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2015 · los efectos del aumento progresivo de las temperatu-ras globales promedio conducirán sucesivamente a un ... modernos de monocultivo” que debido a su homo-

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Itziar AguirreCiencias AgroforestalesUniversidad Sevilla. España

Freddy DelgadoAgroecología Universidad Cochabamba Brasil

Mª Isabel Egea Dpto. Biología del stressCEBAS-CSIC. Murcia. España

Concha FabeiroProducción VegetalUniversidad de Castilla la ManchaAlbacete. España

Carlos García IzquierdoConservación de Suelos, Aguay manejo de Residuos Orgánicos.CEBAS-CSIC. Murcia. España

Víctor GonzálvezCoordinador Técnico. SEAECatarroja. Valencia. España

Steve GliessmannAgroecologíaUniversidad de Santa CruzCalifornia. USA

Antonio Gómez SalEcologíaUniversidad de Alcalá de HenaresMadrid. España

Concepción JordáIngeniería AgroforestalUniversidad Politécnica, Valencia. España

Fabio KesslerFitossanidadeUniversidade Federal do Rio Grande do Sul Brasil

Alfredo LacasaProtección de CultivosIMIDA. Murcia. España

José Miguel Martínez CarriónDpto. Economía AplicadaUniversidad de Murcia. España

Jaime MoralesInstituto Tecnológico y de Estudios Superiores de OccidenteGuadalajara. México

Xan NeiraDepto. Ingeniería AgroforestalUniversidad de Santiago de CompostelaFernando NuezBiotecnologíaUniv. Politécnica de Valencia. España

José Luis PorcunaSanidad VegetalConsejería de Agricultura y Medio AmbienteValencia. España

Pedro Arnaldo de Sousa e Silva ReisInstituto Nacional de Investigação Agrária e VeterináriaLisboa. Portugal

Xavier SanzBiología Vegetal (Botánica)Universidad Central de Barcelona. España

Santiago SarandónAgroecologíaUniversidad Nacional de la Plata. Argentina

Juan José SorianoConsejería de AgriculturaJunta de Andalucía Sevilla. España

Julio C. TelloProducción VegetalUniversidad de Almería. España

Victor ToledoEtnoecologíaUniversidad Nacional AutonomaMichoacán. Mexico

Juan Torres GuevaraBiologíaUniversidad Nacional Agraria La Molina. Perú

Jaume VadellBiologíaUniversidad de Islas Baleares. España

vol. 10 (1) • 2015AGROECOLOGÍA

Miguel Ángel AltieriDpto. Control BiológicoUniversidad de BerkeleyCalifornia. USA

Marta AstierInstituto de EcologíaMorelia. Mexico

Francisco Roberto CaporalNúcleo de Agroecología y Capesinato Universidad Federal Rural de Pernambuco, Brasil.

Fabio DelsoglioPrograma de Pós Graduação Em Desenvolvimento RuralUniversidade Federal do Rio Grande do Sul

María Inés GazzanoUnidad de Sistemas AmbientalesUniversidad de la RepúblicaUruguay

Manuel González de MolinaGeografía, Historia y FilosofíaUniversidad Pablo de OlavideSevilla. España

Gloria Isabel Guzmán Laboratorio de Historia de los AgroecosistemasUniversidad Pablo de OlavideGeografía, Histroia y FiolosofíaSevilla. España

Juana LabradorBiología y Producción VegetalUniversidad de ExtremaduraBadajoz. España

Clara NichollsDpto InternacionalUniversidad de BerkeleyCalifornia. USA

Dolores RaigónDpto. de QuímicaUniversidad Politécnica de ValenciaEspaña

Editor:

Consejo Editorial

Comité Científico

Evaluadores

Subscription/Subcripciones. Servicio de Publicaciones, Universidad de Murcia, calle Vistalegre s/n, 30007 Murcia, España. Teléfono: 968363887, Fax: 968363414, e-mail: http://www.um.es/spumweb.ISSN: 1887-1941D.L.: MU-1705-2006Imprime: Servicio de Publicaciones. Universidad de Murcia C/ Actor Isidoro Máiquez 9. 30007 MURCIA

Edita:

http://www.um.es/publicacionese-mail: [email protected]

Volumen coordinado Miguel Ángel Altieri (California) y Luis L Vázquez (La Habana, Cuba)

Submission of papers/Envios de manuscritos para publicar en Agroecología. Normas de publicación en páginas finales.

José Mª Egea, Botánica, Facultad de Biología, Universidad de Murcia, Campus de Espinardo 30100. Murcia. España

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INDICE VOLUMEN 10(1)

AGROECOLOGÍA Y EL DISEÑO DE SISTEMAS AGRÍCOLAS RESILIENTES AL CAMBIO CLIMÁTICO

Clara I. Nicholls, Alejandro Henao, Miguel A. Altieri, ........................................................................................ 7

PROPUESTA METODOLÓGICA PARA LA EVALUACIÓN DEL PROCESO DE RECONVERSIÓN

AGROECOLÓGICA

Luis L. Vázquez, Hortensia Martínez .....................................................................................................................33

TRANSICIÓN AGROECOLÓGICA: CARACTERÍSTICAS, CRITERIOS Y ESTRATEGIAS. DOS CASOS

EMBLEMÁTICOS DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES, ARGENTINA

Mariana Marasas, María Luz Blandi, Nadia Dubrovsky Berensztein,

Valentina Fernández .................................................................................................................................................49

AGROECOLOGIA: PRINCIPIOS PARA LA CONVERSIÓN Y EL REDISEÑO DE SISTEMAS AGRÍCOLAS

Clara I. Nicholls, Miguel A. Altieri, Luis L Vázquez .............................................................................................61

LOS FAROS AGROECOLÓGICOS DEFINICIÓN Y CARACTERIZACIÓN A PARTIR DE UNA EXPERIENCIA

DE RECONSTRUCCIÓN RURAL EN EL SECANO DE CHILE CENTRAL

Agustín Infante Lira ..................................................................................................................................................73

PRODUCCIÓN AGROECOLÓGICA DE LECHE EN EL TRÓPICO DE ALTURA: SINERGIA ENTRE

RESTAURACIÓN ECOLÓGICA Y SISTEMAS SILVOPASTORILES

Jhon J. Lopera, Sara M. Márquez, Daniel E. Ochoa, Zoraida Calle, Claudia P. Sossa,

Enrique Murgueitio....................................................................................................................................................79

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Resumen

Se anticipa que el cambio climático cause impactos sobre la producción agrícola que serán di-versos, severos y específicos según la ubicación geográfica. La temperatura y la disponibilidad de agua siguen siendo factores clave que determinan el crecimiento de los cultivos y la productivi-dad. Los cambios predichos en estos factores causarán una baja en el rendimiento de los cultivos. Los cambios inducidos por el clima en cuanto a las dinámicas de población de plagas de insectos, patógenos y malezas y su invasividad podrían agravar los efectos mencionados. Sin duda alguna, la inestabilidad inducida por el clima y el tiempo afectará los niveles de producción de alimentos y el abastecimiento de los mismos. Los cambios para la adaptación que no modifiquen radical-mente la naturaleza dominante del monocultivo podrían moderar temporalmente los impactos negativos. Los beneficios mayores y más duraderos provendrán de medidas agroecológicas más radicales que fortalezcan la resiliencia de los agricultores y las comunidades rurales, tales como la diversificación de los agroecosistemas en forma de policultivos, los sistemas agroforestales y los sistemas que combinen la agricultura con la ganadería, acompañados por el manejo orgánico de los suelos, la conservación y la cosecha de agua y un incremento general de la agrobiodiversidad. Los sistemas agrícolas tradicionales son depósitos de abundantes principios y medidas que pue-den ayudar a que los sistemas agrícolas modernos se vuelven más resilientes a los extremos cli-máticos. Muchas de las estrategias agroecológicas tradicionales que reducen la vulnerabilidad a la variabilidad climática incluyen la diversificación de cultivos, el mantenimiento de la diversidad genética local, la integración de los animales, la adición de materia orgánica al suelo, la cosecha de agua, etc. Urge entender las características agroecológicas que son la base de la resiliencia de los agroecosistemas tradicionales, ya que de ahí se pueden derivar principios útiles que sirvan de base para el diseño de sistemas agrícolas adaptados. Los estudios sobre el terreno y los resultados reportados en la literatura sugieren que los agroecosistemas son más resilientes cuando están insertados en una matriz de paisaje compleja, que incluya germoplasma local adaptado utilizado en sistemas de cultivos diversificados manejados con suelos ricos en materia orgánica y técnicas de conservación-cosecha de agua.

Los principios y prácticas de resiliencia en los que se basan las fincas exitosas pueden ser di-fundidos a miles de agricultores a través de redes campesino a campesino para ampliar las prác-ticas agroecológicas que incrementan la resiliencia de los agroecosistemas.

Palabras clave: Agroecología, cambio climático, resiliencia, capacidad de adaptación.

Summary

Agroecology and the design of climate change resilient farming systems

Diverse, severe and location-specific impacts on agricultural production are anticipated with climate change. Temperature and water availability remain key factors in determining crop growth and productivity, predicted changes in these factors will lead to reduced crop yields. Climate in-duced changes in insect pest, pathogen and weed population dynamics and invasiveness could compound such effects. Undoubtedly climate and weather induced instability will affect levels of and access to food supply. Changes that will not radically modify the monoculture nature of dominant agroecosystems may temporarily moderate negative impacts. The biggest and most durable benefits will likely result from more radical agroecological measures that will strengthen

AGROECOLOGÍA Y EL DISEÑO DE SISTEMAS AGRÍCOLAS RESILIENTES AL CAMBIO CLIMÁTICO

Clara I. Nicholls1, Alejandro Henao2, Miguel A. Altieri3, 1International and Area Studies, University of California, Berkeley, 137 Mulford Hall-3114, Berkeley, CA 94720-3114;

2Secretaria de Agricultura y Desarrollo Rural de Antioquia, Calle 42B Número 52- 106 – Centro Administrativo Departamental, Medellín, Colombia. 3College of Natural Resources, University of California -Berkeley, California 94720,

USA. E-mail: [email protected]

Agroecología 10(1): 7-31, 2015

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1. INTRODUCCIÓN

El reciente informe del IPCC (2014) reafirma con au-toridad que el cambio y la variabilidad del clima impac-tarán sobre la producción de alimentos y fibra a nivel global debido a los efectos sobre el crecimiento y rendi-miento de los niveles elevados de CO

2, las temperaturas

más altas, la alteración de las precipitaciones y de los regímenes de transpiración y el aumento en la frecuen-cia de eventos extremos, así como el cambio en la pre-sión ejercida por malezas, plagas y patógenos. Aunque los estudios de modelización sugieren que habrá una mayor pérdida de cultivos debido a la variabilidad cli-mática y el aumento en la frecuencia de eventos extre-mos tales como sequías e inundaciones o cambios en las precipitaciones y en la variación de la temperatura, los impactos sobre los sistemas alimentarios a escala global podrían ser relativamente leves en especial du-rante la primera mitad del siglo XXI (Adams et al 1998). Estos efectos, sin embargo, serán progresivamente más negativos después de ese periodo. La creencia tradicio-nal sostiene que la producción de cultivos en los países en desarrollo (principalmente en latitudes bajas) podría sufrir más, y más pronto, que en los países desarrolla-dos (principalmente en latitudes medias a altas) debi-do a una combinación de condiciones agro-climáticas, socio-económicas y tecnológicas adversas (Rosenzweig y Hillel 2008).

Debido a estos impactos, se estima que el cambio cli-mático por sí solo hará aumentar el número de personas desnutridas a entre 40 millones y 170 millones. Además, los efectos del aumento progresivo de las temperatu-ras globales promedio conducirán sucesivamente a un pronunciado aumento en los precios de los alimentos (hasta un 30%), que a su vez causará trastornos sociales

más frecuentes como los vistos durante los disturbios por escasez de alimentos en 2008 (Hillel y Rosenzweig 2009). No hay duda de que la inestabilidad de la dispo-nibilidad de alimentos y fibras inducida por el clima y las condiciones meteorológicas alterarán la estabilidad social y económica y la competitividad regional (Ziska y Dukes 2014).

Estos hallazgos sugieren dos realidades importantes: a) debido a que la agricultura depende en gran medida de que haya agua y temperaturas adecuadas y un de-licado equilibrio de gases como el dióxido de carbono y el metano en la atmósfera, la producción agrícola es la actividad humana más vulnerable a los efectos del cambio climático; y b) el cambio climático y la seguridad alimentaria global están inextricablemente ligadas. Lo trágico es que el 80% de las tierras agrícolas están sien-do utilizadas cada vez más para cultivar un puñado de productos básicos (maíz, soya, trigo, arroz y otros), redu-ciendo peligrosamente la diversidad genética presente en los sistemas agrícolas globales (Adams et al 1971). La mayoría de estos cultivos son producidos en “sistemas modernos de monocultivo” que debido a su homo-geneidad ecológica son particularmente vulnerables al cambio climático además de a los estreses bióticos (como plagas y enfermedades). Este estado ecológico en que se encuentra la agricultura industrial constituye una amenaza importante para la seguridad alimentaria de la humanidad (Heinemann et al 2013).

Es evidente que los sistemas actuales de producción basados en el monocultivo tendrán que adaptarse para enfrentar estas presiones cambiantes asociadas a la fre-cuencia e intensidad de las condiciones meteorológicas extremas. La adaptación es considerada un factor cla-ve que determinará la severidad futura de los impactos del cambio climático sobre la producción de alimen-

the resilience of farmers and rural communities, such as diversification of agroecosytems in the form of polycultures, agroforestry systems and crop-livestock mixed systems accompanied by organic soil management, water conservation and harvesting and general enhancement of agro-biodiversity. Traditional farming systems are repositories of a wealth of principles and measures that can help modern agricultural systems become more resilient to climatic extremes. Many of these agroecological strategies that reduce vulnerabilities to climate variability include, crop diversification, maintaining local genetic diversity, animal integration, soil organic management, water conservation and harvesting, etc. Understanding the agroecological features that underlie the resilience of traditional agroecosystems is an urgent matter, as they can serve as the foun-dation for the design of adapted agricultural systems. Field surveys and results reported in the literature suggest that agroecosystems are more resilient when inserted in a complex landscape matrix, featuring adapted local germplasm deployed in diversified cropping systems managed with organic matter rich soils and water conservation-harvesting techniques. The identification of systems that have withstood climatic events recently or in the past and understanding the agroecological features of such systems that allowed them to resist and/or recover from extreme events is of increased urgency, as the derived resiliency principles and practices that underlie suc-cessful farms can be disseminated to thousands of farmers.

Key words: Agroecology, climate change, resilience, adaptive capacity.

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9Agroecología y el diseño de sistemas agrícolas resilientes al cambio climático

tos. Pero esto dependerá de los tipos de estrategias de adaptación que se utilicen. Los cambios que no modifi-quen radicalmente la estructura del monocultivo de los agroecosistemas dominantes, tales como el cambio de las fechas de siembra, la transición hacia nuevas varieda-des de cultivos, la expansión y mejora del riego, pueden moderar los impactos negativos, pero solo temporal-mente (Matthews et al 2013). Los beneficios mayores y más duraderos serán el resultado de medidas agroeco-lógicas más radicales que incluyan la diversificación de los agroecosistemas en forma de policultivos, sistemas agroforestales y sistemas que combinen la agricultura con la ganadería, acompañados por el manejo orgáni-co de los suelos, la conservación y la cosecha del agua y un incremento general de la agrobiodiversidad. En este documento sostenemos que lo que se necesita es una transformación agroecológica de los monocultivos que se logrará favoreciendo la diversidad vegetal en los campos así como la heterogeneidad del paisaje, una es-trategia que representa una ruta sólida para aumentar la productividad, la sostenibilidad y la resiliencia de la producción agrícola a la vez que reduce los impactos socio-económicos y ambientales no deseados debidos al cambio climático (Altieri 2002, de Schutter 2010).

2. LOS EFECTOS DEL CAMBIO CLIMÁTICO SOBRE LA PRODUCCIÓN AGRÍCOLA

Hay una gran cantidad de literatura que analiza los impactos que el calentamiento global tendrá sobre el crecimiento y la producción de los cultivos (Kurukula-suriya y Rosenthal 2003, Easterling et al 2007, Lobell y Gourdji 2012). Aunque los autores ofrecen diferentes escenarios, el consenso es que la productividad de los cultivos y del ganado podría disminuir debido a las altas temperaturas y al estrés causado por las sequías, pero que estos efectos variarán según las regiones. Se anticipa que el cambio climático cause impactos sobre la producción agrícola que serán diversos y específi-cos según la ubicación. Mientras que es probable que la oferta agrícola a nivel mundial sea robusta luego de enfrentarse a cambios climáticos moderados, se espera que la variación regional sea severa. Las regiones en la-titudes medias o altas (donde el calentamiento global extenderá la temporada de cultivo) podrían no expe-rimentar la disminución en el rendimiento esperado en las regiones tropicales, que probablemente serán las más afectadas por el cambio climático, al punto de sufrir pérdidas significativas en la producción agrícola. Muchos de estos países también sufren actualmente presiones económicas y ecológicas severas. Se espera que el cambio climático cause que los sectores agríco-las de estos países sufran más dificultades. Los estudios históricos demuestran que el cambio climático ya ha tenido un impacto negativo en el rendimiento de los cultivos. El rendimiento del maíz, el trigo y otros granos

importantes ya ha sufrido reducciones considerables relacionadas con el clima equivalentes a 40 millones de toneladas por año desde 1981 hasta 2002 a nivel global (Lobell et al. 2011). Jones y Thornton (2003) proyectaron una reducción de alrededor del 10% en la producción de maíz en África y América Latina en diversos escena-rios climáticos para 2055, lo que equivaldría a pérdidas de US$ 2 billones por año.

Los cambios en el total de las precipitaciones estacio-nales o en su patrón de variabilidad también afectarán la producción de cultivos, pero la mayoría de los mode-los afirman que la mayor parte de los impactos serán impulsados por las tendencias de la temperatura antes que de la precipitación. Los cambios en el rendimiento de los cultivos de secano serán impulsados por cambios tanto en la precipitación y en la temperatura, mientras que los cambios en el rendimiento en las tierras de re-gadío serán principalmente impulsados por los cambios en la temperatura. Las temperaturas más cálidas po-drían causar que muchos cultivos crezcan más rápida-mente, pero también podrían reducir el rendimiento de determinados cultivos. El efecto que tenga el aumento de la temperatura dependerá de la temperatura óptima para el crecimiento y la reproducción de cada cultivo en particular; en zonas donde el calentamiento supere la temperatura óptima de un cultivo, el rendimiento po-dría disminuir (Lobell y Field 2007).

Se proyecta que la demanda de agua para riego se in-cremente donde el clima sea más cálido, lo que aumen-tará la evaporación del suelo y acelerará la transpiración de las plantas, produciendo una mayor competencia entre la agricultura y los usuarios urbanos e industriales. Es probable que el aumento de la evapotranspiración potencial intensifique el estrés producido por sequías, especialmente en los trópicos y subtrópicos semiáridos, por lo que estas regiones de secano (89% de los cerea-les del África subsahariana son de secano) podrían re-querir riego, produciendo costos mayores y conflictos en torno al acceso al agua (Doll 2002). El descenso de los niveles de la capa freática y el consiguiente aumento de la energía necesaria para bombear el agua haría que el riego sea más caro, particularmente cuando en con-diciones más secas se necesite más agua por hectárea.

El clima es un importante motor de la dinámica de las poblaciones de plagas; la temperatura, especialmente, tiene una influencia fuerte y directa sobre el desarrollo la reproducción y la supervivencia de los insectos. No cabe duda de que el cambio climático requerirá estra-tegias de manejo adaptables para lidiar con el estado alterado de plagas y patógenos. Algunos investigadores creen que ciertos insectos plaga, enfermedades y male-zas podrían sobrevivir o incluso reproducirse con mayor frecuencia cada año si los inviernos fríos ya no los man-tienen a raya. Las temporadas de cultivo más largas per-mitirían que ciertas plagas de insectos completen más ciclos de reproducción durante la primavera, el verano y

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10 Agroecología 10(1)

el otoño (Porter et al.1991). Las temperaturas invernales más cálidas también podrían permitir que ciertas larvas pasen el invierno en zonas donde en la actualidad están limitadas por el frío, causando una mayor infestación durante la siguiente temporada de cultivo. Nuevas pla-gas también podrían invadir nuevas regiones conforme vayan cambiando la temperatura y la humedad. Por ejemplo, las plagas de latitudes bajas podrían trasladar-se a latitudes más altas. Además la alteración de los pa-trones de viento podría cambiar la expansión tanto de las plagas de insectos propagadas por el viento como de las bacterias y hongos que son agentes de muchas enfermedades de los cultivos (Coakley et al. 1999). Se espera que las variaciones climáticas previstas medien el rango de expansión de las especies invasoras, las que constituyen plagas para la agricultura, la silvicultura, los productos almacenados, los hogares y otras estructuras y pueden ser parásitos o vectores de enfermedades. Esto es particularmente preocupante en el caso de los insectos, que además de causar grandes pérdidas de cultivos, tienen el potencial de afectar la biodiversidad nativa. En América del Norte los insectos invasores ya re-presentan el 40% de las principales especies de plagas de insectos, a pesar de que representan sólo el 2% de la fauna total de insectos (Ward y Masters 2007).

Se requiere de una jerarquía de herramientas analí-ticas para realizar evaluaciones de riesgo, producir po-líticas y diseñar sistemas de manejo de plagas a escalas que vayan desde regiones hasta paisajes y parcelas. Es-tas herramientas incluyen modelos para predecir distri-buciones geográficas potenciales, fenología estacional y dinámicas poblacionales en una gama de escalas es-paciales y temporales (Sutherst et al. 2011). Por ejemplo Ponti et al. (2014) estimaron los efectos del cambio cli-mático sobre la dinámica y la interacción de los olivos y la mosca del olivo usando modelos demográficos basados en la fisiología en un contexto de sistema de información geográfica basado en un escenario clima-tológico en el que las condiciones cambian diariamen-te. En su evaluación del impacto del cambio climático sobre los agroecosistemas del olivar analizaron las inte-racciones tróficas, que incluyen los efectos del cambio climático sobre la fenología del olivo, el crecimiento y el rendimiento, y sobre la dinámica y el impacto de su ma-yor plaga obligada, la mosca del olivo y sus enemigos naturales asociados. Los límites térmicos del olivo y la mosca son diferentes y afectan las interacciones tróficas que son cruciales para estimar el impacto bioeconómi-co del cambio climático sobre el olivo en toda la cuenca mediterránea.

Se espera que las emisiones de gases de efecto inver-nadero causadas por el hombre aumenten las concen-traciones de dióxido de carbono hasta en un 57 % para el año 2050. Muchas publicaciones agronómicas afir-man que el aumento de las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera podría ser positivo para la

agricultura porque hace aumentar el ritmo de la foto-síntesis y el uso eficiente del agua (Fuhrer 2003). Estos efectos son más fuertes en plantas con metabolismo fotosintético C3, que incluyen cultivos como el trigo, el arroz y la soya, cuyos rendimientos podrían aumentar en un 30% o más si se duplicaran las concentraciones de CO

2. El enriquecimiento de dióxido de carbono también

es positivo para plantas C4 tales como el maíz, el mijo y el sorgo, pero que exhiben una respuesta mucho me-nor (aumento de rendimiento menor del 10%) (Hatfield et al. 2011). Al mismo tiempo, existe un debate sobre si los incrementos previstos en la productividad causados por el CO

2 (efecto de fertilización por CO

2) han sido so-

breestimados, en vista de que es probable de que los aumentos proyectados de CO

2 atmosférico a nivel glo-

bal cambien la biología de las malezas agrícolas, las que a su vez podrían limitar considerablemente el rendi-miento de los cultivos (Ziska y Dukes 2014).

Las evaluaciones del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) indican que el incremento de CO

2 y de gases de efecto invernadero

asociados podría causar un aumento de 1.4 a 5.8°C en las temperaturas superficiales globales, con las conse-cuencias subsiguientes sobre la frecuencia y cantidad de las precipitaciones. La temperatura y la disponibili-dad de agua siguen siendo factores clave que determi-nan el crecimiento de los cultivos y la productividad, de manera que cambios en estos factores podrían causar un menor rendimiento de los cultivos. Los cambios in-ducidos por el clima en cuanto a las dinámicas de po-blación de plagas de insectos, patógenos y malezas y su invasividad podrían agravar los efectos mencionados. El aumento de la frecuencia de la pérdida de cultivos debi-do a estos eventos extremos podría superar los efectos positivos del aumento moderado de la temperatura y el CO

2. El aumento en la frecuencia y los patrones de los

fenómenos meteorológicos extremos afectarán la esta-bilidad en el suministro de alimentos y el acceso a ellos.

3. LA VULNERABILIDAD DE LOS AGROECOSISTEMAS

En la actualidad los monocultivos han aumentado dramáticamente en todo el mundo, principalmente a través de la expansión geográfica de tierras dedicadas a un solo cultivo y la producción de la misma especie en las mismas tierras año tras año. No menos del 80% de los 1.5 billones de hectáreas de tierras cultivables está dedicada al monocultivo de unos cuantos cerea-les y animales. Sólo el trigo, el maíz, el arroz y las papas representan aproximadamente el 60 por ciento de los alimentos de origen vegetal en el mundo, y sólo 14 es-pecies de animales proporcionan el 90 por ciento de todas las proteínas animales (Vigouroux 2011). Genéti-camente, la agricultura moderna depende asombrosa-mente de un puñado de variedades para sus principa-les cultivos. A fines del siglo XX en los EEUU, el 60-70%

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11Agroecología y el diseño de sistemas agrícolas resilientes al cambio climático

de la superficie total de tierras dedicadas al cultivo de frijoles contenía apenas 2-3 variedades de frijol, el 72% de las tierras dedicadas a cultivar papas contenía cuatro variedades y el 53% de las tierras dedicadas al cultivo de algodón desplegaban solo tres variedades (Robin-son y Wallace 1996). Los datos disponibles indican que en la actualidad la diversidad de los cultivos por unidad de tierra cultivable sigue menguando, lo que en parte se explica por el uso de más de aproximadamente 180 millones de hectáreas de cultivos transgénicos (princi-palmente soya y maíz) que fueron cultivados en todo el mundo en 2013 y la creciente tendencia a producir grandes monocultivos de maíz, caña de azúcar, palma africana y soya para la elaboración de biocombustibles.

En la última década, más de 100 millones de hectá-reas de tierra alrededor del mundo han sido vendidos a inversores extranjeros a través de transacciones de tie-rras (fenómeno conocido como acaparamiento de tie-rras) y más del 60 % de los cultivos producidos en esas tierras en los países en desarrollo son monocultivos des-tinados a la exportación. Dos tercios de estas transac-ciones de tierras agrícolas se dan en países con graves problemas de hambre (Franco et al. 2014).

Muchos científicos han sostenido que la reducción drástica de la diversidad de plantas cultivadas ha pues-to a la producción de alimentos del mundo en mayor peligro y han hecho reiteradas advertencias sobre la vulnerabilidad extrema asociada con la uniformidad genética de los cultivos, afirmando que la homogenei-dad ecológica en la agricultura está estrechamente li-gada a las invasiones y brotes de plagas (Adams et al. 1971, Altieri y Nicholls 2004). Estas preocupaciones no son nuevas y quedaron de manifiesto en 1972 con el informe “Genetic Vulnerability of Major Crops” (National Research Council 1972), en el que se declaró:

“A lo largo del tiempo la tendencia en el mejoramien-to de los cultivos ha sido seleccionar variedades con características que producen un mayor rendimiento, en gran parte concentrándose en las cepas genéticas que combinan las características más deseables. La homo-geneidad y uniformidad que resultan de ello pueden ofrecer ventajas sustanciales tanto en la cantidad como en la calidad de la cosecha, pero esta misma homoge-neidad genética puede también reflejar una mayor susceptibilidad a patógenos. De manera que parece que cuanto más altera el equilibrio natural la selección agrícola a favor de la uniformidad de las variedades en grandes áreas, más vulnerables son esas variedades a las pérdidas causadas por epidemias. Paradójicamente, la erosión de la diversidad causada por el mejoramiento selectivo ha demostrado ser un efecto secundario inde-seable del progreso científico”.

Este informe fue preparado por científicos quienes, alertados sobre la epidemia de tizón de la hoja de maíz por Helminthosporium maydis en 1970 en los Estados Unidos, se preocuparon por la posibilidad de que otros

cultivos importantes pudieran ser afectados por epi-demias semejantes. La epidemia de tizón de la hoja de maíz de los Estados Unidos resultó en una reducción estimada de 15% en la producción de maíz (Rubenstein et al. 2005), o el equivalente a una pérdida de un billón de dólares. El rendimiento en 1970 fue de 45,439 hg/ha, considerablemente menor que en 1969 (53,908 hg/ha) y en 1971 (55,297 hg/ha). Con 23,211,600 de hec-táreas sembradas en 1970, la producción proyectada era de 126,289,673 toneladas de las que se perdieron 20,818,673 toneladas. Si estimamos que las calorías (kcal) en 1 tonelada de maíz son 888,889, la pérdida fue equivalente a 18.5 trillones (18.5 × 1012) de calorías (Heinemann et al. 2013).

Pero hay muchos otros casos históricos que prueban que la reducción drástica de la diversidad de plantas cultivadas amenaza la producción de alimentos del mundo (Altieri 1999a). La hambruna irlandesa por la destrucción del cultivo de la papa fue el resultado de la diseminación de un clon genéticamente uniforme (de una sola variedad llamada Lumpers) y el brote de una epidemia de un hongo, el tizón tardío de la papa (Phyto-phthora infestans), que causó una reducción del 80% en el rendimiento. Como resultado, millones de irlandeses murieron de hambre y otros dos millones emigraron. La gran hambruna de Bengala en la India en 1943 fue el re-sultado de una enfermedad devastadora (Cochliobolus miyabeanus) que casi acabó con la producción de arroz. Hace más de un siglo en Francia ocurrió un excelente ejemplo de devastación a esa misma escala por plagas de insectos cuando las cepas de vides fueron totalmen-te eliminadas por ataques de Phylloxera vertifoliae, has-ta que un cultivar resistente fue introducido desde los EEUU (Thrupp 1998). Las pérdidas sustanciales de ren-dimiento como resultado de plagas, alrededor de 20 a 30 % para la mayoría de los cultivos antes de la cosecha, a pesar del aumento en el uso de pesticidas (alrededor de 4.7 billones de libras de pesticidas fueron utilizados en todo el mundo en 1995, 1.2 billones de libras sólo en los Estados Unidos), es una clara indicación de que las plantas cultivadas que crecen como monocultivos ge-néticamente homogéneos no poseen los mecanismos de defensa ecológica necesarios para prevenir o tolerar el impacto de los brotes de plagas (Pimentel y Levitan 1986).

Se podría pensar que los ejemplos anteriores deberían haber advertido a la comunidad científica agrícola sobre los riesgos asociados a la homogeneización de los agro-ecosistemas modernos dando lugar a cambios importan-tes para incrementar la diversidad genética y ecológica de los principales cultivos, reduciendo así el riesgo de futuros brotes. Tres décadas más tarde, el tema de la vul-nerabilidad agrícola todavía sigue en discusión y el deba-te continúa sobre el riesgo que representa actualmente cuando nos enfrentamos al cambio climático. Muchos investigadores están empezando a darse cuenta de que

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los sistemas agrícolas modernos parecen ser muy vul-nerables a la variabilidad del clima, ya sea ésta inducida naturalmente o como resultado de actividades humanas.

La peor sequía de los últimos 50 años afectó severa-mente la producción de cultivos de los EEUU en 2012. Se estima que la sequía afectó a 26 de los 52 estados y que cubrió por lo menos 55% de la superficie terrestre de los EEUU, es decir casi 1 billón de hectáreas. A fines de julio de 2012, en comparación con un año promedio, el 38% de la cosecha de maíz de EEUU ya había sido cla-sificada como de mala calidad, al igual que el 30% de la cosecha de soya, a causa de la sequía y el calor extremo. Puesto que la cosecha de maíz es la más importante de los EEUU y fue tasada en US$ 76.5 billones en 2011, con una reducción del rendimiento del 30% las pérdidas económicas en 2012 fueron sustanciales (Heinemann et al. 2013). Como las exportaciones de maíz y soya de los EE.UU. representan el 53% y el 43% de las exportaciones globales respectivamente, el impacto de la sequía de 2012 sobre los precios internacionales fue significativo. En 2013 hubo aumentos en los precios de los alimen-tos de 3 a 4%, y de 4 a 5% en el precio de la carne. En 2010, una sequía severa en Rusia resultó en la pérdida de una cuarta parte de la cosecha de trigo en más de 1 millón de hectáreas, a un costo estimado de US$ 1.4 billones. Las intensas lluvias monzónicas en 2011 cau-saron en Pakistán las peores inundaciones jamás regis-tradas, destruyendo 2.4 millones de hectáreas de tierras cultivadas y matando a 450,000 cabezas de ganado a un costo de 2.9 billones de dólares (IPPC 2014).

Los cambios a gran escala en la diversidad del paisaje debido a las grandes plantaciones de agrocombustibles podrían resultar en más brotes de insectos debido a la expansión de los monocultivos a expensas de la vege-tación natural, afectando directamente la abundancia y diversidad de los enemigos naturales de insectos plaga. En cuatro estados del medio oeste de los EE.UU. la re-ciente expansión del cultivo de biocombustibles como monocultivo ha resultado en una menor diversidad del paisaje, disminuyendo el suministro de enemigos natu-rales en las parcelas de soya y reduciendo los servicios de control biológico en un 24%. Esta pérdida de los ser-vicios de control biológico ha costado a los productores de soya en esos estados un estimado de US$ 58 millo-nes por año a causa del menor rendimiento y el aumen-to en el uso de pesticidas (Landis et al. 2008).

Enfrentar el cambio climático requerirá fortalecer la resiliencia de los agricultores y las comunidades ru-rales y ayudarlos a adaptarse a los efectos del cambio climático. La clave para el desarrollo de estrategias de adaptación que sean adecuadas y específicas es prime-ro entender el impacto del cambio climático en diferen-tes regiones agroclimáticas y luego analizar el nivel de vulnerabilidad de los agroecosistemas evaluados, de manera de sugerir nuevos diseños y manejos que incre-menten la resiliencia.

4. SISTEMAS AGRÍCOLAS TRADICIONALES COMO MODELOS DE RESILIENCIA

Al contrario que los monocultivos de la agricultura industrial, muchos sistemas agrícolas tradicionales, que aún persisten en varios países en desarrollo, ofrecen una amplia gama de opciones y diseños de manejo que incrementan la biodiversidad funcional en los campos de cultivo, y por consiguiente, refuerzan la resiliencia de los agroecosistemas (Koohafkan y Altieri 2010, Toledo y Barrera-Bassols 2008). Al tener que lidiar continuamente con fenómenos meteorológicos extremos y la variabili-dad climática a través de los siglos, muchos agricultores que viven en entornos hostiles en África, Asia y América Latina han desarrollado y/o heredado sistemas agríco-las complejos manejados de maneras ingeniosas. Estos sistemas han permitido a los pequeños agricultores familiares satisfacer sus necesidades de subsistencia en medio de la variabilidad ambiental sin depender de tecnologías agrícolas modernas (Denevan 1995). La su-pervivencia de millones de hectáreas cultivadas de ma-nera tradicional es la prueba viviente de una estrategia agrícola indígena exitosa y constituye un homenaje a la “creatividad” de los pequeños agricultores del mundo en desarrollo (Wilken 1987).

Una manifestación de esta creatividad son los mi-les de hectáreas de sistemas de cultivo en camellones elevados en tierras inundadas estacionalmente en las sabanas y en las cuencas altas de Surinam, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia. El origen y el uso de estos sistemas han sido asociados tradicionalmente con temas relacionados al manejo del agua, ya sea pro-porcionando oportunidades para reducir los impactos adversos del exceso de agua en la producción de los cultivos, para cosechar el exceso de agua o para regar los cultivos en épocas de escasez de lluvias. Ejemplos de agricultura en humedales expuestos a inundaciones temporales son las chinampas utilizadas en el Valle de México (Armillas 1971), y los waru warus utilizados cerca del lago Titicaca en Perú y Bolivia (Erickson y Chandler 1989).

En la actualidad, bien entrada la segunda década del siglo XXI, millones de pequeños agricultores, agriculto-res familiares e indígenas siguen practicando un tipo de agricultura que conserva y regenera los recursos natu-rales. Ésta es una prueba de la notable resiliencia de los agroecosistemas a los continuos cambios ambientales y económicos, a la vez que contribuyen sustancialmente a la conservación de la agrobiodiversidad y la seguridad alimentaria a nivel local, regional y nacional (Netting 1993). Una revisión de 172 estudios de casos e informes de proyectos de todo el mundo ha demostrado que la biodiversidad agrícola tal como es utilizada por los agri-cultores tradicionales contribuye a la resiliencia a través de varias estrategias que a menudo se usan combina-das: la protección y restauración de los ecosistemas, el

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uso sostenible del suelo y el agua, la agrosilvicultura, la diversificación de los sistemas agrícolas, diversos ajustes en las prácticas de cultivo y el uso de cultivos tolerantes al estrés (Mijatovic et al. 2013).

A pesar de la resiliencia de la agricultura tradicional, el cambio climático plantea graves retos a cerca de 370 millones de los agricultores más pobres, que viven en áreas a menudo situadas en zonas áridas o semiáridas y en montañas y cerros ecológicamente vulnerables (Thornton 2003). En muchos países cada vez más per-sonas, especialmente aquellas de ingresos más bajos, están obligadas a vivir en zonas marginales (es decir, en llanuras sujetas a inundaciones, laderas expuestas, tierras áridas o semiáridas), donde están más expuestas a los impactos negativos de la variabilidad climática. Pequeños cambios en el clima pueden tener efectos desastrosos sobre las vidas y los medios de sustento de estos grupos vulnerables. Las consecuencias de es-tos cambios para la seguridad alimentaria podrían ser muy severas, especialmente para los agricultores de subsistencia que viven en entornos remotos y frágiles donde el rendimiento suele ser muy bajo. Estos agricul-tores dependen de cultivos que podrían ser afectados de manera dramática, tales como el maíz, los frijoles, las papas y el arroz. La pérdida del 10-30% de la producción puede ser desastrosa para la sobrevivencia de miles de familias rurales.

A pesar de las serias consecuencias que predicen los modelos, estos datos representan una aproximación a veces burda, a los efectos del cambio climático sobre la agricultura a pequeña escala. En muchos casos los estudios han ignorado la capacidad de adaptación de aquellos campesinos que utilizan diversas estrategias

agroecológicas y redes sociales de solidaridad que les permite lidiar e incluso prepararse para la variabilidad climática extrema (Altieri y Koohafkan 2008). Muchos investigadores han encontrado que a pesar de su alta exposición/susceptibilidad, los pueblos indígenas y las comunidades locales están respondiendo activamente a las condiciones climáticas cambiantes y han demos-trado su ingenio y resiliencia ante el cambio climático (Tabla 1). Estrategias tales como el mantenimiento de la diversidad genética y de especies de cultivos y animales proporcionan un mecanismo de amortiguación de bajo riesgo en entornos donde el clima es incierto (Altieri y Nicholls 2013). Al crear diversidad tanto temporal como espacialmente, los agricultores tradicionales añaden aún más diversidad funcional y resiliencia a sistemas sensibles a las fluctuaciones temporales del clima (Per-fecto et al. 2009).

