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Cuadernos de Sostenibilidad y Patrimonio Natural Soluciones para la triple crisis 19 / 2010

Soluciones para la Triple Crisis

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Cuadernos de

Sostenibilidad yPatrimonio Natural

Soluciones para la triple crisis

19/2010

Se hace cada vez más evidente que todas las crisis de nuestro siglo tendrán un denominador común:

la escasez del agua, de los alimentos y de la energía. Debatir sobre ellas de manera conjunta,

analizando sus múltiples conexiones, supone un primer paso para tomar conciencia de su verdadera

dimensión y diseñar estrategias que permitan afrontar este reto global, pues está en juego el futuro

de la humanidad y la conservación del planeta. Si además tenemos en cuenta que la mayor parte

de los recursos alimentarios y energéticos están en manos de menos del 20% de la población

mundial, esta crisis múltiple se revela como una auténtica crisis de valores en la que todos, individuos

y Estados, estamos implicados. Nos enfrentamos, en definitiva, a una seria amenaza: la incapacidad

de la actual civilización industrial para asegurar la satisfacción de las necesidades presentes y

futuras de la humanidad. Es, por tanto, imprescindible el diseño y la puesta en práctica de un modelo

de desarrollo alternativo que garantice un mundo digno, más justo y sostenible, para las generaciones

venideras.

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Soluciones para la triple crisis

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Este libro está impreso con papeles reciclados y ecológicos, altamentesostenibles; cubierta en papel estucado mate Ikonorex Silk;páginas interiores en papel Cyclus Offset reciclado

La Fundación Banco Santander no se haceresponsable de las opiniones vertidas por los autoresde este Cuaderno.

Prohibida la reproducción total o parcial de estapublicación sin autorización de la empresa editora.

© 2010. Fundación Banco Santander.Todos los derechos reservados.

Depósito Legal: M-50453-2010

ISBN: 978-84-92543-18-2Impreso en España / Printed in Spain

Diseño editorial: Investigación Gráfica, S.A. / Alberto Corazón

Imprime: Brizzolis, arte en gráficas

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Con el ambicioso título «Soluciones para la triple crisis: agua, alimentos y energía», la Fundación Banco Santander dedicó el SextoForo de Economía y Sostenibilidad a tratar de forma integral esta triple faceta de una misma situación con dificultades. La intenciónera abordar conjuntamente aspectos de la realidad que, habitualmente, se suelen contemplar por separado.

Desde el convencimiento de que la coincidencia en el tiempo de las crisis alimentaria, energética e hídrica no es casual ni inconexa,así como de que la extensión y profundización global de sus impactos no será algo pasajero ni inocuo, el objetivo del Foro era reu-nir a expertos en diversos campos de la actividad humana para que reflexionaran superando la parcelación de la realidad y propusie-ran posibles horizontes de futuro.

Futuro que, dicho queda reiteradamente a lo largo de las páginas de este Cuaderno, pasa inexorablemente, entre otras cuestiones,por que las personas tanto a título individual como en conjunto, tomen conciencia de los riesgos, retos y oportunidades a los que seenfrentan.

En este punto, el concepto de coevolución armoniosa y justa de los seres humanos entre sí, y de éstos con los demás seres vivos, esla base de toda acción sostenible que lleve a la Tierra a un equilibrio habitable y duradero.

Por tanto, la publicación de este nuevo número de la colección Cuadernos de Sostenibilidad y Patrimonio Natural quiere ser una llama-da a la sensibilización y la acción ciudadana en favor de la sostenibilidad global –ambiental, económica, social y cultural– en el espa-cio (atañe a todo el planeta) y en el tiempo (concierne también a las generaciones futuras).

Presentado y coordinado de forma excelente por el profesor Alberto Garrido, el Foro contó con la participación de destacados es-pecialistas que, desde enfoques y perspectivas diversas, aportaron su trabajo y experiencia en temas tan arduos como los aquí reco-gidos. A todos ellos, coordinador y ponentes, les reiteramos el agradecimiento de la Fundación Banco Santander por haber podidocontar con ellos.

Ante la nueva época en que nos vamos adentrando, donde la globalización será un elemento determinante, quizás sólo haya una for-ma de ver las cosas: en su totalidad. Eso es lo que con la celebración de este Foro se ha pretendido; si ha ayudado a que el emergen-te paradigma de la sostenibilidad se vaya consolidando como configuración del futuro nuestro trabajo lo damos por más que recom-pensado.

Fundación Banco Santander

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Apertura del ForoAntonio EscámezPresidente de la Fundación Banco Santander . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6

¿Cómo avanzar consumiendo menos recursos? Buscando respuestas para la triple crisis del agua, alimentos y energía

Alberto GarridoProfesor de Economía Agraria y Recursos Naturales, Universidad Politécnica de Madrid . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8

Sostenibilidad, energía y sociedadMarcel CoderchMiembro del Consejo Asesor para el Desarrollo Sostenible, Generalitat de Catalunya . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19

Causas de la triple crisisElías FereresCatedrático de la Universidad de Córdoba. Director del Instituto de Agricultura Sostenible, CSIC . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26

Los límites de la racionalidad estratégica ante los problemas ecológicosFernando ArribasProfesor del Departamento de Historia e Instituciones Económicas, Universidad Rey Juan Carlos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32

Soluciones factiblesAriane ArpaLicenciada en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales. Directora de Intermón Oxfam . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39

En el mundo de las muchas crisisJorge RiechmannProfesor Titular de Filosofía Moral, Universidad Autónoma de Madrid . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 44

Crisis alimentaria: sus causas, consecuencias y posibles solucionesJosé T. EsquinasDirector de la Cátedra de Estudios sobre Hambre y Pobreza, Universidad de Córdoba . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53

AVISO IMPORTANTE

Como parte de nuestro compromiso con el medio ambiente, desde enero de 2011 los Cuadernos de Sostenibilidad y Patrimo-nio Natural y los Manuales de Desa rrollo Sostenible estarán disponibles únicamente en la página web de la Fundación BancoSantander (www.fundacionbancosantander.com).

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Apertura del Foro

Antonio EscámezPresidenteFundación Banco Santander

Hace ya más de ocho años que nuestra Fundación viene dedicando considerables esfuerzos al tema de la sostenibilidad y seis quecelebramos este Foro, cuyo objetivo es el debate entre expertos sobre la manera de armonizar «lo económico» y «lo sostenible».

Desde sus comienzos, nuestro Foro ha pretendido prestar su atención a aquellos temas que resultaban de mayor interés o actuali-dad para la convergencia del desarrollo económico hacia la sostenibilidad, tratando de plantear soluciones sostenibles a los desafíosde cada momento.

Siguiendo esta línea, hemos elegido como materia argumental de este año la triple crisis –coincidente, global e interactiva– del agua,de los alimentos y de la energía. Y lo hemos hecho por dos razones fundamentales.

Primero porque, probablemente, sean éstos los tres factores cuya inadecuada gestión más amenaza el futuro de la sociedad humanay de nuestro planeta. Y, segundo, porque su actualidad es evidente: acabamos de conocer que son cerca de mil millones las personasque padecen hambre o alimentación deficiente, contemplamos a diario cómo la sequía se ceba con grandes regiones de la Tierra, he-mos padecido en 2008 un abrupto y exacerbado encarecimiento del petróleo y de los alimentos y, finalmente, cada vez somos másconscientes de la negativa incidencia de las fuentes energéticas que más utilizamos sobre el calentamiento global.

Es cierto que se ha debatido mucho ya sobre el agua, sobre la crisis alimentaria o sobre los problemas energéticos. Y mucho se se-guirá debatiendo, dada la trascendencia de estos tres elementos, todos indispensables para el desarrollo normal de nuestra vida enla Tierra.

Sin embargo, creemos que todavía es poca la atención que se ha prestado al estudio en común de todos ellos y ahí reside el énfasisy la novedad de nuestro Foro: queremos reflexionar sobre estas tres crisis de manera conjunta, analizar sus múltiples relaciones oprocesos de realimentación y poner de relieve su influjo sobre los seres humanos y sobre el entorno natural. Este es, por tanto, elobjetivo del Foro: una visión integral de esta triple crisis, que afecta a un mundo como el nuestro cada vez más global, interdepen-diente e incierto.

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La multitud de disciplinas desde las que se pueden contemplar estas crisis y los distintos aspectos a los que afecta exigen contar conun panel de expertos de amplio espectro, como el que hoy va a intervenir, compuesto por catedráticos y profesores, ingenieros y so-ciólogos, filósofos y personas comprometidas con la ética o la marginación social. A todos ellos, especialistas en sus respectivas ma-terias y de brillante trayectoria profesional, quiero agradecerles su generosa participación y, de forma muy especial, al profesor Ga-rrido que ha preparado y coordinado el Foro y actuó como moderador y relator.

Soy consciente de que el tema elegido para esta edición es de gran complejidad y que es ambicioso nuestro objetivo. Pero el empe-ño merece la pena si con él podemos contribuir a enriquecer el debate sobre esta triple crisis y aportar soluciones equitativas y du-raderas.

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Introducción

El mundo se enfrenta al terrible dilema de tener que aseguraruna mejor vida material para miles de millones de personas re-duciendo el impacto ambiental en todo el planeta, y de mane-ra prioritaria, las emisiones de gases de efecto invernadero. Lapenuria material de más de un tercio de la población, que su-fre la escasez de alimentos y la enfermedad y carece de espe-ranza por un futuro mejor, es la manifestación más dramáticade que el mundo debe transformar su senda de progreso ydesarrollo muy rápidamente. No es preciso aportar más datosa la panoplia de sombrías noticias que diariamente inundan losmedios sobre el estado ambiental del globo, el recrudecimien-to del hambre y la escasez de agua.

Lo que resulta insoslayable es preguntarnos dónde están lasclaves de la solución, de qué forma conseguiremos recondu-cir el rumbo que siguen los parámetros básicos del estadoglobal del planeta y su población, y, por último, qué hemos dehacer cada uno de nosotros para contribuir a un mundo mu-cho mejor.

Mi hipótesis es que los especialistas y más destacados expertosno están prestando la atención debida a lo que resulta más fun-damental para encaminar al mundo en una senda más justa ysostenible: el individuo, la persona. Uno puede sostener que sonlos gobiernos los culpables del estado actual del mundo, las em-presas y el mercado los catalizadores del letal proceso destruc-tivo del medio ambiente y los causantes de la desigual distribu-ción de la riqueza e incluso puede llegar a pensar que lascreencias religiosas son la raíz última de la intolerancia y el ger-men de los conflictos entre culturas y etnias. No le faltará razón,pero en muchos países las personas elegimos a los gobiernos, encasi todos las empresas nos venden lo que les compramos y elmercado estimula la eficiencia de este proceso, y la religión esalgo tan presente en la historia de la humanidad que apenas exis-te experimentación suficiente para configurar un escenario glo-bal sin ella. Más bien al contrario, pues en Estados que persiguie-ron la religión como la antigua Unión Soviética, ahora viven elrenacer de las confesiones pre-revolucionarias.

El artículo se compone de cuatro secciones, además de esta in-troducción. En la segunda, se resumen los resultados más re-

¿Cómo avanzar consumiendo menos recursos? Buscando respuestas para la triple crisis del agua,alimentos y energía

Alberto GarridoProfesor de Economía Agraria y Recursos NaturalesCentro de Estudios e Investigación para la Gestión de Riesgos Agrarios y MedioambientalesUniversidad Politécnica de Madrid

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cientes e importantes sobre la economía de la felicidad. Nospreguntamos qué hace más infeliz a las personas, y en qué re-side su bienestar y satisfacción, y nos nutrimos de investigacio-nes muy recientes y rigurosas para sustentar debidamente estaprimera visión del individuo. Posteriormente, nos preguntamossobre las razones últimas de la creación de riqueza real, acep-tando una definición de la misma que contiene aquel progresomaterial e inmaterial que hace a las personas más felices. Encontra también del excesivo papel otorgado a las estructurasde poder y a los elevados centros de decisión, vuelvo a insistiren que la clave son las personas y la forma en que interactúan.Al final, me ocupo de aspectos prácticos, pero que puedenconstituirse en potentes motores de cambio y están a nuestroalcance.

Las causas de la (in)felicidad

Vivir una vida plena y feliz en libertad es el objetivo de cual-quier persona. El nivel de vida material de una persona esapreciado por las personas de forma relativa. Por tanto, losmínimos materiales que precisa una persona para ser feliz searticulan y se construyen por comparación con respecto algrupo que cada una tiene como referencia. Cuando una per-sona mejora su posición relativa en la sociedad se produce unefecto en principio positivo y otro posiblemente negativo. Elpositivo tiene como origen aspectos evolutivos y se ha detec-tado en comunidades de primates: quien gana en rango socialtiene mejor salud, tiene más probabilidades de procrear y vivecon menos riesgos (Dawkins, 2006; Layard, 2005). Por fortuna,existen supresores que reducen este estímulo a mejorar laposición, porque de lo contrario, como la posición de las per-sonas es una medida relativa en la sociedad, el avance de unoimplica necesariamente el descenso de otro, que es el aspec-to negativo.

El estímulo a mejorar se manifiesta en el deseo de tener bienesposicionales: posiciones profesionales de responsabilidad, acce-so a una educación exclusiva o la posesión de bienes fuera del

alcance de la mayoría. En general, ello conlleva de manera casigeneralizada el aumento de la base física de nuestro bienestar:casas y coches más grandes, mayor consumo y más movilidad.Suprimir el estímulo a mejorar sería tanto como eliminar cual-quier recompensa al esfuerzo, y como veremos más adelante,el mundo necesita personas esforzadas. Estamos ante un dile-ma de difícil salida.

Autores como Layard (ibid) sostienen que no hay razón parael pesimismo. Muchos estudios muestran que el nivel mate-rial de vida, con toda la importancia que tiene, es menos im-portante que otros factores como: (a) tener o no tener tra-bajo; (b) estar o no estar separado o divorciado; (c) vivirentre personas en las que se puede confiar o donde tene-mos la percepción de que nadie es de fiar; (d) vivir en un lu-gar en el que existe libertad; (e) tener creencias religiosas(ver Cuadro).

En su análisis sobre los ciudadanos suizos, Frei y Stutzer llegana muy similares conclusiones. En este caso, por ejemplo, se de-muestra que la edad no es un factor negativo en las valoracio-nes sobre felicidad, y que la duplicación del salario mensualdesde el nivel más bajo eleva la felicidad en menor medida delo que se resta por perder el trabajo. Comparando personasresidentes en los diferentes cantones de Suiza, se demuestraigualmente que la participación política de la ciudadanía estambién un factor que aumenta la felicidad, siendo significativa-mente más felices los ciudadanos de cantones en los que elproceso político es más participativo.

El deterioro en los factores que se reconocen como favorablesa la declaración de sentimientos de felicidad son, en conse-cuencia, causas de infelicidad. Stiglitz et al. (2009) es sin dudauna reciente referencia en la que se profundiza en las raíceseconómicas del progreso social, incidiendo también en aspec-tos que van más allá de la producción de bienes y servicios ad-quiribles en los mercados y proponiendo un buen número demedidas del bienestar que trascienden las de la economía neo -clásica.

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De todos estos trabajos se derivan prescripciones políticas so-bre aspectos de redistribución de la riqueza, la penalización delas largas jornadas de trabajo, la democracia participativa o in-cluso el empleo de medicamentos o la preservación de la vidaen pareja, al abrigo de los vaivenes emocionales que propor-ciona una vida más excitante.

Estas reflexiones penetran sólo las capas superficiales de unproblema mucho más complejo, como bien se han encargadode estudiar Riechmann (2008) y los autores que participan ensu interesante obra ¿En qué estamos fallando?Y, a pesar de ello,uno se encuentra con afirmaciones como «reinventar lo colec-tivo» con «instituciones alternativas en una sociedad donde lacooperación prime sobre la competición» (p. 318), que son

ciertas y muchos las suscribimos, pero que no explican por quéno las hemos creado, ni las dificultades que hemos de superarpara ponerlas en práctica.

En síntesis, podemos afirmar que el hombre no es más feliz pormejorar su riqueza material, superando unos mínimos que enmodo alguno se pueden definir de manera absoluta sino rela-tiva, y que según la mayoría de estudios puede situarse en tor-no a los 15-20.000 dólares de renta per cápita. Operan en elbalance de felicidad que hacemos cada uno aspectos emocio-nales, relacionales, espirituales y sociales, la mayoría de los cua-les no son potenciados con riqueza material. Esta es la gran pa-radoja a la que se enfrentan las sociedades industrializadas, queson las responsables del cambio climático en términos de emi-siones per cápita.

Me interesa resaltar aquí que, por desgracia, las sociedades queahora se enriquecen aspiran a un nivel material equivalente aldel mundo rico (Friedman, 2009, lo ejemplifica de manera cla-ra y elocuente con el caso de China, pero Brasil, India, Indone-sia o Méjico no son sustancialmente diferentes en esas aspira-ciones). Ello quiere decir que no hay una razón de origenoccidental o judeo-cristiana en desear vivir con mayor riquezamaterial y, por ende, no es el capitalismo el origen de esa aspi-ración tan general. Además en términos per cápita las econo-mías de mayor base física y energética de la historia de la hu-manidad han sido sin ninguna duda las que se desarrollaron alamparo de la órbita soviética y el orden creado por el Come-com (Judt, 2005)1. Tampoco se pueden considerar como lasmás eficientes en cuanto a su potencial para favorecer la felici-dad de la ciudadanía.

¿CÓMO AVANZAR CONSUMIENDO MENOS RECURSOS?

Pérdidas de puntos de la felicidad (de 0 a 100)debidas a diversas situaciones

Situación económicaPérdida de renta de 1/3 2

Relaciones familiaresDivorciado (frente a casado) 5Separado (frente a casado) 8

Enviudado (frente a casado) 4

Soltero (frente a casado) 4.5Trabajo

Parado (frente a empleado) 8Trabajo inseguro (frente a seguro) 3Desempleo (hasta el 10%) 3

Comunidad y amigosEn general se puede confiar en la genteDisminución del 50% de la gente que dice sí 1.5

Libertad personalCalidad del gobiernoBielurrusia 1995, frente Hungría 1995 5

Valores personales«Dios en importante en mi vida»Se contesta que negativamente 3.5

Fuente: Layard (2007)

1 Ver El País: «Cuba ya no puede repartir comida. El Gobierno pretende acabar con la distribuciónsubsidiada de alimentos. Los bajos salarios y la precariedad dificultan la aplicación de la medida»www.elpais.com/articulo/internacional/Cuba/puede/repartir/comida/elpepiint/20091017elpe-piint_13/Tes

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Soluciones

Antes de indagar en las soluciones y plasmarlas del modo másconciso que el rigor y la honestidad permita, voy a enunciar lasrazones por las que las llamadas a la ética personal, las exhor-taciones a formar sociedades alternativas o las consignas paracambiar el sistema capitalista no son suficientes.

Llamada a una (nueva) ética personal

Reclamar una nueva ética personal no es suficiente, aunque ne-cesario, porque esa nueva ética necesariamente secular, puesen modo alguno puede provenir para los fines que el mundonecesita de una religión, no cuenta con el estímulo económicosuficiente. Es una ética que incide en la conciencia del indivi-duo, lo cual es, como digo necesario, pero que lucha con unaconstelación de valores bien omnipresentes en la sociedad queopera contra esa ética necesaria para la autocontención, deci-didamente, libremente, no impuesta. Superada la influencia dela religión en las democracias que se precian de serlo, esa éti-ca secular es demasiado plural, diversa y, por tanto, de difícilconfiguración para ser integrada en nuestra conciencia de ma-nera eficaz. Algunos autores creen que pese a la herencia deKant, esa ética secular no es definible hasta el punto de poderconfigurar un programa político, ni siquiera un marco constitu-cional (Gray, 2008). Pero, en mi opinión, el motivo por el quela llamada a la nueva ética no surte muchos efectos en la me-dida necesaria es que la sociedad no la recompensa de mane-ra suficiente. Volveremos sobre esta cuestión.

Las exhortaciones a formar sociedades alternativas

Aún más débil que la necesidad de una nueva ética personal,que al menos se origina en Kant y cuenta con un bagaje filosó-fico de profundas raíces, es toda exhortación a formar socie-dades o instituciones alternativas. Nuevamente, no es que nosea necesario o que no esté bien situado el punto de mira, la

razón de su debilidad como camino efectivo para reconducirel estado del mundo es que las pocas experiencias en las quesus postulados han sido puestos en práctica –los kibutz, porejemplo2– exigen un grado de homogeneidad cultural que noestá presente en casi ningún contexto de las sociedades occi-dentales. Es posible crear comunidades alternativas, pueblos,asociaciones, barrios, etc., pero a la postre esa sociedad va arequerir tecnologías IT para estar conectadas, edificación sos-tenible, tecnologías de generación de energía sostenibles y, loque es más importante, hospitales con los mejores médicos yavances tecnológicos. Se puede hacer una sociedad alternativa,se pueden crear instituciones alternativas y eso es bueno por-que demuestra que existen oportunidades para vivir de mane-ra diferente. Pero nadie asume voluntariamente vivir al margendel progreso técnico, especialmente en casos de gravedad ex-trema3.

Nadie puede afirmar que es bueno detener la investigaciónmédica, energética o ambiental, pero ¿qué instituciones o so-ciedades alternativas pueden desarrollarlas al margen de unsistema de capital riesgo, de bolsas de valores, de estímuloseconómicos, de posibilidad de endeudamiento, de patentes,etc.? ¿Alguien puede afirmar que los retos tecnológicos, am-bientales y médicos a los que se enfrenta la humanidad, por ci-tar tres importantes, se pueden abordar al margen del sistemacapitalista y de mercados de capital eficientes y avanzados?

En mi opinión, estos son los que deben orientarse, ni siquieradigo transformarse pues ya lo hacen de manera continua y sinmandato alguno, para la resolución de los problemas. Pensarque una ruptura para crear sociedades alternativas, refundan-do desde cero el sistema capitalista y creando formas alterna-tivas de vida, producción y metabolismo eco-social es un bueny sano ejercicio intelectual e incluso práctico. Pero si todos los

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2 Si damos crédito a Garton Ash (2009) el kibuzt más antiguo de Israel decidió recientemente in-troducir pagos o emolumentos diferenciados por la contribución de cada kibutzim.

3 Sin ánimo de cuestionar su derecho, ni valorar moralmente su decisión, un escritor tan críticocon el sistema capitalista de las sociedades occidentales como José Luis Sampedro, se operó delcorazón en el prestigioso hospital neoyorquino Mount Sinaí, en cuya ‘Misión fundacional’ no apa-rece palabra alguna referida a una institución pública, gobierno, constitución. (www.mountsinai.org/Who%20We%20Are/Mission)

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hiciéramos, y el mundo global y sus interconexiones se torna-sen en una federación de millones de sociedades autónomas,autosuficientes, autárquicas, alternativas, inconexas, apartadasdel orden capitalista (que dejaría lógicamente de existir), esta-ríamos en un escenario mucho más inseguro, incierto y posi-blemente menos democrático globalmente. Por tanto, si la víaalternativa no vale para todos, no tiene una configuración es-table y definible para todos, y sólo vale para los «alternativos»que no pueden prescindir de los servicios de todo orden queproporciona el mundo no alternativo, entonces esto no es so-lución para los problemas globales.

Refundar el sistema capitalista

Es cierto que el sistema capitalista promueve la generación deriqueza y material, y es causante del insostenible metabolismode nuestra forma de vida y consumo material. Se pide una re-fundación del sistema capitalista para evitar estos males quecausa, y refrenar su constante apetito por el uso de recursos,su dependencia del consumo masivo y sus procesos de retro-alimentación en los que siempre más es mejor, y lo que espeor, menos es siempre malo y una derrota segura.

Sin embargo, no hay una alternativa, y no la hay porque si la hu-biera el propio capitalismo la fagocitaría y la haría suya: si algofunciona es porque a alguien se le ha ocurrido, sólo el capita-lismo en un ámbito de libertad es capaz de ponerlo en valorde una forma masiva y eficiente. La clave del capitalismo no esen modo alguno la propiedad privada y la generación de plus-valías, obtenidas ilegítimamente del esfuerzo de los trabajado-res y las clases humildes y desposeídas, factores ambos que sonciertos o al menos lo han sido en la historia. No, la clave delcapitalismo es la libertad y el estímulo creativo. En ellos está suéxito, pero de ellos también proceden sus males.

Podemos afirmar que refundar el capitalismo es casi equivalen-te a refundar el concepto mismo de libertad. De ahí que no seanada fácil acordar un marco de regulación global, regular losmercados o abordar los problemas globales fundamentales: un

marco de comercio, el cambio climático, la inmigración o la se-guridad.

El marco de libertades que ofrecen las democracias occidenta-les, la posibilidad de que bajo su abrigo surjan los canales deconocimiento, información y formación de ideas es una condi-ción necesaria para conocer el estado del mundo y su evolu-ción eco-social. Las soluciones globales sólo pueden surgir deun mundo libre en el que haya libertad empresarial y una eco-nomía liberal. Son precisos contrapoderes fuertes y libres quelimiten el monopolio de información y acción de los gobiernos,y estimulen la creatividad productiva.

En conclusión: (a) la solución de los problemas globales nopueden eludir el aprovechamiento de las ventajas del capitalis-mo; (b) cualquier mejora, modificación o enmienda al sistemaque funcione es eficazmente transmitido por el propio capita-lismo; (c) la solución está dentro del propio sistema de liber-tades en los que descansa el capitalismo.

