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LOS TRABAJOS DE HÉRCULES Agatha Christie

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  • LOS TRABAJOS DEHRCULES

    Agatha Christie

  • NOTA PRELIMINAR DE LA AUTORA

    El nombre de pila de Poirot me indujo irresistiblemente a escribir estaserie de historias cortas. Inici el trabajo con gran entusiasmo, masal poco tiempo perd el nimo ante el gran cmulo de dificultades queno haba previsto. Escrib sin titubear algunos de los episodios, talescomo El len de Nemea y La hidra de Lerna. El toro de Creta,asimismo, sali de mi pluma con toda naturalidad; pero algunos delos trabajos eran un desafo a mi ingenio. El jabal de Erimantea metuvo en suspenso durante mucho tiempo, y lo mismo pas con Elcinturn de Hiplita. Y en cuanto a La captura del Cancerbero he dereconocer que me hizo perder todas las esperanzas. No podaimaginar ninguna accin apropiada a dicho ttulo. As es que duranteseis meses no volv a ocuparme del asunto. Pero de pronto, subiendoun da las escaleras del metro, se me ocurri la idea. Pens en ellacon tanta excitacin que sub y baj las escaleras siete u ocho veces ypor poco me atropella un autobs cuando, al fin, me diriga a casa. Elfregadero es el lugar ms seguro y apropiado para planearmentalmente una historia. El trabajo meramente mecnico ayuda alfluir de las ideas y resulta delicioso encontrarse hechas las tareasdomsticas sin acordarse de que una las hizo. Recomiendo de formaparticular la rutina de los trabajos caseros a todas aquellas personasque pretendan crear una obra literaria. Ello no incluye el cocinar,pues en s ya es una creacin, mucho ms divertida que escribir,mas, por desgracia, no tan bien pagada.

    AGATHA CHRISTIE

  • INTRODUCCIN

    El piso de Hrcules Poirot estaba amueblado a la ltima moda. Losadornos de metal cromado, y los sillones, si bien tapizadosconfortablemente, eran de formas cuadradas y slida apariencia.

    En uno de ellos se hallaba sentado Poirot, pulcramente, sin pasarde la mitad del asiento. Frente al detective, en otra butaca, estaba eldoctor Burton sorbiendo con deleite un vaso de Chteau MoutonRothschild que le ofreci su anfitrin. La apariencia del doctor no eratan relamida como la de su amigo. Era regordete y desaliado, conuna cara rubicunda y bonachona que reluca bajo la enmaraadamasa de blancos cabellos. Tena una risa profunda y sibilante y habaadquirido el hbito de esparcir la ceniza de sus cigarros tanto sobrel, como sobre todo lo que le rodeaba. Poirot perda el tiemporodendole de ceniceros.

    El doctor Burton pregunt:Dgame, a qu santo viene eso de Hrcules?Se refiere usted a mi nombre de pila?Mal puede llamarse de pila, ya que es absolutamente pagano

    objet el otro. Pero por qu? Eso es lo que quiero saber. Algncapricho de su padre? Algn antojo de su madre? Razones defamilia? Si mal no recuerdo, aunque mi memoria ya no es lo que era,tuvo usted un hermano que se llamaba Aquiles, no es cierto?

    Poirot repas mentalmente los detalles de la carrera de AquilesPoirot. Ocurri en realidad todo aquello?, se pregunt.

    Slo por poco tiempo replic al fin.El doctor Burton eludi con prudencia mencionar de nuevo a

    Aquiles Poirot.Los padres debieran tener ms cuidado con los nombres que

    ponen a sus hijos reflexion. Vea usted; tengo varias ahijadas yuna de ellas se llama Blanca, aunque es ms morena que una gitana.Luego est Deirdre; Deirdre de los Dolores, y ha resultado ser msalegre que unas castauelas. Y por lo que se refiere a Paciencia,hubieran hecho mejor llamndola impaciente el viejo profesor delenguas clsicas se estremeci; pesa ahora ciento sesenta y ocholibras, aunque no tiene ms que quince aos. Dicen que es gordurainfantil; yo no lo creo. Diana! Queran que se llamara Helena, perohice valer mis derechos. No poda hacer menos conociendo el aspectode sus padres... y el de su abuela! Trat con todas mis fuerzas deque se llamara Marta o Dorcas, o algo que fuera razonable... pero nome sirvi de nada... perd el tiempo... Los padres son gente muycaprichosa.

    Empez a rer por lo bajo mientras su cara se arrugaba. Poirot lomir inquisitivamente.

    Me estoy imaginando la conversacin que sostendran su madre

  • de usted y la difunta seora Holmes, mientras cosan sus ropitas ohacan calceta: Aquiles, Hrcules, Sherlock, Mycroft...

    Poirot no pareca compartir el buen humor de su amigo. Por lo que veo, quiere usted decir que, fsicamente, no soy

    ningn Hrcules.Los ojos del doctor Burton se fijaron en Poirot. Sobre su pulcra y

    diminuta persona, vestida con pantalones de etiqueta, correctachaqueta negra y elegante corbata de pajarita. Recorrieron su figuradesde los zapatos de charol hasta la cabeza en forma de huevo y elinmenso bigote que adornaba su labio superior.

    Con franqueza, Poirot: no se le parece usted en nada dijoBurton. Supongo que nunca habr tenido tiempo para estudiar losclsicos aadi.

    As es.Pues es una lstima. Una verdadera lstima. Se ha perdido usted

    algo bueno. Si de m dependiera, todo el mundo estara obligado aestudiarlos.

    Poirot se encogi de hombros.Eh bien! Pues yo he progresado sin tener necesidad de ellos.Progresar! Progresar! No es cuestin de progresar. Ah es

    donde todos se equivocan. Los clsicos no son el trampoln paraalcanzar un xito rpido, como los cursos por correspondencia. Lashoras durante las cuales trabaja un hombre no son las que importan,sino sus horas de descanso. se es el error en que todos incurrimos.Pngase usted por ejemplo. Ha tenido muchos xitos en el curso desu carrera y ahora quiere dejar sus ocupaciones y vivirtranquilamente... Qu har entonces con sus horas libres?

    Poirot contest sin vacilar:Me dedicar... al cultivo de calabacines.El doctor Burton se sorprendi.Calabacines? Qu quiere decir? Esas cosas verdes e hinchadas

    que saben a agua?Ah! exclam Poirot con entusiasmo. se es el punto ms

    interesante de la cuestin. Lo que hace falta es que no sepan a agua.Vamos. Ya comprendo... Espolvorendolos con queso, con cebolla

    picada o con salsa blanca.No, no. Est usted en un error. Me figuro que puede mejorarse el

    actual sabor del calabacn. Se le puede dar puso los ojos en blanco un bouquet...

    Por favor, tenga en cuenta que no se trata de un clarete.La palabra bouquet record al doctor Burton el vaso que tena a

    su lado. Bebi un sordo y lo palade.Es muy bueno este vino; tiene calidad hizo un gesto de

    aprobacin con la cabeza. Pero ese asunto de los calabacines... nohablar usted en serio? No querr decir... que est dispuesto aencorvarse... con gesto de consternacin sus manos descendieron

  • hasta su abultado estmago a encorvarse para abonar esas cosascon estircol; alimentarlas con guedejas de lana empapadas en aguay todo lo dems que suele hacerse.

    Al parecer, est usted muy enterado de cmo se cultivan loscalabacines argument Poirot.

    Durante mis estancias en el campo he visto cmo lo hacan loshortelanos. Pero, Poirot, vaya ocupacin! Compare eso baj la vozhasta un tono insinuante con un buen silln frente a una chimeneaencendida, en una habitacin alargada y baja de techo, atestada delibros... debe ser una habitacin alargada, no cuadrada. Con muchoslibros. Un vaso de oporto... y un libro abierto en la mano. El tiempovuelve atrs cuando usted lee:

    De nuevo por su destreza,el vinoso mar el piloto enderezala rpida nave zarandeada por los vientos.

    Primero recit las estrofas en griego, con voz sonora, y luego lastradujo.

    Desde luego al traducir, nunca puede uno llegar a compenetrarsecon el verdadero espritu del texto original coment.

    Estaba tan entusiasmado que, de momento, se olvido de Poirot. Yste, contemplando a su amigo, sinti una repentina duda... unremordimiento incmodo. Habra perdido algo? Le invadi la tristeza.S; debi trabar conocimiento con los clsicos... tiempo atrs. Ahora,por desgracia, era demasiado tarde.

    El doctor Burton interrumpi estos melanclicos pensamientos.Y quiere usted decir que est realmente dispuesto a retirarse?

    pregunt.S.El doctor solt una risita apagada. No lo har dijo. Le aseguro que...No ser usted capaz de ello. Est demasiado interesado por su

    trabajo.No; de veras. Ya lo tengo todo dispuesto. Unos pocos casos mas;

    seleccionados especialmente, no todo lo que se presente,comprndame. Slo problemas que tengan un atractivo personal.

    El doctor Burton gesticul.S; eso es lo que se dice siempre. Solamente un caso o dos; slo

    un caso ms y as sucesivamente. Su despedida no ser como la deuna prima donna.

    Volvi a rer mientras se levantaba lentamente. Pareca unsimptico enanito de pelo blanco.

    Los de usted no son los trabajos de Hrcules le dijo. Sontrabajos de su aficin. Ya ver usted como tengo razn. La apuesto lo

  • que quiera a que dentro de dos meses est usted todava aqu y loscalabacines no son ms se estremeci que simples calabacines.

    El doctor Burton se despidi de su amigo y sali de la rectangular ysevera habitacin.

    Paso por estas pginas para no volver a ellas. Solamente nosinteresa lo que dej tras l; es decir, una idea. Porque despus de sumarcha, Poirot volvi a sentarse y como en sueos, murmur

    Los trabajos de Hrcules... mais oui, c'est une idee, a...Hrcules Poirot se hallaba al da siguiente repasando un grueso

    volumen encuadernado en piel y otros tomos ms delgados, a la vezque daba rpidos vistazos a varias hojas de papel escritas a mquina.

    La seorita Lemon, su secretaria, haba recibido instrucciones en elsentido de que hiciera acopio de referencias acerca de Hrcules.

    Y sin la menor muestra de curiosidad, porque era de las que no seextraan de nada, la eficiente secretaria haba llevado a cabo sutrabajo.

    Poirot se zambull de cabeza en un revuelto mar de erudicinclsica referente en su mayora a Hrcules, clebre hroe que,despus de muerto, fue elevado a la categora de dios y recibihonores divinos.

    Hasta ah la cosa iba bien... pero despus no fue todo coser ycantar. Durante dos horas, Poirot ley sin descanso, hizo anotaciones,frunci el ceo y consult las notas escritas a mquina, as como losotros libros de referencia. Finalmente, se recost en su asiento ysacudi la cabeza. La disposicin de nimo que tuviera la nocheanterior pareca haberse disipado. Qu gente!

    Hrcules, por ejemplo... un hroe! Y qu hroe! Qu otra cosafue, ms que un tipo corpulento y musculoso, de escasa inteligencia einstintos criminales! Poirot se acord de un tal Adolphe Durand, uncarnicero que fue juzgado en Lyon por el ao 1895; un individuo conla fuerza de un toro que haba asesinado a varios nios. La defensaaleg que su cliente padeca epilepsia, lo cual seguramente eracierto; mas a pesar de ello se discuti durante varios das si setrataba de grand mal o petit mal. Posiblemente Hrcules sufra de loprimero. Poirot movi negativamente la cabeza. Si ste era elconcepto que los griegos tenan de un hroe, no poda compararsecon la idea que del mismo sujeto se tiene en los tiempos modernos.Le sorprendi, adems, el conjunto de modelos clsicos. Aquellosdioses y diosas parecan tener tantos alias como cualquier criminal denuestros das. No haba duda de que eran tipos de tendenciasdelictuosas. Alcoholismo, libertinaje, incesto, rapto, saqueo,homicidio, trampas... Lo suficiente para tener constantementeocupado a un jugue d'instruction. Nada de vida familiar respetable. Niorden ni mtodo. Hasta en los crmenes que cometan se apreciaba lafalta de esto ltimo.

