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TRABAJO PRÁCTICO Aborígenes de Argentina Cátedra: Aula a cielo abierto. Alumna: Soledad Díaz Curso: 4° P.E.F 2011

Aborigenes Argentinos

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TRABAJO PRÁCTICO

Aborígenes de Argentina

Cátedra: Aula a cielo abierto.

Alumna: Soledad Díaz

Curso: 4° P.E.F 2011

Prof.: Ramón Ignacio Barrena

ABORIGENES ARGENTINOS

Antes de la llegada de los españoles, en nuestro país habitaban grupos indígenas llamados aborígenes. La forma de vida de los diferentes grupos dependió de la zona en que vivían y de la influencia de otras tribus americanas que vivían cerca de ellos. Los aborígenes del noroeste argentino se vieron influidos por la cultura incaica del Perú. Los grupos de la Patagonia recibieron nuevas costumbres de los indígenas chilenos, los araucanos. En la época de la colonia, los indios eran libres. A pesar de ellos fueron obligados a trabajar para los españoles y muchos fueron exterminados. En la actualidad existen todavía grupos aborígenes que conservan su lengua, su cultura original y sus tradiciones. La gran mayoría vive en las provincias del norte del país, como los coyas, matacos y tobas. En la provincia de Río Negro subsisten grupos de araucanos y mapuches.

Nombre ¿Nómades oSedentarios?

¿Dónde vivían? ¿A que se dedicaban?

Calchaquíes Sedentarios Salta, Jujuy y Tucumán

A la agricultura y Criaban llamas

Matacos Nómades Formosa y Chaco

A la recolección, tejíanY cultivaban.

Guaraníes Nómades Misiones, Corrientes Y Entre Ríos

A cultivar, cazar y pescar

Diaguitas Sedentarios Catamarca, La Rioja ySan Juan

A la caza y la agricultura

Querandíes Nómades Buenos Aires y Santa Fe

A la caza

Comechingones Nómades Córdoba y SantiagoDel Estero

A cultivar, cazar y recolectar

Patagones Nómades Rio negro, Chubut y Santa Cruz

A cazar y recolectar

Onas Nómades Prov. De Tierra Del fuego

A caza

Los indígenas y sus construcciones Los aborígenes nómades: dependencia del medio natural Actualmente, la mayor parte de la población argentina vive agrupada en ciudades como Eduardo Castex o en otras más grandes o más pequeñas. Pero no siempre fue así. Hace alrededor de seiscientos años, antes de la llegada de los españoles, en el actual territorio argentino vivían muchos pueblos indígenas. La mayor parte de esos pueblos eran cazadores-recolectores. Como no producían sus propios alimentos dependían mucho de la naturaleza. Por eso eran nómades. De tanto en tanto, cuando comenzaba a escasear la comida, debían mudar sus toldos o rancheríos hacia lugares en los que hubiera animales, raíces y frutos en abundancia. Los aborígenes sedentarios: agricultura e independencia de los rigores geográficos En el Noroeste y en algunas zonas del Noroeste del actual territorio argentino, había pueblos agricultores. No necesitaban desplazarse en busca de alimentos: eran sedentarios. En algunos casos, practicaban la agricultura por medio del riego. También había pueblos que almacenaban alimentos para las épocas en las que no se podía cultivar. Las dificultades y obstáculos que presentaba la naturaleza, especialmente el clima, no eran problemas tan importantes para su subsistencia como lo eran para los pueblos nómades. Surgieron así algunas localidades, como Quilmes de Calchaquí, que lograron superar los 1000 habitantes. Algunas de estas comunidades indígenas fueron incorporadas al imperio de los incas, que tenía su ciudad capital en Cuzco, en el actual territorio de Perú. Otras, en cambio, ofrecieron resistencia y en esos casos las localidades se convirtieron en centros de defensa frente al avance de los soldados del imperio incaico. Los yámanas, nómades del mar Cazar ballenas y lobos marinos, pescar y recoger mariscos eran las actividades más importantes de los yámanas. Estos pueblos cazadores y recolectores habitaban en el sur de la isla Grande de Tierra del Fuego y en las islas del archipiélago del Cabo de Hornos. Aunque eran muchos, vivían en pequeños grupos formados por unas pocas familias muy independientes. No tenían jefes ni caciques. Los yámanas no se establecían en forma permanente en una isla. Eran nómadas: levantaban su campamento en una playa o cerca de un arroyo y se quedaban allí unos pocos días. Cuando los alimentos escaseaban, abandonaban las viviendas y se iban en sus canoas buscando aguas y playas donde hubiera buena caza y buena pesca. Vivían en chozas muy sencillas Las casas que construían los yámanas eran muy simples. Sus chozas tenían forma de cono o cúpula. Para hacer una choza, primero construían un armazón con postes o ramas. Luego lo cubrían con hojas y ramas y finalmente, con cueros de lobos marinos. La casa tenía una entrada pequeña que cubrían con un trozo de cuero para protegerse del frío. La parte superior de la choza se dejaba abierta. Por esa abertura salía el humo de las brasas que siempre ardían en el centro de la choza.

Hábitos Los yámanas, para darse calor, dormían muy apretujados, uno sobre otro. Los yámanas comían huevos duros de cormorán, pingüino, cauquén... También comían hongos y algunas raíces y tallos. Pero su alimentación era fundamentalmente de origen animal: carne asada y grasa derretida de lobos marinos, ballenas y delfines; peces, mejillones y otros moluscos. Las mujeres preparaban pieles, confeccionaban ropa, hacían canastos, cocinaban y cuidaban a los chicos. También eran ellas las que construían las chozas. Además de cazar en el mar, los hombres cazaban sobre tierra firme guanacos, pájaros, cormoranes, pingüinos... Para ello, fabricaban arcos, flechas, hondas y lazos. A los niños varones les encantaba dejarse caer por las lomas. Las canoas: un segundo hogar Los yámanas pasaban gran parte del tiempo navegando por las aguas encrespadas de la región. Desde sus frágiles canoas, obtenían los alimentos fundamentales para su supervivencia. Las canoas yámanas eran muy grandes (cinco metros de largo y un metro de ancho en su parte media) y livianas. Las hacían con la corteza del coihue, un árbol de la región. Sólo utilizaban madera para la construcción del armazón. Una tarea comunitaria: la caza de la ballena Cuando los yámanas descubrían alguna ballena descansando en las aguas de un canal, se organizaban para atacarla. Varias familias se acercaban y desde las distintas canoas le arrojaban arpones que llovía sobre el animal. Si no lograba escapar, la ballena se desangraba y moría. Entre todos la llevaban hasta la playa más cercana. Entonces, tras tantas horas de esfuerzos, la alegría estallaba entre los cazadores porque cientos de kilos de grasa y carne les aseguraban una buena alimentación por muchos días. Más hábitos Las mujeres remaban incansablemente. Tenían una gran habilidad para dirigir la canoa hacia los lugares que les señalaba el cazador. Los niños sacaban el agua que se filtraba en la canoa y cuidaban que no se apagaran las brasas del fogón. El fuego no incendiaba la canoa porque se hacía sobre una plataforma de piedras. Los hombres yámanas iban al acecho, parados en la proa de la embarcación. Para cazar y pescar usaban arpones de distinto tamaño que terminaban en una punta de hueso que podía tener forma de dientes, serruchos o ganchos. Hombres, mujeres y niños usaban un taparrabos de cuero pequeño. Se cubrían con una capa que fabricaban con pieles de lobo marino, nutria de mar, guanaco o zorro. A veces, se calzaban con mocasines de piel. Las mujeres recogían mejillones y otros mariscos. Para ello usaban unos largos palos que terminaban en forma de pinza. También pescaban con línea y carnada o con canastos. hasta la confederación al mando de un solo general, revestido con poder terrenal y divino. Gente caminadora en la Patagonia: los tehuelches En la actual provincia de Santa Cruz y en toda la Patagonia vivían los tehuelches. Eran nómades. Viajaban mucho a pie, en pequeños grupos, a través de las mesetas patagónicas. Cuando empezaba el verano, llegaban a la cordillera, desde la costa. Acampaban allí porque había animales para cazar y agua para beber. Cazaban sobre todo guanacos y ñandúes. Para cazar estos animales y otros de la zona, como pumas, huemules, peludos, maras, zorrinos y

