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Para Pensar La Promoción De La Lectura Lic. Susana Allori *

Para pensar la promocion de lectura

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Para Pensar La Promoción De La Lectura

Lic. Susana Allori *

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Criticar un río es construir un puente Bertolt Brecht

La lectura en un sentido global o como causa, goza de una adhesión generalizada. O al menos eso parece hoy. Quienes trabajamos desde más de dos décadas promoviéndola, miramos con satisfacción los avances de los últimos tiempos, pero no nos dejamos seducir por las cáscaras. La adhesión masiva pero superficial no garantiza la instalación de prácticas que logren repercutir en el ejercicio de pleno derechos como la educación o la participación ciudadana.

Desde el retorno de la democracia a nuestro país vienen soplando paulatinos vientos favorables a las posibilidades de acceso a los libros. Un fenómeno que se rige cada vez más claramente por las leyes del mercado y no es ajeno a lo que sucede a nivel mundial.

En Argentina cada año, se editan más libros1 y se los difunde más. Se venden

libros en los supermercados y en los quioscos callejeros. En casi todas las ciudades argentinas se organizan ferias del libro, y en muchas de ellas son fenómenos masivos. Las bibliotecas populares crecen en número y en calidad de servicios. Hay congresos, postgrados y otros espacios de capacitación vinculados al campo de la lectura, literatura infantil y la promoción. Aumenta el número de concursos literarios y premios que estimulan la producción. Los autores están cerca de sus lectores, se puede dialogar con ellos en las ferias; también vistan escuelas. Hay niños que hacen cola para comprar el último Harry Potter, o ver la obra de Tolkien en el cine. Cada vez hay más escuelas con bibliotecas áulicas y escolares. Junto a muchos de los comedores barriales surgidos a partir de la crisis del año 2001, se formaron bibliotecas u otros emprendimientos culturales. Hay muchas organizaciones de la comunidad preocupadas por la lectura.

Desde las últimas gestiones, el Ministerio de Educación de la Nación viene

promovido la entrada del libro en la escuela y en la vida de los chicos, padres y docentes. Primero fue a partir de la Campaña Nacional de Lectura y el Plan Nacional de lectura; unificados desde el 2008 en el Plan Lectura. Programa educativo Nacional para el mejoramiento de la lectura, poniendo cada vez mayor énfasis en las prácticas desarrolladas en la escuela.

Por otra parte, el principal foco de atención de las acciones sociales llevadas a

cabo por las organizaciones empresarias lo constituye la educación2. Es decir, el estado comienza a estar más presente y también lo está el tercer sector con sus fundaciones de empresas… 1 Según datos disponibles en la página de la Cámara Argentina del Libro www.editores.org.ar , se observa un número creciente de títulos publicados: entre 8000 y 10000 en 1995 y 1996; mayor de 10.000 desde 1997 a 2003 (salvo el año 2002 que se publicaron 9960); mayor de 15000 de 2004 a 2006; mayor de 20.000 de 2007 a 2009. 2 Según Informe de Inversión Social Empresaria en Infancia y Adolescencia en Argentina. UNICEF, Save the Children Fundaciones C&A y Arcor. Octubre 2006.

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Es cierto que Argentina, como casi todos los países latinoamericanos, ha

descuidado la educación, la salud y el trabajo. (Sé que estoy cometiendo un eufemismo al decir descuidado, permítanmelo en todo caso como una licencia poética que me deje regar con cierto optimismo la mirada del contexto). Sin embargo, junto a muchas, muchísimas circunstancias que deterioran la cultura en general y desalientan la lectura en particular, van sucediendo algunas que apuntan a promoverla.

Trabajando en el diagnóstico de los grupos de destinatarios del Programa Por El Derecho a Leer de CEDILIJ (más información en http://www.cedilijweb.com.ar) nos encontramos siempre con adultos que apoyan los proyectos en su comunidad porque los chicos los necesitan, porque es bueno para los jóvenes, desestimándose como destinatarios. Entienden que ya pasó su hora, que no tienen tiempo para leer. El deber ser no permitirá decir con franqueza si no les gusta, o que no les importa, o que no están tan seguros que sea necesario o bueno leer. ¿Por qué podría serlo? Acaso no se huele en el aire el rumor que reza Hoy los que triunfan no son los más leídos.