El camino para la creación de riqueza sostenible

Primero, voy a sentar algunas premisas y hechos demostrados enla historia que ayudarán a comprender mejor mi argumentación.

a) Cuanta más riqueza crea una sociedad, más tolerante y jus-ta puede ser (Friedman, 2006).

b) Los períodos de mayores avances en las ciencias han coin-cidido en la historia con regímenes más liberales y abiertosal comercio (Friedman, 2006).

c) Antes de la Revolución Industrial, la principal fuente de ri-queza fue el comercio de especies, seda y metales precio-sos, ninguno de los cuales es necesario para la vida material(Berstein, 2008). Grandes imperios se construyeron a par-tir de bienes superfluos.

d) Los conflictos bélicos son una de las causas principales delretraso económico del África Subsahariana, otras son laexistencia abundante de materias primas y la corrupción(Collier, 2007).

¿CÓMO AVANZAR CONSUMIENDO MENOS RECURSOS?

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e) La riqueza generada a partir de la Revolución Industrial seha basado en el empleo de combustibles fósiles, cuya utili-zación es hoy masiva y mayoritaria en el mundo, con seriasconsecuencias para la estabilidad del clima de la Tierra.

Teniendo esto en mente, voy a enunciar la principal hipótesisde este ensayo: las soluciones a la triple crisis de la energía, elagua y la alimentación sólo pueden provenir de la acumulacióndesorganizada y descoordinado de conocimiento y de experi-mentación por parte de personas que actúan en régimen decooperación o individualmente, guiados por el ánimo de lucroy la satisfacción moral. Antes de desarrollarla, es convenientedejar sentada la fuente fundamental en la que me inspiro: setrata del concepto de meme. Este concepto, acuñado por Daw-kins en 1976 (en The Selfish Gene), tiene el correlato del gen enla biología, y consiste en aquél rasgo cultural que es transmiti-do por las personas y que compite con otros en el caldo deideas, teorías y costumbres de la humanidad. Su aplicación a lateoría económica y los orígenes de la riqueza tiene su elabo-ración más desarrollada en Beinhocker (2006).

La idea fundamental que se pretende desarrollar es que lassoluciones a la triple crisis son de tal grado de complejidad ycontienen tantas interrelaciones que no hay algoritmo o cri-terio definible o enunciable que nos acerque a la solución.Del mismo modo que no hay un algoritmo que establezca elproceso genético evolutivo que da lugar a una especie con-creta y su forma de adaptación, si bien hay teorías parciales,sólo una aproximación general en la que la evolución surgecomo consecuencia de infinitos procesos de competencia ycooperación entre genes, entre individuos o entre especies(Dawkins, 2006a).

Es, por tanto, necesario que muchas personas, empresas, go-biernos e instituciones trabajen en las soluciones tecnológicase institucionales, fruto de cuyo esfuerzo surjan soluciones y al-ternativas que compitan entre sí.

Innumerables ejemplos ilustran la idea de que es mejor quehaya muchos trabajando en las soluciones hasta que surja una

alternativa (un meme), que cobre suficiente fuerza, se repliquey alcance dimensión suficiente. Al igual que un gen, un meme esexitoso sólo si tiene capacidad de replicación, y lo hace de ma-nera eficiente. Para que una idea se replique y se propaguedebe tener unas características especiales: debe ser aplicable,flexible, resiliente, comprensible…

El dinámico campo de la energía muestra lo imposible de pla-nificar una política energética en el largo plazo. Surgen y surgi-rán nuevas formas de crear energía o de mitigar los efectos ne-gativos de las que existen. Para ello es preciso que haya muchaspersonas investigando y experimentando, y mecanismos efi-cientes de transmisión y replicación de esas ideas. La posibili-dad de que un meme mute (siguiendo la analogía del gen pro-puesta por Dawkins) y prospere es muy alta si el potencial dereplicación del meme original es poderoso.

El desafío del cambio climático es tan reciente en la historia dela humanidad que es poco el tiempo transcurrido para que nu-merosos memes compitan entre sí en un proceso dinámico,como el que venimos contando. Esto es parte del problema.Pero sólo parte.

La realidad es que un cambio del modelo energético del cali-bre que el mundo necesita exige mucho más de lo que se haceen la realidad, pero no es esperable que una transformación ra-dical ocurra en el corto plazo. Los memes que tienen mayorpoder de replicación en la realidad no son precisamente losque necesita el mundo: llevamos 200 años viviendo de los com-bustibles fósiles y prácticamente todo de lo que vivimos y loque comemos es absolutamente dependiente de ellos. Ningúnmeme mutante puede tener fortaleza suficiente para que recu-pere el terreno ocupado por una economía, una agricultura yun tipo de movilidad tan dependiente de la combustión de gas,carbón y petróleo. Muchos autores han reproducido este ar-gumento con otros términos (Friedman, 2008a), periodística-mente entre otros. Un ejemplo en la historia ilustra dramática-mente este hecho. El primero se refiere al largo períodotranscurrido entre la invención y el uso generalizado de los nú-meros arábigos en detrimento de la numeración romana. Se

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sabe que los números arábigos fueron inventados por Al-Kho-razimi en 742, sin embargo, en 1425, de acuerdo con Berstein(2008), todavía se emitían edictos en Italia prohibiendo su uso.Imaginen la dificultad que supone el empleo de los númerosromanos para cualquier cálculo complejo, pero son siete sigloslos que mediaron entre una invención y la completa erradica-ción del sistema ineficiente. Algo parecido le sucede al mundo,con el agravante de que los impactos del cambio climático pue-den ser catastróficos para centenares de millones de personasy hay muy pocas décadas para actuar.

La aparición de los nuevos memes que deben reemplazar a losantiguos, basados en ideas, artefactos, costumbres e inventosque exigen el uso de combustibles fósiles, ya sea mediante mu-taciones de los anteriores o simple evolución, no llegará atiempo si no se dan otros cambios que paso a explicar.

Hemos dicho que un meme es una idea, una costumbre, tecno-logía y un rasgo cultural que podría asemejarse a un gen. Lasideas que prosperan y se abren paso en la humanidad logranreplicarse no tanto porque aisladamente sean exitosas, que lodeben ser, sino porque interaccionan con otras potenciándosemutuamente. La idea del motor de combustión ha crecido in-disociablemente con la ciencia geológica, mediante la cual sehan encontrado yacimientos de petróleo, y con la idea de in-dependencia personal y la búsqueda de la movilidad de mane-ra libre y autónoma. De ahí se ha derivado en el automóvil, nosólo como un medio de transporte sino como un medio de al-canzar estatus social y de señal de poderío, inteligencia y capa-cidad de trabajo. Se combina así un aspecto genético, el quepersigue la notoriedad social para encontrar la posibilidad deapareamiento y respeto en la manada, con un meme que pro-porciona además movilidad y libertad, con los memes que seconfiguran en todas la tecnologías presentes en un automóvily con el meme del modelo urbanístico predominante. Este esel éxito del automóvil, y en parte la dificultad para que hayauna mutación de meme que prospere y lo reemplace.

La forma más probable de que esto suceda es que se produz-can memes fruto de una mutación que se replique eficazmen-

te, e interaccione con los genes evolutivos que favorecen losbienes posicionales en la manada y el poderío material. Ello melleva al punto de arranque de este ensayo: el individuo. Las per-sonas estamos fuertemente influidas por nuestros genes y porlos memes: podemos decir que no somos otra cosa, salvo esoy nuestra conciencia. De resultas de ambos, tenemos muypoco estímulo externo e interno para contribuir con nuestraconducta a lo que es bueno para la sostenibilidad del planeta.Los memes que hemos heredado desde el descubrimiento dela máquina de vapor han estimulado un aumento de la riquezamaterial, lo cual es y ha sido siempre necesario para mejorarlas expectativas de vida. Pero el poder de esos memes tieneuna fuerte inercia, porque la riqueza material es signo de po-der y capacidad, y por tanto sus memes se replican poderosa-mente en países ricos, y posiblemente más en los que aspirana serlo.

De un lado, hay poco estímulo para trabajar en los problemastécnicos y científicos. Muy pocos desean esa actividad por lodura, desagradecida, mal retribuida y poco considerada social-mente. Encierra riesgos y exige largos años de trabajo sin ga-rantías de tener resultados. La ausencia de estímulos para tra-bajar en cuestiones científico-técnicas entre los jóvenes guardarelación con el desánimo de una juventud poco proclive a sa-crificarse y a trabajar duramente. Los jóvenes han visto en losúltimos años que uno se hacía más rico trabajando en el mun-do de las finanzas, que en la ingeniería o en la biología.

Por otro lado, en nuestra vida social y privada tampoco exis-ten memes de suficiente capacidad de replicación o reproduc-ción que, combinados con nuestros genes, nos fuercen a cam-biar la conducta. No hay arquetipos que imitar o admirar quedestaquen por sus ideas o conducta a favor de la sostenibilidaddel mundo, y que a través de sus contribuciones hayan logradobienes posicionales o éxito material. Ha sido justo al contrario:Gandhi o Martin Luther-King llevaron vidas sacrificadas y fue-ron asesinados; los ministros de Medio Ambiente no cuentanen los gabinetes; no hay imperios financieros y fortunas hechascon descubrimientos fundamentales para resolver el problemadel cambio climático; no hay personas mediáticas que logren la

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fama a partir de ello. Son otros los modelos de éxito, recono-cimiento y culminación de una vida extraordinaria.

En conclusión y por establecer concretamente los puntos a losque quiero llegar:

a) Hay que crear estímulos, no sólo económicos, sino mediá-ticos, culturales y psicosociológicos para que el trabajo deingenieros, científicos y especialistas dedicados a la resolu-ción de los problemas de la energía, el cambio climático, laalimentación, la ecología y demás ciencias sea un caminopara el progreso social, la fama, la reputación y el éxito. Nobasta la conciencia, no bastan las subvenciones, no basta lareligión, hacen falta potentes generadores de memes concapacidad de replicación para que el ser humano los integrey opere con arreglo a ellos.

b) Aunque el trabajo de los más capacitados intelectualmentees imprescindible también lo es el de las personas con tra-bajos menos cualificados. Esos memes deben permear to-dos los ámbitos de la vida laboral de las personas: el emplea -do de correos que reduce el tiempo de entrega y gasto degasolina en su moto, la secretaria que descubre cómo apro-vechar el papel, la energía y la tinta, el operario que encuen-tra la forma de levantar un muro con menos riesgos y máseficiencia. Si pensar en términos de sostenibilidad tiene unreconocimiento en todas las organizaciones, se crea el estí-mulo para que todos piensen en ello, y algunos de ellos al-cancen soluciones inteligentes.

c) Pero, incluso contando con el estímulo para pensar en so-luciones a todos los niveles, el problema no se va a resol-ver porque los memes que estimulan el aumento de rique-za material (coches, casas, viajes, barcos de recreo…) comomecanismo de progreso social, emocional y reproductivooperan con tanta fuerza como operarían los estímulos abuscar soluciones técnicas. Es decir, la idea de que todos losque trabajan en los problemas del cambio climático y de laenergía luego gastan el salario justamente ganado en bar-cos, viajes, casas y coches de lujo planea como una pesadi-lla. Pero tampoco podemos esperar que no lo hagan si losque no trabajan en los problemas de la sostenibilidad siguen

gastando su renta bien ganada en bienes que generan hue-llas ambientales crecientes. Estaríamos en idéntica situa-ción. Por ello, y esto es lo más complicado y difícil de lograr,es preciso que vivir con una huella ambiental moderada oreducida –pese a que uno tenga éxito profesional incluso ensu tarea de lograr mejoras en la sostenibilidad– sea un ve-hículo de progreso social. Ello equivale a que la moderación,real y exhibida, sea un signo de inteligencia social, éxito,fama, admiración, un modelo, en definitiva, y el mejor cami-no para la satisfacción emocional. Antes y ahora, el poderíomaterial, ganado a pulso o adquirido mediante el endeuda-miento, es y ha sido un signo de éxito social; en el futuro, esnecesario que se sepa que una persona que puede tenerlodecide vivir por debajo de sus posibilidades, lo hace en ra-zón a su fortaleza mental y sus convicciones, y debido a elloprecisamente despliega unas plumas (como evolutivamenteha logrado hacerlo el pavo, pero en este caso de fortalezamoral y generosidad) con las que le es más fácil encontraruna mejor pareja, tiene mayor liderazgo moral con sus hijosy compañeros de trabajo y a la postre mayor satisfacciónpersonal. Gráficamente, y al igual que en el caso de las plu-mas del pavo4, un estorbo para la movilidad en el bosque, elmúsculo que exhibiría la persona sería: «pudiendo comprár-melo todo decido no hacerlo, por tanto, ello demuestra unacapacidad de voluntad, autocontrol y autonomía que resul-taría atractiva en mi búsqueda de pareja, compañeros detrabajo y en el ejercicio de la maternidad/paternidad».

d) Ahora bien, si el estímulo al trabajo no se traduce en elconsumo de bienes, entonces no se crea riqueza. La claveestá entonces en los bienes que se pueden consumir, y enmi opinión esta es la crítica más débil a la causa ecologista.Porque los bienes pueden ser públicos o pueden ser inma-teriales, o al menos muy desmaterializados o descarboniza-dos. Ese es el mantra que debe situarse en las vanguardiasy en los paradigmas a imitar.

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4 Los ecólogos, si Dawkins no estaba equivocado en 1976, establecerían la siguiente conclusióncon respecto al gen que favorece en los pavos la prominente cola como un signo de fortaleza ycapacidad porque, siendo tan difícil moverse en bosque con ese plumaje y difícil ocultarse de lospredadores, aquel macho que sobreviviera con semejantes trabas debía ser muy fuerte y, por tan-to, un buen ejemplar con el que aparearse.

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e) Estos estímulos al trabajo creativo a favor de la sostenibi-lidad y a la moderación no pueden surgir en ausencia deun marco competitivo. De ningún modo un Estado puedeser el origen y razón en el que se fundamenten. Hace fal-ta un mercado de ideas y un proceso descoordinado, perofuertemente estimulado moral y económicamente, de ideas,conductas y soluciones. El Estado puede crear las condi-ciones, el entorno, la seguridad, la igualdad de oportunida-des, pero hacen falta mercados competitivos para crearlos incentivos y favorecer las mutaciones de los memesque son socialmente más beneficiosos. Ningún Estadocreó Google, Wikipedia, Firefox, Java ni Apache que es elprograma que permite que podamos ver las webs ennuestro ordenador, y sin el cual el boom de Internet nohubiera ocurrido.

f) La cooperación entre memes, al igual que la de genes oindividuos, demuestra que en supuestos de juegos repe-tidos del «dilema del prisionero» la estrategia ganadorasuele ser cooperar hasta que el otro no coopera, e in-cluso dar una segunda oportunidad a aquel adversarioque en algún momento traiciona (Axelrod, 2006), y de-muestra que los «buenos siempre ganan» (nice guys finishfirst). La ecología (Dawkins, 2006a ) y el análisis de lassociedades artificiales (Beincocker) demuestra que lacooperación se suele abrir paso en las sociedades inclu-so cuando lo que predomina es no cooperar, simplemen-te porque la no cooperación es el marco más ineficien-te y los que se hacen fuertes cooperando puedenrecuperar el terreno de los que no cooperan. Por otrolado, y sumando potencial a estos resultados, los estu-dios sobre las causas de la felicidad que ya hemos citado(Frey y Stutzer; Layard) muestran que en los índices sub-jetivos de felicidad de las personas aparece una variable,que se define como el porcentaje de personas que con-viven en su país de las que se puede uno fiar. Cuanto másalto es este indicador, más felicidad se tiene. Mientrasque en los resultados de Dawkins y de Axelrod lo únicoque opera es el incentivo económico a cooperar, en losestudios sobre felicidad es el emocional el que empuja ala cooperación.

Aspectos específicos de la triplecrisis: agua, energía y alimentación

Hemos argumentado que hacen falta mercados competitivos deideas y soluciones y un marco de estímulos personales que com-binen el premio al esfuerzo (en todos los niveles profesionales),la cooperación y las mutaciones de memes que favorezcan con-ductas y formación de signos que favorecen el éxito social y lasatisfacción emocional eludiendo el empleo de la riqueza mate-rial o, al menos, estimulando la moderación. Hemos dicho que elEstado debe estar bastante al margen de intervenir en este mer-cado, pero debe crear el entorno, la seguridad y la igualdad deoportunidades para la búsqueda de soluciones sea lo más efi-ciente y ágil posible. Pero el papel del Estado contiene dos com-petencias que son ineludibles para enfrentar la triple crisis.

La primera competencia es gravar los males económicos y lasexternalidades, poniendo un precio a los bienes que contami-nan, equivalente en lo posible, al daño ambiental que generan.La fiscalidad ambiental es tan necesaria como lo es, por ejem-plo, eliminar el exceso de subvenciones a las fuentes alternati-vas renovables de energía que sobrepriman su uso. Cualquierreticencia a poner impuestos a la emisión de gases de efectoinvernadero es el mejor síntoma de debilidad, populismo y fal-ta de liderazgo (ver la exhortación de Friedman, 2008, al pre-sidente de los Estados Unidos). Sólo un Estado puede ponerimpuestos, pero lo debe hacer de manera concertada con sussocios comerciales para que el terreno de juego esté niveladopara todas las empresas de todos los países. Hace falta una re-volución fiscal, y conocimientos sobre cómo diseñarla abundanen la literatura (ver el Cuaderno 12 de la Fundación del Ban-co Santander, 2007). Por tanto, una fiscalización profunda am-biciosa y bien planteada es un fuerte catalizador para recondu-cir la senda de crecimiento y potenciar la investigación y eldesarrollo de nuevas tecnologías.

La segunda competencia se ejerce en el contexto global y enlas organizaciones internacionales, especialmente en NacionesUnidas, si bien la ejecutoria de algunas de sus organizaciones

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deje mucho que desear. En todo caso, hay problemas globalesque un país solo, ni siquiera un grupo de ellos, puede resolver.Resolver la injusticia que hay en el mundo requiere la acciónconcertada de los países, como también ocurre con los retosambientales del planeta. Sin embargo, no hay acuerdo de cómohacerlo, ni quién o quiénes deben asumir la carga. Tampocoestá claro que se puedan conseguir logros sin un crecimientoeconómico global fuerte y sostenido. Sólo se puede redistri-buir cuando se crea excedente. En este sentido, es preciso queel mundo desarrollado estimule y recompense mucho más labúsqueda de soluciones imaginativas para resolver los proble-mas más acuciantes de la población más desfavorecida.

No obstante, hay algunos elementos sobre los que existe ma-yor nivel de acuerdo (cito los autores que mejor han argumen-tado cada uno de ellos):

1. Lograr un marco de comercio más justo, seguro y equitati-vo (Stiglitz y Chartlon, 2005).

2. Adoptar acuerdos de carácter deontológico sobre el modoen que los países desarrollados y sus empresas se relacionancomercialmente con los países en desarrollo (Collier, 2007).

3. Habilitar una fuerza militar más eficaz y ágil que actúe endefensa de las personas que sufren hambrunas, guerras,opresión, emigración masiva o desastres naturales (Collier,2007; Judt, 2009).

4. Adoptar un acuerdo de largo plazo sobre la emisión de gasesde efecto invernadero, y los mecanismos de desarrollo limpio(Cuaderno 16 de la Fundación del Banco Santander, 2009).

5. Crear stocks alimentarios estratégicos en lugares específi-cos que permitan una acción rápida y eficaz ante casos deemergencia. Parte del riesgo de las hambrunas causadas porsequías y desastres naturales se puede cubrir en el merca-do de reaseguros (IFPRI, diversos estudios).

6. Adoptar un marco de pagos de los Estados a las empresasfarmacéuticas para que inviertan más en I+D en las enferme-dades que asolan a los países desarrollados (Sachs, 2005).

7. Potenciar la inversión en África en regadíos, extensiónagraria y capacitación, y abrir los mercados de los paísesdesa rrollados a las producciones de los países más pobres.

El papel de los Estados y de los principales organismos inter-nacionales se ha mostrado a veces demasiado limitado por suexcesiva burocratización y el peso de los intereses nacionaleso incluso particulares de algunos sectores estratégicos. Es pre-ciso el papel de las ONG, y la multiplicación de esfuerzos paraencontrar las fórmulas con más éxito para la reducción delhambre y la pobreza. Nadie conoce las fórmulas, y hay pocoacuerdo entre los especialistas (ver Easterly, 2006; Sachs, 2008;Collier, 2007).

Conclusiones

La principal conclusión de este ensayo es que la clave para afron-tar la triple crisis de la agricultura, la energía y el agua radica enuna comprensión más integral del individuo. Para el problemaque nos ocupa, ello comporta por un lado comprender mejoren qué radica su felicidad, entendiendo las causas y los factoresque la potencian. Y, por otro, potenciar una conducta más propi-cia para desarrollar acciones y conductas que favorecen un con-sumo responsable y asumir una mayor responsabilidad eco- social, lo que se aplica a todos los niveles y ámbitos deresponsabilidad, incluyendo lo laboral y lo privado. Se ha argu-mentado que las llamadas a la concienciación, sean religiosas ono, no bastan para que el individuo cambie su forma de enten-der su papel en la sociedad y como votante. En síntesis, es pre-ciso que el marco de incentivos y estímulos que hemos hereda-do evolutivamente y culturalmente se transforme de maneraradical. Hay que estimular mucha creatividad, esfuerzo y dedica-ción para encontrar soluciones a los problemas del mundo ur-gentemente, pero también hay que crear un marco de estímu-los, económicos y morales, que no realimente el estímulo alconsumo de bienes con fuerte carga energética y contaminante.

Al igual que hay competencia entre genes (y también coope-ración entre ellos), la hay entre las ideas o las teorías, los me-mes de Dawkins (más desarrollados por Beinhocker para elanálisis de la creación de riqueza). Sólo mediante un procesoevolutivo, descoordinado, se logrará encontrar los memes que

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reconduzcan el actual estado del mundo. Hay que probar mi-llones de ideas y alternativas para que surjan soluciones váli-das, pero estas han de ser fácilmente replicables. Sólo median-te un estímulo económico y adecuadas recompensas socialespodemos hacer que la creación de riqueza no acarree aumen-tos en el metabolismo económico individual. El reto es colo-sal, y la base más fundamental, una educación universal en va-lores y en la responsabilidad, está muy lejos de haberselogrado. Sin embargo, creo que la humanidad no ha exploradomás que una pequeña fracción de su potencial intelectual y desu fortaleza moral para emprender una búsqueda de las solu-ciones. Por ello, no se debe caer en un pesimismo que anulenuestra voluntad, bloquee nuestros resortes y nos lleve a pro-teger sólo nuestros intereses más inmediatos.

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Introducción

No han trascurrido siquiera dos siglos desde el nacimiento de lasociedad industrial en la que vivimos, y nos encontramos yafrente a una encrucijada trascendental y de difícil elección. Labase energética y material sobre la que hemos construido undesarrollo tecnológico y un crecimiento demográfico y econó-mico sin precedentes cruje bajo el peso de 6.700 millones de se-res humanos, que en el transcurso del siglo que ahora comien-za pueden pasar a ser más de 9.000 millones, y que, lógicamente,aspiran y aspirarán a acercarse al nivel de bienestar de que hoygozamos una quinta parte de la humanidad, que es la que consu-me el 80% de los recursos del planeta. La estructura física quesustenta el sistema económico global amenaza con hundirseporque el crecimiento exponencial de los consumos energéticosque requiere no es sostenible, y mucho menos puede generali-zarse a aquella parte de la humanidad no industrializada o en víasde industrialización. Pero es que, incluso en el hipotético caso deque ello fuera posible, no sería aconsejable, ya que aceleraríamosla desestabilización del sistema climático del planeta que ya he-mos iniciado, con consecuencias imprevisibles pero a buen segu-ro que catastróficas para nuestra civilización. Todo lo cual nosplantea un grave dilema sobre el futuro de nuestras sociedades,tanto a nivel global como local, con dos opciones básicas: inten-

tar mantener mientras podamos el rumbo actual y continuaracelerando, como hemos hecho en el pasado, con una gran do-sis de fe y de esperanza en que el ingenio humano acabe por en-contrar soluciones que hoy no se vislumbran; o bien, frenar ycambiar de dirección, apuntando a un futuro distinto, un futuroen el que el aumento continuado de los consumos materiales–muy especialmente en las sociedades avanzadas– no sea el úni-co, y ni siquiera el principal objetivo social ni la única forma debuscar el bienestar y la felicidad. Un futuro más sostenible en elque muchas generaciones venideras puedan seguir disfrutandode una vida digna y satisfactoria dentro de los límites que nosmarca la naturaleza que nos hizo nacer.

La decisión, obviamente, no es sencilla, por muchas razones,pero quizás, y sobre todo, porque obliga a cuestionar, o por lomenos a replantear, algo que tenemos muy arraigado en nues-tras conciencias: la noción del progreso y la visión antropocén-trica del mundo que nos rodea. Desde el mito de la creacióndel Génesis, con el hombre como objetivo último de esta crea -ción y con el mandato de «creced y multiplicaos» dominandotodas las criaturas del planeta, hasta el concepto de progresoconcebido y difundido por la Ilustración, la cultura occidentalse ha construido suponiendo que la especie humana es algo se-parado del mundo que nos rodea, y que tenemos este mundoa nuestra disposición para hacer con él lo que nos venga en

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Sostenibilidad, energía y sociedad

Marcel CoderchDoctor Ingeniero de TelecomunicacionesMiembro del Consejo Asesor para el Desarrollo Sostenible de la Generalitat de Catalunya

«Cualquier idiota inteligente puede hacer que las cosas sean más grandes, más complejas y más violentas. Pero hace falta una chispa de genialidad –y mucho coraje y atrevimiento– para ir en la dirección contraria.»

Albert Einstein

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gana. La demostración de nuestro éxito sería precisamente unprogreso continuado que se concreta en un dominio absolutoy excluyente de la naturaleza. Cuanto mayor es este dominio,aparentemente más progresamos.

