veré,

 y como

 no parece

 q ue

 teniendo

 como

 tengo

 ya

más de sesenta, y tres años y,  lleno y abrumado po r numerosas

enfermedades, mi carrera pueda ya ser muy larga, al público le

parecerá bien que me despida de él formalmente y le agradezca

la benevolencia que tuvo de comprar,  tantas veces, unas obras

tan poco dignas de su admiración. Tan feliz éxito no sabría

atribuirlo más que al cuidado que he tenido de adecuarme

siempre a sus sentimientos y  captar,  en la medida en que ello

me ha sido posible, su gusto en tales

 cosas.

  Es , en

 efecto,

 en eso en

lo que me parece que los escritores no supieron esforzar

se. Por más que una

 obra tenga

  la

 aprobación

  de

 un

 pequeño

número de entendidos, si no cuenta con un cierto atractivo  y

un a cierta gracia  qu e sirva para picar el gusto general de los

hombres, no

 pasará nunca

 por una buena obra, y finalmente

será menester que los entendidos  mismos confiesen que se han

equivocado al darle su

 aprobación.

 Pero si se

 me

 pregunta qué

son este

 atractivo

 y esta gracia,

  respondería

 que es

 un

 no sé

qué que es

 más fácil

 de sentir que de decir.

 N o obstante,

 en mi

opinión, consiste

 principalmente en no presentar nunca

 al lec-

tor más que pensamientos verdaderos y expresiones correctas.

El espíritu humano está

 lleno por

 naturaleza

 de

 un número

 in -

finito de

 ideas confusas sobre

 la

 verdad que

 él frecuentemente

no

 ve más que a

 medias; y

 nada le resulta más agradable que el

que se le ofrezca alguna de estas ideas bien

 iluminada y

 a la luz

de  un día

 radiante.

 ¿Qué e s un pensamiento, nuevo,

  brillante,

extraordinario?

 No

 es desde

 luego,

 como se creen los

 ignoran-

tes,

 un pensamiento que nunca ha tenido

 nadie ni

 debió

 tener

sino que, al

  contrario,

  es un pensamiento  que ha debido ser

asequible a

 todo

 el

 mundo y

 que alguien se ocupa

 el

 primero

 de

exponerlo. Una frase

 buena no

 es frase

 buena más

 que porque

dice una cosa

 que

 pensaba alguien

 y

 que además la dice de una

manera

  viva,

 elegante

 y nueva. Consideremos, por ejemplo,

aquella réplica tan famosa de Luis Duodécimo  a aquéllos de

su s

 ministros

 que le

 aconsejaban

  qu e

 hiciera castigar

 a

 varias

personas que en el

 reinado

 anterior y

  cuando

  él no era

 aún

más que

 un duque

 de Orléans,

  solamente

 se

 habían

  ocupado

de perjudicarle:

 «Un

 R ey

 de

 Francia,

 contestó

no

 venga la

 in-

juria de un duque de Orléans » ¿D e dónde

 procede,

 pues, el

que

 esta frase nos

 impresione? ¿No

 es fácil

 ver

 que es porque

presenta ante nuestra vista una verdad que

 todo

 el mundo

 sien-

te y

 que la dice mejor que

 todos

 los más hermosos discursos de

moral

 q ue

 un gran

 príncipe,

 una

  vez que está

 en

 el trono, no

debe obrar por sentimientos particulares ni tener otra mira que

la gloria y el bien

 general

  de su Estado? Y al contrario.

¿

 Queréis ver cómo un pensamiento

 falso es frío y

 pueril?

 N p

podría aportar un ejemplo que lo mostrara mejor que   dos

versos

 de la

 tragedia

 Píramo y Tisbea del poeta Teófilo, c uan-

do la

 desgraciada

  amada tras

 recoger

  el puñal todavía en-

sangrentado con

 q ue

 Píramo

 se ha

 dado

 muerte, así

 recrimina a

este

 puñal:

¡Ay Este es el puñal que con la sangre de su dueño

cobardemente se ha manchado. ¡Por eso enrojece el traidor

Todos los hielos  del Norte juntos no son, en mi opinión,

más fríos que este pensamiento. ¡Qué extravagancia, Dios

mío,

 querer que

 el

 color

 rojo de

 la sangre con que está tinto

 e l

puñal de

 un hombre

 qu e

 acaba

 de

 matarse

 a sí

 mismo con

  él

se a

 un efecto

 d e

 la vergüenza que siente

 ese puñal por

 haberlo

matado Veamos todavía  otro pensamiento que no es menos

falso

 ni

 por

 consiguiente

 m enos frío. E s de Benserade,

  en

 sus

Metamorfosis

 en

 rondeles,

 en las qué hablando

 d el

 diluvio

 en-

viado por

 los

 dioses para

 castigar la insolencia del

 hombre, és-

te se

 expresa

 así: «Dios lavó bien la cabeza de su imagen.»

¿Sepuede, a propósito de una cosa tan inmensa como el di

luvio,

 decir nada más pequeño

 ni

 más ridículo

 qu e

 esta chiri-

50

51

Page 28: Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

8/20/2019 Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

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gota cuyo pensamiento es tanto más falso de todas maneras

cuanto que el dios del que se habla en este pasaje, es Júpiter,

que no ha sido considerado nunca entre los paganos como el

hacedor del hombre a su imagen, siendo el hombre de la Fábu

la, como todo el mundo sabe, obra de Prometeo?

Así pues, ya que un pensamiento no es hermoso nada má s

porque es verdadero y ya que el efecto infalible de la   verdad,

cuando está bien dicha, es llamar la atención a los hombres, de

ello se sigue el que lo que no llama la atención a los hombres

no es ni hermoso ni verdadero o, está mal expresado y que, por

consiguiente, una obra que no gusta al público es una obra

muy m ala. La mayor parte de los hombres puede perfectamen

te, durante algún tiempo, considerar verdadero lo falso y ad

mirar cosas malas; pero a la larga no es posible que una cosa

buena no le agrade y desafío a todos los autores más descon

tentos del público a que me citen un buen libro que el público

haya desechado  —a menos que entre estos libros no pongan

sus escritos de cuya bondad ellos solos están convencidos

.No

obstante, confieso, y nadie sabría negarlo, que a veces, cuando

acaban de aparecer excelentes obras, la cabala y la envidia en

cuentran m edios de rebajarlas y de hacer aparentemente que

su éxito sea dudoso; pero eso apenas dura y ocurre con esas

obras como con un trozo de madera que se hunde en el agua

con la mano: permanece en el fondo mientras se lo retiene allí,

pero pronto la mano se cansa, se eleva la madera y alcanza la

superficie. Podría decir un número infinito de cosas parecidas

sobre este tema y sería materia suficiente para un grueso libro;

pero me parece que lo dicho es suficiente para indicar al públi

co mi reconocimiento y la alta opinión que tengo sobre su gus

to y sus juicios.

Hablemos ahora de mi nueva edición. Es la más correcta

que haya aparecido nunca; y no solamente la he revisado con

gran esmero, sino que incluso he retocado de nuevo numerosos pasajes de mis obras. Pues no soy de ese tipo de autores

que, evitando el trabajo, ya no se creen obligados a rehacer na

da de sus escritos desde el momento que los han entregado al

público. Alegan, para excusar su pereza, que tienen miedo, si

los modificaran demasiado, a debilitarlos y a que pierdan ese

aire libre que constituye, eso dicen ellos, uno de los m ayores

encantos del mensaje; pero su excusa es, en mi opinión, muy

mala. Son las obras hechas apresuradamente y, como se dice,

a vuela pluma, las que resultan normalmente secas, duras y

forzadas. Una obra no debe parecer demasiado elaborada; y es

con frecuencia el trabajo mismo el que, al pulirla, le da esta fa

cilidad tan ponderada que encanta al lector. Hay mucha dife

rencia entre versos fáciles y versos fácilmente hechos. Los

escritos de Virgilio, aunque extraordinariamente trabajados,

son mucho más naturales que los de Lucano que escribía, se

dice, con una rapidez prodigiosa. Normalmente es el esfuerzo

que se ha tomado un autor en limar y perfeccionar sus escritos

lo que hace que el lector no pase la menor fatiga con su lectu

ra. Voiture, que parece tan fácil, trabajaba extremadamente

sus obras. No se ve más que gente que hace con facilidad cosas

mediocres, pero gente que haga, incluso con dificultad, cosas

muy buenas, se encuentra muy poca.

No tengo, pues, ningún pesar por haber empleado algunas

de mis veladas en rectificar mis escritos en esta nueva edición

que es, por así decir, mi edición favorita. También he p uesto

mi nombre en ella, de lo cual me había abstenido en todas las

otras ediciones. Yo había obrado así por pura modestia, mas

hoy que mis obras están entre las manos de todo el mundo, me

ha parecido que esta modestia podría tener algo de afectación.

Además me he sentido m uy contento, al ponerlo a la cabeza de

mi libro, por hacer así ver cuáles son exactamente las obras

que yo confieso, y por detener, si es posible, la circulación de

un número infinito de obras infames que se esparcen por todas

partes bajo mi nombre y, especialmente, en provincias y en

países extranjeros. He hecho poner, incluso, para prevenir me

jor este inconveniente, al principio de este volumen una lista

exacta y detallada de todos mis escritos y se la encontrará in

mediatamente después de este prólogo. Es bueno que el lector

sea avisado de esto.

Ya no me queda nada más que decirle cuáles son las obras

con las que he ampliado este volumen. La más considerable es

una undécima

  Sátira

  que he compuesto muy recientemente y

que se encontrará a continuación de las diez precedentes. Está

dirigida al señor de Valincour, mi ilustre asociado en la histo

ria. Trato en ella del honor verdadero y del falso y la he com

puesto con el mismo cuidado que todos mis otros escritos. N o

sabría decir sin embargo si es buena o mala, pues no se la he

comunicado nada más que a dos o tres de mis más íntimos

amigos a quienes, incluso, lo único que les he hecho es recitár

sela muy rápidamente ante el temor de que le ocurriese a esta

obra lo que les ha ocurrido a algunas otras de las mías a las que

he visto hechas públicas antes incluso de que yo las hubiera

puesto por escrito, pues varias personas a las que yo se las

había dicho más de una vez las habían retenido de memoria y

habían hecho copias de ellas. Corresponde, pues, al público

mostrarme lo que debo pensar sobre esta obra, así como sobre

varias otras piececillas poéticas que se encontrarán en esta

nueva edición y que se han entremezclado con otros epigramas

que ya estaban desde antes. Son todas fruslerías que he com

puesto en su mayoría durante mi más tierna juventud pero que

he arreglado un poco para hacerlas más soportables al lector.

He hecho añadir asimismo dos nuevas cartas: una, que he

escrito al señor Perrault, en la que bromeo con él sobre

nuestro enredo poético que está casi tan apagado como reavi

vado;

  la otra es un agradecimiento al señor conde de Ericeyra

por la traducción de mi

  Poética

  hecha por él en verso portu

gués, que tuvo la amabilidad de enviarme desde Lisboa, con

52

53

Page 29: Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

8/20/2019 Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

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una

 carta y unos versos

 franceses

 com puestos por

 él en los que

me alaba

 delicadamente y

 a los que

 lo

 único que

 le s falta

 es

 ha

ber sido dedicados a un mejor tema. Me habría gustado poder

cumplir ¡apalabra que le doy al final de este agradecimiento de

hacer imprimir esta excelente traducción a continuación de mis

poesías, pero

 desgraciadamente

 un o

 de

 mis amigos, a quien yo

se la había

 prestado, me

 ha extraviado

 el primer

 canto

 y he te

nido la mala

 vergüenza

 de no

 atreverme

 a

 escribirle

 a Lisboa

para

 tener

 otra

 copia. Esas son,

 más o menos,

 todas las obras

de

 mi factura,

 buenas

 o malas,

 con las

 que se

 ve aumentado

 mi

libro.

 Pero una cosa que será seguramente del agrado del

público es el regalo q ue le hago en este mismo libro de la carta

que el célebre señor Arnauld ha escrito a l señor Perrault a pro

pósito de mi décima

 Sátira

 y en la que, como he dicho en la

Epístola a mis versos, hace,

 en cierto

 sentido, mi

 apología.

 H e

puesto

 esta carta

 l a

 última

 d el

 volumen para

 que se

 encuentre

más fácilmente. No dudo que mucha gente me

 acusará

 de te

meridad por

 haberme atrevido

 a

 asociar a

 mi s

 escritos

 la

 obra

de un hombre tan

  excelente;

 y confieso que su

  acusación

  es

muy fundada. Pero el m edio de resistir a la tentación de

mostrar a toda la  tierra,  como en efecto lo muestro por la

impresión

 de esta

 carta,

  que este

 gran

 personaje me

 hacía

  el

honor de

 estimarme y

 tenía la bondad

 meas esse aliquid putare

migas?

Por lo demás, como a pesar de una apología tan auténtica y

a

 pesar

 de las

 buenas razones

 que he

 alegado

  veinte

 veces

 en

verso

 y

 en prosa,

 ha y

 todavía gente

 que

 trata de maledicencias

la s

 burlas

 que he hecho de

 cantidad

 de

 autores

 modernos, y

qu e

 publica

 que

 al atacar los defectos de estos autores no hago

justicia a sus

 buenas cualidades,

  quiero, para

 convencerles

 de

lo contrario, repetir una vez más aquí

 las mismas palabras

que he dicho sobre eso en el

 prólogo

 de mis

 ediciones

 prece

dentes y que son: «Es bueno que el lector sea advertido d e una

cosa y es que al atacar en mis obras los defectos de varios

 escri

tores

 de

 nuestro

 siglo, no he pretendido

 con ello restarles

 a es

tos

 escritores

 el mérito y las buenas

 cualidades

 que por otra

parte pudieran

 tener.

  No he pretendido, digo,

 negar

 que

 Cha-

pelain, por ejemplo,

 aunque

 poeta muy

 duro,

 no

 haya

 hecho

en otro tiempo, yo no sé

 cómo,

 una oda

 bastante hermosa;

 y

que no hay mucho espíritu en las obras d el señor Quinaut,  si

bien m uy alejadas de la perfección de Virgilio. En lo que se re

fiere a este último, yo añadiría incluso qu e en la época en  que

escribí contra él

 éramos

  los dos muy jóvenes y que

 entonces

no

 había hecho muchas obras que le

 han,

 posteriormente,

 con

seguido una justa reputación. Quiero también confesar que

hay talento en los

 escritos

  de Saint-Amant, de Brébeuf,  de

Scudéri,

  de Cotin

 incluso

 y de

 algunos otros que

 yo

 he critica

do . En una

 palabra,

  co n

 la misma sinceridad con la que

 me he

metido con lo que tienen de censurable estoy dispuesto a reco

nocer

 lo que puedan

 tener de excelente. Eso

 es, me

 parece,

  ha -

54

cerles

  justicia y mostrar

 claramente

  que no es en absoluto

escribir contra

  ellos».

Tras eso, si se me acusa todavía d e

 m aledicencia,

  no conoz

co a ningún lector que no deba también ser acusado  de eso

puesto que no hay quien no diga libremente su opinión sobre

los

 escritos

 qu e

 se hacen imprimir,

 y que no se

 crea con

 pleno

derecho

 a hacerlo, con el

 consentimiento incluso

 d e

 los que los

dan a la luz. En efecto, ¿qué

 es dar

 una

 obra

 a la

 luz?

 ¿No es,

en cierto sentido, decir al público; ¡Juzgadme ? ¿Por qué,

pues, nos

 parece mal

 que

 se

 nos juzgue? Pero... he puesto todo

este razonamiento en rimas en

 m i

 tercera

 Sátira .y

 basta con

 e n

viar

 a

 ella

 a mis censores.

55

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ARISTÓTELES

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I

i.447a Hab lemos de la poética en sí y de sus dife

rentes tipos, del efecto que c ada u no tiene, de

cómo hay que componer las fábulas si se

quiere que la poesía sea bella, también de

cuántas y de qué tipo son sus partes y de las

restantes cosas que son prop ias de la misma in

vestigación, comenzando inicialmente, como

es natural, por el principio.

La epopeya y la poesía trágica, así corrióla

comedia y el ditirambo ' y, en gran me dida, la

aulética

2

 y la c itarística

3

, son todas en generalmimesis

4

; pero difieren unas de otras en tres

aspectos: o bien mimetizan con medios dife

rentes, o cosas diferentes o de una forma dife

rente y no de la misma.

Es así que algunos (unos por su arte, otros

por su costumbre) mimetizan muchas cosas y

las describen sirviéndose de colores y formas,

otros se valen de la voz, como, por ejemplo,

entre las artes mencionadas, todas.mimetizan

1

 Himno coral en honor de Dioniso.

2

  Arte de tocar la flauta.

3

  Arte de tocar la cítara, instrumento de cuerda.

4

  Mimesis o imitación.

59

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con el ritmo^con la palabra y con la arm onía,

con iblña aos o ~noT~coifno, po r e jemp lo, la

aulética, la citaristica

 y

 algunas o tras , si tienen

el mismo efecto, tal la siríngica

5

, que se

valen únicamente de la armonía

 y

 el ritmo , o la

danza que utiliza el ritmo sin armonía (pues

los que la practican po r m edio de ritmos gesti

culantes mimetizan caracteres, pasiones y ac

tos).

gl arte que se vale únicamente de palabras,

prosa o verso, sean versos de distinto tipo

l.447b comb inados o de una sola clase, hasta ah ora

no ha recibido nomb re. En efecto, no existe un

nombre que árJárqÜe tanto los mimos de

Sofrón

6

  y de Jenarco como los diálogos socrá

ticos, o la mimesis que se realizara con trí

metros o elegiacos

7

  o versos semejantes. Si

bien los hombres, uniendo al verso la raíz de

las palabras poesía-poeta (noieív  ) les llaman

poetas elegiacos o poetas épicos, pero poetas,

no por la mimesis, sino porque en común se

valen del verso.

E n efec to, se suele llamar así a los que expo

nen un tema médico o físico valiéndose del

verso; pero no hay nada en común entre Ho-

5

  A rte de tocar la siringa; instrumento parecido a la flauta , pero

menos sofisticado.

6

  Sofrón de Siracusa (finales del siglo v a.C.) y su hijo Jenarco

escribieron mim os, que eran pequeñas escenas de la vida cotidiana.

7

  Trímetro se entiende en general referido al trímetro yámbico,

que tiene seis metros (seis pies yámbicos). Su esquema (utilizando,

como es habitual, el signo

 u

 para indicar vocal o sílaba breve, y

 —

para vocal o sílaba larga) tiene por base una dipodia yámbica (u-

u

-)

y es el siguiente u-o- / u-

u

. / u-u-, admitiendo diferentes sustitu

ciones. El elegiaco es un grupo de dos versos, un hexámetro y un

pentámetro dactilicos. Su esquema es:

— / — // — / —

Generalmente el dáctilo  (-^)  puede ser sustituido por un espondeo

( )•

60

mero y Empédocles

8

, excepto el verso, y por

eso habría que llamar al uno poeta y al otro

fisiólogo

9

  más que poeta. Y exactamente lo

mismo si alguien hiciera una mimesis mezclan

do todos los versos como Queremón hizo

Centauro

 10

, rapsodia combinada de todos los

versos, habría que llamarle poeta.

Eso es, pues, lo que hay que delimitar sobre

lo expuesto. Pero hay artes que se sirven de to

do lo m encionado , me_refiero al ritmo, al can

to

 jy

  al verso, como la poesía ditirámbica, la

nornica " , la tragedia yja comedia, pero se di

ferencian en qué unas las utilizan todas a la

vez y otras sucesivamente.

Así pues, 'son éstas las diferencias que hago

entre las artes en lo que se refiere a los medios

de que se valen para la mimesis.

II

i.448a  Y ya que los que imitan mimetizan a los que

actúan, y éstos necesariamente son gente demucha o de poca valía 0os caracteres casi

siempre se acomodan exclusivamente a estos

8

  Empédocles  (circa 493-433 a.C ), filósofo presocrático que

escribió dos poemas hexamétricos de unos cinco mil versos:  De la

naturaleza  (quedan trescientos versos) y  Purificaciones (quedan

cien solamente).

9

  Fisiólogo significa aquí que estudia la naturaleza en todos sus

aspectos. Entonces no existía la división entre filósofo-fisiólogo-

físico, etc.

10

  Contemporáneo de Aristóteles, mencionado más adelante

(1460a2) como autor que utiliza versos diferentes combinados.

Rapsodia es un fragmento de poema épico de una extensión que

permite su representación o recitado en una sola sesión.

11

  Tipo de canto monódico.

61

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é:

dos tipos, pues todos difieren, en cuanto a su

carácter, por el vicio o por la virtud), los mi-

metizan del mismo modo que los pintores, o

mejores que no sotros,) o peores o incluso

iguales. Polignoto

  12

  los pintaba mejores,

Pauson

 n

, peores, y Dionisio

 u

, tal como eran.

Es evidente que cada un a de las mimesis men

cionadas tendrá diferencias tales y será otra al

imitar otros objetos, como he dicho.

También en la danza, en la aulética y en la

citarística es posible que se produzcan diferen

cias tales, así como en la prosa y el verso solo:Homero hace a sus personajes mejores,

Cleofonte

  15

, iguales, y Hegemón el tasio

16

,

primer autor de parodias, y Nicocares

 n

, autor

de la  Delíada,  peores, Pero exactamente lo

mismo ocurre con los ditirambos y los nom os,

pues se puede mimetizar como Timoteo

18

  y

Filóxeno

 19

 han hecho con los Cíclopes.

D iferencia semejante a la que hay entre tra

gedia y comedia, pues la una quiere mimelizaf

a los hombres como siendo peores y la otra co

mo mejores de lo que son.

12

  Famoso pintor del siglo v a.C.

13

  Quizá la persona mencionada por Aristófanes en Acarnienses

854.

14

  Pintor contemporáneo de Polignoto, al que era muy parecido

excepto en su grandeza.

15

 Un poeta trágico de este nombre es mencionado en la Suda.

16

 Hegemón vivió en Atenas en la segunda mitad del siglo v.

17

 Probablemente el poeta cómico contemporáneo de Aristófa

nes. El título de la obra no se ve claro si es

 Delíada

 (sobre Délos) o

Deilíada (sobre la cobardía).

18

  Autor de nomos y ditirambos, innovador en técnica musical y

amigo de Eurípides.

19

  Filóxeno de Citera, autor de ditirambos (s. v-iv a. C ) . E na

morado de la concubina de Dionisio de Siracusa, representó a su ri

val como un Polifemo grotesco y suspirando de amor.

62

III

Pero además existe una tercera diferencia:

la de cómo uno podría imitar cada una de es-

_tas_cosas. Pues se pueden mimetizar las mis

mas cosas y con los mismos procedimientos o

cuando alguien los narra, sea convirtiendo al

objeto en algo distinto, como hace Homero,

sea dejándolo sin cambiar y siendo el mismo,

o cua ndo todos los mimetizados, en cuanto ta

les,  se presentan como seres que actúan y

obran.

Como dijimos al principio son estas tres las

diferencias que hay en la mimesis: la de los

medios de imitación, la de los objetos y la de,

cómo se imita. D e manera que Sófocles sería,

en un sentido, un imitador semejante a Home

ro, ya que ambos imitan a gente de valía, pero

también sería semejante a Aristófanes, pues am

bos representan personajes que actúan y obran.

D e aqu í qu e algun os llamen a sus obras dra-~~

mas,

  porque imitan a personas que obran

20

._,

Tam bién por eso los dorios reivindican la tra

gedia y la comedia (reivindican la comedia los

megarenses, los de aquí diciendo que se creó

cuando existía la democracia entre ellos, y los

de Sicilia pues de allí era el poeta E picarm o

21

,

que era muy anterior a Quiónides

22

  y a

Magnes

23

; la tragedia la reivindican algunos

del Peloponeso ), haciendo que los nombres

sean la prueba. Pues ellos dicen que llaman

20

  La palabra drama tiene la misma raíz que el verbo griego

dráo,  que significa «obrar, actuar».

21

 Epicarmo era un escritor de comedias en Sicilia hacia el siglo

vi a C. Su muerte, muy anciano ya, se coloca hacia el 467 a.C. Era

uno de los más famosos poetas de su época.

22

  Poeta cómico cuyo floruit  (cuarenta años) se establece hacia

el 488 a.C.

23

  Poeta cómico de la misma época que el anterior.

63

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komai

24

  a los suburbios de la ciudad, y los ate

nienses, en cambio, les llaman  demoi

 y

 que los

cómicos son llamados así no por  komázein

2S

,

sino por su vagabundeo por las komai, despre

ciados de la ciudad; además ellos dicen que pa-

l.448b ra «hac er» utilizan la forma   dran,  mientras

que los atenienses utilizan  práttein.

Quede esto dicho acerca de cuántas y cuáles

son las diferencias de mimesis.

IV

En general, dos causas parecen ser las que

han producido ía poética, y ambas naturales.

Pues el imitar es algo connatural a los seres

humanos desde su niñez (y en esto el hombre

se distingue de los o tros animales r en que es

muy hábil en la imitación y su aprendizaje ini

cial se realiza por medio de la mimesis) y ade

más todos disfrutan con las mimesis. Indicio

de esto es lo que ocurre en la realidad; pues ve

mos seres que ofrecen al natural un aspecto la

mentable, mas nos gozamos ante la con

templación de sus imágenes exactamente

representadas, como es el caso de figuras de

las bestias más despreciables y de cadáveres. Y

la razón de esto es también q ue aprender es no

sólo lo más agradable para los filósofos, sino

también para los demás en la misma medida,

aunque participan de eso en pequeña medida.

En efecto, se gozan ante la contemplación de

24

  komai y démoi serían el equivalente al actual distrito o barrio.

25

  komázein es «¡r danzando y bailando (probablemente en pro-

. cesión o com itiva)»; a pesar del parecido no tienen ninguna relación

komai y komázein.

64

imágenes, porque ocurre que ante su con

templación aprenden y razonan qué es cada

cosa, como que «éste es aquél. ..»; ya que si no

se ha visto al personaje con anterioridad, la

mimesis no producirá placer como tal, sino

por su perfección o por la forma de reproducir

la piel o por alguna otra causa.

Siendo propio de nuestra naturaleza la mi-

jmesis, la armonía y el ritmo (pues es evidente

\que los metros

26

 son partes de los ritmos), des

de el principio los por naturaleza dotados es

pecialmente p ara estas cosas, avanzando pocoa poco, hicieron nacer la poesía partiendo de

las improvisaciones.

Y la poesía se fragmentó de acuerdo con la

manera de ser de cada uno: en efecto, unos,

más graves, mimetizaban acciones nobles y de

gente noble; otro s, más vulgares, las acciones * r'

de gente ordinaria, haciendo, en un principio,  y^J

vituperios, del mismo modo que otros hacían

himnos o encomios. De ninguno de los que

precedieron a Hom ero podemos mencionar un

poema de ese tipo, pero es verosímil que hu

biera muchos; en cambio, a partir de Homero -

sí podemos, como el Margues

21

  homérico y

otros semejantes, en los que, por lo convenien

te que era el tema, apareció por primera vez el

metro «Yámbico» —precisamente por eso se

llama hoy ya mbo , porque en ese metro se ata

caban con burlas unos a otros

28

. Y de los de

antaño, unos eran poetas de versos heroicos,

otros de versos yámbicos.

Y del mismo modo que Hom ero fue el poeta

más insigne en lo que se refiere a temas no bles

(pues fue el único que hizo obras no sólo bien

26

  Me tro, esto es, pie. Los tres pies más conocidos son el dáctilo

-uu, el espondeo y el yambo ^—.

27

  Poema épico burlesco atribuido a Homero.

28

  Cfr. Horacio 81 s.

5

65

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hechas, sino que además eran mimesis dramá

ticas),  así también fue el primero que mostró

el carácter de la comedia, no convirtiendo en

tema de acción teatral el reproche, sino lo ri

sible; en efecto, el M argites presenta analogía

l.449a con las com edias, como la Ufada  y la Odisea

con las tragedias.

Aparecidas en un determinado momento la

tragedia y la comedia, los que se inclinaban a

una o a otra poesía, según la tendencia natural

que a cada uno es propia, unos, en lugar de

autores de yambos, pasaron a ser autores de

comedias; otros, en lugar de autores, de poe

mas épicos, a autores de tragedias, por ser és

tas obras de mayor entidad y cuyos caracteres

son más apreciados que los de aquellas otras.

Otro tema de charla

29

  es el examinar si la

tragedia tiene ya o no un desarrollo pleno en

los elementos que la co nstituyen, se juzgue es

te hecho en sí mismo o en relación con la

representación teatral.

Así pues, al principio, habiendo nacido de

la improvisación —tanto ella como la come

dia; la una a partir de los que entonaban el di

tirambo, la otra a partir de los cantos

fálicos

30

, cantos que aún hoy en muchas de las

ciudades continúan entonándose—, poco a

poco fue adquiriendo auge con cuanto salía a

la luz y era evidente que le pertenecía; y tras

sufrir muchos cambios, la tragedia se detuvo

cuando adquirió su propia naturaleza.

Y en cuanto al número de los actores, Es

quilo fue el primero que lo elevó de uno a do s,

disminuyó la participación del coro e hizo que

el diálogo fuera el protagonista. Sófocles lo

29

 Téngase en cuenta el carácter coloquial que tiene la obra aris

totélica.

30

  Sobre orígenes de tragedia y comedia véase el libro de F. R.

Adrados,

 Fiesta, Tragedia  y Comedia,

 Barcelona (Planeta), 1972.

66

elevó a tres y añadió la escenografía. E n cuan

to a su grandeza: a partir de pequeñas fábulas

y de un mo do de hablar risible, por el transfor

marse de lo satírico, mucho después adquirió

su dignidad, y el metro pasó de tetrámetro a

yámbico

31

. En efecto, inicialmente se servían

del tetrámetro, por ser la poesía satírica y más

adecuada a la danza, pero al introducirse la

dicción, su propia naturaleza encontró el

metro adecuado; pues de los metros, el yámbi

co es especialmente adecuado para dialogar; y

prueba de esto evidentemente es que decimosinfinidad de yambos al hablar unos a otros,

pero poquísimos hexámetros

32

  y apartándo

nos de la armonía del diálogo.

E n lo que se refiere al núme ro de episodios y

otras cosas que se dice que se añadiero n a cada

parte, considerémoslo como dicho, pues sería

una enorme tarea sin duda, referir eso con de

talle punto por punto.

/Tx

La comedia es, como hemos d icho, mimesis,

de hombres inferiores, pero no en todo el vi

cio,

 sino lo risible, que es parte de lo feo; pues

lo risible es un defecto y una fealdad sin do lor

ni daño, así, sin ir más lejos, la máscara cómi

ca es algo feo y retorcido sin dolor.

31

  Con «tetrámetro» se entiende el tetrámetro trocaico catalécti-

co cuyo esquema es

bü\, / üiV, // y^u / yy

w

  / /

  Ü"

U

  / yu^ // wu

u

  /

  yjyj^i

  Ü

El «yámbico» es el trímetro yámbico cuyo esquema está en n. 7.

32

  El hexámetro dactilico tiene el siguiente esquema:

67

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Ahora bien, no ignoramos las transforma

ciones de la tragedia

 y

 por m edio de quiénes se

produjeron, pero la comedia, por no haber si-

l.449b do tom ada en serio desde su inicio, pasó desa

percibida; en efecto, el arconte concedió un

coro de comediantes muy tarde, pues antes los

que había eran v oluntarios.

 Y

 desde que la co

media tuvo ya algunas formas se recuerdan los

poetas llamados cóm icos.

Quién introdujo máscaras, prólogos o nú

mero de actores

 y

 cosas de ese tipo, n o se sabe;

el componer fábulas vino inicialmente de Sici

lia; pero de los atenienses, Crates

 33

 fue el pri

mero que compuso argumentos generales y fá

bulas,

  apartándose de la forma yámbica.

La epopeya avanzó pareja a la tragedia,

mientras fue mimesis de gente noble con argu

mento y ritmo; pero se diferencia de ésta en

que tiene ritmo-único y es una narración, y

también en la extensión: ésta intenta lo más

posible desarrollarse durante un solo trayecto

del sol o pasarlo un poco y la epopeya es ilimi

tada en el tiemp o, y en esto se diferencia, au n

que al principio hacían esto igualmente en las

tragedias y en las epopeyas.

Y las partes que las constituyen unas son las

mismas, otras propias de la tragedia; por eso

el que distingue entre una tragedia buena y

una mala, sabe también hacerlo entre poemas

épicos; pues las partes que tiene la epopeya se

dan en la tragedia, pero las que hay en ésta no

se dan todas en la epopeya.

33

 Cratino era el poeta cómico más conocido en la época en que

Crates escribió (sobre 450-430 a.C); el hecho de que fuera más jo

ven no quiere decir que no fuera él el que hiciera esta innovación.

68

VI

A cerca de la mimética en hexám etros y de la

comedia hablaremos después. Hablemos de

tragedia tomando la definición de su esencia

resultante de lo dicho.

Efectivamente, la tragedia es mimesis de

una acción noble y eminente, que tiene cierta

extensión, en lenguaje sazonado, con cada una

de las especies de especias separadamente en

sus diferentes artes, cuyos personajes actúan yno sólo se nos cuenta, y que por medio de

piedad y temor realizan la purificación de tales

pasiones. Llamo «lenguaje sazonado» al que

tiene ritmo y armo nía y «con las especies de es

pecias separadamente» al hecho de que algu

nas partes sólo se realizan p or m edio de versos

y otras, en cambio, por medio de cantos.

Y puesto que son personajes que actúan los

que hacen la mimesis en primer lugar de una

manera necesaria la organización del espectá

culo será una parte de la tragedia; luego tam

bién la melopeya

 y

 la elocución, pues con estos

medios hacen la mimesis. Y llamo «elocución»

a la composición misma de los versos, y encuanto a «melopeya»

34

, tiene un sentido per

fectamente claro. Y ya que es mimesis de una

acción y es realizada por unos personajes que

actúan, que necesariamente son tales o cuales

por su carácter o_su pensamiento (pues por eso

l.450a decimos que las acciones son tales o cuales y

por ellas todos triunfan y fracasan), pero la fá

bula es la mimesis de la acción, pues llamo

aquí «fábula» a la composición de los hechos,

y «caracteres» a aquello por lo que decimos

que los que actúan son tales o cuales, y pensa-

mientos a aquello en lo que los que hablan

34

  «Melopeya» es «composición del canto». Cfr. 1450bl7.

