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ENSAYO ACERCA DE LA RIQUEZA Y LA POBREZA* George Gilder ** Desde que fuera publicado el año 1981, Wealth and Poverty se convirtió en un suceso editorial y fue considerado como un himno al capitalismo, que recoge con entusiasmo y lucidez las ventajas de la libertad económica y los principios básicos de la sociedad libre. La verdadera riqueza, dice el autor, no está en la capacidad adquisitiva de un país, sino en su capacidad para invertir y producir bienes consumibles en el futuro. Radica, en efec- to, en la iniciativa, en la creatividad y en el trabajo de sus empresarios, quienes son esencialmente generadores de riqueza. Gilder se propone mostrar el origen de la pobreza. La falta de oportuni- dades, la educación, la pertenencia a una raza o nacionalidad no son cau- sa o determinante de pobreza. La clave para comprender la pobreza esta- ría en la actitud hacia el trabajo y el futuro y en la estructura familiar. Las reflexiones del autor sobre la riqueza y la pobreza están completa- mente al margen de las inhibiciones y culpas que a menudo bloquean el análisis del tema. La Naturaleza de la Riqueza ¿Es rica Arabia Saudita? ¿Es musulmana la Meca?, podría re- plicarse. Con un tercio de las reservas petroleras mundiales conoci- das en su subsuelo y con casi la mitad de la riqueza petrolera estima- da del orbe (debido a que el petróleo saudita es mucho más barato de extraer que el de casi todas las restantes reservas conocidas), Ara- bia Saudita se halla a todas luces entre los Estados mejor dotados de la tierra. En efecto, los ingresos medibles y los bienes per cápita del reino árabe están a la zaga de sólo algunos otros diminutos reinos * Este trabajo reproduce íntegramente los capítulos 5 y 6 The Nature of Wealth y The Nature of Poverty, respectivamente del libro de George Gilder Wealth and Poverty (Basic Book, Inc. Publishers, New York, 1981. Fue traducido y se publica con la debida autorización. ** Profesor de economía del Lehrman Institute y colaborador de The Wall Street Journal y Harper's Magazine.

0185 Gilder - Acerca de La Riqueza y La Pobreza

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  • ENSAYO

    ACERCA DE LA RIQUEZA Y LA POBREZA*

    George Gilder **

    Desde que fuera publicado el ao 1981, Wealth and Poverty se convirtien un suceso editorial y fue considerado como un himno al capitalismo,que recoge con entusiasmo y lucidez las ventajas de la libertad econmicay los principios bsicos de la sociedad libre. La verdadera riqueza, dice elautor, no est en la capacidad adquisitiva de un pas, sino en su capacidadpara invertir y producir bienes consumibles en el futuro. Radica, en efec-to, en la iniciativa, en la creatividad y en el trabajo de sus empresarios,quienes son esencialmente generadores de riqueza.Gilder se propone mostrar el origen de la pobreza. La falta de oportuni-dades, la educacin, la pertenencia a una raza o nacionalidad no son cau-sa o determinante de pobreza. La clave para comprender la pobreza esta-ra en la actitud hacia el trabajo y el futuro y en la estructura familiar.Las reflexiones del autor sobre la riqueza y la pobreza estn completa-mente al margen de las inhibiciones y culpas que a menudo bloquean elanlisis del tema.

    La Naturaleza de la Riqueza

    Es rica Arabia Saudita? Es musulmana la Meca?, podra re-plicarse. Con un tercio de las reservas petroleras mundiales conoci-das en su subsuelo y con casi la mitad de la riqueza petrolera estima-da del orbe (debido a que el petrleo saudita es mucho ms baratode extraer que el de casi todas las restantes reservas conocidas), Ara-bia Saudita se halla a todas luces entre los Estados mejor dotados dela tierra. En efecto, los ingresos medibles y los bienes per cpita delreino rabe estn a la zaga de slo algunos otros diminutos reinos

    * Este trabajo reproduce ntegramente los captulos 5 y 6 The Nature ofWealth y The Nature of Poverty, respectivamente del libro de GeorgeGilder Wealth and Poverty (Basic Book, Inc. Publishers, New York, 1981.Fue traducido y se publica con la debida autorizacin.

    ** Profesor de economa del Lehrman Institute y colaborador de The WallStreet Journal y Harper's Magazine.

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    petroleros y Estados semejantes. Si el mero ingreso y el poder deconsumo constituyen una definicin satisfactoria de la riqueza, Ara-bia Saudita estara cerca de ser el pas ms rico del mundo.

    Sin embargo, tal como sucede con muchos conceptos econmi-cos evidentemente simples, la riqueza disimula bajo su brillante yuntuosa superficie todo un enjambre de sorpresas. La riqueza de unpas resulta ser una suma ms escurridiza que el poder adquisitivode sus ciudadanos o las reservas de sus recursos. En efecto, existeuna interpretacin a cuyo alero un poder adquisitivo excesivo cons-tituye seal de pobreza inminente, sugiriendo su excesiva liquidez laausencia de riqueza en sus formas ms slidas y difciles de gastar.Un pas como Gran Bretaa o Arabia Saudita cuyos ricos derro-chan su dinero en llamativos despliegues probablemente tienenproblemas: una plutocracia desenfrenada, un excesivo temor al fu-turo, un clima hostil a la empresa, una falta de oportunidades parainvertir en verdaderos bienes de capital, capaces de producir un re-torno con el correr de los aos.

    La riqueza consiste en bienes que auguran ingresos a futuro.Los chorros de dinero petrolero no se convierten en un bien perdu-rable de la nacin hasta que puedan ser convertidos en una reservade capital remunerativo industrias, puertos, caminos, escuelas ycapacidad laboral que asegure un futuro econmico para cuandose termine el crudo del subsuelo. Hace cuatrocientos aos, Espaafue tan rica como lo es ahora Arabia Saudita; se vio anegada porun torrente de plata procedente de las minas de Potos, situadas ensus colonias americanas. Pero Espaa fracas en acumular riquezay pronto volvi a sumirse en sus antiguas melancolas mientras laindustria triunfaba en regiones ostensiblemente ms pobres deEuropa.

    Un pas rico debe ser capaz tanto de ahorrar como de consu-mir. El ahorro a menudo es definido como consumo diferido. Perodepende de la inversin: la capacidad para producir bienes consumi-bles en fecha futura a la que ha sido postergado el consumo. El aho-rro depende de poder adquirir algo al momento de retirar el depsi-to. Para un individuo eso suena fcil; despus de todo, siempre debehaber algo que comprar. Pero para una nacin, con muchos ahorran-tes, la verdadera riqueza la constituye el trabajo duro, lo que requie-re una produccin de bienes prolongada y provechosa. El destinode Midas, que al solo toque converta todo en oro hasta que no lequed qu comer como el destino de Espaa, cuya flota depositun El Dorado a las puertas de Cdiz, demuestra que el ahorro nocorrespondido puede ser tan yermo e infecundo como el amor nocorrespondido.

    En la actualidad, los ciudadanos sauditas pueden adquirir ac-ciones de empresas productivas en otros pases, y tambin puedenadquirir oro, yates, Rolls Royce, joyas, obras de arte y otros supues-tos valores. El gobierno puede adquirir caones y aviones e instala-ciones portuarias. Pero Arabia Saudita misma slo puede convertirse

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    en nacin genuinamente rica si es capaz de convertir los transitoriostorrentes de dinero del petrleo en bienes de capital en su propiosuelo, con perspectiva de futuro. Los recursos materiales se convier-ten en riqueza durable slo cuando son combinados con otros recur-sos en combinaciones provechosas.

    Uno de los problemas de los saudes es que tales combinacio-nes son extremadamente perecibles; las industrias tienen una malavejez y son difciles de trasladar. Los mrgenes de utilidad suelen serestrechos y tienden a disiparse en el camino hacia los reinos del de-sierto. El capital puede disolverse rpidamente en la medida quecambian las condiciones mundiales. Adems, su valor depende deexpectativas en relacin al futuro. En un pas polticamente inesta-ble es difcil evocar las actitudes humanas los compromisos y leal-tad de las cuales dependen los xitos a largo plazo. Existe la cons-tante tentacin de tomar las ganancias del petrleo y correr a Suizao a Wall Street.

    La situacin en Irn antes de 1979 era bastante similar. Losiranes podan adquirir cualquier cosa, pero de algn modo, al llegaral pas aquello que haban comprado pareca perderse. Los ahorrosy las inversiones se derretan en consumo involuntario bajo el soldel desierto. Un Mercedes Benz era mucho ms caro en Irn que enotra parte, pero sin caminos donde conducirlos vala menos queun viejo Ford en Pasadena. Industrias y torres de oficinas comen-zaron a erguirse por sobre las arenas siempre a un costo fabulosopero careciendo de telfonos operables, o de secretarias eficientes,o de trabajadores alfabetizados, o de gerentes eficientes, los edifi-cios insinuaban ms bien monumentos industriales que una verdade-ra industria. Consultores altamente remunerados todava atestan losricos pases petroleros, pero con pasajes areos en sus bolsillos y es-casa confianza en el futuro pueden costar ms de lo que verdadera-mente valen.

    Tal vez los amos del petrleo del Levante tengan razn al en-viar la mayor parte de su dinero al extranjero, con planes de seguir-lo en caso de que surja una emergencia poltica o se seque la fuentede sus entradas. Son ricos, como lo fue Ozymando, pero sus nacio-nes Arabia Saudita y otros Estados similares pueden no ser ricas,para hacer una importante distincin, y sus ciudadanos pueden estarviviendo en un espejismo de dinero.

    El problema no es exclusivo del Medio Oriente. El ContralorGeneral de Venezuela describi el mismo problema vivido por supas: "En muchos pases, el ser rico es una consecuencia del esfuer-zo y del trabajo de las personas. Cuando se hace algo se puede tam-bin administrarlo. La creacin y administracin de riqueza son par-te de un proceso. Nosotros nunca tuvimos tal proceso. La riquezasali de la tierra. Tenemos una consecuencia sin mediar una causa".1

    1 Citado en Walter J. Levy, "Oil Policy and Opec Development Prospects",Foreign Affairs, Vol. 57, N 2 (Invierno 1978/1979), p. 300.

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    La pregunta es cul es la verdadera riqueza, la consecuencia, pose-da por los pases ricos en petrleo como Arabia Saudita, o la causa,manifestada durante siglos para citar un ejemplo por islas yermascomo Japn o Gran Bretaa, y ahora por Hong Kong y Taiwn? Lapregunta cobra importancia mayscula en la medida en que GranBretaa penetra en su legado de petrleo del Mar del Norte y ame-naza con malbaratarlo. Ser ese petrleo ms tarde consideradouna maldicin velada, que evit a Inglaterra poder recuperarse desus verdaderas prdidas: la cada vez menor productividad de su fuer-za laboral y la languidez de su sector administrativo? El petrleo, asemejanza de una bomba de neutrones, podra acabar destruyendola verdadera riqueza del pas la moral y el ingenio de su pueblo ydejar apenas las estriles estructuras de una avanzada economa in-dustrial, gobernada por una abultada y cada vez ms opresiva buro-cracia, entrenada apenas en las estriles artes de la redistribucin debonanzas.

