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  • 7/25/2019 05072015 Vi x or Dina Rio

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    XIVdomingodelTiempoOrdinarioAO/BMc 6,1-6

    Primera lectura Ez 2, 2-5 Son un pueblo rebelde,sabrn que hubo un profeta en medio de ellos.

    Salmo Sal 122 Nuestros ojos estn en el Seor,esperando su misericordia.

    Segunda lectura 2 Cor 12, 7b-10 Presumo de misdebilidades, porque as residir en m la fuerza deCristo.

    Evangelio Mc 6, 1-

    6 No desprecian a un profetams que en su tierra.

    Mc 6, 1-61 Jess sali de all y se fue a su tierraacompaado de sus discpulos. 2 El sbadose puso a ensear en la sinagoga, y la gen-te, al orlo, deca asombrada: De dndele viene a ste todo esto? Cmo tiene talsabidura y hace tantos milagros? 3 No es

    ste el carpintero, el hijo de Mara y elhermano de Santiago, de Jos, de Judas yde Simn? Y sus hermanas no viven connosotros?. Y se escandalizaban de l. 4

    Jess les dijo: Slo en su tierra, entre susparientes y en su casa desprecian al profe-ta. 5 Y no pudo hacer all ningn milagro,aparte de curar a algunos enfermos impo-nindoles las manos. 6 Y se qued sor-

    prendido de su falta de fe. Recorri des-

    pus las aldeas del contorno enseando.

    Pidamos al Seor la luz, el Espritu para com-prender la Palabra de hoy. Contemplo en mi ima-ginacin lo que me dice el texto y trato de sintoni-zar son los sentimientos de Jess

    Seguro que el hecho de hoy tiene una gran fuer-za sentimental: all entre los que lo rechazaran aJess estaran sus amigos, sus vecinos y por qu

    no sus mismos familiares.Contemplo a Jess rechazado por los suyos, pre-ludio de lo que le acontecer al final. Jess recha-zado en su misma casa.

    Cmo lo debera vivir Jess?

    Jess que no puede realizar all lo que ha hecho

    en otros sitios. Tambin ahora, en ocasiones, laIglesia, el proyecto de Dios, el Papa, es rechazadapor mucho bien que haga. A lo mejor a nosotrosmismos.

    Cmo lo vivimos?

    Jess pas por esa situacin, en l tenemos unejemplo a seguir.

    La Iglesia es martirial siguiendo a Jess, tam-

    bin hoy en da en ciertos lugares o por ciertaspersonas no es escuchada, ms bien rechazada.

    Miremos a Jess, sigamos su modo de proceder.Pidamos la luz y la fuerza para hacer siemprecomo Jess.Llamadas.

    Oro a partir de todo lo contemplado.

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    Notas para fijarnos en el Evangelio

    Jess est de visita en su tierra en com-paa de sus discpulos, entre los que habade todos los colores.

    Jess regresa a su pueblo donde habacrecido, trabajado, vivido a lo largo de unos

    treinta aos. Todos lo conocan demasiado.Era uno de los suyos. Tan de los suyos quelo vean como uno de ellos. De tal maneraque no ven en l ms que un nazarenoms: su madre es Mara, de todos bien co-nocida, su familia est por all y es identifi-cada por todos, a lo mejor incluso ellos es-tn reacios a la manera de presentarse Je-ss, su oficio era carpintero, como Jos quehaca remiendos, trabajaba la madera y po-siblemente formaba parte de los iban a la

    obra all o en algunas construcciones roma-nas de los pueblos del entorno

    Jess, como sola hacer, va a la sinagogay ensea, anuncia la Buena Nueva. Lo hacecomo en otros lugares pero para los de Na-zaret les resulta excesivo, demasiado bien.Y empiezan a preguntarse sobre su pasado,sobre sus orgenes, de dnde ha podido sa-car todo esto si no es ms que uno de ellos.

    Nazaret es el smbolo de su pueblo, delpueblo de Israel. A pesar de los xitos elpueblo no puede aceptar que Dios manifies-te su reino por medio de alguien que es,aparentemente, una persona ms, con unafamilia, con un oficio como cualquier hijo devecino.