69

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mue stran algo o incluso hacen patente su deci

sión.

Así pues, necesar iamente las .par tes de toda

t ragedias on seis _y mediante ellas la tragedia es

como es; y esas partes son: fábula, caracteres,

elocución, pensamiento, espectáculo y melo-

peya. En efecto, con qué imitan son dos par

tes ,  cómo imitan, una, y lo que imitan tres, y

aparte de éstas no hay ninguna. La mayoría de

los poe tas

3 5

, por así decirlo, se han valido de

estas par tes consti tut ivas, pues toda tragedia

tiene igualmente espectáculo, carácter , fábula,

elocución, canto y pensamiento.

La más importante de estas par tes es la or

ganización de los hechos, pues la tragedia es

mimesis no de hombres, sino de acciones y de

vida. Por consiguiente, no actúan para mime-

tizar los caracteres, sino que abarcan los ca

racteres por medio de las acciones; de manera

que los hechos y la fábula son el fin de la tra

gedia y el f in es lo más importante de todo.

A dem ás sin acción no ser ía posible la trage

dia, pero sí lo sería sin caracteres; en efecto,

las tragedias de la mayor par te de los autores

recientes no tienen caracteres, y en general es

to se da con muchos poetas, como también

entre los pintores es el caso de Zeuxis con res

pecto a Polignoto, pues Polignoto es un buen

pinto r de caracteres, pero la pintu ra de Zeuxis

no t iene carácter alguno

3 6

.

Incluso si uno pone en fila expresiones que

muestran caracteres, aunque estén bien cons

truidas en su elocución y en su pensamiento,

no hará la obra que es propia de la tragedia;

pero la hará m ucho más la tragedia infer ior en

35

  Texto corrupto, debería decir «todos».

36

  Sobre Po lign oto , pintor que idealizaba sus figuras cfr.

1448a25. Zeuxis de Heraclea (Magna Grecia) pintó en los siglos

v-iv. Sus pinturas eran más bellas que la vida real. Cfr. 1461b

 12.

70

estas cosas, pero que tenga una fábula y una

organización de los hechos. Pero además de

estas cosas, lo más importante con lo que la

¡ trage dia seduc e el alm a es con las part es de la

fábula, esto es, con las peripecias y los recono-

cimTe'ñtosT

Otra prueba es que los que empiezan a hacer

poesía pu eden ser expertos en la elocución y en

los caracteres antes que en organizar los

hechos, como también casi todos los primeros

poe tas .

Así pues, la fábula es el principio y como el

alma de la tragedia, y en segundo lugar, los ca-

i.450b racteres (en efecto, es muy sem ejante tam bién

a la pintura; pues si alguien aplicara los más

hermosos colores en mescolanza, no en

cantar ía tanto como dibujando con blanco

una f igura

37

) . La tragedia es mimesis de una

acción y por medio de esta acción es mimesis

de los que actúan.

Y en tercer lugar, el pensamiento. Y esto es

poder decir lo que hay en la acción y lo que

corresponde, lo que en los discursos es obra de

la política y de la retórica; en efecto, es así que

los antiguos poetas hacían que los que habla

ran lo hicieran de una form a política y los con

temporáneos de una forma retór ica .

L o que m uestra la línea de condu cta es el ca-

, rácter, qué cosas alguien hace —por eso no

hay carácter en las palabras en las que el

hablante no toma de ninguna manera par t ido

por algo o lo evita—, pero el pensamiento

existe en las cosas que muestran que algo exis

te o no, o en general hacen patente algo.

La elocución es el cuarto de los elementos

verbales; y digo, como ya se ha expresado con

anterioridad, que la elocución es la comunica-

37

  Téngase en cuenta que los griegos pintaban sobre superficies

oscuras .

7 1

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ción por medio de palabras, lo cual tiene el

mismo efecto en verso y en prosa.

Y de las restantes partes, la melopeya es el

principal de los condimentos, pero el espectá

culo seduce el alma, mas muy alejado del arte

y lo menos propio a la poética; pues la fuerza

de la tragedia existe sin enfrentamiento en es

cena y sin actores, e incluso añadiría que con

respecto a la representación de los espectácu

los es más importante la técnica del que hace

los accesorios del montaje que la de los poeta s.

Vil

Perfectamente delimitadas estas cosas,

hablemos tras ello sobre cuál es necesaria que

sea la composición de los hechos, ya que esto

no sólo es lo primero, sino lo más importante

de la tragedia.

Hemos establecido que la tragedia es mime

sis de una acción eminente y completa y que

tiene cierta extensión; pues algo puede ser

completo y no tener extensión. Pero lo que es

completo tiene principio, medio y fin. L o que

no sigue necesariamente a otra cosa es el prin

cipio y tras él hay otra cosa que por su propia

naturaleza es o va a ser; fin, por el contrario,

es lo que en sí mismo y por su prop ia na turale

za está detrás de otra cosa o por necesidad o la

mayoría de las ocasiones y tras lo que no hay

ninguna otra cosa; y medio es lo que en sí si

gue a otra cosa y otra cosa va tras él.

"*'Necesario es que las fábulas bien compues

tas no empiecen ni terminen en un sitio elegido

al azar, sino que deben servirse de las ideas

expresadas.

Y además, ya que lo bello, sea animal o

/

72

cualquier cosa compuesta de parte s, no sólo es

necesario que esté ordenado en éstas, sino que

también ha de tener una extensión no calcula

da al aza r; pues la belleza está en la extensión y ^

en el orden; por eso un animal muy pequeño

 

no sería algo hermoso (pues se confunde cuan

do se produce durante un tiempo casi imper

ceptible), ni lo sería uno muy grande, por

ejemplo si tuviera diez mil estadios (pues su

vista no se produce como un todo, sino que se

l.45ia escapa a los que miran la unidad y totalidad

que nace de su vista); de manera que así como

es necesario que haya tamaños en los cuerpos

y en los animales, pero que sea perfectamente

visible en su conjunto, también lo es que haya

^extensión en las fábulas, pero que sea perfec

tamente recordable.

El límite de la extensión con relación a los

concursos dramáticos y a la capacidad de per

cepción no es asunto de arte; pues si fuera ne

cesario que se representaran cien tragedias, se

representarían medidas con clepsidra, como

dicen que alguna vez antaño se hizo. Mas el

límite de la extensión según la naturaleza mis

ma de la acción, sea el mayor posible, mien

tras sea visible en su conjunto, cuanto mayor

sea más hermosa; y para establecer una

regla general, es límite suficiente de magnitud

aquél en que produciéndose los hechos de una

forma verosímil o necesaria se va de la des

dicha a la felicidad o de la felicidad se cambia

a la desdicha.

1

VIII

La fábula no es una, como algunos creen, si

se relaciona con uno solo; pues muchas e infi-

73

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nitas cosas le ocurren a uno solo, a partir de

algunas de las cuales no hay u nidad; y del mis

mo modo también hay muchas acciones de

uno solo de las que no se produce una acción

única. Por eso parece que se han equivocado

todos los poetas que han hecho una He-

racleida, una Teseida y poemas de este tipo;

pues creen que ya que Heracles era uno

3 8

, la

fábula también vendrá a ser una sola.

Y Homero, como aventaja a los demás en

otras cosas, también esto parece que lo ha vis

to correctamente, sea por el arte o por la natu

raleza. Pues haciendo la  Odisea  no hizo todo

lo que le ocurrió a Odiseo, como ser herido en

el Parnaso

39

, y fingir estar loco en la reunión

del ejército

40

, hechos que, habiendo sucedido

uno, no era necesario o verosímil que suce

diera el otro, sino que hizo la

 Odisea

 en torno

a una sola acción del tipo que decimos, y en

forma parecida también la Ilíada.

Así pues, es necesario que así como en las

otras artes miméticas, la mimesis de un solo

objeto es una sola, también la fábula, ya que

es mimesis de una acción que sea de una sola y

entera, y que las partes de los hechos se com

pongan de tal manera que colocada fuera de

lugar alguna parte o suprimida, cambie y se

perturbe el'todo; pues lo que se añade o no y

su presencia o ausencia no hace que cambie

nada, no es parte del todo.

38

 Una narración épica de las hazañas de Heracles la compuso

Pisandro (600 a.C.) y otra Panyasis (hacia 480 a. C ). Sobre Teseo

no nos queda más que la noticia de que existieron narraciones épi

cas.

39

  Error de Aristóteles, ya que en  Od(isea)  19.392-466 se nos

cuenta cómo durante la visita de O diseo a A utólico en el Parna so, y

mientras cazaban, le hirió un jabalí.

40

  O diseo finge locura para evitar tener que seguir a A gamenón a

Troya (Cfr.

  Soph. Fragm.

 Pearson 2.115).

74

IX

Y a partir de lo dicho es evidente también

que no es obra de un poeta el decir lo que ha

sucedido, sino qué podría suceder, y lo que es

posible según lo que es verosímil o necesario.

l.45ib  Pues el historiador y el poeta no difieren por

decir las cosas en verso o no (pues sería posible

poner las obras de Heródoto en verso y no

sería menos una historia en verso que sin él);

sino que difieren en que uno dice lo que ha

ocurrido y el otro qué podría ocurrir. Y por

eso la poesía es más filosófica y noble que la

historia, pues la poesía dice más bien las cosas

generales y la historia las particula res.

 Y

 lo ge

neral es exponer que a tal o cual hombre le

ocurre decir o hacer según lo que es verosímil

o necesario tales o cuales cosas; a eso tiende la

poesía, aunque pone nombres a los persona

jes;

 y

 lo particular es qué hizo A lcibíades o qué

le ocurrió.

En la comedia esto fue evidente desde el

principio, pues habiendo compuesto la fábula

por medio de cosas verosímiles, dan a sus per

sonajes nombres tomados al azar, y no como

los poetas yámbicos, que hacen sus obras

sobre un individuo particular.

Pero en la tragedia se dedican a nombres de

personas que han existido y la causa es que lo

posible es convincente; en efecto, lo que n o ha

sucedido, de ningún modo creemos que sea

posible, pero lo que ha sucedido es evidente

que es posible, pues no habría sucedido si

fuera imposible.

Y no obstante, también en algunas tragedias

hay uno o dos nombres de personajes ilustres y

los otros inventados; en algunas no hay ningu-

75

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no:  por ejemplo, en la

  Antea

  de Agatón

41

,

pues en esta obra ha inventado tanto los

hechos como los nombres, y no agrada m enos.

De manera que no se ha de buscar con de

masiado interés el mantenerse en las fábulas

tradicionales, sobre las que tratan las trage

dias. Pues es ridículo buscar eso, ya que tam

bién los hechos conocidos son tales para unos

pocos, pero igualmente deleitan a todos.

A partir de estos hechos es evidente que el

poeta debe ser más poeta de fábulas que de

versos, tanto más cuanto que es poeta por la

mimesis y mimetiza las acciones. Y si llega un

momento en que sus temas sean cosas ya

ocurridas, no será menos poeta, pues nada im

pide que algunas de las cosas que han ocurrido

sean verosímiles, según lo cual aquél es el

poeta de estos hechos.

De las fábulas

 y

 acciones sencillas, las episó

dicas son las peores; y llamo episódica a una

fábula en ía que los episodios están unos tras

otros no de una forma verosímil ni necesaria.

Tales fábulas las hacen malos poetas porque

son malos, y los buenos por los actores; pues

haciendo una obra de co ncurso, y extendiendo

la fábula más de lo necesario, muchas veces

son obligados a darle la vuelta al orden de los

hechos.

l.452a Pue sto que la mimesis tiene por objeto no

sólo una acción completa, sino también

hechos que producen temor y compasión, y és

tos nacen especialmente cuando se producen

contra lo que se espera unos a través de otros;

pues así será más maravilloso que si vinieran

de una forma automática y por azar, pues que

también de las cosas que ocurren por azar nos

parecen m ás maravillosas las que parece que se

41

 Cfr. 1456a30. Agatón era contemporáneo de Eurípides, pero

más joven que él.

76

han producido a propósito, como cuando la

estatua de M itis que hay en A rgos mató al cul

pable de la muerte de Mitis, cayéndole encima

mientras la mira ba

42

; pues parece que tales co

sas no se producen al azar; de manera que por

necesidad tales fábulas son más hermosas.

X

De las fábulas unas son simples y otras

complejas; pues también las acciones de las

que las fábulas son mimesis son también evi

dentemente de este tipo. Y llamo simple a la

acción que es, como se ha definido, coherente

y una sola, y cuyo cambio de fortuna se pro

duce sin peripecia ni reconocimiento; y

compleja a aquella cuyo cambio de fortuna se

produce con reconocimiento o peripecia o con

ambas cosas.

Y es preciso que éstas se produzcan a partir

de la composición misma de la fábula, de ma

nera que suceda que proceden de los hechos

ocurridos con anterioridad o por necesidad o

de una forma verosímil, pues es muy distinto

que unas cosas se produzcan por otras o que se

produzcan después de otras.

XI

Com o se ha dich o, rjeripecia es el cambio de

la acción en sentido contrario, y esto, como

42

  O tra traducción posible y que se encuentra con frecuencia es la

de «mientras contemplaba un espectáculo». La misma historia es

narrada por Plutarco

 de

 mirabilibus auscultationibus  846 A 22.

77

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decimos, de una forma verosímil o necesaria,

como en el Edipo, uno que llega para alegrar a

Ed ipo y apartarle del temor que se refería a su

madre, al mostrarle quién era, hizo lo

contrario

43

; también en el Linceo éste es lleva

do a la muerte y D anao le acompaña para ma

tarlo,  pero de los hechos ocurre que Danao

muere y que aquél se salva

44

.

El rei^nocimiento es, como su nomb re indi

ca, un cambio de la ignorancia al conocimien

to , que lleva consigo un cambio a amistad o a

odio,

  entre las personas destinadas a la felici

dad o a la desdicha; y el reconocimiento más

hermoso es el que se produce jun to con peripe

cia, como la que hay en el   Edipo.

Hay también otros reconocimientos, pues

también se dan con respecto a objetos inani

mados y a hechos que son casuales, como se

ha dicho, y si uno ha actuado o no ha actuad o

puede ser objeto de reconocimiento.

Pero el reconocimiento más apropiado a la

fábula y el más apropiado a la acción es el

mencionado , pues el reconocimiento de ese ti-

i.452b po y la peripecia suscitarán piedad o temo r (de

acciones tales la tragedia es mimesis, como se

43

  En el  Edipo Rey  de Sófocles un mensajero se presenta ante

Edipo anunciándole que le corresponde el trono de Co rinto, ya que

el rey Pólibo ha muerto. Edipo teme cometer incesto con Mérope,

esposa de Pólibo , y para tranquilizarle"el mensajero le dice que Pó

libo y Mérope no eran sus padres, creando en Edipo mayor in

quietud, ya que comienza a sospechar que ha matado a su verdade

ro padre, Layo, y se ha casado con su madre, Yocasta.

44

  Cfr. 1455b29. Del Linceo de Teodectes, rétor y autor de piezas

dramáticas, amigo de Aristóteles, poco sabemos. El ejemplo que

aquí se nos da está relacionado con la historia de las hijas de Da

nao.

 E ste les ordenó que m ataran a sus maridos. Hipermestra fue

la única que desobedeció y no mató a su m arido Linceo. E ste acto

de desobediencia no se supo hasta que tuvo un hijo, Abante. Pa

rece ser que D ánao, como rey de Argos, ordenó la muerte de Lin

ceo,

  pero como consecuencia de hechos desconocidos fue muerto

él mismo.

78

ha acordado), ya que tanto la desdicha como

la felicidad dependerán de tales acciones.

Ya que el reconocimiento es reconocimiento

de algunos, alguna vez será reconocimiento

sólo de uno con relación al otro, cuan do es cla

ro quién es uno de los dos, pero otras veces es

preciso que sea reconocimiento mu tuo; así In

genia fue reconocida por Orestes a raíz del

envío de la carta, pero otro reconocimiento de

aquél era necesario con respecto a Ifigenia

45

.

Así pues, éstas son dos partes de la fábula,

peripecia y reconocimiento; la tercera es el

acontecimiento p atético. D e éstas se ha habla

do de la peripecia y del reconocimiento; y el

acontecimiento patético es una acción que ha

ce morir o sufrir, como las muertes en escena,

los dolores vivísimos, las heridas y demás co

sas de este tipo.

XII

Hemos dicho anteriormente de qué partes

de la tragedia es necesario valerse como ele

mentos constitutivos, pero según su extensión,

y en los que se divide separadam ente, son los

siguientes: prólogo, episodio, éxodo y coral,

que a su vez se divide en párodos y estásimo

46

.

45

 Ifigenia en Táuride 727 ss. Ifigenia es reconocida por Orestes

cuando ella entregaba una carta a Pílades. El reconocimiento de

Orestes no se produce hasta que él mismo se descubre. Cfr. 1454b31

y 1455al8.

46

  Prólog o: escena inicial de una pieza teatral, antes de la entra

da del coro. Éxodo: canto de marcha del coro o corifeo al abando

nar eltea tro. Coral: canto del coro no dialógico. Párodo s: canto de

entrada del coro en la orquestra. Estásimo: coral en el teatro, ex

ceptuando la párodos y el éxodo. Sobre estos conceptos Cfr. F. R.

Adrados

  op. cit.

 p . 613-7.

79

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Estas partes son comunes a todas las trage

dias, pero los cantos que vienen de la escena y

los cornos

47

 son propios sólo de algunas.

El prólogo es una parte completa de la tra

gedia que precede la párodos del coro; episo

dio es una parte completa de la tragedia entre

cantos completos del coro, y el éxodo es una

parte completa de la tragedia, tras la cual no

hay canto del coro; entre dos cantos del coro,

la párodos es el primer fragmento completo

que dice el coro; el estásimo es un canto del co

ro sin anapesto ni troqueo

48

, y el cornos, una

lamentación proveniente del coro y de la esce

na.

Hemos dicho anteriormente de qué partes

de la tragedia hay que valerse como elementos

constitutivos, pe ro según su extensión y en las

que se divide separadamente son las que aca

bamos de decir.

XIII

A qué es preciso tender y qué hay qu e evitar

al construir las fábulas y de dónde vendrá el

efecto propio de la tragedia, conviene expo

nerlo a continuación de lo que ahora se acaba

de decir.

A sí pues y ya que es preciso que la composi

ción de la tragedia más bella no sea simple, si

no compleja, y que ésta sea mimética de

hechos que producen temor y piedad (pues es

to es lo propio de una m imesis de este tipo), es

evidente en primer lugar que necesariamente

los hombres virtuosos no se deben mostrar

47

  Cornos: un coro que se desplaza para realizar una acción cul

tual, con procesión y danza. Adrados

  id.

48

  A napesto :^ —. Troqueo: —o.

80

pasand o de la felicidad a la desdicha, pues esto

no despierta temor ni piedad, sino repugnan

cia; ni los malvados pasando de la desdicha a

la felicidad, pues esto es lo menos trágico de

todos los hechos, ya que no tiene nada de lo

necesario: ni despierta un sentimiento de amor

l.453a al hom bre, ni piedad , ni temo r; ni el homb re

completamente malvado debe caer de la dicha

en la desdicha, pues tal composición puede

despertar amor al hombre, pero no piedad ni

temor, pues aquélla tiene por objeto al que no

merece su desdicha, y éste al que nos es seme

jante, piedad al inocente y temor al semejante,

de manera que lo ocurrido no hará que sinta

mos ni piedad ni temor.

Resta pues, el que tiene una posición inter

media entre éstos. Y es el que ni se distingue

especialmente por su virtud ni por su justicia

ni cae en la desdicha por su maldad y perversi

dad, sino por alguna falta, siendo de los que

estaban en una situación de gran p restigio y fe

licidad, como E dipo y T iestes y los varones in

signes de tales lina jes

49

.

Es necesario, pues, que la fábula para que

sea bella, sea simple más que doble, como al

gunos dicen, y que no pase a la dicha desde la

desdicha, sino qu e, al revés, pase de la dicha a

la desdicha, no por perversidad, sino por una

falta grave, o de un hombre cual se ha dicho o

de uno mejor más que peor.

Una prueba es lo que ocurre: al principio,

en efecto, los poetas contaban cualquier fábu

la, pero ahora las más bellas tragedias se com

ponen acerca de unas pocas familias, por

49

 Tiestes sorprende aquí puesto como ejemplo. Tiestes seduce a

A érope, mujer de su hermano A treo, y éste, para vengarse, mata a

los dos hijos que Tiestes había tenido con A érope

 y

 le sirve sus cuer

pos en una comida, mostrándole al terminar las cabezas y las ma

nos de sus hijos. El ejemplo probablemente está puesto refiriéndose

a que Tiestes ignoraba qué comía.

81

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ejemplo, en torno a Alcmeón, E dipo, O restes,

Meleagro, Tiestes, Télefo y a cuantos aconte

ció sufrir o hacer cosas terribles

50

.

Así pues, la tragedia más bella en cuanto a

su técnica es la que tiene su origen en esta for

ma de estar compuesta.

T ambién por eso los que critican a E urípides

y le censuran porque hace esto en sus trage

dias,

 mu chas de las cuales acaban en desdicha,

pues esto es, como se ha dicho, correcto. Y

una prueba muy importante es la siguiente: en

la escena y en los concursos tales obras, si se

representan acertadamente, se nos muestran

como las más trágicas, y Eurípides, si bien de

ja que desear en cuanto a la economía de la

50

  Alcmeón, como O restes, mató a su madre Enfile para vengar

a su padre Anfiarao. Alcmeón había prometido a su padre que si

éste moría en la guerra, él daría muerte al responsable, que en este

caso era su madre, ya que fue la que descubrió el lugar en que se

hallaba oculto A nfiarao para no ir a la guerra. Esta historia

 es

 tema

de obras de Sófocles, E urípides, Agatón, Teodectes y A stidamante.

En 1453b33 sabemos que en la obra de Astidamante, Alcmeón da

muerte a su madre sin saberlo*

Orestes vengó la muerte de su padre, Agamenón, matando, con

la ayuda de su hermana Electra, a

 los

 responsables, su madre Clite-

mestra y Egisto.

Edipo es personaje suficientemente conocido.

Meleagro fue muerto por su madre Altea tras haber m atado acci

dentalmente a sus tíos cazando un jabalí. Las Parcas habían anun

ciado al poco tiempo de nacer Meleagro que cuando se consumiera

un tizón que ardía , éste moriría; su madre guardó el tizón du rante

la vida entera de Meleagro, pero al enterarse de la muerte de sus

hermanos lo encendió, causando la muerte de su hijo. Sobre el tema

hay tragedias de Frínico, Sófocles y Eurípides.

Sobre Tiestes,

  vid. supra.

Télefo, hijo de Heracles y Auge, es conocido como el harapiento

suplicante que busca la curación de su herida en Aquiles, que le

había herido. A demás, creció sin saber quién era uno de sus p adres,

con los que se reúne tras un dramático reconocimiento; también sin

intención mató a sus tios (Sófocles  Aleadas). Escribió Sófocles una

trilogía sobre Télefo, y E squilo una o bra  Télefo.

82

obra, se nos muestra como el más trágico de

los p oetas.

Y en segundo lugar, está la composición

considerada por algunos como primera, la

cual tiene composición do ble, como la Odisea,

y termina de manera contraria para los buenos

y para los malvados. Y parece que es la prime

ra por la debilidad del público, pues los poetas

haciéndola se acomodan a lo s deseos de los es

pectadores. Pero no es éste el placer que tiene

su origen en la tragedia, sino que más bien espropio de la comedia; pues aquí los peores

enemigos, como Orestes y Egisto, se separan

al final siendo amigos y ninguno perece a ma

nos del otro

5 1

.

XIV

i.453b Así pues, el temor y la pied ade s posible que

nazcan del espectáculo, pero también de la

composición misma de los hechos, lo cual es

mejor y de mejor poeta. En efecto, es preciso

que la fábula esté estructurada de tal manera

)

que incluso sin verla, el que oiga los hechos j

que ocurren se horrorice y se apiade por lo que

 f

pasa; que es lo que sufriría alguien oyendo la

fábula de Edipo. Pero el producir esto por me

dio de espectáculo es menos a rtístico y necesita

desembolso.

Y los que por medio de espectáculo no pro

ducen temor, sino solamente lo maravilloso,

no tienen nada en común con la tragedia, pues

es necesario no buscar cualquier placer con la

tragedia, sino el que le es propio. Y ya que es

51

 No conocemos ninguna tragedia en la que Orestes y el asesino

de su padre terminen reconciliándose.

83

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preciso que el poeta pro cure placer por medio

de la mimesis a partir de la piedad y el temor,

es evidente que esto debe ser introducido en

los hechos.

Veamos, pues, de los acontecimientos cuá

les parecen temibles y cuáles piad osos.

Es necesario que tales acciones ocurran

entre amigos, o entre enemigos o entre los que

no son ni amigos ni enemigos. Sea que enemi

go ataca a enemigo, no despierta piedad ni en

el mom ento de hacerlo, ni cuando está a punto

de hacerlo, excepto por el sufrimiento en sí; ni

si no son ni amigos ni enemigos; pero cuando

el suceso se produce entre personas amigas,

como hermano que mata a hermano, o hijo a

padre, o m adre a hijo, o hijo a madre, o va a

matarlo o hace alguna otra cosa de este tipo,

esto es lo que debe buscarse.

Ahora bien, no es posible modificar las fá

bulas tradicionales; me refiero, por ejemplo, a

decir que Clitemestra fue muerta por Orestes,

y Erifile por A lcmeón

52

, sino que es necesario

que el autor invente y que se sirva correcta

mente de las tradicionales. P ero aclaremos qué

entendemos por «correctamente».

Es posible que la acción se produzca de ma

nera semejante a como lo hacían los antiguos:

sabiéndolo y conociéndolo los personajes, co

mo E urípides hizo representando a Medea ma

tando a sus hijos.

 Y

 es posible que los persona

jes actúen, y lo hagan de una manera horrible,

sin saberlo, y a continuación reconocer la

amistad, como el Edipo  de Sófocles; en este

ejemplo fuera de la obra, pero en la tragedia

misma también, como el Alcmeón de A stida-

mante o el Telégono del Odiseo

  herido

53

.

52  vid.  n . 50 .

53

  Sobre Alcmeón cfr. supra.  El Odiseo herido es tragedia de Só-

84

Y aún puede haber un tercer caso: cuando

va a hacer por ignorancia algo irreparable, se

efectúe el reconocimiento antes de hacerlo. Y

aparte de estos casos no hay otro ; pues necesa

riamente se actúa o no, y sabiéndolo o no sa

biéndolo.

Y de estos casos el peor es el de ir a hacer

una acción sabiéndolo y no hacerla; pues es in-,

fame y no trágica, ya que no es patética. Por

eso ningún poeta nos ofrece una situación de

i.454a ese tipo , a no ser raram ente, como H emón

frente a Creonte en

  Antígona.

  En segundo

lugar viene hacer la acción; pero es mejor ha

cerla sin saber y que lo reconozca una vez que

la ha

 hecho,

 pues no hay lo infame y

 el

 recono

cimiento deja aturdido de estupor.

El mejor caso es el último; por ejemplo, en

el  Cresfontes,  Mérope va a matar a su hijo,

pero no lo mata , sino que lo reconoce, y en la

Ifigenia la hermana al hermano y en la Hele el

hijo que va a entregar a su madre la recono

ce

54

.

focles no conservada. Telégono, hijo de Odiseo y Circe, es enviado

por su madre para buscar a su padre. Al llegar a Itaca de noche,

Odiseo le toma por un merodeador

 y

 en la lucha que sigue Telégono

hiere fatalmente a Odiseo.

54

  El

 Cresfontes

 es tragedia de E urípides. La historia fue dram a

tizada por Voltaire y también por M. Arnold en su

 Mérope.

 Cres

fontes, hijo de Mérope y del rey de Mesenia, había salido secreta

mente de su tierra cuando el usurpador P olifontes m ató al rey y se

casó a la fuerza con la reina. Con la cabeza puesta a precio, volvió

disfrazado a su tierra y reclamó la recompensa ofrecida al asesino

de Cresfontes. No sólo engañó a Polifontes, sino incluso a su

madre M érope, que planeó matar al supuesto asesino de su hijo, al

que finalmente reconoce.

Sobre Ingenia,

  vid. supra.

Hele era hija de Atamante y hermana de Frixo; no conocemos

nada más de la tragedia.

85

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Por eso, como antes se ha dicho, las trage

dias no tienen que ver con muchas familias;

pues los poetas buscando encontraron, no por

arte, sino por azar, el medio de procurar en las

fábulas situaciones de este tipo; así pues, están

obligados a recurrir a las familias a las que les

ocurrieron tales desgracias.

Considérese suficiente lo dicho acerca de la

composición de los hechos

 y

 sobre qué cosas es

preciso que tengan las fábulas.

XV

Y en cuanto a los caracteres hay cuatro co

sas a las que es preciso tender. Una  y la prime

ra, es que sean buenos. Habrá un carácter si,

como se ha dicho, el diálogo y la acción paten

tizan una línea de condu cta, sea la que sea, y el

carácter será bueno si la línea de conducta es

buena. Y esto es válido en cualquier clase de

personaje; pues también es posible que exista

una mujer buena, e incluso un esclavo, aunque

quizá la mujer es un ser inferior y el esclavo es

un ser completamente vil.

La segunda que sea adecuado; pues es po

sible que el carácter de una m ujer sea valeroso ,

pero no es adecuado a una mujer ser tan vale

rosa e inteligente.

L a tercera es la semejanza. E sto es algo dis

tinto a hacer que el carácter sea bueno y ade

cuado como ha sido definido.

Y la cuarta, la constancia. Pues aunque el

que es objeto de mimesis sea desigual a sí mis

mo y se le proporcione un carácter de ese tipo,

es preciso que sea no obstante desigual de

una forma consecuente. Un ejemplo de mal

dad de carácter innecesaria es Menelao en el

86

Orestes

55

;  otro ejemplo de carácter inconve

niente y no adecuado es la lamentación de

Odiseo en la Escila y la resis de Melanipa

56

, y

ejemplo de carácter desigual es el de Ifigenia

en A ulide

57

, pues en nada se parece la depre

cante a la que vemos a continuación.

Y también es preciso en los caracteres, exac

tamente como también en la composición de

los hechos, buscar siempre o lo necesario o lo

verosímil, de manera que o sea necesario o

verosímil que tal persona diga o haga tal cosa,

y que sea necesario o verosímil que tal cosa se

produzca después de tal otra.

Así pues, es evidente que los desenlaces de

las fábulas deben producirse de y con la fábula

l.454b mism a, y no como en la Medea, que tiene su

origen en una m áquina

58

 o en la Ilíada el asun

to de la salida de las naves, sino que hay que

servirse de la máquina para lo que ocurre

fuera el drama, o para cuanto se produjo an

tes del drama y que no es posible que un

hombre conozca, o para cuanto se producirá

después que necesita predicción o anuncio;

55

  Orestes y Electra creen que su tío Menelao les va a defender

contra la cólera de la ciudad, pero, ante la presión de Tindáreo,

padre de Clitemestra, que ha sido asesinada, los deja a su suerte.

56

  Odiseo, ejemplo de valor viril, se lamenta por sus compañe

ros,

 a los que devoró E scila. La resis de Melanipa (de la obra

 Mela

nipa la sabia,

 de Eurípides) es la exposición de una cosmogonía

científica, afirmando la uniformidad de la naturaleza.

57

  Ifigenia está aterrada cu ando se entera de que los griegos van a

sacrificarla para tener vientos favorables; posteriormente está dis

puesta a morir por los griegos.

58

  El conocido uso del «deus ex machina». La «máquina» era

una especie de grúa utilizada para sugerir la aparición milagrosa de

dioses en el cielo. E l ejemplo de la

 Ilíada

 se refiere a la intervención

de Atenea en Ilíada,  2.166 y ss. , que evitó que los griegos embarca

ran abandonando Troya antes de tomarla.

El ejemplo de

 Medea

 no es tan claro; probablemente se refiera a

su huida al final de la tragedia.

87

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pues concedemos a los dioses el verlo todo.

Pero que no haya nada irracional en los

hechos, y si lo hay, que sea fuera de la trage

dia, como lo que ocurre en el  Edipo  de

Sófocles

59

.

Y puesto que la tragedia es mimesis de seres

mejores que nosotros, es preciso mimetizar a

buenos retratistas; pues éstos al restituir la for

ma particular de los que retratan, ios hacen pa

recidos, pero los pintan m ás bellos; así también

el poeta al imitar a hombres irascibles y pere

zosos u otros que tengan en sus caracteres ras

gos de este tipo, aun siendo tales que los haga

elevados (un ejemplo de dureza es también el

que nos proporciona Homero con el bueno de

Aquiles) . Esto es lo que se debe observar y

además de esto las cosas que de acuerdo con

las sensaciones acompañan a la poét ica, pues

también aquí es posible equivocarse muchas

veces. Pero sobre esto ya se ha dicho lo bas

tante en los t ratados publicados.

XVI

Qué es el reconocimiento se ha dicho an

te s

 60

. En cuanto a las clases de reconocimien

to ,  en primer lugar hay la que está más ale

jada del arte y de la que se valen más frecuen

temente por encontrarse en si tuación apura

da: es la que se produce por s ignos externos.

Y de éstos unos son connaturales como «la

59

  Irracional puede considerarse el fracaso de Edipo en la investi

gación de la muerte de su padre, Layo.

60

  Véase 1452a29 ss.

lanza que l levan los Hijos de la Tierra»

6 1

, o

estrel las como las que nos muestra Cárcino en

el  Tiestes

62

,  y otros adquiridos, y entre estos

adquiridos unos están en el cuerpo, como las

cicatrices, y otros fuera del cuerpo, como los

col lares, o como en la  Tiro,  en la que el reco

nocimiento se produce mediante una cesta

6 3

.

Pero es posible servirse de estas señales me

jor o peor, como Odiseo, que por su cicatriz

fue reconocido de una forma por su nodriza y

de o t ra por los porqueros

M

;  en efecto, los re

conocimientos que se producen como medio

de inspirar confianza y todos los de ese t ipo,

están más alejados del arte, pero los que pro

vienen de una peripecia como la del «Baño»

6 5

son mejores .

Los segundos son los establecidos por el

poeta y por t an to carentes de ar te . Por

ejemp lo, O restes en la  Ifigenia  se hace recono

cer como Orestes . El la se hace reconocer por

medio de la carta, p ero él dice lo que quiere el

poeta , pero no la fábula

6 6

. Por eso se está cer-

61

  Probablemente es la cita de un poeta trágico. Los «Hijos de la

Tierra» nacieron de los dientes de dragón sembrados por Cadmo.