    Vaya con Hrcules! dijo Poirot con acento desilusionado

  • mientras se levantaba.Mir con aprobacin todo lo que le rodeaba. Una habitacin

    cuadrada con buenos muebles modernos y hasta una esculturaconstituida por un cubo puesto sobre otro y, encima de ellos, unohilos de cobre geomtricamente dispuestos. En mitad de aquellahabitacin, relumbrante y ordenada, l mismo. Contempl sufigura en el espejo. Un Hrcules moderno... muy distinto de aqueldesagradable tipo desnudo, de abultados msculos, que blanda unaporra. All estaba l, con su persona pequea y maciza, vestida conun correcto traje de calle y con un bigote... un bigote que Hrcules nohubiera soado nunca en poseer... un bigote magnfico, aunque algosofisticado por la modernidad de los tiempos.

    Y, no obstante, entre Hrcules Poirot y el Hrcules clsico existanpuntos de semejanza. Sin lugar a dudas, ambos fueron tiles librandoal mundo de ciertas plagas. Cada uno de ellos poda considerarsecomo benefactor de la sociedad en que haba vivido.

    Al marcharse, la noche anterior, el doctor Burton haba dicho: Losde usted no son los "trabajos" de Hrcules...

    Pero el viejo fsil se haba equivocado en eso. Podan volver aejecutarse los Trabajos de Hrcules... de un Hrcules moderno!Una ingeniosa y divertida chifladura! En el perodo precedente a suretirada del oficio aceptara doce casos; ni uno ms ni uno menos. Yestos doce problemas los escogera l de forma que tuvieran ciertoparecido con los doce trabajos que llev a cabo Hrcules. S; aquellono sera solamente divertido, sino artstico y espiritual.

    Poirot cogi el Diccionario Clsico y volvi a enfrascarse en lalectura de la mitologa. No tena la intencin de seguir puntualmentelos pasos de su prototipo. Nada de mujeres, ni hablar de la camisa deNeso... Solamente los Trabajos.

    El primero de ellos, por lo tanto, sera el del len de Nemea.El len de Nemea repiti, paladeando, saboreando con fruicin

    las palabras.Como era lgico no esperaba que se le presentara un caso en que

    tuviera que vrselas con un len de carne y hueso. Sera muchacoincidencia que la Direccin del Parque Zoolgico le encargaseresolver un problema relacionado con un autntico len.

    No; tena que tratarse de una cosa simblica. El primer caso podareferirse a una clebre figura pblica, algo sensacional y de granimportancia! Un criminal de campanillas... o alguien que fuera comoun len, para la opinin publica. Cualquier conocido escritor, o unpoltico, o un pintor... y por qu no poda ser alguien perteneciente ala realeza?

    Le gust la idea.No deba tener prisa... Esperara... esperara a que se le presentara

    aquel caso de tanta importancia que iba a ser el primero de losTrabajos que l mismo se haba impuesto.

  • CAPTULO PRIMERO EL LEN DE NEMEA

    1

    Alguna cosa interesante, seorita Lemon? pregunt Poirotcuando entr en su despacho a la maana siguiente.

    Tena plena confianza en la seorita Lemon. Era una mujer sinimaginacin, pero posea un instinto certero. Cualquier cosa que ellacalificaba como digna de consideracin, lo era por regla general.Haba nacido para ser secretara.

    No hay mucho, monsieur Poirot. Slo una carta que me figuro leinteresar. La puse encima de las dems.

    De qu se trata? pregunt el detective.Es de un seor que le ruega investigue la desaparicin de un

    perrito pequins propiedad de su esposa.Poirot se detuvo con un pie en el aire. Lanz una mirada de

    profundo reproche a la seorita Lemon, pero ella no se dio cuenta.Haba empezado a teclear en la mquina de escribir y lo haca con larapidez y precisin de una ametralladora.

    Poirot estaba sorprendido; sorprendido y amargado. La seoritaLemon, la eficiente secretaria, le haba decepcionado. Un perritopequins! Despus del sueo que tuvo la noche anterior, en el que sevio saliendo del Palacio de Buckingham, adonde fue llamado pararecibir personalmente el agradecimiento real... Fue una lstima quesu criado entrara en aquel momento en el dormitorio para servirle elchocolate matutino.

    Estuvo a punto de proferir unas expresiones satricas y mordaces.No las profiri porque la seorita Lemon no las hubiera odo, de todasformas, dada la rapidez y eficacia con que estaba escribiendo amquina.

    Poirot lanz un gruido de disgusto y cogi la carta colocada sobreel montoncito que su secretaria haba formado en uno de los lados dela mesa.

    S; era exactamente como haba dicho la seorita Lemon. Unasseas de la capital y una peticin concisa y ruda, en trminoscomerciales. Su objeto: el secuestro de un perrito pequins. Uno deesos caprichos de ojos saltones que las damas ricas acostumbranmimar con exceso. Los labios de Hrcules Poirot se fruncieron al leeraquello. No era ninguna cosa desacostumbrada. Nada fuera de lugar,o... s, s; en un pequeo detalle la seorita Lemon tena razn. Habaalgo que no era corriente.

    Poirot tom asiento y ley la carta con detenimiento. No era la

  • clase de asunto que quera ni que se haba prometido l mismo. Noera un caso importante bajo ningn aspecto; no revesta significacinalguna: No era... y aqu radicaba el punto crucial de su objecin... unapropiado Trabajo de Hrcules.

    Pero por desgracia, senta curiosidad... Levant la voz hasta elpunto en que la seorita Lemon pudiera orle por encima del ruidoque produca con la mquina de escribir.

    Telefonee a sir Joseph Hoggin orden, y pregntele a quhora me recibir en su despacho.

    Como de costumbre, la seorita Lemon haba tenido razn.Yo soy un hombre sencillo, seor Poirot dijo sir Joseph Hoggin.El detective hizo un gesto comprensivo con la mano derecha. Con

    ella quera expresar, si as se prefiere, su admiracin por la vala de lacarrera que haba hecho sir Joseph, al tiempo que apreciaba lamodestia del caballero al describirse de tal forma. Tambin podahaber significado una elegante desestimacin de dicho calificativo.Pero en cualquier caso, no permita entrever el pensamiento quedominaba entonces en la mente de Hrcules Poirot. Sir Joseph, sinduda alguna era (utilizando el trmino en su sentido ms familiar) unhombre de lo ms sencillo. Los ojos del detective se fijaron en losabultados carrillos, en los diminutos ojos porcinos, en la nariz grandey bulbosa y en la boca de labios finos y apretados que posea suinterlocutor. Todo el conjunto le recordaba a alguien; pero demomento, no pudo precisar. Un recuerdo le turbaba tenazmente.Haca mucho tiempo... en Blgica... algo relacionado con jabn...

    Sir Joseph continu:No me gustan las fiorituras ni quiero andarme por las ramas.

    Mucha gente, seor Poirot, ni se hubiera preocupado por este asunto.Lo hubiera anotado como un crdito incobrable y se hubiera olvidadode l. Pero Joseph Hoggin no es de sos. Soy un hombre rico... y, pordecirlo as, doscientas libras ni me van ni me vienen...

    Poirot se apresur a comentar:Le felicito.Eh?Sir Joseph call durante un momento. Sus ojuelos se estrecharon

    an ms.Pero ello no quiere decir que tenga la costumbre de ir tirando el

    dinero por ah expres secamente. Lo que quiero lo pago. Pero alprecio que rija en el mercado... no ms.

    Se da usted cuenta de que mis honorarios sern elevados? pregunt Poirot.

    S, s. Pero ello sir Joseph lo mir con expresin astuta notiene la menor importancia.

    Hrcules Poirot se encogi de hombros. Yo no regateo anunci. Soy un experto en estas cosas y

    como tal tendr que pagar por mis servicios.

  • Ya s que es usted una celebridad dentro de su profesin observ sir Joseph con franqueza. Hice unas cuantasaveriguaciones y comprob que es usted el mejor hombre de quepuedo disponer. Quiero llegar al fondo de esta cuestin y no meimporta lo que valga. Por eso he acudido a usted.

    Ha tenido mucha suerte dijo Poirot. Eh? volvi a preguntar sir Joseph. Muchsima suerte prosigui Poirot con firmeza. Puedo decir,

    sin pecar de inmodestia, que me hallo en la cspide de mi carrera.Quiero retirarme dentro de poco para vivir en el campo, viajar y vermundo; y tambin, tal vez, para cultivar mi jardn y dedicarpreferente atencin a mejorar la calidad de los calabacines. Son unashortalizas magnficas... pero carecen de sabor. Mas sta no es lacuestin. Deseaba tan slo explicarle que antes de retirarme he dellevar a cabo cierta tarea que me he impuesto. He decidido aceptardoce casos... ni ms ni menos. Una especie de Trabajos deHrcules, si me permite que se lo diga as. Su caso, sir Joseph, es elprimero de los doce, y me atrae suspir por su sorprendente faltade importancia.

    Importancia? pregunt sir Joseph. No; dije por su falta de importancia. Mis servicios han sido

    requeridos para investigar asesinatos, muertes inexplicables, atracosy robos de joyas. Pero sta es la primera vez que se me llama paraque emplee mi talento para aclarar el secuestro de un perritopequins.

    El financiero lanz un gruido y dijo: Me sorprende usted! Hubiera jurado que a causa de su profesin

    le haban importunado muchas mujeres con cosas de sus perrosfavoritos.

    En eso tiene razn. Pero es sta la primera ocasin en que mellama el marido de una de esas mujeres para que me ocupe del caso.

    Los ojillos de sir Joseph lo miraron con expresin calculadora.Empiezo a comprender las alabanzas que de usted me hicieron.

    Es usted un hombre muy sagaz, seor Poirot dijo.El detective murmur:Cunteme lo que ocurri. Cundo desapareci el perro?Hace exactamente una semana. Supongo que su esposa estar muy disgustada. Sir Joseph lo mir con sorpresa.No lo ha entendido usted observ. El perro nos fue devuelto.Devuelto? Entonces, puede decirme qu es lo que pinto yo en

    esta cuestin?La cara de sir Joseph enrojeci.Porque malditas las ganas que tengo de que me estafen! Voy a

    contarle todo lo que ha sucedido, seor Poirot, El perro desaparecihace una semana en los jardines de Kensington, adonde fue para dar

  • su acostumbrado paseo con la seora de compaa de mi mujer. Alda siguiente, mi esposa recibi una peticin de rescate pordoscientas libras. Nada menos que doscientas libras! Y todo por unacondenada bestezuela chillona que siempre est enredada en los piesde uno.

    Y como es natural, no le pareci a usted bien pagar tal cantidadobserv Poirot.

    Desde luego que no... o, mejor dicho, no me lo hubiera parecidode haber sabido lo que pasaba. Milly, mi mujer, estaba perfectamenteenterada de ello. No me dijo nada y mand el dinero en billetes deuna libra, segn lo convenido, a la direccin que le dijeron.