patos, utilizaban el arco y la flecha. Vivían en tolderías Los tehuelches acampaban en toldos muy simples que construían con armazones de madera cubiertos con cueros de guanaco. Vivían en grupos pequeños, formados por unas pocas familias. Cada uno de esos grupos tenía un jefe que los guiaba en la caza y en las mudanzas, pero que no podía dar órdenes. Los tehuelches eran muy independientes y no reconocían una autoridad mayor a la del padre de familia. La mudanza Hacia el fin del otoño, las mujeres tehuelches levantaban el campamento y cargaban, en sus bolsas, las herramientas y comida. Con los toldos a cuestas, junto a sus hombres y niños, se ponían otra vez en movimiento. Todos juntos, guiados por sus caciques, seguían a guanacos y ñandúes a través de territorios conocidos, en su viaje hacia la costa. Hábitos Para evitar que la lluvia se filtrara en los toldos, las mujeres impermeabilizaban los cueros con grasa. Los hombres fabricaban arcos y flechas con punta de piedra, raspadores de piedra y otras herramientas. Mujeres y hombres usaban taparrabos y se cubrían con unos mantos llamados quillangos que confeccionaban con piel de guanaco y decoraban con dibujos geométricos y colores muy llamativos. Calzaban sandalias de cuero y mocasines de piel. Los tehuelches se alimentaban sobre todo con la carne (asada o hervida) de los animales que cazaban. También comían huevos de ñandú, calafates, frutillas, raíces y hongos que recogían en la zona. Antes de usar los cueros de los guanacos para hacer toldos, vestimentas y muchas otras cosas, había que limpiarlos y acondicionarlos. Los guaraníes de los bosque misioneros Abrían claros entre los árboles para cultivar En el actual territorio de la provincia de Misiones, habitaban, agrupados en aldeas, los guaraníes. El maíz era uno de sus alimentos más importantes. Con él hacían polenta, chipá, bebidas y hasta el rico pochoclo. Los guaraníes habían aprendido a cultivarlo hacía ya mucho tiempo. Para poder hacerlo, primero tenían que abrir claros en el bosque ya que los árboles y la vegetación dificultaban la entrada de los rayos del sol y la llegada del agua de lluvia. Sólo después de tan pesados trabajos podían sembrar y cosechar. Una vida sedentaria en pequeñas aldeas Los guaraníes eran agricultores. Como producían sus propios alimentos no necesitaban mudarse de un lugar a otro. A diferencia de los yámanas y de los tehuelches, los guaraníes vivían en aldeas en forma bastante estable: eran sedentarios. Las aldeas de los guaraníes estaban formadas por pocas casas (aproximadamente ocho) que eran grandes y se levantaban alrededor de una plaza. Esas edificaciones estaban rodeadas por un cerco y un foso que protegían a los aldeanos de los ataques de otros pueblos y de los temibles yaguaretés. Con jefes y hechiceros En cada casa vivía una familia extensa formada por varias parejas y sus hijos, padres, abuelos y tíos. Las familias eran tan numerosas que en una misma casa vivían ¡cien o más parientes! Cada una era dirigida por un jefe que los comandaba en las guerras y cumplía la función de juez en las peleas familiares. Entre estos jefes se elegía el tuvichá o jefe máximo de la aldea. El tuvichá

era muy respetado pero no podía dar órdenes. Debía convencer a la gente de su pueblo por medio de la palabra. No se distinguía demasiado del resto del pueblo. Una de las pocas deferencias que lo distinguía era que podía tener varias mujeres. Además de los jefes, entre los guaraníes se destacaban los payés. Eran médicos hechiceros que también tenían poderes para comunicarse con los dioses y los porás, unos duendecillos protectores de plantas y animales. Los payés trataban indigestiones, infecciones y fiebre con hierbas medicinales y ungüentos. Hábitos Para abrir claros en el bosque, primero había que talar los árboles y luego quemar las malezas. Después, abrían hoyos y en ellos sembraban las semillas. Los guaraníes cultivaban maíz, zapallo, mandioca, batata, tabaco y algodón. También recolectaban frutos y plantas, como la yerba mate. Con ella preparaban nuestro conocido mate. Las casonas tenían cincuenta metros de largo. Las paredes eran de madera y estaban revocadas con barro. No tenían ventanas. Los techos, altos y a dos aguas, estaban cubiertos por hojas de palmera o pasto. Se entraba por puertas construidas en sus extremos. Las mujeres preparaban distintos tipos de comida. Con harina de maíz, hacían unos bollitos deliciosos y nutritivos: los chipás. En varias provincias del nordeste argentino y en el Paraguay se siguen haciendo chipás, como hace seiscientos años. Los guaraníes hacían ollas, platos y tinajas con distintos materiales. Pero, en general, los recipientes eran canastos de diferentes formas confeccionados con tiras de cortezas. En el Noroeste, los diaguitas En el Noroeste, en las actuales provincias de Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca y La Rioja, habitaban los diaguitas. Eran muchos pueblos independientes que tenían costumbres muy parecidas y hablaban un mismo idioma: el kakán. Todos eran agricultores y el cultivo del maíz era fundamental para ellos. Producirlo, los exigía, como a los guaraníes, grandes trabajos. Cultivaban en valles y montañas Los diaguitas vivían en una zona de montaña, donde llueve poco y el agua es escasa. Para practicar la agricultura, debieron resolver problemas distintos de los que enfrentaban los guaraníes. Como no tenían superficies planas donde cultivar, construyeron grandes escalones o terrazas en las laderas de las montañas. También buscaron la forma de aprovechar bien el agua de lluvia o la de los manantiales de montaña: construyeron represas para almacenarla y un sistema de canales para guiarla hacia los campos de cultivo. Todos los hombres del pueblo debían colaborar para construir las terrazas de cultivo y los sistemas de irrigación. El jefe o cacique dirigía estos trabajos comunitarios.Las aldeas diaguitas Los diaguitas vivían en aldeas más grandes que las de los guaraníes. En ellas habitaban entre mil y tres mil personas. Las levantaban en los valles o en las laderas de las montañas. Como eran pueblos muy aguerridos, muchas aldeas estaban amuralladas. Las aldeas tenían distintas formas. Las calles eran angostas y había plazas en las que se celebraban fiestas y ceremonias. También tenían depósitos donde guardaban semillas y alimentos para las épocas de escasez. Casas de piedra o quincha Las viviendas eran por lo general rectangulares y tenían varias