Por la marca de nacimiento de la lanza, Creonte reconoció al hijo

de Hemón y Antígona en la  Antígona de Eurípides.

62

  Probablemente el más joven de los dos poetas trágicos de este

nombre que vivieron en el siglo iv. Tiestes, un «Pelópida», recono

ció el cuerpo de su hijo por las estrellas que había en su hombro.

Pélope tenía un hom bro de marfil, en lugar del suyo, que había sido

comido por Deméter cuando Tántalo sirvió a Pélope como manjar

en un banquete de dioses; estrellas eran la marca de nacimiento de

los descendientes de Pélope.

63

  Tiro

  es una tragedia de Sófocles de la que sólo quedan unos

fragmentos. Neleo y Pelias, gemelos que T iro había tenido con Po-

sidón, fueron abandonados a la deriva en una cesta que no se

destruyó e hizo que su madre, Tiro, los reconociera.

64

  Eu riclea, su antigua nod riza, le ve la cicatriz mientras se baña ,

pero es él mismo, en cambio, el que la muestra a E umeo y a Filecio.

65

  Cfr. anterior.

66

  Cfr. 1455al6-19.

89

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ca del error menciona do, pues también podían

haber llevado algunas señales.

 Y

 en el

 Tereo

 de

Sófocles la voz de la lanzad era

67

.

El tercero se produce por medio del recuer

do :

 cuando al ver algo lo reconoce, como el re

conocimiento que hay en los  Ciprios,  de

l.455a Diceógenes

68

, pues al ver el retrato empezó a

llorar; lo mismo en el relato narrado a

A lcínoo, pues oyendo al citarista

 y

 acordándo

se empezó a llorar

69

, de ahí viene que fueran

reconocidos.

E l cuarto es el que viene de un silogismo, co

mo en Coéforos

70

: ha venido alguien parecido

a m í, y nadie es parecido a mí sino O restes, en

tonces es éste el que ha llegado.

También la de Poliido el sofista acerca de

Ifigenia

11

,  pues dijo que es natural que Ores-

tes llegue a la conclusión de qu e si la hermana

fue sacrificada también a él le ocurra serlo. Y

67

 La voz aquí se refiere al medio por el que Filomela reveló su

historia a su hermana. Tereo, rey de los Tracios, se casó con Proc-

ne,  hija de Pand ión. Después viola a Filomela, hermana de Procne,

y para evitar que revelara este hecho le cortó la lengua, pero Filo

mela narró a Procn e lo ocurrido tejiendo la escena en su telar. A po-

lodoro da otra versión, diciendo que lo que tejió fue la historia con

letras y no en una escena.

68

 Diceógenes era un poeta trágico del siglo v. Se supone que se

refiere a la vuelta secreta de Teucro a Salamina,

 y

 cómo él mismo se

descubre al ver un retrato de su padre y conmoverse.

69

  Se refiere a

 Od .

 8.521 ss. Odiseo pide a Demódoco que cante

la caída de Troya gracias al caballo de madera, y «acordándose em

pezó a llorar», reconociendo Alcínoo a Odiseo y a Teucro por este

hecho.

70

  Electra encuentra un mechón de pelo sobre la tumba de su

padre, luego... ese mechón es de alguien «amigo»,

 y

 entre el círculo

de sus amigos sólo puede ser de Orestes; a pesar de ese silogismo,

cuando Otestes se muestra, Electra le pide pruebas.

71

  Poliido de Selimbria ganó el premio de ditirambo entre 390

y 380, probablemente en un comentario a la

 Ifigenia  de Táuride

sugeridor de otro modo de reconocimiento.

90

en el Tideo de T eodectes, éste dice que habien

do venido con idea de encontrar a su hijo él

mismo muere

72

. Lo mismo ocurre en los Fini

das:

 pues viendo el lugar llegaron a la conclu

sión de cuál va a ser su destino: su destino es

morir allí, pues es allí donde habían sido

expuestos

73

.

Hay también un tipo de reconocimiento que

tiene su origen en un razonamiento erróneo

del público como en el  Odiseo falso men

sajero

1

*,

  pues el tender el arco y que nadie

más lo haga, es imaginado por el poeta y una

hipótesis, también lo sería si dijera que

reconocería el arco sin haberlo visto; pero el

imaginar que se le reconocería por este medio

es un razonamiento erróneo.

El mejor reconocimiento de todos es el que

tiene su origen en los hechos mismos, cuando

se produce la sorpresa por cosas verosímiles,

como en el Edipo de Sófocles y en la Ifigenia;

pues es natural que quiera confiarle una

carta

75

. Los reconocimientos de este tipo son

los únicos que no tienen señales inventadas y

collares. En segundo lugar vienen los recono

cimientos que vienen de un silogismo.

72

  Teodectes era un rétor y trágico amigo de Aristóteles.

Tideo era el padre de Diomedes, pero no sabemos nada de la le

yenda a que aquí se hace referencia.

73

  Tampoco aquí sabemos a qué se refiere.

74

  No sabemos nada sobre esta obra ni sobre el autor.

75

  El reunir al Mensajero llegado de Cor into, que sabe que Ed ipo

no era el hijo de Pó libo, y al Servidor que sabe que Edipo era el hijo

de Layo, hace que necesariamente se descubra la verdad.

Ifigenia da una carta y también un mensaje verbal pidiendo ayu

da ,

 y

 como éste era para O restes, el reconocimiento se tenía que dar

necesariamente.

91

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XVII

Es preciso componer las fábulas y perfec

cionarlas con la elocución, colocando las si

tuaciones ante los ojos lo más posible; pues

así,

  viéndolas con la mayor claridad, como si

se estuviera en medio de los hechos m ismos, se

encontrará lo adecuado y de ninguna manera

escapará lo contradictorio. Y una prueba de

esto es lo que se reprochaba a Cárcino

76

; en

efecto, A nfiarao salía del santu ario, lo que pa

saba desapercibido al poeta porque no se

representaba la situación, pero en el escenario

fracasó al sentir los espectadores aversión ante

este hecho. Y en la medida de lo posible per

feccionándolas también con las actitudes, pues

a partir de la misma naturaleza los que están

dentro de las pasiones son los más p ersuasivos

y el que turba turba muchísimo y el que está

irritado enoja muchísimo. Por eso el arte de la

poesía es propio de un hom bre bien dotado o

de un exaltado, pues de estos tipos de hom bre,

aquéllos modelan bien las situaciones y éstos

salen de sí muy fácilmente.

E n cuanto a los temas, tanto los tradiciona-

l.455b les como los que uno mismo comp one, es pre

ciso dar una visión generalizada, entonces y

sólo entonces introducir los episodios y de

sarrollar la obra. He aquí cómo se puede con

templar lo general, por ejem plo, en la Ifigenia.

Una doncella llevada al sacrificio y desapareci

da de forma desconocida para los sacrificado-

res, y transportad a a otra región en la que era

ley sacrificar a los extranjeros a la diosa fue in

vestida de ese sacerdocio. Tiempo después su

cedió que el hermano de la sacerdotisa llegó,

pero el que fuera allí porque el dios se lo hab ía

76 No sabemos nada de la obra de Cárcino. Cfr. 1453a20, lo

dicho sobre Alcmeón.

92

ordenado y el motivo por el que iba están

fuera de la fábula; y llegando lo cogieron, y

yendo a sacrificarlo se dio a conocer, o como

lo imaginó Eurípides o como Poliido, dicien

do de una manera verosímil que no sólo era

preciso que se sacrificara a su hermana, sino

también a él, y de ahí la salvación.

Y tras esto, dados ya los nombres a los per

sonajes, establecer los episodios; y que los epi

sodios sean adec uados: así en Orestes la locura

por la que fue detenido y la salvación por me

dio de la purificación

77

.

E n los dramas los episodios son breves, pero

la epopeya se extiende con ellos. En efecto, de

la Odisea el argumento no es largo: alguien pa

sa alejado de su patria muchos años, cuidado

por Posidón y solo, y mientras tanto las cosas

en su casa transcurren de tal manera que sus

riquezas son consumidas por unos pretendien

tes y su hijo es objeto de insidias, y él llega tras

ser víctima de todo tipo de tempestades y ha

ciéndose reconocer por algunos se lanza al ata

que, y él mismo se salva y destruye a los ene

migos. E sto es lo propio del poema, el resto son

episodios.

XVIII

Es propio de toda tragedia el nudo y el de

senlace. Los hechos que están fuera d e la obra

y algunos de los de dentro frecuentemente for

man el nudo; el resto forma el desenlace. Y

llamo nudo a lo que hay desde el principio

77

  Sobre la locura, véase

 Ifigenia en Táuride 260-335.

 Se dice que

la estatua de la diosa está contaminada por la presencia de un parri

cida y que tiene que ser purificada sumergiéndola en el mar.

93

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hasta aquella pa rte . que es la última de la

que procede el paso a la dicha o a la desdicha,

y desenlace a la parte que va desde el principio

de ese paso al final; así en el Linceo de Teodec-

tes,  el nudo es lo que ha ocurrido antes

78

 y la

captura del niño y además la de éstos..., y el

desenlace desde la acusación de la m uerte al fi

nal.

Hay cuatro tipos de tragedia (tantos como

se ha dicho que eran sus partes): la compleja,

que está compuesta en su totalidad de peripe

cia y reconocimiento; la patética, como los

l,456a  Ayantes

79

  y los Ixiones

80

; la de carácter, como

las Ftiótides

si

  y el Peleo

82

; el cuarto ..., como

las

 Fórcides

83

 y el Prometeo

84

 y cuantas trans

curren en el Hades.

Ahora bien, hay que hacer todo lo posible

para tener todas las cualidades, y si no, las

más grandes y el mayor núm ero de ellas, espe

cialmente pensando en cómo se critica hoy a

los poetas; pues habiendo existido en cada

parte de la tragedia buenos poetas, se quiere

que uno solo sobrepase la especialidad de cada

poeta.

78

  C f r .

  1452b24-26.

79

  Ayax

  e s u n

  e je m plo pa té t i c o ,

  y a q u e

  c on t ie ne

  a l

  m e n o s

  u n

suic idio parc ia lmente vis ible .

80

  Ixión, rey de los L apitas, ofendió a H era y fue castigado en el

Hades a ser atado a una rueda de fuego que giraba. E ra el tema de

tragedias de E squilo y Eurípides.

81

  D e l a Ftiótides  d e  Sófoc les  n o  s a b e m o s n a d a . P r o b a b l e m e n t e

se refiere  a u n  c o r o  d e m uje re s  d e  F t í a , pa t r i a  d e A q u i l e s .

82 T an to Sófoc les (véase

  Soph. Fragm.

  P e a r s on , 2 . 140) c om o

E ur íp ide s (Na uc k

  TGF,

  564) e s c r ib ie ron  u n  P e l e o .  N o s e n o s  dice

n a d a  c o n e s te e je m plo  y e l a n te r io r s ob re c óm o e s u n a t r a ge d ia  « d e

c a rá c te r» .

83

  L a s Fórc ide s e ran tres vie jas que vivían e n el l a go T r i t ón c om o

c e n t ine la s

  de la s

  G o r g o n a s . T e n í a n

  u n

  ú n i c o

  o j o . Fórcides  e r a u n

dra m a s a t í r i c o

  d e

  E s qu i lo .

84

  L a  tr i logía esquilea  d e  P r o m e t e o e s t a b a f o r m a d a  p o r  Prome

teo encadenado, Prometeo liberado

  y

  Prometeo portador de

  fuego.

94

Pero es justo decir que una tragedia es dis

tinta o la misma especialmente por la fábula.

Es la misma la que tiene el mismo nudo y el

mismo desenlace. Pero muchos que «anu dan»

bien desenlazan mal, y es preciso que ambas

cosas se c orrespondan.

Y se debe recordar lo que se ha dicho

muchas veces y no hacer que un conjunto épi

co sea una tragedia; y llamo conjunto épico al

que tiene muchas fábulas; así, si alguien lo hi

ciera con la fábula de la  Ilíada. Pues allí, va

liéndose de la extensión, las partes adquieren

el tamañ o conveniente, pero en los dramas un

tamaño descomunal dista de lo que se espera

ba. Y una prueba de ello es que cuantos hi

cieron una tragedia entera con la destrucción

de Ilion, y no por partes como E urípides, o to

da la historia de N íobe, y no como E squilo, o

fracasan o concursan mal, ya que también

Agatón fracasó en este aspecto solamente.

En las peripecias y en las acciones simples

aciertan decuria forma sorprendente en lo que

quieren; pues esto es trágico y un sentimiento

de amor al hom bre. Y este efecto se da cuando

un hom bre astuto pero con m aldad es engaña

do ,

  como Sísifo

85

, y uno valiente pero injustoes vencido, y esto también es verosímil, como

dice Agatón, pues es verosímil que pasen

85

  Sísifo era famoso p or su astucia; algunas veces se dice que era

el padre de Odiseo. Esquilo escribió dos dramas satíricos sobre

Sísifo, uno sobre su castigo en el Hades (Zeus le castigó por comu

nicar al río A sopo que su hija Egina había sido seducida por él) y el

otro sobre su vuelta a la tierra p ara castigar a su mujer por no ha

berle hecho honras fúnebres (él le había dicho que no se las hiciera

para salir del Hades con la disculpa de castigarla). Su suplicio era

empujar u na enorme piedra esférica por la ladera de una m ontaña,

y cuando llegaba cerca de la cima, la piedra rodaba hacia abajo.

También Eurípides escribió un

 Sísifo.

95

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8/20/2019 Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

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muchas cosas incluso de una forma

inverosímil

86

.

Es preciso también que el coró se considere

como uno de los actores y que sea parte del

conjunto y que tenga un papel positivo en la

obra, no como en E urípides, sino como en Só

focles. E n los restantes poetas lo can tado n o es

más propio de la fábula que de otra tragedia,

por eso cantan cantos intercalados, siendo

Agatón el primero que comenzó esto. Sin em

bargo, ¿qué es lo que diferencia cantar cantos

intercalados de adaptar un parlamento o todo

un episodio de una obra a otra?

XIX

Se ha hablado de las otras partes y queda

hablar de la elocución y del pensamiento.

Lo que se refiere al pensamiento se en

cuentra en los libros del De retórica

87

,

 pues es

to es más bien propio de aquella investigación.

Es propio del pensamiento cuanto es preciso

que sea preparado por el lenguaje. Y partes de

esto son: probar, refutar, despertar emociones

l.456b (como piedad , tem or, ira u otra s semejantes) e

incluso aumentar y minimizar.

Y es evidente que también en los hechos hay

que servirse de cosas que tienen su origen en

las mismas formas cuando sea preciso conse

guir cosas que inspiren piedad, o temor, o

grandeza , o verosimilitud; difieren en que aquí

es preciso que unos hechos se muestren sin en-

86

  Véase el fragmento 9 de Agatón, citado por Aristóteles en su

Retórica

 1402al0.

87

  De Aristóteles, evidentemente.

96

señanza, pero otros en el discurso es preciso

que sean preparados por el que habla y produ

cirse por medio de lo que dice. Pero, |cuál

sería el papel del que habla si los hechos se

mostraran de la forma que fuera preciso y no

por medio de lo que se dice?"J

De las cosas que se refieren a la elocución

una sola cuestión debe estudiarse y es la de las

formas de hablar, las cuales debe conocer el

actor y el que tiene un arte de un tipo semejan

te es, por ejemplo, saber qué es una orden,

una súplica, una narración, una amenaza, unapregunta, una respuesta y cualquier otra cosa

de este tipo.

En efecto, acerca del conocimiento o igno

rancia de estas cosas no se puede hacer al arte

poética ninguna censura que tenga una míni

ma importancia. Pues ¿quién admitiría como

error lo que Protágoras censura

88

: el hecho de

que creyendo suplicar, ordena cuando dice

«Canta, oh diosa, la cólera...»?

 89

. Pues man

dar hacer algo o no —dice— es una orden.

Por eso déjese esta cuestión como propia de

otro arte y no de la poética.

X X

Las partes del lenguaje, en general, son las

siguientes: elementos, sílabas, conjunción,

nombre, verbo, artículo, caso y enunciación.

Un elemento es un sonido indivisible, pero

no cualquier sonido, sino aquel del que por

naturaleza se forma un sonido compuesto,

88

  A H omero. A los sofistas,

 y

 especialmente a Protágoras, se les

atribuye la invención de la gramática.

89

  Parte del primer verso de la  ¡liada.

7

97

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pues también son característicos de los anima

les los sonidos indivisibles, a ninguno de los

cuales llamo elemento.

Partes de este sonido son: vocal, semivocal

y muda. Son: vocal, la que tiene sonido

audible sin ningún tropiezo

90

; semivocal, la

que tiene sonido audible con tropiezo, com o la

E(sigma)

 y

 la P (ro),

 y

 mu da, la que con percu

sión no tiene ningún sonido por sí misma, pero

que unida a algún sonido es audible, como l a r

(gamma) y la A (delta).

Estas difieren según la forma que se le dé a

la boca, según los lugares, según tengan o no

aspiración, según sean largas o breves, e inclu

so según tengan acento agudo, grave o

circunflejo

91

. Esto corresponde examinarlo

con detalle a los especialistas en métrica.

Sílaba es un sonido sin significado com pues

to de una muda y una letra que tiene sonido.

Pues el sonido TP (gamma-ro) sin el sonido A

(alfa)

  [no]

92

 es una sílaba, pero sí lo es con A

(alfa),

  y así resulta TPA (gamma-ro-alfa =

«gra»).

  Pero también es propio de la métrica

el estudiar tales diferencias.

Conjunción es un sonido sin significado,

que por naturaleza ni impide ni hace que un

i.457a solo sonid o con significado se forme a parti r

de varios sonidos, tanto en los extremos como

en el medio ; es sonido que no conviene que se

coloque como tal al principio de la frase com o

/iév, f/Toi,

  <5é

93

;

 o bien un sonido sin significa-

90

  Sin que la lengua cierre su paso de ninguna man era.

91

  Los acentos fueron introdu cidos de una forma sistemática por

Aristófanes de Bizancio (257-180 a. C ).

92

  El «no» falta en el texto griego, pero debe suplirse.

93

  Partículas griegas de muy diferente valor en ocasiones intra

ducibies y que en una traducción española pueden equivaler en oca

siones al orden de palabras. En ese sentido véase la excelente tra

ducción de Agustín García Calvo de varios de los diálogos socráti

cos de Platón en la colección «Biblioteca General Salvat», número

58,

  1972.

98

do que d é varios sonido s, y éstos con significa

do,  capaz por naturaleza ese sonido de formar

una sola voz con significado

94

.

Artículo es voz sin significado que indica

principio o fin o división de una frase; por

ejemplo  <x(i<pí,  nspí, etc. ; o una voz sin signifi

cado que ni impide ni produce una sola voz

con significado a partir de varias voces; es ap

to por naturaleza para estar colocado tanto en

los extremos como en el medio

95

.

Nombre es voz significativa compuesta, sin

idea de tiem po, ning una de cuyas partes es por

sí misma significativa; en efecto, en los

nombres dobles no nos servimos de sus partes

como si cada una tuviera un significado por sí

misma y así en el nombre T eodoro, el «doro»

no tiene ningún significado

96

.

Verbo es voz significativa compuesta con

idea de tiempo , ninguna de cuyas partes es por

sí misma significativa, lo mismo que en los

nombres, pues «hombre» o «blanco» no indi

can el «cuándo», pero «camina» o «ha cami

nado » añade n a su significado el uno el tiempo

presente y el otro el pasado.

Caso es propio de un nombre o de un verbo;

unas veces indica la relación de «de» o «pa ra»y otras semejantes; o tras veces indica la singu

laridad o la pluralidad, así «hombres» u

«hombre»; otras los modos de expresión del

hablante, así interrogación, mandato; pues

94

  La mayoría de los editores, debido a lo confuso de toda la

explicación, se muestran concordes en suprimir desde 1456b38 (en

el texto «Conjunción es un sonido..., una sola voz con signi

ficado»).

95

 áp¡)pov

  («artículo») es un tipo de palabra no significativa que

no se ve claro cuál puede ser, y mucho menos teniendo en cuenta

que las que pone como ejemplo son preposiciones.

96

  Te odoro: etimológicamente «regalo de dios», pero cuando se

dice ese nombre habitualmente nadie tiene en cuenta su significado

etimológico.

99

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«¿caminó?» o «¡camina » son casos de un

verbo de acuerdo con estas distinciones.

E nunciación es voz significativa compuesta,

de la cual algunas partes significan algo por sí

mismas; pues no toda enunciación está forma

da de verbos y nombres, como la definición

del hombre, sino que es posible que exista

enunciación sin verbos; aunque siempre

tendrá algo significativo, como «Cleón» en

«Cleón camina». Y la enunciación es una de

dos maneras, pues o indica una sola cosa, o

porque está formada de varias partes unidas

juntas, como la

 Ilíada

 es una sola por unión y

la definición del hombre p or significar u na so

la cosa.

XXI

En lo que se refiere a las clases de nombre,

uno es simple, y llamo simple al que no está

formado de partes significativas, como  yf¡

(«tierra»); otro es doble y o bien está formad o

de parte significativa y no significativa, pero

no en el nomb re «significativa y no significati

va»,

  o está formado de partes significativas.

También puede haber nombres triples,

cuádruples y múltiples, como la mayoría de

los nombres Masaliotas, por ejemplo

i.457b Hermocaicojanto

97

. ...Y todo nombre o es

corriente o es raro o m etáfora u ornamento o

inventado o alargado o abreviado o modifi

cado.

Llamo c^r^sn|e al que utilizamos cada uno

de nosotros, raro al que utilizan o tros, de ma-

97

  La ciudad de Marsella fue fundada por Focea, situada cerca

del río H ermo; el Caico y el Janto son ríos relativamente próximos.

100

ñera que evidentemente es posible que un mis

mo nombre sea corriente y raro , pero no para

los m ismos; oiyuvov

98

, en efecto, es corriente

A_

  para los chipriotas y raro para nosotros.

'A^

A>

,V>3'

  Metáfora es el traslado dejun nom bre de

u v ° ^

  U

na cosa al de otr a cosa Jo del género a especie

o^le la especie al género otóe la especie a otra

*  especie, o según la analogía.  Y »Vdel género a

especie» entiendo algo com o «mi n ave está de

tenida» ", pues el estar anclada es uno de los

tipos de estar detenida J p e la especie al género

«ciertamente Odiseo ha llevado a cabo innu

merables acciones buenas»

  10

°,

  pues

«millares»

101

  son muchas, de lo cual se vale

aquí el poeta en lugar de «mucho».|De especie

a especie, como por ejemplo, «habiendo ago

tado su vida con el bronce»

 y

 «habiendo corta

do con el afilado bronce», pues aquí «agotar»

quiere decir «cortar» y «cortar» quiere decir

«agotar». En efecto, ambas son formas de

quitar

10 2

.

E ntiendo po r a nalogía el hecho de que el se

gundo término eFatTMimero como el cuarto

al tercero; así pues, se utilizará el cuarto en vez

del segundo o el segundo en vez del cuarto, y

algunas veces se añade el término al que se refiere la palabra reemplazada. L o digo por me

dio de un ejemplo: una copa es a Dioniso co

mo un escudo a Ares; así pues, se llamará a

la copa «escudo de Dioniso» y al escudo

«copa de A res». O tro: la vejez es a la vida co

mo la tard e al día, así pues, se llama rá a la tar-

98

  «Lanza». Cfr. Heródoto, 5.9.3.

99

  Od. 1.185 y 24.308.

"» //. 2.272.

101

  Aquí se confunden  nvpia  («incontables,innumerables») y

uvpm   («diez mil»).

102

  Las dos citas son, probablemente, de Empédocles.

101

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de «vejez del día», o como E mpédocles

 103

, y a

la vejez «tarde de la vida» u «ocaso de la

vida». Ajgunos casos de analogía nqjtienen

nombre, pero no por eso se dirán de una for

ma diferente;íbor ejemplo, el lanzar lejos de

uno el grano es sembrar, pero el que se lance la

luz desde el sol no tiene nombre; pero es lo

mismo esto con relación al sol y el sembrar con

relación al grano, por eso se ha dicho

«sembrando la luz creada por la divinidad». Y

es posible valerse de este tipo de metáforas

incluso de otra m anerajue aplica a una cosa un

nombre que no le corresponde y se le niega al

go que le es propio, así si se llama

al escudo «copa», pero no «de Ares», sino

«sin vino». ...

 m

.

  Y es inventado^el nombre

que no siendo utilizado de ningurfa manera

por nadie el poeta por sí mismo lo establece.

E n efecto, parece que hay alguno de esta clase,

como  epvvyag

 m

  con el sentido de «cuernos» y

l.458a  o-pr¡xf\pa

 106

  con el de «sacerdote». Puede ser

alargado o abreviado. Lo uno es si se sirve^cTe"

hiña vocal más" larga' que la propia o de una

sílaba intercalada y lo segundo si se le quita al

go que es suyo; alargado es, por ejemplo,

nóXE(OíennóXr¡oí

wy

,

 oT\r\Xzí5ov

 enri/jAjjiááeco,

y abreviado es, por ejemplo, Kpí,

 S& y

 también

dipen pía. yívsmi ápyotépcov o\jj '^ .Modif i

cado es en aquel caso en que el nombre se

deja una parte y se inventa otra, por ejemplo,

103

  N o se conoce la variante que ofrecía Em pédocles a esa forma

de llamar a la tarde.

104

  Se sospecha que faltan algunas palabras.

105

  Hesiquio

  (s . u .)

 lo explica en el sentido de «rama».

106

 Aparece tres veces en Homero.

107

 Teniendo en cuenta que

 u

  representa a vocal o sílaba breve, y

— a vocal o sílaba larga, las cantidades son:

E = é , i / = é , o = ó y ( o = ó

108

 Kpí  en lugar de Kpiítf; b& en lugar de <5<3¿ia,y ói// en lugar de

o\j/ió. La cita  nía ... dip es de Empédocles, Fr. 88.

102

de^nepóv  fcará  pa£,óv en lugar de  de^ióv

  m

.

De los nombres en sí unos son masculinos,

otros femeninos y otros intermedios. Masculi

nos son los que terminan en N , P

 y Z

 (ny, ro y

sigma) y los que terminan en las letras com

puestas de £ (que son dosT y S [psi y xi]). Fe

meninos son los que terminan en aquellas vo

cales que son siempre largas, como la H (eta) y

lafi

 (omega),

 o en A (alfa) alargada. D e mane

ra qu e el número de terminaciones es el mismo

en los masculinos y los femeninos, pues l a ^ y

la H  son compuestas. Y ningún nomb re termina en muda ni en vocal breve

 n o

. En I (iota) só

lo terminan tres:  péAi,  KÓppi  y

  nénspi.

 Y cin

co en Y (ypsilon). Los nombres intermedios

terminan en una de estas le tras o e n N o e n l .

XXII

L o esencial de la elocución es que sea clara y

sin ser baja. Es muy clara la que está formada

de palabras corrientes, pero es baja. Unejemplo es la poesía de Cleofonte

  n i

  y la de

Esténelo

 m

. N oble y separada de lo ordinario

la que se vale de palabras fuera de lo com ún, y

llamo «fuera de lo común» a la palabra rara, a

la metáfora, al alargamiento o a todo lo que

va contra la corriente. Pero si alguien lo com

pone todo de esta manera o será un enigma o

109

  Cfr. //. 5. 393.

110

  Este pasaje se considera todo él interpolado, debido al gran

número de inexactitudes que contiene.

J» Cfr. 1448al2.

112

  Probablemente poeta trágico contemporáneo de Aristófanes,

que en

 Avispas

  1313 se ríe de su pobreza y en

 Gerytades Fr.

 151 de

su soso estilo.

103

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8/20/2019 Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

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un barbarismo; si de metáforas será un enig

ma, y si de palabras rara s será un barb arism o.

En efecto, la esencia del enigma es unir,

mientras se habla de lo que se t rata, palabras

que combinadas no t ienen sent ido. Ahora

bien, según la composición de las otras pa

labras no es posible hacer esto, pero si es po

sible con la composición de metáforas, como

«vi a un hombre que había unido bronce con

fuego sobre un hombre» "

3

  y otras de este ti

p o .

  Y de las palabras rara s se obtiene el barba

rismo. A sí pues, es necesario, en cierto m od o,

mezclar estas cosas; no crearán vulgaridad ni

bajeza cosas com o, por ejemplo, la palab ra ra

ra, la metáfora, el orna me nto y demás especies

mencionadas , pero tampoco la palabra nor

mal producirá claridad.

l.458b U na par te no men or prestan a la claridad de

la elocución y a su falta de vulgarida d los alar

gamientos, apócopes y cambios de las pa

labras, pues por ser dist into a lo normal ,

contra lo que es habitual que ocu rra, ha rá que

no sea vulgar, y por part icipar de lo habitual

habrá c lar idad .

De manera que no reprochan con razón los

que censuran tal forma del lenguaje y ridiculizan

al poeta, como Euclídes el Viejo

11 4

, que decía

que era fácil hacer poesías si alguien le concedía

alargar las sílabas cuando él quisiera, y ridiculi

zándolo en su forma de hablar hizo estos versos:

'EiuyápW eíSov Ma.pad&va.óe  jgaáíCovia y  OVK

fá v  yepápevocf tóv  SKSÍVOO  k/LÁéf}opov.

us

113

  Es el famoso enigma de la ventosa que se explica en

 Retórica

1405M. Una ventosa o un vaso, de bronce generalmente, se calen

taba antes de aplicarlo al cuerpo para que succionara el tumor.

114

  De los dos E uclides conocidos en época de Aristóteles ningu

no merecía el nombre de «viejo», ya que uno era arconte en el 403

a.C. y el otro un filósofo socrático.

115

 Estos dos versos presentan irregularidades métricas, y es ése

el único interés que tienen; el segundo, además, está bastante muti

lado.

104

A sí pues, el uso en cierto sent ido dema siado

visible de este modo de expresarse es ridículo;

la mesura es necesaria en todas las partes de la

elocución, pues el que se sirve inadec uadam en

te de metáforas, palabras ra ras y otras figuras

caerá a propósi to en el r idículo lo mismo que

si lo buscara.

Y cuánto difiere su uso conveniente se

puede ver en los poemas épicos, introd uciend o

las palabras n ormales en el verso. Y el que sus

t i tuya la palab ra rar a, las metáforas y otras fi

guras por los vocablos usuales verá que deci

mos la verdad; así habiendo com puesto el mis

mo t ipo de yambo Esquilo y Eurípides (éste

habiendo sust i tuido una sola palabra, ponien

do en lugar de la palabra habitual y corriente

una palabra rara), uno parece hermoso y el

otro mediocre. En efecto, Esquilo en el  Filoc-

tetes  escribió: «A una úlcera que come las

carnes de mi pie»

1 1 6

, pero Eurípides puso, en

lugar de «come», «consume»

  l n

. Y lo mismo

si en la frase "

8

  vDv  dé

  p'scbv

  bXíyog xe KM

omióavbg

  KOLÍ  áeiiajQ

  a lguien co loc ara l as .

palabras usuales  vvv Sé  p'écbv  pmpóg xe  KOU

áadeviKÓg

 KOÜ

  « £ « %

  11 9

. T a m b i é n  Skppov

áeiKéhov Kaxadúq

 óXíyrjv

  xe xpáneCav, ókppov

poyQr\póv KaxaQmg  pitcpáv xe xpáneCav'

20

,

  y

lo de  f¡ióveg fioócoaiv con relación a r¡ióveg

116

  eo&ím  («come»).

117

  &oivS,Toíi  («consume»).

118

  Od.

  9. 515: «Y ahora a mí, siendo él pequeño, débil y sin

fuerza...»

119

  La frase dice lo mismo, pero con palabras vulgares.

120

  Od.

 20.259. Palabras vulgares son

 ¡loxOripÓQ

 y

 fiiKpóg

 frente a

las de mayor valor poético,

  buKiXioq  y  bXíyog.

  La traducción, en

ambos casos, es «habiendo colocado en el suelo un asiento mise

rable y una pequeña mesa».

105

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8/20/2019 Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

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Kpá&vmv

  m

.  Además A ri frades

n i

  ridicu

lizaba a los poetas trágicos porque se valían

en la conversación de lo que nadie diría, co

mo el

  ócofiáxcov

  OCTIO

123

  y no <xrá> dmpátcov,

y el

  aéQev

  m

  y  éyú óé viv

 12S

 y el 'AxiXMm g

l.459a  népi

 126

, pero no  nepi 'AxüMmg,  y cuantas

otras haya de este tipo. Pues todas las expre

siones de este tipo por no estar entre las vulga

res hacen que no haya vulgaridad en la elocu

ción, pero aquél ignora esto.

Y es importante el servirse adecuadamente

de cada una de las cosas dichas, y de palabras

dobles y extrañas, pero lo más importante con

mucho es saber utilizar la metáfora. Pues esto

es lo único que no es posible toma r de o tro y es

señal de un don natural. Pues metaforizar bien

es ver bien lo semejante. De las palabras, las

dobles se ajustan a los ditirambos , las palabras

raras a los versos heroicos y las metáforas a los

yámbicos. Además en los versos heroicos to

dos los métodos mencionados son idóneos, pe

ro en los yámbicos, por imitar los que más el

lenguaje coloquial, se ajustan aquellas pa

labras de las que uno se serviría en la prosa, y

éstas son las siguientes: la palabra corriente, la

metáfora y el ornamento.

Sea lo dicho suficiente acerca de la tragedia

y de la mimesis por medio de acción.

121

  // .  17.265; cfr.

  14.394.

 L a t raducción es «las costas braman »

Kpát,ovaiv  es la palabra vulgar.

122

  No se sabe nada de él . Probablemente es el satirizado por

Aristófanes en

 C aballeros

  1281 y

 Avispas

  1280.

12 3

  A n á s t r o f e .

  lUhÜ tfauv Woleük

  :

i\., :

 ¿>v;"

:

k<.--

  j ^ - • - • • • -

  ' ;J,

J

 

124

  Forma prono minal alternat iva con  aov.

12 5

  Aparece en

  Edipo en Colono

  986 de Sófocles,

  vi v

  es  pro

nomb re de tercera persona, singular o plural de cualquier género.

126

  Anás t rofe .

