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Tiempos de cambio y, durante la transición, el te- mor a buscar nuevos caminos, a proponer, a encon- trar. Muy al contrario de lo que suele pensarse en momentos en los que parece que la oscuridad es más intensa, a grado tal de transformarse lentamen- te en una infranqueable e invencible tiniebla, la propuesta y la búsqueda de nuevas formas de difun- dir el trabajo de artistas –esos seres cuya labor se enfoca en la búsqueda de la sensibilización humana a través de su arte- se nos presenta como una alternativa para contribuir en ese cambio. Después de tres revistas: Enguardia, Vuelo de Voces y Lefod, hoy presentamos nuestro Amaranto, un periódico que se editará de manera mensual. En Amaranto reuniremos la opinión de ensayistas y pe- riodistas, la creación de narradores y poetas; la propuesta de artistas visuales y los comentarios de reseñistas y críticos literarios. No nos olvidaremos de la traducción literaria y habrá espacio para las artes visuales, la drama- turgia, el turismo e, incluso, la nutrición por- que, si de algo debemos estar orgullosos como mexicanos es, precisamente, de que el Amaranto es una de las herencias de nuestro pasado indígena. A través de Amaranto buscamos el intercambio de opiniones con creadores de otras latitudes; ali- mentar el debate y la reflexión en torno a temas político-sociales y la retroalimentación con cada uno de nuestros lectores. Sin lugar a dudas, son estos momentos en los que debemos fomentar el diálogo encaminado a la solución de problemáticas concretas; son tiempos de crítica, sí, pero tam- bién urgen las propuestas que nos fortalezcan como sociedad, como ciudadanos, como individuos. Sea nuestro Amaranto el grano que gustosos cose- chemos en cada una de los números que están por venir. Sonia Silva-Rosas un alimento para tiempos de cambio divulgación cultural / coleccionable octubre / No 1, año 1

Amaranto, el nutre espíritus

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Política y cultura

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Tiempos de cambio y, durante la transición, el te-mor a buscar nuevos caminos, a proponer, a encon-trar. Muy al contrario de lo que suele pensarse en momentos en los que parece que la oscuridad es más

intensa, a grado tal de transformarse lentamen-te en una infranqueable e invencible tiniebla, la propuesta y la búsqueda de nuevas formas de difun-dir el trabajo de artistas –esos seres cuya labor

se enfoca en la búsqueda de la sensibilización humana a través de su arte- se nos presenta como

una alternativa para contribuir en ese cambio.

Después de tres revistas: Enguardia, Vuelo de Voces y Lefod, hoy presentamos nuestro Amaranto, un periódico que se editará de manera mensual. En Amaranto reuniremos la opinión de ensayistas y pe-riodistas, la creación de narradores y poetas; la propuesta de artistas visuales y los comentarios

de reseñistas y críticos literarios.

No nos olvidaremos de la traducción literaria y habrá espacio para las artes visuales, la drama-turgia, el turismo e, incluso, la nutrición por-

que, si de algo debemos estar orgullosos como mexicanos es, precisamente, de que el Amaranto es una de las herencias de nuestro pasado indígena.

A través de Amaranto buscamos el intercambio de opiniones con creadores de otras latitudes; ali-mentar el debate y la reflexión en torno a temas

político-sociales y la retroalimentación con cada uno de nuestros lectores. Sin lugar a dudas, son

estos momentos en los que debemos fomentar el diálogo encaminado a la solución de problemáticas concretas; son tiempos de crítica, sí, pero tam-

bién urgen las propuestas que nos fortalezcan como sociedad, como ciudadanos, como individuos.

Sea nuestro Amaranto el grano que gustosos cose-chemos en cada una de los números que están por

venir.

Sonia Silva-Rosas

un alimento para tiempos de cambio

divulgación cultural / coleccionable octubre / No 1, año 1

Más que un artista, Jaik se considera a si mismo como un simple Comunicador Visual. Con la serie de fotografías “Juegos de agua” se propone un ejercicio visual. Para él la mirada común observa el conjunto, el todo. El paisaje se le presenta como una suma de elementos y de luz que juntoscomunican, pero lo mirado, aunque bello cae en la imagen común, en la foto de turista. Se propone pues la mirada parcial. Intenta captar en los detalles la esencia del todo. ¿Se puede ver la belleza de un lago en unos centímetros cuadrados?, ¿La fuerza del mar en un solo fragmento de ola? , ¿Una selva abrumadora en un espejo de agua? Si el observador es capaz de adivinar la esencia de estos fragmentos de paisaje entonces se sumerge en el juego y se hace uno con el paisaje, con el todo.

En este Amaranto te presentamos parte de esta serie.

Dirección GeneralSonia Silva-Rosas / Jaime Garza G.

SubdirecciónGuillermo Martínez Estrada

Jefe de RedacciónReneé Acosta / Carlos Mackenzie

DiseñoJaime Garza G.

Eventos Especiales y EnlaceGabriel Escárcega

Distribución y Relaciones PúblicasÍmago. Logística y Comunicación

Consejo EditorialSergio Palacios Trejo, Federico Corral Vallejo,

Natividad Terrazas Guevara, Will Rodríguez, Jorge Guerrero de la Torre, David Muñoz.

Amaranto es una publicación mensual editada por Ímago. Logística y Comunicación. Los artículos firmados son

responsabilidad de su autor. Impreso en Compañía Editorial de México S.A de C.V. Ave. 16 de septiembre No. 116. Col. Agrícola Lázaro Cárdenas. Metepec. Estado de México.

Teléfono: (55) 65 45 91 49. TODOS LOS DERECHOS EN TRÁMITE. 2

El canon de los clásicosCarlos Mackenzie

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Conversación con Leopoldo Brizuela / Gerardo Cárdenas

Una misma nochede los vínculos entre literatura y memoria.