Un estudio multinacional, que exploró la resiliencia de varios sistemas agrícolas de pequeños agricultores africanos a la variabilidad y el cambio del clima entre 2007 y 2010, reveló las prioridades de los agricultores en cuanto a estrategias de adaptación al cambio climá-tico: (a) mejorar la fertilidad del suelo con abonos verdes y residuos orgánicos, (b) conservar el agua y el suelo, (c) desarrollar mecanismos para la creación y el manteni-miento de reservas locales estratégicas de alimentos, (d) apoyar las redes sociales tradicionales de seguridad para proteger a los grupos sociales vulnerables, (e ) con-servar los árboles frutales nativos y otras variedades de cultivos adaptados localmente, (f ) utilizar prácticas que alternan el barbecho y la labranza para lidiar con las deficiencias de humedad y nutrientes relacionadas con el cambio climático y (g) cambiar la topografía de

Tabla 1. Conocimiento Indígena, Vulnerabilidad y Capacidad de Resiliencia.

Conocimiento Indígena, Vulnerabilidad y Capacidad de Resiliencia (Nakashima et al. 2012)

1. Los pueblos indígenas y las poblaciones marginadas están particularmente expuestos y son sensibles al impacto del cambio climático debido a que dependen de medios de subsistencia obtenidos de recursos locales y a que sus tierras se localizan en entornos marginales.

2. Poblaciones reducidas, aisladas y la ausencia de derechos reconocidos sobre sus territorios y sus recursos pueden también contribuir a la vulnerabilidad de grupos indígenas a los impactos económicos y ambientales que produce el cambio climático.

3. A pesar de su alta exposición-sensibilidad, las comunidades indígenas y las comunidades locales, están respondiendo acti-vamente a las condiciones climáticas cambiantes y en muchos casos han demostrado su capacidad de reacción y recuperación frente al cambio climático.

4. El conocimiento indígena y las prácticas de subsistencia basadas en el conocimiento local son los cimientos de la capacidad de resiliencia indígena.

5. Estrategias tales como el mantenimiento de la diversidad genética y de la diversidad de especies en sus campos y en sus reba-ños desempeñan un papel amortiguante ante condiciones meteorológicas inciertas.

6. El uso diversificado del paisaje, la movilidad y el acceso a múltiples recursos aumentan la capacidad de responder ante la varia-bilidad y el cambio medioambiental, incluyendo al cambio climático.

7. Los sistemas tradicionales de gobierno y sus redes sociales contribuyen a la capacidad de responder colectivamente ante el cambio medioambiental y por lo tanto aumentan la capacidad de resiliencia.

8. La equidad de género en las políticas y las respuestas al cambio climático contribuyen para amplificar la capacidad de recupe-ración y adaptación

9. El cambio climático es, sin embargo, solo uno de los muchos inductores de cambio. Los efectos del cambio climático no pueden desvincularse de los múltiples cambios sociales, políticos, económicos y medioambientales que afrontan actualmente las comu-nidades indígenas y marginadas. Estos impactos interactúan entre sí provocando efectos exacerbantes y en cascada.

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la tierra para hacer frente a las deficiencias de humedad asociadas con el cambio climático y reducir el riesgo de degradación de la tierra agrícola (Mapfuno et al. 2013).

Así haya sido reconocido o no por la comunidad científica, este conocimiento ancestral constituye la base para las innovaciones y tecnologías agrícolas ac-tuales y futuras. Durante años los agroecólogos han afirmado que los nuevos modelos de agricultura que la humanidad necesitará en el futuro inmediato debe-rían estar enraizados en los fundamentos ecológicos de la agricultura tradicional a pequeña escala, que re-presenta formas de agricultura que son de larga data, exitosas y adaptables (Altieri 2004). Dada la resiliencia de los sistemas agrícolas diversificados a pequeña esca-la, la comprensión de las características agroecológicas de los agroecosistemas tradicionales es urgente, ya que pueden servir de base para el diseño de sistemas agrí-colas que sean resilientes al cambio climático (Swiders-ka 2011).

5. EL ROL ECOLÓGICO DE LA BIODIVERSIDAD EN LOS AGROECOSISTEMAS

En los sistemas agrícolas, el nivel existente de biodi-versidad puede marcar la diferencia entre que el sistema se estrese o sea resiliente al enfrentarse a perturbacio-nes bióticas o abióticas. En todos los agroecosistemas se requiere una diversidad de organismos para que funcione el ecosistema y para proporcionar servicios ambientales (Altieri y Nicholls 2004). Cuando se simpli-fican los agroecosistemas, se eliminan grupos funciona-les completos de especies, cambiando el equilibrio del sistema de un estado deseado a uno menos deseado, afectando su capacidad para responder a los cambios y generar servicios ecosistémicos (Folke 2006). Dos ca-tegorías de diversidad pueden ser distinguidos en los agroecosistemas: funcional y de respuesta. La diversi-dad funcional se refiere a la variedad de organismos y los servicios ecosistémicos que proporcionan para que el sistema siga funcionando (Loreau et al. 2001). La di-versidad de respuesta es la diversidad de las respuestas al cambio ambiental entre las especies que contribuyen a la misma función del ecosistema. Un agroecosistema que contiene un alto grado de diversidad de respuesta será más resiliente a diversos tipos y grados de pertur-baciones (Cabell y Oelofse 2012).

La biodiversidad incrementa la función de los ecosis-temas porque diferentes especies o genotipos realizan funciones ligeramente diferentes y por lo tanto tienen diferentes nichos (Vandermeer et al. 1988). En general hay muchas más especies que funciones de manera que muchos agroecosistemas exhiben redundancia. Por lo tanto, la biodiversidad incrementa la función de los eco-sistemas porque esos componentes que parecen ser re-dundantes en algún momento se vuelven importantes cuando se produce algún cambio en el entorno. La clave

es que cuando se producen cambios en el entorno, las redundancias del sistema permiten que los ecosistemas continúen funcionando y proporcionando servicios. Por otro lado, una mayor diversidad de especies funciona como un amortiguador frente al fracaso debido a las fluctuaciones del entorno al incrementar la capacidad de compensación de los agroecosistemas, ya que si falla una de las especies, otras pueden desempeñar su función, lo que conduce a respuestas comunitarias agregadas y pro-piedades del ecosistema más predecibles (Lin 2011).

6. INCREMENTAR LA AGROBIODIVERSIDAD PARA REDUCIR LA VULNERABILIDAD

Durante décadas los agroecólogos han sostenido que una estrategia clave para el diseño de una agricul-tura sostenible es reincorporar la diversidad a las parce-las agrícolas y los paisajes circundantes y manejarla más eficientemente (Altieri y Nicholls 2004). La diversifica-ción se produce de muchas maneras: variedad genética y diversidad de especies como en las mezclas varietales y los policultivos, y en diferentes escalas a nivel de par-celas y paisajes como en el caso de la agrosilvicultura, la integración de cultivos y ganadería, los setos vivos, los corredores, etc., proporcionando a los agricultores una amplia variedad de opciones y combinaciones para la implementación de esta estrategia. A nivel de paisaje la diversificacion debe ir acompanada de una serie de acti-vidades complementarias para alcanzar los objetivos de la resiliencia socio-ecologica (Tabla 2).

Varias propiedades ecológicas emergen en agroeco-sistemas diversificados que permiten que el sistema funcione de tal manera que se mantenga la fertilidad del suelo, la producción de cultivos, y la regulación de plagas. Existen muchas prácticas de manejo agroecoló-gico que aumentan la diversidad y complejidad de los agroecosistemas como base para la calidad del suelo, la salud de las plantas y la productividad de los cultivos. Muchos entomólogos y patólogos vegetales creen que la diversidad específica inter (especies) e intra (genética) reduce la vulnerabilidad de los cultivos a enfermedades específicas e insectos plaga. Existe una gran cantidad de literatura que documenta que en los sistemas diver-sos de cultivo (mezclas varietales, policultivos, sistemas agroforestales, etc.) hay una menor incidencia de plagas de insectos y una desaceleración de la velocidad en que se desarrollan las enfermedades, lo que resulta en me-nores daños a los cultivos y mayor rendimiento de los cultivos mixtos en comparación con los monocultivos equivalentes (Francis 1986, Altieri 2002, Altieri y Nicholls 2004).

Swiderska et al. (2011) encontraron que el man-tenimiento de diversas variedades tradicionales de cultivos (maíz, papas, arroz) y el acceso a semillas es esencial para la adaptación y la supervivencia de los agricultores pobres de China, Bolivia y Kenia. Incluso

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cuando se les siembra junto a cultivos modernos, aún se conservan las variedades tradicionales, proporcio-nando una reserva en caso de eventualidades cuando las condiciones no son favorables. Por ejemplo en Chi-na, cuando los agricultores de quince municipios dife-rentes cultivaron cuatro mezclas distintas de varieda-des de arroz en más de 3,000 hectáreas, sufrieron una incidencia 44% menor de “blast” (piriculariosis) y tuvie-ron un rendimiento 89% mayor que las parcelas ho-mogéneas sin la necesidad de utilizar fungicidas (Zhu et al. 2000). El mantener una diversidad de especies en las parcelas actúa como amortiguador frente a las pla-gas de insectos y también frente al clima incierto. En Kenia, los científicos del Centro Internacional de Fisio-logía y Ecología de los Insectos (ICIPE) desarrollaron un sistema de “push-pull” (empuje y tiro) que utiliza dos tipos de cultivos que se siembran junto con el maíz: una planta que repele a estos barrenadores (el empu-je) y otro que los atrae (el tiro) (Khan et al. 1998). Dos de los cultivos trampa más útiles que atraen (tiran) a los enemigos naturales de los barrenadores como la avis-pa parásita (Cotesia sesamiae), son el pasto elefante y el pasto Sudán, ambas plantas forrajeras importantes que se les siembra como borde alrededor del maíz. Dos excelentes cultivos que repelen a los barrenadores, y que se siembran entre las filas de maíz, son el pasto gordura (molasses grass), que también repele a las ga-rrapatas, y la leguminosa Desmodium uncinutum, que además puede suprimir la maleza parásita Striga por un factor de 40 en comparación con el monocultivo de maíz. La capacidad de fijación de N de Desmodium incrementa la fertilidad del suelo con el resultado de un aumento del 15-20 % en el rendimiento de maíz. También es un excelente forraje (Khan et al. 1998).

Dado el rol positivo de la biodiversidad para propor-cionar estabilidad a los agroecosistemas, muchos inves-tigadores han afirmado que el incrementar la diversidad de los cultivos será aún más importante en un futuro en el que habrá oscilaciones climáticas dramáticas. Una mayor diversidad en los agroecosistemas puede servir de amortiguador frente a los patrones cambiantes de las precipitaciones y la temperatura, y posiblemente revertir las tendencias a la baja de los rendimientos a largo plazo conforme una variedad de cultivos y varie-dades responden de manera diferente a estas perturba-ciones (Altieri y Koohafkan 2013).

6.1 Diversidad de plantas y resiliencia Los sistemas agrícolas diversificados tales como los

sistemas agroforestales, silvopastorales y de policultivo proporcionan una variedad de ejemplos de cómo los agroecosistemas complejos pueden adaptarse y resis-tir los efectos del cambio climático. Los sistemas agro-forestales son ejemplos de sistemas agrícolas con alta complejidad estructural que han demostrado proteger a los cultivos de las grandes fluctuaciones de tempera-tura manteniéndolos más próximos a sus condiciones óptimas (Lin 2011). Los sistemas de café bajo la sombra han demostrado que pueden proteger a los cultivos de la disminución de las precipitaciones y la reducción de la disponibilidad de agua del suelo porque la cobertura arbórea puede reducir la evaporación del suelo y au-mentar la infiltración de agua en el suelo (Lin 2007).

El cultivo intercalado permite a los agricultores pro-ducir varios cultivos simultáneamente y minimizar los riesgos (Vandermeer 1989). Los policultivos manifiestan una mayor estabilidad del rendimiento y una menor dis-minución de la productividad durante las sequías que

Tabla 2. Resultados esperados y actividades potenciales de la red COMDEKS como estrategia para incrementar resiliencia a nivel de paisaje.

Resultados esperados y actividades potenciales de la red COMDEKS como estrategia para incrementar resiliencia a nivel de paisaje

Resultados esperados a nivel de paisaje

Actividades recomendadas para obtener resultados

Manutención e incremento de la biodiversidad y servicios ecosistémicos

a) Restauración de bosques; b) Conservación de suelos y sistemas mejorados de manejo de agua; c) Restauración de humedales; d) Remoción de especies invasoras; e) Sistemas de pequeña escala de recarga de acuíferos

Más sistemas sostenibles de producción y mayor seguridad alimentaria

a) Diversificación de paisajes (e.g., agroforestaría); b) Diversificación de sistemas de producción (e.g., mayor diversidad de cultivos e integración de cultivos, animales y arboles); c) Sistemas agroecológicos de bajo insumo; d) Establecimiento de bancos de semillas comunitarios

Sistemas de vida sustentables; mayores ingresos familiares

a) Actividades que promueven acceso a mercados amigables a la biodiversidad; b) Actividades que promueven ecoturismo que genera ingresos a las comunidades locales; c) Actividades que diversifican los modos de vida aumentando y proveyendo alternativas viables a la agricultura de subsistencia

Mejor gobernanza a nivel del paisaje o territorios

a) Actividades que promueven sistemas de gobernanza participativa para tomar decisiones e implementar estrategias a nivel de paisaje; b) Fortalecer las organizaciones de base y ONGs para un mejor manejo y gobernanza del paisaje; c) Promoción de redes para acciones colectivas, aprendizaje y comercio; d) Establecimiento de lazos colaborativos con agencias gubernamentales de gobierno, municipalidades, instituciones académicas y el sector privado.

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los monocultivos. Natarajan y Willey (1986) examinaron el efecto de las sequías sobre los rendimientos logrados con policultivos manipulando el estrés hídrico en culti-vos intercalados de sorgo y maní, mijo y maní y sorgo y mijo. Todos los cultivos intercalados rindieron consis-tentemente más que los monocultivos en cinco niveles de disponibilidad de humedad, que variaron desde 297 hasta 584 mm de agua aplicada a lo largo de la campa-ña agrícola. Interesantemente, la tasa de mayor rendi-miento aumentó con la escasez de agua, de manera que las diferencias relativas en la productividad de los mo-nocultivos y los policultivos se fueron acentuando más conforme aumentaba el estrés (Natarajan y Willey 1986).

Los sistemas silvopastorales intensivos (SSI) son una forma sostenible de agrosilvicultura para la producción de ganado que combina arbustos forrajeros sembrados a altas densidades, árboles y palmeras y pastos mejora-dos. La alta densidad de población ganadera y la pro-ducción natural de leche y carne en estos sistemas se lo-gran a través del pastoreo rotativo con cercos eléctricos y un suministro permanente de agua para el ganado. En la granja El Hatico en el Valle del Cauca, Colombia, un SSI de cinco pisos compuesto de una capa de hierbas, arbustos de Leucaena, árboles medianos y un dosel de árboles de gran altura ha permitido que a lo largo de los últimos 18 años se haya podido aumentar la carga ani-mal a 4.3 vacas lecheras por ha-1 e incrementar la pro-ducción de leche en un 130%, además de eliminar com-pletamente el uso de fertilizantes químicos. 2009 fue el año más seco de los 40 años de existencia de El Hatico, con una caída en las precipitaciones de 44% respecto al promedio histórico. A pesar de una reducción del 25% en la biomasa de los pastos, la producción de forraje de árboles y arbustos se mantuvo constante durante todo el año neutralizando los efectos negativos de la sequía en todo el sistema. Como respuesta a las condiciones meteorológicas extremas, la granja tuvo que modificar su densidad ganadera y aumentar el suplemento de energía. A pesar de esto, la producción de leche de la granja en 2009 fue la mayor registrada con un sorpren-dente aumento del 10% en comparación con los cuatro años anteriores. Mientras tanto, los agricultores de otras partes del país reportaron pérdidas severas en el peso de los animales y altas tasas de mortalidad por hambre y sed. El rendimiento productivo de El Hatico durante este período excepcionalmente caluroso y seco de El Niño (Oscilación del Sur) ilustra el enorme potencial de los SSI como estrategia sostenible de intensificación para la adaptación y la mitigación del cambio climáti-co (Murgueitio et al. 2011). Los beneficios combinados de la regulación del agua, un microclima favorable, la biodiversidad y las reservas de carbono en los sistemas agrícolas diversificados descritos anteriormente no sólo proporcionan bienes y servicios ambientales para los productores, sino también una mayor resiliencia al cam-bio climático.

6.2 Restaurando la diversidad en monocultivos a gran escalaAunque las ideas contemporáneas de la agricultu-

ra mecanizada moderna connotan la necesidad de los monocultivos, se podría desarrollar tecnología adecua-da para mecanizar sistemas de cultivos múltiples a gran escala (Horwith 1985). Los grandes agricultores podrían aplicar esquemas de diversificación más simples basa-dos en 2-3 especies de plantas que podrían manejarse usando equipos modernos (Machado 2009). Uno de estos sistemas es el cultivo intercalado en franjas, que consiste en la producción de más de un cultivo en fran-jas que son lo suficientemente estrechas como para que los cultivos interactúen, pero a la vez lo suficientemente anchas como para permitir el laboreo mecánico. Agro-nómicamente los sistemas de cultivo intercalado en franjas han incluido generalmente maíz o sorgo, que responden sin problemas ante las mayores intensida-des de luz. Los estudios con franjas de maíz y soya de 4 a 12 filas de ancho han demostrado un aumento en el rendimiento de maíz (+5 a +26%) y una disminución en el rendimiento de soya (-8,5 a -33%), conforme las fran-jas son más estrechas. Alternar franjas de maíz y alfalfa resultó en un mayor rendimiento bruto que el producir cada cultivo independientemente. Las franjas de veinte pies de ancho fueron las más ventajosas, produciendo un rendimiento económico considerablemente mayor que el de los cultivos producidos independientemente (West y Griffith 1992). Esta ventaja es fundamental para aquellos agricultores que tienen niveles de endeuda-miento de 40 por ciento o más ($40 de deuda por cada $100 de activos). Ese nivel ya ha sido alcanzado por más de 11-16 por ciento de los agricultores del medio oeste de los EEUU, quienes necesitan desesperadamente dis-minuir los costos de producción adoptando estrategias de diversificación (Francis et al. 1986).

La producción de cultivos bajo el sistema de labranza cero o mínima también es prometedora debido a sus efectos sobre la conservación del suelo y la mejora po-tencial de la humedad por el rastrojo que este sistema deja sobre el suelo y que actúa como mulch. Aunque estos sistemas dependen en gran medida de herbicidas, hay algunos agricultores orgánicos que los practican sin herbicidas sintéticos. Se produjo un avance importante con el descubrimiento de que ciertos cultivos de cober-tura anuales de invierno, especialmente el centeno y la veza vellosa, pueden ser aplastados segándolos con un innovador rodillo/alisador (rolo-faca en portugués) utilizado en la siembra directa en una etapa suficien-temente tardía de su desarrollo y luego cortados al ras de la tierra. Estas plantas por lo general no vuelven a crecer de forma significativa y los recortes de biomasa forman un mantillo in situ a través del cual se pueden sembrar granos o trasplantar hortalizas sin labranza o con labranza mínima. El mantillo dificulta la germina-ción de las semillas de malezas y la emergencia de plan-

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17Agroecología y el diseño de sistemas agrícolas resilientes al cambio climático

tines, a menudo por varias semanas. A medida que se van descomponiendo muchos residuos de los cultivos de cobertura liberan compuestos alelopáticos que tie-nen el potencial de suprimir el crecimiento de malezas (Moyer 2010). Esta inhibición es causada por sustancias fitotóxicas (alelopáticas) que son liberadas en forma pa-siva a través de la descomposición de los residuos de las plantas. Existe una larga lista de especies de abono verde que tienen efectos fitotóxicos. Este efecto es por lo general suficiente para retrasar el crecimiento de malezas hasta después del período mínimo en que el cultivo debe estar libre de malezas, lo que hace que la labranza posterior, los herbicidas o el deshierbe a mano sean innecesarios, y aun así obtener rendimientos acep-tables. Los tomates y algunas variedades de Brassica sembradas hacia el final de la primavera rinden espe-cialmente bien, y algunos cultivos de semillas grandes tales como el maíz y los frijoles pueden ser sembrados directamente a unos 2 - 3 cm de profundidad con éxi-to en los residuos de los cultivos de cobertura. No sólo pueden los cultivos de cobertura sembrados en las par-celas de labranza cero fijar nitrógeno a corto plazo, sino que también pueden reducir la erosión del suelo y miti-gar los efectos de las sequías a largo plazo, puesto que el mantillo conserva la humedad del suelo. Los cultivos de cobertura contribuyen a una mejor estructura vertical del suelo promoviendo el que haya macroporos profun-dos en el suelo, lo que permite que más agua penetre durante los meses de invierno y se incremente de esta manera el almacenamiento de agua en el suelo (Altieri et al. 2011).

6.3 Rendimiento de los agroecosistemas biodiversos en caso de eventos climáticos extremosUn estudio realizado en laderas centroamericanas

después del huracán Mitch demostró que los agriculto-res que utilizaban prácticas de diversificación tales como cultivos de cobertura, cultivos intercalados y agrofores-tería sufrieron menos daños que sus vecinos que produ-cían monocultivos convencionales. El estudio, liderado por el movimiento Campesino a Campesino, movilizó a 100 equipos de agricultores-especialistas para trabajar en parejas y realizar observaciones de indicadores agro-ecológicos específicos en 1,804 granjas sostenibles y convencionales. El estudio abarcó 360 comunidades y 24 departamentos en Nicaragua, Honduras y Guatema-la. Se encontró que las parcelas diversificadas tenían de 20 a 40% más tierra vegetal, más humedad en el suelo y menos erosión y que experimentaron pérdidas econó-micas menores que las de sus vecinos convencionales (Holt-Gimenez 2002). Del mismo modo en Sotonusco, Chiapas, los sistemas de café que exhibían niveles altos de complejidad vegetacional y diversidad de plantas sufrieron menos daños por el huracán Stan que los sis-temas de café más simplificados (Philpott et al. 2009).

Cuarenta días después de que el huracán Ike azotara Cuba en 2008, los investigadores realizaron una inspec-ción de granjas en las provincias de Holguín y Las Tunas y encontraron que las granjas diversificadas exhibieron pérdidas de productividad del 50% en comparación con el 90 o el 100% en los monocultivos vecinos. Además las granjas manejadas agroecológicamente mostraron una recuperación de la producción más rápida (80 a 90% 40 días después del huracán) que las granjas dedicadas al monocultivo (Rosset et al. 2011).

Todos estos estudios enfatizan la importancia de in-crementar la diversidad vegetacional y la complejidad de los sistemas agrícolas para reducir la vulnerabilidad a los eventos climáticos extremos. Las observaciones anteriores han reafirmado el reconocimiento de que la biodiversidad es esencial para mantener el funciona-miento de los ecosistemas y apunta a la utilidad de las estrategias de diversificación de los cultivos utilizados por agricultores tradicionales como una importante es-trategia de aumento de resiliencia en los agroecosiste-mas (Altieri y Nicholls 2013).

7. MANEJO DEL SUELO Y RESILIENCIA

7.1 Mejora de la materia orgánica del suelo Muchos agricultores tradicionales y orgánicos adi-

cionan regularmente grandes cantidades de materiales orgánicos en forma de abonos animales, compost, hojas de árboles, cultivos de cobertura, leguminosas en ro-tación que dejan grandes cantidades de residuos, etc., como estrategia clave para mejorar la calidad del suelo. La materia orgánica del suelo (MOS) y su manejo son fundamentales para crear suelos saludables con una actividad biológica dinámica y buenas características fí-sicas y químicas. Es de la mayor importancia para la resi-liencia que la MOS mejore la capacidad de retención de agua del suelo incrementando la tolerancia de los culti-vos a las sequías y que incremente el nivel de infiltración para disminuir la escorrentía evitando que las partículas del suelo sean transportadas por el agua durante las llu-vias intensas. La MOS también mejora la agregación del suelo superficial sosteniendo firmemente las partículas de tierra durante las lluvias o tormentas de viento. Los conglomerados estables resisten el movimiento por el viento o el agua (Magdoff y Weil 2004).

Los suelos orgánicamente ricos suelen contener hon-gos micorrízicos simbióticos, en especial hongos mico-rrízicos arbusculares (MA), que forman un componente clave de las poblaciones microbianas que influyen en el crecimiento de las plantas y la productividad del suelo. Los hongos MA son importantes para la agricultura sostenible porque hacen que mejore la relación entre las plantas y el agua y de esta manera incrementan la resistencia a las se-quías de las plantas hospederas (Garg y Chandel 2010). La capacidad de asociaciones específicas de hongos-plantas para tolerar las sequías son de gran interés en las zonas

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18 Agroecología 10(1)

afectadas por la falta de agua, ya que se ha reportado que una infección de hongos MA aumenta la absorción de nu-trientes en plantas que sufren de estrés hídrico, permite que las plantas utilicen el agua de manera más eficiente y aumenta la conductividad hidráulica de las raíces.

La productividad de los cultivos en condiciones de se-cano está limitada en gran medida por la disponibilidad de agua del suelo. El contenido de MOS es un índice confiable de la productividad de los cultivos en las regiones semiá-ridas porque la MOS contribuye al crecimiento de los cul-tivos mejorando la capacidad del suelo para almacenar y transmitir aire y agua, ayudando a los cultivos a incremen-tar su resistencia a las sequías. En un estudio de las pampas semiáridas de Argentina, los investigadores descubrieron que el rendimiento de trigo se relacionó tanto con la re-tención de agua del suelo como con el contenido total de C orgánico en las capas superiores (0-20 cm) en los años cuando la disponibilidad de humedad fue baja. La depen-dencia del rendimiento de trigo de la retención de agua en el suelo y del contenido de C cuando existe un déficit de agua se relaciona con el efecto positivo de los compo-nentes orgánicos del suelo sobre el agua disponible para las plantas. Las pérdidas de 1 Mg MOS ha fueron asociados con una disminución en el rendimiento de trigo de aproxi-madamente 40 kg/ha. Estos resultados demuestran la im-portancia del uso de prácticas culturales que incrementan la MOS para minimizar las pérdidas de C orgánico del suelo en entornos semiáridos (Díaz Zorita et al. 1999).

0

35

70

10 5

14 0

O rgá nico C onvenciona l

10 2

134

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Figura 1. Rendimiento promedio de maíz en sistemas or-gánicos y convencionales en años de sequía moderada en Pensilvania,USA (Rodale Institute 2011).

En lo que se considera la comparación directa más completa y de largo plazo entre la agricultura orgánica y la química realizada en los EEUU, investigadores compa-raron desde 1981 el rendimiento de maíz y de soya du-rante la transición de agricultura química a agricultura orgánica (Rodale Institute 2012). Ellos descubrieron que

el rendimiento del maíz orgánico fue 31% más alto que el convencional en aquellos años en que hubo sequía. Este rendimiento durante las sequías es notable si se le compara con el de variedades “tolerantes a la sequía” creadas mediante la ingeniería genética, que fue sólo 6,7% a 13,3% mayor respecto a las variedades conven-cionales (no resistentes a la sequía) (Fig. 1).

7.2 Manejo de la cobertura del sueloProteger al suelo de la erosión y el desecamiento, a la

vez que incrementar los niveles de humedad del suelo y la circulación del agua es una estrategia fundamental para aumentar la resiliencia de los agroecosistemas. Los man-tillos de cultivos de cobertura y los abonos verdes tienen un gran potencial agroecológico puesto que estas prác-ticas conservan el suelo, mejoran su biología, estabilizan e incrementan el rendimiento de los cultivos y la conser-vación del agua. Los mantillos de rastrojo interrumpen el proceso de secado del suelo al proteger su superficie con residuos. Los mantillos reducen la velocidad del viento su-perficial hasta en 99% y, por lo tanto, las pérdidas debidas a la evaporación se reducen significativamente. Además, los cultivos de cobertura y los residuos de las malezas pueden incrementar la penetración del agua y disminuir las pérdidas por escorrentía de 2 a 6 veces. El sistema de frijol tapado es un antiguo sistema de tumba/mantillo común en las laderas de América Central (Buckles et al. 1998). Este sistema de agricultura migratoria permite de 3 a 5 meses de producción de frijol por año, aprovechando la alta precipitación y la humedad residual que mantiene el mantillo después de las lluvias. El manejo del frijol tapa-do consiste primero en seleccionar la parcela adecuada, luego cortar senderos a través de la vegetación para crear accesos para la siembra, esparcir las semillas al voleo en grandes cantidades (25 a 40 kg de semilla ha-1) y cortar la vegetación de barbecho cosa que cubra las semillas de frijol. El frijol tapado generalmente se cultiva en laderas, preferiblemente de cara al sol de la mañana para que las hojas y las vainas de las plantas de frijol se sequen rápida-mente (son susceptibles a enfermedades por podredum-bre) y las plantas reciban la mayor cantidad de luz solar, ya que las mañanas son por lo general soleadas y la lluvia suele caer en la tarde. Los agricultores buscan parcelas con una cobertura de hierbas altas o arbustos bajos; debe haber suficiente material vegetal como para proporcionar un mantillo que pueda cubrir el suelo completamente. Se evitan las áreas dominadas por pastos puesto que éstos vuelven a crecer rápidamente y compiten fuertemen-te con los frijoles. Las parcelas se dejan sin tocar hasta el momento de la cosecha. Típicamente el mantillo no es tan grueso como para que sólo unas pocas semillas de frijol germinen y sobrevivan, dando como resultado un bajo rendimiento, pero a la vez lo suficientemente grueso como para mantener la humedad del suelo y protegerlo contra la erosión. La ausencia de la quema y la labranza y la presencia de un mantillo grueso impiden la germina-

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19Agroecología y el diseño de sistemas agrícolas resilientes al cambio climático

ción y el crecimiento de malezas. El período de barbecho reduce los patógenos en el suelo y el mantillo protege a las plantas de frijol de salpicaduras de partículas de tierra durante las lluvias. El sistema está adaptado a los ecosiste-mas frágiles de las laderas. El suelo no es perturbado por la labranza y el mantillo lo protege de la erosión. Además, el sistema radicular de las plantas naturales se deja intac-to, por lo que después del cultivo de frijol esta vegetación rebrota rápido reduciendo aún más el riesgo de erosión y restableciendo la fertilidad del suelo (Buckles et al. 1998).

En un esfuerzo por emular y mejorar el sistema de frijol tapado, a lo largo de todo Centro América varias organizaciones no gubernamentales han promovido el uso de leguminosas de grano como abono verde, una fuente barata de fertilizante orgánico para acumular materia orgánica (Altieri 1999b). Cientos de agricultores de la costa norte de Honduras han usado frijol terciope-lo (Mucuna pruriens) con excelentes resultados que in-cluyen rendimientos de maíz de alrededor de 3,000 kg ha-1, más del doble que el promedio nacional, a la vez que controlan la erosión, suprimen malezas y reducen costos asociados a la preparación de la tierra. Los frijo-les terciopelo producen cerca de 30 t ha-1 de biomasa por año, con un aporte de alrededor de 90-100 kgNha-1 año-1 (Flores 1989). El sistema disminuye el estrés por sequía gracias a que la capa de mantillo dejada por la Mucuna ayuda a conservar el agua en el perfil del suelo, haciendo que los nutrientes estén disponibles de ma-nera inmediata en sincronía con los períodos de mayor absorción de los cultivos (Bunch 1990).

Aprovechando las redes de agricultor a agricultor que están bien establecidas, como el movimiento Cam-pesino a Campesino en Nicaragua y en otros lugares de Centro America, esta sencilla tecnología se ha propaga-do rápidamente. En sólo un año, más de 1,000 campe-sinos recuperaron tierras degradadas en la cuenca del río San Juan en Nicaragua (Holt-Giménez 1996). En Can-tarranas, Honduras, donde hubo una adopción masiva del frijol terciopelo, la producción de maíz se triplicó a 2500 kg ha-1 a la vez que los requerimientos de mano de obra para el deshierbe se redujeron en un 75%. En Centro América y México, un estimado de 200,000 agri-cultores están utilizando unas 14 especies diferentes de abono verde y cultivos de cobertura (Bunch 1990).

En la actualidad, más de 125,000 agricultores están utilizando abonos verdes y cultivos de cobertura en Santa Catarina, Brasil. Los agricultores familiares modi-ficaron el sistema de labranza cero convencional en las laderas dejando inicialmente residuos vegetales sobre la superficie del suelo y notando primero reducciones en la erosión y menos fluctuaciones en la humedad y la temperatura del suelo. Luego los agricultores obser-varon que las aplicaciones repetidas de biomasa fresca mejoran la calidad del suelo, minimizan la erosión y el crecimiento de malezas e incrementan el rendimiento de los cultivos. Estos novedosos sistemas se basan en

mezclas de cultivos de cobertura tanto en verano como en invierno que dejan una capa gruesa de mantillo so-bre la cual, luego de que se esparcen encima los cultivos de cobertura, los cultivos de grano tradicionales (maíz, frijol, trigo) y hortalizas como cebollas y tomates, son sembrados o plantados directamente, sufriendo muy poca interferencia de malezas durante el periodo de crecimiento y alcanzando niveles de rendimiento agro-nómicamente aceptables (Altieri et al. 2011). Durante el ciclo agrícola 2008-2009, en el que hubo una grave sequía, los productores convencionales de maíz sufrie-ron pérdidas promedio de 50%, alcanzando niveles de productividad de 4,500 kilos por hectárea. Sin embargo, los productores que habían optado por prácticas agro-ecológicas de labranza cero experimentaron pérdidas menores de alrededor de 20%, confirmando la mayor resiliencia de estos sistemas en comparación con aque-llos que utilizan agroquímicos (Petersen et al. 1999).

7.3 Cosecha de aguaEn muchas partes del mundo, como en el África sub-

sahariana, el 40% de las tierras de cultivo se encuentra en sabanas semiáridas y subhúmedas que sufren cada día más de la escasez de agua. En la mayoría de los años, sin embargo, hay más que suficiente agua como para poten-cialmente producir cultivos. El problema es que la lluvia se concentra en 2-3 meses del año y/o que grandes volú-menes de agua se pierden por la escorrentía superficial, la evaporación del suelo y la percolación profunda. El reto es cómo capturar esa agua, almacenarla en el suelo y que esté disponible para los cultivos en épocas de escasez. En gran parte del mundo en desarrollo se ha registrado una variedad de técnicas para la cosecha de agua de lluvias y de crecidas (Reij et al. 1996, Barrow 1999).

Un antiguo sistema de cosecha de agua conocido como “zai” está siendo recuperado en Mali y Burkina Faso. Los zai son hoyos que los agricultores cavan en la tierra árida, a menudo tan dura como la roca, en la que el agua no podría penetrar de otra manera. Los hoyos tienen tí-picamente una profundidad de entre 10 a 15 cm y un diámetro de entre 20 a 30 cm y se les llena con materia orgánica (Zougmore et al. 2004). La aplicación de abono en los hoyos mejora aún más las condiciones de cultivo y simultáneamente atrae a termitas que cavan canales me-jorando la estructura del suelo al permitir que más agua pueda infiltrarse y ser retenida. Al digerir la materia orgá-nica, las termitas hacen que los nutrientes estén más fá-cilmente disponibles para las plantas. En la mayoría de ca-sos los agricultores cultivan mijo o sorgo o ambos en los zai. A veces los agricultores siembran árboles junto con los cereales en el mismo zai. Al momento de la cosecha, los agricultores cortan los tallos a una altura de alrede-dor de 50-75cm, protegiendo a los árboles jóvenes de los animales que pastan. Los agricultores usan entre 9,000 y 18,000 hoyos por hectárea, con aplicaciones de compost que van de 5,6 a 11 t/ha (Critchley et al. 2004).

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20 Agroecología 10(1)

A lo largo de los años, miles de agricultores de la región de Yatenga en Burkina Faso han utilizado esta técnica mejorada localmente para recuperar cientos de hectáreas de tierras degradadas. Los agricultores se han vuelto cada vez más interesados en los zai conforme han ido observando que los hoyos recogen y concentran el agua de escorrentía eficientemente y funcionan con pe-queñas cantidades de abono y compost. El uso de los zai permite a los agricultores ampliar su base de recursos y aumentar la seguridad alimentaria familiar (Reij 1991). Los rendimientos obtenidos en las parcelas manejadas con zai son consistentemente cada vez más altos (van desde 870 hasta 1,590 kg /ha) que los obtenidos en las parcelas sin zai (promedio de 500 a 800 kg/ha).

En Níger, los hoyos de siembra tradicional zai fueron mejorados convirtiéndolos en depósitos de recolección de agua, imitando parte de una tecnología de mejora-miento de suelos utilizada tradicionalmente en otras partes del país y en Burkina Faso. Desde Burkina Faso se ha informado recientemente que las aldeas que adop-taron técnicas de recuperación de tierras tales como el cavar hoyos a través de suelos encostrados y llenar los hoyos con abono y agua han visto aumentar el rendi-miento de los cultivos en un 60%, mientras que las al-deas que no adoptaron estas técnicas vieron crecer su rendimiento en cantidades mucho menores a pesar de aumentos muy recientes en el nivel de las precipitacio-nes (Critchley 1989). En el norte de Nigeria pequeños hoyos cavados en suelo arenoso se llenan de abono para mantener mojados los plantones de árboles tras-plantados después de las primeras lluvias.

Figura 2. Diversidad paisajística y a nivel de finca y prácticas de manejo y conservación de suelo y agua que incrementan la resiliencia ecológica al cambio climático.

En resumen, la literatura sugiere que los agroecosis-temas serán más resilientes cuando estén insertados en una matriz compleja del paisaje, con sistemas de cultivo genéticamente heterogéneos y diversificados, maneja-dos con suelos ricos en materia orgánica y técnicas de

conservación del agua (Fig. 2). Los 60 estudios de caso donde se realizaron las evaluaciones de sostenibilidad en América Latina utilizando el marco MESMIS han con-firmado esto (Astier et al. 2012).

8. MARCO CONCEPTUAL PARA EVALUAR LA RESILIENCIA DE LOS SISTEMAS AGRÍCOLAS

La resiliencia se define como la capacidad de un sis-tema socio-ecológico para absorber perturbaciones conservando su estructura organizacional y su produc-tividad. En otras palabras se refiere a la capacidad de un sistema de auto-organizarse y su habilidad para adap-tarse al estrés y al cambio después de una perturbación (Cabell y Oelofse 2012). La resiliencia es el producto de la dinámica de un sistema socio-ecológico cuyas partes constituyentes están integradas y son interdependien-tes (Adger 2000). La resiliencia puede entenderse como la propensión de un sistema a conservar su estructura organizacional y su productividad después de una per-turbación. Por lo tanto, un agroecosistema “resiliente” debería ser capaz de continuar la producción de ali-mentos al enfrentarse a una sequía severa o al exceso de lluvias. Por el contrario, la vulnerabilidad puede ser definida como la posibilidad de que un agroecosistema pierda biodiversidad, el suelo, el agua o la productividad al enfrentarse a una perturbación o choque externo. La vulnerabilidad se refiere al grado en que un sistema es susceptible e incapaz de hacer frente a los efectos ad-versos de la variabilidad y los extremos climáticos y de-nota un estado de susceptibilidad al daño por la exposi-ción al estrés asociado con el cambio ambiental y por la falta de capacidad de adaptación (Folke 2006).

De esta manera el riesgo resultante por la variabili-dad climática es el producto de la amenaza, la vulnera-bilidad y la capacidad de respuesta tal como se describe en la siguiente ecuación (Nicholls y Altieri 2013):

Riesgo =Vulnerabilidad

* AmenazaCapacidad de Respuesta

El riesgo se entiende como cualquier fenómeno natural (se-

quía, huracán, inundación, etc.), que signifique un cambio en el

entorno habitado por una comunidad rural.

La vulnerabilidad está determinada por las características bio-

físicas de la finca y las condiciones socio-económicas de los agricul-

tores que incrementan o reducen la exposición a la amenaza.

La amenaza es la intensidad, frecuencia, duración y el nivel

de impacto del evento climático (es decir, las pérdidas de rendi-

miento debido a tormentas o sequías.).