106

XXIII

A cerca de la imitación narrativa y en verso,

es evidente que hay que componer las fábulas,

como en las tragedias, de una forma dramáti

ca y en torno a una única acción entera y

completa y que tenga principio, parte media y

fin, para que como un único ser viviente ente

ro produzca el placer que  le es prop io; también

es evidente que las composiciones no deben ser

semejantes a narraciones históricas, en las quenecesariamente se muestra no u na sola acción,

sino un solo tiempo, esto es, cuantas cosas

ocurrieron durante éste a un solo hombre o a

varios, la relación de estos hechos entre sí es

casual. Pues así como la batalla naval de Sala-

mina y el combate de los cartagineses en Sicilia

se produjeron en la misma época

 ni

,  no ten

diendo de ninguna manera al mismo fin, así

también en el transcurso de los tiempos algu

nas veces se produce una cosa junto a otra y a

partir de eso no ocurre que tengan un único

fin. Pe ro más o menos todos los poetas hacen

esto

l2 8

.

Por eso, como ya dijimos

129

, también por

eso Homero puede parecemos entre los otros

un poeta divino, por no intentar tratar toda la

guerra aunq ue tenía principio y fin, pues la fá

bula habría sido demasiado grande y no vista

correctamente en su conjunto, o midiéndola

bien en la extensión se habría complicado por

la variedad de hechos. Tom ando u na sola par

te se sirvió de muchos episodios de las otras

partes, com o el catálogo de las naves y mezcla

el poema con otros episodios.

12 7

  Siglo v. H eród oto 7.166 dice que incluso el mismo día.

128

  Est ru cturan como si fuera una historia .

12 9

  Cfr. 1451a23 ss.

107

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i.459b

  Pero los demás hacen un poema en torno a

una sola persona, o a una sola época y una

única acción de muchas partes, como el que

hizo los  Cantos Ciprios'

30

  y la  Pequeña

Ilíada

 l3 1

. Po r consiguiente, de la

 Ilíada

 y de la

Odisea  se puede hacer una tragedia de cada

una o dos solas, pero de los   Cantos Ciprios

132

muchas y de la Pequeña Ilíada  ocho

 l3 3

, como

el  Juicio de Armas'

34

, Filoctetes'

35

,

Neoptólemo'

36

, Eurípilo'

31

', La mendici

dad'

38

,  Las lacedemonias'

39

, El saco de

Ilion'

40

,

  La salida'

4

'.

XXIV

Además es preciso que la epopeya tenga las

mismas especies que la tragedia: simple o

13 0

  Atribuidos a Estasino de Chipre, poeta épico del siglo VIII,

ap rox imadamen te .

131

  Atribuida a Arctino de Mileto, poeta épico del siglo VIII,

aproximadamente .

13 2

  A partir de lo que sabemos de los  Cantos ciprios  podrían ser:

Juicio de París , Rapto de Helena, Télefo, Disputa de Aquiles y

Agamenón, Ingenia en Aulide, Protesilao . . .

133

  Lo que viene a continuación ¿son títulos de obras o temas de

tragedia?

'

3 4

  Título de la primera tragedia de la trilogía sobre Ayax de Es

quilo .

135

  Posiblemente de Sófocles.

13 6

  Se dice que Nicómaco escribió una obra con este título.

137

  Eurípilo, hijo de Télefo, llegó para luchar en el asedio a Tro

ya y fue muerto por Neoptólemo; no se conoce ninguna tragedia

con este título.

138

  Odiseo entró en Troya disfrazado de mendigo (cfr.  Od.

4.247). No queda tragedia con este título.

13 9

  Sófocles escribió una obra con este título.

140

  Obra de Iofón, hijo de Sófocles.

141

  Probablemente se refiere a la salida de Troya de las naves.

108

compleja, de carácter o patética

I42

. También

sus partes, aparte de la m elopeya y el espectá

culo,

 han de ser las mismas, pues también es

preciso que haya peripecias, reconocimiento y

desgracias; además es preciso que sea bella en

los pensamientos y en la elocución. Homero

fue el primero que se sirvió adecuadamente de

estas cosas. En efecto, ambos poemas están

compuestos de esa forma; la Ilíada es simple

y patética y la  Odisea  complicada (pues

se producen reconocimientos en toda ella)

 y

 de

caracteres; y además de que las hizo así, superó todas las obras en elocución

 y

 pensamiento.

La epopeya difiere según la extensión de la

cosa compuesta y según el verso. El límite

mencionado es suficiente

143

; en efecto, es pre

ciso que se puedan ver conjuntamente el prin

cipio y el fin. Y sería así si las composiciones

fueran más breves que las antiguas y se acerca

ran hasta la cantidad de tragedias representa

das en una sola audición. Pero la epopeya

tiene, en cuanto a extender su amplitud, algo

muy característico, porque no es posible en la

tragedia mimetizar muchas partes desarrollán

dose al mismo tiempo, sino solamente la parte

que se desarrolla en la escena y es representada

por los actores, en la epopeya al contrario por

ser una narración es posible tratar muchas

partes desarrollándose al mismo tiempo, a

causa de las cuales, si son adecuadas al tema,

aumenta la amplitud del poema. De manera

que tiene esta ventaja para su m agnificencia y

para proporcionar al auditor el placer del cam

bio y para estructurar coherentemente con epi

sodios muy diversos. Pues la semejanza, que

llena rápidamente, hace fracasar las tragedias.

en

 cuanto al metro se sabe por experiencia

i« Cfr. 1455b32.

14 3

  Cfr. capítulo 7.

109

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que el heroico

 m

  es el que corresponde. Pues si

alguien compusiera una mimesis narrativa en

algún otro metro, o en varios diferentes, se

mostraría que es inadecuado, pues el heroico

es el que indica menos movimiento y el más

amplio de los metros (también por eso admite

fácilmente palabras raras y metáforas, pues

también la m imesis narrativa es también mejor

que las otras en eso), pero el yámbico

 l45

 y el

l.460a tetrámetro

 146

  son ligeros, éste para la danza,

aquél para la acción. E incluso más fuera de

lugar estarían si alguien los mezclara, como

Queremón

14 7

. Por eso nadie ha hecho una

composición larga en otro metro más que el

heroico, pero como hemos dicho la naturaleza

misma enseña a elegir lo que le va bien.

Homero es digno de que se le ensalce por

otras muchas cosas, pero especialmente por

que es el único de los poetas que no ignora lo

que hay que hacer. Pues es necesario que el

poeta diga personalmente lo menos posible,

pues no es imitador por eso. Ahora bien, los

otros están ellos mismos en escena constante

men te, e imitan pocas cosas y pocas veces, pe

ro él, tras un breve preámbulo, rápidamente

introduce un hombre o una mujer o algún otro

personaje caracterizado y de ninguna manera

(insisto) sin carácter, sino caracterizado.

Sin dud a es preciso trat ar en las tragedias lo

maravilloso, pero que se acoja preferentemen

te en la epopeya lo irracional, que es por lo

que ocurre casi siempre lo maravilloso, po rque

no se ve al que actúa, pues lo relacionado con

la persecución de H éctor parecería ridículo en

escena, unos permaneciendo inmóviles y no

14 4

  Hexámetro dactilico cataléctico. Cfr. n. 32.

14 5

  Cfr . p . 65 y n . 31 y 7 .

14 6

  Cfr . p . 65 y n . 31 .

147

  Cfr. 1447b20-23.

110

persiguiéndole mientras el otro

 148

 les hace se

ñales de prohibición

 149

, pero en la epopeya pa

sa desapercibido. Y lo maravilloso es agra

dable; una p rueba de esto es que, en efecto, to

dos cuantos narran algo hacen algún añadido

por su cuenta para agradar.

Y también Homero especialmente enseñó a

los otros poetas a decir cosas falsas como es

debido, y esto es un paralogismo

  15

°.

  Pues los

hombres creen que cuando existiendo o prod u

ciéndose una cosa, existe o se produce o tra, si

la última existe, también la primera existe o se

produce; pero esto es falso. P or eso es preciso,

si la primera es falsa, pero fuera necesario que

otra cosa, siendo verdad la primera, existiera o

se produjera, añadirla; pues por saber que esta

otra es verdadera nuestra alma razona equivo

cadamente que también la primera existe. Y

un ejemplo de esto es el episodio del Baño

  m

.

Es preciso preferir lo imposible que es

verosímil a lo posible que es increíble, y los te

mas no deben estar formados de partes irra

cionales, sino que no deben tener nada en ab

soluto que sea irracional, pero si no es posible

esto, debe estar fuera de la narración, como el

desconocer Edipo cómo ha muerto Layo

 ,52

,pero no debe estar en la obra, como en

 Electro

los que narran los Juegos Píticos

 153

 o en los

14 8

  Aquiles .

14 9

  A sus tropas, para que no alcancen a Héctor con algún arma

arrojadiza y le priven a él de la gloria.

'50 cfr. 1455al2-16.

151

  Od .  19. 220-248.

15 2

  Edipo no sabe cómo ha muerto Layo, a pesar de ocupar su

puesto durante mucho t iempo.

15 3

  En la obra de Sófocles (versos 680-763) el Pedagogo cuenta

cómo Orestes murió en la carrera de carros de los Juegos Píticos,

pero la primera vez que éstos se celebraron fue en 582 a.C.

111

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Misios  el mudo que llega a Misia procedente

de Tegea

154

. De manera que decir que sin eso

se destruiría la fábula es ridículo, pues prime

ramente no hay que componer ese tipo de

fábulas, pero si un poeta compone algo

irracional y hace que parezca medianamente

razonable, incluso se admitiría lo absurdo

l5 5

,

ya que también lo irracional que aparece en

Odisea

 y que se refiere a la exposición de O di-

seo en la playa

l5 6

, es evidente que serían inso-

l.460b portables si lo cantara un mal poeta; pero

aquí, endulzándolo con otras cualidades, elpoeta oculta lo absurdo.

Y en la elocución es preciso esforzarse en las

partes que no tienen acción y que no son ni éti

cas ni contienen pensamientos, pues la elocu

ción demasiado brillante, en cambio, oculta

los caracteres y los pensamientos.

XXV

En lo que se refiere a problemas y solu

ciones, de cuántos y de qué tipo son, se podrá

ver claramente considerándolos de la siguiente

manera:

Puesto que el poeta es imitador como un

pintor o algún otro imaginero, es necesario

que imite siempre de una de las ti es formas

154

  Télefo en

 Misios,

 obra probablemente de E squilo, aunque tal

vez de Sófocles (Esquilo utiliza más a personajes silenciosos) tras

matar a su tío en Tegea, permanece un día en Misia (Asia Menor)

sin hablar.

155

  «Pero... absurdo» es frase con otras posibles traducciones.

R. Kassel, cuyo texto seguimos, la considera corrupta.

15

«  Od.  13.116 ss.

112

que hay: o como las cosas eran o son, o como

se dice y parecen, o como es precisó qu e sean.

Y estas cosas las da a conocer por medio de la

elocución en la que también hay palabras ra

ras,  metáforas y muchas alteraciones del len

guaje, pues éstas se las permitimos a los poe

tas.

Además no es la misma la exactitud de la

política y la de la poética, ni la de otro arte y la

poética. Y de la poética misma el error puede

ser de dos tipos, el uno intrínseco y el otro ac

cidental. Pues si eligió mimetízar... incompe

tencia, el error es suyo

 157

; pero si la elección

no es correcta, sino que representó al caballo

lanzando hacia adelante a la vez ambas patas

delanteras, o si el error es relativo a ciencia

particular, como la medicina o cualquier otro

arte,

  el error no está intrínseco. De manera

que en los problemas es preciso resolver las

críticas examinándolas a partir de estas expli

caciones.

Veamos, en primer lugar, las cosas que se

refieren al arte mismo: se han introducido en

el poema cosas imposibles, se ha errado; pero

es correcto si alcanza el fin propio del arte

(pues el fin se ha in dicado), si así esto mismo uotra pa rte se hace más terrible. Un ejemplo: la

persecución de Héctor

15 8

. Ciertamente si el fin

podía alcanzarse o mejor o no peor y según el

arte relativo a estas cosas, no sería correcto,

pues es preciso, si existe tal posibilidad, no

errar de ninguna manera.

Además, ¿de cuál de las dos clases es el

error, de los del arte o de los de otra cosa acci

dental? Pues es menos si no se sabe que una

cierva no tiene cuernos que si se pinta total

mente diferente. Y ademá s, si se critica que no

157

  ¿De la poética en sí misma?

158

  Cfr. 1460al5.

113

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se han representado cosas verdaderas, pero

quizá sí como deben ser, como también Só

focles decía que él las representaba como de

ben ser, y Eurípides como son, de ese modo ha

de solucionarse. Pero si de ninguna de las dos

maneras, se puede decir que así se dice, por

ejemplo, en lo que se refiere a los d ioses, pues

quizá al decirlas de ese modo no se digan me

jor ni cosas verdaderas, pero si acontece el de-

1.461a  cirlas que sea como Jenófanes

15 9

, pero así se

dice.

  Quizá otras cosas no se cuentan mejor,

pero eran así, como las de las arma s: «sus lan

zas estaban verticales con la punta hacia arri

ba »

 l60

, pues así se solían poner, como lo hacen

también hoy los Ilirios.

Sobre si está bien o no lo que alguien ha

dicho o hecho, no sólo se ha de examinar lo

hecho o dicho, mirando si es noble o mise

rable, sino también al que actúa o dice, a

quién o cuándo, o cómo o con qué motivo,

por ejemplo, si para que se produzca un bien

mayor o para evitar un mal mayor.

Es preciso resolver otras dificultades miran

do la elocución, por ejemplo, por el uso de

una palabra rara se resolverá lo de «a los mu

los primero», pues quizá no dice «a losmu los», sino a los centinelas

161

; también cuan

do se refiere a D olón «que era feo de aspecto»,

no se refiere a un cuerpo contrahecho, sino a

un ro stro feo, pues los cretenses llaman «belle

za de aspecto» a la belleza de rostro

16 2

. Y la

15 9

  Jenófanes (vi a.C.) critica las concepciones de Homero y

Hesíodo sobre la divinidad.

16 0

  E l pasaje en // . 10 .152.

»«'  Cfr . / / . 1 .50 .

16 2

  //. 10.316. Generalmente por «feo de aspecto» se entiende

una persona de cuerpo deforme que, en consecuencia, no podría

correr rápidamente como Dolón hacía; pero se aclara que los cre

tenses entienden «feo de aspecto» como «feo de rostro» solamente.

114

frase «mézclalo más fuerte»

  163

  no significa

«puro» como para borrachos, sino «más rápi

damente».

O tro tipo de expresión se dice como m etáfo

ra, por ejemplo, «todos los dioses y los guerre

ros durmieron la noche entera»

 164

. Y también

dice «ciertamente cuando miraba hacia la lla

nura troyana (se admiraba oyendo) un tumul

to de flautas y siringas». En efecto, «todos» se

dice por metáfora en lugar de muchos, pues

«todo» supone que hay «mucho». También la

frase «y ella sola no participan te»

 165

 por metá

fora, pues lo más conocido es «solo»

 166

. Y por

el acento como Hipias de Taso explicaba el

Sído^isv ók oí  eúxog ápéaOoii

167

  y  xo /uev  oó

Kamnódexai d¿ifipcp »». O tras cosas se resuel

ven por separación, por ejemplo, Empédo-

cles,

  «y pronto se convirtieron en mortales

las cosas que habían aprendido a ser inmorta

les y puras estaban mezcladas antes»

 169

. O tras

por anfibología: «ha pasado la mayor parte de

la noche», pues, en efecto, «la mayor parte»

es anfibológico

  n o

. Otras por la costumbre del

'63 ii. 9.203.

16 4

  Mezcla de dos pasajes de la

  Ilíada,

  texto que los griegos

solían citar de memoria.

165

  Se refiere a la Osa Mayor.

16 6

  Tal vez «lo más conocido» entre paréntesis cuadrados, ya que

la Osa Mayor era la más conocida constelación que no se ponía.

16 7

  SíSo/iEv,

  presente de indicativo;

  SiSó/aev,

 infinit ivo . II . 21 .297.

16 8

  II. 23.328. Se refiere a  oú  que generalmente se lee como

oh  (negación) en las diferentes ediciones.

16 9

  Se refiere a separar por el sentido si las cosas puras estaban

mezcladas antes o si las que antes eran puras están aho ra m ezcladas.

17 0

  Se refiere a II. 10.251-253, en donde el texto generalmente se

entiende como «la noche ha recorrido más de las dos terceras par

tes,  pero aún queda una tercera parte», lo cual sería absurdo. La

solución está en queirAécuves tan to «m ás que» com o «la mayor par

te de», luego aquí lo que ocurre es que transcurrió ya la mayor par

te de los dos tercios.

115

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lenguaje. Al que está mezclado dicen que es

vin"o

T O

rpor eso se ha compuesto: «greba de

estaño recientemente hecho»

 m

.  Y «broncis

tas» se llama a los que trabajan el hierro

17 3

,

por eso también se dice que Ganimedes «es

cancia vino» a Zeuz, aunque los dioses no be

ben vino

17 4

. Pero esto sería también por metá

fora.

También es preciso, cuando alguna palabra

parece que significa algo contrario (a lo que se

espera), examinar de cuántas maneras puede

tener su sentido en ese pasaje, por ejemplo, en

el de «allí se detuvo la broncínea lanza»

 175

, de

cuántas maneras es posible que se haya deteni

do allí, en un sitio o en otro, como alguien

1.46lb  mejor crea; al contrario de lo que dice Glau-

cón

17 6

, que algunos presuponen irracional

mente algo y tras haber condenado razonan y

critican al poeta como si hubiera dicho lo que

ellos creen, si es contrario a su propia opinión.

E sto ocurrió en el caso de Icario

 177

. Pues creen

que éste era lacedemonio; así piensan que es

absurdo que Telémaco cuando fue a Lacede-

171

  A la mezcla de vino y agua se le llama siempre vino, y no

agua. Los griegos no tomaban el vino puro.

172

 //. 21.592. Aunque en la aleación predomina el bronce, se di

ce siempre «de estaño».

173

 Se trabajó antes el bronce que el hierro y se dejó el nombre

para los que trabajaban el hierro.

174

  Sino néctar.

175

  //. 20.272. La lanza de Eneas atraviesa el escudo de A quiles y

se detiene en una de las cinco capas de que está formado. General

mente se admite qu e el «allí» se refiere a la de o ro, hecho que sería

contrario a lo esperado, ya que la de oro

 es,

 probablemente, la exte

rior.

176

  Probablemente se refiere a un personaje, gran conocedor de

Homero, mencionado por Platón en

 I on

 530D.

177

  Padre de Penélope. Si hubiera sido lacedemonio, lo normal

es que Telémaco, su nieto, se hubiera hospedado en su casa cuando

estuvo en Lacedemonia.  (Od. 4.)

116

I*4A-^--

monia no se encontrase con él. Pero quizá es

como dicen los Cefalenos; cuentan, en efecto,

que O diseo tom ó esposa de entre ellos y que (el

nombre) era Icadio, no Icario; por medio del

error el problema es verosímil

178

.

Resumiendo, lo imposible es necesario

explicarlo con relación a la poesía, o a lo que

es mejor o a la opinión. Con relación a la

poesía es preferible lo imposible convincente

que lo posible que no convence; . ..qu e sean ta

les como los pintaba Zeuxis, pero es mejor,

pues es necesario, que el paradigm a sobrepase

la realidad. Con relación a lo que se dice deben

explicarse

 las

 cosas irracionales; también así se

demuestra que alguna vez no es irracional,

pues es verosímil que las cosas ocurran en

contra de lo que es verosímil.

En cuanto a las contradicciones, hay que

examinarlas como las refutaciones en la

dialéctica, si se trat a de lo mism o, con relación

al mismo objeto y en el mismo sentido, de ma

nera que o contradice lo que dice él mismo o lo

que juzgue un hombre sensato. Y la crítica es

razonable por irracionalidad y por maldad,

cuando no habiendo ninguna necesidad el

poeta se vale de lo irracional, como Eurípidesse valió de Egeo

 l79

, o de la maldad, como de la

de Menelao en Orestes

 18

°.

Así pues, las críticas se reducen a cinco ti

pos: en efecto, o se declaran cosas imposibles

178

  Kassel, editor del texto, lo considera pasaje corrupto.

179

 Eurípides escribió una tragedia titulada Egeo, pero probable

mente se refiere a la

 Medea.

  Eg eo llega a Corinto camino de Troece-

nia, en el momento justo en que M edea busca refugio donde pueda

estar a salvo de sus enemigos una

 vez

 cumplida su venganza, que no

será completa más que con este requisito de seguridad. Lo irra

cional aquí es la llegada de Egeo tan a tiempo.

180

  Cfr. p. 82

 y

 n. 50.

117

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o irracionales o hirientes o contradictorias o

contrarias a la exactitud del arte. Las solu

ciones han de ser buscadas según los tipos

mencionados. Son doce

18 1

.

XXVI

A lguien puede preguntarse cuál de las dos es

mejor: la mimesis epopéyica o la trágica. En

efecto, si la menos vulgar es mejor, y tal es

siempre la que se dirige a los espectadores me

jores, es evidente que la que mimetiza todas

las cosas es vulgar. Pues creen que no

comprenden si el autor no añade cosas, se

mueven demasiado, como los malos flautistas

que giran si es necesario mimetizar el lanza

miento del disco, y que arrastran el corifeo

cuando tocan Escila

 m

.  De manera que la tra

gedia es tal como los actores antiguos creían

que eran sus sucesores: en efecto, Minisco

183

llamaba m ono a Calípides

184

 porque creía que

exageraba demasiado, y una opinión semejan

te se tenía de Pínd aro

18 s

;

 y

 como éstos están enl.462a relación con aquéllos, así la traged ia toda se

relaciona con la epopeya. Así pues, dicen que

ésta es para espectadores capaces que en na da

necesitan los gestos,

 y

 la tragedia para especta-

181

  Seis en 1461a9-32; tres en 1460b32-1461a4; dos en 1460b22-

32, y una en 1461a4-9.

182  C f r . n o ta  a  1454a30.

183

 Minisco actuó en las últimas obras de Esquilo.

184

  Calípides ganó un premio en las Leneas de 418  a. C , siendo aún

muy joven. Minisco le llama «m ono», porque lo considera un exacto

imitador.

185

  Actor desconocido.

118

dores vulgares; así pues, si es vulgar, parece

claro que será inferior.

Primeramente, el reproche no se refiere al

arte del poeta, sino del actor, puesto que es

posible que un rapsodo exagere en los gestos,

como Sosístrato

18 6

, y un can tante, como hacía

Mnasiteo de O punte

18 7

; a continuación, no to

do movimiento debe rechazarse, si no se

rechaza la d anza, sino el de los malos actores,

lo que precisamente se reprocha ba a Calípides

y ahora a otro s, diciendo que imitan a mujeres

indignas.

A demás, la tragedia incluso sin m ovimiento

hace lo que le es propio, como la epopeya;

pues por la lectura se hace patente cuál es su

calidad. A sí pues, si es mejor en lo demás, no

es necesario que esto se dé en ella. A conti

nuación, porque tiene todo cuanto tiene la

epopeya (pues también puede valerse del

metro), y adem ás, y no es po co, la música, me

dio muy adecuado para producir placeres.

Además, también tiene el que es visible tanto

en la lectura como en la representación.

Encima, el fin de la mimesis se realiza en

una extensión m enor; pues lo más com pacto es

l.462b más grato que lo dispersado en mu cho tiempo ;

vamos, es como si alguien pusiera el Edipo d e

Sófocles en tantos versos como tiene la ¡liada.

Tam bién tiene menos unidad la mimesis de los

poetas épicos (una prueba es que efectivamen

te muchas tragedias salen de cualquier epope

ya),  de manera que si hacen una sola fábula, o

la muestran brevemente

 y

 parece coja o se ade

cúa a la extensión del metro y parece aguada;

hablo del caso en que esté compuesta la obra

de varias acciones, como la  Ilíada, que tiene

muchas partes de este tipo, y la  Odisea, que

Rapsodo desconocido.

Desconocido.

119

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también las tiene; partes que en sí mismas

tienen extensión; no obstante, estos poemas

están compuestos lo mejor posible y son, lo

más posible, mimesis de una sola acción.

En consecuencia, si la tragedia vale más por

todas estas cosas, y además por la acción que

ejerce su a rte (pues no es necesario que ellas

 l88

creen un placer, sea el que sea, sino que ha de

ser el que se ha dicho ), es evidente que será su

perior, al conseguir su fin mejor que la epope

ya.

A sí pues, sobre tragedia

 y

 epopeya, tanto en

sí mismas como en sus tipos y en sus partes,

sobre cuántas son y en qué

  se

 "diferencian,

sobre qué causas hacen que sean buenas o no,

y sobre críticas y soluciones, sea suficiente con

lo dicho...

188

  Epopeya y tragedia.

120

H O R A C I O

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Si un pin to r' quisiera añadir a una cabeza hu

man a un cuello equino e introdujera plumas va

riopintas en miembros reunidos alocadamente

de tal modo que termine espantosamente en

negro pez lo que en su parte superior

 es

 una her

mosa mujer, ¿podríais, permitida su con

templación, contener la risa, amigos? Creedm e,

Pisones, que a ese cuadro será muy semejante

un libro cuyas imágenes se representen vanas,

como sueños de enfermo, de manera que pie y

cabeza no se correspondan con una forma úni

ca. Pintores y poetas siempre tuvieron el justo

10 poder de atreverse a cualquier cosa

2

. Lo sé, y

tal licencia reclamo y concedo alternativamente,

pero no para que vayan combinadas ferocida

des y dulzuras, ni se apareen serpientes con

aves, corderos con tigres.

Frecuentemente, a principios solemnes y que

prometían grandes cosas se le cosen uno o dos

remiendos de púrpura p ara que reluzcan a lo le-

1

  Comparación pintor-poeta Aristóteles 1447a, 1448, 1454a,

1460b.

2

  Luciano. Sobre los retratos 18. «Hay un viejo dicho: pintores y

poetas no tienen que dar cuentas».

123

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jos;

 se describe el bosque sagrado y el altar de

Diana, el recorrido de presurosa agua por

alegres campiñas, o el Rin, o el arco-iris; pero

de momento no era ése su lugar. Quizá sepas

20 represe ntar u n ciprés, mas ¿de qué vale ello al

hombre que ha pagado para que se le pinte na

dand o hacia su salvación, ro ta su nave y deses

peranzado?

 3

  Comenzóse a modelar un ánfora;

¿por qué del correr del torno sale un cántaro?

En una palabra, que sea ello lo que se quiera,

pero que al menos sea simple

4

 y uno.

La mayoría de los poetas, padre y jóvenes

dignos de tal padre, somos engañados por la

apariencia del bien. Me afano en ser breve, me

hago o scuro; nervio y aliento faltan al que per

sigue la ligereza; otro , buscando lo sublime, cae

en la ampulosidad; se arrastra en la tierra el

prudente en exceso y el temeroso de la tempes

tad; el que desea trocar un tema sencillo con

30 prodigios, pinta un delfín en los bosques, un

jabalí en las olas. El evitar un fallo lleva, si se

carece de arte, a un vicio. En el derredor de la

escuela de Emilio

5

, un escultor, en su taller de

la planta b aja, esculpirá las uñas e imitará la se-

dosidad de los cabellos en bronce, estéril artesa

no,

  en suma, ya que no sabrá componer un to

do. Yo, si me ocupase de componer, no querría

ser ese hom bre más qu e vivir con nariz deforme

llamando la atención con m is ojos y con mis ca

bellos n egros.

Emprended los que escribís un tema ade

cuado a vuestras fuerzas y reflexionad largo

3

  Tras un naufragio era costumbre que un superviviente ofre

ciera un cuadro como exvoto o lo llevara al cuello si se veía reduci

do a la mendicidad. Era conocida la historia de un pintor que no

sabía pintar más que cipreses y que ante la petición de un supervi

viente de naufragios le preguntó: ¿N o quieres que añada también

un ciprés?

4

  «Formando un todo».

5

  Escuela de gladiadores.

124

tiempo acerca de qué rechazan o qué aceptan

llevar vuestros hom bro s. A l que haya elegido el

40 tema a la medida de sus fuerzas no le abandon a

rán ni la facilidad expresiva ni el orden claro.

La virtud y la gracia del orden serán, a no ser

que me equivoque, los siguientes: dirá inme

diatamente lo que inmed iatamente deba decirse,

diferirá la mayoría de las cosas y las omitirá de

mom ento, gustará de tal detalle, despreciará tal

otro,

  autor que ha prometido un poema.

En el encadenamiento de palabras

6

  también

se utilizarán la delicadeza y la prudencia: estilo

notable se tendrá si una palabra conocida se

convierte por una alianza adecuada en palabra

nueva. Si acaso es necesario aclarar conceptos

so oscuros por medio de signos nue vos

7

  y formar

palabras inauditas

8

 pa ra los Cetegos que lleva

ban calzoncillos bajo la túnica se dará tal licen

cia tomada discretamente y las palabras nuevas

y formadas recientemente obtendrán su carta de

naturaleza si provienen de fuente griega y están

poco deformadas

9

. Pues, ¿qué dará un romano

a Cecilio

10

 y a Plau to rechazán dolo de Virgilio y

de Vario

11

? ¿Por qué envidiarme si yo puedo

obtener un pequeño beneficio (introduciendo

alguna nueva palabra), ya que la lengua de Ca

tón y la de Ennio han enriquecido la lengua

6

  Más correcta me parece esta traducción que la otra posible:

«En la creación de palabras» (creación de palabras compuestas,

utilización de metáforas...)

7

  Sin la coma de Villeneuve.

8

 En sentido etimológico, también.

9

  Probablemente no se refiere a palabras copiadas, sino a los lla

mados «calcos lingüísticos».

10

  Los pasajes que nos quedan de este autor cómico (muerto en

168 a.C.) tienen enorme influencia de los originales griegos de co

media.

11

 Amigo de Virgilio. Su tragedia

  Thyestes

  (cf. Boileau, n. 95)

despertó profunda admiración y fue comparada con las obras

maestras de la tragedia griega.

125

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patria y dado a conocer nuevos nombres de co

sas? Siempre se permitió y se permitirá crear

una palabra acuñada con una marca indicadora

60 de su época. D e la misma manera que los bos

ques cambian de hojas en el otoño de cada año,

y caen las prim eras, tal la vieja generación de las

palabras perece, y las nacidas poco ha

12

, flore

cen y crecen a m odo de gente joven. N osotros y

nuestras obras nos debemos a la muerte. (Sea)

que Neptuno, acogido en tierra proteja de los

Aquilones las flotas, tarea regia, o que un pan

tano estéril largo tiempo y apto para los remosalimente las ciudades cercanas y sienta el peso

del arado, o que haya cambiado su curso nefas

to para los frutos un río instruido a mejor

camino

 13

, los hechos de los mortales perecerán;

con mayor motivo permanecerán la vigencia y

la gracia vivaz de las palab ras. Muchas p alabras

70 que ya han caído, renacerán y caerán las que

ahora tienen vigencia, si es que así lo quiere el

uso,  que es arbitro, ley y norma del habla.

En qué metro podían escribirse las gestas de re

yes y señores y las guerras luctuosas, Homero lo

mostró. En dos versos desiguales unidos se en

cerró inicialmente la queja, luego también el pa

recer de un voto conseguido

14

. Sin embargo,acerca de qué autor haya enunciado el primero

los breves elegiacos disputan los gramáticos y

aún el proceso está pendiente de juez. L a rabia

armó del yambo que le es propio a A rquíloco

 15

;

80 los zuecos

 16

 y los altos coturnos

 17

 se apodera-

12

  Se refiere tanto a las palabras como a las hojas.

13

  Preferimos esta traducción a la de: «instruido para seguir un

camino mejor».

14

 Se refiere a los epigramas votivos.

15

  El texto latino es, probablemente con intención, ambiguo: de

manera que no se sabe si es propio de Arquiloco como primer

creador o es que la rabia es típica del yambo.

16

 Calzado con el que se representaba la comedia.

17

  Calzado de la tragedia (Cf. Aristóteles, 1449a).

126

ron de este pie, apto p ara diálogos, venciendo el

barullo popular y hecho para la acción. L a-Mu

sa concedió a la lira celebrar a los dioses y a los

hijos de los dioses y al púgil victorioso y al ca

ballo primero en la carrera y las inquietudes

amo rosas de los jóvenes

 y

 las libres reuniones en

que se bebe vino.

¿Por qué si no puedo ni sé mantener el orden

adecuado y la apariencia de mis labores va a sa

ludárseme como poeta? ¿Por qué, falsamente

vergonzoso, voy a preferir ignorar a aprender?

Un tema cómico no gusta de ser tratado en

90 versos trágicos; exactamente como el festín de

Tiestes se indigna de ser narrado en versos pro

pios de una pequeña reunión y casi dignos del

zueco

18

; que cada género mantenga el lugar que

le ha correspondido por sorteo (del destino).

Sin embargo, a veces la comedia levanta su

voz y Cremes air ado , con sus mejillas hinchadas

reprende ásperamente; también con frecuencia

un trágico se duele en lenguaje pedestre, como

cuando Télefo y Peleo, ambos pobres y exi

liados, abandonan la ampulosidad y las pa

labras de un pie y medio, si se interesa

19

 en que

el corazón del espectador sea conmovido por su

lamentación.

No es bastante que los poemas sean hermo

sos; deben ser encantadores y llevar el ánimo del

100 oyente donde quieran. Del mismo mod o que los

rostros humanos ríen con los que ríen, así tam

bién asisten a los que lloran; si quieres que yo

llore,

 antes debes dolerte tú mismo; entonces, Té

lefo o Peleo, tus infortunios me harán daño ; si di

ces mal el papel encomendado, me adormeceré o

reiré.

  Palabras tristes convienen a un rostro

apesadumbrado, llenas de amenazas si airado,

18

 Villeneuve tiene un punto en su texto.

19

  Otra traducción posible es aquella en que el sujeto no es «un

trágico», sino «Télefo y Peleo».

127

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alegres si divertido, serias si adusto. En efecto,

inicialmente la naturaleza nos modela interna

mente en todos los aspectos de la fortuna; nos

recrea o nos impulsa a la ira, o nos abate hasta

no la tierra con onerosa pesadum bre o nos aflige;

luego expresa los movimientos de nuestra alma

valiéndose de las palabras

20

; si lo dicho es diso

nante de la fortuna del hab lante, jinetes e infan

tes romanos

21

  estallarán en carcajadas. Habrá

gran diferencia si habla un dios o un héro e, o un

longevo anciano o un hombre fogoso aún en su

juventud

 floreciente,

 o una señora de alta cuna o

una diligente nodriza o un mercader viajero o un

labrador de un campillo verdeante, o uno de la

Cólquide o de A siria, o un tebano o un argivo.