habitaciones. Las paredes se construían con piedras irregulares, montadas y encajadas una sobre otra, sin mezcla que las uniera. Otros pueblos las construían con una mezcla de barro y paja llamada quincha. Los techos se hacían con tirantes de madera y se cubrían con ramas o con paja y barro. Las familias de los caciques tenían casas más grandes y más sólidas que el resto del pueblo. Estaban ubicadas en los lugares más protegidos o cerca de donde se celebraban las ceremonias en honor de sus dioses: el Rayo y el Trueno. Hábitos Las terrazas de cultivo eran grandes escalones de tierra, sostenidos con paredes de piedra para evitar que se desmoronaran. Construirlas y mantenerlas en buen estado requería del trabajo de muchos hombres de la comunidad. Los diaguitas cultivaban gran variedad de plantas a lo largo del año. En la época de siembra, los hombres abrían hoyos en la tierra utilizando palos cavadores. Las mujeres echaban las semillas en los surcos. Luego, cuando las plantas maduraban, todos se ocupaban de realizar la cosecha. No sólo cultivaban maíz. Plantaban, además, zapallos, papas, ajíes, porotos, maní y quínoa. Lo hacían en distintas épocas del año en terrenos situados a diferentes alturas. La papa y la quínoa, por ejemplo, crecen bien en zonas altas y frías. También recolectaban frutos, semillas y raíces silvestres. Uno de los frutos que más apreciaban eran las vainas de algarrobo. Eran muy nutritivas. Con ellas fabricaban harina y una bebida alcohólica, llamada aloja. Cada pueblo tenía sus algarrobales y los cuidaba celosamente. Si otros pueblos se animaban a entrar sin permiso, podían pagar con su vida el atrevimiento. Los diaguitas cazaban durante los meses en que no se podía cultivar. La carne de los animales que cazaban los servía para complementar una dieta fundamentalmente vegetariana. Los diaguitas criaban llamas y alpacas. Con sus lanas confeccionaban vestimentas. La llama era, además, fundamental para el transporte de cargas. Las mujeres cocinaban polenta, locro y guisos muy variados. Con el maíz también hacían pochoclo y una bebida alcohólica llamada chicha. En sus telares, las mujeres tejían la lana de alpacas, llamas y vicuñas. Hacían túnicas y abrigadas mantas para cubrirse en los días de frío. Los hombres fabricaban arcos, flechas y los instrumentos de labranza que utilizaban. A lo largo de los Andes, los incas En otras partes del continente americano había muchísimos pueblos con modos de vida muy parecidos a los de los indígenas que habitaban en nuestro actual territorio. Había grupos nómadas y cazadores-recolectores como los yámanas y los tehuelches y pueblos agricultores, que como los diaguitas y los guaraníes, vivían en aldeas. Pero también había un pueblo, el de los incas, que tenía una sociedad más compleja y vivía en ciudades. Hace algo más de quinientos años, los incas conquistaron muchos pueblos y organizaron un poderoso imperio. Lo llamaron el Tahuantinsuyu o “Estado de las cuatro regiones”. Cuzco era su ciudad capital. Cuzco: gran ciudad imperial Cuzco estaba ubicada en el valle del mismo nombre, en el actual territorio de Perú. Era una gran ciudad, sus calles eran rectas y las manzanas parejas. Estaba habitada por más de cien mil personas.

En el Cuzco estaba el templo más importante de todo el Tahuantinsuyu: el Templo del Sol o Coricancha. Era un hermoso edificio de piedra, adornado con placas de oro, que ocupaba el centro de la ciudad. Allí estaban los santuarios del dios Sol y de otros dioses de menor importancia. En los alrededores del templo había palacios y mansiones pertenecientes a la gente más poderosa del imperio: el Inca o emperador y la nobleza que estaba formada por los altos funcionarios, los sacerdotes, los militares y sus respectivas familias. Alrededor de las casas más distinguidas, estaban los barrios de los “mitimaes”, trabajadores que procedían de distintos lugares del imperio y que se ocupaban del mantenimiento de la ciudad. Los trabajos para el Inca Desde el Cuzco se organizaban los trabajos de casi seis millones de campesinos. Las poblaciones dominadas estaban obligadas a cultivar sus tierras y las que, en cada pueblo, estaban reservadas para el Inca. Los productos que los habitantes obtenían de sus tierras se destinaban a la alimentación del pueblo. Los que se cosechaba en las tierras del Inca debía ser entregado a las autoridades del imperio como tributo o impuesto exigido por él. Además, cada tanto, los hombres de los pueblos debían abandonar sus aldeas por un tiempo para construir caminos, templos, puentes y terrazas de cultivo o trabajar en las minas de oro, plata y cobre. A este servicio que cumplían para el Inca, se lo llamaba mita.Necesitaron una gran organización Para asegurar la realización de todos estos trabajos, el imperio incaico contaba con una muy buena organización. La autoridad máxima era elInca, considerado “Hijo del Sol”. Tenía un poder absoluto, era dueño de las tierras, de los hombres y de los animales. Para hacer cumplir sus órdenes, nombraba a un gobernador por cada región o provincia. Ellos eran los jefes o curacas de las poblaciones dominadas o aliadas hicieran tributar, cumplir con la mita y con el servicio militar a los hombres de sus pueblos. En el caso de que algún pueblo se rebelara, el Inca contaba con un poderoso ejército para controlarlo. Los productos que los pueblos tributaban al Inca eran almacenados en depósitos llamados colcas. Estos alimentos se utilizaban para alimentar a los trabajadores que servían en la mita y a los mensajeros del imperio, entre otros. También eran utilizados por el Estado incaico para socorrer a los pueblos que sufrían escasez de alimentos. Hábitos El imperio incaico se extendía por toda la región andina, desde el Ecuador hasta la provincia de Mendoza y el centro de Chile. Los diaguitas y otros pueblos asentados en el actual territorio argentino fueron conquistados por los incas. El imperio estaba comunicado por extensos caminos de piedra, “los caminos del Inca”, que unían el Cuzco con las distintas regiones. Los incas aceptaban los dioses de las poblaciones dominadas. Pero por encima de fuente de vida y lo representaban así. Gracias a él crecían los hombres, los animales, el maíz y las demás plantas. Todos los años se celebraban en el Coricancha grandes fiestas en su honor. Asistían los jefes de todos los pueblos dominados. En la parte norte del Cuzco estaba la fortaleza de Sacsahuamán, protegida por varias líneas de murallas. Como los diaguitas, la mayor parte de los pueblos conquistados por los incas cultivaban sobre las laderas de las montañas. Construían terrazas de cultivo que irrigaban con un sistema de diques y canales.