La capacidad de respuesta es la capacidad (o falta de) de los

sistemas agrícolas y los agricultores para resistir y recuperarse de la

amenaza dependiendo del nivel de organización social y las caracte-

rísticas agroecológicas (es decir, la diversidad de cultivos) de las fincas.

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21Agroecología y el diseño de sistemas agrícolas resilientes al cambio climático

En resumen, para que un evento sea considerado un riesgo dependerá de si en una región en particular existe una comunidad que sea vulnerable a él. Para que el evento se convierta en una amenaza deberá haber una gran pro-babilidad de que el evento vaya a ocurrir en esa región, y que la amenaza sea devastadora dependerá de la magni-tud del evento y el nivel de vulnerabilidad de la comuni-dad. Esa vulnerabilidad puede reducirse por la “capacidad de respuesta” definida como las características agroeco-lógicas de las fincas y las estrategias de manejo utilizadas por los agricultores para reducir los riesgos climáticos y para resistir y recuperarse de este tipo de eventos. Por lo tanto, la adaptación se refiere a los cambios realizados por los agricultores para reducir los riesgos. La capacidad de los agricultores para adaptarse está basada en las reservas individuales o colectivas de capital humano y social que incluyen atributos tales como los conocimientos tradicio-nales y las habilidades técnicas y de manejo, los niveles de organización social y las redes de apoyo, etc. Como pue-de observarse en la Figura 3, el nivel de vulnerabilidad de una granja está determinado por su tipo de infraestructura agroecológica (nivel de heterogeneidad del paisaje, diver-sidad de cultivos y diversidad genética, calidad y cobertura del suelo, etc.) y las características sociales de la familia o de la comunidad (niveles de organización y establecimiento de redes, autosuficiencia alimentaria, etc.). La vulnerabili-dad puede ser reducida por la capacidad de respuesta de los agricultores y de sus fincas, que a su vez determinan su capacidad para resistir eventos y recuperar su función e infraestructura.

Resiliencia socio-ecológica

Habilidad de grupos o comunidades de prepararse y hacer frente a estresores externos y/o disturbancias como resul-tado de un cambio ambiental, socioeconómico o político, y que se refleja en acciones colectivas para aplicar diseños agroecológicos resilientes en sus fincas.

9. INTENTOS METODOLÓGICOS PARA EVALUAR LA RESILIENCIA

En 2011 un grupo de agroecólogos latinoamerica-nos asociados a REDAGRES: “Red IberoAmericana para el Desarrollo de Sistemas Agrícolas Resilientes al Cambio Climático- www.redagres.org” iniciaron un estudio de dos años de varios sistemas agrícolas a pequeña escala en regiones seleccionadas de siete países con el fin de identificar aquellos sistemas que han resistido eventos climáticos recientemente o en el pasado inmediato y comprender cuáles fueron las características agroeco-lógicas de tales sistemas que les permitieron resistir y/o recuperarse de sequías, tormentas, inundaciones o hu-racanes. Los principios y mecanismos que subyacen a la resiliencia identificados por el estudio luego fueron tras-mitidos a otros agricultores de la región a través de días de campo en los que los agricultores pudieron visitar las granjas resilientes y discutir entre ellos las características de estas granjas y la forma de replicarlas en otras. Tam-bién se organizaron visitas recíprocas durante las que los agricultores resilientes pudieron visitar otras comu-nidades en otras regiones y compartir sus experiencias,

Figura 3. Características socio-ecológicas que determinan la vulnerabilidad y capacidad de respuesta de los agricultores para mejorar la resiliencia de sus sistemas y sus comunidades a cambios externos.

CAUSAS EXTERNAS

Cambio Clima co

Globalizacion CAPACIDAD REACTIVA

Atributos sociales de agricultores y caracteris cas ecologicas de las

fincas para resis r y recuperarse del shock

Accion colec va, redes sociales, nivel de

agrobiodiversidad , habilidad para soportar

disturbancias con disenos agroecologicos

SOBERANIA ALIMENTARIA

CONSERVACION DE LOS RECURSOSNATURALES

RESILIENCIA

Frecuencia, intensidad, duracion, impacto, danos.

AMENAZAFRECUENCIA -INTENSIDAD Evento clima co extremo VULNERABILIDAD

caracteris cas de los agricultores y sus agroecosistemas que

determinan su exposicion al riesgo

Nivel de organizacion social,

Nivel de conocimento tradiconal,

grado de diversidad en sus sistemas agricolas

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22 Agroecología 10(1)

sistemas de manejo y estrategias de resiliencia socio-ecológica. Los investigadores y un grupo de agricultores seleccionados elaboraron un manual compuesto de dos secciones principales: (a) una metodología sencilla con indicadores que permiten a los agricultores evaluar si sus granjas podrían soportar un evento climático severo (se-quía o huracán) y con indicaciones sobre qué hacer para aumentar la resiliencia de la granja; y (b) una descripción de los principales principios y prácticas socio-ecológicas que los agricultores familiares pueden utilizar de forma individual o colectiva (a nivel de la comunidad) para me-jorar la capacidad de adaptación de los sistemas agríco-las al cambio climático (Nicholls et al. 2013).

Utilizando el marco conceptual de resiliencia descrito anteriormente los equipos se dedicaron a la investigación socio-ecológica en los sistemas agrícolas seleccionados en cada país y desarrollaron una metodología para com-prender las características agroecológicas de los sistemas agrícolas y las estrategias sociales utilizadas por agriculto-res que les permitieron resistir y/o recuperarse de sequías, tormentas, inundaciones o huracanes (Nicholls y Altieri 2013). Para ilustrar la aplicación de las metodologías, pre-sentamos información de tres estudios de caso realizados en: (a) Carmen del Viboral, Antioquia, Colombia; (b) Mixteca Alta, Oaxaca, México y (c) Región de la Araucanía, Chile.

9.1 Carmen del ViboralEn este estudio los investigadores evaluaron la res-

iliencia de 6 granjas (3 manejadas convencionalmente con agroquímicos y sin prácticas de conservación de suelos, y 3 granjas agroecológicamente diversificadas con prácticas de conservación de suelos) que presen-taban condiciones similares en cuanto a pendiente y exposición (Henao 2013).

El equipo desarrolló 6 indicadores para estimar la vul-nerabilidad (pendiente, diversidad del paisaje, susceptibi-lidad del suelo a la erosión) y la capacidad de respuesta (prácticas de conservación de suelos, prácticas de mane-jo del agua, niveles de diversidad de cultivos, autosufi-ciencia alimentaria, etc.) en las 3 granjas agroecológicas y las 3 granjas convencionales. Al asignar valores (del 1 al 5, los valores cercanos a 1 o 2 expresan un mayor nivel de vulnerabilidad) a estos indicadores fue posible comparar las granjas en un diagrama tipo ameba (Fig. 4).

Es evidente que las granjas agroecológicas (verdes) eran menos vulnerables que las convencionales (rojas). El equipo también aplicó 13 indicadores para evaluar la capacidad de respuesta demostrada por los agriculto-res, y de nuevo quedó claro que las granjas agroecoló-gicas (verdes) exhibieron una mayor capacidad de res-puesta que las convencionales (rojas) (Fig. 5).

Al aplicar la metodología y ubicar los valores de ries-go en un triángulo, fue evidente que las granjas agro-ecológicas (puntos verdes en la Figura 6) demostraron un menor nivel de vulnerabilidad debido a su alta ca-pacidad de respuesta respecto a las granjas conven-cionales (puntos de color naranja en la Figura 6), que demostraron una mayor vulnerabilidad y una menor capacidad de respuesta.

9.2 Mixteca AltaEste estudio realizado en Oaxaca, México describe

cómo pequeños agricultores se adaptaron y prepararon para retos climáticos ya pasados y también lo que están haciendo hoy para lidiar con los recientes aumentos en la temperatura y la intensidad de las lluvias y la llegada más tardía de las mismas (Rogé et al. 2014). Los agricul-tores identificaron 14 indicadores para evaluar la capaci-

0

1

2

3

4

5

Agroecológico

Convencional

Pendiente

Diversidad paisajística

Bioestructura

Compactación

Carcavas

Capacidad deinfiltración

Agroecológico

Convencional

0

1

2

3

4

5 Cobertura vegetal

Barreras de vegetación

Labranza de conservación

Manejo hidrologico

.

Terrazas

Autoconsumo Autosuficiencia

Banco de semillas

Alimentación animal

Asoc. de cultivos

Areas protegidas

Textura de suelo

Prac. incr. materia orgánica

Figura 4. Gráfica de ameba mostrando los valores de vulnerabilidad en fincas convencionales y agroecológicas en An-tioquia, Colombia.

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Agroecológico

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Diversidad paisajística

Bioestructura

Compactación

Carcavas

Capacidad deinfiltración

Agroecológico

Convencional

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5 Cobertura vegetal

Barreras de vegetación

Labranza de conservación

Manejo hidrologico

.

Terrazas

Autoconsumo Autosuficiencia

Banco de semillas

Alimentación animal

Asoc. de cultivos

Areas protegidas

Textura de suelo

Prac. incr. materia orgánica

Figura 5. Gráfica de ameba que exhibe la capacidad de respuesta de agriculto-res convencionales y agroecológicos en Antioquia, Colombia.

Figura 6. Triángulo ubicando fincas convencionales y agroecológicas según su nivel de vulnerabilidad y capacidad de respuesta en Antioquia, Colombia

E l J ardín

R ena-s er

L a S ubienda

L a R os ita

C ocondo

C ocondo

S anta A na

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24 Agroecología 10(1)

dad de adaptación de cuatro agroecosistemas ubicados en las comunidades de Zaragoza y El Rosario usando el formulario descrito en la Tabla 3. Los investigadores com-binaron las evaluaciones de los agroecosistemas de cada comunidad asignando puntuaciones numéricas de 0 para marginal (cara triste), 1 para aceptable (cara neutral) y 2 para óptimo (cara feliz). Los agricultores analizaron los resultados dibujando diagramas de barras para las pun-tuaciones combinadas de su comunidad. Se les alentó a que analizaran los resultados de sus evaluaciones como grupo presentándoles las siguientes preguntas:

· ¿Cómo mantener caras felices (es decir, la condi-ción óptima) en las categorías paisaje, manejo de los agricultores y calidad del suelo?

· ¿Cómo obtener más caras felices (es decir, la con-dición óptima) que las que ya tienen en las cate-gorías paisaje, manejo de los agricultores y calidad del suelo? En otras palabras como mejorar los in-dicadores que muestran caras tristes (condición marginal) para que obtengan valores óptimos (ca-ras felices).

A escala del paisaje, los agricultores de Zaragoza ob-servaron que los bordes con vegetación y la vegetación perenne con múltiples usos mitigaron la exposición a eventos climáticos extremos. De manera similar, los agri-cultores de Coxcaltepec reconocieron que los paisajes heterogéneos y boscosos protegieron a las parcelas trayendo lluvia, reteniendo las aguas subterráneas, acu-mulando materia orgánica en el suelo y controlando las plagas de insectos. Los participantes de El Rosario des-cribieron que las zanjas de contorno capturan tierra y agua, y que una ligera pendiente en las zanjas de con-torno evita las inundaciones y la ruptura de las mismas durante eventos de lluvias fuertes.

Los indicadores de manejo de los agricultores a esca-la de parcela resaltaron la importancia de la diversidad genética y de especies de los cultivos para estabilizar los rendimientos, dada la variación en el rendimiento de los cultivos de un año a otro. El indicador de “mejoras del suelo” se derivó de testimonios de agricultores que in-dicaron que los fertilizantes sintéticos sólo mejoraron el rendimiento de los cultivos cuando hubo precipitacio-nes favorables; en los años de sequía los fertilizantes sin-téticos no fueron eficaces e “incluso quemaron los cul-tivos”. Los participantes de Coxcaltepec recomendaron sustituir los fertilizantes sintéticos con varias mejoras del suelo con enmiendas de origen local que incluyeron abonos animales, humus de lombriz, humus de los bos-ques y orina humana.

Los agricultores afirmaron que la calidad del suelo también afecta el impacto de la variabilidad climática en los agroecosistemas. Las tres comunidades asocia-ron la retención de la humedad del suelo con la textura y la profundidad del mismo. Por lo general, los suelos arcillosos fueron descritos como los más productivos en años de sequía, pero también difíciles de cultivar en años lluviosos. En cambio los agricultores describieron los suelos arenosos como los más fáciles de cultivar en años lluviosos pero también los menos productivos. Los agricultores consideraron los suelos profundos, medi-dos por lo mucho que el arado egipcio entra en el suelo, como los más productivos tanto en años lluviosos como secos.

9.3 Región de la AraucaníaEn este estudio se evaluaron 177 familias que prac-

tican agricultura campesina en la zona de secano de la región de La Araucanía (Chile), diferenciadas de acuer-do a su origen étnico en mapuche, chilenos y descen-dientes de colonos europeos (Montalba et al. 2015). Se

Tabla 3. Formularios utilizados por los agricultores para evaluar sus agroecosistemas en cada comunidad de Zaragoza and El Rosario,Mexico, basándose en 14 indicadores derivados localmente (Rogé et al 2014)

Equipo:Comunidad:Sistema de Producción:

Categoría Indicador Marginal (cara Triste) Aceptable (cara neutra) Optimo (cara feliz)

Paisaje

Composición territorialRompevientos

Ubicación del predioConservación del suelo

Manejo del agricultor

Rotación de cultivosVariedadesPolicultivosEnmiendasLabranza

Calidad del suelo

Plantas espontáneasProductividad del suelo

Materia orgánicaProfundidad

Textura

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identificaron y evaluaron variables asociadas a los nive-les de ocurrencia e intensidad de sequías (amenaza) y la vulnerabilidad de los sistemas campesinos ante estos eventos, así como su capacidad de respuesta. Se identi-ficaron tres variables (intensidad y duración de sequía y pérdida de rendimiento) para representar el nivel de amenaza de los sistemas productivos frente al estrés hídrico. El nivel de resiliencia socio-ecológica se repre-sentó por 4 variables (% cobertura de plantaciones fo-restales exóticas circundantes, acceso al agua, ubicación de la finca en la cuenca y contexto agroecológico de las fincas) y tres variables que denotan la capacidad de res-puesta para enfrentar y recuperarse de los períodos de estrés hídrico. En relación a las variables de “amenaza”, “vulnerabilidad” y “capacidad de respuesta”, se encontra-ron diferencias estadísticamente significativas (ANDE-VA) entre grupos de campesinos, relacionado principal-mente al origen étnico de estos. Como muestra la Figura 7, aunque los campesinos mapuche están más expues-tos al riesgo, presentaron una mayor resiliencia que los

chilenos y colonos, lo cual se relaciona al mayor nivel de conocimiento de prácticas específicas de adaptación y la mantención en sus sistemas productivos de una ma-yor diversidad de especies o variedades tolerantes a la escasez hídrica, a pesar que las redes sociales de apoyo parecen menos desarrolladas entre los campesinos ma-puches (Fig. 8).

Las evaluaciones de resiliencia realizadas hasta la fecha por el grupo de REDAGRES sugieren que las es-trategias agroecológicas que incrementan la resiliencia ecológica de los sistemas agrícolas son una condición necesaria pero no suficiente para alcanzar la sostenibili-dad. Para mejorar la capacidad de los grupos o comuni-dades para adaptarse frente a estresores ambientales, la resiliencia social debe ir de la mano con la resiliencia eco-lógica. Para ser resilientes las sociedades rurales deben, por lo general, demostrar la capacidad de amortiguar las perturbaciones con métodos agroecológicos adop-tados y difundidos a través de la auto-organización y la acción colectiva. Reducir la vulnerabilidad social a través

Figura 8. Capacidad de respuesta (o de adaptación) frente al riesgo de estrés hídrico de tres grupos de campesinos étnicamente diferenciados en la Región de la Araucanía, Chile.

Figura 7. Exposición al riesgo de estrés hídrico (nivel de amenaza) y niveles de resiliencia frente al riesgo de tres grupos campesi-nos étnicamente diferenciados en la Región de la Araucanía, Chile.

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de la ampliación y consolidación de las redes sociales, tanto a nivel local como regional, puede contribuir a incrementar la resiliencia del agroecosistema. Como se expresó en la fórmula de riesgo, la vulnerabilidad de las comunidades agrícolas depende de lo bien desarrolla-dos que estén su capital natural y social, lo que a su vez hace que los agricultores y sus sistemas sean más o me-nos vulnerables a las perturbaciones climáticas. Como ya se menciono la capacidad de adaptación se refiere al conjunto de precondiciones sociales y agroecológi-cas que permitirán a los individuos o grupos y sus fincas responder al cambio climático de manera resiliente. La capacidad para responder a los cambios en las condi-ciones ambientales existe en diferentes grados en cada comunidad, pero no siempre todas las respuestas son sostenibles. El reto es identificar las que sí lo son para difundirlas de manera que la vulnerabilidad pueda re-ducirse aumentando la capacidad de respuesta de las comunidades utilizando mecanismos agroecológicos que permitan a los agricultores resistir y recuperarse de los eventos climáticos. Las estrategias de organización social (redes de solidaridad, el almacenamiento e inter-cambio de semillas y alimentos, etc.) utilizadas colecti-vamente por los agricultores para hacer frente a las cir-cunstancias difíciles impuestas por este tipo de evento son, por lo tanto, un componente clave de la resiliencia.

10. CONCLUSIONES

Es más que seguro que los sectores agrícolas de to-dos los países del mundo deberán enfrentar algún nivel de impacto asociado al cambio climático, de manera que la adaptación es imprescindible. Es esencial que se

tomen medidas para apoyar a los agricultores y las fa-milias dedicadas a la agricultura para que puedan lidiar tanto con la amenaza de la variabilidad del clima, como con los retos que el cambio climático supondrá para las oportunidades futuras de sobrevivencia. El lanzamien-to de la Global Alliance for Climate Smart Agriculture (http://www.un.org/climatechange/summit/wp-con-tent/uploads/sites/2/2014/09/AGRICULTURE-Action-Plan.pdf ) en la Cumbre Climática celebrada en Nueva York en setiembre de 2014 reconoce el imperativo de la adaptación, pero su enfoque para lograr mejoras soste-nibles en la productividad y en la creación de resiliencia privilegia principalmente innovaciones tales como la identificación y el desarrollo de genes climáticamente inteligentes para mejorar los cultivos, acompañados de fertilizantes. Este enfoque reduccionista presta poca o nula atención a la agricultura tradicional o los enfoques basados en la agroecología que aquí se describen.

Esto es lamentable en tanto que los sistemas agríco-las tradicionales son depósitos de abundantes conoci-mientos sobre una serie de principios y medidas que pueden ayudar a que los sistemas agrícolas modernos se vuelven más resilientes a las condiciones climáticas extremas (Altieri y Toledo 2011). Muchas de estas estra-tegias agroecológicas enumeradas en la Tabla 4 pueden ser implementadas a nivel de fincas para reducir la vul-nerabilidad a la variabilidad climática.

Las prácticas de la Tabla 4 incluyen estrategias agro-ecológicas clave como la diversificación de cultivos, el mantenimiento de la diversidad genética local, la inte-gración de los animales, el manejo orgánico del suelo, la conservación y la cosecha de agua, etc, dentro de un mar-co de rediseño predial. Un primer paso para avanzar en la

Tabla 4. Ejemplos de prácticas agroecológicas (diversificación y manejo de suelo) conocidas por su efecto en la dinámica del suelo y el agua pero que a su vez mejoran la resiliencia del agroecosistema.

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construcción de la resiliencia es entender las característi-cas agroecológicas de los sistemas tradicionales y otros sistemas agroecológicos que han resistido la variabilidad con el paso del tiempo (Dewalt 1994). La cuestión a tratar es discernir qué principios y mecanismos han permitido a estos sistemas resistir y/o recuperarse de sequías, tor-mentas, inundaciones o huracanes. Estos mecanismos pueden ser descifrados utilizando las metodologías des-critas en el presente documento que evalúan la resilien-cia socio-ecológica de los sistemas agrícolas y así reforzar la capacidad de respuesta de los agricultores (Fig. 9).

Figura 9. Factores que influencian la vulnerabilidad de agro-ecosistemas y aspectos relacionados con la capacidad de res-puesta de agricultores y sus manejos que disminuyen la vul-nerabilidad y el nivel de daño.

El segundo paso es difundir con urgencia creciente los principios y prácticas de resiliencia utilizados por los agricul-tores exitosos, así como los resultados de estudios científicos que documentan la efectividad de las prácticas agroeco-lógicas que incrementan la resiliencia de los agroecosiste-mas a los eventos climáticos extremos (sequías, huracanes, etc.). La difusión eficaz de las tecnologías agroecológicas determinará en gran medida qué tan bien y qué tan rápido puedan adaptarse al cambio climático los agricultores. La difusión a los agricultores de comunidades vecinas y otras

en la región puede hacerse por medio de días de campo, visitas recíprocas, seminarios y cursos cortos que se centren en los métodos que explican la forma de evaluar el nivel de resiliencia de cada granja y enseñan qué hacer para mejorar la resistencia tanto a las sequías como a las tormentas fuer-tes. Sin embargo, la metodología Campesino a Campesino utilizada por miles de agricultores en Mesoamérica y Cuba, que consiste en un mecanismo horizontal de transferencia e intercambio de información, es tal vez la estrategia más via-ble para difundir las estrategias de adaptación basadas en la agroecología (Holt-Gimenez 1996, Rosset et al. 2011).

La mayoría de las investigaciones se centran en la resiliencia ecológica de los agroecosistemas, pero poco se ha escrito sobre la resiliencia social de las comuni-dades rurales que manejan dichos agroecosistemas. La capacidad de los grupos o comunidades para adaptarse frente a estresores sociales, políticos o ambientales ex-ternos debe ir de la mano con la resiliencia ecológica. Para ser resilientes las sociedades rurales deben por lo general demostrar su capacidad para amortiguar las perturbaciones con métodos agroecológicos adopta-dos y difundidos a través de la auto-organización y la acción colectiva (Tompkins y Adger 2004). El reducir la vulnerabilidad social a través de la ampliación y consoli-dación de las redes sociales, tanto a nivel local como re-gional, puede contribuir a incrementar la resiliencia de los agroecosistemas. La vulnerabilidad de las comunida-des agrícolas depende de lo bien desarrollado que esté su capital natural y social, lo que a su vez hace que los agricultores y sus sistemas sean más o menos vulnera-bles a las perturbaciones climáticas (Nicholls et al. 2013). La mayoría de las comunidades tradicionales mantiene aún un conjunto de precondiciones sociales y agroeco-lógicas que permiten a sus fincas responder al cambio climático de manera resiliente. La mayoría de las granjas a gran escala tienen una baja capacidad de respuesta a los cambios en las condiciones ambientales, porque en las regiones donde predominan el tejido social se ha roto. El reto será rehabilitar la organización social y las estrategias colectivas en las comunidades dominadas por granjas a mediana y gran escala, incrementando

Tabla 5. Propiedades de agroecosistemas socio-ecológicamente resilientes

Propiedades de agroecosistemas socio-ecológicamente resilientes (Cabell y Oelofse 2012)

Procesos de producción ecológicamente autoregulados vía feedbacks

Alta conectividad entre los componentes bióticos y abióticos

Alta diversidad funcional y responsiva

Alta redundancia

Alta heterogeneidad espacial y temporal a nivel de finca y paisaje

Alta autonomía de control exógeno

Comunidades socialmente auto-organizadas formando configuraciones basados en necesidades y aspiraciones colectivas

Personas reflexivas y que anticipan cambios

Alto nivel de cooperación e intercambio entre miembros de la comunidad

Comunidades que honran el legado y mantienen elementos claves del conocimiento tradicional

Grupos que constantemente construyen capital humano y movilizan recursos a través de redes sociales

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así la capacidad de respuesta de los agricultores para implementar mecanismos agroecológicos que les per-mitan resistir y/o recuperarse de los eventos climáticos. El rediseño de los agroecosistemas con principios agro-ecológicos conlleva a sistemas con propiedades desea-bles de resiliencia socio-ecológica (Tabla 5).

Al buscar la adaptación a través de esquemas basa-dos en la agroecología y la soberanía alimentaria, los medios de subsistencia de más de 1,5 billones de pe-queños agricultores no sólo se podrán asegurar, sino que muchos de sus sistemas persistirán y servirán como ejemplos de sostenibilidad de los que el mundo debe aprender urgentemente. La transformación y demo-cratización del sistema alimentario mundial es la mejor manera de adaptarse al cambio climático, erradicando al mismo tiempo el hambre y la pobreza, ya que de esa manera se enfrentarían directamente las causas que originan la desigualdad y la degradación ambiental. Los movimientos rurales internacionales tales como la Via Campesina (2010) proporcionan las bases para la trans-formación del sistema actual, promoviendo y difundien-do principios y prácticas agroecológicas y promoviendo redes de cooperación complejas que transfieren los co-nocimientos técnicos y políticos a través de las esferas internacionales, desafiando al mismo tiempo a las ins-tituciones globales, los regímenes de comercio interna-cional y el control corporativo del sistema alimentario.

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Resumen

La producción agropecuaria se realiza bajo la influencia de diversos factores de estrés y en par-ticular el proceso de reconversión agroecológica parte del estado en que se encuentra el sistema de producción y la capacidad de autogestión del capital humano, para decidir y actuar sobre su rediseño y manejo, todo lo cual requiere disponer de herramientas metodológicas que faciliten el seguimiento y las decisiones paulatinas por parte de los agricultores y sus organizaciones.

Diversos proyectos de innovación, que tienen el propósito de contribuir a la transición de fin-cas hacia la sostenibilidad, la resiliencia a eventos externos y la soberanía local, entre otros, necesi-tan disponer de una línea base, planificar el rediseño y manejo, así como evaluar los cambios, todo lo cual requiere de métodos rápidos, sensibles y factibles de aplicar con el mínimo de recursos.

La metodología que se ofrece, propone como componentes del proceso de reconversión agro-ecológica los siguientes: capital humano, capacidad de autogestión, calidad del agroecosistema y transformabilidad. Para cada uno se definieron indicadores, variables y criterios para su medi-ción, así como los índices compuestos para valorizarlos, que se pueden ajustar (contextualizar) de acuerdo a las condiciones particulares de cada territorio, para obtener un Coeficiente de Recon-versión Agroecológica (CRA) del sistema de producción. La misma es el resultado de un proceso de innovación realizado durante los años 2012-2015 en la provincia de La Habana, Cuba.

En el caso estudiado, finca “La China”, que fue creada en 2009, la valorización obtenida por los componentes fue la siguiente: capital humano (0,62), capacidad de autogestión (0,63), calidad del agroecosistema (0,74) y transformabilidad (0,44), para finalmente obtener un CRA de 0,61, resultados que evidencian que dicho sistema está en condiciones para seguir avanzando en el proceso de reconversión agroecológica.

Palabras claves: Reconversión agroecológica, transición, indicadores, agroecología.

Summary

Methodological proposal to the evaluation of the agroecological conversión process

The process of agroecological conversion starts from the state in which the production system is, and the capacity of the human capital available to act in directing the redesign and manage-ment of the farm. This requires the existence of methodological tools that facilitate the monitor-ing and the decisions that farmers must take during the transition.

Most innovation projects that aim at transitioning farms towards sustainability, resilience and sovereignity need to define a starting point from which to plan the redesign and management, and then evaluate the changes that happen during the conversion, requiring rapid, sensitive and easy to use methods. Herein we propose a methodology that evaluates the following compo-nents involved in the agroecological conversion: human capital, management capacity, agroeco-system quality and transformability. A set of criteria, variable and indicators was developed for each component, which contextualized for each territory, can lead to obtaining the Coefficient of Agroecological Conversion (CRA). As a case study, the methodology was applied between 2012-2015 in the farm “La China” in Havana Province, Cuba. Values obtained for each component were: human capital (0,62), management capacity (0,63), agroecosystem quality (0,74) and transform-ability (0.44) indicating that the farm is in condition to advance in its agroecological conversion process.

Key words: Agroecology, agroecological conversion, indicators, Cuba.

PROPUESTA METODOLÓGICA PARA LA EVALUACIÓN DEL PROCESO DE RECONVERSIÓN AGROECOLÓGICA

Luis L. Vázquez1, Hortensia Martínez2

1Instituto de Investigaciones de Sanidad Vegetal (INISAV), La Habana, Cuba; 2Finca “La China”, La Lisa, La Habana, Cuba. E-mail: [email protected].

Agroecología 10(1): 33-47, 2015

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INTRODUCCIÓN

La transición agroecológica es un proceso de trans-formación de los sistemas convencionales de pro-ducción, hacia sistemas de base agroecológica, que comprende no solo elementos técnicos, productivos y ecológicos, sino también aspectos socioculturales y económicos del agricultor, su familia y su comunidad (Marasas et al. 2012); por tanto, debe entenderse como un proceso multilineal del cambio que ocurre a través del tiempo (Caporal y Costabeber 2004).

Los sistemas de producción agropecuaria convencio-nales, explotan una o varias especies de plantas o ani-males en sistemas de cultivo y ganadería especializados y de grandes extensiones, con la utilización de tecnolo-gías con predominio de mecanización e insumos quími-cos, que causan externalidades negativas; en cambio, los sostenibles con base agroecológica, integran diversidad de especies de cultivos, animales y árboles, mediante di-seños complejos, en campos de diferentes dimensiones, para favorecer multifunciones que reducen prácticas degradativas e insumos externos, así como aumentan servicios ecológicos (Vázquez 2015).

La agroecología estudia el agroecosistema como un todo (holísticamente) y se considera a este como un sis-tema complejo (Griffon 2008a), lográndose un acerca-miento integral a los procesos que se dan en el mismo y de esta manera, superar la aproximación simplista de la agricultura convencional (Altieri y Nicholls 2000a).

Son diversos los avances científicos existentes para la evaluación y análisis sistémico de los sistemas de pro-ducción, principalmente los estudios de sostenibilidad (Astier et al. 2008, Dellepiane y Sarandón 2008), de bio-diversidad (Funes-Monzote 2009, Griffon 2008b, 2009, Leyva y Lores 2012, León 2010, Vázquez 2013, Vázquez et al. 2014), de eficiencia (Funes-Monzote 2009), entre otros como las cadenas de valores (Donovan y Stoian 2012), cuyas herramientas metodológicas permiten rea-lizar una nueva mirada muy diferente a los criterios con-vencionales del productivismo.

Bajo esta perspectiva se ha considerado el sistema de producción como el nivel en el cual se realizan las accio-nes de mayor importancia en procesos de reconversión y que, según Etter (1993), tradicionalmente el concepto de sistema de producción se ha mantenido en un nivel abstracto, desligado de su contenido real, lo cual ha im-pedido su adecuada comprensión y su aplicación para el análisis de la dimensión ecosistémica de la realidad. Gliessman (2001) argumenta que la conversión de un sistema convencional a otro sostenible necesita de un enfoque agroecológico, en que la unidad de produc-ción se percibe como parte de un sistema más grande de partes interactuantes, todo un agroecosistema, por lo que debemos enfocarnos en rediseñar ese sistema con el objetivo de promover un amplio rango de dife-rentes procesos ecológicos y socioeconómicos.

Uno de los motivos por los que muchos agricultores realizan una conversión desde un sistema de monocul-tivo manejado con insumos agroquímicos, a un sistema más diversificado, es lograr una producción de calidad y estable, poco dependiente de insumos extremos, con el objetivo de disminuir los costos de producción, y a la vez conservar recursos naturales de la finca tales como suelo, agua y agrobiodiversidad (Altieri 1995).

Precisamente, la importancia de la biodiversidad para los sistemas agrícolas radica en el freno de la homoge-neización y simplificación de los agroecosistemas, apor-tando mayor resistencia a las perturbaciones, menor vulnerabilidad a enfermedades y plagas y beneficios tales como la prevención de la erosión del suelo (Altieri 1999), a través de cubiertas vegetales o la adaptabilidad a condiciones ambientales imprevistas debido a la hete-rogeneidad y diversidad genética.

El diseño de agroecosistemas bajo principios eco-lógicos conjuga ambas diversidades, natural y cultural, con el propósito de fomentar un equilibrio dinámico y una estabilidad en los sistemas, es decir, una sostenibi-lidad que emerge como cualidad sinérgica del enfoque de ecosistema hacia la agricultura (Gliessman 2001).

Por ello, una estrategia clave en agroecología es ex-plotar la complementariedad y sinergia que derivan de las diferentes combinaciones de cultivos, árboles y animales en agroecosistemas, que se rigen por arreglos espaciales y temporales, tales como policultivos, siste-mas agroforestales y mezclas cultivo-ganadería (Altieri y Nicholls 2000b).

Introducir como criterio las funciones que realizan las especies productivas integradas en los diseños agro-ecológicos de sistemas de cultivo, así como las que se logren como resultado de las interacciones del dise-ño y manejo temporal y espacial de estos (Vázquez et al. 2015), refuerza la hipótesis de que la biodiversidad puede ser descrita en términos de número, abundan-cia, composición y distribución espacial de sus entida-des (genotipos, especies, o comunidades dentro de los ecosistemas), caracteres funcionales, así como las inte-racciones entre sus componentes (Hooper et al. 2005) y existe pleno consenso científico y social referente a la importancia de la biodiversidad para el funcionamien-to, el mantenimiento y la estabilidad de los ecosistemas (Gliessman 2001).

La producción agropecuaria se realiza bajo la in-fluencia de diversos factores de estrés y en particular la reconversión agroecológica parte del estado en que se encuentra el sistema de producción, las caracterís-ticas de su capital humano y las capacidades creadas, para decidir sobre su rediseño y manejo, todo lo cual requiere disponer de herramientas metodológicas rá-pidas, sensibles y factibles de aplicar con el mínimo de recursos, que faciliten el seguimiento por parte de los técnicos y agricultores, para planificar y evaluar los cam-bios periódicamente. La propuesta metodológica que

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35Propuesta metodológica para la evaluación del proceso de reconversión agroecológica

se ofrece en el presente artículo tiene precisamente es-tos propósitos.

MATERIALES Y MÉTODOS

La presente metodología es resultado del proyecto “BioFincas: Generar diseños y manejos de cultivos y la vegetación auxiliar para incrementar las interacciones benéficas de la biodiversidad funcional” (Vázquez y Al-fonso 2013), financiado por el Programa de Alimento Humano, que se realizó durante 2012-2015 mediante un proceso de innovación en fincas de los municipios Habana del Este, Arroyo Naranjo, La Lisa y Cotorro, en la provincia La Habana, Cuba.

Para definir los indicadores se consideraron como criterios principales las características del capital hu-mano y las capacidades necesarias para la reconversión agroecológica, el estado o calidad del agroecosistema y las funciones que deben ser logradas en el diseño y manejo del sistema de producción (Vázquez 2013, 2014, Vázquez et al. 2012) para favorecer la manifestación de los principios de la agroecología (Altieri 1995). Para cada indicador se seleccionaron variables de mayor contri-bución bajo las condiciones locales actuales donde se generó la metodología, de manera que el seguimiento del proceso permitiera evaluar la transformación que se logra.

Se han adoptado como ecuaciones los índices com-puestos (Schuschny y Soto 2009), por ser más sencillos para determinar los indicadores, cuyas variables y crite-rios de evaluación pueden ser ajustados a las condicio-nes particulares de un territorio, otorgándole flexibili-dad a la metodología (Sarandón y Flores 2009, Vázquez 2013) y de esta manera se pueden eliminar variables que no se ajusten al territorio o incorporar otras, siem-pre que se considere en las respectivas ecuaciones; es-tas últimas se exponen a continuación y se detallan en cada uno de los indicadores en que se utilizan, a saber:

- Variables ponderadas. Se asume una escala ordinal (Mora-Delgado et al. 2011), donde cada variable se pondera con valores que son fracciones de la uni-dad, partiendo del mínimo factor de ponderación (0,2) como el menor nivel alcanzado, hasta el ma-yor nivel (1). Ejemplo: CH

2= [Σ PRI (0,2) + PRC (0,3)

+ SBI (0,4) + SBC (0,5) + PRUI (0,6) + PRUC (0,7) + TM (0,8) + UN]/N, donde se multiplica el número de trabajadores con cada grado alcanzado por el valor de ponderación, posteriormente se realiza una sumatoria y al final se divide por N, que es el total de personas, que en otros indicadores son es-pecies de cultivos u otros elementos evaluados. A los efectos de la presente metodología, este tipo de ecuación se utiliza para evaluar indicadores cuyas variables se ponderan en escala progresiva de acuerdo a su importancia para la reconversión

agroecológica, como son: grado de escolaridad del capital humano, equidad de género, cobertura del suelo y agrobiodiversidad.

- Sumatoria de variables según valor de la escala. Se emplea una escala de cuatro grados para evaluar el nivel alcanzado (Vázquez et al. 2015), de esta forma todas las variables pueden ser evaluadas en una escala progresiva, en que el valor (0) significa que no se realiza, tiene un enfoque convencional o está en muy bajo nivel de aplicación, el valor mínimo (1) es el que muestra el inicio de la trans-formación o la adopción de la agroecología, mien-tras que el valor máximo (4) es el óptimo deseado, según los propósitos de la reconversión para un momento y contexto específico. Cada variable se evalúa según la escala especifica del indicador. Para determinar el indicador se utiliza la expresión siguiente: Σ [(1 *n) + (2 *n) + (3 *n) + (4 *n)]/ N (4), donde 1, 2, 3, 4 son los valores de la escala antes ex-puesta, n es el número de variables con cada valor de la escala; N es el total de variables del indicador y 4 es el valor máximo de la escala. Esta ecuación se utiliza para indicadores cuyas variables se apli-can a campos, cuartones, tramos de cercas vivas u otras estructuras diferentes, así como para capaci-dades que se miden en porcentaje de aplicación.

- Ecuaciones simples. Se emplea una ecuación sim-ple (Vázquez 2013) que otorga el valor a cada variable mediante una escala de cuatro grados; posteriormente se realiza una sumatoria y se de-termina el valor medio. Ejemplo: CH

4= Σ [CE + AS +

OS + S + DB]/N, donde N es el producto de la mul-tiplicación del número de variables (en este caso 5) por el valor máximo de la escala (4), en este caso 20. Este tipo de ecuación se utiliza para indicado-res sencillos y para valorizar los componentes.

Para evaluar las variables se utilizan escalas relati-vas y ponderaciones (Sarandón y Flores 2009), todo lo cual permite utilizarla tanto para datos absolutos como cualitativos, característica que facilita su utilización en la producción agropecuaria, donde normalmente no se dispone de informaciones registradas, acceso a servi-cios analíticos, o estudios locales que ofrezcan valores de referencia (Vázquez 2013).

Una vez determinados los indicadores, los resultados se utilizan para valorizar cada uno de los componen-tes y al final determinar el Coeficiente de Reconversión Agroecológica (CRA), un índice general que permite valorizar el proceso en un sistema de producción y se emplea la expresión siguiente: CRA= Σ [VCH + VCAG + VCA + CTR]/4.

Los resultados de la aplicación de la metodología, que se ofrecen en el presente artículo, corresponden a la finca “La China”, ubicada en el municipio La Lisa, La Ha-bana, Cuba. Fue creada en 2009 por el DL 259 de entrega

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de tierras ociosas y desde entonces se han apropiado de la agroecología para la gestión de la finca. Actualmente posee 7,10 ha dedicada a la ganadería (ganado mayor y menor, aves de corral, cunicultura y porcinocultura) y la agricultura (frutales, hortalizas, granos, raíces y tubércu-los, forrajes). La finca está participando en el proyecto: “Diseño, implementación y diseminación de Sistemas Integrados de Ganadería Agroecológica en La Habana, liderado por la Asociación Cubana de Producción Ani-mal (ACPA), en el cual se está aplicando esta metodo-logía.