E scritor, sigue la tradición o da forma a seres

120 coherentes (de man era qu e)

22

 si por casualidad

repones en el teatro al ilustre

23

 Aquiles, que sea

incansable, irascible, intransigente, impetuoso,

que niegue que las leyes hayan sido hechas par a

él y que todo lo encomiende a las armas. Que

Medea sea feroz e invencible, Ino lastimera,

pérfido Ixión, lo errante, Orestes apesadumbra

do.  Si confías a la escena algo no an teriormen te

experimentado y osas crear un personaje nuev o,

que se mantenga hasta el fin cual desde el principio se haya mostrado y que sea coherente

consigo mismo. Es difícil exponer temas co

nocidos

 24

  de una forma original y tú transfor

marás el poema iliádico en obra teatral más fá-

130 cilmente que si presentaras algo desconocido y

que no se ha dicho. U n tema público será de tu

2 0

  Mejor que punto .

21

  Caballeros y plebe.

22

  Al no poner punto tras

  FINGE

 ni tras

  SCRIPTOR,

  se introduce un

«de manera que, de ese modo.. .» .

23

  HONORATUM

  puede entenderse también como «tema conoci

do» o «personaje célebre», como oposición a los versos 125-6.

24

  COMMUNIA  puede entenderse también com o «caracteres gene

rales , temas públicos . . .» .

128

privado poder, si no te demoras en circunlocu

ciones de poca calidad y asequibles a todos, ni

fiel intérprete te preocupas de traducir palabra

por palabra, ni imitando te metes en un atolla

dero de donde el pud or o la ley de la obra te im

pedirán salir.

Y no comenzarás como antaño el escritor

cíclico: «Cantaré la fortuna de Príamo y una

ilustre guerra.» ¿Qué ofrecerá ese que así pro

mete, digno de esa boca tan desmesuradamente

abierta? Parirán los montes: nacerá un ratón

ridículo. Cuánto mejor el que no construye na-

140 da fuera de propósito: «Dime, Musa, el varón

que tras la captura de T roya, vio las costumbres

y las ciudades de innúmeros hombres»

25

. No

piensa dar humo del brillo, sino que, al contra

rio,

  espera ofrecer claridad del hum o para a

continuación mostrar impresionantes mara

villas,

  Antífates

26

, Escila y Caribdis

27

  y el

Cíclope

28

. Y no se remonta a la muerte de Me-

Ieagro para cantar la vuelta de Diomedes ni a

los huevos gemelos

29

 para la guerra de Troya;

siempre se apresura hacia el desenlace y arrastra

al auditor al centro de los hechos como si le

150 fueran conoc idos, y lo que desespera que pueda

tratar con brillantez lo deja

 e

 inventa mezclandohechos falsos con verdaderos de tal forma que

no exista discrepancia del medio con el princi

pio,

  ni del final con el medio.

Tú escucha lo que yo, y conmigo el pueblo,

queremos oír, si tienes necesidad de alguien que

te aplauda tras esperar la caída del telón y per

manezca sentado hasta que el cantante diga:

«Vosotros, aplaudid.» Tienes que darte cuenta

25

  Traducción del principio de la  Odisea.

26

  Rey de los Listrigones.  Od(isea)  10.100 ss.

27

  Od .

  12.85 ss.

28

  Od .  9.187 ss.

29

  Se dice que Helena había nacido de un huevo puesto por Leda

y no por Némesis .

129

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de las costumbres de cada edad y dar lo que

conviene a naturalezas y años cambiantes. E l ni

ño que ya sabe reproducir palabras y marca la

tierra con pie seguro gusta enormemente de ju

gar con otros de su edad, concentra su ira y la

abandon a sin razón suficiente y cambia de ho ra

160 en hora . E l joven, aún imberbe, por fin alejado

su tutor, se complace en los caballos, en los

perros, en la soleada pradera del campo de M ar

te ,

  de cera para acomodarse al vicio; duro, en

cambio, ante sus consejeros, tarde se ocupa de

las cosas útiles, pródigo de d inero, altan ero, lle

no de deseos y ligero en abandonar las cosas

amadas.

L os afanes cam bian y la edad y el espíritu del

hombre buscan riquezas e influencias, están al

servicio de los hono res, se guarda de cometer lo

que muy pronto deberá esforzarse en cambiar.

Muchas incomodidades rodean al viejo o en

cuanto a lo que adquiere actuando como un m i

no serable, se abstiene de lo conseguido y teme uti

lizarlo, o todo lo que hace lo hace de una forma

tímida y con frialdad, da largas a los asuntos,

tiene grandes esperanzas, perezoso y ansioso del

porvenir, rebuscado, se queja de todo, hace la

alabanza dé aquellos tiempos en que él era niño,reprende y censura a los que son más jóvenes.

Los años, al transcurrir, traen consigo muchas

cosas buenas, pero al retirarse se llevan muchas

otras.

 Que no se encargue a un joven del papel

de un ancian o, ni a un niño del de un hom bre ya

formado; que siempre se quede en los rasgos

característicos de su edad y apropiados a ella.

O la acción transcurre en la escena o se cuenta

una vez pasada. Lo transmitido por la oreja ex-

180 cita menos los ánimos que lo que es expuesto

ante los ojos, que no le engañan y que el espec

tador mismo se apropia para sí; sin embargo,

no presentará en escena hechos que deban

transcurrir entre bastidores y apartará de los

13

ojos del espectador gran número de cosas que

pronto relatará la elocuencia de un testigo pre

sencial. Que Medea no degüelle a sus hijos a la

vista del público o que el infame A treo no cueza

ante todo el mundo entrañas humanas y que

Procne no se cambie en pájaro y Cadm o en ser

piente. Cualquier cosa que se me muestre de es

te tipo la detesto incrédulo.

La obra que quiera ser reclamada y puesta en

190 escena que no sea más breve ni más larga que

cinco actos; que n o intervenga un dios , a no ser

que el desenlace se presente digno de un venga

dor; que un cuarto actor no se esfuerce en

hablar: el coro debe defender las actuaciones y

la obligación viril y no cantar en los entreactos

nada que no se relacione con el tema y no se

adhiera a él adecuadamente. Debe favorecer a

los buenos y aconsejarles amistosamente

30

,

guiar a los airados y amar a los que se muestren

temerosos de cometer alguna falta; debe alabar

los manjares de una frugal mesa, la justicia sa

na , las leyes y la paz abridora de puertas

31

; debe

200 guard ar los secretos, suplicar a los dioses y. ro

garles para que la fortuna vuelva a los desgra

ciados y se aparte de los soberbios. La flauta no

estaba, como ahora, rodeada de latón ni era ri

val de la tromp eta, sino que era delgada, simple

y con pocos agujeros y servía para dar el tono y

colaborar con los coros, así como llenar con su

son los asientos aún no demasiado espesos en

donde se agrupaba gente que se podía contar

perfectamente, puesto que era poca, discreta,

casta y retraída. Después de que victorioso em

pezó a extender su campo y un muro más ancho

comenzó a rodear las ciudades

32

 y a apaciguar

30

  AMICE  no es vocativo.

31

  Hesíodo Teogonia 902. L as tres hijas de Zeus y de Tem is.

32

  En plural como dan los códices y no singular, entendido como

Roma.

131

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210 impunemente su Genio bebiendo durante el día

vino en las jornadas festivas, se introdujo una

mayor licencia en los versos y en los ritmos. E n

efecto, ¿qué podían saber un campesino incul

to ,

  libre de sus trabajos, mezclado con un

ciudadano, o un rufián en compañía de un

hombre honrado? Así el flautista añadió a su

arte venerable el movimiento y el lujo, y erra nte

arrastró su vestimenta por los escenarios; tam

bién así se acrecentaron los tonos de las cuerdas

severas de la lira y una elocuencia arrebatada

trajo una expresión inusitada y sagaz para la

expresión de cosas útiles y para predecir el por

venir no discrepó de los oráculos que se dan en

Delfos.

220 Y el que participó por un macho cabrío de

poco valor en un certamen con un poema trági

co ,

 pronto también desnudó a los agrestes Sáti

ros y rudo intentó la broma dentro de una gra

vedad que permanecía intacta precisamente

porque había que retener con encantos y con

una grata novedad a un espectador que venía de

cumplir con sus sacrificios, ebrio y sin

 leyes.

 Pe

ro convendrá avalar a los Sátiros, reidores y

mordaces y transformar las cosas serias en bro

ma de tal manera que cualquiera que sea el dios

o el héroe que se presente, visto recientemente

rodeado de oro y púrpura regios, no termine en

oscuras chozas por su lenguaje de baja condi

ción, pero que tampoco, mientras evita ponerse

a un nivel demasiado bajo caiga en las nubes y

230 el vacío. Es indigno de la tragedia charlar en ver

sos livianos, de la misma manera que una madre

de familia respetable a la que se obliga a bailar

en días festivos, estará un poco avergonzada en

medio de los Sátiros descarados. Si yo escribiera

dramas satíricos, Pisones, no me agradaría ha

cerlo sólo con palabras propias y sin argumento

alguno ni me esforzaría en apartarme del tono

trágico hasta tal pu nto que no existiera diferen-

132

cia cuando hablaran Davo o la audaz Pitias,

enriquecida con un talento que ha estornudado

Simón

33

, o Sileno, guardián y servidor del dios

que ha criado. Continuaré mi poema m odelado

240 a partir de algo conocido, de manera que cual

quiera que crea poder hacer lo mismo, sude

mucho y trabaje en vano por h aberse atrevido a

tratar lo mismo; tanto tienen poder el orden y el

enlace de las palabras, tanto se añade de honor

a lo que se toma del lenguaje habitual. Tengan

cuidado los Faunos sacados de sus bosques, en

mi opinión, y no hablen como si hubieran naci

do en las calles

 y

 casi en el foro, ni nun ca actúen

como jóvenes en versos demasiado tiernos o

suelten palabras sucias e innobles; pues ofenden

a los que tienen caballo, padre, patrimonio, y

aunque el comprador de garbanzos fritos o de

nueces lo apruebe en alguna medida, los otros

ni lo aceptan con espíritu favorable, ni le pre

mian con una corona.

250 Una sílaba larga a continuación de una breve

se llama yambo, y es un pie rápido; también se

ordenó que el nombre de yámbicos se completa

ra con el de trímetros, aunque el ictus

34

 se pro

dujera seis veces, semejante a sí mismo de prin

cipio a fin; recientemente, para que llegara aloído un poco lento y grave, aceptó, benévolo y

tolerante, en sus leyes paternas los firmes

espondeos

35

, aunque no cedieran con agrado los

lugares segundo y

 cuarto

36

.

 E ste pie rara vez apa-

33

 Pitias, siervo de Simón, en una comedia de Cecilio, le sacaba

dinero a su amo para la dote de su hija.

34

  Ictus, tiempo fuerte

  u-¡-.

35

  Espondeo - — . La expresión

 NON ITA PRIDEM

  (traducida aquí

«recientemente») es confusa, y no se ha encontrado otra más satis

factoria. T éngase en cuenta que ya A rquíloco (vn a.C. ) utilizaba

espondeos en sus trímetros yámbicos.

36

  Los pies impares admiten la sustitución por espondeos, pero

no así los pares, en los que generalmente se conserva el yambo.

133

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rece en los excelsos trímetros de Accio

3T

, y en lo

que se refiere a los versos de E nnio

38

, lanzados a

260 la escena con tanta gravedad, él acusa a estos

versos con el deshonroso reproche o de ser un

trabajo hecho demasiado rápido y sin el menor

cuidado o de ignorancia del arte. El primer

crítico que llega no ve en los poemas defectos de

armonía, y se dio a los poetas romanos una in

decorosa indulgencia. ¿Acaso por eso voy a dar

tumbos de un lado para otro y a escribir sin

regla alguna? ¿O voy a pensar que todos verán

mis errores, y a mantenerme a cubierto y pru

dente en el lugar donde hay esperanza de indul

gencia? A fin de cuentas, habré evitado el error,

pero no habré merecido la loa. Vosotros tenéis

que darles vueltas y vueltas en vuestras manos,

día

 y

 noche, a los modelos griegos. Frente a esto,

270 vuestros antepasados alabaron admirados tanto

los ritmos com o los chistes de P lauto, ambos de

masiado benévolamente, por no decir estúpida

mente, si es verdad que solamente vosotros y yó

sabemos distinguir una palabra elevada de una

grosera y somos hábiles en reconocer con los de

dos y el oído una cadencia correcta.

El género desconocido de la M usa

39

 trágica se

dice que lo inventó Tespis

40

, y que paseó en

carros sus poemas, que cantaban y representa

ban gentes con los rostros untados por heces.

37

  Lucius Accius, nacido en Pisauro (Cimbria) en

 170

 a.C , com

puso una dedicatoria en versos saturnios para el templo construido

en conmemoración de las victorias en España de Brutus Callaicus,

cónsul en 138 a.C. Era un gran erudito y crítico literario„así como

un poeta de gran originalidad.

38

  Ennio, nacido en 239 a.C, en Calabria; considerado como

uno de los mejores prosistas y poetas latinos, capaz de rivalizar sin

desmerecer con ¡os escritores griegos de la época helenística.

39

  Camenae eran deidades que desde Livio A ndrónico se identifi

can con las Musas.

40

  Hacia 535-533 a. C. se instauraron de una forma oficial los

concursos trágicos en Atenas, y Tespis ganó ese primer premio.

134

T ras él, E squilo, inventor de la máscara y de la

ropa de gala, montó estrados sobre pequeños

280 ma deros, y enseñó a hablar en tono elevado y a

subirse en el coturn o

41

. A continuación vino la

comedia antigua, que no careció de gran éxito,

pero la libertad cayó en el exceso y en una

violencia digna de ser regida por una ley; ley

que fue aprobada

  42

 y el coro vergonzosamente

se calló, al retirársele el derecho de molestar.

Nada dejaron de intentar nuestros poetas, y

no merecieron un honor menor cuando, atre

viéndose a abandonar los caminos griegos y acantar los hechos nacionales, representaron fá

bulas pretextatas o togadas

43

. E l Lacio no sería

290 más potente por su gloria o por sus ilustres

hechos de armas que por

 su. ley,

 si el trabajo y la

lentitud de la lima no molestaran a nuestros

poetas. Vosotros, oh sangre de Pompilio

 u

,

  cen

surad el poema que no han corregido muchos

días y muchas tachaduras no han pulido diez ve

ces hasta poder desafiar a la uña mejor cortada.

Porque Demócrito cree al genio más afortu

nad o que al arte m iserable y excluye del Helicón

a los poetas sensatos, un número considerable

de autores no se ocupa de cortarse las uñas ni la

barba, busca lugares apartados y evita los ba

ños;  en efecto, alcanzarán el título de poetas si

300 nunca confían al peluquero Licino

45

  su cabeza

41

 Calzado de alto tacón que utilizaban los actores en las repre

sentaciones.

42

  Se duda de que existiera tal ley.

43

  Las fábulas pretextatas o togadas se oponían de una forma

 ge

neral a las paliatas, que eran las griegas. El pasaje tiene una doble

interpretación: puede referirse a obras dramáticas sobre hechos la

tinos frente a los griegos o también a tragedia (pretextata, que tra

taba sobre gente noble) y comedia (togada, que trataba sobre perso

nas de bajá clase); probablemente a ambas cosas al mismo tiempo.

44

  Los Pisones pertenecían a la gens Calpurnia, que pretendía es

tar relacionada con Calpo, hijo de Numa Pompilio.

45

  Peluquero de moda de la época.

135

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8/20/2019 Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

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incurable incluso para las tres A nticiras

46

. ¡Oh

yo desgraciado, que purgo mi bilis cuando se

aproxima la estación primaveral N ingún otro

haría mejores poemas; pero nada es digno de

tan gran precio. A sí pues, jugaré el papel de la

piedra de afilar, que es capaz de hacer al hierro

cortante y ella misma es incapaz de cortar; yo

mismo, n o escribiendo n ada , enseñaré el papel y

el deber, de dónde los recursos, qué alimenta y

forma al poeta, qué conviene y qué no, a dó nde

lleva la virtud, a dónde el error.

Para escribir bien, razonar es el principio y la

fuente. A ti te lo podrán indicar las obras socrá-

310 ticas, y las palabras sin esfuerzo vendrán a unir

se al tema que se te presenta. E l que ha aprendi

do qué debe a la patria, qué a sus amigos, con

qué tipo de cariño se debe amar a un pa dre, a un

hermano y a un huésped, cuál es la obligación

de un senador p de un juez, qué papel juega un

general enviado a la guerra, ése sabe, sin duda,

entregar a cada personaje lo que le conviene. Te

ordenaría que te volvieses, astuto imitador, al

modelo de la vida y de las costumbres, y de ahí

extraer palabras vivas.

A veces una obra sin arte alguno y sin peso,

mas brillante en ideas y con caracteres bien di-

320 bujado s, deleita y retiene mejor al público que

versos sin ningún fondo y sin bagatelas armo

niosas.

A los Griegos la Musa dio el ingenio, a los

Griegos dio el hablar con una boca pulida, a los

Griegos, ávidos solamente de gloria; los niños

Romanos aprenden con largos cálculos a dividir

un

 as

47

 en cien partes. «A ver, que me diga el hi

jo de Albino: sí de cinco onzas restamos una,

46

  Aunque había tres ciudades con este nombre famosas por la

cantidad de heléboro que tenían (planta que curaba la locura), pro

bablemente se refiere a la de Fócide, en el golfo de Corinto.

47

  El as, unidad monetaria, era un lingote de cobre de una libra

de peso (327 gramos) dividida en 12 onzas.

136

¿cuánto queda?... Ya deberías haber respondi

do.

  —Un tercio de as. — ¡Muy bien Serás ca

paz de conservar tu patrim onio. Se le añade una

330 onza. ¿C uánto hace eso? —Medio as.» Cuando

ese orín y esa preocupación del ahorro hayan

impregnado los espíritus, ¿esperamos que

podrá componer versos dignos de ser untados

con cedro

48

  y de ser conservados dentro de

ciprés bien pulido?

Los poetas quieren ser útiles o deleitar o decir

a la vez cosas agradables y adecuadas a la vida.

Cualquier precepto que se dé, que sea breve, pa

ra que los espíritus dóciles capten las cosas

dichas de una forma concisa y las retengan con

fidelidad. T odo lo superabundan te se escapa de

un corazón demasiado lleno. Que las ficciones

inventadas para causar placer sean próximas a

la verdad, de manera que la fábula no reclame

que se le crea todo lo que ella quiera ni se saque

del vientre de una Lamia

49

  el niño vivo con el

340 que se ha alimentado. Las centurias de ancia

nos

50

  critican las cosas carentes de fruto, los

Rammes

51

  altivos pasan por alto los poemas

sobrios. Todos los votos se los lleva el que

mezcla lo útil a lo agradable, deleitando al lec

tor al mismo tiem po que se le instruye; ése es el

libro que da dinero a los Sosios

52

, atraviesa los

mares y prolonga durante mucho tiempo la no

toriedad del escritor. Hay, sin embargo, faltas

que quisiéramos perd onar; pues ni la cuerda da

siempre el sonido que quieren la mano y el

48

  Se refiere al aceite de cedro que se utilizaba par a proteger los

papiros.

49

  Especie de vampiro con cuerpo de mujer y pies de asno que se

creía que comía niños.

50

  Con centurias de ancianos se refiere a gente de más de cuaren

ta y seis años.

51

  Por Ramnes se entiende jóvenes caballeros. Nom bre tomado

de la primera de las tres tribus formadas por Rómulo y Tacio.

52

  Famosos libreros romanos.

137

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espíritu y con mucha frecuencia da un sonido

agudo al que le pide uno g rave, ni el arco alcan-

350 za siempre todo lo que amenaza. Pero cuando

las bellezas son lo más numeroso en un poema,

yo no seré cegado por unas pocas manchas que,

o la negligencia ha esparcido, o la naturaleza

humana no cuidó lo suficiente. Así pues, ¿qué

quiere decir esto? Del mismo modo que un co

pista comete constantemente la misma falta,

aunque ha sido advertido, no tiene disculpa, y

como uno se ríe de un citaredo que siempre se

equivoca en la misma cuerda, así para mí el quecomete muchos fallos, se me convierte en aquel

Querilo

53

 al que me admiro riéndome cuando es

bueno dos o tres veces; y exactamente igual me

indigno cuando el excelente Homero dormita;

360 pero se puede permitir en una ob ra larga que el

sueño aparezca.

La poesía es como la pintura; habrá una que

te cautivará más si te mantienes cerca, otra si te

apartas algo lejos; ésta ama la penumbra;

aquélla, que no teme la penetrante mirada del

que la juzga, quiere ser vista a plena luz; ésta

agradó una sola vez; aquélla, aunque se vuelva

a ella diez veces, agradará (otras tantas).

O h tú, el primogénito de los jóvenes

54

 aunque

seas formado hacia la rectitud por la voz pater

na y por ti mismo tengas correcto juicio, recoge

en tu memoria esto que se dice para ti: en algu

nas cosas se admite correctamente que sea me

dio y pasable; un jurisconsulto o un abogado

370 mediocres están lejos, el uno de la virtud del

orador Mésala

55

, el otro no sabe tanto como

A ulo Cascelio

56

, y sin embargo tienen valor; a

los poetas no concedieron ni los hombres, ni los

53

  Mal poeta.

54

  Cf. Introducción.

55

  Mésala era un conocido orador.

56

  Jurisconsulto contemporáneo de Cicerón.

138

dioses, ni los libreros

57

  el ser mediocres. Del

mismo modo que entre mesas agradables una

sinfonía discordante, un perfume de mala cali

dad y una adormidera con miel sarda

58

  chocan,

porque la cena había podido transcurrir sin esas

cosas, así un poema nacido

 e

 inventado para ha

cer gozar los espíritus, si se aparta un poco del

tono elevado cae hasta lo más bajo. El que no

sabe jugar se abstiene de las armas del Campo

de M arte, el que ignorante de la pelota o del dis-

380 co o del juego del aro se mantiene tranquilo p a

ra que los círculos cerrados de espectadores no

rompan a reír impunemente; el que no sabe

componer versos, sin embargo, se atreve a ha

cerlos. ¿Por qué no? E s libre, de buena familia,

especialmente está inscrito como poseedor del

censo de los caballeros y está exento de todo vi

cio.

T ú, tú no h arás ni dirás nada que le repugne a

Minerva; ésa es tu opinión, ésa tu razón. Sin

emb argo, si algún día escribieras algo, pon ió en

los oídos del crítico Meció

59

, de tu padre y

míos, enciérralo ocho años manteniendo en tu

casa bien cerrado el papiro; podrás destruir lo

390 que no has publicad o, pero una palabra dicha

no vuelve.

A los hombres de los bosques, un ser sagrado

e intérprete de los dioses, Orfeo, los apartó de

los crímenes y de la comida indigna, po r eso se

ha dicho que él domaba a los tigres y a los

leones feroces; también se ha dicho de Anfión,

fundador de la ciudad de Tebas, que movía

57

  La traducción dice ni las «columnas»; se refiere a que los

libreros fijaban sus novedades en las columnas.

58

  Los granos de adormidera se servían con miel. La miel de Cer-

deña era muy amarga.

59

  Pompeyo le había encargado que eligiera las obras que se

representarían en la inauguración de un teatro. Cuando Horacio

escribe esto presidía una comisión de lectura de obras dramáticas.

139

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piedras con el sonido de su lira y las llevaba con

su atrayente súplica a donde él quería. Esta era

otrora la sabiduría: separar lo público de lo pri

vado, lo sagrado de lo profano, prohibir las re

laciones vagabundas, dar leyes a los esposos,

construir ciudades, grabar leyes en la madera.

400 A sí les vino la gloria y el renombre a los poetas

inspirados y a sus poem as. T ras ellos, el ilustre

Homero y Tirteo

60

, animaron con sus versos a

las almas viriles (para que participaran en) los

combates de Marte; los oráculos se han dicho

por medio de versos; se ha mostrado el caminode la vida

61

 y se ha trata do de ganar el favor de

los reyes con los ritmos Pierios

62

, y se inventó el

juego de la escena, fin de rudas tareas. Que no

se tenga vergüenza ni de la Musa hábil en la lira

ni del cantor Apolo.

Se ha p reguntado si es la naturaleza la que ha

ce a un poema digno de elogio o si es el arte; yo

410 no veo a qué servirá el traba jo sin una rica vena

ni el genio sin pulir; cada uno pide la ayuda del

otro,

  y ambos conspiran juntos amistosa

mente

63

. El que desea alcanzar a la carrera la

meta deseada ha sufrido much o, y lo hizo desde

niño,

 ha sudado y ha pasado frío, se ha absteni

do del amor y del vino; el tocador de flauta que

toca en los Juegos Píticos, ha aprendido prime

ramente y ha tenido un maestro. Hoy basta de

cir: «Yo compongo poemas admirables; que la

sarna alcance al último

64

; para mí es vergonzo

so P oeta griego del siglo vn a.C . famoso por sus cantos de aliento

a los espartanos para que lucharan por su patria.

61

  Alusión a la poesía gnómica cuyos representantes más

característicos eran Solón y Teognis.

62

  De las musas. Se refiere probableme nte a las luchas que había

entre algunos poetas (Pindaro, Simónides, Baquílides) por conse

guir contratos con los grandes señores.

« Cf. Ar istóteles 1451a y 1455a.

64

  Equivalente al español «el último, ton to»; esta frase de Hora

cio se basa también en un juego infantil.

14

so quedarme el último y confesar razonable

mente que no sé lo que no he aprendido.»

Como un pregonero que reúne a la multitud

para vender sus mercancías, el poeta invoca a

4

20 los aduladore s a que acudan a la gananc ia si es

rico en tierras, rico en dineros colocados con in

terés. Si además es tal que puede servir ade

cuadamente una buena comida, a presentar

garantías por un pobre cualquiera y arrancarlo

cuando está metido en terribles pleitos, me

admiraría si supiera distinguir, feliz como es,

entre el falso y el verdadero amigo. T ú, sea que

hayas dado o sea que quieras dar a alguien,

guárd ate de llevar a ése lleno de alegría ante ver

sos hechos por ti; sin duda , exclamará: «¡Bien,

estupendo, correctísimo », palidecerá ante

ellos, incluso de sus ojos amistosos gotearán las

430 lágrim as, se estremecerá , golpeará la tierra con

el pie. Del mismo modo que los que lloran a

sueldo

65

  funerales dicen y hacen casi más que

los que les sale el dolor de su ánim o, así uno que

se burla se conmueve más que un panegirista

auténtico. Se dice que los reyes abruman con

muchas copas de vino y someten a interrogato

rio con vino pu ro, al que se esfuerzan en ver cla

ramente si es digno de su amistad; si compones

poesías, que nunca te engañen los espíritus que

están ocultos bajo la piel de zorr o. Si se leía algo

a Quintilio

66

, decía: «Corrige, por favor, esto y

440 también esto»; si se decía que no se podía hacer

mejor tras dos o tres intentos en vano, te rogab a

que lo destruyeras y que pusieras de nuevo

sobre el yunque los versos mal torneados. Si se

prefería defender el error en lugar de corregirlo,

no decía ni una palabra más ni se gastaba en

65

  El uso de plañideros (-as) tenía origen oriental; probablem ente

en Roma lo introdujeron los etruscos.

66

  Quintilio Varo , de Cremona era am igo de Virgilio y de Hora

cio.

141

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una obra inútil, de manera que no impidiera

que el autor se amara sin rival, él y sus versos.

El hombre honesto y reflexivo criticará los ver

sos sin fuerza, conden ará los duros, trazará una

línea negra en sentido transversal con su pluma

en los versos toscos, suprimirá los ornamentos

pretenciosos, obligará a que se aclare lo poco

claro, denunciará lo dicho de una manera am bi

gua, señalará lo que se debe cambiar, se conver

tirá en Aristarco

67

, y no dirá: «¿Po r qué voy yo

a ofender a un amigo por bagatelas?» Estas ba

gatelas llevarán a graves problemas a un poeta,

si al mismo tiempo se ríen de él y lo acogen des

favorablemente.

Del mismo modo que al que acosan la sarna

maligna o el mal real

68

 o el frenesí fanático o la

cólera de Diana

69

, los sabios temen tocar y

rehuyen al poeta loco; los niños lo molestan y

los imprudentes lo siguen. Si, mientras recita

con la cabeza levantada sus versos

 y

 va de un la

do para otro, como un cazador de pájaros que

persigue mirlos, cae en un pozo o en una fosa,

aunque grite durante mucho tiempo: «¡So-

460 corro ¡Eh ciudadanos», no habrá nadie que se

ocupe de sacarle. Si alguien se ocupase de ayu

darle y íe lanzara una cuerda le diría yo: «¿C ómo sabes si no se ha lanzado a proposito y no

quiere que se le salve?», y le contaría la muerte

del poeta de Sicilia

70

: deseando que se le tuviera

por un dios inmortal, Empédocles precipitó su

cuerpo a sangre fría en el Etna ardiente. Que los

poetas tengan el derecho y que se les permita

67

  Aristarco de Samotracia (217-145 a.C), bibliotecario de

Alejandría; con él comenzó la erudición científica; su obra cubrió

campos como el gramatical, el etimológico, el ortográfico, el litera

rio y el de crítica textual.

68

  La ictericia; se le llamaba así por los gastos enormes que había

que soportar para curarla.

69

  Los «lunáticos».

70

  Se refiere a Empédocles de Agrigento (poeta-filósofo).

142

morir; el que salva a uno que no lo quiere hace

lo mismo que si le mata ra. N o es la primera vez

que ha hecho esto ni, si se le saca, volverá a ser

un ser humano y no abandonará su deseo de

470 una muerte ilustre. Ni aparece bástante claro

por qué hace versos, si ha orinado sobre las ce

nizas de su padre o si impuro ha turbado un si

niestro lugar alcanzado por un rayo

71

; en cual

quier caso es un ser enfurecido, y como un oso ,

que ha sido capaz de romper los barrotes de su

jaula que se ofrecían ante él, ácido lector ahu

yenta al ignorante y al sabio; pero al que ha co

gido, lo retiene y lo mata leyendo, sanguijuela

que no dejará la piel a no ser llena de sangre.

71

  Los lugares donde caían los rayos eran considerados sagrados

y a su alrededor se colocaba una valla.

143

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BOILEAU

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C A N T O P R I M E R O

Vanamente un temerario autor piensa en el

Parnaso ' alcanzar la cima del arte de los versos.

Si no siente de ninguna manera la influencia

secreta del cielo, si su astro n o le ha hecho p oeta

cuando nació, es siempre un prisionero de su li

mitado genio; para él es sordo Fe bo

2

 y Pegaso

3

,

reacio.

¡Oh vosotros que peligrosamente ardorosos,

participáis en la espinosa carrera del espíritu

cultivado , no vayáis a agotaros en versos sin

fruto, ni a considerar una afición a hacer rimas

10 como genio; temed los cebos engañosos del pla

cer vacuo y pensad mucho tiempo en cuál es

vuestro espíritu y cuáles vuestras fuerzas

4

.

La naturaleza, feraz en excelsos espíritus, sa

be repartir el talento entre los autores: uno es

capaz de dibujar con sus versos un fuego amo

roso; otro sabe aguzar con mordacidad un

epigrama con un rasgo gracioso. Malherbe

1

  Esto es, en el terreno de la poesía.

2

 Apolo el dios de la poesía lírica.

3

  Es el que transportaba al poeta inspirado.

4

  Horacio 38-40.

147

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puede loar las hazañas de un héroe y Racán

5

cantar a Filis, a los pastores y a los bosques:

mas con frecuencia un espíritu que se adula y se

ama desconoce el valor de su genio y se ignora a

20 sí mism o: por ejemplo un tal

6

 que antaño se vio

ennegrecer con versos las paredes de un

cabaret

7

 en compañía de Faret

8

, se va a cantar,

sin venir a cuento, la huida triunfal del pueblo

hebreo con voz insolente, y persiguiendo a

Moisés a través de los desiertos corre con el Fa

raón a ahogarse en los mares

9

. Que siempre en

cualquier tema que se trate, sea divertido o ele

vado, se hermanen el recto sentido y la rima;

30 ambas inútilmente parecen odiarse, pero la rima

es una esclava y no tiene otra cosa más que obe

decer. Cuando alguien se afana inicialmente en

buscarla correcta, su espíritu se acostumbra a

encontrarla con facilidad; ante el yugo de la ra

zón se doblega sin esfuerzo y, no sólo no lo mo

lesta, sino que la sirve y la enriquece. Pero

cuando se la olvida, se hace rebelde y corre tras

ella el buen sentido para volver a cogerla. Así

pues, am ad la raz ón: que siempre vuestros escri

tos tomen de ella su lustre y su valor.

40 L a mayoría de los escritores, guiados por un

5

 El marqués de Racan (1589-1670).

6

  Saint Amant, autor de Moisés salvado  (B).

7

  Marcial Epigramas  12.62.

8

  Faret, autor de un libro titulado El

 hombre honesto y

 amigo de

Saint Amant (B). Nicolás Faret (Bourg-en-Bresse 1596-muerto en

1646 e inhumada en Saint-Germain-L'Auxerrois) frecuentó hacia

1620 el círculo de Colletet y M alleville. Fue am igo de Coeffeteau y

de Vaugelas; es uno de los primeros académ icos. En 1630 apareció

una obra suya titulada El hombre honesto b E l arte de agradar en la

corte,

  en la que dice (capítulo «A cerca de la fuerza de la opinión»):

«No sé cómo ha ocurrido que mi nombre por desgracia rime con

Cabaret tan adecuadamente, de manera que buenos

 y

 m alos poetas,

amigos y desconocidos... se han valido de esta rima que encuentran

tan cómoda.»

9

  En la obra de Saint Am ant (1594-1661) la madre de Moisés ve

en sueños el paso del Mar Rojo. Cf. 3.261-5.

148

brío insensato, siempre van a buscar su idea le

jos del recto sentido: creerían caer con sus ver

sos monstruosos en lo más bajo si pensaran que

otro h a podido pensar como ellos. Evitemos es

tos excesos: dejemos a Italia la locura cega

dora de todos sus falsos brillos

 10

. Todo debe

tender al buen sentido; pero para llegar a eso el

camino es resbaladizo y es trabajoso mantener

se recto; a poco que uno se aparte, inmediata

mente se ahoga. La razón en su trayecto no

tiene más que un camino.