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Cien pesos de Sol

Pieza teatral / Tomás Urtusástegui

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Medir la violencia

Por Mauricio Meschoulam

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El muro10

área 8cientos

11por la maga oscura

El Distrito Federal merece ser una ciudad

autónomaSergio Palacios Trejo

Ser al fin una palabraFederico Corral Vallejo

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Podría ser extensísimo in-tentar hablar del canon universal de la literatura clásica, aún más extenso y en gran medida compli-cado. Quiero hablar, en concreto, de canon del teatro barroco español, y escasamente, del novohis-pano. No se trata sólo de un capricho propio (pues al fin, amable lector, el que escribe estas líneas sufre de desvelos a cau-sa de la literatura dra-mática), sino de hablar de un fenómeno peculiar a la vez que interesante en su fondo. A muchos de nosotros, durante la educación secundaria y nivel medio superior, nos hacen leer clásicos caste-llano como El poema del Mio Cid, poemas de sor Juana, de Lope de Vega, de Francisco de Quevedo; en el ámbito teatral ge-neralmente leemos Fuen-teovejuna, El castigo sin venganza, o de Calderón de la Barca La vida es sueño y El alcalde de Za-lamea, con algo de suerte, El burlador de Sevilla de Tirso. Es realmente redu-cido el corpus de obras que nos han enseñado, y dudo que eso haya cam-biado hoy día.

Esto es sólo el ini-cio del planteamiento. En las librerías, las ca-sas editoriales (salvo ca-sos muy particulares), la situación no es muy distinta; en la sección de teatro, he encontrado hasta diez ejemplares de distintas editoriales de La vida es sueño, de El alcalde, quizá uno o dos ejemplares de otras obras selectas. Unas cinco o seis obras distintas de Calde-rón, frente a un corpus de más o menos ciento veinte obras. Si lleva-mos la idea al plano de los autores, el fenómeno es el mismo; conocemos a Lope de Vega, Calderón de la Barca, Tirso de Mo-lina, Juan Ruiz de Alar-

cón, Francisco de Rojas Zorrilla, Agustín Moreto, Luis Vëlez de Guevara, Miguel de Cervantes y Antonio Mira de Amez-cua; pero, y ¿Felipe Godí-nez, Gerardo Lobo Lasso de la Vega, Juan Vélez de Guevara, Juan Pérez de Montalbán, Diego Hurta-do de Mendoza, Francisco Bances Candamo, Guillén de Castro y un largo et-cétera? Sin contar, claro, a los grandes entremesis-tas y los pocos autores que pusieron su nombre a las comedias burlescas del Siglo de Oro.

¿Qué sacamos de esta aparente inútil enu-meración? Lo que cono-cemos de los clásicos es realmente irrisorio, pero, ¿por qué? A esta pregun-ta, hay varias respuestas interconectadas entre sí. Los especialistas, los inves-tigadores dedicados a res-catar y hacer accesible el teatro español y novohis-pano de los Siglos de Oro, rescatan esos pocos tex-tos para su publicación o su estudio; pocos de los interesados rescatan ese material para acceso ge-neral. Por otro lado, hay poco interés por dirigirse a un público amplio, más bien tanto estudios como obras para especialistas (sobre todo los proyectos publicados por Reichen-berger). Pocas editoriales, hay que agregar, salvo las especializadas en tex-tos críticos y colecciones de literatura clásica, es-tán interesadas en publi-car textos que quizá no sea consumible, ya sea en ediciones críticas, o mera-mente de fijación textual para su distribución ge-neral. El punto raíz, por lo menos en términos de lectura, recepción y con-sumo, es la educación y la cultura de la lectura, y más específico aún, de la lectura de los clásicos. No nos dan herramien-tas para acercarnos a los

libros, ni nos enseñan a leer bien, a comprender lo que nuestros ojos cap-tan, haciendo la lectura aburrida y alejando a la gente de los libros; el problema es aún mayor al enfrentarse con una literatura cuyo lengua-je presenta más comple-jidad porque utiliza un lenguaje arcaico difícil de comprender porque a veces las palabras tienen un significado distinto al actual, en otras ocasiones, hacen referencia a cosas o circunstancias que ya nos son ajenas.

Son algunos retos, quizá no sean todos los problemas que acaecen los textos clásicos españo-les y novohispanos, y qui-zá no explique del todo el fenómeno de contar con uno escasísimo corpus li-terario en general, y tea-tral y poético en particu-lar.

Hoy día, el inter-net es una herramienta que nos ayuda solven-tar el problema, diversas instituciones y bibliote-cas, como la Biblioteca Nacional de España, el Fondo de la Universidad de Burgos, y otras más, han digitalizado un cor-pus bastante amplio de obras en general del Si-glo de Oro que es posible descargar en pdf; asimis-mo, grupos de investiga-ción han puesto a dispo-sición del internauta, en el mismo formato, la fija-ción de textos y algunos estudios sobre el teatro, la lírica y la prosa de los Siglos de Oro, entre ellos, es considerable el trabajo del GRISO (quizá el gru-po de investigación más importante), el grupo valenciano de Parnaseo o el Grupo de Investiga-ción Calderoniana. Ante esta nueva realidad en la que ya es posible acceder a un corpus mucho ma-yor que el ofrecido por

las editoriales, queda pre-guntarse, ¿cómo acercar al público lector a estas obras? Y aún más impor-tante, ¿cómo acercar a la gente a la literatura? Increiblemente, la poesía, y ni se diga el teatro (de todas las épocas) es poco leído.

Otro aspecto igual de importante, es acabar con la visión reacciona-ria y de conservaduris-mo a los autores clásicos, y comenzar a compren-der su obra como produc-to cultural de una época ajena a la nuestra.

Queda mucho por hacer y por compren-der, hace falta franquear las barreras ideológicas, las limitantes que puede la misma gente pondría para acercarse a los li-bros; pero sobre todo, hay que comprender los fe-nómenos que hacen que esas barreras se constru-yan. Si logramos com-

prender estas limitantes, será más fácil contrarres-tarlas, pero, hace falta primero, arreglar nues-tros hábitos, nuestras lec-turas, adecuar el canon de lo que se enseña; quizá haya personas que, como yo, no considera la obra cumbre de Calderón de la Barca La vida es sue-ño, y, como yo, considere aún más acabada y per-fecta Amar después de la muerte, una obra poco conocida y recientemen-te editada, la tercera edi-ción que se hace de ella. Hay que repensar, pues, el canon al que estamos sujetos conforme a crite-rios nuevos, juntos a una subjetividad mejor justifi-cada, y extender las lec-turas que hagamos, para poder recomendar a los demás, un libro que qui-zá, según sus intereses, pueda gustarle más que el corpus de obras ya co-nocidísimo del que conta-mos. Et vale.

