- La Leyenda de Huma

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    Dedico este libro, el primero que escribo, a mi familia, tanto prxima como lejana,agradecindoles que me hayan soportado todos estos aos.

    Tambin se lo dedico a los miembros del Departamento de Qumica de la Universidad deIllinois, en Champaign-Urbana, cuyos persistentes esfuerzos me convencieron finalmente de que

    estaba destinado a otra actividad.

    No se permite la reproduccin total o parcial de este libro, ni el registro en un sistema informtico, ni la transmisinbajo cualquier forma o a travs de cualquier medio, ya sea electrnico, mecnico, por fotocopia, por grabacin o porotros mtodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright.

    Ttulo original:Dragonlance The Legend of HumaTSR, Inc., 1988All rights reservedDRAGONLANCE and the TSR logo are trademarks owned by TSR, Inc.,Lake Geneva, WI USADerechos exclusivos de la edicin en lengua castellana:Grupo Editorial Ceac, S.A., 1996Timun Mas es marca registrada por Grupo Editorial Ceac, S A.ISBN: 8477223009 (Obra completa)ISBN: 8477223017 (Volumen I)Depsito legal: B. 36.9871996Hurope, S.L.Impreso en Espaa Printed in SpainGrupo Editorial Ceac, S.A. Per, 164 08020 Barcelona

    Digitalizacin y correccin por Antiguo.

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    Prlogo

    Es realmente inslito que yo, Astinus, maestro historiador de Krynn, redacte una notapersonal para incluirla en mis Crnicas. Slo haba hecho tal cosa en una ocasin, porcierto, reciente: cuando el mago Raistlin estuvo a punto de convertirse en una poderosa

    divinidad, con mayores prerrogativas incluso que Paladine y Takhisis. Fracas, ya que delo contrario ahora no tendra la oportunidad de escribir estas lneas, pero su hazaamereca una mencin especial.

    Mientras comentaba el incidente, descubr un lamentable error en mis antiguosvolmenes. Al observar la letra del autor de aquellos captulos, deduje que se trataba dePaulus Warius, un ayudante mo que vivi hace tres siglos, ms notorio por su torpezaque por sus dotes de recopilador. Sospecho que el citado Warius destruyinvoluntariamente una parte de tres o cuatro tomos y sustituy las pginas daadasmediante las que l juzg copias correctas. No lo eran.

    El error afecta al perodo de transicin comprendido entre las denominadas Era de la Luzy Era del Poder. Ergoth, por ejemplo, constitua un imperio mucho ms viejo de lo queafirma la falsa historia, y Vinas Solamnus comand sus ejrcitos hacia el 2692 a.C, nocatorce centurias despus, como afirma el relato inexacto. La Segunda Guerra de losDragones, desdoblada en el texto equivocado en una segunda y tercera debido a su largaduracin ms de cuarenta y cinco aos, concluy en 2645 a.C. Fue en estos ltimos

    prrafos donde me apercib de la gravedad de las inexactitudes, al consultar las pginasrelativas a las ltimas dcadas del conflicto en busca de informacin sobre Huma,Caballero de Solamnia y hombre de carne y hueso que desafi y derrot a Takhisis, diosade la perversidad y Reina de los Dragones. Era mi intencin evocar las proezas de Huma

    al trmino del segundo conflicto, pero hube de cambiar mis planes y entregarme a laardua tarea de la reconstruccin.

    He invertido en mi quehacer ms tiempo del que en principio le asign. Quiz se deba aque tambin yo he sentido cierto alivio despus de la batalla y, sobre todo, despus dehaber estado al borde de cerrar el volumen final de la historia de mi mundo porimperativos del destino. Habra sido una lstima, ya que entonces mis Anales slocontenan unos cientos de millares de tomos. Mi recuerdo pues, y mi agradecimiento, aHuma.

    Por fortuna, ahora su vida se perpetuar y permanecer intacta en estas pginas. Dejemos

    que ellas nos revelen su personalidad.

    Astinus de Palanthas 360 d.C.

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    Una ruta accidentada

    En su ruta hacia Kyre el ejrcito atraves un pueblo situado al noroeste. Este pueblo,llamado Seridan, haba sido presa de la peste, el hambre y la locura, con tantoensaamiento como si los tres azotes se hubieran repartido por turnos rigurosos elexterminio de sus habitantes. En un pasado remoto la poblacin fue prspera; ahora, encambio, se erguan chozas y refugios de tosca construccin donde los edificios de adobehaban cado bajo las emboscadas de goblins y dragones perversos. Sin embargo, el

    poblado nunca fue destruido del todo. Su ruina era progresiva, al igual que la de quienespretendan sobrevivir en l.

    La aparicin de una columna de Caballeros de Solamnia no contribuy a levantar elnimo de los lugareos. De hecho, stos se mostraron resentidos mientras los soldados decaballera e infantera desfilaban sobre el barrizal que, en pocas mejores, recibi el

    nombre de calzada. Causaba gran hostilidad la idea que los desahuciados residentes sehaban formado de la vida que llevaban los caballeros, y que imaginaban muy por encimade sus penurias cotidianas.

    El coronel Oswal de Baxtrey, con su resplandeciente cota de malla y sus piezas dearmadura, cabalgaba encabezando la columna. El intrincado diseo de rosas que exhibaen el pectoral lo delataba como miembro de la Orden solmnica que simbolizaba estaflor. La capa de color prpura que revoloteaba a su espalda se abrochaba en el cuellomediante un alamar, donde figuraban la semblanza de un martn pescador con las alasmedio extendidas y una corona. Debajo del ave, bien aferradas entre sus garras, sedibujaban una espada y otra rosa.

    La mayora de los caballeros iban ataviados como Oswal de Baxtrey, aunque susarmaduras estaban ms abolladas que las del coronel y en sus capas no se observabantantos adornos. El motivo era que esta prenda resultaba emblemtica del rango: el coronelostentaba el ttulo de Guerrero Mayor, mandatario de la Orden de la Rosa y nicamenteinferior al Gran Maestre, general y dirigente indiscutido de toda la hermandad.

    Mientras avanzaba, el Guerrero Mayor mir de soslayo al jinete que montaba a su flanco.Pareca que ambos haban salido del mismo molde, con sus facciones de halcn y loslargos y sueltos mostachos tan populares entre sus filas. No obstante, los rasgos de Oswalse haban suavizado con la edad y la comprensin del mundo en el que viva, mientras

    que el otro, veinte aos ms joven, tena todava la firme creencia de que sera su mano laque cambiara el mundo, y as se reflejaba en su fisonoma. Eran parientes prximos. Elcomandante Bennett era sobrino del coronel e hijo de Trake, el mismsimo Gran Maestre.La arrogancia que se adivinaba en el semblante del an inexperto oficial demostraba queya se consideraba sucesor de su padre, pese a no corresponderle por graduacin.

    Oswal confiaba en que, cuando llegara el da de su nombramiento, habra adquiridotemplanza. Por ejemplo, el joven caballero estaba persuadido de que la Orden solmnicacumpla la voluntad de Paladine y, por consiguiente, ya que su causa era justa, triunfara.El coronel saba muy bien que no siempre era as.

    Los rostros de los miembros novicios de la columna eran mscaras altivas, vacas deemocin, que no tardaran en familiarizarse con la crueldad del porvenir y asumir elrictus del desengao. El mandatario era consciente de que algunos de estos no iniciados,

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    y tambin muchos veteranos, se tenan a s mismos por hroes... hroes de un universoperdido.

    Uno en particular, pens Oswal, y vocifer:

    Rennard, adelntate hasta aqu!

    Huma contempl al alto y plido capitn cuando ste se destac de su fila para acudir a lallamada. Si el cabecilla deseaba hablar en privado con Rennard, significaba que algotramaba, algo que quiz le incumba a l, puesto que el macilento personaje le profesabaun singular afecto, ajeno, eso s, a toda posible consanguinidad. Al reflexionar sobre lascuestiones de su casta, Huma se dijo que, al igual que l mismo, su inmediato superior talvez opinaba que un determinado integrante de su Orden nunca debera haber sidoadmitido.

    El caballero Huma dio un respingo al tropezar su cabalgadura en el fango. La visera delyelmo se desplom delante de su faz, sobresaltndolo, y se apresur a levantarla para

    permitir que el viento acariciara sus pmulos, tersos y al mismo tiempo curtidos por la

    intemperie. Aunque los bigotes del atractivo soldado no eran tan imponentes como los deBennett o del Guerrero Mayor, una innegable divinidad revesta las precoces pinceladasgrises que blanqueaban el bigote y el cabello. La asombrosa tersura de su epidermissuscitaba entre los compaeros comentarios sobre su corta edad, si bien se abstenan dehacerlos en su presencia.

    Huma no pudo sustraerse a ojear los rados harapos de las mujeres y los nios de Seridan.Hasta su armadura, maltratada por la guerra y mucho menos decorada que la del coronelOswal, pareca de oro puro al compararla con sus ropajes. Unos jirones de burda telacolgaban en desorden alrededor de sus cuerpos, y el ocasional observador se preguntcon qu frecuencia coman y qu tenan para llevarse a la boca. La faccin rebelde de su

    personalidad lo impulsaba a arrancar la bolsa de provisiones de la silla y drsela a loscampesinos. Debera distribuir entre ellos las raciones que guardo; sin duda sera elmejor gape que hubieran probado en semanas.

    No te apartes de la fila! lo rega el soldado que cabalgaba tras l, y el jovencaballero volvi a la realidad.

    Se percat entonces de lo cerca que haba estado de desprenderse de su alimento; peroaunque conoca las leyes de la Orden y lo mucho que se censuraban tales alardes, noconsegua mitigar el deseo de transgredirlas. Se hallaba frente a otra muestra de susdeficiencias, recapacit con un suspiro, y una vez ms se sorprendi de que hubieran

    aceptado su solicitud de ingreso en la hermandad.Rennard interrumpi sus cavilaciones. Al igual que Huma, el ms maduro superior

    portaba un escudo cuyos smbolos proclamaban su pertenencia a la Orden de la Corona,si bien sus numerosos aos de prctica le haban valido el distintivo del grado. La viseradel capitn dejaba que se insinuase el valo de su faz y apenas disimulaba la penetrantemirada de sus ojos, azules y glidos. Contaba aquel hombre con pocos amigos, inclusoentre sus compaeros ms directos.

    El oficial clav en Huma un fugaz pero intenso escrutinio, que luego pase por elconjunto de sus tropas.

    Gaynor, Huma, Trilane enumer, y as hasta pronunciar ocho nombres. Apartaosde la columna para organizar una patrulla.

    Sus palabras no traducan sentimiento ninguno. Rennard era metdico, un gran estratega

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    que resultaba el adalid idneo en los combates, aunque, en la mayora de las ocasiones,su proximidad helaba la sangre en las venas.

    El coronel Oswal quiere que se realice una batida en los bosques del sur anunci elcapitn. Es posible que aniden en esos parajes goblins y ogros, as que aguzad la vistay partamos cuanto antes. Hemos de regresar junto al grueso del ejrcito a la hora del

    crepsculo. En este momento hizo un alto y ote el eternamente encapotado cielo.Siempre pareca que iba a llover, pero el aguacero no caa. No conviene que la nochenos pille en plena espesura, menos an tan cerca de la frontera occidental. Entendido?