    Y le devolvieron el perro?S. Aquella misma noche son el timbre en la puerta y al abrir

    encontramos al animalito sentado en el umbral. Pero no se vea unalma por los alrededores.

    Muy bien. Contine.Entonces, como es natural, Milly confes lo que haba hecho y yo

    perd un poco los estribos. No obstante, al poco rato me calm,porque despus de todo, la cosa estaba ya hecha y no hay queesperar que una mujer se porte con sentido comn. Hasta mehubiera olvidado del asunto, de no haber encontrado a Samuelson enel club.

    De veras?Maldita sea! Este caso debe ser un verdadero barullo!

    Exactamente lo mismo le haba sucedido a l. Le haban sacadotrescientas libras a su mujer. En fin; esto ya era demasiado y decidhacer algo para evitar que continuaran los raptos. Entonces le escriba usted.

    Posiblemente, sir Joseph, lo ms apropiado y menos costosohubiera sido avisar a la polica.

    Sir Joseph se restreg la nariz. Es usted casado, seor Poirot? pregunt. No he conocido esa felicidad, por desgracia. Hum! refunfu el financiero. Si tuviera la dicha de

    conocerla, sabra que las mujeres son unos seres muy curiosos. Mimujer chill histricamente cuando se mencion a la polica; se lemeti en la cabeza que algo le pasara a su precioso Shan Tung si yoavisaba a la comisara. No quiso ni or hablar de ello... y le puedoasegurar que no le gust mucho la idea de que le llamramos austed. Pero me empe en esto ltimo y por fin accedi, aunque aregaadientes.

    Ya me doy cuenta de que la situacin es muy delicada comentPoirot. Tal vez sera conveniente que me entrevistara con su seoraesposa para conseguir de ella algunos detalles ms y, al mismotiempo, tranquilizarla acerca de la futura seguridad de su perro.

    Sir Joseph asinti y se levant.

  • Le llevar en mi coche ahora mismo dijo.

  • 2En un saln de grandes proporciones, profusa decoracin yatmsfera caldeada, se hallaban sentadas dos mujeres.

    Cuando entraron sir Joseph y Hrcules Poirot, un perrito pequinscorri hacia ellos ladrando con furia y dando peligrosas vueltasalrededor de los tobillos del detective.

    Shan... Shan..., ven aqu. Ven con tu mamita, cario... Cjalo,seorita Carnaby.

    La otra mujer se apresur a obedecer y Poirot observ:Un verdadero len.Con la respiracin anhelante, la seorita Carnaby cogi en brazos a

    Shan Tung.S; desde luego convino, es un excelente perro guardin. No

    teme a nada ni a nadie. Pero es un buen chico.Despus de haber hecho las necesarias presentaciones sir Joseph

    anunci:Bueno; seor Poirot. Le dejo solo para que prosiga el asunto.Y haciendo una ligera inclinacin de cabeza sali de la habitacin.Lady Hoggin era una mujer corpulenta, de aspecto petulante y

    cabellos teidos de color rojizo. Su acompaante, la aturdida seoritaCarnaby, era rolliza, de apariencia agradable, y su edad poda cifrarseentre los cuarenta y los cincuenta aos. Trataba a lady Hoggin congran deferencia y se vea que le tena un miedo atroz.

    Y ahora, lady Hoggin dijo Poirot, cunteme todas lascircunstancias de este abominable crimen.

    La mujer se sonroj.No sabe cunto me alegro de orle decir eso, seor Poirot. Porque

    fue un crimen. Los pequineses son terriblemente sensitivos... tansensitivos como los nios. El pobrecito Shan Tung pudo morir demiedo o de cualquier otra cosa peor.

    La seorita Carnaby se apresur a subrayar tal afirmacin.S; fue una cosa inicua... inicua.Por favor, cunteme lo que sucedi.Pues ver. Shan Tung sali a dar un paseo por el parque con la

    seorita Carnaby.Ay pobre de m! S; yo tuve la culpa prorrumpi la aludida.

    Cmo pude ser tan estpida... tan descuidada?Lady Hoggin coment con acidez:No quiero hacerle ningn reproche, seorita Carnaby, pero creo

    que debi tener ms cuidado.Qu ocurri?La seorita Carnaby empez a hablar volublemente y con cierto

    aturdimiento:

  • Fue una cosa extraordinaria! Estuvimos dando un paseo. ShanTung iba atado con la correa, pues ya haba dado su carrerita por elcsped. Estaba ya a punto de dar la vuelta para regresar a casacuando me llam la atencin un beb que tomaba el sol en uncochecito... una preciosidad de criatura... Me sonri... tena unasmejillas sonrosaditas y unos rizos adorables. No pude resistir latentacin de hablar con su niera y preguntarle qu edad tena elbeb... Diecisiete meses, me dijo. Y estoy segura de que llevabatan slo un minuto o dos hablando con ella, cuando de pronto mir ami alrededor y no vi a Shan. Haban cortado la correa...

    De haber prestado ms atencin, nadie hubiera podido cortar lacorrea a hurtadillas dijo lady Hoggin.

    La seorita Carnaby pareci a punto de echarse a llorar.Y qu ocurri luego? pregunt Poirot.Mir por todos lados, como es natural. Pregunt al guardia si

    haba visto a un hombre con un perrito pequins en brazos, pero medijo que no se haba fijado... No supe qu hacer... Segu buscando,pero al fin no tuve ms remedio que volver a casa...

    La seorita Carnaby call y Poirot no tuvo ninguna dificultad enimaginar la escena que seguira.

    Y luego se recibi la carta? pregunt.Lady Hoggin prosigui la relacin.En el primer correo de la maana siguiente. Deca que si yo

    quera vivo a Shan Tung deba enviar doscientas libras, en billetes deuna libra, por paquete sin certificar, a nombre del capitn Curtis, 3,Bloomsbury Road Square. Aada que si marcaba el dinero o avisabaa la polica le... le cortaran las orejas y el rabo a Shan Tung.

    La seorita Carnaby empez a lloriquear.Qu horrible! murmur. Cmo puede haber gente tan

    mala?Lady Hoggin continu:Deca tambin que si mandaba el dinero en seguida me

    devolveran aquella misma noche a Shan Tung sano y salvo; pero quesi luego avisaba a la polica, Shan Tung pagara las consecuencias.

    La seorita Carnaby murmur otra vez entre sollozos:Oh, Dios mo! Me temo que ahora... aunque, desde luego, el

    seor Poirot no pertenece a la polica...Lady Hoggin observ con ansiedad:Ya comprender, seor Poirot, que debe usted proceder con

    mucho cuidado.El detective se apresur a calmar su ansiedad.Yo no pertenezco a la polica, como ha dicho la seorita Carnaby.

    Llevar a cabo las indagaciones de una forma muy discreta. Puedetener usted la seguridad, lady Hoggin, de que Shan Tung estarcompletamente seguro. Se lo garantizo.

    Ambas mujeres parecieron aliviadas de un gran peso al or esto

  • ltimo y Poirot prosigui:Conserva la carta?No. Me dijeron que la enviara junto con el dinero.Y lo hizo as?S.Hum...! Es una lstima.La seorita Carnaby observ con viveza:Pero yo guardo la correa del perro. Puedo ir por ella?La mujer sali de la habitacin y Hrcules Poirot aprovech su

    ausencia para formular unas cuantas preguntas acerca de ella.Amy Carnaby? Oh, es de completa confianza! Una buena

    persona, aunque algo simple. He tenido varias seoritas de compaay todas ellas han sido completamente tontas. Pero Amy est muyencariada con Shan Tung y se disgust terriblemente cuando se loquitaron... y qu otra cosa poda hacer, si se preocup por un beb ydescuid a mi corazoncito! No; estoy completamente segura de queella no tiene nada que ver con esto.

    As parece convino Poirot. Pero como el perro desapareciestando con ella, debemos asegurarnos de su honradez. Hacemucho tiempo que est al servicio de usted?

    Cerca de un ao. Tengo excelentes referencias de ella. Estuvocon lady Hartingfield hasta que sta muri... durante diez aos,segn creo. Despus cuid por algn tiempo de una hermana invlidaque tiene. En realidad, es una persona excelente... pero como le dije,completamente tonta.

    En aquel momento volvi Amy Carnaby, un poco ms sofocada,llevando en la mano la correa del perro. La entreg solemnemente aPoirot mientras le diriga una mirada llena de esperanza.

    El detective examin cuidadosamente la correa.Mais oui dijo. No hay duda de que la cortaron.Las dos mujeres seguan sus movimientos con expectacin.Me la guardar anunci por fin Poirot.Y se la guard en un bolsillo con gran ceremonia. Ambas mujeres

    dieron un suspiro de alivio. El detective haba hecho lo que esperabande l.

  • 3Hrcules Poirot tena la costumbre de no dejar nada sincomprobar...

    Aunque, por lo visto, no pareca posible que la seorita Carnabyfuera otra cosa ms que la mujer atontada y algo estpida queaparentaba ser, Poirot se las arregl para entrevistarse con unaencopetada seora, sobrina de la difunta lady Hartingfield.

    Amy Carnaby, dice usted? pregunt la seorita Hartingfield.Desde luego, la recuerdo perfectamente. Era una buena persona yhaca muy buenas migas con ta Julia. Muy aficionada a los perros yuna excelente lectora. Tena tambin mucho tacto y nuncacontrariaba a un enfermo. Qu le ha ocurrido? Espero que no seencontrar en ningn apuro. Hace cosa de un ao facilit informes deella a una seora cuyo nombre empezaba por H...

    Poirot explic apresuradamente que la seorita Carnaby seguatodava en su empleo. Slo se trataba, dijo, de un pequeo incidenteocasionado por un perro que se extravi.

    A la seorita Carnaby le gustan muchos los perros. Mi ta tena unpequins. Se lo dej a ella cuando muri y Amy estaba loca por l.Creo que se llev un disgusto terrible cuando el perrito se le muri.S; es una buena persona, aunque no precisamente una intelectual.

    Hrcules Poirot convino en que la seorita Carnaby tal vez nopudiera ser descrita de tal forma.

    Su siguiente gestin fue localizar al guarda del parque que hablcon la seorita Carnaby la tarde de autos. No le cost mucho lograrlo.El hombre recordaba el incidente.

    Una mujer de mediana edad, algo corpulenta... pareca estarfuera de s... haba perdido a su perrito pequins. La conozco devista, pues trae el perrito casi todas las tardes. La vi cuando lleg y lollevaba consigo. Estaba muy apurada cuando se le perdi. Vinocorriendo a buscarme y me pregunt si haba visto a alguien llevandoun perrito pequins. Qu le parece? El parque est lleno de perros;de todas clases... terriers, pequineses, alemanes, perro salchicha...hasta borzois... para todos los gustos. Cmo quiere que me fije enun pequins ms que en otro?

    Hrcules Poirot hizo un pensativo gesto afirmativo con la cabeza.Luego se dirigi al 3 Bloomsbury Road Square.Los nmeros 38, 39 y 40, correspondan conjuntamente al

    Balaclava Private Hotel. Poirot subi los peldaos y abri la puerta.En el interior fue recibido por un ambiente lbrego y un olor a colescocidas con cierta reminiscencia de arenques ahumados. A laizquierda se vea una mesa de caoba sobre la que descansaba unamelanclica maceta de crisantemos. Colgado de la pared, encima de

  • la mesa, un gran casillero recubierto de bayeta, con algunas cartas ensus departamentos. Poirot contempl pensativamente todo aquellodurante unos momentos y luego abri la puerta que haba a suderecha. Corresponda a una especie de sala de estar, con mesillas yciertos mal llamados sillones recubiertos de cretona de dibujodeprimente. Tres seoras ancianas y un viejo caballero de fieroaspecto levantaron la mirada y contemplaron al intruso con expresinde grave reproche. Hrcules Poirot enrojeci y volvi a cerrar lapuerta.