DEFINICIÓN DE LOS COMPONENTES DE LA RECONVERSIÓN AGROECOLÓGICA

Durante el proceso de generación de los indicadores y sus variables, estos se agruparon en componentes que se relacionaran con la reconversión de sistemas de pro-ducción como proceso, sea indirectamente porque son características del capital humano y capacidades crea-das, o directamente, porque caracterizan la calidad del agroecosistema, así como los diseños y manejos agro-ecológicos que se realizan, de manera que se pudiera visualizar la complejidad del mismo. Los componentes, sus indicadores, las variables, los criterios o escalas de evaluación y las ecuaciones utilizadas se ofrecen a con-tinuación.

Capital humano (CH). Las personas o trabajadores que contribuyen directamente a la producción y en las actividades de apoyo interno: el agricultor o administra-dor, los miembros de la familia que participan, los obre-ros fijos y los contratados eventualmente. La capacidad y grado de pertenencia colectiva del capital humano, determinan el éxito del proceso y el acceso a oportuni-dades externas que beneficien la eficiencia de la recon-versión del sistema de producción.

Percepción sobre los principios de la agroecología (CH

1). La percepción cognitiva y conductual del colec-

tivo de trabajadores sobre los principios de la agroeco-logía, constituye un indicador que se evalúa colectiva-mente y permite determinar el nivel de apropiación de la agroecología, a la vez que contribuye a sensibilizarlos sobre su aplicabilidad en el proceso de reconversión agroecológica. En la medida que el valor obtenido sea mayor, habrá mejores posibilidades de que los trabaja-dores avancen en el proceso de transformación de di-cho sistema, porque significa que ya han entendido y adoptado diseños y manejos agroecológicos.

Estos principios son (Altieri 1995, 2010): (1) aumen-tar el reciclaje de biomasa, con miras a optimizar la descomposición de materia orgánica y el ciclo de nu-trientes a través del tiempo; (2) proveer las condiciones de suelo más favorables para el crecimiento vegetal, en particular mediante el manejo dela materia orgánica

y el mejoramiento de la actividad biológica del suelo; (3) fortalecer el sistema inmunológico de los sistemas agrícolas, mejorando la biodiversidad con funciones de regulación natural de organismos nocivos; (4) minimizar las pérdidas de energía, agua, nutrientes y recursos ge-néticos, mejorando la conservación y regeneración de suelos, recursos hídricos y la diversidad biológica agrí-cola; (5) diversificar las especies y recursos genéticos en el agroecosistema en el tiempo y el espacio a nivel de campo y paisaje; (6) aumentar las interacciones bioló-gicas y las sinergias entre los componentes de la bio-diversidad agrícola, promoviendo procesos y servicios ecológicos claves; (7) articular el sistema de producción a nivel local, para favorecer sinergias en servicios, insu-mos e innovaciones; (8) ofrecer diversidad de produc-tos sanos e inocuos a la población de manera continua, para contribuir a su seguridad y soberanía alimentaria; (9) aumentar la capacidad de resiliencia a eventos extre-mos externos; (10) contribuir a la soberanía tecnológica, energética y alimentaria.

Se facilita un ejercicio con la participación de todos los trabajadores del sistema de producción, mediante el procedimiento siguiente: (a) se listan los diseños y ma-nejos agroecológicos que se realizan; (b) se identifican los principios que son beneficiados con cada uno de los diseños y manejos; (c) se determina el porcentaje de contribución de los diseños y manejos a cada uno de los principios, según la escala siguiente: 0-muy baja (con-tribuyen menos del 10 % de los diseños y manejos lis-tados); 1-baja (entre 11-25 %); 2-media (26-50 %); 3-alta (51-75%); 4-muy alta (más de 75 %); (d) se determina el nivel de apropiación de los principios de la agroeco-logía mediante la ecuación: CH

1= Σ [(1 *n) + (2 *n) + (3

*n) + (4 *n)]/ N (4); n es el número de principios que se benefician con cada valor de la escala; N es el total de principios y 4 es el valor máximo de la escala.

Grado de escolaridad (CH2). Es un valor integral de la

escolaridad alcanzada por todos los trabajadores invo-lucrados en el sistema de producción. A los efectos de la presente metodología, el grado de escolaridad del co-lectivo de trabajadores es fundamental para entender y realizar con calidad los diseños y manejos, así como las innovaciones que se requieren durante el proceso de reconversión.

Se puede caracterizar mediante las variables de gra-do de escolaridad alcanzada siguientes: primaria incom-pleta (PRI), primaria completa (PRC), secundaria básica incompleta (SBI), secundaria básica completa (SBC), pre-universitario incompleto (PRI), preuniversitario com-pleto (PRC), técnico medio (TM), universitario (UN). Se confecciona un listado de los trabajadores y el último grado de escolaridad alcanzado por cada uno. Se utiliza la expresión siguiente: CH

2= [Σ PRI (0,2) + PRC (0,3) + SBI

(0,4) + SBC (0,5) + PRUI (0,6) + PRUC (0,7) + TM (0,8) + UN]/N, donde se multiplica el número de trabajadores

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con cada grado alcanzado por el valor de ponderación, posteriormente se realiza una sumatoria y al final se di-vide por N, que es el total de trabajadores.

Equidad de género (CH3). Es la equidad en la parti-

cipación de mujeres y hombres con diferentes respon-sabilidades. A los efectos de la presente metodología, valores medios significa que existe equidad de género y en las diferentes responsabilidades o actividades en que participan, mientras que valores cercanos a la uni-dad evidencian una mayor distribución de responsabili-dades con equidad de género.

Del total de trabajadores, se realiza una valoración de la participación de mujeres y hombres, así como la designación de responsabilidades, para lo cual se con-sideran las variables siguientes: hombres obreros (HO), mujeres obreras (MO), hombres obreros y con responsa-bilidades en procesos productivos (HR), mujeres obreras y con responsabilidades en procesos productivos (MR), hombre administrador del sistema de producción (HA), mujer administradora del sistema de producción (MA). Se utiliza la expresión siguiente, que beneficia en la ponderación a la participación de la mujer: CH

3= [Σ HO

(0,2) + MO (0,3) + HR (0,4) + MR (0,5) + HA (0,6) + MA (0,7)]/N, donde se multiplica el número de trabajadores por el valor de ponderación, se realiza una sumatoria y el resultado se divide por N, que es el total de trabaja-dores.

Beneficios para los trabajadores (CH4). El bienestar

durante la jornada laboral y otros beneficios que reci-ban los trabajadores, constituye un estímulo de impor-tancia para aumentar su sentido de pertenencia, empo-derarse en la solución de los problemas y contribuir en los éxitos productivos y el proceso de reconversión.

Se evalúa mediante las variables siguientes: condi-ciones de estancia (CE), acceso a servicios de salud (AS), oportunidades para la superación (OS), salario adecua-do (S), distribución de beneficios (DB). Para cada una de estas variables se caracterizan los beneficios y se deter-mina cual es el mínimo (aceptable) y óptimo (muy bue-no) bajo las condiciones locales, ya que este indicador es muy contextual. Cada una de estas se evalúa según la escala siguiente: 1-aceptable; 2-mejorado; 3-en au-mento; 4-muy bueno. La ecuación para determinar los beneficios de los trabajadores es: CH

4= Σ [CE + AS + OS

+ S + DB]20.

Participación en intercambios recíprocos (CH5). Las

actividades participativas, organizadas dentro y fuera del sistema de producción, donde existe la oportunidad de aprender, intercambiar y sistematizar experiencias, todo lo cual resulta esencial para aumentar las capacidades necesarias para la reconversión agroecológica.

Se consideran necesarios los tipos de actividades si-guientes: encuentros en fincas (EF), seminarios o talleres

organizados en el territorio (ST), cursos u otras activida-des de capacitación que empleen métodos participati-vos (C), eventos técnicos en que los agricultores tengan la oportunidad de exponer sus experiencias y resulta-dos (ET). Cada una de estas se evalúa según la escala siguiente, que considera el número de actividades y el porcentaje de participación: 1-una; 2-dos a tres; 3-(2) + entre el 20-40 % de los trabajadores; 4-(2) + más del 40 % de los trabajadores. La ecuación es la siguiente: CH

5= Σ

[EF + ST + C + ET]/16.

Acceso a servicios técnicos agropecuarios (CH6). Los

diversos tipos de servicios técnicos agropecuarios que son recibidos de entidades externas al sistema de pro-ducción, sea en la propia localidad o en otro nivel. Se asume que estos servicios son necesarios en la creación de capacidades para la reconversión agroecológica.

Son considerados de importancia para la reconver-sión agroecológica los siguientes: suelos (S), riego y agua (RA), sanidad vegetal (SV), veterinaria (V), agrotec-nia (AT), zootecnia (ZT). Cada uno de estos se evalúa de acuerdo al nivel de acceso, la frecuencia y su importan-cia: 1-se accede ocasional o irregularmente; 2-se accede sistemáticamente una vez al año; 3-se accede sistemá-ticamente más de una vez al año; 4- (2 o 3) + el servicio logra una contribución efectiva sobre el proceso de re-conversión. Se emplea la expresión siguiente: CH

6= Σ [S

+ RA + SV + V + AT + ZT]/24.

Participación en innovaciones (CH7). Los vínculos

efectivos con centros de investigación, universidades, organizaciones que manejan proyectos, programa u otras, todo lo cual significa que de hecho esta vincula-ción facilita la creación de capacidades, la adopción de nuevas tecnologías, entre otros que favorecen la recon-versión agroecológica.

Se pueden medir mediante las variables siguientes, siempre que las innovaciones que se consideren con-tribuyan a la eficiencia y la reconversión agroecológica: transferencia directa de nuevas tecnologías (TT), reali-zación de experimentos en el sistema de producción (RE), participación directa en proyectos (PP), escenario del proyecto para sistematizar resultados y experiencias con otros agricultores (SR). Cada uno de estos se eva-lúa mediante una escala que considera la realización en el sistema de producción, su adopción y los bene-ficios: 1-se ha realizado anteriormente; 2- se realiza ac-tualmente; 3- (2) + está contribuyendo a mejoras en los resultados del sistema de producción; 4- (3) + se genera continuidad de estos procesos. La ecuación para deter-minar la participación en innovaciones es la siguiente: CH

7= Σ [TT + RE + PP + SR]/16.

Capacidad de gestión de financiamiento (CH8). Para

lograr avanzar hacia la sostenibilidad se requiere ac-ceder a diferentes fuentes de financiamiento y no de-

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pender solamente de las ventas, por ello este indicador otorga mayor importancia a la diversidad de fuentes y la contribución de cada una.

A continuación, se definen las que potencialmente se consideran para una adecuada valoración de la capa-cidad de gestión, pero pueden ser incorporadas otras: venta al mercado (VM), venta a mercados especiales (VME), venta a la industria (VI), cobro de servicios am-bientales (CSA), proyectos y programas (PR). Para reali-zar la evaluación, cada una de ellas es valorada aproxi-madamente y según el criterio del agricultor, respecto a su contribución a los ingresos totales: 1-baja; 2-media; 3- alta; 4- muy alta. Se determina mediante la ecuación siguiente: CH

8= Σ [VM + VME + VI + CSA + PR]/20.

Valorización del capital humano (VCH). A partir de los resultados obtenidos en la evaluación de los indicado-res, se valoriza el capital humano mediante la expresión siguiente: VCH= Σ [(CH

1) + (CH

2) + (CH

3) + (CH

4) + (CH

5) +

(CH6) + (CH

7) + (CH

8)]/8.

Capacidad de Autogestión (CAG). Las capacidades existentes y las logradas durante el proceso de recon-versión agroecológica, son fundamentales para aumen-tar la autosuficiencia en insumos y la estabilidad pro-ductiva.

Independencia de energía externa (CAG1). Es la capa-

cidad de reducir la adquisición energía externa conven-cional, sea debido a sustitución por energía alternativa generada en el propio sistema o por aumento de la efi-ciencia en los procesos; esto significa que en la evalua-ción no se considera cuando la reducción del uso es por no designación, por escasez o por falta de dinero para adquirirla. Valores más cercanos a la unidad significan un menor consumo de energía externa. Los principales tipos que son adquiridos externamente son: electrici-dad (E), petróleo (P), gasolina (G), gas licuado (GL). Para cada tipo, evaluar según una escala relativa: 1-el consu-mo es aproximadamente igual al año anterior; 2-se ha reducido menos del 25 % en comparación con el con-sumo del año anterior; 3-se ha reducido más de 25 % en relación con el consumo del año anterior; 4-(3) + mues-tra tendencia a reducir su consumo en los últimos años. Se evalúa mediante la ecuación siguiente: CAG

1=Σ [E +

P + G + GL)]/16.

Capacidad de autoabastecimiento en alimentos para los trabajadores y la familia (CAG

2). Se refiere a los ali-

mentos necesarios para los trabajadores durante la jor-nada laboral y los que se consumen por la familia del agricultor. En la medida que el resultado se acerque a la unidad, habrá mayor capacidad de autoabastecimien-to por parte del sistema de producción. Se realiza una lista de alimentos que normalmente se necesitan o son consumidos, considerando las costumbres locales y de

estos el porcentaje que es obtenido en el sistema de producción. La capacidad de autoabastecimiento de cada alimento de la lista es evaluada mediante la escala siguiente: 1-solamente se logra obtener internamente hasta un 30% de la necesidad; 2-se logra obtener inter-namente entre 31-50 % de la necesidad; 3-se logra ob-tener internamente entre 51-75 % de la necesidad; 4-se obtiene internamente más del 75 % de la necesidad. Se evalúa mediante la ecuación siguiente: CAG

2=Σ [(1*n) +

(2 * n) + (3 * n) + (4 * n)]/4 (N), donde: 1, 2, 3, 4, son los valores de las escalas; n es el número de alimentos con cada valor de la escala; N es el total de alimentos y 4 es el valor máximo de la escala.

Capacidad de autoabastecimiento en alimentos para los animales productivos y de labores (AG

3). Se determi-

na de la misma forma que el indicador anterior.

Capacidad de integración y obtención de insumos ecológicos para la nutrición de los cultivos y la mejora del suelo (CAG

4). La diversidad y nivel de utilización de

abonos orgánicos, biofertilizantes y otros insumos bio-lógicos es fundamental en la reconversión, sean obte-nidos externa e internamente, estos últimos de mayor importancia, no solamente por razones de eficiencia, sino de bioseguridad. Los insumos ecológicos que se consideran necesarios para el proceso de reconversión y que se pueden obtener en el propio sistema de pro-ducción son: estiércol descompuesto (ED), compost (C), lombricompost (LC), inoculantes micorrízicos (IM), mi-croorganismos eficientes (ME), biofertilizantes y bioes-timulantes artesanales (BF). La capacidad es evaluada mediante la escala siguiente: 1-los utiliza obtenidos externamente, pero en la localidad; 2-solamente se lo-gra obtener internamente hasta un 30% de la necesi-dad; 3-se logra obtener internamente entre 31-50 % de la necesidad; 4-se logra obtener internamente más del 50 % de la necesidad. Se evalúa mediante la ecuación siguiente: CAG

4=Σ [(1*n) + (2 * n) + (3 * n) + (4 * n)]/4

(N), donde: 1, 2, 3, 4, son los valores de las escalas; n es el número de tipos de insumos con cada valor de la escala; N es el total de tipos de insumos y 4 es el valor máximo de la escala.

Capacidad de integración de bioproductos en la sanidad de cultivos y animales (CAG

5). Se considera de

mayor importancia la capacidad de integrar bioproduc-tos y de obtener internamente algunos. Los tipos de bioproductos que pueden ser utilizados en sustitución de los productos químicos son: preparados botánicos (PB), bioplaguicidas microbiológicos (BM), artrópodos entomófagos (AE), medicamentos homeopáticos (MO), vacunas (V). Para determinar la capacidad de integra-ción de insumos biológicos para la sanidad de cultivos y animales, se consideran el número de aplicaciones o tra-tamientos de productos químicos o sintéticos que son

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39Propuesta metodológica para la evaluación del proceso de reconversión agroecológica

sustituidas por los biológicos, del total que se realizan en todos los cultivos y animales, según la escala siguien-te: 1-se sustituye hasta el 15 %; 2-se sustituye entre 16-30 %; 3- se sustituye más del 30 %; 4-(3) + uno o más de los tipos de insumos es obtenido en el propio sistema de producción. Se evalúa mediante la ecuación siguien-te: CAG

5=Σ [(1*n) + (2 * n) + (3 * n) + (4 * n)]/4 (N), donde

1, 2, 3, 4, son los valores de las escalas; n es el número de tipos de bioproductos con cada valor de la escala; N es el total de tipos de bioproductos y 4 es el valor máximo de la escala.

Nivel de estabilidad productiva (CAG6). La estabili-

dad productiva que logra el sistema de producción, que puede valorizarse mediante las variables siguientes: la diversidad de productos que se obtiene (DP), la fre-cuencia durante el año en que son ofertados (FO) y el volumen total de producción obtenida (PO). Se evalúa mediante una escala relativa con los criterios siguientes: 1- aproximadamente igual que años anteriores; 2-lige-ramente superior a años anteriores (hasta 10 %); 3-supe-rior a años anteriores (más de 10 %); 4-tendencia a incre-mentarse en los últimos años. Se determina mediante la ecuación siguiente: CAG

6= Σ [DP + FO + PO]/12.

Nivel de bioseguridad (CAG7). El control y reducción

de acceso de personas, animales y vehículos, el con-trol y vigilancia del material de multiplicación vegetal y animal que entra al sistema de producción, así como las medidas preventivas y de vigilancia en los procesos de producción, las que son esenciales para la eficiencia. Puede ser evaluado mediante las variables siguientes: cercado perimetral (CP), punto de entrada (PE), desin-fección en entrada (DE), acceso limitado a vehículos (ALV), acceso limitado a crías de animales (ALC), vigilan-cia de plagas en cultivos (VPC), vigilancia de plagas en animales (VPA), revisión en entrada de pie de crías (EPC), revisión en entrada de material de siembra (EMS). Cada variable se evalúa mediante los criterios siguientes: 1-se realiza ocasionalmente o muy ligeramente; 2-se realiza adecuadamente, siguiendo normas establecidas y con alcance medio a alto; 3- (2) + se realiza rigurosamente; 4- (3) + existen registros que evidencian un sistema bajo control estricto. Para determinar el índice se utiliza la ex-presión siguiente: CAG

7= Σ [CP + PE + DE + ALV + ALC +

VPC + VPA + EPC + EMS]/36.

Infraestructura productiva (CAG8). El estado de la in-

fraestructura productiva, como capital físico, se conside-ra un indicador básico sobre la capacidad del sistema de producción. Las variables más utilizadas para valorizarla son: La existencia y estado de la cerca perimetral (CP), puertas de entrada al sistema de producción (PE), cami-nos de acceso interno (CAI), sistemas de distribución de agua (DA), cercados internos (CI), corrales o cuartones de ganado mayor y menor (CG), jaulas o corrales de aves

(JA). Se evalúa mediante una escala con los criterios si-guientes: 1-se dispone, pero no se encuentra en buen estado; 2-se dispone y se encuentra en buen estado; 3- (2) + no es suficiente; 4- (2) + es suficiente. Se determina mediante la ecuación siguiente: CAG

8= Σ [CP + PE + CAI

+ DA + CI + CG + JA]/28.

Medios de producción (CAG9). También como capital

físico se considera importante para la reconversión la existencia y estado de los medios de producción, prin-cipalmente los siguientes: La existencia de equipos de carga (EC), equipos de tracción (ET), animales de trac-ción (AT), maquinarias necesarias (MN), implementos necesarios (IN), herramientas necesarias (HN). Se evalúa mediante una escala similar al indicador anterior. Se de-termina mediante la ecuación siguiente: CAG

9= Σ [EC +

ET + AT + MN + IN+ HN]/24.

Infraestructura de apoyo (CAG10

). Normalmente el capital físico del sistema de producción dispone de determinadas instalaciones para apoyar los procesos productivos, las que son necesarias de acuerdo a sus ca-racterísticas, los tipos de rubros productivos, el mercado, entre otros criterios. Estas pueden ser: almacenamiento de agua (AA), almacenamiento de insumos y materia-les diversos (AIM), protección de equipos (PE), almace-namiento de las producciones (AP), área para mante-nimiento de equipos e implementos (MEI), beneficio primario (BP). Se evalúa mediante una escala similar al indicador anterior. Se determina mediante la ecuación siguiente: CAG

10= Σ [AA + AIM + PE + AP + MEI+ BP]/24.

Valorización de la capacidad de autogestión (VCAG). A partir de los resultados obtenidos en la evaluación de los indicadores, se valoriza la capacidad de autoges-tión del sistema de producción mediante la expresión siguiente: VCAG= Σ [(CAG

1) + (CAG

2) + (CAG

3) + (CAG

4) +

(CAG5) + (CAG

6) + (CAG

7) + (CAG

8) +

(CAG

9) + (CAG

10)]/10

Calidad del agroecosistema (CA). La calidad del agroecosistema es determinante para que las especies productivas se desarrollen adecuadamente y está in-fluenciada por factores de estrés externos e internos; por tanto, debe ser mejorada como resultado del proce-so de reconversión agroecológica.

Matriz del paisaje (CA1). El paisaje donde está inserta-

do el sistema de producción puede propiciar servicios ecológicos o generar perturbaciones. Se consideran las variables siguientes: Ecosistema donde esta inser-tado (E): (1) urbano>(2) rural > (3) suburbano > (4) pe-riurbano> (5) montaña> (6) natural; tipo de agricultu-ra que predomina (TA): (1) convencional extensiva>(2)convencional pequeña y mediana escala>(3)conven-cional en transformación> (4) orgánica (sustitución de insumos)>(5)agroecológica>(6)permacultura; princi-

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40 Agroecología 10(1)

pales factores de estrés biofísico (FEB): (1)costa>(2) in-dustrias>(3) instalaciones>(4)carreteras y autopistas > (5) espejos de agua (presas, otros). Para determinar la calidad de la matriz del paisaje donde esta insertado el sistema de producción se utiliza la expresión siguiente: CA

1= Σ [E + TA + FEF]/17.

Resiliencia a factores socioeconómicos externos (CA

2). Diversos factores externos de carácter social y eco-

nómico pueden influir negativamente sobre la eficien-cia productiva y el proceso de reconversión agroecoló-gica; por tanto, la resiliencia del sistema de producción se considera en este caso un indicador que contribuye a la valorización de la calidad del agroecosistema, aun-que también se puede valorizar en el capital humano. A mayor resiliencia, menor afectación de dichos factores al proceso de reconversión. Se realiza una identificación previa de los factores externos que afectan la produc-ción agropecuaria en la localidad, los que se pueden considerar en los tipos siguientes: acceso a insumos (AI), precios de insumos (PI), precio de venta (PV), acceso a créditos (AC), regulaciones legales (RL), dependencia de paquetes tecnológicos (DPT). Para realizar la evaluación lo primero es identificar los factores, posteriormente cada uno de ellos son valorados, de acuerdo al grado de influencia negativa que ejerce sobre el funcionamiento y la eficiencia del sistema de producción, mediante la escala siguiente: 0- muy alta influencia negativa (criti-co); 1- alta; 2-media; 3-baja; 4-ninguna. Se determina mediante la ecuación siguiente: CA

2= Σ [AI + PI + PV +

AC + RL + DPT]/ 24.

Adaptabilidad a eventos meteorológicos extremos (CA

3). Los eventos meteorológicos normalmente afec-

tan la eficiencia productiva e influyen en el proceso de reconversión; a mayor adaptabilidad menor será la sensibilidad. Se determina para el evento extremo de mayor impacto negativo sobre la producción agrope-cuaria bajo las condiciones locales. La adaptabilidad se evalúa mediante las variables siguientes: sensibilidad de cultivos (SC), sensibilidad de animales (SA), sensibilidad del suelo (SS), sensibilidad de la alimentación humana (AH), sensibilidad en la alimentación de animales (AA), sensibilidad del abasto de agua (SA). Se evalúa median-te la escala siguiente: 1-muy alta; 2-alta; 3-media; 4-baja. Para determinar el índice se utiliza la expresión siguien-te: CA

3=Σ [(1*n) + (2 * n) + (3 * n) + (4 * n)]/4 (N), donde:

1, 2, 3, 4, son los valores de las escalas; n es el número de variables con cada valor de la escala; N es el total de variables y 4 es el valor máximo de las escalas.

Acceso y calidad del agua (CA4). El agua es un recurso

natural escaso, pero vital en la producción agropecuaria, por tanto, determina su eficiencia e influye en el proce-so de reconversión. Se consideran de mayor importan-cia las variables siguientes: se dispone en el momento

necesario (MN), se accede con la frecuencia con que se necesita (FR), se dispone de la cantidad necesaria (CN) y la calidad es la requerida (CA). Cada variable se evalúa mediante la escala siguiente: 0-mal; 1-bajo; 2-regular; 3-bien; 4-muy bien. Se determina el índice mediante la ecuación siguiente: CA

4= Σ [MN + FR + CN + CA]/16.

Calidad del suelo (CA5). Es un indicador básico de la

calidad del agroecosistema y debe ser mejorado du-rante el proceso de reconversión. Se evalúa mediante variables que pueden ser observadas con facilidad en el campo, a saber: pendiente (PN), pedregocidad (PD), profundidad efectiva (PE), infiltración (IN), materia or-gánica (MO), macrofauna (MF). Se evalúa considerando las condiciones en que se encuentra el suelo para cada una de las variables de calidad utilizadas, mediante la escala siguiente: 0-no adecuada; 1-ligeramente adecua-da; 2-medianamente adecuada; 3-adecuada, pero no óptima; 4-optima. Se determina el índice mediante la ecuación siguiente: CA

5= Σ [PN + PD + PE + IN + MO +

MF]/24.

Reducción de prácticas degradativas (CA6). Nor-

malmente en el manejo del sistema de producción se utilizan prácticas degradativas de la agricultura con-vencional, las que deben ser reducidas paulatinamen-te durante el proceso de reconversión. Se consideran principalmente las que afectan los recursos naturales suelo, agua y biodiversidad, a saber: aplicaciones fo-liares de plaguicidas químicos (APQ), aplicaciones de herbicidas (AH), equipos que compactan el suelo (CS), implementos que invierten el prisma del suelo (IS), rie-go superficial o por gravedad (RS), monocultivo (MC). Cada uno de las variables se evalúa de acuerdo a los cambios en la reducción de prácticas degradativas: 0-se realiza y mantiene igual; 1-se realiza, pero se ha reducido; 2-se realiza, pero muestra tendencia a redu-cirse; 3-se realiza en algunos momentos; 4-no se reali-za. La ecuación es la siguiente: CA

6= Σ [APQ + AH + CS

+ IS + RS + MC]/24.

Valorización de la calidad del agroecosistema (VCA). A partir de los resultados obtenidos en la evaluación de los seis indicadores, se valoriza la calidad del agroecosis-tema mediante la expresión siguiente: VCA= Σ [(CA

1) +

(CA2) + (CA

3) + (CA

4) + (CA

5) + (CA

6)]/6.

Transformabilidad (TR). Son los cambios en la com-plejidad y funcionalidad que se alcanza en el rediseño y manejo de los sistemas de cultivo y ganadería, así como del sistema de producción, con enfoque de conserva-ción de los recursos naturales.

Matriz interna de la finca (TR1). Se considera la transfor-

mación hacia una mayor complejidad y funcionabilidad en el diseño de la estructura de la superficie del sistema

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41Propuesta metodológica para la evaluación del proceso de reconversión agroecológica

de producción. Las variables pueden ser: cerca viva peri-metral (CVP), unidades de manejo (UM), cercas vivas in-ternas (CVI), ambientes seminaturales (ASN), integración del árbol (IA), barreras vivas en campos de cultivos (BV). Cada variable se evalúa mediante los criterios siguientes: 1-se realiza con diseño simple o convencional; 2-se realiza con cierta complejidad, pero no es un diseño agroecoló-gico; 3-se realiza mediante diseño agroecológico; 3- (2) + se logran varias funciones en el diseño. Para determinar el indicador, se confecciona un croquis del sistema de pro-ducción, donde se enumeran los tramos y las superficies o áreas con cada variable. La expresión para determinar el indicador es la siguiente: TR

1= Σ [(1*n) + (2 * n) + (3 * n) +

(4 * n)]/4 (N), donde 1, 2, 3, 4, son los valores de las escalas; n es el número de tramos y superficies con cada valor de la escala; N es el total de tramos y superficies y 4 es el va-lor máximo de las escalas.

Cobertura del suelo (TR2). La cobertura del suelo en

la reconversión agroecológica considera el grado de co-bertura y sus características, estas últimas determinan-tes de la autorregulación ecológica del sistema de pro-ducción. Los tipos más comunes de cobertura de toda la superficie del suelo del sistema de producción son: cobertura artificial (CA), espejos de agua (EA), cultivos anuales y temporales (CAT), cultivos permanentes her-báceos (CPH), cultivos permanentes arbóreos (CPA), ve-getación seminatural (VSN), vegetación natural (VN). Se determinan las hectáreas que están destinadas a cada uno de estos tipos de cobertura y se evalúa mediante la expresión siguiente: TR

2= [Σ CA (0,2) + EA (0,3) + CAT

(0,4) + CPH (0,5) + CPA (0,6) + VSN (0,7) + VN]/N, donde N es el total de hectáreas del sistema de producción.

Agrobiodiversidad (TR3). Las especies de plantas y ani-

males que se manejan en la finca con fines productivos, sus variedades y razas, que determinan la diversificación productiva, la integración agricultura, ganadería y fores-tería, así como la adaptabilidad genética, constituyen criterios importantes para determinar la agrobiodiversi-dad como indicador en el proceso de reconversión. Las variables para evaluar la agrobiodiversidad son: Tipos de rubros productivos, a saber: agricultura, ganadería, forestería (TRP), subtipos de rubros productivos, a saber: hortalizas, raíces y tubérculos, granos, frutos menores, fru-tales, forestales, ganado mayor, ganado menor, aves, otros (STRP), especies productivas (EP), variedades o razas de las especies productivas (VRP), de estas las variedades o razas, las autóctonas y tradicionales (VRAT). Para evaluar este índice se emplea la expresión siguiente: TR

3= Σ [EP

(0,2) + TRP (0,3) + STRP (0,4) + VRP (0,5), VRAT (0,6)]/N, que es el total de elementos de las diferentes variables de agrobiodiversidad.

Diseños de agroecológicos de sistemas de cultivo, ganadería y forestería (TR

4). La complejidad que se logra

en el diseño y manejo agroecológico de los sistemas de cultivo, ganadería y forestería que se realizan en el siste-ma de producción. Para evaluar se listan los campos de cultivos y cuartones de ganadería existentes, cada uno de los cuales se clasifica según la escala siguiente: 1-se realiza mediante diseño en franjas, bloques o mosaicos de campos o cuartones; 2- se realiza mediante diseño intercalado o asociado; 3- (1 y 2) + se integran especies con estructura diferente; 4- (3) + se siembra o planta en momentos diferentes. Se evalúa mediante la ecuación siguiente: TR

4=Σ [(1*n) + (2 * n) + (3 * n) + (4 * n)]/4 (N),

donde n es el número de campos o cuartones con cada característica del diseño y N es el número total de cam-pos o cuartones que se siembran o plantan en el año + los permanentes que existen de años anteriores.

Manejo agroecológico de arvenses (TR5). Los cam-

bios en el manejo de las arvenses o malezas bajo los principios de la agroecología. Se pueden determinar mediante las variables siguientes: corte manual (CM), colocación de cobertura muerta (COM), siembra de co-bertura viva (SCV), rotación de cultivos multifuncional (RCM), manejo de la distancia de siembra o plantación (DSP), cultivos asociados (CA). Para la evaluación se utili-zan los criterios siguientes: 1-se realiza en menos del 10 % de la superficie cultivada; 2-se realiza en 11-30 %; 3-se realiza en 31-60 %; 4-se realiza en más del 60 %. Para de-terminar el índice se utiliza la expresión siguiente: TR

5=

Σ [CM + COM + SCV + RCM + DSP + CA]/24.

Aprovechamiento de subproductos (TR6). Se refiere

a subproductos de las labores, restos de cosecha, ex-cretas de animales, productos no comercializados, en-tre otros. Las variables que se proponen para evaluar este indicador son: procesamiento como minindustria (MI), alimentación animal (AA), elaboración de abonos orgánicos (EAO), incorporación al suelo (IS), utilización como cobertura muerta (UCM), elaboración de biopre-parados para el control de plagas (EBP). Se utiliza la es-cala siguiente: 1-se realiza o utiliza ocasionalmente; 2- se realiza o utiliza sistemáticamente; 3- (2) + se ha estable-cido desde hace tres o más años; 4- (3) + se han eviden-ciado resultados. Para determinar el índice se utiliza la expresión siguiente: TR

6= Σ [MI + AA + EAO + IS + UCM

+ EBP]/24.

Conservación y mejoramiento del suelo (TR7). Las

variables que permiten evaluar la contribución a los principios de la agroecología son: surcado según curvas de nivel (CN), laboreo de conservación (LC), rotación de cultivos (RCU), incorporación de abonos orgánicos (AO), incorporación de restos de cosecha (RCO), tranques an-tierosivos (TAE). Se utiliza la escala siguiente: 1-se realiza o utiliza ocasionalmente; 2- se realiza o utiliza sistemá-ticamente; 3- (2) + se ha establecido desde hace tres o más años; 4- (3) + se han evidenciado resultados. Para

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42 Agroecología 10(1)

determinar el índice se utiliza la expresión siguiente: TR

7= Σ [CN + LC + RCU + AO + RCO + TAE]/24.

Conservación y optimización del agua (TR8). Las va-

riables de mayor importancia son: fuentes de abasto (FA), sistema de extracción (SE), sistema de distribu-ción (SD), sistema de riego (SR), sistema de suministro a animales (SA). Se evalúa mediante la escala siguiente, que considera el grado en que se ha logrado reducir el sobreuso y las perdidas: 1-bajo; 2-medio; 3-alto; 4-muy alto. El indicador se determina mediante la ecuación si-guiente: TR

8= Σ [FA + SE + SD + SR + SA]/20.

Valorización de la transformabilidad (VTR). La valo-rización del nivel alcanzado en transformabilidad del sistema de producción con enfoque agroecológico se realiza mediante la expresión siguiente: VTR= Σ [TR

1 +

TR2 + TR

3 + TR

4 + TR

5 + TR

6 + TR

7 +

TR

8 ]/8.

RESULTADOS

La estructura de la metodología en componentes, permitió visualizar y valorizar la reconversión agroeco-lógica como proceso (Fig. 1), resultando de gran impor-tancia el capital humano y la capacidad de autogestión, que son fundamentales para lograr la transformación de dicho sistema. La calidad del agroecosistema se con-sideró un componente esencial, ya que éste normal-mente se encuentra degradado por las practicas con-vencionales y expuesto a diversos factores de estrés que propician vulnerabilidad, todo lo cual debe ser reducido como resultado de la transformación agroecológica.

La reconversión agroecológica es un proceso com-plejo, que significa mucho más que transformar el sis-tema de producción de convencional a agroecológico, pues se deben lograr capacidades internas, la recupera-ción y conservación de los recursos naturales y mejorar la calidad como hábitat para las especies productivas y los trabajadores, así como ser eficiente en el orden pro-ductivo, económico, ecológico y social, de manera que se pueda alcanzar la sostenibilidad.

Lo esencial en el diseño y manejo agroecológico del sistema de producción agropecuaria es entender que este se realiza a nivel de toda la superficie de dicho siste-ma, sea productiva o no, y constituye un proceso que se planifica y ejecuta paulatinamente, cuyo objetivo prin-cipal es favorecer procesos ecológicos que contribuyan a la eficiencia económica, energética, ecológica y social y se realiza mediante los diseños y manejos agroecoló-gicos siguientes: Integración agricultura, ganadería, fo-restería; integración de la vegetación auxiliar; manejo y conservación de recursos naturales; manejo de las inter-venciones para la nutrición y la sanidad (Vázquez 2015).

Por ser la biodiversidad determinante de las mayo-res transformaciones que se realizan en un sistema de producción, crear capacidades en los agricultores para evaluar, diseñar y manejar adecuadamente la biodiversi-dad en sus fincas, constituye un aspecto estratégico en la reconversión de la agricultura, toda vez que estos son los que más conocen el sistema y pueden ser capaces de decidir los mejores diseños y prácticas a adoptar; por ello resulta importante que entiendan las relaciones funcio-nales entre los componentes de la biodiversidad, princi-palmente las que favorecen interacciones para la eficien-cia del sistema de producción (Vázquez et al. 2014).

Valorización del capital humano. En el sistema eva-luado el capital humano obtuvo un valor de 0,62 (Tabla 1), destacándose la percepción sobre los principios de la agroecología (0,96) y los beneficios para los trabajado-res (0,85); le siguen el grado de escolaridad, la equidad de género y la participación en innovaciones, todo lo cual evidencia que este sistema se encuentra en muy buenas condiciones para seguir avanzando en el proce-so de reconversión.

El capital humano en el enfoque de medios de vida permite evaluar las capacidades, los valores y las activi-dades que desarrollan los agricultores para proveer su bienestar (Chambers y Conway 1992), enfoque que es complementario y a la vez contiene la teoría de siste-mas aplicada al análisis de sistemas agropecuarios (Hart 1985).

Figura 1. Componentes del proceso de reconversión de sistemas convencionales a agroecológicos.

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43Propuesta metodológica para la evaluación del proceso de reconversión agroecológica

Valorización de la capacidad de autogestión. Mues-tra un índice de 0,63 (Tabla 2), con mayor contribución por la capacidad de autoabastecimiento en alimento para animales (0,88) y los medios de producción (0,86);

considerado también como de alto valor, el nivel de es-tabilidad productiva, la infraestructura productiva y de apoyo.

La capacidad de autogestión, que depende mucho del capital humano y del capital físico, es determinan-te para iniciar y avanzar en el proceso de reconversión agroecológica, por ello los programas con este propó-sito y los agricultores, prestan mucha atención inicial-mente en crear estas capacidades, principalmente a tra-vés de proyectos y programas con financiamiento; sin embargo, es fundamental que exista coherencia entre dichas capacidades y lo que se debe realizar para mejo-rar la calidad del agroecosistema, así como los diseños y manejos agroecológicos que se requieren adoptar.

Valorización de la calidad del agroecosistema. En el sistema evaluado, esta alcanzo un índice de 0, 74 (Ta-bla 3). La mayor contribución a la valorización de la cali-dad del agroecosistema se logra por el acceso y calidad del agua (0,94), la calidad del suelo y la adaptabilidad a eventos meteorológicos extremos (0,88), así como la matriz del paisaje (0,71).

La calidad del agroecosistema constituye un compo-nente de gran importancia para los avances del proce-so de reconversión, sobre todo en territorios donde los efectos de la agricultura convencional han degradado los recursos naturales, principalmente suelo y agua, así como han simplificado la matriz del paisaje, por ello su valorización permite identificar y planificar las acciones necesarias para su recuperación.

Está demostrado que el sistema de producción agro-pecuaria no está aislado, sino que interactúa con otros sistemas vecinos o cercanos, así como ambientes semina-

Tabla 1. Resultados de la evaluación de los indicadores y valorización del capital humano.

Indicadores Resultados

1. Percepción sobre los principios de la agroecología (CH1) 0,96

2. Grado de escolaridad (CH2) 0,71

3. Equidad de género (CH3) 0,71

4. Beneficios para los trabajadores (CH4) 0,85

5. Participación en intercambios recíprocos (CH5) 0,45

6. Acceso a servicios técnicos agropecuarios (CH6) 0,19

7. Participación en innovaciones (CH7) 0,7

8. Capacidad de gestión de financiamiento (CH8) 0,38

Valorización del capital humano (VCH) 0,62

Tabla 2. Resultados de la evaluación de los indicadores y valorización de la capacidad de autogestión.