    Cuando los caballeros asintieron, Rennard tir de las riendas de su caballo, tan alto yenjuto como su dueo, e hizo a los designados seal de seguirlo.

    Unos minutos despus se haban alejado de Seridan, con gran regocijo por su parte. Elterreno era duro y ms cmodo para los cascos. No era de extraar: el fuego, que habaquemado una considerable porcin de los bosques hacia los que se encaminaban, habaarrasado tambin los campos adyacentes. Nada crecera en las yermas extensionesdurante ms de un lustro.

    Pens Huma en la futilidad de todo aquello. Dnde estaba Paladine? No acertaba acomprender que la divinidad permitiera tantos desastres, tanta desolacin, y su mudoreproche se vio reforzado por el aspecto de los tocones que jalonaban la ruta. Tal como sesucedan los hechos, nada cambiara aunque Krynn se hundiera en las garras de Takhisis.

    Se forz a sellar los labios y las ideas. Cmo osaba llamarse a s mismo caballero contan negras recriminaciones en su mente?

    Al llegar al primer tramo de rboles retorcidos y torturados, los exploradores se bajaronlas viseras. Desde cierta distancia, deban de asemejarse a diablos, ya que los cuernos oalas que adornaban los laterales de los yelmos cobraban nitidez en los parajes desrticos.Cuanto ms elaborados eran estos elementos, mayor rango ostentaba su propietario, salvoen el caso de Rennard, ya que el capitn slo exhiba un penacho que, a la manera de uncepillo, iba de la frente hasta la nuca.

    La espesura no era sino una vctima ms de la interminable guerra que flagelaba elcontinente de Ansalon. Huma trat de representarse aquellas regiones tal como eran antesde que las criaturas de la Reina de los Dragones las redujeran a tan triste condicin. Lostroncos quemados conferan al paisaje una nota siniestra, y reinaba entre los miembros dela patrulla un peculiar desasosiego. Todos espiaban su entorno, atentos al enemigo quequiz se agazapaba tras las socarradas cortezas.

    El caballero Huma aferr la empuadura de su espada. Por unos breves segundos, creyatisbar un amago de movimiento, y se puso raudo al acecho. Un lobo en semejantelugar? Prosigui el avance y nada vislumbr, as que supuso que los nervios le haban

    jugado una mala pasada. No haba vida en aquellos bosques; nada subsista, nada salvopesadumbre.

    Rennard impuso un alto levantando la mano. Ni siquiera l se mostraba deseoso dehablar, como si el sonido de su voz hubiera de convocar a entes inoportunos.

    Nos dividiremos dijo al fin, en tonos apagados. Colocaos cuatro a mi derecha y elresto al otro lado.

    Desenvain su acero mientras sus hombres tomaban posiciones. Huma qued entre uncompaero y Rennard, y, al recibir una indicacin de ste, inici la marcha a un pasolento pero firme.

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    El bosque trazaba, en uno de los escasos desniveles de la zona, una combadura acordecon la inclinacin del suelo. Si haba goblins u ogros en las inmediaciones, tenan queestar all. Rennard seal al caballero situado a la izquierda de Huma que cabalgara en laavanzadilla, y los otros se detuvieron a esperar. El adelantado desmont de su corcel, seencaram hasta lo alto de la colina y examin el panorama, mientras sus compaeros lovigilaban, ansiosos. Regres tan sigilosa y velozmente como pudo junto a los suyos y el

    joven soldado, que sujetaba las bridas de su caballo, se las devolvi.

    Y bien? inquiri el capitn.

    Goblins...; creo que es una banda de salteadores. Hay por lo menos una veintena deesos repugnantes engendros, y ahora estn comiendo. De todos modos rectific,aunque no he podido contarlos, no sobrepasan las tres docenas.

    Nada que no podamos vencer apunt Rennard, satisfecho, y Huma dio gracias aPaladine porque la visera le cubra el preocupado rostro. El jefe de la patrulla se encarcon l, el explorador y los dos soldados de su derecha, y le susurr: Rodeadlos por eselado, nosotros lo haremos por la izquierda. Cuando oigis mi imitacin de la lechuza,cargad. Huma, t encabezars el grupo.

    Algunos de los caballeros se agitaron en su silla, mas no se atrevieron a protestar. Eljoven estudi las expresiones de los tres subordinados, y no hall dificultad en leer elmensaje inscrito en sus pupilas. Quiso pedir que lo sustituyeran como cabecilla, peroRennard ya haba emprendido el viaje.

    Aunque la excursin no fue prolongada, tomaron toda suerte de precauciones. Losgoblins eran descuidados en todas las facetas de su existencia, y tambin en la tcticamilitar, pero no poda descartarse la posibilidad de que a un emprendedor dirigente se lehubiera ocurrido apostar centinelas. En general, esta raza no le era de ninguna utilidad al

    Seor de la Guerra, gran mandatario de las tropas de la Reina de la Oscuridad, salvo encalidad de ladrones. No obstante, el conocimiento de este hecho y de que en la lucha no

    posean la menor destreza, fue insuficiente para paliar los resquemores de Huma.

    El caballero no advirti la presencia de guardianes, de manera que se arriesg a bajar delcaballo e inspeccionar el campamento goblin desde un puesto elevado. No era necesarioverlos para recordar su apariencia, tan espantosa que el trmino fealdad era un puroeufemismo. Eran criaturas de tez verdosa, enfermiza, con la dentadura proyectada en unaespecie de sierra irregular sobre los labios, y unos ojos no menos saltones que los de lasranas. En cuanto a sus cuerpos, aunque achaparrados y deformes, no carecan de

    robustez. Sus pertrechos eran una mezcolanza de hachas, versiones ms o menosrudimentarias de arcos y todas las piezas que podan robar en el campo de batalla, inclusopiezas de armadura que se ajustaban en un absoluto caos.

    Bajo la mirada de Huma, un individuo se acerc a toda prisa al supuesto jefe, doblementecorpulento y monstruoso en relacin con sus secuaces. El goblin ms menudo lemurmur algo al odo, y el recin informado se puso tenso y comenz a impartir rdenes.

    El espa intuy lo ocurrido. El personaje que acababa de irrumpir en escena era uncentinela o haba abandonado a su grupo por azar y, as, haba detectado a Rennard ycorrido a propagar la noticia para que los goblins le preparasen una recepcin adecuada.Sea como fuere, al cabo de unos instantes, los habitualmente desordenados saqueadoresse haban alineado en una formacin de ataque que, dada la ventaja que les brindaba elfactor sorpresa, les permitira abatir al capitn y a sus soldados sin dificultad. Y no habatiempo de mandarles aviso.

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    Aprestaos al combate! areng Huma, a la vez que montaba de nuevo. Espada enmano, se volvi hacia los otros y aadi: A la carga!

    Ahora mismo? indag uno de los caballeros con evidente sorpresa, y el trointercambi mudas consultas que denotaban reticencia.

    El joven no poda perder ni un instante en afrontar sus vacilaciones. Equilibrados acero y

    escudo, espole a su cabalgadura, que, obediente, arremeti. Blandiendo sobre su cabezala refulgente arma, el caballero emiti el consabido grito invocando a Paladine y seenfrasc en su objetivo. Su propio valor lo llen de perplejidad, pero no menos que a losgoblins. Todos al unsono, sus rivales se volvieron para enfrentarse a tan inesperadaamenaza cuando el equino se adentr en el campamento y el jinete asest su primer golpecontra el ms prximo. El agredido alz su oxidado espadn en un intento de defensa,

    pero el golpe de Huma destroz el pertrecho y tambin a su portador.

    El nico propsito del improvisado asaltante consista en mantener a raya al enemigo afin de dar a Rennard y sus hombres la oportunidad que necesitaban. Traspas con el filode su espada a otro goblin, y los restantes se arrojaron contra el solitario contrincante conflechas, hachas y lanzas. Era consciente de que no les bastara con hacerlo prisionero.

    En tan apurada situacin, Huma oy un vocero a su espalda y comprendi que sus tresseguidores se haban decidido a intervenir en la reyerta. Se debati ahora con mayorentusiasmo, persuadido de que poda salvar la vida. Algunos de los goblins iniciaron ladesbandada frente a tan colosal cuarteto, pero otros se esforzaron en reagruparse bajo las

    precipitadas instrucciones de su caudillo.

    Inundaron el ambiente otras contraseas blicas, y el joven caballero comprob queRennard acometa al adversario desde la retaguardia. Los componentes de la cuadrillaque haban tratado de huir sucumbieron a los adiestrados corceles o a las metdicas

    estocadas del capitn, quien no dud en descoyuntar a cuantos le opusieron resistencia.Mientras azuzaba a su corcel, todo l destilaba una especie de complacencia en la muerte.

    Uno de los acompaantes de Huma fue derribado y eliminado de un contundentehachazo, sin que ste atinara a reaccionar. Incapaz de evitar el fatal desenlace, el soldadohubo de contentarse con matar a su vez al goblin mientras se recreaba en su triunfo. Elmalvolo engendro apenas tuvo opcin de ladear el rostro antes de que los cascosdelanteros del caballo se incrustaran en su crneo, partindolo en dos.

    Frente a su inminente derrota, los acampados se debatieron con singular determinacin.Tan solo tres jinetes les obstruan el camino hacia la libertad. Huma eludi a duras penas

    un salvaje lanzamiento, y una flecha pas volando a escasos centmetros de su cabeza.De pronto, un aullido quebr el aire.

    Algo, o alguien, salt sobre el corcel del caballero. Columbr el atacado una figuraanloga a la de un lobo, pero la similitud se rompa en la cadavrica lividez delaparecido, como si lo hubieran despellejado. Los colmillos amarillentos, ensalivados,eran casi ms largos que sus dedos de humano, y se haca ostensible que los conservabaafilados. El corcel exhal un relincho y, a pesar de las invitaciones a la calma de su amo,tens los msculos y escap de la escaramuza al galope, indiferente al frenes del jineteasido a su crin. Retumb un nuevo aullido, procedente de la misma criatura u otra de

    idntica naturaleza, y Huma agarr las riendas a fin de no salir despedido de la grupa delenloquecido animal. Los sonidos de la refriega se diseminaron en lontananza a medidaque ambos se internaban en el calcinado bosque.

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    Quin poda aterrorizar hasta tal extremo a un caballo adiestrado para los peoresconflictos? Desde luego, no un mamfero corriente.

    No transcurri mucho rato antes de que se borrara de la mente del joven cualquiercavilacin de esta u otra ndole. Fue cuando su cabalgadura atraves el enmaraadoramaje de una arboleda, y la tierra pareci zambullirse en una profunda sima bajo sus

    pies.

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    El Toro

    Era de noche cuando Huma recobr el conocimiento. Lunitari, en fase menguante,brillaba tenuemente y tea el aire de tonalidades rojizas. Como la sangre, pens elcaballero, y se conmin a descartar tan macabras comparaciones. Si Lunitari declinaba,qu otra luna prosperara? De Solinari no haba rastro, y, si la que creca era Nuitari, el

    joven nunca lo comprobara. Nadie atisbaba al satlite de las tinieblas, nadie excepto losTnicas Negras, una orden de hechiceros que veneraban al siniestro dios de la magia. Elastro era invisible para las personas comunes, y tambin para aquellos que seguan lassendas de la luz dentro del universo arcano.