    Recorri un pasillo hasta llegar al pie de la escalera. A su derecha,otro pasillo que derivaba en ngulo recto del primero conduca a loque pareca ser el comedor de los huspedes.

    Hacia la mitad de este pasillo haba una puerta sobre la que unletrero rezaba: Oficina.

    Poirot llam con los nudillos y como no recibiera respuesta, abri ydio una ojeada al interior. Vio una gran mesa cubierta de papeles,pero en la habitacin no haba nadie. Sali; cerr la puerta de nuevoy entr en el comedor.

    Una muchacha de aspecto melanclico, vestida con un delantalsucio, iba de aqu para all, llevando un cestito con cuchillos ytenedores.

    El detective pregunt con timidez:Perdone, podra ver a la patrona?La muchacha lo mir con ojos apagados.No lo s respondi.No hay nadie en la oficina explic Poirot.Pues no le puedo decir dnde estar.Tal vez prosigui pacientemente el detective podr usted

    encontrarla.La muchacha lanz un suspiro. Ya era bastante fatigosa su rutina

    diaria para que ahora viniera a colocarle esta nueva carga sobre susdeberes.

    Bueno; ver lo que puedo hacer anunci con triste acento.Poirot le dio las gracias y sali de nuevo al vestbulo, sin atreverse

    a exponer su persona a las malvolas miradas de los que ocupaban lasala de estar. Contemplaba el casillero recubierto de bayeta, cuandoel crujido de unas faldas y un fuerte olor a violetas de Devonshire leanunciaron la llegada de la patrona.

    La seora Harte era la amabilidad en persona. No sabe cunto siento que no me haya encontrado en la oficina

    exclam. Desea alquilar alguna habitacin? No era precisamente lo que quera murmur Poirot. Deseaba

    saber si residi aqu ltimamente un amigo mo. Un tal capitn Curtis.Curtis... repiti la seora Harte. Capitn Curtis? Dnde he

    odo yo ese nombre?Poirot no le ayud a recordar. La mujer sacudi la cabeza con

  • obstinacin.Entonces, debo entender que no se ha hospedado aqu el

    capitn Curtis? pregunt Poirot.ltimamente, no; seguro. Y, sin embargo, el nombre me resulta

    familiar. Puede describirme a su amigo?Eso resultara un poco difcil se excus Poirot. Supongo que

    algunas veces recibirn cartas para gente que no vive aqu, verdad?S, suele ocurrir; desde luego. Y qu hacen con esas cartas?Pues las guardamos durante cierto tiempo. Como comprender,

    puede suceder que la persona en cuestin llegue al poco tiempo derecibirse la carta. Pero si pasado mucho tiempo nadie reclama lascartas o paquetes postales, los devolvemos a la estafeta de Correos.

    Poirot hizo un lento gesto afirmativo con la cabeza. Comprendo dijo. Lo cierto es que escrib una carta a mi

    amigo y la dirig a este hotel. La cara de la seora Harte se ilumin. Ya est todo explicado. Deb ver ese nombre en un sobre. Pero

    como, en realidad, se hospedan aqu tantos militares retirados, o sequedan por unos pocos das... Djeme ver.

    Registr el casillero.No est ah dijo Hrcules Poirot.Supongo que se la habrn devuelto al cartero. Lo siento mucho.

    Espero que no sera nada importante.No, no, no tena ninguna importancia.Cuando Poirot se dirigi hacia la puerta, la seora Harte, envuelta

    en el penetrante olor a violeta lo sigui.Si viniera su amigo...No es probable. Deb equivocarme...Cobramos unos precios muy moderados dijo la seora Harte.

    El caf despus de la comida est incluido en el precio de la pensin.Me gustara que viera una de las habitaciones...

    Aunque con alguna dificultad, Poirot pudo escapar al fin.

  • 4El saln de la seora Samuelson era ms grande, mucho msprofusamente adornado y disfrutaba de una cantidad ms sofocantede calefaccin central que el de lady Hoggin. Poirot avanz un pocoaturdido entre doradas consolas y grandes grupos escultricos.

    La seora Samuelson era ms alta que lady Hoggin y se tea elcabello con perxido. El pequins se llamaba Nanki Poo. Sus ojossaltones miraron a Poirot con arrogancia. La seora Kebler,acompaante de la seora Samuelson, era delgada y macilenta, alcontrario que la rolliza seorita Carnaby, pero hablaba tanvolublemente como sta. Tambin haba sido inculpada de ladesaparicin del perro.

    Crame, seor Poirot; fue la cosa ms asombrosa del mundo.Todo ocurri en un segundo, al salir de Harrods. Una nurse mepregunt qu hora era...

    Una nurse? Una enfermera?No, no... una niera1. Llevaba un beb precioso. Un chiquitn con

    unas mejillas sonrosadas... Dicen que los nios de Londres no tienenaspecto saludable, pero estoy segura de que...

    Ellen ataj la seora Samuelson.La seorita Kebler se sonroj, tartamude unas palabras y call. Su

    seora coment agriamente:Y mientras la seora Kebler se inclinaba sobre el cochecito de un

    nio que nada tena que ver con ella, aquel atrevido pcaro cort lacorrea de Nanki Poo y se lo llev.

    La seorita Kebler murmur, llorosa:Todo ocurri en un segundo. Mir a mi alrededor y no vi a

    Nanki... tan slo tena en mi mano la correa cortada. Tal vez legustara verla, seor Poirot?

    De ninguna manera se apresur a contestar el detective, puesno quera hacer coleccin de correas cortadas, parece que pocodespus recibi usted una carta.

    La historia era exactamente la misma. La carta y las amenazas deviolencia respecto a las orejas y el rabo de Nanki Poo. Slo dos cosaseran diferentes: la suma de dinero solicitada, que ascenda atrescientas libras, y la direccin a que deba remitirse. Esta vez era elcomandante Blackleigh, en el Harrington Hotel, 76, Clonnel Garden,Kensington.

    La seora Samuelson prosigui:Cuando me devolvieron sano y salvo a Nanki Poo, fui yo misma a

    esa direccin. Despus de todo, se trataba de trescientas libras.

    1 Nurse, en ingls, significa niera o enfermera.

  • Naturalmente.La primera cosa que vi fue el sobre en que haba enviado el

    dinero, metido en una especie de casillero que haba en el vestbulo.Mientras esperaba a que acudiera la propietaria me guard el sobreen el bolsillo. Pero por desgracia...

    Por desgracia termin Poirot, cuando lo abri vio que slocontena unos recortes de papel.

    Cmo lo sabe? La seora Samuelson se volvi espantadahacia l.

    Poirot se encogi de hombros.Como es natural, chre madame, el ladrn se cuid de recoger el

    dinero antes de devolver el perro. Reemplaz los billetes por trozosde papel y repuso el sobre en el casillero para que no advirtieran sufalta.

    All no se haba hospedado nunca nadie que se llamaracomandante Blackleigh.

    El detective sonri.Desde luego, mi marido se incomod muchsimo al saberlo. A

    decir verdad, estaba fuera de s... completamente fuera de s.No se puso usted... ejem... completamente de acuerdo con l,

    antes de mandar el dinero?Claro que no contest con decisin la seora Samuelson.Poirot la mir con expresin inquisitiva y ella explic:No me atrev. Los hombres son muy especiales cuando se trata

    de dinero. Jacob hubiera insistido en acudir a la polica y yo no podaarriesgarme a ello. Tal vez le hubiera ocurrido algo a mi pequeitoNanki Poo. Como es lgico, cuando todo hubo pasado tuve quedecrselo a mi marido, porque deba explicar las causas de quehubiera puesto en descubierto mi cuenta corriente.

    Eso es..., eso es... coment Poirot.Nunca lo vi tan furioso. Los hombres dijo la seora Samuelson,

    mientras se ajustaba un elegante brazalete de diamantes y dabavuelta a las sortijas que llevaba en los dedos no piensan en otracosa ms que en el dinero.

  • 5Hrcules Poirot subi en el ascensor hasta las oficinas de sir JosephHoggin. Entreg su tarjeta y le anunciaron que sir Joseph estabaocupado en aquel momento, pero que le recibira tan pronto le fueraposible. Al cabo de un rato, una arrogante rubia sali del despacho desir Joseph, llevando en la mano gran cantidad de papeles. Al pasardirigi una mirada desdeosa al estrambtico hombrecillo queesperaba.

    Sir Joseph estaba sentado tras una inmensa mesa de caoba. En labarbilla tena una mancha de carmn.

    Bien, seor Poirot. Sintese. Tiene algo nuevo que contarme?El detective contest:El asunto en s es de una simplicidad encantadora. En cada uno

    de los casos, el dinero se envi a una de esas pensiones u hotelesprivados en los que no hay portero ni encargado de recepcin ydonde gran cantidad de huspedes entran y salen continuamente,incluyendo entre ellos un buen porcentaje de militares retirados.Resulta, pues, facilsimo para cualquiera, entrar en el vestbulo, oretirar una carta del casillero. Luego, o bien puede llevrsela, o puedesacar el dinero y reemplazarlo por recortes de peridicos. Por lotanto, en todas las ocasiones, nos encontramos con que la pistatermina en un callejn sin salida.

    Quiere usted decir que no tiene idea de quin lo hizo?Tengo algunos proyectos; mas harn falta unos pocos das para

    llevarlos a la prctica.Sir Joseph lo mir con curiosidad.Buen trabajo. Entonces, cuando tenga que informarme de alguna

    cosa...Ir a su casa.Si llega usted al fondo de este asunto, habr llevado a cabo un

    excelente trabajo opin sir Joseph.No tiene por qu preocuparse; no fracasar. Hrcules Poirot

    nunca falla.Sir Joseph Hoggin mir fijamente al hombrecillo.Tiene usted mucha confianza en s mismo, verdad? pregunt.Enteramente, y con razn.Bien sir Joseph se recost en su silln: Ya sabe que antes de

    la cada siempre est orgulloso uno de lo bien que sabe andar.

  • 6Hrcules Poirot, sentado frente a la estufa elctrica, que le producauna plcida satisfaccin por su diseo geomtrico, daba instruccionesa su criado y facttum.

    Has entendido, George?Perfectamente, seor.Lo ms probable ser un piso o departamento pequeo. Debe

    encontrarse dentro de un area limitada. Al sur del parque, al este dela iglesia de Kesington, al oeste de los cuarteles de Knightsbridge y alnorte de Fullham Road.

    Comprendido, seor.Poirot observ:Es un caso curioso. Demuestra que hemos topado con un

    verdadero talento para la organizacin. Y tenemos, adems, lasorprendente invisibilidad del actor principal... el propia len deNemea, si puedo llamarlo as. Un caso muy interesante. Deseara quemi cliente me fuera ms atractivo, pero, por desgracia, se parece aun fabricante de jabn, de Lieja, que envenen a su esposa parapoder casarse con una secretaria rubia que tena. Fue uno de misprimeros xitos.

    George sacudi la cabeza y dijo gravemente:Esa rubias, seor, son responsables de una gran cantidad de

    disgustos.

  • 7Tres das despus, el inapreciable George anunci:sta son las seas, seor.Hrcules Poirot cogi el trozo de papel.Excelente, George. Y qu da de la semana?Los jueves, seor.Los jueves. Hoy, por fortuna, es jueves. Por lo tanto, no

    necesitamos esperar.Veinte minutos despus, el detective suba las escaleras de un

    humilde bloque de viviendas situada en una calleja que derivaba deuna va ms transitada. El nmero 10 de Rosholm Mansions estabaen el tercer piso, que era el ltimo; y no haba ascensor. Poirot subatrabajosamente la angosta escalera de caracol.