    Los de Nazaret reconocen que Jess ense-aba con autoridad, quedan admirados delo que vean y oan, reconocen los hechosporque son incuestionables pero no dan elsalto que les lleve a aceptar en Jess la

    mano de Dios. Se quedan en una miradapuramente humana y no dan el salto, msan lo rechazan.

    Qu cerca est pasar de la admiracin alrechazo!

    Si no llegan a aceptarlo es porque es co-mo uno de ellos.

    No pueden asumir que Dios se manifiestea travs de un hombre como ellos, as lovean ellos.

    Tal vez si hubiese venido de lejos lossantos de fuera siempre son ms milagre-ros.

    Qu hubisemos hecho nosotros?

    Posiblemente algo parecido.

    Y Jess no puedo, an queriendo, hacerall ningn milagro porque faltaba la fe ne-cesaria.

    Es aquello que nos dice San Juan. Vino alos suyos y los suyos no lo recibieron.

    Aqu podramos recordar los lloros de Je-ss ante Jerusaln y sus palabras en lasque se compara a una clueca que pretendecobijar a los polluelos pero estos no lo hanaceptado.

    Qu sufrimiento ms grande experimen-tara Jess al ver que los suyos son los quese cierran a su mensaje, a su persona!

    A partir de esta situacin Jess se con-centrar en la formacin del grupo de losdoce.

    Los suyos no lo reconocen pero eso no leimpide continuar su misin.

    As lo hizo tambin San Pablo, ante la ce-rrazn de algunos judos l

    Dirigi a los gentiles.

    Sabemos reconocer los pequeos ograndes profetas que pueden darse ahora

    en nuestro mundo?

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    No despreciana un profeta

    ms que en su tierra

    Seor Jess,te marchaste de tu puebloa los treinta aos, ms o menos.Fuiste al encuentro de Juan Bautistay te uniste a los que recibanel bautismo de conversin;pasaste un tiempo en el desiertopara dilucidar lo que Dios Padrequera de Ti, comenzaste a buscarcompaeros que un da seran

    los continuadores de tu proyecto,comenzasteaanunciarla Buena Noticiay a poner vida y esperanzapor donde pasabas.Algo nuevo naca.

    Y te acercas a tu pueblo Nazaretcon el Proyectoque el Padre te haba confiadoy al que te entregaste de lleno.Ibas a tu pueblo ilusionadopara que los tuyos pudiesen tambin

    beneficiarse de l.Qusentirasporelcaminoalacercartea Nazaret con el grupo de los doce?

    Estaras orgulloso de mostrarlestu pueblo y a los tuyos?Cmo esperaras el recibimientode tus paisanos?

    Posiblemente no las tendras todas.

    T, Seor Jess,conocas a los tuyosy algo te deca que aquella visita seradura para Ti, pero tenas que hacerla,eran los tuyosy tambin ellos tenan derechoa conocer y vivir tu Proyecto.

    Como hiciste en otros sitios as hacesen tu pueblo, ni ms ni menos:vas a la sinagoga, enseas, etc. etc.

    Qu viste en los ojos de tus paisanos,de aquellos con quien ibas los sbadosa la sinagoga, con los que jugastede nio, con los que trabajastea su lado?

    Alegra, entusiasmo, admiracin,recelo, sospecha, dudas...De todo hubopero ganaron las sospechas.Los tuyos se quedaron con la imagenque tenan gravada en sus retinas:

    con el tiempo que viviste con ellos,pero no supieron descubriren tu presenciala mano de Dios, el Emmanuel.

    No te reconocieroncomo el hombre de Dios,como el profeta, como el Mesas

    Y all no pudiste hacer lo que hicisteen otros lugares.

    T, Seor Jess,

    te extraaste de su falta de fe.No reaccionan tambin as, a veces,algunos miembros de nuestras propiasfamilias,o de nuestros amigos y conocidos?

    Que misterio ms grande este!Dios se da, Dios se ofrece, Dios vieney unos le abren la puertay otros se la cierran.Con lo contento que te hubieras puesto

    si llegan a tener un poco de feen tu Persona.Si as hubiese sidoall hubieras derramadoel jarro de tus esencias.

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    VER

    U

    na persona anciana se lamentaba:Ninguno de mis hijos viene a la parroquia.