    Tambin en los Estados Unidos el papel de los hombres ricosy de la naturaleza de la riqueza parecen enigmticos para muchos.Las leyes de los "caballeros asaltantes" y de los reyes del petrleocompiten en la mentalidad pblica con las imgenes de Horatio Al-ger o de Henry Ford, as como con las sostenidas sagas de los Ro-ckefeller, los Mellons, Kennedy y Du Pont, mientras ciertos escrito-res radicales especulan con el significado de Midas en Norteamrica.Apenas menos que rabes y britnicos, los norteamericanos confun-den el dinero con la riqueza y confunden las fortunas de las familiasricas, invertidas productivamente, con los cofres de tesoros y los sir-vientes esclavizados de un maharaj de la India o de un prncipe deArabia. La riqueza norteamericana tiende a ser real. Pero real tam-bin es la hostilidad que debe encarar, porque reales son la envidia yla perplejidad suscitadas por los ricos, el misterio y el grotesco mal-entendido surgido en torno del papel de la riqueza. La admiracinpor algunas personas ricas cuyas virtudes son evidentes el inventoro el atleta compite con resentimiento con los caballeros beneficia-rios de la herencia o de la fortuna.

    As veremos que en el medio de los ricos se personifica y cari-caturiza al capitalismo; podremos observar sus figuras heroicas y susoportunas demonologas. Hallaremos el punto central de las aspira-ciones del sistema y la fuente de toda empresa; en esto residen tantosu fortaleza mercurial y su taln de Aquiles. El cmo son contem-plados los ricos y el cmo se ven ellos a s mismos acaso son mera-mente ricos o tambin generadores de riqueza constituye una me-dida crucial de la salud de una economa capitalista.

    Un sistema capitalista es, antes que nada, una nosfera, un cir-cuito de ideas y de sentimientos. Tal como ha destacado Irving Kris-tol, la expresin misma de "la economa" puede resultar engaosa,pues puede llevar a la gente a tratar las estadsticas del PNB, de laformacin de capital, del empleo y de otras sumas de moda como situvieran vida propia. En concreto, el significado de tales cifras per-

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    tenece ntegramente a las vidas y mentes de los hombres de negocio.La economa puede pronosticar los acontecimientos slo en cuantopuede explicar los incentivos y la psicologa de los negocios.

    Incluso el capital fsico y la dotacin natural de un pas dicenmuy poco en relacin a su economa. Desde el aire, un complejo in-dustrial de Nueva Jersey es bastante similar a otro en Irn y una f-brica nacionalizada poco se distingue de una privada. Los trabaja-dores y administradores bajo el sistema socialista se parecen lo su-ficiente a sus pares de Occidente como para dar pie a las teoras deconvergencia, la nocin de que ambos sistemas se tornan cada vezms similares con el paso de los aos. Pero con la reciente declina-cin en el crecimiento de la productividad registrada en algunas na-ciones occidentales, el socialismo y el capitalismo no se estn acer-cando un pice en su capacidad de proveer alimento, techo y unmayor nivel de vida a sus pueblos, o en su capacidad de desarrollarnueva industria y tecnologa para el futuro. Por el contrario, en esasreas vitales ambos sistemas se hallan en creciente divergencia, comopuede revelar cualquier comparacin sumaria de las condiciones devida de ambos lados de la cortina de hierro. Slo los Estados Unidosproducen la mitad de las exportaciones mundiales de alimentos yel cuarenta por ciento de la riqueza total del orbe, mientras los pa-ses socialistas todava miran hacia Occidente para su sustento yavance tecnolgico. Las diferencias entre ambos no derivan de re-cursos naturales o plantas industriales, sino que de sus ideas y acti-tudes.

    Sin embargo, dado que el capitalismo es fundamentalmenteuna arena intelectual y psicolgica, su mucho mayor creatividad secombina con una estabilidad menos manifiesta. En una economalibre, las tendencias espontneas del pensamiento pueden hacercambiar los hechos, pueden dar forma a las cosas. El precio del oroy de otros resumideros de riqueza oscila en relacin al valor de losbienes productivos y la fe en la regla de oro. El compromiso con elfuturo lidia contra las razonables nociones de decadencia nacional.Las actitudes de los inversionistas suben y bajan en la medida quecambian sus expectativas. Las ideas son capaces de dejar obsoletauna central nuclear de generacin de energa o una fundicin deacero, pueden trasladar la industria de los semiconductores a Coreadel Sur o Singapur, pueden confundir los esquemas ms atractivos ycientficos para la comercializacin del jabn, transformar tierra es-tril en un tesoro mediante espirales especulativas o fulminarlo conel rumor.

    La riqueza reside en los recursos, pero no todos los recursosconstituyen riqueza. El mercado, en la medida que genera sus "no-vedades" su incesante juego de precios e ideas desliza su varillamgica por sobre el mundo de las posesiones humanas, confiriendoganancias de capital en la medida que algunas cosas se tornan venta-josas bajo una nueva luz de tiempo y conocimiento, y proyectando

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    gigantescas sombras de prdidas sobre las obras de la riqueza delpasado.

    Incluso la slida carne del "capital humano" puede fundirsedemasiado rpidamente en un contagio de temores. Jung ha dichoque si bien una sociedad puede resistir epidemias de enfermedadesfsicas, est indefensa frente a las enfermedades de la mente. Frentea las "epidemias psicolgicas" nuestras leyes, medicina, grandesindustrias y grandes fortunas se hallan virtualmente desamparadas.El crecimiento depende de su propia expectativa, la inversin de los"espritus animales" de los inversionistas, el capital de la moral detrabajo y tambin el trabajo puede ser tan elusivo como el pensar.

    En una economa, la calidad del pensamiento y del espritupuede proyectar sombras sobre la totalidad del capital y sobre loscontratos de trabajo. En efecto, en un contrato de trabajo tpicoest tan ausente aquello que importa verdaderamente que una meradecisin de los trabajadores de observar en su sentido estricto las re-glas escritas del trabajo puede detener el funcionamiento de las f-bricas, paralizar los aeropuertos o entorpecer el transporte normal.El trabajo en la esfera de la libre empresa depende, al igual que lainversin, de "espritus animales", pues el trabajo libremente cum-plido, ms all de las especificaciones del contrato, es una efectivainversin. Se realiza en la esperanza de un retorno bajo la forma depromociones y aumentos salariales, lo que es incierto y depende enparte de las perspectivas de la firma.

    El trabajo es, en efecto, la raz de toda riqueza, e incluso delgenio que casi siempre emana del sudor. Pero sin un concepto demetas y propsitos, los trabajadores bien remunerados consumen ogastan todo lo que ganan. Los cantantes populares que se contorsio-nan en medio de los millones, los ricos astros del deporte que sim-bolizan la riqueza para vastas multitudes, a menudo terminan sumi-dos en grandes deudas sin nada slido que exhibir como productode sus esfuerzos, mientras las familias ms pobres muchas vecespueden triunfar al ahorrar lo suficiente para instalarse con un nego-cio rentable. Los viejos adagios sobre la importancia del ahorro con-tienen una profunda verdad, no slo porque apuntan a un aumentocuantitativo de los fondos posibles de invertir, sino porque revelanimaginacin y propsito que, a fin de cuentas, hacen la riqueza.Pocos negocios comienzan mediante un crdito bancario y los pe-queos negocios casi nunca lo hacen. Ms bien capitalizan el tra-bajo.

    Por ejemplo, hace diez aos, una familia libanesa lleg a insta-larse a Lee, Massachusetts, con slo unos pocos dlares en el bolsi-llo y una cantidad todava menor de palabras inglesas en su vocabu-lario. La familia invirti sus pocos dlares en la adquisicin de unnegocio abatido y abandonado que se halla junto a la salida del pue-blo, sobre la carretera. Los libaneses comenzaron a comerciar fru-tas y verduras. El padre de familia se levantaba todos los das alas cinco de la maana para conducir un destartalado camin ms

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    de cien millas hasta las granjas del valle de Connecticut, donde com-praba los mejores productos a los precios ms bajos que poda lo-grar. Los venda esa misma maana en Lee. Fue una conducta tpi-camente empresarial, ya que deba arbitrar, identificar los preciosdiferenciales en diversos mercados y explotarlos con su trabajo. Pe-ro dado que tanto el trabajo como el conocimiento tenan escasacompensacin fueron en cierto sentido invisiblemente ahorrados einvertidos en el negocio. Los seis nios de la familia eran fuente deacumulacin de capital mientras correteaban alborotando por el ne-gocio. La tienda permaneca abierta largas horas, aceptaba chequesde sus clientes y poco a poco form una clientela estable. Pocosaos despus era necesario abrirse paso con los codos hasta su me-sn de ventas para alcanzar a adquirir los esprragos seleccionados olas plantas hermosamente plantadas en macetas. Pronto la tiendaempez a vender flores y rboles de Navidad, gas y fruta seca, mer-meladas y jugos, dulces y galletas, vinos y licores, y as comenz aempinarse por encima de los numerosos supermercados, bombas ga-solineras y negocios de todo tipo de la zona, todos mejor situadosy todos luchando por sobrevivir en una economa estatal recargadade impuestos y en franca declinacin.

    El secreto residi en parte en los seis nios (que colocaban a lafamilia a la vanguardia de las estadsticas de pobreza per cpita du-rante mucho tiempo) y en la visin empresarial del dueo, que elu-di todos los pronsticos. El hombre se llama Michael Zabian, y re-cientemente adquiri el edificio de oficinas ms grande de la locali-dad, una estructura de tres pisos, construida con el mismo mrmolde Lee del que est hecho el edificio del Capitolio. Ahora Zabian esdueo de una gran tienda de ropa de hombre, instalada en el primernivel del edificio. Zabian luce orgulloso vestido con finos temos, enlas fotografas de la cmara de comercio local.

    Con todo lo extraordinario que podra parecer la dcada dexitos de Zabian, vale sealar que otros libaneses se han desempe-ado en forma similar en la regin de Berkshire, abriendo otro tipode negocios. Diversos inmigrantes en todas las ciudades norteameri-canas los cubanos en Miami, los portugueses en Providence yNewark, los filipinos en Seattle, los coreanos en Washington D. C.y en Nueva York, los vietnamitas en Los Angeles, para mencionarslo a los ms recientes han logrado xitos comerciales semejantes,recibiendo escasa ayuda de los bancos, o de los Estados o de los eco-nomistas de profesin.

    Pequeas firmas, iniciadas por hombres con sentido de empre-sa, pueden alzarse rpidamente para pasar a jugar un papel impor-tante en la economa nacional. La Berkshire Paper Company, porejemplo, fue fundada por Whitmore (Nick) Kelley, de Glendale,Massachusetts, quien comenz dedicndose a la fabricacin de car-tn aglomerado en la ciudad rural de Great Barrington. Siendo unadentro de un conjunto de fbricas de papel situadas a orillas del roHousatonic, la firma soport reiterados reveses, que terminaron

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    convirtindose en beneficios, y alrededor de 1980 ya entregaba im-portantes bienes de capital y de consumo a algunas de las corpora-ciones ms grandes y de ms rpido crecimiento de los Estados Uni-dos, a pesar de que Kelley no hered fortuna ni recibi apoyo deterceros.