Quizás porque no nos resulta nada fácil enfrentarnos a unarea lidad que no coincide con esta visión y que por eso no nosgusta, y también porque vemos que el problema que se nosplantea es de una dimensión que abruma, preferimos ir tiran-do, procurando, eso sí, añadir el adjetivo «sostenible» a todoun conjunto de actuaciones y políticas económicas y sociales.Así, hablamos de «desarrollo sostenible», de «progreso soste-nible», de «economía sostenible», de «movilidad sostenible»,de «edificación sostenible», de «turismo sostenible», o inclusode «crecimiento sostenible» –una verdadera contradictio in ter-minis– como si por el mero hecho de adjetivar las cosas yacambiásemos su sustancia.

Todas estas políticas de sostenibilidad que podamos adoptarpara mitigar las consecuencias negativas de un modelo de cre-cimiento caótico, descontrolado y despilfarrador deben serbienvenidas y apoyadas, porque nos ayudan a ganar tiempo, perohemos de ser conscientes de que no eliminarán las causas últi-mas del dilema que se nos plantea. La superación consciente deesta disyuntiva requerirá un cambio sistémico, que sólo seráposible si somos capaces, en primer lugar, de entender cuál esla situación actual y qué es lo que nos ha llevado hasta aquí, ydespués, de convencer a nuestros conciudadanos de que el fu-turo no puede ser una simple extrapolación del pasado, conmás abundancia material y más de todo, sino que habrá que irbuscando nuevas formas de vivir y de gozar que no nos llevenmás allá de los límites del único planeta que tenemos para vivir.

Lo que sigue no pretende ser más que una pequeña contribu-ción a un cambio cultural que es del todo imprescindible paraevitar una alternativa que sólo de pensarla horroriza: una luchafratricida y despiadada entre individuos, naciones y Estados porapropiarse de unos recursos naturales cada vez más insuficien-tes para mantener el rumbo y el ritmo que las sociedades oc-cidentales marcamos hace poco más de ciento cincuenta años.

¿Qué es el desarrollo sostenible?

Creo que no nos equivocamos si pensamos que una mayoríade la población acepta que se implanten políticas genéricas desosteniblidad, y que está dispuesta a contribuir con las iniciati-vas que despliegan los gobiernos al respecto, pero creo tam-bién que todos tenemos un cierto grado de confusión sobrelo que realmente significa el concepto de desarrollo sostenible.Esta confusión es consecuencia de la propia definición que ledio su introductora, Gro Harlem Brundtland, en su informe de1987, Nuestro futuro común:

«El desarrollo sostenible es un desarrollo que permite sa-tisfacer las necesidades del presente sin comprometer lacapacidad de las generaciones futuras de satisfacer sus pro-pias necesidades».

Lo cual parece reconfortante, porque da por hecho que esposible un modelo de desarrollo con el que todos podremossatisfacer nuestras necesidades, tanto ahora como en el futu-ro, y sean cuales sean estas necesidades. La verdad, sin embar-go, es que esta definición no nos ayuda demasiado, ni a sabercuáles son estas necesidades presentes sobre las que tenemosel derecho de creación y a satisfacción, ni cuáles son las nece-sidades futuras que no podemos poner en riesgo. Si acaso, po-dría interpretarse en el sentido de que sólo tenemos derechoa satisfacer determinadas necesidades si esta satisfacción pre-sente no pone en riesgo el que las generaciones futuras pue-dan también satisfacerlas. Pero no es esa la interpretación ha-bitual, ya que, por ejemplo, querría decir que no tenemosderecho a seguir consumiendo recursos energéticos no reno-vables en tanto en cuanto no podamos asegurar que las gene-raciones futuras tendrán a su alcance fuentes energéticas al-ternativas con las que cubrir sus respectivas necesidades. Laconfusión, sin embargo, no termina aquí, porque cuando el in-forme Brundtland intenta concretar las implicaciones del prin-cipio del desarrollo sostenible, acaba por relativizarlo y entur-biarlo un poco más:

SOSTENIBILIDAD, ENERGÍA Y SOCIEDAD

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«La satisfacción de las necesidades esenciales depende enparte de que seamos capaces de aprovechar todas las po-tencialidades del crecimiento, y el desarrollo sostenible cla-ramente requiere de crecimiento económico allí donde es-tas necesidades no están cubiertas. Y si lo están, puede sercoherente con el crecimiento económico si este creci-miento responde a los principios generales de sostenibili-dad y de no explotación de los demás».

Añade, pues, que hay unas necesidades esenciales que no estántodavía cubiertas en buena parte del mundo, y que, por tanto, susatisfacción requiere todavía de crecimiento económico, lo cuales bastante obvio. Pero a continuación hace extensiva esta posi-bilidad de crecimiento económico también al resto del mundoen donde estas necesidades esenciales están del todo cubiertasy con creces. Es decir, el desarrollo sostenible no es incompati-ble en ningún lugar del mundo con el crecimiento económico ycomo para mucha gente «desarrollo» y «crecimiento» son sinó-nimos, acabamos por creernos que «desarrollo sostenible» es lomismo que «crecimiento sostenible». Pero no es así, ya que porcrecimiento sostenible no se entiende un incremento de rique-za o de bienestar que una vez alcanzado se pueda mantener, sinoun proceso de crecimiento continuado, con incrementos que semantienen años tras año. De esta forma, la idea de sostenibilidadqueda ligada en la mente del público a algo que es del todo in-sostenible: un crecimiento económico exponencial continuadocomo el que hemos vivido en el siglo anterior.

El error básico del informe Brundtland es ignorar que hay lími-tes físicos al crecimiento económico y que es probable que lahumanidad, en su conjunto, los haya ya superado en algunos as-pectos, y con respecto a su viabilidad a medio y largo plazo. SiBrundtland hubiera tenido en cuenta la existencia de límites, nopodía haber escrito la última frase que hemos citado, ya que sies posible un crecimiento económico que responda a los prin-cipios generales de sostenibilidad, éste no debería tener lugaren los países ricos, que son insostenibles en muchos aspectos,sino en todo caso sólo en los países más atrasados. Y eso es asíporque el crecimiento económico, por lo menos tal y como loconcebimos hoy, necesariamente comporta la utilización de re-

cursos naturales no renovables y, por tanto, cuando sea posiblemultiplicar por dos la eficiencia en su uso, deberíamos aprove-charlo para reducir en valores absolutos el consumo total deeste recurso, y no para seguir incrementando su consumo porel hecho de que haya disminuido su coste unitario.

La verdadera sostenibilidad debe tener pues en cuenta nues-tros límites y los del planeta; límites que en cada momento de-penderán de nuestra capacidad para aprovechar los recursosnaturales renovables, y por la capacidad del medioambiente deabsorber los residuos que toda actividad económica genera. Eldesarrollo sólo puede ser sostenible si respeta estos límites.

Hemos de tener en cuenta, sin embargo, que el concepto desostenibilidad es relativo, ya que no parece lógico que una so-ciedad o civilización aspire a mantenerse para siempre. De he-cho, sabemos, por ejemplo, que en unos miles de millones deaños el Sol se apagará y que muchísimo antes habrá hecho her-vir todos los océanos y que por tanto la vida ya no será posi-ble en la Tierra. Por ello, cuando hablamos de sostenibilidad nonos estamos refiriendo a un período de tiempo ilimitado, sinoa un horizonte parecido a la duración que han tenido otras ci-vilizaciones anteriores, unos cuantos siglos o quizás unos po-cos milenios. Una sociedad sostenible sería pues aquella queparece capaz de mantenerse unos cuantos siglos más.

Desde este punto de vista, ¿es sostenible la actual civilizaciónindustrial y su modelo de desarrollo y progreso por medio delcrecimiento económico?

El Club de Roma y los límitesdel crecimiento

A finales de los años 60, en una época en que después de másde dos décadas de fuerte crecimiento económico la fe y el op-timismo en el progreso tecnológico eran más fuertes que nun-ca, un grupo de empresarios, científicos, humanistas y econo-mistas crearon el Club de Roma para analizar los retos que

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tenía la humanidad por delante. Su primer proyecto, encargadoa un grupo de investigadores del Instituto Tecnológico de Mas-sachussetts (MIT), tenía por objeto entender las interrelacio-nes entre los factores que hacían posible el crecimiento eco-nómico, así como cuáles de estos factores –población,producción agrícola, energía y recursos minerales, producciónindustrial, polución, etc.– pudieran llegar a limitar un creci-miento que en aquellos momentos parecía ilimitado.

El resultado fue un pequeño libro, publicado a comienzos delos años 70 y titulado Los límites del crecimiento1, que en un mo-mento de euforia por el desarrollo masivo de la energía nuclear,sin nada que hiciera pensar en la escasez de los recursos ener-géticos y minerales, y con un importante crecimiento de la po-blación mundial y de la esperanza de vida, supuso todo un re-vulsivo por cuanto los modelos matemáticos utilizados por loscientíficos del MIT llevaban a unos escenarios de futuro queprovocaban el colapso del sistema económico mundial en al-gún momento de la segunda mitad del siglo XXI, a menos quese adoptaran medidas para limitar las tasas de crecimiento enaquel momento vigentes. El colapso se producía por la combi-nación de un progresivo agotamiento de los recursos natura-les, por sobrepoblación y por un incremento desmesurado delos residuos y la polución.

El estudio fue recibido con una gran expectación y se llegaron avender más de treinta millones de copias en todo el mundo. Fuemuy leído, debatido y criticado, seguramente porque a pesar deloptimismo reinante en aquella época, todavía quedaban recuer-dos de la Gran Depresión anterior a la Segunda Guerra Mun-dial, y mucha gente se preguntaba si sería posible mantener laetapa de bonaza que siguió a esta guerra, y hasta cuándo. El in-forme del Club de Roma proporcionaba respuestas a estas pre-guntas, no muy reconfortantes, pero respuestas al fin y al cabo.

En los años posteriores a su publicación, el estudio fue objetode una crítica feroz, proveniente de al menos cuatro frentes. En

primer lugar, del mundo empresarial e industrial que lo consi-deraba un atentado en contra de sus intereses económicos.También en el ámbito de los economistas académicos hubomuchas críticas porque introducía en el análisis elementos deltodo ajenos a los modelos y al discurso económico clásico, ysobre todo porque debilitaba el predominio que tenían (y tie-nen) sus consejos en el mundo de la política gubernamental. LaIglesia católica encontraba inaceptable que la sobrepoblaciónpudiera ser una de las causas del problema, y la izquierda polí-tica del mundo occidental lo consideraba una maniobra de laclase dominante para convencer a los trabajadores de que elparaíso proletario que prometía el comunismo de la abundan-cia no era un objetivo realista.

Con una coalición de intereses como esta no es de extrañar quehubiera una fuerte reacción en contra de los autores, que even-tualmente consiguió desprestigiar el estudio a los ojos de la ma-yoría del público y de los especialistas, hasta el punto de que hoyse sigue considerando políticamente incorrecto citar este infor-me. Este desprestigio se vio facilitado por un factor que inicial-mente parecía jugar a su favor: la crisis del petróleo de 1973, quesin tener una relación directa con el informe parecía confirmaralgunos de los escenarios de los modelos del MIT. La crisis delpetróleo, sin embargo, terminó en 1980 y en las décadas poste-riores el crudo volvió a fluir abundantemente de Arabia Sauditay del Mar del Norte; los precios descendieron considerablemen-te, y todos creyeron que eso era señal de que el petróleo eramuy abundante y que siempre seguiría siéndolo. Con el colapsode la Unión Soviética y los inicios de la burbuja de la «nueva eco-nomía», todos los problemas parecían quedarse atrás. La Histo-ria, según Fukuyama, había terminado, y podíamos relajarnos ydisfrutar de los frutos del desarrollo tecnológico y de la globali-zación sin mayores preocupaciones.

Tres décadas después de su publicación, sólo queda el tímidorecuerdo de un libro que había pronosticado una catástrofe yque se había equivocado de arriba abajo, ya que, supuestamen-te, los hechos le habían desmentido. Esta es seguramente laopinión mayoritaria entre aquellos que todavía se acuerdan desu existencia. Fue Ronald Bailey, editor de la sección de ciencia

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1 La edición original de esta obra todavía puede encontrarse en muchas bibliotecas españolas yexiste también una actualización reciente que han publicado sus mismos autores: Los límites delcrecimiento 30 años después, Meadows et al., Galaxia Gutemberg, 2006.

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de la revista de negocios Forbes, quien más contribuyó a difun-dir esta opinión al publicar en 1989 que el estudio del MIT ha-bía pronosticado que «el petróleo se agotaría en el año 1992,el mercurio en 1985, el estaño en 1987, y el cobre, el plomo yel gas natural en 1993». En un libro posterior, publicado el año1993, Bailey reiteró esta acusación y la amplió, afirmando quetodas las predicciones del Club de Roma hechas en 1972 habíanresultado erróneas.

Las afirmaciones de Bailey son simplemente falsas. Se sirvió dealgunas cifras sobre reservas y producción anual de recursosminerales que salían en el libro, citándolas fuera de contexto einterpretándolas a su conveniencia, atribuyendo a los autoreslo que estos no decían. Posiblemente ni siquiera había leídotodo el libro, puesto que los distintos escenarios contempla-dos planteaban posibles colapsos económicos hacia la segundamitad del siglo XXI y por tanto difícilmente podían considerar-se desmentidas unas proyecciones que se referían a hechosque pueden o no suceder en las próximas décadas. A pesar deello, y ayudado por la dinámica de Internet, se popularizó laidea de que el Club de Roma se había equivocado del todo ylo hizo de tal forma que ya ni siquiera era necesario decir cuá-les habían sido los errores. Bastaba (y basta) con repetir quehabían pronosticado una catástrofe que no se había dado, y quepor tanto la idea de que hay límites al crecimiento económicoes errónea.

La realidad, sin embargo, era muy distinta, como puede com-probarse fácilmente leyendo el libro. Las conclusiones de losautores eran básicamente tres:

• Que si continuaban las tendencias de crecimiento económi-co exponencial de los años 70, se llegaría a los límites del pla-neta en algún momento de los próximos cien años, y queesto provocaría un acentuado declive de la capacidad deproducción agrícola e industrial, y de la población.

• Que estas tendencias se podían alterar y que, si se hacía atiempo, el mundo podría alcanzar una condición de «estabi-lidad ecológica» que sería sostenible para un futuro muchomás lejano.

• Que para tener éxito en esta segunda opción, cuanto antesempezaran los esfuerzos para limitar el crecimiento, mejor, yal contrario, cuanto más se tardara en hacerlo, más difícil ymás traumática sería la transición.

El libro, por tanto, no vaticinaba ninguna catástrofe, sólo decíaque la catástrofe era prácticamente inevitable si no se hacíanada por evitarla, y apuntaba además qué es lo que había quehacer para que no se dieran los peores escenarios. Desgracia-damente, han pasado treinta años y por mucho que las tasas decrecimiento son ahora bastante inferiores a las de los años1970 (que se redujeron como consecuencia de la primera cri-sis del petróleo), se están confirmando algunas de las peorestendencias, precisamente porque no hemos empezado todavíaa hacer nada al respecto.

La crisis energética y el cambioclimático

Hoy, cuando nos acercamos al fin de la primera década del nue-vo siglo, parece que empieza a cambiar la actitud frente al infor-me del Club de Roma2 y especialmente ante la idea de que pue-de haber límites al crecimiento económico, seguramente comoconsecuencia de dos circunstancias que de una forma u otraapuntan a lo que los autores del informe entrevieron: la másque probable llegada al máximo de la producción mundial depetróleo (el conocido como peak oil) en las próximas décadas3,y el cambio climático provocado por las emisiones de gases deefecto invernadero, consecuencia de un consumo desmesuradode combustibles fósiles. Estas circunstancias pueden considerar-se expresiones concretas del agotamiento progresivo de los re-cursos minerales y energéticos, y de la incapacidad del medioambiente de absorber los residuos industriales, que el informe

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2 Incluso el Wall Street Journal, la biblia del mundo económico y financiero, publicó recientementeen primera página un largo artículo recordando el informe del Club de Roma: New Limits toGrowth Revive Malthusian Fears, WSJ, 24 de marzo de 2008.

3 Sobre el fenómeno del peak oil ver Se acabó la fiesta, de Richard Heinberg, Barrabés editorial,2006.

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del MIT señalaba como mecanismos que progresivamente difi-cultarían el proceso de crecimiento económico a lo largo de lasegunda mitad del siglo XXI. Los hechos, por tanto, lejos de ha-ber desmentido el informe del Club de Roma parece que vandándole la razón.

Los problemas ligados al futuro energético empiezan a ser co-nocidos por el gran público: la progresiva dificultad de descu-brir y extraer los combustibles fósiles, y muy especialmente elpetróleo (pero también el gas y el carbón), que hoy suponenmás del 85% del consumo energético mundial –con su consi-guiente encarecimiento– y el aumento de temperaturas debi-do a las emisiones de CO2 y de otros gases de efecto inverna-dero. Contrariamente a lo que puede en principio parecer, laprevisible reducción de la disponibilidad de petróleo podría ha-cer aumentar las emisiones porque la única solución industrialque tenemos a nuestro alcance para substituir el petróleo encantidades significativas –las arenas asfálticas y la licuefaccióndel carbón– más que triplican las emisiones del petróleo al quesubstituyen.

Frente a esta problemática se proponen o se propondrán algu-nas soluciones tecnológicas que pasarían por dividir por doslos consumos sin reducir la calidad de los servicios energéti-cos que de ellos se derivan, por ejemplo, aislando mejor las vi-viendas, reduciendo el consumo de los vehículos hasta los3,5 l/100 Km, equipando los hogares con colectores solares yfotovoltaicos, etc.; produciendo electricidad sin generar CO2 abase de fuentes renovables y nucleares, o capturando y secues-trando las emisiones de las centrales térmicas fósiles; y, final-mente, substituyendo a largo plazo el petróleo por biocarbu-rantes o, eventualmente, por vehículos eléctricos o propulsadospor hidrógeno.

Estas soluciones hipotéticas tienen sin embargo dos dificultadesfundamentales: hoy no son económicamente competitivas con loscombustibles fósiles y por tanto no se desarrollarán por los me-canismos de mercado y, lo que es más grave, en caso de que fue-ran técnica y económicamente viables, no podrían desplegarse sig-nificativamente antes de 25 ó 30 años. El sistema energético de

las próximas décadas es el de hoy, y si no hay cambios imprevisi-bles, todo lo que está hoy en fase de investigación y desarrollo di-fícilmente podrá desplegarse antes de 2040. Las soluciones queactualmente prevén los responsables políticos y económicos, y lasagencias internacionales, se centran en la mejora de la eficienciaenergética, el desarrollo voluntarista de las energías renovables, yen algunos casos también de la energía nuclear4, y en la capturay almacenamiento del CO2. Pero difícilmente estas políticas po-drán compensar por sí solas el declive del petróleo reduciendo almismo tiempo, suficientemente, las emisiones.

Un escenario tendencialmentevirtuoso

El departamento de I+D de la eléctrica francesa EDF ha publi-cado un estudio5 en el que, incluso suponiendo unas tasas decrecimiento de los consumos energéticos muy modestas (deun 0,4% anual en la OCDE y la ex URSS, y del 0,7% en los paí -ses emergentes), claramente por debajo de las históricas ytambién de las que prevén los organismos internacionales, sellega a la conclusión de que incluso en el mejor de los casos–lo que ellos denominan como escenario «tendencialmentevirtuoso»– no se logra cuadrar las necesidades energéticascon la reducción de las emisiones.

Este escenario virtuoso supondría la electrificación progresivadel transporte hasta cubrir el 15% de todos los medios detransporte para el año 2050; multiplicar por cuatro la producciónde calor y de electricidad de fuentes renovables y por veinte elconsumo de biocarburantes; y triplicar el número de centralesnucleares a nivel mundial. Aún así, y utilizando las estimacionesmás optimistas de las reservas de carbón y petróleo, los combus-

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4 La opinión del autor sobre las posibilidades de la energía nuclear es globalmente negativa. Ver Elespejismo nuclear: Por qué la energía nuclear no es la solución sino parte del problema, de Marcel Co-derch y Núria Almiron, Ed. Los Libros del Lince, 2008.

5 Quelles solutions des industriels peuvent-ils apporter aux problèmes énergétiques?, Ives Bamberger yBernard Rogeaux, Revue de l’Énergie, n.º 575, enero-febrero 2007. www.e-scio.net/energie/Baumberger.pdf

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tibles fósiles inician su declive alrededor de 2020, y el carbón,suponiendo que se pueda licuar en cantidades suficientes paracompensar la menor disponibilidad de petróleo, no puede com-pensar este declive más allá de 2040. Por lo tanto, a menos queencontremos otras fuentes energéticas hoy desconocidas, haciamitad de siglo alcanzaríamos la máxima producción energéticamundial y por el camino habríamos multiplicado por cinco el lí-mite de las emisiones de CO2 que recomienda el Panel Inter-gubernamental sobre Cambio Climático (IPCC). Una trayecto-ria no precisamente virtuosa ya que está del todo alejada decualquier concepto de sostenibilidad.

En cuanto a la posibilidad de nuevas fuentes energéticas, los au-tores descartan la fusión nuclear para antes de 2080 y creenque los nuevos reactores breeder de IV Generación, que ten-drían que funcionar con plutonio, en el mejor de los casos nose podrían empezar a desplegar hasta mediados de siglo, paracuando se prevé que las reservas efectivas de uranio empiecenya a escasear. En consecuencia, los autores plantean un conjun-to de planes de urgencia que para el caso francés evalúan enunos 40.000 millones de euros anuales, un 2% del PIB y unacantidad equivalente a la factura petrolera, para que alrededorde 2035 se hayan reducido las importaciones de energía fósilen un 65%, y las emisiones de CO2 en un 57%. De acuerdo coneste plan de urgencia, el consumo total no crece en los diezprimeros años y a partir de 2015 empieza a reducirse de for-ma que en 2030 el consumo energético total es un 40% infe-rior al actual.

¿Prosperidad sin crecimiento?

Todo hace pensar que el modelo energético y económico ac-tual, basado en un crecimiento exponencial continuado, es deltodo insostenible y, como ya nos habían advertido hace más de30 años, en las próximas décadas tendremos que enfrentarnosa la realidad de los límites físicos del planeta. Podemos conti-nuar creyendo que «alguna cosa encontraremos» y seguir que-mando aceleradamente los recursos fósiles que aún nos que-

dan hasta que no haya marcha atrás, o los podemos invertir enla construcción de un futuro más sostenible. A la hora de ele-gir entre estas dos opciones, conviene tener presente lo quedice un sabio proverbio chino: «Si no variamos el rumbo, lomás seguro es que acabemos allí hacia donde nos dirigimos».

Toda civilización vive arraigada a un mito fundacional. El nues-tro es el del progreso a través del crecimiento económico. Enlas últimas cinco décadas, lograr el máximo crecimiento hasido el principal objetivo de todos los gobiernos del mundo,sean del color que sean. La economía global es hoy cinco ve-ces la que era cinco décadas atrás, y si continuásemos crecien-do al mismo ritmo, a finales de siglo la economía se multiplica-ría por ochenta. Un crecimiento de esta magnitud no tieneprecedentes históricos, y su continuidad se contradice con elconocimiento científico que tenemos sobre la finitud de los re-cursos naturales y la fragilidad de los sistemas ecológicos delos que dependemos para sobrevivir.

Nuestra sociedad prefiere cerrar los ojos a esta realidad, segu-ramente porque la estabilidad del sistema económico, y por tan-to la paz social y el progreso –por lo menos tal como hoy losentendemos– dependen de la continuidad del crecimiento eco-nómico. Cuestionar este crecimiento se considera cosa de luná-ticos, idealistas o revolucionarios. Y, sin embargo, hay que hacer-lo, porque el modelo energético y económico actual no essostenible, y el bienestar y la riqueza de unos cuantos, a costa dela destrucción ecológica y de una persistente desigualdad global,no pueden ser los fundamentos de una sociedad civilizada.

La prosperidad6 consiste en favorecer nuestra capacidad paradesarrollarnos y progresar como seres humanos, pero hacién-dolo respetando los límites de nuestro planeta. El reto es crearlas condiciones que lo hagan posible, y es la tarea más urgentey necesaria de nuestra época.

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6 Para entender qué puede significar una prosperidad no ligada al crecimiento económico, ver Pros-perity without Growth?, Tim Jackson, UK Sustainable Development Commission, 2009. www.sd-commission.org.uk/publications.php?id=914

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Introducción

La subidas drásticas en los precios de los combustibles fósiles y,por ende, de la energía que se produjeron en el pasado reciente,coincidieron con una subida en los precios de los alimentos y conuna percepción de escasez de recursos hídricos que permiten su-gerir la existencia de una triple crisis en alimentos, agua y ener-gía. En un mundo tan complejo y cambiante como el actual, seríapretencioso intentar delinear las causas de esta triple crisis porlo que estas reflexiones apuntan más a los efectos y aventuranposibles causas. Lo cambiante de la situación hace que las ideasque aquí se avanzan se refieran al período que va de principiosde 2006 a principios de 2009. Desde entonces hasta que esta pu-blicación vea la luz la situación habrá variado de nuevo, lo que in-dica los altos niveles de incertidumbre que caracterizan esta épo-ca y la dificultad para predecir acontecimientos futuros.

La crisis alimentaria

La Figura 1 muestra la evolución de los precios desde 2003 delos tres cereales que alimentan, directa o indirectamente, a casiel 70% de la humanidad, así como la evolución del precio del

petróleo. Aunque las pautas son parecidas, se detecta una su-bida previa en los precios del petróleo a partir de 2005 que nose ve reflejada en los precios de los cereales hasta principiosde 2007. Las escaladas de los precios de los cereales siguen laspautas del precio del petróleo, iniciando su bajada a la vez, amediados de 2008.

Los precios de los alimentos han bajado sistemáticamente des-de hace 50 años, a pesar del notable incremento de la deman-da producida por el crecimiento de la población. La Figura 2muestra la evolución del precio del trigo (en dólares constan-tes al año 2000) y donde se pueden observar dos alteracionesa la tendencia general de bajada: una, entre 1973 y 1975, y la se-gunda que es la que ha ocurrido recientemente. Curiosamente,ambas están aparentemente relacionadas con subidas del pre-cio del petróleo. Ambas han sido de corta duración, incluida laactual, como puede verse en la Figura 3, que muestra la evolu-ción del precio del trigo en los EE.UU. en los últimos diez años.