Los incas no tenían escritura. Pero contaban con un sistema de contabilidad muy ingenioso que les permitía saber cuántos eran, qué cantidad de alimentos tenían en los depósitos y muchas cosas más. Para ello, utilizaban los quipus que pueden ver en la fotografía. Los quipus estaban formados por largos cordones de los que colgaban cuerdas con nudos de colores. Servían para representar ideas, objetos y cantidades. Los funcionarios que se encargaban de estas tareas contables se llamaban quipucamayoc. El Inca era considerado un dios. Esa situación tenía sus ventajas: recibía tributos y honores; nadie lo podía tocar, vestía ropas muy finas y comía en vajilla de plata. También los miembros de la nobleza incaica se distinguían de los campesinos: vivían en mansiones, usaban ropa de lana de vicuña y unos aros de oro tan pesados que les alargaban las orejas. Los guaycurúes Habitaban la región del Chaco, que abarca las actuales provincias de Formosa, este de Salta, norte de Santiago del Estero y Santa Fe. Este pueblo estaba formado por cuatro grupos más pequeños: los tobas, a lo largo de los ríos Pilcomayo y Bermejo; los piligües, que vivían en el centro de la actual Formosa; los mocovíes, ubicados al sur, entre los ríos Bermejo y Salado; y los abipones, hacia la desembocadura del Bermejo. Eran pueblos nómades, cazadores y pescadores. Algo más Los guaycurúes se dividían en pequeños grupos que se trasladaban, según las épocas del año, en busca de lugares propicios para cazar, pescar y recolectar plantas silvestres. Si bien se movilizaban todo el tiempo, volvían siempre a su territorio, que delimitaban con señales propias. De esta manera cuidaban de que no se agotaran los recursos. Los guaycurúes hoy De acuerdo con los datos que brinda la Asociación Indígena de la República Argentina, los tobas, mocovies y piligües que actualmente subsisten en el país, viven en condiciones de extrema pobreza. Los abipones, de los que a fines del siglo pasado sobrevivía un pequeñísimo grupo, han desaparecido por completo. Los pampas La región pampeana estuvo poblada desde hace muchísimo tiempo. Los guaraníes llamaron querandíes a sus primeros habitantes. Más adelante, criollos y españoles llamaron pampas tanto a los querandíes como a algunos otros indios que se establecieron allí. Eran cazadores y pescadores, y se desplazaban para buscar sus alimentos. A mediados del siglo XVI comenzaron a domar los caballos que había dejado la expedición de Pedro de Mendoza, y se convirtieron en excelentes jinetes. Calchaquíes Pueblo amerindio que habitaba en la región noroeste argentina de los valles de Yocavil y Calchaquí, en la provincia de Salta, y partes adyacentes de Tucumán y Catamarca. La expansión incaica afectó a este grupo de lengua kakana, cuya economía estaba basada en la agricultura de andenería e irrigación artificial de productos como el maíz, la quinoa y la papa, entre otros. Sus poblados, construidos en lugares elevados, están formados por viviendas rectangulares hechas de piedra o tapial, a veces con recintos fortificados generalmente realizados durante el dominio incaico. Poseían una industria en la que destacaba la producción textil, la cerámica, la cestería y la metalurgia, esta última aportada por la cultura inca. Su organización política tribal llegaba hasta la confederación al mando de un solo general, revestido con poder terrenal y divino.

ABORÍGENES DE LA ACTUALIDAD Algunos grupos aborígenes viven en la actualidad, en diferentes zonas del país. Conservan aspectos de la antigua cultura: su lengua, costumbres y expresiones artísticas y artesanales. La conquista española provocó una gran cantidad de cambios en sus formas de vida. Algunos los aceptaron, otros no (estos se han extinguido). Existen grupos que viven en reservas. Muchos dejaron el lugar de origen en busca de trabajo. Mantienen actividades parecidas a las de la antigüedad. Muchos viajan a diferentes lugares para trabajar. Existen asociaciones formadas por indígenas que se ocupan de reclamar sus tierras y sus costumbres.

REGIÓN: Patagonia.

TRIBU: Patagones, Chonecas o tehuelches meridionales.

CARACTERÍSTICAS: Los Chónik, chonecas, patagones o aoniken, eran hombres de talla muy elevada, de constitución física atlética, cabeza grande y maciza, cara ancha y angulosa. A partir de estas concepciones, fueron llamados "patagones" por los españoles, que vieron sobre la superficie de la helada tierra del sur la marca del enorme tamaño de sus botas.

Vivieron en las actuales provincias argentinas de Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego. Se llamaban a sí mismos "chonik", que en su lengua significaba "nosotros los hombres", y se dividían en tres sub-tribus: los tehuelches meridionales (o patagones del sur, desde el río Chubut hasta el estrecho de Magallanes), los téuesch (sobre la cordillera) y los selk’nam, también conocidos como onas, específicamente en la isla de Tierra del Fuego. También se los conocía como "tehuelches del sur".

COSTUMBRES: Tanto los tehuelches como los téusch y selk’nam tenían costumbres nómades. Toda la actual Patagonia argentina era suya: la cordillera y el mar parecían ser sus únicos límites. Se alimentaban con ñandúes, guanacos y otros animales ya extinguidos, en cuya caza invertían buena parte de su tiempo, como así también en la recolección de frutos y raíces silvestres. Para capturar a sus presas utilizaban arcos y flechas, arpones, lanzas y boleadoras, aún antes de la llegada de los caballos a América.

Animales como las llamas les proveían también del cuero para la confección de sus ropas y las paredes de sus tolderías, y de los huesos con los que construían elementos de uso cotidiano.

Las viviendas de los patagones se construían entonces con las pieles de los animales, erguidas por tirantes de madera que se enterraban en forma de círculo en la tierra. Los onas, habitantes de la actual isla grande de Tierra del Fuego –compartida por la Argentina y Chile–, construyeron sus chozas en forma cónica, con pequeñas paredes de treinta centímetros de alto, de pasto y barro, que evitaban que se escapara el calor.

La entrada de estas viviendas, de cerca de cuatro metros de diámetro, se orientaba siempre hacia el este, dirección de la que solía soplar menos el viento.

Sobre fines del 1600, los indios tehuelches comenzaron a utilizar el caballo –animal traído por los españoles al continente americano desde Europa–, para su traslado cotidiano. Los viajes por la extensa Patagonia se volvieron entonces más sencillos.

Creían en un dios supremo llamado Temaukel, cuyo mensajero –Kenos–, era la estrella Alfa. Los hechiceros de la tribu luchaban contra los malos espíritus.

Con respecto a su vestimenta, aunque vivían en zonas de muy bajas temperaturas, apenas se cubrían con un taparrabos en forma de triángulo, y una capa desde los hombros hasta los pies, en el caso de los hombres, y hasta las rodillas en el caso de las mujeres. Las integrantes femeninas de la tribu vestían también un cuero que les envolvía el cuerpo desde debajo de los brazos y hasta las rodillas, con el pelo hacia adentro.

En los pies solían llevar una especie de zapatos de cuero con el pelo hacia fuera, en tanto que, con relación al maquillaje, solían pintarse de color rojo oscuro, no sólo por criterios artísticos o decorativos, sino también para evitar el contacto directo del frío viento de la región con la piel descubierta. Se adornaban también con collares y pulseras de tendones de guanacos, pastos, huesos de pájaros de la zona o caparazones de crustáceos.

Usaban cabello largo y solían emprolijar su flequillo. Se depilaban las cejas y solían también tatuarse el cuerpo, especialmente, el antebrazo.

Eran monógamos en su mayoría, y concretaban sus "matrimonios" a partir de la compra y venta de las mujeres. Las familias eran llamadas "askas", comandadas por un cacique.

Nunca trabajaron la cerámica ni la confección de tejidos: apenas utilizaban algunos recipientes de barro cocido.

ACTUALMENTE: Este pueblo se ha extinguido.

 

TRIBU:   Tehuelches septentrionales.

CARACTERÍSTICAS: Llamados en su propia lengua "günün-a-künna", los tehuelches septentrionales habitaron fundamentalmente las actuales provincias argentinas de Río Negro y La Pampa, hasta los ríos Limay y Negro.

A fines del siglo XVII los araucanos llegaron a la región de los tehuelches septentrionales, procedentes de Chile, provocando su virtual desaparición en las provincias de Buenos Aires, La Pampa y Neuquén. Algunos sobrevivieron en el oeste del país, fusionándose finalmente con los araucanos tras los ataques militares del gobierno argentino en 1886.

Se distinguían fundamentalmente de sus vecinos meridionales por su lengua.

COSTUMBRES: No existen demasiados detalles sobre sus costumbres, y ninguno que en demasía los diferencien de los tehuelches del sur. Sobrevivieron relatos religiosos relacionados con el Elemgasem, padre y generador de la raza que, según la mitología, vive en una cueva y fue quien realizó las pinturas rupestres que los antecesores de este pueblo dibujaron en las cavernas patagónicas.