    Desde un comienzo, el capital de la empresa estuvo constituidocasi exclusivamente de desechos. Al igual que las empresas acereraso cupreras que prosperaron en base al contenido de las pilas de es-coria mineral, la Berkshire Paper Company recurri a papel, maqui-naria y espacio fabril desechado por intiles en otras empresas. LaBerkshire Paper Company efectivamente fue lanzada y creci sincasi contar con acceso a otros recursos o a capital que tuvieran signi-ficado para la economa nacional norteamericana. Sin embargo, laempresa acaba de entrar al mercado de los semiconductores y vir-tualmente monopoliza la fabricacin de tres productos altamente so-fisticados. La historia de su ascenso desde la fabricacin de cartnaglomerado a la de productos para semiconductores muestra la irre-levancia de casi todos los ndices de valor econmico y riqueza na-cional empleados por las estadsticas de la economa estadounidense.

    Como estudiante de segundo ao en la universidad, Nick Ke-lley sola visitar a su padrastro en Clark-Aiken, un fabricante demquinas herramientas para la industria papelera en Lee, Massachu-setts. Observ que dentro de la fbrica y alrededor de ella habagrandes cantidades de papel de desecho y pregunt a su padrastroqu hacan con ellos. Se le seal que eran desechos de las pruebasrealizadas con las mquinas y que seran enviadas a un botadero cer-ca de Lee. Kelley pregunt acaso l podra llevarse esos desechos.

    Llev un puado de ese material a una tienda de tiles de ofici-na, Gowdy's, situada en Pittsfield, y pregunt al propietario qupodra hacerse con ese tipo de papel. Cartn aglomerado, se le dijo.Luego de muchos ensayos y errores, y de varias visitas a fbricas deese tipo de cartn, disfrazado de estudiante logr averiguar cmo fa-bricar el cartn. Con la ayuda de su padrastro adquiri y repar unamquina cortadora de papel en desuso, e incluso descubri un nue-vo mtodo para aplicar pegamento a la masa, reemplazando la habi-tual brocha encoladora por un rodillo. Luego recorri gran parte delnoreste de los Estados Unidos en busca de mercado y cre un exito-so negocio de cartn aglomerado, el que, gracias a la ayuda de supadrastro, sobrevivi a sus aos de servicio militar en el sudesteasitico durante la guerra de Vietnam.

    En cada caso, los fracasos condujeron a innovaciones y acarrea-ron xitos. Privado del papel procedente de Clark-Aiken, aprendia adquirirlo donde intermediarios de Nueva York. Descubriendoque costaba dos centavos ms la libra en hojas que en rollos (nuevecentavos en lugar de siete), calcul que esos dos centavos represen-taban un aumento del costo de casi un 30 por ciento y decidi fa-bricar un laminador a partir de equipos en desuso. Finalmente, un

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    gran fracaso lo sac del negocio del cartn aglomerado pero le per-miti ampliar enormemente su empresa.

    Intentando expandir su mercado a Boston, Kelley trab rela-ciones con el jefe de adquisiciones de una gran firma abastecedorade materiales de oficina. El jefe de adquisiciones le manifest quevea difcil que Kelley pudiera hacer frente a la competencia exis-tente. Kelley quiso saber cmo alguien poda vender a menor preciocuando tan slo la materia prima costaba unos catorce centavos lalibra, y procedi a vender su cartn en dieciocho centavos. Investiga su rival, una empresa familiar de italianos avecindados en Somervi-lle: Kelley descubri una fbrica en un viejo edificio, tambin atibo-rrado de viejos equipos, pero organizada de un modo todava msingenioso que el establecimiento de Kelley. Tuvo que reconocer queel propietario era "el mejor". "Me haba batido", dijo Kelley, "Allmismo decid abandonar la fabricacin de cartn aglomerado".Opt por comenzar a adquirir el producto en la industria de Somer-ville y emplear sus propias habilidades de negociante para comercia-lizarlo. Tambin adquiri mquinas impresoras y comenz a sumarvalor al cartn imprimindoles determinadas leyendas y emblemas.

    Este esfuerzo condujo a una solicitud de Schweitzer, una granfirma papelera en Berkshire, para que Kelley imprimiera sellos lega-les sobre el producto. Ms adelante, en lo que constituy un impor-tante avance, Schweitzer le solicit cortar bolsitas para t que su in-dustria no poda confeccionar. Si bien Kelley slo posea mquinascortadoras sumamente rudimentarias, asegur que podra procesarlas bolsitas. Tom una cantidad de papel delgado y pas noches ydas trabajando con l, destruyendo una cuarta parte del papel antesque su mquina pudo prensar y pegar varias hojas para cortarlas.Este accidente dio a Kelley la reputacin de ser un pequeo hacedorde milagros en el campo de los trabajos compiejos y difciles depapelera y las grandes empresas de la zona comenzaron a encomen-darle sus ms difciles problemas de produccin.

    Esas nuevas tareas condujeron a la larga a que la firma de Berk-shire monopolizara tres procesos de fabricacin. Uno fue la fabrica-cin de toallitas para el pulido de las uas femeninas (papel de fi-bras largas que se adhieren a la ua cuando sta es pulida) para fir-mas desde Avon a Revlon. Otro fue la manufactura de toallitas fa-ciales absorbentes (papel que absorbe impurezas y cosmticos de lapiel sin rasparla) para empresas tales como Mary Kaye y BonneBelle. Su tercer proyecto y tal vez el ms importante, sin embargo,fue la produccin de papeles para la manufactura de microprocesa-dores y de otros implementos para semiconductores, tarea que signi-fic para Kalley leer toda la literatura sobre electrnica de semi-conductores, sumergindose en conceptos tales como micrones (unmilsimo de centmetro) y angstroms (un milsimo de micrn). Ellorequiri no slo la creacin de papeles lo suficientemente libres deimpurezas para recubrir una oblea de silicona (sin desalojar un soloelectrn), sino que tambin un trabajo de investigacin para definir

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    para las empresas de semiconductores precisamente cules impure-zas y "fallas" podan permanecer en el papel. Kelley entrega actual-mente ese papel, conjuntamente con la informacin requerida, atodas las principales industrias de semiconductores, desde la Natio-nal Semiconductor a Intel y Motorola, y sigue investigando paraperfeccionar su producto.

    A lo largo de toda su carrera, Kelley ha demostrado que la fe yla imaginacin constituyen los ms importantes bienes de capital dela economa norteamericana, que la riqueza es un producto no tan-to del dinero como de la mente.

    Las mediciones oficiales pasan por alto todas esas fuentes de ri-queza. Cuando Heilbroner y Thurow alegan que el 25 por ciento delos hogares norteamericanos posean cero riqueza neta en 1969,hablan de familias que posean ms de cinco mil millones de dlaresen automviles, 16 mil millones de dlares en otros bienes de consu-mo durables, como lavadoras y televisores, 11 mil millones en vi-viendas (alrededor de un tercio posea automviles y el 90 por cien-to televisores), as como derechos de seguro mdico, seguridadsocial, vivienda, educacin y otros beneficios gubernamentales.2 Esasfamilias comandaban varios miles de millones de dlares de capitalhumano, parte del mismo ms o menos desvalorizado por la edad yparte por irresponsabilidad juvenil (la mayor parte de esos hogarespobres consistan ya de solteros, ya de madres abandonadas y sushijos). Su valor neto era cero, puesto que sus deudas excedan suvalor calculable. Sin embargo, aproximadamente el 80 por ciento delas personas que eran pobres escaparon de la pobreza en el lapso dedos aos, slo para ser reemplazadas en la distribucin por otrosdemasiado jvenes, demasiado viejos, demasiado imprevisores o condemasiados hijos como para alcanzar un saldo positivo en sus ha-beres.3

    Ahora bien, podra parecer apropiado excluir el recuentotems, tales como los derechos de beneficencia gubernamental y deprogramas de transferencia, que a menudo destruyen tanto valorhumano como el que crean. Pero las tablas de distribucin tambinomiten los activos del mximo valor ulterior. Por ejemplo, trataroncomo incremento de pobreza, carente de valor neto, la explosivainfusin de capital humano que lleg a los Estados Unidos desdeel Lbano bajo la forma de familias analfabetas.

    Fueron familias de valor cero las que construyeron los EstadosUnidos. Muchas de las pequeas empresas que han ganado unos 500

    2 Stanley Lebergott, The American Economy (Princeton, N. J.: PrincetonUniversity Press, 1976), p. 246 y sig.

    3 Martin Rein y Lee Rainwater, "How Large is the Welfare Class?" Challen-ge, Vol. 20, N 4 (Sept./Oct. 1977), p. 22. Rein y Rainwater se basan enla informacin longitudinal del Estudio de Panel de la Dinmica de Ingre-sos, llevado a cabo por el Survey Research Center de la Universidad deMichigan.

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    mil millones de dlares en valor neto desde la segunda guerra mun-dial (seis veces ms que todas las grandes corporaciones en conjun-to)4 se iniciaron en hogares de cero bienes de acuerdo a la formausual de considerarlos. El concepto de una inmensa e insuperablebrecha entre la pobreza y la riqueza es un mito. En la regin deBerkshire, Zabian, en constante ascenso, dej atrs a ms de un vas-tago de la riqueza que ya iba camino abajo.

    Incluso las estadsticas ofrecidas por los principales proponen-tes del mito de la inmovilidad contradicen sus argumentos. Thurowpresenta una tabla que, segn l, indica que la herencia fue "el fac-to dominante" de la situacin de las altas esferas de los millonariosen 1962. "Entre esas familias", seala, "el 57 por ciento afirmhaber heredado parte sustancial de sus bienes, y el 66 por ciento in-form de alguna herencia".5 Entretanto, como intenta demostrarms adelante, del puado de superricos situados todava ms arriba,el 75 por ciento recibi herencias sustanciales. Pero ese 75 por cien-to de Thurow, que es slo estimativo, entra en conflicto con otrosclculos, y, como ocurre con la mayora de las cifras, puede distor-sionar los porcentajes relevantes al incluir mujeres, casi siempre he-rederas, en los totales. En 1978 slo alrededor de un tercio de losmillonarios hombres haba heredado una parte significativa de su di-nero.6 El resto de los antecedentes de Thurow puede inducir a erro-res al igual que los datos entregados por las estadsticas de la Reser-va Federal norteamericana. Lo que Thurow muestra entra en con-flicto con la imagen que intenta proyectar.

    En la segunda columna de propietarios de fortunas, en la quecada miembro alcanzara un promedio de cerca de dos millones dedlares de valor neto (dlar de 1979), el 71 por ciento inform no

    4 Robert Eisner, "No Tax Relief for Capital Gains", Challenge, Vol. 21,N 6 (En/Feb. 1979), p. 68.

    5 Lester C. Thurow, Generating Inequallity (Nueva York: Basic Books,1975), pp. 129-130.

    6 Arthur M. Louis, "In Search of the Elusive Big Rich", Fortune, Vol. 99,N 3 (Feb. 12, 1979), pp. 93-98. (Cf. Fortune, noviembre 1957, mayo1968 y septiembre 1973). "Todays Poor Millionairs", U. S. News andWorld Report, Vol. 85, N 6 (agosto 14,1978), pp. 38-42.Tales encuestas periodsticas slo permiten obtener estimaciones de tipoimpresionista de las proporciones que en parte dependen de la herencia.Muchos hombres ricos del tipo "self made man" eluden las encuestas,mientras que la riqueza familiar atrae ms fcilmente la atencin con elcorrer del tiempo. Algunas fortunas recientes del campo de la alta-tecno-loga, por ejemplo, estn completamente ausentes de las listas confeccio-nadas por las revistas. El hecho sorprendente es la obvia dificultad paradescubrir a los realmente ricos. Los estudios de la movilidad por debajode este estrato exaltado son cada vez ms sofisticados, sin embargo. Lamayora apunta hacia una movilidad ascendente en los Estados Unidos.Vase en particular, David L. Featherman y Robert M. Hauser, Opportu-nity and Change (Nueva York: Academic Press, 1978).