La caída en los precios de los cereales está directamente rela-cionada con el aumento de la productividad de las cosechas. Sepuede decir que, mientras la humanidad en su conjunto se ali-menta más y mejor y a menor coste, la agricultura muere, víc-tima de su propio éxito. A pesar del aumento de la población,hoy se producen el doble de calorías per cápita que en 1960.

Causas de la triple crisis

Elías FereresReal Academia de Ingeniería de EspañaCatedrático de la Universidad de CórdobaDirector del Instituto de Agricultura Sostenible, CSIC

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El máximo precio que alcanzó el trigo en la subida de 2008 essólo el que tenía, ajustado por la inflación, en 1960. Además, ladieta ha cambiado; entre 1990 y 2005, mientras que el consu-mo de cereales disminuye un 20%, los incrementos en el con-sumo de carne y pescado fueron del 140 y 130% respectiva-mente. Aún más espectacular fue el aumento del consumo defrutas y hortalizas del 250 y 190%. Estos cambios en la dieta re-quieren, en el caso de la producción de carne y de peces enacuicultura, de aumentos en la producción de cereales, insumobásico para la producción de carne. Si la tendencia a un mayorconsumo de carne continúa, la presión para producir más ce-reales (se requieren de 3 a 10 Kg de cereales por Kg de car-ne) puede afectar al futuro de la agricultura. Resulta paradóji-co que, aunque hoy día la obesidad sea mayor amenaza que elhambre para la mayoría de la población, existan aún cientos demillones de hambrientos en zonas rurales remotas de los paí-ses más pobres. Evidentemente, este problema, que nunca tie-ne suficiente prioridad en las agendas de las reuniones interna-cionales (ya sean 8, 20 ó 150 los países que se reúnan), no sedebe a la falta de alimentos sino a la pobreza que limita el ac-ceso de estas personas a una alimentación suficiente. Igualmen-te paradójico resulta que la reciente crisis de subida de preciosde los alimentos, con la posterior caída de los mismos, ha ocul-tado más que realzado el problema del hambre de los más po-bres del planeta, para vergüenza de todos.

El futuro de la producciónde alimentos

¿Podremos producir suficientes alimentos en el futuro? La bre-cha que existe entre lo que se puede producir y lo que se pro-duce, lo que se llama rendimiento potencial y real, respectiva-mente, es muy notable aún en muchos países en desarrollo ypuede ser acortada en el futuro. Otra amenaza a la agricultura,ésta generalizada en muchos países tanto desarrollados como

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Figura 2Figura 1

Figura 3

¿QUÉ DESENCADENA LAS CRISIS?¿QUÉ DESENCADENA LAS CRISIS?desde 2003:desde 2003:maíz y trigo doblaron precios, arroz triplicó,maíz y trigo doblaron precios, arroz triplicó,petróleo cuatriplicópetróleo cuatriplicó

PRECIO DEL TRIGO

Precio del trigo en EE.UU. 1999-2009

Fuente: FAO 2008 y IMF 2008Fuente: FAO 2008 y IMF 2008 Fuente: USDA

Fuente: www.nass.usda.gov

Dollars per Bu

Year

CornWheatRiceOil (right scale)

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en desarrollo, es la brecha que existe entre el precio que paga elconsumidor y el que percibe el productor. Esta brecha se ha idoagrandando con el tiempo, a medida que aumentan las dimensio-nes de las cadenas de distribución de alimentos, y representa lamayor amenaza a la sostenibilidad de la agricultura de cara al fu-turo. Es cierto que el aumento de la productividad agrícola, no-table entre 1960 y 1990, parece que se ha ralentizado. Esto hasido puesto de manifiesto en una reciente nota de varios pres-tigiosos economistas agrarios de EE.UU. (Alston et al., 2009)quienes llaman la atención sobre este problema y lo atribuyen avarios factores, entre otros, la disminución en la inversión enI+D agraria en las últimas décadas, en particular en los ámbitosde la agronomía y la mejora de la productividad agraria. Si se im-pulsasen de nuevo las inversiones en I+D y en infraestructurasrurales, la opinión generalizada entre los expertos es que exis-ten recursos de tierra y agua suficientes para producir los ali-mentos necesarios para abastecer la demanda en las próximasdécadas, si las tasas de incremento de la población siguen el cur-so esperado. Sin embargo, a los dos condicionantes citados (ma-yor inversión y control del incremento de la población) hay queañadir otras amenazas que aumentan notablemente la incerti-dumbre de cara al futuro. La más popular es el cambio climáticoy sus posibles efectos sobre la agricultura y el agua.

Impacto del cambio climáticoen la agricultura

Ya nadie pone en duda el aumento de la temperatura global enlas últimas décadas, con sus efectos sobre numerosos aspectosambientales, como la aceleración del deshielo en primavera,como muestra la Figura 4 para el Hemisferio Norte. Los posi-bles efectos del cambio climático sobre la agricultura en el fu-turo vienen siendo estudiados desde hace una década pero notienen la cobertura mediática de otros sectores, fiel reflejo deldesinterés por la agricultura de una sociedad urbanita. Tambiénes cierto que algunos estudios sugieren efectos positivos delcambio climático sobre la agricultura, los cuales amenazan lascampañas de difusión sobre los peligros de dicho cambio y

pueden promover las posturas escépticas. Un estudio reciente(Nelson et al., 2009) hace un análisis de la evolución de la pro-ducción de alimentos de 2000 a 2050. Para ello, usa dos mode-los de predicción del clima global futuro. Las discrepancias tannotables entre las predicciones de los dos modelos deberíaninducir a poner en tela de juicio las conclusiones del estudio.Por ejemplo, mientras que un escenario plantea cambios ter-mométricos de + 1 a + 2 oC, el otro se mueve entre + 2 y +6 o C para 2050. Más grave aún es el hecho de que las predic-ciones regionales discrepan notablemente entre los dos esce-narios. En lo que se refiere a precipitaciones, las discrepanciasson aún mayores. Así, un escenario predice para 2050 una Aus-tralia más seca que la actual y el otro, más húmeda. Uno mues-tra una Amazonía más seca y el otro más húmeda. Igual ocurrecon el Centro y Sur de África, donde en un caso se esperan300 mm menos de lluvia anual y en el otro de 100-200 mmmás que en la situación actual.

Si los escenarios planteados son totalmente inciertos, los su-puestos son igualmente extraordinarios. Así, los autores inex-plicablemente plantean dos escenarios productivos; en uno deellos, contabilizan los efectos positivos sobre la producción ve-getal del incremento de CO2, pero en el otro no lo tienen encuenta, arguyendo que aún no se conoce su magnitud. Si latemperatura en 2050 ha aumentado se deberá al efecto inver-nadero del CO2, cuya concentración habrá igualmente aumen-tado. Ignorar que ello aumentará la productividad agrícola re-sulta sorprendente, cuando se ha experimentado durante losúltimos diez años en campo con cultivos sometidos a las con-centraciones futuras de CO2. Es cierto que en estos experimen-tos de campo se ha observado que el incremento de producciónes menor que el que cabía esperar de los experimentos con ma-cetas en cámaras de crecimiento. Lo que se sabe ahora (Leakeyet al., 2009) es que la producción de los principales cultivos aconcentraciones de CO2 de unas 550 ppm, aumentará entreun 15 y un 25% debido al aumento de la fotosíntesis en res-puesta al aumento del CO2. Obviamente, los escenarios deNelson et al. (2009) debieron utilizar esta información, al pare-cer desconocida a los autores del estudio, a pesar de que losexperimentos FACE comenzaron hacia 1995. Dichos autores,

CAUSAS DE LA TRIPLE CRISIS

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para llegar a las conclusiones catastrofistas del estudio, utilizanel escenario de que no existirá efecto alguno del aumento delCO2 sobre la fotosíntesis, lo cual lleva a cuestionar la veraci-dad de todo su trabajo.

El dilema de la credibilidad

En este tema de los efectos del cambio climático, nos encon-tramos con un dilema que es muy difícil de dirimir; el estudio,como tantos otros, llama a tomar medidas muy razonablespara evitar la malnutrición infantil y para proteger a la agricul-tura del futuro. Cualquiera apoyaría dichas medidas, comootras para reducir el uso de recursos naturales no renovables.El problema es que se usan argumentos fácilmente criticablesdesde un mínimo rigor científico, lo cual desacredita la llamadade atención que se pretende hacer. Si se hace notar la falta derigor, se atraen las críticas de los sectores «creyentes», cuandose puede estar de acuerdo con las propuestas que se hacen,pero por otras razones. La falta de rigor y de credibilidad cien-tífica de estos defensores entusiastas puede hacer más dañoque bien. En mi opinión, es mejor plantear las medidas a tomardescribiendo el grado tan elevado de incertidumbre que exis-te actualmente, en lugar de fundamentarlas en afirmaciones

dogmáticas, sin base científica, que serán desmontadas en lospróximos años. En la marcha hacia una economía más sosteni-ble, no se pueden justificar las medidas propuestas en razonesequivocadas. La reacción que esto provocará a medio plazoserá muy contraproducente y es evitable.

La crisis del agua

Es sabido que, si bien existen globalmente suficientes recursosde agua dulce para satisfacer las necesidades del planeta, la va-riabilidad espacial y temporal de las precipitaciones hace quehaya amplias regiones con muy escasa disponibilidad del recur-so. A ello se añade los aumentos en la demanda para variosusos, incluido la preocupación más reciente por las demandasambientales para proteger los ecosistemas naturales. Todo elloha creado una situación de escasez, como puede observarse enla Figura 5.

El principal uso del agua es en la agricultura de riego, en la quese emplean dos tercios del agua derivada para los distintosusos. Aquí aparece una conexión muy importante entre agua yalimentos, puesto que el regadío mundial aporta el 40% de laproducción en sólo el 17% de la tierra cultivada. La expansión

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Figura 4 Figura 5

Fuente: US National Snow and Ice Data Center (NSIDC) from the US National Oceanic and Atmospheric Administration weekly snow cover maps.

EVIDENCIAS DEL CALENTAMIENTO GLOBAL E IMPACTO EN EL CICLO HIDROLÓGICO

Map 11.5      Changes in the duration of spring snowcover,1978-2006 Map 8.1      Increasing water scarcity

Aumenta la escasez de agua

Fuente: Based on Comprehensive Assessment of Water Management in Agriculture 2007.

Days perdecade

3

-3

Little or no water scarcityApproaching physicalwater scarcityPhysical water scarcityEconomic water scarcityNot estimated

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del regadío ha sido espectacular, como puede verse en la Figu-ra 6. Actualmente, dicha expansión se ha frenado debido a laslimitaciones en el suministro de agua, con lo que el énfasis seha concentrado en aumentar la productividad del agua, la can-tidad de cosecha por volumen de agua usada. Sin embargo, losahorros que se producen al mejorar los sistemas de distribu-ción y de aplicación del agua de riego, se aplican a la expansiónde nuevos regadíos, como puede verse en la Figura 7.

El dilema que afrontamos entre producir más alimentos y usarmás agua en el riego a expensas de las demandas de los otrossectores, sólo puede resolverse con una gestión del recursohídrico más participativa, donde todos los usuarios tengan vozy basada en estudios sólidos que aporten soluciones acepta-bles para todas las partes.

La crisis de las energías

La evolución del precio del petróleo en el pasado reciente pre-sagiaba una volatilidad que ha sido consustancial en la evoluciónde oferta y demanda en las pasadas décadas. A pesar de los pre-sagios que aparecieron en la subida de precios en 1973, muypoco se hizo para resolver el problema evidente que plantea el

hecho de que las reservas de combustibles fósiles son finitas.Sólo la emisión de CO2 ha generado una preocupación quedebe ser bienvenida pero que, desgraciadamente, llega tarde. LaFigura 8 muestra la inversión en I+D realizada en los EE.UU.como ejemplo del esfuerzo del sector público en I+D en losdistintos sectores productivos. Llama la atención el escasísimoesfuerzo en investigación energética, en relación a otros secto-res como defensa o sanidad, por ejemplo. Igualmente, sorpren-de que la inversión hacia mediados de los 70 en energía no sesostuviese en cuanto bajó el precio del petróleo, a finales de esadécada. El sector privado no se comportó de forma diferente alsector público, como puede verse en la Figura 9.

El resultado de esa falta de inversión ha llevado al caos en laactualidad, en la que las energías renovables, insuficientementedesarrolladas, se subvencionan con enormes cantidades de di-nero del contribuyente. Se prefiere subvencionar ahora que es-perar a que las actuales inversiones en I+D, finalmente en mar-cha, (no se sabe por cuanto tiempo) den sus frutos en producirdesarrollos en este sector que dejarán obsoletas a las aplica-ciones actuales, tales como las granjas solares de la actualidad.Se echa en falta un análisis riguroso que valore las dos opcio-nes de invertir en tecnología actual frente a esperar a invertiren desarrollos futuros; el caso del coche híbrido frente al eléc-trico es un ejemplo de la incertidumbre actual.

CAUSAS DE LA TRIPLE CRISIS

Figura 6 Figura 7

Fuente: FAOstatsFuente: FAOstats

Fuente: Corominas, 2007

Fuente: Corominas, 2007

EVOLUCIÓN DEL ÁREA REGADA GLOBAL Se ahorra agua; pero: ¿a dónde se destina? El caso del regadío en Andalucía

Evolución del crecimiento de los regadíos andaluces

Evolución de la capacidad de regulación en embalses

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Conclusión: a río revuelto…

Una reflexión final que creo queda patente en los datos de laFigura 10, donde puede verse la relación entre la producciónde alimentos y el precio del petróleo a través del precio de losfertilizantes, otra conexión entre las crisis. Así como los pre-cios de los fertilizantes siguen paso a paso la subida del preciodel petróleo, cuando el precio de la energía baja, hay un desfa-se claro en la caída del precio de los fertilizantes. No se tratade un fenómeno aislado sino habitual en la economía actual,ausentes los mecanismos efectivos de control y regulación.Ciertamente, las crisis representan oportunidades, pero la quemuestra la Figura 10 no es el tipo de oportunidades que pue-da hacer avanzar a la humanidad.

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Figura 9

Figura 10

Figura 8

EVOLUCIÓN DE LA INVERSIÓN EN I+D EN EE.UU. Private-sector R&D investment: energy vs. drugs and medicines

Evolución porcentual precio petróleo y abonos nitrogenados (base enero 2006)

Preferimos pagar 10x el precio de la energía que invertir en I+D

Fuente: Nemet y Kammen, 2007; Energy Policy 35:746-755 Fuente: Nemet y Kammen, 2007; Energy Policy 35:746-755

DefenseSpaceHealthEnergyGeneral SciencieOther

Federal R&D 1955 to 2004

Drugs andMedicines

Energy

Barril de petróleo

nitrato amónico cálcico

Urea (46%)

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La cuestión ecológicay el negacionismo

El dilema planteado por el gran filósofo del aforismo que es ElRoto ilustra con crudeza la paradójica situación que afrontamosen nuestros días. La cuestión fundamental que pone de mani-fiesto es que el sistema ecológico establece límites al crecimien-to de la actividad económica (como refleja la primera parte deldilema) mientras que la lógica propia del sistema económico ca-pitalista basa su funcionamiento en una producción y un consu-mo ilimitadamente crecientes (como se advierte en la segundaparte). Nuestra dependencia actual de ambos sistemas es la queconvierte tal disyuntiva en un aparente callejón sin salida.

Hay varias formas de resolver dilemas como éste. La peor detodas consiste en desmentir su existencia, tal y como hace elnegacionismo ecológico postulado por neoconservadores y ul-traliberales que trata de impugnar el consenso científico sobrela gravedad de la situación. Afirman tales negacionistas que noafrontamos un problema serio de supervivencia porque laspruebas de su existencia no son fehacientes. Sostienen, asimis-mo, que la idea de crisis es una noción socialmente construida

y que, por tanto, no nos hallamos ante un fenómeno objetivosino ante un concepto puramente valorativo y, en cierto modo,relativo, engendrado por un discurso ideológico que solamen-te persigue atacar las bases de la civilización capitalista.

Pero este fraudulento escepticismo enmascara a su vez sus pro-pios fundamentos ideológicos; a saber, la convicción de que la na-turaleza es una fuente inagotable de recursos y una fe ciega enlas soluciones tecnológicas. Además, mientras solicitan la «prue-ba definitiva» de la existencia de problemas como el calenta-miento global, los negacionistas incurren en la más estrepitosade las incoherencias, por cuanto el criterio de racionalidad queemplean para evaluar los presupuestos de la ecología científicano coincide con el que aplican a los postulados de la ciencia eco-nómica en los que creen a pies juntillas. Cuando el negacionis-mo ecológico relativiza las conclusiones de los científicos de lanaturaleza que alertan de la presencia de serios problemas am-bientales está llevando a cabo un ataque en toda regla a la líneade flotación epistemológica de la ciencia, relativizando la racio-nalidad del discurso científico. Y, curiosa y contradictoriamente,la ciencia económica neoclásica y su fundamento, la concepcióninstrumental y estratégica de la racionalidad, con la cual los ne-gacionistas comulgan sin excepción, permanece inmune a esterelativismo atrincherándose como un dogma incuestionable.

Los límites de la racionalidad estratégica ante los problemas ecológicos

Fernando ArribasProfesor del Departamento de Historia e Instituciones Económicas y Filosofía MoralUniversidad Rey Juan Carlos

«Si se acelera el consumo nos comeremos el planeta, y si se frena en seco nos comeremos unos a otros.»

El Roto1

1 Texto recogido en la viñeta publicada en El País el 30 de enero de 2008.

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Por suerte, el negacionismo no es la posición mayoritaria en-tre los científicos, aunque aún lo sea para un sector importan-te de la clase política y empresarial. El éxito del negacionismopuede explicarse porque procura una suerte de confortamien-to psicológico: empleando la expresión de Al Gore, puede de-cirse que la forma más sencilla de enfrentar la «verdad incó-moda» de los problemas ecológicos es recurrir a «cómodosautoengaños» para eludir el cuestionamiento de nuestro esti-lo de vida. Esta ventaja psicológica del negacionismo podríaconsiderarse a su vez como una causa general de la indolenciaante la crisis y de su paulatino agravamiento. Pero si asumimosque la mayoría de los científicos tiene razones bien fundadaspara alertar de la gravedad de los problemas actuales, tendre-mos que buscar otra clase de respuestas para explicar la pará-lisis institucional.

La crisis ecológica refleja la crisisde un modelo de racionalidad

La pregunta filosófica fundamental sería entonces: «¿cómo ac-tuar racionalmente ante la crisis ecológica si, como apunta laviñeta de El Roto, nos hallamos ante la confrontación de dosconcepciones diferentes de la racionalidad?» Al tratar de res-ponderla se ponen de manifiesto las limitaciones de la raciona-lidad instrumental o estratégica dominante en nuestro mode-lo de producción y consumo y, por extensión, en la vidapolítica. Son estas limitaciones las que, en última instancia, apa-recen como las causas de la crisis y de la incapacidad paracombatirla, y pueden comprenderse mejor si echamos un vis-tazo a la historia ecológica.

Aunque con frecuencia se achaca a los científicos y colectivosecologistas el empleo de un lenguaje apocalíptico, el suicidiocolectivo por causas ecológicas se ha producido en más deuna ocasión a lo largo de la historia humana. En su libro Co-lapso, Jared Diamond ha estudiado diversas culturas que sevieron atrapadas en dilemas similares al nuestro y que final-mente fueron víctimas de la autodestrucción. Así sucedió, por

ejemplo, con los habitantes de la isla de Pascua, quienes en elempeño por erigir las descomunales esculturas de piedra lla-madas moais, talaron completamente sus bosques con la con-siguiente deforestación y desertificación del territorio. Pero alcontrario de lo que sucedió a los isleños, a buen seguro inca-paces de prever las consecuencias de sus actos, no podemosdecir que todos nuestros problemas ecológicos sean resulta-do de lo que, siguiendo a Diamond, he denominado «calami-dades imprevistas» (provocadas por la ignorancia) o «malesimperceptibles» (problemas latentes que se manifiestan dema-siado tarde, como la acumulación de compuestos tóxicos enlos organismos). Hay una tercera clase de problemas cuyo ori-gen se encontraría en lo que llamo situaciones de «desidia co-lectiva» y que Diamond describe así: puede suceder que ungrupo humano, «una vez que ha percibido un problema, noconsiga siquiera tratar de resolverlo» (Diamond, 2007, p. 545).Lo que aquí se revela no son las limitaciones de la razón hu-mana ni la falta de medios para percibir y afrontar las dificul-tades, sino la incapacidad para la acción. ¿Por qué razón las so-ciedades contemporáneas son incapaces de actuar? Porque laconcepción socialmente dominante de la racionalidad nosapremia de continuo a preocuparnos por resolver la segundaparte del dilema (mantener niveles de inversión y consumoelevados para evitar el colapso del sistema económico capita-lista) e infravalorar la primera parte (la existencia de límites fí-sicos al crecimiento). Nos preocupa más el derrumbe del sis-tema económico que la todavía lejana posibilidad de uncolapso ecológico planetario y ese desvelo nos ofusca ante elhecho evidente de que ambos –el sistema económico y elecosistema planetario– están íntimamente relacionados.

Las dificultades asociadas al dilema se comprenden mejor aten-diendo a lo que Diamond nos dice acerca de las situaciones dedesidia colectiva. Entre ellas, encontramos un tipo de conduc-ta aparentemente paradójica: comportamientos racionalesorientados a maximizar el beneficio individual pero que, al mis-mo tiempo, producen resultados irracionales desde el puntode vista colectivo. Habitualmente, esta cuestión se ha plantea-do recurriendo a la vieja parábola que Garrett Hardin expusoen su artículo de 1968 «The Tragedy of the Commons», donde

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evoca la imagen de un pastizal en el que varios ganaderos in-troducen libremente su ganado. Según Hardin, el prado no po-drá regenerarse a medio plazo ya que cada ganadero tiene in-centivos económicos para introducir tantas cabezas de ganadocomo pueda. Dado que los costes de la sobreexplotación serepartirán entre todos los pastores, es previsible que se em-barquen en una competición por incrementar sus ingresos sinadvertir que con ello precipitan la ruina del recurso que lespermite subsistir. La lógica que justifica esta clase de conductaes plenamente racional desde el punto de vista estratégico-instrumental. Es decir, hay un incentivo social para que cada gana-dero por separado contribuya a la sobreexplotación y a la rui-na colectiva, aunque hay que resaltar que Hardin, tal y comopostula la ciencia económica ortodoxa, no subraya el caráctersocial del incentivo sino que da por supuesto que la tendenciaegoísta a maximizar el beneficio es una inclinación «natural» y«espontánea» de todos los ganaderos. Pero, ¿de dónde proce-de realmente este incentivo? Según Hardin, de la ausencia deregulación, de la carencia de normas que impongan límites a laacción individual. Esto es cierto, pero habría que añadir, no obs-tante, que también y sobre todo el incentivo es inherente a unmodelo económico de competencia en el que necesariamentecada ganadero por separado rivalizará con el resto para obte-ner el máximo beneficio. Hardin, como la mayoría de quieneshan subrayado posteriormente que la única salida posible de latragedia es la privatización de los bienes de libre acceso, pre-supone que el contexto global en el que se enmarca la acciónde los ganaderos ha de ser el de un sistema de mercado auto-rregulado; es decir, un escenario en el que los individuos for-zosamente preferirán intentar maximizar su beneficio indivi-dual en vez de optimizar el resultado global de sus acciones.

La tragedia de los bienes comunes trata de reproducir todosaquellos escenarios reales en los que existe algún recurso delibre acceso. Tales bienes, denominados también «bienes de noexclusión», se caracterizan porque su utilización no está limi-tada o regulada. Ejemplos de bienes de esta clase son los océa -nos, las aguas subterráneas, la atmósfera o los bancos de pes-ca. En cierto modo, todos nos comportamos como losganaderos de la parábola con respecto a la atmósfera y a otros

bienes de libre acceso: como agentes racionales «maximiza-mos» nuestro beneficio individual –por ejemplo, cuando elegi-mos desplazarnos en automóvil porque «ganamos tiempo» envez de usar el transporte público– sin preocuparnos de lasconsecuencias de nuestra conducta, a pesar de que repercuteclaramente en una peor situación para todos. Otro tanto ha-cen las empresas y, por supuesto, los Estados.

¿Es racional la desidia colectiva?

Así pues, la desidia colectiva tiene un origen puramente racio-nal desde la perspectiva de los agentes individuales siempreque adoptemos como único paradigma de la racionalidad elmodelo de la racionalidad estratégica predominante en el aná-lisis económico convencional. Pero lo más paradójico, como yahe dicho, es que la suma de comportamientos racionalesorientados a maximizar beneficios individuales ofrece a menu-do un saldo irracional. Cabe preguntarse entonces si es nece-sario comportarse irracionalmente para obtener resultadosracionales tanto a escala colectiva como a escala individual amedio y largo plazo. Esta cuestión parece no tener sentido,pero lo adquiere desde el momento en que se asume la posi-bilidad de que el modelo de la racionalidad estratégica que fun-damenta los análisis de la ciencia económica ortodoxa no seala única concepción posible de la racionalidad.