    Al despejarse sus sentidos, Huma tom mayor conciencia de su entorno. El caballo yacaa su lado, rota la testuz a consecuencia de la cada. La gruesa armadura del humano y la

    blanda masa del corcel haban impedido que tambin l muriera.

    Se incorpor levemente e intent levantarse, y a punto estuvo de sufrir un desmayo.Tanto almohadillado no haba bastado para evitar la conmocin, de manera que aguard aque se le centrara la cabeza y estudi, mientras tanto, el panorama.

    Quizs el lugar donde se hallaba haba sido un ro en un tiempo remoto, antes de quecesara de llover. La profundidad del cauce era al menos cuatro veces su estatura, losuficiente como para causar la muerte de un caballo desbocado, aunque fuera tan robustocomo aquel ejemplar guerrero.

    La otra margen del lecho fluvial se encontraba a notable distancia. A juzgar por losenclenques matojos, que apenas merecan el apelativo de plantas, el soldado dedujo

    que el caudal se haba secado muchos aos atrs, posiblemente en los comienzos de lacontienda, cuando la Reina de los Dragones pretendi obtener una rpida y decisivavictoria sobre los adoradores de Paladine.

    Huma volvi a intentar ponerse en pie. Descubri que el persistente zumbido en la cabezase mitigaba hasta convertirse en mera molestia si no torca el cuello de modo abrupto o

    bajaba la mirada demasiado deprisa. Bien aleccionado por este criterio, fundado en suspropias experiencias, consigui incorporarse.

    Dioses! se quej.

    Fue un reniego involuntario, fruto de su desazn al percatarse de que estaba solo en

    territorio hostil. Los otros deban de haberlo dado por perdido o, peor an, tildaron sucarrera de huida cobarde.

    Comenzaba a formarse la niebla, una bruma que extenda sus glaciales y etreos dedos atravs del barranco. Se le ofrecan dos posibilidades: pernoctar all mismo y aguardarhasta el alba para emprender viaje lo que poda equivaler a toparse con otra banda degoblins o caminar en la penumbra y confiar en que los habitantes del paraje fueran tanciegos en la negrura como l. En realidad, ninguna de estas perspectivas le agradabademasiado, pero no se le ocurra ninguna otra.

    Su migraa ceda por momentos, as que se arriesg a inclinarse para registrar el suelo en

    busca de su espada. Estaba cerca, inclume. Sus alforjas, en cambio, presentaban unmayor problema, ya que una parte se hallaba sepultada bajo el cuerpo de su cabalgaduray, aunque Huma no careca de fuerza, la postura del animal haca virtualmente imposible

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    alzarlo o darle la vuelta. Hubo de conformarse con algunas provisiones, yesca, pedernal yvarios artculos personales que guardaba en la mitad intacta de sus bolsas.

    Al caballero no lo seduca la idea de deambular en plena noche, pero an le disgustabams avanzar bajo la luz del sol, en terreno descubierto y sin compaa. Recogi susexiguas pertenencias y, espada en mano, acometi la escalada de una de las riberas. La

    bruma sera menos densa en las alturas, y adems los parajes elevados resultaban msaconsejables desde el punto de vista estratgico. Al menos, eso esperaba el joven.

    La niebla no empeor, aunque tampoco puede decirse que perdiera consistencia. Humadistingua casi todas las estrellas, pero su radio de visin en tierra no sobrepasaba los tresmetros y haba de hacer ingentes esfuerzos para distinguir los detalles en los dbilesintentos de la luna roja por iluminar la brumosa zona. La espada permaneca presta en sumano izquierda, si bien no portaba escudo, ya que la pieza sali volando en eldescomunal salto del equino.

    Al meditar sobre la desenfrenada conducta del animal, el caballero no pudo por menosque evocar el demonaco semblante que haba contemplado. Si aquel ente andaba suelto...En un gesto instintivo, aferr la empuadura de su arma.

    Haca una hora que caminaba, cuando oy unas voces speras y socarronas. Eran degoblins! Se ocult raudo detrs de un tronco en putrefaccin, dado que no lo separabande aquellos individuos ms de una decena de metros. Slo la niebla lo haba salvado delencontronazo.

    Al menos eran tres o cuatro los que se haban reunido y al parecer bromeaban acerca deldestino de alguien. Tal vez un prisionero? Aunque una parte de su ser lo urga aescabullirse hacia la seguridad, la otra, la ms noble, le exiga brindar ayuda al cautivo.Con sigilo, se acerc y aguz el odo.

    Un timbre bronco, desabrido, aliment su dolor de cabeza y fren su retroceso.

    Creo dijo el dueo de aquel vozarrn que el Seor de la Guerra nos dar por luna sabrosa recompensa.

    Quiz nos entregue al toro apoy al primer sonido otro ms cavernoso. Meencantara desollarlo y hacerme una alfombra con su piel; fue l quien mat a Guiver.

    Pero si Guiver nunca te fue simptico!

    Me deba dinero, y ahora nunca lo cobrar.

    Cmo suponis que lo eliminarn los ogros? intervino un tercer desconocido.

    Huma, que haba seguido con suma atencin el coloquio, percibi el sonido de uncuchillo al ser afilado en la roca.

    Despacio contest uno de los contertulios. Emplean toda su viperina inteligenciacon prisioneros como ste.

    Rechinaron unas cadenas, y el caballero intent localizar el origen del sonido. Tras unacorta reflexin, situ el movimiento a la derecha.

    Est despierto verific uno de los aprehensores.

    Por qu no nos divertimos a su costa? propuso otro.Las cadenas volvieron a matraquear y una voz, resonante hasta vibrar en rincones

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    remotos, reclam:

    Dadme un arma y dejadme luchar.

    Ja! se mofaron los goblins. Eso es lo que te gustara, verdad, cara de vaca? Nosomos tan necios como crees.

    Me liberar antes de que vengan vuestros secuaces amenaz la voz del preso,degenerando en un gruido fruto de un colosal esfuerzo.

    Los gritos de los repugnantes individuos Huma pudo discernir hasta cuatro tonosdistintos se apagaron, y slo recobraron mpetu cuando los bramidos se redujeron aentrecortadas inhalaciones sin aliento.

    Por un momento cre que lo conseguira coment uno, entre el estrpito metlico delas ataduras de la vctima.

    Os apuesto dos monedas de cobre a que es capaz.

    Eres un estpido! Arriesgaras tu dinero en algo tan nimio?

    Guiver lo habra hecho.Concentrado en la discusin de los goblins, Huma apenas oy unos amortiguados ruidosde pasos a su espalda. En el instante en que lo hizo qued persuadido de que lo habandescubierto, si bien el recin llegado continu impertrrito su camino, y el caballeroadvirti que la criatura, un centinela de la misma raza que aquellos a los que espiaba, novea ms all de la vereda en la densa bruma. De todas maneras, unos metros ms loacercaran a su escondrijo lo bastante como para que ni siquiera esta circunstancia evitarasu deteccin.

    Haciendo acopio de valor, el joven traz un sigiloso rodeo por detrs del guardin. Le

    acech una pisada tras otra, pero su zancada doblaba la del enemigo y no tard ensituarse a su lado. Un poco ms y podra asaltarlo.

    Un rugido de furia atron el campamento. Caballero y goblin se giraron de formamecnica, y se atisbaron y otearon mutuamente a fin de aquilatar las posiblesconsecuencias de un combate. Huma fue el primero en actuar, saltando sobre su rival enun desesperado afn de silenciarlo. Espada y cuerpo derribaron juntos al menos gilmonstruo, aunque este ltimo tuvo tiempo de exhalar un grito capaz de alertar a suscompinches.

    Cazaporcinos?Huma maldijo su suerte y se apart del cadver. Mientras, los goblins haban desistido deatormentar a su presa que era la causa de sus alaridos y echado a andar en ladireccin de donde proceda la llamada de su amigo.

    Cazaporcinos!

    Seguramente ha vuelto a tropezar con una roca.

    Aunque as sea, por qu calla ahora? Acaso se ha abierto el crneo? apunt otroms avispado. Cazaporcinos!

    La prudencia me manda quedarme donde estbamos reunidos sugiri el cobarde derigor. Como medida preventiva.

    Ya hemos dejado a Snee. O vienes con nosotros o probars una racin de lo que pronto

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    darn al toro.

    De acuerdo, no hace falta que te enfurezcas se rindi el huidizo.

    Armaban entre todos tanto revuelo que ellos mismos cubran a Huma. No podan orlo enmedio de su alboroto y, pese a que contra su natural imprevisin uno se haba armado conuna antorcha, la bruma escudaba al caballero. Sea como fuere, al cabo de unos segundos

    hallaran los despojos de su compinche y este hecho privara al joven de su pasajeraventaja.

    Sus escurridizas maniobras llevaron al soldado hasta el permetro del campamento.Vislumbr una abultada figura en el suelo, doblada sobre s misma y quiz con un cascocoronado por un par de cuernos, pero el nebuloso ambiente le prestaba una configuracinque rompa las proporciones inherentes a un humano, un elfo o un miembro de las tribusenaniles. Una fogata arda dbilmente, y a su luz otro ente sombro, rechoncho, seaproxim a la primera figura. Deba tratarse de Snee, el goblin que permaneca al cuidadodel prisionero.

    Pese a que las llamas proyectaban una luz difusa sobre el claro, Huma pudo calibrar sinfalsos optimismos el riesgo al que se expona si atacaba al enemigo antes de que ste loviera. El terreno no brindaba ningn cobijo, y el agitado personaje iba de un lado a otroen un estado de manifiesta excitacin. En sus garras sostena lo que al observador se leantoj una temible hacha, de las que solan utilizarse a dos manos.

    El acuclillado caballero toc de modo casual unos guijarros, y unos inconexosfragmentos de plan comenzaron a perfilarse en el naufragio que era todava su cabeza.Asi un puado de aquellas piedras, se apalanc en las rodillas y, despus de elevar una

    plegaria a Paladine, arroj los improvisados proyectiles hacia un extremo del paraje, lejosdel cautivo.

    El centinela reaccion como caba esperar, con gran alivio por parte de Huma. Mientrasse dedicaba a investigar, el joven hizo una segunda provisin de guijarros y, ponindosede pie, se encamin cauteloso al lugar donde estaba el irreconocible ser de las cadenas.Ya detrs de su espalda, realiz un nuevo lanzamiento de guijarros, intentando que estavez cayeran en un punto an ms apartado. Hecho un manojo de nervios, recorri elltimo tramo hasta su objetivo.

    Ignoraba la identidad de aquel infortunado, pero era patente su gigantesco tamao ytambin, ahora que estaba en su proximidad, el fuerte olor que despeda. El yelmo ms

    pareca un tocado, si bien no era sta ocasin propicia para fijarse en detalles.

    Procura mantenerte quieto susurr el soldado.Not que el monumental cuerpo se pona rgido, pero no hubo respuesta articulada.Desde su ngulo de mira, el caballero repar en que, a diferencia de los encadenados

    brazos, las piernas estaban ligadas mediante tosca cuerda. Se tante el cinto y extrajo unadaga, coincidiendo este acto con un aullido colectivo de los otros goblins. Habanencontrado a su amigo muerto.