Según la tradición, el Elemgasem era un gran animal con una cáscara parecida a la de los armadillos, para algunos con cara humana que, de acuerdo a los relatos de los más viejos, solo podía morir por un rayo.

Al igual que la mayoría de los aborígenes de tierras abiertas utilizaban las mismas boleadoras que sus ancestros habían abandonado en cuevas o en el desierto, las cuales, según la leyenda, eran fabricadas por un enano llamado Tachwüll, que tenía su taller en las quebradas de las sierras.

ACTUALMENTE: Este pueblo se ha extinguido.

TRIBU:   Mapuches .

COSTUMBRES: Los antecesores de los mapuches se instalaron en el valle central de Chile y en la zona de los lagos precordilleranos cerca de 500 años antes de Cristo, hasta el río Maullín en Chile, como límite sur, y hacia el oeste, hasta el actual el norte y el centro de la provincia argentina de Neuquén.

Su nombre significa "gente de la tierra", y junto con los picunche ("gente del norte") y los huiliche ("gente del sur") compartían un mismo idioma. También se los conoce como "araucanos", dado que los españoles habían denominado Araucanía a la región, y araucanos a los habitantes.

En el siglo XVII, ante el avance español, los mapuches fueron introduciéndose aún más en territorio argentino, instalándose en las provincias de San Luis, el sur de Córdoba, La Pampa, Neuquén y Buenos Aires, pero, desde la capital argentina, las campañas contra los indígenas del siglo XIX los hicieron retroceder hasta la zona del río Limay.

Su economía se basaba en cultivos de maíz, papa y ají, entre otros vegetales, y la caza y cría de llamas y animales en el norte y la pesca y recolección de mariscos en la zona marítima. También se dedicaron a la ganadería, e incluso llegaron a manejar la compra y venta de animales en el sur, con los españoles instalados en Chile.

Sobresalieron también en el trabajo de la madera, el cuero y el tejido.

Se organizaban en familias, y estas a su vez, en linajes, establecidos por los parentescos de los varones de las casas. Estos linajes funcionaban, a la vez, como "asentamientos": todo una estirpe se instalaba en una misma zona, y se organizaban en forma mancomunada para la agricultura y la ganadería.

La poligamia –común en los principios de la historia mapuche–, fue perdiendo espacio frente a las relaciones matrimoniales monógamas, entre hijos de distintos linajes, y basadas en la compra de la mujer por parte del varón. Aunque la mujer mantenía una situación de supeditación al hombre, ésta, sin embargo disponía de ciertos bienes personales –algunos animales, cierta tierra y sus piezas de uso personal.

El varón más anciano del linaje actuaba como jefe (toki). Su poder, relativo antes de la llegada de los españoles, comenzó a acrecentarse en los tiempos de la guerra permanente que establecieron los mapuches con los blancos.

En el siglo XIX el pueblo mapuche se organizó en grandes cacicatos, de extensos territorios.

A diferencia de otros pueblos indígenas de la Argentina, los mapuches conocían el manejo de los metales, principalmente la plata, el cobre, y se cree que, antes de la llegada de los españoles, incluso el oro y la plata. Este arte les permitió diferenciarse económica y culturalmente del resto de los pueblos aborígenes de la zona, obteniendo a la vez prestigio y riquezas por estos trabajos de orfebrería.

Con respecto a la religión, el mundo mapuche está organizado en siete niveles o plataformas: en las cuatro superiores habitan divinidades, ancestros y espíritus benéficos. Entre la plataforma terrestre y estas otras cuatro se encuentra una zona en la que viven los wekufe o entidades maléficas. Los mapuche viven en la sexta plataforma con fuerzas del bien y del mal, en tanto que, por debajo del nivel de la tierra viven los caftrache, hombres enanos también malignos.

Durante el Nguillatun, su principal ceremonia religiosa, los mapuche agradecen y piden a sus dioses y antepasados por el bien común. La celebración dura cuatro días, y suele realizarse generalmente en el mes de marzo.

ACTUALMENTE: Los descendientes del viejo pueblo mapuche viven en las provincias de Neuquén, Río Negro y Chubut. Su subsistencia se basta actualmente en la ganadería ovina y caprina.

TRIBU:   Yamanas .

CARACTERÍSTICAS: Los yamanas o yahganes vivían en los alrededores de Tierra del Fuego. Se trataba de un pueblo fundamentalmente canoero que pasaban la mayor parte de su tiempo en las precarias embarcaciones que construían con cortezas de árboles.

COSTUMBRES: Los yamanas solían estar desnudos, con apenas un manto de piel de foca u otro animal cubriéndoles el cuerpo, aunque sí vestían polainas en los pies y guantes sin dedos en las manos. Al igual que otros pueblo patagónicos solían pintarse el cuerpo y la cara –de distintos colores– y depilarse.

Su alimentación dependía en gran medida del mar: peces, lobos marinos, nutrias, aves, mejillones, almejas, cangrejos, erizos y otros animales similares integraban su dieta. Cazaban incluso ballenas, a las que rodeaban y arponeaban.

Eran monógamos, aunque existían excepciones. Los hombres ejercían un gran poder en la familia, pero el rol de la mujer era importante: remaban en las canoas, dirigían y recolectaban moluscos mientras los hombres pescaban y cazaban animales marinos y peces. Los niños permanecían en el centro de la canoa, protegidos por el fuego con el que también cocinaban. Es que los yamanas pasaban buena parte de su día en sus barcazas, construidas por cortezas de hayas cocidas entre sí con barbas de ballena y fibras vegetales, de entre tres y cuatro metros de largo.

Sus viviendas, en tanto, eran similares a las de sus vecinos, los onas: tenían forma de cono, y solían estar cubiertas por hojas y ramas en verano y por pieles en invierno. Para mantener el calor, excavaban en el interior de la choza.

ACTUALMENTE: Este pueblo se encuentra totalmente extinguido.

Indígenas de la región NE (noreste)

Charrúas .

Características:

Habitaban el actual Uruguay, aunque antes del arribo de los conquistadores europeos, llegaron a asentarse en la provincia argentina de Entre Ríos (los minuanes) y en el sur de la actual provincia de Corrientes.

Costumbres:

Los charrúas estaban formados por un grupo principal –los charrúas en sí–, y otros menores. De estas pequeñas tribus las más importantes eran los guenoas o guenoanes y los bohanes. Eran cazadores y recolectores.

Actualmente:

Se encuentran extinguidos.

Guaraníes .

Características:

La cultura guaraní –de más de 1.500 años de antigüedad– se originó en el este del Paraguay y en actual estado brasileño de Paraná. Desde estas regiones, los guaraníes se fueron extendiendo hacia lejanas áreas del continente sudamericano: el Atlántico –donde fueron conocidos como Tupi-Guaraní–, el Amazonas, el Caribe, y desde los años 1300 y 1400, hacia la Cordillera de los Andes y el río de la Plata.

Su presencia dejó huellas en otras culturas de la zona, como los kamgang, charrúas, gualachis o timbúes.

Los asentamientos más importantes de la Argentina en épocas de la conquista se encontraban en el norte de Corrientes, en las costas de la provincia de Misiones, y en la desembocadura y el delta del río Paraná, cerca de Buenos Aires.

Costumbres:

Las aldeas de los guaraníes eran establecidas a las orillas de los ríos, por los que navegaban con facilidad gracias a las canoas que construían con troncos. Sólo cuatro u ocho viviendas –llamadas malocas–, formaban parte de la villa. Estas construcciones eran, en definitiva, grandes casas comunes con capacidad para entre 30 y 100 familias, hechas con troncos y ramas. Cada poblado estaba a cargo de un "tubicha" o cacique, para quienes trabajaban el resto de los vecinos y cuyo poder era hereditario.