Indicadores Resultados

1. Independencia de energía externa (CAG1) 0,30

2. Capacidad de autoabastecimiento en alimentos para los trabajadores y la familia (CAG2) 0,64

3. Capacidad de autoabastecimiento en alimentos para los animales productivos y de labores (CAG3) 0,88

4. Capacidad de integración y obtención de insumos para la nutrición de los cultivos y la mejora del suelo (CAG

4)

0,29

5. Capacidad de integración de bioproductos para la sanidad de los cultivos y animales (CAG5) 0,5

6. Nivel de estabilidad productiva (CAG6) 0,75

7. Nivel de bioseguridad (CAG7) 0,58

8. Infraestructura productiva (CAG8) 0,75

9. Medios de producción (CAG9) 0,86

10. Infraestructura de apoyo (CAG10

) 0,75

Valorización de la capacidad de autogestión (VCAG) 0,63

Tabla 3. Resultados de la evaluación de los indicadores y valorización de la calidad del agroecosistema.

Indicadores Resultados

1. Matriz del paisaje (CA1) 0,71

2. Resiliencia a factores socioeconómicos externos (CA2) 0,54

3. Adaptabilidad a eventos meteorológicos extremos (CA3) 0,88

4. Acceso y calidad del agua (CA4) 0,94

5. Calidad del suelo (CA5) 0,88

6. Reducción de prácticas degradativas (CA6) 0,5

Valorización de la calidad del agroecosistema (VCA) 0,74

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44 Agroecología 10(1)

turales, naturales y urbanos; por ello es muy importante considerar que la interacción entre estos a escala del te-rritorio puede ser negativa (poblaciones de organismos nocivos, sustancias toxicas, temperatura elevada, partícu-las de polvo u otras) o positiva (polinizadores, regulado-res naturales, otros elementos de la biodiversidad); esto significa que en su diseño agroecológico deben conside-rarse estas interacciones externas, para reducir las negati-vas y favorecer las positivas (Vázquez 2015).

Valorización de la transformabilidad. Alcanzo un valor de 0,44 (Tabla 4), destacándose la matriz interna de la fin-ca (0,79) y la conservación y optimización del agua (0,70).

La matriz es la estructura espacio-temporal de toda la superficie del sistema de producción, que incluye los subsistemas o unidades de manejo que lo integran, los sistemas de cultivo y ganadería, la vegetación auxiliar, además de diferentes instalaciones que pueden estar integradas para la elaboración de abonos orgánicos y biofertilizantes, biopreparados de plantas, procesa-miento y almacenamiento temporal de la cosecha, en-tre otras, cuyo diseño agroecológico debe lograr una matriz compleja y funcional, de manera tal que se favo-rezcan diversos servicios ecológicos; aunque, no existen recetas para lograrlo, ya que depende mucho de las ca-racterísticas biofísicas, las condiciones socioeconómicas y la percepción del agricultor, entre otros factores con-textuales (Vázquez 2015).

En el proceso de reconversión requiere integrar dife-rentes especies y tipos de rubros productivos, tanto en la escala del sistema de producción, como en los subsiste-mas o unidades de manejo, como se expone en los ejem-plos siguientes (Vázquez, 2015): diseño en policultivos (integración de cultivos agrícolas con estructura espacial

y temporal diferente); diseño agroforestal (integración de cultivos agrícolas durante el crecimiento y desarrollo de los árboles frutales); diseño polifrutal (integración de di-ferentes especies de frutales en el mismo campo); diseño agrosilvopastoril (integración de ganado menor y aves de corral para el pastoreo, cuando el frutal se ha desarro-llado); diseño silvopastoril (integrar en potreros árboles con funciones de sombra y forraje para el ganado); dise-ño forrajepastoril (integración de plantas forrajeras en los potreros, para diversificar la alimentación y reducir costos de transportación del forraje).

En estos diseños se debe valorar la siembra de un cam-po o surco al lado o cercano al otro y sus efectos negativos (colindancia negativa) o para favorecerlos (colindancia positiva); la colindancia negativa es muy importante des-de el punto de vista fitosanitario, ya que algunas plagas pueden pasar de un cultivo al otro, en cambio, si la colin-dancia positiva un cultivo puede suministrar reguladores naturales al otro o servirle de barrera física o repelencia ante poblaciones de plagas (Martínez y Vázquez 2013).

En la transformación que se logre en el diseño y ma-nejo del sistema de producción, no es suficiente con au-mentar la complejidad de los diseños agroecológicos en la escala de los campos de cultivos y cuartones de gana-dería, así como en la escala del sistema de producción, sino que se requiere que estos diseños favorezcan mul-tifunciones, todo lo cual constituye un reto para la inves-tigación agroecológica en fincas, pues como expresaran Nicholls et al. (2016), el mayor propósito del proceso de reconversión es fortalecer las débiles funciones ecoló-gicas que existen en el agroecosistema, contribuyendo a la gradual eliminación de los insumos externos, a la par de los efectos que se logran con las interacciones y funciones de los procesos ecológicos.

Tabla 4. Resultados de la evaluación de los indicadores y valorización de la transformabilidad lograda en el sistema de producción.

Indicadores Resultados

1. Matriz interna de la finca (TR1). 0,79

2. Cobertura del suelo (TR2). 0,44

3. Agrobiodiversidad (TR3). 0,45

4. Diseños de agroecológicos de sistemas de cultivo, ganadería y forestería (TR4). 0,25

5. Manejo agroecológico de arvenses (TR5). 0,21

6. Aprovechamiento de subproductos (TR6). 0,25

7. Conservación y mejoramiento del suelo (TR7). 0,42

8. Conservación y optimización del agua (TR8). 0,70

Valorización de la transformabilidad (VTR) 0,44

Tabla 5. Valorización de los diferentes componentes del proceso de reconversión agroecológica.

Componentes Valorización

Capital humano 0,62

Capacidad de autogestión 0,63

Calidad del agroecosistema 0,74

Transformabilidad 0,44

Coeficiente de Reconversión Agroecológica (CRA) 0,61

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45Propuesta metodológica para la evaluación del proceso de reconversión agroecológica

La producción agropecuaria se realiza con un alto nivel de intervención física y química, como resultado de la ex-plotación irracional de tierras durante el auge y consolida-ción de la agricultura convencional, por ello el enfoque de reconversión agroecológica debe recuperar y conservar los recursos naturales desde la escala del paisaje y favo-recer conectividad con zonas de vegetación seminatural y natural, para contribuir a los flujos de biodiversidad y la regulación del microclima, entre otras funciones.

Determinación del coeficiente de reconversión agroecológica. Una vez determinados cada uno de los indicadores y valorizados los componentes de la reconversión agroecológica, se puede apreciar que el mejor valor fue para la calidad del agroecosistema, seguido de la capacidad de autogestión y del capital humano, siendo más baja la transformabilidad (Tabla 5), siendo el CRA de 0,61, que se puede considerar de medio a alto, por lo que posee grandes valores para avanzar en dicho proceso (Fig. 2); sin embargo, la transformabilidad aun muestra una valorización relativamente media (0,44), todo lo cual se debe a diversos factores, principalmente que el sistema fue creado recientemente, que aún no tienen suficiente experiencia, así como por efectos de influencias ex-ternas relacionadas con el enfoque convencional de la agricultura, entre otros.

Figura 2. Valorización del proceso de reconversión agroecoló-gica del sistema de producción (la escala del grafico parte del centro hacia el exterior, para los valores entre 0-0,20; 0,21-0,40; 0,41-0,60; 0,61-0,80 y 0,81-1,0).

El desarrollo de agroecosistemas autosuficientes, diversificados y económicamente viables, nace de nuevos diseños de sistemas de cultivo y ganadería ma-nejados con tecnologías adaptadas al medioambiente local, que están dentro de las posibilidades de los agri-

cultores (Altieri y Nicholls 2013). Esto implica que el di-seño y manejo agroecológico requiere de procesos de innovación contextuales y transdiciplinarios (Vázquez 2010).

El objetivo del diseño agroecológico es integrar los componentes de manera tal de aumentar la eficiencia biológica general y mantener la capacidad producti-va y autosuficiente del agroecosistema; es decir, no es obviar el factor limitante, sino más bien optimizar los procesos agroecológicos claves y, a nivel más regional, o sea, diseñar una trama de agroecosistemas dentro de una unidad de paisaje, miméticos con la estructu-ra y función de los ecosistemas naturales (Altieri 2010) y constituye un nuevo paradigma en la gestión de la producción agrícola y pecuaria, ya que se adoptan los principios de la agroecología a diferentes escalas, lo que significa cambiar paulatinamente de enfoque, en un proceso que transita hacia la sostenibilidad de la producción y el aumento de la capacidad de auto-gestión (Vázquez 2014); pero, los nuevos rediseños de estos no se logran mediante la simple implementación de una serie de prácticas (rotación de cultivos, aplica-ción de compost, cultivos de cobertura y otras), sino por su correcta aplicación considerando los principios de la agroecología, para lograr efectos diferentes sobre la productividad, estabilidad y resiliencia de los siste-mas agrícolas (Nicholls et al. 2016).

El seguimiento del proceso de reconversión comien-za con una evaluación inicial (línea base) y continúa realizándose anualmente, tiempo suficiente para que haya posibilidades de determinar los cambios y la ten-dencia en cada uno de los indicadores y realizar ajustes en los planes. Puede ser realizado directamente por el agricultor o conformar equipos locales, integrados por técnicos y agricultores (Vázquez y Alfonso 2013), quie-nes deben realizar la evaluación directamente (captar la información y otorgar valores a los indicadores), pos-teriormente determinar los índices y realizar un análisis sobre avances y factores relacionados, así como iden-tificar los ajustes necesarios en el diseño y manejo del sistema de producción.

La propuesta metodológica que se ofrece, puede ser utilizada en el seguimiento del proceso de reconversión agroecológica de cualquier tipo de sistema de produc-ción, independientemente de sus dimensiones y enfo-que tecnológico, ya que se basa en los principios de la agroecología, como ciencia que considera las multifun-ciones de la biodiversidad, los procesos ecológicos que se requieren para la producción sostenible, las funcio-nes de resiliencia ante eventos extremos y los activos de capitales relacionados con los medios de vida y las redes de valor, entre otros; es decir, no sustituye las he-rramientas que se han establecido para la evaluación de la sostenibilidad alcanzada por el sistema de produc-ción, sino que refuerza con mayor detalle el análisis del proceso.

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46 Agroecología 10(1)

AGRADECIMIENTOS

A los agricultores de los sistemas de producción (fincas, huertos intensivos, organopónicos) donde se generó la presente metodología en la provincia La Ha-bana. También a funcionarios y especialistas de diversas organizaciones que colaboraron, principalmente de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), la Asociación Cubana de Producción Animal (ACPA) y la Asociación Cubana de Técnicos Agrícolas y Forestales (ACTAF).

Al Dr. Miguel Altieri, Profesor de la Universidad de Ca-lifornia, Berkeley y presidente honorifico de la Sociedad Científica Latinoamericana de Agroecología (SOCLA), por sus sugerencias para el indicador de percepción so-bre los principios de la agroecología, por colaborar en la revisión del documento y su apoyo en la elaboración del presente artículo.

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47Propuesta metodológica para la evaluación del proceso de reconversión agroecológica

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MARCO TEÓRICO

Bajo el modelo hegemónico actual, el desarrollo de los sistemas de producción de alimentos fue orientado a la búsqueda de paquetes de tecnologías generales y universales, destinados a maximizar la producción por unidad de superficie. Estas recetas universales ge-

neraron problemas como: dependencia creciente de agroquímicos; contaminación de alimentos, aguas, aire, suelos y personas; dependencia creciente del uso de combustibles fósiles; pérdida de biodiversidad; pérdida de variabilidad genética; erosión cultural; pérdida de autogestión y desaparición de agricultores; entre otros (Gurian-Sherman 2009, Sarandón y Flores 2014, Toledo

Resumen

La transición agroecológica es un proceso complejo en el que se articulan distintas escalas (finca, comunidad local, territorio) y que se ve afectada por factores sociales, económicos, tec-nológicos, culturales, políticos y ecológicos. Para analizar un proceso de transición se requiere inicialmente de la comprensión de cómo funcionan los agroecosistemas (la estructura y procesos que ocurren en él) y los diferentes modos de intervención de los seres humanos, quienes toman la decisión de intervenir un ecosistema para transformarlo con fines productivos en un agro-ecosistema. Para ello, es necesario considerar, simultáneamente, al menos 3 criterios claves de la compleja realidad con la que nos enfrentamos: 1. Las características estructurales internas del agroecosistema que emprende el proceso; 2. Las singularidades del productor o familia produc-tora que toma las decisiones y gestiona el funcionamiento del sistema; 3. Los factores externos que condicionan las posibilidades de desarrollo de un proceso de transición. Se propone, a través de dos ejemplos concretos, considerar las características de un proceso de transición en marcha. Se analizaron, en función de los criterios considerados, la situación inicial, los cambios ocurridos y las estrategias implementadas.

Palabras clave: Agroecología, diversidad biológica y cultural, agroecosistemas, agricultura familiar

Summary

Agroecological transition: characteristics, criteria and strategies. Two sample cases of the province of Buenos Aires, Argentina.

Agroecological transition is a complex process in which different scales (farm, local commu-nity, territory) are articulated and that is affected by social, economic, technological, cultural, po-litical and ecological factors. To analyze a transition process initially requires understanding how agro-ecosystems function (structure and processes occurring in it) and the different modes of intervention of human beings, who make management decisions to transform an agricultural ecosystem. It is therefore necessary to consider, simultaneously, at least 3 key criteria of the com-plex reality that the transition process faces: 1. The internal structural characteristics of the agro-ecosystem undertaking the process; 2. The singularities of the farmer or farmer family who makes decisions and manages the operation of the system; 3. External factors that influence the tran-sition process. By using two concrete examples the transition process was analyzed in relation to the criteria considered, the initial situation, the changes through time and the implemented strategies.

Key words: Agroecology, biological and cultural diversity, agroecosystems, family farming.

Agroecología 10(1): 49-60, 2015

TRANSICIÓN AGROECOLÓGICA: CARACTERÍSTICAS, CRITERIOS Y ESTRATEGIAS. DOS CASOS EMBLEMÁTICOS

DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES, ARGENTINA

Mariana Marasas1, María Luz Blandi1,2, Nadia Dubrovsky Berensztein1,2, Valentina Fernández1

1Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales. Universidad Nacional de La Plata (UNLP), Calle 60 y 119, La Plata (1900). CC 31. Buenos Aires. Argentina; 2Becaria de CONICET -UNLP, curso de Agroecología, FCAyF. E-mail:[email protected].

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2005, García 2012, Guzmán Casado et al. 2000, Joensen y Semino 2004). Frente a esta situación, surge la nece-sidad de avanzar hacia una propuesta productiva con un enfoque agroecológico que resuelva o minimice los problemas generados por el modelo dominante. Sin embargo, transformar sistemas convencionales a otros de base ecológica es un proceso complejo, en el que se articulan distintas escalas (finca, comunidad local, terri-torio) y que se ve afectada por factores sociales, econó-micos, tecnológicos, culturales, políticos y ecológicos (Caporal et al. 2009, González de Molina 2012, Marasas et al. 2012, Costabeber 1998). Por lo tanto, un proceso de transición implica una multitud de efectos y de cau-sas previstas e imprevistas y se construye a lo largo del tiempo.

Como lo plantean Gliessman et al. (2007), supone un cambio en los valores y las formas de actuar de los agricultores y de los consumidores, en sus relaciones so-ciales, productivas y con los recursos naturales, es decir, que la transición no sólo ocurre en la finca, sino también a nivel comunidad. A su vez, es importante destacar que también es un proceso político, que involucra cambios en las relaciones de poder y que atraviesa a todos los actores sociales activos en la transición agroecológica (AE) (González de Molina 2012).

Para afrontar la complejidad de los sistemas de pro-ducción y la transición AE se requiere comprender cómo funciona el agroecosistema. Para ello es importante un abordaje sistémico, que permite organizar el conoci-miento interpretando las propiedades particulares que emergen de sus componentes y sus relaciones, siendo estos los responsables de brindar los servicios ecológi-cos útiles desde un enfoque agroecológico. Esta com-plejidad está íntimamente vinculada al reconocimiento de que existe una gran heterogeneidad ecológica y/o cultural (Altieri 1997, Caporal et al. 2009, Sevilla Guzmán 2006, Toledo 2005), lo que requiere poder aplicar los co-nocimientos teóricos en función de los distintos esce-narios posibles. Desde el enfoque agroecológico, dicha heterogeneidad determina que no existen recetas úni-cas a la hora de diseñar esquemas productivos susten-tables. Bajo esta premisa, se deberán encontrar las me-jores alternativas que permitan traccionar el proceso de transición, pensando que las estrategias se adecuarán a las condiciones propias del lugar.

Por lo tanto, la interpretación correcta de este análisis dependerá de los diferentes modos de intervención de los seres humanos, quienes toman la decisión de mo-dificar un ecosistema para transformarlo con fines pro-ductivos en un agroecosistema.

Las áreas urbanas y periurbanas de las ciudades han cobrado gran importancia en los últimos tiempos (Svet-litza de Nemirovsky 2010). Ello se debe a que en ellas se realizan diversas actividades productivas (horticultura, floricultura, avicultura, ganadera y apícola, entre otras) que están integradas con la ciudad, aprovechando la cer-

canía a los mercados y el acceso a insumos y tecnologías de base urbana. La agricultura urbana cuenta con varios beneficios, como contribuir con la soberanía alimentaria de la población, realizar un mejor aprovechamiento de los recursos naturales, mantener “pulmones verdes”, ge-nerar trabajo e ingresos (Mitidieri y Corbino 2012). En el caso del Área Metropolitana de Buenos Aires, gran par-te de los alimentos que consume la población, aprox. 14 millones de habitantes, provienen de sus áreas urbanas y periurbanas (García 2012). Sin embargo, en estos te-rritorios se encuentran grandes desigualdades: un gran porcentaje de la población es pobre y los recursos tierra y agua se encuentran en constantes tensiones por el en-frentamiento de intereses, que incluyen, desde adentro de la ciudad el permanente aumento poblacional y la presión inmobiliaria, y desde afuera, el avance de la soja. En este contexto, plantear procesos de transición agro-ecológica cuenta con graves impedimentos tanto a nivel de la unidad productiva como territorial y se hace nece-sario un buen diagnóstico de la situación de inicial.

El objetivo del trabajo es comprender la complejidad del proceso de transición y establecer criterios que per-mitan realizar su análisis. Para ello, se realizó una pro-puesta de abordaje para avanzar en la transición AE y luego se consideró dos casos bajo este enfoque, que pertenecen al área metropolitana de Buenos Aires, uno representativo del cinturón hortícola de La Plata, y el otro del partido de Cañuelas, a 90 km de la ciudad de La Plata.

Es importante destacar que se pondrá el foco en la transición a nivel de establecimiento o finca. Pero este recorte de la realidad, se debe a que es en esta escala de análisis donde hay mayor información para abordar un proceso de transición AE. Sin embargo, entendemos que la complejidad de la misma requiere de una mirada territorial más amplia, donde los aspectos aquí incluidos adquieren otra dimensión y deben ser tenidos en cuenta.

CRITERIOS

Para iniciar un proceso de transición, se deben tener en cuenta varios criterios en simultáneo. Esto determina la necesidad de definir la situación de partida del sis-tema productivo (diagnóstico), y según este escenario, proponer las estrategias para el proceso de transición.

En este sentido, identificamos tres criterios claves a tener en cuenta de la compleja realidad con la que nos enfrentamos:

1. Los atributos estructurales del agroecosistema particular: Los sistemas, y en particular los agroecosistemas, tienen

una estructura que puede ser simple o compleja y depen-de del número y tipo de componentes y de los arreglos entre dichos componentes. Estos arreglos, que pueden ser tanto espaciales como temporales, los definimos como

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51Transición agroecológica: características, criterios y estrategias. dos casos emblemáticos…

atributos estructurales de los agroecosistemas, haciendo especial énfasis en los vinculados a la agrobiodiversidad y al manejo ecológico del suelo, dos dimensiones centrales en el manejo de base agroecológica (Pérez 2010, Marasas et al, 2011, Pérez y Marasas 2013).

Como no existe una receta única para implementar la transición AE, resulta de vital importancia poder analizar cuáles son y en qué estado están los recursos naturales propios del establecimiento productivo a fin de forta-lecerlos y consolidar el proceso de transición (Tabla 1).

Tabla 1. Atributos estructurales del agroecosistema particular. Criterios claves a tener en cuenta en un proceso de transición.

Criterios Sub criterios Estrategias

Atributos estructuralesdel agroecosistema particular

1- Actividad productiva (agrícola, ganadera, mixta, forestal, etc.):

Considerar cada una de ellas porque cuentan con condiciones estructurales características y diferentes dificultades a afrontar.

2-Diversidad espacial cultivada y espontánea (número de cultivos, existencia o no de asociaciones, cultivos de cobertura, corredores o franjas de vegetación espontánea, entre otras)

Incrementar la diversificación del sistema. Esto ofrecerá ventajas, que según la práctica podrá evitar que el suelo permanezca desnudo y, así, disminuir la erosión; generar microambientes para la permanencia de insectos benéficos; reducir la presencia de especies vegetales no deseadas, aprovechar más eficientemente los recursos, etc.

3-Organización temporal de la diversidad (si existen o no rotaciones, ya sea de cultivos o de actividad productiva)

Realizar rotaciones que promuevan el control preventivo de malezas y disminuiyan la susceptibilidad a plagas y enfermedades. A su vez, añade a los suelos residuos de diferentes especies, que ayudan a mantener la diversidad biológica y a mejorar la disponibilidad de materia orgánica y nutrientes, entre otros.

4-Existencia de ambientes semi-naturales en el predio (distribución y la proporción de superficie que ocupan respecto de las zonas de finalidad únicamente productiva)

Manejar dichos ambientes, diseñar su proximidad al lote cultivado y la buena conectividad con las zonas productivas, pueden aportar al flujo de organismos benéficos entre ambientes de diferentes usos productivos o entre aquellos de finalidad productiva y los semi-naturales (Marasas et al., 2011).

5- Estado de los componentes de la agrobiodiversidad que brindan servicios ecosistémicos claves (este punto, probablemente requiera de algún especialista para la determinación de las especies sugeridas).

Se recomienda analizar y fomentar: a) la vegetación espontánea y b) la artropodo-fauna benéfica:a) Para la vegetación espontánea se requiere considerar su composición específica, su distribución espacio-temporal y la abundancia/cobertura de las especies, prestando especial atención a las pertenecientes a las familias reconocidas como atractivas y refugios de enemigos naturales (Asteraceae, Fabaceae y Apiaceae) (Fernandez & Marasas, 2015; Saini & Polack, 2000). Por otra parte, registrar, en las distintas estaciones del año, si están o no en floración y el color de la flor, debido a que son proveedoras de néctar y polen (alimento de parasitoides y algunos predatores).b) En cuanto a la artrópodo-fauna, evaluar su composición específica, su abundancia, la distribución espacio-temporal e identificar los roles tróficos de los organismos presentes, en particular aquellos citados como enemigos naturales de herbívoros plagas [Artrópodos pertenecientes a los Órdenes Araneae (Clase Arachnida), Hemiptera, Coleoptera e Hymenoptera (Clase Insecta), y dentro de estos últimos las familias Anthocoridae, Nabidae, Reduviidae, Geocoridae, Carabidae, Coccinellidae, Nitidulidae (sensu Cybocephalidae) y Staphylinidae]. Es importante poder diferenciar aquellos enemigos naturales polífagos inespecíficos de aquellos más específicos, como los microhimenópteros, ya que todos intervienen en la regulación biótica y aportan al equilibrio del sistema.

6- Plagas y enfermedades más frecuentes Registrar con qué intensidad afecta a la producción en cada época del año.

7- Estado de conservación del suelo y las principales prácticas de manejo (el tipo de labranza, fertilización, esterilización, entre otras). En particular, observar sus características físicas, químicas y biológicas.

Se considera importante pensar en implementar labranzas más conservacionistas como, por ejemplo, la labranza vertical para conservar la estructura del suelo; los abonos orgánicos para promover una mejor estructura y disponibilidad de nutrientes y en horticultura, reemplazar la esterilización con productos químicos por prácticas que alteren lo menos posible la fauna y flora edáficas (biofumigación, etc.).

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52 Agroecología 10(1)

2. El conocimiento ambiental local del agricultor o familia agricultora que toma las decisiones y gestiona el funcionamiento del sistema:Se entiende como conocimiento ambiental local, al

conjunto de conocimientos, prácticas y creencias sobre las relaciones entre los seres vivos y de los mismos con su entorno, derivado de la experiencia y observación del medio natural y de los agroecosistemas (Berkes et al. 2000). Se transmiten de generación en generación, generalmente de forma oral. Es un conocimiento ge-nuino y de alto valor empírico. Además, es un conoci-miento acumulativo y dinámico, es decir, que se basa en las experiencias pasadas pero se adapta a los cam-bios tecnológicos y sociales del presente (Noseda et al. 2011). Se considera altamente positiva la conformación de equipos que coordinen y potencien las actividades de investigación e intercambio con productores, son instancias útiles y necesarias para la construcción y enri-quecimiento de saberes en forma colectiva y el fortale-cimiento de las organizaciones de productores (Fernán-dez et al. 2014). Además estas instancias dan contención al momento de planificar tareas y acciones en el camino de pensar la transición agroecológica por parte de cada productor (Tabla 2).

3. Los factores contextuales que condicionan las posibilidades de desarrollo de un proceso de transición:La bibliografía en general aborda el proceso de tran-

sición orientado a la finca del agricultor. Sin embargo, resulta necesario abarcar aquellos factores del contex-

to, que se expresan en el análisis de lo local o territorial y que influyen y condicionan el proceso de transición agroecológica a nivel de finca. Los mismos pueden agruparse en cuatro áreas: política, técnica, económica y social (Tabla 3). Para el análisis, se propone identificar aquellos atributos que estén ejerciendo un rol positivo y así potenciarlos, o bien aquellos que tengan un rol negativo, de manera de disminuir su efecto sobre los procesos ecológicos, económicos o sociales que condi-cionan el funcionamiento del sistema productivo.

REPRESENTACIÓN GRÁFICA DE LOS CRITERIOS

En la figura 1 se muestran los tres criterios descriptos anteriormente (atributos estructurales del agroecosiste-ma, conocimiento ambiental local y factores contextua-les). Utilizamos la imagen de un molino, en la que cada aspa simboliza uno de los atributos estructurales del es-tablecimiento que son de relevancia para la transición. La representación lleva implícita la idea de movimiento y en ella no existen, a priori, jerarquías predeterminadas entre los elementos. Todos estos atributos se vinculan íntimamente con el conocimiento ambiental local del productor, por lo que se encuentra en el centro del mo-lino. Por último, en las áreas circulares, se describen los factores contextuales que influyen sobre los atributos estructurales del agroecosistema y los conocimientos y decisiones del productor. Las flechas rectas de doble en-trada expresan la interacción entre los distintos factores contextuales que, generalmente se condicionan entre sí; y las flechas curvas representan la influencia de los

8- Cantidad y composición de insumos agroquímicos utilizados (monitorear tipo, dosis, frecuencia)

Es necesario disminuir paulatinamente el uso de insumos agroquímicos, ya que alteran el equilibrio ecológico del sistema. Aquellos agricultores con alto uso de insumos químicos deberían comenzar por realizar un uso adecuado, para luego pasar a la sustitución de insumos y paralelamente pensar en las alternativas de re diseño del agroecosistema, según el caso particular.

Otros: estado de los recursos hídricos y energéticos (9), la infraestructura presente en el predio (10), la tecnología empleada (11), la situación en la que se encuentra la tenencia de la tierra (12), la mano de obra utilizada (13),

Es necesario tenerlos en cuenta, ya que permiten construir una mirada integral del sistema productivo.

Tabla 2. Conocimiento ambiental local. Criterios claves a tener en cuenta en un proceso de transición

Criterios Sub criterios Estrategias

Conocimiento ambiental local

Conocimientos, prácticas y creencias de los agricultores

Poner en valor dichos conocimientos para diseñar las estrategias del proceso de transición, fortalece el mismo, lo hace más apropiable por parte del agricultor y disminuye la resistencia al cambio. El enfoque agroecológico plantea la necesidad de revalorizar dicho conocimiento y promover el intercambio de saberes. Asimismo, los agricultores familiares, cuentan con la capacidad de innovar, experimentar y explorar ante diferentes situaciones. Esta singularidad también puede constituir un facilitador para trabajar conjuntamente en nuevas estrategias de diseño y manejo del agroecosistema, potenciando el proceso de transición (Blandi 2016).

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factores contextuales en el nivel de agroecosistema (el molino). El tamaño de los círculos, aspas y flechas hacen referencia a la importancia relativa de cada uno en el proceso de transición.

La figura 1 es una representación esquemática, cuyos atributos y factores cumplen roles particulares e impor-tantes, a la vez que se solapan y entrelazan entre sí. Cada uno de estos tendrá una importancia relativa según la realidad existente, generándose múltiples escenarios, los cuales requerirán de una estrategia de acción parti-cular para implementar el proceso de transición.

Construir un esquema similar para caracterizar la si-tuación inicial del sistema, permitirá visualizar los aspec-tos positivos y negativos que operan en el agroecosiste-ma, facilitar la planificación de un proceso de transición e implementar estrategias de manejo lo más apropiadas

posibles en función de la realidad local. En el apartado siguiente se ejemplifica con dos estudios de caso.

EL PROCESO DE TRANSICIÓN AGROECOLÓGICA EN DOS ESTUDIOS DE CASO

Se propone, a través de dos ejemplos concretos, con-siderar las características de un proceso de transición en marcha, motivados por una situación de conflicto. Se explicitó el marco histórico, cuál es el conflicto, y se analizaron la situación inicial, los cambios ocurridos y las estrategias implementadas. A su vez, se analizó a partir de la articulación de los criterios que intervienen (internos al agroecosistema y externos o contextuales), las fortalezas y limitaciones que se presentan en un pro-ceso dinámico de transición.

Tabla 3. Factores contextuales. Criterios claves a tener en cuenta en un proceso de transición.

Criterios Sub criterios Estrategias

Factores contextuales

Área política Las instituciones locales, regionales y nacionales, desempeñan un papel muy importante a la hora de crear condiciones económicas, fiscales y de mercado, que pueden favorecer un proceso de transición. Estas acciones pueden ser: regular mercados, establecer compensaciones o subven-ciones, otorgar incentivos fiscales (Gonzalez de Molina, 2012), entregar subsidios y/o difundir o prohibir ciertas tecnologías. Esto puede darse a través de leyes, normas u otros recursos, según los objetivos de las insti-tuciones. La ausencia de este tipo de políticas, desalienta y hasta podría hacer retroceder el proceso de transición.

Área técnica Formación de profesionales con perfil agroecológico a nivel privado y estatal. Incorporar en las instituciones de investigación la Agroecología, a través de programas de investigación, desarrollo e innovación tecno-lógica. En relación a la forma en que se difunden las tecnologías, contar con herramientas que prioricen la participación del agricultor en la adap-tación tecnológica, la experimentación conjunta y la toma de deci-siones.

Área económica (el mercado) Se hace referencia, por ejemplo, a las ferias de agricultores familiares. En ellas, se posibilita que el consumidor comprenda que lo que consume como alimento no es solamente el producto que adquiere, sino que ese producto es el resultado de un proceso complejo con consecuencias am-bientales y socioeconómicas. A su vez, se establece un contacto entre el agricultor y el consumidor, generándose una relación de confianza y un beneficio económico para el agricultor, al desligarse de los intermediarios mediante la venta directa. En relación al mercado de insumos, para favorecer un proceso de transi-ción, es necesario apuntar a la utilización de recursos locales, industrias e insumos de la región, ya que disminuye la dependencia de insumos externos costosos.

Área social La organización social, representada por cooperativas, asociaciones y otras, indudablemente es fundamental para cualquier proceso de cam-bio. En el caso de la transición, sirve como herramienta para hacer fren-te a los distintos tipos de problemas que surjan en el camino, los cuales no solamente están vinculados a la producción. En todas esas dinámicas sociales, existe un equilibrio o una equidad entre los géneros, las clases, las profesiones, etc., y los roles que cada uno de los actores cumple en la organización. En este sentido, el rol de la familia, y especialmente el de la mujer, es de fundamental importancia en la gestión y comercialización de la producción.

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1- Establecimiento de producción hortícola en el Parque Pereyra, Cinturón Hortícola de La Plata (CHLP).Marco histórico y conflictoDurante la década del ´90, la crisis que afectaba a la

Argentina tuvo su correlato en el ámbito hortícola de la región platense, con alto impacto en el precio de los in-sumos y las dificultades de inserción de la producción en el mercado. En el Parque Pereyra Iraola (Municipios de La Plata y Berazategui, Prov. de Buenos Aires) viven más de 100 familias de pequeños productores que son parte del denominado cinturón hortícola de la ciudad de La Plata. Las mismas ocupan 1200 hectáreas dentro del Parque, destinadas desde el año 1949 a la producción familiar a cambio del pago de un canon estatal. Sin embargo, la crisis provocó irregularidades en el pago del canon y las familias del Parque tuvieron que defender y negociar de manera organizada su permanencia en las quintas. Ade-más, debían afrontar importantes acusaciones de con-taminación por el uso indiscriminado de agrotóxicos y la presión inmobiliaria sobre la zona (Domínguez 2008). Esta situación fue un punto de inflexión que facilitó el ini-cio del proceso de transición y la búsqueda de alternati-vas para la resolución de los problemas que se presentan en el seno de la organización y/o la familia agricultora.

Con el trabajo colectivo entre los técnicos, familias productoras y otros actores del ámbito académico, se comenzó un proceso de transición agroecológica, acen-tuando los aspectos productivos, organizacionales y lo comercial. En ese camino, las familias productoras confor-maron la Asociación “Unión de productores familiares sin agrotóxicos del Parque Pereyra Iraola”. Más adelante, se consolidó la organización y se conformó la Cooperativa de Trabajo Agrícola de Hudson y Pereyra (CoTraHyP).

En este contexto, se describirá el caso de una de las familias de la zona de Hudson, que comenzó una tran-sición hacia prácticas de base agroecológica. El estable-cimiento posee 4.5 ha. El padre de esta familia comen-zó con la actividad hortícola en el año 1975 y, desde su fallecimiento, los hijos llevan adelante el trabajo en el predio, mientras que las mujeres se encargan de la pro-ducción de salsas, dulces, licores, y la venta en ferias.

Situación al inicio de la transiciónEn la figura 2a se visualizan, resaltados en mayor ta-

maño, cuáles eran, al inicio de la experiencia los aspec-tos ventajosos para iniciar el proceso de transición agro-ecológica:

Para los atributos estructurales del agroecosistema en el establecimiento se resaltan:

Figura 1. Gráfico que representa cómo se relacionan los Atributos estructurales del agroecosistema, el Conocimiento ambiental local y los Factores contextuales. Referencias: Aspas del molino: tipo de actividad productiva (1), diversidad espacial cultivada y espontánea (2), organización temporal de la diversidad (3), existencia de ambientes semi-naturales en el predio (4), componentes de la agrobiodiversidad que brindan servicios ecosistémicos (5), plagas y enfermedades más frecuentes (6), estado de conserva-ción del suelo (7), cantidad y composición de insumos agroquímicos utilizados (8), estado de los recursos hídricos y energéticos (9), infraestructura presente en el predio (10), tecnología empleada (11), situación en la que se encuentra la tenencia de la tierra (12), mano de obra utilizada (13).

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- El tipo de actividad productiva (1): ya realizaban producción agrícola (horticultura) así como tam-bién cría de animales domésticos (pollos, gallinas y cerdos), aspecto que desde un comienzo aportó diversidad productiva al sistema, lo que permitió potenciar las sinergias entre las distintas produc-ciones así como también optimizar la materia y energía de los subproductos de las mismas.

- Los ambientes semi-naturales (4): el estableci-miento se encuentra dentro de un Parque Pro-vincial con categoría de Reserva de Biósfera y es uno de los principales pulmones verdes entre las ciudades de Bs. As y La Plata, con gran variedad de especies arbóreas y herbáceas.

- Los agroquímicos utilizados (8): la familia produc-tora reconoce no haber sido nunca “gran consu-midora de insumos” (Pérez 2010), aunque com-praban algunas semillas importadas, y realizaban eventuales aplicaciones de biocidas y fertilizantes químicos.

- La tenencia de la tierra (12): favoreció el hecho de no tener que pagar un alquiler a cambio de su per-manencia en la tierra, aspecto que constituye uno de los principales problemas para gran parte de los agricultores familiares en otras zonas.

- La mano de obra (13): siempre basaron su produc-ción en mano de obra predominantemente fami-liar.

En relación a los factores contextuales:

- Área política: A partir de una gran presión, princi-palmente por intereses inmobiliarios, para des-alojar las tierras del parque, se generó una gran cantidad de reclamos y negociaciones, que final-mente permitieron mantener la actividad produc-tiva, bajo la condición de realizar una producción sin agroquímicos, para lo cual, hacia el año 2000,

el Ministerio de Asuntos Agrarios de Buenos Aires tomó medidas vinculadas a la asistencia técnica.

- Área Técnica: se brindó el asesoramiento técnico en el marco del programa Cambio Rural Bonae-rense que acompañó el proceso de transición des-de su inicio.

- Área Social: la organización social de los producto-res, en distintos espacios y la conformación de la Asociación de productores del parque (cuyo pri-mer objetivo era frenar los desalojos), constituye-ron un pilar fundamental en el inicio del proceso de transición, al permitir articular sus necesidades con mayor fuerza, compartir sus experiencias y construir acciones colectivamente.

Situación luego de 10 años de haber iniciado la transición agroecológicaDurante este período y con el apoyo del asesora-

miento técnico, se consolidó la producción agroecoló-gica en el establecimiento. Se aprovecharon las poten-cialidades ecológicas y productivas del sistema (gran diversidad cultivada y asociada), de manera de poten-ciar los servicios ecológicos (Pérez y Marasas 2013) y así disminuir la aplicación de insumos químicos contami-nantes. En simultáneo, y con un gran aporte del equipo técnico, se trabajó en la consolidación de la organiza-ción de los productores y el fortalecimiento de los cana-les de comercialización, que garantizaron la venta de la producción agroecológica (Chifarelli 2010). En la Figura 2b se visualizan los cambios operados a lo largo de este período, que se detallan a continuación:

En relación a los atributos estructurales del agroeco-sistema, la familia cambió alguna de sus prácticas de manejo e implementó una producción de base agro-ecológica con las siguientes características:

Actividad productiva mixta: hortícola al aire libre y bajo cubierta, frutícola, porcina y avícola; elaboración de productos caseros con insumos de la producción; alta

Figura 2. Representación gráfica de los Atributos estructurales del agroecosistema, el Conocimiento ambiental local y los Factores contextuales, (a): Resaltados en mayor tamaño aquellos que resultaron favorables al momento de iniciar el proceso de transición AE y (b): Resaltados en mayor tamaño aquellos que se fortalecieron durante el proceso de transición AE.

a b

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diversidad espacial y temporal de cultivos. Asocia y rota diferentes variedades y mantiene franjas de vegetación espontánea y surcos con flores de manera aleatoria o planificada, entre los cultivos; preserva ambientes semi-naturales aledaños al lote cultivado. La vegetación de los mismos es muy diversa, con presencia de tres estratos y gran abundancia de la familia Asteraceae durante todas las épocas del año, y Apiaceae y Fabaceae, predominante-mente durante primavera-verano (Fernández y Marasas 2015). Sobre estas plantas, se encuentran gran cantidad de enemigos naturales predadores (tanto generalistas como específicos) y parasitoides. Estos grupos pertene-cen a los Órdenes Araneae (Clase Arachnida), Hemiptera, Coleoptera e Hymenoptera (Clase Insecta) (Dubrovsky Berensztein et al.2013); la familia manifestó no tener pro-blemas importantes de plagas ni enfermedades y que, en los casos de presencia de fitófagos, éstos generalmente no llegan a causar niveles de daño significativos según su criterio; utiliza fertilizantes orgánicos e incorpora los ras-trojos de cultivos anteriores al suelo. Emplea “coberturas verdes” y labranza vertical. Deja un tiempo entre una co-secha y la próxima siembra, para la preparación del sue-lo y la descomposición de la materia; no aplica insumos agroquímicos pero sí utiliza productos caseros naturales para la fertilización y el control ocasional o prevención de plagas y enfermedades; la mano de obra es predominan-temente familiar; sustentan su trabajo con maquinaria propia y variada infraestructura apropiada.