Como bajo la alfombra de cada respuesta se esconden otras, nos están diciendo también: que no tuvieron o perdieron la oportunidad, que esa oportunidad está en la infancia; que las posibilidades de acceso a la cultura no son iguales para todos… y algunas cosillas más…

En este curso nos hemos propuesto reflexionar acerca de la promoción de la lectura, haremos dos aclaraciones antes de seguir el camino:

Los términos Promoción de la lectura y Animación a la lectura están emparentados, incluso se utilizan como sinónimos en algunos contextos ya que sus estrategias tienen un mismo fin: incentivar la lectura. La diferencia fundamental radica en la envergadura de esas acciones. Promoción de la lectura implica acciones que se llevan a cabo con un alcance más amplio, mientras que la Animación a la lectura es una herramienta motivacional sostenida en el tiempo, destinada a un grupo concreto, cuyos integrantes tienen un vínculo directo con quien las coordina.

Las palabras “macro” y “micro” que se usan para calificar a las acciones culturales según el radio y la cantidad de personas a quienes van dirigidas, ayudan a entender estas dos dimensiones.

Cuando nos referimos a acciones de Promoción de la lectura incluimos también todas aquellas destinadas a promover la escritura ya que constituyen otro tipo de estrategias con el mismo fin: el protagonismo activo de todos los ciudadanos en las prácticas culturales en general y en la cultura escrita en particular.

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¿Qué significa PROMOVER LA LECTURA?

Es interesante pensar el significado de promover tal como lo define el diccionario, en relación a la lectura.

Promover significa mover en favor de, adelantar una cosa, por extensión darle impulso, prioridad, darla a conocer para su valoración. Se asocia a la difusión de determinados productos o servicios para su posterior consumo. Pensamos rápidamente en teléfonos celulares, tarjetas de crédito, etc.

Promover es “Iniciar o impulsar una cosa o un proceso, procurando su logro” y también es “elevar a una persona a una dignidad o un grado superior al que tenía.3” Acceso a un nivel de vida superior, a la cultura. Mejorar las condiciones de vida.

En el contexto de la sociedad en que vivimos, dar impulso a esta práctica también significa promover un determinado consumo. Se trata del consumo de un bien cultural que, justamente, debiera ser accesible para todos los integrantes de la sociedad que lo genera.

Por otro lado, elevar a una persona a una dignidad es absolutamente coherente con la lectura. Sabemos que su práctica estimula y complejiza el pensamiento humano; entonces quien lee no sólo puede participar más plenamente de su cultura sino que también desarrolla estrategias de libertad y autodeterminación. Es capaz de criticar el contexto para superarlo.

Como ya hemos dicho, debajo de la alfombra se pueden ocultar muchas cosas, promover la lectura implica una serie de supuestos y una mirada particular del contexto:

1. Una valoración de la lectura

Así como son poco certeros los saberes sobre el origen del lenguaje humano (existen diferentes teorías todas más o menos especulativas) de lo que sí tenemos noticias y pruebas, incluso evidentes hasta hoy, es que el dominio de la lectura y escritura, establece claras diferencias en términos de ventajas o desventajas, entre quienes dominan o no lo hacen ese invento humano. El binomio saber-poder viene dejando una huella de desigualdades en la historia de la humanidad.

El argumento más fuerte a favor de la lectura y la escritura es sin dudas su estrecha relación con la capacidad de pensamiento. Dicho de otro modo la inteligencia humana es básicamente lingüística, por tanto todas las prácticas que potencien el dominio del lenguaje de un individuo tienen directa incidencia sobre su pensamiento.

3 DICCIONARIO DE LA LENGUA ESPAÑOLA - Vigésima segunda edición. (2001)

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Quien valora, con razones, la lectura se siente responsable de realizar acciones de modo que sea un bien común. Quien valora la escritura se siente responsable de concretar acciones que garanticen la expresión libre de las ideas.

2. Una concepción de lectura

Leer es una práctica cultural a la que cada sociedad le asigna un valor simbólico y una praxis determinada. Decir que es una práctica cultural significa asumir que no es una capacidad innata de los humanos y que requiere ser aprendida. Su aprendizaje es lento, paulatino y forzado, y está atravesado por las particularidades de cada persona y su experiencia de vida. El encuentro con la lectura es también una instancia de expresión escrita, no podemos separarlas sin considerar que ambas se acompañan y se corresponden en las distintas etapas del aprendizaje. Escribir supone una tarea lingüística y cognitiva que requiere siempre un esfuerzo en el cual se involucra mucho de sí.