Según la cosmovisión guaraní, el paraíso es terrenal y la muerte no es el camino para dar con él. Esta "tierra sin mal" era llamada Iwy Mara’ey, y para llegar a ella, la gente debía seguir las indicaciones de los "karai" o profetas y "ava tumpa" u hombre-dios. Era costumbre también rezar "plegarias" para agradecer por los recursos de la naturaleza y pedir permiso a la hora de recurrir a ellos.

Practicaban la antropofagia ritual, en la ceremonia del Avapuru, homenaje al enemigo vencido que tenía como eje el incorporar el alma del contendiente vencido a través de la ingesta de su cuerpo.

En cuanto a su economía, practicaban una agricultura "de roza", basada en el desmonte del terreno por tala y la quema de árboles y malezas. Sus cultivos habituales eran el maíz, el zapallo, los porotos, la batata, el maní, el mate y el algodón.

Cazaban y pescaban, y curaban las carnes para poderlas conservar por más tiempo.

Los hombres solían estar desnudos y las mujeres vestir apenas un cubre-sexo triangular de algodón o plumas. Recién conocieron las ropas con la llegada de los jesuitas y otros grupos religiosos que, una vez instalados en la zona, se encargaron de difundir el "tipoy", una túnica larga de algodón hilado que les llegaba hasta los tobillos.

Tenían también conocimientos de alfarería y cestería, sus principales artes.

Actualmente:

Cerca de 5.000 descendientes directos de guaraníes viven en la Argentina, y muchos más en el Paraguay, en donde el idioma guaraní es uno de los dos oficiales en el país.

Como sus ancestros hace quinientos años, viven fundamentalmente de la agricultura, la cestería, y a partir del trabajo de la tierra para hacendados que los contratan. Algunos pocos conservan características seminómades y recurren a la caza para su supervivencia.

Los problemas socio-económicos complican aún más la supervivencia de este pueblo, que supo estar formado por más de un millón y medio de personas en los años 1500 en todo el Gran Chaco, argentino, paraguayo y brasileño.

Timbúes

Características:

Los timbúes fueron un grupo de distintas comunidades que vivían a ambas márgenes del río Paraná en territorios de las actuales provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes, en el siglo XVI. Se los conoce como chaná-timbúes.

Costumbres:

Claramente afectados por la presencia del pueblo guaraní, el pueblo chaná-timbú era principalmente pescador. Integraban la familia lingüística de los "arawak", y se dividían en timbúes propiamente dichos, carcaráes, corondas, quiloazas y calchines en Santa Fe y entre Ríos, mapenes y mocoretás en Corrientes y chanaes y mbegueaes en Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos.

El pueblo chiriguano –o tupí-guaraní– los redujo a la servidumbre.

Actualmente:

Sus actuales descendientes viven en la comunidad de Tuyunti en la provincia de Salta.

Abipones .

Características:

Formaban parte del grupo de los guakurúes, integrado por las etnias toba, pilagá, aquilot, mocovíes y abipones. Habitaban en el Chaco austral, fundamentalmente.

Costumbres:

Eran cazadores y recolectores.

Al igual que su vecinos, los mocovíes y los tobas, aprendieron a utilizar el caballo, modificando sustancialmente sus costumbres. Hábiles jinetes, lograron extender sus territorios a partir del "nuevo medio de transporte", y de hecho, entre 1720 y 1740, estos pueblos del Gran Chaco estuvieron a punto de expulsar totalmente a los españoles de la zona.

Actualmente:

Los abipones desaparecieron en tiempos de la colonia.

Tobas y mocovíes

Características:

Oriundos del Chaco, vivían en la amplia zona comprendida por los ríos Pilcomayo al norte, Salado al sur, Paraná-Paraguay al este y el meridiano 62° al oeste. Los tobas se instalaron principalmente en la provincia de Formosa, mientras que otros pueblos de la misma etnia –los pilagá, abipones y mocovíes– lo hicieron en el Chaco austral.

Integran el pueblo de los Guaycuru, cuyo origen arqueológico es aún un misterio, tanto en cuanto a su antigüedad como a su sospechada relación con el pueblo tehuelche, por su parecido físico. Sus antecesores, mbaya y payagua, perecieron en tiempos de la conquista, en tanto que los abipones, también de la misma familia, un par de siglos después. Solo sobreviven los toba, los pilaga y los mocoví.

Costumbres:

Se organizaban en conjuntos de familias emparentados por el jefe del grupo, de poder hereditario, y cuya soberanía solía alcanzar a unas ochenta personas. Sin embargo, su dominio era controlado por un consejo de ancianos.

Vivían en chozas construidas por ramas y cubiertas de paja, de cerca de dos metros de alto; y utilizaban "paravientos" de esteras que aún son populares entre sus descendientes. Cada grupo se hacía cargo de un área de caza y cosecha, en la que se asentaban. Como ocurrió con otros pueblos indígenas, la llegada del caballo les permitió expandirse geográficamente.

Cazaban utilizando señuelos y el fuego para encerrar a los animales; pescaban con arcos, flechas y redes, y recolectaban frutos de árboles como los algarrobos, chañares, mistol, molle y otras raíces. Esta última tarea solía estar a cargo de las mujeres de la tribu. Sabían cómo conservar los pescados a partir de su ahumado.

Actualmente:

Cerca de 50.000 descendientes de los tobas viven en las provincias argentinas de Chaco, Formosa, Salta y Santa Fe y en algunos barrios pobres de las ciudades de Buenos Aires y Rosario. En Resistencia, capital del Chaco, existe el Barrio Toba, y en esa misma provincia, una serie de colonias establecidas en tierras del Estado o en asentamientos de misiones religiosas.

Los tobas que habitan en el campo continúan viviendo de la caza, la recolección de frutas, la pesca y la agricultura, pero también como obreros en ingenios, talleres y algodoneras. La cestería y las artesanías tradicionales son también una más que pequeña opción económica para los tobas.

A la grave realidad económica de este pueblo se le debe sumar la sanitaria: tuberculosis, sífilis, mal de chagas, parasitosis y anemia son algunas de las enfermedades que los afectan, ya sea por la falta de control y vacunación como por su deficiente alimentación.

Con relación a la educación, las grandes distancias y la falta de escuelas –bilingües, especialmente– vuelve más complejo el panorama escolar de la región.

Los piligás y mocovíes llegan a ser cerca de 5.000 (cada pueblo), los primeros en el centro-norte de Formosa y los segundos en el norte de la provincia de Santa Fe y en la Colonia Matheu, en el Chaco. Cerca de la mitad conserva el idioma.

En el siglo XVI la población de tobas y de las etnias cercanas llegaba a los 200.000 personas. La mayoría perecieron como consecuencia de las "cacerías de indios" del siglo pasado, y la explotación descontrolada de quebrachales y algodón en los fines de 1800 y principios del 1900.

Matacos

Características:

Los matacos o "wichis" son, según varios antropólogos, uno de los pueblos más antiguos de la región, cuyo origen geográfico sería el Amazonas.

Costumbres:

Cazadores, pescadores y recolectores de semillas y frutos, eran semi-nómades: permanecían parte del año en sus poblados cercanos a las áreas de pesca y recolección –cerca de los ríos Bermejo y Pilcomayo–, y a partir del mes de octubre, se adentraban en los montes para la caza y la recolección de frutos como el algarrobo, el chañar y la tusca.

Pescaban con redes-tijera, arpones y flechas.