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    haber recibido bien alguno en herencia y slo un 14 por ciento in-form de herencias sustanciales. Incluso en el grupo cumbre desupermillonarios, el 31 por ciento no recibi bienes en herencia y el9 por ciento slo legados pequeos.7 Otros estudios indican que enel grupo mayor y colectivamente ms importante de poseedores deriqueza superior a 60 mil dlares en 1969, el 85 por ciento de las fa-milias haba emergido despus de 1953.8 Con algunas notables ex-cepciones, que siempre hacen noticia, el destino de los ricos nortea-mericanos parece haber sido el de un rpido movimiento de auge yde cada en apenas dos generaciones.

    Cmo es esto posible, cuando los expertos distribucionistasque contemplan la magia del inters compuesto pueden demostrarfcilmente que los ricos deben volverse cada vez ms ricos, hastaque a la larga se aduean de casi todo? Por qu no pueden pasar elsanto grial a los estratos inferiores sin derramar casi todo su conte-nido? Bueno, como ellos dicen, hay muchos retoos y la muertey los impuestos cobran su parte a los potenciales herederos y su di-nero; Howard Hughes no dej herederos. Las viudas, que general-mente fallecen doce aos ms tarde que sus esposos, parten a Eu-ropa con su dinero y desposan a duques indigentes o a personajesde ese estilo. Los cazadores de fortuna siempre abundan en los fune-rales de los ricos.

    Cuando el dinero es efectivamente traspasado, aquella parteque escapa a la caridad y a la filantropa muchas veces acaba re-partida entre gran nmero de hijos prdigos, para los cuales el con-cepto de retorno promedio sobre el capital es ms fcil de entenderque de alcanzar, aun en aquellos casos en que los descendientestienen inters por conservar su riqueza. La recepcin de una he-rencia, se ha visto a menudo, puede erosionar las cualidades em-presariales que son necesarias para perpetuarla. Gastarla resulta sermucho ms fcil que escoger y mantener aquellas selectas formas decapital con un redimiento superior a sus costos.

    Ms aun, en aos recientes, la magia del inters compuestohall su contrapeso en la inflacin y los impuestos compuestos. Esasdos fuerzas golpean ms que nada tanto a los bienes como a los in-gresos de los ricos, destruyendo aproximadamente el diez por cientode sus ingresos cada vez que el nivel de precios aumenta en un 2 porciento o ms. Incluso familias tales como los Rockefeller, los Mellony los Frick, si bien siguen siendo ricas, se hallan en constante decli-nacin, repartiendo sus bienes entre mltiples descendientes, disi-pndolos en valores a punto de colapsar o invirtindolos en empre-sas al borde de la quiebra, tanto en el interior como en el exterior,encerrndolos en fundaciones, y vendiendo o donando a institucio-nes sin fines de lucro e, incluso, al gobierno algunos de sus prin-cipales bienes races privados. Hasta la casa ancestral de los Rocke-

    7 Thurow, Generaling Inequallity, p. 129.8 Lebergott, The American Economy, p. 174.

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    feller en Pocantico Hills, su venerable dominio de Westchester, fuecedida al Patronato Nacional para la Conservacin Histrica. Tras lamuerte de tres de los hermanos, los dos sobrevivientes y sus hijos nosintieron la motivacin, ni disponan del dinero necesario paramantener los smbolos seoriales del poder familiar.

    En los aos venideros los miembros de tales familias seguirnusufructuando de una buena situacin, pero no comandarn "lascumbres" del sistema ni constituirn una significativa concentracinde riqueza en una economa multitrillonaria. En Norteamrica,puede afirmarse sin lugar a dudas, los descendientes de los ricos slomuy pocas veces se enriquecen todava ms, a pesar de que amenudo son reemplazados por familias an ms exitosas de estratoseconmicos ms bajos. Los temores al surgimiento de una plutocra-cia hereditaria son tan infundados como las esperanzas por unadeclinacin del Estado.

    En la nosfera del capitalismo, todos los ricos deben finalmen-te precipitarse en la brecha entre los pensamientos y las cosas. La ri-queza es gobernada por la mente, pero se ve atrapada en la materia.Para ser negociable, un bien debe producir un torrente continuo deingresos. Las expectativas pueden cambiar con la rapidez del pensa-miento, pero las cosas son demasiado slidas y lentas para cambiar.Las galeras de pinturas del Pop-Art, las lneas frreas que unen lasaldeas rurales norteamericanas, las industrias que fabricaron lascomputadoras gigantes de la dcada de los sesenta o las mejorescomputadoras del ao recin pasado, los edificios que las contienen,todos los canales otrora atestados de embarcaciones, las pilas debest-sellers sin vender, los mercados de plantas de interior, todas lasgrandes industrias textiles de Massachusetts y las aceras de Pennsyl-vania, los espectrales molinos de agua y las fantasmales granjas deNueva Inglaterra, las acumulaciones de ciclamatos y las plantas quelas produjeron, todas las grandes mquinas impresoras y linotipiasy las mquinas herramientas que les dieron forma... en fin, abundanlas imgenes de la fugacidad del valor en sus formas fsicas ostensi-blemente macizas y perdurables. Cuando cambian los hechos o cam-bia la moda, las ms imponentes maquinarias de produccin debenser vendidas por debajo de su costo y empleadas de modos bastanteinferiores.

    El caleidoscopio de evaluaciones cambiantes, de relampaguean-tes ganancias y prdidas, distribuye y redistribuye la riqueza mien-tras es girado por las manos del tiempo, mientras es asido por "lasnoticias" de un modo mucho ms rpido y seguro que cualquier es-quema estatal. Los clculos de Thurow respecto del retorno de capi-tal en los aos setenta con los cuales pretenda demostrar su distri-bucin esttica casi siempre omitan la cada del valor de las accio-nes, el boom multimillonario de la construccin de viviendas, lasmasivas prdidas de dinero, la cada vertical de los precios de losbonos, el ascenso del oro y de las obras de arte, situacin que con el

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    simple giro de una mueca rabe puede saltar a una nueva constela-cin de valores radicalmente diferente.

    Entre 1946 y 1975, las ganancias de capital no-reajustadas queobtuvieron los ciudadanos norteamericanos sobre el total de su ri-queza, fueran o no "convertidas en dinero" en operaciones de com-praventa, alcanzaron a dos billones seiscientos setenta y cuatro milmillones de dlares. En el marco de este agregado casi inconcebible,muchas fortunas especficas y tambin muchas concepciones de lariqueza cambiaban de raz de un ao a otro. En 1973 y 1974 slolas acciones cayeron en alrededor de dos tercios de un billn de d-lares, o en alrededor de un cuarto de todas las ganancias preinflacio-narias sobre todas las formas de bien raz y capital de los ltimostreinta aos.9 Al final de ese perodo de treinta aos, y tras una co-rreccin inflacionaria, el total de las ganancias sobre acciones alcan-zadas por personas privadas reveladas o no reveladas por interme-dio de transacciones cayeron a un valor neto de 26 mil millones dedlares, menos de mil millones por ao previo al descuento de im-puestos y se convirtieron en prdidas despus de que la Superin-tendencia de Contribuciones cobrara su parte.10

    Erase una vez, antes de la invencin del capitalismo experimen-tal, cuando la riqueza resida en la tierra y otras propiedades esta-bles cosa que todava ocurre en los sistemas socialistas, en que lariqueza es propia de cargos partidistas casi siempre vitalicios queun diagrama de distribucin poda reflejar una realidad fija. Peroen el moderno capitalismo la riqueza constituye un dilema: su valorest por una parte encarnado en formas cada vez ms sofisticadas,complejas e inflexibles, y por otra est en definitiva sujeto a cam-bios cada vez ms rpidos e impredecibles en el conocimiento. Tan-to ms slido como ms permeable, el capital constituye ahora unaLnea Maginot para cualquiera de sus atesoradores.

    El nico bien estable en este mundo de sacudones y de som-bras es una mente disciplinada. La materia se diluye, pero la mentey la voluntad pueden relampaguear por un rato a la vanguardia de lamuchedumbre errtica, proyectar visiones en el cielo e inducir suencarnacin en silicona y cemento antes de que la competenciareordene sus fuerzas. La mente ms avanzada, ms original y a la vezms flexible constituye el ms duradero de los metales dorados. Esamente merece lo que gana, al menos por un tiempo, antes de que seasuperada, como con seguridad ocurrir. Tan pronto como las obrasde la imaginacin y de las matemticas se materializan apenas soninvertidas ya se ven atrapadas. Este es el motivo por el cual la ma-yor parte de las fortunas norteamericanas son disipadas en apenasdos generaciones. Este es el motivo por el cual el abstracto retorno

    9 Eisner, "No Tax Relif", p. 63.10 Martin Feldstein, testimonio ante el Comit Conjunto de Asuntos Econ-

    micos, julio 1978, publicado en Challenge, Vol. 21, N 4 (Sept./Oct.1978), pp. 60-61.

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    promedio sobre el capital es tan pocas veces percibido por determi-nados hombres ricos durante mucho tiempo, aun si por venturaeligen obtenerlo, recurriendo a los umbrales de liquidez de las tasasde inters bancarias en lugar de aventurarse por la senda de la capi-talizacin en pos de un rendimiento ms alto pero ms incierto.

    En general, mientras ms lquida sea la riqueza, tanto ms cer-ca estar del dinero, mientras menos probabilidad tenga de crecercon rapidez, tanto ms vulnerable ser a las cambiantes reservas decirculante. Las cuentas de ahorro, una vez deducidos los impuestosy la inflacin, han perdido dinero por espacio de dcadas. Mientrasms lquido sea un bien, tanto mayor ser la posibilidad de prdi-das. Lo menos lquido y ms promisorio es construir y poseer unaempresa. Si entra en el mercado accionario, los propietarios puedenganar fortunas de papel por sobre toda expectativa, aunque slo po-drn vender el 1,5 por ciento de sus acciones cada seis meses (a me-nos que encuentren un comprador para toda la firma). En 1970, lascalles de Nueva York estuvieron llenas de millonarios de papel, pro-fundamente endeudados y que pronto se encontraron en la banca-rrota despus de la debacle de las acciones.

    En cierto sentido, un hombre rico evoca a un tahr o jugadorprofesional que apuesta contra el casino. Las leyes de probabilidaddicen que sus posibilidades de retener o aumentar su fortuna depen-den de la relacin entre el tamao de su fortuna y la cantidad dedinero en poder del casino. La regla de la ruina de los jugadores dictaque su colapso est garantizado en un 90 por ciento si su contrapar-te tiene diez veces ms riqueza que l y si el juego dura ms de 900vueltas. Si slo posee el uno por ciento de la fortuna del casino, suruina est asegurada en un 99 por ciento dentro de las primeras 50vueltas.11

    La analoga con el casino en una economa libre es la riquezatotal de los otros jugadores: la riqueza de toda la economa. Si lalibre empresa fuera puramente suerte y un juego suma-cero como laruleta (en que la ganancia de un hombre necesariamente ser la pr-dida de otro), estara asegurada una muy temprana ruina. La empre-sa es suerte slo parcialmente, de modo que el hombre de negociostiene una mayor posibilidad de mantener sus ganancias que el tahr.Pero las familias ricas van encarando una serie de contingencias conel correr de los aos que casi siempre las arrastran hacia abajo enforma ms bien rpida. En la medida que el dinero circula, ganan in-fluencia las leyes de la probabilidad y las capacidades de los admi-nistradores tienden a declinar. En general, las grandes fortunas cier-tamente surgen y caen ms de acuerdo a las leyes de probabilidad yde entropa que de acuerdo a las del inters compuesto.