El canon de los clásicosCarlos Mackenzie

3

Des-composición, 2012

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El Distrito Federal merece ser una ciudad

autónomaSergio Palacios Trejo

A últimas fechas hemos escuchado de manera recurrente en los medios de comunicación la insistencia del Jefe de Gobierno del Distrito Federal sobre la necesidad de que haya una reforma política para la Ciudad de México. ¿A qué se refiere el Jefe de Gobierno cuando solicita una reforma política para la ciudad?

A grandes rasgos podríamos decir que lo que está pidiendo el Doctor Mancera es que los ciudadanos y gobernantes de la capital de la República tengamos los mismos derechos y, por ende, las mismas obligaciones que tienen los ciudadanos y gobernantes de los demás estados.

Ante tal premisa, seguramente, surgen las siguientes interrogantes: ¿Esto quiere decir que actualmente los capitalinos no contamos con los mismos derechos y obligaciones que los demás ciudadanos? ¿Somos acaso ciudadanos de segunda?

Veamos algunas diferencias que nos servirán para entender mejor porqué se requiere la Reforma Política del Distrito Federal:

La Ciudad de México no cuenta en este momento con una constitución local. Nos rige un Estatuto de Gobierno y esto no es sólo una cuestión de nombre o denominación. El Estatuto de Gobierno no es aprobado por los diputados locales, se aprueba en el Congreso de la Unión.

La Asamblea Legislativa, que es nuestra Cámara de Diputados, no cuenta con facultad para legislar en todas las materias. Sirva como ejemplo mencionar que no puede hacer una ley para determinar las responsabilidades administrativas de los servidores públicos del gobierno local.

El Jefe de Gobierno es el único gobernante de una entidad federativa que debe proponer - para su aprobación - al presidente de la República los nombramientos del secretario de seguridad pública y del procurador general de justicia.

Con estos breves ejemplos queda claro que es necesaria la reforma política del Distrito Federal. El tema es mucho más complejo e incluye a las jefaturas delegacionales, mismas que, desde su nombre, recuerdan una época en la que la ciudad no contaba con autoridades electas, pues había un departamento administrativo dependiente del Ejecutivo Federal.

Sin duda, la reforma política de 1996 representó un gran avance en la vida democrática del país y del Distrito Federal, pero se quedó corta. Esperemos que la nueva sea completa e incluya todos los aspectos nece-sarios para que la capital y sus habitantes tengamos derechos plenos.

Con el tema de la reforma política, y también a raíz de diversos sucesos recientes en el Distrito Federal, se ha mencionado con insistencia la necesidad de contar con un Fondo de Capitalidad. En una próxima entrega abordaremos este tema.

Individual o colectivamente, no resistimos la tentación de editar nuestros recuerdos. La labor del historiador es escudriñar y diferenciar lo veraz de lo

imaginado. A veces, el escritor lucha con esa disyuntiva entre lo necesariamente veraz, y las posibilidades del recuerdo reinventado o reimaginado. El argentino

Leopoldo Brizuela (La Plata, 1963, y autor de tres novelas previas, un poemario, y un libro de relatos) ha logrado una sólida novela (Una misma noche, ganadora

del Premio Alfaguara 2012) que es un viaje desde el recuerdo donde en sucesivas capas se van mezclando lo factual, lo reinventado y lo imaginado o soñado.

Leonardo Bazán, protagonista de Una misma noche, es un escritor que ha crecido y vive en La Plata con su madre anciana. Un incidente, un asalto ocurrido en una casa vecina, funciona como catalizador de recuerdos que Bazán creía olvidados,

relativos a la dictadura militar y a la guerra sucia. Bazán inicia así un viaje doble, entre la investigación del asalto ocurrido en 2010, y los sucesos de los años seten-

ta: ambos han ocurrido en la misma calle, en el mismo conjunto de casas; varias de las personas involucradas son las mismas. En el curso de ese viaje, somos

espectadores del debate interno de Argentina en torno a la dictadura, los desapa-recidos, las Madres de la Plaza de Mayo, los juicios a los militares; la historia se

agita entre sueños, recuerdos y realidades inacabadas.

Los capítulos son letras del alfabeto. ¿Por qué?La idea es que el personaje sentía que no podía contar lo que le había pasado

esa noche, que no podía contarlo con las palabras habituales, pero que al hacerlo ahora está aprendiendo un nuevo lenguaje. Cada cosa que va viviendo es como

la letra de un nuevo lenguaje. La estructura es también como una metáfora de la cifra, de lo que para mí es escribir, de ese intento, siempre frustrado

por decir lo indecible.

El silencio juega un papel muy importante en la novela. Varios personajes guardan distintos tipos de silencio. Quizás los silencios

más fuertes son los del protagonista. Cada personaje tiene como una especie de secreto, donde no habla con nadie,

pero también porque elige no hablar. El protagonista podría llegar antes a muchas conclusiones, pero no lo hace porque no quiere decir a nadie en qué está traba-jando. Todos los personajes tienen un secreto, algo que no pueden decir. Puede

ser que no quieran decirlo, o que no tengan elementos para decirlo.

¿Cómo ideaste al protagonista? ¿Hay algo autobiográfico?El personaje está inspirado en dos circunstancias reales: una es un asalto, hecho por la policía de la provincia de Buenos Aires, en connivencia con otros asaltan-

tes, que ocurrió en 2007 en mi barrio. Lo que sí es autobiográfico fue que en 2004 leí una novela (El silencio de Kind, Marcela Solá, Planeta, 1999), que está pro-

tagonizada por una concertista de piano que tiene una hermana desaparecida, y vuelve al país para tocar delante de los jerarcas de la dictadura. Ahí recuerdo algo

que viví muy parecido, el llamado Operativo Rastrillo, donde entraban en todas las casas. Fue en 1976, yo tenía 12 años, y estaba tocando el piano. Y no lo recor-daba, lo recuerdo casi 30 años después. Ahí empezó la cosa. Me parecía también

que funcionaba plantear al escritor como un detective, que podría ser un buen detective investigando algo en lo que va la vida. Eso disparó una prosa muy

distinta a la que suelo escribir, una especie de cuaderno de notas.

Hay algo que me llama la atención: creo que existe la tentación de creer que cuando se escribe sobre un periodo como la dictadura militar, la des-

cripción tiene que ser increíblemente violenta. Tú generas una tensión tremenda, sin describir nada muy violento. Pero la sola

idea de la violencia crea mucha tensión. ¿Cómo generaste esos ambientes?