    Corta los nudos y echa a correr. Yo har cuanto pueda para entretenerlos.

    No haba acabado de transmitir su conciso mensaje cuando lo asalt la idea de que, msque un valiente, era un insensato. En cualquier caso, no le corresponda juzgarse a smismo sino, como buen caballero, dar la vida por su prjimo. Tal era su deber, y debacumplirlo.

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    Se enderez a la vez que Snee retroceda para averiguar el motivo del gritero. Al principio el goblin lo tom por uno de los suyos, pero el equvoco se deshizo deinmediato y el deforme guardin balance su hacha antes de descargarla con gran energasobre el joven intruso. No obstante, la pericia de ste le permiti esquivar el golpe eincluso rozar el brazo del adversario. En un alarde de sentido comn, el burlado atacante

    pidi socorro.

    No haba maestra en las arremetidas del goblin, tan slo fuerza bruta. Huma eludifcilmente los mandobles, aunque a costa de una demora que poda costarle muy cara sillegaban los otros en auxilio del centinela antes de que zanjaran sus diferencias. Losestampidos de sus presurosas pisadas vibraban ya en el aire.

    De repente, se dibuj la forma del cabecilla del grupo, quien, con una voz que denotabaasombro y susto, vocifera El toro se ha soltado!

    En efecto, el enigmtico cautivo estaba libre. El caballero se pregunt a quinexactamente haba ayudado, al pasar por su lado, con un bramido primitivo y ms velozque un tornado, una sombra de vigor espeluznante. El sobresaltado goblin al que el jovense enfrentaba dej caer su arma y se desmoron, inconsciente, en el suelo.

    Desarmado como estaba, y atenazadas las manos por grilletes, el extrao coloso no tenaprobabilidades de sobrevivir en un combate contra tres oponentes. As lo dictaminHuma, pero, al volverse para intervenir en su favor, lo primero que se impresion en suretina fue la imagen de una torre andante que abrumaba a los supuestos vencedores comosi de nios indefensos se tratase. Uno se haba puesto a su alcance y ahora giraba enenloquecidas vueltas en torno de su testa, los otros reculaban espantados, y el caballerohizo una pausa, indeciso acerca de la conveniencia de tomar parte en la lucha.

    El gigante lanz al goblin que haca piruetas en su garra sobre el ms cercano de sus

    compaeros, quien, tras evitar el fardo viviente, gimi y se dio a la fuga, con tan malafortuna que se estrell contra el tercer individuo. Se oy un ominoso crujir de huesos, yambos se desplomaron.

    El cuarto, el que se desmayara delante de Huma y que haba despertado durante lareyerta, no tuvo ocasin de defenderse. La imponente, musculosa figura extendi los

    brazos hacia l y le rode la nuca con las cadenas. Sin ms prembulos, de un tirn quereflejaba la fuerza de aquellas macizas extremidades, los eslabones se incrustaron en lacarne y descoyuntaron al agredido. La carcasa sin vida del goblin se vino abajo como unsaco.

    Huma se haba detenido a varios metros del cautivo al que restituyera la libertad, lo queno fue bice para comprobar que lo sobrepasaba al menos dos palmos en estatura pesea que l era ms bien corpulento y lo doblaba en cuanto a circunferencia del torso. Sus

    brazos eran tan gruesos como las piernas del joven y, en lo relativo a los cuartosinferiores, su aspecto indicaba que podan soportar una carrera de treinta kilmetros sinflaquear, ni siquiera cansarse.

    Satisfecho de su venganza, el grandulln alz la mirada y escrut al humano. Con vozsonora y profunda, declar:

    Tienes mi imperecedera gratitud, Caballero de Solamnia. Nunca podr pagar la deuda

    que he contrado contigo, pero har cuanto est en mi mano para compensarte, aunqueesa tarea me ocupe el resto de mis das.

    Huma conserv su postura expectante, si bien se desvaneci la desazn que antes lo

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    No me hables de deudas reproch al otro. Cualquiera habra hecho lo mismo.

    De verdad piensas eso? le increp el enorme individuo, con un siniestro chasquido.

    Se encar entonces con el caballero e, incluso en la exigua claridad, ste tuvo plenaconstancia de que no haba rescatado a un hombre ni a un elfo. Los cuernos eran parteintegrante de la criatura, tanto como el pelaje oscuro y rico que le cubra el lomo. Lostoscos goblins, al aplicarle el apelativo de toro, haban dado en el clavo: no caba mejordescripcin que la de tal animal, salvo en que posea el cuerpo de un humano.

    Era un minotauro.

    El recin identificado personaje dio hacia Huma unos pasos lentos, pausados, como parademostrarle que no iba a lastimarlo. Aunque el aprendizaje formal del soldado le advertaque se hallaba ante un adversario de los ms feroces, su innata curiosidad haba

    provocado en su nimo una especie de fascinacin. Pocos eran los habitantes de la zonaque haban visto un minotauro, ya que la patria de aquella raza estaba en un distante

    confn de la costa oriental de Ansalon. Sin embargo, los sentimientos que le inspiraba sucontertulio no impidieron que blandiera la espada en una posicin ms defensiva.

    La cabeza del hombre-toro era exageradamente grande aun para su desmesurado cuerpo.Una pelambre recia y negruzca protega el crneo y la testuz, a la que se sumaba en elresto de su anatoma una fina pelusa. Sus ojos no diferan de los de un autntico animalde su especie, excepto en el atisbo de inteligencia que brillaba en las rbitas. El hocico,corto y achatado, revelaba una dentadura ms adaptada a desgarrar carne que a arrancarhierba. Record Huma algunas de las leyendas que sobre tales seres se contaban y, sin

    proponrselo, dio un paso atrs.

    El minotauro estir sus largas manos a fin de exhibir las cadenas que entorpecan susacciones. Los dedos eran ms rudimentarios que los de un humano y terminaban enpuntiagudas uas o, mejor dicho, pezuas. En comparacin, los del caballero resultabantan tiernos como los de un nio de un ao.

    A diferencia de los goblins, que siempre dejan que se acumule a su alrededor unnutrido nmero de contrincantes antes de plantearse siquiera un ataque, intuyo que t eresrpido. Sabes, adems, cmo utilizar tu bonita arma.

    En efecto corrobor el desconcertado joven. Qu haces aqu, por qu teapresaron esos goblins? Es del dominio pblico que tu pueblo ha hecho un pacto de

    alianza con los ogros y sus secuaces.Los fulgores encarnados de la luna dieron a los ojos del cautivo una inquietante expresinmientras explicaba:

    Te equivocas al elegir los trminos, Caballero de Solamnia. No somos sino esclavos denuestros primos, quienes se han apoderado de nuestro territorio y retienen a nuestrasfamilias en calidad de rehenes. Por supuesto, la palabra que emplean es proteccin.Hoy nos gobiernan a su antojo, algn da los minotauros los someteremos a nuestro yugo.Esperamos con ansiedad que llegue ese da.

    Lo que no arroja ninguna luz sobre tu condicin de prisionero.

    Al interpelar as al coloso, Huma se mostr tan confiado como pudo, a pesar de susresquemores. No habra de costarle mucho a aquella criatura partirle el cuello, unosminutos antes haba tenido fehaciente testimonio de su brutalidad.

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    El bestial personaje relaj sus msculos y confes su crimen.

    Mat a mi capitn ogro, humano. Lo derrot con las manos desnudas. Fue un golpeseco, preciso, que le machac los sesos en un santiamn.

    La idea de rebelarse contra un superior, ms que la de eliminarlo, escandaliz aldisciplinado caballero. Levant su visera y reuni valor para acercarse al minotauro.

    Lo asesinaste?

    No me agradan los ogros ms que a ti fue la rotunda sentencia del otro. Al fin y alcabo, gracias a m, nadie sucumbir ya al filo de su hacha y, debo concedrselo, era unexperto en el manejo de esa arma. Fueron muchos los que perecieron bajo su acero,incluidos los dbiles y desamparados. Lo sorprend a horcajadas sobre los cadveres deun hombre anciano y dos rapaces, quiz sus nietos, e hice lo que cre justo. No otorgahonores aniquilar a los viejos, los adolescentes y los que no pueden defenderse, al menosno entre mis congneres. No es que toleremos la traicin, pero en ciertos casos,

    justificamos el proceder de los nuestros si sus objetivos son honestos. Imaginaba que

    estos cdigos existan tambin en tu hermandad, aunque tu actitud denota que no heacertado a interpretaros. Hizo un alto, en el que volvi a mostrar a Huma sus muecasencadenadas. Acaba conmigo o abre mis grilletes le exhort. No discutir, no mequedan energas para entrar en debate. Los goblins drogaron el escaso alimento que medaban, y el ltimo esfuerzo me ha dejado exhausto.

    Era evidente que el toro flaqueaba en sus pesados bamboleos. Frente a tal declaracinde principios, tambin la voluntad de Huma se resquebraj: tom una resolucin, cambide parecer, se desvi hacia una tercera decisin y se ratific de nuevo en la inicial. Nisiquiera entonces actu, pues se le haca difcil admitir y rechazar al mismo tiempo laveracidad del relato de aquella extraa figura. Los minotauros eran una raza honorable,

    pero tambin servan a los dioses del Mal, o as se lo ensearon a l desde la infancia.El brazo de la espada empez a temblar, a causa tanto de sus dilemas mentales como dela incmoda posicin en que lo haba mantenido todo aquel rato. El gigante aguardaba

    paciente, dispuesto a morir o saborear una vez ms el placer del libre albedro. La calmay la fe con que ojeaba al humano que lo haba rescatado inclinaron, al fin, la balanza ensu favor. Despacio, reposado, Huma envain su acero.

    Quin de ellos era el encargado de las llaves?

    El minotauro hinc la rodilla. Su respiracin sala en estentreas bocanadas, como las deltoro que se apresta a embestir.

    El que descargu sobre los otros dos. Si alguien las conserva, tiene que ser l, aunqueyo nunca vi tales instrumentos. Despus de todo, no haba motivo para portarlas. Quiniba a querer libertarme?

    Mientras el agotado individuo descansaba, el soldado solmnico se volc sobre el goblinque aqul le haba indicado y registr las innumerables bolsas que se alineaban en sucinto. Cada una de ellas contena variopintas colecciones de objetos, en su mayoratrofeos de guerra conociendo a los de su calaa, probablemente fruto del pillaje de losmuertos y algunos rarsimos. En uno de los saquillos palp la buscada llave.

    El minotauro tena los ojos cerrados, y a Huma le preocup la posibilidad de que algunode sus rivales le hubiera infligido una herida letal. No obstante, al or el tintineo metlicoa pocos centmetros de su rostro, el musculoso yaciente alz los prpados.

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    Te estoy muy agradecido dijo despus de que el caballero deshiciese sus ataduras.Juro por mis ancestros de veinte generaciones que no cejar hasta que haya saldado mideuda.

    No ser necesario, tan slo he cumplido con mi deber insisti el humano.

    De algn modo, el bovino logr asumir una mueca de escepticismo que nada tena que

    envidiar a las que adoptan los hombres.A pesar de tus protestas, he empeado mi palabra y no he de defraudarme a m mismo.Hallar una ocasin apropiada de corresponderte. Nadie podr acusar a Kaz de ser menosnoble que sus antepasados.