50 A veces un autor , demasiado imbuido de suobjetivo, nunca abandona un tema sin agotarlo.

Si encuentra un palacio, me describe su facha

da, a continuación me pasea de terraza en terra

za; aquí se presenta una escalinata; allá es un

pasillo lo importante; acullá un balcón termina

en una balaustrada de oro. Cuenta los redonde

les y los óvalos que adornan los techos: «No

son más que festones y astrágalos»". Paso

veinte páginas para encontrar el final y a duras

penas me salvo a través del jardín. Evitad la es

téril abundancia de ese tipo de autores, y no os

60 recarguéis de ninguna manera con un detalle

inútil. Todo lo que se dice en demasía es

insípido y cargante

 l 2

. E l espíritu ha rto lo recha

za inmediatamente. El que no sabe contenerse

no supo jamás escribir.

Con frecuencia el temor a un mal nos condu

ce a otro peor

 13

: un verso era dem asiado blando

10

  Durante la primera mitad del siglo xvn en Francia había una

gran admiración por la literatura italiana, especialmente por Tasso

y A riosto.

11

  Verso de Scudéri (B), que dice «coronas» y no «astrágalos»

que son molduras colocadas en las columnas entre el fuste y

 el

 capi

tel. El fragmento se refiere al libro III del

 Alarico;

 en ese libro Scu-

déry emplea casi trescientos versos en describir las partes de un pa

lacio.

12

  Horacio 337.

13

 Horacio 31.

149

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8/20/2019 Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

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y lo convertís en uno duro; por evitar ser prolijo

me hago oscuro

 14

. Un autor no está demasiado

disfrazado, pero su Musa se nos presenta

completamente desnuda; otro tiene miedo a

arrastrarse y se pierde en las nubes.

¿Queréis merecer los amores del público?

 1S

.

70 Cuando escribáis, cambiad sin cesar vuestra

forma de escribir. Un estilo demasiado igual y

constantemente uniforme brilla vanamente ante

nuestros ojos, ya que por necesidad nos adorm i

la. Se lee poco a esos autores, que parecen naci

dos para aburrirnos y que parecen salmodiar

siempre en un m ismo tono

 16

.

¡Feliz aquel que en sus versos sabe con ligera

voz pasar del tono grave al suave y de lo gra

cioso a lo serio Su libro, am ado por el Cielo y

querido por los lectores, se encuentra con fre

cuencia rodeado de compradores en la librería

de Barbin

 17

.

Escribáis lo que escribáis, evitad la bajeza:

80 incluso el estilo menos noble tiene algo de

nobleza. El descarado estilo Burlesco

 ,8

, inicial-

mente engañó y ag radó, a despecho del sentido

común, por su novedad. Lo único que se veía en

versos eran chistes triviales; el Parnaso se puso

a hablar el lenguaje de los mercados; ya no hu

bo forma de frenar las licencias en la rima, y

Apo lo d is f razado

  19

  se convirtió en un

Tabarín

20

. Esta infección contagió las provin-

14

 Horacio 25-6.

'5 Horacio 26-8; 230.

16

  Horacio 355-6.

17

  Horacio 343-5.

18

  Muy de moda en la primera mitad del siglo xvn, decayendo

hacia 1660. Saint Amant se vanagloriaba de haberlo introducido en

Francia.

19

  Alusión al  Virgilio  disfrazado, de Scarron.

20

  Antoine Girard, llamado Tabarin (1584-1626), grosero bufón,

era el ayudante de un charlatán llamado Mondor, muy famoso a

principios de siglo.

150

cias,

  y del oficinista y del burgués pasó a los

príncipes. El peor bromista tuvo sus adeptos; y

90 cualquiera, incluso d'Assoucy

21

, encontró lec

tores.

  Pero finalmente la corte, desilusionada

de este estilo, desdeñó la fácil extravagancia de

estos versos, distinguió lo ingenuo de lo anodi

no y chocarrero y dejó que la provincia admira

ra el

  Tyfón

22

.

  Que nunca ese estilo mancille

vuestra obra. Imitemos el elegante gracejo de

Marot

23

  y dejemos lo burlesco a los bromistas

del

 Pont-Neuf

24

.

Pero,

  ni siquiera en una

  Farsalia,

 siguiendo

los pasos de

 Brébeuf,

 a ap ilar en las orillas «cien

100 quejumbrosas m ontañas de muertos y de mori

bundos»

25

. Captad mejor vuestro tono, sed

21

  Penoso autor que compuso  Ovidio de buen humor  (B).

Charles Coypeau d'Assoucy, nacido en París en 1604, muerto en

1679, puso en versos burlescos el Rapto de

 Proserpina,

 de Claudio

Claudiano, y una parte de las  M etamorfosis, de Ovidio. Su vida

errante y aventurera estuvo llena de acontecimientos que él narraba

en sus obras satíricas.

Varios príncipes o grandes personajes del reino protegían a escri

tores burlescos en la primera mitad del xvn: d'Assoucy fue protegi

do por Madame Royale, hija de E nrique IV; Sarasin por el príncipe

Conti; Boisrobert por Richelieu; Blot y Sauvage por Gastón d'Orlé-

ans, y Scarron por Ana de Austria.

22

Typhon

  o

 L a gigantomaquia

  o

 La guerra de los dioses contra

los gigantes,  poema paródico de la epopeya escrito por Scarron y

publicado en 1644. Paul Scarron, nacido en París en 1611 y muerto

en 1660, primer marido de Madame de Maintenon, autor de Don

Japhet, Jodelet y otras obras de teatro.

23

  Ma rot, por sus giros y su estilo, parece que ha escrito después

de R onsard; entre el primero y nosotros no hay m ás diferencia que

algunas palabras (La Bruyére).

24

  Los vendedores de mitrida to y los que hacen representaciones

de marionetas se ponen desde hace mucho tiempo en el Pont-Neuf

(B).

25

 Véase De Brébeuf (B). Guillaume de Brébeuf (1617-1661) era

autor de una ampulosa traducción de la  Farsalia,  de Lucano. El

verso es una cita trucada; al poner  morts en lugar de mourants exa

gera el defecto que señala.

151

Page 78: Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

8/20/2019 Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

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simples artísticamente, sublimes sin orgullo,

agradables sin tapujos.

No ofrezcáis al lector nada más que lo que

pueda agradarle. Tened un oído severo para la

cadencia: que siempre el sentido, cortando las

palabras, suspenda el hemistiquio en vuestros

versos y señale el descanso. E vitad que una vo

cal, por ir demasiado aprisa, no se tope en su

camino con otra

26

. Que haya una adecuada se

lección de palabras armoniosas. Evitad el en-

lio cuentro odioso de sonidos desagradables: no

puede deleitar al espíritu el verso mejor hecho o

el pensamiento más noble si se hiere al o ído.

Durante los primeros años del Parnaso fran

cés todas las leyes eran dictadas únicamente por

el capricho. La rima, al final de palabras sin

medida colocadas, sustituía a cualquier orna

mento, al ritmo y a la cesura

27

. Villon

28

  fue el

primero que supo, en aquellos siglos toscos,

aclarar el confuso arte de nuestros viejos

romancistas

29

. Inmediatamente después, Marot

120 hizo florec er las bala das , modeló letrillas, rimó

mascaradas

30

, puso los rondós al servicio de

estribillos fijos y mostró caminos totalmente

nuevos para rimar. Ronsard, que le siguió, re

gulándolo todo con otro método, lo confundió

todo e hizo un arte a su modo, pero incluso así

26

  Se refiere al hiato.

27

  La mayor parte de nuestros antiguos romances franceses están

en versos confusos y sin orden como el Román de la Rose y varios

otros (B). Error de Boileau; la poesía medieval tenía muy estrictas

reglas.

28

  Sorprende el homenaje de Boileau a Villon. El siglo xvi y

Malherbe fueron muy severos con este poeta. Sin embargo, Marot

había publicado sus obras, y en el siglo xvn, Guillaume Colletet

escribió una

 Vida

 de Villon, que probablemen te conoció B oileau; es

muy posible que La Fontaine, gran aficionado a Marot y a Villon,

hubiera iniciado a Boileau.

29

  Se refiere a las canciones de gesta.

30

  Error. Marot no escribió nunca ni letrillas ni mascaradas.

152

tuvo éxito mucho tiempo. Pero su Musa, que

habla ba griego y latín en francés, vio caer en los

años siguientes, y por una reforma grotesca, el

fasto pedante de sus ampulosas palab ras

31

. E ste

poeta orgulloso, que cayó de tan alto, hizo que

130 Desportes

32

 y Bertaut

33

  fueran más discretos.

Finalmente vino Malherbe e hizo que se nota

ra, por primera vez en Francia, una justa caden

cia en los versos, enseñó el poder de una palabra

puesta en su sitio y redujo a la Musa a las reglas

del deber. A rreglada la lengua por medio de este

excelente escritor, ya no ofreció ninguna rudeza

a un oído depurado.

Las estancias aprendieron a caer con gracia y

ya no osó que se encabalgara un verso con o tro .

140 T odo reconoció sus leyes y este fiel guía sirve

aún com o modelo para los autores actuales. Se

guid sus pasos, amad su pureza e imitad la clari

dad de su giro feliz. Si tarda en comprenderse el

sentido de vuestros versos, inmediatamente mi

espíritu comienza a distenderse y, dispuesto a

apartarse de vuestros vanos discursos, no sigue

a un autor al que es necesario buscar siempre.

Hay algunos espíritus cuyos sombríos pensa

mientos están siempre rodeados de una espesa

niebla que ni siquiera sabría traspasar el día de

150 la razón. A sí pues, antes de escribir, aprended a

pensar. La expresión sigue a nuestra idea según

sea más o menos oscura o menos clara, o más

pura. Lo que se concibe bien se expresa con cla

ridad, y llegan con facilidad las palabras con

que hay que decirlo

34

.

31

 Todos los escritores del siglo de Luis XIV fueron, como Boi

leau, muy severos con Ronsard.

32

  Philippe D esportes, abate de Saint T irón, nacido en Chartres

en 1546 y muerto en 1606, nos ha dejado sonetos, elegías, canciones

y salmos en verso.

33

  Jean Bertaut, obispo de Sées, nacido en Caen en 1552 y muer

to en 1661, dejó cánticos, canciones, sonetos y otras poesías.

34

  Horacio, 40-1;  309-11.

153

Page 79: Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

8/20/2019 Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

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Muy especialmente que siempre os sea sagra

da en vuestros escritos, incluso en medio de

vuestros mayores excesos, la reverenciada len

gua. En vano me asaltáis con un tono melo

dioso, si el término es impropio o el giro vi

cioso: mi espíritu no admite de ninguna manera

160 un barbarism o po mp oso, ni el orgulloso solecis

mo de un verso rimbombante. E n una p alabra,

sin dominar la lengua, el más divino autor es

siempre, haga lo que haga, un mal escritor.

T rabajad sin prisa, aunque os apremie algo y

que una loca velocidad no os azuce nunca

35

: un

estilo tan rápido, que va aprisa haciendo rit

mos,

  indica menos espíritu que un poco de

juicio. Prefiero un arroyo que discurre lenta

mente sobre blanda arena en un prado lleno de

flores, a un torrente desbordado que rueda, lle

no no de guijos, con tempestuoso curso sobre un

terreno enfangado. Apresuraos lentamente y sin

desanimaros revisad vuestra obra veinte veces:

pulidla y volvedla a pulir constantemente

36

;

añadid algo esporádicamente y borrad frecuen

temente.

Poca cosa es que chispeen algunos rasgos de

agudeza, diseminados de vez en cuand o, en una

obra en la que hormiguean los errores. E s preci

so que en ella cada cosa esté en su sitio; que se

correspondan el principio y el fin con la parte

media

37

; que los fragmentos que han salido de

180 un arte delicioso no formen más que un todo

con diversas partes

38

, que el discurso, no apar

tándose nunca del tema, no vaya a buscar de

masiado lejos la palabra brillante.

¿Teméis por vuestros errores la censura

pública? Sed críticos severos con vosotros mis-

35

  Scudéry decía siempre para disculparse de trabajar tan rápida

mente, que tenía orden de acabar (B).

36

  Horacio 291-4.

37

  Horacio 152.

38

  Horacio 1-23.

154

mos.

 L a ignorancia siempre está dispuesta a ad

mirarse. Haceos amigos que estén dispuestos a

criticaros y que sean sinceros confidentes de

vuestros escritos y celosos enemigos de vuestros

defectos. Despojaos ante ellos de la arrogancia

190 de la auto ría, pero sabed distinguir al amigo del

adulador

39

 ese que parece que os aplaude, pero

que se ríe

40

 y se burla. A mad que se os aconseje

y no que se os alabe.

Un adulador trata inmediatamente de hacer

exclamaciones: cada verso que oye le deja exta-

siado. T odo es encanta dor, divino, no le moles

ta ninguna palabra; da pataditas de alegría, llo

ra de ternura

41

; os colma por todas partes con

fastuosos elogios... N o tiene nunca la verdad es

te aire impetuoso.

200 Un amigo juicio so, riguroso siemp re, infle

xible, no os deja nunca tranquilos con vuestras

faltas: no perdona los pasajes descuidados, po

ne en su lugar los versos descolocados, m odera

el énfasis ambicioso de las palabras; aquí choca

el sentido, allá es toda una frase. La construc

ción parece oscurecerse un poco por un térm ino

equívoco: hay que aclararlo

42

... Así es como

habla un auténtico amigo.

Pero frecuentemente un autor intratable en

210 cuan to a sus versos se cree interesado en prote

gerlos todos y de entrada se pone en el papel de

ofendido. «La expresión de este verso, diréis, es

de baja calidad. —¡Ah , señor, os pido gracia

para ese verso, responderá primeramente.

—E sta palabra me parece fría; yo la suprimiría.

—¡Es el pasaje más hermoso —N o me gusta

este giro. —Todo el mundo lo admira»

43

. Así,

39

  Horacio 420; 424-5.

40

  Horacio 433.

41

  Horacio 428-30.

42

  Horacio 445; 449.

43

  Sobre este diálogo, véase M isántropo, II .2 .

155

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8/20/2019 Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

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siempre insistente en nunca desdecirse, el que

una palabra de su obra parezca molestaros es

una razón para no borrarla. Sin embargo, cuan-

220 do se le oye, quiere la crítica; tenéis sobre sus

versos un poder de spótico.. . Pero todo ese bello

discurso con que acaba de halagaros no es más

que una astuta trampa para recitároslos. Inme

diatamente se aleja de vosotros; y, contento con

su Musa, se va a buscar a otro sitio a algún fa

tuo al que embauca; pues con frecuencia los en

cuentra: así como nuestro siglo es fértil en auto

res bobos, también lo es en admiradores necios;y, aparte de los que nos proporcionan la capital

y la provincia, hay en casa del duque y en la del

príncipe. La obra más roma ha encontrado acti

vos partidarios siempre entre los cortesanos; y

230 finalmente, p ara termina r con un rasgo satírico,

un necio encuentra siempre a alguien más necio

que le admira.

C A N T O I I

Del mismo modo que una pastora el día de

fiesta más bello no carga su cabeza con sober

bios rubíes

44

  y, sin mezclar oro y brillo de

diamantes; coge en un campo cercano sus más

hermosos adornos: así, amable en su aire, pero

humilde en su estilo, debe brillar sin pompa un

elegante   idilio.  Su aspecto, simple e inocente,

no tiene nada de fastuoso y no le gusta el or

gullo de un verso presuntuoso. Es preciso que

su dulzura deleite como un cosquilleo estimule,

y que nunca espante el oído con pa labras altiso-

10 nantes.

4 4

  Cita de dos versos de Ségrais.

156

Pero frecuentemente un rimador acorralado

arroja despechado la flauta y el oboe en este es

tilo;

  y enloquecidamente rimbombante, en ins

piración indiscreta, adopta un tono épico en

medio de una égloga. Temeroso de escucharle,

Pan huye en los cañaverales; y las Ninfas se

ocultan de espanto bajo las aguas. Otro, al

contra rio, abyecto en su lenguaje, hace hablar a

sus pastores como se habla en la aldea

45

. Sus

versos sin agudeza y groseros, sin el menor

20 atractivo, besan continuamente la tierra y rep

tan tristemente: diríase que R onsard, en sus rús

ticas flautas, viene aún a tararear sus idilios

góticos

46

, y a cambiar, sin respeto por el oído ni

el sonido, a Lycidas en Pierrot y a Filis en

Toinon

47

.

Es difícil el camino entre estos dos tipos de

exceso. Para encontrarlo seguid a Teócrito y a

Virgilio: que no abandonen vuestras manos sus

tiernos escritos, dictados por las Gracias y hoje

ados día y noche

48

. Son los únicos que podrán

enseñaros en sus doctos versos, por medio de

30 qué arte un autor puede descender sin bajeza;

cantar Flora los campos, Pomona los huertos

49

;

animar a dos pastores a una lucha con flauta;

alabar el dulce comienzo de los placeres del

amor; cambiar a Narciso en flor, cubrir a

 Daf

nis de corteza; e incluso por medio de qué arte,

en ocasiones la égloga hace al campo y a los

45

  Este comentario de Boileau es criticado por Víctor Hugo, que

dice:

 «¿E s que entonces hay que hacer les hablar com o se habla en la

cor te?»

4

¿ Uti l izado como s inónimo de «bárbaros , ant iguos , groseros».

47

  Ronsard cambiaba los nombres en sus

  Églogas,

  fueran éstos

griegos o no; así llamaba

  Henriot

  a Enrique I I ,

  Carlin

  a Carlos

I X . . .

4

» Horac io 268-9.

49

  Se tra ta aquí de O vidio, que ha cantado a Flora y Pom ona , as í

como a N arc iso y a D afnis. Cf .

  Metamorfosis

  II I, 339-510, y I, 452-

567.

157

Page 81: Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

8/20/2019 Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

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bosques dignos

 de un

 cónsul

50

.

 Tal es la

  fuerza

y

 la

 gracia

 de

 este poema.

Con un tono un poco más alto, pero sin em

bargo exenta

 de

 audacia,

 la

 lastimera

 elegía sa

be gemir,

  los

  cabellos

  en

  desorden, sobre

 un

40 ataúd,  con  largas prendas de  luto. Describe la

alegría

  y la

  tristeza

  de los

  amantes, lisonjea,

amenaza, irrita, tranquiliza

  a una

  amante

51

.

Mas para expresar adecuadamente estos felices

caprichos es poco ser poeta; hay que estar ena

morado.

Odio

 a

 esos vanos au tores, cuya m usa violentada, siempre fría

  y

  helada,

  me

  habla

  de sus

fuegos;

  que se

 afligen

  por

  arte

 y,

  apasionados

pero

 con sus

  sentidos atrofiados,

  se

 erigen

 en

amorosos transidos para hacer rimas. Sus más

dulces transportes

 no son

 más

 que

 frases va nas :

50

  no

  saben nunca

 más que

 cargarse

 de

  cadenas,

bendecir su martirio, adorar su prisión, y hacer

que se peleen razón y sentidos. A ntaño no era

en este tono ridículo

 en el

 que Amor dictaba

 los

versos

 con que

 suspiraba T ibulo

52

 o en el que,

animando  los  dulces sones  del  tierno Ovidio,

daban

  las

  deliciosas lecciones

 de su

 arte.

 En la

elegía

  el

  corazón

  es el

  único

  que

  tiene

  que

hablar.

La

  oda,  con más

  esplendor

  y no

  menos

energía, alzando  su  tono ambicioso hasta  el

60 cielo, mantiene en sus versos comercio con los

dioses

  .

  Abre

 la

 barrera

 a los

 atletas

 en

 Pisa

54

,

canta

 a un

  polvoriento vencedor después

 de la

50

  Cf. Virgilio Bucólicas 4.3.

51

  Diccionario de la Academia de 1694 dice: «... de las mujeres

simplemente amadas

  por

  alguien

  sin

  idea

 de

  reciprocidad, pero

siempre con un amor honesto y legítimo.»

52

  Expresión tomada de Tibulo mismo. Véase 1.4.35 y 1.7.11.

53

  Horacio 83-5.

54

  En Elide; allí se celebraban Juegos Olímpicos. Virgilio,  Geór

gicas,  3.180.

158

carrera

55

, lleva a  Aquiles ensangrentado  a los

bordes del Simáis

56

,

 o

 hace doblegarse

 al

 Escaut

bajo

 el

 yugo

 de

  Luis". Otras veces, como

 una

abeja apasionada en su tarea, se va a despojar la

ribera

 de

 flores: describe

 los

 festines,

 las

 danzas

y

 las

 risas; celebra

 un

 beso tomado

 en los

 labios

de Iris

58

, que se  resiste blandamente y, por un

70 dulce capricho,  a  veces rehusa para  que se le

arrebate.  Su  estilo impetuoso  con  frecuencia

avanza

 a la

 ventura:

 en

 ella

 un

 hermoso desor

den

 es un

 efecto

 del

 arte.

Dejemos

 de

 lado

 a

 esos rimadores m edrosos,

cuyo espíritu flemático guarda

 un

 orden didác

tico

 en sus

 furores

 y que,

 pobres historiadores,

¡seguirán el orden de los  tiempos al cantar los

notorios progresos

 de un

 héroe

No se

 atreven

 a

perder

 de

 vista

 un

 tema

 ni por un

 mom ento:

 pa

ra tomar D ole tiene que haber caído Lille; y que

su verso exacto, como Mézerai

59

, haya hecho

80 caer

  ya las

  murallas

  de

  Courtrai

60

. Apolo

siempre

 se

 mostró

 con

 ellos avaro

 de su

  fuego.

A este respecto

 se

 dice

 que un día

 este singu

lar dios, queriendo exasperar a  todos los rima

dores franceses, inventó

  las

 rigurosas leyes

 del

soneto;  quiso

 que en dos

 cuartetos,

 de

 medida

pareja,  la  rima, con dos  sonidos, sonase en el

55

  Horacio,  Odas,

 1.3-4.

56  llíada,  21.

57

  Se refiere a la campaña de Flandes de 1667-8.

58

  Nombre alegórico de una amante.

59

  Eudes-Francois de  Mézeray (Mézeray 1610-París, 1603); his

toriador y  secretario perpetuo de la Academia Francesa. Escribió

una Historia

 de

  Francia

 en

  tres volúmenes; publicada

 de 1643 a

1651;

 en 1668 publicó un Resumen cronológico.  Colbert, descon

tento de  esta obra, suspendió la  pensión real de 4.000 libras que

hasta entonces se le había entregado. En  1672 se restableció la mi

tad

 de

  esta pensión. Mézeray precedió

 a

  Racine

 y

 Boileau

 en las

funciones  de  historiógrafo.

60

  Los ejércitos del rey tomaron Lille y Combrai en  1667 y D óle

en  1668.

159

Page 82: Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

8/20/2019 Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

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oído ocho veces; y que a continuación seis ver

sos,

  artísticamente colocados se repartiesen por

el sentido en dos tercetos. Sobre todo, desterró

90 de este poema la licencia; él mismo midió su nú

mero y su cadencia; prohibió que pudiese entrar

en él un verso débil, y que un a p alabra ya utili

zada se atreviese a aparecer en él de nuevo. Por

otra parte, lo enriqueció con una belleza supre

ma : un soneto sin fallo vale por sí solo tanto co

mo un largo poema. Pero en vano piensan lle

gar a ello mil autores, y esa persona única aún

no se ha encontrado. Apenas en Gombau

61

,

Maynard

62

  y Malleville

63

, se pueden admirar

dos o tres entre mil; los restantes, tan poco

leídos como los de Pelletier

 6

\ lo único que han

hecho ha sido dar un salto de la librería de

100 Sercy

65

 a la tienda de comestibles. Para encerrar

su sentido en el límite prescrito la medida

siempre es o demasiado larga o demasiado cor

ta.

E l

 epigrama

 más libre en su modelado , inclu

so en el más limitado, no es con frecuencia más

que una buena palabra ornamentada con dos ri

mas.

A ntañ o, ignorados los extremos del verso por

nuestros autores, fueron atraídos desde Italia a

nuestros versos. El vulgar corrió ávidamente,

61

  Jean Ogier de Gombauld (1570-1666), dejó una tragedia, una

pastoral, epigramas y sonetos. Había obtenido en 1610 una pensión

de 1.200 escudos y el título de gentilhombre de la cámara del rey

por un soneto a la muerte de Enrique IV.

62

  Francois Maynard (1582-1646), autor de sonetos, epigramas,

odas y canciones, miembro de la A cademia Francesa y del Consejo

de Estado.

63

 Claude de Malleville (1597-1647), autor de un célebre soneto

titulado La hermosa madrugadora.

64

  Un poeta mediocre que hacía un soneto diario.

65

  Librero de palacio (B). Charles de Sercy publicó antologías

colectivas de pequeños poemas; estaba instalado en Palacio en la

Sala Dauphine.

160

deslumhrado por su falso atractivo, hacia este

nuevo cebo. Al excitar su audacia el favor del

público, su número inundó vehementemente el

lio Parnaso. Primeramente se rodeó con él al

madrigal; incluso el orgulloso soneto fue alcan

zado por él; la tragedia

66

  hizo con él sus más

queridas delicias, y con él adornó la elegía sus

dolorosos ca prichos; un héroe en escena se pre

ocupó de engalanarse con él y un am ante, inca

paz de rimar adecuada e ingeniosamente, no se

atrevió a suspirar nunca más: se vio a todos los

pastores en sus nuevas quejas, más atentos

incluso al final del verso que a sus amad as; cada

palabra tuvo siempre dos rostros distintos; la

120 prosa lo recibió tan b ien como el verso; el abo

gado en el palacio de Justicia sobrecargó con él

su estilo, y el doctor en teología en su cátedra

sembró con él el Evangelio

67

.

Finalmente la razón ultrajada abrió los ojos,

y lo expulsó para siempre de los discursos se

rios; y, de clarándolo infame en todos sus escri

tos, graciosamente le dejó que entrara en el

epigrama, con tal de que su agudeza, manifes

tándose oportunamente, dependiese del pensa

miento y no de la palabra. Así cesaron los de

sórdenes de todos los sitios. En cualquier caso,

66

  La

 Silvia

 de Mairet (B). Mairet, nacido en Besancon en 1604 y

mue rto en 1686, escribió esta tragedia a ¡os diecisiete años y fue un

gran éxito en París durante cuatro años.

67

  El padrecito Andrés, agustino (B). Este predicador, cuyo

apellido era Boullanger, nació en París en 1578 y murió en 1657.

Predicó en las principales cátedras del reino durante cincuenta y

cinco años. Famosa es su comparación de cuatro doctores de la

Iglesia (San Agustín, San Ambrosio, San Jerónimo y San Gregorio

el Grande) con los cuatro reyes de la baraja. Es el último represen

tante de la escuela de predicación llamada «enérgica» (Savonarola

en Italia y Maillard y Menot en Francia).

11

161

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130 en la corte quedaron los Turlupinos

68

, bromis-

tas insípidos, desgraciados burlones partidarios

anticuados de juegos de palabras groseros.

Ocurre a menudo que una Musa algo fina, al

pasar sobre una palabra juega , chancea y abusa

con éxito de un doble sentido; pero evitad un

ridículo exceso sobre este punto y no vayáis a

aguzar mordazmente siempre por la cola

69

  con

una punta frivola un epigrama desmadrado.

140 T odo poem a es brillante por su prop ia belle

za. El

  rondó

10

,

  de origen galo, tiene la inge

nuidad. La

  balada

11

,

  esclavizada a sus viejas

máximas, debe con frecuencia todo su esplen

dor al capricho de las rimas. E l

 madrigal

12

,

 más

simple y más noble en su composición, respira

dulzura, ternura y amor.

El deseo de mostrarse y de no murmurar dio

armas a la verdad del verso de la

  sátira.

Lucilio

73

  fue el primero que se atrevió a

mostrarla, ofreció el espejo a los vicios de los

romanos, vengó a la virtud humilde de la ri-

150 queza altanera y al hombre honesto del pelele

que va en litera. H oracio mezcló su jovialidad a

68

  Gentes que hacían retruécanos y juegos de palabras en forma

semejante al bufón Turlupin. Henri Legrand, llamado Turlupin(1587-1637), formó, junto con Gros-Gillaume y Gaultier-Garguille,

el equipo de bromistas del Hotel de Bourgogne.

69

  Desde el verso 102 se hace constanteme nte referencia a «poin-

te»,

  que unas veces se refiere a la agudeza y el ingenio y otras al

extremo del verso. El Diccionario de Richelet (1680) dice de «poin-

te»:

 «Rencontre spirituelle», «bon mot», y dice que hay también

«pointes ingénieuses» como son aquellas en que terminan los

epigramas.

70

  Breve poema con dos rimas; puede ser de 13 versos (llamado

simple) o de 20 versos (llamado perfecto).

71

  Poema de forma fija: tres estrofas iguales y una más corta (el

«envío»); cada parte termina en un estribillo.

72

  Poema muy corto que expresa un pensamiento elegante y ga

lante.

73

 Muerto hacia el año 102 en Ñapóles.

162

esta actitud: ya no se fue nunca más ni fatuo ni

bobo impunemente; ¡y pobre de aquel nombre

que, fácil a la crítica, pudiese entrar en un verso

sin romper su medida

Persio

74

, en sus versos oscuros, pero concisos

y apretados, trató de encerrar menos palabras

que sentido.

Juvenal, educado en los gritos de la escuela,

impulsó su m ordiente hipérbole hasta el exceso.

Sus obras, completamente llenas de horribles

160 verdade s, centellean, sin embargo , con sublimes

bellezas: sea que, en un escrito llegado de

Ca p r e a

7 5

, rompa la es ta tua adorada de

Sejano

76

; sea que haga correr en el consejo a los

senadores, pálidos aduladores de un tirano sus

picaz, o que, llevando a su extremo la lujuria la

tina, venda a Mesalina

77

  a los mozos de cuerda

de Roma. Sus escritos, llenos de fuego, brillan

ante nuestros ojos por todas partes.

Régnier

78

, discípulo ingenioso de estos sabios

maestros, único que hay entre nosotros forma-

no do sobre su modelo, tiene aún gracias nuevas en

su viejo es tilo. ¡Felices, si sus discurso s, temidos

por el casto lector, no se resintieran de los luga

res que frecuentaba el autor, y si, por el sonido

atrevido de sus rimas cínicas, no alarmase con

frecuencia las orejas púdic as El latín con sus

palabras escandaliza la honestidad, pero el lec

tor francés quiere ser respetado; la libertad del

menor sentido impuro le ultraja, si el pudor de

las palabras no suaviza la imagen. Quiero en la

74

  A ulo Persio Flaco (34-62 d.C .) y Décimo Junio Juvenal (hacia

el 100 d.C.) eran famosos autores satíricos.

75

  Sátira 10 (B). Se refiere a los versos 71-2.

76

  Ministro de Tiberio. Se refiere a 10.61-2.

77

  Sátira 4 (B). Versos 72-5. Mujer de Claud io.

78

  Mathurin Régnier (Chartres, 1573-Rouen, 1613), autor muy

admirado por Boileau. Se basa especialmente en Ovidio y Proper-

cio.

  Escribió dieciséis sátiras, epístolas, elegías, odas y epigramas.

163

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8/20/2019 Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

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180 sátira un espíritu de candor y evito a un descara

do que predica el pudor.

De una agudeza de este poema tan rico en in

genio,  el francés, nacido hábil, hizo el vo-

devil

19

,  agradable e irrespetuoso, llevado por

el canto pasa de boca en boca y se acrecienta al

pasar. En sus versos se despliega la libertad

francesa: este hijo del placer quiere nacer en las

alegrías.

  En cualquier caso no

 vayáis,

 guasones

peligrosos,

 a hacer a Dios tema de una broma

terrible. Al final todos estos juegos, que preco-

190 niza el ateísmo, conducen al gracioso a la

Gréve

80

.

  Incluso en canciones hace falta buen

sentido y arte; sin embargo, se ha visto al vino y

al azar inspirar a veces a una Musa grosera y

proporcionar, sin genio, una estrofa a Liniére

81

.

Pero, por una vana dicha que os ha hecho ri

mar, guardaos de que un estúpido orgullo no os

haga ahumar. Con frecuencia el altivo autor de

cualquier cancioncilla se arroga el derecho en el

mismo instante de creerse poeta: ya no dormirá

200 hasta que no haya hecho un soneto, pone cada

79

  Vaudeville: canción popular de tema satírico. Se ha discutido

mucho sobre la etimología de esta palabra. Las dos más aceptadas

son: de  vau-de-vire,  canción báquica, que a su vez tomaba su

nombre de

 Val de

 Vire, en Normandía, porque había sido inventa

da allí en el siglo XV por Olivier Basselin, y es allí donde se empezó

a cantar. Según otra versión viene de

 voix de

 ville, aludiendo las

canciones que tradicionalmente circulaban entre el pueblo.

80

  Los versos 189-90 recuerdan el suplicio del autor de

 París

ridículo,

 Pierre Petit, que fue ahorcado y quemado en la plaza de

Gréve, bajo el ministerio Mazarino. El viento había hecho volar

por la ventana de su habitación montones de canciones que la gente

recogió en la calle e hizo circular; por azar se supo que el autor era

Petit y eso le llevó a la muerte. En esa plaza se hacían las ejecu

ciones y también se iba a buscar trabajo. La palabra francesa gréve

(«huelga»), viene del nombre de esta plaza.

81

 Amigo de Boileau.

164

mañana en limpio seis

 improvisaciones

82

.

 Inclu

so es un milagro si en sus vagas furias, al impri

mir sus estúpidas fantasías, no se hace grabar en

la portada de la antología, coronado de laure

les, por la mano de Nanteuil

83

;

CANTO

  III

No hay serpiente ni monstruo odioso que,

imitado por el arte, no pueda resultar grato a la

vista; el artificio agradable de un delicado pin

cel hace del objeto más horrible uno amable.

Así, para fascinarnos, la tragedia en medio del

llanto dio vida y lenguaje a los dolores de Edipo

ensangrentado,

  expresó las inquietudes del

parricida Orestes y, por divertirnos, nos hizo

brotar lágrimas.

Así pues, vosotros, que apasionados por un

10 hermoso fuego por el teatro, venís a él con verso

que suena bien a la oreja

84

 a disputar el premio,

¿queréis sobre la escena presentar obras sobre

las que todo París en multitud aporte sus opi-

82

 Los «impromptus» eran pequeñas obrillas compuestas teóri

camente sobre la marcha y sin ningún tipo de preparación. Futiere,

en

 Le Román

 bougeois, dice que algunas personas llevaban una co

lección de «impromptus de poche» para no estar nunca despreveni

dos.