Conversación con Leopoldo Brizuela / Gerardo Cárdenas

Una misma nochede los vínculos entre literatura

y memoria

5

(...6)

Boreal, 2013

La puerta, 2012

Jolgorio, 2012

No sé cómo lo hice. Es lo que más me llama la atención de la novela. A lo mejor porque focalicé en personajes que no son ni militantes, ni represores. Me llama la

atención que en la gira que he hecho con el libro, mucha gente y muchos perio-distas, me cuentan algo, algo que vivieron, episodios de mucho horror que se les queda para toda la vida, que nunca contaron, pero que sienten que ha llegado la hora de contarlas, y que solo cuando las cuentas ves la carga de horror que tie-

nen. Esas historias tenemos todos. Una de las cosas que más me gusta de la nove-la, es que por ese clima de horror queda afectada hasta la gente que defendía la

dictadura. Hay una profunda vinculación entre literatura y memoria.

En la novela dices: ‘quizás sólo la literatura podría perdonar, la literatu-ra es el lector futuro’. Me impresionó. No conozco mucho del proceso en Argentina y no sé si el tema de los desaparecidos está resuelto o si sigue

generando tanto debate interno que es necesario acudir a la literatura para seguir

recuperando esa memoria.Yo creo que el personaje tiene la sensación de que cuando cuente lo que le pasó, nadie lo va a entender. Es una novela que él cuenta para sí mismo, para el lector futuro. No sé si el tema de los desaparecidos, pero el tema de la dictadura y del

horror que se vivió, no digo que esté resuelto porque no sé qué sería eso, pero sé

que va a estar durante muchísimo tiempo y no podría ser de otra manera, por ejemplo, para mi generación: una persona que aún tiene miedo es porque pasó

toda su etapa de formación bajo la dictadura. Una persona más joven, crecida en la democracia, hubiera actuado de otra forma. Creo que aún estará presente por

mucho tiempo. Sobre todo porque fue mucho dolor.

Otro elemento muy interesante son las dificultades del personaje por dis-tinguir entre la verdad y el recuerdo: su memoria va mejorando conforme

se enfrenta a diversas cosas. ¿Será un proceso natural de la memoria

auto-editarse, porque hay cosas que no quieres recordar?Quería hacer una novela donde un personaje pudiera recordar las cosas de dis-tintas maneras. Es el germen de esta novela, donde el personaje va recordando

siempre una escena, y siempre le va dando un sentido distinto, va recordando, se va auto-editando, y se va relacionando cada vez de manera distinta con el presen-

te. Es esperanzador, porque el pasado deja de tener ese peso de condena, y pasa a ser un lugar donde puedes recrearlo para cambiar el presente.

Conforme al personaje se le van esclareciendo los recuerdos, en vez de sentirse iluminado, le da cada vez más miedo. Es algo que agrega mucha

tensión…Yo no sé si sienta más miedo, más bien creo que le queda más claro el miedo que tiene. El personaje vive gobernado por el miedo, pero conforme avanza la novela

es tenerlo cada vez más presente.

Estos recuerdos que él tiene, quieren salir a la superficie. Hay una imposi-bilidad de callar.

Eso me recuerda un poco a las tragedias clásicas, a la idea de que cuando el per-sonaje sabe un poco, recuerda un poco, ya no puede quedarse a medio camino. El personaje tiene esa compulsión, de que cueste lo que cueste, tiene que saber. Es saber, o la muerte. Es una compulsión trágica. Cuando uno ha callado algo tanto

tiempo, después ya no sabe si lo que recordó es o no un sueño. Además, es impor-tante, que el personaje tiene cuarenta y pico años, y hay una urgencia por recor-

dar, porque los viejos se están muriendo, pronto ya no quedará nadie con quien cotejar los recuerdos, y eso es muy fuerte en la historia argentina porque se está

muriendo ya esa generación.

La madre es un personaje maravilloso. Poco a poco se convierte en un eje clave para el protagonista. ¿Cómo construiste al personaje?

De todos estos personajes, es la que menos me costó, porque tomé cosas de mi madre, de mi tía, de mis vecinos, es decir, en ella hay muchos viejos. Fue como

una reunión de anécdotas y de dichos. Me sorprende la cantidad de cosas que los lectores encuentran en ella. Se nota que en el fondo de la mente, y en el universo

de la novela, empezó a cobrar otra dimensión que no me di cuenta que tenía.

Gerardo Cárdenas, escritor y periodista mexicano. Autor del libro de relatos A veces llovía en Chicago (Libros Magenta/Ediciones Vocesueltas, 2011). Es director editorial de

contratiempo en Chicago.

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Personajes:RAFAEL…ANCIANO

HERMINIA…ANCIANA

ESCENOGRAFIA: La mínima, puede bastar con un sofá o dos sillas.

RAFAEL: Te vas a la calle y me compras cien pesos de Sol, te fijas que esté

caliente, la última vez lo trajiste tibio. HERMINIA:

Por cien pesos no te dan casi nada.RAFAEL:

Cien pesos es mucho. No tengo más. HERMINIA: Todo sube. RAFAEL:

Busca donde no te lo den tan caro. HERMINIA:

En todas partes es lo mismo. Yo ya no puedo andar de un lado a otro.

RAFAEL: Y con la falta que me hace. Vivo helado.

HERMINIA: Es por la edad, ya estás viejo.

RAFAEL: Estamos, que no es lo mismo.

HERMINIA: Me llevas cinco años.

RAFAEL: Es igual.

HERMINIA: Si tú lo dices.

RAFAEL: ¿No tienes un poco de Sol que no haya yo usado?

HERMINIA: El poco que tenía se terminó hace días.

RAFAEL: ¿Tú no tienes monedas por ahí? Siempre guardas.

HERMINIA: ¿Para qué las quieres?

RAFAEL: Para que compres más rayos. Necesitamos muchos.

HERMINIA: Los traigo y luego luego los desperdicias, como si te los regalaran.

RAFAEL: ¿Cuál desperdicio, cuál?

HERMINIA: Ahí estás poniéndoles rayos a las macetas.

Cien pesos de Sol

Tomás Urtusástegui

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(...8)

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RAFAEL: Es para que no se mueran las plantas.

HERMINIA: Otros para iluminar tu cuarto.

RAFAEL: Necesito luz, ya pasaré el resto de la eternidad en la oscuridad de

la tumbaHERMINIA:

Con tres rayos te bastaría, pero no, tú a usar más de diez, como si te sobraran.