Los cambios en la práctica concreta, lejos de ser transmitidos unidireccionalmente desde el técnico ha-cia la familia, fueron construidos activamente por ésta, poniendo en juego su conocimiento ambiental local e interviniendo con protagonismo en espacios de inter-cambio de saberes, junto con el técnico y el resto de las familias de la Organización. Esta dinámica de traba-jo posibilitó a la familia apropiarse de nuevos conoci-mientos, transformarlos y hacerlos práctica concreta y decisiones de manejo novedosas, acordes con un nuevo modo de producción.

Por otra parte, analizando los factores contextuales, se observa cómo las tres áreas (social, técnica y econó-mica) traccionaron fuertemente al área productiva y apuntalaron el proceso de transición:

- En el área Social, se consolidó la organización en-tre todas las familias productoras y se conformó la Cooperativa de Trabajo Agrícola de Hudson y Pereyra, lo cual les permitió integrar el Proyecto “Banco Social” de la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales, UNLP.

- En el área Técnica, la familia productora es una de las 40 que participaron del Programa Cambio Ru-ral Bonaerense hasta el año 2011 e integran pro-yectos junto a otros organismos, como la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria y el IPAF Región Pampeana del INTA.

- En el área económica, la familia logró insertar su producción en mercados de comercialización di-recta productor-consumidor y ferias. A su vez, son beneficiarios de subsidios estatales y microcrédi-tos del Banco Social, otorgados a la CoTraHyP.

Reflexiones (limitaciones y fortalezas)El proceso de transición en general se ha fortaleci-

do y se encuentra consolidado en el establecimiento de la familia productora en cuestión. Para esto, en sus comienzos fueron claves factores externos vinculados al área social (la organización de los productores) y téc-nica (asesoramiento con enfoque agroecológico). Estas fortalezas lograron traccionar un crecimiento del área económica y mejoras en los atributos estructurales del agroecosistema, a lo largo del proceso. Cabe mencionar que, si bien el disparador para iniciar el proceso de tran-sición afectaba a varios establecimientos productivos del Parque Pereyra, aspectos intrínsecos de la familia en cuestión y del agroecosistema fueron claves para que pudieran transitar y consolidar el cambio operado, al tiempo que la situación fue diferente en otros estable-cimientos.

Ampliando la mirada para pensar una transición que abarque al resto de las familias productoras del Parque Pereyra, existen dimensiones todavía debilitadas, por ejemplo, las vinculadas al área política y económica. Si bien la familia en cuestión logró resolver el aspecto de la comercialización de manera favorable, no existen cir-cuitos de comercialización apropiados para que la pro-puesta agroecológica se haga extensiva. Ambas áreas constituyen puntos a trabajar para fortalecer el proce-so definitivamente y, así, permitir su permanencia en el tiempo y su consolidación en el territorio.

2- Asociación de familias productoras de Cañuelas, Buenos AiresMarco Histórico y conflicto: La desmedida utilización de agroquímicos en áreas

periurbanas ha generado serios inconvenientes am-bientales y sociales. En la Provincia de Buenos Aires, ante la presión ejercida por los reclamos sociales han surgido ordenanzas que restringen la utilización de agroquími-cos en las llamadas franjas de no pulverización. Entre ellas, se encuentra la Ordenanza Nº 2671/10 de Regu-lación de Uso de Agroquímicos (2010) del Municipio de Cañuelas. La misma establece la prohibición de la aplicación de agroquímicos de forma aérea en toda la superficie del partido, y la prohibición de la aplicación terrestre dentro de un radio de 2.000 metros de los lí-mites urbanos, afectando así una superficie aproximada de 10.000 hectáreas. A partir de entonces, muchos pro-ductores agropecuarios se encontraron sin alternativa productiva aparente, debido a que los paquetes tecno-lógicos más utilizados son altamente dependientes de agroquímicos.

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Situación inicialEsto generó la necesidad de implementar estrate-

gias para iniciar un proceso de transición hacia sistemas agroecológicos de producción. Es así que la organiza-ción local Familias productoras de Cañuelas, pertene-cientes al MAELA (Movimiento Agroecológico para América Latina y el Caribe) asumió el compromiso de acompañar a algunos agricultores convencionales que entran dentro de las franjas, con la implementación de alternativas productivas diversificadas y sin uso de agroquímicos. Esta situación se puede ver en la figura 3, donde el área social, representada por las Familias pro-ductoras de Cañuelas, es la que moviliza las áreas polí-tica y técnica.

Como estudio de caso se presenta un agricultor fa-miliar convencional, dueño de un establecimiento de cría de caballos, que ante la aplicación de la ley de agro-químicos, accedió a utilizar parte de su tierra para en-sayar alternativas de cultivos extensivos invernales. Se planteó un cambio en el manejo de la avena, usada para alimentar a los caballos. Ésta, tradicionalmente se culti-vaba como monocultivo con su respectivo paquete tec-nológico de insumos químicos, pero a partir del ensayo, se hizo una consociación con una leguminosa (Vicia), sin utilizar herbicidas ni ningún otro producto químico.

Situación en transiciónComo resultado de la experiencia, se obtuvo que la

asociación aportó casi la misma biomasa que cuando están los cultivos en monocultivo, según el cálculo del LER (Flores y Sarandón 2014). Asimismo, es importan-te resaltar los otros aportes que tiene la consociación frente al monocultivo, como la regulación biótica o el mejoramiento en el aprovechamiento de los nutrientes. En relación a la biomasa de las plantas espontáneas o “malezas”, se observó que en el tratamiento del cultivo

consociado hubo menos materia seca de espontáneas que en los tratamientos de monocultivo, con lo cual se pudo observar un manejo más eficiente de malezas (Ba-reilles et al. 2013).

A partir de este ensayo, se puede notar cómo los atri-butos estructurales del agroecosistema se modifican, entre ellos, la distribución espacial de los cultivos y la no aplicación de agroquímicos (Fig. 3). Además, se res-cata la voluntad y el entusiasmo del agricultor, de seguir profundizando el conocimiento sobre la producción de cultivos de manera agroecológica, ya que expresó inte-rés de repetir estas pruebas en el siguiente año.

Es importante destacar que varios son los factores ex-ternos que apoyan este tipo de iniciativas. Por ejemplo, Desde el área social, la organización local Familias pro-ductoras de Cañuelas, además de tener un papel funda-mental en la implementación de estas experiencias, han estimulado a nivel local la conformación de espacios de formación y capacitación. Esto es, ha estimulado la crea-ción del CEPT N° 51 y la Diplomatura en agroecología y economía social solidaria junto con otras Universida-des, el municipio y el Ministerio de Asuntos Agrarios de Buenos Aires (Alem et al. 2016 ). En el área política, el consejo deliberante tiene para su aprobación, la orde-nanza de producciones agroecológicas, con sistemas de garantías participativas. Desde el área técnica, se cuenta con el apoyo del equipo técnico del INTA a través de la Estación Experimental del área Metropolitana y del IPAF región pampeana. Además, a través de la implementa-ción de pasantías o proyectos de investigación se recibe el aporte de profesionales de distintas Universidades Nacionales y otras instituciones no gubernamentales como CETAAR, entre otras (Fig. 3).

Sin embargo, en relación a otros agricultores con-vencionales, aún existe un incipiente compromiso de su parte para iniciar la transición. Sí existe la voluntad de

Figura 3. Representación gráfica de los Atributos estructurales del agroecosistema, el Conocimiento ambiental local y los Factores con-textuales, (a): Resaltados en mayor tamaño aquellos que resultaron favorables al momento de iniciar el proceso de transición AE y (b): Resaltados en mayor tamaño y color aquellos que se fortalecieron durante el proceso de transición AE.

Figura 3a Figura 3b

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algunos para iniciar experiencias puntuales, como la co-mentada anteriormente, donde se ceden lotes para im-plementar alternativas productivas diversificadas y sin uso de agroquímicos. Desde el punto de vista técnico, aún es insuficiente el apoyo de profesionales formados y se requiere la necesidad de capacitar actores locales. Finalmente, el Área económica es aún débil, ya que se requiere avanzar en la implementación de alternativas de comercialización que estimulen la producción agro-ecológica, con lo cual el proceso se aceleraría y existiría la motivación de más productores y consumidores.

REFLEXIONES:

En este ejemplo, la organización de productores fa-miliares agroecológicos es la que tracciona el proceso territorial para implementar la ordenanza y avanzar en la transición agroecológica. Pero, necesariamente hay que armar un entramado de desarrollo local más sólido, donde todos los actores se comprometan y se sientan involucrados en el proceso. Esta construcción permiti-ría minimizar los riesgos frente a cambios políticos y de relaciones de poder y establecer espacios donde se ga-rantice la continuidad de esta transformación.

Por otro lado, sería deseable que más agricultores se sumen al desafío de iniciar un proceso de transición y que a nivel de finca se consoliden experiencias exitosas.

DISCUSIÓN GENERAL

El proceso de transición agroecológico es complejo, por lo tanto, exige un enfoque holístico y un abordaje sistémico (Marasas et al. 2012, Gliessman et al. 2007). En ese sentido, la metodología propuesta aborda gran parte de las variables y/o criterios que influyen en la transición, entendiendo que las relaciones sociedad-individuo-naturaleza-economía-política-cultura son in-disociables (Caporal et al. 2009) y que articulan en dife-rentes escalas. Es así, que la misma propone considerar los atributos estructurales del Agroecosistema que, en concordancia con Gliessman et al. (2007), analiza cuáles son y en qué estado están los recursos naturales propios del establecimiento productivo y se busca optimizar el agroecosistema como un todo, considerando sus lími-tes e interrelaciones.

La metodología presentada también tiene en cuen-ta el conocimiento ambiental local de los agricultores, porque la Agroecología parte del conocimiento lo-cal, respetándolo e integrándolo con el conocimiento científico (Toledo 2005). Según Caporal et al. (2009) el “partir” del conocimiento local, significa el comienzo de un proceso de diálogo portador de un potencial endó-geno rico en conocimientos y saberes de la praxis, con profesionales técnicos- académicos que aportan otros conocimientos de manera de construir un nuevo saber que potencie y optimice el proceso en curso. Por últi-

mo, la metodología desarrollada considera los factores contextuales, como los políticos, sociales, económicos y técnicos. Según Sevilla Guzmán et al. (2006), estas di-mensiones son importantes y se deben tener en cuenta ya que se entrecruzan influenciando unas a otras, por lo tanto su entendimiento depende de un abordaje inter, multi y transdisciplinar (Ruiz Rosado 2006).

Para facilitar la interpretación de dichas variables y/o criterios, se propuso un esquema en forma de molino que simplifica la realidad compleja. A través del mismo, se puede sintetizar información y tener una visión holís-tica de la situación.

Con los criterios desarrollados, se consiguió analizar el proceso de transición en dos estudios de caso dife-rentes de la Región Metropolitana de Buenos Aires. Se pudo observar que el proceso de transición no cuenta con recetas únicas y depende de las condiciones pro-pias del lugar, ya que está relacionado con la heteroge-neidad ecológica y cultural (Marasas et al. 2012, Altieri 1997).

Sin embargo, en ambas situaciones, se plantea el de-safío de generar soluciones tecnológicas en escenarios hegemónicamente adversos y dinámicos, con lo cual, durante el proceso participativo se convive con discu-siones y confrontación de intereses distintos y posible-mente contradictorios entre los actores involucrados. En estos escenarios, en donde incluso muchos agricultores pueden ser resistentes al cambio, se pueden encontrar aspectos interesantes para avanzar en la generación de soluciones tecnológicas que apuntalen y fortalezcan el proceso de transición (Marasas et al. 2012), como se pudo observar en los dos estudios de caso.

Se debe prestar atención a las prácticas de manejo que lleva a cabo el productor o familia productora y cómo éstas afectan a los agroecosistemas. Para ello, es importante utilizar metodologías participativas para la obtención de información genuina y poder realizar este diagnóstico de manera colectiva (Marasas et al. 2007). Se considera, por lo tanto, más apropiado trabajar en grupos interdisciplinarios (Ruiz Rosado 2006) integra-dos por el equipo técnico, investigadores, asesores ex-ternos y agricultores.

Los procesos que se den, tanto en el nivel de finca como en el territorial, son interdependientes y se re-troalimentan en forma dinámica y permanente. De lo contrario, los casos exitosos solo se entenderían como islas de experiencias locales desarticuladas y sin cone-xión. Su consolidación dependerá no sólo de la gene-ración de tecnologías apropiadas y apropiables, sino del resultado de conflictos de intereses que dinamizan los procesos de resistencia, confrontación y finalmente adaptación social (Sevilla Guzmán et al. 2006).

En efecto, existen varias “fuentes” legítimas de pen-samiento y acción transformadora de los agroecosiste-mas: los productores y consumidores organizados, las universidades, las comunidades y las iniciativas locales,

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los movimientos urbanos, los movimientos populares y las luchas sociales, los territorios, etc. Todos estos suje-tos forman parte de una construcción en marcha que requiere el desafío de un análisis de la complejidad y arriesgarse a trazar rutas colectivas y de convergencia.

AGRADECIMIENTOS:

A José Antonio Maidana (técnico del Ministerios de Asuntos Agrarios de la Provincia de Buenos Aires y asesor de la CoTraHyP), a la familia Krashesky, quienes brindaron sus conocimientos y experiencia, a Daniel Ba-reilles, productor familiar de la Cooperativa APF Cañue-las y a la mesa provincial de productores de Cañuelas, integrantes del MAELA.

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INTRODUCCIÓN

La agricultura moderna ha consistido en la sustitu-ción de las comunidades vegetales naturales por co-munidades de cultivos homogéneas. La manipulación humana y la alteración de los ecosistemas con el fin de establecer la producción agrícola, ha convertido los

agroecosistemas modernos en sistemas altamente sim-plificados, hasta el punto de que son estructural y fun-cionalmente muy diferentes a los ecosistemas naturales. Las características inherentes de autorregulación de las comunidades naturales se pierden cuando los seres hu-manos modifican los ecosistemas para crear monoculti-vos (Altieri y Nicholls 2004). Entre más intensamente se

Resumen

Los agroecosistemas modernos requieren un cambio sistémico, pero los nuevos sistemas de cultivo rediseñados no emergerán de la simple aplicación de un conjunto de prácticas (rotacio-nes, compost, cultivos de cobertura, etc.), sino más bien de la aplicación de principios agroeco-lógicos ya bien definidos. Estos principios se pueden aplicar a través de diversas prácticas y es-trategias, y cada uno tendrá diferentes efectos sobre la productividad, estabilidad y flexibilidad del sistema productivo. Al romper la naturaleza del monocultivo de los sistemas agrícolas con la diversificación agroecológica, se promueven procesos ecológicos naturales tales como reciclaje óptimo de nutrientes y acumulación de materia orgánica, activación biológica del suelo, flujos cerrados de energía, conservación de agua y suelo y balance de las poblaciones de plagas y ene-migos naturales, todos procesos claves en el mantenimiento de la salud del agroecosistema, su productividad y su capacidad de auto sostenerse. Mediante la promoción de la biodiversidad funcional, se logra un objetivo importante del proceso de conversión: el fortalecimiento de las funciones ecológicas del agroecosistema, lo que permite a los agricultores eliminar gradualmente los insumos al apoyarse en procesos ecológicos e interacciones claves del agroecosistema.

Palabras claves: Agroecologia, conversión, sistemas diversificados, sustentabilidad, resiliencia.

Summary

Agroecology: principles for the conversion and redesign of farming systems

Modern agroecosystems require systemic change, but new redesigned farming systems will not emerge from simply implementing a set of practices (rotations, composting, cover cropping, etc.), but rather from the application of already well defined agroecological principles. These prin-ciples can be applied by way of various practices and strategies, and each will have different effects on productivity, stability and resiliency within the farm system. By breaking the monocul-ture nature of farming systems, agroecological diversification mimic natural ecological processes leading to optimal recycling of nutrients and organic matter turnover, soil biological activation, closed energy flows, water and soil conservation and balanced pest-natural enemy populations, all key processes in maintaining the agroecosystem’s health, productivity and its self-sustaining capacity. By enhancing functional biodiversity, a major goal of the conversion process is achieved: strengthening the weak ecological functions in the agro-ecosystem, allowing farmers to gradu-ally eliminate inputs altogether by relying instead on ecological processes and interactions.

Keywords: Agroecology, conversion, diversified farming systems, sustainability, resilience

AGROECOLOGIA: PRINCIPIOS PARA LA CONVERSIÓN Y EL REDISEÑO DE SISTEMAS AGRÍCOLAS

Clara I. Nicholls1, Miguel A. Altieri2, Luis L Vázquez3

1International and Area Studies, University of California, Berkeley, USA. Sociedad Científica Latinoamericana de Agroecologia (SOCLA); 2Department of Environmental Science, Policy and Management,

University of California, Berkeley, USA. Sociedad Científica Latinoamericana de Agroecologia (SOCLA); 3 Sociedad Científica Latinoamericana de Agroecologia (SOCLA)-Cuba. E-mail: [email protected].

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modifican estas comunidades, más graves y frecuentes son los desequilibrios ecológicos de los sistemas agríco-las simplificados.

La dependencia de la humanidad en sistemas de pro-ducción de monocultivos homogéneos ya no es social-mente, económicamente y ecológicamente deseable, ya que estos sistemas comprometen la biodiversidad, utilizan los recursos de manera ineficiente, son altamen-te dependientes de energía fósil, imprimen una huella ecológica inmensa, son susceptibles a plagas y también son vulnerables a la variabilidad climática (Thiessen et al. 2015). Un reciente análisis llegó a la conclusión que la mayoría de los principales cultivos son impresionan-temente genéticamente uniformes y, por tanto, extre-madamente vulnerables a epidemias de enfermedades y fenómenos climáticos (Heinemann et al. 2013). Esta uniformidad se deriva de poderosas fuerzas econó-micas y legislativas que favorecen el monocultivo y la simplificación. De hecho, el aumento en la demanda de maíz como materia prima para la producción de etanol, está alterando la diversidad a nivel de paisaje y, en con-secuencia, los servicios que proporcionan estos ecosis-temas. Por ejemplo, en cuatro estados del Medio Oeste estadounidense el reciente incremento en la siembra de monocultivos de maíz, impulsado por los biocom-bustibles resultaron en una menor diversidad del paisa-je y una disminución de la oferta de enemigos naturales de plagas insectiles en campos de soya que redujo en un 24% los servicios de control biológico. Esta pérdida del servicio ecológico del control biológico, le costó a los productores de soya en estos estados un estimado de 58 millones de dólares por año, ya que hubo una reducción en el rendimiento y un mayor uso de pesti-cidas (Landis et al. 2008). Asi mismo, investigadores en-contraron en un estudio de dos años de 17 sitios en un radio de 1500 m- en China, que el uso de fertilizantes nitrogenados y la expansión de los cultivos de cereales, ponía en peligro los enemigos naturales para el control de áfidos, lo que provocó una disturbancia en las rela-ciones interespecificas, que incrementó la dependencia en pesticidas (Zhao et al. 2015).

Aparte de la implementación de nuevas variedades de cultivos y la aplicación de más de 5.2 millones de li-bras de pesticidas en todo el mundo, desde el punto de vista ecológico, poco se ha hecho para reducir la sus-ceptibilidad de los agroecosistemas industriales a pla-gas o para mejorar su adaptabilidad a los cambios en los patrones climáticos (Rosenzweig y Hillel 2008). Muchos agroecólogos han sugerido que el uso de estrategias de manejo agroecológico que rompen la naturaleza de los monocultivos y favorecen la diversidad a nivel de cam-po, así como la heterogeneidad del paisaje, representan un camino sólido para incrementar la productividad, la sostenibilidad y la resiliencia de la producción agríco-la (Altieri 1995, De Schutter 2010). Esta recomendación se basa en observaciones y evidencias experimentales

que afirman las siguientes tendencias: (a): cuando los agroecosistemas son simplificados, grupos funcionales de especies son removidos alterando el equilibrio del sistema, pasando de un estado deseado a un estado funcional menos deseado, afectando su capacidad para responder a los cambios y para generar servicios eco-sistémicos y (b) cuanto mayor es la diversidad vegeta-tional de los agroecosistemas, mayor será la capacidad del agroecosistema para amortiguar los problemas de plagas y enfermedades, así como los cambios en los re-gímenes de precipitación y temperatura (Folke 2006).

La investigación ha demostrado que la diversificación de los agroecosistemas puede revertir las tendencias a la reducción en los rendimientos a largo plazo, ya que la diversidad de cultivos y de variedades desplegadas en diversos esquemas temporales y espaciales responden de forma diferente a las shock climáticos externos. En una revisión reciente, investigadores encontraron que, en comparación con los monocultivos convencionales, los sistemas agrícolas diversificados presentan sustan-cialmente mayor biodiversidad, mejor calidad del suelo, y mayor capacidad de retención de agua, y mostraron una mayor eficiencia energética y una mayor resiliencia al cambio climático. En relación a los monocultivos con-vencionales, los sistemas agrícolas diversificados mejo-ran la regulación de malezas, enfermedades y plagas, al mismo tiempo que incrementan los servicios de polini-zación (Kremen y Miles 2012).

A medida que los agricultores inician la conversión agroecológica de sus sistemas agrícolas, se empiezan a observar lentamente varios cambios en las propiedades del suelo, en las condiciones del microclima, en la diver-sidad vegetal y en la fauna benéfica asociada, creando los cimientos para mejorar la salud del agroecosistema, la productividad de los cultivos y la resiliencia (Lotter 2003). Los agroecosistemas sometidos a la conversión ecológica funcionan como sistemas complejos con propiedades emergentes y, por lo tanto, las decisiones de manejo deberán tener en consideración el compor-tamiento especial y las propiedades de los sistemas complejos (Vandermeer et al. 1998). No obstante, es evidente que no es la diversidad “per se” lo que mejora la estabilidad de los agroecosistemas, sino la ‘biodiver-sidad funcional’, un conjunto de clústeres de biota que desempeñan papeles claves en la prestación de los ser-vicios ecológicos (fertilidad del suelo, regulación de pla-gas, etc.) en los agroecosistemas, reduciendo así la nece-sidad de insumos agrícolas externos (Gliessman 1998).

En este trabajo, sostenemos que los agroecosistemas modernos requieren cambios sistémicos, pero los nue-vos rediseños de los sistemas agrícolas no surgirán a partir de una receta que aplica un conjunto de prácticas (rotaciones, compostaje, cultivos de cobertura, etc.), sino a partir de la aplicación de ya bien definidos principios agroecológicos (Altieri 1995, Gliessman 1998). Estos principios pueden ser aplicados por medio de diver-

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sas prácticas y estrategias, y cada uno tiene diferentes efectos sobre la productividad, estabilidad y resiliencia dentro del sistema agrícola. El manejo agroecológico conduce a un buen reciclaje de nutrientes y acumula-ción de materia orgánica óptimo, a una alta eficiencia energética, a la conservación de agua y suelos y a un equilibrio entre las poblaciones de plagas y enemigos naturales, todos procesos claves para el mantenimiento de la productividad del agroecosistema y su capacidad autosuficiente (Altieri 2002a). El desafío de alinear los sistemas agrícolas con principios agroecológicos es in-menso, especialmente en el actual contexto del desarro-llo agrícola donde la especialización, la productividad a corto plazo y la eficiencia económica son enfatizados.

LA CONVERSIÓN DE SISTEMAS AGRÍCOLAS

La reversión de los agroecosistemas que ya han sufri-do una simplificación ecológica importante, implica un proceso de conversión de un monocultivo altamente dependiente de insumos quimicos a un sistema agrí-cola diversificado de bajos insumos externos (Lamine y Bellon 2009). La mayoría de los agricultores inician el proceso de conversión lentamente, teniendo tiempo para adquirir experiencia con un sistema de cultivo más diverso, experimentando en pequeña escala y redu-ciendo así los riesgos con el fin de aprender a ser lo su-ficientemente flexibles para adaptarse a las condiciones cambiantes.

Etapas de la transición:La conversión al manejo con base agroecológica

afecta a todo el sistema de cultivo, no solo a una parte del sistema. Las rotación de cultivos es una de las prin-cipales prácticas de manejo que abrumadoramente los agricultores orgánicos utilizan durante la conversión, ya que esta influye en la producción de forraje, en el mejoramiento de la fertilidad y es una parte integral de las estrategias del manejo de malezas, plagas, y en-fermedades. El mayor énfasis durante la conversión es el mejoramiento de la calidad del suelo mediante la incorporación de materia orgánica a través de la apli-cación de estiércoles o compost, así como el uso de cul-tivos de cobertura como abonos verdes en una rotación bien planeada. En la mayoría de los sistemas orgánicos, los cultivos de cobertura son la fuente mas importan-te de carbono orgánico necesarios para la comunidad microbiana del suelo y un adecuado pool de nutrien-tes (Lotter 2003). Lamentablemente, muchos agriculto-res orgánicos, empujados por las fuerzas del mercado que privilegian la especialización, tienden a sustituir las prácticas tales como las rotaciones, cultivos de cober-tura, etc. con un conjunto de paquetes de insumos, que son igualmente intensivos en energía y capital; creando un sistema de “sustitución de insumos”, tornando asi sus operaciones mas dependientes.

Muchos autores han conceptualizado la conversión como un proceso de transición con tres fases marcadas (Mc Rae et al. 1990):

1. Aumento de la eficiencia en la utilización de insu-mos mediante el manejo integrado de plagas o el manejo integrado de la fertilidad del suelo.

2. La sustitución de insumos o la sustitución de insu-mos ambientalmente benignos (insecticidas botáni-cos o insecticidas microbianos, biofertilizantes, etc.).

3. Rediseño del sistema: la diversificación mediante un ensamblaje vegetal y/o animal, que favorece las si-nergias, de modo que el agroecosistema puede pa-trocinar su propia fertilidad del suelo, la regulación natural de plagas y la productividad de los cultivos.

Muchas de las prácticas que actualmente están sien-do promovidas como componentes de la agricultura sostenible caen en las categorías 1 y 2. Estas etapas ofrecen claras ventajas en términos de reducción de los impactos ambientales a medida que se disminuye el uso de insumos de agroquímicos, y a menudo puede proporcionar ventajas económicas en comparación con los sistemas convencionales. Los cambios paulatinos, suelen ser más aceptados por los agricultores, ya que una drástica modificación de su sistema productivo, puede considerarse como altamente riesgosa. Pero, ¿la adopción de prácticas que aumentan la eficiencia en la utilización de insumos o que sustituye los insumos agroquímicos por otros biológicos, pero que deja intacta la estructura de los monocultivos, realmente tiene el po-tencial para llevar a un rediseño de los sistemas producti-vos agrícolas? Una verdadera conversión agroecológica pone en entredicho el monocultivo y la dependencia de insumos externos (Lamine y Bellon 2009).

En general, la sintonía en la utilización de insumos a través de enfoques tales como la Manejo Integrado de Plagas (MIP) ofrece poco para los agricultores en transi-ción. En la mayoría de los casos, el MIP se traduce en un “manejo inteligente de pesticidas”, ya que este enfoque solo se centra en el uso selectivo de pesticidas de acuer-do a un umbral económico pre-determinado de las pla-gas, que a menudo se “supera” en situaciones de mono-cultivo. La sustitución de insumos utilizados por la gran mayoría de agricultores orgánicos sigue el mismo para-digma de la agricultura convencional; superar el factor limitante, pero esta vez con insumos orgánicos o biológi-cos. Muchos de estos “insumos alternativos” se producen comercialmente en grandes empresas y los agricultores siguen siendo dependientes de los proveedores de insu-mos, aunque ahora biológicos (Rosset y Altieri 1996).

En California, los agricultores orgánicos de uvas y fresas aplican entre 12 a 18 diferentes tipos de insu-mos biológicos por temporada. Además de aumentar los costos de producción, muchos productos utilizados para un propósito pueden afectar otros aspectos del sis-

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tema. Por ejemplo, el azufre que se utiliza ampliamente para el control de enfermedades foliares de uvas, tam-bién pueden eliminar poblaciones de Anagrus, avispas parasíticas, principales reguladores de plagas de cicade-lidos o a su vez puede también afectar los ácaros fitosei-dos que controlan las arañitas rojas en fresas. Por consi-guiente, los agricultores quedan atrapados en un lo que se conoce como el “espiral de los insumos orgánicos”

Gliessman (2010) afirma que el mejoramiento en la eficiencia de la utilización de insumos y la sustitución de insumos no son suficientes para hacer frente a los desa-fíos de la agricultura moderna. En cambio, el autor argu-menta que los sistemas agrícolas deben ser rediseñados basado en un nuevo conjunto de relaciones ecológicas. Esto implica abordar la conversión como una transición ecológica de la agricultura basada en nociones de agro-ecología y sostenibilidad.

El rediseño del sistema surge de la aplicación de los principios agroecológicos que conducen a la transfor-mación de la estructura y función del agroecosistema para promover un manejo orientado a asegurar los si-guientes procesos (Altieri y Nicholls 2012):

1. Aumentar la diversidad arriba y abajo del suelo2. Incrementar la producción de biomasa y el conte-

nido de materia orgánica del suelo 3. Uso eficiente de los nutrientes del suelo, agua,

energía solar, semillas, los organismos del suelo, polinizadores y enemigos naturales

4. Planificación óptima de las secuencias y combina-ciones de cultivos y/o animales

5. Mejoramiento de la complementariedad funcio-nal y las interacciones entre suelo, cultivos y com-ponentes bióticos.

Finalmente el rediseño del sistema consiste en la creación de una infraestructura ecológica que a través de la diversificación a escala de parcela, finca y paisaje se fomentan las interacciones ecológicas que mejoran la fertilidad del suelo, el ciclo de nutrientes y la reten-ción y almacenamiento de agua, la regulación biótica de plagas y enfermedades, la polinización, y otros ser-vicios esenciales del ecosistema (Altieri 2002b). Los cos-tos asociados (mano de obra, recursos y dinero) para establecer la infraestructura de la finca agroecológica (cercas vivas, rotación, hábitats para insectos benéficos, etc.) durante la fase de rediseño tienden a ser altos en los primeros 3 a 5 años. Una vez que la rotación y otros diseños vegetacionales (cultivos de cobertura, policulti-vos, bordes, etc.) comienzan a prestar los servicios eco-lógicos a la finca, los procesos ecológicos claves (ciclo de nutrientes, la regulación de plagas, etc.) se ponen en marcha y la necesidad de insumos externos, así como los costos de mantenimiento empiezan a disminuir, ya que la biodiversidad funcional de la finca patrocina las funciones ecológicas (Fig. 1).

La agroecología promueve principios en lugar de reglas o recetas que deben ser tenidos en cuenta en el proceso gradual de conversión de sistemas convencio-nales a sistemas de producción agroecológica. Los agri-cultores son retados cada vez más a hacer uso de sus ha-bilidades intelectuales y de comunicación a lo largo de este período de transición, porque deberán optimizar el uso eficiente de los insumos, substituir insumos sintéti-cos por orgánicos y re-diseñar el sistema de producción. Esta transición es muy intensiva en conocimiento y re-quiere de un auto-estudio, e idealmente una renuencia a asumir riesgos importantes, exigiendo de 3 a 5 años para la creación de un agroecosistema. La agroecolo-gía como enfoque agrícola puede ser más intensiva en mano de obra, pero los beneficios tales como el desa-rrollo de la capacidad, los servicios a los ecosistemas ve-cinos, y el suministro de alimentos saludables, justifica el esfuerzo extra que el agricultor pone al rediseñar su sistema agrícola (Timmermann y Felix 2015).

Cambios en la biología de los suelos y la productividad de los cultivos Después de 3 a 4 años de conversión, los cambios en

las propiedades del suelo se vuelven aparentes. En ge-neral, los suelos manejados orgánicamente presentan mayor actividad biológica que suelos manejados con-vencionalmente. En estudios de largo plazo realizados en Suiza, investigadores encontraron que la longitud de las raíces de cultivos colonizadas por micorrizas en los sistemas de agricultura orgánica fue 40% superior a la de los sistemas convencionales (Mader et al. 2002). De particular importancia es el hecho de que las plan-tas colonizadas por micorrizas suelen presentar mayor biomasa y rendimientos significativamente mayores en comparación con las plantas no micorrizadas bajo condiciones de estrés hídrico, ya que las micorrizas au-mentan la eficiencia del uso del agua (Li et al. 2007). La biomasa y abundancia de lombrices fueron también su-periores por un factor de 1,3 a 3,2 en las parcelas orgáni-cas en comparación con los convencionales. Además la actividad y densidad de depredadores tales como cará-bidos, estafilinidos y arañas en las parcelas orgánicas fue casi el doble que en las parcelas convencionales.

Figura 1. Costos de mantenimiento durante la transición del sistema productivo hacia el rediseño agroecológico

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El porcentaje de nitrógeno, fósforo y potasio, pH, materia orgánica y algunos micronutrientes aumentan con el tiempo, muchas veces alcanzando valores sig-nificativamente mayores que al inicio de la conversión (Pimentel et al. 2005). Muchos estudios han demostrado un mejor rendimiento de la agricultura orgánica que los sistemas convencionales medidos utlizando diversos parámetros de sostenibilidad, incluyendo la riqueza y abundancia de especies, fertilidad del suelo, asimilación de nitrógeno por los cultivos, infiltración y capacidad de almacenamiento del agua y eficiencia energética (Kre-men y Miles 2012).

En cuanto a productividad, estudios realizados en Suiza mostraron que el promedio de los rendimientos de los cultivos orgánicos fueron sólo un 20% menor du-rante un período de 21 años, indicando una producción eficiente. En los sistemas orgánicos, la energía necesaria para producir una unidad de biomasa (peso seco) fue de 20 a 56% menor que en sistemas convencionales donde fueron de 36 a 53% más bajo por unidad de área (Mader et al. 2002). Generalmente, los rendimientos disminuyen durante los primeros 3 a 5 años de la conversión, pero como lo indica un reciente meta-análisis, los rendimien-tos de los sistemas orgánicos son sólo el 19,2% (±3,7%) inferiores a los rendimientos de los sistemas convencio-nales, una brecha de rendimiento menor que las esti-madas anteriormente (Ponisio et al. 2015). Estos investi-gadores no encontraron diferencias significativas en los rendimientos de los cultivos con leguminosas versus sin leguminosas, perennes versus anuales y en países desa-rrollados o en vía de desarrollo. En cambio, encontraron que dos prácticas de diversificación agrícola tales como los cultivos múltiples y las rotaciones, en sistemas orgá-nicos reducían sustancialmente la brecha de rendimien-to (de 9 ± 4% y 8 ± 5%, respectivamente).

Una vez los agroecosistemas alcanzan la última eta-pa del proceso de conversión (rediseño del sistema) y el sistema diversificado es prevalente, la producción total aumenta a nivel de finca. Los mecanismos que se tradu-cen en una mayor productividad en los sistemas diver-sificados, están integrados en el proceso de facilitación. La facilitación se produce cuando un cultivo modifica el entorno de una forma que favorece a un segundo culti-vo, por ejemplo, reduciendo la población de una plaga critica en el cultivo, o liberando nutrientes que pueden ser aprovechados por el segundo cultivo (Lithourgidis et al. 2011).

Estos mecanismos están relacionados con la menor incidencia de patógenos y plagas observados general-mente en cultivos diversificados y a la mayor eficiencia en el uso de los recursos por cultivos con diferentes sistemas de radiculares y morfologías diferentes. La captación de recursos y la eficiencia de conversión de recursos son conceptos que también se han sugerido como mecanismos subyacentes a las ventajas del incre-mento en el rendimiento en los sistemas diversificados.

Una escuela de pensamiento sobre la utilización de los recursos en sistemas de cultivos intercalados afirma que la combinación de dos especies contrastantes, general-mente leguminosas/cereales, conduciría a un aumento general de la productividad biológica de cada especie cultivada por separado, ya que la mezcla puede utilizar los recursos de forma más eficiente que en los monocul-tivos (Vandermeer 1992). Huang et al. (2015) exploraron cómo los sistemas intercalados de maíz-haba, maíz-soya, maíz-garbanzo y maíz-nabo afectaban el rendimiento y la absorción de nutrientes en los campos agrícolas del noroeste de China. Los autores encontraron que los sis-temas intercalados presentaron mayores rendimientos en casi todos los casos comparados con sus homólogos de monocultivos. Además, observaron que los sistemas intercalados eran más eficientes en remover el nitróge-no del suelo, lo que indica un aumento de la eficiencia en el uso de este recurso en los policultivos.

Zhang y Li (2003) proponen el “principio de produc-ción por competencia-recuperación” basado en varios años de estudios de sistemas intercalados de cultivos temporada corta y larga. Ellos sugieren que las interac-ciones interespecíficas aumentan el crecimiento, la ab-sorción de nutrientes y el rendimiento de las especies dominantes, pero disminuye el crecimiento y la absor-ción de nutrientes del cultivo subordinado durante la fase de coexistencia de las dos especies de cultivo. Des-pués de que el cultivo dominante es cosechado, el cul-tivo subordinado tiene una recuperación, lo que al final se refleja en rendimientos estables o incluso mejores en comparación con los monocultivos correspondientes.

PRINCIPIOS AGROECOLÓGICOS PARA LA CONVERSIÓN

Como una ciencia aplicada, la agroecología utiliza los ya bien establecidos principios ecológicos para el diseño y el manejo de agroecosistemas diversifica-dos donde los insumos externos son sustituidos por procesos naturales tales como la fertilidad natural de suelos, la alelopatía y el control biológico (Tabla 1). La agroecología no promueve recetas técnicas, sino prin-cipios, que cuando se aplican en una región particular, toman diferentes formas tecnológicas dependiendo de las necesidades socioeconómicas de los agricultores y sus circunstancias biofísicas (Altieri 1995, Gliessman 1998). Cada práctica está vinculada a uno o más princi-pios, contribuyendo así a su manifestación en la función de los agroecosistemas (Tabla 2). Las prácticas aplica-das ponen en marcha las interacciones ecológicas que impulsan procesos claves para el funcionamiento del agroecosistema (ciclo de nutrientes, regulación de pla-gas, productividad, etc.) (Fig. 2).

La agroecología no consiste en promover solucio-nes como “balas mágicas” que están divorciados de los contextos locales y que pueden ser difundidas siguien-

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do el enfoque de arriba hacia abajo. La agroecología se basa en la calidad de las interacciones complejas que resultan de la combinación adecuada de diversas prác-ticas cuya puesta en funcionamiento en circunstancias particulares tendrán necesariamente que cambiar de acuerdo a cada contexto, ya que cada entorno tiene

sus propias características (Malezieux 2012). El conjun-to de prácticas culturales utilizadas por cada agricultor resulta en diferencias funcionales que no pueden ser explicados por una sola práctica. Esto es lo que Andow y Hidaka (1989) han llamado “síndrome de producción”, definido como un conjunto de prácticas de manejo que son mutuamente adaptativas y conducen a un alto ren-dimiento. Sin embargo, subconjuntos de este conjunto de prácticas pueden ser sustancialmente menos adap-tativa; es decir, la interacción entre prácticas conduce a mejorar el rendimiento del sistema que no pueden ser explicados por los efectos aditivos de prácticas indivi-duales. Una de las frustraciones de la investigación en la brecha de rendimiento entre sistemas convencionales/orgánicos, ha sido la incapacidad de prácticas de bajos insumos para superar las prácticas convencionales en comparaciones experimentales lado-a-lado, a pesar del éxito de muchos sistemas orgánicos y sistemas de pro-ducción de bajos insumos. Una brecha de rendimiento consistente es de 19-25% cuando se comparan sistemas agrícolas convencionales y orgánicos, pero curiosamen-te la brecha de rendimiento se reduce considerable-mente cuando los agricultores orgánicos adoptan culti-

Tabla 1. Principios agroecológicos para el diseño sistemas agrícolas biodiversos, conservadores de recursos, eficientes energética-mente y resilientes (Altieri 1995; Gliessman, 1998).