83

  La moda entonces era que los autores pusiesen su retrato al

principio de sus obras. Robert Nanteuil, nacido en Reims en 1623,

fue alumno de Philippe de Champaigne y obtuvo del rey en 1658 el

título de dibujante y grabador, así como una pensión de mil libras

en 1659. Frecuentó el círculo de Charlotte Melson con los hermanos

Perrault. Murió en 1873.

8

<t El Diccionario de la Academia de 1694 dice de «pompeux»,

que es la palabra que aparece en el texto, «qui sonne bien á

l'oreille».

165

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8/20/2019 Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

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niones favorables, y que, constantemente,

cuanto más vistas más bellas, sean pedidas de

nuevo otra vez al cabo de veinte años?

85

. Que

en todas vuestras palabras la pasión emociona

da vaya a buscar el corazón, lo enardezca y lo

conmueva. Si el agradable furor de un hermoso

movimiento con frecuencia no nos llena de un

dulce

  terror,

  o no excita en nuestra alma una

20

  piedad

  deliciosa, en vano presentáis una escena

hábil; vuestros fríos razonamientos no harán

más que entibiar a un espectador siempre pere

zoso en su aplauso y que, justamente fatigado

por los vanos esfuerzos de vuestra retórica, se

duerme u os critica

86

. El secreto es agradar ini-

cialmente y conmover: inventad medios que

puedan hacer que me interese.

Que desde el primer verso la acción prepara

da allane la entrada sin molestia del tema. Me

30 río de un actor que, lento en su expresión, no

sabe inicialmente informarm e de lo que quiere y

que,

  desenvolviendo mal una penosa intriga,

convierte una diversión en cansancio. Incluso

preferiría que pronunciase

87

 su nombre y dijera:

«Soy Orestes, o bien, Agamenón», a que fuera,

por un m ontón de confusas maravillas a fatigar

las orejas, sin decir nada al espíritu. E l tema no

es nunca explicado claramente lo bastante p ron

to.

Que sea fijo y marcado el lugar de la esce

na. Un rimador sin peligro, más allá de los

40 Pirineos

88

, encierra en escena años en un día.

Allí, frecuentemente, el héroe de un espectáculo

sin a rte, niño en el primer acto, es anciano en el

85

  Horacio 190.

86

  Horacio 105.

87

  Hay ejemplos semejantes en Eurípides (B).

88

  En opinión de Claude Brossette (abogado de Lyon, al que

Boileau autorizó para que hiciera una edición de sus obras con co

men tarios. L a edición apareció en 1716) este verso se refería a L ope

de Vega. Los versos siguientes parece ser que estaban inspirados en

166

último. Pero nosotros, la razón compromete en

sus reglas, nosotros queremos que la acción se

administre con arte, que en un lugar, que en un

día, un solo hecho realizado mantenga lleno el

teatro hasta el final.

Nunca ofrezcáis al espectador algo increíble

89

a veces lo verdadero puede no ser verosímil.

Una maravilla absurda no tiene atractivos para

50 mí: el espíritu no es conmovido p or lo que no

cree. L o que no se debe ver de ninguna m anera,

que eso nos lo exponga una narración: los ojos,

al verlo, captarían mejor la cosa, pero hay obje

tos que el arte sensato debe ofrecer al oído y re

tirar a la vista

90

.

Que el deso rden, que crece de escena en esce

na, llegado a su pun to cu lminante, se desenrede

sin esfuerzo. El espíritu no se sienta golpeado

vivamente más que cuand o, en un tema rod eado

de intriga, la verdad de un secreto conocida re-

60 pentinamente lo cambia tod o, le da a todo un

aspecto imprevisto.

La tragedia, informe y sin arte en su

nacimiento

91

, no era más que un simple coro

donde cada uno, bailando y entonando las ala

banzas del dios de las uvas, se esforzaba en

atraer fértiles vendimias. Allí, el vino y la

alegría despertando los espíritus, un macho

cabrío era

 el

 premio del más hábil cantor

92

. Tes-

pis fue el primero que manch ado con los posos

del vino, paseó por los pueblos

93

 esta locura fe-

un pasaje del  Quijote, traducido al francés en 1614 por C. Oudin y

F.  de R osset. E n esta traducción, capítulo LV III de la primera par

te,  se lee: «¿Qué mayor ineptitud puede haber... que hacer salir a

un niflito de pañales en la primera escena del primer ac to y en la se

gunda verle convertido en un hombre com pletamente barbudo?»

89

  Horacio 338.

90

  Horacio 179-188.

91

  Horacio 202 ss.

92

  Horacio 220.

93

  Los pueblos del Ática (B). Cf. Horacio, 275-7.

167

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liz, y cargando un carro con actores mal vesti-

70 dos , divirtió a los vianda ntes con un espectáculo

nuevo. Esquilo introdujo los personajes en el

coro, vistió los rostros con una máscara mejor,

hizo aparecer al actor calzado con borceguíes

sobre las tablas de un teatro levantado en

público

94

. En fin, Sófocles, dando desarrollo a

su genio, acrecentó más la pompa, aumentó la

armonía, interesó al coro en toda la acción, pu

lió la expresión de versos demasiado toscos, dio

entre los griegos esa altura divina que nunca al

canzó la debilidad la tina

95

.

80 A borrecido el teatro entre nuestros devotos

antepasados fue un placer ignorado en Francia

largo tiempo

 %

. Se dice que una tosca com pañía

de peregrinos montó en París públicamente la

primera obra; y estúpidamente activa en su

simplicidad representó por piedad a los santos,

a la Virgen y a Dios. El saber, disipando final

mente la ignorancia, hizo ver la devota impru

dencia de este proyecto. Se expulsó a esos doc

tores que predicaban sin misión; se vio renacer a

90 Héctor, a A ndrómaca, a Ilion

97

. Dejándose los

94

  Horacio 278-80.

95

  Véase Quintiliano 10.1 (B). Contrariamente a lo que dice

Boileau en esta nota, Quintiliano alabó la  Medea, de Ovidio, y co

locó al  Thyestes de R ufo V ario por encima de todas las obras

griegas (esta última tragedia se representó el año 29 a .C ).

96

  Boileau parece ignorar que el teatro era algo muy vivo en

Francia desde el siglo xn. En cuanto a la compañía mencionada a

continuación, se trata de la Cofradía de la Pasión, a la que Carlos

IV concedió el 4 de diciembre de 1402 el privilegio de representar

misterios en París. Véase Pratique du Théatre,  del abate Aubignac,

que dedica el capítulo VI del libro IV a la historia de esta

compañía. El

 17

 de noviembre de

 1548

 el Parlamento de París le re

tiró su privilegio para los misterios. La compañía se disolvió en

1676.

97

  El sitio de Troya no fue el tema de ninguna trage dia de la épo

ca.

168

actores la máscara antigua

98

, únicamente el

violín ocupó el lugar del coro y de la música " .

Pron to el amor, fértil en tiernos sentimientos,

se adueñó tanto del teatro como de las novelas.

La descripción sensible de esta pasión es el ca

mino más seguro para ir al corazón. Pintad,

pues, a los héroes amorosos, lo permito, pero

no los convirtáis en pastores afectados: que

Aquiles ame de forma diferente que Tirsis y

loo Fileno

100

, no convirtáis a Ciro en un Arta-

mente

101

; y que el am or, atacado frecuentemen

te por los remordimientos, parezca una debili

dad y no una virtud.

E vitad las mezquindades de los héroes de no

vela: en cualquier caso, dad algunas debilidades

a los grandes corazones. No gustará Aquiles

menos activo y dispuesto: me gusta en él verle

derramar lágrimas por una afrenta. El espíritu

reconoce con placer lo natural de estos pe

queños defectos señalados en su pintura. Que

se trace el espíritu en vuestros escritos sobre este

lio modelo: que A gamenón sea orgulloso, sober

bio,

  interesado

10 2

; que Eneas tenga por sus

dioses un respeto aus tero. M antened el carácter

que es propio de cada uno. Estudiad las cos

tumbres tanto de los siglos como de los países:

los ambientes hacen con frecuencia los distintos

humores

 103

.

98

  Esta máscara antigua se aplicaba al rostro del actor y repre

sentaba al personaje que estaba en escena (B).

99

  No fue más que bajo L uis XIII cuando la tragedia comenzó a

tomar una forma adecuada en Francia (B). Esther y Atalía mostra

ron cuánto se ha perdido suprimiendo los coros y la música (B).

100

 Tirsis es un nombre tradicional para un héroe pastoril. Fileno

es un pastor de la S//v«7 de Maret.

101

  Ciro se oculta bajo tal nombre en la célebre novela de Mlle.

Scudéry.

102

  Horacio  120-3.

103

  Horacio 120-130.

169

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Evitad, pues, el dar, como se hace en la

Clelia

 l0 4

, a la antigua Italia ni aire ni espíritu

franceses; y, haciendo nuestro retrato bajo

nombres romanos, pintar a Catón galante y a

Bruto pisaverde. En una novela frivola todo se

120 disculpa fácilmente; es suficiente que la ficción

divierta en su desarrollo; demasiado rigor en

tonces estaría fuera de lugar: p ero la escena pide

un buen sentido preciso. En ella lo que es natu

ral quiere que se mantenga.

¿Inventáis la idea de un nuevo personaje?

  105

.

Que se muestre concorde consigo mismo en to

do y que sea hasta el final com o se le ha visto al

principio.

Con frecuencia, sin pensar en eso, un escritor

que se ama a sí mismo forma todos sus héroes

semejantes a él mism o; todo tiene el humor gas-

130 con en un autor g ascón: Calprenéde

 106

 y Juba

  ,07

hablan en el mismo tono. La naturaleza es en

nosotros más distinta y más sabia; cada pasión

habla un lenguaje distinto

 108

: la cólera es sober

bia

 y

 requiere palabras altivas, el abatimiento se

explica en términos menos orgullosos. Que Hé-

cuba desolada ante T roya en llamas no se ponga

a lanzar una ampulosa queja, ni describa sin mo

tivo en qué terrible país «por siete bocas el Euxi-

no reciba al Tañáis»

 109

. Todos estos pomposos

140 amasijos de expresiones frivolas salen de un

declamador enamorado de las palabras. Es ne-

104

  En esta novela de Mlle. Scudéry aparece Cat ón, hecho im pro

bable, ya que hay cuatro siglos de diferencia entre la época de Ca-

tóny aquella en que se desarrolla la novela.

105

  Horacio 125-7.

106

  Autor dramático y especialmente novelista (1610-1663).

107

  Rey de Mauritania que aparece en

  Cleopatra,

  novela de La

Calprenéde .

108

  Horacio 105-7.

109

  Verso de Séneca

  Troades

  1. El E uxino es el Mar R ojo y el Ta

ñáis el río Don.

17

cesario que en el dolor vosotros os humilléis "° .

Par a hacer b rotar mis lágrimas es necesario que

lloréis'". Esas grandes palabras con las que el

actor llena su boca no salen de un corazón sen

sible.

El teatro, fértil en críticos quisquillosos, es

entre nosotros un campo peligroso para darse a

conocer. Un a utor no hace en él fáciles co nquis

tas;

  siempre encuentra bocas dispuestas a sil

barle. Cualquiera le puede tratar de fatuo e ig-

150 norante: es un derecho que se compra en la

puerta al entrar. Es necesario, para agradar,

que se repliegue de cien mane ras; que un as veces

se eleve y que otras se humille; que sea fecundo

por todas partes en nobles sentimientos; que sea

fácil, sólido, agradable, profundo; que constan

temente nos despierte con rasgos sorprendentes;

que pase en sus versos de maravilla en mara

villa; y que todo lo que dice, fácil de retener,

nos deje un largo recuerdo de su obra. A sí actúa

la tragedia, avanza y se desarrolla.

160 D e una forma mayo r aún la

 poesía épica

 se

mantiene, en la amplia narración de una larga

acción, por la fábula

  U2

 y vive de ficción. T odo

se utiliza en ella para encantarnos; todo toma

un cuerpo, un alma, un espíritu, un rostro. Ca

da virtud se convierte en una divinidad: M iner

va es la prudencia y Venus la belleza; no son las

nubes las que producen el trueno , es Júpiter ar

mado para horrorizar la tierra; una tormenta

terrible a los ojos de los marinos es N eptuno en-

170 fadad o que regaña a las olas; eco ya no es un so

nido que en el aire resuena, es una N infa llorosa

que se queja de Narciso "

3

. Así en este montón

110

  Horac io 95.

111

  Horacio 103-4.

112

  Con «fábulas», en estos versos, se entiende «fábulas de la an

t igüedad pagana».

11 3

  Cf . Ovidio

 Metamorfosis

  I I I .

171

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8/20/2019 Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

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de nobles ficciones el poe ta

 se

 regocija en mil in

venciones, adorna, eleva, embellece, aumenta

todas las cosas y encuentra bajo su mano flores

siempre abiertas. Que Eneas "

4

  y sus navios,

apartados por el viento, sean llevados por una

tormenta hasta las costas africanas, es única

mente una aventura ordinaria y común, un gol-

180 pe poco sorprendente de los rasgos de la fortu na.

Pero que Juno, constante en su aversión, persiga

sobre las olas los restos de Ilion; que Eolo, ayu

dándola, expulsándolos de Italia, abra a los

vientos sublevados las prisiones de Eolia; queNeptuno, enfurecido, elevándose sobre el mar,

con una palabra calme las olas, ponga paz en el

aire, libere los barcos, los arranque de los

Sirtes "

5

, es eso lo que sorprende, extraña,

cautiva, interesa. Sin todos esos ornamentos el

verso languidece, la poesía está muerta o se

190 arrastra sin vigor, el poeta no es más que un

orador tímido, que un frío historiador de una

insípida fábula.

Así pues, es muy vanamente como nuestros

defraudados autores, proscribiendo de sus ver

sos estos adornos recibidos, piensan hacer ac

tuar a D ios, a sus santos y a sus profetas como a

esos dioses salidos del cerebro de los poe tas; po

nen a cada mom ento al lector en el infierno, no

ofrecen nada más que Astarté, Belcebú, Luci

fer... Los misterios terribles de la fe de un cris-

200 tiano n o son susceptibles de alegres ornat os. E l

Evangelio no ofrece por todas partes al espíritu

más que penitencia que hay que hacer y mereci

dos torm entos, y la mezcla culpable de vuestras

ficciones da aire de fábula incluso a sus verda

des.

  ¡Y qué tema, en fin, para presentar ante los

ojos más que el diablo siempre gritando contra

los cielos, que quiere abatir la gloria de vuestro

114

  Virgilio Eneida

 1.33-146.

115

 Golfos en los que con frecuencia encallaban los barcos.

172

héroe y con frecuencia equilibra la victoria con

Dios

210 T asso "

6

, se dirá, lo ha hecho con éxito. Yo

no quiero aquí, de ninguna manera, hacerle su

proceso; pero, aunque nuestro siglo publica a su

gloria, no hubiese ilustrado con sus libros a Ita

lia si su sabio héroe, siempre en oración, no hu

biese hecho más que vencer a Satanás; y si Re

naud, Argant, Tancredo y su amante no hu

bieran alegrado la tristeza de su tema.

N o es que yo apruebe, en un tema cristiano, a

un autor enloquecidamente idóla tra y

pagano "

7

. Pero en una pintura profana

 y

 alegre

220 es absurdo no atreverse a emplear las figuras de

la fábula, expulsar a los Tritones del imperio de

las aguas, quitarle a Pan su flauta, a las Parcas

sus tijeras, impedir que Caronte, en la barca fa

tal, no pase al monarca como al pastor: es alar

marse con un escrúpulo vano estúpidamente, y

querer agradar a los lectores sin ado rno. Pro nto

prohibirán pintar a la Prudencia, dar a Temis

venda y balanza, presentar ante los ojos a la

230 guerra con frente de bronce, o al Tiempo que

pasa con un reloj en la mano ; y por todas partes

los discursos, como una idolatría, irán con su

falso celo a expulsar a la alegoría. Dejemos que

se aplauda por un piadoso error; pero , para no

sotros, alejemos un terror vano y, fabulosos

cristianos, no vayamos, en nuestros sueños, a

hacer de un dios de verdad un dios de mentiras.

La fábula "

8

 ofrece al espíritu mil placeres di

versos; allí todos los nombres felices parecen

nacidos para los versos, Ulises, Agamenón,

240 Orestes, Idomeneo, Helena, París, Héctor,

116

  Se refiere a T orcuato Tasso, autor por el que B oileau no sien

te ninguna simpatía. R enaud, el héroe de su obra Jerusalén liberada

es mencionado en el verso 215.

117

  Ved a Ariosto (B).

118

 Como en verso 162.

173

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8/20/2019 Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

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Eneas.. . ¡Oh

 el

 agradable proyecto de

 un

 igno

rante po eta, que entre tantos héroes va a elegir

 a

Childebrand "

9

. A veces el sonido duro o extra

ño

 de un

  solo nombre convierte

 a

 todo

 un po

em a

 en

 burlesco

 o

 bárbaro.

¿Queréis agradar largo tiempo

 y no

 cansar

nunca? Elegid

 a

 un héroe propio

 a

 interesarme,

de notorio valor, magnífico

  por sus

 virtudes:

que en él todo aparezca heroico, incluso los de

fectos; que sus sorprendentes hazañas sean dig-

250 ñas de ser oídas; que sea como César, A lejandro

o Luis,

  no

  como Polinices

  y su

  pérfido

hermano

  12

°:

 uno se aburre con las proezas de un

conquistador vulgar.

No ofrezcáis

 un

 tema demasiado cargado

 de

incidentes. L a sola cólera de A quiles, aderezada

con arte, llena abundantemente una Ilíada:

 con

frecuencia demasiada abundancia empobrece

 el

tema.

Sed rápidos

  y

  concisos

  en

  vuestras narra

ciones; ricos

 y

 ampulosos

 en

  vuestras descrip

ciones.

 Es ahí

 donde

 hay que

 desplegar

  la

 ele-

260 gancia

  de los

  versos;

 no

  presentéis nunca

 en

ellos circunstancias bajas.

  No

  imitéis

  a ese

loco

121

 qu e, describiendo los mares y pintando,

en medio

 de sus

  olas entreabiertas,

 al

  Hebreo

salvado

 del

 yugo

 de sus

  injustos amos, pone,

para verlo pasar,

  a los

  pescados

  en las

 ven

tanas

 122

; pinta

  al

  niñito

 que «va,

  salta, vuela

y alegre ofrece

  a su

  madre

  un

  guijarro

 que

tiene».

 Es

 detener

  la

 mirada sobre objetos

 de

masiado vanos. Dad

 a

 vuestra obra

 una

 exten

sión adecuada.

11 9

  A l u d e a C a r e l  de  S a in t e - Gar d e ,  q u e  h ab ía p u b l i cad o  e n 1666

un poema hero ico t i tu lado

  Childebrand.

120  V ed

 la

 Tebaida,

  de

 Es t ad o ( B ).  Se refiere

  a

  Eteocles .

121

  Sain t Amant .

12 2

  Los pescados embelesados los miran pasar es un verso del

Moisés salvado;

 en los versos siguientes también se refiere a esa

obra.

174

Que

 el

 principio sea sencillo

 y

  no tenga afec-

270 tación. No vayáis desde

 el

 principio, mo ntados

en Pegaso

 m

,

  a

  gritar

  a

  vuestros lectores

 con

voz de trueno: «Can ta al vencedor de los vence

dores

 de la

 tierra»

12 4

. ¿Qué producirá el autor,

tras todos estos grandes gritos? La montaña

 en

su parto

 da a luz a un

 ratón

12 5

. ¡Oh , cuánto

más prefiero

  a

  este autor lleno

 de

 habilidad

  m

que,

  sin

 hacer en un principio una promesa tan

elevada, me dice en un tono fácil, dulce, simple,

armonioso: «Canta

  los

  combates,

  y a ese

hom bre piad oso q ue, desde las costas frigias lle-280 vado

 a

 A usonia, llegó

 el

 primero

 a

 los campos

de L avinia»

127

, su musa al llegar no lo incendia

todo,

 y no os promete m ás que un poco

 m

  para

dar mucho; pronto

 la

  veréis, mientras prodiga

milagros, pronunciar los oráculos del destino de

los latinos, pintar los negros torrentes de la E sti-

gia

 y

 del Aqueronte

 y a

 los Césares errantes

 ya

en

 el

 Elíseo.

Amenizad vuestras obras

  con

  innumerables

figuras retóricas; que todo forme ante los ojos

una riente imagen: se puede ser a la vez pompo -

290 só y agrad able;  y yo odio

 a

 uno , sublime, que es

aburrido

 y

 pesado. Prefiero

 a

 A riosto

 y

 sus

 fá

bulas cómicas que

 a

 esos autores, siempre fríos

y melancólicos que,

 con su

 sombrío hum or,

 se

creerían hacerse una afrenta si las gracias nunc a

les desarrugasen

 el

 ceño.

Se

 diría que para agradar, instruido por la na

turaleza, Homero

 le ha

  sustraído

  a

  Venus

 su

cinturón

 m

.  Su libro es

 un

 rico tesoro de placé

i s Horacio 136-9.

12 4

  P r imer v e r s o  d e Alaríco,  p o e m a  de  Scudéry .

12 5

  H o r a c i o  139 .

12 6

  H o r a c i o

  140-2.

12 7

  T r a d u c c i ó n a p r o x i m a d a  d el p r in c ip io  d e l a  Eneida.

i

28

  H o r a c i o  143-4.

'

2 9

  Ilíada  14 . 214  s s .

175

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res:

  todo lo que ha tocado se convirtió en oro;

todo en sus manos recibe una gracia nueva; por

300 toda s partes divierte, nunca cans a. Un feliz ca

lor anima sus discursos; nunca se desvía en ro

deos demasiado largos. Sin guardar un orden

metódico en sus versos, su tema se ordena y se

desarrolla por sí mismo; todo, sin hacer prepa

rativos, está dispuesto en él fácilmente; cada

verso, cada palabra, discurre en él hacia el

desenlace

 l3

°.

 A mad, pues, sus escritos, pero con

un amor sincero; saber disfrutar con ellos es sa

carle provecho.

Un poema excelente, donde todo avanza y se

310 continúa

131

, no es uno de estos trabajos que

son fruto de un capricho: necesita tiempo,

cuidados, y esta trabajosa obra nunca fue el

aprendizaje de un estudian te. Pero con frecuen

cia entre nosotros un poeta sin arte

 m

,

  que en

cendió por casualidad en una ocasión un her

moso fuego, inflando su quimérico espíritu con

un vano orgullo, toma en su mano con altanería

la trompeta heroica. Su Musa irregular, en sus

versos vagabundos

13 3

, no se eleva nunca más

que a saltos y. botes, y su fuego, desprovisto de

320 sentido y de cultura, se apaga a cada mom ento,

falto de alimento. Pero en vano el público, dis

puesto a despreciarlo, quiere desilusionarlo de

su falso mérito; él mism o, aplaudiendo su esca

so ingenio, se da con sus manos el incienso que

se le niega; Virgilio comparado con él

13 4

  no

130

  Horacio 148.

131

  Horacio 408-18.

132

  Se refiere en este verso y los siguientes a Des M arets de Saint

Sorlin. Cf.  supra.

133

  Vagabundos aquí tiene el sentido de que no siguen ninguna

regla más que la del azar.

134

  Se refiere a Des Marets de Saint Sorlin, que decía que «la

Ilíada

  no era elevada», que «las ficciones de Homero estaban mal

reguladas», que «Virgilio tenía poca invención»...

176

tiene ninguna originalidad; Homero no entien

de nada de la noble ficc ión.. . Si se rebela el siglo

contra esta sentencia, él llama primeramente a

la posteridad, p ero, m ientras espera que aquí el

330 buen sentido del reto rno traiga sus obras triun

fantes a la luz del día, en un montón en un al

macén, ocultas a la luz, luchan tristemente los

versos y el polvo. Así pues, dejemos que se es

fuercen entre ellos

 135

 en rep oso, y sin desviarnos

sigamos nuestro propósito.

De los afortunados éxitos del espectáculo trá

gico nació en Atenas la  comedia antigua

 i3 6

.Allí, el griego, que nació burlón, por medio de

mil divertidos juegos, destiló el veneno de sus

340 rasgos maldicientes. La sabiduría, el juicio, el

honor fueron presa de los insolentes ataques de

una bu fona alegría. Se vio a un poeta reconoci

do por el público enriquecerse a expensas de lá

representación de la virtud; y a Sócrates en un

coro de nubes

 137

, atraerse por sus virtudes los

silbidos de un montón vil de pueblo. Finalmen

te ,

 se detuvo el discurrir de la licencia

 138

: el ma

gistrado recurrió a las leyes y, obligando por ley

a los poetas a ser más sabios, prohibió decir

nombres y mostrar rostros. El teatro perdió su

350 antiguo furor; la comedia aprendió a reír sin

acritud

  139

, sin hiél y sin veneno supo instruir y

rectificar, resultó grata inocentemente en los

versos de M enandro

 140

. Cada un o, pintado con

arte en este nuevo espejo, se vio en él con pla

cer, o creyó no verse: el avaro, entre los primé-

ros,

  rio con el retrato fiel de un avaro trazado

135

  Dos adversarios; por un lado la obra de Des Marets y del otro

los versos y el polvo.

136

  Horacio 281-2.

137

 Se refiere a Nubes, de Aristófanes.

138

  Horacio 282-4.

139

  Horacio 281-4.

140

  Representante de la comedia N ueva.

177

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8/20/2019 Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

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frecuentemente sobre su modelo, y miles de ve

ces un fatuo expresado delicadamente descono

ció el relato formado sobre él.

360 A sí pues, que la naturaleza sea vuestro único

estudio, vosotros autores que pretendéis los ho

nores de lo cómico. Cualquiera ve bien al

hombre y, con espíritu profundo

  14

\ ha penetra

do el fondo de tantos corazones profundos; el

que sabe bien qué es un pródigo, un avaro, un

hombre hone sto, un fatuo, un celoso, un extra

vagante, puede presentarlos en una escena feliz

y hacerles vivir, actuar y hablar ante nuestros

ojos.

 Presentad sus imágenes sinceras por todas

partes; que cada uno allí esté pintado con los

más vivos colores. La naturaleza, fecunda en

370 extraños retra tos, está señalada en cada alma

con diferentes rasgos; un gesto la descubre,

cualquier cosa la hace aparecer. Pero no cual

quier espíritu tiene ojos para conocerla.

El tiempo, que todo lo cambia, también cam

bia nuestros humores

14 2

; cada edad tiene sus

placeres, su espíritu y sus costumbres. Un jo

ven, siempre ardiente en sus caprichos, está dis

puesto a recibir la impresión de sus vicios; es va

no en sus discursos, inconstante en sus deseos,

reacio a la crítica y loco en los placeres. L a edad

viril, más madura, inspira un aire más sabio, se

380 mueve cerca de los grand es, se cuela, se prepa

ra, piensa mantenerse contra los golpes de suer

te ,

  y en el presente mira el porvenir a lo lejos.

La triste vejez atesora constantemente; no guar

da pa ra sí los tesoros que acumula; en todos los

proyectos camina con paso lento y helado;

siempre se queja del presente y alaba el pasado;

inepta para los placeres de los que abusa la ju

ventud, censura en ellos las dulzuras que la edad

141

  Horacio 312-8.

142

 Este «cuadro de edades» es tradicional en las poéticas desde

la de Aristóteles.

178

390 le rehusa. N o hagáis hablar a vuestros actores al

azar, a un viejo como a un joven, a un joven co

mo a un viejo

  l43

.

Estudiad la corte y conoced la ciudad: tanto

la una como la otra son fértiles en modelos. Es

como Moliere, al ilustrar sus escritos, tal vez

hubiera ganado las recompensas de su arte

14 4

,

si,

 menos amigo del pueblo, en sus doctas pintu

ras,

  no hubiera frecuentemente sacado los de

fectos de sus figuras aban dona ndo lo agradable

y lo fino para representar lo grotesco, y sin ver

güenza alió a Tabarin con Terencio

 145

. En esesaco ridículo en el que se rodea Scapin

 146

 no re-

400 conozco ya al autor del

 M isántropo.

  Lo cómi

co ,

  enemigo de suspiros y llantos, no admite

trágicos dolores en sus versos

 1 4

\ pero su

empleo no es ir a deleitar en la calle al popu

lacho con palabras sucias y bajas

,4 8

. Es necesa

rio que sus autores bromeen noblemente; que su

nudo bien formado se desate fácilmente; que la

acción, caminando por donde la razón la guía,

no se pierda nunca en una escena vacía; que su

estilo humilde y dulce tenga un carácter elevado

410 a propósito; que sus discursos, por todas partes

llenos de buenas palabras, estén llenos de pa

siones delicadamente manejadas, y las escenas

unidas siempre una a otra. Guardaos de brome

ar a expensas del buen sentido

14 9

: nunca hay

que apartarse de la naturaleza. Contemplad con

>« Horacio 156.

144

  ¿Quién tendrá ese premio si no lo tiene Moliere? (Voltaire.)

145

  Cf. 1.86 y nota.

146

  Un grabado de Callot muestra a Scapin llevando un abrigo

tan amplio que parece un saco. Parece ser que Moliere debía entrar

en escena con ese saco del que estaba rodeado y tras desplegarlo

debía hacer entrar en él a G éronte.

147

  Horacio 89.

148

  Horacio 89, 93, 94.

149

 Ved a Simón en la Andriana, de T erencio, y a D emeo en los

Adelfoi  (B).

179

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8/20/2019 Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

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qué aire en Terencio un padre reprende la

imprudencia de un amoroso hijo, y con qué aire

éste, amante, escucha sus lecciones

 15

° y corre a

casa de su querida a olvidar estas canciones. No

420 es un retrato, una imagen semejante, son un

amante,

 un hijo, un padre verdaderos.

Me gusta en el teatro un autor agradable que,

sin desacreditarse ante los ojos de los espectado

res, agrada por la sola razón y nunca la ofende.

Pero en lo que se refiere a un tiparraco, que se

vale de groseros equívocos y que para divertirse

no tiene más que la suciedad, que se vaya si

quiere,

 montado en dos caballetes, divirtiendo

al Pont-Neuf con sus bromas, a representar sus

mascaradas a los lacayos reunidos.

CANTO

  IV

Antaño en Florencia vivía un médico

 151

 fan

farrón astuto, se dice, y célebre asesino. El solo

causó largo tiempo la miseria pública: allí el hi

jo huérfano le pide un padre; aquí el hermanollora al hermano envenenado. Uno muere vacío

de sangre, otro lleno de sen; el resfriado ante su

vista se cambia en pleuresía, y por medio de él la

jaqueca es pronto un delirio furioso. Finalmen

te deja la ciudad, detestado por todas partes.

10 Un solo amigo que ha quedado entre todos, ya

muertos,

 lo lleva a su casa de soberbia estructu-

150

 Se refiere a Heautontimoroumenos, 1.2.

151

  Se refiere al médico Claude Perrault, muerto en 1688, que

abandonó la medicina

 y

 se dedicó a la arquitectura dirigiendo, entre

otras obras, la columnada del Louvre. Parece ser que había tratado

a Boileau como médico y le había curado mal, y de ahí los duros

ataques que éste le dirige.

18

ra: era un rico abate, loco por la arquitectura.

El médico, inicialmente, parece nacido en este

arte,  ya habla de construcciones como Man-

sart

152

: condena el aspecto de un salón que se

construye;

 señala otro lugar al oscuro vestíbulo,

aprueba la escalera si se modela de otra

manera... Su amigo lo comprende y llama a un

albañil. El albañil viene, escucha, aprueba y se

20 corrige. Finalmente, para abreviar tan gracioso

prodigio,

  nuestro asesino renuncia a su arte

inhumano;

 y en adelante, regla y escuadra en la

mano,

 dejando la sospechosa ciencia de Galeno,  de mal médico se convierte en buen ar

quitecto.

Su ejemplo es para nosotros un precepto ex

celente.

 Sed antes albañiles, si tenéis aptitud pa

ra ello, obrero estimado en un arte necesario,

que escritor anodino y poeta banal

1S3

. Hay en

30 cualquier otro arte grados diferentes, se puede

con honor llenar las segundas filas; pero en el

peligroso arte de rimar y escribir no hay grados

del mediocre al peor; quien dice frío escritor di

ce autor detestable; Boyer

154

 es para el lector

igual a Pinchéne

155

. Y apenas se lee más a

R a m p a l e

l 5 6

  y a Mesnardiére

157

  que a

'52  D

O S

 arquitectos de este nombre, Francois (1598-1666), que ha

dejado la Iglesia de Val-de-Gráce, y su sobrino Jules Hardouin

(1645-1708), autor de Les Invalides, el Grand Trianon y que termi

nó Versalles. Se refiere aquí a Francois, ya que su sobrino

Hardouin-Mansart no fue arquitecto del rey hasta 1675.

153

 Horacio 368-373.

154

  Autor mediocre (B). El abate Claude Boyer (1618-1698),

abundante autor dramático, fue de los protegidos de Chapelet y

obtuvo una pensión desde 1664. Académico, sostuvo la causa de

Ch. Perrault y de los Modernos.

155

  Pinchesne es sobrino de Vicent Voiture, que era miembro de

la Academia Francesa y tenía una gran reputación (1598-1648).

156

  A Rampale

 le

 gustaban especialmente las literaturas italiana

 y

española, hecho que era suficiente para que Boileau lo despreciara.

Tradujo varias obras de Juan Pérez de Montalbán bajo el título de

181

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8/20/2019 Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

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Magnon

15 8

, Du Souhait

15 9

, Corbin

16 0

  y La

Morliére

161

. U n loco al menos hace reír y puede

divertirnos, pero un escritor frío no sabe hacer

nada más que aburrir. Prefiero a Bergerac

 162

 y

40 su aud acia burlesca que esos versos en q ue

Motin

16 3

 languidece y nos hiela.

No os emborrachéis con elogios aduladores,

que a veces un montón de vanos admiradores os

da en esos reductos

 164

, dispuestos a maravillar

se.

  Tal escrito recitado se mantuvo en la oreja

que,

  cuando se muestra a la luz del día

165

, no

sostiene la mirada penetrante de los ojos.

 Se

 conoce la aventura trágica de cien autores: y

Gombaut

16 6

  tan alabado permanece aún en la

tienda.

Hechos

 y

 prodigios del

 Amor, que dedicó en 1644 a Gédéon Talle-

mant. Sus Idilios aparecieron en 1648.