    11 Richard E. Wagner, Inheritance and the State Tax Principies for a Freeand Prosperous Commonwealth (Washington D. C.: American EnterpriseInstitute for Public Policy Research, 1977), pp. 35-38. Esta excelenteobra elabora la analoga con aquello de "la ruina del jugador".

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    Este proceso es el secreto del fermento y creatividad del capi-talismo. Las nuevas ideas ganan recursos y galopan hacia la cumbremientras la riqueza vieja tiende a disiparse. La principal amenazacontra este sistema son los impuestos, con tasas tan progresivasgraduadas de modo tal que captan porciones crecientes de los in-gresos mayores que los ricos rehusan arriesgar su dinero. La rique-za es retirada de sus usos productivos, almacenada en oro o bienescoleccionables, o invertida en refugios antimpuestos (negocios de es-caso valor econmico excepto en relacin a las leyes tributarias).Los ricos siguen perdiendo su dinero, pero ya no aportan nada a laeconoma. El movimiento ascendente y descendente de las lites setorna ms flojo y el funcionamiento del sistema menos dinmico.12

    Ese es el ms grave peligro para el capitalismo en nuestro ac-tual perodo inflacionario. En la medida que los ricos consumenms e invierten menos aumenta el resentimiento hacia ellos y lospolticos demagogos o ignorantes imponen tasas tributarias toda-va mayores para castigarlos. Los ricos descubren que es ms fcil yms gratificante gastar su dinero que entregrselo al gobierno ypronto adquieren una gran propensin a viajar e invertir en el exte-rior. El problema empeora en una espiral viciosa de tributacin yfuga de capitales, fenmeno con que estn familiarizados los pasesen desarrollo, aunque tambin Europa y los Estados Unidos. Bajotales circunstancias, la riqueza de un pas puede convertirse enmeras fortunas aisladas y sus ciudadanos pueden comenzar a consu-mir su capital, fuente de futura riqueza.

    Al atacar a los ricos, las autoridades tributarias hacen reiteradouso del concepto "ingresos no generados", lo que quiere decir, re-tornos de dineros ganados anteriormente, fuertemente cargados deimpuestos en su oportunidad y, enseguida, ahorrados o invertidos.Las herencias reciben especial atencin, dado que representan trans-ferencias poco democrticas y concentraciones de poder. Pero ellastambin expanden el horizonte temporal de la economa (es decir,los negocios) y retardan la destruccin del capital. El que los im-

    12 Ibid. Wagner escribe: En donde un individuo pueda estar dispuesto arealizar una inversin con una probabilidad de xito de slo, digamos,0,40 bajo un sistema tributario proporcional, l podra requerir de unaprobabilidad de xito de 0,45 bajo un sistema de tributacin progresiva.Y mientras mayor sea la tasa de impuestos sobre las utilidades, tanto msfavorables deben ser los hados antes de que el empresario quiera realizarla inversin. Y mientras ms favorables sean los hados, tanto ms lenta se-r la esperada desintegracin de la fortuna del empresario. El empleo detasas de inters progresivas para castigar a aquellos de altos ingresos ygran riqueza, tender a promocionar un conservantismo que reduce la ta-sa de movilidad personal en el marco de la distribucin del ingreso y de lariqueza. . . Al reducir la tasa de movilidad en el medio de las posicionesde riqueza, las elevadas tasas tributarias tambin reducen la capacidad delos advenedizos para ingresar al estrato de altos ingresos".

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    puestos sobre la herencia son demasiado elevados* se hace obvio apartir del bajo nivel de ingresos que deparan y la enorme industriade evasin tributaria que sustentan. Polticamente, sin embargo,dichos impuestos constituyen desde hace tiempo una herramientademasiado atractiva para ser soslayada en una era de hostilidadhacia la riqueza.

    Aun as, parte de la riqueza ms cataltica de los Estados Uni-dos es "no ganada". Pocos aos antes de que Michael Zabian desem-barcara en las costas norteamericanas, Peter Sprague, ahora su veci-no en Berkshire, hered 400 mil dlares, producto, antes que nada,de la venta de las acciones de la Sprague Electric Company. Muchosherederos de sumas semejantes se las han arreglado para perder lamayor parte de ese capital en menos de una dcada. Pero Spragueopt por un curso en que podra haberlo perdido mucho ms rpi-damente. Decidi seguir una carrera de empresario, invirtiendo sudinero en capital empresarial. Para desafiar an ms al destino,finalmente decidi especializarse en empresas a punto de quebrar oque carecan de otra fuente de fondos.

    Su primera inversin fue un criadero avcola en Irn, que leense los principios claves de la labor empresarial, especialmenteaquel de que nada ocurre tal como uno lo ha visto en teora. El pro-yecto se basaba en el empleo de la avanzada tecnologa Ralston-Purina, ampliamente probada en Amrica latina, destinada a cubrirlos emergentes mercados avcolas del Medio Oriente. Una segundasorpresa la constituyeron las adulteraciones (y la arena) de los ali-mentos para las aves. "Uno acaba adquiriendo doscientos kilos depiedra por cada cien kilos de grano". Pero tras algunos aos de pro-blemas similares, y tras la adquisicin de capital cada vez mayor deconocimientos, Sprague comenz a ganar dinero en Irn: plantandoun milln de rboles fertilizados con guano de gallina, cultivandohongos en grandes cmaras frigorficas abandonadas e instalando lamayor planta de fro industrial del pas. La empresa obtuvo utilida-des durante casi toda la dcada de los setenta.

    En 1964, tres aos despus de iniciar sus negocios en Irn,Sprague adquiri tambin una desfalleciente empresa electrnica,llamada National Semiconductor. Sprague analiz la situacin du-rante una semana, adquiri parte sustancial del capital accionario yse convirti en presidente de la firma. Esta se encuentra ahora a lavanguardia de la revolucin mundial de la tecnologa de semicon-ductores y ha sido una de las empresas norteamericanas de ms ace-lerado crecimiento, aumentando su personal de 300 operarios el daque Sprague la compr, a 34 mil en 1980.

    A mediados de la dcada de los sesenta, Sprague tambin ad-quiri otras empresas, incluyendo la ahora brillante Energy Resour-ces, rescat a la Design Research de la bancarrota segura (aunque lafirma se derrumb en 1979). En 1969 contribuy a la fundacin de* N. del T.: En los EE.UU.

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    la Auton Computing Company, firma todava floreciente en el ne-gocio de detectar y analizar fallas en los ductos refrigerantes decentrales energticas nucleares y convencionales. En 1970 dirigiuna ingeniosa y memorable campaa poltica pero sin xito, para laeleccin de un candidato republicano, destinada a llenar la vacanteexistente en el congreso estatal de Nueva York. El candidato eraEdward Koch, despus flamante alcalde de la ciudad de NuevaYork.

    Luego entr a la fase ms reciente de su carrera de rescatar em-presas en peligro de quiebra. Entusiasta de los automviles deporti-vos, seal a algunos de sus amigos su inters en revivir a la Aston-Martin, que haba cerrado seis meses antes, a mediados de 1974.Arrib a Inglaterra a comienzos de 1975 con un plan tentativo des-tinado a investigar las posibilidades de rescatar la empresa. Entoncesfue asediado por la prensa y pronto los diarios traan titulares como'Misterioso financista yanqui salva a la Aston-Martin'. A la larga lohizo, y la empresa es otra vez rentable, aunque ha encontrado difi-cultades en el mercado norteamericano porque los supervisoresfederales aplican las nuevas reglas de seguridad y anticontaminacincon parsimoniosa equidad a la General Motors y a la pequea em-presa de Sprague.

    En 1975, Sprague tambin adquiri la Advent Corporation (laAston Martin de la fonografa) cuando estaba a punto de pasar alsndico de quiebras tras perder 3.5 millones de dlares y deber 1 mi-lln a sus proveedores. Nuevamente, despus de una acelerada reor-ganizacin y la decisin de concentrarse en la fabricacin de panta-llas gigantes de televisin, la firma comenz a prosperar bajo la ad-ministracin de Sprague. Si bien pas por un exprimidor financierodurante un tempestuoso perodo en el mercado accionario (con ac-ciones de Advent vendindose a tres y hasta veinte dlares en dife-rentes momentos, mientras los inversionistas evaluaban y reevalua-ban las perspectivas de una mayor competencia), la empresa lleg alos aos 80 todava en la delantera de la tecnologa escogida, a pesardel desafo concertado de diversos conglomerados norteamericanosy japoneses.

    Contrapartida gubernamental de las actividades empresarialesde Sprague fue el National Enterprise Board de Wedgewood Bennen Inglaterra, que gast unos 8 mil millones de dlares en el intentode salvar a varias empresas britnicas de la bancarrota mediante unainyeccin masiva de fondos. Antes de que Sprague arribase a GranBretaa, Benn haba afirmado que no invertira de ningn modo enla Aston-Martin desechando a la venerable empresa como un casosin esperanza procediendo, en su lugar, a subsidiar a gran nmerode otras empresas, la mayora de las cuales, a diferencia de la Aston,siguen perdiendo dinero y algunas de ellas quebraron. Los britni-cos, sin embargo, encontraron necesario gastar 104 millones de d-lares para trasladar la empresa norteamericana de automviles delujo de Jean DeLorean a Irlanda del Norte (gastando as 50 veces

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    ms que Sprague en la Aston-Martin) e invirtieron 47.8 millones dedlares en un esfuerzo destinado a crear la Inmos, una productorabritnica nacionalizada de semiconductores que todava debe au-mentar sus utilidades y mejorar su tecnologa para compararse conel consorcio de Sprague. Con apenas 400 mil dlares de herencia ysus aptitudes carismticas, Sprague he revivido un nmero varias ve-ces mayor de compaas que Wedgewood Benn con el Tesoro Bri-tnico. Un empresario con energa, resolucin y carisma pudo con-vertir 400 mil dlares en una pequea fortuna para s mismo y enuna bonanza para la economa, logrando mucho ms que cualquiernmero de fundaciones ligadas a algn comit, mientras un gobier-no por lo general requiere de al menos 400 mil dlares para abrirlas primeras oficinas.

    Sin embargo, considerando el espectculo muchas veces pocoedificante de los mticos herederos de la riqueza especialmentecuando el foco de atencin cae sobre los ms extravagantes y nota-bles consumidores de cocana y de esposas resulta demasiadofcil olvidar que el papel crucial de los ricos en una economa capi-talista no consiste en entretener y excitar a las clases econmica-mente inferiores, sino que en invertir: producir dinero libre de tra-bas, y especialmente burocrticas. La mayor parte de los ricos, enefecto, cumple con ese papel. Slo una pequea parte de su dineroes consumido. La mayor parte del mismo es canalizada hacia insta-laciones productivas que emplean mano de obra y entregan bienesa los consumidores. Los ricos siguen siendo la ms importante fuen-te de capital discrecional de la economa.