    Y mis nietos estn sin bautizar. Con el ejemploque han visto en casa, y con tanto que hemosprocurado que vengan a la parroquia para edu-carlos en la fe, y tambin los hemos llevado acolegios religiosos Y nada. Son buenos chicos,pero no quieren saber nada de Dios ni de laIglesia. Este lamento, en mayor o menor gra-do, podramos hacerlo nuestro cualquiera denosotros, porque salvo pocas excepciones, lamayora de nuestros familiares no profesan lafe cristiana, como mucho una fe sociolgica.

    Aunque efectivamente no hayan apostatado, enla prctica s que lo han hecho, es como nosdice el Papa Juan Pablo II, una apostasa silen-ciosa, dejando de lado todo aquello que de pe-queos en su casa recibieron referente a la fe.En el mejor de los casos, respetan a quienessiguen viviendo de acuerdo con la fe cristiana,pero no quieren saber nada al respecto.Esta situacin es causa de tristeza y preocupa-cin en los miembros de la familia que s vivensu fe, y se preguntan qu han hecho mal paraque los de su entorno ms cercano no quieransaber nada de Cristo ni de su Iglesia. Y tambinse cuestionan qu pueden hacer.

    JUZGAR

    Por eso, frente a esta situacin tan comn,contemplar hoy a Jess en el Evangelio su-

    friendo algo similar supone para nosotros unconsuelo y una esperanza. El propio Jess ex-perimenta lo que supone que sus propios pa-rientes le cuestionen y les resulte escandalosolo que l dice, hasta tal punto que no pudo ha-cer all ningn milagro Y se extra de su fal-ta de fe.

    Pero de Jess tambin aprendemos hoy cmo

    afrontar este tipo de situaciones. Lo primeroque l nos ensea es a no culpabilizarnos, pen-sando qu hemos hecho mal, sino a respetar lalibertad del otro, aceptando, aunque no nosguste, que puede aceptar o rechazar lo que sele anuncia.Lo segundo que Jess nos ensea es a no dejarque esa situacin nos paralice, viviendo nuestrafe de un modo vergonzante, sino a recordarque no desprecian a un profeta ms que en sutierra, entre sus parientes y en su casa. Y poreso, aunque nuestro entorno ms cercano nonos haga caso, como ya avisaba el Seor alprofeta Ezequiel en la 1 lectura, no debemosser insistentes y pesados, queriendo conven-cerles a toda costa. Jess nos ensea por unaparte a seguir haciendo en nuestro entorno mscercano lo que podamos y nos dejen, como l,que slo cur algunos enfermos imponindoles

    las manos; y por otra parte, nos invita a seguirofreciendo nuestro testimonio y compromiso

    cristiano en otros mbitos, como l, que puestoque en su pueblo fue rechazado, recorra lospueblos de alrededor enseando.

    Quiz, como apuntaba san Pablo en la 2 lectu-ra, ese fracaso en nuestro entorno ms cer-cano es permitido por el Seor para que no ten-ga soberbia. As, experimentar nuestra limita-cin y nuestra incapacidad en la misin evange-lizadora, incluso nuestro fracaso, puede ser laocasin de experimentar tambin que la fuerzase realiza en la debilidad, que as residir en mla fuerza de Cristo.

    ACTUARH

    e vivido o vivo una situacin similar a lade la persona que decamos al comienzo?

    Cmo me hace sentir? Cul es mi reaccin?S respetar la libertad del otro para aceptar orechazar el Evangelio? Vivo mi fe de un modovergonzante, o con naturalidad y alegra, aun-que me cuestionen?No es fcil manifestarse hoy como cristianos,pero el Seor cuenta con nuestro testimonio.Por nuestro bautismo, todos somos profetas,como Ezequiel en la 1 lectura, todos hemosrecibido el Espritu de Dios que nos capacita pa-

    ra ello. Apoymonos en el Seor para que lmanifieste su fuerza en nosotros, seamos cohe-rentes, sigamos celebrando, formando y vivien-do nuestra fe con alegra, sin imponerla perotampoco de un modo vergonzante, con naturali-dad, sin ocultarnos, para que se cumpla lo queel Seor dijo a Ezequiel y hoy tambin nos dicea nosotros:A ellos te envo para que les digas:Esto dice el Seor. Ellos, te hagan caso o no tehagan caso, sabrn que hubo un profeta en me-dio de ellos.

    Accin Catlica GeneralAlfonso XI, 4 -5 28014 Madrid

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