La tragedia de los bienes comunes es un ejemplo del conoci-do «dilema del prisionero» popularizado por la teoría de jue-gos.2 El dilema muestra, entre otras muchas cosas, que la ma-

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2 El «dilema del prisionero» parte de una situación hipotética en la que dos individuos son arres-tados como sospechosos de haber cometido un crimen, aunque no hay pruebas suficientes parainculparlos. El fiscal, que pretende encerrarlos el mayor tiempo posible, los aísla y les hace la mis-ma propuesta: «si confiesas el crimen, y tu cómplice no lo hace, el juez lo tendrá en cuenta y sólote encarcelará un año, mientras que a él lo encerrará diez; pero si no confiesas, y tu cómplice sílo hace, entonces sucederá a la inversa». Si ninguno de los prisioneros admitiera su autoría, lajusticia sólo podría encerrarlos durante dos años. Pero si ambos reconocen su culpabilidad, pa-decerán cinco años de reclusión. Obviamente, los dos detenidos quieren pasar el menor tiempoposible en la cárcel. Así pues, tomados por separado, a los dos les interesa confesar. Sin embar-go, si ambos eligen la opción de la confesión saldrán claramente perjudicados. La alternativa óp-tima sería, por tanto, no admitir la responsabilidad del crimen. Pero, incomunicados como se ha-llan, es poco probable que puedan alcanzar el acuerdo necesario para hacerlo. En los términosde la teoría de juegos, la confesión es la «estrategia dominante» para ambos.

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ximización de la utilidad global no siempre es el resultado «na-tural» y «espontáneo» de la persecución del beneficio indivi-dual. En las situaciones de «dilema del prisionero», afirmaDavid Gauthier, «los maximizadores de la utilidad supuesta-mente racionales se perjudican más de lo que podrían hacerlolos optimizadores supuestamente irracionales» (Gauthier, 1986,p. 117). Ello significa que sólo si los actores deciden perseguirla mejor solución global –es decir, el interés común– en vez delbeneficio particular, podrán lograr también el resultado óptimodesde el punto de vista individual. En otras palabras, los gana-deros de la parábola se verán obligados a buscar conjuntamen-te cuál es su interés común con el fin de garantizar el resulta-do óptimo para cada uno.

Como ha señalado Derek Parfit, el «dilema del prisionero», porfortuna, no suele darse en la vida real bajo la angustiosa formade un problema entre dos agentes incomunicados (Parfit, 2004,pp. 144-160). Es solamente un modelo que sirve para explicarlos problemas de racionalidad inherentes a ciertas situacionesen las que están involucrados muchos agentes, como son lamayoría de los males ecológicos. El «dilema del prisionero» sirvepara advertir que las concepciones de la racionalidad bajo lascuales guiamos nuestras acciones pueden, en muchos casos, re-sultar contraproducentes. En efecto, numerosas situaciones dela vida real demandan de nosotros que adoptemos disposicio-nes, hábitos y estilos de vida que pueden parecer irracionalesdesde el punto de vista estratégico de individuos maximizado-res del beneficio privado, puesto que exigen de nosotros la rea -lización de un «sacrificio» altruista. Pero en realidad dicho«sacrificio» deja de contemplarse como tal cuando se analizanlos problemas desde una perspectiva más amplia de la raciona-lidad, como es la racionalidad ecológica (Riechmann, 2009,cap. 2). La racionalidad ecológica permite a los agentes socialesponderar factores que la racionalidad estratégica propia de losenfoques economicistas expulsa del análisis. Concretamente, laracionalidad ecológica devuelve el sistema económico al lugardel que nunca debió salir: la biosfera y sus complejas relacio-nes ecosistémicas en las que se subsume la actividad de los se-res humanos, relaciones que el paradigma de la racionalidadeconómica no permite siquiera captar.

Otro defecto fundamental de la parábola de Hardin es el he-cho de que los agentes involucrados son incapaces de estable-cer comunicación alguna entre ellos, lo que les impide prescri-bir autónomamente normas que restrinjan el acceso al pastizal.Este error es una consecuencia de la reduccionista concepcióndel ser humano manejada por el modelo de la racionalidad es-tratégica; a saber, un ente maximizador del beneficio privadoque no se preocupa por los asuntos públicos y que, en todocaso, considera a éstos tan sólo como elementos subsidiariosde sus intereses particulares (Ovejero, 2002). Debido a ello re-sulta tan absurda la imagen proyectada por Hardin de unos ga-naderos que se cruzan a diario en el camino que conduce a unprado cada vez más atestado de vacas sin entablar un diálogoque les permita, al menos, ser conscientes de la perniciosa di-námica en la que se han enredado.

Privatización y regulación estatal

Hardin sólo concebía dos formas de evitar la destrucción delos bienes de libre acceso: mediante su «privatización» o a tra-vés de la regulación estatal, aunque prefería la primera alterna-tiva. Las dos opciones se han convertido en las vías convencio-nales para establecer políticas ambientales pero, en muchoscasos, lejos de resolver los problemas, contribuyen a su agra-vamiento, con lo que debería evitarse contemplarlas como pa-naceas o soluciones milagrosas.

Para defender la privatización de los bienes de libre acceso sue-le argumentarse que estipular derechos de propiedad sobre unrecurso conlleva una utilización responsable por parte de supropietario. La sobreexplotación de los bienes de libre accesose explicaría por la falta de incentivos para su conservación, in-centivos que sí existen cuando quien realiza la explotación es almismo tiempo el dueño del recurso, quien sufrirá de forma in-mediata los costes de una posible sobreexplotación. Pero esteargumento falla ante la complejidad de la mayoría de los pro-blemas ecológicos, mostrando que no hay una relación de ne-cesidad entre propiedad privada y explotación sostenible.

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En primer lugar, la expresión «derechos de propiedad» puedeinvocarse con objetivos dispares (algunos de ellos sosteniblesy otros ecológicamente nocivos). Así, resulta frecuente que elpropietario de un bien esté interesado en su destrucción paraobtener beneficios inmediatos con independencia de los cos-tes sociales que ello pueda acarrear. Además, los propietariosprivados no tienen por qué poseer las nociones básicas deecología que les permitan hacer un uso responsable de los re-cursos e incluso, en caso de conocerlas, nada asegura que noprefieran optar por el beneficio rápido en detrimento de unautilización diferida y sostenible.

En segundo lugar, muchos bienes de libre acceso, como la at-mósfera, las aguas subterráneas o los bancos de pesca, son«bienes fugitivos»; es decir, no admiten «parcelación» o «divi-sión» para ser explotados privadamente, encuadrándose ade-más en complejas relaciones ecosistémicas.

Un tercer problema tiene que ver con la propia dinámica de lacompetencia económica en un sistema de mercado. Bajo unrégimen de competencia los productores están incentivadospara reducir costes y la explotación sostenible exige una seriede limitaciones que a corto plazo les sitúa en una posición des-favorable respecto a otros competidores. No debería sorpren-dernos que los intérpretes liberales del artículo de Hardin ha-yan esquivado el hecho de que lo que acarrea la destruccióndel pastizal es, en última instancia, el proceso competitivo quese desata entre los ganaderos por aumentar el rendimiento.Que el pastizal fuera dividido en pequeñas parcelas privadasno garantizaría su conservación si los ganaderos continuaranproduciendo para un mercado que les obliga de continuo aaumentar la productividad y reducir los costes a corto plazo.

Una cuarta deficiencia de las estrategias privatizadoras es queen el capitalismo global contemporáneo las grandes corpora-ciones se caracterizan por no tener propietarios «visibles» ni«reconocibles». Por esta razón, aparece con frecuencia la figu-ra de lo que el sociólogo Zygmunt Bauman ha denominado«propietarios absentistas de nuevo tipo» (Bauman, 1999,pp. 16-20); es decir, inversores privados que carecen de res-

ponsabilidades hacia la comunidad y el territorio en los que serealiza la inversión. El «propietario», en estos casos, carece deinterés en mantener el recurso, ya que los efectos negativos dela actividad no repercuten en sus beneficios.

En definitiva, estos problemas muestran que en la economíaglobalizada de nuestros días, dominada por grandes corpora-ciones y movimientos especulativos a escala planetaria, la pri-vatización de los bienes de libre acceso resulta contraprodu-cente, ya que la exigencia de beneficio creciente impuesta porel sistema económico sobre sus actores favorece fórmulas depropiedad que, aun cumpliendo con los requisitos de la racio-nalidad estratégica, contribuyen a la creación de un escenariocolectivo absolutamente irracional desde el punto de vista dela racionalidad ecológica.

Otro tanto puede suceder con las propuestas que fían la sali-da de la crisis al control por parte del Estado convirtiendo aéste en gestor directo de los bienes de libre acceso. En primerlugar, el control estatal exigiría un aumento de los costes de vi-gilancia difícilmente asumible para muchos Estados. En segun-do lugar, la necesaria expansión burocrática traería consigoefectos indeseados, como un aumento de la corrupción, aun-que este problema también afectaría a los Estados que han em-prendido medidas privatizadoras. Sin embargo, hay una tercerarazón más importante para explicar las limitaciones de la alter-nativa estatalista. Se trata de que los propios Estados se en-cuentran a su vez inmersos en un proceso competitivo en elque cada uno de ellos ha de luchar por garantizar a las empre-sas un acceso privilegiado a los recursos así como eludir loscostes de mantenimiento y conservación. En otras palabras,también los Estados actúan como los ganaderos de la parábo-la de Hardin, como puede comprobarse en las dificultades ha-bidas para el cumplimiento del protocolo de Kyoto. Otro tan-to sucede en el ámbito de la política doméstica. Los partidospolíticos actúan «racionalmente» cuando tratan de maximizarel número de votos en cada cita electoral, pues su objetivo úl-timo es alcanzar o conservar el poder. Ello hace que las medi-das impopulares para frenar el calentamiento global y protegerla naturaleza sean continuamente aplazadas a la espera de un

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consenso entre todas las fuerzas políticas que nunca se produ-cirá porque ninguna de las partes está dispuesta a dar el pri-mer paso «altruista». Nuevamente, pues, la conducta racionaldesde el punto de vista de los agentes individuales conduce ala irracionalidad colectiva en forma de desidia.

Una vía para esquivar el dilema: losregímenes de propiedad comunal

Existe una gran confusión en los debates relativos a los bienesde libre acceso debido al hecho de que Hardin desconocía porcompleto una distinción que, por fortuna, pervive aún en la len-gua castellana. Por un lado, tenemos los «bienes comunes», queequivalen a los que anteriormente he definido como «bienesde libre acceso» o de «no exclusión». Por otro lado, poseemosel término «bienes comunales» para referirnos a los «bienesde aprovechamiento común» que son «los que pertenecen aun municipio u otra entidad local y están destinados al aprove-chamiento de sus vecinos» (DRAE, 2001, vol. I, p. 315, subraya-do añadido). La importancia de esta distinción es que los bienescomunales están gobernados por un régimen de propiedad–colectiva, autogestionada y, por tanto, sometidos a una regu-lación–, mientras que los bienes comunes o de libre acceso ca-recen de toda norma relativa a su explotación. El pastizal deHardin es, precisamente, un caso que encajaría a la perfecciónen la categoría de los bienes comunales, puesto que podríanser excluidos de su aprovechamiento todos aquellos que care-cieran de derechos de uso.

El error de Hardin (y por extensión de muchos de sus intérpre-tes) ha provocado que gran parte de los problemas que se ge-neran en la explotación de los bienes de libre acceso hayan sidoequivocadamente trasladados a los regímenes de propiedad co-munal, promoviéndose con ello una visión reduccionista que ig-nora que a lo largo de la historia han servido para gestionar deforma sostenible los recursos naturales. Los regímenes de pro-piedad comunal están gobernados por normas ancestralescrea das para evitar el agotamiento del recurso en épocas de es-

casez o de crisis. Regidos por principios de suficiencia y no porla lógica de la maximización del beneficio, promueven entre sususuarios la contención en lugar de la competitividad y el com-promiso con el interés general en vez de la elusión de respon-sabilidades hacia la comunidad. En definitiva, los regímenes depropiedad comunal podrían ser coherentes con una concep-ción de la racionalidad que nos permita superar las paradojas alas que nos enfrentamos cuando abordamos problemas ecoló-gicos, puesto que en su seno los actores conciben su interés in-dividual desde una perspectiva más amplia.

Por desgracia, no resulta fácil recuperar los regímenes de pro-piedad comunal. En los últimos dos siglos han desaparecidocasi por completo y ello hace que los individuos carezcamosde una tradición arraigada de compromiso activo con nuestroentorno y con la comunidad de referencia. Además, no hay queolvidar que los regímenes de propiedad comunal necesitantambién de las instituciones estatales como garante último desu efectividad y el problema es que en los últimos tiempos losEstados han sucumbido ante la seducción de las políticas pri-vatizadoras. Pero esto no invalida su capacidad para afrontardeterminados problemas: lo importante es recordar que los di-ferentes regímenes de propiedad son solamente instrumentosmás o menos adecuados, y no panaceas salvadoras, como pre-tenden hacernos creer los fanáticos de las privatizaciones.

Así pues, la cuestión crucial que debemos tratar de responderes la siguiente: ¿podemos crear un régimen de propiedad comu-nal a escala planetaria que regule la explotación de la atmósfe-ra terrestre y de otros bienes de libre acceso? Aunque esto pa-rezca una tarea titánica, ciertamente es la única salida viable y,seguramente, la alternativa más racional. Es decir, sabemos almenos que debemos intentarlo si queremos actuar como agen-tes racionales y, a la vez, como agentes morales. Por así decirlo,los diferentes agentes –individuos consumidores, empresas yEstados– deberían integrarse en un régimen de propiedad co-munal global que establezca políticamente, a partir de convic-ciones éticas y de una concepción más igualitaria de la justiciaambiental, los límites de sus acciones. Deben cumplir, llevando acabo un «sacrificio altruista racional», unas condiciones que les

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permitan reconocer el interés común de la humanidad, puestoque sólo mediante normas de contención autoimpuestas, basa-das en una concepción más amplia y a largo plazo de la racio-nalidad, podrá superarse la inquietante paradoja de un inevita-ble suicidio colectivo generado por el seguimiento escrupulosode una lógica «racional».

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No soy una profesora universitaria por lo tanto no esperen demí una reflexión teórica muy trabajada, pero sí que trataré detransmitir algunos conceptos que nos vienen de lo que obser-vamos en nuestro trabajo, en el ámbito de Intermón Oxfam yde Oxfam Internacional, la organización de la que somos elmiembro español. Estamos presentes en más de 160 países entodo el mundo, en temas muy variados que van desde la acciónhumanitaria al desarrollo agrícola, agua y saneamiento, una denuestras grandes especialidades, pero también en temas máspolíticos relacionados con el acompañamiento de la sociedadcivil. Luego también veremos como se relacionan con el temaque nos ocupa hoy.

Para nosotros hablar de crisis es ante todo hablar de personasy el análisis lo hacemos después de haber observado las con-secuencias que tienen las distintas crisis que están pasando enel mundo sobre las poblaciones con las que trabajamos. Bási-camente lo que vemos son dos cosas, una que claramente yaha salido a través de las distintas ponencias y es que no pode-mos hablar de crisis en plural, más bien deberíamos hablar deuna gran crisis con facetas diferentes. Es evidente que la crisisde los alimentos está ligada a la crisis energética por el aumen-to de los precios del petróleo y por el impacto de los biocom-bustibles en los precios de la alimentación, entre otras cosas.Es evidente que la crisis del agua tiene una componente tam-

bién ligada a alimentos y posiblemente el común denominadorentre todas estas crisis, como ya se ha señalado claramenteesta tarde, sea el cambio climático; este es un análisis que com-partimos plenamente.

La segunda conclusión es que esta crisis poliédrica nos afecta atodos, pero no nos afecta a todos por igual y es evidente que aquién más afecta, como siempre sucede, es a las personas máspobres, a los que viven en países del Sur, países en desarrollo,de la franja tropical, que en estos momentos sufren ya clara-mente los efectos del cambio climático, con una disminución dela superficie agrícola y con una dificultad cada vez mayor paraacceder a agua potable, todo esto en una situación estructuralde escasez de recursos que no les permite tomar las medidaspaliativas que podríamos plantearnos aquí. Muchas de las refle-xiones que han salido ya esta tarde son absolutamente perti-nentes sobre el qué deberíamos hacer en una sociedad occi-dental que, visto desde la perspectiva de Chad o Burkina Faso,sonarían a ciencia ficción. Ahí el problema es otro, en términosde urgencia y en términos de dramatismo, por así decirlo.

Algunos datos para ilustrar la diferencia del impacto, son datosque vienen del PNUD, el Informe de Naciones Unidas sobre elDesarrollo de 2007. ¿Qué nos dicen? Pues que la productivi-dad media en la agricultura va a caer en los próximos años,

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Soluciones factibles

Ariane ArpaLicenciada en Ciencias Políticas y Relaciones InternacionalesDirectora de Intermón Oxfam

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como consecuencia del cambio climático. Si bien la media mun-dial caerá y en Europa y en Estados Unidos se espera una caí-da de productividad del 7%, en África la caída de productividadserá del 20%. También se espera que se agrave el problema delacceso a agua potable. En estos momentos recordemos que un18% de la población mundial no tiene acceso a agua potable,un 40% no tiene acceso a saneamiento y la inmensa mayoría deesta población está concentrada en los países pobres.

Además se darán otros fenómenos como cambios en los ma-pas de salud, por ejemplo, tendremos malaria en zonas monta-ñosas pobladas en donde hasta ahora no se había dado, tendre-mos un aumento de las catástrofes naturales como ya estamosviendo. Todo apunta a que cada vez habrá más catástrofes na-turales, que estarán concentradas en los países pobres pero noserán muy espectaculares, y esto es algo que nos interesa aefectos de cómo vamos a poder ayudar a las víctimas. No se-rán espectaculares y, por lo tanto, no saldrán en los medios y,en consecuencia, los países ricos que podríamos dar ayudasapenas nos enteraremos y apenas reaccionaremos.

En definitiva, las víctimas son como siempre las personas máspobres, las más vulnerables en los países más pobres. No obs-tante, si bien un período de crisis es un período que remarca,que confirma esas injusticias históricas, también es un períodode cambios y oportunidades. No voy a recordar la banalidad deque la palabra crisis significa oportunidad, eso lo sabemos to-dos, lo que sí está claro es que una crisis no es una fatalidad, niuna tragedia, una crisis es un momento de grandes cambios es-tructurales, en los cuales habrá colectivos que salgan perdien-do y habrá colectivos que salgan ganando. El reto está en quesalgan perdiendo los menos y de manera más protegida y quesalgan ganando los más y que se pueda aprovechar este cam-bio para corregir inequidades históricas. En este sentido la cri-sis de los alimentos nos da un buen ejemplo de cómo hablarde crisis es hablar de inequidades, es hablar no sólo de datoseconómicos, sino también de repartos de poder.

En definitiva, si queremos hablar de soluciones a la crisis, lo pri-mero que debemos hacer es una lectura política de la crisis y

aquí aprovecho para hacer un paréntesis, espero que nadie sehaya tomado muy en serio lo de soluciones a la crisis, yo no lastengo, si las tuviese, lo sabrían desde hace tiempo. Como mu-cho, desde Intermón Oxfam, puedo apuntar algunas ideas so-bre las que pensamos que merece la pena trabajar precisamen-te para buscar salidas más equitativas a la situación de crisis enla que estamos ahora.

No entro en las causas de la crisis de los alimentos, que ya he-mos visto antes. La realidad es que para muchas personas, paramillones de personas en el mundo, la subida de precios en losalimentos ha significado el no poder comer, el no poder pagar-se los alimentos necesarios para su supervivencia. Ya se handado datos, pero daré otra cifra para definir más el problema.Las estadísticas en realidad son algo muy frío cuando nos ha-blan de grandes cifras, pues uno en cierto modo no se da cuen-ta de lo que significan, y curiosamente cuanto más grande es lacifra, más insensible nos deja.

En estos momentos mueren de hambre 16.000 niños al día, esosignifica 1 niño cada 5 segundos o 12 niños al minuto. Sin em-bargo, ¿qué es lo que pasa con la crisis de los alimentos? Puesque, efectivamente, hay millones de personas que ya no se pue-den pagar su comida y que entran en situación de hambrunade emergencia humanitaria, pero también cabría pensar quehay una oportunidad en la crisis de los alimentos.

En los países pobres, donde tenemos un mínimo del 70% depoblación rural de pequeños campesinos, si sube el precio delos alimentos, podríamos pensar que de alguna manera estospequeños campesinos pueden verse beneficiados y pueden au-mentar sus ingresos. En Intermón Oxfam hicimos en septiem-bre pasado un estudio para ver si esta pregunta tenía una res-puesta positiva o no. Analizamos unos 15 países de Asia, ÁfricaSubsahariana y América Latina con los que trabajamos y la res-puesta, como ya se pueden imaginar, ha sido no, que no, que elpequeño campesino no se ha beneficiado en absoluto del au-mento del precio de los alimentos. ¿Quién se ha beneficiado?Pues básicamente intermediarios y grandes corporaciones. Enplena crisis de los alimentos, las grandes corporaciones han du-

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plicado, triplicado, incluso en algunos casos cuadriplicado susbeneficios. Todos estaremos pensando en empresas occiden -tales conocidas, pero no sólo es así sino que el récord delaumento de beneficio se lo lleva una gran empresa asiática deproducción de insumos agrícolas.

¿Por qué se da esta situación? Es lógico que en un momentode oportunidad se intente maximizar el beneficio, pero nos en-contramos que, por un lado, tenemos pequeños campesinos,no organizados, normalmente con poco acceso a información,poca instrucción y poco acceso a quienes vayan a tomar deci-siones, que tienen frente a ellos a las grandes corporacionesque defienden sus intereses de manera muy legítima, pero quelo hacen con unos recursos ingentes comparados con los delpequeño campesino, tanto en recursos económicos, en capaci-dad de actuación, en organización, en acceso a informacióncomo en acceso a poder de lobby. Y esto, en definitiva, lo quenos dice es que la crisis de los alimentos es una crisis econó-mica, pero es sobre todo una crisis para aquellos que no pue-den hacer oír su voz, para aquellos que en las relaciones de po-der son más vulnerables y tienen menos poder, no porque nohaya recursos, sino porque estas personas no tienen la capaci-dad de pelear por una parte equitativa en el reparto de los re-cursos.

Esta es otra de las lecciones de la crisis, no faltan recursos enel mundo, probablemente no hayan faltado alimentos, desdeluego no ha faltado el dinero, lo que ha faltado es la voluntadpolítica de priorizar la lucha contra la pobreza y no otro tipode consideraciones. Un dato, pensemos en como en pocas ho-ras se han movilizado millones, billones de dólares para auxi-liar grandes bancos, para auxiliar a la industria automovilísticaen Estados Unidos y en Europa. No entro en la decisión, insis-to, cualquier prioridad política puede ser legítima y puede res-ponder a una serie de consideraciones, pero lo que esto nosdemuestra es que cualquier mensaje de los que habíamos es-cuchado Intermón Oxfam y muchos otros actores de luchacontra la pobreza durante años de que «no se puede hacer loque nos estáis pidiendo, no se pueden alcanzar los desarrollosde Objetivos del Milenio, no se puede erradicar la malaria, no

se puede dar educación primaria a todos los niños, porque nohay recursos», no era verdad, los recursos estaban ahí, y estánahí, el problema real es ¿en qué queremos gastarnos el dinero?

Para conseguir una voluntad política, que dé lugar en el futuroa un modelo de sociedad equitativo y sostenible, desde Inter-món Oxfam pensamos que es fundamental tener tres actoresresponsables, plenamente protagonistas, concienciados y cadauno asumiendo su papel. Y aquí ya entro en las soluciones:

• El primero de estos actores, obviamente, los Estados. Estadosresponsables y por Estado responsable entiendo un Estadoque priorice la seguridad y el bienestar de sus ciudadanos,ciudadanos como individuos, ciudadanos como organizacio-nes. Esto nos parece muy obvio pero se sabe que en la ma-yoría de países del mundo no es así.

• Segundo actor, las empresas. Las empresas tienen una res-ponsabilidad cada vez más clara como actores del desarrolloy de la lucha contra la pobreza. Celebro desde luego que enEspaña cada vez se hable más de responsabilidad social cor-porativa. Es fundamental que estos principios se apliquentambién a la actuación de empresas en los países pobres yno sólo financiando proyectos, no sólo con acción social sinotambién con un tema del cual se está hablando cada vez másen torno a los paraísos fiscales. Estudios del Banco Mundialy de Naciones Unidas, es decir, de organizaciones en ningúnmomento sospechosas de ser integristas de la antiglobaliza-ción, nos dicen que la cantidad que evaden las empresas abase de triquiñuelas fiscales, no pagando beneficios en el paísen el que los generan, equivale a una cantidad mayor de loque reciben estos países por el concepto de la suma total dela ayuda oficial al desarrollo. Sirva esto como ejemplo delenorme papel que deben jugar las empresas en una salida dela crisis para los países pobres.

• Tercer actor, una sociedad civil, activa, organizada, compro-metida. ¿Por qué en España no pasan determinadas cosas?Pues porque como ciudadanos no lo permitiríamos, porquetenemos unos medios de comunicación que nos informan,porque tenemos la capacidad de movilizarnos a través detodo tipo de organizaciones de consumidores, de sindicatos,

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de padres de alumnos porque existe esta capacidad de haceroír nuestra voz como ciudadanos. En otros países esta ca-pacidad no existe, cuando es fundamental que para salir deesta crisis se dé una responsabilidad compartida de los tresactores mencionados, con una responsabilidad muy sentida.Nadie nos va a ayudar a salir de la crisis si no lo hacemosnosotros.

Entonces ¿qué hacer? Mientras no lleguemos a esta situaciónóptima, actuar en la urgencia y a la vez en el largo plazo. Actuaren la urgencia, con soluciones, con medidas muy concretas,para que estos mil millones de personas que hoy pasan ham-bre, estos más de mil millones que no tienen acceso a agua po-table, puedan comer y puedan tener agua cuanto antes porquepara ellos es una cuestión de vida o muerte.