    Te sientes capaz de caminar? se limit a inquirir Huma, incorporndose.

    Dame antes un respiro solicit el otro, y examin los contornos. Adems, noabrigo el menor deseo de merodear por el campo en plena noche. Prefiero cobijarme enalgn sitio.

    De quin te escondes? le interrog el perspicaz caballero, a quien no se le ocurraqu perseguidor poda inspirar miedo a tan macizo luchador salvo un dragn u otracriatura de anlogas proporciones.

    El capitn le esclareci Kaz era uno de los oficiales predilectos del Seor de laGuerra. Estoy persuadido de que ste ha enviado en mi busca a algunos de los animalesde compaa del renegado.

    No te entiendo.

    De forma sbita, el minotauro centr todo su inters en la adquisicin de un armadecente. Atrado por el hacha que soltara el primer oponente de Huma, la recogi yevalu.

    Estupenda, debe de ser de factura enanil mascull, y acto seguido agreg: Espero,de todos modos, no precisar sus servicios. Dadas las circunstancias, ninguno de nosotrossobrevivira de producirse la confrontacin.

    En manos del goblin el pertrecho pareca enorme. Kaz, en cambio, lo esgrima con lasoltura de quien se ha valido de otros an mayores. Estaba diseado el astil paramanipularlo con las dos extremidades, y al hombre-toro le bastaba una de sus pezuas.

    En qu direccin viajas?

    Hacia el norte.

    A Kyre?Huma titube. Era consciente de que casi ningn caballero, ni siquiera Bennett, habraayudado a semejante criatura. Al contrario, lo habran azuzado a marchar a punta deespada por aquel terreno devastado y jams le habran comunicado su destino. Si elsupuesto prisionero era en realidad un espa, un simple desliz podra tener fatalessecuelas para el conjunto de la Orden, no nicamente para su persona. No obstante, Kazrebosaba honradez y dignidad. El soldado se contuvo un momento ms, y cedi.

    S, a Kyre. He de reincorporarme a filas.

    El minotauro balance el hacha sobre su hombro, antes de ajustara a lo que, segncomprob su acompaante, constitua un arns concebido para este propsito. Se tratabade una de las dos nicas piezas que formaban el vestuario del hombre-toro, siendo la otrauna especie de taparrabo de cuero.

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    Opino que esa ciudad no es una eleccin aconsejable, pero no ser yo quien te hagadesistir apunt discretamente a su salvador.

    A qu te refieres?

    Kaz esboz un remedo de sonrisa humana, en la que se lea una mezcla de pesar y deleiteanticipado.

    Kyre es ahora el frente. Mis primos, los ogros, estn sin duda all mientras t y yocharlamos. Hizo chasquear la lengua y concluy: Ser una lucha gloriosa; meencantara intervenir.

    Huma torci la boca en franca desaprobacin frente al entusiasmo que la idea de matarsuscitaba en su nuevo compaero. Era obvio que algunos de los relatos que circulabansobre el extrao comportamiento de los minotauros eran del todo verdaderos.

    Endurecido el semblante, el soldado limpi la sangre reseca de su arma y mir de reojo alotro personaje, a quien no le pas inadvertida su revulsin.

    Puedes venir conmigo o ir a tu antojo, Kaz invit el joven al mestizo. Respetar tudeseo. Quiz los caballeros te reciban con suspicacia al enterarse de que eres un desertor.

    De ah que tu proyecto no me pareciera aconsejable repiti el aludido. S lo quesientes, soldado solmnico continu, firme y seguro, no se me escapa el abismo quesepara a nuestras razas. Pero, por encima de todo, te he prometido lealtad y, si he de sertesincero, antes prefiero enfrentarme a tus colegas que entregarme a mis huestes ysometerme a la tortura y la ejecucin. Me horrorizan los cariosos mtodos de losogros.

    Un aullido surc la noche. Huma dedujo que se trataba de un lobo, que no era unmamfero vulgar. Su manifestacin era demasiado glida, demasiado perversa.

    Ser mejor partir apremi Kaz. No es ste un lugar adecuado donde pernoctar; losefluvios de muerte congregarn a visitantes a los que no me apetece saludar.

    Huma tena los ojos clavados en el punto de donde proceda el tenebroso grito. Asintisin pensar, de pronto complacido con la compaa de aquella torre ambulante.

    De acuerdo musit, y le tendi la mano. Me llamo Huma.

    Un nombre sonoro, de guerrero audaz lo felicit el minotauro, y apretuj su palmacon una presin que no le quebr los huesos de milagro.

    El humano dio media vuelta y se aplic a recuperar sus enseres. Cmo se haba

    equivocado aquel grandulln! Si era un guerrero hasta en su apelativo, por qu tiritabaen todas las vsceras de su ser? Intent representarse a Bennett en su misma situacin,resolviendo el problema a la manera de un luchador nacido para el mando. Talescavilaciones no hicieron sino deprimirlo ms todava, ya que adems estaba persuadidode que el comandante nunca se habra dejado arrastrar hasta extremos tan absurdos.

    Abandonaron el campamento con su inmundicia, con las ascuas esparcidas, yemprendieron la ruta que design Huma. Ninguno de los dos despeg los labios, porvarios motivos. A su espalda, afortunadamente a una distancia considerable, renacieronlos aullidos.

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    Huma, Kaz y un Dragn Plateado

    Los dos viajeros no pudieron llegar muy lejos sin verse forzados a descansar. Humatodava tena molestias por culpa de su accidente, y Kaz no se haba recuperado de losefectos de la droga que agregaran los goblins a su comida despus de capturarlo.

    Fui un estpido se denost a s mismo. Me atraparon cuando dormitaba como unrecin nacido y me embroquetaron a la manera de un conejo. Por suerte, no figura entremis defectos el de tratar de enfrentarme a dos lanzas que me atenazan al suelo. Nisiquiera los goblins habran fallado a tan corta distancia.

    El minotauro se ri de su comentario, pero Huma no lo encontr divertido.

    Ambos convinieron en detenerse en una loma que les proporcionara cierto grado de proteccin, aunque al caballero lo inquiet la semejanza del lugar elegido con elemplazamiento de la primera patrulla de saqueadores. En cualquier caso, era preferible alcampo abierto. El joven no deba preocuparse sino de mantenerse despierto el tiemposuficiente para alertar a su compaero a la hora del cambio de guardia.

    Conversaron un rato, acaso porque a ninguno lo seduca la idea de abandonarse al sueo.Huma disert acerca de su hermandad, las creencias bsicas y la organizacin que laregan. Kaz, su oyente, hall interesantes a los Caballeros de Solamnia. Lo asombraronalgunos aspectos de su personalidad, especialmente su hondo respeto por el concepto delhonor.

    Cuando le toc el turno, el hombre-toro no se extendi en detalles sobre su pueblo. Erangrandes navegantes, tal como se afirmaba, pero en la actualidad los ogros los controlaban

    y haban influido en sus costumbres. An celebraban torneos en los que se ascenda derango al derrotar al contrincante, si bien los invasores eran poco aficionados a sus fiestase introducan cambios ms acordes con su carcter. Debido a estas y a otrasimposiciones, Kaz haba concebido un odio sin lmites contra sus supuestos superioresantes de ajusticiar al capitn. A su juicio, nada haba peor que la servidumbre frente acriaturas de una raza hermana.

    La perspectiva de confiar su vida a aquel gigante desazonaba al soldado solmnico.Haba comprobado cuan salvaje poda volverse el minotauro. l nunca habra desnucadoa un rival con la eficiencia y el ansia con que lo hizo el entonces cautivo. Sin embargo,

    estaba seguro de poder dar crdito a la palabra que el otro haba empeado. Su debate,preado de recelos y reprimendas, se prolong hasta que el agotamiento hizo presa en l.Se zanj en tablas, en punto muerto.

    Transcurri la noche sin percances, y tranquilas fueron tambin las primeras horas de lamaana. Ingirieron para desayunar las exiguas provisiones que le quedaban a Huma, yaque un breve escrutinio a las bolsas de los goblins haba borrado de su nimo todo deseode aprovechar las raciones que stos portaban y, por aadidura, los nuevos compaerosignoraban si haban sido manipuladas.

    Haca un tiempo desapacible. De madrugada se levant un viento helado, y el caballerose alegr de vestir prendas almohadilladas debajo de la armadura. A Kaz, por su parte, nolo afectaba el fro; perteneca a una especie de exploradores, marineros y mercenarios, yen su patria reinaban las bajas temperaturas durante los meses invernales. Desnudo el

    pecho, sin calzar botas, el minotauro avanzaba con absoluta complacencia. De haber

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    estado obligado a caminar descalzo, el humano tendra ahora las plantas sanguinolentas,llenas de araazos y ampollas. El terreno haba sufrido estragos en la guerra, era rugoso yyermo. A medioda, Huma distingui unos jinetes en lontananza. No iban en direccin delos dos aventureros, y se difuminaron a los pocos segundos, pero el joven asever que setrataba de una avanzadilla de tropas y que caba en lo probable que se tratara deCaballeros de Solamnia. De ser as, todo indicaba que la columna o una parte de ellaesperaba en las inmediaciones.

    Kaz no estaba tan convencido respecto a la identidad de los jinetes. Dado que se hallabana pocos kilmetros del frente, poda ser cualquiera de los grupos en litigio.

    Cierto admiti, sus perfiles parecan de hombres o elfos, pero podran sermiembros de los ejrcitos de Takhisis. Nunca has visto a la Guardia Tenebrosa, la lite delas huestes del Seor de la Guerra, ni tampoco a los renegados. Su constitucin no difierede la tuya aunque estn a las rdenes del Mal.

    Quines son los renegados? inquiri Huma, desconcertado frente a esta palabra queel otro ya haba mencionado en una ocasin.

    Hechiceros que no han pasado por la escuela, magos locos. Todos ellos, de una manerau otra, han eludido integrarse en las rdenes arcanas, si bien debo puntualizar quealgunos no son perversos. Se rumorea que uno, poseedor de gran poder, ha sellado un

    pacto con la Reina de la Oscuridad, y que la soberana, en su desesperada sed de triunfo,ha despachado en su favor a los Tnicas Negras.

    Magia: el soldado conoca mejor sus entresijos que cualquiera de sus compaeros. Sehaba criado en su presencia, su amigo ms ntimo haba abrazado esta vocacin. Desdeel principio, Magius le haba anunciado que algn da sera un hechicero de grandesfacultades, mientras que l mismo se haba inclinado hacia la dignidad caballeresca que

    segn su madre le corresponda por herencia.Pensar en Magius indujo al joven a recordar sus aos de adolescente, aos que, aunqueentraables en ciertos aspectos, haban dejado en su talante una nota de amargura einseguridad. Haca lustros que no se tropezaba con su viejo amigo, desde el da en queste completara sus estudios de autodidacto y entrase en la Torre para someterse a unaespecie de prueba que decidira su futuro. En aquellas mismas fechas, Huma tom su

    propia resolucin, partiendo en busca de los Caballeros de Solamnia para solicitar unaplaza en sus filas.

    Desech raudo tales recuerdos, y prosiguieron su marcha. Kaz escrutaba continuamente

    el horizonte, pese a que el paisaje no le resultaba familiar. En un punto, dio media vueltae indag:

    Son as todas las tierras donde residen los humanos?