    Se detuvo para recobrar el aliento en el ltimo descansillo. Pordebajo de la puerta del nmero 10 sali un ruido que vino a romperel silencio. El agudo ladrido de un perro.

    Poirot hizo un gesto afirmativo con la cabeza y sonri ligeramente.Oprimi el botn del timbre.

    Los ladridos crecieron en intensidad. Se oy el ruido de unos pasosque se acercaban y se abri la puerta...

    La seorita Carnaby dio un paso atrs llevndose una mano alamplio pecho.

    Me permite que entre? pregunt Hrcules Poirot.Y sin aguardar la respuesta pas adelante.A su derecha vio abierta la puerta de un saloncito y entr por ella.

    La seora Carnaby, como si anduviera en sueos, sigui al detective.La habitacin era pequea y estaba atestada de chismes. Entre

    ellos se vea un ser humano; una mujer anciana tendida en un sof,cerca de la estufa de gas. Cuando entr Poirot, un perrito pequinssalt del sof y avanz lanzando unos cuantos ladridos recelosos.

    Aja! dijo Poirot. ste es el primer actor! Cmo ests,amiguito?

    Se inclin y extendi la mano. El perro la olfate mientras susinteligentes ojos no se apartaban de la cara del recin llegado.

    La seora Carnaby murmur desmayadamente:Lo sabe todo, entonces?Hrcules Poirot, asinti.S, lo s mir a la mujer del sof. Su hermana, verdad?La seorita Carnaby contest mecnicamente:S, Emily... ste es el seor Poirot.Emily Carnaby dio un respingo y exclam:Oh!Augusto! llam su hermana.

  • El pequins la mir, movi la cola y luego resumi su escrutinio dela mano de Poirot. De nuevo mene la cola ligeramente.

    Poirot cogi al perro con suavidad, tom asiento y puso a Augustosobre sus rodillas.

    Ya he capturado al len de Nemea. He llevado a cabo mi tarea.Amy Carnaby pregunt con voz seca y dura:Lo sabe usted todo, en realidad?Poirot asinti otra vez.As lo creo. Usted organiz este negocio, contando con la ayuda

    de Augusto. Sali con el perrito de su seora a dar el acostumbradopaseo, lo trajo aqu y luego se dirigi al parque, pero llevndose aAugusto. El guarda la vio acompaada de un pequins, comosiempre, y la niera, si alguna vez damos con ella, asegurar quecuando usted le habl llevaba consigo un perro de tal raza. Peromientras conversaba con la niera cort usted la correa y Augusto,perfectamente adiestrado, escap sin esperar un momento y vinodirectamente a casa. Pocos minutos despus dio usted la alarmadiciendo que le haban robado el perro.

    Hubo una gran pausa. La seorita Carnaby se enderez orgullosa ycon cierta pattica dignidad.

    S dijo. Ocurri todo de esa forma. Y yo... no tengo nada msque decir.

    La mujer que se hallaba tendida en el sof empez a llorarsuavemente.

    Nada en absoluto, seorita? Est segura? pregunt Poirot.Nada replic la seorita Carnaby. He sido una ladrona... y me

    han descubierto.El detective murmur:No tiene usted nada que decir... en su propia defensa?Una mancha encarnada se extendi de pronto por las plidas

    mejillas de la seorita Carnaby.No... no me pesa lo que hice. Estoy segura de que es usted un

    hombre bondadoso, seor Poirot, y que tal vez me comprender.Sepa usted que he tenido una gran preocupacin.

    Preocupacin?S. Supongo que ser difcil de entender para un caballero. No

    soy una mujer inteligente, ni poseo preparacin adecuada paradesempear otro oficio que el que tengo actualmente. Adems, meestoy haciendo vieja y el porvenir me aterra. No he sido capaz deahorrar nada..., y cmo poda hacerlo si tena que cuidar de Emily? Ya medida que tenga ms edad ser ms incompetente y no habrnadie que necesite mis servicios. Quieren gente joven y activa.Conozco a muchas que se encuentran en mi situacin. Cuando nadiete necesita tienes que vivir en un cuarto miserable, sin fuego y con nomucho para comer; hasta que por fin ni siquiera puedes pagar elalquiler... Existen asilos, desde luego, pero no resulta fcil entrar en

  • ellos si no se tienen amigos influyentes; y yo no los tengo. Haymuchsimas mujeres como yo; pobres seres intiles, sin nada ms enperspectiva que un miedo mortal a la vejez...

    Su voz tembl.As fue como continu hablando algunas de nosotras nos

    unimos... y lo plane todo. En realidad fue Augusto quien me losugiri. Ya sabe usted que para mucha gente un pequins esexactamente como otro. Tal como creemos que son los chinos.Aunque, desde luego, es ridculo pensar una cosa as. Cualquiera queentienda algo de perros no confundir a Augusto con Nanki Poo, conShan Tung y con otro pequins. Augusto es mucho ms inteligente yms fino; pero, como le dije, para la mayora de la gente, unpequins no se diferencia de otro. Augusto me dio la idea... Contandotambin con el hecho de que la casi totalidad de las seorasadineradas tienen perros pequineses.

    Poirot sonri.Ha debido ser un sustancioso... negocio dijo. Cuntas

    componen la banda? O tal vez sera mejor preguntarle si han llevadoa efecto con xito estas operaciones frecuentemente?

    La seorita Carnaby contest:Shan Tung hizo el nmero diecisiete.El detective levant las cejas.Le felicito. Su organizacin tuvo que ser excelente.Emily Carnaby intervino.Amy fue siempre una gran organizadora. Nuestro padre, que fue

    vicario de Kellington, en Essex, no se cansaba de repetir que Amy eraun verdadero genio planeando cosas. Ella se encargaba en todas lasocasiones de los preparativos para las fiestas y tmbolas de caridad.

    Poirot hizo una pequea reverencia y dijo: De acuerdo. Como delincuente, seorita, es usted de las mejores.Amy Carnaby exclam:Yo una delincuente! Dios mo, eso es lo que soy...! Aunque

    nunca tuve la impresin de serlo. Qu sinti, entonces?Tiene usted mucha razn. Infringa la ley. Pero, comprndame...

    cmo se lo explicara? Casi todas esas mujeres que utilizan nuestrosservicios son groseras y desagradables. Lady Hoggin, por ejemplo,nunca mide el alcance de las palabras que me dirige. El otro da dijoque el tnico que suele tomar tena un gusto raro y prcticamente meacus de haber estado manipulando con l. Y ms cosas por el estilola seora Carnaby enrojeci. Todo ello es realmentedesagradable. Y lo que ms enfurece es e! no poder decir nada nicontestar como se merece. Supongo que me comprender.

    La comprendo a la perfeccin contest Poirot. Y ver cmo malgastan el dinero... es irritante. Sir Joseph nos

    relata a veces los coups que da en la City... cosas que en la mayor

  • parte de las ocasiones me parecen francamente deshonestas, si bienhe de reconocer que mi cabeza no comprende los misterios de lasfinanzas. Pues bien, seor Poirot, todo esto me trastornaba y cre quesi le quitaba un poco de dinero a esta gente, la cual, al fin y al cabo,haba tenido pocos escrpulos en conseguirlo, no iba a perjudicarsepor la prdida... En resumen, cre que aquello no estara mal.

    Un moderno Robin Hood coment Poirot. Dgame, seoritaCarnaby, hubiera usted llevado a cabo alguna vez las amenazas queintercalaba en sus cartas?

    Amenazas?Hubiera llegado a mutilar a los animales en la forma que

    detallaba?La seorita Carnaby lo mir con horror. Claro que no. Nunca hubiera hecho una cosa as! Eso era tan

    slo... un toque artstico. Muy artstico. Dio buen resultado. Ya saba yo que lo dara. En mi fuero interno imaginaba lo que yo

    sentira si fuera Augusto el amenazado y, por otra parte quera estarsegura de que las interesadas no diran nada a sus maridos hasta quehubiera pasado todo. El plan dio un magnfico resultado en todas lasocasiones. En el noventa por ciento de los casos, las seoras decompaa se encargaban de depositar la carta en Correos. Pero antesabramos los sobres utilizando el vapor; sacbamos los billetes y losreemplazbamos con recortes de papel. En una o dos ocasiones, laspropias seoras se encargaron de echar las cartas en el buzn.Entonces, como es natural, tuvimos que ir hasta el hotel a que ibandirigidas y cogerlas del casillero. Pero eso no presentaba muchasdificultades.

    Y la cuestin de la niera? Hubo tal niera en todos los casos?Pues ver usted, seor Poirot. De todos es sabido que las viejas

    se vuelven locas por los bebs. Por lo tanto, era completamentenatural que al quedar absortas por uno de ellos no se dieran cuentade lo que suceda a su alrededor.

    Hrcules Poirot suspir.Su psicologa es excelente dijo. La organizacin irreprochable

    y, adems, es usted una magnfica actriz. Su actuacin del otro da,cuando me entrevist con lady Hoggin, no tuvo el menor fallo. No semenosprecie nunca a s misma, seorita Carnaby. Puede ser usted loque llamamos una mujer inexperta; pero no hay nada que falle en sucerebro, ni se puede dudar de su valor.

    Amy Carnaby sonri con desgana.Y no obstante, he sido descubierta, seor Poirot.Slo por m. Eso era inevitable! Despus de la entrevista que

    sostuve con la seora Samuelson, me di cuenta de que el secuestrode Shan Tung constitua uno de los eslabones de una cadena. Ya mehaba enterado de que haba heredado usted un perro pequins y que

  • tena una hermana invlida. Slo tuve que rogar a mi insustituiblecriado que buscara un pisito, dentro de un radio determinado,ocupado por una seora invlida que tuviera un pequins y unahermana que la visitara una vez a la semana en su da libre. Fue muysencillo.

    Amy Carnaby se irgui.Ha sido usted muy amable dijo. Ello me anima a pedirle un

    favor. Ya s que no puedo eludir el castigo que merezco por lo que hehecho. Supongo que me enviarn a la crcel. Pero si puede, seorPoirot, evite que se haga mucha publicidad sobre el caso. Serapenoso para Emily... y para los pocos que nos conocieron en otrostiempos. Me imagino que podr entrar en la prisin con nombre falso.Cree usted que sera contraproducente solicitar una cosa as?

    Me parece que podr hacer algo mejor que eso contest Poirot. Pero antes que nada, quiero dejar bien sentada una cosa. Estenegocio debe terminar. No deben desaparecer ms perros. Se acab!

    S, s, desde luego.Y tiene que devolver el dinero que consigui de lady Hoggin.Amy Carnaby cruz la habitacin, abri un cajn de una cmoda y

    volvi, llevando en la mano un puado de billetes envueltos que dio aPoirot. El detective cogi el dinero y lo cont. Luego se levant.

    Posiblemente, seorita Carnaby, conseguir convencer a sirJoseph para que no presente ninguna demanda.

    Oh, seor Poirot!Amy Carnaby junt las manos; su hermana dio un grito de jbilo y

    Augusto, por no ser menos, ladr y movi la cola como gratitud haciael detective.

    Y en cuanto a ti, amigo mo dijo Poirot, dirigindose al perro,deseara me pudieras dar una de tus cualidades. Tu manto deinvisibilidad. En todos esos casos nadie sospech que haba unsegundo perro complicado. Augusto posee la piel del len que lo haceinvisible.