Las acciones de promoción de la lectura están determinadas por la concepción de lectura que de manera implícita o explicita sustenten sus diseños.

Si se concibe a la lectura desde un punto de vista estrictamente pragmático, se la entenderá como una actividad mecánica, de reconocimiento de letras que asociadas forman palabras, a las que posteriormente se le asignará un sentido unívoco. En el caso de la literatura será la consabida búsqueda de “lo que quiso decir el autor”. Desde esta concepción, la lectura es un proceso que se va completando de manera ordenada, de lo simple a lo complejo, de lo particular a lo general. Las acciones de promoción que se diseñen bajo esta mirada tenderán a la formación de LEEDORES es decir decodificadores pasivos de textos ajenos.

Si por el contrario, se concibe a la lectura como una práctica social de conocimiento y comunicación, en la que el sentido de los textos surge de la interacción con el lector, se potenciarán encuentros significativos de lectores activos, capaces de participar en la construcción del texto, de darle sentido con su lectura, que es siempre individual y única, a un texto multívoco. De este modo serán posibles estrategias de formación de LECTORES. Incluirán lecturas recreativas y prácticas de escritura, incluso en espacios no convencionales.

Si se concibe la escritura como una mera transcripción, se deja de lado que la comunicación proviene de una experiencia con el lenguaje escrito, de alguna manera motivada por una necesidad expresiva que también supone una lectura. La literatura atraviesa la materialidad del código para buscar una zona de creación y de inscripción de la individualidad. Formar ESCRIBIDORES mecánicos y controlados por una regla a

Si bien ya se ha reflexionado sobre este tema, damos a continuación una rápida mirada por su incidencia directa en los diseños de Proyectos de Promoción.

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cumplir conspira contra la participación en la sociedad, a través de la expresión libre de cada persona.

3. Un modo de ser lector

Cada individuo que lee tiene un modo único de ser lector, que incluye su historia, personal e irrepetible, de vincularse con la palabra dicha, escrita y leída, y que deviene en las prácticas lectoras cotidianas. Es decir cuánto tiempo, dinero y pasión le concede a esta práctica, cuánto tiempo, dinero y pasión le otorga a otras prácticas sociales, cómo es su relación con los medios de comunicación masiva; cuánto tiempo y qué programas ve diariamente por televisión, cuánto reconoce ver frente a otros... Lee en formato libro y/o en pantalla, lee incluyendo o excluyendo géneros, ficción, ensayos, textos científicos, historietas y diarios…

Quien diseña o desarrolla acciones de promoción de la lectura es de algún modo lector. Desde su “ser lector” hacia otro “ser lector” o “no ser lector”, se vincula día a día con los libros y con otras personas. Pensemos en la corriente empática que circula entre dos personas que han descubierto la pasión común por cierto autor. Pensemos también en la situación contraria, en cómo se cuida (o no) el despliegue de saberes surgidos de la lectura de acuerdo a la relación que se desee establecer con un interlocutor al que se presume o sabe no lector.

La propia experiencia, los preconceptos, las ideas en torno al libro, la lectura y la escritura determinan un tipo de relación con aquellos a los que se pretende formar. Es una relación de poder y saber sobre la que no se puede tener una mirada inocente. Una relación que, como se ha dicho, ha marcado la historia de la humanidad.

4. Una visión democrática

Existe una estrecha relación entre democracia y promoción de la lectura sustentada en una etimología común. El sufragio universal, es decir el derecho de todo ciudadano a elegir sus gobernantes es una clave de la democracia moderna. En latín lectio es lectura y también elección.

Basta citar como ejemplo a los negros de Estados Unidos. El deseo o la necesidad de participar en la vida política los llevó a alfabetizarse ya que sólo tenían derecho al voto quienes demostraban saber leer.

Autoritarios e intolerantes de todas las épocas, cuando censuran, delimitan o prohíben la lectura están diciendo cuánto la valoran como estímulo del pensamiento y como herramienta de acceso al conocimiento. Defienden el ser dueños del saber para conservar el poder.