    Nunca habas contemplado nuestros dominios?

    Slo las regiones ms desrticas. Dnde iban a confinarnos los ogros sino en las peores posiciones? se lament el minotauro. Ten presente que ellos prefierenprescindir de nosotros antes que de los goblins. No confan ni en unos ni en otros, perosaben que a estos intiles pueden manejarlos.

    Huma manifest su comprensin asintiendo, y explic:

    Todava quedan lugares que no han sido deteriorados por la guerra, aunque vanmenguando a medida que el conflicto se recrudece. All donde se eriga mi hogar es

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    ahora un paraje devastado como el que recorremos.

    Tales descripciones invocaron una oleada de recuerdos, as que el caballero se conmin aconcentrarse en la senda y dejar atrs el doloroso pasado.

    Tenemos compaa le advirti Kaz, y apunt con el mentn hacia adelante.

    Huma entrecerr los ojos para forzar la vista y vislumbr a ms de tres docenas defiguras, todas humanas, que iban hacia ellos. Sobrevivientes, adivin, habitantes perdidosde algn pueblo que huan con dos desvencijados carromatos tirados por animales mediomuertos, bajo el gobierno de hombres que no se hallaban en mejores condiciones.Tambin haba mujeres en el deprimente cortejo, e incluso un par de nios. Alaproximarse, el caballero se percat de que los desconocidos lanzaban al bovino miradasde mal augurio.

    Debemos ser cautos, Kaz.

    Frente a estos campesinos patticos? se burl el aludido. No te preocupes, yo meencargar de ellos.

    Estir el brazo para agarrar el hacha atada a su espalda, pero el joven lo retuvo.

    No! lo censur. Eso sera un asesinato.

    El habitualmente rpido guerrero titube. La mente de un minotauro funcionaba demanera muy distinta de la de un humano. Kaz detectaba una amenaza, haba enemigosms que suficientes para abatirlo si no reaccionaba, y en su mundo no se aceptaba elcompromiso: o se venca o se mora. Huma permaneci inmvil, pues no deseaba lucharcontra Kaz, pero tampoco poda consentir que su acompaante embistiera a aquellos

    pobres refugiados.

    Aunque el gigante baj la mano, el dao ya estaba hecho. Los desheredados slo vieronel desafo de un monstruo, y ya haban sido testigos de la destruccin de sus hogares y lamatanza de amigos y familiares. Su sentimiento de impotencia haba ido en aumento, sin

    paliativos, y ahora un minotauro solitario, que representaba todo cuanto de malfico hayen el universo y en el que se condensaba su sufrimiento, les obstrua el paso.

    Varios hombres y mujeres echaron a andar, convertidos en una plebe harapienta yfantasmal. Estaban plidos y asustados. Su gesto era un suicidio, alimentado por elanhelo de atacar antes de perecer.

    A Huma lo trastorn el espectculo de aquellos muertos vivientes. Aperos de labranza,cuchillos, cuerdas y artculos domsticos se recortaban como armas, mientras Kaz se

    afianzaba en su puesto.Si adelantan un poco ms, atacar, sin importarme lo que t opines. No morir en susmanos porque les tengas lstima declar el coloso.

    Las pupilas de este ltimo brillaban, enteladas bajo una pelcula sanguinolenta querevelaba su predisposicin a actuar. El caballero se interpuso y, enarbolada la espadafrente al cortejo, bram:

    Deteneos! Nadie pretende lastimaros.

    Fue un intento fruto de la angustia, un arrebato de resultado previsible. La hostil turba

    hizo un alto, mas nicamente para deliberar sobre lo que deban hacer con el jovencaballero que interfera en sus designios.

    Aprtate orden uno, un anciano de cabello cano que marchaba al frente de la

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    columna de refugiados. Un parche le cubra un ojo, y la mancha rojiza que lo empaabadelataba una herida reciente. Su piel estaba cuarteada y los mechones de pelo, escasos yapelmazados, se le adheran al cuero cabelludo. Es a l a quien queremos, no a ti. Hade pagar por lo que ha hecho!

    No ser a vosotros se obstin Huma. No os ha puesto las manos encima.

    Una mujer algo mayor que el soldado, ajada pero con los vestigios de una marchitabelleza en su rostro, escupi sobre l.

    Es uno de ellos! le opuso. Qu ms da que eliminara a mis vstagos o a los deotro? Las iniquidades que no haya hecho aqu las habr cometido en lugares semejantes.

    Era prolijo todo este razonamiento. No escucharan a Huma y, aunque accedieran adejarlo hablar, el joven no mitigara los horrores que haban experimentado. Kaz era elnico que apagara su rencor.

    Agobiado, el caballero blandi su acero. Se levantaron murmullos y los menos osadosrecularon, pero la supuesta traicin de un soldado solmnico a su propia raza era ms de

    lo que una minora poda tolerar. Encabezado por sta, el gento volvi a avanzar no slohacia el minotauro, sino tambin hacia el hombre.

    Detrs del segundo amenazado, su macizo compaero deslig las trabas del hacha.

    Nada has de temer, Huma lo alent. Los aplastaremos.

    Haba euforia en estas frases, ms de la que el joven apercibiera en sus anterioresintercambios.

    Ni siquiera la portentosa imagen de un enfurecido minotauro aferrando un arma de talcalibre desanim a los campesinos. Se irguieron diversos pares de brazos flacos,descarnados, de los que colgaban jirones de tela. Algunos estaban inermes, pero todosacometeran con la fuerza de su ira incontenible.

    Huma retrocedi unas zancadas, inmerso en sus cavilaciones. De verdad matara aaquellos infelices para proteger a alguien que haba sido un adversario dos das atrs?

    Ningn caballero incurrira en tan absurdo proceder, no le caba ninguna duda alrespecto, y sin embargo no poda abandonar a Kaz a su suerte.

    Escapa! le pidi al minotauro.

    Demasiado tarde replic ste Te despedazaran por haberme ayudado. Juntosresistiremos, no hay ms remedio que combatir.

    Era lo ltimo que el joven deseaba, pero no exista otra posibilidad. O se haca a un ladoy entregaba al hombre-toro, una cobarda indigna de sus principios, o aguantaba y seenfrentaba a quienes haba jurado defender, otra ignominia pero menos grave en las

    presentes circunstancias.

    Un viento surgido de la nada azot los contornos a su espalda. La turba se paraliz, y, alobservar que todas las miradas confluan en las alturas, Kaz alz tambin la suya.

    Un Dragn! proclam, con evidente disgusto.

    En el momento en que Huma se volva, una nube de polvo enturbi su visin. Invadieronsus tmpanos los aleteos sucesivos de unas tremendas alas, signo inequvoco de que el

    reptil se preparaba para aterrizar. Se dibuj en su mente la efigie de un mortfero DragnNegro o quizs un inefable ejemplar Rojo, resuelto a aniquilarlos a todos. Su espadaresultara menos que intil.

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    Antes de que se asentara la polvareda, Kaz carg. El hecho de que el animal fuera adeptoa la Luz o a las Tinieblas le tena por completo sin cuidado, su final estaba sentenciado enambos casos, as que tan slo lo mova la esperanza de infligirle un pequeo castigo

    previo a su propia destruccin. Exhal un grito de guerra en su carrera, y el hacha girenloquecida alrededor de su cabeza. Huma consigui vislumbrar al leviatn en el instanteen el que el hombre-toro se abalanzaba.

    No! vocifer, al mismo tiempo que izaba la mano para reforzar su quiz tardaadvertencia.

    La energa vital de un minotauro era impresionante. Incluso se deca que un aceroaccionado por sus garras poda dividir, de un certero tajo, los peascos en dos mitades.De haber atacado, Kaz podra haber hecho honda mella en el adversario. El desenlace fueotro: el gigantesco luchador interrumpi su hachazo en el aire y debido al impulso,desmedido como todo en l, cay de bruces al suelo, bajo la no menos avasalladoramandbula del Dragn.

    El reptil examin fugazmente al tendido agresor y pos los ojos, con mayor detenimiento,en el humano. Huma le devolvi el escrutinio. En su calidad de caballero, estabaacostumbrado a las idas y venidas de los Dragones de la Luz, que ejercan las funcionesde guardianes y emisarios, pero nunca haba tenido a uno a tan escasa distancia.

    Era alto y de elegante apariencia. Revestan la totalidad de su cuerpo superposiciones deescamas plateadas, y sus pupilas resplandecan en destellos casi tan cegadores como elsol. Supo de manera instintiva que era una hembra, pese a que habra encontrado seriasdificultades para argumentar en qu se basaba. Las quijadas del animal sobrepasaban lalongitud de su brazo, y posea unos dientes tan afilados que podra haberle arrancado lacabeza de una dentellada. El fino hocico terminaba en una ahusada punta.

    La voz del animal, en disonancia con el tamao, destilaba sonidos melodiosos, casisuaves.

    Un Caballero de Solamnia observ. Qu haces aqu, tan lejos de tus colegas? Tehas destacado para rastrear a ese ser inmundo? Puedes estar tranquilo, el minotauro no ira ninguna parte mientras lo sujete el poder de mi voluntad.

    Huma depuso su arma. La turba se haba retirado a un segundo plano, aunque ninguno deellos corra peligro.

    Te ocurre algo? pregunt el Dragn, con una incertidumbre muy legtima, a la vistade la actitud pesarosa de su interlocutor. Era ostensible que la plateada criatura se

    interesaba por el joven.Por favor suplic ste, no le hagas dao. No es el vil enemigo que supones.

    Los centelleantes globos oculares de la hembra traspasaron al caballero, acaso en buscade una respuesta a su curiosidad.

    Por qu quieres que respete la existencia de este engendro? insisti en demostarlo. Tiene informacin que debes sonsacarle? Yo puedo obligarlo a confesar sin apenasesfuerzo.

    Aguard el Dragn con la paciencia de quien mide el tiempo por centurias, no por

    minutos.Es mi compaero se sincer al fin Huma. Ha desdeado el Mal que envuelve a losadoradores de la Reina Oscura.

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    Si alguien le hubiera dicho al soldado que la faz de un Dragn era capaz de rebosaremociones humanas, como por ejemplo la sorpresa, se habra mofado. No obstante, talera el caso. Permaneci callado mientras el leviatn digera tan inslito comunicado.

    El minotauro estaba presto a arremeter contra m; no creo llamarme a engao si afirmoque su propsito era menoscabar mi integridad fsica. Cmo se justifican, pues, tus

    ruegos de clemencia?Debes tener fe en mi palabra, carezco de pruebas repuso Huma.

    El animal sonri; pero, en los de su especie, incluso la jovialidad era temible. El coronelOswal compar en una ocasin la mueca de un dragn a la del zorro un segundo antes desaltar sobre la gallina.

    Disculpa mi reticencia, Caballero de Solamnia musit al rato, pero no todos losdas topa una con un minotauro que lucha junto a alguien de tu estirpe.

    No me has ofendido.

    Qu hago con ellos?

    La hembra reptiliana se refera a los campesinos.

    Huma no se gir. Todava recordaba su indecisin y las secuelas que de ella podranhaberse derivado.