157

 La Ménardiére (1610-1663) escribió una Poética.

158

  Magnon compuso un poema muy largo titulado

 Enciclopedia

(B). Brossette ha dicho de Magnon: «Había hecho un poema titulado

la  Enciclopedia,  que debía tener 300.000 versos. Mientras tra

bajaba en ese poema, decía a sus amigos que le preguntaban cuán

do lo terminaría: pronto estará hecho; no me faltan más que

100.000 versos, y lo decía seriamente...»

159

  Du Souhait había hecho una traducción en prosa de la

 Ilíada

(B).

160

  Corbin había traducido la  Biblia  palabra por palabra (B).

Jacques Corbin era el padre del abogado Corbin, de que habla

Boíleau en su Epístola I I. Su traducción de la Biblia es de 1643. M u

rió en 1653.

161

  La M orliére, mal poeta

 (B).

 Brossette dice sobre Adrián de la

Morliére: «Este autor es tan oscuro e ignorado, que M. D espreaux

no me ha podido decir sobre él ninguna particularidad.»

162

  Cyrano de Bergerac, autor de  Viaje a la Luna (B).

163

 Amigo de Mathurin Régnier; Pierre Motin era un poeta ga

lante y satírico.

164

  Diccionario de Furetiére de 1690. «Réduits»: «lugar en que se

reúnen personas para divertirse».

165

 Chapelain (B), del que la obra

 L a Doncella

  era famosa antes

de ser publicada.

'« Cfr. 2.97.

182

Escuchad, asiduos consultantes, a todo el

50 mu ndo. Un fatuo a veces dice algo importan te.

Sin embargo, cualesquiera versos que os inspira

A polo, no corráis a todas partes a leerlos inme

diatamente. Evitad imitar a ese furioso rima

dor

  l67

 que, lector armonioso de sus vanos escri

tos,

  aborda recitándoselos a cualquiera que le

saluda

 168

 y persigue en la calle con sus versos a

los transeúntes. N o hay templo tan san to, respe

tado por los ángeles, que sea un lugar seguro

 169

60 contra su Musa. Ya os lo he dicho, amad que se

os critique y, dóciles a la razón, corregid sin

murmurar.

Pero no os rindáis desde el mismo momento

en que un idiota os reprende. Frecuentemente,

en su orgullo, un sutil ignorante por cosas que

injustamente no le agradan combate toda una

obra, censura la noble osadía de los más hermo

sos versos. Uno se esfuerza vanamente en refu

tar sus vacíos razonamientos, su espíritu se

complace con sus falsos juicios, y su débil ra

zón, desprovista de claridad, piensa que n ada le

escapa a su escasa vista. Sus consejos son de te-

70 mer, y si lo creéis, pensando evitar un escollo,

frecuentemente os ahogáis.

Elegid a un crítico sólido y sano

 n o

, al que

conduzca la razón y alumbre la sabiduría, y cu-

yo seguro lápiz vaya primeramente a buscar el

lugar que se siente más débil y que se quiere

ocultar. El solo aclarará vuestras dudas

ridiculas, levantará los escrúpulos de vuestro

espíritu. Es él el que os dirá por medio de qué

feliz transporte a veces, en su marcha, un

espíritu vigoroso, demasiado encerrado por el

167

  Se refiere a C harles Du P errier, nacido en A ix a principios de

siglo y muerto en París en 1692.

168

  Horacio 472-5 y 239-46.

169

  Recitó sus versos al autor , a su pesar, en una iglesia (B).

170

  Horacio 445-9.

183

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8/20/2019 Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

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arte,

  se sale de las reglas prescritas, y del arte

80 mismo aprende a franquear los límites de esas

reglas. Pero este crítico perfecto se encuentra

raramen te: uno que juzga neciamente sobresale

en rimar, otro que nunca ha distinguido a Virgi

lio de Lucano '

7I

  se ha hecho distinguir en la

ciudad por sus versos. Autores, prestad aten

ción a mis instrucciones. ¿Queréis que se amen

vuestras ricas ficciones? Que vuestra M usa, fér

til en sabias lecciones, por todas partes una lo

90 sólido y lo útil a lo agradable

 l7 2

. Un lector sabio

rehuye una vana diversión y quiere aprovecharsu esparcimiento.

Que vuestras almas y vuestras costumbres,

pintadas en vuestras obras, no ofrezcan de vo

sotros más que imágenes nobles. No puedo

apreciar a esos peligrosos autores que en sus

versos, infames desertores del honor,

traicionando la virtud sobre un culpable papel,

convierten al vicio en algo amable ante los ojos

de sus lectores.

Yo no soy, sin embargo, de esos tristes

espíritus que, expulsando al amor de todos los

castos escritos, quieren privar a la escena de tan

100 rico ornamento, tratan de envenenadores a

Rodrigo y a Jimen a

17 3

... El amor m enos hones

to ,  expresado castamente, no despierta en no

sotros ningún sentimiento vergonzoso. D idon se

esfuerza vanamente en gemir y en mostrarme

sus encantos, com partiendo sus lágrimas conde

no su defecto. Un autor virtuoso, en sus versos

inocentes, no corromp e el corazón mientras ha

ce cosquillear los sentidos: su fuego no

171

  Alusión a Pierre Corneille. Marco Anneo Lucano (39-65

d .C) . Su

 Farsalia

 no tiene en el lenguaje el vigor y la novedad de

Virgilio pero sí una riqueza y un colorido semejantes.

172

  Horacio 343-5.

173

  Se refiere a Nicole que en 1666 había criticado la tragedia El

Cid.

184

alumbrará con llama criminal. Amad, pues, la

virtud, alimentad con ella vuestra alm a. E n va

no el espíritu está lleno de un noble vigor, el ver-

110 so se resiente siempre de las bajezas del cora

zón.

Evitad especialmente, evitad esas bajas envi

dias, frenesls malignos de espíritus vulgares. Un

escritor sublime no puede ser contagiado por

ellas. Es un vicio que sigue a la mediocridad.

Este rival sombrío del mérito brillante conspira

constantemente contra él entre los grandes y,

tratando en vano de alzarse sobre los pies, tratade rebajarlo para igualarse a él. No descenda

mos nunca a estas cobardes conspiraciones; no

120 vayamos al honor por medio de vergonzosas

intrigas.

Que los versos no sean vuestro empleo eter

no;

  cultivad vuestros amigos, sed hombres de

fe:

  poca cosa es ser agradable y encantador en

un libro, también hay que saber conversar y vi

vir.

T rabajad por la gloria y que un sórdido bene

ficio no sea nunca el objeto de un escritor

ilustre. Yo sé que un espíritu noble puede, sin

vergüenza y sin crimen, sacar un tributo

legítimo de su trabajo ; pero yo no puedo sopor-

130 tar a esos afamado s autores qu e, cansados de

gloria y hambrientos de dinero, ponen a su

A polo en las papeletas de empeño de un librero

y convierten un arte divino en un oficio mer

cenario

 174

.

Antes de que la razón, explicándose por la

voz

 175

, hubiese instruido a los humanos, hu

biese enseñado las leyes, todos los hombres

seguían a la tosca naturaleza, dispersados por

los bosques corrían al pasturaje. La fuerza ocu

paba el lugar del derecho y de la e quidad; el cri-

174

  De 137 a 172 ver Hora cio 391-418.

175

  Horacio 391 y 407.

185

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men se ejercía impunemente. Pero finalmente, la

140 habilidad arm oniosa de la palabra suavizó la ru

deza de estas salvajes costumbres, reunió a los

humanos esparcidos por los bosques, cerró las

ciudades con muros y murallas, asustó a los in

solentes con la amenaza del suplicio y puso a la

débil inocencia al amparo de las leyes. Este or

den fue, se dice, el fruto de los primeros versos.

De ahí han nacido esos ruidos esparcidos en el

universo, que dicen que ante la música con la

que Orfeo

17 6

  llenó los montes de Tracia, los

tigres relajados perdían su audacia; que a los

150 acord es de Anfión

  177

 se movían las piedras y se

levantaban ordenad amente sobre los montes te-

banos. La armonía al nacer produjo estos mi

lagros. Luego el Cielo hizo hablar a los oráculos

en verso; del seno de un sacerdote, conmovido

por un divino horror, Apolo exhaló su furor a

través de versos. P ron to, resucitando los héroes

de viejas edades, Homero el de las grandes ha

zañas animó los espíritus. Hesíodo

17 8

, a su vez,

por medio de útiles lecciones, hizo que se apre

suraran las cosechas de los campos demasiado

perezosos. Señalada la sabiduría en mil escritas

160 formas, fue anunciada a los mortales con la

ayuda de los versos, y por todas partes sus pre

ceptos vencedores de los espíritus, introducidos

por el oído, entraron en los corazones. Por tan

tos felices beneficios las reverenciadas Musas

fueron honrad as en Grecia con un justo incien

so ;

 y su arte, atrayendo el culto de los mortales,

176

  El mítico O rfeo, originario de Tracia. Se ignora en qué fecha

vivió. Las sectas órficas tuvieron su apogeo en torno al siglo vi a.C.

177

  A nfión, hijo de A ntíope y Zeus. Hérmes le regaló una lira y

fue un m aravilloso músico. Ju nto con su hermano Zeto fundó T e-

bas,

  construyendo las murallas con ayuda de su música ya que las

piedras le obedecían encantadas por sus sones.

178

  Poeta griego del siglo vm a.C, aproximadamente. En su

obra  Trabajos y días da consejos sobre el cultivo de los campos.

186

vio erigir altares a su gloria en cien lugares. Pe

ro finalmente, la indigencia, trayendo la bajeza,

el Parnaso olvidó su nobleza primitiva; infec-

170 tando los espíritus un vil amor de beneficio

manchó todos los escritos de toscas mentiras y,

por todas partes, pariendo mil obras frivolas,

traficó con los discursos y vendió las palabras.

N o os corrompáis por un vicio tan bajo. Si el

oro sólo tiene para vosotros invencibles atracti

vos, evitad esos deliciosos lugares que rocía el

Parnaso

 m

:

  no es en sus orillas en donde habita

la riqueza. A los más sabios autores, com o a los

mayores guerreros, Apolo no promete más que

un nombre y laureles. «¡Pero cómo ¡En la es-

180 casez una Musa hamb rienta no pue de, se dirá,

alimentarse de hum o ¡A un autor que, obliga

do por Una necesidad inoportuna, escucha por

la noche gritar a sus entrañas en ayunas, le gus

tan p oco los dulces paseos del Helicón

18 0

. ¡Ho

racio había saciado su sed cuando vio a las

Ménades

181

; y libre de la preocupación que in

quieta a Colletet

182

, no espera el éxito de un so

neto para cenar »

Es cierto: pero esta terrible desgracia rara

mente entre nosotros aflige ál Parnaso. ¿Y qué

temer en este siglo, en el que siempre las bellas

190 artes sienten las mira das de un astro favorables ,

siglo en el que la sabia previsión de un ilustre

príncipe hace por todas partes que el mérito ig

nore lá indigencia?

Musas, dictad su gloria a todos vuestros ni

ños de pecho; su nombre vale más para ellos

que toda s vuestras lecciones. Que C orneille, re-

179

  T orrente de Beocia que, consagrado a Apolo y a las Musas,

inspiraba a los poetas.

180

 Cerca del monte Helicón estaba el valle de las Musas.

181

  Las M énades o Bacantes formaban el cortejo del dios Dioni

sio.

'«2 Guillaume C olletet, poe ta (1598-1659);

187

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avivando su audacia, sea aún el Corneille del

Cid

 y d e Horacio; que R acine, pariendo nuevos

milagros, forme a su imagen y semejanza to dos

los cuadros de sus héroes; que con su nombre,

cantando por la boca de las mujeres hermosas,

200 Benserade

183

  divierta por todas partes en las

callejuelas; que Segrais

184

, en la égloga, encante

los bosques, que para él el epigrama

185

 afile sus

trazos. Pero, ¿qué feliz autor, en otra

  Eneida,

llevará temblando a este Alcido

18 6

  a las orillas

del Rin? ¿Qué sabia lira, con el ruido de sus ha

zañas, hará caminar todavía los peñascos y los

bosques; cantará al Bátavo

18 7

, perdido en la

torm enta, ahogándose a sí mismo para salir del

naufragio

18 8

; recitará los batallones enterrados

210 bajo Mastrich

189

, alumbrados por el sol en sus

terribles asaltos?

Pero mientras yo hablo, una nueva gloria os

llama hacia ese Vencedor rápido de los Alpes.

Ya D óle y Salins

190

 se han sometido al yugo

19 1

;

183

  El poeta Isaac de Bensserade (Í612-1690). Cuando publicó

sus   Metamorfosis de Ovidio  en rondós, Boileaü lamentó haber

dicho en esta obra palabras favorables y se retractó en su sátira

 E l

Equívoco.

184

  Jean Regnault de Segrais (1624-1701). Su nombre lo utilizó

Madame de Lafayette para su segunda nóvela,  Zaide,  según nos

cuenta Voltaire en su Templo del gusto.

185

  Cf. 2.103-4.

186

 Otro nombre de Hércules.

187

 Los holandeses.

188

  En 1673 los holandeses para detener la invasión de los ejérci

tos franceses habían abierto las esclusas y dejado que el agua inun

dara el país.

189

  El 29 de junio de 1673 Vauban tomó Maéstricht a pesar de la

tremenda resistencia de los sitiados.

190

 Plazas del Franco-Condado tomadas en pleno invierno (B).

N ota inexacta; Dóle se

 rindió

 el 6  de junio de 1674 y Salins el 22 del

mismo mes.

191

  Se trata de la segunda conquista del Franco-Condado.

188

Besancon

192

 aún humea bajo su roca destruida.

¿Dónde están esos grandes guerreros cuyas

uniones fatales debían oponer tantos diques a

este trayecto? ¿Es huyendo aún como piensan

detenerlo, orgullosos del vergonzoso honor de

haber sabido evitarlo? ¡Cuántas murallas

220 destruidas ¡Cuántas ciudades tom adas ¡Cuán

tas cosechas de gloria acumuladas corriendo

A utores, para can tarlos redoblad vuestros éx

tasis: el tema no requiere esfuerzos vulgares.

En cuanto a mí, hasta hoy alimentado en la

sátira, no oso manejar la trompeta y la lira; me

veréis, sin embargo, en este campo glorioso, al

menos anim aros con la voz y con los ojos; ofre

ceros estas lecciones del comercio de Horacio

que mi Musa devolvió, joven aún, al Parnaso;

me veréis secundar vuestro ardor, caldear

230 vuestros espíritus , y mo straros desde lejos la co

rona y el prem io. Pero tam bién perdonad si, lle

no de esta hermosa inquietud, observador fiel

de todos vuestros famosos pasos, a veces separo

el buen oro del falso, y ataco los defectos de los

autores toscos, crítico un poco fastidioso, pero

frecuentemente necesario, más inclinado a cen

surar que sabio en su buen hacer.

>

9

* Cayó el 15 de mayo de 1674.

189

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ÍNDICE

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P R Ó L O G O 9

A R I ST Ó T E L E S 57

HORACIO 121

BOILEAU 145

13

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í

V O L Ú M E N E S P U B L I C A D O S

B I B L I O T E C A

  DE L

L I T E R A T U R A

Y

  EL

 P E N S A M I E N T O H I S P Á N I C O S

1.

  J UA N R O D R Í G U E Z  D E  A L A R C Ó N :

  Tres comedias de

«enredo».  Ed ición preparada por Joaquín

 de

 E n t ra m -

basaguas

 y

  Peña.

2.   P E D R O A N T O N I O  D E  A L A R C Ó N :

  La pródiga.

  Edición

p rep arad a

  por

 A l b e r t o N av ar ro Go n zá l ez .

3.   L O P E  D E V E G A :  Teatro.  Ed ición preparada

  por

 José

María Diez Borque.

4.

  D O M I N G O  F.  S A R M I E N T O :

  Facundo (Civilización y

barbarie).

  Ed ición preparada

  por

  Lu is Or tega

  Ga-

l indo.

5.   A L F O N S O D E V A L D É S :  Diálogo

  de

  las cosas ocurridas

en Roma.

  Ed ición preparada

  por

 José L u is A bel lán

García .

6.   JO SÉ MA RT Í :  Antología.  Ed ición preparad a

  por An

drés Sorel .

7.   C A D A L S O :  Cartas marruecas.  Ed ición preparada

 por

Rogel io Reyes Cano .

8.   BO LÍVA R:  Discursos, proclamas

  y

  epistolario político.

Edición preparada

  por

  Mario

  H.

  Sánchez-Barba.

9.   GA RCILA SO  D E L A V E G A :  Obra completa.  Edición

p rep arad a

  por

 A l fonso

  I.

  Sotelo Salas.

10.   J O R G E  D E M O N T E M A Y O R :

  LOS siete libros

 de la

 Dia

na .  Ed ición preparada

  por

  En r i q u e M o ren o B áez .

1.1.  I R I A R T E :  Fábulas literarias.  Ed ición preparada

  por

Sebastián

  de la

  Nuez Cabal lero .

12.  C E R V A N T E S :  Novelas ejemplares  (2  vols.) . Edición

preparada

  por

 Mariano Ba quero Goyan es .

Page 100: Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

8/20/2019 Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

http://slidepdf.com/reader/full/aristoteles-horacio-y-boileau-poeticas 100/105

13.   JUAN  D E M E N A :  Laberinto  de Fortuna.

  P o emas

 me

nores . Ed ición preparada  por Miguel Án gel Pérez

Pr iego .

14.

  H U A R T E

  D E SA N

 J U A N :  Examen

  de

  ingenios para las

ciencias.  Ed ición preparada  por  Es t eb an To r r e .

15.   F E R N Á N D E Z  D E  L I Z A R D I :  Periquillo Sarniento.  Ed i

ción preparada  por  Luis Sainz de  M ed ran o .

16.

  S A A VE D R A F A J A R D O :  Empresas políticas.  Edición

p rep arad a

  por

 Quin t ín Aldea Vaqu ero .

17.

  A N D R É S B E L L O :  Antología

  de

 discursos

  y

  escritos.

Edición preparada  por  José María Vila Selma.

18.

  FRANCISCO

  D E

 M I R A N D A :  Diario

  de

 viajes

 y

  escritos

políticos.  Ed ición preparada por M.  Hernández Sán

chez-Barba.

19 .  L E A N D R O F E R N Á N D E Z D E M O R A T Í N :  Teatro comple

to.  Ed ición preparada  por Manuel Fernández N ieto .

20.  La

  picara Justina.  Ed ición preparada  por A n t o n io

Rey Hazas .

21 .  MIGUEL D E MO LINO S:  Guía espiritual.  Ed ición prepa

rada  por San t iago G onzález N or iega.

22 .  A N Ó N I M O :  Lazarillo

  de

  Tormes,  y J.  D E  L U N A :

  Se

gunda parte

  del

 Lazarillo

  de

 Tormes.  Ed ición prepa

r ad a por P ed ro M.  P in e ro R amí rez .

23 .  F E R N A N D O  D E R O J A S :

  La

 Celestina.  Edición fonoló

gica de M. Cr iado de Val.

24. IBN

  H U D A Y L :  Gala

  de

 caballeros, blasón  de  paladi

nes.  Ed ición preparada  por  Ma ría Jesús Viguera .

25 .

  J O S É Z O R R I L L A :  Teatro selecto.  Ed ición preparada

por Joaquín  de  En t r amb asag u as .

26 .

  I N F A N T E D O N J U A N M A N U E L :

  El conde Lucanor.  Edi

ción preparada  por A nton io M art ínez-Menchen .

27 .  JUA N  D E M O N T A L V O :  Siete tratados. Réplica  a un so

fista seudocatólico.  Ed ición preparad a  por  José Luis

Ab e l l án .

28 .

  M A R I A N O

 J.  D E

 L A R R A :  Antología.  Ed ición prepara

da por  Armando López Sal inas .

29 .  C A L D E R Ó N  DE LA B A R C A :  DOS tragedias .  Edición

p rep arad a  por José María Diez B orque.

30 .

  D O N O S O C O R T É S :  Ensayo sobre

  el

 catolicismo,

  el

 li

beralismo

  y el

 socialismo.  Ed ición preparad a

  por Jo

sé Vila Selma.

31.   CAMPOMANES:  Discurso sobre

  la

 educación popular

de los artesanos

 y

 su fomento.  Ed ición preparad a

 por

Francisco Aguilar Piñal .

32 .  S O R J U A N A I N É S D E L A C R U Z :

  Selección.

  Edición pre

parada

  por

 Lu is Or tega Gal indo .

33 .

  Q U I N T A N A :  Selección poética.  Ed ición preparada

 por

Rogel io Reyes Cano .

34 .  R A M Ó N L L U L L :  Proverbios

  de

 Ramón.  Ed ición pre

p a rad a  por  Sebastián García Palou.

35 .

  A N Ó N I M O :  Libro

  de

 Alexandre.  Ed ición preparada

por Jesús Cañas Muril lo .

36 .

  A N T O N I O E X I ME N O :  Del origen

 y

  reglas de la  música.

Edición preparada  por  Francisco Otero .

37 .

  J U A N L U I S V I V E S :

 Epistolario.  Edición preparada por

José J iménez Delgado .

38 .  PA D R E ISLA :  H. del famoso predicador F ray Gerun

dio

  de

 Campazas.  Ed ición preparada  por L.  F e rn án

dez Mart ín .

39.  D I E G O

  DE

 T O R R E S V I L L A R R O E L :

  Los desahuciados

del mundo

  y

 de la gloria.  Ed ición preparada por Ma

nuel María Pérez.

40 .

  J E H UD A H A - L E V I :  Cuzary. Libro  de grande sciencia

y mucha doctrina.  Ed ición preparada  por Jesús Imi-

rizaldu.

4 1 . A N T O N I O L I Ñ Á N Y V E R D U G O :  Guía y  avisos de foras

teros que vienen a la corte.  Ed ición preparada por Ed i -

sons Simons.

42 .  F R A N C I SC O M A R T Í N E Z M A R I N A :  Teoría  de las Cor

tes.  Ed ición preparada

  por J. M.

  Pérez-Prendes .

43 .

  Cancionero

  de

  Garci Sánchez

  de

 Badajoz.  Ed ición

p rep arad a  por  Julia Casti l lo .

44 .

  Antología

  de

 Humanistas Españoles.  Ed ición prepa

rada por Ana M ar t í n ez A ran có n .

45 .

  C A R L O S

  D E L

  V A L L E R O D R Í G U E Z :

  La

  escuela hebrea

de Córdoba.

46 .

  C O N C O L O R C O R V O :

  El

 lazarillo

  de

  ciegos caminantes.

Edición preparada  por  A n t o n i o L o ren t e M ed i n a .

47 .  E M I L I A P A R D O B A Z Á N :

  La

  mujer española.  Edición

p rep arad a  por  Leda Sch iavo .

48 .  J UA N R O D R Í G U E Z  D E L  P A D R Ó N :  Obras Completas.

Edición preparada  por  Césa r Hern án d ez A l o n so .

49 .  Épica española medieval.

  Ed ición preparada

 por Ma

nuel Alvar .

50 .

  La

  mentalidad maya.  Ed ición preparada  por  José

Vila Selma.

5 1 .  F E R N Á N D E Z P É R E Z

  DE

  O L I V A :  Diálogo

  de la

  digni

da d  del hombre.  Ed ición preparad a  por  María Lu isa

Cerrón Puga.

52 .

  JO SÉ

 D E

 E S P R O N C E D A :  Teatro completo.  Ed ición pre

p a rad a

  por

 A m a n d o L a b a n d e ir a .

Page 101: Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

8/20/2019 Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

http://slidepdf.com/reader/full/aristoteles-horacio-y-boileau-poeticas 101/105

53 .

  F A D R I O U E F U R I Ó C E R I O L :  El concejo y consejeros del

príncipe.  Ed ición preparada

  por

  Henr i Méchoulan .

54.   JUAN  D E  J A Ú R E G U I :  Discurso poético.  Ed ición pre

parada

  por

  M elch o ra R o man o s .

55 .  Textos  de  cronistas  de  Indias  y  poemas precolombi

nos.

  Ed ición preparada

  por

 R o b er t o Go d o y

  y

  Ángel

O l m o .

56 .  J U A N V C T O R I O :  El amor y el erotismo  en la literatura

medieval.

57 .

  J O S E F

  B E N

  M E I R Z A B A R R A :  Libro de los entreteni

mientos.

  Ed ición preparada

  por

  Marta For teza

 Rey.

58 .  JUAN  D E LA CUEVA :  Fábulas mitológicas

  y

  épica bur

lesca.

  Ed ición preparada

  por

  José Cebr ián García .

B I B L I O T E C A

  DE LA

  L I T E R A T U R A

Y

  EL

  P E N S A M I E N T O U N I V E R S A L E S

1.

  N O V A L I S :  Himnos

  a la

 noche

  y

  Enrique

  de

  Ofterdin-

gen.  Ed ición prepara da

  por

 E ustaqu io Bar jau .

2.   D I D E R O T :  Escritos filosóficos.  Ed ición preparad a por

Fernando Savater .

3.  A P O L O N I O D E R O D A S :

 El

 viaje de los argonautas.  Ed i

ción preparada  por Car los García Gual .

4.

  B A R U C H

  D E

 ESPINO SA :  Ética.  Ed ición preparada

 por

Vidal Peña García .

5.   A RISTÓFA NES:  Las  avispas.  La paz. Las aves. Lisís-

trata.  Ed ición preparada

  por

  Francisco R odr íguez

A d r a d o s .6.   K I E R K E G A A R D :  Temor  y  temblor.  Ed ición preparada

por Vicen te S imón Merchán .

7.   C I C E R Ó N :  Tratado

  de

 deberes.  Ed ición preparada

 por

José San ta Cruz Tei je i ro .

8.   Himnos Védicos.  Ed ición preparada

  por

  Francisco

Vi l lar Liébana.

9.   L E O N A R D O  D A V I N C I :  Tratado  de  pintura.  Edición

p rep arad a

  por

 Ángel González García .

10.   G A L I L E O :  Consideraciones

  y

  demostraciones matemá

ticas sobre  dos muevas ciencias.  In t roducción  y  notas

de Carlos Solís Santos. Traducción

  de

  Javier Sádaba

Garay .

11 . HO MERO :  Odisea.  Ed ición preparada  por  José Lu is

Calvo Mart ínez .

12.   L U C I A N O  D E SA MO SA TA :  Diálogos

  de

  tendencia cíni

ca .

  Ed ición preparada

  por F.

  García Yagüe.

Page 102: Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

8/20/2019 Aristóteles, Horacio y Boileau - Poéticas

http://slidepdf.com/reader/full/aristoteles-horacio-y-boileau-poeticas 102/105

13 .  V O L T A I R E :

  Cartas filosóficas.  Ed ición preparada

 por

Fernando Savater .

14.  A R I S T Ó T E L E S :  La  Política.  Ed ición preparada  por

Carlos García Gual .

15.  P R O U D H O N :  El principio federativo.  Ed ición prepara

da

 por

 Juan G ómez Casas .

16.   M O L I E R E :  Tres comedias.  Ed ición preparada  por

Francisco Jav ier Hernández.

17.   JOHANN   G O T T L I E B  FlCHTE: Discursos  a la nación ale

mana.  Ed ición preparada

  por

 Lu is

  A.

  Acosta

  y Ma

ría Jesús Várela.

18 .  L A O T S E - C H U A N G  T Z U : Dos  grandes maestros  del

Taoísmo.

  Ed ición preparada

  por

  Carmelo Elorduy .

19.   SÓFOCLES:  Ayax,

  Las

  traquinias, Antígona, Edipo

Rey.  Ed ición preparada  por  José María Lucas  de

Dios .

20 .  L E I B N I Z :  Nuevos ensayos sobre

  el

 entendimiento

  hu

mano.

  Ed ición preparada  por Jav ier E chevarr ía .

2 1 .  G O T T H O L D E P H R A I M L E S S I N G :  Laocoonte.

  Edición

p rep arad a

  por

 E ustaqu io Bar jau .

22 .  D A V I D H U M E :  Tratado de la naturaleza humana.  E d i

ción preparada

 por

  Fél ix Duque.

23 .  A N Ó N I M O :  Atma  y  Brahma.  Ed ición preparada  por

F.  R.

  A d r a do s

  y F.

  Villar Liébana.

24 .  P. B.

 SHELLEY:  Adonais

  y

 otros poemas.  Ed ición pre

p a rad a por  Lorenzo Perai le .

25 .  L U C A N O :  La  Farsalia.

  Ed ición preparada

  por

 Sebas

t ián Mariner .

26 .

  D E M O S T E N E S :

  Discursos escogidos.

  Ed ición prepara

da

 por

 Em i l io Fernández Gal iano .

27 .  Textos literarios hetitas.  Ed ición preparada por A l b e r

to Bernabé.

28 .

  THO MA S HO BBES:  Leviatán.  Ed ición preparada

  por

Carlos Moya

  y

 A n t o n i o E sco h o t ad o .

29 .  J O H N W E B S T E R :  El  diablo blanco.

  Ed ición prepara

da

  por

 Fernan do Vi l laverde.

30 .  El  Corán.  Ed ición preparada

  por

  Julio Cortés.

31. RO BERT FLUD D :  Escritos sobre música.  Ed ición pre

p a rad a

 por

 Lu i s R o b l ed o .

32 .  A N Ó N I M O :  La  Demanda  del  Santo Graal.  Edición

p rep arad a

  por

  Car los A lvar .

33 .  L O C K E :  Ensayo sobre  el entendimiento humano.  E d i

c i ó n p rep arad a  por  Serg io Rábade  y  Esmera l d a

García .

34 .  A N Ó N I M O :  Poema  de  Gilgamesh.  Ed ición preparada

por

 F.

  Lara Peinado .

35 .  Poema babilónico  de la creación.  Ed ición preparada

por

 F.

  La ra P e i n ad o

  y

 Maximi l iano G arcía C ordero .

36 .  Sendebar. Libro

  de los

 engaños

  de las

 mujeres.  Ed i

ción preparada  por José Fradejas L ebrero .

37.

  A R I S T Ó T E L E S, H O R A C I O

  y

  B O I L E A U :  Poéticas.

  Edi

ción preparada

  por

 A níbal Gonz ález .

38 .  CHRÉ TIENS D E TR O YES:  Erec y  Enid.  Ed ición prepa

rada  por Car los A lvar .

39 .  Calimaco

  y

  Crisorroe.  Ed ición preparada

  por

  Carlos

García Gual .

40 .

  K A L I D A S A :

  Meghaduta.

  Ed ición preparad a

 por F. Vi

l lar Liébana.

41 .  A.  A L C I A T O :  Emblemas.  Ed ición preparada  por

B.

  Daza P inciano .

42 .  J E A N R A C I N E :  Teatro completo.  Ed ición preparada

po r

 J. M.

 A zp i t a rt e

  y

  Emi l io N añ ez .

43.  M A R Í A  D E F R A N C I A :  Lais.  Ed ición preparada

  por

Luis Alber to  de  Cuenca.

44 .

  Mabinogion.  Ed ición prepara da

  por M.

a

  Victoria

Cirlot .

45 .  GOT TFRI ED VON STRASSBURG:  Tristón  e  Isolda.

  Ed i

ción preparada

  por

  Bernd Sietz.

46.  G U I L L E R M O  IX  D U Q U E DE A Q U I T A N I A  y  J A U F R E RU-

DEL:  Canciones completas.  Ed ición preparada

  por

Lu i s A l b e r t o

  de

  Cuenca

  y

  Miguel Ángel E lvira.

47 .  FUZULÍ:  Leylá  y  Mecnün.  Ed ición preparada por Sü-

leyman Salom.

48 .  F E R N A N D O P E SS O A :  Antología de Alvaro  de  Campos.

Edición preparada

 por J. A.

  Llarden t .

49 .  BENJA MÍN FRA NKLIN:  Autobiografía

  y

  otros escritos.

Edición preparada  por Lu is López G uerra .

50 .  IA CO PPO SA NNA Z A RO :  Arcadia.

  Ed ición preparada

por Ju l io Mart ínez Mesanza.

51. SNORR I STURLUSON:  Textos mitológicos  de las Eddas.

Edición preparada

  por

  En r i q u e Bern á rd ez .

52 .  A N Ó N I M O :  Libro  de los cambios.  Ed ición preparada

por Carmelo Elorduy .

53. W. B.  Y E A T S ;  J. M.  S I N G E ; S E A N O ' C A S E Y :  Teatro

Irlandés.  Ed ición preparada  por L o r n a  J.  Reynolds .

54 .  I N M A N UE L S W E D E N B O R G :

  Antología.  Ed ición prepa

rada

  por

  Jesús Imirizaldu.

55 .  A N Ó N I M O :  Romancero chino.  Ed ición preparada por

Carmelo Elorduy .

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56.   SNORR I STURLUSON:

  Saga

  de

  Egil Skallagrimsson.

Edición preparada

  por

  En r i q u e Bern á rd ez .

57.

  P i c o

 D E L A

 M I R Á N D O L A :  De la

 dignidad

  del

  hombre.

Edición preparada  por Lu is Mar t ínez G óme z.

58 .

  G E O R G E E L I O T :

  Middlemarch.

  Ed ición prepara da

por Crist ina Quintana  e  Isabel Quin tana.

59 .  P U B L I O O V I D I O N A S Ó N :

  Fastos.

  Edición preparada

por Manuel  A.  Marcos Casquero .

60.

  W ILLIA M SHA KESPEA RE:

  Sonetos.

  Ed ición preparada

por Lu is Ast rana Marín .

6 1 . G E O F F R E Y  D E M O N M O U T H :  Historia de los reyes de

Britanio.

  Ed ición preparada

  por

  Lu is Alber to

  de

Cuenca.

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or primera vez se presentan,

agrupadas en un volumen, las

tres poéticas más importantes

de las letras occidentales. La

redactada por Aristóteles en

el siglo IV antes de Cristo su

pone el primer intento válido de sistematiza

ción de los estudios literarios. La de

 Horaf-

cio,  tres siglos posterior, se erigió en modelo

fundamenta de todas las poéticas renacentis

tas y neoclásicas, siendo el  Art poétique  de

Boiíeau su epígono más notable.

Los tres textos se ofrecen en traducción di

recta de sus lenguas originales -griego, latín

y francés- y con un número reducido, pero

selecto, de notas y glosas explicativas.

Aníbal González Pérez es Profesor Titular

de Lengua y Literatura Griegas en la Facul

tad de Filología de la Universidad Complu