Y ¿cómo hacerlo? Aquí voy a hablar mucho de recursos. Obvia-mente las cosas no se consiguen sin dinero y las prioridades notienen ninguna validez si no van acompañadas de unos recursos,de una presupuestación que permita hacerlas reales. Dar recur-sos pues para acción humanitaria; en la cumbre de la FAO enjunio de 2008 se comprometieron 12.000 millones de dólarespara resolver la crisis de los alimentos. De estos 12.000 millo-nes, un año después, sólo se ha desembolsado un 20% cuandola crisis de los alimentos sigue siendo una realidad en los paísespobres, porque en los mercados locales los precios no han ba-jado y la gente sigue sin poderse pagar su comida.

Pero es fundamental no sólo actuar en una respuesta humani-taria, sino actuar también en inversión, en infraestructuras. Es-tamos hablando de 20 años de destrucción sistemática de la pe-queña agricultura en los países pobres como resultado de unaspolíticas de desarrollo impulsadas por el Banco Mundial, desdeel Fondo Monetario Internacional pero también desde la mayo-ría de países donantes. Por dar solamente un dato, la ayuda ofi-cial a la agricultura pasa de un 18% en 1984 al 3% hoy, cuando,recordemos, el 70% de la población de los países pobres sonpequeños productores que vive de la agricultura. Inversión enla agricultura con una inversión predecible, estable, a largo pla-zo, con transferencia tecnológica y con coherencia de políticas.

No sirve de nada ayudar a través de ayuda oficial al desarrollo,invertir en desarrollar determinados sectores económicos sicon otras políticas destruimos esos mismos sectores económi-cos. Y aquí pienso, por ejemplo, en políticas comerciales. No tie-ne ningún sentido pretender ayudar a un pequeño agricultor deBurkina, si este pequeño agricultor, productor de algodón oproductor de pollos, en un mercado de Ouagadougou se va aencontrar un pollo congelado europeo a un precio menor queel de su pollo producido localmente, por un juego de subven-ciones a la producción y a la exportación.

Entonces, inversión, coherencia de políticas, he hablado de laagricultura, hubiera podido dar ejemplos similares en agua.Etiopía es un país donde en principio habría agua suficientepara toda la población y, sin embargo, cuando hablamos dehambrunas y de sequías todos tenemos la imagen de Etiopía.¿Por qué? Por falta de infraestructuras. En este sentido es ur-gente poder desarrollar estas necesidades básicas y desarro-llarlas ya, dando los recursos necesarios; pero también es ne-cesario, y esto ya es más la labor de largo plazo y la más difícilporque esta es la parte de solución a la que todavía no hemosllegado, definir un modelo económico alternativo. Para los paí-ses pobres el crecimiento no es una elección, es una necesidad.Todos los discursos que oímos sobre limitación del crecimien-to pueden tener sentido en una economía desarrollada, peroen economías donde millones de personas mueren de hambreno son una opción válida. Lo que hemos de buscar es un mo-delo de crecimiento que no lleve a estos países, en el momen-to de ejercer su derecho al desarrollo a cometer las mismasbarbaridades que hemos cometido nosotros y que nos han lle-vado a la situación actual.

Esto es fácil decirlo, no es tan fácil definir concretamente en quéconsistirá este modelo, pero claramente hemos de buscar unavía de hacerlo que sea sostenible con el medio ambiente y quesea equitativa con las personas, y hacer todo esto en un momen-to especialmente difícil porque la crisis económica lo que nosplantea, y esto posiblemente sea mi mayor preocupación en es-tos momentos, es el problema de cómo financiar el desarrollo,de cómo financiar la lucha contra la pobreza en un momento de

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contexto de crisis económica en que las cifras de ayuda oficial aldesarrollo peligran, en que claramente habrá un repunte de pro-blemas de deuda internacional, en que bajan las remesas, en quebaja la inversión extranjera, en que bajan todos los instrumentosque podrían permitir a los países pobres financiar su desarrollo.

Pero, de alguna manera, no hemos de perder de vista que, apesar de la situación económica, a pesar del contexto de cri-sis, dejar de priorizar la lucha contra la pobreza y replegarnos

sobre nosotros mismos no es una solución porque en unmundo global la crisis es un problema de todos, es un proble-ma ético, pero también es un problema económico, de merca-dos, es un problema de seguridad para todos y, en definitiva,las decisiones que tomemos hoy sobre cómo queremos ges-tionar nuestra salida de la crisis son decisiones que configura-rán el mundo del mañana. Por eso es fundamental tomarlasdesde una perspectiva realista, pero también desde una pers-pectiva de valores.

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¿La crisis? Más bien, las muchas(y entrelazadas) crisis

En vez de hablar de la crisis haríamos bien en pensar más bienen las crisis: un conjunto de crisis entrelazadas, más allá de lagran crisis financiera y económica iniciada en 2007. Según lapropuesta del economista Albert Recio (UAB y colectivo mien-tras tanto), por ejemplo, deberíamos analizar una triple crisis enEspaña:

1. Crisis económica convencional, que nos remite al agota-miento del modelo de crecimiento.

2. Crisis ecológica, derivada sobre todo de los efectos del cre-cimiento económico.

3. Crisis del cuidado, «relacionada con una inadecuada relaciónentre las diferentes esferas de la vida social (la mercantil, lasocio-familiar, la pública) y una solución insatisfactoria de lascuestiones que derivan del patriarcado» (Recio, 2008, 6).

Y más allá de esto, se aprecian problemas graves en aspectosmuy básicos de la vida social española:

• Crisis educativa: acumulamos los fracasos de sucesivas refor-mas en los diversos niveles de la enseñanza reglada.

• Y en cuanto a la enseñanza no reglada que imparten, porejemplo, los mass-media, y al papel de la familia, habría muchoque decir. En definitiva, se apunta una crisis de socialización.Crisis en la eficacia de la ley, que denunciaba hace poco el ca-tedrático de Filosofía del Derecho de la UAM Francisco J. La-porta1.

Y lo más grave de todo: como subrayaba Noam Chomsky nohace mucho, todos los millones que Occidente está volcandopara salvar sus instituciones financieras no sirven de nada fren-te a una crisis mucho mayor: hay más de mil millones de per-sonas al borde de la muerte por inanición.2 De hecho, en 2009,

En el mundo de las muchas crisis

Jorge RiechmannProfesor Titular de Filosofía MoralUniversidad Autónoma de Madrid

1 «Hace ya muchos siglos que resuena la voz sabia de Sófocles: no des órdenes que no puedas ha-cer cumplir. Pues bien, parecemos estar asistiendo a un incremento de prescripciones legales yadmoniciones públicas que tienen algo de baladronadas jurídicas, porque no van a poder hacer-se cumplir. El problema es serio, porque el cumplimiento espontáneo de la ley, que es productode la deferencia ciudadana hacia su letra, está empezando a debilitarse a la vista de tanta frustra-ción. Las promesas que se hacen en el mundo simbólico de la publicidad jurídica resultan fallidasen la vida cotidiana de la aplicación de la ley. (...) En España se legisla rematadamente mal. Trasmás de 15 años ocupándome de la ley y su impacto social creo poder afirmar que se está tor-nando poco a poco una herramienta normativa testimonial e inútil. Y lo que pueda pasar cuan-do, ante el anuncio de una nueva ley, la gente empiece a encogerse de hombros, es algo cuya gra-vedad es difícil de exagerar. (...) Leyes puramente simbólicas, contradictorias muchas veces,imposibles de aplicar otras, carentes de apoyo económico con frecuencia, meros deseos tantasotras, y así hasta decir basta. No exagero. Juristas de todas las convicciones están ya hartos dedenunciarlo. Y tampoco atañe a este o aquel Gobierno...» (Laporta, 2009).

2 «Lo que más me sorprende, además, es que los periodistas de aquí nunca mencionen que todaslas medidas (para apuntalar la economía de EE.UU.) que ha tomado Obama son exactamente lascontrarias que el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) recomiendan a los países pobres para salir de sus crisis...» Entrevista a Noam Chomsky en El País, 2 de marzo de 2009.

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la FAO prevé que se superen los 1.100 millones de seres hu-manos hambrientos y desnutridos, y la situación no deja de de-teriorarse.

Pero, ¿estamos de verdad tan mal?

Nada ilustra mejor la profundidad de la crisis presente que eldramatismo con que el secretario general de Naciones Unidas,Ban-Ki Moon, viene alertando en los últimos años contra el ca-lentamiento climático global (y con ello no hace sino dar ecoa las desesperadas advertencias de los científicos que trabajansobre este asunto)3. El 3 de septiembre de 2009, ante los másde 1.500 delegados presentes en la reunión de la OrganizaciónMundial de Meteorología –último foro preparatorio de laCumbre de Copenhague en diciembre de 2009 (a su vez últi-ma oportunidad para tratar de evitar la catástrofe climáticaque estamos urdiendo)–, advirtió: «Tenemos el pie atorado enel acelerador y rodamos hacia el abismo».

Sin embargo, mucha gente objetará como catastrofista un aná-lisis como el que acabo de esbozar. Valga para ejemplificar esaobjeción el comentario de un agudo columnista de prensa, En-ric González, en el diario El País (2 de marzo de 2009):

«El pesimismo (...) es comprensible. Siempre lo ha sido,porque nuestra memoria es selectiva. Nos indignamos por-que la invasión de Irak se justificó con la mentira de las ar-mas de destrucción masiva, sin prestar demasiada atencióna que todas las invasiones modernas han comenzado conuna patraña: el falso ataque al Maine en Cuba, las falsasagresiones polacas contra los alemanes en 1939 o el falso

‘incidente de Nankin’ en Vietnam. En cuanto a la corrup-ción, resulta innecesario apelar al aceite de Redondela, aSofico o al resto de trapisondas del tardofranquismo; cuan-to más hacia atrás miremos, más encontraremos. Y con elencanto especial de lo impune. ¿La actual crisis económicaparece la peor? Sólo si olvidamos las devastadoras ham-brunas de los siglos XIX y XX, que en España remitieronhace más de medio siglo y en China hace poco más de 30años; en África mantienen el tono tradicional. ¿Que el cam-bio climático espanta? Sí, aunque a mí me espantaba más ladestrucción instantánea del planeta con que EE.UU. y URSSse amenazaban mutuamente durante la Guerra Fría. Contodas sus desgracias, vivimos una época dulce. Posiblemen-te la mejor de la historia humana...».

¿Cómo conciliar percepciones tan opuestas? ¿Cabe que este-mos viviendo a la vez esa «época dulce, la mejor de la historiahumana» de la que habla el señor González y la marcha desbo-cada hacia el abismo que describe Ban-Ki Moon? Bueno, pen-semos en cómo la euforia economicista de 2006 dio paso aldesplome financiero –y luego económico– de 2007-2008.Quien se halla en lo alto de una trayectoria ascendente, si ig-nora los riesgos de una catástrofe que se acerca, bien puedejuzgar que se halla en el mejor de los mundos posibles.

Creo que, en lo que hace a nuestro mundo de las muchas cri-sis, hemos de recordar algunos hechos básicos sobre creci-mientos exponenciales en ambientes finitos. Nos servirá unapólogo francés que ya se usó, en su momento, en los prime-ros informes del Club de Roma: hay un estanque con nenúfarque tiene una sola hoja. Cada día se duplica el número de ho-jas, o sea, dos hojas el segundo día, cuatro el tercero, ocho elcuarto, y así sucesivamente. Ahora, si el estanque está llenoel día 30, podemos preguntar, ¿en qué momento está lleno has-ta la mitad? Respuesta: el día 29. Y lo terrible es que hoy, enrealidad, ya estamos en el día 31 aunque nos negamos a re-conocerlo. El «tema de nuestro tiempo», como he argumen-tado en obras anteriores (Riechmann, 2006, 2009), es el cho-que de las sociedades industriales contra los límites biofísicosdel planeta.

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3 Botón de muestra: «No queda casi tiempo. Las emisiones de gases de efecto invernadero de todoel mundo tienen que empezar a bajar a partir de 2015. Si no se cumple ese calendario –el adje-tivo ambicioso se queda corto para describirlo–, la concentración de gases de efecto invernade-ro causará un aumento de temperatura de entre 2 y 2,4 grados, el nivel a partir del cual la UEconsidera que hay ‘interferencias peligrosas’ sobre el clima. Ésa es una de las más alarmantes con-clusiones a las que han llegado los científicos del Panel Intergubernamental de Cambio Climáti-co (IPCC) de la ONU, reunidos desde el lunes en Valencia y que ayer presentaron, con pompade momento histórico, su documento final...» (Méndez, 2007)

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No cambiar no es ya una opción

En estas semanas (mientras arrecia la crisis económica) se ha evo-cado un chiste que se difundió en Rusia en la segunda parte de losaños noventa y que ahora se cuenta en el este de Europa. Uno ledice a otro, «es impresionante cuán certera era la crítica que des-de el extranjero capitalista se hacía a nuestro sistema». «Tienes ra-zón», le contesta el amigo, «pero lo peor es que también era ver-dad la crítica que nuestra propaganda hacía del capitalismo».

El chiste remite a la humorada de Rudi Dutschke, hace ya tan-tos años, acerca del socialismo real: «En el Este, todo es realsalvo el socialismo; en el Oeste, todo es real salvo la libertad.»

Hoy, no cambiar no es una opción. Lo queramos o no, el mun-do de dentro de veinte años se parecerá poco al que conoce-mos hoy. Hacemos frente a crisis que se entrelazan: y no re-sulta exagerado hablar de crisis sistémica. Así como de laamenaza de colapso ecosocial.

La cuestión, entonces, no es si cambiamos o no, sino si lo ha-cemos por las buenas o por las malas. Y no deberíamos esqui-var la pregunta: ¿se trata de cambios incrementales en lo queya estamos haciendo o de un cambio de modelo?

Volvamos al ejemplo del calentamiento climático y el protoco-lo de Kyoto para reducir emisiones de GEI (Gases de EfectoInvernadero). Como se sabe, los ministros de la UE acordaronen 2005 el objetivo de limitar el aumento de la temperaturamedia del planeta a no más de 2 ºC por encima de los nivelespreindustriales. Pero eso exigirá, para 2050, reducir las emisio-nes de GEI en los países ricos entre un 60 y un 80% respectoa los niveles de 1990 (Comisión Europea, 2004). Tal es, por lodemás, el objetivo que se han dado los países ricos del G-8 ensu reunión de julio de 2009 (que concluyó el día 10): reducciónde un 80% de las emisiones de GEI en 2050. Está claro que esoapunta hacia un cambio de modelo energético, y no hacia nin-gún conjunto de pequeños cambios incrementales.

El capitalismo: un sistemaintrínsecamente expansivo

Bajo relaciones de producción capitalistas, se trata de vendercon beneficio para reinvertir y producir más. El mecanismo dela reproducción ampliada del capital produce cantidades cre-cientes de bienes y servicios (incluyendo una parte que espuro despilfarro) y también una masa creciente de valor dine-rario cada vez más divorciada de la producción material (remi-to aquí a José Manuel Naredo y su lúcido análisis de la crea-ción de «dinero bancario» y luego de «dinero financiero»:Naredo, 2006, 2009). El «mundo lleno» en términos biofísicos(saturado en términos de espacio ambiental) es también elmundo del capitalismo financiarizado.

Centrémonos por un momento en la devastadora crisis finan-ciera y económica que comenzó en 2007. Reflexiona un analis-ta: «¿Hay un problema de exceso de ahorro o sólo de ahorroapalancado excesivo (es decir, de ahorro al que se le turbocar-ga dándole una potencia adicional mediante la deuda)?». Y pro-sigue: «Por hacerse una idea de las magnitudes, la cifra mundialde los activos totales gestionados por fondos de inversión y depensiones, compañías de seguros y fondos de capital riesgo,hedge funds y reservas centrales de los países exportadores y

EN EL MUNDO DE LAS MUCHAS CRISIS

Hoy: desorientados en un «mundo lleno»

«Hace algunos años, uno de los autores (del libro No sólo dedinero...) estaba en una convención sobre ingeniería químicaen Nueva York, donde asistió al discurso clave del sector deproducción de pasta de papel. Se explicó que los bosques,fuentes de la pasta de papel, llegarían a escasear algún día deforma inevitable y que no estaba lejana la fecha en que la pas-ta de papel se hiciese de plásticos, fabricados a partir del pe-tróleo. Al día siguiente, el conferenciante clave del grupo delpetróleo profetizó que, a medida que las fuentes de petróleoy gas natural fuesen disminuyendo, el mundo se inclinaría cadavez más a sustitutos basados en productos forestales.» (Kingy Slesser, 2006, 67)

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de los países productores de petróleo se acercaba, según elInstituto Mckinsey, a 90.000 millones de dólares* a finales de2007. Si, además, los gestores de ese ahorro han recurrido alendeudamiento para reforzar la potencia del ahorro gestiona-do, o al apalancamiento que permiten los derivados, las cifrasse vuelven aún más estratosféricas.»

Hay un problema que los anglosajones describen con una ex-presión comprimida: Too much money chasing too few assets. Di-cho en castellano, demasiado dinero para tan pocos activosque comprar; o, en terminología que hubiera deleitado a Car-los Marx y Ricardo, demasiados capitales tratando de realizar(lograr) la tasa media de ganancia (...). Una acumulación de ca-pital tan ingente hizo que en los últimos años, para poder ex-traerle una rentabilidad extra, surgieran nuevas estrategias deinversión que pronto resultaban inservibles por la cantidad degestores para aplicarlas. La mejor ilustración de lo que ha sidoel exceso de recursos a la caza de muy pocos activos se pro-dujo en el primer semestre de 2008, es decir, ya bien entradosen la crisis financiera: durante el primer semestre de ese año,el precio de las materias primas no cesó de subir. De todasellas, el petróleo, que es la única que acapara titulares de lostelediarios, pasó de 95 a 145 dólares el barril en sólo seis me-ses. Con independencia de las discusiones sobre la demanda depetróleo y su presión al alza en los precios, entre enero y ju-lio de 2008 lo único que subía de precio eran las materias pri-mas, con lo que la conclusión para cualquier gestor del ahorroajeno que quisiera tener éxito era evidente: comprar el únicoactivo que subía de precio (una técnica que en la jerga del ofi-cio se llama invertir en todo lo que tenga «momento», es de-cir, impulso ascendente). De ahí que, de nuevo, se viviera (estavez caricaturizada) la escena de demasiado dinero a la caza deuna sola clase de activo: las materias primas. Y de ahí tambiénque 400 millones de personas pasaran de golpe a estar por de-bajo del umbral de la pobreza al encarecerse las materias pri-mas agrícolas. (Crespo, 2009)

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Socializar el excedente capitalista

«Tenemos que preguntar qué es más importante, el valor delos bancos o el valor de la humanidad. El sistema bancario de-bería servir a la gente, no vivir a costa de la gente. [Se tratade] tomar las riendas del problema de la absorción del exce-dente capitalista. (...) Ha habido un serio problema, particular-mente desde 1970, con el modo de absorber volúmenes cadavez más grandes de excedente en la producción real. Sólo unaparte cada vez más pequeña va a parar a la producción real, yuna parte cada vez más grande se destina a la especulacióncon valores de activos, lo que explica la frecuencia y la pro-fundidad crecientes de las crisis financieras que estamos vien-do desde 1975, más o menos. Son todas crisis de valores deactivos.

(...) Si saliéramos de esta crisis ahora mismo, y si se diera unaacumulación de capital con una tasa de un 3% de crecimientoanual, nos encontraríamos con un montón de problemas en-demoniados. El capitalismo se enfrenta a serias limitacionesmedioambientales, así como a limitaciones de mercado y derentabilidad. Tenemos que socializar el excedente de capital, yescapar para siempre al problema del 3% de acumulación. Noshallamos ahora en un punto en el que seguir indefinidamentecon una tasa de crecimiento del 3% llegará a generar unos cos-tes ambientales tan tremendos, y una presión sobre las situa-ciones sociales tan tremenda, que estaremos abocados a unacrisis financiera tras otra.

El problema central es cómo se pueden absorber los exceden-tes capitalistas de un modo productivo y rentable. En mi opi-nión, los movimientos sociales tienen que coaligarse en tornoa la idea de lograr un mayor control sobre el producto exce-dente. (...) Una de las grandes configuraciones ideológicas queestá en vías de formarse tiene que ver con el papel que habráde desempeñar en el futuro la propiedad de la vivienda, unavez comencemos a decir cosas como que hay que socializarbuena parte del parque de viviendas. (...) Tenemos que sociali-zar y recapitalizar la educación y la asistencia sanitaria públicas,además de la provisión de vivienda. Esos sectores de la econo-mía tienen que ser socializados, de consuno con la banca.»(Harvey, 2009)

* Debe de haber un error en esta cifra del artículo de Crespo (¿quizá está en juego la típica tra-ducción del billion estadounidense por billón en castellano, cuando se trata de mil millones?). Lafuente citada es probablemente el informe Mapping Global Capital Markets: Fifth Annual Report delMcKinsey Global Institute, hecho público en octubre de 2008. El Instituto McKinsey estima que eltotal de activos financieros mundiales supuso en 2007 nada menos que 194 billones de dólares.

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Traducir el eufemismo Too much money chasing too few assetsviene a dar lo siguiente: es el exceso de riqueza de los muy ri-cos –que ha escapado a la tributación gracias a la hegemoníaneoliberal imperante, paraísos fiscales incluidos– lo que cons-tituye el verdadero «activo tóxico» que envenenó la economíaa partir de 2007. Pero si es así, remediar estos males requeri-ría algo semejante a un «nuevo contrato fiscal» que destine esecuantioso excedente a buenos fines socioecológicos.

Hacia un nuevo contrato fiscaly un cambio de modelo económico

El «nuevo contrato fiscal» al que aludí antes exige aumentar lapresión fiscal sobre los ricos, cambiar en parte la base de la im-posición (ecofiscalidad) y canalizar el excedente hacia la re-construcción socio-ecológica de la economía, comenzando porla transición hacia un sistema energético basado en las ener -gías renovables.

Se trata de socializar el excedente, pero incluyendo en el re-parto a las próximas dos o tres generaciones de seres huma-nos. Eso quiere decir: retirar del consumo actual una partesustancial de ese excedente y destinarlo a inversiones defen-sivas o reparadoras (del daño ecológico-social ya causado),comenzando por la prevención y mitigación del calentamien-to climático. Volvemos a la conclusión que ya antes alcanza-mos: no se trata de cambios incrementales, se trata de uncambio de modelo.

Recordemos el diagnóstico de la triple crisis con elementosentrelazados: crisis económica, crisis ecológica, crisis de cui-dados. Por una parte, tenemos sobreproducción (por ejem-plo, cientos de miles de viviendas excedentarias en España);por otra parte, necesidades y demandas insatisfechas (porejemplo, cientos de miles de ancianos y personas dependien-tes mal atendidas); por encima de todo ello, un impacto eco-lógico insostenible. Hay que tratar de abordar todos estosproblemas a la vez, porque la crisis es sistémica y las inter-

venciones parciales (los parches de «ingeniería social frag-mentaria») pueden incluso agravar la situación. Escribe eleconomista y redactor de mientras tanto Albert Recio, en latercera entrega de su «Cuaderno de crisis» (mientrastanto.e66, de febrero de 2009):

«Tenemos la oportunidad de reconvertir un enorme dra-ma social en un avance. Pero hay que empezar ya a pensaren alternativas y no sólo en denuncias, porque la crisis delempleo es un drama a corto plazo y no podemos dejar pu-drir una situación. De la podredumbre nace el populismo.Sugiero que hay un terreno en el que plantear las propues-tas. El de construir una propuesta en base a integrar la sa-lida a las diferentes crisis –la del empleo, la ecológica, la delcuidado– promoviendo una política económica orientada ala reorganización productiva hacia la sostenibilidad. Unapolítica que tiene potencialidades de generación de em-pleo, que permite la reorientación de procesos producti-vos y trayectorias laborales diversas, que puede ilusionar ala mejor producción técnico-intelectual y que da satisfac-ción a necesidades básicas como las generadas en el cam-po del cuidado. Y que permite reinvertir la hegemonía delcapital en beneficio de lo público y lo colectivo. Pero unapropuesta que requiere elaboración y que conduce a unaconfrontación directa con los intereses dominantes.» (Re-cio, 2009)

Principios de sostenibilidad

Biomímesis y ecoeficiencia son principios que se presentan so-bre todo como respuestas a graves problemas técnicos (lo quepodemos llamar el «problema de diseño», el mal diseño de lossistemas socioeconómicos humanos en términos de su com-patibilidad con la biosfera).

En cambio, autocontención (o suficiencia) y precaución sonprincipios político-morales, y la idea de autocontención res-ponde al «problema de escala» (excesivo tamaño de los siste-

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mas socioeconómicos humanos en relación con la biosfera quelos contiene). He desarrollado por extenso estas ideas en miensayo Biomímesis (Riechmann, 2006).

La suma de estrategias de ecoeficiencia («factor cuatro», «fac-tor diez»...) y estrategias biomiméticas (energías renovables,cerrar los ciclos de materiales, química verde, producción in-dustrial limpia...) no es suficiente si no las acompañan estrate-gias de autolimitación, de autocontención. No podemos ob-viar el debate sobre la austeridad, por difícil que nos resulteenfocarlo (véase al respecto Linz, Riechmann y Sempere,2007).

La autocontención no ha de concebirse como una propuestade moderación individual del consumo, sino como proyecto desociedad («vivir bien con menos»), encauzado por poderes pú-blicos democráticos.

Entonces la idea de fondo en cuanto a la sostenibilidad es re-gular racionalmente el metabolismo entre naturaleza y socie-dad. Esto, lo llamemos como lo llamemos, apunta a superar eldéficit de regulación del capitalismo neoliberal/neoconserva-dor mediante mecanismos de planificación democrática de laeconomía.