RAFAEL: Veo mal.

HERMINIA: Usa lentes y no rayos.

RAFAEL: Es mi dinero, y si gasto todo en sol es mi problema. Los rayos son

para que pueda leer. HERMINIA:

Mentiras, siempre dices mentiras. Pones los rayos, te estiras en el sofá y cierras los ojos. Nada de leer. Eso quisiera yo, que leyeras,

que leyeras como antes, no que ahora…RAFAEL:

Cierro los ojos para disfrutar del calor del astro rey, ¿te acuer-das cuándo íbamos a la playa? Yo me tendía a disfrutar del ca-

lorcito, Y sí, desde esa época cerraba los ojos. HERMINIA:

Los cierras por flojo o por no verme.RAFAEL:

¿Por qué no iba a querer verte? HERMINIA:

Porque te digo lo que te conviene, lo que tienes que hacer, lo que…

RAFAEL: Lo que tengo que pensar, sentir. Todo lo quieres controlar.

HERMINIA: Es por tu bien.

RAFAEL: No vamos a alegar ahora. Ve por mi Sol.

HERMINIA: Eso quisieras que el Sol fuera tuyo. Ya seríamos millonarios.

RAFAEL: Bueno, por la parte del Sol que me corresponde.

HERMINIA: La última vez quemaste tus pantalones por poner en las piernas

los rayos. RAFAEL:

Ya me disculpé por eso. Es que mis piernas y mis pies se me enfrían mucho y sólo el Sol puede revivirlas. Puse dos rayos en cada pierna. Es la misma cantidad que siempre he puesto. Lo que pasa es que los rayos no son los mismos que antes, ahora que-

man en lugar de calentar. Creo que es por la maldita contamina-ción.

HERMINIA: ¿Sabes lo que cuesta comprar ropa nueva? Tú gastas el dinero

como si te lo regalaran. RAFAEL:

Me lo regalan. Yo ya no trabajo y me lo siguen dando.HERMINIA:

La jubilación no es un regalo, es un derecho por lo que trabajas-te.

RAFAEL: ¿Vas a ir o no?

HERMINIA: ¿Si digo no?

RAFAEL: Entonces tendré que ir yo aunque me sea tan difícil caminar. Ya

sé que no se puede contar contigo cuando uno necesita algo.HERMINIA:

¿Me estás chantajeando? RAFAEL: Cómo crees.

HERMINIA: Pues ahora tú vas.

A mí nadie me dice que no se puede contar conmigo siendo que yo…

RAFAEL: Que tú te has sacrificado siempre por mí y la familia. ¿No es así?

HERMINIA: Búrlate, eso es lo último que me faltaba. Pero sí, aunque te rías sí

me he sacrificado por todos ustedes.RAFAEL:

Discúlpame…HERMINIA:

Con una palabra crees que todo se arregla. RAFAEL:

¿Me perdonas?... Di que sí. A ver sonríe…Eso es. Gracias. Y ya que estoy disculpado ¿podrás ir por mi sol? No ves que estoy temblan-

do, que me voy a congelar.HERMINIA:

Tú siempre ganas. RAFAEL: Por favor. HERMINIA:

Está bien, voy a ir, pero ni pienses que lo voy a seguir haciendo, tus famosos rayos cada día pesan más y no caben en mi canasta.

Yo también soy vieja y no aguanto tanto. RAFAEL:

Al fin reconoces tu edad. Los dos somos ancianos.HERMINIA:

Tú más que yo. RAFAEL:

De acuerdo. HERMINIA: Voy por la canasta.

RAFAEL: No, no vayas. HERMINIA:

¿Qué no vaya? ¿Quién te entiende? Tenemos horas en que me exiges que vaya a la calle a comprar sol, que te lo traiga lo más

pronto que pueda, sin importarte mis reumas, mi…RAFAEL:

Siéntate junto a mí. HERMINIA: ¿Para qué? RAFAEL: ¿

No te has dado cuenta después de tantos años? HERMINIA:

Amaneciste mal, no te entiendo nada. RAFAEL:

Ven. Ahora dame tu mano. Ponla sobre mis piernas. HERMINIA:

¿Estás jugando? Tengo mucho que hacer para…RAFAEL:

Así, ya se me están calentando. Gracias. HERMINIA:

¿Ya no quieres sol?RAFAEL:

No, ya lo tengo. HERMINIA:

¿Qué? RAFAEL:

Tú eres mi sol. HERMINIA: Adulador. RAFAEL:

Te quiero y te necesito. HERMINIA:

También yo a ti.RAFAEL: Sole mio.

HERMINIA: Mi Sol.

Tomás Urtusástegui Verano 2012

(7...)

9Medir la violenciacifras VS experiencia

Por Mauricio Meschoulam

80,000, 90,000, 100,000 muertos. 25,000 desaparecidos. Tasas de ho-micidio de 15,20, 40, 90 o 150 por cada 100 mil habitantes. Cifras que suben, que bajan, que permiten a unos publicitar sus éxitos y a otros,

los fracasos del adversario. Pero que al final del camino, de acuerdo con las investigaciones que hemos efectuado, nos terminan dicien-

do muy poco a los ciudadanos que experimentamos de cerca una determinada realidad. Esta, "nuestra realidad", es percibida e inter-

pretada por cada uno nosotros y socialmente compartida a través de la interacción con nuestros semejantes. Una explosión, una balacera,

una cabeza o un cuerpo colgando del puente, uno solo. Un asalto al negocio. Una manta con un mensaje tenebroso. Patrullas y soldados

en la calle. Esos son los datos con los que construimos nuestra forma de entender el entorno. Medir la violencia, entonces, requiere hoy añadir nuevos elementos. Hasta que lo hagamos, tendremos sola-

mente una visión parcial de lo que nos está pasando como sociedad.

Investigaciones en curso

Desde hace tiempo comprendimos que México estaba muy poco preparado para enfrentar la situación de violencia que sobrevino en

unos pocos años. Esto es verdad para muy diversos rubros. En mate-ria de investigación social sucedió precisamente eso. Cuando en 2010

intentamos contrastar algunos estudios internacionales con lo que estaba sucediendo en nuestro país, detectamos que en México había

muy poca investigación efectuada al respecto de temas como los efectos psicosociales por la violencia asociada al crimen organizado, o acerca del modo como nos impactaba lo que estábamos viendo en los medios de manera casi cotidiana. ¿Por qué sucedían fenómenos

como las psicosis desatadas en redes sociales o los cierres masivos de negocios tras rumores de eventos violentos en alguna demarca-

ción? ¿En qué medida estábamos padeciendo efectos similares a los que suceden durante crisis por ataques terroristas o intervenciones

militares?

