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Un cigarro para la crisis 1 ABRIL, 2009 Hace un año la histeria de lo políticamente correcto promulgó la Ley General para el Control del Tabaco. Las buenas conciencias obraron al uso. Con argumentos unilaterales y puños firmes decidieron, para acercarnos a las naciones civilizadas, perseguir el ejemplo de Estados Unidos, cuyo puritanismo logró mudar al país a las antípodas de la tolerancia. Y de Europa. Hasta la vieja señora resolvió desterrar de sus costumbres públicas este hábito secular. En doce meses los resultados han sido por lo menos irregulares. La noche capitalina es testigo. Cafés amparados donde se puede fumar con toda libertad, terrazas esquizofrénicas que día sí y día no están libres de humo, espacios descubiertos con enormes carteles prohibitivos, restaurantes con zonas para fumadores habilitadas en su interior. Sin mencionar las no pocas veces que los legisladores que aprobaron la ley han sido vistos en flagrante incumplimiento de la misma hasta en edificios de gobierno. Sin embargo, ese problema, el de la maravillosa flexibilidad de la ley en México, es secundario

Cesar Blanco - Un Cigarro Para La Crisis

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Un cigarro para la crisis1 ABRIL, 2009Hace un ao la histeria de lo polticamente correcto promulg la Ley General para el Control del Tabaco. Las buenas conciencias obraron al uso. Con argumentos unilaterales y puos firmes decidieron, para acercarnos a las naciones civilizadas, perseguir el ejemplo de Estados Unidos, cuyo puritanismo logr mudar al pas a las antpodas de la tolerancia. Y de Europa. Hasta la vieja seora resolvi desterrar de sus costumbres pblicas este hbito secular.En doce meses los resultados han sido por lo menos irregulares. La noche capitalina es testigo. Cafs amparados donde se puede fumar con toda libertad, terrazas esquizofrnicas que da s y da no estn libres de humo, espacios descubiertos con enormes carteles prohibitivos, restaurantes con zonas para fumadores habilitadas en su interior. Sin mencionar las no pocas veces que los legisladores que aprobaron la ley han sido vistos en flagrante incumplimiento de la misma hasta en edificios de gobierno.Sin embargo, ese problema, el de la maravillosa flexibilidad de la ley en Mxico, es secundario en este caso. La importancia del asunto estriba en que la perorata contra el tabaco nunca se detuvo a calcular el peso cultural y social de esta planta, forjado hace siglos.En Los cigarrillos son sublimes, el especialista en cultura popular Richard Klein exhibe un cmulo de pruebas suficientes para espolear una discusin zanjada de antemano con argumentos exclusivamente sanitarios y, por lo tanto, insuficientes.La primera evidencia y la ms adecuada en estos momentos resalta que los cigarros han comprobado ser un gran paliativo para la crisis. El hecho de fumar en poca de guerra o en periodos de depresin econmica no slo se aprobaba como un placer se consideraba casi como un deber consustancial al principio de camaradera y consuelo ante la tragedia. Fumar, explica Richardson, abre un parntesis simblico en lo cotidiano, inaugura un espacio tiempo donde es posible experimentar la trascendencia, ese breve flujo de eternidad indispensable para sortear el vendaval provocado por los tiempos aciagos.Si este argumento sociolgico-metafsico parece puro humo, el autor tambin sabe defenderse a ras de suelo. Adentrndose en el terreno de lo fisiolgico, Richardson expone el paradjico efecto que envuelve al que, lleno de angustia, enciende un cigarro. Cuando la nicotina penetra la sangre aumenta seriamente el ritmo cardiaco y la presin arterial. La ventaja de este ataque a nuestro sistema es que, lejos de orillarnos al infarto, provoca que los resultados fisiolgicos se asocien de inmediato a una causa especfica y determinada: el cigarrillo. El tabaco surte un doble y mgico efecto. Primero, altera; pero, inmediatamente despus, calma, pues mientras antes la ansiedad obedeca a la vaga anticipacin de un peligro impreciso, ahora los sentimientos de inquietud producidos por el cigarrillo son concretos y definidos.El autor admite que sus ideas no son nuevas. En realidad tienen 500 aos: surgieron cuando Occidente descubri este nefasto placer. Casualidad o no, el tabaco fue hallazgo y antdoto de la Modernidad, ya que sirvi para aliviar la ansiedad producida por el impacto de los sucesivos ataques contra las viejas certezas y por la perspectiva de las grandes incgnitas. Y es que por mucho que resulte nocivo para la salud, el tabaco ofrece innegables remedios para las dolencias del espritu.En 1918, John J. Pershing, el general ms grande de la historia de Estados Unidos, le escriba a su ministro de Defensa: Preguntas qu necesitamos para ganar esta guerra. Te lo voy a decir. Necesitamos tabaco, ms tabaco ms incluso que comida. Durante un momento de la revolucin Rumana, los cigarros Kent sustituyeron a la moneda local. En los campos de concentracin franceses se pagaban hasta diez francos por una sola calada. Tal ha sido el poder simblico y tangible de esta seductora costumbre.Cierto. No se puede soslayar el carcter nocivo del tabaco, pero cuando el Estado pondera leyes para mejorar la sociedad, debera tener en mente la reflexin final del ensayo de Richardson: Se atribuye hoy a la salud tanto valor como para convertirla en el nico criterio vlido a la hora de definir lo que es bueno y lo que es hermoso?.Csar Blanco. Editor.