Vivían en chozas con formato de cúpula llamadas "huet" o "lewet", con techos de barro y paredes construidas con ramas, por las que pasaba el aire que permitía bajar la temperatura de la vivienda, en zonas de altas temperaturas casi constantes. Los integrantes de una misma tribu vivían juntos, formando pequeños poblados, y compartiendo un mismo territorio de caza, bajo el mando de un cacique.

En cuanto a la religión, su dios Nilataj (o Shipilaj) fue el responsable de la creación del mundo, cuya extensión se debió a los vientos de los cuatro costados. Entre su obra, además de todos los wichis, están los animales, las aves que no comen carroña y las plantas.

Quien coordina la actividad religiosa diaria es el chamán, conocedor de todas las leyendas sobre lo incomprensible. Es, además, el médico de la tribu, único capaz de alejar a través de su monótono canto la presencia de los malos espíritus de los cuerpos enfermos.

Según la tradición wichi las mujeres bajaban del cielo a través de una cuerda para robar la comida de los hombres, hasta que un indio cortó esa cuerda y logró dominarlas. El rol del sexo femenino en la comunidad mataco incluía todo lo relativo al hogar y las tareas de alfarería.

Actualmente:

Los 20.000 wichis que sobrevivieron han adoptado también cierta horticultura en pequeña escala, o se han volcado al trabajo en ingenios azucareros y empresas de la región. La mayoría habita en las cosas del río Pilcomayo, en la provincia argentina de Salta, en la ciudad de Tartagal y en la República de Paraguay.

En el siglo XVI llegaban a cerca de 100.000.

NO (noroeste)

Introducción.

Desde la actual provincia argentina de La Pampa hasta el límite con Bolivia, el Gran Chaco al este y la cordillera de los Andes al oeste, vivieron en tiempos precolombinos –desde 3 a 5 siglos a.c hasta la llegada de los españoles.–, varios pueblos de diversas características y orígenes, como los diaguitas, atacamas, lule-vilelas, comechingones o huarpes, entre otros.

La mayoría de ellos basó su economía en la agricultura y el pastoreo, y fueron fundamentalmente sedentarios, organizando en ciertas regiones verdaderas ciudades amuralladas, como Tilcara o Quilmes, en las que llegaron a vivir millares de personas.

 

Atacamas .

Características

El desarrollo de la cultura atacameña se prolongó por varios años, en la zona de la hoya del río Loa, en donde actualmente se encuentra la localidad de San Pedro de Atacama. La ocupación de los Incas y el hecho de que el área fuera atravesada por quienes se dirigían en dirección norte -sur, permitió a los atacameños incorporar elementos y costumbres de otras culturas cercanas.

Costumbres

Fundamentalmente centrados en la agricultura, los atacameños regaban sus sembradíos a través de un sistema de terrazas y favorecían sus cultivos con riego artificial y el uso de salitre sódico como fertilizante. El comercio resultaba ser, a la vez, una alternativa más para mejorar su situación económica: la lana de alpaca, el maíz, los frijoles eran intercambiados en la costa del Pacífico por moluscos y pescados, y en la actual Bolivia, por hojas de coca.

Se cree que los atacameños se consolidaron como pueblo cerca de 500 años antes de Cristo. Restos de cerámicas y vasos, cántaros y urnas, y otras piezas metalúrgicas encontradas en la región dan cuenta de su progreso.

A lo largo de los 1500 años siguientes al inicio de la era cristiana, los atacameños dejaron muestras de sus trabajos en metal, madera, piedras, lana y cestería. Imponente, los pukaras –fortalezas de piedras construidas entre el 900 y la llegada del europeo– aún sobreviven, como el de Tilcara, fiel reflejo del esplendor de esta civilización.

Los investigadores opinan que el pueblo atacameño se vio directamente influenciado por el imperio inca, a partir de 1450, y a través de fluídos contactos con los habitantes del Tihuanaco, en la región del altiplano boliviano. De los incas importaron el uso del adobe y los techos a dos aguas en las construcciones, entre otras costumbres.

Actualmente

El pueblo atacama habría desaparecido con la llegada de los españoles.

Tonocoté-Lule-Vilela

Características

Originarios de la región del Gran Chaco, a la llegada de los españoles se encontraban, sin embargo, instalados en el noroeste argentino, el oeste de Salta y el norte de Tucumán, y en parte del noroeste de Santiago del Estero.

Se denominaba Tonocoté a un grupo de pueblos ya desde el Siglo XVII. Los Mataráes eran vivían en las costas del Río Bermejo desde el meridiano 61 al 63. Parte de estos Mataráes convivían desde el Siglo XVIII con parcialidades Vilelas.

Costumbres

Los tonocotés además de dividirse en varias sub-tribus, se repartían en dos grupos, nómades y sedentarios. Los primeros eran fundamentalmente cazadores y recolectores mientras que los segundos eran agricultores. Estos últimos utilizaron técnicas de riego por terrazas, a la vez que se dedicaban a la cría de llamas. Sus viviendas eran de bloques de piedra con techos de ramas y barro.

Su alfarería era bastante básica, construían algunos instrumentos musicales básicos –como pipas u ocarinas–, y conocían la molienda de granos en molinillos.

Actualmente

Se encuentran extinguidos.

Calchaquíes o diaguitas

Características

Se denomina calchaquíes o diaguitas al conjunto de pueblos aborígenes que habitaban la región argentina de los valles y quebradas del noroeste del país. Aunque hablaban el mismo idioma, estaban integrados por parcialidades como los pulares, luracataos, chicoanas, tolobones, yocaviles, quilmes, tafís y hualfines, entre otros.

Costumbres

Varias de las costumbres originales de estos pueblos –agricultores y sedentarios– se modificaron con la llegada de los incas, desde el Perú. La influencia de esta poderosa cultura en la zona se distingue en la arquitectura, la decoración y en la construcción de caminos, que unían la región con el norte.

No obstante, las lenguas originales de los diaguitas– el cacan y el omaguaca–, no lograron ser reemplazadas por el quechua.

Subsistían a partir de la cría llamas y recolección de frutos como la algarroba y el chañar, cazaban eventualmente y –al igual que sus vecinos del norte, los atacameños–, habían logrado un importante desarrollo en la cerámica y el manejo de metales.

Se organizaban bajo el control de un jefe que dominaba a varios grupos en tanto que, en cuanto a su faz religiosa, veneraban al sol, al trueno y al relámpago, y fundamentalmente, a la tierra, a través del culto a la Pachamama, que aún perdura en sus descendientes.

Actualmente

Los descendientes de estos pueblos habitan en gran parte del noroeste argentino, manteniendo aún ciertas costumbres de sus ancestros, como el culto a la Pachamama, la madre tierra dadora de vida.

Durante el mes de agosto –desde el 1°– se suceden las ceremonias de ofrenda: la gente cava un hoyo en la tierra de sus casas en el que deposita las ofrendas a medianoche: comida, hojas de coca, cigarrillos encendidos y lana de alpaca, entre otros elementos. Durante la noche se agradece a la Pachamama a través de oraciones y cantos, generalmente en quichua, para finalmente tapar el foso con una piedra sobre la cual se romperá una botella de vino o un recipiente con chicha, bebida fermentada típica de la zona.

En el siglo XVI, vivían en la zona cerca de 400 mil indígenas, 320 mil en el Noroeste, cerca de 35 mil en Cuyo y entre 60 y 100 mil en el centro argentino. Actualmente, sus descendientes más puros sobreviven fundamentalmente del pastoreo de cabras y ovejas y la agricultura. Otros, en tanto, se han mudado a las ciudades de la zona, y otros tanto trabajan como mano de obra barata en la zafra, ingenios, minas y otras empresas del área.