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Ya nos hemos referido a la relación entre lectura y poder y si bien hoy no es una condición para acceder al sufragio, leer tanto como pensar críticamente son no sólo una necesidad sino un requisito para la participación activa en la vida democrática.

Trabajar por la promoción de la lectura no significa que todos seamos igualmente lectores sino que todos tengamos la oportunidad de elegir leer. Nadie puede elegir lo que no conoce. Leer es un derecho de todo ciudadano como pensar es un derecho de todo hombre.

5. Una mirada crítica del contexto

Nuestro contexto es arbitrario e injusto. De manera evidente se patentiza la disparidad de oportunidades de acceso a la cultura en nuestro país. Es cierto que no es en el único de Latinoamérica o del mundo en el que ello acontece, pero si es cierto que los países desarrollados han zanjado esta diferencia proporcionando a sus ciudadanos igualdad de oportunidades.

Investigaciones y encuestas han dado datos alarmantes en cuanto a los índices de lectura de Argentina en relación a otros países del mundo, al igual que respecto al rendimiento escolar, capacidad para comprender consignas, y comprensión de textos en general que se extiende desde los primeros niveles de enseñanza hasta la universidad. Ser uno de los países con menor índice de lectura no es la única vergüenza, estos datos deben ser cotejados con los índices de crecimiento del producto bruto, el analfabetismo, la tasa de mortalidad infantil, la de la desocupación.

El análisis de los presupuestos asignados a salud y educación de un país, provincia o municipio revela los verdaderos planes de gobiernos. En la Argentina de la desnutrición y el desempleo, la educación sigue siendo considerada un gasto y la lectura, un lujo.

El sustento político de una democracia es la participación - por medio de sus representantes - de sus ciudadanos. Lo que requiere justamente de ciudadanos con capacidad de lectura (del mundo y de la palabra escrita) de modo contrario es fácilmente gobernable por demagogos u otros falsos demócratas. Por ello, un país que no lee es un país en riesgo. A medida que descuida la lectura, va perdiendo en calidad de educación. Tal vez ese sea el verdadero “riesgo país”.

Es claro que a la complejidad de esta realidad de país no se la puede resolver sólo con acciones vinculadas al fomento de la lectura sino también. Es decir, recuperar el concepto de inversión social de la cultura, es una arista de esa realidad que no puede descuidarse.

Mirar críticamente el contexto, es sin dudas una operación de lectura. Esa mirada lúcida, atenta de una realidad que entra en contradicción con las convicciones de ese “lector” sumada a una voluntad de acción, provoca ideas, impulsa acciones,

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genera los cambios. Busca transformar las situaciones de desventajas en oportunidades de acción proactiva, al modo que lo hace Bertold Brecht en la frase que enmarca nuestro curso: Criticar un río es construir un puente. Nos gusta ubicar justamente allí el origen de las acciones de Promoción de la lectura.

A la hora de las DEFINICIONES

Bajo el designio de la Promoción de la lectura se pueden ubicar una variada gama de acciones, tanto por procedencia, envergadura o destinatarios. Podríamos incluir:

• campañas de alfabetización, • becas y subsidios para escritores, ilustradores, investigadores en el tema, para

el desarrollo de las artes en general, • legislaciones favorables a la formación o fortalecimiento de bibliotecas, • políticas de fomento de la industria editorial, • formación de mediadores o talleristas, • campañas de difusión en los medios, • ferias del libro, • vistas de escritores e ilustradores a las escuelas, • proyección de films (posterior o anterior a la lectura de la obra sobre la que se

ha basado), • talleres de escritura, • talleres de lectura, • talleres de animación de la lectura, • proyectos escolares de lectura o de formación de bibliotecas (áulicas o

escolares), • programas culturales de instituciones públicas o privadas.

• y muchas más oportunidades de encuentro entre libros y lectores.

El nivel de impacto de cada una de ellas es absolutamente variado, tanto como las concepciones que las sustentan. Para poder dimensionar sus verdaderos alcances deberíamos analizar los componentes de esas acciones.

A partir de lo que hemos reflexionado anteriormente, intentamos hacer una generalización para arribar a una definición de la Promoción de la lectura:

El conjunto de acciones estratégicamente concebidas para

garantizar oportunidades de acceso a la lectura y escritura de un grupo de individuos y el enriquecimiento de la sociedad a la

que pertenecen.