1. Mejorar el reciclaje de biomasa , con el fin de optimizar la descomposición de la materia orgánica y el ciclo de nutrientes a través del tiempo

2. Fortalecer el “ sistema inmunológico “ de los sistemas agrícolas mediante el mejoramiento de la biodiversidad funcional (en-emigos naturales, antagonistas, etc. ), mediante la creación de hábitats adecuados.

3. Proporcionar las condiciones del suelo más favorables para el crecimiento de las plantas, en particular mediante la adicion de materia orgánica y el aumento de la actividad biológica del suelo

4. Minimizar las pérdidas de energía, agua , nutrientes y recursos genéticos mediante el mejoramiento, conservación y regener-ación de los recursos suelo y agua y biodiversidad agrícola

5. Diversifición de especies y de recursos genéticos en el agroecosistema a través del tiempo, espacio y paisaje

6. Aumentar las interacciones biológicas y las sinergías entre los componentes de la diversidad biológica agrícola , promovi-endo así los procesos y servicios ecológicos claves

Tabla 2. Contribución relativa de varias prácticas de manejo a uno o más principios agroecológicos (Vázquez et al. 2012).

Prácticas de manejo Principio al que contribuyen *

1 2 3 4 5 6

Aplicación de compost X x

Cultivos de cobertura y / o abonos verdes

X x x X x X

Mulching X x X

Rotación de cultivos X x X x

Uso de insecticidas micro-bioanos y/o botánicos

x

Uso de flores insectarias x x X

Cercas vivas x x x X

Cultivos intercalados X x x x x X

Agroforesteria X x x x x X

Integración animal X x x x X

* Cada número se refiere a un principio agroecológico enumerado en la Tabla 1

Figura 2. Principios y procesos agroecológicos para la conver-sión de los sistemas agrícolas.

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vos múltiples y rotaciones de cultivo complejas (Ponisio et al. 2015).

Dependiendo de cómo se aplican ciertas prácticas y si se complementan o no con otras, una práctica parti-cular a veces puede actuar como un “suiche ecológico” o “mesa de control ecológica” activando simultáneamen-te procesos claves tales como el reciclaje de nutrientes, control biológico, antagonismo, alelopatía, etc., todos esenciales para la salud y la productividad de un deter-minado sistema de cultivo. Los cultivos de cobertura, por ejemplo, pueden simultáneamente fomentar múl-tiples efectos, incluyendo supresión de malezas, enfer-medades del suelo, plagas, conservar suelo, mejorar la estabilidad de agregados y activar la materia orgánica, fijar nitrógeno y extraer nutrientes (Altieri 1995).

Evidentemente, cada sistema de producción repre-senta un grupo distinto de prácticas de manejo y, en consecuencia, de relaciones ecológicas. Esto subraya el hecho de que los diseños agroecológicos son específi-cos de sitio y lo que pueden aplicarse en otros lugares no son las técnicas, sino los principios ecológicos que subyacen a la sostenibilidad. Transferir tecnologías de un sitio a otro es inútil, si el conjunto de las interaccio-nes ecológicas asociadas con esas técnicas no se pue-den replicar.

INTERACCIONES AGROECOLÓGICAS EN SISTEMAS AGRÍCOLAS REDISEÑADOS

El rediseño del sistema de producción es la última etapa en el proceso de conversión agroecológica y con-siste en pasos prácticos para romper el monocultivo y reducir así su vulnerabilidad ecológica, mediante el restablecimiento de la biodiversidad agrícola a nivel de campo y de paisaje.

La promoción de la biodiversidad dentro de los sis-temas agrícolas es la piedra angular de la estrategia del rediseño de los sistemas, ya que a medida que se incre-menta la diversidad de los grupos funcionales se pro-mueven los procesos claves (regulación de plagas, reci-claje de nutrientes, etc.) fundamentales para la función del agroecosistema (Moonen y Barberi 2008). Mayor diversidad dentro de los sistemas de cultivo conduce a una mayor diversidad en la biota asociada. El aumento de la biodiversidad también conduce a un mayor con-trol de plagas y una polinización mas efectiva así como un ciclo de nutrientes mas cerrado (Altieri y Nicholls 2012)

Regulación de plagas En los últimos 40 años, muchos estudios han eva-

luado los efectos de la diversidad de cultivos en las densidades de herbívoros plagas. Un revisión realizada por Risch et al. 1983) resumen 150 estudios publicados sobre el efecto de la diversificación de cultivos en la abundancia plagas de insectos herbívoros; 198 espe-

cies de herbívoros en total fueron examinados en estos estudios. Cincuenta y tres por ciento de estas especies resultaron ser menos abundantes en los sistemas más diversificados, 18% eran más abundantes en los siste-mas diversificados, el 9% no mostraron ninguna diferen-cia, y el 20% mostró una respuesta variable. Ocho años más tarde, Andow (1991) analizó los resultados de 209 estudios en los que se incluyen 287 especies plagas, y encontró que, en comparación con los monocultivos, la población de insectos plaga fue inferior en un 52% de los estudios, y superior solo en un 15% de los estudios. De las 149 especies de plagas con poblaciones inferio-res reportadas en sistemas diversificados, 60% eran mo-nófagos, y el 28% polífagos. La población de enemigos naturales de plagas fue mayor en los cultivos intercala-dos en un 53% de los estudios e inferior en un 9%. La reducción en el número de plagas de insectos monó-fagos fue casi el doble (53,5% de los estudios de caso mostraron bajos números en policultivos) que para los insectos polífagos (33,3% de los estudios de caso).

En un meta-análisis de 21 estudios que comparan la supresión de plagas en policultivos versus monoculti-vos, Tonhasca y Byrne (1994) encontraron que en po-licultivos se redujeron significativamente la densidad de plagas en un 64%. En un meta-análisis posterior Le-tourneau et al. (2011) encontraron un aumento de 44% en la abundancia de enemigos naturales (148 compa-raciones), un incremento de 54% en la mortalidad de herbívoros, y un 23% de reducción de daño al cultivo en fincas diversificadas que en sistemas de monocultivo. Inequívocamente, revisiones anteriores y meta-análisis recientes sugieren que los esquemas de diversificación de los sistemas productivos, generalmente logran re-sultados positivos en el manejo de plagas de insectos, reflejados en el incremento de enemigos naturales, la reducción de la abundancia de herbívoros plaga, y la reducción de daños a los cultivos.

Los fitopatólogos también han observado que los sis-temas de cultivos mixtos pueden disminuir la incidencia de patógenos por la desaceleración de la tasa de desa-rrollo de las enfermedades y por modificar las condi-ciones ambientales a fin de que sean menos favorables para la propagación de determinados agentes patóge-nos (Boudreau 2013). Para las enfermedades del suelo y las dispersas por las gotas de agua, Hiddink et al. (2010) encontraron que sistemas de cultivo mixto (incluyendo cultivos en franjas, cultivos intercalados, y cultivos con alta diversidad genética) redujeron las enfermedades en un 74,5% de los casos en comparación con los siste-mas de monocultivo (19,6% neutro; 5,9% negativo; en un escrutinio de 36 estudios con 51 comparaciones). La dilución de hospedero fue propuesto como mecanismo clave para reducir la incidencia de enfermedades del suelo y las dispersas por las gotas de agua. Otros me-canismos, tales como la alelopatía y el antagonismo mi-crobiano, se proponen como estrategias que afectan la

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severidad de enfermedades en los sistemas agrícolas di-versificados (Stone et al. 2004). Estos efectos conducen a menor daño a los cultivos y contribuyen al aumento de rendimientos de los cultivos mixtos, en comparación con los monocultivos correspondientes.

Los ecólogos de malezas postulan que muchos siste-mas diversificados, son a menudo mejores en la supre-sión de malezas que los monocultivos ya que las com-binaciones de cultivos intercalados pueden explotar mejor los recursos que los monocultivos, suprimiendo así de forma más eficaz, el crecimiento de las malezas por un mejor uso preventivo de los recursos (Poggio 2005). Alternativamente, los cultivos intercalados pue-den presentar ventajas en el rendimiento frente a los monocultivos, sin ser superiores en la supresión del cre-cimiento de malezas. Esta última situación se plantearía si el cultivo intercalado de mayor rendimiento resulta de (1) una mejor utilización de los recursos, por lo que la competencia entre cultivos y malezas no existen; o (2) aumentar la eficiencia de la conversión de recursos, cambios en la partición de biomasa de los cultivos, mo-dificación de micro hábitats, y la reducción de las pre-siones de plagas, ninguno de los cuales resultaría de la usurpación de recursos adicionales de las malezas (Lie-bman y Dyck 1993).

La estabilidad del rendimiento en medio de la variabilidad climáticaUna razón importante por lo que los sistemas inter-

calados son populares entre los pequeños agricultores del mundo en desarrollo, es por que son más estables que los monocultivos, permitiendo a los agricultores producir cultivos diferentes simultáneamente, al tiem-po que minimizan los riesgos (Horwith 1985). Los datos de 94 experimentos en cultivos mixtos sorgo/guandul mostraron que para un determinado nivel de ‘desastre’, el monocultivo de guandul fracasaría un año en 5, el monocultivo de sorgo fracasaría un año de ocho, pero el policultivo fracasaría sólo un año en 36 (Willey 1979).

Los policultivos exhiben mayor estabilidad en el rendimiento y la productividad permanece constante durante una sequía comparado con los monocultivos. Natarajan y Willey (1996), examinaron los efectos de la sequía en los rendimientos de variedades mejoradas de sorgo, maní y mijo y en policultivos de sorgo y maní, mijo y maní y sorgo y mijo manipulando el estrés hí-drico. Todos los policultivos sobre-rindieron constante-mente con cinco niveles de disponibilidad de humedad, que van desde 297 a 584 mm de agua aplicada durante la temporada de cultivo. Lo más interesante fue que la tasa de rendimiento aumento con estrés hídrico, de tal manera que las diferencias en la productividad relativa entre los monocultivos y policultivos se acentuó cuan-do el estrés era mayor (Natarajan y Willey 1996).

Un posible mecanismo para explicar las observacio-nes anteriores es que los policultivos tienden a tener

mayores niveles de contenido de materia orgánica del suelo (Marriott y Wander 2006), lo que a su vez aumenta la capacidad de retención de humedad del suelo, y por lo tanto conduce a una mayor disponibilidad de agua para las plantas, lo que influye positivamente en la ca-pacidad y la resistencia de los cultivos a las condiciones de sequía (Weil y Magdoff 2004, Liu et al. 2007). Hudson (1994) demostró que cuando el contenido de materia orgánica del suelo aumenta del 0,5 al 3%, la capacidad de agua disponible se duplica. En ensayos a largo plazo para medir la capacidad relativa de retención de agua de los suelos, se observó que los sistemas agrícolas di-versificados, presentaron una clara ventaja sobre los sistemas de monocultivo convencionales. En el noreste de Estados Unidos, entre 1984 y 1998 se produjo una se-quía de cinco años, y en cuatro de ellos el maíz orgánico diversificado produjo más que el maíz convencional por márgenes importantes. El maíz orgánico produjo entre un 38% y un 137% en relación con el maíz convencional. El principal mecanismo que explica el mayor rendimien-to de los sistemas de maíz orgánico fue la mayor capaci-dad de retención de agua del suelo en los tratamientos. Los suelos de las parcelas orgánicas capturan más agua y retienen más de ella en la zona radicular que en siste-mas convencionales (Lotter 2003). En un ensayo de mas de 37 años comparando sistemas orgánicos y conven-cionales, Reganold (1995) encontró niveles significativa-mente más altos de materia orgánica de los suelos y un 42% mayor contenido de humedad en parcelas mane-jadas orgánicamente que en parcelas convencionales.

Muchos sistemas diversificados también mejoran la eficiencia del uso del agua en comparación con los monocultivos. En China, la eficiencia del uso del agua en sistemas intercalados de papa-frijol fue un 13,5% mayor que en el monocultivo (10.15 kg/m3) (Malezieux 2012). Morris y Garritty (1993) encontraron que la eficiencia en la utilización de agua por el cultivo intercalado, sobre-pasa considerablemente la eficiencia en la utilización de agua por monocultivos, a menudo, en más del 18% y hasta en un 99%. Lo hacen mediante el uso mas eficien-te del total de agua en el suelo por las raíces de la plan-ta, al aumentar el almacenamiento de agua en la zona de raíces, y al reducir la evaporación entre hileras, pero también mediante el control de la transpiración exce-siva, y mediante la creación de un microclima especial que favorece el crecimiento y desarrollo de las plantas.

En condiciones de laderas propensas a tormentas tropicales, los sistemas intercalados pueden propor-cionar protección contra la erosión del suelo, ya que su arquitectura vegetal permite una mejor cobertura del suelo. Bajo lluvias torrenciales los sistemas más com-plejos y diversificados, protegen el suelo contra la ero-sión, ya que reducen el impacto de las gotas de lluvia y reducen la velocidad del agua por la cobertura del suelo, lo que permite mejorar la infiltración del agua y concentrar la humedad. No sólo la diversidad arriba del

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suelo proporcionan protección al suelo, sino también el sistema radicular ayuda a estabilizar el suelo infiltrando agua en el perfil y manteniéndola almacenada en los es-pacios porosos (Altieri et al. 2015). Un estudio realizado en Elora, Ontario por Wall et al. (1991) donde se evaluó un cultivo intercalado con trébol rojo, encontraron que el trébol intercalado con maíz tiene una alta capacidad para proporcionar protección contra la erosión del sue-lo y además presenta efectos positivos sobre los rendi-mientos de maíz para ensilaje. La pérdida de suelo fue significativamente menor en el maíz intercalado con trébol rojo que en sistema de monocultivos. En el sis-tema de maíz/trébol el escurrimiento varió de 45 a 87% y la reducción en la pérdida de suelo fue de 46 a 78%.

Los vínculos entre la fertilidad del suelo y la incidencia de la plaga de insectosAunque las estrategias de diversificación de cultivos

en forma de rotaciones de múltiples especies, cultivos de cobertura, agroforestería, policultivos y cultivos in-tercalados son clave en el proceso de conversión, cuan-do estas se complementan con aplicaciones regulares de enmiendas orgánicas (residuos de cosecha, estiér-coles animales y compost) se observan sorprendentes efectos sobre la sanidad vegetal, la calidad del suelo y la productividad. Estas conexiones ocultas han sido total-mente ignoradas por los entomólogos y otros investiga-dores agrícolas que han explicado los brotes de plagas en los sistemas de cultivo sólo como una consecuencia de la ausencia de enemigos naturales o por los efectos de los insecticidas como el desarrollo de la resistencia a los plaguicidas por insectos o brotes de plagas se-cundarias debido a alteraciones del control biológico (Altieri et al. 2012). Los científicos occidentales en gran medida desconocen la teoría de trophobiosis ofrecida por el científico francés Chaboussou (2004), quien ya en 1967 afirmó que los problemas de plagas también estaban vinculados a las alteraciones en los equilibrios nutricionales de las plantas de cultivo y a la destrucción de la vida en el suelo. El explicó que las aplicaciones de nitrógeno soluble (N) en forma de abonos químicos (y también de ciertos pesticidas) aumentan los volúme-nes de N celular, amoníaco y aminoácidos, más rápido que la velocidad a la cual las plantas pueden sintetizar proteínas. Estas reducciones en la tasa de síntesis de proteínas resultan en una acumulación temporal de N libre, azúcares solubles y aminoácidos en el follaje, sus-tancias necesarias para el crecimiento y la reproducción de insectos herbívoros y patógenos de plantas. La evi-dencia empírica de Chaboussou, lo llevó a postular que las plagas de insectos y enfermedades, crecen y se mul-tiplican más rápidamente cuando las plantas contienen más nutrientes solubles libres debido a la inhibición de la síntesis de proteínas. Creía también que un suelo sa-ludable, era fundamental para el equilibrio en la absor-ción de nutrientes minerales por la planta, especialmen-

te micronutrientes. La falta de micronutrientes también provoca la inhibición en la síntesis de proteínas y, por lo tanto, conduce a una acumulación de nutrientes que utilizan las plagas y los patógenos (Chaboussou 2004).

En los últimos 20 años, una serie de estudios de in-vestigación han surgido, corroborando las afirmaciones de Chaboussou, que la habilidad de un cultivo para re-sistir o tolerar plagas de insectos y enfermedades está vinculado a las propiedades óptimas físicas, químicas y principalmente biológicas de los suelos. Suelos con alta materia orgánica y una alta actividad biológica, por lo general exhiben buena fertilidad del suelo así como una gran complejidad de cadenas tróficas y organismos benéficos que previenen la infección (Altieri y Nicholls 2003). En experimentos bajo invernadero que compa-raba maíz cultivado en suelos orgánicos con maíz culti-vado en suelo fertilizado con químicos, se observó que cuando se liberaban hembras grávidas del barrenador del tallo del maíz Ostrinia nubilalis para que oviposita-ra, estas colocaban más huevos en plantas sobre suelos fertilizados químicamente que en plantas cultivadas en suelo orgánico (Phelan et al 1995). Se observó alta varia-ción en oviposición cuando el maíz crecía en recipientes con suelos recolectados de fincas manejadas conven-cionalmente. En contraste, la postura de huevos fue uni-formemente baja en plantas que crecían en recipientes con suelos recolectados de fincas bajo manejo orgáni-co. Los resultados obtenidos en las fincas mostraron que la postura de huevos fue aproximadamente 18 veces mayor en las plantas bajo suelo manejado convencio-nalmente que en plantas bajo un régimen orgánico. Los autores sugieren que esta diferencia es una evidencia de una característica biológica amortiguante que se manifiesta más comúnmente en suelos manejados or-gánicamente. En estudios similares realizados en China por Hsu et al. (2009) indican que mariposas de Pieris rapae crucivora prefieren poner huevos en el follaje de plantas de col fertilizadas químicamente y también las larvas crecieron más rápidamente en estas plantas. Los resultados de este estudio indican que un tratamiento orgánico adecuado puede aumentar la producción de biomasa producida por la planta al presentar una me-nor incidencia de plagas.

Esta reducción de susceptibilidad de las plantas a en-fermedades y plagas motivó a Phelan et al. (1995) para proponer el concepto de amortiguación biológica, que afirma que un suelo con una comunidad biológica más compleja apoyado por el incremento de materia orgá-nica activa tiende a moderar las fluctuaciones en el am-biente del suelo y a proporcionar una mayor estabilidad ecológica. Durante el proceso de conversión, los meca-nismos adicionales que transfieren esta estabilidad del suelo a través de una mayor resistencia de la planta pue-den incluir (a) modulación de la planta para la disponi-bilidad de nutrientes minerales en el suelo a través de las cadenas tróficas, y/o (b) un incremento en la defensa

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sistémica inducida en plantas por organismos benéfi-cos que interactúan con las raíces de las plantas (Phelan et al. 1995).

CONCLUSIONES

Un principio agroecológico clave aplicado desde el inicio del proceso de conversión, es la diversificación del agroecosistema, mediante la adición de diferentes componentes regenerativos tales como la combinación de plantas en arreglos de cultivos intercalados, cultivos y árboles en sistemas agroforestales, animales y árboles en los sistemas silvopastoriles, utilizando leguminosas como cultivos de cobertura o en las rotaciones, etc. Una comunidad de organismos en un agroecosistema se torna más compleja cuando se incorpora un gran núme-ro de diferentes tipos de plantas, lo que conduce a una mayor interacción entre artrópodos y microorganismos, componentes de la biodiversidad arriba y abajo del sue-lo, promoviendo asi los procesos ecológicos que dan estabilidad al sistema agrícola. Cuando la biodiversidad aumenta, también lo hacen los organismos benéficos ya que se dan las oportunidades para su coexistencia y la interferencia benéfica entre las especies puede me-jorar la sostenibilidad del agroecosistema (van Emden y Williams 1974). Sistemas diversos promueven redes tróficas complejas, que implican más conexiones e inte-racciones posibles entre los miembros, creando muchas rutas alternativas para el flujo de energía y materia. Por esta razón, una comunidad más compleja exhibe una producción más estable y es menos vulnerable a plagas y microorganismos indeseables (Power y Flecker 1996). Mediante el incremento de la biodiversidad funcional, se logra un objetivo importante del proceso de conver-sión, que es el fortalecimiento de los procesos ecológi-cos de los agroecosistemas, permitiendo a los agriculto-res eliminar gradualmente los insumos y depender así de las las funciones ecológicas del ecosistema (Vázquez et al. 2012).

La integridad de un agroecosistema en vías de re-conversión se basa en las sinergias entre la diversidad vegetal y la comunidad microbiana del suelo, y su rela-ción con la materia orgánica. Suelos con alto conteni-do de materia orgánica y una alta actividad biológica por lo general exhiben una buena fertilidad del suelo, así como una alta complejidad de las cadenas tróficas y la presencia de muchos organismos benéficos que pre-vienen la incidencia e infección de patógenos y plagas (Phelan 2009). Se puede argumentar que los agroeco-sistemas cuyos ciclos de nutrientes son predominante-mente modulados por la red trófica del suelo, poseen mayor estabilidad ecológica, así como mayor resiliencia y resistencia a la perturbación (Altieri et al. 2015). Por consiguiente, el manejo debe estar orientado a mejorar la capacidad de las plantas de cultivo para resistir o to-lerar plagas y enfermedades mediante la manipulación

de las propiedades biológicas de los suelos y la creación de una infraestructura vegetational que alberga enemi-gos naturales de plagas, así como polinizadores. El incre-mento de las interacciones ecológicas positivas arriba y abajo del suelo mediante practicas de manejo de suelo y salud del cultivo, constituye un camino sólido y soste-nible para optimizar la función del agroecosistema.

Basar el proceso de conversión en prácticas particula-res tiende a enfocarse sobre los componentes en forma aislada, centrándose en la optimización de un compo-nente (la fertilidad del suelo, la nutrición de las plantas, el crecimiento de los cultivos, etc.) dejando de explotar las propiedades que emergen a través de la interacción de los diversos componentes de la finca. La sustitución de insumos se convierte así, principalmente en una herra-mienta reactiva, concentrando los esfuerzos para resol-ver problemas a medida que surgen, aliviando síntomas en lugar de descubrir las causas principales de porque ocurren los problemas. Los agroecólogos consideran los problemas de plagas o deficiencias de nutrientes como un síntoma del mal funcionamiento de un proceso eco-lógico (control biológico o el ciclo de nutrientes) y, por lo tanto, el esfuerzo se centra en descubrir las raíces de tales desequilibrios. En lugar de centrarse en un com-ponente particular del agroecosistema, la agroecología enfatiza la interrelación de todos los componentes del agroecosistema y la dinámica compleja de los procesos ecológicos.

Así, la agroecología es un enfoque alternativo que va más allá del uso de insumos para el desarrollo integrado de los agroecosistemas con mínima dependencia exter-na en particular de insumos agrícolas. El énfasis está en el diseño de sistemas agrícolas complejos en los que las interacciones ecológicas y sinergias entre los compo-nentes biológicos sustituyen los insumos para propor-cionar los mecanismos que patrocinan la fertilidad del suelo, la productividad y la protección de los cultivos (Altieri 1995, Gliessman 1998).

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1. INTRODUCCIÓN

En el mundo rural de Latinoamérica y en especial en tierras altamente degradadas donde la familia campe-sina lucha diariamente por sobrevivir, la agroecología se convierte en una alternativa de esperanza. La teoría

indica cómo hacerlo, rescatando conocimiento campe-sino, entendiendo el funcionamiento de la naturaleza, incorporando avances de la agronomía moderna, entre otros elementos, pero para que sea útil para los campe-sinos toda aquella teoría, se debe llevar a la práctica, ha-cerla real en términos productivos, sociales y ecológicos.

Resumen

En Chile, en el Secano interior de la Región del Biobío, los campesinos han vivido en condicio-nes socio-económicas precarias, consecuencia de un conjunto de prácticas agrícolas inadecua-das, que han agotado los recursos naturales desde hace décadas. El Centro de Educación y Tecno-logía (CET), en 1993 estableció un predio demostrativo y después de 20 años de funcionamiento se realizó una evaluación para saber si este predio es sustentable y si se comporta como un Faro Agroecológico. Este estudio fijó como objetivos, definir el concepto de faros agroecológicos, de-sarrollar un método de evaluación de éstos y analizar la experiencia CET como faro agroecológico a partir del modelo de evaluación propuesto. Estudiando 19 experiencias latinoamericanas se llegó a un concepto de faro agroecológico y como herramienta de evaluación se propuso el uso de la metodología MESMIS con adaptaciones. Los resultados mostraron significativos avances del predio demostrativo hacia la sustentabilidad y que corresponde a un faro agroecológico dado que además demostró ser un instrumento eficaz de formación y capacitación en agroecología y un aporte en el desarrollo sustentable de las comunidades campesinas.

Palabras clave: Capacitación, formación, demostración, faros agroecológicos.

Summary

Agroecological lighthouses: Definition and characterization from the rural reconstruction experience in the dryland region of central Chile.

In Chile, the small farmers of the Biobío region, particularly those from the Secano Interior have experienced precarious socio-economic conditions for decades. Part of this scenario is the consequence of a set of unsuitable agricultural practices. In 1993 CET was established as a train-ing center with a demonstration farm in the Yumbel municipality. After 20 years of operation an assessment was conducted to evaluate if this farm is sustainable and energy efficient, and if this demonstration farm serves the purposes of an agroecological lighthouse, helping small farm-ers to start the path towards sustainability, The objectives for the present study are to define the concept of agroecological lighthouse, develop a method to evaluate them, and analyze the CET experience and impact as a lighthouse. By analyzing 19 other agroecological initiatives in Latin America a conceptualization of the concept of an agroecological lighthouse was achieved. MESMIS methodology was proposed as an evaluation tool with some adaptations. The results showed significant progress towards sustainability and therefore can be concluded that the CET experience matches the conceptualization of an agroecological lighthouse proving to be an ef-fective instrument in the training of agroecological principles and to contribute in the sustain-able development of small farming communities in the secano region.

Key words: Training, demonstration farn, agroecological lighthouse.

LOS FAROS AGROECOLÓGICOS DEFINICIÓN Y CARACTERIZACIÓN A PARTIR DE UNA EXPERIENCIA DE RECONSTRUCCIÓN RURAL

EN EL SECANO DE CHILE CENTRAL

Agustín Infante Lira Casilla 66 Yumbel, Biobio, Chile. E-mail: [email protected]

Agroecología 10(1): 73-78, 2015

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De allí nace la idea de establecer centros demostrativos agroecológicos, insertos en las comunidades campesi-nas, los cuales podrían denominarse Faros Agroecoló-gicos (FA), ya que este concepto rescata la idea de ser ejes de luz que guían a los productores y técnicos hacia sistemas más sustentables (Muñoz et al. 2005).

La vegetación natural de la Cordillera de la Costa en la región del Biobío, donde está situada la comuna de Yumbel, antes de la conquista fue un denso matorral esclerófilo, semejante a otras formaciones existentes en otras regiones de clima mediterráneo en el mundo (Endlicher 1988). En los últimos siglos, la mayor parte de estos ecosistemas han sido fuertemente artificializados, presentan una vegetación natural o naturalizada degra-dada y poco diversificada y son utilizados hoy en día en una agricultura y ganadería de baja productividad, es-casa rentabilidad económica y que provoca una fuerte degradación ambiental y marginación social (Barrera 2005). En la comuna de Yumbel, en la región del Biobío, en Chile, la Corporación Centro de Educación y Tecno-logía (CET), en 1993 estableció un predio y una institu-cionalidad capacitadora para lograr los fines antes men-cionados. Según Museau (2007), las familias campesinas participantes en el programa de desarrollo agroecológi-co impulsado por CET mostraban un importante avance en la transformación de sus predios, altamente degra-dados, en predios productivos y con familias con un alto grado de sustentabilidad frente a sus pares más tradi-cionales. Después de más 20 años de funcionamiento es interesante saber si este predio es sustentable y si se comporta como un Faro Agroecologico que ayuda a los campesinos y técnicos a enmendar rumbos hacia la sus-tentabilidad.

Los objetivos planteados fueron

1.- Definir el concepto de faros agroecológicos de acuerdo con las experiencias exitosas y proponer un método de evaluación.

2.- Análisis de experiencia CET como faro agroecoló-gico a partir del modelo de evaluación MESMIS.

3.- Establecer las condiciones de adaptación de la ex-periencia CET bajo el concepto de faro agroecoló-gico para el desarrollo sustentable del secano.

2. MATERIAL Y MÉTODOS

Con el objetivo de conceptualizar el término Faro agroecológico y de encontrar características semejan-tes se procedió a revisar la literatura y a visitar en terre-no 19 experiencias exitosas en 7 países de América que se enmarcaron en lo que podría más adelante denomi-narse como Faro Agroecológico. Se realizaron entrevis-tas semiestructuradas a los encargados y se tomó nota de lo observado, además se revisaron antecedentes institucionales, de difusión o información interna. Como metodología de análisis se estudiaron las características

que los une y asemejan así como las diferencias que ellos presentan.

El predio demostrativo de CET estudiado se ubica en la comuna de Yumbel, Región del Biobío, Chile. Para evaluar el Faro Agroecológico Institucional se propone que la metodología a utilizar será basada principalmen-te en el MESMIS con ciertas adaptaciones (Astier et al. 2008, Infante 2015). Este MESMIS adaptado contiene elementos de análisis de las condiciones institucionales que requiere un faro agroecológico, útiles para su fun-ción capacitadora. La evaluación está realizada en tres (3) áreas; agro-ambiental, económico y social, para el in-terés particular de los faros, serán utilizados seis atribu-tos de sustentabilidad, pues se le agrega un atributo de institucionalidad. Para evaluar si la Central CET funciona como Faro Agroecológico en su función de institución formadora, se hizo una elección al azar con todos los grupos que han recibido capacitación en la Central CET para determinar una muestra que abarcó campesinos y técnicos de distintas regiones del país.

3. RESULTADOS

La investigación realizada en múltiples centros de-mostrativos y de capacitación en Latinoamérica lo-gró conceptualizar al faro agroecológico institucional como: Se denomina faro agroecológico a cada uno de los centros donde se comparten conocimientos técni-cos y procesos agroecológicos de manera de guiar a los productores locales hacia sistemas agrarios más susten-tables. En sentido más amplio, todo proyecto enclava-do en el campo que brinda demostración, formación y capacitación, desde la práctica local puede llamarse faro agroecológico. Son instituciones de diversas for-mas jurídicas, consolidadas en el tiempo, con fuentes de financiamiento más o menos estable y constituido de equipos de trabajo multidisciplinario y altamente moti-vados. Su propuesta técnica, social y cultural se nutren de su trabajo con las comunidades campesina del área donde están establecidas. Trabajan en base a una finca real, de mediana o pequeña superficie, donde replican las condiciones propias de los campesinos del sector y a partir de la implementación de prácticas agroecoló-gicas la hacen altamente sustentable. Anualmente reci-ben miles de participantes en especial campesinos (as), agricultores (as), profesionales y estudiantes del agro donde pueden conocer la aplicación práctica de las téc-nicas agroecológicas y las bondades productivas, ecoló-gicas y sociales que esta genera (Infante 2015).

Al evaluar la experiencia CET en Biobio, desde una perspectiva de faro agroecologico con 20 años de ma-nejo y formacion en agroecología y dado los puntos crí-ticos del área de trabajo (alta erosión, falta de agua, des-forestación, baja productividad y marginalidad social) se eligieron los indicadores que mostraran la tenden-cias que revertían estos problemas, además se buscaron

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indicadores que midieran el grado de sustentabilidad de la institución analizada. Fue posible comprobar que los 12 indicadores analizados (agronómicos, ecológicos y económicos), los resultados muestran grandes avan-ces hacia la sustentabilidad.

3.1. Indicadores predialesA continuación se detallaran los resultados obteni-

dos de algunos de los indicadores que resultan mas importantes en terminos de la reconstrucción de sis-temas altamente degradados hacia sistemas más sus-tenatbles.

Pérdidas de suelo por erosión hídrica: En la figura 1 se aprecia una clara disminución de los procesos erosivos, gracias a la construcción de sistemas de conservación, como curvas de escurrimiento y terrazas, la buena co-bertura de suelo, la aplicación de enmiendas orgánicas, el establecimiento de cultivos permanentes, como fru-tales y sistemas agroforestales y el ordenamiento pro-ductivo con las rotaciones.

Figura. 1. Evolución de las pérdidas de suelo del predio CET desde 1993 al 2013.

Materia orgánica: Como muestra la figura 2, la aplica-ción constante de abonos orgánicos al suelo, del orden de 35 t/ha en suelos hortícolas, 15 t/ha en suelos desti-nados a la rotación y 20 t/ha en frutales, genera un im-portante aumento en el porcentaje de materia orgánica del suelo. Los primeros años en la rotación el aumento no fue muy alto dado que existía poco material vegetal para reciclar.

Los aumentos de niveles en materia orgánica, en especial, en suelo degradados del secano, traerán sig-nificativos efectos positivos en prácticamente todos los componentes del agroecosistema, incluidos los efectos socioeconómicos (Meco et al. 2011).

Cobertura vegetal: A través de los años de manejo agroecológico, el suelo se fue cubriendo con rastro-jos, cultivos, frutales, praderas, sectores forestados, cercos vivos, e incluso, los caminos se han cubierto con materiales áridos. Además la propuesta agro-ecológica apunta a disminuir la superficie dedicada a cultivos anuales extensivos (cereales y legumbres) y aumentar paulatinamente la producción perenne (frutales, praderas, silvopastoral) y hortalizas en inver-

naderos, de manera de dejar el suelo menos expuesto a la lluvia.

Los suelos, en los meses estivales, están cubiertos con rastrojos de los cultivos y de las praderas y conforme pa-san los meses, se descomponen hasta que se prepara suelo para los cultivos o comienzan a crecer los pastos invernales (Fig. 3).

Figura 3. Evolución de la cobertura de suelo a través de año en el predio CET desde 1993 al 2013.

La cobertura del suelo es un elemento fundamental para este tipo de ecosistema tan frágil, en especial en lo que se refiere a la protección del suelo y la conservación del agua. Estos logros refuerzan el mayor grado de resi-liencia ecológica que va tomando este agroecosistema (Ramírez 2002).

Índice de diversidad biológica: La dificultad intrínse-ca de biodiversidad en los agroecosistemas de secano hace que mantener y mejorar la biodiversidad natural sea de especial importancia (Meco et al. 2011). Como se aprecia en la figura 4 se ha producido un sostenido au-mento de la biodiversidad en el predio CET.

Además del aumento de especies agrícolas, se esta-blecieron hierbas medicinales, aromáticas y ornamenta-les, así como árboles nativos y exóticos, con el tiempo y la clara mejoría de las condiciones ecológicas del agro-ecosistema, han aparecido paulatinamente especies de pastos, flores, arbustos, árboles, así como también insectos y otros animales silvestres. A diferencia de la diversidad productiva la biodiversidad biológica sigue en crecimiento.

Evolución de la materia organica

0 ,0

2 ,0

4 ,0

6 ,0

8 ,0

10 ,0

19 9 2 19 9 4 19 9 6 19 9 8 2 0 0 0 2 0 0 2 2 0 0 4 2 0 0 6 2 0 0 8 2 0 10 2 0 12

Año

Mat

eria

org

ánic

a (%

)

Rotaciónhuerto organicohuerto frutal

Figura 2. Evolución de la materia orgánica en tres sistemas productivos en predio CET desde 1993 al 2013

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Figura. 4. Evolución de la biodiversidad presente en el predio CET desde 1993 al 2013.

Aumentar la diversidad conlleva un sinnúmero de efec-tos positivos, físicos (ej. mejor balance hídrico y eficiencia de riego), químicos (evita contaminación, secuestra car-bono, frena la erosión hídrica y eólica aísla del impacto de los vecinos), biológicos (control natural de plagas y enfer-medades, incorporación de nitrógeno, forraje animal, etc.) y económicos (mayores rendimientos, ahorro de insumos, uso de recursos prediales, etc.) (Fabeiro 2011).

Productividad: En la figura 5 se aprecia el sostenido aumento de la producción agrícola.

Figura 5. Evolución de la producción de cultivos en el predio CET desde 1993 al 2013.

Rentabilidad y su equivalencia al sueldo mínimo: Como se observa en la figura 6 la utilidad generada por las activi-dades agropecuarias del predio permite al fin del ejercicio del año 2013 sostener 3,8 sueldos mínimos, lo que es un aumento importante, considerando que el año 1993 la utilidad solo alcanzaba para cubrir solo 0,5 sueldo mínimo.

3.2. Indicadores InstitucionalesSe evaluaron varios indicadores institucionales entre

ellos: Condiciones estructurales e infraestructura, cons-titución del equipo de trabajo, autonomía financiera e institucional del CET y balance económico de la gestión de la central de capacitación CET. Estos mostraron un centro de capacitacion pertinente a la realidad local, con un equipo humano estable y comprometido y que lo-gra autofinanciarse con sus actividades de capacitacion. Han participado de las actividades agricultores (as), pro-fesionales y tecnicos con visitas guiadas y jornadas de capacitacion en diferentes tematicas de la agroecologia.

También se evaluó la evolución cuantitativa como ente de extensión: En la medida que la finca responde a los estímulos de restauración ecológica, que el equipo aprende de ello y que los campesinos observan, opinan y evalúan, se va tejiendo una gama de conocimientos y aprendizajes teóricos-prácticos que en el día a día se traducen en actividades de capacitación, cursos, visitas guiadas, seminarios, entre otros. La figura 7 presenta el crecimiento que ha experimentado el número de visitas al predio, lo cual está directamente relacionado con la cantidad de actividades demostrativas y eventos de for-mación en los cuatro periodos estudiados.

Figura 7. Evolución del número de personas que visitan al predio CET, entre los años 1993 y 2013.

Se aprecia el crecimiento del número de alumnos lle-gando a las 7.000 personas participantes al año. En ge-neral el tipo de participantes se repite a lo largo de los años: campesinos (85%), técnicos (12%), estudiantes y urbanos (3%), mayoritariamente mujeres (65%) y sobre los 45 años de edad (55%).

Se estima que han visitado el centro a lo largo de to-dos estos años al menos unas 130.000 personas. A partir de ello es posible afirmar que este centro se constituye en un interesante instrumento pedagógico para el es-calamiento de la agroecología en el país. Considerando que el número de explotaciones correspondientes a la agricultura familiar campesina en Chile es cercano a las 280.000 (Alul 2003), se estima que un tercio de este uni-verso ha conocido la experiencia agroecológica que CET dispone en su centro de capacitación. Es importante considerar que el mayor porcentaje de los participantes campesinos corresponden a edades sobre los 45 años.

Evolucion de la Biodiversidad

0

1

2

3

1990 1995 2000 2005 2010 2015

Año

Índi

ce d

e Sh

anno

n

Figura 6. Evolución del monto obtenido en el predio CET, desde el año 1993 al 2013, expresado como porcentaje del sueldo mínimo.

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Al realizar una evaluación cualitativa del faro por parte de los agricultores y de los agentes de desarrollo, esta muestra que la opinion de los participantes es muy positiva, manifiestan que las actividades realizadas lo-gra motivacion, desbloqueo, capacitan y que se sienten acogidos y comodos en el lugar (Fig. 8).

Figura 8. Resultado de las respuestas de los agricultores

respecto del CET.

3.3 Integracion de los resultadosFinalmente en la figura 9 se muestra parte de los resulta-

dos integrados de los indicadores evaluados, se aprecia un interesante relacion entre los significativos avances logrados en terminos ecologicos- productivos, el interes de las perso-nas por participar y la sostenibilidad institucional de CET.