    Son esos los fondos disponibles para la inversin al margen delos casi siempre estriles canales del gasto institucional. Este es eldinero que escapa a la trampa keynesiana del riesgo compuesto,creada por el hecho de que un banco al igual que un empresariopuede perder la mayor parte de su inversin si fracasa una empresa,pero slo el empresario puede ganar el gran retorno potencial, quees el que torna atractivo el riesgo. Son los individuos adineradosquienes componen el comodn el germen mutable del capitalis-mo, y son las inversiones relativamente arriesgadas las que en ltimainstancia reimplantan la economa y desalojan a los ricos, en la me-dida que la regla de hierro de la ruina del jugador se manifiesta en laarena de los negocios.

    Muchas veces se puede observar que las inversiones ms frtilesson aquellas que se desvan de las normas establecidas del pasado eincrementan el capital pblico de conocimiento, aun cuando su fra-caso vacia los bolsillos de los ricos. All estn las empresas que expe-rimentan con nuevos bienes y servicios que, a su vez abren paso aotras nuevas, las que en definitiva reciben el respaldo de los bancosy de las instituciones.

    El capital discrecional es el que financia la mayor parte deaquello que es original y propio de nuestra cultura y economa, quepromueve causas aparentemente sin esperanzas en los negocios y en

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    la poltica, que respalda los inventos novedosos, el arte, la educa-cin privada y que, en suma, funda las instituciones del futuro. Sinembargo, es este tipo de gasto el que es considerado despilfarro oimprudencia por el economista matemtico y el que es denunciadocomo plutcrata por el poltico de izquierda (mientras solicita unprstamo a su amigo banquero). Es este tipo de riqueza discrecionalla que el reformador racionalista desea eliminar del sistema nortea-mericano con el fin de reemplazarla en la esfera poltica por "comi-ts de inters pblico" y paneles de mritos; en la esfera filantrpi-ca, por fundaciones ms profusamente reglamentadas y rutinizadas;en la esfera cultural, por consejos de arte o humanidades y sus clien-tes y satlites sin fines de lucro; en fin, por todos esos clones y pri-mos de las agencias gubernamentales que ulteriormente resultan im-posibles de distinguir del Estado.

    Lo peor de todo, sin embargo, son las proposiciones para reem-plazar a los ricos como proveedores de capital empresarial de insti-tucionalizar las innovaciones, las visiones especiales e inversiones ex-perimentales en nueva tecnologa y crecimiento. Este esfuerzo pararutinizar y politizar la creatividad se resume en las azarosas asigna-ciones del Departamento de Energa, que determina las perspecti-vas de nuevas fuentes de energa bsicamente de acuerdo a su capa-cidad para ganar votos en beneficio de un determinado congresista.Solar un mes, geotermal al siguiente, de las olas y elicas algo des-pus, la solucin del problema energtico atraviesa por una borrascade caprichos y modas que acabarn, como ya se est viendo, en unaresolucin solemne para recuperar valientemente el pasado y des-cansar por unos cuantos oscuros siglos en la ms txica y costosade todas las soluciones: el carbn bituminoso.

    Slo los individuos pueden ser originales; las instituciones sealejan temerosas de ideas no probadas o que no estn de moda. Portal motivo no pueden afrontar la creacin de nuevo conocimiento.Son los ricos quienes, al arriesgar su fortuna, terminan perdindolaen aras de salvar a la economa. En el todava rutilante ao 1970, al-rededor del 90 por ciento de los ingresos brutos de los millonariosprovinieron de negocios, sociedades y acciones; las prdidas acciona-rias fueron un 40 por ciento de las ganancias. En 1978, los 250 milmillonarios norteamericanos todava operaban en esos tres camposaunque en menor grado invirtiendo la mitad de su dinero enacciones, alrededor del 20 por ciento en negocios privados y slo un14 por ciento en bonos del gobierno y otros valores supuestamenteconfiables.13

    La exposicin al riesgo de los ricos no puede ser recogida pornadie. Los beneficios del capitalismo siguen dependiendo de los ca-pitalistas. Los restantes grupos de la pirmide de la riqueza debieran

    13 "Today's Poor Millionairs", p. 38; vase tambin "America's Invisible Mi-Ilionairs", U. S. News and World Report Vol. 88, N 10 (marzo 17,1980), pp. 34-39.

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    en ocasiones quitar la vista de los espectculos del consumo ydirigirla sobre la aventura que se corre en las fronteras de la econo-ma, inmediatamente por encima de ellos, aventura no carente deun toque de nobleza, dado que casi todas las familias protagonistasfracasarn en la redentora lucha de la economa libre.

    Los ricos de los Estados Unidos no deben ser comparados conlos de Arabia Saudita, ni contemplados como Midas en sus jaulasdoradas. Los ricos norteamericanos no slo poseen fortuna, sinoque tambin riqueza. Es en el Tercer Mundo donde el mito de Midasadquiere impresionantes proporciones, donde los gobiernos nosaben hacer otra cosa que imprimir dinero y donde hay poco quecomprar salvo lo importado y donde toda riqueza sobrevivientetiende a fugarse en forma de chucheras u oro. Bajo el capitalismo,cuando ste realmente opera, los ricos poseen el toque anti-Midas,transformando una liquidez timorata y los ahorros estriles en fbri-cas y edificios de oficinas, en granjas y laboratorios, en orquestas ymuseos, es decir, convirtiendo el oro en bienes, trabajo y arte. Esesa la funcin de los ricos: abrir oportunidades a las clases que sehallan ms abajo en el sostenido drama de la creacin de riquezay de progreso.

    Este, en esencia, no es un drama de cantidades de dinero y demquinas, de agregados y distribuciones, sino de la mente y de lamoral. Por sobre la vasta arquitectura de la produccin, y tambinalrededor de ella, hay una atmsfera invisible en trminos estadsti-cos de nimos y de ideas, una fantasmagora de imgenes y visionesdel futuro, que admiten o eclipsan la luz vital y el poder del sol: lafecunda fe en la posibilidad de que la libre empresa pueda prevale-cer entre las impredecibles formas de riqueza de un mundo futurodesconocido.

    La Naturaleza de la Pobreza

    Viviendo en un mundo de riqueza, las clases superiores de Nor-teamrica han escuchado con cara dura y sin sobresalto alguno lasms fantsticas narraciones sobre el mundo de los pobres. Si bienhan optado por aceptar las aseveraciones de Ernest Hemingway, enorden a que los ricos difieren del resto de la gente fundamental-mente por tener ms dinero, tambin han estado dispuestas a acep-tar que los pobres integran alguna tribu extraa de motivacionesy cultura exticas, que slo pueden ser comprendidos a travs delos canales de una verdadera experiencia.

    Sin duda ayud el hecho de que muchos pobres fueran negros.Parecan diferentes, y tal vez eran diferentes. Se hizo circular unaserie de fbulas perentorias: los negros seran supuestamente ma-triarcales por naturaleza; al igual que los irlandeses, los judos yotros inmigrantes urbanos anteriores a stos, sus coeficientes inte-

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    lectuales parecan efectivamente ms bajos14 (lo que sera posibleen el caso de los negros, debido a su menor espacio craneano); y,finalmente, se los hall marcadamente propensos al crimen violentoy a la vida promiscua. Sin embargo, no podra juzgrseles, afirma-ban aquellos de espritu "progresista", sin caer bajo el estigma deetnocentrismo o de imperialismo cultural. Una propensin a la vio-lencia, a un menor grado de inteligencia y a los hogares abandona-dos por el padre, se supona, constituira una adaptacin razonablea la pobreza de la cual todos podramos aprender algo.

    Esta actitud, sin embargo, requera de un espritu de relativis-mo cultural tan heroico que no podra prevalecer, particularmenteen las formulaciones polticas. De modo que surgieron nuevos enfo-ques, supuestamente ms iluminados, pero con implicaciones igual-mente absurdas. La esclavitud, la discriminacin y la miseria, sedeca, han daado la psiquis negra al punto que se necesitara detoda suerte de nuevas asistencias y terapias para redimirla. El racis-mo y el desempleo todava infligen un grado de desventaja tal ala gente de color que se requiere de vastos programas de empleo p-blico y de accin afirmativa para superarla. De esto surge la razona-ble deduccin de que si bien los negros no son genticamente infe-riores, la ciencia demuestra que estn tan daados por el racismo yla pobreza que actualmente seran verdaderamente inferiores.

    Esas nociones no slo causan dificultades al espritu del libera-lismo norteamericano a la hora de confrontar casos especficos deesta baldada pero meritoria raza, sino que tambin perpetan la ideade que los pobres siguen siendo diferentes del resto de la gente, porla razn que sea. Esta creencia permite el surgimiento de una seriede nuevas fbulas, algunas de ellas explcitas, y la mayor parte im-plcitas en programas gubernamentales.

    Por ejemplo, la mayora de nosotros trabaja por dinero y dis-fruta del ocio. Los pobres, se sugiere, a pesar de realizar trabajos ge-neralmente ms pesados o desagradables, no disfrutaran del ocio.Su ansia de trabajar sera tan grande, suelen sealar a los investiga-dores, que su voluntad de trabajo no se ve afectada por los subsidiosestatales y de otras instituciones de ayuda similares que pagan bene-ficios superiores a los sueldos vigentes; incluso afirman integrarse ala fuerza laboral a pesar de tasas tributarias efectivas sobre el trabajo(a travs de reducciones en los subsidios de beneficencia) de casi un100 por ciento.

    Todos los grupos tnicos norteamericanos del pasado salieronde la pobreza en parte por aprender ingls y abandonar sus idiomasmaternos. Los actuales pobres de los Estados Unidos, en su mayorparte de origen latinoamericano, aparentemente exigen educacinen sus lenguas de origen por motivos de orgullo tnico.

    14 Thomas Sowell, "Race and I. Q. Reconsidered", en Thomas Sowell, edi-tor, American Ethnic Groups (Washington D. C.: The Urban Institute,1977), p. 208.

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    Ha quedado demostrado que los ciudadanos norteamericanosde clase media quedan visiblemente destrozados por el divorcio y laseparacin: abandonan sus trabajos, sus entradas caen; su salud sedeteriora; beben y flirtean; sus hijos comienzan a comportarse malen la escuela. En el caso de los pobres, sin embargo, se presume queellos y sus hijos no se ven tan conmocionados por una plaga de de-sastres familiares. Al menos se afirma que su menor nivel de entra-das y de empleo sera producto de la discriminacin y se tiende aestimar que el comportamiento de los nios se ve escasamente in-fluenciado por la ausencia del padre.

    La mayor parte de los hombres norteamericanos gana ms di-nero que sus esposas; hombres que no pretenden abandonar el ho-gar, o ser abandonados. Pero frente a esto, se tiende a suponer quelos hombres pobres no se veran afectados por las mayores entradasrelativas, puestas a disposicin de sus esposas por la beneficencia yla accin asistencial, instancias que, se asegura, no guardaran rela-cin con las elevadas tasas de desempleo y de ilegitimidad.