No lo sabíamos de manera científica. Solo lo suponíamos y a partir de ello, buscábamos hacer algunas inferencias.

Hace más de un año publicamos los resultados de un primer estudio cuantitativo sobre los efectos psicosociales por la violencia asociada

al crimen organizado. Esta investigación resultó en algunas propues-tas inmediatas, además de abrir la puerta a más investigación.

Mi tesis doctoral ha girado en un sentido similar, si bien no idéntico. Nos pareció indispensable combinar la investigación cuantitativa con

la cualitativa para comenzar a entender las señales que se nos van presentando.

Es decir, los primeros estudios el año pasado nos confirmaron que un elevado número de mexicanos padecemos efectos de estrés debido a la situación de violencia que vive el país; que uno de cada dos de

nosotros quisiéramos huir hacia otro lado pero que no podemos ha-cerlo; que esto se traduce en síntomas físicos, en ausentismo laboral

y en una dramática alteración de nuestras conductas cotidianas. Esos estudios también demostraron que mientras más estamos conectados

a los medios de comunicación, más corremos el riesgo de padecer este tipo de síntomas y que éstos no se limitan a los municipios con mayor incidencia de violencia; el contagio de estrés y psicosis es ya

una realidad que abarca todo nuestro territorio.

Ahora bien, ¿cómo se contagia ese estrés? ¿Cuál es el proceso me-diante el que vamos formando esas percepciones e interpretaciones de la realidad? ¿Qué tanto hablamos de estos temas y qué es lo que

más nos impacta emocionalmente?

Las últimas investigaciones, aunque en una muestra limitada (misma que ya está siendo extendida), demuestran que el papel de la experiencia personal, la observación y la conversación cotidiana funcionan como los factores que más impactan en el modo como percibimos lo que sucede a nuestro alrededor. Un solo evento, un contacto con el delito o la violencia, una conversación con algún familiar, algún colega, alguna amistad, pueden producir un mayor efecto en nuestra concepción de la realidad, que todo lo que digan los datos, las cifras, los medios, o los planes y las estrategias nacionales. Pensamos de acuerdo a lo que vivimos de cerca, en casa, en la calle, en el barrio, en el trabajo.

Medir la violencia

Estos datos podrían arrojar reflexiones en muchos ámbitos. Uno de ellos es el de la medición de lo que entendemos por violencia. Tradicionalmente empleamos cifras y números que determinan la frecuencia de determinados eventos y buscamos evaluar la evolución del fenómeno contrastando estas cifras en el tiempo y en el espacio. Comparamos la tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes en 2006 con la del 2007, 2008, o la del 2012, y luego con la misma tasa durante la gestión del nuevo gobierno. Usamos otras cifras como secuestro, extorsión, delito común y las combinamos con las de homicidios para definir que la ciudad más violenta es x, y ó z, dependiendo de este tipo de indicadores, su crecimiento o su descenso. Nos medimos contra otras ciudades o sitios violentos en el mundo. Todo eso está bien y es necesario.

Pero si consideramos los resultados de lo que hemos investigado, falta algo. Es decir, es correcto que la frecuencia de los eventos debe ser medida y se trata de indicadores fundamentales para la comprensión de una parte de la realidad. Pero no toda.

Si a la gente realmente parece impactarle menos el número de sucesos violentos que las características de los mismos, entonces no basta saber si alguien murió por homicidio; habría que responder a otro tipo de preguntas: ¿Cómo murió? ¿Su cadáver fue exhibido? ¿En qué condiciones fue exhibido? ¿Dónde se exhibió? ¿En alguna vía pública? ¿Cuántas personas fueron testigos del hecho? ¿El evento fue capturado y retransmitido por los medios de comunicación? De acuerdo con la experiencia que hemos venido acu-mulando, ¿cuál es posible impacto psicosocial del suceso?

Más aún, las respuestas a esas preguntas podrían ser transformadas en alguna clase de índice mediante el que se podría dar un determinado valor a cierto suceso, que entonces podría ser añadido a las cifras que actualmente utilizamos. Ese es el punto donde lo cualitativo y lo cuantitativo pueden convivir. En otras palabras, la violencia no emana únicamente del homicidio, sino del cómo de un determinado evento.

Parece ser que debido a lo que hemos vivido a lo largo de los últimos años, es necesario idear modos para rediseñar y reinterpretar los mecanismos que tradicionalmente usamos para auto-comprendernos. Si la experiencia, la observación y la conversación cotidiana son los factores primordiales que impactan nues-tra concepción del entorno, entonces las cifras que no se adapten a lo que nosotros entendemos como "realidad" serán percibidas como erróneas o engañosas.

¿Usted qué piensa?

el muro

expresion

literaria

Y lloró la f

lor

derramand

o el rocío

por su

mejilla

J.G. J

aik / Haiku

amo a esa gente distante la que nada pide y da sin temoramo a la gente que ama la soledad la que no le teme a las opiniones tontas o a lo que el ''mundo pueda pensar''amo por amar al amor de la gente que ama por amar la que no se despide nunca la que siempre llegaamo a la gente de mirada ausente por que sus ojos pueden ver otros mundos diferente a esteamo el humo turbio de sus mentes y sus corazones de carbón flamante sus besos potentes su alma incierta y fuerte a la vez su factible desinterés por los gustos de la mayoríaamo el medio día de sus noches eternas sus caricias capaces de tatuar silenciosamo a los necios a los incapaces de no sentir a los viciosos del corazón a los amantes del todo y de la nada y del vivir a los que caen constantemente en los abismos y descubren dioses y demonios y círculosamo a los que sin importar que pase danzan tristes a los de sonrisa melancólica a los que su sombra imanta el sol para que anden a oscuras a plena luz del díacomo verás, no amo a la mayoría solo a los que cargan en la pupila de sus ojos la tristeza infinita a los que un solo soplo de viento convierten a huracánamo a los que de soñar nunca se cansan aquellos que andan perdidos y se encuentran o que se encuentran perdiéndosea los de sonrisa melancólica amo a los que sin importar que pase danzan tristes.-Los Relámpagos Henry De Medina, 2013

Afuera la noche se derrama sobre

la copa de los árboleslos hombres

escarban sus pupilasy ponen a secar su corazón

Sonia Silva-Rosas / Cuarto Menguante

Esa sangre fue mi sangreese bombeo meció mi ensueño.Días idénticos a noches en una bolsa de aguaunidos por un hilo rojo que adelgaza sin romperse,creciendo al galope de puertas que se abren de la sangre que se entrega de glóbulos y plaquetas.Perdido entre tus poroscarne tuya que se desprendeviaja hacia la luz pero volvería a la penumbra húmedaal silencio sin pesocobijado por el retumbar del pecho cántico ingrávido caliente primigenio.Aún late la historia escrita en mis venas como espejo de vasos y arteriasréplica que circula por mis miembrostorrente que se adelgazaque poco a poco se calla.