    Desde luego, seor Poirot. De acuerdo con lo que dice la leyenda,los pequineses fueron leones en tiempos pasados. Y todavaconservan el corazn del rey de los animales!

    Supongo que Augusto ser el perro que le leg lady Hartingfield yque, segn me dijeron, haba muerto. No la preocup nunca el dejarque viniera solo a casa, a travs del trnsito callejero?

    No, seor, Poirot. Augusto sabe muy bien lo que hacer. Loadiestr cuidadosamente para ello. Hasta sabe cules son las callesde direccin nica.

    En ese caso opin Hrcules Poirot, es superior a muchosseres humanos.

  • 8Sir Joseph recibi a Poirot en el despacho de su casa.Bien, seor Poirot dijo. Consigui llevar a cabo su bravata?Permtame que antes le formule una pregunta replic el

    detective mientras tomaba asiento. S quin es el delincuente yestimo posible presentar pruebas suficientes para que le condenen.Pero en ese caso, dudo de que pueda usted recobrar nunca su dinero.

    La cara de sir Joseph tom un tinte violceo.Pero yo no soy un polica prosigui Poirot. Acto en este caso

    meramente para defender los derechos de usted. Creo que podrrecobrar intacto su dinero si no presenta demanda alguna.

    Eh? dijo sir Joseph. Eso necesita que se piense un poco.Usted es el que ha de decidir. Hablando en trminos estrictos,

    supongo que debera denunciar el caso por bien del inters pblico.Mucha gente le aconsejara lo mismo.

    Eso creo yo contest secamente el financiero. Al fin y al cabono sera su dinero el que se volatilizara. Si hay alguna cosa que yoaborrezco, es que me estafen. Nadie lo hizo sin que pagara lasconsecuencias.

    Sir Joseph dio un enrgico puetazo sobre la mesa.Bien. Qu decide entonces?Quiero la pasta! Nadie se ha jactado de haberse quedado con

    doscientas libras de mi propiedad.Hrcules Poirot se levant, fue hacia la mesa y extendi un cheque

    por doscientas libras que luego entreg a su interlocutor.Maldita sea! Quin diablos es el culpable? pregunt sir

    Joseph.Si acepta el dinero no debe hacer preguntas replic Poirot.El financiero dobl el cheque y lo guard en su bolsillo.Es una lstima. Pero aqu de lo que se trata es del dinero. Y

    cunto le debo a usted, seor Poirot?Mis honorarios no van a ser muy elevados. Como ya le dije, este

    asunto careca de toda importancia hizo una pausa y luegoprosigui: casi todos los casos de que me encargo ahora sonasesinatos...

    Sir Joseph se sobresalt ligeramente.Y son interesantes? pregunt.Algunas veces. Es curioso; me recuerda usted uno de mis

    primeros casos, en Blgica, hace muchos aos... El personajeprotagonista se le pareca mucho a usted. Era un rico fabricante dejabn. Envenen a su esposa para poder casarse con su secretaria.S; el parecido es extraordinario...

    Un dbil sonido sali de los labios de sir Joseph, que haba tomado

  • un extrao color azulado. El tono rojizo de sus mejillas desapareci.Mir a Poirot con ojos que parecan salirse de las rbitas. Dio laimpresin de encogerse en el silln donde se sentaba.

    Despus, con mano trmula, registr su bolsillo; sac el chequeque extendiera Poirot y lo rompi en pedazos.

    El asunto queda zanjado, entiende? Considere esto como sushonorarios.

    Pero, sir Joseph; mis honorarios no hubieran sido tanconsiderables.

    Est bien. Gurdeselos.Los invertir en una obra de caridad.Haga con ellos lo que le d la real gana.Poirot se inclin hacia delante y advirti:Estimo muy conveniente indicarle, sir Joseph, que, dada su actual

    posicin, deber tener usted un cuidado extraordinario con lo quehace.

    La voz del financiero era casi inaudible al contestar:No se preocupe. Tendr mucho cuidado.Hrcules Poirot sali de la casa y cuando lleg a la acera, coment

    para s mismo:Por lo tanto... estaba yo en lo cierto.

  • 9Lady Hoggin dijo a su marido:Es extrao; este tnico tiene un sabor completamente diferente.

    Ya no sabe tan amargo como antes. Por qu ser?Su marido rezong:Cosas de los farmacuticos. Son unos descuidados. Cada vez

    hacen las cosas diferentes.Eso debe de ser replic ella dubitativamente.Claro que es eso. Qu poda ser, si no?Averigu algo es hombre acerca del rapto de Shan Tung?S. Ha conseguido recuperar el dinero.Quin fue?No me lo dijo. Hrcules Poirot es un tipo muy reservado. Pero no

    tienes por qu preocuparte.Es un hombre curioso, verdad?Sir Joseph se estremeci y levant la vista, como si sintiera la

    invisible presencia de Poirot detrs de su hombro derecho.Es listo el condenado! dijo.Y aadi para s mismo:Greta puede irse al diablo! No voy a jugarme el cuello por una

    rabia platino!

  • 10

    Oh!Amy Carnaby mir, incrdula, el cheque de doscientas libras.Emily! Emily! Oye esto exclam.

    Apreciada seorita Carnaby:Permtame ofrecerle una pequea aportacin a su meritoria

    colecta, antes de que quede cerrada definitivamente.Suyo afectuosamente,

    Hrcules Poirot.

    Amy dijo su hermana. Has tenido una suerte inaudita. Piensadnde podras estar a estas horas.

    En Woorwood Scrubbs..., o en Holloway? murmur Amy.Pero ya pas todo..., no es verdad, Augusto? Se acabaron los paseospor el parque con tu amita, o sus amigas, y unas pequeas tijeras.

    Lanz un suspiro.Mi pequeo Augusto! Qu lstima. Con lo listo que es... Aprende

    cualquier cosa.

  • CAPTULO IILA HIDRA DE LERNA

    1

    HRCULES Poirot pareci animar con la mirada al hombre sentadofrente a l. El doctor Oldfield tendra unos cuarenta aos. Su cabellorubio le griseaba en las sienes y los ojos azules tenan una expresinpreocupada. Estaba algo turbado y sus maneras denotabanincertidumbre. Adems, pareca como si le fuera dificultoso llegar atratar el asunto primordial de su visita.

    Tartamudeando ligeramente dijo:He venido a verle, seor Poirot, para hacerle una peticin

    bastante extraa. Y ahora que estoy aqu, casi me inclino a no seguiradelante. Pues ahora me doy perfecta cuenta de que es un asuntosobre el cual posiblemente nadie pueda hacer nada.

    Respecto a ese punto, permtame que sea yo el que opine observ Poirot.

    Oldfield refunfu:No s por qu pens que tal vez... Call y Hrcules Poirot acab la frase: Que tal vez se le pudiera ayudar? Muy bien, quiz pueda ser as.

    Cunteme su problema.Oldfield se irgui y Poirot se dio cuenta de nuevo de cuan

    preocupado pareca aquel hombre. Con un tono desesperanzado ensu voz, Oldfield dijo:

    No sacara ningn provecho acudiendo a la polica... No podrahacer nada. Y sin embargo... cada da que pasa empeora la situacin.Yo... no s qu hacer...

    Qu es lo que empeora?Los rumores... Es muy sencillo, seor Poirot. Hace poco ms de

    un ao muri mi mujer. Estuvo enferma durante algunos aos. Yahora dicen... todos dicen que yo la mat... que la envenen!

    Aja! exclam el detective. Y la envenen usted en realidad?Seor Poirot! exclam el doctor Oldfield levantndose.Clmese. Tome asiento otra vez. Tenemos pues, que usted no

    envenen a su seora. Usted practica la medicina en un distrito rural,segn supongo...

    S. En Market Loughborough, en Berkshire. Siempre estuveseguro de que era un pueblo donde la gente se dedicaba en granescala a la murmuracin, mas nunca llegu a suponer que llegaran atal extremo adelant un poco la silla en que estaba sentado. Nopuede usted imaginar lo que he tenido que pasar, seor Poirot. Al

  • principio no me di cuenta de lo que suceda. Notaba que la gente semostraba menos cordial, que exista cierta tendencia a evitar todoencuentro conmigo..., pero todo lo achacaba a mi reciente desgraciafamiliar. Luego, la cosa se hizo ms patente. Hasta en la calle, lagente cambiaba de acera para no hablar conmigo. Cada da acudenmenos pacientes a mi consultorio. Adonde quiera que vaya tengo lasensacin de que se habla en voz baja; de que ojos hostiles mevigilan, mientras las lenguas maliciosas van vertiendo su venenomortal. He recibido una o dos cartas... repugnantes.

    Hizo una pausa y luego prosigui:Y... y yo no s qu podra hacer para evitarlo. No s cmo he de

    luchar contra esto... contra este tejido de mentiras y sospechas.Cmo se puede refutar una cosa que nunca se dice cara a cara? Soyimpotente... no puedo encontrarle una salida a esto... y lenta ydespiadadamente me estn buscando la ruina.

    Poirot afirm con aspecto pensativo.S. El rumor es exactamente igual que la hidra de Lerna, que

    tena nueve cabezas y no poda ser destruida, porque tan pronto se lecortaba una de ellas, nacan dos para reemplazarla.

    Eso es convino el doctor Oldfield. No puede hacerse nada...nada! Vine a verle, contando con usted como ltimo recurso..., perono creo que pueda hacer algo por m.

    Hrcules Poirot permaneci callado durante unos instantes y luegoobserv:

    No dira yo tanto. Su problema me interesa, doctor Oldfield. Megustara destruir el monstruo policfalo. Pero antes de ello, cuntemealgo ms sobre las circunstancias que dieron lugar a tan maliciosamurmuracin. Segn me ha dicho, su seora muri hace poco ms deun ao. Cul fue la causa de su muerte?

    Una lcera gstrica.Se le hizo la autopsia?No. Vena padeciendo de trastornos gstricos desde haca

    bastante tiempo.Poirot asinti.Y los sntomas de una inflamacin gstrica, y los del

    envenenamiento por arsnico son muy parecidos... Un hecho quetodo el mundo sabe hoy en da. Durante los diez ltimos aos se hanproducido, por lo menos, cuatro sensacionales casos de asesinato, yen cada uno de ellos, la vctima ha sido enterrada sin que sesospechara nada, achacndose la muerte, en el certificado dedefuncin, a desrdenes gstricos. Su seora era ms joven queusted?

    No. Tena cinco aos ms que yo.Haca mucho tiempo que estaban ustedes casados?Quince aos.Dej algunos bienes al morir?

  • S. Estaba en muy buena posicin econmica. Dejaproximadamente unas treinta mil libras.

    Una suma muy bonita. Se la leg a usted?S.Estaba usted en buenas relaciones con su esposa?Claro que s.Nada de peleas ni escenas?Bueno... Charles Oldfield titube. Mi esposa era lo que se

    pudiera llamar una mujer de trato difcil. Estaba enferma y sepreocupaba mucho por su salud. Por lo tanto, tenda siempre aenojarse y a no encontrar nada a su gusto. Haba das en que nadade lo que yo hiciera la complaca.

    Poirot asinti de nuevo y coment:S; ya conozco a esa clase de mujeres. Se quejara,

    posiblemente, de que no la cuidaba; de que se la despreciaba... deque su marido estaba cansado de ella y de que se alegrara cuandomuriera.

    La cara de Oldfield reflej la verdad encerrada en las conjeturas deldetective.