    Su ira y su miedo son naturales. Han padecido mucho, nada tengo en su contra dictamin el noble joven.

    El monumental Dragn mostr su aquiescencia torciendo el sinuoso, interminable cuello.Acto seguido, imparti instrucciones al grupo.

    Habis equivocado la ruta. Desviaos hacia el suroeste; en esa direccin, hallaris

    sacerdotisas de Mishakal que curarn a los heridos y os darn abastos. Transmitdselo asa quienquiera que os crucis en el camino.

    No hubo discrepancias, algo que el caballero agradeci en el fondo de su corazn. Unavez que los refugiados se hubieron alejado por la senda correcta, la hembra reptilianaestudi a Kaz con un desprecio que no se molest en soslayar.

    Si devuelvo la libertad al toro, t sers responsable de su bienestar avis a Huma.Aborrezco a los de su especie tanto como esos infortunados.

    No puedo garantizarte que no monte en clera cuanto lo sueltes vacil el caballero. Se deja arrastrar por sus pasiones.

    Uno de los rasgos ms caractersticos del temperamento de su raza corrobor elreptil. Si no se desahogaran matndose unos a otros en sus torneos de fuerza y rango,hara ya dcadas que habran arrasado Ansalon. Suspir, una accin que oblig aHuma a cerrar los ojos frente a su vaharada de aire caliente, y accedi: De acuerdo.

    Pronunciado su discurso, hizo que el minotauro volviera a la normalidad. Noreemprendi el mestizo la embestida, aunque se apost con el hacha equilibrada a ciertadistancia del Dragn y el caballero. Ote remiso a aqul, quien, a la recproca, loinspeccion en postura altiva.

    Lo has odo todo.

    Era sta una afirmacin que no encerraba ningn interrogante, y Huma ley en laspupilas del voluminoso guerrero que, en efecto, estaba al corriente de cuanto se haba

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    parlamentado. De todos modos, el minotauro segua sin conceder crdito al recinllegado.

    Me he enterado ratific, pero no s qu creer.

    Podra haberte despellejado a mi albedro, insolente se disgust el reptil y, a guisa dedemostracin, alz en el aire una de sus slidas garras.

    De haber aplicado simplemente su peso, pocos pedazos del hombre-toro habran quedadoenteros para poder al menos sepultarlos.

    Kaz centr su atencin en Huma, y reconoci:

    Salvaste una vez mi vida, caballero. Parece ser que has vuelto a hacerlo, slo que estavez a travs del dilogo dijo, y mene la cabeza. Nunca podr retriburtelo.

    Detesto que me hables de deudas! se soliviant el humano, fruncido el entrecejo.Lo nico que anso es que no perturbes la paz. Vas a guardar el hacha?

    El minotauro enderez la espalda, examin de nuevo a la abultada figura plantada ante l

    y, a regaadientes, restituy el arma a su arns.Como he comentado, no me resta sino obedecer. Qu pensis hacer conmigo?

    El Dragn emiti un resoplido, del que surgieron pequeas volutas de humo.

    No es asunto mo se desentendi, ests en manos de Huma. A l competedeterminar tu destino.

    A m?

    Hasta ahora has obrado con excelente criterio lo alab el animal. Ojal todas lasrazas terrestres poseyeran tu sentido comn.

    No haba en su tono un pice de jocosidad, de burla, y al joven soldado le satisfizosobremanera semejante cumplido en boca de alguien tan regio como un Dragn Plateado.Medit unos momentos, dilucidando dilemas que lo haban asaltado de forma fugazdurante las ltimas horas, y anunci al minotauro:

    Debemos reunirnos con la columna. Si de verdad es tu intencin ganarte el respeto delos mos, les revelars todo cuanto sabes acerca de los movimientos de los ogros.Conoces pormenores que pueden ser de una gran trascendencia para mis tropas, no esas?

    Han llegado a mis odos ms datos de los que ellos sospechan gru Kaz despus de

    una breve recapitulacin. Si logras que tus amigos renuncien a eliminarme en un primer arranque, har lo que sugieres. Quiz la ayuda que os preste redunde en latemprana liberacin de mi propio pueblo.

    Tendrs que darme el hacha.

    No puedo irrumpir inerme en sus filas! bram el gigante con una rabia incontenible. Sera una humillacin; si entrara as en mi patria, me granjeara el menospreciogeneral.

    Ahora no ests entre tu gente lo amonest el caballero, ms templado peroigualmente enrgico, sino en mi campo de accin. Si portas esa destartalada arma, no

    habra esperanza de pacto. En el mejor de los casos, te haran prisionero; en el peor,moriras.

    El Dragn, que se haba mantenido al margen, opt por intervenir. Sus ojos destellantes

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    se posaron en los del hombre-toro, y le aconsej:

    La situacin que tu terquedad provocara sera la que este prudente soldado acaba deexponerte. Escucha sus sabias recomendaciones.

    Kaz refunfu, rugi y evoc los nombres de seis o siete de sus ms prominentesancestros; pero, aplacado el impulso inicial, prometi rendir su arma a Huma cuando

    fuera necesario.El reptil plateado despleg sus alas. Era una hembra magnfica, ejemplificaba el poder yla belleza fundidos en un solo cuerpo. El caballero haba visto en el alczar de Vingaardtapices, tallas de madera y esculturas que trataban de capturar la esencia de los dragones.Todos ellos eran plidos espectros al equipararlos al ser real.

    Yo viajaba hacia Ergoth del Norte, donde estn congregados mis hermanos, cuando osatisb explic el egregio animal. La situacin era inusitada, de modo que aterric

    para averiguar qu suceda. No puedo entretenerme, pero no me demorar mucho hacerun corto rodeo en mi trayectoria y transportaros a ambos hasta vuestro destino.

    La idea de surcar el cielo sobre la grupa de un legendario Dragn abrumaba a Huma.Algunos de sus congneres participaban en los combates montados en estas inmensascriaturas e incluso conversaban con ellas, mas l jams haba gozado de tal privilegio.

    Cmo nos asiremos? atin a inquirir.

    Si vuelo despacio, no ha de costaros afianzar brazos y piernas. Son numerosos loshumanos que te han precedido en esta experiencia, aunque no a lomos mos. Os ahorrartiempo y penalidades.

    Mientras hablaba, la soberbia hembra baj la cabeza para posarla al nivel del caballero.ste no caba en s de jbilo; siempre fue amante de la aventura y ms an desde que

    Magius le asegurara que uno de los alicientes de hacerse mago consista en flotar entrelas nubes.

    Se encaram sin tardanza a la larga y nervuda testuz y, al llegar a los hombros, dedicuna sonrisa al animal, que haba contemplado todo el proceso. Naci entre ellos unacomplicidad, quedaba patente que el ente reptiliano comprenda sus emociones a la

    perfeccin. El soldado no pudo por menos que sonrojarse, lo que no le impidi estirar lamano a fin de auxiliar a Kaz. El minotauro observ el agarradero que le tendan y laespalda que deba escalar.

    Nosotros estamos apegados a la tierra se resisti con cierta vehemencia, y tambin

    formamos grupos de hbiles navegantes. No somos pjaros.No es momento para cabezoneras le imprec el Dragn. Hasta un nio subira sinel ms mnimo temor.

    Los nios son unos insensatos que no tienen nocin del peligro se empecin elhombre-toro.

    No te ofusques, no corres ningn riesgo intervino Huma.

    Sus palabras produjeron el efecto deseado por el mero hecho de proferirlas l. Si unhumano aceptaba el reto, un minotauro no haba de ser menos. Resoplando furioso, Kazaferr la mano que le ofreca el caballero, se dio impulso y se sent detrs del otro jinetesin despegar los labios, pese a que tens todos los msculos.

    Estis preparados? les consult el argnteo reptil.

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    Mejor no podemos acomodarnos contest el soldado, una vez que hubo comprobadoque el hombre-toro estaba ya acomodado sobre el Dragn, con el pnico an a flor de

    piel. l mismo notaba su palpitacin acelerada; se asemejaba ms a un adolescente que aun adulto Caballero de Solamnia. Cul ser la altitud de crucero?

    No tanta como te gustara dijo el Dragn entre risas, entre autnticas y resonantes

    carcajadas, aunque no he de decepcionarte.Lanz al minotauro una ltima y divertida ojeada, y empez a batir las alas. Huma viofascinado cmo el suelo se zambulla bajo sus pies, y, en pocos segundos, su cabalgaduratrazaba una espiral hacia las alturas. Se cubri entonces el rostro con la visera y, ya alamparo del viento, se volvi en direccin a Kaz. l guerrero pona en sujetarse el empeode quien se juega la vida, y no cambi de mtodo ni de actitud cuando el leviatn dej deascender para establecer un vuelo lento y regular.

    Esto es... fantstico! tartamude el humano, aproximndose cuanto pudo a lacabeza del ejemplar reptiliano.

    Quiz deberas haber sido un Dragn como yo! vocifer la plateada hembra. Sinuestras perspectivas coincidieran...!

    No termin su exclamacin, y Huma se abstuvo de solicitar explicaciones. Durante uncorto lapso, la guerra, su hermandad y todos los problemas que lo acuciaban se disiparonen la nada. El caballero se aposent y absorbi el esplendor de los paisajes areos.

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    Una confrontacin de mal augurio

    En un principio, la guerra tena que ser corta y definitiva. Takhisis, Reina de la Oscuridady de los Dragones del Mal, haba agrupado a sus hijos, esclavos, guerreros, magos ymsticos en una gran fuerza colectiva. Su primordial objetivo eran los Caballeros deSolamnia, ya que vea en sus huestes el poder y el peligro que antao representaran loselfos. Estos ltimos se haban convertido en la actualidad en una sombra de lo quesimbolizaron dcadas atrs, ya que su voluntario exilio del mundo haba mermado suvigor. La soberana les prestara la debida atencin despus de desembarazarse de laOrden solmnica.

    Los caballeros contaban con sus propios aliados y, lo que era ms importante, con ladisciplina y la organizacin de que carecan las hordas leales a la diosa y monarca.Adems, estos humanos consagraban sus vidas a Paladine, inveterado enemigo de

    Takhisis en la rbita celeste.Se deca que era Paladine en persona quien haba creado la hermandad. Verdadero o noeste supuesto, lo que s poda aseverarse era que Vinas Solamnus, el mandatario deErgoth que se haba rebelado contra la tirana de su emperador, introdujo el Cdigo y laMedida que haban de regir a sus soldados. Segn la versin de este personaje, en su

    peregrinar se adentr en una arboleda de la isla de Sancrist, pasadas las costasoccidentales de Ansalon, donde la divinidad lo aguardaba. En compaa de sus hijosgemelos, Kiri-Jolith y Habbakuk, Paladine inspir al citado dignatario la formacin deuna poderosa tropa que ejerciera siempre el bien.

    De Habbakuk naci la Orden de la Corona, emblemtica de la lealtad. Todos los noviciosingresaban en esta seccin para aprender mejor a actuar de manera concertada, ayudar alos compaeros y acatar fielmente el Cdigo y la Medida.

    De Kiri-Jolith, dios de la justa batalla, se deriv la Orden de la Espada. Quienes laescogan podan engrosar sus filas despus de haber demostrado sus mritos comodefensores de la Corona. El honor constitua el credo fundamental de un Caballero de laEspada. Nunca haba de alzar su mano en un arrebato infundado de ira, nunca parasatisfacer sus celos o sentimientos particulares.