Figura 9. Integración gráfica de los resultados de la evaluación

de sustentabilidad del Faro Agroecológico CET, Yumbel, Chile

4. DISCUSIÓN

Considerando los resultados de las evaluaciones y estimaciones, el predio CET ha logrado un alto grado de sustentabilidad desde su inicio 1993 al 2013, tiene una labor de capacitador y formador en agroecología y la institución muestra claros signos de sustentabilidad. Según la conceptualización definida anteriormente el predio CET en Biobío califica efectivamente como Faro Agroecológico.

Se hace necesario definir una serie de aspectos técni-cos, metodológicos y de gestión que pudiesen mejorar la función del Faro agroecológico de CET en pro de di-fundir sistemas agrarios sustentables en el secano de la región del Biobío.

Con este fin a modo de discusión se plantean un análisis de retrospectiva y prospectiva de la experiencia Faro Agroecológico. A continuación se detallan aspec-tos técnicos y metodológicos a considerar:

Para desencadenar un proceso de reconstrucción del agroecosistema altamente deteriorado, como es el caso del faro CET, hubiese sido de extrema importancia que desde los primeros años un mayor aporte de materia or-gánica en las más variadas formas. A sí mismo una estra-tegia de arborización masiva los primeros años, tanto en sistema agroforestal como polifrutal hubiese constitui-do una herramienta eficaz para la rápida recuperación del agroecosistema.

A pesar que la institución CET, al inicio del proceso de diseño e implementación del FA, realizó una serie de metodologías participativas como el diagnostico rural rápido (DRR), siempre es necesario y fundamental el seguimiento y participación de los campesinos, para la permanente y continua mejoría del faro. Es importante acentuar los mecanismos de investigación y conduc-ción de los procesos propios del faro, pero con énfasis en la participación de los propios agricultores.

La participación de los jóvenes campesinos es escasa. La mayor participación de jóvenes es a través de los es-tudiantes universitarios, técnicos agrícolas y escolares. Lamentablemente, esto obedece a un problema social estructural, dado que la edad promedio de los campesi-nos atendidos por programas de desarrollo es superior a los 50 años. Se requiere doblegar los esfuerzos para evitar la migración de los jóvenes y atraerlos al mundo rural.

El rápido avance del cambio climático, la degradación de los recursos naturales y la galopante migración cam-po ciudad, hace urgente un cambio de paradigma. Sin duda el faro agroecológico es una potente herramien-ta para este cambio y para el escalamiento de la agro-ecología que el mundo rural requiere. Este potencial de escalamiento se puede ver reflejado, considerando que solo la experiencia analizada en esta investigación atrajo a más de 130.000 campesinos y campesinas los últimos 20 años.

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78 Agroecología 10(1)

Desde una perspectiva emocional, el faro cumple una importante labor de desbloqueo y a la vez es un gran apoyo para quienes en forma espontánea o pre-parada están manejando sus predios en formas más sustentables.

Dado que poco a poco el sector público va incorpo-rando políticas tendientes al cuidado del medio am-biente, a la inclusión de todos los sectores y a fortalecer la resiliencia al cambio climático, resulta fundamental la coordinación de las acciones del faro con el sector pú-blico, de manera de facilitar la difusión de estos sistemas agrarios sustentables a mayor escala. Teniendo en cuen-ta, la fragilidad de estas instituciones privadas frente al aparato estatal que pudiesen coaptarlas.

En varios puntos del estudio se aprecia que aspectos técnicos- productivos y de desarrollo avanzan en forma paralela entre el faro agroecológico CET y los predios de las familias campesinas de la zona, ese es un claro indicador de lo un faro agroecológico debe cumplir. Consecuente con ello se puede afirmar, además, que el modelo de faro agroecológico aquí descrito y analizado desde la perspectiva de una experiencia exitosa como es la de CET, se apega al principio de que enseñar no es transferir conocimiento, sino crear las posibilidades para su construcción enfatizando principios, procesos y metodologías participativas. Este modelo puede cons-tituirse en gran aporte para el necesario escalamiento de la agroecología en Chile y el resto de Latinoamérica.

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Resumen

El cambio climático y la inequidad que caracteriza al comercio global de los productos lácteos han golpeado duramente a los pequeños productores de leche que adoptaron un modelo artifi-cial dependiente de insumos industriales y una exagerada especialización genética del ganado. Aunque la aplicación de los principios agroecológicos y la demanda creciente de alimentos na-turales señalan una ruta de escape para estos productores, la producción agroecológica de leche no es fácil porque la etapa de transición exige tomar decisiones difíciles que pueden afectar la productividad en el corto plazo. Este artículo narra la transición agroecológica de una pequeña finca lechera en los Andes centrales de Colombia. El punto de partida fue el modelo convencional característico de muchas lecherías de montaña en América Latina, basado en monocultivos de gramíneas fertilizados con urea y la suplementación de las vacas con alimentos concentrados elaborados a partir de cereales y torta de soya importados. Mediante la adopción de sistemas silvopastoriles cada vez más complejos y la eliminación gradual de los insumos agroquímicos, la finca logró reducir el costo de producción de la leche, aumentar la calidad y el precio de la misma y mejorar la seguridad alimentaria y la eficiencia energética. El reto final será agregarle valor a la leche orgánica para aumentar la rentabilidad del sistema.

Palabras claves: Transición, agroecología, pequeños productores lecheros, sistemas silvopasto-riles, Colombia

Summary

Agroecological milk production in the tropical mountains: synergy between ecological restoration and silvopastoral systems

Climate change and the inequality of the global trade of dairy products have seriously affected small milk producers who have adopted an artificial model based on industrial inputs and the extreme genetic specialization of livestock. Although the application of agroecological principles and the growing demand for natural foods indicate an escape route for these producers, agro-ecological milk production is not easy because the transition requires making difficult decisions that can affect short term productivity. This article summarizes the agroecological transition of a small dairy farm in the central Andes of Colombia. The starting point was the conventional model typical of many mountain dairies in Latin America, based on grass monocultures fertilized with urea and the supplementation of cows with feedstuffs made from imported cereals and soy cake. By adopting increasingly complex silvopastoral systems and phasing out farm chemical inputs this farm managed to reduce the production costs and increase the quality and price of its milk while improving food security and energy efficiency. Adding value to the organic milk is the final challenge that will improve the profitability of the farming system.

Key words: Transtition, agroecology, small dairy farms, silvopastoral systems, Colombia.

PRODUCCIÓN AGROECOLÓGICA DE LECHE EN EL TRÓPICO DE ALTURA: SINERGIA ENTRE RESTAURACIÓN

ECOLÓGICA Y SISTEMAS SILVOPASTORILES

Jhon J. Lopera1-2, Sara M. Márquez3, Daniel E. Ochoa1-4, Zoraida Calle5, Claudia P. Sossa1, Enrique Murgueitio6

1Investigador Área Ganadería Sostenible – Fundación CIPAV. Cra 25 Nº 6 – 62. Cali – Colombia. 2Estudiante Doctorado en Agroecología – Facultad de Ciencias Agrarias, Universidad de Antioquia. Cra 75 Nº 68-87. Medellín – Colombia. 3Grupo

de Investigación en Sistemas Agroambientales Sostenibles(GISAS) – Universidad de Antioquia, Cra 75 Nº 68-87. Medellín – Colombia.4Estudiante de Maestría en Ciencias Animales, Facultad de Ciencias Agrarias, Universidad de Antioquia, Cra

75 Nº 68-87. Medellín – Colombia. 5Coordinadora Área Restauración Ecológica – Fundación CIPAV, Cra 25 Nº 6 – 62. Cali – Colombia. 6Director Ejecutivo – Fundación CIPAV, Cra 25 Nº 6 – 62. Cali – Colombia. E-mail: [email protected]

Agroecología 10(1): 79-85, 2015

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INTRODUCCIÓN

Sólo una parte del 26% de la superficie terrestre que se destina al pastoreo (Steinfeld y Dijkman 2014), se dedica a la producción de leche bovina y una fracción aún menor a leche de otras especies rumiantes (búfalas, cabras, ovejas). En los últimos decenios, la necesidad de abastecer a las cadenas lácteas - un sector estratégico para la alimentación humana y la economía rural, - ha impulsado cambios acelerados en la producción de le-che a escala global. Por esta razón, la lechería acompaña a la avicultura y la porcicultura en el dudoso honor de ser las actividades pecuarias con mayores desarrollos industriales modernos.

Aunque el negocio se concentra cada vez más en grandes empresas de América del Norte, Europa y Nue-va Zelanda, millones de pequeños y medianos predios rurales todavía producen leche bovina en una amplísi-ma gama de situaciones agroecosistémicas y sociocul-turales. A lo largo y ancho del planeta, miles de familias ordeñan vacas todos los días para alimentar a la gente y crean infinidad de productos y derivados de la leche que enriquecen la diversidad cultural y enaltecen el diá-logo entre los saberes populares y la ciencia.

Esta diversidad se encuentra en riesgo por las fuertes presiones de sectores que buscan consolidar un mo-delo artificial dependiente de insumos industriales, la exagerada especialización genética del ganado lechero (que demanda alimentación y manejos específicos) y la pérdida de bienestar animal. En los últimos años el cam-bio climático y las imposiciones abusivas de los países ricos sobre el comercio global, han golpeado duramen-te a los pequeños productores de leche.

Sin embargo, la aplicación de los principios agroeco-lógicos, combinada con la demanda creciente de ali-mentos naturales señala una ruta de escape de la ruina para los cientos de miles de familias que siguen atrapa-das en un modelo insostenible. La producción agroeco-lógica de leche no es fácil porque tanto las necesidades de conocimiento como los factores de cambio son va-riados, y las decisiones son difíciles. La etapa de transi-ción es esencial para atender todos estos retos.

MÉTODO

Estudio de casoEste artículo narra la transición agroecológica de una

pequeña finca lechera en los Andes centrales de Co-lombia. El punto de partida fue el modelo convencio-nal característico de muchas lecherías de montaña en América Latina, basado en monocultivos de gramíneas fertilizados con urea y la suplementación de las vacas con alimentos concentrados elaborados a partir de ce-reales importados. El relativo éxito comercial que tuvo este modelo durante varias décadas se logró a expen-sas de la salud de los suelos, los recursos hidrológicos,

la biodiversidad y la seguridad alimentaria. Hoy en día, varias cuencas lecheras de la región enfrentan un fuerte deterioro de los suelos, conflictos de acceso al agua y una pérdida evidente de la biodiversidad. Este deterioro ambiental ha afectado la rentabilidad financiera y eco-nómica del sistema productivo.

El cambio de esta unidad productiva inició en la dé-cada de 1980, con énfasis en la restauración ecológica del bosque para garantizar la oferta de agua. Poco a poco se fueron aplicando varios principios agroecológi-cos para transformar el monocultivo de gramíneas, cuyo funcionamiento dependía de insumos externos, en sis-temas silvopastoriles variados, que incorporan árboles, arbustos forrajeros y una mayor diversidad de pastos, y dependen de la eficiencia de procesos biológicos tales como la fotosíntesis, el reciclaje de nutrientes y la acu-mulación de carbono en el suelo.

La transición agroecológica ha tenido éxito en integrar la producción agrícola, forestal y pecuaria, recuperar la seguridad alimentaria y eliminar la mayoría de los insu-mos agroquímicos. Por otra parte, la restauración ecoló-gica enfocada en el agua implicó reducir gradualmente las áreas destinadas a la ganadería. Sin embargo, la mayor producción de leche y la mejor calidad de la misma per-mitieron compensar esta reducción del área ganadera.

Aunque el proceso ha tenido avances significativos en los aspectos ambiental y productivo, aún falta me-jorar la rentabilidad. El desafío inmediato es darle valor agregado a la leche orgánica de la finca y participar en mercados diferenciados.

Descripción del predioEsta finca de 14 hectáreas y pendientes fuertes, está

situada en el municipio de Rionegro (departamento de Antioquia).a 2.275 m de altitud, en la zona de vida bos-que muy húmedo montano (bmh-M según la clasifica-ción de Holdridge 1996). La precipitación media es de 2.400 mm, la temperatura media es de 17°C y las coor-denadas geográficas son 6° 8› 29.76» N y 75° 28› 5.64” W.

Principios aplicadosLa transición agroecológica de este predio aplicó los

siguientes principios (Reijntjes et al. 1992, Altieri y Ni-cholls 2007):

• Aumentar el reciclaje de biomasa y optimizar la disponibilidad y el flujo de nutrientes.

• Aumentar la actividad biológica y la materia orgá-nica para mejorar las condiciones del suelo y favo-recer el crecimiento de las plantas.

• Aumentar la diversidad de especies y la diversidad genética del agroecosistema en el tiempo y el es-pacio.

• Promover los procesos y servicios ecológicos median-te el aumento de las interacciones biológicas y los si-nergismos entre componentes de la biodiversidad.

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Pasos de la transición:

· Etapa inicial: 1995-2011Los cambios iniciales buscaron integrar la producción

de leche y cerdos. La instalación de un biodigestor de flujo continuo permitió reciclar las excretas de los cerdos para producir gas y un efluente con una alta concentración de nutrientes, adecuado para el ferti-riego de los potreros. Al mismo tiempo se establecieron los primeros sistemas silvopastoriles de pasto kikuyo Cenchrus clandestinus (Hochst. ex Chiov.) con sombrío de árboles fijadores de ni-trógeno, en especial el aliso Alnus acuminata Kunth.

Con el tiempo, estos primeros sistemas agroforestales pecuarios, que combinaban gramíneas y árboles, dieron paso a sistemas cada vez más complejos. El Sistema Sil-vopastoril Intensivo (SSPi) es un arreglo agroforestal de varios estratos que combina el cultivo agroecológico de arbustos forrajeros para el ramoneo directo del ganado (en densidad mayor a 10.000 arbustos ha-1) con pastos tropicales y árboles (Murgueitio et al. 2015). En la etapa de implementación, este sistema también puede incluir la producción agrícola en hileras intercaladas con los ar-bustos forrajeros y la rotación de cultivos, en cuyo caso se le denomina Sistema Agrosilvopastoril Intensivo (A-SSPi).

En los SSPi y A-SSPi el adjetivo “intensivo” no se re-fiere al uso de energía fósil o productos de síntesis quí-mica, como ocurre en los sistemas agrícolas convencio-nales o industriales, sino a la eficiencia de los procesos biológicos que se logra a través de la aplicación de los principios de la agroecología. Así, la alta producción de biomasa en los SSPi y A-SSPi depende de la alta fijación de nitrógeno atmosférico, la protección del suelo (re-ducción de la erosión y compactación por el pisoteo del ganado), el reciclaje de nutrientes (que en suelos ácidos favorece la movilización del fósforo) y la biodiversidad funcional asociada. Gracias a su estructura vegetal com-pleja los SSPi y A-SSPi ofrecen hábitat para comunida-des variadas de aves, mamíferos, hormigas, escarabajos estercoleros y lombrices de tierra. Un beneficio de esta biodiversidad funcional es el control natural de las pla-gas de los pastos y ectoparásitos del ganado, entre otros (Murgueitio et al. 2011, Giraldo et al. 2011, Rivera et al. 2013). Por otra parte, estos sistemas mejoran la eficien-cia energética, la seguridad alimentaria y los ingresos brutos de las fincas (Murgueitio et al. 2015).

· Etapa reciente 2012-2016En 2013, el predio hizo varios cambios en el manejo

de la ganadería de leche:

· El tamaño de las áreas de pastoreo se redujo a franjas de 1.100 m2 con rotación diaria. (Fig 1).

· Se ajustaron las cargas animales para evitar el so-brepastoreo.

· La fertilización química se redujo de 548 a 350 kg de urea ha-1 año-1

· Mejoró la rutina de ordeño, con lo cual se mantuvo la calidad composicional y mejoró la calidad mi-crobiológica.

Figura 1. Vaca lechera ramoneando T. diversifolia en SSPi en pe-queñas áreas de pastoreo, Junio de 2014. Foto: Jhon J. Lopera.

Durante 2014 se hicieron nuevos ajustes:· Se sustituyó el alimento concentrado comercial

que se les daba a las vacas durante el ordeño por una suplementación estratégica con maíz criollo molido (materia prima local).

· Se redujo nuevamente la aplicación de fertilizante químico a 170 kg de urea ha-1 año-1, y se inició la fertilización orgánica con 750 kg ha-1 año-1 de es-tiércol compostado de aves de corral (gallinaza).

· Se sustituyeron los productos químicos para el control de parásitos externos (mosca del cuerno y garrapata) por productos biológicos.

· Se redujo el uso de productos veterinarios para el control de endoparásitos (Lopera et al. 2015).

En 2015 los fertilizantes químicos fueron reemplaza-dos en su totalidad por orgánicos, con aplicaciones por encima de 800 kg ha-1 año-1, y la suplementación estraté-gica de las vacas se basó en silo de maíz criollo (una parte producida en la finca y otra adquirida en la región).

Con el fin de ilustrar el proceso de transición agro-ecológica se estimó la producción de leche a partir de los registros de ordeño y venta de la leche. La calidad composicional de la leche se evaluó en términos de los porcentajes de grasa y proteína y la calidad microbio-lógica se definió en términos del número de Unidades Formadores de Colonia (UFC) y Recuento de Células So-máticas (RCS). Las mediciones se hicieron semanalmen-te a partir de muestras de leche obtenidas directamente del tanque de refrigeración de la finca y transportadas al laboratorio especializado.

Para evaluar la seguridad alimentaria y el balance ener-gético de la finca se contabilizaron anualmente las canti-dades de insumos y productos que entraron y salieron del agroecosistema (Funes-Monzote et al. 2009). Los pa-rámetros evaluados fueron la energía insumida y produci-

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da (MJ ha-1), la proteína producida (Kg ha-1), el número de personas que el predio alimenta con energía y el número de personas que alimenta con proteína (personas ha-1).Los análisis se hicieron con el software Energía 3.01.

RESULTADOS

Cambios en el uso de la tierraActualmente (año 2016) el 46,9% del área de la finca

(6,6 ha) está cubierta por bosques secundarios y ribere-ños; 7,9% (1,1 ha) tiene bancos mixtos de forrajes (BMF) y huertos; las áreas de pastoreo de las vacas ocupan 5,3 ha (38,1%), distribuidas en: monocultivo de pasto kikuyo (0,9 ha), potreros con árboles dispersos en alta densidad – ADP (1,4 ha), sistema silvopastoril Intensivo – SSPi (2,5 ha) y sistema agrosilvopastoril intensivo – A-SSPi (0,64 ha). La infraestructura ocupa el 7,1 % restante del predio (1 ha).

Cambios en el sistema ganadero de lecheEntre 2005 y 2012 todas las áreas ganaderas de la finca

(5,34 ha de pastoreo en SSPi, ADP y monocultivo de pasto kikuyo) recibieron un nivel alto de fertilización química (en promedio 800 kg de urea ha-1 año-1), para una carga animal de 2,9±0,4 vacas ha-1 año-1 y un total de 16 vacas en producción. El control de ecto y endoparásitos se llevó a cabo con productos químicos. El nivel de suplementa-ción con concentrado comercial durante el ordeño fue alto. Sin embargo, la calidad composicional de la leche fue baja, en especial por los altos recuentos de células somáticas (1.071,8±242,4 CS ml-1) asociados a casos clí-nicos y subclínicos de mastitis, cuyo control exigió altas dosis de medicamentos veterinarios. En este periodo la producción anual de leche fue de 46.198±6.317,8 L, que equivalen a 8.651,3±1.183,1 L ha-1 año-1, con un costo de producción promedio de USD $0,228 por litro de leche y un precio de venta de USD $ 0,244 L-1.

La producción anual de leche bajó a 31.927 litros en 2013 y 30.478 L en 2014, con 13 vacas en producción,

una carga animal de 2,6 vacas ha-1 año-1 y 4,9±0,4 ha en pastoreo. Esta producción equivale a 6.941 L ha-1 en 2013 y 5.976 L ha-1 en 2014. El costo de producción bajó a USD $ 0,206 L-1 y el precio de venta aumentó a US $ 0,30 L-1. Es importante mencionar que en 2013 y 2014 las lluvias estuvieron 22,2 % y 28,5 % respectivamente por debajo del promedio histórico del período 2005 - 2012 (2.405±415,6 mm año-1).

Figura 2. SSPi listo para uso en pastoreo, Diciembre de 2013. Foto: Jhon J. Lopera.

Figura 3. SSPi listo para uso en pastoreo, Enero de 2014. Foto: Jhon J. Lopera.

Tabla 1. Resumen de datos productivos y climáticos de la finca Cien Años (2005 – 2015).

Año

Parámetros

Producción anual (L

año-1)

Área en pastoreo (ha)

Vacas en producción

Carga animal (vacas ha-1

año-1)

*Precipitación anual (mm)

Costo producción leche ($USD L-1)**

Precio de venta leche ($USD L-1)**

2005 54.109 5,34 18 3,4 2.217

0,228 0,244

2006 51.608 5,34 18 3,4 2.381

2007 54.720 5,34 18 3,4 2.291

2008 43.955 5,34 14 2,6 2.575

2009 44.476 5,34 14 2,6 1.784

2010 39.984 5,34 14 2,6 2.704

2011 39.984 5,34 14 2,6 3.165

2012 40.748 5,34 14 2,6 2.125

2013 31.927 4,6 12 2,6 1.8710,206 0,299

2014 30.478 5,1 13 2,5 1.719

2015 31.195 4,36 14 3,2 1.397 0,194 0,312

* Fuente: Anuario estadístico de Rionegro (2015). ** TRM $ 3150 (peso Colombiano).

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En 2015 la eliminación completa de la fertilización química coincidió con cambios importantes en la pro-ducción de la finca (Tabla 1):

• La capacidad de carga aumentó a 3,2 vacas ha-1 año-1

• La producción de leche aumentó a 7.155 L ha-1 año-1 con muy buena composición química y mi-crobiológica.

• El costo de producción de la leche bajó a USD $ 0,194 y el precio de venta subió a USD $ 0,312.

En síntesis, se logró un mayor margen de ganancia a partir de leche mejor y más saludable, de excelente calidad composicional y microbiológica (Calderón et al. 2006) y con características que la hacen adecuada para la transformación (Tabla 2) y la generación de va-lor agregado a través de productos como quesos con denominación de origen o productos lácteos con sello agroecológico.

Balance energético y seguridad alimentariaEl sistema agrosilvopastoril (A-SSPi) fue determinan-

te para mejorar la eficiencia del agroecosistema porque generó nuevas interrelaciones y contribuyó a la segu-ridad alimentaria del predio. La asociación con cultivos agrícolas durante la fase de establecimiento del sistema logró aumentar el número de personas que el predio puede alimentar con proteína y mejoró el balance ener-gético. Los productos agrícolas procedentes del A-SSPi (Fig. 4)y los pequeños huertos mejoraron la oferta de alimentos sanos para las personas del predio, lo cual re-presentó un ahorro de USD $ 51 al mes para una familia de cuatro personas al reducir la compra de alimentos en el mercado local.

Biodiversidad asociada: complejo de insectos chupadores del pasto kikuyoSegún la caracterización de la biodiversidad, el predio

se comportó como un sistema medianamente complejo

en 2013 y 2014 (grado 2 de complejidad del sistema), pero pasó a ser un sistema complejo en 2015 (grado 3) como consecuencia del aumento en la biodiversidad productiva relacionado con la introducción de cultivos nuevos.

A partir del 2014, los cultivos intercalados y la rota-ción de los mismos aumentó la biodiversidad producti-va y la biodiversidad funcional asociada. Al mismo tiem-po se redujeron los insectos chupadores del pasto, que hacen parte de la biodiversidad nociva asociada.

El comportamiento del complejo de insectos chupa-dores del pasto se estudió durante un año en diferentes arreglos agroforestales del predio:

· Sistema silvopastoril intensivo (SSPi) con el arbus-to botón de oro Tithonia diversifolia (Hemsl.) A. Gray (familia Asteraceae) y pasto kikuyo Cenchrus clandestinus – SSPi BO+PK

· Sistema silvopastoril intensivo (SSPi) con botón de oro Tithonia diversifolia, pasto kikuyo Cenchrus clandestinus y árboles - SSPi AP+PK

· Sistema silvopastoril de pasto kikuyo C. clandesti-nus y árboles dispersos (aliso Alnus acuminata) - ADP+PK

· Monocultivo con pasto kikuyo C. clandestinus – MPK

Tabla 2. Cambio anual en la calidad composicional y microbiológica de la leche de la finca Cien Años (verde oscuro: excelente, verde claro: buena; rosado: regular; rojo: mala)

AñoProducción (L

año-1)Grasa (%) Proteína (%) Grasa (g/L) Proteína (g/L) UFC/ml (miles) RCS/ml (miles)

2005 54.109 3,38±0,13 3,07±0,10 34,89±1,36 31,65±1,06 17,97±8,50 928,7±418

2006 51.608 3,50±0,19 3,05±0,13 36,12±1,93 31,49±1,36 27,07±16,33 1382,31±645

2007 54.720 3,61±0,22 3,70±0,10 37,25±2,31 31,72±0,99 86,37±83,03 1682±0

2008 43.955 3,82±0,21 3,04±0,11 39,39±2,17 31,4±1,12 201±329 1313,28±470

2009 44.476 3,30±0,13 2,97±0,08 34,06±1,36 30,69±0,87 83,03±121 1045,95±443

2010 39.984 3,40±0,38 3,05±0,10 35,13±3,95 31,43±1,06 166±136 1459,±643

2011 35.178 3,57±0,17 3,09±0,08 36,83±1,75 31,88±0,81 64,60±56 1201±538

2012 40.748 3,90±0,12 3,04±0,06 40,3±1,23 31,39±0,66 386±484 1003±368

2013 31.927 3,72±0,11 3,00±0,10 38,4±1,15 30,94±1,02 1011±396 877,51±397

2014 30.478 3,81±0,42 3,06±0,12 39,35±4,3 31,57±1,19 224±364 197,13±101

2015 31.195 3,58±0,17 2,97±0,07 36,9±1,71 30,67±0,74 21,62±14,00 144,55±58,98

Figura 4. A-SSPi, milpa agrícola - forrajera, mayo de 2014. Foto: Jhon J. Lopera.

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Las poblaciones de insectos chupadores del pasto kikuyo (Collaria sp., Draeculacephala sp. y Aeneolamia spp.) no alcanzaron el umbral de daño económico en ninguno de los cuatro sistemas. No fue necesario apli-car ninguna medida de control durante el período de estudio porque la mayor parte del pasto tuvo daño leve o no tuvo ningún daño. Más del 75 % de este re-curso forrajero tuvo una calidad óptima para el consu-mo de las vacas, incluyendo el monocultivo de pasto kikuyo (Ochoa et al. 2016). Esto explica por qué en esta finca, a diferencia de las fincas vecinas y la mayoría de las lecherías de la región, no se aplica ningún insecti-cida de síntesis química, lo cual representa un ahorro de USD $240 - 480 al año en la compra y aplicación de estos productos.

La eficiencia energética del predio ha aumenta-do gracias a las interacciones entre los subsistemas agrícola y pecuario (Tabla 3). El balance estuvo cerca de ser positivo en 2012 pero decayó al año siguien-te con el reemplazo de la fertilización química por orgánica, la suplementación con maíz criollo moli-do y silos de maíz (producidos en parte en el mismo predio) en vez del concentrado comercial y los ajus-tes en el manejo. En 2014 el sistema empezó a es-tabilizarse rápidamente y mostró una recuperación importante en términos energéticos. Finalmente, la finca alcanzó un balance positivo en 2015, cuando se empezaron a intercalar cultivos durante las fases de establecimiento y consolidación del sistema agrosil-vopastoril (A-SSPi).

El futuro: etapa de consolidaciónLa finca ha alcanzado niveles de producción y calidad

de la leche que la harán sostenible en términos econó-micos cuando deje de comercializar el producto a través de una cooperativa que mezcla la leche orgánica con leche contaminada con insecticidas y otros insumos químicos. La etapa siguiente de la reconversión debe enfocarse en una estrategia que permita agregarle va-lor a una leche que es excepcional en el contexto regio-nal. Dada la pequeña escala de la producción, la mejor forma de comercializar los productos lácteos diferen-ciados sería a través de una red local de consumidores. Para lograr esto será necesario definir los protocolos de

producción acompañados de estudios de calidad tal como lo están haciendo los primeros productores de quesos de origen silvopastoril intensivo (Mohammed et a.l 2015).

CONCLUSIONES

La reconversión agroecológica de pequeños pre-dios lecheros es factible cuando los productores tie-nen acceso al conocimiento sobre la implementación y manejo de sistemas que combinan gramíneas, arbus-tos y árboles, y cuando están en capacidad de asumir un descenso transitorio en la producción de leche. La demanda cada vez mayor de productos lácteos loca-les, saludables y sostenibles, puede ser un incentivo importante para muchos productores. Por lo tanto, el acceso a mercados diferenciados y la posibilidad de agregarle valor a la leche serán determinantes en la adopción generalizada de prácticas agroecológicas en la producción lechera.

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Tabla 3. Cambio en el balance energético y la seguridad alimentaria de la finca Cien Años (2012-2015)

Parámetro UnidadAño

2012 2013 2014 2015

Energía insumida MJ ha-1 23.966 25.700 22.300 20.200

Energía producida MJ/ha-1 20.182 18.600 21.850 20.700

Proteína producida Kg ha-1 176,4 158,3 192 210

Personas alimentadas con energía Personas ha-1 4,7 3,6 5,3 6,1

Personas alimentadas con proteína Personas ha-1 6,9 5,4 7,7 8,6

Balance energético de la finca *Relación 1:1 1:0,84 1:0,67 1:0,97 1:1,1

* Balance mínimo ideal (1 MJ de energía insumida : 1 MJ de energía producida)

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La revista Agroecología, surge como consecuencia de la colaboración de la Sociedad Española de Agroecología (SEAE), la Sociedad Cientifica LatinoAmericana de Agro-ecologia (SOCLA) y la Asociación Brasileña de Agroecolo-gia (ABA), con el fin de crear un espacio de comunicación científico que sirva para recoger los trabajos que, en el campo de la agroecología, vayan apareciendo especial-mente en el ámbito español y latino-americano..

Agroecología acepta:

- artículos originales sobre temas agroecológicos.- comunicaciones breves de hasta dos páginas ma-

nuscritas- reseñas bibliográficas

1. Extensión de los artículos

Los artículos no deben exceder 25 páginas impresas en DINA4, a doble espacio y tamaño de letra 12. Como proce-sador de texto se utilizará preferentemente Microsoft Word.

2. Presentación de los manuscritos

La primera página de cada manuscrito debe contener:Título del artículo, nombre de los autores y dirección

e-mail, teléfono y fax del autor responsable de la corres-pondencia.

Resumen, que no excederá de 250 palabras, y de 3 a 7 palabras claves. Resumen y palabras claves en inglés y español o portugués.

Las siguientes secciones incluirán el contenido usual:Introducción, Material y Métodos, Resultados, Discu-

sión, Agradecimientos, Referencias (ver a continuación), Tablas (ver a continuación), Ilustraciones (ver a conti-nuación), Leyendas (ver a continuación).

3. Tablas

Cada tabla (Tabla 1) debe ser presentada por separa-do, numerada y estará referida en el texto.

4. Figuras

Los dibujos (Fig. 1) pueden ser enviados como origi-nales o como fotografías en blanco y negro bien con-trastadas y de alta calidad.

5. Fotografías y microfotografías

Deben ir numeradas secuencialmente con las figu-ras. Se debe incorporar una escala en el lugar que se

estime apropiado. El autor debe utilizar sus propios símbolos, números y letras tanto para las figuras como para las fotografias. El nombre del autor/es del artículo y el número de la figura debe escribirse en el dorso de la misma.

6. Leyendas

Las leyendas de las tablas y figuras, convenientemen-te numeradas, deben escribirse todas juntas en páginas separadas del resto del artículo.

7. Referencias

Corresponderán únicamente a los trabajos, libros, etc., citados en el texto y se escribirán según el siguien-te modelo:

a) Para artículos en revista

Packer C. 1983. Sexual dimorphism: the horns of Afri-can antelopes. Science 221: 1191-1193.

Boyer HW, Roulland-Dussoix D. 1969. A complemen-tation analysis of the restriction and modification of DNA Escherichia coli. Journal of Molecular Biology 41: 459-465.

Klos J, Kuta E, Przywara L. 2001. Karyology of Plagiom-nium. I. Plagiomnium affine (Schrad.) T. Kop. Journal of Bryology 23: 9-16

Usar los nombres de las revistas completos, no en abreviación.

b) Para libros, tesis y otras publicaciones no periódicas

Whelan RJ. 1979. The ecology of fire. Cambridge: Cambridge University Press.

c) Para artículos y capítulos de contribuciones en libros

Huenneke LF. 1991. Ecological implications of genetic variation in plant population. In Genetics and conserva-tion of rare plants (Falk DA, Holsinger KE, eds.). Oxford: Oxford University Press, pp. 31-44.

d) Los trabajos en prensa

Sólo se citarán si han sido formalmente aceptados para su publicación, su reseña se hará como sigue:

Werner O, Ros RM, Guerra J. in press. Direct amplifica-tion and NaOH extraction: two rapid and simple meth-ods for preparing bryophyte DNA for polymerase chain reaction (PCR). Journal of Bryology.

Información para los autores y política editorial

AGROECOLOGÍA

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La lista bibliográfica de un trabajo se establecerá or-denando las referencias alfabéticamente por autores (y cronológicamente para un mismo autor, añadiendo las letras a, b, c, etc., a los trabajos del mismo año). En el texto, las referencias bibliográficas se harán de la manera usual: “según Packer (1983)”, “el ahorro energético (Margalef 1983)”, “en trabajos recientes (Ritley 1981, Rufoss & Canno 1999)”, etc. Se citarán los autores por su apellido cuando éstos sean uno o dos (Kumagai & Hasezawa 2000), pero no cuando sean más de dos, empleándose entonces, la abreviación de et alii (Sunderesan et al. 1999).

8. Unidades

Agroecología sigue el Sistema Internacional de Uni-dades (SI).

9. Abreviaturas

Las abreviaturas de uso no común deben ser expli-cadas.

10. Pruebas de imprenta

Cada autor recibirá una prueba de imprenta de su trabajo. El autor debe ajustarse a los plazos de devolu-ción de las pruebas corregidas y evitar la introducción de modificaciones importantes al texto original. La co-

rrección de pruebas deberá hacerse según pautas y símbolos internacionalmente admitidos, de los que se adjuntará una muestra con las galeradas. En las galera-das corregidas se indicará (al margen) el lugar aproxi-mado del texto en el que colocar las distintas figuras y tablas.

11. Advertencia final

Los autores deben evitar rigurosamente el uso de ne-gritas, mayúsculas, subrayados, etc., en la totalidad del manuscrito. Subrayar sólo los nombres científicos de géneros, especies, subespecies, etc.

12. Envío de los trabajos originales

Toda la correspondencia relativa a la publicación de artículos en Agroecología puede enviarse:

a) Por correo electrónico (e-mail) a la dirección: [email protected]

b) Por envío postal (original y disquette o CD-ROM, con el texto, cuadros y figuras) a:

José M. EgeaDpto. de Biología Vegetal (Botánica)Facultad de BiologíaUniversidad de MurciaCampus de Espinardo30100 Murcia. España

Page 88: 2015 · los efectos del aumento progresivo de las temperatu-ras globales promedio conducirán sucesivamente a un ... modernos de monocultivo” que debido a su homo-

Agroecologia (the journal) emerges as a consequence of the collaboration between Sociedad Española de Agroecología (SEAE) , the Sociedad Cientifica Lati-noAmericana de Agroecologia (SOCLA), the Asociacion Brasileira de Agroecologia with the Universidad de Mur-cia, to create a space of scientific communication by publishing articles in the field of agroecology to nour-ish new paradigms of agricultural development in Spain and Latin America.

Agroecology paper acceptance:-original research papers on Agroecology-short notes up to 2 printed pages-book reviews

1. Size or length of papers documents

Papers should not exceed 25 printed pages in DINA4, double space and word writing size 12. Text proceesing preferable will be Microsoft Word.

2. Organization of the manuscript

The first page of each manuscript should indicate:The title, the author’s names and the name, address,

e-mail, phone and fax number of the corresponding au-thor and 3 to 7 key words. The Abstracts must not ex-ceed 250 words. Abstracts and key words in English and Spanish or Portuguese

The following sections covering the usual contents:Introduction, Materials and Methods, Results, Dis-

cussion, Acknowledgements, References (see below), Tables with figures (see below), Illustrations or graphics (see below), Legends (see below).

3. Tables

Each table (Table 1) should be typed on a separated sheet, numbered and should be referred to in the text.

4. Figures

Line drawings (Fig. 1) can either be submitted as orig-inal drawings ready to print or as clean and sharp glossy black and white photographs.

5. Photographs and microphotographs

Photographs should be numbered in sequence with the figures. A scale bar should be drawn where appro-piate. Authors should use their own symbols, numbers and lettering to figures, including photographs. The

author’s name and the number of the figure should be written on the back of each figure.

6. Legends

Legends of tables and figures conveniently num-bered should be typed on a separate sheet and not writ-ten on the figures.

7. References

Should be restricted to books, papers, etc., cited in the paper, and should be presented according to the style shown below:

a) Articles from journals

Packer C. 1983. Sexual dimorphism: the horns of Afri-can antelopes. Science 221: 1191-1193.

Boyer HW, Roulland-Dussoix D. 1969. A complemen-tation analysis of the restriction and modification of DNA Escherichia coli. Journal of Molecular Biology 41: 459-465.

Klos J, Kuta E, Przywara L. 2001. Karyology of Plagiom-nium. I. Plagiomnium affine (Schrad.) T. Kop. Journal of Bryology 23: 9-16

Write out the journal names in full.

b) Books, Theses and other sporadic publications

Whelan RJ. 1979. The ecology of fire. Cambridge: Cambridge University Press.

c) Articles and chapters from books

Huenneke LF. 1991. Ecological implications of genetic variation in plant population. In Genetics and conserva-tion of rare plants (Falk DA, Holsinger KE, eds.). Oxford: Oxford University Press, pp. 31-44.

d) Papers in press

Should only be quoted if they have been accepted for publication, their quotation should be as follows:

Werner O, Ros RM, Guerra J. in press. Direct amplifica-tion and NaOH extraction: two rapid and simple meth-ods for preparing bryophyte DNA for polymerase chain reaction (PCR). Journal of Bryology.

References must be given in alphabetical order of authors (and chronologically for the same author, add-ing the letters a, b, c, etc. for papers of the same year). In

Instructions for authors and editorial policy

AGROECOLOGÍA

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the text, references should be cited in the conventional manner: “according to Packer (1983)”, “the energy saving (Margalef 1983)”, “in recent papers (Ritley 1998, Rufoss & Canno 1999)”, etc. Authors will be mentioned by their surnames (without initials) when they do nor exceed two (Kumagai & Hasezawa 2000) and by “et al.” when more than two (Sunderesan et al. 1999).

8. Units

Agroecology uses SI units (Système International d’Unités).

9. Abbreviations

Uncommon abbreviations should be explained.

10. Proofs

Authors will receive one set of proofs of their pa-per. Authors should obey the dead lines of the cor-rected proofs and should avoid introducing extensive modifications of the original text. Correction of proofs should be done according to international symbols

and standards, an example of which will be enclosed with the galley-proof. The aproximate place to insert figures and tables should be indicated on the correct-ed proofs.

11. Final remark

Avoid bold, italic, capital letters, etc. in the manuscript, only underline scientific names of genus, species, sub-species, etc.

12. Submission of papers

All the communication regarding articles and publi-cation of the Agroecología Journal can be sent to:

c) Per e-mail to: [email protected]) Per conventional Post (original and disquette o

CD-ROM, with the text, tables and figures) to: José M. EgeaDpto. Biología Vegetal (Botánica)Facultad de BiologíaUniversidad de MurciaCampus de Espinardo, s/n30100 Murcia. Spain

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