Un llamamiento en esta dirección: en el documento de pre-sentación del proyecto @O2 (lanzado a comienzos de 2008para estimular el proceso de «descarbonización» de la eco-nomía española) se afirma que, para poder cumplir con el ob-jetivo post-Kyoto de la Unión Europea (reducción del 20% delas emisiones de GEI en 2020, con respecto a los niveles de1990), resulta imprescindible «una planificación estratégicadel conjunto de la economía». Hay que reparar en que quie-nes afirman tal cosa no son ninguna tertulia de anacrónicosplanificadores soviéticos pasados de rosca, sino un respetadothink tank español vinculado con la gran empresa capitalista:el ISR (Instituto para la Sostenibilidad de los Recursos, funda-do en 1993).

¿Cómo podemos tratar de precisarel cambio de modelo?

1. Reforma ecológica de la Contabilidad Nacional, para dis-poner de indicadores adecuados que permitan evaluar laeconomía en su comportamiento biofísico (más allá de laesfera del valor monetario).

2. Reforma fiscal ecológica, para «internalizar» una parte delos costes externos que hoy provoca nuestro insosteniblemodelo de producción y consumo. La figura central seríaun fuerte ecoimpuesto sobre los combustibles fósiles.

3. Se haría en el marco de un «nuevo contrato fiscal» queglobalmente aumentaría la tributación de las rentas altas ydel capital, y pondría más recursos en el sector público (ydesde luego eliminaría los paraísos fiscales).

4. Reducción de la escala física de la economía hasta los lími-tes de sostenibilidad. Economía «de estado estacionario»en ese sentido (no necesariamente en cuanto a la «crea-ción de valor»).

5. Reducción del tiempo de trabajo, buscando las condicio-nes para que esta medida se traduzca en nuevo empleo(ello dista de ser automático). Trabajar menos (solidaridadsocial) y consumir menos bienes destructores de recur-sos escasos (solidaridad internacional e intergeneracional)para trabajar todos y todas, y consumir de otra forma.

6. «Tercer sector» de utilidad social, semipúblico, para aten-der a las demandas insatisfechas (por ejemplo, las que serefieren a la «crisis del cuidado»).

7. «Segunda nómina» que el Estado abonaría a los asalaria-dos que no trabajasen a jornada completa o lo hicieranpor debajo de un salario mínimo decente.

8. Intensa reducción de las disparidades salariales.9. Socialización de una parte (al menos) del sistema de cré-

dito. Banca pública fuerte.10. Provisión de bienes y servicios públicos de calidad por

parte de un sector de la economía socializado: energía,transporte, comunicaciones, vivienda, sanidad, educación...

11. Infraestructuras para la sostenibilidad: energías renova-bles, transporte colectivo, ciudades y pueblos sostenibles.

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12. Políticas activas de empleo; formación continuada a lo lar-go de toda la vida laboral; sistemas renovados de recalifi-cación profesional.4 Entre los mecanismos más interesan-tes para la planificación indirecta no burocrática de lainversión en economías con sectores de mercado impor-tantes se hallan los descuentos y recargos en los tipos deinterés. La banca pública presta dinero a las empresas conciertos descuentos o recargos en el tipo de interés, deci-didos para cada sector de bienes de consumo en funciónde criterios sociales y ecológicos.5

Insistamos en las actividadesde cuidado

Dos sectores idóneos para una fuerte intervención pública, enun país como el nuestro, serían:

(a) los servicios sociales y el «sector del cuidado», y ( b) la pro-ducción agropecuaria. Hay que tener en cuenta que las activi-dades de cuidado y reproducción social son un «yacimiento deempleo» enorme.6 «Hoy se cubren (las actividades de cuidado,más mal que bien) gracias a la doble jornada de muchas muje-res (en el mercado y en el hogar) o con el recurso a una manode obra mal retribuida y con derechos disminuidos por la pre-sión de las normas de extranjería, y las normas sociales de tipopatriarcal y clasista», señala Albert Recio. Y continúa:

«Una propuesta de reorientación de nuestra actividad enesta dirección puede tener aspectos positivos en muchosámbitos. Permite ligar muchas de las cuestiones relevantes(...): la satisfacción de las necesidades básicas, el desarrollo

tecnológico en áreas nuevas, políticas de reorientaciónprofesional con sentido. Abren también la posibilidad de undebate necesario sobre las desigualdades sociales, puestoque permiten reevaluar el valor social de los empleos, loque hoy constituye una de las grandes coartadas que legi-timan las desigualdades (...). Y permiten restablecer unplanteamiento serio de la cuestión de los tiempos de tra-bajo. Una reorganización en esta dirección plantea tambiénalgunas respuestas a los problemas macroeconómicos (eldesequilibrio exterior) y a la vez exigen políticas de fuerteparticipación popular.» (Recio, 2008, 11)

En un país como España, «un aumento de la presión fiscal glo-bal [posibilitaría] el aprovechamiento, en estos momentos decrecimiento desbocado del paro, de uno de los yacimientosde empleo que tiene nuestro país sin explotar: el déficit so-cial (en educación, sanidad y otros servicios sociales) que se-guimos manteniendo respecto a los países de nuestro entor-no y cuya eliminación permitiría poner a trabajar, segúnalgunas estimaciones, hasta un 6% de la población activa.»(Trinidad, 2009)

Necesidad de un sectoragropecuario renovado

Si en los albores de la Revolución Industrial el sector primarioocupaba aproximadamente los 3/4 o los 4/5 de la población ac-tiva, en los países más desarrollados la proporción ha descen-dido por debajo de 1/10 e incluso 1/20, hasta llegar –en losaños 90 del siglo XX– a los extremos de Alemania (con un sec-tor agroganadero del 2,4% de la población activa), EE.UU. (2%),Gran Bretaña (1,8%) o Bélgica (1,5%).

Pero en la medida en que avanzar hacia una sociedad sosteni-ble supone pasar de una sociedad industrial basada en las ri-quezas del subsuelo (minerales y combustibles fósiles) a otraque se apoye más en los recursos renovables de la biosfera, lacontracción del sector primario debe cesar, y transformarse en

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4 Una reflexión acerca de una parte de estas cuestiones en Riechmann y Recio, 1997. Más ideasen Jorge Riechmann, «Esbozo de una sociedad ecosocialista», en Fernández Buey y Riechmann,1996.

5 Véase Roemer, 1995, cap. 12. Más sobre planes y mercados en Jorge Riechmann, «Planes y mer-cados en una sociedad ecosocialista», en Fernández Buey y Riechmann, 1996.

6 Sobre esta cuestión, desde la perspectiva de la economía feminista: Pérez Orozco, 2006.

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expansión (he tratado este asunto en el capítulo 12 de Riech-mann, 2003).

Por una parte, una agricultura respetuosa con el medio am-biente y con la calidad de sus productos, que renuncie al exce-so de agroquímicos, es más intensiva en trabajo humano que laagricultura «industrial-minera» practicada en la actualidad. Enpromedio, la producción ecológica requiere un 30% más defuerza de trabajo que los métodos convencionales equivalen-tes (según General Workers’ Union in Denmark 1995, 33). «Sidemandáramos un ciento por ciento de nuestra alimentacióna partir de productos obtenidos de forma ambientalmente co-rrecta se podrían necesitar otros 500.000 nuevos agricultores,a sumar a los que deberían participar en la reforestación ytransformación de la biomasa vegetal sobrante en fertilizantesorgánicos», ha escrito Joaquín Araujo.

Por añadidura, las demandas que la sociedad dirigirá a la agri-cultura no dejarán de crecer durante el siglo XXI, también enámbitos «no convencionales». En efecto: el final del insosteni-ble modelo de desarrollo basado en los combustibles fósiles ylos materiales no renovables dará paso, necesariamente, a sis-temas que dependerán más de los recursos renovables que co-secha la agricultura.

No podemos concebir una sociedad sustentable que no sebase sobre la energía solar, la fotosíntesis y el «cierre de ci-clos» de los materiales. Por eso, además de su tradicional pa-pel como suministradora de alimentos, la actividad agrícolatendrá que proporcionar un número creciente de materias pri-mas industriales: biomasa para diversos usos, biocombustibleslíquidos, fibras, biopolímeros, materiales estructurales, revesti-mientos, lubricantes, resinas, aceites esenciales, hormonas ve-getales, detergentes, diversas materias primas para una «quími-ca verde», productos farmacéuticos, papel y cartón.

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Huertos urbanos

El cultivo de alimentos en huertos urbanos es un componen-te importante para una mayor sustentabilidad de nuestras so-ciedades y un recurso para aliviar tensiones sociales en tiem-pos de crisis.

«Los agricultores urbanos han usado siempre los materialesfértiles que encontraban en sus ciudades para la producciónde cultivos. Un conocido ejemplo es el de los cultivadores deverduras de París (conocidos como marais) quienes, hasta1918, producían cosechas abundantes dentro de la ciudad.Cada año llegaban a apilar hasta 30 cm de abono de caballo so-bre sus parcelas de cultivo, y utilizaban muchos e ingeniososmétodos para el control del suelo y la temperatura del aire.Recolectaban de tres a seis cosechas de frutas y verduras poraño; cada agricultor podía ganarse muy bien la vida en sólo trescuartos de hectárea de terreno. Hace un siglo, en París, se pro-ducían 100.000 toneladas de cosechas de alta calidad y de fue-ra de temporada en unas 1.400 hectáreas, alrededor de unasexta parte del área superficial de la ciudad, y se utilizaban cer-ca de un millón de toneladas de abono de caballo. Las cosechaseran tan abundantes que incluso se embarcaban hacia Lon-dres.» (Girardot, 2001, 86)

Pero atención…

«No sabemos cómo superar la crisis actual. Ningún gobiernodel mundo, bancos centrales o instituciones financieras inter-nacionales lo sabe: son todos como un ciego que trata de sa-lir de un laberinto tocando las paredes con distintos palos conla esperanza de encontrar la salida. Por otra parte, subestima-mos lo muy adictos que los gobiernos y los que toman deci-siones son aún a las esnifadas de los mercados libres que losha hecho sentirse tan bien a lo largo de décadas. ¿Hemos aban-donado el supuesto de que la empresa del beneficio privado essiempre la mejor forma, porque es más eficiente, de hacer lascosas? ¿Que la contabilidad y organización empresarial debe-ría ser el modelo incluso para el servicio público, la educacióny la investigación? ¿Que el creciente abismo entre los super-ricos y el resto no importa demasiado, mientras todos los de-más (excepto la minoría de los pobres) estén un poco mejor?¿Que lo que precisa un país es bajo cualquier circunstancia elcrecimiento económico máximo y la competitividad comer-cial? No lo creo.» (Hobsbawm, 2009)

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Una observación final: «El rápido crecimiento industrial de losdos últimos siglos ha sido un hecho anormal en la historia dela humanidad que tiene muy pocas probabilidades de repetir-se», escribía en 1971 René Dubos en su libro A God Within, altiempo que colaboraba en la redacción del informe Una solaTierra para la primera «cumbre de la Tierra» de Naciones Uni-das en Estocolmo (1972) (Dubos, 1986, 191).

Es una obviedad. Pero nuestra economía y nuestra sociedad es-tán organizadas como si lo contrario fuera cierto.

Cuanto más tardemos en registrar la obviedad (y ya van unoscuatro decenios), más dura será la caída.

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Introducción

En primer lugar quiero expresar mi convencimiento de que lacrisis que estamos viviendo va mucho más allá del agua, los ali-mentos y la energía, y que esta triple crisis está íntimamente li-gada a las actuales crisis económica, financiera, social, climáticay ecológica. Quizás estemos perdiendo la perspectiva cuandohablamos de múltiples crisis. Para mí existe una única crisis quees la causa de todas las crisis: una crisis de valores, que nos im-pide identificar las verdaderas prioridades para nuestro plane-ta y de nuestra sociedad, y nos lleva a marcar objetivos parcia-les y miopes que desembocan necesariamente en procesos ysistemas insostenibles.

Entiendo, sin embargo, la dificultad de abarcar el sistema en suconjunto y la necesidad de analizarlo compartimentándolodesde distintas perspectivas y áreas de conocimiento. Por ellome congratulo que a este debate se haya invitado a especialis-tas procedentes de campos y experiencias diversas. Es necesa-rio unir nuestros conocimientos y nuestras perspectivas paraentender mejor la realidad.

Sin embargo, entender lo que está pasando y la interrelaciónentre las distintas crisis no es suficiente. Si el ser humano ha

sido suficientemente osado como para haber alterado losequilibrios naturales del mundo, cambiando los ecosistemas ycondicionando la evolución, no puede eludir ahora la respon-sabilidad en la reconstrucción del equilibrio para un futuro, quetiene que ser como mínimo sostenible.

Como me ha sido solicitado centraré mi intervención en la par-te más en consonancia con mi experiencia y mi trayectoria pro-fesional: la crisis alimentaria. Estudiaremos sus causas, veremossus consecuencias, y analizaremos las soluciones que nos pue-dan llevar a un futuro libre de hambre, más justo y sostenible.

En la última parte, sin embargo, integraré la crisis alimentariaen el contexto de las demás facetas de la crisis global en quenos encontramos y también aquí intentaré compartir con us-tedes mi visión para el desarrollo de un mundo mejor y soste-nible, donde el objetivo no sea simplemente el crecimientoeconómico, sino la felicidad y donde el motor del proceso nosea el consumo y la sobreexplotación de los recursos natura-les, sino la relación armónica entre y con todos los componen-tes del ecosistema Tierra. Un mundo en el que crecimiento

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Crisis alimentaria: sus causas, consecuencias y posibles soluciones

José T. Esquinas1

Director de la Cátedra de Estudios sobre Hambre y PobrezaUniversidad de Córdoba

1 José T. Esquinas fue hasta 2007 presidente del Subcomité de Ética para la Agricultura y Alimenta-ción de la FAO y secretario de la Comisión Intergubernamental de Recursos Genéticos de laFAO. Actualmente es profesor en la Universidad Politécnica de Madrid.

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material no sea sinónimo de desarrollo, y donde la ciencia, lastecnologías, el mercado e incluso la democracia no sean diosesinfalibles a los que rendir pleitesía, sino meros instrumentosque pueden ayudarnos a transformar nuestra casa la Tierra enun paraíso.

El hambre en el mundo agravadapor la crisis alimentaria

En 1996 la Cumbre sobre Seguridad Alimentaria convocadapor la FAO y en la que participaron todos los países, muchosal más alto nivel, se fijó un objetivo no excesivamente ambicio-so: reducir a la mitad el número de hambrientos para el año2015. Este mismo objetivo se consagró unos años más tardecomo parte integrante del primer Objetivo del Milenio.

Sin embargo, cuando seis años después de la Cumbre, la FAOevaluó los avances realizados se puso de manifiesto que, si bienhabía habido avances, el ritmo al que se había progresado sólopermitiría alcanzar el objetivo en el año 2150 y no en el 2015.En los últimos años la situación ha empeorado drásticamente,si hasta 2007 los avances habían sido moderados, hoy los re-trocesos provocados por la llamada crisis alimentaria mundialhan sido de tal magnitud que el número de hambrientos en oc-tubre del 2009 ha alcanzado cifras jamás alcanzadas en la his-toria de la humanidad. Hoy existen 1.020 millones de personasque pasan hambre (el 20% de la población mundial) y de seguira este ritmo en 2015 se habría duplicado, en vez de reducirsea la mitad, el número de hambrientos.

Intentemos expresarnos en una escala más cercana: el número depersonas que mueren en el mundo cada año como consecuenciadel hambre y la malnutrición han alcanzado los 17 millones, es de-cir unas 35.000 personas al día, o sea una persona cada dos se-gundos. Esta cifra escandalosa es muy superior al número demuertos por cualquier enfermedad, accidente o catástrofe natu-ral. Por ello no sería exagerado decir que el hambre es con mu-cho la mayor pandemia y la mayor vergüenza de la humanidad.

Pero aún hay más, el hambre y la pobreza son también el cal-do de cultivo en el que crecen problemas que tanto preocu-pan a Occidente, como la emigración ilegal y la violencia inter-nacional. Cuando, como consecuencia del hambre y la pobreza,el valor de la vida humana en muchos países pobres es casidespreciable y cuando el riesgo de embarcarse en una paterano es necesariamente mayor que el de quedarse en casa, la de-cisión está servida.

La actual crisis alimentaria que ha duplicado y a veces triplica-do el precio de algunos alimentos básicos en el mercado inter-nacional, no ha afectado por igual a todos los países. En Espa-ña utilizamos en alimentos alrededor del 17% de nuestrosalario medio, mientras que en muchos países en vías de desa -rrollo esta cifra supera a menudo el 70% de su salario medio.Multiplicar el precio de los alimentos básicos afecta a los espa-ñoles, pero mata a los africanos.

La FAO anunció en 2007 que el aumento de los precios dealimentos podría conducir a un aumento en los conflictosglobales. De hecho la crisis alimentaria ha provocado sólo en2008 revueltas callejeras en más de 50 países y la consecuen-te caída de varios gobiernos. Ese año, el informe del ForoEconómico Mundial de Davos incluyó por primera vez la in-seguridad alimentaria como un riesgo importante para la hu-manidad.

Lo realmente paradójico e indignante es que el hambre no esconsecuencia como creen muchos y explican algunos de la fal-ta de alimentos. Hoy, según datos de la FAO, hay alimentos enel mundo para nutrir holgadamente a la población mundial. Losalimentos están en el mercado internacional pero no llegan alas mesas, ni a las bocas de los que tienen hambre. En otras pa-labras, el problema no es la producción de alimentos, sino elacceso a los mismos. El problema no es simplemente de natu-raleza técnica, sino también y esencialmente de índole política.Trataremos de nuevo este tema más adelante, pero permítan-me antes añadir otras consideraciones que prueban esta faltade voluntad política de acabar con el flagelo del hambre. Cifrascantan:

CRISIS ALIMENTARIA: SUS CAUSAS, CONSECUENCIAS Y POSIBLES SOLUCIONES

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• El presupuesto regular de la FAO, la organización de las Na-ciones Unidas cuyo objetivo principal es acabar con el ham-bre en el mundo, para dos años es el equivalente a lo que dospaíses desarrollados utilizan en comidas para perros y gatosen una semana.

• El presupuesto regular de la FAO de 10 años es el equivalen-te a lo que el mundo gasta en armamentos en un sólo día.

Esta situación llevó a alguien tan moderado como el presiden-te norteamericano Dwight D. Eisenhower a denunciar en sudiscurso «Oportunidad para la Paz» (16 de abril de 1953):«Cada fusil que se fabrica, cada barco de guerra que se cons-truye, cada bomba que se lanza significa en última instancia, unrobo a aquellos que tienen hambre y no tienen comida…».Diez años después otro gran presidente USA John F. Kennedyreconoció explícitamente la naturaleza política del problemaen su discurso ante el Primer Congreso Mundial de Alimentos(1963): «En nuestra generación tenemos los medios, y la capa-cidad de eliminar el hambre de la faz de la Tierra. Sólo necesi-tamos la voluntad política de hacerlo». Hoy 46 años despuéssigue faltando la voluntad política de poner los medios necesa-rios para acabar con el hambre en el mundo.

De hecho no hay más que ver la energía, decisión y eficacia conla que la humanidad y, sobre todo, los países desarrollados hanafrontado recientemente pandemias mucho menos mortalespero contagiosas como la gripe aviar, la fiebre porcina o ahorala gripe A. O como se han encontrado rápidamente fondos in-gentes para que la banca pudiese hacer frente a la actual crisisfinanciera.

Sin embargo, aunque el hambre no sea contagiosa, su creci-miento en el momento actual constituye una bomba que pue-de estallar en cualquier momento, y no podemos permitirnosla miopía política de ignorarlo. En un mundo tan interrelacio-nado e interdependiente como el actual el hambre ha pasadode ser un flagelo para los que la sufren a ser un peligro paratoda la humanidad. Sin seguridad alimentaria no hay ni podráhaber nunca paz, ni seguridad mundial.

Cómo combatir el hambrey la crisis alimentaria

A continuación trataremos de extraer conclusiones de los nu-merosos debates que dentro y fuera de Naciones Unidas hantenido lugar en el último año sobre este tema. Los años 2008y 2009 han sido testigos de numerosas iniciativas incluyendo

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Crisis alimentaria

Una combinación de causas entrelazadas, muchas de ellasanunciadas desde hace tiempo, desembocaron en el 2008 enun brusco incremento de los precios de los alimentos básicos,provocando una crisis alimentaria sin precedente a nivel mun-dial, de consecuencias dramáticas y duración indefinida.

Las causas inmediatas han sido muchas y van desde la subidadel precio del petróleo hasta el crecimiento de la poblaciónmundial, pasando por el cambio de hábitos alimenticios degrandes países emergentes y la utilización de tierras cultivablespara la producción de bio-combustibles, pero no todas tienenel mismo peso, ni la misma enjundia.

Sin embargo, detrás de todo esto hay causas más profundas: unconsumismo desenfrenado e insostenible, la deshumanizacióncreciente de la agricultura, las recetas únicas y a menudo simplis-tas expedidas por los grandes centros de decisión mundial, la re-ducción de la influencia del Estado, y el incremento de la influen-cia del mercado en la toma de decisiones socio-económicasimportantes, y el desmantelamiento de las capacidades naciona-les y locales de producir sus propios alimentos, sobre todo, enpaíses con agricultura de subsistencia y en áreas donde los pe-queños agricultores abastecen a la población.

Las consecuencias humanitarias, socio-económicas y políticasde esta crisis no han hecho más que empezar y están siendoespecialmente virulentas en aquellos países en desarrollo quenecesitan usar más del 50% del salario en alimentación. Comohemos visto anteriormente, el número de hambrientos ha su-perado ya los 1.000 millones haciendo imposible la consecu-ción de los Objetivos del Milenio.

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reuniones internacionales, análisis y publicaciones provocadaspor la crisis alimentaria. Es interesante observar que mientrasalgunas de estas iniciativas buscaban soluciones con «más de lomismo» sin cuestionarse hasta qué punto estas (falsas) solucio-nes estaban entre las causas de la crisis, otras han hecho apor-taciones novedosas y valientes con análisis sobre lo que se ha-bía hecho mal a lo largo de las últimas décadas en la luchacontra el hambre que no sólo no ha eliminado el hambre sinoque ha permitido el empeoramiento reciente de la situación.En esta sección nos basaremos fundamentalmente en las con-clusiones de estos últimos estudios que reconocen e identifi-can a menudo los errores del pasado y buscan soluciones nue-vas para evitar cometerlos de nuevo. Entre estos estudiosdestacan por su contenido pero también por la forma colecti-va y democrática en la que fue desarrollado el IAASTKD co-patrocinado por la FAO, el FMAM, PNUD, PNUMA, la UNES-CO, la OMS y el Banco Mundial en abril de 20082, que contócon la participación de más de 400 expertos y científicos detodo el mundo y duró cuatro años. También otros estudios dela Sociedad Civil (especialmente ETC), diversos análisis acadé-micos desarrollados por el Relator de Naciones Unidas para elDerecho a la Alimentación y la Declaración de Córdoba sobreel Derecho a la Alimentación y la Gobernanza del SistemaMundial de Agricultura y Alimentación (Dic., 2008)3 ponen el

dedo en la llaga y contribuyen con ideas y propuestas nuevasentre las que destacan:

La principal causa del hambre en el mundo no es la falta de ali-mento sino el acceso a los mismos. Para mejorar el acceso espreciso apoyar los sistemas agrícolas locales y a los pequeñosagricultores.

Según la FAO existen alimentos más que suficientes para ali-mentar a la humanidad, sin embargo los hambrientos no tienenacceso a los mismos. Los alimentos pueden estar disponiblesen el mercado internacional, pero eso no es suficiente para quelleguen a los que pasan hambre, especialmente en tiempos decarestía alimentaria, ya que el hambre y la pobreza van a me-nudo unidos. La falta de acceso es debido a la escasez de ali-mentos producidos a nivel local por una parte y a la falta defondos para comprar los alimentos procedentes de donde hayexcedentes por otra. Los sistemas tradicionales de lucha con-tra el hambre, a través de los programas de distribución de ali-mentos y asistencia humanitaria, proporcionan alimentos, ofondos para obtenerlos en el mercado internacional. La efica-cia de estas medidas ha sido muy limitada por tratarse de so-luciones a corto plazo. Si se tiene en cuenta que la mayor par-te (70%) de la población hambrienta vive en zonas rurales,promover la producción in situ parece la más eficiente y qui-zás la única solución duradera. Se requiere mejorar la produc-ción a nivel local, para proporcionar un aumento de las opcio-nes para los agricultores de pequeña escala y las comunidadesrurales y para mejorar la calidad, así como la cantidad de ali-mentos disponibles. Ello significa apoyar a los pequeños agri-cultores y sus comunidades en el desarrollo de sus propios sis-temas agrícolas. Desgraciadamente, la asistencia técnica alpequeño agricultor y la investigación internacional para mejo-rar la producción en los sistemas agrícolas tradicionales de ba-jos insumos, incluyendo la mejora genética de los cultivos mar-ginados y variedades locales adaptados a estos sistemas, hasido muy escasa y a menudo inexistente.

La FAO en su reciente informe «Los caminos hacia el éxito»(Nov. 2009) señala que una de las mejores y más rentables vías

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2 La primera evaluación internacional que se ha hecho nunca sobre conocimiento agrícola, cienciay tecnología para el desarrollo (IAASTD) fue copatrocinada por la FAO, el FMAM, PNUD, PNU-MA, la UNESCO, la OMS y el Banco Mundial y aprobado por los 57 gobiernos en abril de 2008.La elaboración del IAASTD contó con la participación de 400 científicos, sociólogos y economis-tas, biólogos, biotecnólogos y antropólogos procedentes de todas las regiones del mundo. Su in-forme fue peer reviewed dos veces. Además, IAASTD fue supervisado por un comité compuestopor 60 miembros representando a 30 gobiernos y el mismo número de organismos públicos deinvestigación, el sector privado y organizaciones no gubernamentales.