    Y, por ltimo, Paladine dio origen a la Orden de la Rosa. Sus integrantes eran la lite, loshumanos que tanto haban llegado a apreciar la obra del dios supremo, a comulgar con

    sus designios, que nada poda importarles ms. La sabidura y la ecuanimidadgobernaban sus existencias; entre sus componentes era casi siempre elegido el GranMaestre, la figura que comandaba a todos en su globalidad.

    Aunque no era as en tiempos de Vinas Solamnus, la Orden de la Rosa acabtransformndose en la de la realeza. Para ser ungido caballero, era imperativo aportarevidencias de una estirpe noble, y en la mencionada faccin nicamente se admita a losde ms pura sangre. Nadie revoc nunca esta regla, pese a que atentaba contra todas lasenseanzas de Paladine.

    El conflicto que asolaba Krynn se haba estancado en un terrible punto muerto. Hombres,

    dragones, ogros, goblins: las bajas crecan, los carroeros se alimentaban y las plagasencontraban el terreno abonado.

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    Nunca habra credo que se pudiera caer en estos extremos.

    Las lamentaciones del Dragn Plateado hicieron que Huma se percatase de la rapidez conque la destruccin iba a ensaarse en otra comarca hasta ahora indemne. Los heraldos,espeluznantemente reales, se materializaban por debajo del tro.

    Sobrevolaban los lmites de una regin en la que los rboles aejos, orgullosos, haban

    sido arrancados tanto por dragones como por hechiceros de los bosques donde antes searracimaran. Los campos no eran ya ms que montculos de tierra removida y

    profusamente hollada, atestada de huellas de pisadas. Los muertos reposaban encantidades incalculables, y, aunque se mezclaban ogros y caballeros, el jinete creydiscernir ms contrincantes que allegados. Claro que quiz sus estimaciones eran fruto deuna ciega esperanza.

    El soldado palideci. Mir los cadveres que yacan diseminados, y hubo de cerrar losojos para recobrar la compostura.

    Ha sido una lucha superflua la que aqu se ha librado le grit Kaz en el lbulo de la

    oreja. El minotauro haba perdido el miedo gracias al gran inters que despertaba en l lacontienda. Crynus engulle pequeas porciones del pastel, y los oficiales solmnicos ledevuelven el favor con ftiles dentelladas. Nadie saldr beneficiado en el reparto.

    Estas alegricas declaraciones irritaron a Huma, si bien Kaz no poda evitar ser como era.Una confrontacin significaba para l la oportunidad de estudiar la destreza y posicionesde los beligerantes; aunque estuviera involucrado de manera directa, ponderara laestrategia, la tctica, y adems lo hara en el mismo momento en que su hacha silbara enel aire. El dantesco espectculo de la muerte en nada lo afectaba.

    La hembra reptiliana se volvi hacia ellos para informarles:

    No podemos aterrizar aqu. Kyre no ha sido reclamado, al parecer, por ninguno de losbandos, y estos trigales no proporcionarn alimento a ms familias.

    Acaso ese detalle respondi el caballero con un pestaeo nos d una buenaexpectativa. Las lneas de abastecimiento de los ogros deben de sufrir grave detrimento,mientras que las nuestras se mantienen.

    S, pero el adversario posee una fuerza ms considerable se interpuso el minotauro.

    Tan enfrascados estaban en la desolacin y sus cambios de impresiones, que ninguno delos tres repar en las sombras formas que cabalgaban hacia ellos. Fue Kaz quien lasdistingui primero. Zarande con energa el hombro del compaero, y ste gir la cabeza

    a fin de examinar el punto que le indicaba.Dragones! previno el argnteo leviatn que los sostena. Por lo menos seis.

    A medida que se aproximaban, se delimitaron con mayor nitidez lneas y colores. Era unaescuadra de Rojos conducida, lo que no dejaba de ser sorprendente, por uno Negro.Incrdulo, Huma forz el escrutinio y descubri que no se haba confundido: encabezabala comitiva un animal de escamas azabache, a cuya grupa cabalgaba un jinete. Y tambinlos otros reptiles transportaban cargas de anloga naturaleza.

    No puedo batirme contra todos dijo el Dragn Plateado Saltad cuando planeebajo; luego tratar de despistarlos.

    La hembra describi un vuelo rasante sobre las copas de los rboles, en una intentona delocalizar un paraje adecuado donde desprenderse de sus protegidos antes de que susletales congneres los alcanzaran.

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    Debis lanzaros al vaco en el instante en el que yo os lo mande impartiinstrucciones. Estis preparados?

    Me exaspera tener que rehuir una pugna, aunque sta se desarrolle entre las nubes. Nopodemos hacer nada, Huma?

    El caballero apart el rostro del hombre-toro, que era quien haba expresado sus

    resquemores, y dictamin:No conviene inmiscuirse; actuaremos segn nos ordenan.

    Como desees.

    Pasaron por encima de lo que semanas atrs era una granja y ahora se reduca a un toscorectngulo de ladrillos resquebrajados, a punto de desmoronarse. Ms adelante se iniciabael campo abierto.

    Voy a aminorar la marcha rugi la voz del Dragn. Tenedlo todo dispuesto.

    Compuso una perfecta horizontal, y dio la seal.

    Kaz tom la iniciativa, soltndose como si una flecha se hubiera incrustado en su pecho.Las zarpas del reptil casi tocaron la tierra al ejecutar una sinuosa maniobra, un pequeogiro antes de dar la alternativa al caballero. Este ltimo se lade para el lanzamiento, yvacil.

    A qu esperas? increp al joven su montura, nerviosa frente a la proximidad de losominosos adversarios.

    No puedo dejarte sola!

    No cometas una locura!

    Es ya demasiado tarde concluy el humano.

    Cada uno de los imponentes reptiles transportaba a una figura alta y siniestra, ataviadacon una armadura negra, como de bano, desprovista de adornos. Ocultaban sussemblantes tras las viseras de los yelmos. Huma no consegua evaluar si se enfrentaba ahombres, ogros u otras criaturas.

    El jinete del tremendo Dragn Negro, un ser de enormes proporciones que haca que elcaballero se sintiera como un enano, hizo un gesto a sus secuaces. Los Rojos sedetuvieron, a la expectativa, mientras el Negro exhalaba un ensordecedor grito guerreroal ser azuzado en los flanchos por su Seor.

    El encontronazo fue violento y tumultuoso. Los dos animales, profiriendo bramidos,entrechocaron sus garras hasta que una se hundi en el antebrazo del Plateado. ste, a suvez, desgarr los pectorales del enemigo, abriendo en su carne tajos sanguinolentos.

    El individuo de la negra armadura blandi su hacha de doble filo. Huma esquiv elataque de modo mecnico. Enzarzados como estaban ambos animales, el humano pudosituarse en un ngulo que le permita devolver la arremetida.

    Los otros miembros de la escuadra permanecan en una agitada retaguardia, apenascapaces de refrenar el ansia de sus reptiles por irrumpir en la trifulca.

    De pronto, el Dragn Plateado atrap a su oponente en un ala, y el agredido, al notar el

    contacto de sus afiladas uas, emiti un alarido de dolor. Se bambole hacia un lado eljinete del herido, descuidando la guardia y quedando expuesto a la estocada del caballero.En un arranque instintivo, ste apunt bajo el hombro del contrincante y su filo cort sin

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    dificultad la fina malla, propulsado, adems, por la furia del atacante. Gru elenigmtico luchador de la armadura, y se derrumb hacia atrs.

    Un coro de voces, ms o menos articuladas pero todas frenticas, alertaron al Negro delaccidente sufrido por su dueo. En un atolondrado forcejeo, el animal se desembaraz delargnteo.

    Huma se recompuso a fin de recibir la embestida en masa que en buena lgica haba desobrevenir; pero, inexplicablemente, la escuadra no aprovech su ventaja numrica. LosDragones formaron un crculo alrededor del adalid y su maltrecho Seor, y, en silencio,se retiraron en la misma direccin de donde procedan. Bajo la estupefacta mirada delhumano y la hermosa hembra, el enemigo huy.

    El caballero volvi a respirar tranquilo mientras el Dragn, por su parte, se estabilizaba.Sangraban todava sus mltiples heridas, y Huma se pregunt si eran graves.

    Como si quisiera responder a su inters, el majestuoso ejemplar se volvi hacia l y lonot preocupado.

    Ests bien?Desde luego. Y t, necesitas auxilio? Ignoro si sabr aliviarte, pero puedo intentarlo.

    En efecto, el soldado desconoca el tipo de tratamiento que requeran las llagas de unreptil. ste, sin embargo, le evit el compromiso al asegurarle:

    Me curar a m misma, eso no es problema. Lo nico que preciso es descanso. Detodas maneras, lo que me trastorna no son las cuestiones prcticas, sino las singularescircunstanciaste esta batalla. No nos hemos tropezado con una simple patrulla. No aciertoa desentraar el enigma, pero creo que se trata de una seal.

    Huma asinti.

    Debemos recoger a Kaz determin y presentarnos ante el coronel Oswal. Esurgente informarle de lo acaecido.

    El reptil de escamas de plata oje el panorama terrestre, y atisbo algo que le arranc unacnica sonrisa.

    Al parecer, tenemos ms visitantes coment, unos que no aceptarn de buenagana a un minotauro en sus filas.

    Tambin el jinete los vio. Eran Caballeros de Solamnia, aproximadamente una veintenade hombres de su misma Orden. El Dragn estaba en lo cierto, sus hermanos eliminaran

    a Kaz aun a costa de las tres o cuatro vidas que, sin duda, habran de sacrificar en elconflicto.

    La proyectada vctima, bien escondida en el ruinoso carromato de un granjero y ajena alpeligro que la amenazaba por la espalda, se incorpor para avisar de su paradero a Humay al animal. Aunque el minotauro hubiera pasado inadvertido al grupo solmnico, elaterrizaje del Dragn no dejara de llamar su atencin. Pero no hubo que aguardar tanto.Un miembro de la patrulla distingui la cabeza bovina y dio la alarma a sus colegas, queemprendieron la carga de inmediato. El mestizo se volvi al or el gritero y, tras unossegundos de indecisin, esgrimi en franco desafo el hacha que todava conservaba. Sedesenvainaron las espadas, se equilibraron las lanzas. El combate era inminente.

    A Huma slo se le ocurri un plan viable, que se apresur a confiar a su acompaante. Lahembra reptiliana se avino: exhal un clamor, y los guerreros levantaron perplejos las

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  • 8/6/2019 - La Leyenda de Huma

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    miradas, de tal suerte que sus ordenadas formaciones se sumieron en un caos, olvidadatoda actividad para admirar al magnfico habitante de las alturas. Sacando partido deldesconcierto, el animal baj en picado por detrs de Kaz y atenaz sus hombros. Elhombre-toro, mudo de terror, solt su pertrecho al ejercer presin las zarpas e izarlo delsuelo. Los caballeros tiraron de las riendas de sus equinos encabritados, satisfechos antelo que ellos interpretaron como la muerte de un abyecto salteador.

    El minotauro, superado el pasmo inicial, se entreg a una retahla de maldiciones