Sursum corda / Gerardo Cárdenas

11

Atardecer III, 2012

Alegría, 2013

Muelle, 2012

Ventajas de viajar en trenTusquets Editores

"Así es como abrimos nuestro corazón a los demás; no somos nada más que un puñado de mierda. Un puñado de mierda y ochenta por ciento de agua", afirma Martín Urales de Úbeda a Helga Pato momentos antes de que explotara su departamento; un departamento repleto hasta el techo de basura de todo tipo, desechos de muchas personas, fragmentos de miles de historias lanzadas al desperdicio como lo que son: basura del mundo cotidiano, basura que, aunque del exterior, refleja el interior de quienes transcurren por el mundo.Sin duda alguna, la novela de Antonio Orejudo, Ventajas de viajar en tren (Tusquets Editores), es una de las mejores novelas que he leído en los últimos meses. Ha sido un gran descubrimiento, una lectura exquisita, un redescubrimiento de algo que sospechaba y que, a partir de los personajes de Orejudo, pude constatar. ¿Hasta qué punto el hombre se denigra? ¿Hasta qué punto se niega y evade la realidad? ¿Hasta qué punto el ser humano está enfermo mentalmente? Y es que las narraciones que Martín Urales de Úbeda le cuenta a Helga Pato, durante la primera parte de la lectura, son pequeñas escenas que uno, como lector, claramente puede ver si goza de una imaginación en estado saludable; especialmente esas escenas en las que se involucra a representantes religiosos, funcionarios de alto rango y encargados de los orfanatos. Y es que la imaginación, tan vasta en dar santo y seña de lo que lee, muestra hasta los más mínimos detalles de esas agresiones y torturas contra los niños que son recluidos en los orfanatos, seres que pudiera pensarse a nadie importa su destino, carne de fácil tráfico para cubrir los más bajos instintos de hombres enfermos de crueldad: pequeños demonios que gozan y trafican con órganos infantiles no sin antes descargar toda su ira en los niños.Orejudo hace un gran recorrido entre los síntomas de la paranoia, la depresión, la coprofilia y la esquizofrenia. Con suma paciencia toma de la mano a su lector y juntos recorren manías y dependencias hasta desmenuzar todas aquellas perversidades que ocultan sus verdaderas intenciones bajo el nombre de virtudes o actos de buena voluntad: la caridad -afirma Martín Urales de Úbeda en su papel del doctor Sanagustín- de todos los egoísmos es el más perverso porque se disfraza de altruismo y generosidad.La novela de Orejudo comienza con el pleno éxtasis contemplativo que un escritor hace de un pedacito de mierda. Se trata del esposo de Helga Pato, quien pierde la cordura y, al perderla, se queda maravillado contemplando su propio desecho. De camino a casa, Helga se encuentra con Martín Urales de Úbeda quien, haciéndose pasar por el doctor Ángel Sanagustín, le da toda una cátedra en torno a los padecimientos psicológicos por los que atraviesan algunas personas."En el caso de los coprófagos todo lo que rodea al paciente pierde valor, los estímulos exter-nos sufren un proceso de devaluación no selectiva, y el paciente queda fascinado por su cuer-po y por sus excreciones, sus textos dan vueltas y vueltas a la misma cosa hasta que al final caen en picado, se estrellan contra su propio pensamiento", explica Martín (el doctor Sanagus-tín) a Helga, para rematar diciendo que "en realidad los seres humanos no somos más que un millón de impulsos eléctricos por segundo y unas cuantas reacciones químicas".Lejos de ubicarse en las explicaciones psicológicas de este tipo de pacientes, Orejudo plantea la historia de un hombre, Martín Urales de Úbeda, como un ser que, después de enfrentar su desequilibrio emocional, se adapta a papeles de personas que le rodean y lo hace de manera excelente, tal es el caso del doctor Ángel Sanagustín, su cuñado y doctor de la clínica en la cual Helga Pato interna a su esposo. Es Martín Urales de Úbeda un personaje que reta al lector a diferenciar entre las historias que emergen de su imaginación a las historias apegadas a la realidad.Ventajas de viajar en tren es una novela que trata los desperdicios humanos, la decadencia a la cual algunos seres se ven condenados, la búsqueda de una identidad y de una aceptación por parte de la sociedad. Y es que, tal vez, los tiempos actuales no son sino eso, desperdicio del tiempo y pedacitos de desecho que la historia lanza al retrete, para después, bajarle al retrete.