3 El llamado «Grupo de Córdoba» es un grupo de expertos internacionales de reconocido pres-tigio en temas relacionados con la lucha contra el hambre, la agricultura, la biodiversidad y losderechos humanos. Sus miembros tienen amplia experiencia internacional, una ética contrastaday un fuerte compromiso por hacer realidad el derecho a la alimentación. Se trataría de una suer-te de «Consejo de Ancianos contra el Hambre». El Grupo de Córdoba se ha formado en el senode la Cátedra de Estudios sobre Hambre y Pobreza, una iniciativa conjunta entre la Diputacióny la Universidad de Córdoba. El proceso de Córdoba comenzó con el Seminario Internacionalsobre el Derecho a la Alimentación y la Soberanía Alimentaria organizado por la Cátedra de Es-tudios de Hambre y Pobreza (CEHAP) en Córdoba en octubre 2007; y se le dio continuidad enel Foro del Derecho a la Alimentación organizado por la FAO en octubre 2008. El texto de laDeclaración es el resultado de una segunda reunión de expertos internacionales convocada enCórdoba por la CEHAP, los días 28 y 29 de noviembre de 2008, con ocasión del 60º aniversariode la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

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para salir de la pobreza y el hambre en el medio rural es apo-yar a los pequeños campesinos. Cerca del 85% de las fincasagrícolas en el mundo tienen menos de dos hectáreas, y los pe-queños agricultores y sus familias representan unos 2.000 mi-llones de personas, un tercio de la población mundial.

La investigación agrícola y la mejora participativaal servicio del pequeño agricultor

La mayor parte de las variedades de cultivos comerciales noestán adaptadas a las necesidades de los agricultores más po-bres que, especialmente en muchos países en desarrollo, tienenacceso limitado o no tienen acceso al regadío, los fertilizantesy los pesticidas. Para satisfacer las necesidades de estos agricul-tores se necesita desarrollar programas públicos (la investiga-ción privada no está interesada en este área, donde los bene-ficios esperados son sociales y no necesariamente monetarios)de investigación y mejora, orientados a la obtención de varie-dades capaces de soportar condiciones adversas, incluyendo lasequía, alta salinidad y pobre fertilidad del suelo, y que propor-cionen resistencia a plagas y enfermedades locales. El énfasisde estas investigaciones debe ponerse a nivel local, con el fin demejorar el rendimiento de una amplia gama de cultivos y varie-dades bien adaptadas a las condiciones y las necesidades loca-les, en lugar de buscar genotipos universales uniformes. Estosólo puede lograrse por un proceso sistemático y participati-vo de la cooperación entre los científicos, los agricultores y losconsumidores.

Soberanía alimentaria y agriculturas tradicionales

La soberanía alimentaria debe considerarse una parte esencialde la seguridad alimentaria. Para no crear dependencia de losprecios agrícolas internacionales no se puede fomentar el des-mantelamiento de los sistemas agrícolas tradicionales, sinoapoyar su desarrollo y evolución paulatina que permitan aumen-tar su productividad y su capacidad de adaptarse a las nece -sidades cambiantes del medio y la sociedad en los que se

desarrollaron. A continuación ponemos dos ejemplos ilustrati-vos de las consecuencias del desmantelamiento de los sistemasagrícolas tradicionales:

• En Benin, el desarrollo de grandes cultivos del algodón parasatisfacer la demanda de Occidente, ha llevado al desplaza-miento de millones de pequeños agricultores productoresde alimento que han vendido sus tierras pasando a ser jor-naleros, muchos de ellos en las nuevas plantaciones de algo-dón. Esto, sin embargo, no fue percibido como un problemaya que los jornales recibidos les permitieron comprar ali-mentos procedentes del mercado internacional a buen pre-cio y por ello a menudo en mayor cantidad que los que pro-ducían antes en su pequeña parcela. Sin embargo, la subida delos precios internacionales de los alimentos en los últimosaños les ha dejado en una situación de indigencia y hambresin precedente. Ahora ya no pueden volver a su agriculturatradicional ya que con la venta de sus parcelas crearon unasituación de dependencia prácticamente irreversible. (Verdiscurso del Relator Especial de Naciones Unidas sobre elDerecho a la Alimentación a la Asamblea General de Nacio-nes Unidas el 6 de abril de 2009).

• En Haití, donde siguiendo las directrices del Banco Mundialse ha desarrollado en los últimos años un proceso similar, labrusca subida de los precios internacionales de los alimen-tos básicos ha llevado a una situación insostenible en 2008,con 6 millones de hambrientos en una población total de9 millones. Las revueltas callejeras provocaron en este casola caída del gobierno.

El proceso desencadenado en ambos casos con la venta detierras y el desmantelamiento de sus sistemas agrícolas es ahorairreversible y al perder su capacidad de producir sus alimentosestos países han hipotecado su propia soberanía.

La historia también nos dice que los países que han protegidosu desarrollo agrícola de las amenazas de los mercados inter-nacionales, tales como India o Vietnam, han logrado reduccio-nes sustanciales de la pobreza agrícola.

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Importancia de los cultivos locales marginadospara afrontar la crisis alimentaria y en la lucha contra el hambre

El primer informe de la FAO sobre el estado de los recursos fi-togenéticos en el mundo considera que la humanidad ha utili-zado unas 7.000 especies para satisfacer sus necesidades bási-cas de alimentación y vestidos, mientras que hoy no más de30 especies cultivadas proporcionan el 90% de la alimentacióncalórica suministrada por las plantas (FAO, 1998). Se estimaademás que sólo 12 especies de plantas y 5 especies de anima-les proporcionan más del 70% de la alimentación calórica hu-mana y tan sólo 4 especies de plantas (patatas, arroz, maíz ytrigo) y 3 de animales (ganado vacuno, cerdos y pollos) propor-cionan más de la mitad.

Muchos cultivos infrautilizados o marginados, a menudo tam-bién llamados «cultivos de los pobres», tales como numerososcereales (quinua, canhiwa, amaranto…), leguminosas (por ejem -plo, tarwi…) y tubérculos (olluco, oca, mashua…) en la regiónandina; el teff (Eragrostis tef) en el Cuerno de África, el pejiba-ye o chantaduro (Bactris gasipaes) en Centroamérica; el mijo(Eleusine coracana) en África y la India y el pili (Canarium ova-tum) en Filipinas, que han proporcionado durante milenios losalimentos básicos de grandes imperios y civilizaciones, estánhoy marginados oficialmente, a menudo por motivos culturaleso religiosos. Sin embargo, continúan siendo una fuente esencialde alimentos para los pobres en las zonas rurales.

Para afrontar la crisis alimentaria y en la lucha contra el ham-bre y la malnutrición debe prestarse más atención a los culti-vos locales y a la biodiversidad agrícola en general, por las si-guientes razones:

• Los cultivos marginados se han adaptado durante mileniosa las condiciones agro-ecológicas y las necesidades localesy forman parte de la cultura local. Ellos han sido y siguensiendo a menudo elementos claves de una alimentaciónadecuada en armonía con el medio ambiente y las costum-bres locales.

• En época de crisis los cultivos marginados no se ven prácti-camente afectados por la fluctuación de los precios y la es-peculación que se produce a nivel mundial en los principalescultivos comerciales.

• Los cultivos marginados se producen y consumen localmen-te y son, por lo tanto, de fácil acceso en las zonas ruralesdonde vive una gran parte de las personas que pasan ham-bre. Además, esos cultivos viajan menos, ahorrando dinero yenergía en el transporte, contribuyen menos al cambio cli-mático y necesitan menos intermediarios.

• Estos cultivos tienen un gran potencial para aumentar la pro-ductividad y calidad con esfuerzos científicos limitados, yaque apenas han sido objeto de investigación y/o mejora. (Porejemplo, en el Perú, Oxalis tuberosa aumentó su productividaden más del 100%, tras una inversión de investigación de unos10.000 $ para conseguir plantas libres de virus mediante unasimple tecnología de cultivo de meristemos).

• La promoción de los cultivos marginados permitirá diversifi-car también la dieta en el mundo desarrollado y pueden ju-gar un papel esencial para amortiguar el efecto de los cam-bios climáticos.

Necesidad de soluciones distintas en cada lugar y en cada momento histórico

No existen soluciones únicas ni recetas universales. La situa-ción y la historia de cada país, incluyendo su historia y su cul-tura, sus condiciones edafo-climáticas y socio-económicas, sugrado y tipo de desarrollo, son distintos y, por tanto, distintasdeben ser las soluciones a sus problemas agrícolas y alimenta-rios. Todo ello también cambia y evoluciona con el tiempo. Amenudo dentro de cada país conviven y se complementan dis-tintos tipos de agricultura.

Intentar imponer un único tipo de agricultura es irresponsable eirrealista y además con frecuencia ha llevado a situaciones de nosostenibilidad ecológica y degradación social. La diversidad de sis-temas agrícolas debe ser protegida e incentivada como un valorpositivo y un importante amortiguador en época de cambios.

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Reconocimiento de la multifuncionalidad de la agricultura

La agricultura no puede ser considerada como mero ejercicioeconómico. La agricultura además de producir alimentos, pien-sos, fibras, agrofuels, medicamentos y plantas ornamentales, tie-ne otras funciones esenciales: social, medioambiental, de esta-bilidad, cultural, etc., de difícil contabilidad económica, que amenudo vienen consideradas como meras «externalidades»del sistema. Esta es una de las causas por las que los precios ylos valores de los productos agrícolas no necesariamente secorresponden y constituye también una importante dificultadpara evaluar la relación costes/beneficios de las actividadesagrarias y de la eficacia comparativa entre los distintos tipos deagricultura. Se hace necesario por ello introducir en nuestrosistema económico los indicadores, correcciones y elementosnecesarios para poder integrar en los análisis y evaluacionesagrícolas todos los costos y beneficios, incluyendo naturalmen-te los no monetarios.

Inversión en agricultura y ayuda al desarrollo

Según el Banco Mundial, el crecimiento en el sector agrícolaelimina al menos dos veces más la pobreza, de lo que hacenidénticos niveles de crecimiento en cualquier otro sector eco-nómico. Es importante, por tanto, invertir en agricultura paracombatir el hambre y la marginación económica. No olvidemosque la agricultura sigue siendo el principal sector productivoen los países más pobres del mundo, que emplean al menos el65% de la población activa en muchos de ellos y contribuyen-do en promedio más de un 25% al PIB.

Sin embargo, en los últimos 20 años, el apoyo para el desarro-llo agrícola ha venido disminuyendo constantemente. Sólo un4% (frente a un 16% en 1980) de la asistencia pública para eldesarrollo (ODA) es en la actualidad destinado para la agricul-tura, mientras el 75% de los más pobres del mundo viven enzonas rurales.

Invertir para lograr la independencia de alimentos fue precisa-mente el enfoque que a partir de 1945 ayudó a la Europa de laposguerra a lograr la soberanía alimentaria en menos de 20años. Cada nación debería dotarse de los medios para alimen-tarse a sí misma. Esto significa que es esencial que la agricultu-ra se convierta en una prioridad internacional, y los países máspobres deben ser ayudados a garantizar la seguridad y la inde-pendencia de su propio suministro de alimentos. (Del discursoHow Europe should tackle the global food crisis del Ministro deAgricultura francés Michel Barnier, Otoño 2008).

Combatir la especulación en los precios agrícolas.Sacar los alimentos básicos de la bolsa de valores

Numerosos estudios atribuyen a la especulación hasta el 30%de la subida de los precios de los cereales en el mercado in-ternacional en 2008.

Este problema exige soluciones éticas y urgentes, entre las quese debe considerar sacar los alimentos básicos de la bolsa devalores. También con el fin de reducir la especulación es impor-tante evitar los monopolios y monitorear a las grandes cade-nas de alimentación. A reducir la volatilidad de los precios y laespeculación con los mismos puede contribuir un sistema deregulación de mercados, que permita a los poderes públicos in-fluir en los precios mediante el almacenamiento de productosagrícolas y alimentarios y su liberación en la medida en que losprecios se disparen.

Otros

• Biocombustibles: se debe regular y desacelerar la producciónde biocombustibles, especialmente aquellos de primera ge-neración.

• Promover uso de granos y verduras frente a la carne: el in-cremento de la demanda de carne que se ha producido, so-bre todo, en los países de economías emergentes ha aumen-tado la presión sobre las tierras cultivables, ya que se

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necesita aproximadamente 9 veces más tierra para produciruna determinada cantidad de alimentos con valor nutritivoequivalente. Un consumo de carne más racional contribuyetambién a la mejora en la dieta alimentaria y a reducir el nú-mero de obesos, así como a la reducción de emisiones deCO2 procedentes especialmente del ganado vacuno.

• Cambios climáticos: se debe destacar aquí el importantepapel que tiene la agricultura de pequeña escala en un es-cenario de cambios climáticos graduales, mayor número dedesastres naturales y peores condiciones de producción enlas zonas tradicionales. La agricultura de pequeña escala sebasa en un mayor y mejor uso de la diversidad (semillas,modos de cultivo, formas de preparación), y en una mayorelasticidad, entendida como la capacidad que tienen los sis-temas de adaptarse más rápidamente y mejor a las nuevascircunstancias.

• Reducir la longitud de las cadenas alimentarias con el fin dereducir costes energéticos y económicos: a ello puede con-tribuir el acercamiento entre los centros de producción y deconsumo, el incremento de la producción local y el consumode productos locales y estacionales.

Marco internacional y gobernanzamundial para la agricultura y la alimentación

Aunque muchos de los problemas mencionados anterior-mente son de naturaleza esencialmente técnica y económica,sus profundas implicaciones socio-económicas, legales y polí-ticas exigen que sean abordados en un marco internacionaladecuado.

Existe una importante desconexión entre las acciones y las ne-gociaciones en relación a la lucha contra el hambre y contra elcambio climático. Se recomienda ligar ambas negociaciones, yaque parte de la solución para reducir los gases de efecto inver-nadero descansa en una agricultura más ecológica, de pequeña

escala, mayor capacidad para adaptarse a los cambios, que seamás sostenible, que emplee más personas y que saque másprovecho de los conocimientos locales.

Existen también importantes incoherencias entre los foros in-ternacionales de formulación de políticas alimentarias (en con-creto el Grupo de Trabajo de Alto Nivel de Naciones Unidas yel Comité de Seguridad Alimentaria Mundial-CSA) y la recien-te asignación de responsabilidades al Banco Mundial para queestablezca en el contexto de la actual crisis alimentaria un fon-do multilateral de lucha contra el hambre, que estaría dotadode 20.000 millones de dólares.

También es importante la participación activa de los gruposmás afectados por el hambre y la pobreza (pequeños agricul-tores, pescadores artesanales, pastores, habitantes de los bos-ques, campesinos sin tierra, indígenas, entre otros) en la tomade decisiones. Para ello, deberían abrirse espacios de participa-ción de la sociedad civil en el Comité de Seguridad Alimenta-ria Mundial y en otros foros relevantes.

Finalmente, es esencial que sea un único foro intergubernamen-tal dentro del sistema de Naciones Unidas el que tenga podernormativo y de toma de decisiones sobre el sistema alimenta-rio mundial, y que este foro apruebe periódicamente para lasdistintas organizaciones de Naciones Unidas que tratan los te-mas de agricultura y alimentación (Organización para la Agricul-tura y Alimentación-FAO, el Programa Mundial de Alimentos-PMA, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola-FIDA y elGrupo Consultivo de Investigación Agrícola Internacional-GCIAI), un único Programa de Labores y Presupuesto, con elque se aseguraría la coordinación de sus actividades específicas.

Somos plenamente conscientes, sin embargo, de las limitacio-nes inherentes a los foros intergubernamentales de represen-tación limitada, en primer lugar porque no todos los países tie-nen un gobierno democrático que represente a sus ciudadanosy, en segundo lugar, que aún en aquellos países con gobiernosdemocráticamente elegidos, y justamente por ello, los repre-sentantes de estos gobiernos se ven abocados a defender in-

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tereses nacionales generalmente a corto plazo, que no siemprecoinciden con los intereses de la humanidad.

Por ello consideramos que el papel de la sociedad civil y lasONG, que pueden permitirse defender los ideales que nosconduzcan al desarrollo de un mundo mejor, sin hambre y sinpobreza, debe ser clave a todos los niveles y cumplir en lo po-sible el papel crítico y purificador que la oposición parlamen-taria ejerce en los gobiernos democráticos a nivel nacional.

Sin embargo, y a pesar de sus limitaciones, las Naciones Unidasy el sistema de «un país, un voto» es lo menos malo que tene-mos, y es imprescindible mimarlo y mantenerlo a la espera deque algún día y con una cobertura política que va más allá dela agricultura y la alimentación, consigamos un sistema de Go-bierno mundial mucho más ambicioso y democrático. Esta ideala retomamos más adelante.

La crisis alimentaria como parte y consecuencia de la crisis de valores: consideraciones finales y objetivos a largo plazo

Decíamos al principio y reafirmamos de nuevo que la crisis ali-mentaria y las otras crisis actuales se derivan de una única cri-sis: crisis de valores.

La causa última de esta crisis hay que buscarla en la miopía delgénero humano, que está llevando al mundo en una direcciónconsumista insostenible e insolidaria con la naturaleza y conotros seres de nuestra propia especie. Confundimos desarrollocon crecimiento material y felicidad con consumismo. Gastamosmás recursos energéticos y de materia prima de los que dispo-nemos, y si no corregimos a tiempo esta ruta nos llevara inexo-rablemente al suicidio colectivo de la humanidad, porque aquí,no nos engañemos, o nos salvamos juntos o perecemos todos.

Una breve historia que se contaba en mi infancia narraba la his-toria de un piloto que un buen día, habiendo perdido la ruta devuelo, dijo a los pasajeros: «Estimados pasajeros, es mi deber

informarles de que nos hemos perdido, pero no hay motivopara preocuparse… mantenemos una velocidad formidable».Actualmente a bordo de nuestra pequeña astronave Tierra vi-vimos una paradoja muy similar a la que cuenta esta historia.

Esta crisis exige decisiones audaces a nivel institucional, estruc-tural y jurídico, y ello solo será posible con un enfoque ético,donde la solidaridad y la responsabilidad de todos primen so-bre los intereses miopes de algunos.

La solución definitiva exige un cambio de actitud del hombrefrente a la naturaleza y un replanteamiento del concepto dedesarrollo. Es preciso iniciar un proceso en el que el objetivosea el desarrollo humano (y no sólo el desarrollo económico),en un mundo en el que la sostenibilidad ecológica y la justiciasocial no sean opciones sino requisitos. En este tipo de desa -rrollo el progreso no debe valorarse solamente en función delrendimiento económico o del flujo de dinero, sino y, sobretodo, en función de si conduce o no a la felicidad.

Para ello la medida del nivel de vida no puede simplemente se-guir estando basada en el PIB (Producto Interior Bruto) sinoen el FIB (Felicidad Interior Bruta) en ingles GNH (Gross Natio-nal Happiness). Lo que medimos afecta a lo que hacemos. Sinuestros indicadores sólo miden cuanto producimos, nuestrasacciones tenderán a producir más. Por eso es necesario encon-trar los indicadores adecuados para medir la FNB. Todo estono es pura retórica el Nobel de Economía Joseph Stiglitz secuestiona si el PIB es una buena medición del nivel de vida y eldesarrollo del concepto del FNB ha sido objeto de debates enNaciones Unidas durante la última década a propuesta del Go-bierno de Bután, cuyo Centro de Estudios Butaneses (CBS)analiza posibles índices e indicadores para convertir el FNB deuna filosofía en un sistema métrico. La 5.ª Conferencia Mundialsobre Felicidad Nacional Bruta se celebró en Itaipu (Brasil) losdías 20-24 de noviembre de 2009, organizada conjuntamentepor el CBS y el Future Vision Institute de Brazil.

En un planeta cada vez más pequeño e interdependiente don-de la globalización es un hecho incuestionable y no una opción,

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la cuestión es que tipo de globalización deseamos y como con-seguirla. Hay dos valores esenciales que debemos mantener eneste proceso global: la sostenibilidad y la diversidad a todos losniveles.

• Sostenibilidad ecológica, económica y social. Para que el sis-tema sea duradero y estable no debe destruir los recursosnaturales sobre los que se basa (Comisión Brundtland), ypara ello es necesario internalizar el coste de la conserva-ción de estos recursos en el coste de producción de los pro-ductos derivados de los mismos (según se estableció en elVértice de la Tierra en Río, 1992).

• Diversidad (diversidad biológica, cultural, de lenguas, de tec-nologías, de conocimientos, de tradiciones, de identidades…)necesaria para ampliar las opciones y mantener la capacidadde adaptación a condiciones ambientales y a necesidades hu-manas cambiantes e impredecibles. Mantener la diversidad re-duce la vulnerabilidad y proporciona un amortiguador y unaválvula de escape para absorber los cambios y asegurarse deque los errores que podamos cometer no sean irreversibles.

Mientras el siglo XX fue el siglo de la uniformidad y del creci-miento rápido aunque insostenible, el siglo XXI puede y debeser, si queremos que la humanidad tenga un futuro, el siglo dela diversidad y el desarrollo humano equilibrado.

La ciencia y la tecnología del siglo XX fueron la ciencia y la tec-nología de la homogenización y nos hicieron avanzar por el ca-mino de la uniformidad. La ciencia y la tecnología del siglo XXI

deben ser ciencias y tecnologías (así, en plural) de la diversidad,donde los sistemas de conocimientos tradicionales informalesy los más modernos avances científicos se sumen y comple-menten en la consecución de un mundo en el que convivan yse enriquezcan las diversas culturas, conocimientos e identida-des de nuestras sociedades y nuestros pueblos.

Para gobernar este proceso necesitamos el desarrollo de unverdadero sistema democrático y eficiente de gobernanza mun-dial compuesta por un poder legislativo o Parlamento mundial(elegido con el sistema de «un ciudadano, un voto»), un poder

ejecutivo y un poder judicial como poderes independientes. Estesistema puede y debe ser compatible y complementario con losgobiernos y parlamentos nacionales y locales que garantizaríanla defensa de las diversidades específicas y la multiplicidad deidentidades. Sabemos que esto es difícil pero este sistema de go-bierno ya lo concibieron los primeros que pensaron en la cons-trucción de lo que actualmente es la Unión Europea y aunquede forma imperfecta ello ha permitido avanzar en esa direcciónen el caso de nuestro continente. La experiencia europea de-muestra que también es posible trabajar por ello a nivel mundial.

El sistema de gobernanza mundial debe estar basado en eldesarrollo de los derechos humanos, incluido naturalmente elderecho a la alimentación, como embrión de una futura Cons-titución mundial.

Todo lo anterior puede parecer lejano, pero el camino más lar-go siempre comienza por un paso, y cuanto antes comencemosmejor.

Conclusión

Estamos todos a bordo de nuestra pequeña nave (astronave) laTierra, con unos recursos limitados y una población creciente,y si hay una avería y se hunde la barca –no importa que la ave-ría esté en España, en África o en Estados Unidos–, la barca vaa pique y con ella todos nosotros. No podemos asumir eseriesgo, pero tampoco podemos conformarnos con tapar aguje-ros para evitar el hundimiento de nuestra nave Tierra, hemos dereplantearnos la forma en la que la conducimos y la direcciónen queremos llevarla hacia un futuro necesariamente común.Nuestra generación ha arrebatado a la naturaleza el volante dela evolución y ahora sería suicida eludir la responsabilidad dedecidir a dónde vamos. El tipo de futuro que queremos paranosotros y para nuestros hijos, y la velocidad a la que es posi-ble construirlo, no puede seguir siendo la mera resultante defuerzas ajenas a la voluntad expresa de la humanidad. No sirvecorrer, sin saber a dónde vamos. Es preciso replantearnos nues-

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tro sistema de vida. Quizás no sea preciso ni deseable crecer,producir y consumir más y más deprisa, sino desarrollar una so-ciedad más feliz y más solidaria con la naturaleza y con todos.

Nunca como hasta ahora ha tenido el ser humano en sus ma-nos las llaves del futuro de la humanidad, y nunca como hastaahora ha dejado relegada la filosofía, las humanidades, la moraly la ética a un segundo plano. El futuro de nuestros hijos en unplaneta sostenible debe ser la responsabilidad de todos y cadauno de nosotros, y no podemos ni debemos eludirla ni dejarlaen manos del azar.

La crisis actual, y no sólo la alimentaria, constituye un gran retoy también una oportunidad única para construir un mundo jus-to, sostenible, en armonía con el medio ambiente, solidario contodos los seres humanos, sin hambre y sin pobreza. Esto hoyno es una alternativa sino una necesidad imperiosa para la su-pervivencia de nuestra propia especie. Hagamos hoy, movidospor un egoísmo inteligente, lo que no hemos querido o sabidohacer antes por solidaridad. Nuestra generación es la primeraobligada a enfrentarse a esta responsabilidad, pero también po-dría ser la última.

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Se hace cada vez más evidente que todas las crisis de nuestro siglo tendrán un denominador común:

la escasez del agua, de los alimentos y de la energía. Debatir sobre ellas de manera conjunta,

analizando sus múltiples conexiones, supone un primer paso para tomar conciencia de su verdadera

dimensión y diseñar estrategias que permitan afrontar este reto global, pues está en juego el futuro

de la humanidad y la conservación del planeta. Si además tenemos en cuenta que la mayor parte

de los recursos alimentarios y energéticos están en manos de menos del 20% de la población

mundial, esta crisis múltiple se revela como una auténtica crisis de valores en la que todos, individuos

y Estados, estamos implicados. Nos enfrentamos, en definitiva, a una seria amenaza: la incapacidad

de la actual civilización industrial para asegurar la satisfacción de las necesidades presentes y

futuras de la humanidad. Es, por tanto, imprescindible el diseño y la puesta en práctica de un modelo

de desarrollo alternativo que garantice un mundo digno, más justo y sostenible, para las generaciones

venideras.

19ISBN 978-84-92543-18-2

10 A27 CUBIERTA N.º 19_Maquetación 1 25/11/10 08:53 Página 1