    Pero tal vez lo ms importante de todo sea que cada grupotnico que alcanz el xito en la historia norteamericana lo hizomerced a laborar ms duro que otras clases, en trabajos peor remu-nerados, con una vanguardia de hombres asumiendo papeles empre-sariales. Pero los pobres de la actualidad, pretenden demostrar losprogresistas, podran sobreponerse de un salto al trabajo montonopor va de la educacin y las credenciales, o ser sacados como grupofuera de la pobreza, tal vez por "almas caritativas", entrenadas paraocupar puestos en el gobierno. Estos puntos de vista muestran a lospobres de la actualidad como una raza tan extraa a toda la expe-riencia norteamericana, tan radicalmente diferentes de los blancosen sus motivaciones y en su carcter, que se podra hablar en trmi-nos de una nueva forma de intolerancia.

    La nocin de un racismo liberal tal vez sea innecesariamenteprovocativa. Los liberales de Estados Unidos no son ms racistasque una minora de norteamericanos en constante disminucin ycarente de toda influencia. Pero la respuesta de los medios de comu-nicacin predominantemente liberales a la situacin racial es tanquijotesca y peculiar que llega a ser reprobable de un modo particu-lar. Por ejemplo, cualquiera que haya pasado algn tiempo entre lalite poltica y econmica norteamericana sabe que est desespera-damente ansiosa por designar a hombres de color en altos cargoscada vez que sean suficientemente capaces de cumplir con sus ta-reas. Las universidades norteamericanas ms prestigiosas buscan conavidez conferir el doctorado a personas de color y contratarlas consueldos dos mil dlares mayores de lo que obtienen sus colegas blan-cos con antecedentes y experiencia similares.15 Aun as, todos losdiarios y revistas norteamericanos consideraron la designacin de

    15 Richard B. Freeman, "Discrimination in the Academic Marketplace", enSowell, ed., American Ethnic Groups, pp. 167-200.

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    Franklin Thomas como jefe de la Ford Foundation un increbletriunfo, un avance deslumbrante, a pesar de que Thomas haba re-chazado anteriormente un cargo en el gabinete federal, haba ocu-pado temporalmente el cargo de jefe de la Whitney Foundation, ytena los mismos impecables puntos de vista de buen tono quesu antecesor en el cargo, McGeorge Bundy, y a pesar de haber sidoescogido con el mayor entusiasmo por el directorio de la Fundacin.

    En forma similar ha quedado muchas veces demostrado en lapoltica norteamericana que los negros pueden ser elegidos paracualquier cargo, especialmente en las grandes ciudades, si slo sonpolticos lo suficientemente imaginativos. Sin embargo, las pginaseditoriales del New York Times y del The New York Post explica-ron la derrota de Percy Sutton en las primarias municipales demcra-tas de Nueva York, as como su propia reticencia a apoyarlo, insi-nuando forzadamente que la ciudad "no habra estado preparada"para un alcalde negro "en ese momento". Pero en la realidad, losdiarios se negaron a apoyar a Sutton y los electores a votar porl porque el candidato, siendo un hombre agradable e inteligente,condujo una campaa floja y falta de brillo. Los votos que logr sedebieron al apoyo unnime de la gente de color. Su derrota nadatuvo que ver con racismo, a pesar de sus desventuradas declaracio-nes contrarias, alentadas por el New York Times.

    La negativa de los dirigentes norteamericanos a decir la verdaden relacin a los negros es an ms importante cuando se trata de lapobreza negra. La opinin dominante es que el racismo y la discri-minacin todava explican los bajos ingresos de los negros. Dichanocin es tanto falsa como denigrante. No slo difama a los blancosnorteamericanos, sino que tambin engaa y desmoraliza a los ne-gros. No slo obstruye la verdad, sino que alienta, mediante suextrema inconsistencia, la falsedad alternativa sostenida en priva-do por muchos negros y blancos de que los negros ya no puedensurgir en Norteamrica sin una vasta ayuda federal, en efecto, sinjustamente aquellos programas de gobierno que en los hechos sonresponsables de los peores aspectos de la pobreza negra y que pro-meten perpetuarlos. Finalmente, la tendencia a considerar la intole-rancia como explicacin de la condicin de los negros, conduce ateoras todava ms descabelladas sobre la supuesta pobreza deotros grupos, desde las mujeres a los latinoamericanos, y a una vi-sin manaco-depresiva de la economa, en cuyo marco la pobrezase ve como ms extrema y ms remediable de lo que en realidad es.

    La primera cosa que cabe comprender es que no obstante laopulencia de la economa norteamericana, seguimos viviendo en unmundo lleno de gente pobre. Los modernos medios de transporte yde comunicaciones garantizan que habr una cantidad siempre cre-ciente de personas ansiosas y capaces de llegar a las costas de los Es-tados Unidos. A menos que el pas desee adoptar la poltica inmoraly econmicamente autodestructiva de prohibir la inmigracin,habr pobreza en los Estados Unidos en los siglos por venir. Las po-

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    lticas y enfoques adoptados a la luz de una neurtica preocupacinpor los negros probablemente sern aplicados a millones de otraspersonas. El potencial perjuicio que podra infligirse a la economanorteamericana y a los pobres de los Estados Unidos por esta va escasi incalculable. Sin embargo, sobre la base de la dilatada y defini-da experiencia del gobierno norteamericano en materia de frustrarlas vidas de los negros y de los indgenas, uno slo puede pronosti-car que el dao ser mucho mayor.

    Para lograr comprender los problemas de la pobreza, tambindebera olvidarse la idea de superar la desigualdad a travs de la re-distribucin. La desigualdad incluso puede aumentar al comienzo dela declinacin de la pobreza. Para aumentar las entradas de los po-bres ser necesario incrementar las tasas de inversin, lo que a su veztender a incrementar la riqueza, si no el consumo, de los ricos. Lospobres, en la medida que avanzan dentro de la fuerza laboral y as-cienden, incrementarn sus ingresos en un porcentaje mayor que losricos; pero las clases superiores ganarn en cuanto a cantidades abso-lutas, pudiendo as aumentar la brecha entre ricos y pobres. Todosestos anlisis son engaosos en el largo plazo, sin embargo, porqueimplican una economa esttica en que no crece el nmero de ricosy de miembros de la clase media.

    A esto se suma que la desigualdad puede verse favorecida porla estructura de una economa moderna en la medida en que inte-racta con el cambio demogrfico. Cuando la divisin del trabajo setorna ms compleja y refinada, los trabajos se vuelven ms especiali-zados, y los trabajadores cada vez ms especializados pueden obte-ner mayores sueldos por su mayor conocimiento, logrando que sussalarios aumenten en relacin al de los trabajadores comunes. Estatendencia podra verse incrementada con una declinacin de la can-tidad de nuevos obreros especializados que se integren a la fuerza la-boral, hecho previsible para la dcada de los noventa, as como tam-bin por un mayor flujo de inmigrantes, tanto legales como ilegales.Sea cual fuere el resultado de estos acontecimientos, un esfuerzodestinado a quitar entradas a los ricos, disminuyendo as su inver-sin para darlas a los pobres, reduciendo sus incentivos laborales ycon toda seguridad la productividad norteamericana, limitar las po-sibilidades laborales y perpetuar la pobreza.

    Entre los beneficios de la desigualdad estarn quienes fueronpobres. La mayora de los estudios del problema de la pobreza con-sideran las estadsticas de xito de grupos anteriores de inmigrantesy observan un constante aumento en el curso de los aos, acompa-ado de la progresiva adquisicin de antecedentes educacionales yhabilidades especializadas. Por tal motivo se proponen programasque alientan un ascenso igualmente lento y paulatino de los pobresde la actualidad. Pero la visin incrementalista del escape de lapobreza es casi totalmente falsa, basada en una simple ilusin deagregados estadsticos que encubre todo lo importante en relacina la movilidad ascendente. Los anteriores inmigrantes a los Estados

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    Unidos comenzaron a ganar dinero trabajando duramente; sus hijosfueron quienes accedieron a la educacin.16

    Las entradas promedio en aumento de los grupos precedentesno expresan el suave progreso de cientos de miles de carreras buro-crticas o pblicas, sino los negocios rpidos y el xito profesionalde relativamente pocos extranjeros, que llegaron con sus familias einspiraron a otros para seguirlos. La gente pobre tiende a escalar po-siciones con rapidez y se ver perjudicada por una poltica de redis-tribucin que siempre golpear ms duramente las entradas y rique-zas nuevas y desprotegidas que las ganancias encubiertas y podero-sas de los ricos tradicionales. Los pobres se benefician mucho mscon una economa dinmica llena de ganancias de capital imprede-cibles (ellos sufren escasas prdidas de capital!) que con un sistemaestratificado, regido por antecedentes educacionales y de otra ndo-le, que los ricos pueden adquirir.

    La nica va confiable fuera de los mbitos de la pobreza siem-pre ser la del trabajo, de la familia y de la fe. El primer principio esque, con el fin de ascender, los pobres no slo deben trabajar, sinoque deben trabajar ms duro que las clases que se encuentran porencima de ellos. Todas las generaciones previas de la clase inferiorhan realizado dicho esfuerzo. Pero los pobres de la actualidad, losblancos ms todava que los negros, rehusan trabajar duro. IrwinGafinkel y Robert Haveman, autores de un ingenioso y sofisticadoestudio sobre lo que ellos llaman tasas de utilizacin de la capacidadde ganar, han calculado el grado en que grupos de diversos ingresosaprovechan sus oportunidades cun duro trabajan fuera de sus hoga-res. Este estudio muestra que, por distintas razones, todas compren-sibles, los pobres de la actualidad trabajan sustancialmente menos,durante menor nmero de horas y semanas del ao, y ganan menosen relacin a su edad, educacin y otros antecedentes (incluso despusde corregir las cifras de desempleo, incapacidad y supuesta discrimi-nacin) que sus antecesores en las ciudades estadounidenses, o queaquellos que ahora se encuentran por encima de ellos en la escala deingresos.17 (El estudio fue realizado en el Instituto para la Investiga-cin de la Pobreza financiado con fondos del gobierno federal dela Universidad de Wisconsin, y emple datos entregados por el censofederal y la investigacin longitudinal de Michigan.) Los resultadosde la investigacin confirmaron el creciente conjunto de pruebas enrelacin a que el esfuerzo laboral es la variable crucial no contabiliza-da de la productividad y distribucin del ingreso norteamericanos, yque la actual beneficencia y otros programas de subsidio reducen

    16 Andrew Greeley, "The Ethnic Miracle", The Public Interest, N 45,(Otoo 1976), pp. 20-36.

    17 Irwin Garfinkel y Robert Havemann, con la asistencia de David Betson,Departamento Norteamericano de Salud, Educacin y Bienestar, Earn-ings Capacity, Poverty and Inequality, Serie del Instituto de Investigacio-nes de la pobreza (Nueva York: Academic Press, 1977), p. 32 y sig.

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    sustancialmente el rendimiento laboral. Los pobres eligen el ocio nopor debilidad moral, sino porque reciben paga por estar ociosos.