Región central.

Querandíes.

Características

Integraban el grupo de los pampas, junto a los taluhet y diuihet. Habitaban la zona central de la Argentina, eran altos, de piel oscura y solían vestir ropas de cuero.

Su nombre proviene del guaraní: significa "hombres con grasa", apelativo que se origina en su dieta alimenticia, basada –en una buena parte– en grasa de animales.

Costumbres

Nómades por naturaleza, se alimentaban con raíces y frutos que ellos mismos recolectaban, y con una extraña pasta basada en langostas asadas. Solían prender fuego los pastizales pampeanos en época de plaga de estos insectos, para así cocinarlos. Luego los juntaban y finalmente producían una masa con ellos, que formaba parte de su alimento.

También producían una harina con pescado seco y luego molido.

Cazaban animales de la región, como perdices, venados y ñandúes, con arco, flecha y boleadoras.

Con respecto a sus viviendas, éstas solían ser simples paravientos de cuero, fáciles de armar y desarmar.

Los querandíes eran monoteistas: creían en un gran dios al que llamaban Soychu, y en un espíritu del mal, Gualichu, palabra que derivó en el vocablo "gualicho", que en el idioma popular argentino significa "maleficio" o "embrujo".

Actualmente

Se encuentran extinguidos.

Puelches .

Características

Si bien ellos se llamaban a sí mismos "gumun a ken", fueron conocidos por cómo los araucanos los llamaban a ellos: "puelches", que siginifica, "gente del este". Vivieron en la región comprendida por el norte de la actual provincia de Chubut, la provincia de Río Negro, el este del Neuquén, el sudoeste de La Pampa y el sur de la provincia de Buenos Aires.

De características similares a los tehuelches, tenían espaldas anchas y cabellos negros y lacios.

Costumbres

Basaban su alimentación en guanacos y ñandúes que ellos mismos cazaban –con arcos, flechas y boleadoras–, y en vegetales y raíces con los que preparaban bebidas –a partir de su fermentación–, y moliendas para la realización de panes.

La aparición de los caballos –con la llegada de los conquistadores españoles–, le dio a los puelches no sólo una nueva opción de transporte sino de alimentación.

Vestían resistentes ropas confeccionadas con cuero.

Actualmente

Este pueblo se encuentra extinguido.

Huarpes .

Características

Los huarpes eran físicamente altos, delgados, de cutis oscuro y en general, los hombres solían usar barbas. Eran de cabeza y cara alargadas, medían cerca de 1,70 en promedio, usaban cabello largo y se adornaban con plumas –ambos sexos– y pinturas, especialmente las mujeres. Habitaban la región argentina de Cuyo, en las actuales provincias de Mendoza y San Juan y en el noroeste San Luis.

Costumbres

A la llegada de los españoles, el desarrollo de los huarpes era importante.

Eran estupendos rastreadores, buenos cazadores y también pescadores.

Cultivaban maíz, zapallo, calabaza y mate, y para hacer pan molían algarrobo como los comechingones, en morteros cavados en las rocas.

Recolectaban también otros frutos típicos como el del chañar, con el que hacían una bebida alcohólica tras su fermentación. No usaban ningún medio de transporte: caminaban por ende grandes distancias, en tanto que, en relación con su desarrollo arquitectónico, vivían en construcciones de piedra –en las montañas– y paja y caña –en las planicies–.

Vestían ropas sin mangas hechas con lana o fibra vegetal y sandalias en los pies. En cuanto a las actividades manuales, manejaban el arte de la cestería –hacían vasos y tazas de estos materiales– y el de la cerámica.

Creían en el bien y el mal, representados en Soychu y Valichu, respectivamente. Además de estos dos espíritus creían en Humuc Huar, dios que vivía sobre la Cordillera de los Andes. Rendían culto también al sol, a la luna, al lucero, al viento y a los ríos.

Sostenían la idea de la inmortalidad del alma, por eso enterraban a sus muertos orientados hacia las montañas, en donde vivía su dios.

Se organizaban en grupos de origen familiar, a cargo de un cacique –título hereditario–, propietario de la tierra en la que vivía la tribu. En el ámbito familiar, el hombre tenía el dominio total de clan, y disponía de la compraventa de las hijas mujeres. Eran monógamos.

Actualmente

Se encuentran extinguidos.

Comechingones .

Características

Los comechingones habitaban principalmente en cuevas naturales de la provincia argentina de Córdoba, desde la zona de Cruz de Eje hasta la de Achiras, hacia el sur. En San Luis ocupaban el área de Conlara.

Se dividían a partir de su idioma: los del norte hablaban el benia y los del sur, el camiares.

Eran altos, de piel oscura y usaban barba, tenían cabeza alargada y eran en general bastante parecidos a los diaguitas.

Costumbres

Subsistían gracias al cultivo –maíz, porotos, zapallo–, la caza –guanacos, liebres, ciervos–, la recolección de frutos –algarrobo, chañar– y la cría de animales –llamas–.

Se armaban con boleadoras, hachas, flechas y armas similares, construidas con huesos y piedras, elementos que también utilizaban para ornamentos.

Vivían fundamentalmente en las cuevas de las sierras, o en pozos que cubrían con madera o paja, y solían vestir una especie de delantal largo hecho de la lana de las llamas que criaban. Adornaban sus vestidos y su cabello con piezas hechas en madera y en barro. Trabajaban también la cestería, y en forma menor, la alfarería.

Su cosmovisión incluía la idea de un dios único –el Sol–, y algunas ceremonias rituales de origen amazónico y otras similares a los de sus vecinos, los huarpes. Enterraban a sus muertos en posición acurrucada.

Se agrupaban en "parcialidades" comandadas por un cacique. Por debajo de esta estructura estaba la de cada familia.

Actualmente

Se encuentran extinguidos. Quedaron como testimonio de su existencia importantes restos pictográficos y estatuillas de barro, y los gentilicios de muchos lugares de la zona: Camicosquin, Olahen, Tohaen, en el valle de la Punilla.

Las pinturas rupestres más importantes –en las que se ven imágenes cotidianas, gente y animales, fundamentalmente–, son las de la sierra de Comechingones, cerca de la provincia de San Luis; las de las sierras de Guasapampa y de Cuniputo, cerca de la provincia de La Rioja, y hacia el norte, las halladas en las Sierras del Norte.

Sanavirones .

Características

Habitaban en la zona de influencia de la laguna de Mar Chiquita, en la actual provincia de Córdoba, hasta el río Salado al norte, hasta el Suquía hacia el sur, la sierra Sumampa hacia el oeste y el actual límite con Santiago del Estero y Santa Fe, al este. Algunos antropólogos opinan que eran originarios del actual territorio brasileño.

Costumbres

Cultivaban maíz y frijoles, recolectaban frutos salvajes y pescaban en los cauces de agua y lagunas de la región, además de crías ovejas, llamas y ñandúes.

Cazaban con arco, flecha y mecana, una especie de garrote triangular que se usaba para la defensa personal y la lucha cuerpo a cuerpo.

Los sanavirones vivían en grandes casas, construidas con elementos vegetales y en las que solían vivir varias familias a la vez.

Conocían los principios de la alfarería, y de hecho, según los restos arqueológicos hallados en Córdoba, trabajaban con cerámicas grises y coloreadas con extractos vegetales.

Se presume que también conocían el hilado.

En cuanto a la religión, se cree que enterraban a sus muertos.

Actualmente

Los sanavirones puros desaparecieron ya en el siglo XVII.