La poesía es una actividad natural de los seres humanos aunque pase desapercibida para la mayoría de ellos. La poesía es el sustento de la naturaleza pues, en todo cuanto nos rodea, el espíritu de la poesía reposa. Si hacemos memoria, nos daremos cuenta de que la poesía se encuentra en toda la historia sin importar épocas ni culturas, ya que no está sujeta a conceptos ni a definiciones, ni a esquemas orales o escritos; la poesía existe porque sí, por la vida y por la muerte, por el día y por la noche, por todo y por nada, por el simple hecho de ser piedra angular en la creación y tratar, por un lado, de llegar a “ser al fin una palabra…” y por otro, ser un accidente del lenguaje, que se viste de mágicos sonidos y alquímicos sucesos.”El mundo –que digo el mundo–, el universo en sí, es una metáfora viviente. Estamos rodeados de suposiciones, de símiles, de comparaciones, de tropos con los que convivimos a diario, y que de repente nos salen al paso y hacen acto de presencia, de embrujo y de conciencia en nuestra alma sensible y escribana. Éste es uno de los milagros de la poesía, porque uno mismo es poesía desde el latido hasta el aliento, desde la piel hasta el alma. No existe mejor poema que la naturaleza humana per se, desprendido de la alegoría del universo, a grado tal que de pronto: “no me alcanzan las palabras para decirle a alguien: Eres un poema traducido en carne y hueso” donde –yo, tú, él, ella, nosotros o ustedes–, somos el principio y el fin de la palabra que de tantas veces dicha se vuelve cotidiana.Desde que tengo uso de razón, la poesía es parte de mi vida, más bien es mi forma de vivir; es por eso que no puedo entender el porqué a la gente no le interesa leer poesía y, además, considera al acto como una pérdida de tiempo, sin darse cuenta de que la poesía habita en su entorno desde siempre: está con nosotros al nacer y hasta morir, es más, en la gestación ya nos habita. Llegamos con llanto y con lágrima pura nos despiden.En otro contexto, baste reflexionar que la humanidad siempre se ha servido de los refranes, las sentencias, los adagios y los aforismos para comunicarse, haciendo de ellos un lenguaje coloquial con el que convive día a día. Aunque parezca ilógico, según Jo+sé Emilio Pacheco: “La publicidad nos asedia en todo momento con mensajes que han tomado su estructura y su estrategia de la organización verbal llamada poema. Las canciones antiguas y moder-nas llevan la poesía hasta los reductos que se creen más impenetrables a la expresión lírica. Millones de mexicanos –por ejemplo–, se conmueven con el Himno Nacional que es, en su métrica y vocabulario, un típico poema romántico…” Como se aprecia, la poesía puede decirnos muchas cosas, si nos acercarnos a ella, si nos enseñamos (nosotros mismos) no sólo a escribirla sino a leerla, y más que a transmitirla a vivirla, así nos daremos cuenta del poder que tiene. Aun y cuando la poesía sea elitista, el arte está hecho para todos, aunque exige de nosotros cierto grado de esfuerzo y de aprendizaje. Desde luego, quien lo lleve a cabo tendrá su recompensa inmediata en el placer que nos dará a cambio. Para ello es necesario acercarse de manera genuina a la poesía, además es esencial que uno como lector posea la voluntad y el interés para entrar al juego que la poesía propone, porque la poesía desde mi experiencia es un juego que debe tomarse en serio es el poema quien dicta esta regla, no tanto el autor. Si la poesía no tiene lector, el poema es letra muerta.

Una de las grandes enseñanzas que me ha dejado no la escritura, sino la lectura de poemas, tiene que ver con el eco del poeta William Carlos William que se empeñó en convertir la poesía en objeto de uso diario, y uno de sus múltiples legados es aquel que dice: “No trates de entender un poema... Escúchalo. Pues éste debe ser oído... deja que venga hasta ti. Relájate. Permite que te moje la cara. Siéntelo. Experimenta el sentido táctil de algo que te recorre... Si no hay placer, no hay poema. Todo arte está hecho para dar placer…” Por esta magna enseñanza es que me encantaría “Ser al fin una palabra…” un verso… tal vez un poema, pero no un poe-ma cualquiera, sino uno de esos que logran arraigarse en la memoria y el alma del posible lector; sin embargo, por lo pronto soy aprendiz de la hoja en blanco y es mi deber seguir pariendo desde el vientre de la pluma, ideas

cuya potencia despierten diversas sensaciones y evocaciones, tantas como posibles lectores. Por esta razón es que recopilo este mar de ideas que pueden abordarse desde una mentalidad abierta. Creo que vale la pena compartirlas, para que despierten las sensaciones descritas por las palabras que habitan desde siempre en las venas de los poetas de todos los tiempos. Cada poema impreso nos permite reconocer no sólo la voz, sino el estilo, el tono y el aliento ya lírico, ya retórico, ya académico de cada autor. Desgloso esto porque cada poeta nos da en cada poema no sólo la visión, sino su experiencia del mundo para que la reflejemos y la completemos con la nuestra; si es que se alcanza el milagro de la afinidad y simpatía retórica que consiste en despertar nuestra capacidad de asombro.

Regresando a la poesía, es inútil fingir que nos gusta un poema cuando no avanzamos, no en la lectura, sino en la comprensión del mismo. Si el poema no nos produce un placer inmediato es preferible abandonar la lectura, tal vez más adelante la intuición nos permita volver a ella y encontrar, no sólo justificación sino sentido. Mientras tanto, despojémonos de los prejuicios que nos invaden desde el instante que escuchamos la palabra “poesía”… Pero, ¿qué es la poesía? Desde mi perspectiva: Poesía es la creación. El principio y el fin de un orden cósmico e incesante. El todo y la parte al mismo tiempo. Un don divino. Un misterio burbujeante. Un delirio de pasión. Poesía es un sin fin de universos paralelos en busca de la salvación del mundo.Es ilógico pensar en una definición al respecto ya que ni los propios poetas poseen una verdad absoluta sobre el vocablo. Motivos sobran para que la poesía no tenga una definición magna, real y tajante. Partamos de que todo cuanto se diga o se escriba al respecto será subjetivo, por el simple hecho de que el arte en general es subjetivo, y la poesía es una de las disciplinas más sublimes del arte. Baste recurrir a Borges, quien en su ensayo El enigma de la poesía, dicta: “... La verdad es que no tengo ninguna revelación que ofrecer... Tengo cerca de setenta años. He dedicado la mayor parte de mi vida a la literatura; y sobre la poesía, sólo puedo ofrecerles dudas...”

Sirva esta columna de pretexto para celebrar a la poesía y a los poetas, que como yo están en la búsqueda de “Ser al fin una palabra…”

***Federico Corral Vallejo. Parral Chihuahua, 1969. Poeta, ensayista, crí-tico y editor. Sus libros más recientes: Desprovisto de equipaje (poe-sía 2013). La metáfora subrayada (ensayo, 2010). Entre otros recono-cimientos: Premio Programa de Publicaciones por su libro de Ensayo: Principios de sensibilidad (Ichicult, 2004) y Premio Nacional de Poesía: Juegos Florales de San Juan del Río, edición XXXIX por su obra: De plumas y hue-sos (UACH, UACJ & Ichicult, 2011). Actualmente dirige Tintanueva Ediciones.

Ser al fin una palabraFederico Corral Vallejo