    Un programa destinado a incrementar los ingresos de los gru-pos menos empeosos mediante transferencias y preferencias resultapolticamente disociado adems de ser bastante inverosmil por-que suscita la amarga resistencia de la clase que realmente labora.A esto se suma que tal esfuerzo tiende a romper el nexo psicolgicoentre el esfuerzo y la recompensa, crucial para la movilidad ascen-dente en el largo plazo. Dado que el trabajo efectivo no consiste me-ramente en cumplir con los requerimientos del contrato de trabajo,sino que en "producir" con atencin y compromiso emocional, lostrabajadores deben comprender y sentir hondamente que aquelloque perciben depende de lo que rinden; que deben entregar trabajoa cambio de bienes. Los padres y las escuelas deben inculcar estaidea a sus nios, ya sea por el ejemplo o por la instruccin. Nada esms fatal para el xito que la creencia de que el esfuerzo no sercompensado, que el mundo es un lugar desolado y discriminatorio,en que slo los predadores y los especialmente preferidos puedensalir adelante. Tal perspectiva en el seno de un hogar desalienta elesfuerzo de trabajo en la escuela, que es justamente aquel que daforma a la futura capacidad de ganarse la vida. Como ocurre contantos aspectos del rendimiento humano, el esfuerzo de trabajo co-mienza por las experiencias familiares y sus fuentes pueden ser me-jor.exploradas a travs de un examen de las estructuras familiares.

    En efecto, despus del trabajo, el segundo principio para lamovilidad ascendente es la mantencin del matrimonio mongamoy de la familia. Ajustando sus tablas para la discriminacin contralas mujeres y tambin para las responsabilidades maternales, el estu-dio de Wisconsin indica que los hombres casados trabajan entre 2,3y 4 veces ms duro que las mujeres casadas, sobre dos veces msduro que los jefes de hogar del sexo femenino. El esfuerzo laboralde los hombres casados aumenta con su edad, antecedentes, educa-cin, experiencia laboral y nacimiento de los hijos, mientras que elesfuerzo de las mujeres casadas tiende a declinar de modo persis-tente. Muy importante al contemplar el impacto del matrimonio re-sulta considerar que los hombres casados trabajan un 50 por cientoms duro que los solteros de edad, educacin y preparacin profe-sional semejantes.18

    El efecto del matrimonio consiste, entonces, en aumentar un50 por ciento el esfuerzo laboral de los hombres. Dado que los hom-bres poseen una mayor capacidad de ganancia inicial, y que las ci-fras de utilizacin de la capacidad de las mujeres sera todavamenor sin un ajuste para la discriminacin, queda de manifiestoque la mantencin de las familias es un factor clave en la reduccinde la pobreza.

    Una vez que una familia pasa a ser encabezada por una mujer,18 Ibid.

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    le resulta casi imposible aumentar sus ingresos de un modo aprecia-ble, aun cuando la mujer goce de un alto grado de educacin y seacapaz de contratar una asistente del hogar. Sus responsabilidades ydistracciones familiares tienden a impedir ese tipo de compromisototal que resulta necesario para el pleno aprovechamiento de sucapacidad generadora de ingresos. Pocas mujeres con hijos tienencomo el primer objetivo de sus vidas ganar dinero.

    Un hombre casado, en cambio, se ve incentivado por las exi-gencias de su familia a canalizar su agresividad masculina, de otromodo poco conveniente, hacia un mayor rendimiento como provee-dor de su esposa e hijos. Tan slo estas diferencias sexuales, mani-festadas en todas las sociedades conocidas para la antropologa, im-ponen que la primera prioridad de cualquier programa efectivo con-tra la pobreza debe ser la de fortalecer el papel del hombre en lasfamilias.

    Estas estrechas medidas del esfuerzo laboral tocan slo a unaparte de la multifactica interrelacin entre la familia y la pobreza.Edward Banfield en su obra The Unheavenly City (La Ciudad delos hombres) define a la clase inferior principalmente de acuerdo asu falta de orientacin al futuro. Viviendo el da a da, los indivi-duos pertenecientes a las clases inferiores son incapaces de planifi-car, ahorrar o mantener un trabajo. Banfield trasmite la impresinde que los horizontes de corto plazo constituyen un defecto psico-lgico muy arraigado en centenares de miles de pobres.

    Lo que Banfield de hecho describe en su categora de clase in-ferior constituye esencialmente el temperamento de hombres solos,divorciados o separados. La clave para comprender la vida de laclase baja norteamericana actual es que los individuos sin familiason tan numerosos y notorios que sientan la norma para toda la co-munidad. Su congregacin en ghettos tambin magnifica conside-rablemente su impacto sobre los negros pobres, tanto hombrescomo mujeres (a pesar de que, tal como observa acertadamente Ban-field, ese estilo de gratificacin instantnea es principalmente unrasgo masculino).

    La perspectiva miope sobre la pobreza se origina principal-mente en la divisin de las responsabilidades familiares entre los pa-dres. La vida de los pobres demasiado a menudo est regida por rit-mos de tensin y relajacin que caracterizan la experiencia sexualde los hombres jvenes solteros. Dado que la sexualidad femenina,tal como evolucion con el correr de los milenios, arraiga psicolgi-camente en la concepcin y alimentacin de hijos, las mujeres tie-nen ya dentro de sus mismos cuerpos un horizonte temporal am-plio, llevan visos de eternidad en sus vientres. La sociedad civilizadadepende de la sumisin de la sexualidad de corto aliento de loshombres jvenes a los amplios horizontes maternales de la mujer.Eso es lo que ocurre en el matrimonio mongamo: el hombre disci-plina su sexualidad y la proyecta hacia el futuro a travs del vientrede su mujer. Esta le concede acceso a hijos, de otro modo negados

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    para l; l le entrega el producto de su trabajo, de otro modo disipa-do en placeres temporales. La mujer le otorga un nexo nico con elfuturo y tambin una visin del mismo. El le entrega, a cambio, fi-delidad y un compromiso con el trabajo duro vitalicio. Si el esfuer-zo laboral constituye el primer principio para superar la pobreza, elmatrimonio es la principal fuente de trabajo de movilidad ascen-dente.

    Es el amor lo que cambia los pequeos horizontes de la juven-tud y la pobreza en los vastos horizontes del matrimonio y la carre-ra. Cuando fracasan los matrimonios, el hombre muchas veces regre-sa a los ms primitivos ritmos de la soltera. Sus ingresos en prome-dio caen en un tercio y exhibe una mayor propensin al alcohol, lasdrogas y el crimen. Pero cuando los matrimonios en general se sos-tienen firmemente y los hombres en general aman y mantienen a sushijos, el estilo de clase inferior descrito por Banfield cambia en unfuturismo de clase media.

    El predominio de hombres solteros o separados en comunida-des pobres es la clave para comprender a los norteamericanos en ex-trema pobreza sin solucin. Los "individuos sin familia" negros notienen mayor probabilidad de caer en la pobreza que los blancos. Elproblema no lo constituyen ni la raza ni la existencia de un matriar-cado. Ms bien reside en la anarqua familiar entre las concentracio-nes de pobres de las grandes ciudades, en que rutilantes e impulsivosjvenes, constituyen los ejemplos imitados, ms que los hombresresponsables. Resultado de esto es que tienden a prevalecer los rit-mos sexuales masculinos y los nios crecen en ausencia de una auto-ridad paterna, capaz, a su vez, de inculcarles los valores de la pater-nidad responsable: la disciplina y amor hacia los hijos y un efectivodesempeo del papel de proveedor. "Si ella me quiere, pagar", measegur un joven conquistador que estaba preso,19 y tal vez en elseno de nuestra cultura de beneficencia lo podr hacer y lo har. Detal modo, el modelo se proyecta sobre las generaciones venideras.

    En su preocupacin por la orientacin presente y futura, Ban-field acert en su anlisis del papel del tiempo en la movilidad as-cendente. "El capital", como nos dice la escuela austraca de eco-noma, "es tiempo", la postergacin del consumo ocasionada pormodos de produccin con proyeccin temporal. Podra afirmarseque en las comunidades pobres todo tiempo es tiempo presente, yel capital en su forma humana de esfuerzo de trabajo, combinadocon educacin y ahorros no se acumula adecuadamente para pro-veer ingresos y riqueza. Sin embargo, pensamos que un modo msfundamental de definir a la estancada clase inferior es por su faltade estructura familiar. Los vnculos de los hombres con los nios yel futuro demasiado a menudo son insuficientes para inducir el tra-bajo y el ahorro.19 George Gilder, Visible Man: A True Story of Post-Racist America (Nueva

    York, Bantam Book, 1974), p. 90.

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    El demgrafo britnico E. A. Wrigley incluso ha sealado queel surgimiento de esos lazos directos y exclusivos con los nios en lafamilia nuclear constituy el prerrequisito para la revolucin indus-trial. En reas de desarrollo lento en Europa del Este y el Asia, sos-tiene Wrigley, el matrimonio se celebraba en el contexto de la fami-lia extensa, y no se esperaba que slo el padre velara por el bienestarde su prole. Pero ya en la Inglaterra isabelina y en otras partes in-dustrialmente precoces de Europa occidental, una pareja normal-mente no poda contraer matrimonio antes que el hombre hubierademostrado que era capaz de mantener un hogar independiente. Talcomo escrib en mi libro, Sexual Suicide, "las energas sexuales esta-ban directamente vinculadas al crecimiento econmico, y dado quese impusieron fuertes sanciones al sexo premarital, el crecimientopoblacional estaba directamente anclado en la productividad econ-mica".20

    Como escribi Wrigley, "los hombres preindustriales vivan susvidas en un presente en movimiento", dedicados a "proyectos decorto aliento''.21 Tales hombres no contaban con tiempo suficientepara juntar capital y no podan espolearse a s mismos para trabajar,ahorrar y buscar recompensas en nombre de un futuro invisible ydesconocido. Fueron los vnculos frreamente establecidos entre eltrabajo, la riqueza, el sexo y los hijos los que a la larga generaronuna psicologa de orientacin futurista en las masas de hombres deEuropa occidental. Concluye Wrigley: "Tantas veces tenida por re-sultado de la industrializacin y la vida urbana", la familia nuclearen efecto "la antecedi en siglos", facilitando el desarrollo de largoplazo de una burguesa y de una fuerza laboral industrial altamentemotivadas.22

    Si bien esto es slo un recuento excesivamente simplificadotanto de Wrigley como de la revolucin industrial, logra expresar supunto crucial: que "el acto del matrimonio necesariamente es cen-t ra l en todo el complejo del comportamiento social".23 En particu-lar ocupa un lugar centralsimo en la actitud del hombre respectodel tiempo, y por tanto respecto del ahorro y del capital. Inversa-mente, una condicin de vasta ilegitimidad y ruptura familiar puedeser causa suficiente de una pobreza persistente, separando a loshombres de los vastos horizontes contenidos en sus hijos.

    Un anlisis de la pobreza que comienza y termina con laestructura familiar y el status marital explicara el problema muchoms a fondo que la mayor parte de las distribuciones de ingreso, de-

    20 George Gilder, Sexual Suicide (Nueva York: Quadrangle The New YorkTimes Book Co., 1973). ed. rev. (Nueva York: Bantam Book, 1974). p.90.

    21 E. A. Wrigley. Population and History. (Nueva York: McGraw Hill,1969). pp. 76-77.

    22 Ibid.. p. 13.23 Ibid., p. 116.

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    sigualdad, desempleo, educacin, CI, raza, sexo, propiedad de la vi-vienda, situacin geogrfica, discriminacin y todos los dems te-mes que por lo general son utilizados en regresiones mltiples y co-rrelaciones en las computadoras acadmicas. Pero incluso un anlisisdel trabajo y de la familia no dara con lo que tal vez constituya elms importante de los principios de la movilidad ascendente bajo elcapitalismo: la fe.

    Banfield entendi mejor esta dimensin m