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Describir a las acciones como estratégicamente concebidas equivale a decir que son:

- intencionales porque tienen un objetivo concreto determinado de manera consciente y explícita.

- acordes a las necesidades de sus destinatarios, de lo contrario no serían efectivas.

- planificadas porque parten de un diagnóstico y requieren de una serie de acciones menores para ser llevadas a cabo

- sistemáticas por su aplicación de modo sostenido en el tiempo, ya que solo la continuidad de las acciones garantiza su eficacia.

De la observación y análisis de este tipo de acciones se desprenden los componentes imprescindibles. Si bien no hay promoción de la lectura sin libros. Tampoco valoramos la sola oferta de materiales de lectura aunque fuera de manera sostenida, sobran ejemplos de bibliotecas con buenas dotaciones pero sin usuarios. Además de la oferta de libros se requieren verdaderas oportunidades de encuentro con los lectores y la capacitación de mediadores, ya que son los motores de cambios y garantes del sostenimiento en tiempo.

Las acciones de Promoción de la lectura implican asumir una postura ideológica. Solamente una sociedad democrática, donde existe libertad de expresión e información puede concebir el valor de acciones que impliquen el desarrollo de la capacidad crítica de las personas y la importancia de trabajar en ello desde la infancia.

La transitoriedad o el sostenimiento de estas acciones dependen del involucramiento de toda la sociedad. Comprometen no sólo a la escuela, en cualquiera de sus niveles, o a las Organizaciones No Gubernamentales, por su

Algunos ejemplos que hacen a nuestra historia:

El proyecto editorial del Centro Editor de América Latina de 1966-1993, el Plan Nacional de Lectura llevado adelante entre 1985 y 1989 desde la Secretaría de Cultura de la Nación y la Dirección Nacional del Libro, los Juegos Nacionales de Lectura “Leopoldo Marechal” organizados por la CONABIP desde 1997 a 1999 para bibliotecas populares de todas las provincias y Los Libros de La Almohada, promoción de la lectura en hospitales públicos de Córdoba CEDILIJ 1999-2000.

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receptividad de problemáticas culturales y sociales, sino también a los organismos privados y sobre todo al sector público, que es el garante efectivo por medio de sus políticas, de la vigencia de programas que aseguren la circulación igualitaria de la cultura.

Somos conscientes de que alentar la lectura y la escritura favorece el desarrollo de la industria editorial al motivar un mayor protagonismo del libro en la vida cotidiana y en las escuelas, a la vez que promueve el fortalecimiento de las bibliotecas. Significa también estimular: la profesionalización de escritores, ilustradores, diagramadores; la mejora del trabajo de las distribuidoras y las librerías; la organización de ferias del libro; el surgimiento de nuevas editoriales, etc. Las editoriales determinan con sus producciones los objetos de consumo. La demanda crece, exige cuanto más formado esté el público. La fortaleza del consumidor reside en su formación plural y crítica.

Cuando hablamos de la importancia de involucrar al sector público en acciones de promoción de la lectura estamos pretendiendo planes de desarrollo, efectivas y sostenidas políticas educativas y culturales, leyes de apoyo al libro y a las bibliotecas. En la asignación de presupuestos se evidencia el compromiso del sector con el desarrollo de la sociedad.

* Susana Elma Allori es Licenciada en Letras (UBA). Presidente de CEDILIJ (Centro de Difusión e Investigación de Literatura Infantil y Juvenil). Premio Pregonero 2008 como Especialista en Literatura Infantil, otorgado por la Fundación El Libro. Docente Titular de “Diseño de Proyectos de Promoción de la Lectura” del PROPALE (Programa de Promoción de la Lectura y la Escritura) de la Universidad Nacional de Córdoba. Docente de la Cátedra de Literatura y su Didáctica de la Universidad Nacional de La Pampa. Expositora en congresos nacionales y extranjeros de la especialidad. Ha participado en el diseño, coordinación e implementación del Programa Por El Derecho a Leer de CEDILIJ, Premio IBBY Asahi 2002.

Promover la lectura u otras prácticas sociales que estimulen el pensamiento implican un modo de concebir el desarrollo de las sociedades destinatarias.