    Lo ha comprendido usted exactamente dijo, sonriendo.Poirot prosigui:La cuid alguna enfermera? O una seora de compaa? O, tal

    vez, una criada de confianza?Una enfermera fija. Una mujer muy sensata y competente. No

    creo que sea ella quien haya empezado las habladuras.Le bon Dieu ha dado lengua hasta a las personas ms sensatas y

    competentes... y no siempre la emplean con cordura. No tengoninguna duda de que la enfermera habl, de que hablaron los criados,y de que habl todo el mundo! Ah tiene usted todos los materialesque se requieren para iniciar un sabroso escndalo pueblerino. Yahora le voy a preguntar otra cosa. Quin es ella?

    No lo comprendo el doctor Oldfield enrojeci a impulsos de suirritacin.

    Poirot coment suavemente:Yo creo que me ha entendido muy bien. Le estoy preguntando

    por la dama con quien su nombre se ha visto mezclado.El doctor Oldfield se levant. La expresin de su cara era fra y

    dura.No existe ninguna dama en el caso dijo. Siento mucho,

    monsieur Poirot, haberle hecho perder tanto tiempo.Se dirigi hacia la puerta.Yo tambin lo siento observ Poirot. Su caso me interesa. Me

    hubiera gustado ayudarle, pero no puedo hacer nada, a menos queme cuente usted toda la verdad.

    Ya se la he dicho...No...

  • El mdico se detuvo y dio la vuelta.Por qu insiste en que hay una mujer relacionada con el asunto?Mon cher docteur, cree acaso que no conozco la mentalidad

    femenina? Las murmuraciones de los pueblos se basan siempre en lasrelaciones entre un hombre y una mujer. Si un hombre envenena asu esposa con el fin de poder hacer un viaje al Polo Norte, o paradisfrutar de la paz que depara la vida de soltero... no hay cuidado deque sus convecinos se tomen el menor inters por l. Pero cuandoestn convencidos de que el asesinato se cometi con el fin de que elhombre pudiera casarse con otra mujer, las habladuras crecen ycirculan. Eso es psicologa elemental.

    Oldfield replic con irritacin:Yo no soy responsable de lo que piensen un hatajo de malditos

    murmuradores!Desde luego que no.Poirot prosigui:Por consiguiente, debe usted volver a tomar asiento y contestar a

    la pregunta que le hice antes.Lentamente, casi con repugnancia, el mdico volvi a ocupar su

    asiento.Ruborizado en extremo, dijo:Me figuro que tal vez hayan hablado acerca de la seorita

    Moncrieffe. Jean Moncrieffe es mi ayudante; una muchacha muyagradable.

    Ha trabajado durante mucho tiempo con usted?Tres aos.Le resultaba simptica a su esposa?Ejem..., pues no; no del todo.Estaba celosa de ella?Hubiera sido absurdo!Poirot sonri.Los celos de las mujeres casadas son proverbiales. Pero le dir

    algo ms. Basndome en mi experiencia puedo asegurar que loscelos, por inmotivados y extravagantes que parezcan, siempre estnfundados en hechos reales. Existe un aforismo comercial que dice queel cliente siempre tiene razn, verdad? Pues bien, lo mismo ocurrecon el marido o la esposa que sienten celos. Por pequeas einconcretas que sean las pruebas, fundamentalmente siempre tienenrazn.

    El doctor Oldfield replic con enrgico y seguro acento:Simplezas! En ninguna ocasin le dije a Jean Moncrieffe cosa

    alguna que no pudiera or mi esposa.Tal vez. Pero eso no altera la veracidad de cuanto le acabo de

    decir Hrcules Poirot se inclin hacia delante y con voz apremianteaadi: Doctor Oldfield, voy a hacer cuanto pueda en este caso.Pero necesito que me sea usted absolutamente franco, sin

  • preocuparse de las apariencias convencionales o sus propiossentimientos. No es verdad que dej de gustarle su mujer desdecierto tiempo antes de que muriera?

    El mdico no replic en seguida.Eh... este asunto acabar conmigo dijo al fin. Pero debo tener

    esperanza. De cualquier forma, presiento que ser usted capaz dehacer algo por m. Ser sincero con usted, monsieur Poirot. Mi mujerno me gust nunca. Segn creo, fui para ella un buen marido, perojams estuve enamorado.

    Y por lo que respecta a esa muchacha? Un tenue sudor cubri la frente del mdico. Le... le hubiera pedido que se casara conmigo hace tiempo, a no

    ser por todo el escndalo y las habladuras que se han producido confes.

    Poirot se recost en su asiento.Por fin hemos llegado a los hechos verdaderos! coment. Eh

    bien, doctor Oldfield: me encargar de su caso. Pero recuerde que loque sacar a la luz ser la verdad pura y simple.

    Oldfield contest con amargura:No ser la verdad lo que me perjudique!Titube un instante y luego aadi:Sepa usted que estuve considerando la posibilidad de presentar

    una demanda por difamacin. Si pudiera atribuir una acusacinconcreta a alguien, tal vez mi nombre fuera vindicado. Algunas veceshe pensado en ello... mas en otras creo que tal proceder slo servirapara empeorar las cosas; dar mayor publicidad al asunto y hacer quela gente dijera: No se ha podido probar nada, pero cuando el rosuena...

    Mir a Poirot.Dgame, con franqueza, hay algn modo de poder salir de esta

    pesadilla?Siempre existe una manera adecuada contest el detective.

  • 2Nos vamos al campo, George dijo Hrcules Poirot a su criado.De veras, seor? replic el imperturbable George.Y el objeto de nuestro viaje es destruir un monstruo de nueve

    cabezas.De veras, seor? Algo parecido al monstruo de Loch Ness?No tan palpable como eso. No me refiero a un animal de carne y

    hueso, George.No le comprend, seor.Sera mucho ms fcil si el monstruo fuera un ser real. No hay

    nada tan intangible y tan elusivo como el origen de una calumnia.Desde luego, seor. A veces es difcil precisar cmo empiezan

    esas cosas.Exactamente.Hrcules Poirot no se hosped en casa del doctor Oldfield. Lo hizo

    en la posada del pueblo. A la maana siguiente de su llegada, tuvo suprimera entrevista con Jean Moncrieffe.

    Era una muchacha alta de cabello cobrizo y de firmes ojos azules.Daba la sensacin de estar siempre vigilante y en guardia contra losdems.

    De modo que el doctor Oldfield acudi a usted... Ya saba quepensaba hacerlo.

    Su tono careca de entusiasmo.No le parece bien, acaso? le pregunt Hrcules Poirot.Los ojos de ella se fijaron en los del detective.Qu puede usted hacer en este caso? inquiri.Debe existir una manera de abordar la situacin replic Poirot

    sosegadamente.De qu forma? la muchacha profiri estas palabras con desdn

    Quiz querr ir a visitar a todas las viejas murmuradoras ydecirles: Por favor, cesen de hablar as. No es conveniente para elpobre Oldfield. Y ellas le contestaran: Le aseguro que nunca creesa patraa. Ah est precisamente lo malo de esta cuestin. Noespere que le digan: No se le ocurri nunca que la muerte de laseora Oldfield no fue lo que pareci? No; lo que dirn ser: Desdeluego, yo no creo esa historia acerca del doctor Oldfield y su mujer.Estoy segura de que l no hubiera hecho tal cosa, aunque la verdades que, tal vez, no cuid de ella como debiera y, adems, no meparece muy prudente tener como ayudante a una muchacha tanjoven... y no es que quiera decir que exista algo equvoco entre losdos. Oh, no! estoy completamente segura de que no hay nada deeso...

    La joven se detuvo. Tena la cara sonrojada y respiraba con

  • precipitacin.Al parecer, sabe usted muy bien lo que se dice por ah coment

    Poirot. Y qu solucin le dara usted a eso?Ella cerr la boca firmemente.Lo mejor que podra hacer el doctor sera traspasar su clientela y

    empezar de nuevo en cualquier sitio.No cree que la calumnia le seguira adonde fuera?Ella se encogi de hombros.Debe arriesgarse.Poirot call durante un momento.Va usted a casarse con el doctor Oldfield, seorita Moncrieffe?

    pregunt por fin.La joven no pareci sorprenderse por la pregunta.No me lo ha pedido replic.Por qu no?Los ojos de ella volvieron a fijarse en los del detective, pero ahora,

    durante un segundo, parecieron vacilar. Luego contest:Porque no le he dado ninguna esperanza.Qu suerte encontrar a alguien que sea completamente franco!

    exclam Poirot.Ser tan franca como usted guste! Cuando me di cuenta de que

    la gente deca que Charles se desembaraz de su esposa con elpropsito de casarse conmigo, me pareci que si nos casbamosdaramos razn a todos. Esper entonces que al no verse ningnpropsito de casamiento entre nosotros los rumores se extinguiranpor s solos.

    Pero no ha sido as.No; no lo fue.No le parece algo raro? pregunt Hrcules Poirot.Jean contest con acritud:La gente no tiene aqu muchas cosas para divertirse.Quiere usted casarse con Charles Oldfield? volvi a preguntar

    Hrcules Poirot.La muchacha respondi framente:S. Lo quise desde el momento en que lo conoc.Entonces, la muerte de la esposa fue muy conveniente para

    usted, verdad?La seora Oldfield fue una mujer muy desagradable.

    Francamente, me alegr cuando muri...S convino Poirot. Es usted franca en extremo!Ella sonri con desdn.Tengo que hacerle una sugerencia continu el detective.S?Aqu hace falta que se tomen medidas drsticas. Le sugiero que

    alguien... posiblemente usted misma... escriba al Ministerio de laGobernacin.

  • Qu es lo que se propone?Creo que la mejor forma de terminar con los rumores, de una vez

    para siempre, es conseguir que se exhume el cadver y se haga laautopsia.

    Ella retrocedi un paso. Abri los labios y luego los volvi a cerrar.Poirot, entretanto, no la perda de vista.

    Bien, mademoiselle? pregunt por fin.No estoy de acuerdo con usted.Por qu no? Con toda seguridad, si el veredicto es de que la

    muerte sobrevino por causas naturales, callarn las malas lenguas.Si llega a pronunciarse tal veredicto, es posible.Sabe usted lo que est sugiriendo, mademoiselle?La joven contest impaciente:S perfectamente lo que digo. Est usted pensando en un

    envenenamiento por arsnico... y que puede probar que no fueenvenenada de tal forma. Pero hay otras sustancias letales; losalcaloides vegetales. Al cabo de un ao no es probable que seencuentren rastros de ellos, ni aun en el caso de que hubieran sidousados. Ya s cmo son esos anlisis oficiales. Pueden pronunciar undiagnstico impreciso, diciendo que no hay nada que demuestre loque caus la muerte... y las malas lenguas volvern a murmurar conms malicia que antes.

    Hrcules Poirot no respondi de momento.En su opinin, quin es el ms inveterado charlatn del pueblo?

    pregunt luego.La joven recapacit y dijo:Creo que la seorita Leatheran es la peor vbora de todas.Ah! Le sera fcil presentrmela... de una manera casual, a ser

    posible?No creo que sea difcil. A estas horas de la maana todas las

    viejas andan por el pueblo haciendo sus compras. Nos bastar dar unpaseo por la calle Mayor.

    Tal como dijo Jean, no hubo ninguna dificultad en los trmites de lapresentacin. Jean se detuvo ante la estafeta de Correos y se dirigia una mujer alta y delgada, de mediana edad, en cuya caradestacaba una nariz afilada y unos ojos agudos e inquisitivos.

    Buenos das, seorita Leatheran.Buenos das, Jean. Qu da tan estupendo, verdad?Los astutos ojos de la mujer exploraron detenidamente al

    acompaante de la joven.Permtame que le presente a monsieur Poirot, que estar en el

    pueblo durante unos pocos das.

  • 3Mientras mordisqueaba delicadamente una pasta y sostena sobrelas rodillas una taza de t, Hrcules dej que la conversacin sehiciera ms confidencial entre l y la seorita Leatheran. La mujerhaba tenido la amabilidad de invitarlo a tomar el t y, porconsiguiente, se hizo el firme propsito de averiguar exactamentequ se propona hacer en el pueblo aquel pequeo y raro extranjero.

    Durante algn tiempo el detective fue refrenando con habilidad losintentos de la vieja solterona para hacerle hablar... con lo queconsigui excitar an ms la curiosidad de ella. Luego, cuando juzgque haba llegado el momento, se inclin hacia delante.

    Ah, seorita Leatheran! exclam. He de reconocer que esusted demasiado lista para m. Adivin usted mi secreto. He venido aeste pueblo a requerimiento del Ministerio de la Gobernacin. Pero,por favor baj la voz, no haga uso de esta informacin.

    Desde luego, desde luego la seorita Leatheran se sintihalagada y emocionada hasta lo ms ntimo de su ser. El Ministeriode la Gobernacin..., no querr usted referirse... a la pobre seoraOldfield?

    Poirot, lentamente, hizo varios signos afirmativos con la cabeza.Bien, bien! la mujer exhal con estas palabras toda una gama

    de emociones agradables.Como comprender, es un asunto muy delicado dijo Poirot.

    Tengo orden de informar sobre si hay suficientes motivos o no parauna exhumacin.

    Van a desenterrar a la pobrecita! exclam la seora Leatheran. Qu horror!

    Si hubiera dicho: Qu estupendo!, en lugar de: Qu horror!,las palabras hubieran cuadrado mejor al tono de su voz.

    Cul es su opinin sobre el caso, seorita Leatheran?Pues ver, monsieur Poirot; se han dicho muchas cosas. Pero yo

    nunca hice caso de ellas. Ya sabe cuntas habladuras infundadascirculan por ah. No hay duda de que el doctor Oldfield se ha portadode una forma rara desde que ocurri la muerte de su mujer, pero yosiempre dije que no haba por qu asociarlo a una concienciaculpable. Pudo ser, simplemente, el efecto de la pena que senta.Desde luego, l y su mujer no se tenan mucho afecto. Y esto s quelo s... de buena tinta. La enfermera Harrison, que cuid de la seoraOldfield durante tres o cuatro aos, hasta que muri, est conformecon tal afirmacin. Y, adems, siempre me ha parecido, sabe usted?,que la enfermera sospecha algo... No creo que ella haya dicho nadapor ah, pero por la forma en que habla se puede deducir, no leparece?

  • Poirot coment con tristeza:Existen tan pocos indicios sobre los que pueda uno trabajar...!S; ya lo s, monsieur Poirot; pero si exhuman el cadver lo

    sabrn todo.Desde luego convino el detective. Entonces lo sabremos todo.Ya han ocurrido casos como ste, desde luego dijo la seorita

    Leatheran, temblndole las aletas de la nariz con excitacin. El deArmstrong, por ejemplo, y el de aquel otro hombre no me acuerdo desu nombre... y el de Crippen, desde luego. Siempre me pregunto siEthel le Neuve fue su cmplice. Desde luego Jean Moncrieffe es unamuchacha muy agradable, se lo aseguro... no me atrevera a decirque influyera sobre l..., pero los hombres hacen muchas tonteraspor una chica, no le parece? Y, desde luego, estuvieron siempredemasiado juntos.

    Poirot no replic. La mir con expresin inocente e inquisitiva,calculada para producir un nuevo lujo de informacin. En su fuerointerno se estaba divirtiendo al contar las veces que repeta laspalabras desde luego.

    Y, desde luego sigui ella, con la autopsia y todo lo dems,saldrn a relucir muchas cosas, verdad? Me refiero a los sirvientes.Los criados estn enterados siempre de muchas interioridades, no leparece? Y, desde luego, es completamente imposible impedirles quese entreguen a la murmuracin, verdad? Beatrice, la criada de losOldfield, fue despedida casi inmediatamente despus del entierro...Siempre me pareci una cosa rara... en especial, si se piensa en lasdificultades con que se tropieza hoy para encontrar servidumbre. Dala impresin de que el doctor Oldfield tuviera miedo de que ellasupiera demasiado.

    Me estoy convenciendo de que existen suficientes motivos parainiciar una investigacin dijo solemne Poirot.

    La seorita Leatheran se estremeci con aparente repugnancia.No es muy agradable la idea dijo. Pensar que nuestro

    apacible pueblecito aparecer en los peridicos... y en toda lapublicidad que se dar al caso...

    Eso le preocupa?Un poco. Estoy algo chapada a la antigua.Y, como dice usted, posiblemente todo se reducir a unas

    cuantas habladuras.Bueno... yo no dira tanto. Pues sepa usted que hay mucha

    verdad en el refrn de que cuando el ro suena, agua lleva.Yo estaba pensando exactamente lo mismo admiti Poirot.El detective se levant.Puedo fiarme de su discrecin, mademoiselle?Oh, desde luego! No dir ni una palabra a nadie.Poirot sonri y se despidi.En el vestbulo, al recoger el sombrero de manos de una doncella,

  • dijo:He venido a investigar las circunstancias que concurrieron en la

    muerte de la seora Oldfield, pero te agradecer que guardes la msestricta reserva sobre ello.

    Gladys, que as se llamaba la chica, casi se desplom sobre elparagero. Respirando con excitacin, pregunt:

    Oh, seor, entonces fue el doctor quien lo hizo?As lo has credo desde hace tiempo, no es cierto?Bueno, seor; no he sido yo quien lo ha credo. Fue Beatrice.

    Estaba all cuando muri la seora Oldfield.Y ella cree que hubo... Poirot seleccion cuidadosamente las

    melodramticas palabras juego sucio.Gladys afirm agitadamente:S; eso cree. Y dice que la enfermera tambin est convencida de

    lo mismo. La enfermera Harrison. Quera mucho a la seora Oldfield ytuvo un disgusto terrible cuando se muri. Beatrice dice que laenfermera Harrison saba algo, porque despus de ocurrir elfallecimiento se puso decididamente frente al doctor, cosa que nohubiera hecho de no haber sucedido algo irregular, no le parece?

    Dnde est ahora la enfermera Harrison?Cuida de la anciana seorita Bristow... en las afueras del pueblo.

    Encontrar la casa con facilidad. Tiene un porche delantero sostenidopor columnas.

  • 4Poco despus, Hrcules Poirot estaba sentado frente a la personaque, sin duda alguna, saba ms cosas que nadie sobre lascircunstancias que dieron origen a los rumores.

    La enfermera Harrison era una mujer, guapa todava, cuya edadrondaba los cuarenta aos. Tena las serenas facciones de unamadonna, con ojos oscuros, grandes y de expresin afable. Escuchatentamente al detective y luego dijo con lentitud:

    S; ya saba que circulaban por ah esos desagradables rumores.He hecho lo que he podido para impedirlo, pero ha sido intil. A lagente le encantan estas emociones.

    Pero debe de haber ocurrido algo que haya dado lugar a esashabladuras, verdad? pregunt Poirot.

    El detective not que la expresin de zozobra reflejada en la carade ella se acentuaba an ms. Pero la mujer se limit a negar con lacabeza.

    Tal vez sugiri Poirot el doctor Oldfield y su esposa no sellevaran bien y eso dio lugar a los rumores.

    La enfermera Harrison volvi a sacudir la cabeza con decisin.No. El doctor Oldfield fue siempre muy amable y paciente con su

    esposa.Estaba realmente muy enamorado de ella?La mujer titube.No... no lo podra asegurar. La seora Oldfield era una mujer

    muy difcil de manejar; no estaba contenta de nada y hacaconstantes peticiones de simpata y atencin que no siempre estabanjustificadas.

    Quiere usted decir que la seora exageraba su condicin?La enfermera asinti.S... su propia salud era, mayormente, cosa de su propia

    imaginacin.Y, sin embargo observ Poirot con gravedad, falleci... S; ya lo s... ya lo s...El detective la contempl durante unos instantes. Vea su turbada

    confusin y su palpable incertidumbre.Creo... estoy seguro dijo Poirot de que usted sabe lo que, en

    principio, dio lugar a todas estas historias.La enfermera Harrison se sonroj.Bueno... dijo, tal vez lo pueda conjeturar. Creo que fue la

    criada, Beatrice, quien inici los rumores y me figuro qu fue lo que lepuso tal idea en la cabeza.

    De veras?La mujer habl con alguna incoherencia.

  • Fue algo que tuve ocasin de escuchar... un fragmento deconversacin entre el doctor Oldfield y la seorita Moncrieffe. Y estoycompletamente segura de que Beatrice lo oy tambin, aunquesupongo que ella no lo admitira nunca.

    Cul fue esa conversacin?La enfermera call durante uno instante, como si comprobara la

    fidelidad de su memoria. Luego dijo:Ocurri tres semanas antes del ataque que caus la muerte de la

    seora Oldfield. Ellos se encontraban en el comedor y yo bajaba laescalera cuando o que Jean Moncrieffe deca: Cunto va a duraresto? No estoy dispuesta a esperar ms. Y el doctor le contest: Yaqueda poco, querida, te lo juro. Ella repiti: No puedo soportaresta espera. Crees que todo ir bien? Desde luego. Nada puedesalir mal. Dentro de un ao, por estas fechas, estaremos casados,respondi l.

    La mujer hizo una pausa.sta fue la primera noticia que tuve, monsieur Poirot, de que

    haba algo entre el doctor y la seorita Moncrieffe. Yo saba que lsenta gran admiracin por ella y que ambos eran muy buenosamigos, pero nada ms. Volv a subir la escalera... sufr una fuerteimpresin..., pero me haba dado cuenta de que la puerta de la cocinaestaba abierta y desde entonces pienso que Beatrice debi de estarescuchando. Como podr usted ver, lo que hablaron poda tomarseen dos sentidos. Poda significar tan slo que el doctor saba que suesposa estaba muy enferma y no podra sobrevivir mucho ms... y notengo ninguna duda de que esto fue lo que quiso decir..., pero paraalguien como Beatrice debi parecer la cosa diferente... como si eldoctor y Jean Moncrieffe estuvieran... bueno... estuvieran planeandodeliberadamente librarse de la seora Oldfield.

    Y no lo cree as usted misma?No... no; desde luego que no.Poirot la mir escrutadoramente.Enfermera Harrison dijo-, sabe usted alguna cosa ms?

    Algo que todava no me haya dicho?Ella enrojeci y dijo con violencia:No, no; de veras que no. Qu ms podra saber?No lo s. Pero creo que debe de haber... algo.Ella sacudi la cabeza. La expresin turbada de antes volvi a

    reflejarse en su cara.Hrcules Poirot coment:Es posible que el Ministerio de la Gobernacin ordene la

    exhumacin del cadver de la seora Oldfield.Oh, no! la enfermera pareca horrorizada. Qu cosa ms

    terrible!Cree usted que lo sera?Creo que sera espantoso. Puede imaginarse lo que se dira. Sera

  • terrible... verdaderamente terrible para el pobre doctor Oldfield.No opina usted que, en realidad, pudiera ser una cosa favorable

    para l?Qu quiere usted decir?Si es inocente dijo Poirot, su inocencia quedara probada.El detective call y esper a que la insinuacin enraizara en la

    mente de la enfermera Harrison. Vio cmo